LA

AMISTAD EN TIEMPOS DE INTERNET Ernesto Hernández Busto, El País

En el 2010, publicó un artículo en el que señala cómo algunas de las

consecuencias de la expansión de Internet y en particular Facebook (no todas
las redes sociales funcionan igual), es lo que se entiende por “amistad” y
“amigos”, e incluso, se aventura a decir que la naturaleza de “los vínculos
interpersonales” está cambiando a partir de Internet. Su preocupación central
parte de la definición de amistad de Aristóteles:

Quien se asome a la pequeña teoría de la amistad que esboza Aristóteles en

su Ética a Nicómano, encontrará, por ejemplo, cosas muy preocupantes en la
era de Facebook: “¿Cómo se puede dar el título de amigos a gente cuya
reciprocidad de sentimientos no se conoce? Para que sean verdaderos amigos,
es preciso que tengan los unos para con los otros sentimientos de
benevolencia, que se deseen el bien, y que no ignoren el bien que se desean
mutuamente”. La verdadera amistad, nos explica el filósofo, es rara, lleva
tiempo y requiere de la virtud compartida. Los buenos amigos son pocos por
la naturaleza misma de ese sentimiento, cuya señal más cierta, nos asegura,
es la “vida común”.

Sin embargo, sería más interesante entender por qué Aristóteles creía
necesario hacer una definición de la amistad. Es decir, si en épocas tan
distantes y tecnológicamente distintas en las que “los vínculos interpersonales”
tiene un valor comunitario tan importante, ¿por qué había una preocupación
por el “verdadero” significado de la amistad?

Una ejemplo posible para entender estas dudas, es el ensayo de Ralph Waldo
Emerson sobre la amistad. En él Emerson trata de separar y distinguir entre
“las amistades” entendidas con las personas con las que uno convive en la
sociedad sin elección alguna, y las personas con las que se construyen
relaciones y son tratadas con “ruda valentía”. Unos los topas en la calle, en la
iglesia, la plaza, incluso van a tu casa a tener una cordial conversación, pero
los lazos son tenues, en el momento que hay una divergencia o disgusto, no
hay razón para continuar la relación. La indulgencia y complacencia en las
relaciones personales le preocupaban por ser simplemente una forma de
satisfacer la necesidad de relacionarse con otros, una suerte de instinto animal
construido a partir de sentimientos vanos. Emerson quería distinguir entre uno
y otro tipo de relación, porque sabía que las dos son posibles. La definición que
hace de amistad es la siguiente:

Hay dos elementos que componen la amistad, cada uno tan soberano como el
otro que no puedo detectar superioridad alguna, ninguna razón para nombre
alguno primero. Uno es la Verdad. Un amigo es una persona con quien puedo
ser sincero. Frente a él, puedo pensar en voz alta. Llego por fin ante la
presencia de un hombre tan real e igual, que puedo dejar incluso los ropajes
más bajos del disimulo, cortesía, y dudas, que los hombres nunca dejan, y
puedo lidiar con él de la manera simple y completa con la que uno átomo
químico se encuentra con otro.

El otro elemento de la amistad es el cariño. Estamos sujetos a los hombres por

todo tipo de vínculo, sangre, orgullo, miedo, esperanza, lucro, lujuria, odio,
admiración, por toda circunstancia y emblema y cosa poco valiosa, pero pocas
veces creemos que tanto carácter puede subsistir en el otro como para
movernos por amor….Cuando a un hombre he de querer, he tocado el
objetivo de la fortuna…Yo quiero que la amistad, tengas pies, así como ojos y
elocuencia. Debe plantarse en la tierra, antes de despegar hacia la luna.

Internet nos puede poner en contacto con personas con las que no lo
estábamos antes, pero no hay ninguna razón para que dejemos de apreciar las
amistades que tenemos por su sinceridad y cariño. Incluso, el texto de
Emerson, está repleto de referencias a amigos que sólo lo son de manera
epistolar, ¿son tan distintas las relaciones epistolares de ahora a las de antes?
Lo que parece, en todo caso, es que siempre han habido personas que valoran
cierta forma de amistad, y tienen buenas razones para así hacerlo. La
tecnología de comunicación del momento no tiene por qué ser
particularmente importante en esa definición.