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Del gremio que trabaja por la ciudad y nadie respeta

Los transportadores estamos cansados de nadar contra la corriente de las diferentes


administraciones de la ciudad, con sus requerimientos cambiantes cada que quieren, hemos
perdido el norte y el sentido de nuestra labor, que por cierto, todos critican y nadie agradece, pero
¿saben de verdad las personas cómo funcionan nuestras empresas? Le agradecemos, señor alcalde,
que no se ponga a cambiarnos las reglas de juego cada que le de la gana. Que si las cámaras, los
sensores, que si las cintas reflectivas, que ya no, que más tarde, que cambien la ruta de hace más
de cuarenta años porque el metro la quiere, que racionalicen los vehículos, pero que no los van a
pagar. Porque todos nos recuerdan todos los días nuestras responsabilidades, ¿pero quiénes
recuerdan que también tienen responsabilidades con nosotros? Por ejemplo, el conductor depende
de los usuarios, ¿o es que ustedes no le han gritado que pare porque se tienen que quedar donde
ustedes quieren y no donde el paradero está marcado? Los usuarios son quienes no respetan los
paraderos, sería tan sencillo todo si las mismas normas que respetan en el Metro, las respetaran en
nuestro sistema.

Alcalde Quintero, ¿qué está esperando para ponerse en cintura usted y su administración para
entender las dinámicas de la movilidad? Aquellos que dicen que no tenemos tiempos ni horarios, si
son usuarios recurrentes del transporte público colectivo deberían saber que las diferentes rutas
manejan, cada una, su propio horario. Por lo general, el primer bus sale a las 3:40 am de las
terminales en los barrios y el último viaje sale a las 10:25 pm, con frecuencias entre 3:00 y 5:00
minutos en hora pico, tranquilos, pueden llegar a sus clases de 6 y salir a las 10. Sí, los dueños de los
buses sí montan en bus, más de lo que creen, incluso, en algunos casos, ellos mismos son sus
conductores.

El transporte es el alma de las ciudades y los transportadores somos quienes llevamos a cuestas la
gran responsabilidad de darles vida, pero nos tienen agobiados con la competencia desleal de los
grandes sistemas, de la conveniencia de la administración de la ciudad y la deshumanización de
nuestra labor.

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