Está en la página 1de 4

TESTAMENTO ESPIRITUAL

con declaración y recomendaciones de la Hermana María de Jesús


Crucificado.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Amadas hijas mías en Jesús!


En presencia de Dios y en su santo Nombre, con pleno conocimiento, les dejo,
hijas y hermanas mías, mi especial testamento espiritual y deseo; como
también la declaración necesaria a fin de que conozcan los inicios de su
Congregación y alaben y amen aún más al Señor por esta obra suya.
Ante todo, les confieso que nada me es difícil dejar en este mundo sino a
ustedes, mis hijas espirituales, hijas de mi corazón, toda mi alegría después de
Jesús, todo mi pensamiento y preocupación. Confieso que ni siquiera en mis
cosas espirituales pensé tanto como en ustedes; por eso recen por su pobre
Madre espiritual. Confieso que yo, miserable pecadora, muchas veces he
ofendido a mi amado Señor, mi único amor; si bien mi único deseo era vivir
solamente para Él y consagrarle todas las fuerzas de mi alma y de mi vida,
pero veo que no siempre ha sido así. Por eso imploro la Misericordia de Dios
para que tenga piedad de mí por los méritos de nuestro Señor Jesucristo y por
el santo amor con que ustedes lo aman. Si bien mi trabajo principal era en
favor de ustedes, lo hacía siempre por Él, mi amado Jesús, porque deseaba que
ustedes llegaran a ser santas y eternamente felices en Él, que trabajasen con
éxito con Él y en Él por la gloria del Padre y la salvación de las almas.
Ahora les revelo, amadísimas hijas mías, cómo el Señor fundó esta
Congregación que ahora ustedes forman y en la que trabajan por Él y por la
salvación de las almas.
No sé por qué justamente me eligió a mí, indigna y miserable, para servirse en
la fundación de su santa obra, la Congregación. Sólo sé que Dios
generalmente se sirve de lo que es débil e indigno delante de los hombres para
que nadie se enorgullezca, como dijo San Pablo a los Corintios: “…Dios ha
escogido lo necio del mundo, para confundir a los sabios… para confundir a los
fuertes… para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios” (1Cor 1, 27-
28).
Nuestro Señor en su misericordia, desde mi niñez me concedió la gracia de
consagrarme a Él. A los 14 años de especial modo me llamó y me fascinó y yo
me consagré para siempre haciendo el voto de castidad y virginidad perpetua.
Desde entonces mi único deseo era trabajar por Él y para la salvación de los
hombres, para que lo conozcan y lo amen. Este deseo me consumía y me
empujaba para ir a tierras lejanas a anunciar y difundir su amor, a levantar y
consolar las almas, mostrándoles el camino hacia la verdadera vida, Jesús
nuestro eterno amor. Por otra parte, mi alma aspiraba a la vida contemplativa,
para que como sierva desconocida viviera escondida sólo para Él; sentía que
esto sería para mí el gozo espiritual y renunciar a la vida conventual y trabajar
para Él en el mundo sería para mí un sacrificio muy grande, dejarlo a Él por Él.
Luchaba mucho por esta doble vocación. Ahora veo cómo el Señor era benigno
conmigo, satisfaciendo mi doble deseo; realizando sabiamente todo esto. Se
sirvió para esto de mis padres que no me dejaron entrar en el convento de
clausura y de S.E. Mons. José Marćelić, en quien veía siempre la santa
voluntad de Dios, y guiaba espiritualmente mi vida; tantas veces me había
dicho oralmente que era la santa voluntad de Dios que me quedara para
sacrificarme en mi pueblo natal y que no me fuera a la clausura, que me
preocupara de fundar un Colegio en la isla de Korčula para la educación de la
clase humilde.
Ahora veo que el Señor se sirvió de esto para revelarme su santa voluntad.
Pero mis inspiraciones interiores del Señor no se las puedo revelar, sólo lo que
les puede servir. Él quería fundar esta Congregación para que fuese un foco
especial de su amor, donde Él encontrara sus delicias. Una vez dije a Jesús que
esto lo revelara al Obispo diocesano, porque debemos oír y escuchar la voz de
Dios por medio de nuestros superiores. Y S.E. el Sr. Obispo me comunicó
después que la voluntad de Dios era la de fundar esta Congregación. Una vez
que acepté, dije: “Jesús, yo quiero obedecerte; aquí está tu sierva, pero tú como
Dueño, prepara todo”. Y Él milagrosamente preparó todo. Según el consejo del
Sr. Obispo, fui por un tiempo como pupila de las Hermanas Siervas de la
Caridad en Blato; los míos me lo permitieron porque se convencieron, según
mi declaración, que habría entrado no para ser religiosa, sino solamente para
un período como pupila. Al día siguiente de mi llegada, Madre Flaviana,
Superiora de las. Siervas de la Caridad, se enfermó gravemente y murió. Las
otras Hermanas se fueron a Brescia y no volvieron más. Otras dos Hermanas
vinieron de Dubrovnik para la entrega de sus muebles. Entonces el Obispo me
entregó el Colegio y me escribió: “Aquí está la voluntad de Dios que tanto
buscabas descubrir a través de mí, y esta es: que te quedes en Blato y lleves
adelante el Colegio. Toma las candidatas que se me presentaron hace tres o
cuatro años”. Así, en 1919, la Congregación se inició en secreto y poco a poco
comenzó a crecer bajo la protección de la Providencia de Dios y de su amor, y
según las directivas del obispo Marčelić. Después ya saben cómo la
Congregación se desarrolló según el diario y la historia de la Congregación.
Pero quiero que sepan que esta Congregación es obra de Dios. Él solo la quiso
y a través de su Obispo la fundó. Él preparó y realizó sabiamente todo y sigue
velando sobre ella.
Ahora declaro nuevamente: Esta Congregación es obra de Cristo. Por eso
antes de separarme de ustedes les dejo mi último deseo y recomendación.
El primero y más ferviente: Amen infinitamente a su dulcísimo Señor
Jesucristo; trabajen sólo para Él y consuman sus vidas en las obras de
misericordia y de amor.
Que todo en la Congregación sea para Él. Vivan y mueran por Él.
Vayan por el mundo y difundan el Reino de su amor. Empéñense y trabajen
con todas sus fuerzas para que los hombres lo conozcan y lo amen, y por Él
amen y glorifiquen al Padre, y vivan según el espíritu del amor de Cristo.
Sean fieles a Dios y a la Iglesia; no teman las persecuciones. Esta vida es
breve, les espera la eterna beatitud; trabajen por la gloria de Dios, por la
santificación personal y la salvación de las almas. Trabajen especialmente por
la propagación de la gloria y del amor del Padre mediante las obras de
misericordia, que es el fin de nuestra Congregación y para la cual fue
instituida.
Amen y cuiden a su querida Congregación. Sacrifiquen todo con tal de
conservar el amor y la unidad en la Congregación, para que puedan ser una en
Él, en el espíritu de Cristo. Conserven el espíritu de la Congregación, el
espíritu de amor y de humildad.
Tengan y amen como cosa sagrada sus Reglas y Constituciones, como si Dios
mismo se las hubiera dado. Por esto tiemblo al pensar que alguien pueda quitar
o violar uno de estos artículos. No tengo nada que dejarles; todo lo entregué a
Dios por ustedes. Ahora les dejo como testamento espiritual las santas
Constituciones y mi última voluntad, para que las guarden y observen con
amor. Si alguien no quisiese observarlas, ofendería y entristecería al mismo
Jesús y quebrantaría mi testamento. El testamento no puede ser quebrantado
por los herederos.
Fervientemente les recomiendo que sean unidas con Cristo en la devoción y
amor hacia el Padre celestial. Con Cristo y mediante su Corazón ríndanle
alabanza y reparación por la ingratitud de los hombres. Amen a la
Bienaventurada Virgen María. Ella es nuestra Madre y Reina; que ella sea
también nuestra Superiora General; bajo su protección y amparo las dejo a
todas y toda la Congregación.
Observen en sumo grado la caridad fraterna. Ámense como verdaderas
esposas de Cristo; sean grandes en el amor; no se maravillen de nada,
perdónenlo todo, sopórtenlo todo. Desde el inicio de la Congregación quise
siempre imprimirles en el corazón mi lema: todo puede ser destruido, pero el
amor santo debe permanecer.
No permitan que en su Congregación entren ni el espíritu de vanidad ni el
espíritu del mundo. Su signo distintivo sea la humildad y la sencillez; y su
espíritu sea el amor, la humildad y la misericordia, el espíritu que debe vivificar
todo, dondequiera que vayan.
Amen a su futura Superiora General. El Señor la escogerá, la guiará y, a
través de ella, dirigirá la Congregación.
Amen a las Superioras que el Señor les dará por medio de ella. Hicieron sus
votos al Señor en la persona de la Superiora, por tanto, sean obedientes y serán
Mi última y más ferviente recomendación es esta: Permanezcan como afables
vírgenes consagradas, fieles a su divino esposo Jesucristo. Ya se han
comprometido y desposado con Él. Gocen de esta realidad, gocen en Él; Él sea
su beatitud. Él las ha elegido como flores predilectas apartándolas del mundo y
de la vida del mundo, para que sean sus amantes, la delicia de su amor, el
adorno de su templo y de su altar, hostias puras, consagradas, de suave olor.
Su vida es breve, por eso quédense tranquilas en el altar ofreciéndose a Él por
los pecados del mundo. Muy respetables esposas de mi Salvador, las amo
tanto porque han sido consagradas. Las confío al Sacratísimo Corazón de
Jesús, para que Él las consuele, conforte y ame como sus esposas y que un día
todas puedan gozar de la eterna beatitud.
Esta es, para ustedes, mi última declaración, mi último deseo y testamento
espiritual. Entrego mi alma y mi corazón a Jesús, mi Señor. A Él consagro mi
cuerpo para que lo conserve hasta la resurrección.
Adiós, mis queridas Hermanas, hijas amadas de mi corazón. Implorando sobre
ustedes la bendición de Dios omnipotente, las dejo y entrego a Jesucristo.
Gloria y honor sean por siempre al Padre celestial, a su Hijo y al Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén.
En Él les ama a todas, su indigna en Cristo, hermana y madre espiritual,
Sor María de Jesús Crucificado nacida Petković Kovač, del difunto Antonio

Roma, 9 de diciembre de 1960.

Este testamento espiritual fue escrito en el año 1926 y renovado hoy, 9 de diciembre
de 1960, de puño y letra de la misma Sor María de Jesús Crucificado Petković.

También podría gustarte