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2019
Amador Álvarez del Llano
Nota preliminar. Este apunte biográfico no pudo incluirse en la edición anterior del boletín. No obstante, la
singularidad de la figura de Agnesi y de su obra matemática, creada en un contexto de dominio absoluto,
y generalmente excluyente, de la actividad matemática por parte de los hombres, cobran plena vigencia
en la actualidad y justifican su inclusión en el número de este año, pese al desfase cronológico.
María Gaetana Agnesi nació el 16 de mayo de 1718 en Milán. Era la primera hija de Pietro
Agnesi (1690-1752), que llegaría a ser padre de veintiún hijos, nacidos de sus tres
matrimonios. Su madre, Anna Fortunato Brivio, pertenecía una familia de la alta burguesía
milanesa. Los Agnesi se había establecido en Milán a comienzos del siglo XVII, dedicados al
comercio de la seda y los textiles de lujo. Giacomo, padre de Pietro Agnesi, y su hermano
Antonio habían acumulado una importante fortuna que, además de la compañía comercial,
incluía propiedades inmobiliarias urbanas, granjas y haciendas, diseminadas por todo el
Milanesado.
En aquel tiempo era frecuente que los comerciantes de éxito abandonaran las actividades
mercantiles para convertirse en rentistas. Es probable que este fuera el destino previsto por los
hermanos Agnesi para Pietro, único heredero de sus fortunas, además de ennoblecer su
apellido, como solían hacer los burgueses acaudalados que ambicionaban escalar la rígida
pirámide social milanesa hasta alcanzar el patriciado. Esta clase estaba constituida por un
reducido número de familias aristocráticas, que venían controlando el senado y los puestos
públicos más importantes desde hacía siglos. Su influencia se extendía a los cargos principales
de la Iglesia local, hasta el punto que tenía la potestad de imponer al Pontífice su propio
candidato al arzobispado milanés. En definitiva, el acceso a posiciones de prestigio y con poder
real en la administración milanesa estaba ligado a la pertenencia al patriciado, cuyas reglas de
admisión eran sumamente restrictivas.
Cinco años antes del nacimiento de María Agnesi, el Milanesado había pasado a ser una
provincia del Imperio austriaco, tras la firma del tratado de Utrecht que puso fin a los 170 años
de dominio español. Cuando Pietro vio que sus estrategias, pese al gran dispendio que le
suponían, resultaban infructuosas y sus aspiraciones parecían bloqueadas, decidió tomar el
atajo de recurrir directamente a la corte vienesa y buscar el favor del emperador Carlos VI y,
posteriormente, de la emperatriz María Teresa. Monarcas que se mostraban proclives a
recompensar con títulos nobiliarios los servicios y fidelidad de los miembros más acaudalados
de la alta burguesía provinciana. En 1738 negoció la adquisición del título de propiedad del
feudo imperial de Montevecchia, que le iba a permitir ostentar el título y derechos formales
vinculados al mismo y, en consecuencia, ennoblecer el apellido familiar, aunque ello no
implicaba la obtención inmediata de la condición de patricio.
Tras el fallecimiento de su padre el año 1736 y de su tío Antonio tres años más tarde, Pietro se
convirtió en uno de los burgueses más acaudalados de la ciudad, no obstante los testadores
debían albergar serias reservas sobre sus capacidades administrativas e impusieron cláusulas
a sus últimas voluntades que limitaban su autonomía para enejenar las propiedades legadas,
requiriendo siempre la aprobación de su hermano, el monje Giusseppe.
Muy pronto, sus dos hijas mayores, María Gaetana y María Teresa (1720-1795), se convirtieron
en los principales elementos de atracción del salón Agnesi. María Teresa mostraba un precoz
talento musical como intérprete del clavicordio que, en su edad adulta, le procuraría cierta
notoriedad en Europa, tanto por su maestría interpretativa como por sus dotes de compositora
de piezas operísticas. Por su parte, María Gaetana apuntaba, junto a una inteligencia poco
común, una extraordinaria facilidad para el aprendizaje de las lenguas. En 1723 se imprimió en
Milán un soneto de un poeta anónimo que celebraba su admirable dominio del francés a la
tierna edad de cinco años. Cuatro años más tarde, sorprendía a los invitados del salón Agnesi
recitando de memoria un extenso parlamento en latín, en defensa del derecho de las mujeres a
acceder a la educación superior. A los once años, Gaetana podía hablar, leer y escribir con
soltura en siete idiomas: francés, alemán, español, latín, griego, hebreo y su lengua nativa.
Pietro Agnesi intuyó de inmediato que la exposición pública del talento y conocimientos de sus
hijas podía convertirse en el principal activo para prestigiar su salón académico, lo que le llevó
a prestar una atención inusual a la educación de su extensa prole. Puso a su disposición el
mejor plantel de preceptores disponibles en Milán para garantizarles una educación de
excelencia. Gran parte de ellos eran clérigos con una amplia formación filosófica y científica,
que solían tener amplios conocimientos matemáticos. Además, dotó a la magnífica biblioteca
del palacio familiar de abundantes textos de autores clásicos y contemporáneos. En este
ambiente inició su educación María Gaetana, bajo la experta guía de tutores privados, como el
padre Manara, un físico y naturalista que ocuparía la cátedra de física experimental en la
Universidad de Pavía, o el conde Carlo Belloni, aristócrata, erudito y competente matemático,
que la guió en sus estudios de álgebra y geometría y le enseñó técnicas de oratoria y reglas de
etiqueta y protocolo. El fraile teatino Michele Casati (1699-1782) le enseñó metafísica y filosofía
moral. Cuando abandonó Milán, María Gaetana mantuvo una larga relación epistolar con él,
como atestigua la correspondencia incluida en su legado documental, conservado en la
Biblioteca Ambrosiana. Casati tuvo una gran influencia en la formación filosófica y teológica de
María Gaetana, que también recibió las aportaciones del teólogo y filósofo Serafino Brancone
y del clérigo teatino Giuseppe María Reina, que fue su director espiritual a partir del año 1725 y
privilegiado testigo de la especial religiosidad, no exenta de componentes místicos, que María
Gaetana mostraba a tan temprana edad.
Esta situación permitió el florecimiento de muchos talentos femeninos durante los siglos XVII y
XVIII en la península italiana. Cabe destacar, entre ellos a Elena Cornaro Piscopia (1646-1684)
filósofa veneciana que en el año 1678 se convirtió en la primera mujer que recibió un doctorado
por la Universidad de Padua; Clelia Borromeo de Grillo (1684-1777) alma del salón del palacio
Borromeo, conocido como la Academia Cloelia Vigilantium, cuyo objetivo era la difusión de las
ciencias experimentales y de las artes liberales; probablemente este salón milanés fuera el
modelo que inspiró a Pietro Agnesi, y Laura Bassi Verati (1711-1778), graduada en filosofía a
los 21 años y conocida por sus trabajos sobre las teorías físicas de Descartes y Newton, que
propiciaron su elección como miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia. En 1776 el
Senado boloñes le concedió la cátedra de física experimental de su Universidad.
A comienzos de la década de los treinta, cuando Agnesi contaba tan solo 12 años de edad, se
vio aquejada por una misteriosa enfermedad que le producía convulsiones similares a las
provocadas por los ataques epilépticos. Dos años más tarde, cuando ya se había convertido en
la piedra angular de las sesiones vespertinas del salón Agnesi, hubo de interrumpir su actividad
a causa de un repunte de la enfermedad, que coincidió con el fallecimiento de su madre en un
parto y un periodo de gran carga de estudio e intensa actividad social. Durante un tiempo los
síntomas eludían cualquier diagnóstico o tratamiento, pero en 1733 experimentó una repentina
mejoría y pudo reanudar sus estudios y actividades.
En el ambiente de acendrada religiosidad que
presidía su vida familiar, la imprevista curación se
atribuyó a una intervención directa de San Cayetano
(San Gaetano), fundador de la orden de los teatinos,
al que la familia profesaba una gran devoción, como
pone de manifiesto el que tanto María como varios
de sus hermanos llevaran como segundo nombre el
de este santo fundador.
Tras definir a María Gaetana como un “fenómeno literario (...)más maravilloso que la catedral
de Milán”, prosigue su descripción:
Fui conducido al interior de un amplio y elegante salón, donde se hallaban unas treinta
personas de todos los países de Europa, situadas en círculo alrededor de la señorita
Agnesi y de su hermana, que se estaban sentadas en un sofá. Es una chica de una
edad comprendida entre los dieciocho o veinte años, ni guapa ni fea, de maneras muy
sencillas y dulces. De inmediato nos sirvieron unos helados que me parecieron el
preludio de un buen augurio (…) (El Conde Belloni) comenzó dirigiendo una bella
arenga a la joven en latín, para que fuera entendida por todo el mundo. Ella le
respondió del mismo modo; después inició un debate en la misma lengua sobre el
origen de las fuentes y las causas del flujo y reflujo que se observan en ellas, como las
mareas de la mar. Habló como un ángel sobre el tema; nunca oí otra cosa sobre el
tema que me produjera mayor placer.
De Brosses observó la notable influencia de las doctrinas newtonianas en las ideas de la joven
filósofa:
Está muy influenciada por la filosofía de Newton, y resulta maravilloso ver a una
persona de su edad debatiendo temas tan abstractos.
Pero más que por los conocimientos mostrados por Agnesi, el erudito galo quedó impresionado
por la pulcritud, facilidad y buen estilo con que se expresaba en latín, y por su capacidad para
comunicarse con los invitados foráneos en su propio idioma. Continúa su narración explicando
que, una vez finalizados los debates académicos, intervenía María Teresa para deleitar a los
asistentes con sus interpretaciones al clavecín de piezas de Rameau y con sus propias
composiciones. Finalmente, traslada al lector, la confidencia que le hizo María Gaetana, en una
conversación aparte, respecto al malestar que le producía debatir públicamente ante una
audiencia en la que "por cada persona interesada hay veinte que se aburren mortalmente", y su
deseo de abandonar la vida social y tomar el hábito de las monjas agustinas. Lo que causó
gran sorpresa al magistrado francés, que no alcanzaba a comprender su determinación, ya
que, decía, "no lo hace por necesidad, pues es una joven muy rica".
Las "conversazzioni" del salón Agnesi alcanzaron su mayor momento de gloria a finales del año
1739. En noviembre, el príncipe de Wolfenbüttel, de visita en Milán, asistió a una de las
sesiones. Pocos días más tarde, el palacio se puso de gala para recibir al primogénito de
Augusto III, Elector de Sajonia y rey Polonia, que durante su visita a la ciudad se hospedaba en
el palacio de los Borromeo y, atraído por el prestigio de la joven filosofessa, manifestó su deseo
de presenciar uno de sus célebres debates. La augusta visita suscitó tal expectación en la
ciudad que, al día siguiente, la Gazzetta de Milano se hizo eco de ella con grandes elogios y
entusiasmo.
A finales de la década de los treinta, Gaetana había alcanzado el estatus de una celebridad en
el norte de Italia. El año 1738, financiada por su padre, se publica Propositiones philosophicae
quas crebris disputationibus domi habitis coram clarissimis viris explicabat extempore, et ab
objectis vindicabat M.G.de A. mediolanensis, que representa el colofón de sus estudios de
filosofía natural, y una especie de grado universitario virtual, obtenido en una ciudad que
carecía de universidad. La obra sale a la luz el mismo año que Pietro Agnesi formaliza la
adquisición del feudo imperial y, con ello, adquiere los títulos nobiliarios ligados a su propiedad.
A partir de ese momento, la familia Agnesi ingresa en la nobleza, aunque en un escalón
intermedio, que no les otorga la condición de patricios de pleno derecho.
A principios de 1740, María Gaetana inicia su retiro de la vida pública e intensifica su actividad
espiritual y religiosa, coincidiendo con el periodo de su máxima dedicación al estudio de las
matemáticas, que le ocupará los diez años siguientes de su vida, y finalizará con la publicación
de su gran obra matemática, Instituzioni Analitiche ad Uso della Gioventù Italiana.
Es difícil precisar en qué fecha inició sus primeros estudios matemáticos, todo parece indicar
que ocurrió al final de los años 20. En cualquier caso, parece que a los catorce años resolvía
problemas de balística y geometría analítica de considerable grado de dificultad, y estaba
familiarizada con las obras matemáticas de Newton, Leibniz, Fermat, Descartes, Euler, y los
hermanos Bernoulli. A través de su correspondencia se sabe que, recién cumplidos los
diecisiete años, comenzó a redactar un comentario crítico del Tratado analítico de las
secciones cónicas (1707), obra póstuma de Guillaume de L'Hôpital (1661-1704), clarificando
algunos aspectos oscuros de la obra y corrigiendo algunos errores. Este tratado, que ya tuvo
una importancia limitada en el momento de su publicación, había quedado obsoleto en aquellos
momentos, lo que probablemente determinó que nunca llegara a publicarse el manuscrito.
La llegada de Ramiro Rampinelli (1697-1759) a Milán en 1740 para instruir a los monjes del
colegio San Vittore al Corpo, supuso un salto cualitativo en las aspiraciones de la joven
milanesa, que hasta ese momento eran modestas y de un claro sesgo escolástico. Este monje
benedictino era un reconocido matemático, que había sido profesor en Roma y Bolonia. Al
poco de su llegada a Milán, se convirtió en habitual del salón Agnesi y comenzó a animar y
guíar las actividades matemáticas de María Gaetana, profundizando sus estudios del álgebra e
introduciéndola en las obras pioneras del cálculo infinitesimal. Uno de los tratados que más
influencia ejerció en la obra de Agnesi fue Analyse Demontrée ou la Methode de résoudre le
problème des mathématiques, publicado en 1708 por el matemático francés Charles René
Reyneau (1656-1728). La propia Agnesi hace una referencia explícita al tratado en su obra:
(...) creo que el célebre padre Reyneau dio a luz el utilísimo libro De l’analise
demonstrée para beneficio de todos, un trabajo digno y merecedor de todos los elogios.
Como su Excelencia ha podido ver, no quiero tratar los temas de física. Excluyo todos
los problemas relacionados con ellos con el fin de evitar ir más allá del puro análisis y
sus aplicaciones a la geometría.
que pone de manifiesto una de las características más notables de su obra: su apuesta por un
tratado dedicado exclusivamente a lo que Agnesi percibe como matemáticas puras.
La influencia de Rampinelli y los Riccati, grandes admiradores de Leibniz, hizo que Gaetana
adoptara la notación de Leibniz, utilizando el lenguaje de los diferenciales y los infinitésimos en
lugar del fluxional, empleado por su admirado Newton. No obstante, Instituzioni Analitiche
representa una introducción al álgebra y el cálculo de acuerdo con la tradición "geométrica"
newtoniana, como ponía de manifiesto su autora al afirmar que los "descubrimientos más
recientes del cálculo" podían ser descritos en términos puramente geométricos. En ese sentido,
la obra de Agnesi constituye un híbrido de las dos tradiciones, en aquellos momentos
confrontadas en una estéril batalla: la de los discípulos de Leibniz y los Bernoulli y la de los
newtonianos. Ambas corrientes diferían, además de en las notaciones utilizadas, en el
tratamiento dado a los contenidos: geométrico, en el caso de los newtonianos, frente al
algorítmico de los analistas continentales.
Cuando en 1747 Rampinelli abandona Milán para hacerse cargo de la cátedra de matemáticas
en la Universidad de Pavía, Agnesi tenía prácticamente completada la impresión del primer
volumen de Instituzioni Analitiche ad Uso della Gioventù Italiana. Su implicación en las labores
de impresión fue tan grande que acordó con su impresor, Giuseppe Richini, instalar las prensas
en el palacio Agnesi a fin de poder supervisar personalmente el progreso diario de los trabajos;
cuidando especialmente los caracteres tipográficos utilizados para los símbolos y gráficos
matemáticos.
Entre 1748 y 1749 se publicaron los dos volúmenes que componían la obra. De acuerdo con
los deseos de María Gaetana, constaban de un total de 1044 páginas de gran formato, con
grandes márgenes y abundantes diagramas e ilustraciones que facilitaban su lectura. Al final
de cada volumen se adjuntaban 58 páginas desplegables con las 311 figuras referidas en el
texto, grabadas en cobre por el prestigioso artista Marc'Antonio Dal Re. El contenido de los dos
volúmenes se organizaba en cuatro libros.
Abría el primer volumen una solemne dedicatoria a la Emperatriz María Teresa de Austria,
elogiando su papel como referente de la lucha por la incorporación de la mujer a las
enseñanzas superiores y señalándo a la soberana como modelo inspirador de la obra. La gran
duquesa de Austria agradeció la dedicatoria, recompensando a María Gaetana con un valioso
collar y una joya consistente en una caja de cristal de roca incrustada de gemas y diamantes.
Seguía a la dedicatoria una "Introducción a los lectores" en la que, en un lenguaje más llano,
exponía las motivaciones y el propósito de la obra. Señalaba su preocupación por los
problemas que encontraban los jóvenes para formarse en los nuevos contenidos del análisis
matemático, dada la carencia de textos y materiales adecuados, al estar los resultados de las
investigaciones dispersos en tratados y artículos redactados en diferentes lenguas y con
distinta terminología, así como la dificultad de encontrar un profesorado cualificado para su
enseñanza:
"... son grandes las dificultades que uno se encuentra, puesto que es un hecho
conocido e indudable que no en todas las ciudades, al menos en nuestra Italia, hay
gente que pueda o quiera enseñarlo, y no todo el mundo tiene la posibilidad de
abandonar país para buscar profesores".
La versiera aparece en varios lugares de las Instituzioni Analitiche. Al final del primer volumen,
se presenta un método algebraico para hallar sus puntos de inflexión y se vuelve a retomar en
el segundo volumen para ilustrar la
aplicación de la segunda derivada a la
determinación de sus puntos de inflexión.
Un problema planteado en la página 380 del
primer volumen, introduce la definición de la
curva en los siguientes términos:
Dado un semicírculo ADC de diámetro AC,
hallar el lugar geométrico de los puntos M, externos al mismo, tal que al trazar por M una recta
perpendicular a AC, corta al círculo y al diámetro en los puntos D y B respectivamente, tales
AB AC
que verifican la siguiente proporción: .
BD BM
El lugar geométrico buscado es precisamente la versiera. Para obtener su ecuación, tomamos
el diámetro del círculo AC a y situamos el origen de coordenadas en el punto, asignando a
M las coordenadas x, y con lo cual podemos escribir
BM x , AB y .
y a
De esta forma, la proporción dada puede escribirse: , de donde:
BD x
xy a BD (1).
BD CB
De la semejanza de los triángulos ABD y DBC, se sigue que: .
AB BD
BD a y
Dado que CB a y , podemos escribir como , de donde: BD y a y
2
y BD
Sustituyendo en (1) y elevando al cuadrado, se obtiene la ecuación: x 2 y 2 a 2 ay y 2 , y al
a3
despejar la variable y , se obtiene la ecuación de la versiera en la forma: y , donde
x2 a2
a es el diámetro del círculo. En el caso particular de tomar un círculo de diámetro unidad, la
1
ecuación se transforma en y , correspondiente a la derivada de la función
1 x2
f x arctan x .
La curva de Agnesi puede obtenerse también a partir de los puntos determinados por las
intersecciones del haz de rectas del punto A con la circunferencia, D, y con la recta tangente a
la circunferencia por C, punto H. La versiera sería, en este caso, el lugar geométrico de los
puntos que tienen por abscisa la del punto H y por ordenada la del punto D. Esto permite
a
x m
escribir las ecuaciones paramétricas de la curva de Agnesi en la forma 2
, siendo m
y am
1 m2
el coeficiente angular de la recta AH.
También, como puede verse en la figura, tenemos que la ordenada de M, y AB , es el seno
verso del ángulo y, en consecuencia, se puede escribir la ecuación de la curva en la forma:
a
y 1 cos .
2
El sexto y último capítulo del Libro I, Del Metodo de Massimi, e de Minimi, delle Tangenti delle
curve, de Flessi contrari, e Regressi, facendo uso della sola Algebra Cartesiana, estudia las
propiedades geométricas de las curvas: extremos, puntos de inflexión, curvaturas, etc., sin
hacer uso de los métodos del cálculo.
El libro III lleva por título Del calcolo Integrale y está dedicado al cálculo integral. Agnesi, al
igual que Johann Bernoulli, y más tarde Leonhard Euler, considera que el cálculo integral es el
inverso del cálculo diferencial y, en consecuencia, el símbolo ydx representa una
antiderivada. Esta reflexión conduciría posteriormente a Agnesi a interpretar el subintegrando
ydx como la representación de un rectángulo infinitesimal, lo que la lleva a calcular las áreas
delimitadas por curvas a través de este mismo proceso inverso. En sucesivos capítulos del
Libro III, aborda la rectificación de curvas, cuadraturas de superficies y cálculo de volúmenes,
para lo que utiliza integración por series o complicadas sustituciones.
Los cuatro capítulos que componen el libro IV están dedicados a la introducción y resolución de
ecuaciones diferenciales ordinarias de primer y segundo grado, utilizando el método de
separación de variables y varios tipos de sustituciones.
Instituzioni Analitiche fue el texto matemático más importante publicado por una mujer antes del
siglo XVIII. Agnesi combinó y sintetizó en su obra los resultados de las investigaciones
realizadas por los pioneros del cálculo, que habían sido publicados en diferentes países, en
distintas lenguas y con una amplia variedad de notaciones. Sus amplios conocimientos de los
idiomas le permitieron acceder a estos resultados y realizar un tratamiento unificado del cálculo
a través de una notación y terminología consistentes, lo que le convirtió en el primer texto que
proporcionaba una visión comprensiva del cálculo desde que l'Hôpital publicara Analyse des
infiniment petits en 1696. La obra de Agnesi constituye un compendio de las matemáticas
contemporáneas, desde el álgebra elemental a la teoría clásica de ecuaciones, pasando por la
geometría analítica, para extenderse al cálculo diferencial e integral y finalizar con las series
infinitas y la resolución de ecuaciones diferenciales elementales.
En la redacción de su obra, Gaetana tuvo siempre presente una finalidad pedagógica, que se
refleja en el orden lógico seguido en la presentación de los contenidos, derivando cada nueva
idea de las previamente establecidas y en la ilustración de los conceptos teóricos mediante
ejemplos claros y relevantes. Desde estas premisas, y con el propósito de abarcar una amplia
audiencia, tomó la decisión de escribirlo en su lengua vernácula, el italiano, en lugar de utilizar
el latín, que era el idioma habitual en las obras de carácter científico. Estas características
convirtieron a Instituzioni Analitiche en el manual de referencia para el estudio de estas
materias durante la segunda mitad de la centuria. Junto a sus excelentes virtudes pedagógicas,
la obra presenta algunos defectos y errores propios de la época: mantiene la denominación de
"verdaderas" al referirse a las soluciones positivas y la de "falsas" para las negativas; considera
que los coeficientes literales son siempre positivos, lo que obliga a utilizar diferentes
representaciones para ecuaciones del mismo tipo y, por último, considerar de forma separada
las coordenadas negativas y las positivas, lo que implica que la ecuación y mx representa
una semirrecta del primer cuadrante, mientras que y mx representa la opuesta del tercer
cuadrante. La notación utilizada por Agnesi presenta trazas de un estilo un tanto arcaico,
incluso para sus contemporáneos, al asignar a las variables un significado físico - geométrico.
Así, se refiere a las sumas y diferencias de variables como "cantidades analíticas de dimensión
uno" o utiliza el término "rectángulo" para el producto de dos variables, lo que está basado en
el antiguo concepto de la consistencia dimensional de las ecuaciones, que lleva a escribir
y 3 aax en lugar y3 x o y 3 axx en lugar de y 3 xx , incluso si la constante a carece
de significado, para garantizar la homogeneidad dimensional de ambos miembros de la
ecuación.
Instituzioni Analitiche tuvo una rápida difusión y gran reconocimiento tanto en Italia como en el
resto de Europa. Lo que tuvo mucho que ver con el ingenioso plan de distribución de la obra,
que puso en funcionamiento la familia Agnesi y sus allegados, incluso antes de su publicación.
Se entregaron lujosas copias a personajes e instituciones cuidadosamente elegidos por su
prestigio e influencia, invitándoles a emitir un juicio sobre la obra antes de su publicación oficial.
Una de ellas se hizo llegar a Jacopo Bartolommeo Beccari (1682-1766), presidente de la
Academia de Ciencias de Bolonia, lo que tuvo como resultado el nombramiento de Agnesi
como miembro de esta institución. Igualmente, se remitieron copias a la comunidad
matemática de Bolonia y Roma, que formaban parte de los Estados Papales. Estos regalos
tenían un doble propósito: atraer la atención del ilustrado Papa Benedicto XIV y, una vez
logrado este objetivo, utilizar su prestigio para conseguir una buena recepción de la obra en
otras instituciones académicas italianas y europeas. Los múltiples contactos de la familia
Agnesi permitieron hacer llegar copias al propio Rey de Francia, a miembros de la Academia
de Ciencias de París y de la Royal Society británica.
Los resultados de esta estratégica difusión no se hicieron esperar. El Papa Benedicto XIV,
patrón de la Academia de Bolonia, le envió una misiva, fechada en junio de 1749, dedicando
grandes elogios a la obra y a su autora, acompañada de una medalla de oro y una guirnalda
del mismo metal, adornada con piedras preciosas. Un año más tarde le envía una segunda
carta con el nombramiento de profesora de matemáticas y filosofía natural en la universidad de
Bolonia. Pese a la existencia de un diploma de confirmación de su nombramiento, que le envió
la universidad el 5 de octubre de 1750, y la permanencia de su nombre en el archivo de
miembros de la facultad hasta el año 1795, todo parece indicar, aunque es un tema
controvertido, que su cátedra universitaria fue a título honorífico (lectrix honoraria) y que nunca
llegó a pisar sus aulas.
Las Instituzioni Analitiche cosecharon también los elogios de la Academia de Ciencias de París.
Un informe elaborado por los académicos Jean-Jacques Dortous de Mairan y Etienne Mignot
de Montigny referenciaba la obra en los siguientes términos:
En 1775, cuando los miembros de esta Academia de Ciencias quieren preparar un texto de
cálculo elemental que incluya los recientes descubrimientos en trigonometría, encargan a
Pierre Thomas Antelmy la traducción del segundo volumen de las Instituzioni Analitiche y, tras
añadirle material adicional de trigonometría, se publica con el título de Traités élémentaires de
calcul différentiel et de calcul integral. A esta traducción parcial debe añadirse, la anteriormente
mencionada, de John Colson, publicada el año 1801, con el título de Analytical institutions.
También aparecieron reseñas de la obra en diferentes revistas científicas y matemáticas, entre
ellas Acta Eruditorum, la revista que había publicado el artículo fundacional del cálculo
infinitesimal, firmado por Leibniz.
A principios de 1752, durante una visita de Pietro Agnesi al gobernador de Milán y Capitán
General de Lombardía, Conde Gianluca Pallavicini, invitado habitual del salón y con el que
mantenía un trato familiar, se produjo una violenta discusión entre ambos, cuando el
gobernador Pallavicini le mencionó los rumores que circulaban por la ciudad respecto a la
utilización de sus hijas Gaetana y Teresa en favor de su promoción social, olvidando su deber
paterno de procurarles enlaces matrimoniales que les asegurasen una posición social y
económica sólida. Pietro abandonó abruptamente el palacio del gobernador, extremadamente
ofendido y alterado. En los días siguientes comenzó a manifestar una cierta confusión mental e
inmediatamente empeoró su estado físico, hasta el punto que unas semanas más tarde, el 19
de marzo de 1752, se produjo su defunción.
El aristocrático estilo de vida que había llevado Pietro Agnesi resultó extraordinariamente
gravoso para las finanzas familiares. Las rentas que devengaba su patrimonio inmobiliario
nunca alcanzaron para sufragar los cuantiosos gastos y, como no podía poner a la venta sus
propiedades debido al fideicomiso que pesaba sobre su herencia, hubo de recurrir
continuamente a los préstamos, que nunca llegó a devolver. Sus herederos tuvieron que hacer
frente a la deuda acumulada vendiendo gran parte de sus propiedades, lo que supuso un
drástico cambio en el nivel de vida familiar.
En los últimos años, Massimo Mazzotti y otros estudiosos de la obra de Agnesi, han adoptado
un nuevo enfoque de análisis, que supera la mera valoración de las Instituzioni como
recopìlación de las aportaciones matemáticas realizadas desde los inicios del siglo XVII, o
competidor de los tratados matemáticos de sus contemporáneos, y fija su atención en la
reconstrucción del contexto social y cultural milanés en que Agnesi vivió y desarrolló su obra.
Esta perspectiva totalizadora, a su juicio, permite establecer el marco conceptual que explica y
confiere coherencia, tanto a sus decisiones existenciales como a las motivaciones y relaciones
de sus actividades científicas y sus experiencias religiosas. Mazzotti llega a la conclusión de
fue el catolicismo ilustrado el principal constituyente de dicho marco. Un movimiento cultural
que expresaba las prioridades y aspiraciones de una buena parte de las élites católicas
europeas durante la primera mitad del siglo XVIII, con el proposito de transformar el catolicismo
en una fuerza de cambio social, promoviendo una religiosidad más humanitaria, basada en un
optimismo teológico fundamental y en la necesidad de combinar el ascetismo espiritual con la
práctica de la caridad.
Cuando fallece María Gaetana, el mundo del catolicismo ilustrado, que había sustentado su
conocimiento y su acción, había llegado a su fin. La desintegración de esta cultura se refleja en
el modo en que se transforma la narrativa sobre la vida de Agnesi a partir de los años 90.
Durante la época revolucionaria el relato biográfico, inicialmente unitario, se separa en dos
narrativas aparentemente antagónicas: la mujer devota, heroína de las obras pías, y también
de la reacción católica, frente a la protofeminista, la filósofa natural ilustrada y la audaz
matemática. Para las mentalidades positivistas de los siglos XIX y XX, ancladas en la tesis del
conflicto ineludible entre la ciencia y la religión, estas dos facetas de la trayectoria vital de
Agnesi constituyeron un enigma indescifrable. Ante el fracaso de sus inetentos para
conciliarlas, recurrieron a dos tipos de estrategias: dar mayor preeminencia a una de ellas,
como se hizo en muchos panfletos publicados durante el siglo XIX, que resaltaban sus valores
científicos, pedagógicos y feministas, relegando a un segundo plano su dimensión religiosa; o
postular que, tras la publicación de Instituzioni analitiche en 1748, Gaetana había sufrido algun
tipo de crisis religiosa, o psicológica, que la había obligado a abandonar sus actividades
científicas y buscar el refugio de la religión para el resto de su vida.
Estas cuestiones, sin embargo hubieran carecido de sentido para Agnesi y quienes compartían
con ella la cultura de la ilustración católica. Este movimiento encontró en Milán un terreno fértil
para su desarrollo. Desde principios del siglo, las instituciones eclesiásticas locales habían
iniciado un proceso de renovación, acuciadas por la percepción de la pérdida progresiva del
apoyo de su aliado tradicional, el patriciado, y la consiguiente necesidad de atraer a otros
grupos sociales e intentar forjar nuevas alianzas con la sociedad milanesa. También potenció
este proceso reformista el declive de la hegemonía de los jesuitas en la cultura católica, desde
la teología hasta la enseñanza, y el empoderamiento de otras órdenes y congregaciones
religiosas. Ante esta situación, el programa muratoniano ofrecía a la iglesia milanesa una
estructura coherente para desarrollar sus propuestas reformistas, que abogaban por prestar
una mayor atención a la educación y rigor moral de los clérigos; una religiosidad más sobria y
una mayor presencia y acción social de los creyentes.
El salón Agnesi, lugar de encuentro de ilustres intelectuales italianos y europeos, reunió a los
elementos más representativos del catolicismo ilustrado lombardo. Los debates que tuvieron
lugar en las sesiones vespertinas, alrededor de la figura de Gaetana, sobre la renovación de la
educación, el conocimiento, la devoción y la liturgia, permitieron establecer una red de alianzas,
políticas, religiosas y culturales, que jugó un papel decisivo en la reforma del catolicismo en
aquel espacio y aquel tiempo, fijando sus relaciones con la sociedad civil y armonizando la
relación entre fe y razón, a través de la introducción de las nuevas teorías científicas, como el
sistema newtoniano y el cálculo infinitesimal, en la enseñanza. Todo ello siempre, sin
menoscabo de la más absoluta ortodoxia católica.
En uno de sus escritos teológicos más notables, titulado El cielo místico, Agnesi explicaba sus
técnicas ascéticas, guiando al lector, a través de sucesivas etapas contemplativas, hacia lo que
denomina "unión transformadora" con Dios, que representa el último estadio de un proceso en
el que todas las cosas adquieren su significado real y muestran su verdadero valor: el
conocimiento superior. Para culminar con éxito este proceso, señala Agnesi, se requiere la
cooperación de la sensibilidad y la racionalidad, de la voluntad y el intelecto. En consecuencia,
los creyentes están obligados a mantener su intelecto "lúcido y claro" a través de su constante
ejercitación. Agnesi atribuía a las matemáticas, y especialmente a la geometría, un estatuto
epistemológico especial debido a la certeza de sus proposiciones y la evidencia de sus
verdades, que asisten e iluminan a la mente en la búsqueda de la verdad teológica. Su
conocimiento, por lo tanto, constituye un componente necesario de la fe. Esta posición
teológica coincidía plenamente con las sostenidas por los católicos ilustrados del círculo de
Malebranche. Su discípulo Reyneau consideraba que las "verdades especulativas" de las
matemáticas, que están alejadas de los sentidos, tenían el más alto valor espiritual por su
potencial para refinar la capacidad "la percepción y atención de la mente".
La presentación del cálculo infinitesimal que se hace en las Instituzioni, similar a la que había
hecho Reyneau en su obra, centra su interés en las matemáticas puras, alejadas del mundo
empírico y de las aplicaciones. Se sustenta en una concepción esencialmente geométrica del
álgebra y el cálculo, opuesta a la corriente principal de las matemáticas continentales, tal como
como se desprende del énfasis puesto en la construcción geométrica de ecuaciones o en el
significado geométrico de los infinitesimales y la considerable atención que dedica a los
métodos y objetivos de la geometría cartesiana. Aunque adopta la notación diferencial,
siguiendo la tradición leibniziana del norte de Italia, lo hace como equivalente a la newtoniana
de las fluxiones, insistiendo en la prioridad de la evidencia geométrica e ignorando las
aplicaciones físicas del análisis.
No obstante, estas peculiaridades de su obra matemática tienen que relacionarse también con
la consideración del contexto en que se introdujo el cálculo infinitesimal en la península italiana
a lo largo del setecientos. En general, la recepción del cálculo en las distintas regiones
europeas siguió diferentes patrones. A partir de 1730, se produce una clara separación entre
los seguidores de la escuela de Leibniz, interesados por la dimensión algorítmica del cálculo y
sus posibles aplicaciones en diferentes campos del conocimiento y los discípulos de Newton,
más centrados en los aspectos geométricos de su práctica matemática. Estas diferencias
tenían como transfondo el debate entre los métodos sintético y analítico. En el primero, el
principal recurso eran las construcciones geométricas, usando el formalismo euclidiano,
mientras los métodos analíticos se centraban en los algoritmos algebraicos y estaban
estrechamente ligados a las aplicaciones físicas.
Los matemáticos italianos también fueron testigos de la transición del uso de los métodos
geométricos a los algebraicos, que terminarán generalizándose al final de la centuria. En la
primera mitad del siglo XVIII, tiempo en que se publica Instituzione Analitiche, los métodos
analíticos y la tradición leibniziana fueron hegemónicos en Basilea y, por ende, en el norte de
Italia, debido al éxito que cosechaban sus aplicaciones a la resolución de problemas
específicos de la dinámica, la mecánica y, sobretodo, de la hidráulica, debido al interés de los
poderes locales por el control de los ríos y lagos y la instalación de sistemas de riego. En esta
línea, aparecieron los primeros textos de análisis en las regiones de Bolonia y Pisa a principios
del siglo XVIII. Guido Grandi (1671-1742) fue el autor de la primera publicación italiana sobre
ecuaciones diferenciales, redactada el año 1707. Ese mismo año, el suizo Jakob Hermanmn
(1678-1733) explicaba en sus clases de Universidad de Padua los métodos de Leibniz, y
Gabriele Manfriedi escribía De Constructione Equationum Differentialiu Primi Gradus, obra que
recibió los elogios de Leibniz, y, a partir de 1720, comenzó a impartir cursos de análisis
infinitesimal de forma regular en la Universidad de Bolonia.
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