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Clij Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil 139 PDF
Clij Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil 139 PDF
El Chico
Mi amigo el Rey que lúe Hombre Todo es un bolero
ANAYA / / / ~ "AÑAYÁ"""
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y A dre i Martín .. Jaume Ribera]
La lluvia
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Sissi , Planagar.;
no quiere fotos de París sólo Flanaaan
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Esüacio Abierto !,
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Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
132
SUMARIO
NUESTRA PORTADA
5
EDITORIAL
La fotografía de Arthur
Conan Doyle que
reproducimos en portada
fue tomada en 1892,
El hábito de leer cuando el autor tenía
33 años. En este año
nació su hijo Kingsley y,
además, el escritor viajó
7
MONOGRÁFICO
con su amigo y colega
de profesión, Jerome K.
Jerome, a Noruega,
donde esquió por primera
vez. Una de las aficiones
Presentación de Conan Doyle
fueron los deportes.
Retrato de un artista Practicó el criquet, el
Juan José Millas (pág. 8) boxeo y, después, ayudó
a introducir el esquí en
Cronología de Conan Doyle (pág. 18) Suiza. Pero en este
monográfico vamos
Estudio en escarlata a hablar, principalmente,
de sus novelas policiacas
Juan José Millas (pág. 24) y del personaje que
Cronología de Sherlock Holmes le hizo inmortal:
Juan Tébar (pág. 26) Sherlock Holmes.
78
Eduardo Torres-Dulce Lifante (pág. 42)
(pág. 58)
Moriarty, el «Napoleón del crimen»
Juan Tébar (pág. 44) La biblioteca de Sherlock Holmes
Emilio Pascual (pág. 60) AGENDA
Las aventuras de Sherlock Holmes
Juan Manuel Ibeas (pág. 49) Imágenes para la intriga
Las memorias de Sherlock Holmes
Juan José Millas (pág. 51)
El regreso de Sherlock Holmes
Juan Tébar (pág. 53)
Nuria Obiols Suari (pág. 64)
Un detective de cine
Juan Tébar (pág. 70)
El sabueso escapa del libro
82
EL ENANO SALTARÍN
La saga del profesor Challenger Santiago R. Santerbás (pág. 74) Estamos todos locos
CLIJ
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
Directora
Victoria Fernández
Coordinador
Fabricio Caivano
Cuadernos d e Literatura Infantil y Juvenil Redactora
Maite Ricart
Diseño gráfico
Mercedes Ruiz-Larrea
Edita
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ISSN: 0214-41230
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EDITORIAL
El hábito de leer
CLIJ
Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil
MONOGRÁFICOS M O N O G R Á F I C O S DE AUTOR
CLIJ
n'i EBiBifflcHsaaaoagfflggaini
ESPECIALES ¿Quiénes fueron? ¿Cómo vivieron?
¿Qué escribieron?
-3~§-
Sírvanse enviarme:
• Monográficos autor
• Monográficos especiales Nombre
• Panorama del año
• Premios del año Apellidos
Monográfico
Arthur Conan Doyle
i Le trato de un artista
por Juan José Millas*
MLET
plantar a su detective Sherlock Holmes.
Hacia 1871, la mala salud de su padre,
Charles Doyle, hizo temer a la familia
un desenlace que podría agravar la si-
tuación económica del grupo, que, si
nunca llegó a ser angustiosa, tampoco
tenía unos recursos ilimitados. Ante es- SJ
ta perspectiva, el joven Arthur decidió yA.CONAN D O Y L E
escoger una de las carreras consideradas
útiles. Se decidió por la de Medicina y se Coqraiqir|g -also
matriculó en la facultad de esta rama en T w o <)nc}in'aJ
Edimburgo. De estos años, y si hemos
de creer lo que el propio Doyle cuenta en
su autobiografía, conservó un recuerdo
centrado en el disgusto de tener que es-
tudiar ciertas materias que en su opinión
no guardaban una relación importante FQQDFQRPQWP&K.
con la medicina.
A pesar de la actitud crítica que siem- By K A N D R E
pre mantuvo respecto al sistema de en-
señanza, pronto empezó a trabajar como
ayudante de algunos médicos y desarro- 1 tHCFQURÜEAYED SKANROC
lló en el estudio de las enfermedades el By € J HAMILTOtf
espíritu observador y científico que latía w;nj ENGRAVIHGS
en él. No hay que dudar, pues, que el es- By D H f R i S T O t J
tudio sistematizado y riguroso de mate- g MATT 5TRF.I C H,
rias tales como la Anatomía, la Filosofía ana
y la Química hubieron de crear profun-
dos sedimentos que posteriormente supo WARDLOCKGCO
aprovechar, y con mucho acierto, como LO N D O N - N Í W ' Y O R K
• A N D /"lELBOVItlYC-
autor de narraciones policiacas.
Entre tanto, y en sus ratos libres, cul-
tivaba una afición que le seguía desde
niño, la escritura, consiguiendo publicar La primera aparición de Holmes y Watson tuvo lugar en Estudio en escarlata, publicada
en alguna revista cuentos que no obtu- en el Beeton's Christmas Annual en 1887, del que reproducimos la portada.
vieron ninguna resonancia.
detective Sherlock Holmes. Tenía Conan El detective que detesta lo hace Es curioso observar cómo Conan Doy-
Doyle 26 años y le quedaban muy pocos famoso le, que había abandonado ya la medicina
para alcanzar la fama que le haría um- para dedicarse en cuerpo y alma a la li-
versalmente conocido. Por entonces comenzó a interesarse por teratura, se resiste a aceptar la gloria que
Estadio en escarlata no obtuvo un éxi- la novela histórica, que siempre le había las aventuras de Sherlock Holmes co-
to inmediato. Fue publicada en el Betons entusiasmado, y dirigió hacia este género mienzan a proporcionarle. A medida que
Christmas Annual en 1887, y su autor re- todas sus fuerzas. Sin embargo, en 1889, la demanda aumenta, Doyle siente un
cibió veinticinco libras a cambio de re- el editor del Lippincott s Magazine le pidió mayor desprecio por esta clase de litera-
nunciar a todos los derechos sobre el ma- una segunda aventura de Holmes. Doyle tura. En 1891, cuando estaba a punto de
nuscrito. La crítica especializada ignoró se la envió y el trabajo comenzó a dar sus terminar una nueva serie de seis aventu-
por completo la aparición de esta novela, frutos. A los dos años, el editor del Strand ras en las que interviene Holmes, escri-
y Conan Doyle, justamente desanimado, Magazine negoció con Doyle la contrata- be a su madre una carta en la que le dice
intentó olvidarse del sagaz detective. ción de nuevas aventuras de esta serie. que está harto del detective y que va a li-
Conan Doyle se había propuesto crear un detective listo, pero lo que el lector quiere es ver ejemplos de su sa-
prácticamente infalible, gracias a sus «hábitos de obser- gacidad, ejemplos como los que Bell nos ofrecía a diario
vación e inferencia, desarrollados hasta constituir un sis- en el hospital».
tema», y tomó como modelo a uno de sus profesores de la La elección de modelo no pasó inadvertida para todo el
universidad, el doctor Joseph Bell (1837-1911), un hom- mundo. Después de leer varias de las aventuras del genial
bre delgado, de frente despejada y nariz aguileña, ojos detective, Robert Louis Stevenson escribió desde Samoa
grises y penetrantes, y «voz aguda y discordante». El doc- a Conan Doyle, preguntando: «¿Es posible que éste sea
tor Bell recibía a sus pacientes «con la expresión de un in- nuestro viejo amigo Joe Bell?».
dio piel roja» y diagnosticaba al instante sus dolencias, Sin embargo, el propio Bell, a quien Doyle había dedi-
antes de que ellos tuvieran tiempo de abrir la boca. Les cado Las aventuras de Sherlock Holmes, tenía sus propias
enumeraba los síntomas e incluso les daba detalles de su ideas al respecto, y las expresó sin rodeos en una carta al
vida pasada y de sus actividades cotidianas. Prácticamen- autor: «Tú eres Sherlock Holmes y lo sabes perfectamen-
te nunca se equivocaba. te». Las dotes intelectuales del joven médico convertido
El propio Conan Doyle explicó así el proceso en su au- en novelista no habían pasado inadvertidas al sagaz ob-
tobiografía titulada, muy apropiadamente, Memorias y servador.
aventuras: Ahora bien, el héroe necesitaba un narrador que relata-
«En aquel momento me consideraba capaz de hacer al- ra sus hazañas y resaltara sus cualidades, un personaje
go más fresco y vibrante, y también más esmerado (que que contrastara mental y físicamente con el protagonista,
los relatos de detectives escritos hasta entonces). Admi- para que éste brillara más por efecto del contraste. Así na-
raba a Gaboriau por la exquisita construcción de sus tra- ció el doctor John H. Watson, ex médico militar, fiel ca-
mas, y el magistral detective de Poe, M. Dupin, había si- marada y cronista inigualable, cuya personalidad encierra
do uno de mis héroes de juventud. ¿Podría yo aportar también muchos aspectos de la del propio Conan Doyle.
algo nuevo en este campo? Me acordé entonces de mi an- Flanqueado por esta pareja de alter egos, Conan Doyle en-
tiguo profesor Joe Bell, con su cara de águila, sus moda- tró en la historia literaria. Poco sospechaba que llegaría a
les excéntricos y su misteriosa facilidad para captar de- odiarlos.
talles. De haberse dedicado a detective, es indudable que
ha habría refinado su fascinante método hasta convertir- * Juan Manuel Ibeas es escritor y traductor.
lo en algo muy próximo a una ciencia exacta. Me propu-
se intentar conseguir ese efecto. Si aquello era posible en Nota
Este texto forma parte del apéndice que Juan Manuel Ibeas escribió para
la vida real, ¿por qué no habría de resultar creíble en una la edición de Las aventuras de Sherlock Holmes (Anaya, 1995-1999),
obra de ficción? Está muy bien decir que alguien es muy obra de la que también es traductor.
Retrato de John
Doy/e, el abuelo de
Arthur, un famoso
caricaturista político
que firmaba como
«HB», y que creó
la «caricatura
educada», en un
momento en que
el género se
caracterizaba por ser
brutal y grotesco con
los personajes que
retrataba.
Los hijos de John,
incluido el padre de
Conan Doyle,
Charles, fueron todos
buenos dibujantes.
Doyle se inspiró en
su profesor Joseph
Bell, para trazar
algunos de los
rasgos del carácter
y personalidad de
Sherlock Holmes,
personaje que al
principio iba a
llamarse
Foto de Doyle de principios del siglo XX, seguramente Sherrinford
cuando viaje) a Sudáfrica durante la segunda guerra boer. Holmes.
quidarlo. Afortunadamente, su madre, gura unos ingresos considerables, se Patriota, político y viajero
que tiene una gran influencia sobre él y complica hasta extremos dignos de es-
que posee más sentido común que Art- tudio por un especialista en la materia. Es, pues, a estas alturas todo un perso-
hur, le responde a vuelta de correo con Acabará matándolo, por fin, en su re- naje que no puede escapar, como Ches-
una dureza que no es usual en ella: «No lato El problema final (1893), pero su terton, como tantos otros, a la atracción
debes hacerlo, te lo prohibo absoluta- muerte no dudará d e m a s i a d o . Es de de la vida política. El Parlamento inglés,
mente...». nuevo su madre quien en 1903 le ani- uno de los más antiguos de Europa, go-
En 1892 han transcurrido cinco años ma a resucitarlo venciendo las resis- za de una actividad notable, y en él se
desde la publicación de Estudio en Es- tencias el autor, que contaba entonces debaten todos los temas de un país cuyas
carlata y Doyle goza de la fama y del 43 años. ideas coloniales han comenzado a entrar
dinero que ésta suele proporcionar. En 1902 Conan Doyle recibió del go- en crisis. La sociedad inglesa de finales
Apenas puede atender a la demanda de bierno británico el título de «Sir», dis- de siglo pasado y principios del actual
los editores y su odio por el detective tinción de nobleza con la que, además va a poner en cuestión gran parte de los
aumenta. Parece como si Sherlock Hol- de reconocer la fama que el escritor ha- valores morales y políticos de la época
mes le hubiese arrebatado la fama y el bía alcanzado, se le.premiaban sus opi- victoriana.
honor que sólo le correspondían a él. niones favorables a la política que Ingla- Conan Doyle llegó a ser diputado, re-
La relación con el doble imaginario, terra había llevado a cabo en la guerra presentando en la cámara los intereses
cuya existencia por otra parte le ase- contra los boers. de la ciudad en la que había nacido. Su
ARTHUR CONAN DOYLE
Louise Hawkins, la primera esposa de Conan Doy le. Murió en 1906 de tuberculosis y, aunque el escritor nunca le fue infiel, estando
ella enferma se enamoró platónicamente de Jean Leclúe. A la derecha, habitación de Holmes en el 221 B de Upper Baker Street.
apoyo al gobierno inglés en los conflic- 55 años y pretendió ser admitido como transcurre en aquel país y no es infre-
tos internacionales en los que éste se vio voluntario. Naturalmente fue rechazado, cuente que en sus relatos intervengan
envuelto le valieron, además del título pero él no dejó, desde la retaguardia, de personajes de aquella nacionalidad.
de nobleza ya mencionado, el aprecio de hacer su lucha particular con escritos y
las instituciones. Sus tesis tenían con conferencias destinados a levantar el
frecuencia un apoyo teórico basado en ánimo de sus compatriotas. El espiritismo y otras aficiones
los conocimientos estratégicos adquiri- Desde que Conan Doyle alcanzó la fa-
dos en la guerra con las repúblicas de ma y la riqueza a finales de siglo hasta En cuanto a su afición por el espiritis-
Orange y Trasvaal. su muerte, acaecida en 1930, no hubo mo y fenómenos paranormales en gene-
Se dice de él que fue un buen soldado actividad humana que no le interesara y ral, que informó gran parte de las últi-
y un patriota, pues no hubo conflicto en a la que no dedicara una parte de su in- mas décadas de su vida, hay que decir
el que no quisiera participar de forma teligencia y de su tiempo. que es el fruto normal de su progresivo
activa. Así, durante la guerra anglo-bóer Los viajes fueron una de sus grandes apartamiento del catolicismo y de la ne-
visitó el sur de África y sirvió como mé- pasiones. Ya han quedado reseñados en cesidad de sustituir el vacío de la reli-
dico en el hospital de Langman Field. líneas anteriores algunos de los que gión con otro objeto de fuerte contenido
Todas estas experiencias han quedado efectuó en su juventud como médico y espiritual. La severa y dogmática forma-
reflejadas en libros como Historia inte- en su madurez como soldado. Señale- ción religiosa recibida de los jesuítas en
rina de la guerra o La gran guerra bóer. mos que también viajó con alguna fre- sus primeros años se convirtió posterior-
Es sobradamente conocida la anécdota cuencia a los Estados Unidos, en donde mente en un agnosticismo repleto de
relativa a su actuación cuando estalló la su obra era bastante conocida. Precisa- connotaciones escépticas que encajan
primera guerra mundial: tenía entonces mente, parte de Estudio en escarlata bien en su carácter, y más tarde, hacia la
Leer es compartir
Participar con risas, sueños, sufrimientos,
amores, recuerdos...
»e ~ JN
I*
i: < -6 < n
GRUPO EVEREST
ARTHUR CONAN DOYLE
madurez, en un acercamiento a todo Napoleón Bonaparte, que reúne las cua- — Cuentos de misterio y terror. Como
aquello que tuviera que ver con el espi- lidades de muchos personajes de las no- no era menos de esperar en un autor que
ritismo. Salvando las relaciones indivi- velas de aventuras. había leído a Poe y que además pertene-
duales que Doyle pudiera tener con estos — El ensayo histórico y la crónica de cía culturalmente a una tradición en la
fenómenos, es preciso encuadrar su acti- guerra. La participación de Conan Doyle que había nacido la novela gótica, Doy-
tud dentro de una corriente que había en alguno de los conflictos internacio- le cultivó este género con singular acier-
comenzado hacía muchos años y que nales del Reino Unido le llevó a escribir to. El tren perdido, El hombre de los seis
tendría que crecer. El mismo Chesterton, obras tales como La gran guerra bóer y relojes, El duende del almacén, La caja
convertido al catolicismo en 1922, con- La guerra en Sudáfrica; sus causas y mo- de laca o El cazador de escarabajos son
fesaba haber provocado experiencias es- dos de hacerla, que contiene una original otros tantos ejemplos de esta actividad.
piritistas en su juventud, y otros autores defensa de la política inglesa en África del De muchos de ellos es fácil apreciar el
bien conocidos por Doyle, como Poe y Sur. Escribió también una historia del Su- interés de Doyle por los temas relacio-
Dickens, manifestaron siempre su admi- dán egipcio titulada La tragedia del Ko- nados con el espiritismo, del que ya se
ración y su interés por toda clase de fe- rosko, aparecida en 1898. ha hablado anteriormente.
nómenos paranormales.
Aparte de la literatura, la medicina, los
viajes, el espiritismo, la política y la gue- Conan Doyle
rra, Conan Doyle se interesó por la aero- fotografiado junto
a los dos hijos
náutica, por los progresos del automovi- de su segundo
lismo y de la navegación, y también por el matrimonio
boxeo. Tanta actividad contrasta con la con Jean Leckie,
imagen pasiva y melancólica de aquel mé- Denis y Adrián, en
dico de Southsea. Sin embargo, ambos su- 1916, en plena
jetos son la misma persona, del mismo 1 Guerra Mundial.
modo que también en el Sherlock Holmes Abajo, ilustración
misógino y variable, sometido a etapas de de Sidney Paget
fuerte depresión, nos es posible adivinar para una historia
de Holmes,
numerosos rasgos de su creador, Sir Art- «The Bervl Coroner».
hur Conan Doyle, al que no le fue dado al-
canzar tanta fama como el detective que él
mismo creó.
* ' mEti M.
4ffi"'
ÍH|
nido muchos; de ahí la dificultad que su-
guardia blanca (1891) y La sombra pone, a la hora de establecer un criterio
grandiosa (1892). Es preciso citar aquí
también Aventuras de Gerard (1903), en
w ^H Es - ; I :•
• K
91 selectivo, escoger los textos más adecua-
dos o los que más se ajustan a la realidad.
la que Conan Doyle utiliza a un perso- Pero tanto Dickson Carr como Pierre
naje aparecido en otra novela suya pu-
blicada en 1896, y que no es otro que 1 Nordon coinciden en valorar a Holmes
como una de las creaciones literarias más
Etienne Gerard, brigadier del ejercito de \ geniales de todos los tiempos. Y es esta
17
CUJÍ 32
ARTHUR CONAN DOYLE
Cronología
de Conan Doyle
1859 Nació en Edimburgo el 22 de ma-
yo. Era el segundo hijo de Charles
Doyle y Mary Foley. Su abuelo, John
Doyle, fue un reputado caricaturista
—firmaba sus dibujos como «HB»—
considerado, de hecho, el padre de la
«caricatura educada», en un momen-
to en que el género se caracterizaba
por ser brutal y grotesco. Charles, el
menor de los hijos de John Doyle,
también tenía talento como dibujan-
te, aunque no pudo vivir de ello co-
mo sus otros tres hermanos —uno de
ellos, Richard, fue uno de los más fa-
mosos dibujantes de la revista
Punch—, así que se empleó en la
Scottish Office of Works a los 17
años y allí trabajó siempre sin mejo-
rar su posición ni su sueldo. Ganaba
dinero extra ilustrando libros o ven-
diendo algunas de sus pinturas. No es
de extrañar, pues, que Conan Doyle
recordara de su infancia los agobios
económicos de la familia y los apuros
de la madre para llegar a final de mes.
De Charles Doyle también se ha di-
cho que fue epiléptico y un alcohóli-
co, y que toda la responsabilidad de
la vida diaria de la familia recayó
siempre en Mary Doyle, irlandesa y El creador de Sherlock Holmes fotografiado poco antes de su muerte, en ¡930. Ese
católica, hija de un médico, que tuvo mismo año publicaba The Edge of Unknown, serie de ensayos sobre espiritismo.
diez hijos, de los que sólo sobrevivie-
ron siete —cinco chicas y dos chi- Fueron dos años en Hodder y cinco cricket. Sus conocimientos de francés
cos—. La madre de Arthur fue una en Stonyhurst. De aquella época, el también le permitieron leer a Verne
gran lectora, una buena contadora de escritor recordaba la vida espartana, en su lengua original.
cuentos, lo que influyó en la vocación marcada por la escasa alimentación,
literaria de su hijo, que la adoraba. los duros y constantes castigos cor- 1875 Estudia un año más en una escue-
porales, y también la absurda educa- la de jesuitas en Austria, donde mejo-
1868-1870 El pequeño Arthur es enviado ción que allí se impartía. En su au- ra su alemán.
a estudiar a Hodder, la escuela prepa- tobiografía, Doyle se lamenta de lo
ratoria antes de ingresar en Stony- poco que le sirvieron el Latín y el 1876 Decide estudiar Medicina en la
hurst, un centro de jesuitas en el que lo Griego en su vida, y del poco uso que Universidad de Edimburgo, más que
aceptarían sin cobrarle, con la espe- hizo de las Matemáticas. Pero no fue por vocación, por poder estar en casa
ranza de que después seguiría la carre- un mal estudiante. Sobresalió en re- y ahorrar así dinero en sus años de es-
ra eclesiástica. dacción y fue un notable jugador de tudiante. Confió en una beca que, al
final, se quedó en casi nada, así que magníficas condiciones físicas (es un bras al año. Los primeros años serán
sus hermanas tuvieron que ponerse a buen boxeador), y el viaje colma sus duros, no sólo por los escasos ingre-
trabajar para aportar sus ingresos a ansias de acción y aventura. También sos, sino porque Conan Doyle se ha-
casa. ahí surge su interés por el espiritismo ce cargo de su hermano de 10 años.
y los fenómenos paranormales. También este año comunica a su fa-
1878 En la facultad, también se quejó de milia que ha perdido la fe católica.
las materias inútiles. Pero le fascina- 1881 Se licencia en Medicina y, de nue-
ron dos profesores: el doctor Bell, en vo, le espera un trabajo de médico 1883 Conan Doyle consagra parte de su
el que se inspiraría su famoso detec- en un barco que se dirige a las costas tiempo a la escritura, que le reporta
tive, y el profesor Rutherford de ana- del este de África. Esta travesía es algún dinero extra. La prestigiosa re-
vista Cornhill le publica un relato
breve basado en el misterio de Marie
Celeste.
19
CLU132
ARTHUR CONAN DOYLE
boxeo durante el período de la Re- Se publica Únele Bernac, una novela 1906 Doyle defiende la causa de Geor-
gencia. El pago adelantado por esta histórica ambientada en tiempos de la ge Edalji, injustamente encarcelado
novela fue el más sustancioso que re- Revolución Francesa. en 1903 acusado de matar caballos y
cibió nunca el autor que, como ya he- ganado. Como su detective, Doyle in-
mos señalado, tenía debilidad por es- 1898 De su estancia en Egipto y Sudán vestigará a fondo el caso en el que
te deporte, aunque había aspectos que queda The Tragedy of Korosko, una hubo más de una irregularidad. En la
no le gustaban. Incluso así, creía en historia del Sudán egipcio. esfera política, el escritor se ve impli-
su calidad de deporte formativo so- cado en el movimiento de reforma de
bre todo para chicos de los barrios 1899 Estalla la segunda guerra Bóer, y la ley de divorcio. En lo personal, su-
pobres de las ciudades y él mismo Doyle se presenta como voluntario, fre la pérdida de su mujer.
impulsó la creación de clubes de bo- pero no es aceptado.
xeo en Londres y Glasgow. Publica A Duet With An Occasional 1907 Edalji es puesto en libertad. Por su
Chorus, una novela de costumbres parte, Doyle se casa con Jean Leckie.
1987 Doyle conoce a la joven y hermo- sociales.
sa Jean Leckie, y se enamora. Es un 1909 Escribe The Crime of the Congo
amor platónico que se atreve a confe- 1900 Finalmente, el escritor parte ha- para denunciar las crueldades a las
sar a su madre y a algunos amigos. cia Sudáfrica, c o m o médico en una que se veían sometidos los nativos
Sin embargo, cuidará cariñosamente unidad del ejército. Tiene así opor- del Congo Belga a manos de compa-
de su mujer, postrada en cama, hasta tunidad de visitar el frente. De vuel- ñías comerciales.
su muerte. ta a su país, escribe The Great Boer Nace su hijo Denis.
ARTHUR CONAN DOYLE
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ARTHUR CONAN DOYLE
Estudio en escarlata
por Juan José Millas 4 '
Sherlock aparece por primera vez en 1887, en la novela casos guardados en su archivo. Y se reserva otros. No sabía
corta (y demasiado larga según la críticas que se han hecho el buen doctor el pie que dio a futuros sherlockianos con
a su estructura) Estudio en escarlata. Vuelve en 1890 con El tantos casos inéditos... El último libro se llama El archivo de
signo de los cuatro. Dos años después, el primer volumen de Sherlock Holmes. Y el propio autor escribe un prólogo-des-
relatos (es en el cuento donde creador y criatura brillan más pedida del que reproducimos a continuación unos párrafos:
y mejor) Las aventuras de Sherlock Holmes (1892). «Me acomete el terror de que Sherlock Holmes acabe
Conan Doyle casi no puede parar, no le dejan: 1894, Las convirtiéndose en uno de esos tenores famosos que, por ha-
memorias de Sherlock Holmes. Cree haberse librado del ber sobrevivido a la época de sus triunfos, se dejan llevar de
personaje en el último cuento, pero en 1902, dentro de una la tentación de repetir una y otra vez sus saludos escénicos
novela al estilo «gótico» (terror clásico) —El sabueso de los de despedida ante públicos indulgentes. Esto tiene que aca-
Baskerville— tuvo que introducir a Holmes en una supues- bar, y Sherlock Holmes debe seguir el camino de todo lo
ta aventura ocurrida antes de su muerte. Nadie más que él que es carne en el sentido material o en el de la fantasía. Es
podía solucionar el siniestro problema de los páramos de grato pensar que existe algún fantástico limbo para las cria-
Devonshire. La criatura reclamaba al creador su vuelta al turas de la imaginación, algún lugar desconocido e imposi-
mundo de los crímenes. El creador intentó hacerse el sordo. ble en el que los elegantes de Fielding (autor de Tom Jones)
Ganó la criatura, ya conocemos la historia. siguen haciendo el amor a las hermosas de Richardson (au-
— 1905: El regreso (o «reaparición» o «vuelta» según las tor de Pamela y Clarissá) y se contonean pomposos los hé-
traducciones) de Sherlock Holmes. roes de Scott y los encantadores cockneys de Dickens arran-
— 1915: Él valle del terror. Otra vez dos novelas cortas can todavía las risas y los mundanos de Thackeray persisten
fundidas en una, según el estilo (no recomendable, a pesar en su conducta censurable.
de que Doyle insistiera en ello) de buscar excusas no muy »Quizá Sherlock Holmes y su Watson hallen por algún
significativas para la unión un tanto artificial. Un detalle pe- tiempo un rincón humilde en este Walhalla, dejando el pues-
culiar de este libro: la colaboración de Edward «el Pájaro», to que ocuparon en el escenario a algún sabueso todavía
un detective yanqui. más astuto y al que acompañe un camarada que lo sea toda-
— 1917: El último saludo de Sherlock Holmes. Ya se ve vía menos».
que Sir Arthur ensayaba otra vez el abandono. Fuera Sher-
lock de una vez. Ésta será su última actuación. Pero el in- * Juan Tcbar es escritor y crítico literario.
sistente caballero no aceptaba el divorcio. Y, en 1927 vuel- Nota
ve a asomar su curva nariz, a tocar las cuerdas de su violín, Este texto es parte del apéndice que escribió Juan Tobar en la edición de
a dar que escribir a Watson que, supuestamente, aprovecha El regreso de Sherlock Holmes (Anaya, 1992).
li ;!i «M'ifir.a ñero y cronista el doctor Watson. Esta gencias desiguales se va a repetir en el
representación incluye la descripción de género, y su antecedente más próximo
Tratándose de una novela policiaca, es ambos personajes, aunque la definición es la pareja creada por Poe en Los crí-
normal que el núcleo del asunto a desa- del segundo está más oculta y se deduce menes de la Rué Morgue.
rrollar sea un crimen. Éste presenta las más bien por oposición. Es decir, cuan- — Aparece, por otro lado, a lo largo
características precisas de confusión y do el doctor Watson explica admirativa- de esta novela otra de las características
ambigüedad para construir en torno a él mente las capacidades analíticas o física de la literatura policiaca, sobre todo en
un argumento cuyas motivaciones y de su compañero está dándonos inevita- su vertiente anglosajona: la oposición
contenidos de diverso orden acabarán blemante noticias de su propia torpeza del detective frente a la institución de la
creando en torno a ese núcleo un cua- en ambos terrenos. Ya se ha insistido en policía. También en este caso la figura
dro, alguna de cuyas líneas maestras po- páginas anteriores en la función que que sale ganando es la del detective. Ve-
drían ser las siguientes: cumple la torpeza del doctor Watson co- amos lo que dice Holmes de Gregson y
— Por un lado, asistimos a la presen- mo magnificadora de la inteligencia de Lestradc, los dos agentes de Scotland
tación de Sherlock Holmes y su compa- Holmes. Esta relación entre dos inteli- Yard que intervienen en la resolución del
caso: «Son lo mejorcito de un grupo de primra parte, la más larga, se asiste a la la que aparece insertado. La acción de
torpes. Actúan con rapidez y energía, presentación de los personajes, la descrip- este pequeño relato transcurre en Améri-
pero sin salirse de la rutina. Son odiosa- ción del crimen y las investigaciones que ca y es enormemente interesante, porque
mente rutinarios» (cap.3). éste comporta. Termina esta primera par- revela la aficción de Doyle por la novela
— Es preciso destacar asimismo la dis- te con la captura del criminal por Sher- histórica, que con tanto acierto cultivó.
tancia que el detective de ficción guarda lock Holmes sin que la policía ni el doc- Aparte de la íúnción que tienen como ex-
respecto a la justicia de los hombres. tor Watson sepan cómo se ha llegado a la plicación de las motivaciones del crimen,
Su función no es tanto hacer justicia resolución del caso. Esta ignorancia afec- esta segunda zona es un valioso docu-
como resolver los problemas planteados ta también al lector, que se queda sor- mento narrativo cuyo verdadero tema es
por el caso criminal, en los que se mez- prendido con lo que parece el final de la el de los mormones. Esta secta religiosa
clan hábilmente cuestiones de orden historia. La segunda parte comienza con fundó en 1846 la ciudad de Salt Lake City
analítico, psicológico y a veces matemá- un relato retrospectivo que tiene cinco ca- y colonizó lo que habría ser más tarde la
tico. Esta distancia respecto a la institu- pítulos. (En los dos restantes Watson rea- región de Utah. Se caracterizaban sus se-
ción de la justicia se convierte en des- nuda la narración.) Este relato, que expli- guidores en estos primeros tiempos por un
precio en la obra de Gastón Leroux. ca lo que ignoraba Watson, la policía y el fanatismo que los llevaba a realizar las
Junto a estas líneas maestras, que sitúan propio lector, es en sí mismo una novela crueldades más atroces.
la obra de Doyle dentro de unos esquemas independiente que goza quizá de mayor No hay duda que desde el punto de
narrativos en formación y que habrán de unidad y cohesión interna que la novela en vista de la lógica interna que debe infor-
dar lugar a un género literario de enormes
repercusiones, aparecen contenidos temá-
ticos más susceptibles de ser encuadrados
dentro de las coordenadas espacio-tempo-
rales en que se inscribe la acción de la no-
vela. Así, por ejemplo, las alusiones al co-
lonialismo inglés puestas de manifiesto
en diversas ocasiones, y también algunas
cuestiones relativas a la vida cotidiana de
esa gran ciudad que es Londres. Subsiste
en Doyle, junto a lo relativo a la pura ac-
ción policiaca, un costumbrismo en el
que, con pocas pinceladas, nos es dado
ver con viveza el ambiente de la época
que describe.
La forma
Quede claro que la distinción que esta-
mos haciendo entre contenido y forma es
más metodológica que real. Con ella se
pretende ayudar al lector no sólo a des-
componer los elementos que forman una
pieza literaria, sino a potenciar el gusto
por la lectura, que será más placentera
cuanto más numerosos sean los registros
que posea el lector. El fondo y la forma,
como se ha dicho tantas veces, son las dos
caras de una misma moneda. Y no se pue-
den separar sin hacer violencia del objeto
en estudio. «El tema de un texto —dice el
profesor Lázaro Carreter— está presente
en los rasgos formales de es texto.»
Hecha esta salvedad, volvamos a Es-
tudio en escarlata para valorar ahora las
cuestiones formales de esta novela.
Se trata de una obra dividida en dos par-
tes con siete capítulos cada una. En la Ot^.T-íí^iijjoii , GEO HUTCH1NSON, ESTUDIO EN ESCARLATA, ANAYA, 1982
ARTHUR CONAN DOYLE
iJf
OfíO l^tíy.j,^.
mar a toda la novela, Estudio en escarla- lleto que lleva el título, algo fantástico, resumirse en las frases subrayadas, no
ta carece, debido a esta incrustación in- de Estudio en escarlata'», Holmes le deja de conferir dignidad al autor.
necesaria, de la unidad de tono y ritmo contesta con cierta displicencia: «Lo mi- Los desajustes formales señalados re-
que sería deseable. Este desajuste se agra- ré por encima. Hablando con honradez, percuten en el desarrollo de la trama,
va, además, por el hecho de que el relato no puedo felicitarle por esa obra. El de- puesto que forman e informan a ésta co-
sobre la secta mormona está hecho desde tectivismo es, o debería ser, una ciencia mo el hilo forma e informa al tejido pa-
el punto de vista de un narrador omnis- exacta, que es preciso tratar de la misma ra cuya realización se utiliza. No obs-
ciente, cuando el resto de la novela está manera fría y antisentimental que toda tante, Conan Doyle supo compesar esta
escrita por el doctor Watson. Así, pues, la ciencia exacta. Usted ha intentado dar- deficiencia dotando a cada una de las
relación entre la novela y el relato en ella le un tinte novelesco, y el resultado es dos unidades señaladas de un carácter
incrustado es de mera yuxtaposición, idéntico al que se produciría si usted tra- propio, que incluso por separado se lee-
siendo demasiado débil el hilo orgánico tase una novela de amor o el rapto de ría bien. En otras palabras, los aciertos
con el que Conan Doyle pretende ensar- una mujer por el procedimiento de la parciales pueden hacer olvidar las defi-
tarlos. Por lo demás, el propio autor se quinta proporción de Euclides... Hay al- ciencias estructurales, convirtiendo la
dio cuenta de esta debilidad. gunos hechos que es preciso suprimir; lectura de Estudio en escarlata en un
por lo menos se impone al tratarlos el ejercicio donde existen abundantes es-
mantener un sentido justo de las propor- pacios de placer. •
Autocrítica ciones. Lo único que en ese caso mere-
cería ser mencionado es el curioso argu- * Juan José Millas es escritor.
Así, cuando en el primer capítulo de mentar analíticamente de los efectos a Nota
El signo de los cuatro Watson dice a las causas que me permitió desenredar- Este texto se publicó como apéndice en la edición
Holmes que ha escrito «un pequeño fo- lo». Esta acertada autocrítica, que podría de Estudio en escarlata de Anaya (1982).
ARTHUR CONAN DOYLE
Un encargo americano
La segunda novela de Sherlock Hol-
mes nació gracias a una comida del co-
editor americano. Era un tipo de Filadel-
fia llamado Lippincot. A ese almuerzo
fue convocado también un célebre con-
temporáneo de Conan Doyle (y de Hol- mo pensaba, seguramente, que era el úl- sarrollándose, los elementos fundamenta-
mes, pues ambos habían nacido el mis- timo, y no entraba en sus planes insistir les ya existen. Es aquí, por ejemplo, don-
mo año, y uno de los pastiches, a los que con los mismos personajes, precipitó la de aparecen «los irregulares de Baker
alguna vez nos habremos referido, los boda de Watson. Luego tendría que ir Street», nomenclatura que tanto juego ha
une como personajes de una misma tra- para atrás, matar o alejar esposas y reu- dado a los sucesivos admiradores de Hol-
ma): se trataba nada menos que de Osear nir a los dos colegas a pesar de la vida mes. Y que, como algunos otros datos dig-
Wilde, con quien seguramente también íntima del doctor. nos de destacarse, parecen inspirados di-
negociarían alguna publicación. No co- La posible influencia de Macaulay en- rectamente por Dickens.
nozco datos, lamentablemente, de la po- tre sus lecturas predilectas, y su interés Los «irregulares» son pilletes de las
sible intervención de Wilde en el alum- por ese género, que le preocupaba más calles de Londres. Holmes los llama
bramiento de esta aventura del detective. por aquel entonces que la propia obra «fuerzas de la policía detectivesca, sec-
Pero es bonito imaginarlos juntos en es- policiaca que estaba componiendo, pue- ción de Baker Street». Y Watson se
ta reunión, de donde saldría la pronto de rastrearse notablemente en El signo echaba a reír al pensar en ellos. Son jó-
imparable ascensión de la criatura. de los cuatro, donde se habla de tesoros venes callejeros, que forman tan disci-
Sir Arthur, como ya sabemos, prefería de las colonias y de la formación del Im- plinadamente como un ejército ante la
publicar otro tipo de literatura, pero el perio inglés. autoridad —y las propinas— de Sher-
avispado negociante yanqui sabía lo que Pero Holmes y Watson se iban guisan- lock Holmes. Nacen directamente de la
quería. Lo sabía mejor que sus socios in- do a fuego lento, iban creciendo, se iban ciudad real que albergó a ambos escrito-
gleses, que no estaban muy entusiasma- haciendo fuertes, sin que el autor lo su- res, pero en la Historia de la Literatura,
dos precisamente con el título anterior piese, o sin que el autor lo quisiera. son ya más de Dickens que del propio
de Sherlock Holmes. En esta segunda novela, los personajes Londres. Y Conan Doyle los aprovecha.
Doyle aceptó, pues, el encargo. Y co- están todavía creciendo, el embrión va de- No es la única imagen, porque es el
mismo escenario, y una época cercana, los cuatro, la segunda parte aparece co-
en que se acercan los dos autores. En es- mo un relato aparte que cuenta uno de
ta novela hay una descripción del Táme- los personajes, la llamada «Extraña his-
sis de noche (aquí las barcazas ya tienen toria de Jonathan Small». Aunque figu-
motor) que no dudará en relacionar cual- ra sólo como un capítulo, dada su exten-
quier lector de Nuestro común amigo sión, su importancia y lo exótico de su
con tan extraordinaria y escalofriante ambiente y estilo resulta más bien otra
novela de Charles Dickens. novela diferente. Diferente y algo peor:
menos grata, porque nos priva durante
muchas páginas de nuestros personajes
Quedan definidos los personajes preferidos, Holmes y Watson. Por más
que su autor, años más tarde, hubiera
Ocurren ya cosas sustanciales en este querido privarse de ellos definitivamen-
segundo libro del llamado Canon: el re- te, al lector no le gusta esa ausencia.
ferido enamoramiento por parte de Wat- La historia de Small es como una nove-
son de la señorita Morstan, por ejemplo. la de Kipling metida al final de una aven-
Ésta es una historia en que se pierde un tura de Sherlock Holmes. Lo de Kipling
tesoro, pero también en la que alguien es una broma, nos referimos al ambiente
gana otro: el amor de Mary, claro. Pero exótico e imperial de la narración, pero
seguro que de eso volveremos a hablar vale como ilustración de una idea: la de
luego. No nos adelantemos. Conan Doyle de mezclar historia y aven-
Y los personajes están ya definitiva- turas con el esquema del relato de intriga
mente definidos: Holmes es vanidoso, de debía, quizá, resultarle opresor. Si ya
genial, racista y brutalmente misógino resulta chocante otra novela como remate
en ocasiones, el de siempre, vamos. Co- de la primera, no es precisamente lo más
mo Watson es ingenuo, generoso, pru- adecuado en cuanto explicación de un ca-
dente, fiel, valiente aunque eternamente so policiaco. Las leyes del género —que
inexperto. Nuestro querido Watson de ha de establecer, en gran medida el mismo
toda la vida. Conan Doyle— se encargarán de demos-
Quiero decir que no son distintos los trar a posteriori que las soluciones de los
Holmes y Watson de estos dos libros y enigmas criminales, cuanto más sencillas
los que se hicieron inmortales en los re- y breves, muchísimo mejor.
latos que seguirán. Los cuentos poste- A Sherlock Holmes no le parece mal
riores, con los que consiguió el éxito este relato de Jonathan, por largo que sea,
mayúsculo e inesperado, anotan, subra- y por mucho que se dé de bruces con to-
yan, perfilan, enriquecen, lo que ya es- do el relato anterior. Dice, más o menos dé la gana, una vez que suponemos al
taba en las dos novelas primeras. Y en textualmente, que lo considera un apro- lector enterado de todo.
esta segunda suceden, como hemos vis- piado cierre para un caso interesante. Ya en el primer capítulo leemos:
to, acontecimientos importantes y claves Yo creo que no le importó porque él «Sherlock Holmes cogió el frasco de la
para la emoción del lector y el desarro- ya se lo sabía. O sea, que, para él, el ar- esquina de la repisa de la chimenea y sa-
llo de los personajes. gumento ya se había acabado antes de có la jeringuilla hipodérmica de su ele-
La diferencia fundamental respecto a que Small cuente su historia, y ya leí- gante estuche de tafilete. Ajustó la deli-
las historias que, pese al autor, seguirán mos que todo lo que no hable de él so- cada aguja con sus largos, blancos y
a ésta, reside en la estructura. Y no sólo bra. Es posible, pues, casi seguro, que nerviosos dedos y se remangó la manga
en las características propias de la nove- Holmes no leyera este final. O todo lo izquierda de la camisa...».
la y el cuento. contrario. Puede que lo hiciera para sa- Watson confiesa que había presencia-
El signo de los cuatro, por ejemplo, tisfacer su insaciable vanidad: la de com- do esa operación tres veces al día duran-
insiste en lo que, seguramente, podría probar por escrito que todas sus deduc- te muchos meses. Y se lo recrimina, co-
considerarse un fallo estructural que ya ciones habían sido exactas. En cuyo mo amigo y como médico, pero ya se
existía en Estudio...: ambas novelas in- caso le encantó, por supuesto. sabe el caso que solemos hacer a los
cluyen dentro de cada una de ellas otra amigos, y mucho menos a los médicos,
novela. Y esas segundas novelas nos re- cuando se trata de renunciar a un vicio
latan los motivos antiguos de las accio- El genio deductivo necesario para la vida, aunque también
nes de la novela principal. En el primer sea influyente para la muerte, o cuando
libro, ambas historias estaban claramen- Es hora ya de entrar paso a paso en la menos para la salud. Es curioso, de to-
te diferenciadas, y eran, en realidad, co- novela, exponer nuestras opiniones so- dos modos, que Watson no insistiera de
mo dos textos distintos. En El signo de bre su desarrollo y comentar lo que nos la misma forma en lo referente al tabaco.
ARTHUR CONAN DOYLE
En este primer capítulo, donde se ex- Watson una lección sobre la ciencia que que hace remolinos por la calle y se des-
plican muchas cosas —entre otras, la opi- él llama «del razonamiento deductivo». liza ante esas casas grises. ¿Puede haber
nión de Holmes sobre el estilo literario de Después de referirnos algunos de los tí- algo más desesperadamente prosaico y
Watson, las propiedades y las contraindi- tulos y temas de ciertas monografías a las material? ¿De qué sirve tener talento,
caciones de la droga, y nada menos que la que Holmes dedica su tiempo libre, la de doctor, si no se tiene campo en el que
ciencia del razonamiento deductivo—, el las diferencias entre las cenizas de los aplicarlo? Los delitos son vulgares, la
detective explica por qué se inyecta esa distintos tabacos, por ejemplo, enumera existencia es vulgar, y en este mundo no
solución de cocaína al siete por ciento. las tres cualidades necesarias al detective hay sitio para lo que se salga de la vul-
Watson le ha avisado sobre sus peligros. ideal: la facultad de observación, la de garidad...»
El «paciente» defiende sus ventajas: deducción, y los conocimientos, cuanto
estimula y aclara el cerebro de tal for- mayores mejor. E incluso mejor todavía si
ma, que Holmes considera verdadera- se aplican a «enormes minucias». Hemos Me aburro, luego resuelvo
mente secundarios los efectos, que preci- utilizado el título de un delicioso libro de crímenes
samente se llamaban así, y «secundarios» G.K. Chesterton para calificar esos deta-
siguen llamándose en toda la literatura lles, aparentemente nimios, en los que O sea que Holmes observa, piensa, de-
actual de cualquier medicamento. Shcrlock Holmes basa sus brillantes de- duce y aprende, porque la vida le aburre.
Holmes habla mucho al comienzo de ducciones a partir de sus detalladas ob- Muchos genios empezaron con la misma
este libro. El alto concepto que tiene de servaciones, enriquecidas gracias a sus motivación existencial.
sí mismo queda absolutamente claro al múltiples conocimientos. Pero la vida tan vulgar a veces da sor-
declarar que no sólo se considera el pri- Y, entonces, dedica a su amigo Watson presas. En algunas ocasiones privilegia-
mero en su profesión, sino el único. la divertida prueba del reloj, que ha que- das, esa sorpresa llama a la puerta. Y en
Como decíamos más arriba, el arran- dado como ejemplo de las habilidades este caso la sorpresa es una señorita.
que de esta novela, que todavía es la se- del famoso detective. Una atractiva joven llamada Mary Mors-
gunda, no lo olvidemos, en la serie del Watson, para someter a una prueba las tan, que proporcionará a Sherlock Hol-
detective, dedica la mayor parte de su teorías de Holmes, le entrega un reloj mes un caso —el de El signo de los
primer capítulo a poner claras las cosas que tiene desde hace poco tiempo. Su cuatro— y al doctor Watson un amor.
respecto a los métodos y las característi- compañero debe extraer de su mera ob- Aunque ya sabemos, quienes hemos leí-
cas del personaje. Por eso, Holmes da a servación un informe sobre el carácter y do todas las otras aventuras, anteriores o
las costumbres de su dueño anterior a posteriores a ésta, que los amores de Wat-
Watson. Y el brillante mirón de la vida son nunca le separaron del todo de su
realiza el juego, la prestidigitación, el amigo Sherlock Holmes.
espectáculo, la clase práctica. Watson no puede disimular que la jo-
Hasta que Watson le enseñó el reloj, ven ha llamado su atención, Holmes
Holmes no sabía que su amigo hubiera dice: «¿Ah. sí?... No me he fijado».
tenido un hermano. Sin embargo, gra- Luego declarará que «las cuestiones
cias a las abolladuras del cronómetro, a emocionales son enemigas del razona-
las letras grabadas por el prestamista, a miento claro».
las rayas producidas por resbaladuras de ¿Acaso nuestro detective es incapaz
la llave con que se da cuerda..., no sólo de distinguir entre una mujer atractiva y
descubre la existencia del pariente de otra que no lo es? No se trata de eso. Se
Watson, sino su pobreza, su afición a la acuerda, por ejemplo, de una mujer fas-
bebida, y su muerte reciente. cinante. Pero, por fortuna, él no se dejó
El doctor, emocionado por el recuerdo influir por su aspecto:
del hermano, desconfiado al principio «Le aseguro que la mujer más fasci-
de las deducciones que él cree conjetu- nante que jamás he conocido fue ahor-
ras, abrumado luego por la exactitud de cada por haber envenenado a tres niños
los resultados y por la explicación que para cobrar un seguro...».
Holmes le da de cómo ha llegado a ellos, Watson sí que se deja influir por algu-
reconoce finalmente las maravillosas fa- nas apariencias. Las femeninas, de las
cultades de su colega. que estábamos hablando, le interesan
«De ahí lo de la cocaína [dice el genio bastante. No es nada misógino, al con-
deductivo]. No puedo vivir sin hacer tra- trario de su compañero.
bajar el cerebro. ¿Qué otra razón hay pa- En cuanto el doctor y la joven se
ra vivir?... quedan solos, el mismo día de haberse
»... Mire por esa ventana. ¿Alguna vez conocido, se cogen las manos a la luz
ha sido el mundo tan lúgubre, triste e im- misteriosa de una linterna, en plena in-
productivo? Mire esa niebla amarilla vestigación de este sangriento caso. El
mujeres..., «ni siquiera a la mejor de
ellas», y Watson, que ha decidido ya
cuál es «la mejor de ellas», anota en su
relato que el comentario de Holmes le
parece «atroz».
Nunca dos camaradas tan unidos se
parecieron menos. Éste es uno de los re-
latos en que puede comprobarse con
más claridad. A pesar de todo, su cola-
boración seguirá, por encima de diferen-
cias tan notables.
Finalmente, los dos amigos hacen fu-
turiblcs sobre su porvenir: Watson cree
que, al casarse, no volverá a participar
en sucesivos casos Holmes. Holmes ase-
gura que no se casará jamás. El primero
no lo cumplió, como sabemos. El se-
gundo sí, salvo que los cronistas nos ha-
yan ocultado lo contrario. Y al finalizar
esta historia, el detective se sumerge en
soledad «al siete por ciento», fiel a sus
principios: Watson se lleva una esposa,
los criminales su merecido, el policía Jo-
nes la fama. ¿Y Holmes?, ¿con qué se
queda Holmes? El doctor nos lo cuenta
con las últimas frases de la novela:
«— A mí —dijo Sherlock Holmes—
me queda todavía el frasco de cocaína.
»Y levantó su mano blanca y alargada
para cogerlo.»
También, para terminar el libro, se su-
giere algo que habría encantado a Ro-
bert Louis Stevenson: el propio Sher-
lock Holmes se apoya en una cita culta
para que advirtamos complejas posibili-
dades de su personalidad:
«A veces me acuerdo de aquella frase
del viejo Goethe: "La naturaleza ha hecho
de ti un solo ser, aunque había material
amor, dice Watson, es algo sutil y mara- Baker Street, duerme al son del violín de para un buen hombre y un rufián".»
villoso. Fue un flechazo, evidentemente. Holmes, ¿con quién sueña? Con Mary, A quién me suceda en el noble traba-
Cuando se refiere a Mary Morstan habla por supuesto. Al final de la historia, re- jo de escribir sobre las obras de sir Ar-
de la característica, el toque, la cualidad cuerden, alguien ha perdido un tesoro, thur y su adorado Sherlock Holmes, de-
«angelical» de las mujeres. Y no hay pero Watson ha ganado otro. Deténgase jo la tarea de contmuar esta interesante
asomo de ironía en esto. Una de las di- el lector en la descripción que hace de su reflexión: ¿No habría sido un estupendo
ferencias más significativas entre el doc- amada, de este tesoro, junto a la ventana, malvado, un canalla de primera línea, un
tor y el detective es que en Watson no como un cuadro, como una miniatura. El asesino genial, este racista, misógino,
existe la ironía. Quizás él es el angelical. amor romántico baña la prosa del doctor presumido y cerebral caballero que vivía
Cuando elucubra sobre su posible futu- en melancolía. Seguro que a Holmes no en el 221 B de Baker Street? Porque
ro al lado de tan deliciosa criatura, su le gustará cuando lea El signo ele los Holmes también tenía su Mr. Hyde. Al-
modestia le hace tener escrúpulos: ella cuatro. No, evidentemente, Watson no go parecido a Moriarty, seguro. •
es rica, y Watson en cambio... ¿No es, en es misógino. Quizás él sí habría caído en
verdad, qué digo un ángel, un arcángel las garras de aquella fascinante envene- * Juan Tébar es escritor y crítico literario.
este querido doctor? Imagina el paraíso nadora de niños...
con el aspecto de un tranquilo hogar in- Quien es misógino, y ferozmente, es Nota
glés al lado de ella, en medio de aquel nuestro detective. Asegura que uno no se Este artículo se publicó como apéndice en El sig-
asunto bárbaro y sombrío. Y cuando, en debe nunca confiar por completo a las no de los cuatro (Anaya, 1996).
ARTHUR CONAN DOYLE
34
CUJÍ 32
SOPA DE LIBROS
Ultimas novedades en una colección
que abre las ganas de leer
ARTHUR CONAN DOYLE
injuriosas —y también, todo hay que duct, del que se vendieron 300.000 ejem- guiente nota: «Esta historia debe su ori-
decirlo, por la obstinación de su madre plares en seis semanas. gen a mi amigo Mr. Fletcher Robinson,
y las pingües ofertas de sus editores—, En marzo de 1901, el cansancio físico quien me ha ayudado tanto en lo que res-
Conan Doyle tuvo que «resucitar» al de- y la excitación mental le impulsaron a pecta a la trama general como en los de-
tective en el episodio titulado La aven- tomar unas breves vacaciones. Un amigo talles locales. A.C.D.».
tura de la casa vacia (octubre 1903). íntimo, el periodista Fletcher Robinson, La primera edición en forma de libro
Resultaba que Holmes no había caído le acompañó. Se hospedaron ambos en (George Newnes, Londres, 1902) conte-
al abismo junto con el profesor Mo- el Royal Links Hotel, de Cromer, esta- nía esta dedicatoria: «Mi querido Robin-
riarty: su conocimiento de unas técni- ción termal de la época de la Regencia son: fue a su narración de una leyenda del
cas de lucha japonesa denominada ba- (finales del siglo xvm y comienzos del West-Country a la que debe su origen es-
ritsu' le habían permitido zafarse en xix), situada en la costa septentrional de te relato. Por eso, y por su ayuda en todos
última instancia del abrazo mortal. Ésa Norfolk. Llevaban el propósito de dedi- los pormenores, toda mi gratitud. Since-
fue la cuestionable explicación que, car la mayor parte del tiempo a jugar al ramente suyo, A.Conan Doyle».
por boca de Holmes, dio Conan Doyle golf, pero el frío y la lluvia los obligaron La dedicatoria en la primera edición
a sus lectores, y éstos quedaron más a pasar largas horas en el interior del ho- norteamericana (McClure Phillips, Nue-
que satisfechos. tel, junto a la chimenea, fumando y char- va York, 1902) es casi idéntica a la ante-
Sin embargo, la ausencia «literaria» lando. Durante una de esas veladas, Ro- rior: «Mi querido Robinson: fue su narra-
de Sherlock Holmes no se había mante- binson contó a Doyle la leyenda de un ción de una leyenda del West-Country la
nido de forma rigurosa a lo largo de los sabueso fantasmal que rondaba por los que sugirió a mi mente la idea de este pe-
diez años que mediaron entre la publica- páramos de Dartmoor. queño relato. Por ello y por la ayuda que
ción de El problema final (1893) y la de En la región de Dartmoor, una áspera usted me ha prestado en la realización
La casa vacia (1903). El detective se- y desolada paramera de unas doscientas del libro, toda mi gratitud. Sinceramen-
guía, claro está, oficialmente muerto, millas cuadradas, perteneciente al con- te suyo, A. Conan Doyle».
pero aún continuaba vivo su fiel amigo dado de Devon, al sudoeste de Inglate- Y en el prólogo a la primera edición
y biógrafo, el doctor John H. Watson. Y rra, abundan las leyendas y tradiciones de The Complet Sherlock Holmes (Co-
Conan Doyle —o, si se prefiere, Wat- fantásticas, algunas de las cuales tienen llier & Son, Nueva York, 1928), Conan
son2— rebuscó en el archivo de su me- por protagonistas a perros. Ignoro cuál Doyle escribió: «Luego vino El sabueso
moria para narrar una aventura acaecida pudo ser la que Fletcher Robinson hizo de los Baskervüle. Surgió de un comen-
con anterioridad a la presunta muerte de conocer a Doyle. Acaso le mencionó la tario hecho por aquel admirable amigo
Holmes, El sabueso de los Baskervüle, historia de un hidalgo apellidado Ca- cuya muerte prematura fue una pérdida
que se publicaría por entregas mensuales bell, que está enterrado bajo un pórtico para el mundo, Fletcher Robinson, de
en la revista The Strand Magazine desde en el exterior de la iglesia de Abbot's que había un perro espectral cerca de su
agosto de 1901 hasta abril del año si- Way, a tres millas al oeste de Buckfast- casa, en Dartmoor. Ese comentario dio
guiente. leigh: el espectro de dicho caballero origen al libro, pero añadiría que la tra-
suele aparecerse en compañía de un ma y cada palabra de la narración fueron
enorme sabueso negro. También se apa- exclusivamente mías».
Un amigo y una leyenda rece un sabueso negro en el castillo Como puede observarse, el papel de-
normando de Okehampton, enclavado sempeñado por Fletcher Robinson en la
En realidad, El sabueso de los Bas- en la zona de norte de Dartmoor. Y la nan Doyle nunca había tenido reparos en gas para The Strand. Está llena de sor- boración con Doyle, Fletcher Robinson gestación de El sabueso de los Basker-
kervüle no fue concebida inicialmente mansión conocida como Hayne Manor, admitir sugerencias e ideas ajenas. presas y, naturalmente, puede dividirse renunció a su participación en la tarea. vüle queda, en este párrafo, sensible-
como una «aventura de Sherlock Hol- en Stowford, está encantada por el fan- «Puedo escribir historias —declaraba en en los capítulos adecuados para tal fin. Dejaba, eso sí, en plena libertad a su mente disminuido.
mes», sino como una «novela de terror». tasma de un paje que murió asesinado, una carta— si tengo unas buenas ideas Hay una sola condición. Debo hacerla amigo para que aprovechase la idea que
Ahora bien, al tener necesidad de in- al que acompaña invariablemente un iniciales, pero he agotado bastante mi en colaboración con mi amigo Fletcher le había suministrado. Conan Doyle, que
cluir a un personaje capaz de resolver perro negro. Adviértase, por último, propio repertorio. ¡No se asombre! Me Robinson, y su nombre debe aparecer poseía una elevada noción del significa- El verdadero Baskervüle
brillantemente los misterios que planea- que uno de los lugares más siniestros pregunto si sería posible convocar un junto al mío. Puedo responder de que la do de la amistad —presumo que sin esa
ba la trama narrativa, Conan Doyle de- de la región —hasta el punto de que, se- concurso para premiar la mejor idea de historia será íntegramente mía y escrita noción no hubiera sido capaz de descri- Baskervüle es hoy un apellido estre-
cidió utilizar de nuevo a Holmes y a su gún se dice, quienes han osado pernoc- misterio... Probablemente no habría nin- sin adulteración en mi propio estilo, da- bir la singular y entrañable amistad exis- chamente vinculado a la inmortal saga
inseparable Watson. Pero, siguiendo los tar en él han perdido la razón— recibe gún pez digno de ser sacado de la red».4 do que eso les gusta a sus lectores. Pero tente entre Holmes y Watson—, recono- holmesiana. Buena prueba de ello fue
métodos holmesianos, comencemos por precisamente el nombre de Great Hound No hace falta decir que el concurso ja- él me proporcionó la idea central y el co- cería siempre su deuda para con Fletcher que, deseando rendir un críptico home-
el principio. Tor; es decir, Pico del Gran Sabueso3 más fue convocado. lor local, y por eso estimo que debe apa- Robinson. naje al rey de los detectives y a sus mé-
Arthur Conan Doyle, que era hombre Fuere cual fuere la leyenda relatada Al mes siguiente, Conan Doyle y Flet- recer su nombre».5 todos de investigación, el semiólogo
al que siempre atrajo la aventura, había por Robinson, lo cierto es que entusias- cher Robinson fueron a Dartmoor para Pero Conan Doyle no tenía solamente Umberto Eco se lo adjudicara al monje
ido a Sudáfrica como espontáneo co- mó a Conan Doyle. Y aquella misma tar- conocer los escenarios reales de la le- la «idea de una novela». Trabajador in- Agradecimientos protagonista de su novela // nome della
rresponsal de la guerra anglo-bóer. Re- de los dos amigos forjaron el proyecto yenda y concretar algunos pormenores fatigable, ya había escrito antes de aban- rosa. Pero, ¿quiénes eran los Baskervüle
gresó a Inglaterra fatigado y enfermo, en de escribir en colaboración una novela del argumento. Desde allí, Doyle escri- donar Dartmoor una cierta cantidad de Y así, al publicarse por primera vez El reales? ¿De dónde sacó Doyle tan sono-
julio de 1900, y publicó un libro, The basada en el legendario animal. bió al director del Strand Magazine: páginas. Asustado quizá por el ritmo sabueso de los Baskervüle en el Strand ro apellido?
War in South África: its Cause and Con- Recordemos incidentalmente que Co- «Tengo la idea de una novela por entre- creativo que habría de implicar la cola- Magazine, Conan Doyle incluyó la si- No abundan los Baskervüle en Ingla-
ARTHUR CONAN DOYLE
térra, aunque hubo algunos ilustres. Por tarse en forma de libro. Durante los años Doyle, la tirada de la revista se había in-
ejemplo, Hannibal Baskerville, eminen- 1901 y 1902 aparecieron en las librerías crementado en 30.000 ejemplares. Y las
te arqueólogo de origen francés, que vi- inglesas títulos que hoy tenemos por clá- primeras ediciones inglesa y norteame-
vió en el siglo xvn. Contemporáneo su- sicos: El primer hombre en la luna, de ricana del libro, ilustradas, como venía
yo fue Simón Baskerville, que estudió H.G. Wells; Kim, de Rudyard Kipling; siendo habitual, por Sidney Paget — c u -
en Oxford y fue médico de cabecera de los Poemas, de William Butler Yeats; yo hermano, Walter, también dibujante,
los reyes James 1 y Charles I. Pero sin Las alas de la paloma, de Henry James; había servido de modelo para la figura
duda, el más famoso de quienes ostenta- Juventud, de Joseph Conrad; Las cuatro de Sherlock Holmes 7 —, se agotaron en
ron ese apellido fue un impresor, John plumas, de A.E. W. Masón, y Poemas del pocos días.
Baskerville (1706-1775), cuyas obras pasado y del presente, de Thomas Por otra parte, el 9 de agosto de 1902,
son actualmente consideradas joyas ti- Hardy, entre otros. Pero ninguno de ellos Arthur Conan Doyle recibió del nuevo
pográficas y que, dicho sea de paso, pudo eclipsar el triunfo de El sabueso de monarca, Edward VII, el título de «Sir»
creó un tipo de letra que lleva su nom- los Baskerville. George Newnes, editor y el cargo más o menos honorífico, de
bre y que sigue empleándose con gran del Strand Magazine, comunicó en la Deputy Lieutenant del condado de Su-
frecuencia. reunión anual de accionistas que, gra- rrey; pero advirtamos que con estas dis-
Sin embargo, pese a sus aristocráticos cias a la publicación de la novela de tinciones el rey no premiaba los méritos
blasones, los Baskerville de esta novela
tienen un origen mucho más plebeyo e
inmediato. El auténtico Henry Basker-
ville era el cochero del padre de Fletcher
Robinson. Y, al parecer, no fue Conan
Doyle, sino Robinson, quien le pidió
permiso para utilizar su apellido.
El verdadero Baskerville declararía
años más tarde que, en contra de la opi-
nión habitual, la historia había sido es-
crita conjuntamente por Doyle y Robin-
son. Para llevar a cabo esta tarea, ambos
se instalaron en Park Hill (Devonshire),
desde donde, conducidos por Henry
Baskerville, realizaron diversas excur-
siones a los páramos de Dartmoor. Una
vez finalizada la novela, Conan Doyle
abandonó Park Hill, y Robinson anunció
a Baskerville: «Bien, Harry, y ya hemos
terminado ese libro del que le hablé, el
que va a llevar su nombre». El antiguo
cochero poseía un ejemplar de la prime-
ra edición de la novela con esta dedica-
toria: «A Harry Baskerville de B. (Ber-
tie). Fletcher Robinson, con disculpas
por haber usado su nombre». Robinson
moriría poco después, a los 35 años de
edad, en el curso de una expedición ar-
queológica a Egipto. Y la posible con-
tienda sobre la paternidad de El sabueso
de los Baskerville quedó definitivamen-
te clausurada/'
Todo un best-seller
Obra individual o escrita en colabora-
ción, pero firmada al fin y al cabo por
Conan Doyle, El sabueso de los Basker-
ville obtuvo un éxito espectacular, tanto
al publicarse por entregas como al edi-
Lumen
Alicia
e n el País d e las Maravillas
Lewis Carrol
literarios del creador de Sherlock Hol- (obsequio del rey de Bohemia a Hol-
mes, sino su patriótica labor como cro- mes), la babucha llena de tabaco, las pi-
C u e n t o s d e la vieja Rusia
nista de la guerra anglo-bóer. pas, las iniciales V.R. (Victoria Regina)
Las ediciones de El sabueso de los grabadas a tiros en la pared, el archivo Gogol-Chéjov-Pushkin
Baskerville pueden contarse por cente- de casos criminales, la lupa, los basto-
nares. Y probablemente sea, junto con la nes, quizá la jeringa hipodérmica olvi-
Biblia y el Quijote, una de las obras más dada sobre una repisa... Los eruditos
traducidas de la literatura universal. Las holmesianos han pretendido en vano lo-
versiones de El sabueso de los Baskervi- calizar la exacta ubicación del mítico
lle no se limitan a idiomas de extenso 221 de Baker Street. 9
ámbito cultural, como el francés o el Ateniéndonos a la numeración actual,
castellano; existen, por ejemplo, traduc- se hallaría teóricamente enclavado en un
ciones a lenguas tan minoritarias o exó- gran inmueble perteneciente a la empre-
ticas como el letón (Baskervilas suns), sa Abbey National Building Society, si-
el bengalí (Di háund ab di Báskárb- tuado entre Marylebone Road y Park
hils), el gujarati (Kal ke Kutaro), el fri- Road. En cualquier caso, el 221 B de
sen {De houn fan de Baskervilles), el Baker Street es sin duda alguna la mora-
georgiano (Sobaka Baskervilej) o el cin- da imaginaria que ha recibido mayor
galés (Baskavilhi ruduru baluva)." cantidad de correspondencia en toda la
La amplia difusión y la popularidad de historia postal. Centenares de cartas han
El sabueso de los Baskerville obedecen, llegado, y aún llegan, a esa dirección,
a mi entender, a que Conan Doylc — c o n solicitando la ayuda de Sherlock Holmes
o sin la colaboración de Flctcher Robin- o, simplemente pidiendo información
son— supo amalgamar equilibradamen- sobre los pormenores de su vida y cos-
te los elementos característicos de la no- tumbres. Con una exquisita elegancia y
vela de terror, género en el que era un un sentido del humor francamente britá-
consumado maestro, y los temas o moti- nico, la Abbey National, en vez de des-
vos redundantes de la crónica holmesia- truir la correspondencia dirigida a Mr.
na, y ello sin recurrir, como en las otras Sherlock Holmes, Consulting-Detective,
novelas largas de la serie, al flash-back la ha recogido y ha patrocinado la publi-
(o narración retrospectiva). El lector se cación de las cartas más interesantes. 1 "
sobrecoge al entrever la presencia del Londres, escenario de una gran parte
diabólico sabueso, pero, al mismo tiem- de las aventuras de Sherlock Holmes, no
po, agradece con satisfacción los guiños goza en El sabueso de los Baskerville de
de complicidad que le brinda el narra- esa condición privilegiada. Una perse-
dor, y se dice, como debieron de decirse cución callejera nos hace recorrer apre-
los suscriptores del Strand Magazine suradamente algunas arterias esenciales
después de haber leído el número de de la capital británica. Y las convenien-
agosto de 1901: «Sí, éste es mi Holmes, cias, o el destino del joven Sir Henry
y éste es mi Watson. No me los han cam- Baskerville nos conducen al segundo
biado. Siguen siendo los mismos». decorado londinense de la novela: el
Northumberland Hotel. Vale la pena, creo
yo, que nos demoremos un poco en ese
Escenarios de la novela lugar. El hotel, hoy desaparecido, existió
en la realidad: estaba ubicado en Nort-
De entrada, la escena inicial de la no- humberland Street, una estrecha calle
vela se desarrolla en un decorado abso- que va de Charing Cross a Northumber-
lutamente familiar al lector: el cuarto de land Avenue," m u y cerca de Trafalgar
estar de Holmes y Watson en su aloja- Square. Con el paso del tiempo, la plan-
miento del número 221 B de Baker ta baja del hotel se convirtió en pub, y
Street. El narrador no necesita descri- el primer piso, en restaurante. En 1957,
birlo de nuevo porque los lectores co- la propietaria del establecimiento — l a
nocen de sobra todos sus detalles: la prestigiosa firma cervecera Whitbread
chimenea, las butacas, el violín sobre & Co. Ltd.— lo transformó en una es-
una mesa mancillada por productos pecie de museo holmesiano, y el esta-
químicos, el retrato del general Gordon blecimiento, llamado hasta entonces The
(propiedad de Watson), la caja de rapé Northumberland Arms, se convirtió en
39
CUJÍ 32
ARTHUR CONAN DOYLE
el actual The Sherlock Holmes. Mucho «Grimpen» con Grimspound y, por pinturas que cuenta, entre otras, con las
me temo que estos párrafos puedan tanto, a «Grimpen Mire» (Ciénaga de firmas de Kneller y Reynolds.H
oler a guia turística; pero considero Grimpen), el peligroso lodazal en que
ineludible comunicar al devoto holme- purga sus crímenes Stapleton-Vande-
siano que en el restaurante del primer leur-Baskerville, con Grimspound Bog El Holmes de siempre
piso del mencionado pub hallará una (Ciénaga o Pantano de Grimspound):
exacta reproducción del gabinete del si el narrador sustituye bog por mire, se indicaba líneas arriba que en El sa-
221 B de Baker Street, y en el bar de la debe quizás a que su refinada sensibi- bueso de los Baskerville el lector se to-
planta baja, el documento en que se re- lidad le impide utilizar un vocablo (bog), pa desde el principio con los clásicos
lata la tragedia hereditaria de la familia que en la jerga escolar inglesa es sinóni- «leitmotives» holmesianos. La novela se
Baskerville. mo de «letrina» o «cagadero». Por otra inicia con unas elucubraciones de Wat-
Si deseamos seguir las huellas de esta parte «Merripit» puede ser identificado son, refutadas por Holmes, en torno al
aventura tendremos que abandonar Lon- con Merrivale, donde existe, como en su bastón que el doctor Mortimer ha deja-
dres. E ir a Dartmoor. correlativo de ficción, una cantera de do olvidado en el 221 B de Baker Stre-
No sería ésta la primera vez que Hol- granito." et. Ese confrontamiento vendrá a poner,
mes y Watson se desplazaran a Dart- En cuanto a lo de «Baskerville Hall», una vez más, de manifiesto la volun-
moor. Varios años antes, el caso de Sil- el palacio o mansión señorial de la fa- tariosa ingenuidad de Watson y la ex-
ver Blaze (Estrella de Plata) les había milia amenazada por la maldición del traordinaria capacidad deductiva de
llevado a «King's Pyland», imaginario sabueso, William S. Baring-Gould opi- Holmes. Muchas aventuras hoimesia-
topónimo inventado por el narrador pa- na que probablemente se trata de Lew nas comienzan de ese modo. Quien ha-
ra designar a Princetown, ciudad cuyos House, noble edificio enclavado en Lew ya leído el Estudio en escarlata, prime-
únicos y dispares timbres de fama son Trenchard (Devonshire). Le inducen a ra novela de la serie, recordará que, al
sus carreras de caballos y su gigantes- sustentar dicho criterio no sólo las ar- ser presentados Holmes y Watson por el
co presidio. Este último fue construido mas heráldicas de sus propietarios —or- joven Stanford en el laboratorio de quí-
en 1806 para albergar a los soldados y nadas, como las de los ficticios Basker- mica del St. Bartholomew's Hospital, el
marineros franceses que cayeron prisio- ville, con cabezas de jabalíes , sino, detective le dice a su futuro biógrafo:
neros durante las guerras contra Napole- además, la existencia de una galería de «Ha estado usted en Afganistán, por lo
ón. Los mismos prisioneros trabajaron
en su construcción; una vez recluidos, y
a fin de obtener algún dinero para su-
plir la escasez de sus raciones alimen-
tarias, confeccionaban y vendían bar-
cos en miniatura hechos con huesos de
carnero y, a modo de jarcias, sus pro-
pios cabellos. Terminadas las guerras
napoleónicas, el presidio militar de Prin-
cetown se convirtió en centro peniten-
ciario. Y aún lo es.
En esta ocasión, Holmes y Watson
no visitan Princetown. Sin embargo,
ven dificultada su tarea por la omino-
sa presencia de un convicto escapado
del penal: Selden, el hermano de Mrs.
Barrymore. «Los habitantes de Dart-
moor —asegura Michael Harrison—
están acostumbrados a las alarmas
producidas por las fugas de presos: el
tañido de la campana, al ruido y al eco
de las señales hechas con armas de
fuego, a los resonantes ladridos de los
sabuesos».12
Con su proverbial discreción, Doyle
(o Watson) altera los nombres de los
lugares de Dartmoor, que sirven de es-
cenario a El sabueso de los Basker-
ville. Pese a ello, el citado Michael
Harrison no vacila en identificar a JUAN RAMÓN A l O N S O , EL GOS DELS BASKERVIUE, V1CENS VIVES, 1994.
que veo».15 Y en el capítulo segundo, admiraba profundamente a algunos céle- va York: Bramhall House, 1974. (Existe una edi-
Holmes explicará razonadamente el pro- bres violinistas de su época —muy en es- ción posterior, ligeramente ampliada.)
9. D. Martin Dakin ha querido identificar el 221
ceso lógico que le había llevado a tal pecial a la austríaca Wilma Norman-Ne- de Baker Street con el actual número 109 de la
conclusión. Esa misma clase de juego, ruda'7 y al español Pablo Sarasate18—, misma calle (cf. D. M. Dakin, A Sherlock Holmes
tan familiar al lector, se produce, pues sino que él mismo era un notable intér- Commentary, Londres: David & Charles, 1972).
,en el primer capítulo de El sabueso de Bernard Davis, con el actual número 31; el Dr.
prete de violín. Poseía un «Stradivarius», Gray Chandler Briggs, con el número 1 11, y Paul
los Baskerville. adquirido por la suma irrisoria de 55 che- McPharlin, con alguna de las casas comprendidas
Los guiños de complicidad se reitera- lines a un prendero de Totenham Court entre los números 59 y 67 (cf. Michael Harrison,
rán a lo largo de toda la novela. Antes de Road.1" Y además había escrito un ensayo The London of Sherlock Holmes, Londres: David
& Charles, 1972). Téngase en cuenta que, duran-
concluir el primer capítulo se alude a sobre los motetes polifónicos de Orlando te la época de actividad profesional de Holmes,
Alphonse Bertillon (1853-1914), el po- de Lasso,20 que circulaba en edición res- Baker Street no se prolongaba, como en la actua-
licía francés creador de un sistema de tringida. Conociendo las aficiones musi- lidad, hasta Regent's Park, sino que finalizaba en
cales de Holmes, no resulta sorprendente la confluencia de Paddington Street y Crawford
identificación antropométrica de delin- Street.
cuentes, por quien Holmes sentía —así que sus últimas frases en El sabueso de 10. Letters to Sherlock Holmes, ed. por Roger
lo había declarado en la aventura titula- los Baskerville sean: «Tengo un palco pa- Lancelyn Green, Harmondsworth (Middlesex),
da El tratado naval— una sincera admi- ra Les Huguenots. ¿Ha oído usted a los Gran Bretaña: Penguin Books Ltd., 1985.
ración. Aquí, empero, se siente algo mo- De Reszke?21 ¿Puedo rogarle que esté 11. No me atrevo a ratificar la viabilidad de este
lesto al verse comparado en términos de preparado dentro de media hora, y así po- dato. La última vez que estuve en Londres, hace
pocos meses, la zona se hallaba en obras.
inferioridad con su colega francés. dremos detenernos de paso en ¡vlarcini" 12. Cf. Michael Harrison, //; the Footsteps of
Un poco más adelante, el salón de Ba- para cenar alguna cosilla?». Sherlock Holmes, Londres: David & Charles,
ker Street se saturará de humo. El lector El lector puede cerrar el libro con la 1958.
ya sabe que Holmes es un inveterado fu- seguridad de que su Holmes no ha cam- 13. Cf. n.12
14. A. Conan Doyle, The Atmotated Sherlock Hol-
mador. En el caso de Las cinco semillas biado. • mes, ed. por William S. Baring-Gould, Londres:
de naranja, Watson afirma que el detec- John Murray, 1968. Se trata de una obra impres-
tive «se autoenvenena con cocaína y ta- * Santiago R. Santerbás es escritor y traductor. cindible para cualquier holmesiano.
Este articulo se publicó como apéndice en El sa- 15. Textualmente: «You have been in Afganistain.
baco». Sabemos también que Holmes ha bueso de los Baskerville (Anaya, 1989). I Perceive». La inmortal frase está grabada en una
escrito una monografía Sobre la distin- placa de bronce situada en el laboratorio de pato-
ción entre las cenizas de diversos taba- logía del Si. Bartholomew's Hospital de Londres.
cos. Por eso no es de extrañar que des- Notas 16. En Estudio en escarlata, cap. II.
cubra la identidad de Watson en los 1 En realidad el nombre correcto es bartitsu. Se 17. Wilma (Wilhelmine) Norman-Neruda (1839-
trata de un arte marcial de origen japonés intro- 1911), eminente violinista austríaca, casada con
páramos de Dartmoor gracias a una co- ducido en Gran Bretaña por E. Barton-Wright en el músico sueco Ludwing Norman. A la muerte
lilla de cigarro de la marca «Bradley», 1899. Si tenemos en cuenta que la aventura titu- de su marido, contrajo matrimonio, en 1888, con
expendeduría de tabaco frecuentada por lada El problema final se desarrollaba, según Co- Sir Charles Hallé, empresario musical inglés, pa-
nan Doyle, en 1891, difícilmente pudo haber co- ra quien había celebrado regularmente conciertos
el doctor. nocido Holmes en esa época las técnicas de desde 1864.
Mediada la novela, Watson se refie- bartitsu (cf. Jack Tracy, The Encyclopedia Sher- 18. Pablo Martín Melitón Sarasate y Navascués
re un tanto burlonamente a las ideas lockiana, Londres: New English Library, 1977). (1844-1908), famoso violinista y compositor es-
geocéntricas del detective. En efecto, a 2. Muchos eruditos holmesianos prefieren atri- pañol, acaso el más cotizado de los intérpretes de
buir al doctor John H. Watson la paternidad de las su época. Escribieron para él los compositores
poco de conocerse ambos,16 Holmes cuatro novelas y los cincuenta y seis relatos bre- Max Bruch, Eduardo Lala, Alexander Mackenzie
había confesado que desconocía las te- ves que contienen las aventuras de Sherlock Hol- y Camille Saint-Saéns. En la aventura titulada La
orías de Copérnico y que ignoraba que mes y que integran el denominado Canon. En tal liga de los pelirrojos, Holmes interrumpe su in-
la Tierra girase alrededor del Sol. Sin caso, Arthur Conan Doyle sería un mero agente vestigación para asistir a un concierto de Sarasate.
literario o un simple seudónimo utilizado por 19. Los datos referentes a la adquisición y al pre-
embargo, la mayoría de los estudiosos Watson para publicar sus obras. cio del violín de Holmes figuran en la aventura ti-
holmesianos considera que dicha afir- 3. Cf. Antony D. Hippisley Coxe, Haunted Bri- tulada The Cardboard Box (La caja de cartón).
mación es sólo un rasgo de excentrici- tain, Londres: Pan Books Ltd., 1975. 20. Orlando de Lasso (1523-1594), también co-
dad. En más de una ocasión, Sherlock 4. Cf. H. Greenhough Smith, «Some Letters of nocido como Roland Lassus, compositor belga
Conan Doyle», en 77?e Strand Magazine, Lon- renacentista, es una de las más altas cimas de la
Holmes nos da muestras de poseer só- dres: octubre, 1930. historia de la música. Escribió más de 2.000
lidos conocimientos de astronomía. 5. Cf. Michael Hardwick, 77íe Complete Guide to obras, sagradas y profanas; entre ellas, 516 mote-
Así, por ejemplo, en la aventura de El Sherlock Holmes, Londres: Weidenfeld & Nicol- tes polifónicos con texto latino.
intérprete griego, discute con Watson son, 1986. 21. Los hermanos De Reszke eran dos famosos
acerca de los cambios en la oblicuidad 6. Cf. Peter Evans, The Mistery of Baskerville, en cantantes polacos: Jean (1850-1925) era tenor y
The Sherlock Holmes Scrapboolc, ed. Por Peter Edouard (1855-1917), bajo. Sin embargo, la úni-
de la eclíptica; es decir, del gran círcu- Haining, Londres: Treasure Press, 1986. ca vez que, al parecer, ambos cantaron juntos Les
lo que el Sol parece describir en su cur- 7. Parece innecesario advertir que el modelo pic- Huguenots, la famosa ópera de Mcyerbeer, fue el
so anual a través del cielo. tórico del doctor Watson fue el propio Conan 25 de noviembre de 1896, en el Metropolitan de
Doyle. Esta coincidencia viene a reforzar la tesis Nueva York.
Y, si El sabueso de los Baskerville co- de que A.C. Doyle era un simple seudónimo lite- 22. Lamento confesar que no he hallado el menor
mienza con un motivo recurrente, finali- rario empleado por John H. Watson (cf. n. 2) rastro del restaurante Marcini. Diré en mi descar-
za con otro: la melomanía de Sherlock 8. Cf. Ronald Burt De Waal, The World Biblio- go que otro tanto les ha ocurrido a los eruditos
Holmes. El singular detective no sólo graphy of Sherlock Holmes and Dr. Watson, Nue- holmesianos que he consultado a este fin.
41
CLU132
ARTHUR CONAN DOYLE
Con una primera parte que es una novela policiaca clásica, y una segunda
elaborada como un complejo thrüler, El valle del t e r r o r (1915) supuso la
resurrección literaria del profesor James Moriarty, el archienemigo de
Holmes, un malvado a la altura del genial detective, que murió o se
volatilizó en «El problema final» (1891) relato que, en un principio, debió
ser la tumba también para el inquilino de Baker Street.
Moriarty, conocido como el «Napoleón del crimen» fue el malvado
inteligente, elegante, despiadado y seductor que se merecía no sólo
Holmes, sino la Inglaterra victoriana que lo vio nacer.
l valle del terror es la cuarta y úl- damentalmente, para unir las dos partes La aventura holmesiana de El valle
Se ha escrito y hablado mucho acerca de este personaje, rarias de Santerbás relacionan a estos personajes con otro
dándole un volumen de importancia parejo con su talento, de sus autores predilectos, y Lewis Carroll aparece como
pero no con su escasa presencia en las aventuras de Sherlock maestro de Moriarty.
Holmes. Moriarty aparece en dos —o quizá tres, habría que Isaac Asimov (1920-1992), miembro destacado de uno de
acudir a los súper especialistas— narraciones. Y sólo en una los clubs holmesianos más ilustres y, como es bien sabido,
de forma activa, en el resto se trata de alusiones. uno de los más reputados autores de ciencia ficción, publicó
La figura del oponente de Holmes ha adquirido —a pesar un relato sobre Moriarty que le valió su ingreso en dicho club
de su breve presencia— fama casi equiparable a la del de- {Los irregulares de Baker Street), llamado «El crimen defi-
tective. Scotland Yard habla hoy mismo del «Síndrome Mo- nitivo». El citado relato es el último del volumen Sherlock
riarty», que induce a ciertos individuos a convertirse en ge- Holmes a través del tiempo y el espacio, traducido al caste-
nios del mal para sacudirse las frustraciones de una vida llano por Editorial Júcar, en 1987. En dicho libro se cuenta la
mediocre. No sabemos si fue mediocre el pasado de nues- historia del club Los irregulares, se alude a las llamadas Sa-
tro perverso, hay teorías para todos los gustos sobre su pro- gradas Escrituras, que es como se nombran los textos de Co-
cedencia y anterior biografía: no se extrañen, algunos han nan Doyle por los fanáticos de San Sherlock (así se refiere
escrito que ambos —Holmes y Moriarty— son dos caras de Anthony Burgess al detective). Y aparecen en él cuentos de
una misma persona, otros los relacionan con vínculos de Philip José Farmer, Poul Anderson, James Powell, y otros cé-
parentesco. Algún cineasta moderno ha revelado que M. fue lebres autores de ciencia ficción. No sólo adoraron a este San-
el amante de la madre de H.; otro prefirió opinar que ambos to los escritores exclusivos de novela criminal. En él se des-
se conocieron de niños, fueron compañeros de colegio y vela el auténtico sentido de «La Dinámica de un Asteroide»,
aventuras, y luego Sherlock —tan desmemoriado como Pe- tesis que escribió Moriarty según menciona Holmes en El va-
ter Pan— olvidó que su enemigo fue amigo infantil. Todas lle del terror. Y que consistía nada menos que en el definiti-
estas historias, que nunca escribió Conan Doyle, podrían vo crimen de destruir la Tierra. Un plan digno del mayor ge-
llenar un solo artículo dedicado a los pastiches, nuevas ver- nio del crimen, oponente no menos, digno del mayor genio
siones, películas, etc., que han sucedido al autor y al perso- contra el crimen: el vanidoso, astuto, solitario, inmortal Sher-
naje. Son tantas que seguramente superan a las oficiales. lock Holmes. Tan inmortal que sobrevivió a su propia muer-
Dos ejemplos más: el especialista Santiago R. Santerbás te en las cataratas de Reichenbach (en «El problema final»,
publicó Una carta inédita del profesor Moriarty (en la de- último relato de Las memorias de Sherlock Holmes). Donde
saparecida revista policiaca Gimlet, de corta vida a lo largo sí murió el pobre Moriarty.
de 1981) donde se descubre a Holmes como un muchacho
malvado, y a Moriarty como un profesor de Matemáticas * Juan Tébar es escritor y crítico literario. Este articulo apareció como
perseguido por el implacable alumno. Las preferencias lite- apéndice en El regreso de Sherlock Holmes (Anaya, 1992).
tiempos de la primera cruzada y fue re- una pasión ilícita que el puritano de Wat- hebra del crimen se deslice sinuosa y
construido en el estilo jacobino del siglo son cree haber sorprendido en su expan- ominosa por entre milenarias piedras e
xvi. La mansión está rodeada medieval- sión más escandalosa, una pasión que impecables cespederas. La historia reco-
mente por un foso lleno de agua, y cuan- suministra el inevitable y preceptivo mó- gida, pedestre pero exactamente, en un
do anochece el mayordomo leva el puen- vil del crimen. Amén de ello dispone- folleto turístico proporciona a un distraí-
te levadizo y la casa queda aislada entre mos de dos policías, no tan obtusos, do Holmes la solución del enigma, que
las sombras de la noche. Con todo el sa- Holmes los respeta moderadamente, un se revela, dramática y holmesianamente,
bor del género, Holmes y Watson se to- escenario cargado de Historia y de his- durante una fría velada entre las sombras
pan con un cadáver equívoco, una servi- torias, unos lugareños chismosos, un de la noche. Una historia que cubre la
dumbre aterrada, un despacho antañón pueblecito dormido en el tiempo de la historia de un homicidio cometido en le-
lleno de sangre y pistas desconcertantes, Merry Britain y una posada confortable gítima defensa, una muerte que no es si-
una viuda y un fiel amigo sobre los que en la que reponer fuerzas. no un eslabón más en una larga cadena
recaen victorianamente las sospechas de Un escenario perfecto para que la roja de traiciones y lealtades cumplidas y ro-
tas, de crímenes terroristas y policías
justicieros, una historia cuyo telón se le-
vantó al otro lado del Atlántico en los
campos mineros de Pennsylvania y no
concluye allí en Sussex, sino en pleno
Atlántico a la altura de la napoleónica
isla de Santa Elena cuando en plena ga-
lerna los sicarios de Moriarty arrojan
por la borda del Palmyra el cuerpo del
ex detective Edwards, más conocido en
Sussex como squire John Douglas, un
hombre en perpetua guardia, un hombre
corroído por su pasado.
en criminales históricos como Jonathan Europa, en el corazón de la internacional recordará con cierta melancolía el vacío
Wild y Adam Worth. Al primero incluso Suiza, residencia de ricos y enfermos. que en el submundo de Londres y en su
lo cita el propio Holmes en El valle del Junto al abismo de las cataratas de Rei- propia vida profesional ha dejado el Na-
terroi- como una de las referencias de chenbach, el detective y el supercriminal poleón del crimen. Un genio necesita a
Moriarty. luchan en abrazo mortal y, aparente- otro genio con el que compararse, aun-
Esa mente privilegiada al servicio del mente, los dos desaparecen en el inson- que los dos no puedan convivir mucho
crimen, instalada como una paciente y dable abismo. Antes de esa emocionan- tiempo en una saga novelesca.
letal araña, en apariencia inofensiva, en te jornada, en El valle del terror, Holmes
el centro de la tela que ha tejido con pa- resolverá el misterio de la mansión de
ciencia y en la que atrapa a las víctimas Birlstonc, pero la baza final, el largo Cruzada contra el mal
que previamente ha elegido, revela el re- brazo de Moriarty se cobra la pieza que
trato de un criminal moderno. le ha sido encomendada, el valeroso de- Conan Doyle nos presenta en El valle
Pero Sherlock Holmes no cejará en su tective Edwards, que destruyó un impe- del terror un verdadero estudio en Sher-
lucha contra el profesor Moriarty. Im- rio del crimen en el valle de Vermissa. lock. Por vez primera le descubrimos en
placable, obsesionadamente, proseguirá Sólo años más tarde, junto al abismo una faceta desconocida en su profesión
la caza volcando todo su talento y ener- de Reichenbaeh, y aún más tarde cuan- de detective-consultor. Hasta entonces
gías para atraparle. Cuando se inicia la do reaparece Holmes en el escenario Holmes se limitaba a desenredar la ma-
aventura de «El problema final» ha lle- londinense de «La casa vacía» para ten- deja del crimen a requerimiento de la
gado tan cerca del centro de la tela de der otra trampa al lugarteniente de Mo- policía o de clientes particulares. Con su
araña tejida por el profesor, que éste, riarty, el viejo y el cruel shikari, un des- obsesión por Moriarty, Holmes se insta-
amenazando directamente, emprende a viado, vicioso y pervertido personaje la en la cruzada. Señalado el maléfico
su vez la caza del detective. En Londres kiplingniano, el coronel Moran, logrará profesor como el Napoleón del crimen,
se suceden los atentados contra el detec- Holmes ajustar las cuentas que año tras el detective lo toma no sólo como obje-
tive y éste huye para atraer a su adversa- año, crimen tras crimen, le llevaba de tivo personal, sino como una tarea de
rio a una trampa, un deportivo uno con- ventaja el profesor. Tras la desaparición una cierta profilaxis social que sólo a él,
tra uno en el corazón de la civilizada de Moriarty y de sus secuaces, Holmes la policía se ha desentendido perezosa-
mente del asunto, parece in-
cumbirle.
De alguna manera, los dos
primeros capítulos de El va-
lle del terror con Sherlock
Holmes confinado en las ha-
bitaciones de Baker Street y
teniendo como interlocuto-
res-alumnos al fiel Watson
y al inspector Mac Donald
transcurren como una suerte
de master que el detective
imparte sobre el crimen or-
ganizado, Moriarty, el análi-
sis de criptogramas y, en de-
finitiva, de su metodología
deductiva.
Pero cuando la acción, las
malas nuevas que llegan de
§ Birlstone, le obligan a trasla-
<• darse a ese confín de Sussex
no lejos de las fronteras de
Kent, reaparece todo el estilo
| y el aroma de las aventuras
5 rurales de Llolmes y Wat-
y son. El sencillo pero muy
eficaz estilo narrativo de Co-
"- nan Doyle atrapa con pocos
f trazos el paisaje y la historia
z del escenario. Su manera de
presentar el problema de la
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ARTHUR CONAN DOYLE
muerte ocurrida en la casa solariega es la que se organizan las entradas y sali- la lettre, un thriller que se anticipa en
sencillamente magistral. La lectura del das de sospechosos y testigos en el des- treinta años a los relatos y novelas que
capítulo IV, «En tinieblas», produce ver- pacho, escena del crimen, y nuevamen- crearon un género en torno a revistas
dadero deleite. De un lado porque, rara te rara avis, la posibilidad de seguir el míticas como Black Mask, la cuna de
avis, los policías, el inspector de Scot- razonamiento de Holmes, en gran parte Hammet, Cain, Erle Stanley Gadner y
land Yard, Mac Donald, como el policía errado dicho sea de paso, convierten El Chandler. El viaje del camuflado detec-
rural, un personaje que destila humani- valle del terror, en esta su primera par- tive Birdy Edwards a las profundidades
dad por todos sus poros, White Masón, te, en una de los mejores relatos hol- del valle de Vermissa es un descenso a los
no son meros tontos que reciben las pu- mesianos. infiernos tanto como una jornada a un va-
yas de Holmes, sino porque la manera El desenlace es orquestado por Hol- lle minero asolado por la corrupción, la
en que Doyle presenta sin trampa ni mes con su calculado gusto por los efec- brutalidad de los patronos y la ira socie-
cartón los hechos y las pruebas, las sos- tos teatrales. Tras vencer las reticencias taria de los trabajadores, un lugar cegado
pechas, la fina dramaturgia teatral con de los detectives oficiales, Holmes, Wat- por el humo del carbón y en el que el
son y los dos policías se apostan en el amor entre Ettie Shaffter y Edwards, alias
exterior de la mansión. Holmes ha dis- Jack McMurdo, es de una rareza tan es-
puesto una trampa y en la oscuridad ex- calofriante como la ahogada conciencia
terior, rodeados de un vaho frío y hú- del hermano Morris, la brutalidad dis-
medo y con la sola referencia de una pendiosa de McGinty o la maldad de Ted
lámpara colgada en el portalón de entra- Baldwin. Un lugar apartado de Dios y la
da de la casa solariega, aislada por el fo- ley, un lugar de silencio y muerte del
so de agua, la noche, el frío y la tensión que nadie escapa incólume. Edwards se
se apoderan de todos ellos y, como en enamora apasionadamente, traiciona ju-
tantas otras ocasiones, del subyugado ramentos, quebranta lealtades, conforta
lector. La trampa se cierra sobre los su- conciencias extraviadas y se conturba con
puestos culpables y Holmes destapa el la propia en las frías y desoladas horas
triunfo de sus impecables explicaciones. del duermevela. Cuando por fin deba es-
El muerto, John Douglas, sale a la vida capar del valle de Vermissa, de «el valle
y con él el tenebroso pasado de los Bati- del terror», como sucediera a los perso-
dores en el lejano y siniestro valle de najes acosados de «El país de los santos»
Vermissa; pero ésa es ya otra historia... o a los detentadores de «El tesoro de
Agrá» que huyen pero no pueden evadir-
se ni escapar del pasado que los persigue
\ Jiii ilnilhn íyopidaniíe y oscuro implacablemente porque lo llevan con-
sigo; con reminiscencias bíblicas, el pe-
Si Cosecha roja, la extraordinaria regrinaje de Edwards por los campos
novela de Dashiell Hammett, supone la mineros de Pennsylvania prefigura su
lúcida crónica de cómo un hombre, un vagabundeo acosado por los placeres mi-
detective anónimo, inteligente, mani- neros californianos y la campiña inglesa
pulador, ultraprofesional, implacable y de Sussex.
muy duro, limpia una ciudad del Oeste Edwards no sólo huye de la muerte pro-
de Estados Unidos, Personville, acida y metida, sino de alguna manera de una
lúcidamente nombrada como Poisonvi- conciencia inquieta, una conciencia que
lle (Ciudadveneno), «Los Batidores», sabe que ha hecho un trabajo por un fin le-
la segunda parte de El valle del terror gal, pero un trabajo en el que ha debido
es, sin ningún género de dudas, el pre- ensuciarse las manos, un trabajo hecho
cedente directo, la fuente incuestiona- para que mucha gente pueda dormir tran-
ble en la que bebió y se inspiró Ham- quila a cambio de que él mismo no lo ha-
mett. En pocas ocasiones la destreza ga jamás. Cuando el tren se lleva a Birdy
corno narrador, creador de tipos y do- Edwards, alias Jack McMurdo, del valle
minador de la tensión narrativa, y pin- de Vermissa, se lleva también rostros,
tor de atmósferas, cualidades que ador- amenazas y juramentos, unos viajeros que
nan la obra de Conan Doyle brillan con no se apearán hasta que Edwards lo haga
tanto fulgor como lo hacen en estas pá- para la eternidad. •
ginas que parecen estar escritas con pa-
sión, con el corazón ardiendo por lo * Eduardo Torres-Dulce Lifante es crítico de
que cuentan. cine. Este texto suyo figuró como apéndice en El
«Los Batidores» es un thriller avant valle del terror (Anaya, 1998).
ARTHUR C O N A N DOYLE
de Sherlock Holmes
por Juan Manuel Ibeas*
50
CUJÍ 32
Las memorias de Sherlock Holmes
por Juan José Millas*
En 1894 aparecieron recopilados bajo este título once causa de que los cuentos de ciclo holmesiano posean casi to-
cuentos, algunos de los cuales estaban incluidos en Las dos idéntica estructura. Sin embargo, esta repetición, que
aventuras de Sherlock Holmes, publicado dos años antes. podría constituir un defecto, termina a la larga por resultar
Todos ellos tienen en común, además del narrador y del virtuosa. La explicación reside en el hecho de que el lector
protagonista, el hecho de participar de una estructura narra- acaba por habituarse a esa estructura de acuerdo con la cual
tiva semejante. Veamos un poco más extensamente estas discurre la acción de la mayoría de los relatos.
cuestiones. Por lo general, Holmes y Watson están en su apartamen-
to de Baker Street cuando se presenta de improviso un visi-
tante. Otras veces, la función del visitante, que no es otra
Watson, el cronista que la de plantear el caso, la cumple una noticia del perió-
dico, o una carta; las variaciones, en este sentido, son esca-
El doctor Watson, compañero de apartamento y ayudante sas. También se da el caso, en aquellos cuentos cuya acción
de Sherlock Holmes, es al mismo tiempo su cronista oficial. discurre tras la boda de Watson, de que Sherlock Holmes va
Como además él mismo suele participar en las historias que a visitarle a su casa para pedirle su participación en algún
cuenta, no tiene más remedio que escribir estos relatos en nuevo asunto. Vemos, pues, que el punto de partida está pen-
primera persona. Tal punto de vista produce enormes bene- sado de manera tal que el lector, al identificar los lugares de
ficios narrativos ya que Watson puede actuar en la dirección los que parte la narración, se sienta cómodo, seguro y satis-
que más convenga al discurrir de la acción. Así, unas veces fecho por una complicidad cuyas manifestaciones están
aparece casi como un narrador omnisciente, al describir, por siempre implícitas en los arranques.
ejemplo, los estados de ánimo de Holmes, mientras que A partir de ahí, la acción se complica, pero el lector ya sa-
otras su escasa inteligencia sirve para plantear preguntas y be que esa complejidad, consistente en la yuxtaposición de
dudas sobre el suceso que se desarrolla. datos sin ninguna ilación aparente, tiende a resolverse en el
La personalidad de Watson sirve, además, y como se ha cerebro del genial detective, quien finalmente dará las cla-
dicho tantas veces, para poner de relieve las dotes analíticas ves encargadas de dotar de sentido a lo que parecía un cru-
de Holmes. El modelo no es nuevo: procede directamente cigrama imposible. La gran virtud de esta zona final de los
de los cuentos analíticos de Poe, cuyo detective, Auguste relatos es que la explicación es siempre simple y verosímil,
Dupin, tiene también un cronista, en este caso anónimo, cu- dos cualidades difíciles de conjugar en la vida, pero que
ya torpeza realza por contraste la habilidad del detective. plantean más problemas cuando se trata de conjugarlas en la
literatura.
La estructura narrativa
Los temas
La enorme demanda de historias de Sherlock Holmes
mantenía a Conan Doyle bajo una presión constante por par- Resulta sorprendente la facilidad con que Conan Doyle
te de los editores. Como ya sabemos, esta presión acabó con trata todos los asuntos posibles de la ficción policiaca sin al-
la paciencia del escritor, que desde hacía tiempo estaba har- terar apenas el enfoque de orden formal en cada caso. En es-
to de inventar ficciones para alimentar la voraz personalidad te volumen hay al menos tres casos de extorsión, cuatro de
de su detective. En este cansancio, más que en sus limita- robo y dos o tres de asesinato; todos ellos aparecen bajo una
ciones personales como narrador, está sin duda alguna la vestidura formal y semejante y en todos ellos dicha vesti-
dura funciona perfectamente de cara a los fines para los que
fue concebida.
Por eso, el análisis de los temas tiene menos interés, ya
que, en los casos en que éstos flojean, el cuento se mantie-
ne en pie gracias al armazón sobre el que ha sido construi-
do. Merece la pena señalarse, no obstante, la aparición en
dos de esos cuentos («El intérprete griego» y «El problema
final») de un hermano de Sherlock Holmes, Mycroft, que al
final resulta ser un personaje original y atractivo.
Por último, no podemos dejar de señalar que en el último
de los cuentos de este volumen, «El problema final», Sher-
lock Holmes pierde la vida al despeñarse por la catarata de
Reichenbach, en Suiza, mientras pelea con su enemigo mor-
tal, Moriarty. La muerte del genial detective produjo en su
época un escándalo de dimensiones notables. Los editores
de Doyle, y el propio escritor, recibieron miles de cartas que
iban desde el ruego al insulto. Sin embargo, Conan Doyle
tardaría diez años en resucitarle y es que, en verdad, debía
de ser difícil alimentar a un ser como Holmes, sobre todo
porque estaba destinado a alcanzar mayor fama y gloria que
su propio creador.
* Juan José Millas es escritor. Este texto apareció como apéndice en Las
memorias de Sherlock Holmes (Anaya, 1988).
contemplar los alardes deductivos del
detective y el desconcierto de Watson
que jamás falla a la hora de asombrarse
por las facultades de su amigo.
Holmes y Watson: un e q u i p o
invencible
Sobre Holmes, poco podemos decir
que el fiel Watson no haya dicho ya. Un
perfecto caballero Victoriano, orgulloso
de su eficacia —que es un fiel reflejo de
la eficiencia británica—, de costumbres
excéntricas y misántropas, increíble-
mente meticuloso en sus procedimien-
tos pero desastrado en su vida privada,
con un carácter inestable que oscila en-
tre la depresión morbosa y la actividad
febril, momentos estos en los que se
transforma en «la máquina de observar
y razonar más perfecta que ha visto el
mundo».
Holmes se considera a sí mismo «el
tribunal de apelación», al que acuden
los desesperados cuando todas las de-
más vías han fallado. No hace distin-
ción de clases sociales y sirve a su clien-
te con la máxima fidelidad y eficiencia,
sea cual sea la trascendencia del caso.
Porque para Holmes no existen casos
importantes o triviales, ni le impresio-
nan más los grandes crímenes que las
pequeñas faltas; para él sólo existen
problemas lógicos más o menos intere-
santes, y tiene ideas muy concretas al
respecto: «Los problemas interesantes
fable doctor Watson: «Yo he visto y oí- lucirse de nuevo ante el cliente de turno. suelen plantearse en casos intrascenden-
do lo mismo que usted, y aun así no me Y casi en seguida se llega a la traca final, tes, los crímenes más horrendos se co-
explico cómo ha podido llegar a esas en la que Holmes demuestra con increí- meten en el campo, la policía es incapaz
conclusiones». Casi invariablemente, el ble facilidad que el impenetrable miste- de ver más allá de sus narices, etc.»
autor consigue el objetivo que se propo- rio no era más que «un curioso proble- Un aspecto inquietante de Holmes es
nía: el fascinado lector sonríe con ad- milla». La fórmula es perfecta, y a ella su megalomanía, que puede adoptar for-
miración y pasa rápidamente la página, se debió el éxito del personaje. Cual- mas inofensivas, como cuando discute
ávido de nuevas exhibiciones. quier lector moderno puede dar fe de amigablemente con Watson, pero que re-
Resulta evidente que este efecto es que continúa funcionando. sulta más preocupante cuando el detec-
más fácil de conseguir y de mantener en Comparsas aparte, en los relatos in- tive se erige en administrador de la jus-
una serie de cuentos que en una novela tervienen cuatro personajes principa- ticia. Su actitud en estos casos puede
larga. En la novela habría que realizar les: Holmes, Watson. el cliente perple- variar desde la tajante orden dada a Wat-
una exhibición al principio y al final de jo y el villano habilidoso. El cliente son de «no vacile en abatirlos a tiros»,
cada capítulo, lo cual, de ser posible, re- aparece al principio, expone sus apuros hasta su decisión de dejar libres a ladro-
sultaría repetitivo y monótono. En los y muchas veces desaparece sin dejar nes y asesinos confesos. Este desprecio
cuentos, este inconveniente desaparece: huella. El villano puede no llegar si- por la justicia oficial se disfraza a veces
las conversaciones de Holmes con Wat- quiera a aparecer en persona. Al públi- de humildad —«¿Quién soy yo para de-
son al principio de cada episodio son re- co le tiene sin cuidado, mientras Sher- cidir?»—, pero está claro que decide sin
cibidas con deleite por el lector, cuyo lock Holmes se mueva a lo largo de la vacilar, consciente de su superioridad
entusiasmo aumenta al ver a Holmes línea que los conecta. Lo que desea es sobre la masa y sobre las instituciones.
El regreso de Sherlock Holmes
por Juan Tébar*
Holmes regresa en este libro sin Moriarty, su mayor rival, tiene la bicicleta un papel importante, como en el anterior
muerto en «El problema final». Holmes no se mató enton- —titulado precisamente «La aventura de la ciclista solita-
ces. Ha vuelto y, para mayor comodidad, su camarada Wat- ria»—, y lo subrayamos porque nos parece un elemento tan
son, que ha enviudado, está libre. Ambos pueden reanudar representativo de la época como cualquiera de los magnífi-
sus aventuras, y Watson las cuenta para la posteridad, que cos decorados, o elementos de atrezzo usados por Billy Wil-
todavía nos alcanza. Aún durará muchos años la alargadísi- der en la que consideramos mejor versión cinematográfica
ma sombra del detective inmortal. Y no nos referimos sólo del personaje. Se trata de La vida privada de Sherloek Hol-
a los libros que todavía escribiría Conan Doyle con Holmes mes (1969), deliciosa reconstrucción romántica del escena-
de protagonista, sino la fama e influencia del personaje que rio y el espíritu del mito holmesiano por un austro-húngaro
ha de vivir más que su autor y que explotarán todos sus he- criado en Viena y afincado en Hollywood. No sigue el ar-
rederos, colegas e imitadores habidos y por haber. gumento de ninguna historia publicada por Conan Doyle. si-
n o — e n la mejor tradición del pastiche sherlockia.no (así di-
cen los americanos, holmesianos los ingleses)— resucita un
supuesto documento inédito que Watson guardó en una ca-
Sin el malvado Moriarty ja fuerte y es rescatado muchos años después por un nieto
del doctor. El guión es del excelente I.A.L. Diamond y del
Repasemos algunos de los cuentos en que Watson relata propio Wilder. Posteriormente escribieron una novela los
los casos que ocuparon sus vidas tras esta reaparición de holmesianos Michael y Molly Harkwick. Entre las muchas
Sherlock Holmes. perfecciones de la ambientación, hay planos de viajes en
La sombra del fallecido Moriarty es protagonista en el tren que reproducen con original inspiración los dibujos
primer relato «La aventura de la casa vacía», donde Hol- Sidney Paget.
mes cuenta lo que ocurrió en las cataratas de Reichenbach,
y el malo del cuento no es sino un heredero del profesor,
que — p o r supuesto— no está a la altura del maestro. La
equivalencia con Holmes y sus imitadores es evidente. Holmes y sus honorarios
«La aventura del constructor de Norwood» arranca, pre-
cisamente, con la referencia al añorado delincuente: «Des- Ultima referencia, y sabrosa, que extraemos de «La aven-
de el punto de vista del experto criminalista —dijo Sher- tura del colegio Priory», y del siguiente relato. «La aventu-
lock Holmes—, Londres se ha convertido en una ciudad ra de Peter el Negro»: Holmes generalmente no parece in-
particularmente aburrida desde la muerte del llorado pro- teresado económicamente. ¿De qué vive el héroe? ¿Es rico
fesor Moriarty». y por eso no hace alusión frecuente al dinero? Quizá sea tan
Sin embargo, estos tiempos sin Moriarty, sin sus huellas desinteresado que se olvida de las necesidades materiales,
como «el ligero temblor en los bordes de la telaraña [que] pero las imposiciones de tales necesidades caerían sobre él,
nos recuerda la existencia de la repugnante araña», no fue- por mucho que las ignorase... Hay quien supone que era
ron tan anodinos. Y Holmes puede divertirse con falsas pis- Watson quien ponía el dinero cuando la minuta del detecti-
tas, como la de la huella del pulgar, anticipándose a sistemas ve no bastaba a la supervivencia. Es más lógico pensar que
de detección no muy honestos: el de amañar, por ejemplo, Mycroft, el bien situado hermano, ayudase a soportar el sta-
pruebas artificiales para cazar a quien se sabe que es el cul- tus de caballero que Holmes mantenía, austero pero siempre
pable. El mismo estilo de ese malvado policía que, muchos digno gentleman... El caso es que en la citada aventura del
años después, interpretaría Orson Welles en Sed ele mal colegio se guarda, encantado, un buen cheque. Y no sabe-
(1957), sin sospechar la tradición de su mala costumbre. mos si lo comparte con Watson, que realmente ha ayudado
En «La aventura de los monigotes» hay todo un alfabeto bastante... Nos asalta la duda: ¿es realmente un avaro, cobra
en clave con peculiares dibujos: fortunas —merecidas, no lo discutiremos— y no las com-
parte...? Tal duda al final de este relato deja una mala im-
presión que el cronista tendrá que disipar... Y en efecto, se-
rá el propio Watson (incondicional entrañable) quien, al
comienzo de ... Peter el Negro eche un capote a su amigo
respecto al tema crematístico. Era el año 1895 y Holmes ha-
bía alcanzado tal fama que, en buena lógica, sus tarifas de-
berían ser ya muy elevadas: «... Sin embargo, Holmes. co-
SIDNEY PAGET, «LA AVENTURA DE LOS MONIGOTES.. EN EL REGRESO DE SHERLOCK mo todos los grandes artistas, vivía para su arte y, excepto
HOLMES. ANAYA, 1992.
en el caso del duque de Holdernesse, casi nunca le vi pedir
un pago importante por sus inestimables servicios. Era tan
poco materialista — o tan caprichoso— que con frecuencia
se negaba a ayudar a los ricos y poderosos cuando su pro-
En la novela policiaca será típico insertar dibujos, planos, blema no le resultaba interesante, mientras que dedicaba se-
jeroglíficos, como los mapas del tesoro en las aventuras de manas de intensa concentración a los asuntos de cualquier
piratas. ¿Qué buen aficionado no recuerda planos de habi- humilde cliente cuyo caso presentara aquellos aspectos ex-
taciones cerradas, diseños de pisadas en planta alzada de traños y dramáticos que excitaban su imaginación y ponían
jardines, muestras de cartas en clave y demás adornos grá- a prueba su ingenio».
ficos de la aventura intelectual de descifrar un asesinato?
Todo eso estaba en Holmes, como tantas otras cosas. Véa-
se, por ejemplo, el plano de otro relato, «La aventura del co- '''Juan Tébar es escritor. Este articulo apareció como apéndice en El re-
legio Priory», que casi es un mapa militar. En este cuento greso tic Sherlock Holmes (Anaya. 1992).
ARTHUR CONAN DOYLE
El mundo perdido
por José Agustín Mahieu"
CUJÍ 32
ARTHUR CONAN DOYLE
Dentro de ese extenso bloque de no- derna: escéptico, brillante analista, des- ¿no constituye por sí misma la más
velas y relatos hay sectores muy diver- cubridor de nuevos campos para la in- grande de todas las aspiraciones huma-
sos. La novela histórica fue su género vestigación. El autor lo dota también con nas?». Y sin embargo, ya despunta en el
predilecto, pero oscurecido por su éxito rasgos excéntricos y originales: es un po- autor una preocupación metafísica:
policiaco. Ya se han citado algunas de lemista temible, de carácter irascible y «No, Summerlec, no acepto su materia-
ellas, como Michael Clarke (1889), La orgullo inconmensurable, con caracterís- lismo —dice Challenger a su amigo y
guardia blanca (1891) y Las hazañas ticas físicas impresionantes; «un cerebro rival científico en El mundo perdido—,
del Brigadier Gerard (1896), que se de- superdotado en un cuerpo de hombre de porque yo al menos soy una cosa dema-
sarrolla en el marco de las guerras na- las cavernas». siado magnífica para diluirme en sim-
poleónicas, un tema que fascinaba al au- El ciclo de novelas y relatos que tie- ples elementos físicos, en un puñado de
tor. Rodney Stone (1896), una novela nen como protagonista al profesor Cha- sales diversas y en tres cubos de agua.
que generalmente se incluye entre sus llenger pertenece al género de aventuras, Aquí..., aquí — y al decirlo se golpeó la
obras históricas, pero que más bien es en pureza, con matices que participan de voluminosa cabeza con el puño enorme
un cuadro vivido y fascinante de la In- la literatura fantástica y la anticipación y velludo— hay algo que se sirve de la
glaterra previctoriana, con especial aten- científica. A m b o s sectores habían sido materia, pero que no es la materia. Algo
ción al boxeo, que describe en sus co- explotados por Ridder Haggard {Ella y que es capaz de aniquilar a la muerte,
mienzos con notabilísima penetración. Ayesha) y por H.G. Wells con su Gue- pero a lo que la muerte no podrá ani-
Todas estas extensas narraciones tienen rra de los Mundos. Pero Conan Doyle quilar jamás.»
un estilo decididamente decimonónico, no se apoya en la fama nostálgica y El mundo perdido se plantea la su-
en los moldes de la gran novela victoria- medieval, que daría lugar, décadas más pervivencia de especies prehistóricas
na fijada por Dickens. tarde, a la tendencia «Sword and Sor- en el m u n d o actual (algo que imitarán
Conan Doyle practicó el ensayo his- cery» (la fantasía heroica) ni en la más tarde muchas películas, como King
tórico-político, como en La gran gue- ciencia-ficción o — d i c h o con más pro- Kong) con la hipótesis de que han ha-
rra bóer (1900) y llevó a la novela su p i e d a d — la anticipación científica. llado un medio favorable dentro de una
defensa de la presencia inglesa en Áfri- Conan Doyle concibe una serie de re- comarca aislada del resto de la Tierra.
ca con La tragedia del Korosko. Pero latos donde la pura aventura se combi- Dos escenarios alternan en su historia:
aún m e n o s conocida es su incursión en na con una hipótesis fantástica pero la gran ciudad civilizada, animado cen-
el teatro: The Slory Waterloo {La histo- científicamente convincente. tro del primer acto de la aventura, a par-
ria de Waterloo) (1900), que antes se tir de la irónica y vivaz escena de la
llamó Stranggler of«15» (Un rezagado asamblea científica, donde el profesor
del «15») era una incursión en el tema Pura aventura con hipótesis C h a l l e n g e r lanza su desafío a los cs-
que lo apasionaba: las guerras napoleó- fantástica cépticos colegas; luego la expedición
nicas. Ya nadie la recuerda, pero en su que debe probar sus afirmaciones, que
época significó uno de los mayores éxi- La primera obra de esta serie es la que se desarrolla en el marco grandioso de
tos para el legendario actor Sir Henry nos ocupa El mundo perdido. La atmós- las selvas amazónicas y que conducirá
Irving. fera (zona) envenenada, Cuando la tie- a los héroes a una tierra ignota y ais-
Junto a esa producción de literatura rra lanzó alaridos y La máquina desin- lada. La maestría de la introducción,
«seria» y un poco solemne, Conan Doy- tegradora (relatos cada vez más breves, atravesada por el h u m o r ácido de las
le practicó, además de sus famosos rela- el último con la extensión de un cuento) p o l é m i c a s entre h o m b r e s de ciencia,
tos policiacos, el cuento de misterio y te- continúan la saga del profesor Challen- corre pareja con la capacidad del autor
rror (tan tradicional en la literatura ger con una inventiva feliz y un perso- para ir fijando los vividos rasgos de
inglesa) y una serie de novelas de fic- naje tan atractivo y vigoroso que podría sus personajes.
ción científica y aventura, que es la que haber rivalizado con el sutil Sherlock El centro es el profesor Challenger,
nos interesa especialmente aquí, porque Holmes, si no fuese porque el autor lo paradigma del científico que une la vi-
dentro de esa gama de historias se desta- condujo (en El país de las nieblas) a un sión teórica y la experimentación direc-
ca El mundo perdido, como una verda- plano más esotérico, más cercano al en- ta. Conan Doyle lo dibuja en forma algo
dera obra maestra del género. sayo que a la novela, sin duda contra- sardónica: el sabio moderno, universal,
En esta novela (publicada en 1912) se dictorio con la personalidad progresiva cima de la cultura civilizada, está dotado
inicia una especie de «saga» dedicada a y cientificista del sabio antropólogo. de una envoltura casi grotesca, semejan-
un nuevo personaje, el profesor Challcn- C o m o testimonio de la orientación del te a un homínido prehistórico... A la des-
guer, quizás imaginado por Conan Doy- personaje, Conan Doyle pone en sus la- mesura física, el autor añade una arro-
le para borrar o suplantar a este fastidio- bios estas palabras definitorias: «La lladura potencia mental y un orgullo
so e invasor Sherlock Holmes, que ciencia persigue el conocimiento. Nos también gigantesco; un carácter flamí-
tantas veces trató de eliminar de su tra- lleve donde nos Heve, nosotros debemos gero capaz de estallar ante la menor pro-
bajo literario. El pintoresco y j o c u n d o ir en su busca. El saber de una vez para vocación de los pigmeos intelectuales
Challenger es la encarnación del cientí- siempre lo que nosotros somos, por qué que según él lo rodean. Su mayor ira
fico descubridor y audaz de la era mo- existimos y dónde nos encontramos, suele descargarse sobre los periodistas.
56
C LUÍ 32
A esta figura, Conan Doyle opone, en escéptico; descree de todas las teorías ción. Uno de ellos es Lord John Roxton,
efectiva y humorística dinámica narrati- del rabelesiano y visionario Challenger. el casi tópico caballero británico: .sport-
va, el profesor Summerlee, su opositor Dos personajes completamente distin- man, cazador, rico y refinado, adicto a
científico. Summerlee es magro, triste y tos sirven de sabio balance de la narra- las más azarosas aventuras. Edward D.
Malone completa el cuarteto y asume el
papel de relator. Es periodista, joven e
irlandés, dotado de cierta ingenua y sen-
cilla dosis de romanticismo, junto a un
discreto buen sentido. Se asemeja un po-
co al doctor Watson y. como él, se apli-
ca a reflejar las aventuras de sus brillan-
tes compañeros.
La prodigiosa odisea entre las fieras
monstruosas y los increíbles peligros
que los acecharán en la misteriosa me-
seta prehistórica, culmina en el regreso a
r Áá la civilización... Una nueva y tumultuo-
sa asamblea científica asistirá a la sor-
presa final que les reserva Challenger
para probar sus fantásticas tesis. Enton-
ces puede comprobarse que la amena y
regocijante narración, aparentemente
sencilla, tiene una estructura infalible y
perfectamente afinada: las dos grandes
asambleas, de polémicas y combates
dialécticos entre sabios y público, sirven
de ejes a la prodigiosa aventura del mun-
do perdido.
Setenta años después de su aparición,
El mundo perdido crece ventajosamente
después de un largo olvido. La aventura
es su signo fundamental, acompañada
de una sutil reflexión humana que no pe-
sa sobre su acción incesante c imagina-
tiva, que lleva al lector a devorar sus pá-
ginas hasta el final. El humor es otra de
sus constantes, animando cada episodio
amable o terrorífico. Como todas las
obras realmente originales, El mundo
perdido supera el encasillamiento de los
géneros y las modas, y por eso puede
subyugar de nuevo a toda clase de lecto-
res: jóvenes y maduros, sofisticados o
sencillos. El mismo autor definía en
cuatro versos su simple y perdurable fi-
losofía artística:
La zona envenenada
por Nuria Hernández de Lorenzo*
n La zona envenenada, los cuatro guida de una muerte universal e indolo- verdad... Entonces se desata su pérfido
— personajes de El mundo perdido ra. Sin embargo, gracias a la previsión sarcasmo, su violenta furia, que adquie-
vuelven a reunirse para celebrar el ani- del profesor, ellos consiguen sobrevivir re dimensiones próximas a la justa ira de
versario de su asombrosa aventura en unas horas más en una habitación sella- un dios, porque él deja de ser él para
Maple White. Los compañeros del pro- da e hiperoxigenada. Convertidos en la convertirse en emisario y defensor acé-
fesor Challenger no sospechan los extra- retaguardia de la humanidad, esperan la rrimo de la verdad.
ordinarios acontecimientos que se aveci- muerte en agradable camaradería, sin En contraste, Lord John tiene la sorna
nan: la Tierra ha entrado en una zona dejarse llevar de la desesperación, mien- zumbona y la indiferencia de quien ha
envenenada del éter, y en cuestión de po- tras Summerlee, materialista convenci- visto el mundo y ha aprendido a base de
cas horas toda la vida humana y animal do, y Challenger, defensor de la inmor- vivir que no hay teoría comparable a la
del planeta habrá sucumbido a la intoxi- talidad de su espíritu, se enzarzan en sus habilidad para desenvolverse. Es el espí-
cación, cuyos primeros síntomas se han habituales discusiones científicas y me- ritu pragmático en contraposición con la
manifestado en una locura colectiva se- tafísicas. Pero a nuestros personajes les lucubración, mientras que Summerlee
espera una nueva sorpresa cuando des- representa el espíritu dogmático en per-
cubren que la Tierra ha vuelto a la nor- petuo conflicto con lo que Challenger
malidad y ellos son los únicos seres hu- tiene de innovador y de clarividente. En
manos vivos en un mundo arrasado en el esta mezcla explosiva surgen situaciones
que sólo perviven las formas de vida ve- divertidas, diálogos cargados de veneno-
getal. Entonces harán un alucinante via- so ingenio, todo ello relatado por la plu-
je por un Londres silencioso y sembrado ma del joven inexperto que mira a su al-
de cadáveres en el que tendrán la opor- rededor con los ojos de la inteligencia
tunidad de reflexionar sobre la igualdad muy abiertos, y que registra los aconte-
de todos los seres ante la muerte y la fu- cimientos con la objetividad del perio-
tilidad de la vanidad humana. Cuando dista. Doyle tiene un poco de todos, y en
todo parece perdido, en un instante se ellos se desdobla. De ahí la fuerza y la
produce el inesperado desenlace: de pron- veracidad de la narración, en la que se
to el gigantesco reloj de la vida vuelve a conjugan la fantasía, la aventura, el hu-
ponerse en marcha. En realidad, la hu- mor y las sutiles reflexiones filosóficas
manidad había estado sumida en un pro- supeditadas a un mensaje moral: el ser
fundo sueño del que despierta más cons- humano debe aprender la lección de hu-
ciente de su condición efímera y de su mildad y, consciente de su insignifican-
papel insignificante y aleatorio en el de- cia frente a la grandeza del universo,
venir del tiempo. aprovechar las cosas hermosas y buenas,
cultivando el conocimiento y la solidari-
dad en lugar de desperdiciar su vida en
inútiles placeres.
Fantasía, humor y reflexiones
filosóficas
El profesor Challenger vive para y por Dos cuentos de ciencia-ficción
la ciencia; todos los defectos hiperbóli-
cos de su carácter son hijos de su entu- Cuando la Tierra lanzó alaridos y La
siasmo por la apasionante búsqueda de máquina desintegradora son dos cuen-
la verdad. La ciencia lo es todo, y pobres tos cortos que entran de lleno en el
de aquellos que se nieguen a tomar inte- campo de la ciencia-ficción. En ellos
rés o que prefieran permanecer en la ig- intervienen solamente dos de los perso-
norancia cuando él les brinda la luz de la najes de los anteriores relatos: el profe-
58
CUJÍ 32
bada, lanzará el aullido más potente ja-
más conocido en la historia de la hu-
manidad.
La máquina desintegración!, por su
parte, es un cuento que refleja las in-
quietudes de una época marcada por la
reciente guerra mundial y por las tensio-
nes internacionales. Nos demuestra que
no todos los científicos tienen la buena
fe del profesor Challenger. Hay otros,
como el profesor Nemor, que no vacilan
en poner sus descubrimientos al servi-
cio de fuerzas mortíferas para después
venderlos al mejor postor, sin cuidarse
lo más mínimo de las nefastas conse-
cuencias que puedan producirse. En es-
te caso se trata de una máquina capaz
de desintegrar cualquier cosa situada
entre dos polos, sin importar la exten-
sión. Semejante arma puede aniquilar
ejércitos enteros, por lo que convertiría
a su poseedor en el dueño del mundo.
Afortunadamente, Challenger tiene la
oportunidad de intervenir, y gracias a su
simpático ingenio, no exento de gracia,
logrará eliminar para siempre la amena-
za. El orden se habrá restablecido, y por
una vez, la ciencia y el bien de la huma-
nidad habrán prevalecido sobre otros in-
tereses.
El mundo deshumanizado en el que
vivimos tiene mucho que aprender del
entusiasmo y la justa intransigencia del
profesor Challenger, que probablemente
en nuestra época no habría dado abasto
para echar de su casa a tantos pillos y
oportunistas como pululan por ahí. En
nuestros días, Challenger habría sido
quizás un defensor de la naturaleza, o
premio Nobel, y se habría cansado de
repetir sus eternas palabras: «¡Fuera, ca-
ballero, fuera! —gritó de mal humor—.
Eleve su mente por encima de las bajas
necesidades mercantiles y utilitarias del
comercio. Sacúdase sus viles criterios
BLANCA ORTEGA, LA ZONA ENVENENADA, ANAYA, 1994 comerciales. La ciencia busca el conoci-
miento. Debemos seguir persiguiéndolo
sin importarnos dónde nos conduzca.
Saber de una vez por todas lo que so-
sor Challenger y el joven Malone. El pri- see una dura corteza exterior que la re- mos, por qué somos, dónde estamos, ¿no
mero de ellos es el relato de una nueva y cubre protegiendo sus sensibles órganos le parece de por sí la más grande de las
disparatada aventura científica del pro- vitales. Para demostrar tan extravagante aspiraciones humanas? ¡Fuera caballe-
fesor, que siempre, movido por su ansia teoría y conseguir que la Tierra se entere ro, fuera!». •
de perseguir la verdad allí donde se en- de su existencia, llegará al colmo de la
cuentre, se empeña en demostrar que la impertinencia: perforará la corteza te- * Nuria Hernández de Lorenzo es autora de es-
Tierra es una entidad viva dotada de or- rrestre con el propósito de estimular su te artículo se publicó como apéndice en La zona
ganismo que, al igual que los erizos, po- zona sensible. La madre Tierra, pertur- envenenada (Anaya, 1994 ).
ARTHUR CONAN DOYLE
La biblioteca
Sherlock Holmes
por Emilio Pascual*
Cajón de sastre
Siempre he sentido curiosidad por los
libros que se alojaban en la biblioteca de
Sherlock Holmes. No hay muchos datos
sobre ella, aunque de algún lugar sal-
drían los que abarrotaron el desván de su
casita, en las tierras bajas de Sussex,
donde Holmes se había retirado, lejos
del mundanal ruido, para dedicarse por
completo al sosegado contacto con la
naturaleza y a estudiar la vida de las abe-
jas. Entre éstos estaba Al aire libre de
J.G. Wood: era «un pequeño volumen de
color chocolate y plata». Un buen nú-
mero de ellos procedía sin duda de aquel
«montón de libros de consulta» que hu-
bo en algún rincón del 221 B de Baker
Street, entre los que podemos catalogar
«el primer volumen de una Geografía
que estaba publicándose por tomos» y
una Enciclopedia Americana.
De algunos ha quedado memoria, per-
tenecieran o no al mismo montón. Así, el
De hire ínter gentes (Lieja, 1642), un
ejemplar en latín que había pertenecido
al «divino inglés». William Whitc, más
conocido por el seudónimo de Guliel-
mus Phalerius. Lo había adquirido en un
puesto de libros de lance. En una taba- tánico. Conocía La dinámica de un aste- bahía de Poldhu, en el extremo más
quería de Birlstonc, en el condado de roide, del profesor James Moriarty, aun- apartado de la península de Cornualles.
Sussex, compró por un penique una su- que no consta que estuviera en su bi- Cuenta Watson que «el antiguo idioma
gerente historia de la casa solariega de blioteca. Tampoco sabemos si llegaron a de Cornualles había despertado su inte-
Biiistone. Allí estaba también El marti- la biblioteca El origen del culto a los ár- rés y se le metió en la cabeza la idea de
rio del hombre, de William Winwood boles, un Catulo, Aves de Inglaterra, La que estaba emparentado con el caldeo y
Reade. que Holmes lo consideraba «uno guerra santa y otros ejemplares raros que derivaba en gran parte del lenguaje
de los libros más interesantes jamás es- que pasaron por sus manos al socaire de de los traficantes de estaño fenicios».
critos», y un Petrarca de bolsillo que lo su disfraz de librero. Tuvo bajo su lupa Con tal objeto —puntualiza Watson—
acompañó en alguna de sus correrías. Es un palimpsesto, aunque su interés resul- «había recibido un cargamento de libros
seguro que hubo también un ejemplar de tó ser tan relativo como la contabilidad de filología».
la Vie de Bohéme, de Henri Murger, y de una abadía de la segunda mitad del si- Estamos ante una de esas brillantes
otro de relatos de Clark Russell, si bien glo xv. paradojas que no hubiera desdeñado el
no está comprobado que pertenecieran a En la primavera de 1897. con motivo socarrón de Chesterton. Tras su primer
Holmes. También conocía El viidúy las de una cura de reposo ordenada por el examen, indudablemente imperfecto, el
''eligiones africanas, de Eckcrmann, pe- doctor Moore Agar, Sherlock Holmes doctor Watson juzgó que los conocimien-
ro lo leyó en la biblioteca del Museo Bri- habitó una casita de campo cerca de la tos de Holmes en materia de literatura, f i-
61
CLIJT32
ARTHUR CONAN DOYLE
Boileau1' y una línea de una carta de fue un artículo titulado El libro de la vi-
Flaubert a George Sand/ También había da, en el que exponía sus contundentes
leído —y recordaba— «una cosa muy puntos de vista sobre la observación, la
curiosa pero muy profunda» de Jean- deducción y el análisis. No dudaba que se
Paul: que la principal prueba de la gran- pudiera «inferir de una gota de agua la
deza del hombre está en su capacidad de posibilidad de la existencia de un Océano
percibir su propia pequenez. Quizás el Atlántico o de un Niágara sin necesidad
doctor Watson olvidaba que Holmes es- de haberlos visto u oído hablar de ellos».
tuvo dos años como mínimo 8 en la Uni- Y, aunque se había propuesto dedicar sus
versidad. Y si atribuyó indebidamente a años de decadencia a componer «un libro
Richard Baxter unas palabras de Brad- de texto» que compendiara «en un solo
ford, ¿quién no ha colocado en Hamlet a volumen todo el arte de la investigación»,
Mercucío alguna vez? no hay noticia de que sistematizara nun-
ca el material acumulado en sus archivos.
Lo que sí escribió al final de su vida,
Autor de curiosas monografías mientras «vivía como un ermitaño con
sus abejas y sus libros en una pequeña
Su tarea como escritor no es abundan- granja del Sur», fue un Manual práctico
te pero tampoco desdeñable. El mismo del apicultor, con algunos comentarios
se confesó «culpable de varias mono- acerca de la separación de la reina, la
grafías, todas ellas sobre temas téc- «obra magna» de sus últimos años. Entre
nicos». Una de ellas, intitulada De las estos dos escritos puede razonablemente
diferencias entre las cenizas de los di- situarse su vida pública.
versos tabacos, es un minucioso pron-
tuario en el que se citan «ciento cua-
renta clases de cigarros, cigarrillos y El mejor de los h o m b r e s
tabacos de pipa, con láminas en color,
que ilustran las diferencias entre sus ce- Podía fumar varias pipas seguidas, to-
nizas». Al mismo género pertenece una mar rapé, morfina y cocaína. En un
«sobre las huellas de las pisadas, con al- apretado análisis, el Dr. Watson lo cata-
gunos comentarios acerca del empleo de logó como «violinista, boxeador, esgri-
escayola para conservar las impresio- midor, abogado y autoenvenenador a ba-
nes»,' y otra «sobre la influencia de los se de tabaco y cocaína», además de «uno
oficios en la forma de las manos, con li- de los hombres más desordenados del
tografías de manos de pizarreros, mari- mundo».'" Es cierto que en algún mo-
NAJAIIA SENMARTI, ESTUDIO EN
ESCAR1A1A. BKL'GUERA, ! 784
neros, cortadores de corcho, cajistas de mento matiza este dibujo apresurado,
imprenta, tejedores y talladores de dia- elogiando su austeridad" y precisando
losofía y astronomía eran nulos, pero ello mantes». Hay una más sobre la datación que «el uso ocasional de la cocaína» era
no le impidió saber de la existencia de los de documentos manuscritos e incluso al- su modo de protestar contra «la monoto-
Grimm, hablar de Gcorge Meredith, acu- guna vez pensó seriamente en escribir nía de la existencia». Con todo, ni el
dir a los libros de Samuel —aunque cier- una monografía sobre el humor de los propio Holmes se recataba de confesar
ta coquetería deductiva lo indujera a pre- perros para deducir el de sus amos, y su impresión de que «habría podido ser
sumir de que sus «conocimientos bíblicos otra sobre el arte de fingirse enfermo. un delincuente muy eficaz». Era capaz
estaban un poco oxidados»— o disertar No consta que lo hiciera. En Montpellier de distinguir setenta y cinco perfumes
sobre los autos sacramentales. realizó una investigación sobre los deri- diferentes, hazaña quizá sólo superada
Quizá no fuera tan buen matemático vados del alquitrán de carbón, aunque por Grenouille. l: Además de tocar el vio-
como el profesor Moriarty, pero una no tenemos la certeza de que se plasma- lín, fue «un compositor de méritos fuera
sencilla operación de geometría práctica ra en una monografía. Tampoco sobre de lo común». (Siempre me ha sorpren-
le ayudó a descifrar el misterio de un an- una materia tan poco «práctica» como la dido cómo unas manos capaces de inter-
tiguo manuscrito. Supo retener en la me- música de la Edad Media, objeto al que pretar a Paganini pudieron dedicarse al-
moria un verso de Antonio y Cleopatra y algún tiempo anduvo aficionado. Sí es- guna vez al boxeo y hacer de su dueño
otro de la segunda parte de Enrique VI,2 cribió una sobre los motetes polifónicos «uno de los mejores boxeadores de su
una sentencia de Fausto y un epigrama de Orlando di Lasso, que fue publicada peso». Misterios de la naturaleza.) Ha-
«del viejo Goethe»,' un aforismo de Tá- para distribuirse en círculos privados y bía adquirido por 55 chelines un Stradi-
cito,4 un proverbio persa atribuido a Ha- aun parece que «constituye la última pa- varius —«que valía por lo menos qui-
fiz con cierta ligereza, una máxima de labra sobre el tema». nientas guineas»— en la tienda de un
La Rochefoucauld,5 un alejandrino de El primer escrito de que se tiene noticia judío de Tottenham Court Road. l! Nadie
ce is he arm, that hath his quarrel just» (II parte
de Enrique VI. acto III, escena 2", 233).
3. «Wir sind gewohnt, dafi die Menschen verhóh-
nen, Was sie nicht verstehn» (Fausto, 1" parte,
vv. 1205-1206). «Schadc. daB die Natur nur einen
Menschen atis dir schuf, Dcnn ztim würdigen
Mann war und znm Schclmen der Stoff» (Xe-
nien, 7). Conviene advertir que ambos textos fue-
ron recitados en su lengua original. F,l propio
Sherlock Holmes sostenía que, a pesar de su fal-
ta de musicalidad, «el alemán es el más expresivo
de los idiomas».
4. «Omne ignotum pro magnifico» (Agrícola,
30, 3).
5. «II n'y a pas des sots si incommodes que ecux
qui ont de l'csprit» (Máximas morales, 45 I).
6. «Un sot trouve toujours un plus sot qui ['admi-
re» (Artpoétique I, 232).
7. «L'homme c'est ricn, l'ocuvre c'cst tout» (di-
ciembre de 1875).
8. «Como mínimo», en efecto, pues si sólo estu-
vo dos años, ¿por que le dice a Watson que «du-
rante mis últimos años en la Universidad se habló
allí mucho de mí y de mis métodos»?
9. Es posible que contuviera un apéndice sobre
las huellas de ios neumáticos de bicicleta, pues
era capaz de reconocer cuarenta y dos huellas di-
ferentes.
10. Watson llegó a describirlo como «una perso-
na que guardaba los puros en el cubo del carbón,
el tabaco en las babuchas persas y clavaba con un
cuchillo la correspondencia sin contestar en la re-
pisa de madera de la chimenea». Y añade: «Siem-
pre he mantenido que practicar con el revólver
debía ser, claramente, un deporte exterior; de mo-
do que, cuando Holmes, en uno de sus extraños
estados de humor, se sentaba en una butaca, em-
puñaba su revólver y con un centenar de cartu-
chos Boxcr se dedicaba a agujerear la pared de
enfrente con un patriótico Vfictoria] R[egina] a
modo de decoración, no podía menos de pensar
que ni la atmósfera ni el aspecto de nuestro cuar-
to salían beneficiados».
11. En una ocasión le oímos decir: «Una hogaza
de pan y un cuello limpio: ¿Qué más necesita un
hombre?».
12. Jean-Baptiste Grcnouillc (1738-1767) «a los
duda que supiera tocar la barcarola de justo». El Dr. Watson, acaso rememo- seis años ya había captado por completo su en-
torno mediante el olfato. No había ningún obje-
Los cuentos de Hojfmann,''' pero la que rando a Sócrates, concluyó «El proble- to, ningún lugar, ninguna persona, ninguna pie-
se oyó en Baker Street cierta tarde de un ma final» con una evocación de Sher- dra,ningún árbol, arbusto o empalizada, ningún
día de verano no brotó del violín de Hol- Iock Holmes «como el mejor y el más rincón, por pequeño que fuese, que no conociera,
reconociera y retuviera en su memoria olfativa-
mes, sino de un gramófono, «invento ex- inteligente de los hombres que hubiera mente, con su identidad respectiva. Había reuni-
traordinario». Admiraba a Wilma Nor- conocido». ¿Pensó alguna vez Holmes do y tenía a su disposición diez mil, cien mil aro-
man-Neruda y sobre todo a Sarasate. que en su caso la inteligencia, como la mas específicos, todos con tanta claridad, que no
Conoció a Charlie Peace, virtuoso del vio- bondad o las rosas, le había sido otorga- sólo se acordaba de ellos cuando volvía a olerlos.
sino que los olía realmente cuando los recorda-
lín como del crimen. Oyó al tenor Jean de da por añadidura? • ba...». Sólo ha habido otro caso parecido de me-
Reszke en Les Huguenots. Acaso le rozó moria general: el de Ireneo Funes (1868-1899).
el amor, y hay razones para creer que * Emilio Pascual es escritor y editor. Este texto estricto contemporáneo de Holmes. Como todo
forma parte Del Libro de las bibliotecas imagi- el mundo sabe, «Funes no sólo recordaba cada
guardó una fotografía de Irene Adler —la narias, inédito. hoja de cada árbol de cada monte, sino cada tina
mujer— hasta su muerte: en todo caso de las veces que la había percibido o imaginado».
llegó tarde, como había llegado tarde a Notas 13. El violín de Flotares, si no resulta apócrifo el
una ópera de Wagner. 1. No obstante, el joven Stamford ponderaba su manuscrito del Dr. Watson recientemente descu-
Platón acaba su Fedón refiriéndose a pasión por «lo concreto y exacto en materia de bierto entre los papeles de la señora Hudson, aca-
conocimientos». bó en la Fundación Rockefeller, y sólo Jascha
Sócrates como «el mejor hombre de 2. «That age doth not wither ñor custom stale my Fleifctz fue digno de tocar con él.
cuantos hemos conocido y, muy desta- infinite variety» (Antonio y Cleopatra, acto II, 14. Hasta yo la toqué con la bandurria «cuando
cadamente, el más inteligente y el más esc. 2", 233), acomodado a la situación, y «Thri- Dios quería».
ARTHUR CONAN DOYLE
CLIJ132
r
u
V
uando uno decide ponerse a
investigar sobre las imágenes
Los clásicos
En este grupo de ilustradores clási-
^ - i f^ creadas a propósito de la obra cos están aquellos dibujantes que mate-
de Sir Arthur Conan Doyle descubre que rializaron la figura del detective en las
hay dos épocas distanciadas temporal- épocas en las que vio la luz por vez pri-
mente: una contemporánea a la publica- mera. Fue en la publicación periódica
ción de las aventuras del famoso detec- Strand Magazine y, en algunos casos,
tive y otra más moderna de las décadas sus dibujos aparecieron en libros edita-
de los 80 y los 90. En este artículo trata- dos a posteriori. Eran dibujantes que,
remos las dos y haremos referencia a mediante pluma o pincel y grandes dosis
Gran Bretaña —perpetuamente bajo la de realismo, imaginaron las mil y una si-
niebla, donde cualquier misterio puede tuaciones de las aventuras en las que
ser posible—, a España y a algún otro Holmes y Watson se encontraban impli-
país en el que se han hecho trabajos in- cados.
teresantes.
Con este estudio pretendemos captar Curiosamente, el primer lápiz que de-
y mostrar algunas de las miradas parti- cidió materializar las aventuras de Sher-
culares de diversos ilustradores y, en lock Holmes fue el padre del autor,
consecuencia, creadores a su vez de las Charles Doyle, que, en 1888, realizó los
narraciones visuales que acompañarán dibujos para la primera edición de A
para siempre a Sir Arthur Conan Doyle Study in Scarlet, en los que se mostraba
en su tarea de hacernos sentir una intri- a un Holmes bastante distinto al conce-
ga muy especial. bido por su autor, con cara redonda y, en
definitiva, más parecido al propio artis-
ta que al modelo real, el doctor Joseph
Bell. Pese a este intento fallido, hay que
destacar que Conan Doyle creía en el ta-
lento de su padre, al que consideraba el
mejor de los artistas de la familia —en la
que, como ya se ha dicho anteriormente, FRANK H TOWNSEND, EL SIGNO DE LOS CUATRO, ANAYA,
1996
había muchos y destacados dibujantes—,
y al que calificó como «más terrible que
Blake», por la naturaleza fantástica de
su trabajo. En 1924, el propio Doyle or- ga de los pelirrojos» o «La aventura de
ganizó una exposición de la obra de su las cinco semillas», y Las memorias de
padre. Sherlock Holmes, bajo cuyo título se en-
contraban relatos que fueron aparecien-
Sidney Paget o el dominio de lo oscuro do entre 1892 a 1893 en el Strand Ma-
gazine, donde también se publicaron las
La imagen del rey de los detectives ilustraciones de Paget para El sabueso
corrió más suerte en manos de algunos de los Baskerville, entre 1901 y 1902.
ilustradores de la época, entre los que Posteriormente, estas entregas se agru-
destaca Sidney Paget. Porque así como paron en la publicación de un solo volu-
John Tenniel se asocia a la entrañable men en el que continuaban figurando
Alicia de Carroll o Grandville al resig- sus ilustraciones.
nado Robinson Crusoc, Sidney Paget es Las aguadas y las tramas de Paget
a su vez el ilustrador clásico de las aven- otorgan un tono muy adecuado a la obra
turas de Sherlock Holmes. Aunque hay de Conan Doyle, y todavía hoy despier-
que hacer un matiz al respecto y es que, tan admiración, especialmente por un
paralelamente al trabajo de este dibujan- elemento imprescindible en sus argu-
te, o con muy pocos años de diferencia, mentos: la oscuridad.
aparecieron otras ilustraciones para Mr. El misterio es algo lógicamente con-
Holmes procedentes de distintas manos. substancial a la oscuridad porque ella in-
Pero uno de los primeros en lanzarse a cita, insinúa, sugiere que algo interesan-
la tarea fue, como decíamos, Paget, cu- te va a ocurrir o algo tremendo ya ha
yos dibujos acompañaron algunos rela- sucedido. Y Sidney Paget es el cómplice
tos cortos,como «La aventura de la li- perfecto para materializar esta idea, re-
ARTHUR CONAN DOYLE
solviendo las imágenes de escasa luz de fue muy conocido. Se trataba H.M.
una forma realmente admirable. Brock que, de estas entregas periódicas,
En cuanto a la técnica, puede obser- realizó junto con Joscph Simpson las
varse en las ilustraciones que acompa- ilustraciones de La aventura del Círcu-
ñan este artículo que en algunos casos el lo Rojo, aparecida en 1911. Henry Mat-
ilustrador optaba por la aguada y, en thcw Brock (1875-1960) era un presti-
otros, por la pluma. Por ejemplo, las gioso artista que procedía de una familia
aguadas están presentes en Las aventu- de dibujantes y estaba especializado en
ras de Sherlock Holmes y, en cambio, las las obras dirigidas al público juvenil. 2
tramas realizadas con pluma pueden ob- Junto con su hermano Charles fueron
servarse en Las memorias de Sherlock muy prolíficos durante la primera mitad
Holmes. del siglo xx.
Tampoco hay que olvidarse de Frank
Más ilustraciones del detective Wiles, cuyas ilustraciones habían ido
apareciendo en el Strand Magazine entre
Pero Paget no fue el único en crear 1896 y 1902 para relatos como «La aven-
imágenes para los relatos de Conan tura de la inquilina del velo» o «La
Doyle. Hubieron otros dibujantes dis- aventura del fabricante de colores reti-
puestos a asumir el reto de ilustrar los rado». Ambos cuentos ilustrados forma-
misterios protagonizados por Holmes y ron parte, junto con ilustraciones de A.
Watson. Gilbert y Howard K. Elcock, de El ar-
Geo Hutchinson, que fue uno de ellos, chivo de Sherlock Holmes, publicado en
aportó nuevas imágenes a Estudio en es- 1927. Pero las colaboraciones de Frank
carlata, con un dibujo muy detallista Wiles fueron a más y, entre 1914 y 1915,
que, además de ornamentar las letras ca- ilustró El valle del terror que fue apa-
pitulares, creaba unos personajes muy reciendo en Strand Magazine— y. en
expresivos. cierto modo, podríamos decir que fue un
Otro ilustrador fue Frank H. Town- seguidor del estilo marcado por Paget,
send que realizó unos dibujos para El incluso, en algunas ilustraciones pudo
signo de los cuatro, en 1903,1 y, así co- llegar a confundir al lector sobre la iden-
mo de Paget destacábamos el dominio tidad del dibujante.
de la oscuridad, de este ilustrador desta- Y hasta aquí el recorrido por los ilus-
caremos especialmente el dominio del tradores clásicos de Holmes. Imágenes
movimiento. La rigidez de los persona- del pasado, algunas de una gran belleza,
jes, cuando nada los obliga a moverse, otras algo menos notables, pero todas
contrasta de forma considerable con la ellas hijas de un tiempo que vio nacer a
de éstos cuando deben entrar en acción, uno de los personajes más famosos de la
movimientos que el dibujante se esfuer- literatura. Un tipo que, en todos los ca-
za en captar mediante intensos e irregu- sos, es alto, delgado y elegante. Como si
lares trazos. los ilustradores se hubieran puesto de
Entre 1896 y 1909, en el Strand Ma- acuerdo en mostrarnos una imagen de-
gazine aparecieron diversas ilustracio- terminada de un detective muy peculiar.
nes de Howard K. Elcock y son lo que se
dice una verdadera maravilla. Maestro Algo excepcional: Junceda dibuja
del detalle, del movimiento y de la ex- a Holmes
presividad de los personajes, Elcock nos
sumerge en un escenario muy británico, Al margen de los ilustradores clásicos
brumoso como el clima inglés. británicos, fue una verdadera sorpresa
Posteriormente, una serie de dibujan- encontrar al catalán Joan Junceda (1881-
tes fueron haciendo sus entregas en la 1948) entre el grupo de dibujantes que
misma publicación desde 1908 a 1917. habían ilustrado las aventuras escritas
Los relatos aparecidos durante este tiem- por Sir Conan Doyle.
po fueron publicados en 1917 con el títu- Junceda se dedicó a esta tarea en sus
lo de El último saludo. En este conjunto períodos profesionales más tempranos.
se encuentran ilustraciones de Arthur Concretamente, para la publicación pe-
Twilde(1908)oAlecBall. riódica Literatura Sensacional, editada
Uno de los ilustradores de esta etapa entre 1908 y 1909. Y, posteriormente, en
PREMIO sin u n
ABRIL
2000 PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Los caminos ^ o
PREMIO
sin fin
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
ABRIL
2000
Los caminos sin fin
de PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
El narrador y protagonista de
esta hermosa novela de inicia-
ción es un muchacho que, fasci-
nado por la imagen bohemia y
aventurera de su tío navegante,
decide él también hacerse mari-
nero. Pronto descubrirá toda la
belleza y toda la dureza que la
mar reserva a quienes anhelan
cruzar la inalcanzable línea del
horizonte.
editores asociados
Os camins
sin fin
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
(A)
ÁMBITO cultural
Los caminos
sin fin mk
ARTHUR CONAN DOYLE
1986, aparecieron tres volúmenes con el literatura infantil y juvenil es la cantidad podemos afirmar que ganarían la Kate
título El detectiu Sherlock Holmes, edi- de reediciones y de ilustraciones que se Greenaway Medal.
tados por Edicions PAtzar, en las se pue- han realizado sobre ellos.
de disfrutar de las magníficas ilustracio- En el caso de la bibliografía de Sir Holmes en los 80: de lo clásico
nes del prestigioso dibujante. Arthur Conan Doyle sobra decir que su a lo novedoso
Montserrat Castillo dijo a propósito popularidad es evidente a nivel interna-
del personaje creado por Junceda que cional. Y en el caso de las imágenes di- En España, durante la década de los
era particularmente acertado,"' idea con remos que, a pesar de no tratarse de una 80, aparece el trabajo de Francesc Agrás
la que coincidimos plenamente. Con su cantidad excesiva —como podría ocu- para la Biblioteca de Bolsillo Júnior de
trazo tan personal y su especial habili- rrir con obras más infantiles—, nos sor- la colección Moby Dick. Con un estilo
dad en armonizar los elementos de la prende la cantidad de ilustradores que puramente de cómic y acorde con tantas
ilustración, Junceda nos dejó un Sher- han trabajado sobre estas aventuras de- ilustraciones dedicadas al público juve-
lock alto, bien peinado, muy masculino tectivescas. nil: realistas y hechas con trazos finos y
y, evidentemente, fumador de pipa. Más Por ejemplo, antes de entrar propia- tramas de diversas densidades. Y en la
mediterráneo y varonil que los Holmes mente en los 80, comentaremos que pa- misma línea y colección está el trabajo
británicos, algo más enclenque y de fac- ra aquellos alumnos que querían apren- de José Arriaga.
ciones más refinadas. El Holmes de Jun- der inglés, Oxford Uníversity Press Empiezan a romperse moldes cuando
ceda se muestra así como un personaje sacó al mercado una serie de libros, de un par de ilustradoras trabajan para crear
particular y reconocible a primera vista lectura más o menos fácil,4 según el ni- imágenes a propósito de Holmes. La pri-
entre un montón de Holmes. De hecho, vel del usuario, con ilustraciones que mera de ellas es Margarita Cuesta-Pá-
inconfundible como todo lo que hacía permitieran ir siguiendo la historia. Y mies, que, en 1981, ilustró El mundo per-
Junceda. Conan Doyle no podía faltar en el re- dido (Anaya). Con un notable dominio
pertorio con The Hound ofthe Basker- del lápiz, la ilustradora muestra una gran
villes, que, en 1973, apareció con las delicadeza y pulcritud en su trabajo. Se
Los modernos ilustraciones de David Cheung. No es trata de unas ilustraciones muy origina-
un trabajo ni bueno ni malo, ni frío ni les en el sentido de que nada parecido
Si alguna cosa demuestra la perenni- caliente. Se trata de unas ilustraciones hasta el momento había caracterizado el
dad de algunas obras y personajes de la más o menos soportables de las que no mundo de Sherlock Holmes.
Y otro cambio interesante llega con el por ejemplo, el trabajo del dibujante da-
trabajo de Natalia Senmartí, publicado nés Niss Jessen que ha ilustrado Estudio
en 1984 por Bruguera. Si bien es cierto en escarlata, trabajo al que ha dedicado
que, con la distancia de por medio, las ocho años de su vida. Durante este tiem-
ilustraciones resultan algo toscas e in- po se ha documentado de forma extraor-
maduras, no es menos cierto que rom- dinaria sobre todas las características del
pen moldes. Con un estilo que recuerda escenario londinense que vio pasear a
aquellos emblemáticos dibujos de algu- Holmes, a Watson y a todos los persona-
nos elepés y películas de Los Beatles, jes de las historias en que eran protago-
Senmartí se atreve a componer páginas nistas. Es una pieza muy especial que la-
con elementos propios de los 70, evi- mentablemente no está publicada y,
dentes en la línea y la indumentaria de seguramente, haría las delicias de los co-
los personajes. leccionistas de objetos relacionados con
el popular detective. Los más expertos
Holmes en los 90 podrán comprobar que ciertamente hay
un auténtico trabajo de investigación por
El primero en estrenar década con el rigor depositado por el dibujante en
ilustraciones de la obra de Conan Doylc las 150 páginas ilustradas de la obra.5
es Paco Giménez. Sherlock Holmes i el Y otro de los ilustradores es José Ig-
constructor de Nonvood es una obra nacio Samper que, en 1996, ilustró El
editada en 1991 por Bromera, que el país de la. bruma, obra tardía de Sir Ar-
ilustrador valenciano se dispuso a orna- thur Conan Doyle en la que trata uno de
mentar de una forma brillante. Como los temas que más le apasionó: el espiri-
en otras de sus obras, Giménez parece tismo. Y Samper muestra en la obra a un
entenderse a las mil maravillas con su profesor Challenger de línea muy realis-
lápiz, que obedece cada una de sus ór- ta y trazo delicado, que armoniza con el
denes depositando línea tras línea so- tono y la pretensión de esta novela tan
PACO GIMÉNEZ, SHERLOCK HOLMES I EL CONSTRUCTOR DE
bre el papel, lo que origina unas imáge- peculiar del autor. •
NORWOOD, BROMERA, 1 990. nes cautivadoras por la armonía de la
composición.
* Nuria Obiols es profesora en el Departamento
Y los aires del cómic, ciertamente ca- de Teoría e Historia de la Educación de la Facul-
ricaturizados, aparecen en la colección tad de Pedagogía (Universidad de Barcelona).
francesa editada por Timun Mas, en
1992, ilustrada por Guy Clair y Stibane.
La Editorial Claude Lefrancq decidió Notas
lanzar al mercado una colección de ál- La autora quisiera agradecer la ayuda ofrecida
bumes de cómic con la adaptación de las por Teresa González al seleccionar los libros del
aventuras del detective, y los dos dibu- fondo bibliográfico del Centro de Documenta-
jantes elegidos para el trabajo tienen un ción de la Biblioteca Infantil de la Santa Creu de
Barcelona.
estilo muy parecido con una base realis- t. En la edición de Anaya (1996), se comenta que
ta reforzada con algunas características apareció una ilustración en una primera edición
propias de la caricatura, todo enviñetado alemana de la obra, publicada a finales del siglo
y servido a tinta plana. xix y cuyo autor es desconocido. Se trata de un
grabado de tono realista sin que nada en él sobre-
Un poco más tarde, en 1994, es Juan salga de forma especial, al margen, claro está, de
Ramón Alonso el que decide narrar con su valor histórico y que la edición mencionada ha
imágenes la historia de El gos deis Bas- reproducido.
kerville. Y así como decíamos que el lá- 2. Whallcy, J.I. y Chester, T.R., A History of Chit-
aren s Book Illustration, Londres: John Murray,
piz y Paco Giménez eran un matrimonio Ltd., y Victoria and Albert Museum, 1988. Y
perfecto, en este caso diremos que el Hunt, P. (ed.), Children s Literature. An Iltiistrated
pincel y Juan Ramón Alonso van a una. Historv. Oxford: Oxford University Press, 1995,
Las ilustraciones muestran un trabajo p. 184.
3. Castillo, M., Grarts il-lustradors catalans. Bar-
excelente donde la luz, la pulcritud y el celona: Barcanova, 1997, p. 164.
esmero por un trabajo bien hecho se ha- 4. Oxford Progressive Englisb Readers es el nom-
cen evidentes en estas pequeñas venta- bre de la colección.
nas ilustradas que muestran un instante 5. El trabajo de Niss Jessen lo encontramos a tra-
vés de Internet y puede verse una parte de su tra-
de la aventura. bajo en la siguiente dirección: http:/.home2.
GUY CLAIR, LA SANGONERA VERMELLA, TIMUN MAS, 1992
Otras piezas dignas de atención son, inet.telc.dk/fnjessen/Holmes.htm
69
CLIJ132
ARTHUR CONAN DOYLE
Un detective de cine
por Juan Tenar*
«Elemental, querido
Watson», la sempiterna
réplica de Holmes a su
amigo cuando resolvía
los casos se la debemos
al cine; concretamente
a T h e r e t u r n of
Sherlock Holmes
(1929), con un Holmes,
el primero del sonoro,
interpretado por el
actor británico Clive
Brook. Antes de él
hubo algunos Holmes
mudos, y después ha
habido bastantes más,
entre ellos, Basil
Rathbone o Peter
Cushing, y todos
repitieron esa muletilla
que es ya un sello de
identidad del genio de
Adventures of Sherlock Holmes (1939). Segunda aparición del tándem Rathbone-Bruce,
el mejor interpretando a Holmes-Watson. la deducción.
N O V E D A D E S E D I T O R I A L DEBATE
BIBLIOTECA BILINGÜE
Selección de los mejores títulos
LA LLAMADA DE LO SALVAJE LOS CRÍMENES DE
CalloftheWild LA CALLE MORGUE
Jack London The Murders of de rué Morgue
Edgar Alian Poe
JF Jsí : I
arle cara a Sherlock Holmes ha ros que revela el entendimiento casi te- Holmes del sonoro, y también muy ele-
sido la dedicación de muchos rrorífico de la historia. Abundando en gante, en una línea típicamente británica
directores, productores —y, esta tendencia al «gótico», existen fotos de interpretación. Uno de los filmes en
por supuesto, actores de cine—, nada de planos de aquellos filmes en los que los que incorporaba a nuestro detective
menos que desde 1900. Para entreteni- el poderío casi satánico del detective, su le dio ocasión de compartir estréllate
miento del lector y para ampliar datos mirada profunda, y algunos gestos de con otro de los actores con más «clase»
del fichero del aficionado, vamos a se- sus largos dedos, le hacen parecerse al de los años 30. Nos referimos a William
leccionar a algunos intérpretes, sólo en- fantasmagórico Drácula más que al re- Powell, que interpretaba a otro investi-
tre aquellos que fumaron la pipa de la posado c irónico Holmes. Posiblemente gador famoso, Philo Vanee, colaborador
reflexión y se pusieron la gorra de vise- fue el actor sherlockiano que más y me- ocasional de Holmes en una de las ver-
ra hasta los años 70. jor trabajo los disfraces de su personaje. siones cinematográficas.
De la ancianita, pasando por el profesor Raymond Massey —actor especiali-
despistado, el siniestro oriental, hasta el zado en papeles de «malo»— fue Sher-
Los primeros Holmes tipo de los bajos fondos, su galería de lock Holmes en 1931. Arthur Wontner
Holmes. el de las mil caras, es franca- lo incorporó por lo menos en cinco oca-
Prescindiendo de los primerísimos mente antológica. siones. Hans Albers, actor alemán muy
pioneros de comienzos de siglo —entre John Barrymore, el tercer miembro de popular en los 30, se puso el gabán a
los que se cuentan incluso producciones su dinastía de actores prestigiosísimos, a cuadros, y compuso una sonrisa irónica
escandinavas— debemos nombrar al ac- quien el mundo conoció como «el per- para dar su versión del detective.
tor inglés Eille Norwood, que entre los fil», por la pureza de sus líneas faciales,
años 1921 y 1923 interpretó nada menos se vistió de pensativo y elegantísimo
que cuarenta y siete filmes mudos sobre Holmes en una película de 1922, ante un El rey: Basil Rathbone
el personaje de Conan Doyle, entre ellos Moriarty caracterizado como un verda-
una versión de El sabueso de los Bas- dero monstruo de película de miedo. Pero en aquellos años, a mediados de
kerville, con una fotografía en claroscu- Clive Brook fue uno de los primeros la década, llegaría un actor de aguileno
perfil inconfundible para convertirse en
el rey de todos los actores que han sido
Holmes en el cine.
Basil Rathbone era un actor inglés na-
cido en Sudáfrica que recalaría en
Hollywood para convertirse en intérpre-
te de muchos de los mejores villanos de
filmes de aventuras que ha dado el cine
norteamericano de su época. Alto, espi-
gado, flexible, con rostro de ave de pre-
sa, dominaba la esgrima y fue en multi-
tud de películas antagonista de El Zorro,
de Robin Hood, hijo del doctor Fran-
kenstein y personaje shakespeareano. Su
papel fundamental, por encima de tantos
presuntuosos oficiales, piratas y tiranos,
fue, sin duda, Sherlock Holmes, al que
dio impecable rostro y figura a lo largo
de quince películas, desde 1933 hasta
1946. Aunque en esta serie se tomaron
los guionistas con los textos de Conan
Doyle las lógicas libertades hollywoo-
denses, la apariencia de su protagonista
ha sido hasta la fecha la más brillante y
adecuada al personaje que un cinefilo
aplicado puede recordar. Es justo que no
olvidemos en este recordatorio cinema-
tográfico a Nigel Bruce, el actor gordito
que hizo de Watson al lado de Rathbone
en todos los títulos. No es este Watson
de la pantalla el que más hubiera satis-
fecho al propio doctor, pues compuso un
tipo bastante bobo, pero es ya imposible
olvidarlo.
Bruce fue torpe en mayor medida de lo
que realmente pudiera haber sido el Wat-
son de los libros, pero su entrañable apa-
riencia y su interpretación tan sincera le
han hecho ya casi inmortal. Ello también
por haber compartido, sin duda, el reina-
do de su amigo Holmes-Rathbone.
Manifiesto a favor
" "^^TB
del precio único
W:
^B
• ^í
/^^B
Ir El pasado 28 de septiembre tuvo lugar
en Barcelona, en la Capella del Convent
deis Ángels, la presentación del Manifest
a 1'Opinió Pública (Manifiesto a la Opi-
\ J
65.000 entmdes
12S.OOO defínirions
2.200 fotografíes
300 dibuixos
2SO m a p e s
90 c/uadres
Diccionari de l a
M e n g u a catalana complot
Perfí, la Petíta
enciclopedia
e f e la Gran
Enciclopedia
Catalana
grupo-clase, guiados por su profesor tu- además, fotógrafo, pintor, dibujante pu-
tor, o por iniciativa particular. El final blicitario, ilustrador de cómics y de li-
presentado, de no más de 75 líneas, ha bros de bibliófilo, diseñador de publica-
de ser coherente con el estilo de la nove- ciones, escenógrafo y escritor, la
la. El texto está en Internet desde el pa- organizan conjuntamente la APIC (As-
sado 16 de octubre y hasta el 1 de mar- sociació d'IMustradors de Catalunya), el
zo del 2000, fecha en la que se cerrará el Departamento de Cultura de la Genera-
plazo de admisión de originales que de- litat y el Ayuntamiento de Barcelona en
ben remitirse a la dirección electrónica: el Centre Cívic Pati Llimona de Barce-
literactiva.concurso@edebedigital.com lona.
Habrá un ganador y diez finalistas, y La muestra se inauguró el 27 de octu-
todos ellos verán publicado su final en bre, en el marco de las 12 .lornades
un libro, además de en la red. El ganador d'IMustradors de Catalunya, momento
obtendrá un ordenador portátil, al igual en que se le concedió a Fontseré el ga-
que el profesor tutor, y los diez finalis- lardón de L'iMustrador d'Or que la APIC
tas se llevarán a casa una minicadena de
música.
concede cada año a un artista destacado.
El propio Caries Fontseré impartió una Convocatorias
conferencia dentro del programa de las
Homenaje a Caries jornadas, en el que también destacó la • El VI Congreso de la Sociedad Es-
intervención del ilustrador alemán de pañola de Didáctica de la Lengua y la
Fontseré LIJ, Wolf Erlbruch. Otros puntos de in- Literatura se celebrará en Granada —en
terés fueron el convenio de colaboración la Facultad de Ciencias de la Educación
Hasta el 15 de noviembre hay tiempo firmado por el APIC y la Escola Massa- de la Universidad de Granada— del 13
para visitar la exposición dedicada a na de Barcelona, concebido como un al 15 de diciembre, bajo el lema «El re-
Caries Fontseré, el ilustrador y cartelis- nuevo puente entre la educación y la to de la lectura en el siglo xxi». Las áre-
ta catalán nacido en 1916, al que debe- profesión, y la mesa redonda sobre as- as temáticas serán: Lectura y sociedad;
mos muchos de lo más impactantes car- pectos legales dentro del ejercicio de es- Procesos de aprendizaje de la lectura; La
teles de apoyo a la República que se ta disciplina artística. lectura en el aprendizaje de las lenguas;
editaron antes y durante la guerra civil. Lectura y multimedia; y Educación lin-
La muestra, concebida como un recorri- güístico-literaria a través de la lectura.
do por la amplia obra del artista que es, Conferencias, comunicaciones, encuen-
La educación que tros y seminarios vertebrarán este Con-
greso. La conferencia inaugural correrá
queremos a cargo de Antonio Mendoza (Universi-
dad de Barcelona), que hablará de «Lec-
La Fundación Santillana organiza el tura y lecturas, entre la competencia lec-
Tercer Ciclo de Conferencias bajo el le- tora y el canon», mientras que Fabricio
ma «La educación que queremos», que Caivano, periodista y coordinador de es-
empezó el 9 de octubre y terminará el 21 ta revista, hará la de clausura, titulada
de noviembre. Abrió el fuego Josep M. «Hambre de relatos. Lectura, identidad
Bricall, catedrático de Economía Política y modernidad».
de la Universidad de Barcelona, con Información: Tel. 958 24 39 65. E-
«¿Qué le falta a nuestra educación?» (9 mail: dlengua@ucartuja.ugr.es Página
de octubre); le siguió Edgar Morin, ex di- Web: www.ugr.es/local/didlen
rector de l'Ecole des Hautes Études en
Sciences Sociales de París, que se refirió • El VI Salón del Manga se celebra en
a «Los siete saberes necesarios para la la Farga de L'Hospitalet (Barcelona) los
educación de futuro», y Adela Cortina, días 3, 4 y 5 de noviembre, organizado
catedrática de Ética y Filosofía Política por Ficomic. Proyecciones de películas
de la Universidad de Valencia, que habló de animación, talleres, exposiciones,
de las «Razones del corazón. La educa- concursos y venta y promoción de todo
ción del deseo» (30 de octubre). Falta, pa- tipo de material relacionado con el man-
ra completar este ciclo, la intervención de ga integran el programa de este Salón
Carmen Iglesias, de la Real Academia de que, en la edición anterior, visitaron
la Historia, que el 21 de noviembre ha- 30.000 personas.
blará de «¿Para qué la historia? ¿Para qué Información: Ficomic. Tel. 93 301 23
las humanidades», 69. E-mail: ficomic@retemail.es
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Provincia .
EL ENANO SALTARÍN
«Todos pueden escoger el color que y una economía inmaterial que al-
quieran para su coche, siempre que sea el gunos economistas llaman simbóli-
negro». ca. Primero se inventan nuevas ne-
Henry Ford cesidades, se hace deseable lo
inexistente, se excitan los sueños
para luego comercializarlos en un
nuevo consumo de intangibles.
Lo que más le preocupaba al ve-
nerable profesor Cipolla era el al-
el b a de v a po
<x
1
tu
Losguardiai / ^CT
lieltemplode / <Ní
• • !',„Sil?
di s?
_B - .........
?J S A^S-V ! ...J*IͻIEIU|!
írj,'
I
Su papá le compraba todos los juegos,
los más caros; pero el cerdito se aburría
Cuando mamá deja a su hijo en la
porque tenía que jugar solo.
escuela, su pensamiento no se
Hasta que un día...
aparta de él ni un momento.
n: 84
Los abuelos parece
que no pueden hacer
muchas cosas que hacen sus nietos, pero un día
las hlceron, y además saben muchísimas cosas
que pueden enseñarles.