A lo largo de la historia ha existido en el hombre la necesidad de darle sentido a su
existencia. Y con esto, poco a poco, surge la idea de la ética. Desde Aristóteles hasta Fernando Savater, han sido muchos los que han intentado plasmar sus ideas sobre estos temas. Un claro ejemplo es el libro, Ética para Amador, que busca transmitir qué es la ética. Usando un tono amigable y fácil de comprender expone lo que él considera como ética. No busca imponer en los jóvenes sus ideas sobre lo que es bueno o malo sino enseñar los preceptos básicos sobre ética. Savater expone varias premisas a lo largo de nueve capítulos. Las ideas principales son: La ética es vivir bien. Hay cosas que nos conviene hacer y otras que no. Y ¿por qué hacemos las cosas?, ¿cuál es la motivación? Además, vivir humanamente bien, sólo es posible si se tiene libertad. Se debe reflexionar para saber que es lo que realmente se quiere. Sabiendo que las decisiones tendrán consecuencias que pueden causarnos remordimiento o satisfacción, gracias a la conciencia. Otro principio del buen vivir es tratar a las personas como personas y simpatizar con su sufrimiento y problemas. Todo esto, de valorar los comportamientos, no significa que los individuos no podamos darnos gustos o disfrutar. Por último, se hace referencia a las diferencias y similitudes entre política y ética. La ética es un conocimiento importante pues busca el buen vivir, no solo vivir. Ayuda a determinar que es bueno y qué es malo. Pero las opiniones pueden distar grandemente entre sí, lo que es bueno para unos no necesariamente lo es para los demás. Todo depende de si algo nos conviene y nos acerca al buen vivir o por el contrario, no nos conviene y nos aleja del mismo. Aunque, como es de esperarse, no todas las cosas serán completamente buenas o dañinas, no solo existe blanco y negro sino matices intermedios. Y es que la vida de cada quien depende de las decisiones tomadas desde nuestra libertad. Por supuesto, la mayoría esperaríamos no equivocarnos con estas decisiones y para eso nos sirve la ética. Pues “A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética.” (Savater, 1991) Hay cosas que nos conviene hacer y otras que no. Y aunque no siempre se pueden controlar los factores externos, siempre se puede controlar la manera en la que respondemos ante ellos. Como dice Aristóteles en Ética a Nicómaco “Tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder.” Pero la mayoría de veces, para la mayoría de personas, la respuesta a estas situaciones se ve influenciada por órdenes, costumbres o caprichos. Órdenes de otras personas, costumbres que se convierten en rutina o deseos temporales por impulsos o un capricho. Y ¿por qué hacemos las cosas que hacemos?, ¿cuál es la verdadera motivación? La mayoría de las cosas las hacemos sin prestarles suficiente importancia y nos dejamos llevar por órdenes, costumbres o caprichos sin cuestionarlos. Pero para cada quien debe existir una razón personal para hacer las cosas. Evidentemente, no analizaremos profundamente cada decisión. Si quiero tomar café o té puede depender de un simple capricho o gusto. Pero hay situaciones en las que debemos pensar más de una vez sobre cuál es nuestra motivación. Si en realidad estoy haciendo algo que quiero o sólo sigo el camino más fácil. Sepamos que “nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho.” (Savater, 1991) y la reflexión sobre nuestras acciones nos acerca un poco más al buen vivir. Además, expone que vivir humanamente bien, sólo es posible si se tiene libertad. Nuestras acciones y decisiones deben surgir de la voluntad de cada uno, no de lo que los demás quieran, por muy sabios o experimentados que sean. La motivación se debe encontrar en nosotros. Pues cada quien define su destino. Al final cada quien debe enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Y queramos o no, somos los únicos responsables de elegir y ejercitar nuestra libertad. Aún en el caso de escoger no ejercitarla, se está tomando la decisión libre de no hacerlo. Nuestro actuar no puede simplificarse al usar la muerte, deseos, ordenes, etc. como motivación, pues no engloban la complejidad de la vida y llevará a tomar decisiones a la ligera. Como escribe Espinoza en Ética “Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida”. Se debe reflexionar para saber qué es lo que realmente se quiere. Pues cada decisión que tomamos tiene un impacto. Hacer una cosa nos quita la oportunidad de hacer otra. Es lo que en economía se llama costo de oportunidad. Y se refiere al dinero que podría ganarse pero que no se está ganando al escoger cierta opción. Se pretende que el costo de oportunidad sea menor que la utilidad que generará la opción seleccionada. De igual manera, las personas deberíamos interesarnos en que nuestras decisiones sean las mejores para vivir bien. Y es que, como expone Savater con los ejemplos de Esaú -el personaje bíblico- y el ciudadano Kane, si tomamos decisiones basados en quereres o deseos simples enfocados en un aspecto de la realidad, no llegaremos a vivir bien. Estaremos sacrificando muchos aspectos importantes de nuestras vidas por deseos fugaces o vanos. Por eso con todas nuestras decisiones debemos buscar lo que realmente queremos. Sabiendo que cada decisión tendrá consecuencias que pueden causarnos remordimiento o satisfacción, gracias a la conciencia. Hay quienes creen que la conciencia es sólo consecuencia de cierto temor que existe en las personas ya sea por un ser superior, leyes, castigos, etc. Pero como menciona el libro, la conciencia es consecuencia de la libertad; de sabernos libres, de saber que pudimos hacer otra cosa y elegimos no hacerla, de la responsabilidad que tenemos por las acciones que tomamos libremente. Según Savater “Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia.” Y hay muchas clases de imbéciles, moralmente hablando, como; los creen que no quieren nada o que quieren todo, los que no saben que quieren ni les interesa, los que saben que quieren pero no les interesa lo suficiente y los que están seguros de lo que quieren pero no saben distinguir que les conviene y que no. Si encajamos en cualquiera de estas actitudes, no es que la cosa sea irremediable, sino que se puede entrenar nuestra conciencia. Hasta que sepamos lo que realmente queremos y busquemos conseguirlo con fervor. Otro principio del buen vivir es tratar a las personas como personas y simpatizar con su sufrimiento y problemas. Hay quienes, pasan la vida usando a otros. Tratando a quien se relacione con ellos como una cosa, negando su naturaleza semejante a la suya. No solo se trata de vivir la vida sino de vivirla humanamente. Y lo que nos da esa humanidad es el vivir entre hombres, reconocer o valorar que está bien o mal, aunque indudablemente esto variará de una cultura a otra. Como el claro ejemplo que nos da Savater de Robinson Crusoe y Viernes, quienes no compartían la misma cultura ni costumbres, pero eran semejantes, usaban un lenguaje, les daban nombre a las cosas y más importante, podían valorar los comportamientos. Todo esto, de valorar los comportamientos, no significa que los individuos no podamos darnos gusto o disfrutar. Y es que existe todo un revuelo alrededor de todo aquello que genera placer al ser humano. Y quienes creen que todo lo que nos da placer es malo y que el privarse de todo placer es decoroso. Toda esta santurronería “no es ni más ni menos que uno de los más viejos temores sociales del hombre: el miedo al placer.” (Savater, 1991). Pero es que disfrutar no es malo, pues es una de las cosas que mejor nos hacen sentir respecto a la vida, pero si permitimos que el placer se adueñe de nuestra vida, esta puede acortarse. Por eso, debemos recordar que no es que todo placer sea malo o nos dañará, es más deberíamos de buscar disfrutar todo en la vida. El problema surge con quien se obsesiona por completo con el disfrute y el placer, los quiere tanto que deja que esos placeres le dominen en lugar de ejercer dominio sobre ellos. Y eso ya no es vivir bien. Por último, se hace referencia a las diferencias y similitudes entre política y ética. Y es que se debe entender que la ética se encarga de buscar el buen vivir individual, en palabras de Salvatore “es para intentar mejorarse a uno mismo, no para reprender elocuentemente al vecino”. Mientras que la política se preocupa o debería preocuparse por que todos funcionen de la mejor forma, con la mayor sinergia posible. En esencia la política y la ética se deben relacionar aunque no se parecen. De esta forma concluye Savater su libro Ética para Amador, dando de forma fácil una idea de qué es la ética y el buen vivir, lo importante que es la libertad y la responsabilidad que conlleva, de qué trata vivir humanamente bien, el por qué tomamos las decisiones que tomamos, el papel de los placeres en la vida y qué tiene que ver todo esto con la política. En pocas palabras Savater da a los jóvenes una guía para comprender la ética y no malinterpretarla como suele ocurrir.