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ALTERIDADES, 1996

6 (11): Págs. 89-95

Diversidad sociocultural y formas punitivas del Estado


En busca de respuestas antropológicas al sistema jurídico
penal en el sur de la Provincia del Neuquén, Argentina

BEATRIZ KALINSKY*

Planteamiento del problema pero no se entiende que esa prohibición protege del
daño a uno mismo y a otros.
Preguntaré en este trabajo si la diversidad sociocul- De conformidad con la teoría antropológica contem-
tural puede ser considerada como condición de excep- poránea podríamos, en cambio, revisar el propio con-
cionalidad a las normas jurídico-penales que rigen en cepto de condicionamiento cultural, teniendo en cuenta
un Estado nacional democrático. ¿Pueden reclamar- las condiciones geopolíticas en que ahora se expresan
se sentidos específicos de normas minoritarias —por las diferentes minorías étnicas.
ejemplo, diversidad semántica del castigo justo— frente La versión que queremos mostrar de la pluralidad
a la media legitimada? sociocultural hace importante una actualización in-
Desde el punto de vista jurídico la consideración de terdisciplinaria sobre los contextos culturales de pro-
normas culturales propias de grupos étnicos, ante lo ducción y asunción de normas. Y ella no puede desco-
que se supone una relatividad del delito, ha intentado nocer, por otro lado, su inserción en condiciones so-
hallar soluciones ya sea en el ámbito de la culpabilidad ciales y políticas de déficit (laboral, jurídico, institu-
—que no comprende la antijuridicidad del hecho (Iru- cional, médico, religioso, técnico, educativo) en que se
reta, 1981); o en el ámbito de la antijuridicidad (Zaffa- desenvuelve la vida de las poblaciones indígenas en
roni, 1982) ya que la internalización de otras pautas nuestro país.
impide efectuar el reproche. La dificultad de compren- Pensamos que un “derecho penal especial” no
sión, según esta línea de pensamiento, se debe a un puede resolver el problema aquí planteado, por la
condicionamiento, un “error culturalmente condicio- simple razón de que no podría contemplar las dife-
nado”, aun cuando se conozca la prohibición. “En- rencias sustanciales que hay entre los diferentes
tendemos que quien concreta una acción contraria al grupos indígenas respecto de su integración a la na-
derecho condicionado culturalmente, no comprende cionalidad argentina.
que ella es mala aun cuando conozca la prohibición” Un Estado democrático no implica una forma
(García Vitor, 1994). La comprensión de lo que la homogénea de plantear y resolver las cuestiones de la
norma jurídica prohibe dependería, entonces, de ba- vida. A la vez, la especificidad de los contextos de de-
rreras culturales que tornarían excusable para algu- terminadas personas no debería dar pie para pro-
nas personas la comisión de un hecho que desde un fundizar la discriminación y exclusión de los marcos
punto de —vista pero no desde otro— es un delito. Se regulatorios generales. Ni aislamiento jurídico (de-
sabe que determinadas conductas están prohibidas, rechos penales “ad-hoc”) ni integración homogénea
(ignorancia de la diferencia cultural) parecen ser res-
puestas que respeten la pluralidad cultural.
* Investigadora y docente del Departamento de Ciencias La finalidad de esta reflexión es simplemente poner
Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
de Buenos Aires. Investigadora del Consejo Nacional de el discurso actual de la antropología en la pondera-
Investigaciones Científicas y Técnicas. ción de la dogmática penal sobre el delito, en virtud,
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principalmente, de sus consecuencias prácticas sobre por ejemplo, la vigencia de normas jurídicas de carác-
los procesos penales que involucran a miembros de ter general (metacultural). Así como se acepta que la
minorías étnicas. norma jurídica es una práctica social, la norma cultural
también forma parte de la dinámica de cambio de los
La dinámica sociocultural pueblos que tiene que actualizarse a la luz de las con-
de las normas sociales diciones del aquí y ahora. La visión de una cristaliza-
ción en un horizonte sin tiempo y sin movimiento
El concepto normativo de cultura ha calado hondo en (presupuesto del “presente etnográfico”) de los conte-
la preocupación jurídica por la pluralidad cultural. nidos y preceptos que la cultura “manda”, y los casti-
“Cada cultura un mundo” es ahora un apotegma gos correspondientes por su incumplimiento, desco-
difícil de sostener, al menos desde la teoría antropo- noce algunos factores que creemos forman parte de la
lógica. Las culturas no sólo no están aisladas sino que constitución actual del fenómeno de la pluralidad cul-
sus integrantes son deudores de distintos sistemas de tural. Primero, que las categorías científicas con las
conocimiento en donde priman ante todo los ambientes cuales miramos al mundo “no-occidental” no están
sociales y políticos. preparadas todavía para los fenómenos sociales que
Que cada cual esté habilitado a hacer sólo lo que la se están dando en este fin de siglo (transnacionali-
cultura prescribe es devaluar las capacidades de in- zación de capitales simbólicos y materiales y la hibri-
novación cognoscitiva y simbólica que apenas ahora dación de identidades nacionales, entre otros que aquí
están empezando a ser contempladas por la teoría nos interesan). Segundo, que la persistencia de una
antropológica. La idea prescriptiva y, de alguna forma identidad indígena depende de las relaciones que
coercitiva, de “cultura” está siendo dejada entre pa- mantengan con los ámbitos nacional, regional y aun
réntesis (Beidelman, 1992; Ferguson, s/f; Friedman, internacional. Tercero, que el cumplimiento de normas
1992, entre otros) quizá por la fuerza de las realidades culturales bajo amenaza (desgracias y rompimiento
interculturales en contextos sociopolíticos de enorme de la armonía de las relaciones sociales, fundamen-
y cambiante complejidad. De tal forma, sería simplifi- talmente) no es la forma prioritaria de internaliza-
car planteamientos si sostenemos que una persona ción de la norma. Lo que suele llamarse “internali-
pueda encontrarse ante una disyuntiva de hierro de zación” de la creencia tiene un paso preliminar que es
aplicar la norma cultural o la norma jurídica, que se CREER EN ESA CREENCIA. Y las fuentes de certidumbre no

excluyen exactamente entre ellas, frente a una situa- se restringen al miedo a infringirla. Porque la norma
ción determinada. El punto que quiero mostrar aquí es no se practica tal como está, de una vez y para
que la posible confrontación de creencias no es lineal, siempre, debido a que se desatan inevitablemente los
ni tan siquiera muy explícita. La norma cultural no se castigos divinos o el enojo insuperable de los ances-
expresa en sí misma sino en relación con un marco tros. LA NORMA CULTURAL SE PRACTICA, se pone en el terreno
de referencia que no puede dejar de tener en cuenta, empírico de la vida cotidiana, se cambia, se actualiza

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o entra en desuso según sea el caso. Sus contenidos también pertinente para encarar el problema plan-
van siguiendo una cadencia de variaciones que, por teado. Dicho de otra forma ¿cuáles límites tiene la pu-
imperceptible, no es despreciable. Y se seguirá apelan- nición del Estado cuando hay confrontación cultural?
do a los antepasados o los dioses para justificar tal El derecho penal castiga la infracción a una norma
como está ahora, porque no se sabe muy bien como fue por los efectos dañosos derivados de tal inconducta.
antes. En una palabra, la frase “como lo hacían los an- No pone en cuestión la inspiración de esa norma.
tiguos” que la etnografía ha registrado entre los pue- La definición dogmática del delito consta de tres
blos más distantes parece tener un valor heurístico elementos: acción típica, antijuridicidad y culpabili-
antes que normativo. Si desde el derecho penal o la an- dad. El autor de un acto injusto es reprochable, como
tropología jurídica no lo entendemos así estaremos sujeto de derecho, en tanto no se motivó en la norma
quizá cometiendo nosotros un “error culturalmente vigente. Según Hassemer (1982) el principio de culpa-
condicionado” (pero al revés, desde luego), encerra- bilidad tiene como misiones irrenunciables la po-
dos conceptualmente en lo que es el cumplimiento de sibilidad de imputación subjetiva, la exclusión de la
la norma jurídica. responsabilidad por azar, la diferenciación y valora-
Los contextos de pluralidad cultural tienen una ción de la participación interna en el suceso externo y
ventaja cognoscitiva única que es activamente usada la garantía de proporcionalidad de las consecuencias
por los propios actuantes. P ERMITE ELEGIR LAS CONDICIONES jurídico-penales.
EN QUE SE QUIERE CREER Las opciones están puestas y lo Para el derecho penal argentino, el homicidio es un
único que falta es buscar la manera de justificar esa tipo específico y cerrado cuyos contornos tienen agra-
creencia. Y eso se hace apelando a las más variadas vantes o atenuantes. Pero el “se aplicará reclusión o
fuentes de conocimiento. Las creencias (sobre la salud, prisión de ocho a veinticinco años al que matare a
la trascendencia, la vida, la muerte, la organización otro...” (art. 70 del Código Penal argentino) no invoca
social y comunicativa) son a veces transitorias. Así causas o motivaciones sino sólo los resultados. La
ocurre, por ejemplo, en el curso de una enfermedad norma no incorpora la creencia o conjunto de creen-
en que se apela a distintos sistemas de conocimiento cias que hayan motivado una cierta conducta: defen-
según se vayan evaluando ventajas y éxitos. Otras sa propia, venganza, ira, miedo, conjuro, demonios o
veces, las creencias se sustentan en un complejo en- furia de los dioses no son materia de juzgamiento; lo
tramado en el que no está ausente la confrontación. es sólo el acto mismo en cuanto al tipo penal en que en-
La justificación de una creencia puede ser mantenida caja. En una palabra, sistemas de creencias, formas
en lenguajes diferentes (científico y demonológico, por de organizar al mundo y darle sentidos particulares no
ejemplo) y aun llevarse adelante cursos de acción parecen ser compatibles con el principio de igualdad
sostenidos en la contradicción (por ejemplo, formas ante la ley. Siempre queda la sombra de un relativis-
de vida organizadas alrededor de la reencarnación, mo (moral) que, achacado a los orígenes culturales, se
Goulet, 1988), principio que es sistemáticamente de- lo hace estrellar, en una fórmula hueca, con los sopor-
negado por el pensamiento occidental en general tes científicos (conocimiento válido) de los ordena-
(Evans-Pritchard, 1937) y jurídico, en especial. Y es en mientos vigentes.
este fenómeno donde, según parece, reside la plurali- Pero si desde una perspectiva socioantropológica,
dad cultural (Arrúe y Kalinsky 1991). hacemos más complejo el planteamiento del proble-
ma, ni la llamada “internalización de la norma” es un
proceso lineal ni sobre todo, de características exclu-
Igualdad ante la ley yentes, ni, por otro lado, la brecha entre diferentes
y sistemas de creencias sistemas de creencias está dada por la presencia o
ausencia del soporte científico.
La diversidad no sólo admite recortes “culturales”, en- Las creencias, el conocimiento social o como se le
tendidos como sistema de creencias cerradas, autoli- denomine no son un conjunto estable de respuestas
mitantes y sobre todo con un conjunto finito y estable ya previstas por “la cultura” ante determinadas situa-
de contenidos semánticos (“cultura”). “Ser indígena”, ciones. Son también construcciones sociales que no se
o admitir cierta identidad de ese orden es sólo una mantienen aisladas de la dinámica cognoscitiva de los
parte del “ser alguien”. Aunque esa filiación pueda contextos globales. En un mismo ordenamiento institu-
pretenderse en límites contenidos, por ejemplo en la cional no pueden dejar de lado, aceptando, asimilando
medida en que jueguen factores reivindicatorios y po- o rechazando, según el caso, conjuntos de motivaciones
líticos,1 estamos viendo aquí el fenómeno de la diver- que pueden provenir de distintos sistemas de cono-
sidad cultural desde un punto de vista cognoscitivo, cimiento y que, compatibles o no, se sostengan A LA VEZ.

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Hay, entonces, grados y calidades de asunción de con el clivaje intercultural. De allí los cambios en sus
las normas que dependen, muchas veces, de los lu- formas de legitimación. Los discursos narrativos im-
gares sociales donde esas normas rigen y exigen ser perantes no son morales, ni tienen que ver con lo que
depositarias de los acuerdos de conveniencia por ahora se llaman “derechos humanos” como corriente
atenderlas. No son las normas en sí mismas sino, de pensamiento y política. El “no matarás” responde
antes bien los ambientes donde esas normas adquie- en este caso a un género narrativo no oficial y por
ren legitimidad y, a la par, poder de punición en los ende, devaluado en sus capacidades cognoscitiva y
casos correspondientes, quienes tienen que ser con- perceptiva desde las hegemonías políticas. Pero el
siderados desde un punto de vista sociocultural. poder de imposición como norma jurídica no puede
En nuestra experiencia de trabajo en el sur del Neu- anular las formas en que comunitariamente se legiti-
quén, personas de origen mapuche involucradas en ma. Que el “no matarás” no sea un principio autó-
procesos penales consideran que deben acatar la ley nomo y regulador de cualquier otro, que no sea es-
para conservar la libertad, aunque no necesariamen- timado como fundamento CON PERTINENCIA PROPIA de
te deban hacerlo para permanecer inocentes. La le- cualquier conducta, y que no sea el metadiscurso que
gitimidad de la norma “no matarás” tiene sus matices. abarque la totalidad de la dinámica sociocultural es
Y en ellos debemos fijarnos a la hora de considerar lo parte importante de la justificación de la creencia.
que suele llamarse “condicionamiento cultural”.
Si bien desde el punto de vista jurídico-penal hay
una sola interpretación posible, desde el punto de “Ser excluido” forma parte de la
vista de la gente, siendo o no sujeto de derecho, hay va- identidad étnica: el principio de igualdad
riabilidad en cuanto a la fuerza normativa con que se ante la ley y el contrato social
la ha de respetar. El cuadro general de los valores no
es el mismo para cualquier persona, aunque todos es- En el fondo de los delitos no organizados2 está la
temos sometidos a la “misma” ley. Menos aún lo es constelación de consecuencias provocadas por una
para quien bordea el conflicto intercultural. Esos son sociedad que frente a la “diferencia-desigualdad” opta
escenarios multiformes en donde la norma jurídica por excluir. Pero ya no es el destierro que, hasta con
está en otros lados, tiene otra ponderación, siendo un cierto tinte romántico, dejaba fuera de las reglas
distinta en su misma legitimación. La aplicación de la del juego social a determinadas personas que debían
norma jurídica está unida a las intenciones que han irse para ya no volver. La exclusión ahora es una
conducido a determinado acto que supuestamente la forma drástica de impugnación, en la que se debe
viola. Es la norma jurídica, que nos enlaza a todos en seguir viviendo donde “antes”, aunque en condiciones
una comunidad de intereses, la que proporciona el sig- de “no-presencia”, en un “no-lugar” y sin posibili-
nificado de la intención. Y es ella, la intención, la que dades de sortear los escollos que cualquier acto no
en definitiva se juzga. Y ES ELLA, LA INTENCIÓN LA QUE DE- legal puede acarrear.
FINITIVAMENTE ESTÁ PUESTA EN LA BRECHA INTERCULTURAL. Por El “excluido” es una categoría contemporánea de
ende, puede ponerse un interrogante sobre su homo- persona que no sólo está en las cárceles, sino que
geneidad. Al universalizar la norma, se hace lo propio puebla una alarmante cantidad de lugares sociales
con la intención. Y éste es un paso osado, aunque no (el refugiado, el emigrante forzado, el homeless, el ocu-
lo sea desde un punto de vista sociocultural. Y es aquí pante ilegal de tierras, el usurpador de espacios habi-
donde debemos prestar atención y poner una inte- tacionales, el indígena, el criollo, el villero, el traba-
rrogación sobre su contenido y evaluación. jador ilegal).
Descentrar la mirada penológica, ponderar el con- El “excluido-privado de su libertad ambulatoria”
cepto de “prohibición” y proyectarlo al conjunto de no se puede salir del juego del que es expulsado sólo
prioridades biográficas y comunitarias puestas en a medias; es retenido en un afán humanitario de reha-
juego en una situación de vida, puede darnos una bilitarlo, de ponerlo “a punto” para que pueda volver al
pista sobre el “condicionamiento cultural”, o el su- ruedo de la vida y comportarse como se debe. La cárcel
puesto de la universalidad valorativa sobre el que se es algo así como un espacio de tránsito en el que debe
apoya el Código Penal argentino. poner su empeño para encarrilarse, sea o no ayudado,
La norma del “no matarás” no es precisamente au- y sea o no la cárcel un lugar cómodo para engendrar
tónoma (metarreferencial). Toma un sentido propio; las voluntades que se necesitan para respetar los de-
una ponderación distinta a la que solemos darle como signios sociales.
parte de las nociones de ese supuesto “hombre medio”, El excluido no es un desamparado, dejado a la
en virtud de otras configuraciones que tienen que ver buena de Dios, inexistente o invisible. Está ahí, siempre

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presente, blanco de afanes de ayuda que no abando- Rehabilitar es, en síntesis, conducir a alguien de tal
nan un tono recalcitrante de recriminación y, aun, forma que pueda, de ahí en adelante, responder a las
desprecio. Alguien que será mostrado como trofeo si valoraciones medias vigentes en un tiempo y lugar
finalmente puede reconstruir una vida que sea con- determinados.
siderada por los “del otro lado”, correcta o digna; será ¿Sería erróneo afirmar que la fundamentación de
ocultado o, si llega a fracasar en sus cometidos, usado este aparato corrector es un conjunto de ficciones? Se
para seguir ahondando el sistema de exclusión. da por descontado que la ley es conocida por todos;
En la pena de privación de la libertad, o en las penas todos somos iguales ante ella, ante la misma situación
ahora llamadas “alternativas”, como en las históricas se trata de la misma manera. Ése es el espíritu que go-
de destierro o humillación pública (Foucault, 1986) bierna cualquier acción jurídica en relación con una
está el reproche por no haber respondido a la norma creencia “media” acerca del valor de ciertas cosas
vigente de convivencia. El derecho es la expresión con- (bienes jurídicos). Esa ficción, por su parte, se sostiene
densada de las reglas de convivencia que deben respe- en otra, que ha sido recorrida por casi toda la historia
tarse para permanecer dentro de los resguardos que de la filosofía política: la de un “contrato social”. Una
brinda un Estado democrático. Derechos y obliga- potente escenificación en donde todos participamos
ciones, prohibiciones y castigos por la infracción a la para concertar las reglas del juego social y en la que
ley, confirman esa propia ley y, por ende, el orden todos tenemos que conceder márgenes de restricción
jurídico que da sustento a una convivencia pacífica y a nuestras libertades, resignando intereses para sol-
civilizada. ventar una convivencia pacífica que se cree lo más
Se reprocha que ciertas personas no internalicen justa posible. El sujeto contratante es un individuo
las normas, haciéndolas suyas y obrando en conse- abstracto, del que se supone puede negociar volunta-
cuencia. La conducta desviada lo es respecto de algo. ria y libremente su actuación en él. La sustentación
La norma es el patrón de comparación de donde nacen del contrato se presupone igualitaria. Una ficción ne-
la responsabilidad y culpabilidad jurídicas. Reproche cesaria de regulación social, que como tal tiene que
y rehabilitación van de la mano, en tanto el castigo dejar necesariamente de lado las minucias de la vida
debe cumplir con la función de permitir pensar sobre histórica y cotidiana de las personas y los pueblos. La
la bondad de las normas, las ganancias que se tienen realización de un modelo, un simulacro de la realidad
al respetarlas, y la coerción (efectos indeseables) que en la que se basan los códigos (penales) y muchas
se generan frente a su infracción. Los llamados “tra- otras áreas de la vida en sociedad, una idea rectora
tamientos carcelarios” tienen esa finalidad, cambiar que es aplicable sólo en desmedro de matices y condi-
conductas, refundar los valores alrededor de los cuales ciones. Ficciones como las señaladas simplifican las
se organizan ciertas vidas, acomodar las trayectorias cuestiones humanas: la igualdad frente a la justicia y
a lo que mayormente es aceptado como virtud social. en su aplicación. O “hacer justicia” como el uso pleno

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de la letra de los códigos y las facultades otorgadas a Hacer justicia es, entonces, proteger los bienes jurí-
los jueces. Todos, sea quien sea, son juzgados con la dicos, sancionando a quien no cumple con lo prome-
misma vara. ¿Cómo se rompe, en algún momento im- tido, rompiendo el pacto sin aviso previo o, sin pedir
perceptible, este concepto de igualdad? ¿Es en el es- antes, una revisión de alguna de sus cláusulas o, en
cenario ficticio de una justicia impartida en las máxi- fin, reclamando condiciones de excepcionalidad.
mas condiciones posibles de imparcialidad, o en los
resultados humanos de su aplicación?
¿Es acaso la “creencia del hombre medio” otra Conclusiones
metáfora en la cual se expresan sólo los intereses de
quienes han podido efectivamente formar parte del El uso de giros tales como “internalización de la
contrato social en las condiciones mencionadas? ¿Una norma” o “pérdida de los frenos inhibitorios”, frecuen-
ficción que universaliza lo que es crudamente sectorial? tes en el vocabulario jurídico penal, descuentan que
¿Una ficción que da por descontado que las diferencias los límites impuestos por el contrato social benefi-
nunca se transforman en desigualdades? ¿Son acaso cian y protegen a todos por igual; las normas serán
los bienes jurídicos protegidos por la ley de aquellos observadas sin pretensión.
que están en un sistema social que usa la regla de ex- Sin embargo, el núcleo expresivo de lo que preten-
clusión para los que no se conjugan con él? Estas demos mostrar como la pluralidad cultural nos dice
preguntas ya han sido suficientemente contestadas. que esas normas —jurídicas y culturales— serán re-
Sin embargo, en el imaginario social persiste con una visadas a la luz de actualizaciones de criterios y mi-
curiosa tenacidad histórica la necesidad de ajustarse radas de acuerdo con las condiciones sociales en
a la regla, de serle fiel e inspirar en ella las conductas, donde pretenden ser respetadas.
más allá de consideraciones específicas de tiempo, lu- Los contenidos que se adjudican a raíces culturales
gares, circunstancias e historias. no son indiferentes a los fenómenos sociales, históri-
Los comportamientos sociales “correctos” se ad- cos e institucionales en que se expresan. Aunque ellos
quieren durante los procesos de individualización y puedan ser usados con fines políticos de reivindica-
crecimiento. Las virtudes que toda “buena persona” ción o resistencia cultural (por ejemplo, en las luchas
debe mostrar en el curso de su vida se incorporan por identidades políticas).
precisamente en la etapa de entrada a la vida en con- El choque cultural ha sido un argumento usado, al
vivencia. Es, entonces, una cuestión de aprendizaje, inicio por la antropología pero ahora en el discurso pú-
educación, primeros errores que pueden corregirse blico, para indicar que lo que se encuentra en dispa-
sin grandes penas y primeros logros que se van pre- ridad son las creencias respecto de algo; la vida, la se-
miando con mesura y sin retorno. La adecuación de la xualidad, la propiedad, la fundamentación última del
conducta a la pauta legal es la clave de una buena mundo: de dónde nacemos, adónde vamos cuando
convivencia. Una pauta que, en un principio ajena, se morimos, qué significan cosas tales como las malfor-
hace propia. Internalizar la norma quiere decir sen- maciones humanas, o el éxtasis o la ensoñación, la
cillamente inspirar las conductas en ella. Motivar las enfermedad, la felicidad, el dolor, el pudor, la virtud,
acciones sociales en la recuperación del valor soste- la violencia, la expresión del cuerpo y las emociones.
nido por la norma (Arslanian, 1982), evitando la mor- Es por eso que la expresión “internalización de la
tificación del resto de los co-contratantes. “Quien norma” parece escasa ante la necesidad de explicar
actúa dolosamente tiene que dar cuenta de su conver- las causas de su infracción. No se trata de una cues-
sión normativa, de su cambio de actitud frente a las tión de personas o grupos “desviados” de la media vi-
normas” (Hassemer, 1982). No se pide mucho más: gente en un tiempo y lugar determinados o que, por dis-
principios que se consideran básicos sobre la vida, la tintas circunstancias, han tenido déficits en los proce-
propiedad, el honor, la salud, la honestidad, la admi- sos de su incorporación como parte de una cosmovisión.
nistración pública y el recaudo de los bienes jurídi- Salvo en casos extremos, aunque no excepciona-
cos. Se trata de ser fiel a la norma, de afiliarse a ella sin les (fanatismo, ortodoxia religiosa o ideológica), el res-
resquicio, de prometer no apartarse nunca jamás. Los peto de la norma, o la creencia en su virtud CONLLEVA
costos sociales de su violación pueden no soportarse, PROCESOS CONSTANTES DE EVALUACIÓN CRÍTICA QUE ACTÚAN

pero sin ponerse en duda la bondad de la norma sino COMO FORMAS ESTRATÉGICAS DE INTERPRETARLA, ACEPTARLA,

el comportamiento de quien no la respeta, perjudican- USARLA O MODIFICARLA AÚN A COSTA DE EVENTUALES SANCIONES.

do a todo el conjunto social. No importa, en alguna me- Todos sabemos que en este último punto, las formas
dida, el origen de esa pauta aunque se considere legi- punitivas del Estado son selectivas y, por ende,
timado en ese contrato celebrado en pie de igualdad. arbitrarias.

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Beatriz Kalinsky

Notas FERGUSON, J.
s/f Cultural style as inscription: Toward a political
economy of the styled body, Irvine, Department
1
Me estoy refiriendo al “multiculturalismo” como movi- of Anthropology, University of California (iné-
miento social y político (Anderson, 1991; Chicago Cultural dito).
Studies Group, l992; Mackey, 1995; Moodley, 1983;
FRIEDMAN, J.
Taylor, 1994, entre otros) que no contemplo en este tra- 1992 “Myth, History, and Political Identity”, en
bajo, ya que estoy analizando los aspectos epistemológi- Cultural Anthropology, vol. 7, núm. 2.
cos de la pluralidad cultural. De cualquier forma, diré que
FOUCAULT, M.
está tomando cuerpo en los estudios culturales la ar- 1986 La verdad y las formas jurídicas, México,
ticulación entre multiculturalismo y las ideas liberales de Gedisa.
justicia (justicia como imparcialidad versus justicia como
GARCÍA VITOR, E.
reconocimiento de la diferencia). En este sentido podría
1994 Diversidad Cultural y Derecho Penal. Aspectos
decirse que la discusión que aquí planteo converge con criminológicos, político-criminales y dogmáticos,
aquella (Lee, 1995; Taylor, 1994). Universidad Nacional del Litoral, Secretaría de
2 Posgrado y Servicios a Terceros, Colección
Hablamos de ellos en virtud de nuestra experiencia de in-
Jurídica y Social, núm. 36.
vestigación. En el sur del Neuquén quien va a la cárcel es
un infractor, generalmente acusado de delitos contra la GOULET, J.G.
propiedad y contra la vida. Narcotráfico, corrupción y 1988 “Representation of Self and Reincarnation
among the Dana-The”, en Culture, vol. VIII,
otros delitos contra el Estado o la Administración están núm. 2.
fuera de estas consideraciones.
HASSEMER, W.
1982 “¿Alternativas al principio de culpabilidad?”,
en Doctrina Penal, vol. 5, núm. 18.
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