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Proteger un huevo desde 8,7 metros de altura, a través de un dispositivo.

Dejar caer un huevo sin que se rompa es un experimento científico clásico, pero
puede ser muy intimidante si nunca se ha completado satisfactoriamente. Para
dejar caer un huevo sin que se rompa, se tiene que encontrar una manera de
minimizar la fuerza del impacto y sus efectos en la delicada cáscara del huevo.
Las mejores formas de hacerlo son amortiguar el huevo mientras que también se
cambia la manera en que cae y la manera en que aterriza. Esto se consigue
diseñando un armazón o un buen embalaje que proteja al huevo en el momento
del impacto.

De esta forma se realizó un armazón con algodón, que cumpliera el objetivo de


proteger al huevo de manera completa, cubriendo los puntos ciegos para
garantizar más seguridad a la hora de lanzarla. Seguido a esto, quedó a presión
en una caja con compartimientos, de tal manera que a la hora de la caída no se
moviera e huevo, y se golpee más fuerte. Posteriormente se cerró la caja, y se
envolvió en un tipo de espuma, rodeando toda la caja para absorber finalmente la
caída del dispositivo.

La clave está en diseñar un armazón que pueda deformarse durante la colisión


para que esta se alargue en el tiempo. Este mismo principio se aplica en las
carrocerías de los coches, que incorporan zonas de deformación para
disminuir la fuerza que soportan los ocupantes en caso de accidente. Los airbags,
las protecciones acolchadas para columnas, los guantes de boxeo, todos
funcionan de la misma manera, extendiendo la duración del impacto.

Para garantizar la protección del huevo a la hora de la caída, se tienen en cuenta


materiales elásticos, que amortigüen y alargue el tiempo de impacto, para reducir
la fuerza, de igual manera entender leyes de Newton, que ayuden a realizar los
cálculos de caída libre, energía potencial, energía cinética, entre otros.

Cálculos:

h = 8,7 m

g = 9,8 m/s

m = 0,5 kg

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