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Krishnamurti
SUMARIO
Capítulo I . . . 7
Capítulo II . „ 19
Capítulo III . 35
Capítulo IV . 49
Capítulo V . . 61
Capítulo VI , 73
Capítulo VII 85
Capítulo VIII 97
Capítulo IX . 109
Capítulo X , . 123
Fundaciones . 135
CAPITULO I
12 de julio de 1964
CAPITULO II
que dure, es incapaz cie pensar con claridad, de ver ias cosas
como son -cruda, implacabiemente-, sin ningún sentimiento
de lástima por uno mismo.
De hecho, ia mayoría de nosotros estamos acostumbrados
a eludir de inmediato cualquier problema que surja y nos re
sulta muy difícil permanecer con éste: simplemente obser-
vándolo sin interpretar, condenar ni comparar, sin tratar de
modificado, o de hacer algo con él. Eso requiere mucha aten-
ción en uno mismo; sin embargo, para la mayoría de noso
tros un problema nunca es tan serio como para que queramos
prestarle toda nuestra atención, ya que vivi mos una vida muy
superficial y nos contentamos fácilmente con respuestas tri-
viales y rápidas. Queremos olvidar ei problema, dejarlo apar
te y seguir con otra cosa. Sólo cuando el problema nos afee-
ta íntimamente, como en el caso de la muerte, o de no poseer
nada de dinero, o cuando el marido o la esposa nos ha aban
donado, sólo entonces el problema se convierte en una cri-
sis, Pero nunca dejamos que un problema produzea una crisis
real en nuestra vida, siempre lo eludimos con explicaciones,
con palabras o con otras cosas que utilizamos como defensa.
Así pues, sabemos a lo que nos referimos con la pala-
bra “problema”. Un problema es una cuestión a cuyo fondo
no hemos llegado y que no hemos comprendido por comple
to; por tanto, no ha terminado y se repite una y otra vez,, A la
hora de comprender un problema, tenemos que comprender
las contradicciones -tanto las inusuales como las cotidianas-
de nuestro propio ser. Pensamos una cosa y hacemos otra.
Décimos una cosa, pero la sentimos de modo muy distinto.
Existe el conflicto dei respeto y la falta derespeto, la grosería
y la cortesia. Por un lado, está el sentido de la arrogancia y el
orgullo y, por otro, jugamos con la humildad. Ya saben las nu
merosas contradicciones que todos tenemos, tanto conscien
tes como ocultas. Pero £cómo surgen esas contradicciones?
Ca pít u l o lí 23
Co me n t á r io : N o , no las tiene.
Co me n t á r io : No, no es mi problema/
K r is h n a mu r t i : No venga.
14 de julio 1964
CAPITULO m
16 de julio de 1964
CAPITULO IV
19 de julio de 1964
CAPITULO V
21 de julio de 1964
CAPITULO VI
Pr e g u n t a : í,Qué es ia madurez?
23 de juiio de 1964
CAPITULO VII
28 de julio de 1964
CAPITULO IX
30 de julio de 1964
CAPITULO X
te lo eterno, algo que está más allá ciei espacio, más allá dei
tiempo, más allá dei pensador y de lo que éste piensa o bus
ca. Para observar y comprender todo ello, hace falta una aten-
ción total y la disciplina flexible que emana de ésta En una
atención así no hay distracción, no hay tirantez ni movimien-
to con un propósito marcado, porque todo movimiento, todo
motivo, es el resultado de la influencia dei pasado o el pre
sente En ese estado de atención sin esfuerzo, surge una ex
traordinária sensación de libertad, y sólo entonces, estando
totalmente vacía, en silencio, en calma, la mente es capaz de
descubrir lo eterno,
Tal vez quieran plantear preguntas sobre lo que hemos di-
cho esta manana,.
seo. Así sucede, sin duda alguna. Les ruego que me escuchen
atentamente. Tomemos el acto de ver, por ejemplo, un coche
precioso. De ese acto mismo de ver, aun sin tocar el vehicu-
lo, surge la sensadón que créa el deseo de conducir*o de po-
seer el coche No nos interesa cómo resistir o liberamos dei
deseo, porque cualquier persona que ha resistido y créé estar
libre dei deseo, en realidad está paralizada, muerta. Lo im
portante es comprender todo el proceso dei deseo, que impli
ca conocer tanto su importância como su falta de importân
cia. Uno ha de descubrir no cómo terminar con el deseo, sino
qué Ie da continuidad.
lQ\ié es, pues, lo que da continuidad al deseo? Es el pen-
samiento, ^no? Primero uno ve el coche y luego viene la sen
sation, a la cual le sigue el deseo. Y si no interviene el pensa-
niiento para dar continuidad al deseo, diciendo: «Tengo que
tener ese coche, ^córno lo conseguirá?», el deseo termina,
î,Lo comprenden? No pido que haya libération del deseo, al
contrario, tienen que comprender toda su estructura; y enfon
ces comprobaran que ya no hay continuidad del deseo, sino
algo totalmente distinto.
Lo importante no es, pues, el deseo, sino el hecho de que
le damos continuidad. Por ejemplo, damos continuidad a la
sexualidad por medio de pensamientos, imagenes, ilustracio-
nes, sensaciones o recuerdos; mantenemos el recuerdo pen
sando en todo eso, y asi la importância del sexo y de los sen
tidos permanece, continua. No es que los sentidos no sean
fundamentales, lo son, pero nosotros introducimos una con
tinuidad en el placer de los sentidos que se convierte en algo
sumamente importante en nuestra vida, Lo importante no
es, pues, estar libres del deseo, sino comprender su estruc
tura, y cómo le da continuidad el pensamiento. Y eso es todo.
Entonces la mente es libre, y no tienen que tratar de librarse
del deseo. Desde el momento en que buscan esa liberación
C a pít u l o X 133
del deseo, son presos del confUcto. Cada vez que ven un co
che, a una mujer, una casa, o cualquier cosa que les atraiga,
interviene el pensamiento y continúa e! deseo, y entonces
todo ello se convierte en un problema interminable.
Lo importante es vivir una vida sin esfuérzo, sin un
solo problema; y pueden vivir sin tener ningún problema si
comprenden la naturaleza dei esfuerzo y ven cori suma clari-
dad toda la estructura dei deseo, La mayoría de nosotros te-
nemos infinidad de problemas, y para liberamos de ellos
tenemos que ser capaces de acabar con cada uno de modo in-
mediato, segün van surgiendo.
Creo que ya hemos hablado de ello lo suficiente y no va
mos a continuar con el tema, Pero es absolutamente necesa-
rio que la mente no tenga ningún problema y, de este modo,
viva una vida sin esfuerzo.
Sólo a una mente así podemos calificarla de religiosa,
ya que ha comprendido ei dolor y su terminación; carece de
miedo y, por tanto, es luz para sf misma
2 de agosto de 1964