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Y llegamos a una palabra clave: éxodo. Caldo de cultivo de la desobediencia son los conflictos
sociales que se manifiestan no sólo y no tanto como protesta, sino más bien como defección, no como
voice, sino como exit.
Nada es menos pasivo que una fuga, un éxodo. La defección modifica las condiciones en las que
la protesta tiene lugar antes que presuponerlas como un horizonte inamovible; en lugar de afrontar el
problema eligiendo una de las alternativas previstas, cambia el contexto en el cual se inserta el problema.
El exit consiste en una inversión desprejuiciada que altera las reglas del juego y hace enloquecer la brújula
del adversario. Basta pensar en la fuga de masas del régimen de fábrica encarnada por obreros americanos
a mediados del siglo XIX: avanzando sobre la «frontera» para colonizar tierras a bajo costo, ellos
encontraron la ocasión de revertir la propia condición de partida. Algo similar ocurrió a fines de la década
de 1970 en Italia, cuando la fuerza de trabajo juvenil, contradiciendo toda expectativa, prefirió la
precariedad y el parttime al puesto fijo en la gran empresa. Aunque por un breve período, la movilidad
ocupacional funcionó como recurso político, provocando el eclipse de la disciplina industrial y
consintiendo un cierto grado de autodeterminación.
El éxodo, la defección, está en las antípodas del desesperado «lo único que podemos perder son
las cadenas». Es más, se enclava en una riqueza latente, en una exuberancia de posibilidades, en el
principio del tertium datur. ¿Pero cuál es, para la multitud contemporánea, la abundancia virtual que apela
a la opción-fuga en detrimento de la opción-resistencia? Obviamente, no está en juego una «frontera»
espacial, sino el exceso de saberes, comunicación y el virtuoso actuar concertadamente implicados en la
«publicidad» del general intellect. La defección da una expresión autónoma y afirmativa a este exceso,
impidiendo así su «transferencia» al poder de la administración estatal, o su configuración como recurso
productivo de la empresa capitalista.
Desobediencia, éxodo. Es claro que se trata sólo de alusiones a lo que podría ser el virtuosismo
político, no servil, de la multitud.
Gramática de la multitud (2008), pág. 72-73. Paolo Virno