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SARAH GORDON

SIÄ
CANTOS RODADOS SAGRADOS BRIBRI
CUENTO BASADO EN TRADICIONES ORIGINARIAS
SARAH GORDON
SIÄ
CANTOS RODADOS SAGRADOS BRIBRI
CUENTO BASADO EN TRADICIONES ORIGINARIAS

EDICIÓN
SARAH GORDON Y SU
NARRATIVA CONSCIENTE
Sarah Gordon es escritora de
observación profunda de las
percepciones individuales y sociales
de los humanos y también,
desarrolla narrativa ancestral
basada en visiones de los pueblos
originarios, como este cuento, “SIÄ,
cantos rodados sagrados Bribri.
Su narración es reconocida como proyección folklórica que ella
deseaba con el fin de que la gran mayoría de los jóvenes
conociera las historias de los pueblos originarios de Costa Rica,
reconociendo el sentido Bribri de las piedras de río coloridas,
cantos rodados que eligen para sanar y predecir. Sin embargo,
esta narración ha sido recomendada para todas las edades por
la Psicopedagoga Leticia Castro Chamberlain y la historiadora
especializada en tradiciones ancestrales originarias, Ofelia
Columba Déleon y yo estoy totalmente de acuerdo.
Este cuento que presenta a la fauna ligada a los cantos rodados
sagrados también nos presenta a un Awá, que es un chaman
Bribri, utilizando las Siä que siempre son leídas por las Awá
femeninas para sanar y él hace lo contrario en este cuento que
también presenta metafóricamente las relaciones familiares
entre hermanos, muchas veces. Es un excelente cuento en el
que los diálogos son en "vos" y no en "tú", dado el tipo de
conversación popular en Costa Rica. E invitan al Siä masculino
a una fiesta VIP, tomando en cuenta que actualmente, el
turismo norteamericano se pesenta en Talamanca
permanentemente.

Marcela Valdeavellano-Valle
editora
SIÄ
CANTOS RODADOS SAGRADOS BRIBRI
Por las calles polvorientas de una aldea indígena, bajaba
rodando una piedra pequeña, llamada canto rodado. Era de
forma ovalada, iridiscente, y tenía la blancura del nácar dentro
de una concha de Nautilos, era una Siä, la piedra sagrada.
Abajo, a la orilla de la calle, había un gran sembradío de
maíz y una mazorca quien miraba sorprendida a la piedrita, la
que venía a tal velocidad, que la mazorca pensó para sus
adentros: “se estrellará y se destruirá”. Pero para su sorpresa la
piedra se detuvo justo frente a ella.
— ¡Hola, Toc, toc !–dijo la Siä.
— ¡Hola! –respondió la mazorca, ¡ay ay ay!, casi te matas.—
dijo observándola.
— ¡Qué rara eres! – Respondió la Siä – te faltan dientes.
Cuando faltan dientes eres un niño o un eres viejo. ¿Cuál es tu
edad? —
—Ni niño, ni viejo –replicó la mazorca.—Soy una bella y joven
mazorca de Maíz; lo que pasa es que vino un perico y se llevó
varios de mis maicitos.
— ¡Ja, ja, ja, ja! Esos sí que está divertido –acotó la Siä.
— ¿Y vos quién sos? No tenés nada encima que te distinga o
identifique – observó la mazorca.
—Soy una Siä, una piedra mágica y ando en busca de mis tres
hermanos perdidos.—
— ¿Mágica? ¡Pero si no llegas ni a piedra!, más pareces una
laja, y eso de mágica ¡no te lo creo! — dijo burlonamente la
mazorca.
— Es que salí del centro de una esfera, de una esfera mágica
y sagrada, — replicó en tono dulce la Siä, deseándole lo mejor
a la mazorca: —Si querés te puedo curar, tengo el don de la
curación dado por Sibö, mi Dios y protector. Puedo hacer que
te nazcan nuevamente esos maicitos que te faltan. La verdad
así no te ves bien, te ves enferma —.
Incrédula, la mazorca replicó: —Nadie tiene el don de curar,
solo el Awá, que es el sacerdote sanador Bribri, y ese nunca
viene por aquí, además no estoy enferma, sólo con unos
maicitos menos y eso no es enfermedad —.
—Bueno, entonces me marcho — dijo la Siä, tengo que
encontrar a mis tres hermanos.—
— ¡Las piedras no tienen hermanos! — arguyó la mazorca,
definitivamente la extraña sos vos.
--¡Sí los tengo! solo que salí de la casa del Awá un momento y
cuando regresé se habían escapado del rancho donde él nos
guardaba. Seguiré caminando en busca de ellos. Adiós.--

— ¿Caminando? Será rodando… es más, ¡te ayudaré! — dijo la


mazorca. Y dándole un empujón la echó a rodar cuesta abajo.
— ¡Ja, ja, ja, ¡adiós, Siä! Si ves un perico volando, cúralo de la
diarrea que debe tener por haberse tragado mis maicitos.—
La Siä, seguía rodando cuesta abajo, pero de pronto algo la
detuvo. — ¡Oh! — exclamó asombrada, —¡un arroyo! —
—Hola — le dijo el arroyo, — ¡la próxima vez ten más
cuidado, te puedes ahogar!—
— ¿Ahogarme yo? — Eso nunca pasará, — dijo la Siä,
empujándose disimuladamente hacia la orilla del arroyo,
¿no ves que soy una Siä? —
— Ummm, bueno, no sé qué es eso de Siä, pero tienes razón. –
Dijo el arroyo, — no te puedes ahogar porque no tenés boca,
tampoco pies ni manos, — y observándola detenidamente –
dijo: — Oye, viéndote bien, qué rara eres, y además hablas. —
—Ya te lo dije, soy una Siä y aunque no veas mi boca ni mis
manos ni mis ojos ni mis piés, sí los tengo, pero no los pueden
ver los ojos de aquellos que no son Siä.—
— ¿Y qué es eso? –preguntó con curiosidad el arroyo.
—Te explico: la Siä es una piedra, creada por Sibö, para
beneficio de todos los que creen en él. A través de ella y
teniendo como intermediario a un Awá, nuestro Sibö, puede
curar toda clase de enfermedades. Bueno, — dijo bajando su
cabeza,— algunas son usadas por los Awá para hacer el mal,
pero no es mi caso ni el de mis hermanos, somos Siä para
hacer el bien.
Las Siä, somos muchas de
distintas formas y colores y
además, con nuestra intercesión
también se pueden detener las
plagas, los huracanes y las
tormentas. Como dije, para todo
ello necesitamos un Awá que
cuente con la venia de Sibö y
cumpla con una serie de
requisitos, tanto de
conocimientos curativos como
de un código de honor. Sibö en
un inicio también fue una piedra
sagrada ¡una Siä! , hasta que
pidió a su padre nacer, y se
convirtió en nuestro Dios. El padre de Sibö, se llamaba
Sibökomo.
— ¡No sigas!, –exclamó el arroyo. Así que eres una piedra
sagrada… pues en este arroyo hay muchas piedras como vos, y
hasta más bonitas, por lo tanto no te creo — insistió el arroyo.
Acto seguido hizo un fuerte oleaje y mandó a la Siä fuera del
borde del arroyo.
Mientras tanto, la Siä suplicaba:
— ¡Por favor, dejame ver si alguna de tus piedras es uno de
mis hermanos perdidos! —
Pero el arroyo no le contestó y siguió su cauce.
Muy triste, la Siä se quedó en el margen del arroyo esperando
el momento oportuno de volver a acercarse y si era posible
entrar y ver las hermosas piedras que este dijo que había en sus
aguas. — ¡A lo mejor alguna de ellas es uno de mis
hermanos ! — pensó.
De pronto escuchó estos gritos: --¡Sálvame, hermana, sálvame! --

No había la menor duda, ese era su hermano el Siä Aventura.


Desde la orilla, la Siä Mayor le gritaba ¡rueda! ¡Aventura rueda
hasta la orilla!
Como pudo, Aventura llegó a la orilla del arroyo. Una vez allí la
Siä Mayor empujó a su hermano hacia afuera y chocaron entre
sí en señal de alegría.

Ya a salvo, fuera del alcance del arroyo, la Siä Mayor


conversaba feliz con Aventura y le preguntaba:
--Aventura, decime ¿qué has hecho desde que te escapaste
del rancho del Awá? Los he buscado tanto – dijo conmovida y
feliz.--
— El Awá no me gustaba, a nuestras hermanas Siä Verdad y
Siä Sanar, tampoco; era malo, no nos protegía, nos usaba para
cosas que no debíamos hacer, Sibö se iba a enojar. Un día
hizo que matáramos a unas gallinas blancas, por eso mejor
huimos. Y por huir rápidamente tomamos diferentes rumbos.
Desde entonces he vagado buscando a mis hermanas —
explicó Aventura, poniendo cara de compungido.
— ¿Las encontraste? ¿Dónde están nuestras otras dos
hermanas? —
— ¡No lo sé!, ¡pero tampoco estoy muy interesado en saberlo! –
replicó Aventura en forma poco amable. — Gracias por
rescatarme del arroyo, pero me tengo que ir — dijo Aventura.
La Siä Mayor, se alarmó y contundente dijo:
— ¡No vas a ninguna parte!, ¡te venís conmigo en busca de
nuestras hermanas! Tenemos que encontrar a Sanar
y Bondad.—
Aventura se movió disimuladamente y, aprovechando la forma
redondeada que tiene por ser macho, con mucha facilidad salió
rodando como un bólido cuesta abajo. Mientras iba rodando, a
gritos decía:
— ¡Adiós!, ¡hasta nunca, Siä Mayor, lo siento, pero esta es mi
oportunidad de ser libre y disfrutar! —
La Siä mayor lo perdió de vista y se quedó sollozando debajo de
un árbol que estaba junto al arroyo.
Al cabo de un rato, una Rata voladora que estaba
descansando entre las ramas, escuchó un llanto suave debajo
del árbol y buscando el sollozo la encontró
y le dijo: — ¿Por qué esas lágrimas? —
A lo que la Siä respondió:
— Ando en busca de mis hermanos. ¿De casualidad has visto
tres Siä o piedras sagradas pasar por aquí? —
--¡No me digas que eres una piedra sagrada! — exclamó la Rata.
—¡Sí! — asintió emocionada la Siä, — ¡al fin alguien la
reconocía!.
—Sí lo soy — dijo, —¡Soy una Siä!.—
— ¿Eres macho o hembra? — preguntó la Rata.
—Soy hembra –respondió la Siä Mayor.
— ¡Qué bueno! porque me han dicho que los machos son
mentirosos y vagos –replicó la Rata. Y agarrándola con su
trompa levantó el vuelo gritando: — ¡Mira cómo nos vamos a
divertir! ¡Te dejaré caer desde el cielo, si te quiebras no eres
una Siä! —
— ¡No, por favor! debo continuar mi búsqueda ¡Por favor! —
gritaba la Siä Mayor.
La Rata alzó vuelo con la Siä en su trompa, cuando estaba en lo
alto, la dejó caer, pero como realmente era una Siä, no se
quebró.
La Rata, al ver que no se había quebrado, le gritó:
— ¡Te salvaste de esta! Mejor me voy, no vaya a ser cierto que
eres Siä y me echas mal de ojo! —
Toda avergonzada y adolorida por haber sido humillada y
maltratada por la Rata, la Siä Mayor continuó su camino en
busca de sus hermanas Verdad, Sanar y nuevamente de
Aventura, que se le había escapado.
De camino encontró a una Danta, quien tras escuchar la
historia de la Siä sobre sus hermanos, amablemente le contó
que en esos alrededores habitaba un Awá, pero que todos
decían que no era una buena persona y dándole algunas
indicaciones de cómo llegar, se marchó.
Rodó largas horas hasta
llegar a la choza, donde
según le informaron
habitaba un Awá. Cuando
entró en la choza, el Awá
estaba en pleno rito.
Tomo fuerzas y
envalentonada e invocando
a Sibö para que la
protegiera, la Siä Mayor se
introdujo en la choza muy
sigilosamente y empezó a
buscarlas entre las
diferentes Siä que tenía
el Awá bajo la mesa en que ejecutaba el rito, pero para su
tristeza no eran ninguna de sus hermanas. Se movió un poco
más cerca del Awá, ya que sobre de la mesa habían varias Siä
¡y que alegría, una de las Siä era Verdad!, su hermana menor.
— Psst, psst… ¡Verdad, mírame, soy yo, la Siä Mayor, te ando
buscando! —
Al escuchar esa voz inconfundible de su hermana Mayor,
Verdad dijo:
—Siä Mayor, ¡no te vayas, salvame! ¡Llévame contigo! —
Mientras el Awá invocaba al demonio Sórburu, para hacer el mal
a algún vecino, Verdad y la Siä Mayor, se dejaron caer, y
juntas salieron rodando.
Una vez fuera del alcance del Awá, se abrazaron y decidieron
no separarse nunca más e ir en busca de sus hermanos
Aventura y Sanar.
Estaban descansando
bajo un árbol contándose
sus cuitas y al lado de
ellas había un hermoso
venado también
descansando, de pronto
escucharon unos gritos:
— ¡Sálvenme! Sálvenme!
Quienes sea que estén
ahí, ¡sálvenme,
sáquenme de aquí, se los
ruego! —
¡Era ni más ni menos que
Aventura! , quien se
encontraba en el vientre
del Venado.
--¿Eres Aventura? –
preguntó la Siä Mayor.
—¡Sí! — respondió Aventura, —- vine tras mi amiga la Siä
Dualko Animal, que está en el estómago de este venado y por
querer salvarla, estando yo entre las hierbas me tragó, ahora
no puedo salir. —.
— ¿Y cómo es estar en el estómago de un Venado? —
preguntó la Siä Verdad, toda admirada.
—Qué tontera preguntar eso, sólo sáquenme de aquí y ya les
contaré.—
Las hermanas se morían de risa, mientras le aconsejaban.
—No te desesperes, Aventura, cuando el venado haga su
necesidad mayor te expulsará, y aquí te estaremos
esperando.—
El Venado, se levantó de su descanso y comenzó a caminar por
el bosque; las Siä lo siguieron. Tuvieron que caminar mucho, ya
que el Venado andaba buscando hierba fresca para comer.
Pasó un día entero y nada que el Venado expulsaba a
Aventura, hasta que al fin se decidió y tras acomodarse para
hacer su necesidad mayor al fin expulsó a Aventura.
Aventura salió totalmente bañado en caca de venado, pero traía
consigo bien agarrada de la mano a una nueva Siä. Una piedra
sagrada que se encontraba en el estómago del venado. Era una
Siä protectora de los animales quien dijo llamarse “Dualko
Animal”.
Luego de limpiar a Aventura y a la Siä Dualko Animal, la Siä
Mayor lo ató con un bejuco a su cintura y muy molesta le dijo:
—Siä Aventura, debemos regresar los cuatro juntos a la casa
de la Siätmi.—- Se refería a la casa de la Awá femenina. —
Con la muerte de nuestro Awá caímos por accidente en manos
de un Awá inescrupuloso. Pero es a la Siätmi a quien
corresponde entregarnos a un buen Awá, uno que cumpla con
los requisitos para
poseernos y
nos use
para el bien,
como lo
manda
Sibö .—
—No te separes más de nosotros, y dirigiéndose con autoridad
a la Siä Dualko Animal, le dio la bienvenida. Puedes unirte a
nosotros como una más del grupo familiar— dijo
—Por favor, sigamos buscando a nuestra hermana Sanar; ya
estamos juntos tres de los cuatro hermanos. Debemos
encontrarla, no nos separemos más.—
Así siguieron caminando por el bosque, por los ríos, por las
cuevas, incluso se subieron a grandes bejucos para ver desde el
cielo, pero Sanar no aparecía.
Aventura estaba feliz con su amiga la Siä Dualko Animal; se
creía todo un héroe por
haberla sacado del estómago
del venado.
De pronto una voz muy grave
dijo:
—¡Ajá! Cuatro Siä, las
reconozco, se escaparon de
mi choza, tengo días de
andarlas buscando.
¡Regresarán conmigo! —
¡Era el Awá del cual habían
escapado! A como pudieron
agarradas de las manos,
salieron rodando; como eran
pequeñas, lograron
esconderse debajo de unas
hojas, así el Awá no las podía ver.
Estaban muy tranquilas esperando que el Awá se marchara
cuando una Danta de gran tamaño se acercó a ellas y les dijo:
—¿Escondiéndose, no? Lo vi todo.—
—No, Danta, no grites por favor, habla bajito, el Awá te puede
escuchar.—
— ¿Quiénes son ustedes y qué hacen por aquí? Este es mi
territorio –dijo la Danta.—
La Siä mayor respondió.
—Somos piedras sagradas, Siä, y estamos en la tierra para
hacer el bien.—
— ¿Sagradas, no me digan? ¿Qué saben hacer? ¿Qué tienen
de especial? — preguntó la Danta.
Aventura respondió de inmediato:
—Podemos darte cacao, mucho cacao, oro, mucho oro, y joyas,
¡muchas joyas! —
La Danta se mostró interesada en lo que decía Aventura y
respondió:
— ¿Dónde está el cacao, el oro? A ver, quiero ver las joyas. —
La Siä mayor, asustada por lo que decía Aventura, tiró de su
mano y le dijo: —No digas mentiras, no hay forma de que
aprendas a no mentir —.
— ¡Ah, son mentiras! –Dijo en voz alta la Danta–, gritaré al Awá
para que venga y se las lleve.
La Danta, empezó a gritar “¡¡Awá, Awá!!! ¡Aquí están las piedras
que buscas!
— Por favor, no tenemos cacao ni oro ni joyas, pero tenemos
algo más valioso — dijo la Siä Mayor.
— A ver qué tienen a cambio de que no las delate.—
— Tenemos el poder de curar animales –dijo inmediatamente la
Siä Dualko Animal.
La Danta se mostró muy interesada y preguntó:
—¿Cómo curar? —
—Tenemos el poder de curar cualquier enfermedad con la venia
de Sibö, nuestro Dios.— Respondió la Siä Dualko Animal.
— Puedo curar a los animales de cualquier enfermedad.—.
Pensativa y reflexionando, dijo la Danta:
—Tengo a mi madre enferma; si la curan se podrán marchar. —
La Siä Mayor, volvió a ver la Siä Dualko Animal y le preguntó:
— ¿Harías eso por nosotros?—
La Siä Dualko Animal, dio un paso al frente y le dijo a la Danta:
—Llévame donde tu madre, ¡yo la curaré!—
La Danta con su larga trompa agarró una a una a las Siä
hermanas y las colocó en un hueco, luego las tapó con una roca
y les dijo:
—Aquí se quedan hasta nuevo aviso. Llevaré a la Siä Dualko
Animal a la cueva de mi madre; si la cura, regresaré a sacarlas
de ahí; si no, todas permanecerán enterradas hasta el fin de sus
días y la Siä Dualko Animal desaparecerá para siempre.—
Y así fue. La Danta puso sobre su espalda a la Siä Dualko
Animal, enterró al resto y se marchó.
Pasaron dos días y por fin llegó la Danta con la Siä Dualko
Animal. Se escuchaba feliz. Las desenterró y les dijo:
—Gracias Siä Sagradas, mi madre se ha salvado, pueden
marcharse. En agradecimiento cualquier Danta que encuentren
en el camino estará dispuesta a protegerlas y a ayudarlas.
Espero que su hermana aparezca… Buen viaje.—
Iniciaron su viaje nuevamente, con la intención de buscar a
Sanar. Al cabo de un rato, luego de tomar un descanso, se
dispusieron a retomar su viaje y se dieron cuenta de que
Aventura nuevamente había escapado.
— ¡Oh no! — Dijo la Siä Mayor – Aventura volvió a desaparecer.
Después de buscarlo afanosamente por los alrededores
decidieron partir, iban tristes. La Siä Dualko Animal se sentía
traicionada, pensaba que Aventura era su pareja, pero éste la
había abandonado, se había marchado.
Pasaron muchos días y una tarde se encontraron con un
Chancho de Monte. Las Siä se dirigieron a él y le preguntaron
si había visto a Siä Sanar y a Sïa Aventura, a quienes
describieron.
El Chancho de
Monte, de mal
humor,
respondió:
—A la orilla del río que está detrás de esos árboles, hay una
piedra redonda que dice ser sagrada, muy rica y que hace
magia; como yo no le creo, no le he dado importancia, pero dice
ser una Siä; no es más que una piedra engreída. No creo nada
de lo que dice. Dice que curó a la madre de una Danta y que por
eso lo liberaron luego de tenerlo encerrado en una cueva. Contó
que luego un Awá lo tenía amarrado a un palo, para que no se
marchara, porque como era él quien hacía las curaciones, pero
el Awá le hacía creer al pueblo que era él mismo, el Awá y no
Siä Aventura quien sanaba. Yo creo que todas son una sarta de
mentiras, oinc, oinc, oinc, ¡adiós!—
La Siä Mayor respiró aliviada y les dijo a las Siä Verdad y Dualko
Animal:
—Es Aventura, no puede ser otro. Con un bejuco empezó a
hacer una cuerda y cuando la tuvo lista, se dirigieron las tres
hacia el lugar que indicó el Chancho de Monte. Efectivamente,
era Aventura, estaba rodeado de muchas lajas y piedras de
colores verde, azul,
café y gris, se
ufanaba de sus
poderes mágicos y
curativos. Tenía
una gran audiencia
que lo aplaudía.
Era un mentiroso
empedernido,
— como todos los
Siä machos —
pensó la Siä Mayor.
Despacio, llegó donde estaba Aventura y lo ató fuertemente ante
los ojos asustados de las demás piedras del río. Estas
empezaron a reír y a burlarse diciéndole: —Escápate como te
escapaste del lagarto.—
La Siä mayor se hizo cargo de llevar atado a ella a Aventura, no
lo dejaría escapar de nuevo.
Pasaron varias lunas y la Siä Sanar no aparecía. Las Siä
Mayor, Verdad, Aventura y Dualko Animal, ya estaban muy
cansadas de buscarla. Así que decidieron tomarse un buen
descanso, para tomar fuerza; montaron una especie de choza
con muchas hojas y se dispusieron a dormir.
La Siä Mayor amarró fuertemente a su cintura a Aventura; con el
fin de que no se le volviera a escapar. Estaba cansada y muy
triste, así que a escondidas para que no la oyeran empezó a
llorar y a pedirle a Sibö que le indicara el rumbo hacia donde
tenían que dirigirse.
Conmovido, Aventura en silencio, la abrazó y le prometió poner
todo su empeño en encontrar a la Siä Sanar. Ella lo abrazó y le
dijo:
—Aventura, yo te quiero y tus hermanas también, pero debes
cambiar… no hagas más locuras. En señal de buena voluntad y
como muestra de que creemos en tus palabras de
arrepentimiento te voy a soltar. Si te vuelves a escapar, escucha
bien Aventura, no voy a buscarte, te dejaré a tu suerte.—
Aventura, a su vez, le prometió no alejarse de ellas, no decir
más mentiras y cuidar a su hembra la Siä Dualko Animal, pues
era su responsabilidad.
Amaneció y ya descansados conversaron y decidieron dividirse
para cubrir mejor el territorio.
La Siä Verdad, por ser la menor, seguiría con la Siä Mayor, en
tanto que Aventura seguiría otro rumbo, acompañado de la Siä
Dualko Animal. El acuerdo era que en tres días regresarían al
mismo punto para ver los resultados. Fue así como la Siä Mayor
y la Siä Verdad partieron hacia el sur, mientras que La Siä
Aventura se marchó con Dualko Animal hacia el norte.
No habían caminado ni un kilómetro hacia el sur cuando
empezaron a brotar flores por todas partes, las flores que
anuncian el final del verano y el inicio de la primavera y que
pronto la estación lluviosa va a iniciar, y que con su fresca
lluvia nos traerá bienestar.

Los montes se llenaron de flores y la Siä Mayor lo interpretó


como buen augurio, una señal enviada por Sibö, seguramente
él había llenado los campos de flores indicando que estaban
prontas a recuperar a la Siä Sanar.
Camino al norte también brotaron las flores, y las Siä Aventura y
Dualko Animal empezaron a correr locos de alegría, pues la
floración de árboles y arbustos era presagio de fiestas. El
bosque se llenaría de la música de los pajaritos, sería como
una fiesta y ellos estaban dispuestos a disfrutarlo
intensamente.
Por su esencia, la Siä Dualko Animal corría impetuosamente,
ansiosa de poder ver correr los animales del bosque; Aventura,
por su parte, no se podía perder la alegría de vivir. Y en medio
de su alegría, mientras cantaban a viva voz, de pronto se paró
frente a ellos una gran Culebra y con ojos de maldad los
interpeló: — ¿Quiénes son ustedes?, nunca los he visto por
aquí.—
—Somos piedras sagradas –respondió Aventura. —Frente a vos
tenés nada más
y nada menos que a
las Siä Aventura y
Dualko Animal. Yo
soy Aventura, sé
hacer muchas cosas
en favor del prójimo;
bueno, al menos
cuando me lo
permite Sibö,
nuestro Dios. Ella es
Siä Dualko Animal,
una hermosa hembra que tiene el don de curar animales. Mira
qué bella es, tiene múltiples colores y además es una excelente
persona: si te enfermaras, ella te curaría sin lugar a dudas.—
¿Qué es eso de “prójimo”? – Preguntó la Culebra en forma
chistosa y con gestos burlones, ¿y qué es eso de Siä? Yo no
veo más que un par de piedras maltratadas. Es más, a mí no
me gustan las piedras, los habitantes del valle me las tiran
constantemente con la intención de herirme o matarme. Así
que ¡caminando!, a mí no me va a pasar lo que le pasó a Adán.
—¿Lo de Adán? -– preguntó Aventura.
—Seguramente tú quieres que yo me enamore de Dualko
Animal, para luego ¡zaz!, darme por la jupa. Eva lo engañó con
una chirimoya y tú me quieres engañar con eso de que cura.—
—¿Pero quién es Adán? –preguntó Dualko Animal.
—No te hagas la tonta, Adán era el compañero de Eva… como
tú, por ejemplo, seguramente eres la hembra de Aventura.—
—Ja, ja, ja, qué chistosa eres, ¡las chirimoyas no hablan!, pero
además ¿cómo lo engaño y para qué? –replicó Dualko Animal.
Y Aventura acercándose al oído de Culebra le dijo, susurrando:
—Cuéntame eso del engaño, no vaya a ser que Dualko Animal
lo haga conmigo.—
—Me caes bien – le dijo Culebra–, te lo contaré :—
Retirándose de la Siä Dualko Animal para que no escuchara, le
contó: — Adán era feliz, todas estas tierras eran de él, hasta
que llegó Eva con taparrabo, le bailó una que otra danza, le
regaló una chirimoya y él, feliz, se la comió.
¿Pero adivina qué?— lo cuestionó la Culebra.
¿Qué?— preguntó Aventura.
— ¡Zaz!, el cayó rendido a sus pies, y de ahí nunca se levantó.
¡Se convirtió en su siervo!—
—Eso no pasará
conmigo,Si Siä Dualko
Animal es así, tendrá que
buscarse otro Siä a quién
engañar. Yo soy una
piedra sagrada, el gran
Aventura, libre como el
viento… ¡nadie me hará
su siervo!
Acto seguido, Aventura se
volvió a Dualko Animal y le dijo:
— ¡Cuidado con darme una chirimoya porque te abandono a tu
suerte en el monte!—
—Bueno, amiga Culebra, me tengo que marchar, ando en busca
de mi hermana, su nombre es Siä Sanar.--
—No, no te vayas –exclamó la Culebra. Esta noche hay una
gran fiesta en el monte, estás invitado; es una fiesta VIP, te daré
un brazalete para que puedas entrar.
— ¿Qué es eso de VIP?— preguntó Aventura sorprendido.
— Quiere decir “Very Important Person”, sólo llegan seres
especiales, mujeres, uvas, música y amor, mucho amor. Pero
tenemos un problema, no tienes brazos, ¿dónde te lo pongo?—
—En la cintura — respondió Aventura.
¡--Listo! Hasta la noche. No puedes llevar a Dualko Animal, ya
tenemos las chicas invitadas y no aceptamos ni una más, así
que déjala por ahí, o mejor aún, líbrate de ella… eso de
compromisos no va con los machos.--
Llegó la noche y Siä Aventura, se fue a la fiesta VIP, que tenía
principios de turismo, pero antes le dijo a Dualko Animal:
—Quédate quedita, no te muevas, iré a una misión secreta
donde me darán información sobre Sanar; seguramente
regresaré con ella.—
Dualko Animal le creyó y se
resguardó tras unas hojas y Aventura
se marchó.
Mientras tanto en el lado sur, las Siä
Mayor y Verdad se encontraron con
un hermoso pájaro color amarillo. Las
Siä, al verlo, se alegraron, sabían que
los pájaros eran sus amigos…
muchos, incluso, intermediarios entre
ellas y los Awá; consideran son
enviados por su bien.
La Siä mayor dirigiéndose a él, le preguntó:
— ¿Eres un Dular?—
—No –respondió el pájaro–, no tengo la dicha de ser un Dular.
Los Dular son aves mágicas mensajeras entre Sibö mi Señor y
los Awá. Yo soy un simple perico del campo. Estoy disfrutando
del inicio de la estación lluviosa. ¿Ustedes por qué tan tristes y
cansadas?—
—Estamos en busca de nuestra hermana, Siä Sanar —
respondió Siä Verdad.
Rápidamente lo puso al tanto de lo que sucedía y este prometió
sobrevolar el cielo para ver si la miraba. Les prometió regresar
con noticias.
Y así lo hizo,
porque al día
siguiente
regresó.
— He visto
muchas piedras,
pero no sé
distinguirlas unas
de otras.
Además, aunque
canté muchas
veces su
nombre, nadie
respondió.—
El pájaro les propuso que montaran sobre su espalda, y que él
les daría un viaje por los alrededores. Así lo hicieron.
Las flores del campo estaban como de fiesta, el cielo era azul
intenso.
Justo cuando iniciaba el ocaso decidieron regresar a tierra.
Desafortunadamente, sin noticias de su hermana Siä Sanar.
Una vez en tierra firme, se dispusieron a esperar el inicio del
nuevo día.
Se acostaron pero algo las obligó a moverse, se habían
acostado sobre un nido de hormigas y estas estaban muy
molestas.
—¡Largo de aquí!— dijo una
gran Hormiga que debía ser la
Hormiga Reina, pues era mal
encarada y de ojos vengativos.
—Perdonen, no queríamos
molestar.—
—¿Quiénes son ustedes? –
preguntó la Hormiga muy
molesta.
—Somos las Siä Mayor y
Verdad.—
—Con que son Siä…¡Están ustedes detenidas por impostoras!--
Y la Hormiga Reina llamó a todas las hormigas al ataque. Estas
se empezaron a subir por las dos piedras sagradas
picoteándolas, pero al ver que no había reacción alguna de
parte de ellas, la Hormiga Reina gritó:
—¡Alto! Paren el ataque. Voy a interrogar a las detenidas.
-- Así que ustedes son Siä, denme una prueba de ello. Ya vino
otra con el mismo cuento y no pudo demostrarme que era una
Siä. Sé muy bien lo que dicen que hacen las Siä. Aquí mi amiga,
la hormiga Petra, está muy enferma, tiene tos y un poco de
calentura y no puede caminar. Si no la curan las tiraré por el
barranco más profundo de la región. —
Asustadas, la Siä Mayor dijo:
—Nosotras podemos curar personas, pero no animales.
Escúchame, gran Reina, pero nuestra amiga la Siä Dualko
Animal sí; ella pronto se reunirá con nosotros y la curará.
—Mentirosas, no son piedras sagradas ni nada por el estilo, ¡al
barranco!—
Todas las hormigas empezaron a empujar a las Siä hacia el
barranco; eran tantas, que casi las levantaron en vilo y las
tiraron en medio de grandes carcajadas. Rodaron y rodaron,
pero afortunadamente las Siä se pudieron agarrar de las manos
e iban rodando juntas y al fin, cuando llegaron al fondo, ambas
se pusieron a llorar.
Estaban llorando cuando escucharon una voz que llamaba,
pidiendo auxilio; la voz venía de muy lejos, era apenas
perceptible ¡pero parecía la voz de Sanar! Pensaron que esa
voz que escuchaban se debía a los grandes deseos que
tenían de encontrarla, así que decidieron reponerse de los
golpes sufridos antes de tomar una decisión de hacia dónde
dirigirse.
Mientras tanto, Aventura, seguía de fiesta mientras Siä Dualko
Animal estaba muy asustada esperándolo; ya había pasado más
de un día y no regresaba.
Preocupada, Dualko Animal empezó a caminar desde el punto
donde lo vio desaparecer. Guiándose por el sonido de una
música caminó y caminó hasta que confirmó que sí había una
fiesta. Se acercó cada vez más hasta que pudo moverse entre
los animales. Afortunadamente nadie la vio y pudo encontrar a
Aventura, que estaba baile y baile con una Laja.
Lo agarró de la cintura y lo obligó a salir de la fiesta.
—Un momento –repuso Aventura–, yo no soy tu Adán y tú no
eres Eva; cada uno por su camino. —
Hablaron, discutieron, y Dualko Animal, le hizo ver lo importante
que era cumplir la promesa que le había hecho a la Siä Mayor,
pues ella había creído en él y debía responder a la confianza
brindada; le explicó, además, que era necesario llegar al punto
de encuentro a la mañana siguiente.
Aventura se sintió acongojado y avergonzado por primera vez
en su trayectoria. La Siä Dualko Animal lo había hecho
reflexionar y sus palabras le habían tocado el corazón.
De pronto una voz conocida gritó:
—¡Te lo advertí y
caíste, ja, ja, ja!—
Era la Culebra que
había presenciado
toda la escena y le
dijo:
—Vete de aquí. Aquí
no aceptamos perros
falderos, ¡solo
machos! —
Estaba tan furiosa la
Culebra, que le dio un mordisco, lo cual molestó a Aventura,
quien plantándose frente a ella le dijo:
—Me voy con mi Siä Dualko Animal; mi palabra es importante y
prometí buscar a mi hermana Sanar. Pero volveré cuando haya
cumplido la promesa que hice a mi hermana, la Siä mayor. Que
pase una noche pura vida, Culebra, me encantó conocerla.—
La Culebra lo miró despectivamente y le dijo:
—Vete, Adán, y no vuelvas nunca más. ¡Con eso de pura vida
no me conmueves, jale pendejo, vete y no vuelvas nunca! —
A la mañana siguiente, iniciaron su viaje de regreso al punto
donde debían encontrarse. Estaban un poco desorientados, así
que se confundieron de ruta. Aventura iba arrepentido, callado.
Dualko Animal, triste por no haber podido hacer nada por
encontrar a Sanar, lamentándose por haber tomado la decisión
de seguir a su macho. —Debí haber sido más enérgica— se
decía así misma.
Al cabo de un largo trecho, llegaron exactamente al mismo
hormiguero que sus hermanas Mayor y Sanar. Las hormigas, al
notar su parecido con las visitas anteriores, salieron y les
cerraron el paso.
— ¡No me vengan con el cuento que ustedes también son
piedras sagradas, las tales Siä! —
— Sí,— exclamó la Siä Dualko Animal -– ¡yo soy Siä Dualko
Animal y él es mi compañero, Siä Aventura!
—¿Cómo? –Preguntó extrañada la Hormiga–, ¿entonces era
verdad que existían'.--
Extrañada, Siä Dualko Animal le preguntó:
—¿Has visto pasar a dos Siä por aquí? —
—He visto a tres –le dijo la Hormiga– y a todas las echamos al
barranco por mentirosas.—
—Dime, ¿a cuál barranco? — preguntó Aventura.
—Se los digo si curan a Petra. Mi amiga está muy enferma y
dicen las otras que se llaman Siä a sí mismas, que por aquí
pasaron, que la Siä Dualko Animal puede curarla.—
—Lo haré con la voluntad de Sibö – dijo Dualko Animal.
—Bueno, trato hecho. La curas y las llevo al barranco.—
Siä Dualko Animal puso manos a la obra, fue al hormiguero de
Petra, y con la venia del espíritu de Sibö, curó a Petra.
Salió del hormiguero y la Hormiga
Reina, dirigiéndose a su séquito de
hormigas, -exclamó:
—Llévenlos al barranco y ya saben
lo que deben hacer.—
Al llegar al barranco, las hormigas los empujaron y los hicieron
rodar cuesta abajo mientras explotaban en sonoras carcajadas.
—¡Largo, largo! -– les gritaban -–. ¡No vuelvan nunca a territorio
hormiga. Ja, ja, ja, ja!—
Por fin llegaron al fondo, y para su sorpresa sus hermanas la Siä
Mayor y Verdad, allí estaban sentadas, consolándose una a otra.
Cuando los vieron llegar, la Siä Mayor corrió a abrazarlos y le
dijo a su hermano:
—Cumpliste tu palabra, Aventura, eso nos hace muy felices.—
Se sentaron y Aventura empezó a contar cómo había buscado a
Sanar sin encontrarla y a narrar los detalles de la larga noche
que pasó buscándola. Dualko Animal, lo miraba con sorpresa y
pensó, —no cambia.— Pero no dijo nada. De pronto, se
escucharon nuevamente aquellos gritos de ¡Auxilio, Auxilio!
—Escuchen —dijo Siä Verdad–, es la voz de Siä Sanar, ¡estoy
segura! —
Se levantaron y empezaron a correr hacia donde se escuchaba
la voz, pero ya casi era de noche y como estaba oscuro, se veía
muy poco.
En ese momento llegaron
dos bellas libélulas: Luz y
Bondad.
— Aquí estamos, queremos
ayudar — les dijeron.
Las libélulas silbaron
fiuuuuuu, fiuuuuu, fiuuuuu y
aparecieron miles de
luciérnagas cuya luz iluminó
el bosque como si fuese de
día.
Las libélulas eran las guías;
las luciérnagas la luz, y las
cuatro Siä, detrás de ellas,
estaban esperanzadas…
tanto, que les latía
fuertemente el corazón. A
la Siä Mayor la invadía la
emoción y para asombro de
todos, ¡efectivamente era
Siä Sanar quien pedía
auxilio!
Siä Sanar estaba atrapada
en una red, era una trampa
para cazar animales. La Siä
Dualko Animal, molesta, sacó a la Siä Sanar de la red y
destruyó la trampa, llena de ira.
La escena era indescriptible… los abrazos, los llantos; por fin
estaban nuevamente juntas, y además con una nueva amiga, la
Siä Dualko Animal, quien las había sacado de dos serios
problemas.
— A partir de este momento –dijo la Siä Mayor a la Siä Dualko
Animal, eres nuestra hermana.
Las libélulas se miraban con cara de felicidad y las luciérnagas
decidieron dormir con las Siä esa noche para alumbrarlas y
protegerlas mientras el sol salía y podían partir.
Las órdenes venían de las libélulas Bondad y Luz, las cuales se
despidieron de las Siä, deseándoles un regreso feliz a la aldea.
La aldea de las Siä se llamaba Alegría.
Inmediatamente después aparecieron las Dantas. Querían
cumplir lo prometido, protegerlas, por lo que se ofrecieron para
llevarlas sobre sus lomos a la aldea en forma segura.
Ahí las esperaba la Sagrada Siätmi, como depositaria y
encargada que es, de hacer cumplir la tradición de traspaso de
las Siä hacia nuevos Awá.
Ella, en el momento indicado por Sibö, entregaría a Siä Mayor,
Siä Aventura, Siä Sanar, Siä Verdad y Siä Dualko Animal , al
Awá que las merezca y que cumpla con todos los requisitos
exigidos para ser un verdadero Awá, un Awá de bondad, tal y
como lo ordena Sibö.
SARAH GORDON — sarahgordon.s@gmail.com

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