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Cuéntanos, Lorena. ¿Qué consejos nos puedes dar para este 14 de febrero?

Lo primero que debemos saber, es que la clave de toda relación es la santidad. ¡La única buena
relación, es la relación santa!

Pero más allá de las parejas. Toda relación humana está llamada a vivirse en amor; desde las
relaciones laborales hasta nuestra vida en la Iglesia; todos podemos, y debemos, santificarnos
a través del amor. Piensa por un momento en la gracia tan grande que significa el poder vivir
en la misma materia que Dios. Por eso, todo lo que no sea libre, fecundo, total y fiel, deja de
ser amor.

El amor verdadero es:

Libre: Amar es una decisión. Se puede obligar o convencer a alguien de muchas cosas, pero
amar es algo único y personal. Amar es la máxima expresión del libre albedrío.

Total: El amor solo se puede dar en plenitud. No es posible querer hasta la mitad. El amor
siempre es un todo por el todo. Es el amor hágape, el hecho de entregarse a uno mismo para
la otra persona.

Fecundo: Al hablar de fecundidad, hablamos de los frutos que trae. El matrimonio, por
ejemplo, siempre debe estar abierto a la vida; pero las únicas relaciones fecundas no son
estas. Piensa en todas las veces que has hecho grandes cosas con tus amigos de las que te
sientes satisfecho, todas las veces en que tu vida espiritual o tu perseverancia en algo te han
dado muchos frutos. Esto solo se logra a través del amor.

Fiel: Amar es fidelidad. En cualquier momento, en cualquier circunstancia, el que ama es fiel al
amado. Sin desesperar, sin importar el tiempo que tome; quien de verdad ama, estará ahí pase
lo pase.

Decía San Agustín, “la medida del amor, es amar sin medida” y es válido preguntarse, ¿de
verdad estamos amando? Hoy al hablar del amor se te pueden venir a la mente muchas cosas,
pero… ¿No hay alguien en particular con quien deberías vivir ese amor?

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