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CONTROL EMOCIONAL

El ser humano es un ente complejo y rico en cualidades. Su nivel de desarrollo y


evolución a lo largo de los siglos le ha dotado de sistemas que no poseen otras especies
animales y de capacidades avanzadas que le permiten acciones tan prodigiosas como
escribir poesía, fabricar y mandar al espacio satélites, hablar varias lenguas o componer
música, por citar sólo algunos ejemplos.

¿CÓMO INFLUYEN LAS EMOCIONES EN NUESTRA FORMA


DE SER Y DE COMPORTARNOS?

Aparte de que a veces interpretemos los acontecimientos de forma poco contrastada o


irracional, existen hechos o situaciones que directamente pueden dar lugar a que
experimentemos emociones negativas (los malos modos o enfados de otros hacia
nosotros, algo que nos ha salido mal, una pérdida importante, un incidente que nos
provoca frustración, etc.).
Como no podemos entrar en los acontecimientos, lo que sí podemos hacer es tratar de
dominar esas mociones negativas que se desencadenan, para reducir su influencia
negativa sobre nuestro comportamiento.
Si no controlamos la ansiedad o la ira que nos ha producido algo, ambas emociones
pueden impedirnos que estemos serenos y pongamos en juego una respuesta efectiva
para afrontar el problema que las ha originado, aumentando aún más el problema inicial.

¿POR QUÉ SE RELACIONA EL AUTOCONTROL


EMOCIONAL CON LA PREVENCIÓN?

Muchas investigaciones han demostrado que en la adolescencia, la presencia repetida de


estados de ansiedad, inestabilidad emocional o ciertos sentimientos negativos que
experimentan los adolescentes ante acontecimientos que a los adultos nos parecen poco
importantes, pero para ellos lo son en esta etapa de vida (inquietud, inseguridad, miedo a
no ser aceptado y valorado, incertidumbre hacia su futuro, miedo al fracaso, etc.)
representan situaciones de riesgo para que el joven se inicie en el uso de drogas. El
control emocional contribuye a aumentar el repertorio de destrezas y capacidades útiles
para que el adolescente sepa manejarse mejor en su vida diaria y vaya incorporando
elementos de maduración a su desarrollo personal.

las emociones y sentimientos son en general elementos positivos que nos hacen
singulares y aportan calidad humana a las personas.
existen emociones positivas, necesarias de experimentar y manifestar, y emociones
negativas que provocan malestar (ansiedad, cólera, inseguridad...). con aprendizaje
evitaremos que la emoción negativa afecte a nuestra capacidad para actuar y resolver
situaciones.
los métodos para lograr el autocontrol emocional se dirigen a los dos principales
componentes de las emociones: a) las reacciones corporales (tensión, respiración, ritmo
cardíaco...). se controlan a través de técnicas de relajación. b) el pensamiento, que en
ocasiones puede ser la fuente que da origen a las emociones negativas, se domina a
través de técnicas de control de pensamiento.
Afrontamiento de la Ansiedad.

La actividad de una persona frente a un problema se centra fundamentalmente en


resolverlo. Generalmente, es la propia cultura la que provee de los datos, creencias e
informaciones sobre las que la persona elabora, más o menos intuitivamente, una estrategia para
actuar sobre la propia enfermedad.

Cuando una persona se siente aquejada de una dolencia no se limita, pasivamente, a sufrir sus
efectos, sino que procura incidir sobre su curso para regularlo. Se sirve para ello de los
conocimientos que tiene sobre la enfermedad, de lo que el sentido común le dice que puede ser
más adecuado o inadecuado, de observaciones realizadas sobre sí mismo, de análisis sobre cómo
los síntomas y las alteraciones evolucionan en un unas u otras circunstancias, de lo que ve en
otros, lo que le dicen, lo que le ha pasado antes, etc.

Antes incluso de consultar con un especialista la persona ha


desarrollado sus propias presunciones sobre lo que le acontece,
calculado posibles consecuencias en diferentes órdenes, y muy
posiblemente, ha tomado iniciativas tendentes a recuperar la
normalidad. Esos actos, u omisiones según el caso, esa
determinada caracterización de la enfermedad, no son simples
accidentes. En tanto en cuanto influyen en el curso de la misma, en la propia concepción de
la persona como sujeto enfermo, son parte integrante del proceso de sanar o enfermar. No
son, por tanto, aspectos que hayan de quedar fuera de la terapéutica, fuera del estudio y la
consideración de los propios especialistas, más atentos por lo común a aplicar sus soluciones
partiendo del conocimiento objetivo que tienen de la enfermedad, y su curso.

Por afrontamiento , siguiendo a Lazarus (1984), entendemos aquellos esfuerzos cognitivos y


conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas
específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los
recursos del individuo.

Las funciones del afrontamiento suelen definirse en relación a aquello que se pretende
controlar. Mechanic (1974) habla de tres funciones: afrontar las demandas sociales y el entorno,
crear el grado de motivación necesario para tales demandas y mantener el equilibrio psicológico
para poder dirigir la energia y los recursos a las demandas externas. Pearlin y Schooler (1978)
hablan de función de control situacional y cambio de circunstancias externas, función de control
de significados (antes de que el estrés se produzca) y función del control del estrés en sí mismo
(cuando éste ya ha aparecido).

Algunos autores -Lazarus y Folkman (1980), George (1974), Kahm y colaboradores (1964)- han
distinguido entre un afrontamiento dirigido a manipular o alterar el problema y un afrontamiento
dirigido a regular la respuesta emocional a que da el problema lugar (o que da lugar al
problema). Aunque a primera vista la distinción parece clara, en la práctica resulta difícil de
sostener: primero porque no es adecuado, y quizá ni siquiera posible, definir lo emocional fuera
del problema o al revés. Segundo porque cabrían preguntas, por otro lado capciosas, de difícil
respuesta como por ejemplo: ¿Centra el sujeto el afrontamiento en el control de la emoción para
así abordar mejor el problema, o trata de resolver el problema para no experimentar la emoción?
Y entonces ¿a qué dirige el afrontamiento en verdad?. Tercero, en algunos casos la llamada
función de afrontamiento del problema y la llamada función de afrontamiento de la emoción
pueden coincidir e identificarse: por ejemplo, cuando la amenaza consiste en la valoración
negativa que el medio social podría hacer de las manifestaciones emocionales del individuo (en
términos de falta de seguridad, personalidad o autocontrol).

A veces se ha distinguido también entre afrontamiento cognitivo y afrontamiento conductual.


Basta un solo ejemplo ofrecido por Fernández Castro (1990) para poner de manifiesto la
inconsistencia de esta nueva dicotomía:

"En un artículo de Folkman y Lazarus (1988) sobre la relación entre emoción y afrontamiento, se
habla, entre otras, de una estrategia de afrontar el estrés que ellos denominan "deployment of
attention" y que califican, lógicamente, de actividad cognoscitiva, pero cuando ponen ejemplos
aparece lo siguiente: practicar la relajación, hacer "jogging", dedicarse a "hobbies", tomarse unas
vacaciones, comer, fumar o dormir. ¿Son estas actividades cognoscitivas? ¿No se debería
distinguir entre la morfología de la actividad y su función? En muchos artículos empíricos se
confunde la morfología concreta de una actividad con la función psicológica que se supone que
cumple".

En rigor, el afrontamiento, en última instancia, se dirige a la satisfacción -o reformulación


satisfactoria- de los planes de acción del individuo, en el marco de su sistema de valores y
creencias -también reformulables- que les da sentido y dirección, y a la preservación y
disfrute de lo que se ha conseguido o le ha venido dado (Status Quo) y es deseable .

Los resultados del afrontamiento son las consecuencias adaptativas del mismo, que aparecen
en el ámbito del trabajo y de la vida social, en el de la satisfacción moral o vital y el de la salud
del organismo, pudiendo cruzarse de diferentes formas entre si y en diferentes plazos.

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