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Universidad de Cuenca

Nombre: Christian Rumipulla

Ciclo: Octavo

Tema: Avance del capítulo 1. Examen final

Capítulo 1.

Muerte y Ritualidad.

1. La muerte

1..1 ¿Qué es la muerte?

La sociedad en general no concibe a la muerte como la conclusión de un ciclo de su vida o


de alguien, sino como una posibilidad que siempre está presente en la existen1cia humana.
Morir tampoco es un hecho bruto, sino se ha querido comprender a este fenómeno en distintas
formas, que se busca adjudicarle un significado, para algunos la muerte es el inició de una
vida mejor, para otros es fin y la reunión con sus dioses de su creencia. Por otro lado, la
muerte y el más allá siempre tienen una relación con la vida, sus formas de vivir y las
creencias. La muerte es un hecho real, concreto pero proteiforme. (Thomas 1991). Además,
el concepto puede que este sobre determinado. Morín (1974), menciona que el único animal
que tiene presente toda su vida a la muerte es el humano. Además, en la muerte se tiene que
buscar un sentido de trascendencia, para que se dé un sentido al hecho de morir.

La muerte significa poner un alto a los objetivos que se habían propuesto. Gómez (2017) cita
a Martín Descalzo y su poema “Estamos solos” e indica que la muerte “describe esta crisis
de manera una impecable. En él expresa la sensación de soledad y, sobre todo, la dramática
indiferencia de todo cuanta rodea a quien muere y la amarga sensación de que el mundo
seguirá tras su muerte” (2017, pp 26). Así mismo, la muerte forma parte de la vida cotidiana
y este da sentido a está, Panizo (2003), afirma que “la vida forma parte de la muerte y las
ideas de continuación de la vida después de la muerte constituyen un rasgo común en muchas
culturas” (2003, pp 24). La creencia de que existe vida después de la muerte ha llevado que
los vivos den culto a los muertos.

En el plano de la percepción la vivencia y la imaginación, la muerte es inaprensible. La muerte


no es propia solo del hombre y de los seres vivos. Afecta a todo lo que tiene dimensión
temporal. (Thomas, 1991) Se habla así de una muerte física, biológica, social y psicológica.
Thomas (1991), indica que las “definiciones de la muerte obedecen a dos órdenes de
preocupaciones: 1. a delimitar el objeto muerte; 2. La urgencia practica basadas en las normas
jurídicas internacionales” (1991, pp 41). La muerte también tiene que buscar causas y
sentidos esto se da a tres preguntas, ¿de qué se muere? ¿Por qué se muere? ¿Cómo se
reacciona ante la muerte? (Thomas, 1991). Al responder estas tres preguntas damos sentido
a esa muerte buscada.

2. Tipos de muerte

La muerte tiene varias acepciones y connotaciones que se puede estudiar de diferentes


maneras y sentidos. Así mismo, la muerte puede ser interpretadas desde varios puntos de
vista y que decir puede tener varios tipos de muerte, no obstante, estos llegan a un solo
puerto que es dar la definición más clara ¿qué es la muerte? Este pude tener varios
significantes y significados, pueden variar o pueden tener la misma relación por diferentes
culturas. La muerte tiene varias cuestiones que le vuelven fúnebre y misteriosa que
muchas veces en las culturas son analizadas, estudiadas y veneradas con diferentes tipos
de rituales. Así que en los siguientes puntos se dará a conocer los tipos de muerte.

2.1 La muerte biológica

La muerte es un proceso, por lo se puede definir a la célula muerta como la que ha perdido
irreversiblemente su capacidad de mantener la composición específica de su medio
intracelular y de adaptarse a su medio extracelular. Es posible identificar a una célula
durante el proceso de la muerte, cuando todavía pueden detectarse y medirse las funciones
remanentes; igualmente, se puede hacer tal identificación después de haber cesado todas
las funciones fisiológicas, aunque las moléculas y estructuras por separado todavía
pueden tener actividad. El deterioro progresivo de las funciones celulares, junto con
cambios estructurales, son las manifestaciones del proceso de la muerte, que termina con
la extinción de toda actividad fisiológica. (Blanck-Cereijido, F. & Cereijido, M. 1999)

El organismo, como entidad humana no existe ni como conciencia como es el caso del
coma irreversible. Los pulmones y el corazón pueden continuar funcionando con soportes
artificiales, pero el organismo biológico, entendido como entidad mente-cuerpo, está
muerto. En el caso de la muerte de la mente y el cuerpo, incluso conservando
artificialmente la vida, se produce una negación social del hecho de morir, aunque muerte
biológica y psicológica se hayan producido. La situación más extrema se da cuando tanto
el enfermo como la sociedad niegan la muerte (Gómez, 2017). La muerte que se asume
como una fatalidad arbitraria, impuesta contra nuestra voluntad; por otro la reflexión
científica que plantea una utilidad o función oculta de la muerte, muchas veces expresada
en términos de ventaja selectiva basada en mecanismos de evolución. (Hernández, 2006)

La muerte biológica es la desaparición del individuo vivo (Thomas, 1991), esto contrasta
con lo antes mencionado por Gómez. Además, este opera pues a nivel de célula, del
órgano, del organismo y de la persona en su unidad y su especificidad. Así mismo,
Thomas (1991), propone que “la muerte es natural, no obstante, se percibe como una
agresión: se vive, se percibe como un accidente arbitrario y brutal” (1991, p. 23). La
muerte es inhumana, irracional que no está domesticada. La muerte biológica procede de
lo aleatorio y de lo imprevisible.

2.2 Muerte psicológica

Bayés define “la muerte psicológica como el conocimiento subjetivamente cierto que se
suscita en un momento concreto de la vida: “voy a morir” (2001, pp 20). En este sentido,
esta certeza psicológica puede coincidir con la muerte biológica (por ejemplo, infarto de
miocardio fulminante mientras se duerme) o precederla días, semanas o meses en caso de
una enfermedad determinada. La muerte psicológica considerada en sí misma no tiene
por qué engendrar necesariamente sufrimiento. Incluso puede aceptarse con ánimo
sereno, como algo connatural al hecho de existir (Bayés, 2001).

En la muerte psicológica surge la idea de asumir la propia mortalidad y una pérdida de la


individualidad. (Acosta, 2014). En cuanto a la muerte del otro, esta es siempre increíble
y suele traer sentimientos como la culpa o el temor de perder el afecto del otro por haberle
sobrevivido o dejado morir. La muerte psicológica producirá más, menos o ningún
sufrimiento en función de las circunstancias biográficas, culturales, perceptivas y sociales
que ocurran en cada persona en el momento exacto en que la muerte haga su aparición y
en la forma en que haga acto de presencia (Gómez, 2017).

2.3 Muerte social

La muerte social es la separación de una persona del resto de su grupo social. Puede
considerarse como un abandono o exclusión de una persona. Thomas (1983) menciona
que la muerte social es “el hombre es privado de su muerte, muere solo, en un asilo o en
hospital, sin la preparación psicológica” (1983, pp 9). Gómez (2017), también da una
definición similar “es el retiro y separación del enfermo de los otros; esto puede suceder
en días o semanas antes del fin, si al enfermo se le deja solo para morir. Es tratado como
si estuviese ya muerto” (2017, p. 14).

Además, algunas familias abandonan a sus ancianos en hospicios, lugar donde viven,
incluso durante años, como si estuvieran ya muertos. Si se abandona al paciente, puede
transformarse en socialmente muerto mucho antes de que sucedan las ulteriores fases de
la muerte. En ocasiones, el abandono y la soledad llegan a ser tan grandes y tan
insoportables que la propia muerte puede aparecer como una liberación. Unarnuno
(1937), indica que “la muerte social es un nivel esencial ya que se refiere al momento en
que somos tratados como objetos y no como seres humanos, al margen de lo que acontece
socialmente.” (1931, p. 24)

Acosta (2014) da una definición contraria a lo que se vio de los autores anteriores e indica
que “son las consecuencias dentro de la dinámica grupal, a causa de los cambios que
ocasiona, mismos que dependen de la edad, sexo y roles que tenía el muerto” (2014, p.
46). Esto se debe que no es lo mismo que muerta un niño, un joven, un adulto o un
anciano, porque juegan un papel dentro de su grupo social. También son variable la forma
y circunstancias del morir, de acuerdo a si se ha tratado de enfermedad, accidente,
suicidio, asesinato o muerte natural, pues cada sociedad le da significaciones específicas
al rol de cada individuo y a las formas de muerte.

Acosta (2014) “las colectividades crean formas particulares de enfrentar y, de alguna


forma, trascender la condición de mortales de sus miembros” (2014, p. 47). Cuando en
los grupos humanos se quiere hacer referencia al tema de la muerte, es indudable que hay
que ceñirse a las pautas culturales de las diferentes sociedades. Por otra parte, cuando hay
un rechazo social y personal de la muerte, tenemos muertes precipitadas que no han sido
ni preparadas ni combatidas. La muerte social se manifiesta en la reclusión carcelaria o
psiquiátrica, abandono en el asilo (Thomas, 1991).
3. Antropología de la Muerte

3.1 La sociedad ante la muerte.

La muerte en algunos animales es algo innato, en el hombre las actitudes y


comportamientos son aprendidos por la cultura de donde proviene, dichos aprendizajes y
actitudes se ha venido mutando a lo largo de este tiempo. Muchas veces la muerte es vista
como un hecho natural, pero no inevitable. La cultura moldea nuestras experiencias de
pérdida y los rituales que la rodean. En las tumbas encontradas que pertenecen al hombre
de Neandertal se ha descubierto objetos, que se relaciona con la muerte y esto representa
la actitud que ellos tenía, que era una simbiosis el temor y el respeto.

Con el paso de los años, la muerte se convierte en una experiencia que contempla la
introspección. La vida tenía que ser la preparación para el otro mundo. Hernández (2006),
menciona que “la muerte continúa considerándose como una intervención deliberada y
personal de Dios, y siguió así durante la Edad Media” (2006, p 6) En la Edad Media,
según las creencias cristianas, los muertos vivían después de que el cuerpo hubiera
expirado. Según Gordon y Marshall (2000) “los muertos formaban un grupo social
diferenciado, que seguía contado con una presencia social significativa entre los vivos”
(2000, p. 2).

Ariés (2000) & Gilchrist (2005) coinciden en que la tradición anglosajona pagana de
sepultar a los difuntos con sus objetos se abandonó aproximadamente en el siglo VIII, a
medida que la conversión al cristianismo se constituye una mayor uniformidad en la
práctica funeraria. Durante el Romanticismo, se empieza a exaltar pasiones violentas y
emociones desbordadas, se tiene una visión dramática de la muerte, aparecen escenas de
dolor que anteriormente no había. Hernández, (2006) “La muerte deja de estar asociada
al mal, declina, aunque no desaparece la conexión entre ésta y el pecado” (2006, p 7).

Para el siglo XIX es “el otro mundo” el lugar de reunión entre aquellos que han sido
separados por la muerte, la cual se comienza a dilucidar como algo demasiado horrendo
como para tenerlo de manera constante en mente, comienza a ser un tema tabú. Sin
embargo, O’Connor describe que:
“A finales de este mismo siglo lo más común era que la gente muriese en el hogar
donde habían habitado, dándose cuenta así de la proximidad de su muerte y
teniendo con ello la oportunidad de terminar los asuntos emocionales de su vida
en su ambiente familiar; permitiendo también a los miembros de la familia y
amigos decir adiós al ser querido, contemplado a la muerte como algo natural”.
O’Connor (2005, p.12)

3.2. Actitud ante la muerte

Gómez (2017), menciona que “más allá de estas consideraciones, la toma de consciencia
de la muerte puede ser considerada como una crisis de la vida del hombre. En realidad,
no es la muerte, sino la consciencia de la muerte lo que constituye un problema” (2017,
p. 22). Ya decía Publio Cyro, en sus Sentencias, que “el temor a la muerte es peor que la
muerte misma”. No es la muerte, en efecto, lo que inspira terror, sino la representación
anticipada de la muerte. Si una persona cae muerta de repente, para ella no habría nada
de terrible; ya no estaría, no podría experimentar terror. Terror y miedo pueden solamente
ser suscitados por la consciencia de la muerte.

El morir aparte de ser una de las crisis más angustiosas, ya que no podemos resolverla
sino sólo sufrirla. Y la tenemos que sufrir solos. Cada uno afronta en solitario la muerte
con su enigma. Gómez (2017), cita a Martín Lutero “Tú eres el que muere, luego tú eres
el que debes elegir. Tú eres el que debes tomar postura ante el enigma y no puedes esperar
a que otro vaya a hacerlo en tu lugar” (2017, p 23). Es el problema personal por
excelencia. Afecta a todos, pero lo hace uno por uno.

Para cada ser humano, su muerte es la posibilidad más peculiar e irreferente porque
concierne su ser mismo y porque lo encierra en sí mismo; la muerte es también irrevisable
porque constituye la posibilidad extrema de la existencia que se aniquila a sí misma. En
este sentido, la muerte es un corte absoluto, puesto que entre el vivo y el muerto no hay
grado alguno. La distancia entre los dos es la misma que separa el ser de la nada. No hay
ni un paso que lleve de un estado de cosas a otro.

Cuando pensamos nuestra muerte en primera persona nos profundizamos en nuestra


singularidad. En efecto, escribe Jankélévitch,
‘‘se trata de mí, es a mí a quien la muerte llama personalmente por mi nombre, a
mí a quien señala con el dedo y de quien tira de la manga, sin darme la oportunidad
de hacer pasar delante el vecino; no queda escapatoria, se me han agotado los
plazos; el aplazamiento para más tarde, lo mismo que las coartadas las
postergaciones son ahora imposibles por más empeño que ponga el hombre
concernido; la tercera persona ya no puede servirme de pretexto’’ Jankélévitch,
(2002:35).

Para cada uno de nosotros nuestro fin no es un acontecimiento más en la vida, sino la
limitación intrínseca de ésta. Málishev (2003), “la muerte no es sólo vaciedad o ausencia
de lo real; es un tipo de ausencia que posee un alto significado para la existencia del ser
humano” (2003, p. 7). Por eso la muerte es la posibilidad más peculiar de nuestra
existencia, ya que la reivindica en lo que tiene de singular. Es en virtud de la muerte que
mi existencia es verdaderamente mía
4. Antropología simbólica

4.1 Símbolos funerarios

Finol & Montilla (2004), proponen que “los símbolos constituyen elementos claves para
determinar la importancia de un rito o ceremonia, de allí las innumerables teorías que se
han escrito sobre esta temática abordada por antropólogos” (2004, P. 6), Una de las teorías
es de V Turner (1988): “El símbolo es la más pequeña unidad del ritual que todavía
conserva las propiedades específicas de la conducta ritual, es la unidad última de
estructura específica en un contexto ritual” (1988, p. 21). Según este autor, para analizar
el símbolo se debe estudiar la secuencia temporal en su relación con otros
acontecimientos, porque los símbolos están esencialmente implicados en el proceso
social.

No obstante, para poder interpretar los símbolos rituales de una sociedad se debe tener en
cuenta en primer lugar, que usando sus técnicas y conceptos especiales se puede colocar
ese ritual en el marco de su contexto significante, describir la estructura y las propiedades
de ese campo (Turner, 1988). Por otro lado, cada participante en el ritual lo contempla
desde su peculiar ángulo de visión. Turner (1988) afirma que el “símbolo como unidad
de acción se convierte en objeto de estudio en Antropología. Considera que el análisis del
rito debe fundamentarse en tres importantes subdivisiones de la antropología: la
antropología cultural, la teoría estructuralista y la dinámica social” (1988, p 22).

Los elementos simbólicos tales como actitudes, objetos, seres, creencias, etc., a menudo
presentes en otras ceremonias, le dan variedad al rito de velorio (Finol & Montilla 2004).
Flores, crucifijos, llanto, comidas, licores, camándulas, velas, inciensos se conjugan en
un solo momento, la muerte, el velorio, este último definido como una etapa liminal, en
donde el muerto es objeto de la tanatopraxis, para de este modo, convertirse en el eje
protagónico del rito mortuorio. “Cuando morimos, querámoslo o no, debemos
entregarnos, es decir, entregar nuestro “yo” a los otros supervivientes” (Ziegler, 1975:
17).
5. Rito y ritualidad

5.1 Rito:

5.1.1 Concepto

Constantin Andronikof (1976), indica que un rito “tiene sentido cuando sus signos son
adecuados al significado que se supone que expresan, es decir, cuando son símbolos
inmediatos de este significado”. (1976, p. 5) Teológicamente hablando, el rito es una
expresión de oración y culto, como maneras de sentir y expresar la fe "en espíritu y en
verdad". El rito está, por tanto, condicionado totalmente por la fe. No obstante, en
principio el rito no ha sido ni es algo natural a la fe. (Andronikof 1976) Por analogía
podríamos decir que el rito es a la oración lo que la pronunciación, el gesto y el estilo son
al habla; que el rito es al culto lo que la forma a la sustancia. El rito es un acto, pero un
acto de fe; es carne, pero del espíritu encarnado, del hombre que vive su fe.

Andronikof (1976) “El rito encuentra su pleno sentido en el culto o liturgia, puesto que el
culto es su verdadero contenido. En el culto, todos los aspectos divinos, humanos y -
cósmicos se iluminan mutuamente y son afianzados por la fe” (1976, p. 7). Aunque
deberíamos distinguir entre rito, culto, liturgia y adoración, desde el punto de vista
semántico, formal o metodológico, seguiría siendo válido el enfoque ontológico. Hemos
dicho que el rito es la forma de culto o de oración pública y también "privada" (la plegaria
"en el templo del corazón" es, hasta cierto punto, oración litúrgica). El rito es, pues, el
orden u organización del culto según unos criterios lógicos y estéticos.

Caro Almela, menciona acerca de los ritos que “son las celebraciones de los mitos; por
tanto, no se pueden entender separadamente de ellos. Tienen un carácter expresión del
contenido de los mitos” (2009, 23). La celebración de los ritos (ritual) puede consistir en
fiestas y ceremonias, de carácter más o menos solemne, según pautas que establece la
tradición o la autoridad religiosa o de la organización correspondiente también sirve para
ritos humanos como sacrificios con animales destinados para tal fin.
5.2 Rituales funerarios:

5.2.1 Concepto

Yofre (2014) cita a Hinde quien define que son los rituales “son conductas de gran
precisión, con gran cantidad de detalles, altamente estereotipadas y a menudo repetitivas
que connotan un sentido de control sobre uno mismo y el contexto, y que
psicológicamente, buscan reducir la ansiedad y el sentimiento de incertidumbre” (2014,
p 147). No obstante, el según Erikson (1966), el ritual permite una autoafirmación
personal que aumenta el sentido de seguridad y de conexión con los demás, incrementa
el sentido, reduce el estrés, la ansiedad y la impulsividad. Los rituales favorecen los lazos
sociales y permiten canalizar las emociones destructivas y extremas a través de formas
controlables.

Respecto del ritual religioso, Tremmel (1997) identifica tres funciones principales: a) la
función metatecnológica, a través de la cual, el ritual atrae el poder de la fuerza
sobrenatural al mundo natural a través de la magia, los milagros, las fuerzas designadas
para brindar apoyo a las personas en su vida cotidiana; b) la función sacramental, por
medio de la que se convoca el poder divino para que ayude y alivie a los individuos a
través del ejercicio del auto-control y de la protección que éste ofrece ante la muerte y las
amenazas a la vida; y c) la función experimental, que estimula la identificación con el
propio Dios, y busca atraer el poder de éste hacia la vida cotidiana.

Los rituales sirven para intensificar las emociones compartidas y establecer lazos de unión
entre aquellos cuyas emociones se incrementan bajo la forma de un sentimiento de
solidaridad. En los rituales que se realizan ante la proximidad de la muerte y a posteriori
de la pérdida hay un modo de juntarse con otros y de sentir la cercanía de éstos (Yofre,
2019). No obstante, Torres (2006) menciona que los rituales funerarios:

“Son estrategias simbólicas que regulan las relaciones entre las personas y sus
culturas al promover la cohesión grupal requerida para solucionar el problema
planteado por la vida terrena del ser humano y la angustia que en él genera su
destino después de la muerte” Torres (2006, p 2)

Para Campos, Paéz (2004), los rituales prescriben conductas que se suponen exitosas al
incorporar el conocimiento acumulado de los diversos grupos sociales y culturales. Torres
(2006), menciona que “los ritos funerarios se erigen como las terapias más idóneas para
canalizar estos sentimientos, como son la ira, el dolor, la rabia, la impotencia, entre otros”
(2006, p. 111).

5.3 Tipos de rituales:

Para despedir a un muerto se necesita varios rituales que engloben el sentimiento del
círculo íntimo del muerto. Estos son celebrados post mortem, como se vio anteriormente
los rituales son como terapias para superar el dolor, además, estos sirven como cohesión
social para los familiares. Estos rituales tienen varios significados que varían en cada
cultura, no obstante, lo que se busca es despedir al muerto y que se dirija al otro mundo
con alegría. Los rituales funerarios, también busca dar identidad a una cultura que lo
práctica. En este caso se analizará 7 rituales funerarios que se encuentra en el mundo
andino.

5.3.1 Preparación del cadáver

Sinchi (2018), menciona que “el cuidado del difunto ha generado, en todas las sociedades
del mundo, diversas formas de tratamiento y de evacuación que tiene su expresión
simbólica en la conducta ritual y en el culto a los muertos” (2018, 35) De acuerdo a la
religión cristiana, el cuerpo es un ente finito, mientras que el alta es eterna y comparte
con el creador. Sinchi (2018), menciona que

“El tratamiento del cuerpo muerto inicia apenas unos minutos después de su
deceso y previo a su exposición pública, razón por la que los familiares que tratan
el cuerpo cuidan minuciosamente de los detalles de presentación del cuerpo. Las
labores de adecentamiento del difunto son distribuidas en dos dependencias
separadas, sin ninguna inferencia entre ambas, por ejemplo, el dormitorio y la sala
que contiene la capilla ardiente” Sinchi (2018, p. 37)

Además, la misma autora menciona que en este tipo de ritual está restringido para algunas
personas, solo pueden entrar las mujeres para el tratamiento del cuerpo, maquillaje y
vestirle con su mejor ropa. El hombre entra solo cuando las mujeres hayan acabado esta
actividad, solo para poner el cadáver en la tumba y llevarle donde será velado y visitado
por sus allegados. Además. se tiene la creencia de que el muerto tiene que ir vestido con
sus mejores ropas porque se va a encontrar con Dios y no puede ir vestido como
cualquiera.

5.3.2 Velación

Sinchi (2018) menciona que la muerte se vive la muerte de manera pública y colectiva.
Además, menciona que los velorios “son actos de reunión y de permanencia en vela para
acompañar al difunto y a los deudos, son entendidos como prácticas solidarias ante el
hecho de la pérdida terrenal de un ser querido” (2018, p 28). Estos se desarrollan por lo
general en la casa de los familiares del difunto, en otros casos, en una funeraria (si se tiene
el sustento económico). Aquí se reúnen el círculo íntimo del muerto, donde comparten
sus anécdotas y su dolor por la pérdida. Sinchi (2018), menciona que esto es un
acercamiento inicial con el cadáver para perder el miedo y el horro a la muerte.

En este ambiente también se da la reciprocidad entre la comunidad y la familia del


difunto, ya que se comparte el dolor y alimentos que son donados para que se de comer
durante el velorio. Además, afuera de cada casa de velación se encuentra un cuaderno de
notas, donde se escribe a la familia el pésame y como coincidió con el difunto, durante el
ritual también se cuenta cachos (chistes), aunque puede ser irrespeto a difunto, sin
embargo, estas actividades lúdicas y alegres son la esencia de los velorios rurales, ya que
esconden un entendimiento totalmente distinto de la muerte (Sinchi, 2018)

5.3.3 Comida y bebida

La comida y la bebida son los elementos que no deben faltar en un entierro, además, estos
buscan un equilibrio para retornar de la muerte. Los alimentos que se consumen en el
ritual funerario son: la carne y el pollo. Así mismo, no se puede comer cuy o chancho,
porque esos alimentos representan la alegría. Con el sacrificio de la res, de los pollos se
ratifica la vida humana (Sinchi, 2018). Durante los velorios hay comida, por lo usual hay
café, aguas aromáticas, galletas y roscas. No obstante, la preparación de estos alimentos
está marcado por el género, ya que quienes preparan los alimentos son las mujeres, esto
se debe a la concepción de que las mujeres “cocinan delicioso”.
Sinchi (2018) es necesario anotar que la comida en el velorio no es excluye con ningún
asistente, “hay café y galletas para todos”. De hecho, los dolientes consideran como un
acto vergonzoso y posible causal de “malos entendidos” el hecho de que algún asistente
abandone la velación sin haber tomado café, implica ausencia de reciprocidad lo que
puede generar una deuda que solo tendrá fin el momento que el doliente pueda extender
las disculpas del caso. No obstante, la comida después del entierro esa es para las personas
más íntimas del difunto y del muerto, es una celebración restringida.

5.3.4 Entierro

Aquí afloran todos los sentimientos, ocurre el llanto, los abrazos, es la última despedida
que tienen con el muerto. Un entierro es también un conjunto de ceremonias y actos que,
acompañan al proceso de enterrar, transportar, dar sepultura. Es donde se mira el
afloramiento de las creencias y el dolor que se va. En el cementerio es donde todos
confluyen para despedirle, poner las últimas imágenes como, vírgenes y santos, estas
imágenes para algunos significaban algo, que era para cuidarle en el camino al otro
mundo.

5.3.6 Cinco

El cinco es un juego funerario que consiste en lavar todo lo del difunto en río luego
preparaban una comida donde escupían siempre el primer bocado; terminada la
borrachera, regresaban a la casa, la barrían y esperaban cantando y bebiendo toda la noche
el regreso de la ánima del muerto para que coma y beba. El velorio duraba cinco días, en
el trascurso de esos días no comían sal y ají, pero si maíz blanco y carne, también jugaban
la pisca, nombre que según Sinchi cita a Arriaga (2018) “quien menciona que el viene de
los cinco días que dura el Pacaricuc (velorio)” (2018, p 44) Durante esta actividad se
reúnen todos los familiares y cada uno se ocupa de una diligencia, lavar las cobijas, la
ropa, los objetos que utiliza, etc., aquí claro no puede faltar el trago y era para “pasar el
mal aire”. Aquí todos conversaban y recordaban como el difunto.

5.3.7 Duelo

El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de


un empleo, pérdida de un ser querido, pérdida de una relación, etc.). Aunque
convencionalmente se ha enfocado la respuesta emocional de la pérdida, el duelo también
tiene una dimensión física, cognitiva, filosófica y de la conducta que es vital en el
comportamiento humano. Sinchi (2018), menciona que

“Los rituales colectivos referidos al duelo y luto no solo tienen la función de rendir
culto a los muertos, sino también la de habilitar un espacio social –de solidaridad–
donde los deudos y allegados pueden asumir la muerte, pueden ubicar al muerto
en la muerte, tanto espacial como categóricamente, y a los deudos en el espacio
que corresponde dentro de la estructura de las relaciones sociales” Sinchi (2018,
p 26)
Bibliografía

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