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En lo más profundo del mar, vivía una sirenita llamada Ariel. Adoraba explorar por doquier
con su amigo Flounder, mas deseaba vivir en tierra firme como los humanos.
El padre de Ariel La Sirenita era el rey Tritón, la mayor autoridad del mar, quien
consideraba que los humanos eran seres muy peligrosos.
Cuando se enteró de que Ariel La Sirenita había subido a la superficie, le prohibió volver a
hacerlo. Luego, ordenó a Sebastián, el cangrejo, que la vigilara.
Pero Ariel siguió subiendo a la superficie. Una noche, una terrible tormenta azotaba el
mar.
Ariel y Flounder fueron testigos de cómo un príncipe se precipitó de un enorme barco.
“¡Debo salvarlo!”, gritó Ariel La Sirenita.
Así que llevó al príncipe Eric hasta la orilla y le cantó una dulce melodía. Cuando estaba a
punto de despertarse, Ariel La Sirenita regresó al mar.
El príncipe Eric solo pudo contemplar el rostro de Ariel La Sirenita durante un instante,
pero supo que jamás olvidaría aquella hermosa voz…
Ariel La Sirenita, desesperada por volver a ver al príncipe Eric, aceptó entregar su voz a
la malvada bruja del mar, Úrsula.
Pero si el príncipe Eric no la besaba antes de la puesta del sol del tercer día, volvería a ser
una sirena.
Por si ello fuera poco, ¡pertenecería a la bruja del mar para siempre!
A Ariel le encantaba estar con el príncipe fuera del mar, pero el tiempo corría y aún no se
habían besado.
¡Un amor tan fuerte que hasta decidió casarse con ella! Ariel La Sirenita había perdido a
su verdadero amor.
Pero justo antes del atardecer del tercer día, Scuttle descubrió que Vanesa era Úrsula
disfrazada y se apresuró en busca de Ariel para contárselo.
Mientras Sebastián iba a por el rey Tritón, Ariel y Flounder se lanzaron al alcance del
barco del príncipe Eric.
Con la ayuda de sus amigos, Ariel consiguió detener la boda y recuperar su voz.
El príncipe Eric, una vez liberado del hechizo de Úrsula, se dio cuenta de que su verdadero
amor era Ariel La Sirenita. Pero ya era demasiado tarde…
El sol se puso antes de que Ariel La Sirenita y el príncipe pudieran besarse. La joven volvía
a ser una sirena y pertenecía a Úrsula.
Pero el rey Tritón, para salvar a su hija, entregó sus poderes a la bruja y se convirtió en su
prisionero. “¡Gobierno el océano entero!”, bramó Úrsula.
Y mientras la bruja aumentaba de tamaño y se alzaba sobre el mar, el príncipe Eric subió a
bordo de un viejo barco.
Ladeó la astillada proa y con ella atravesó el corazón de Úrsula. Y así, dando un alarido, la
bruja del mar se desvaneció entre las olas.
Con la desaparición de Úrsula, el rey Tritón recuperó sus poderes. Pero al comprender que
su hija amaba al príncipe Eric, le concedió su mayor deseo: ¡ser humana!