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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Evaluación y diagnóstico sobre calidad de vida en pacientes con enfermedades crónicas.

Evidencia 2. Reporte de lectura

La calidad del sueño como factor relevante de la calidad de vida.

Facilitador: Andres Ceballos García


Alumna: Karen Paulina Treviño Coronado
Grupo: 001 Salón: 222
Semestre: 6

Monterrey, N. L., a 31 de agosto del 2019.


Los trastornos del sueño suponen una de las alteraciones más preocupantes en la actualidad.
El padecimiento de ciertos trastornos del sueño se asocia con riesgos de desarrollo de otros
problemas psicológicos, médicos y sociales (deterioro funcional, incremento de las tasas de
accidentabilidad, alteraciones emocionales, problemas cardiovasculares, etc.) (Miró, Sánchez y
Buela-Casal, 2003).
La calidad de sueño no sólo se refiere al hecho de dormir bien durante la noche, sino al buen
funcionamiento diurno.
Sueño se define como un estado funcional, reversible y cíclico presenta ciertas manifestaciones
conductuales como la relativa ausencia de motilidad y un incremento del umbral de respuesta a
la estimulación externa.
Carskadon y Dement (1994) señalan que el fenómeno del sueño se puede describir desde dos
perspectivas: conductual y lo fisiológico.
Modelo fisiológico: Buela-Casal y Sierra (2001a)
Sueño —tanto su duración y estructura— está determinado por cuatro dimensiones diferentes:
tiempo circadiano u hora del día en que está localizado, factores intrínsecos al organismo edad,
patrones de sueño, estado fisiológico o necesidad de dormir, conductas que facilitan o inhiben el
sueño y, por último, el ambiente.
Factores determinantes:
 Tiempo circadiano de 24 horas, coincidiendo con la noche.
Para lograr fortalecer el ritmo circadiano del sueño y la vigilia, es indispensable tratar de
acostarse y levantarse a la misma hora todos los días; se recomienda que, aunque algún día nos
acostemos tarde, a la mañana siguiente nos levantemos a la hora habitual.
Entre los factores del propio organismo que pueden influir en la calidad del sueño, se destaca la
edad (características del sueño), los patrones de sueño y los rasgos de personalidad.
Con base en las horas en que los adultos duermen de manera habitual, se han establecido tres
patrones de sueño: patrón de sueño corto (menos de seis horas de sueño), patrón de sueño largo
(más de nueve horas) y patrón de sueño intermedio (incluye a aquellos que duermen
aproximadamente 7-8 horas = previene riesgos de enfermedades).
Conductas facilitadoras: Buena alimentación, la práctica regular de ejercicio físico – estrés y
ansiedad (4 a 6 horas antes de acostarse).
Conductas perturbadoras: consumo de sustancias estimulantes (alcohol, cafeína y tabaco) y
fármacos para dormir (Sierra y Buela-Casal, 1997).
Se sabe que mientras los alimentos ricos en proteínas acrecientan la alerta, los ricos en hidratos
de carbono, en vitamina B o en calcio favorecen el sueño.
El triptófano (carne, pescado, leche, etc.) constituye un precursor de la melatonina y diversos
estudios han puesto de manifiesto los beneficios terapéuticos de ésta en distintos trastornos del
sueño: insomnio infantil (Smits, Nagtegaal, Vander Heijden, Coenen y Kerkhof, 2001) o
alteraciones del ritmo circadiano (Jan, Freeman, y Fast, 1999).
Factores ambientales
 El ruido y la luz ambiental, la temperatura y la calidad del colchón se han asociado a
diferentes perturbaciones del sueño.
 La sensibilidad al ruido aumenta con la edad y es mayor en las mujeres que en los
hombres. Dormir con luz es contraproducente, siendo recomendable la oscuridad para
una buena calidad del sueño. La temperatura de la habitación debe oscilar entre 10 y 20
grados centígrados
Los autoinformes constituyen uno de los instrumentos más utilizados en la evaluación de la
calidad del sueño = Facilidad en aplicación y puntuaciones objetivas.
El índice de calidad de sueño de Pittsburg (Buysse, Reynolds, Monk, Berman y Kupfer,1989)
calidad subjetiva del sueño, latencia de sueño, duración del sueño, eficiencia de sueño habitual,
perturbaciones del sueño, uso de medicación hipnótica y disfunción diurna. Mientras que la
puntuación total oscila entre 0 (ausencia de alteración en el sueño) y 21 (severa alteración del
sueño).
La Escala de Somnolencia de Stanford (ESS) (Hoddes, Dement y Zarcone, 1972)
descripciones de estados, nos permite medir el nivel de somnolencia identificar a lo largo del día
aquellos momentos más cercanos al estado de sueño, las puntaciones bajas significan alerta.
La Escala de Somnolencia de Epworth (ESE) (Johns, 1991), recoge ocho situaciones asociadas
a diversos grados de somnolencia en las que el sujeto debe señalar el riesgo de quedarse dormido
(0 = ningún riesgo y 3 = alto riesgo).
El Cuestionario de Sueño para Niños y Adolescentes (CSNA) de Cuenca Torres (2000)
incluye tres escalas diferentes: hábitos previos al dormir, alteraciones del sueño y contenido
onírico de los sueños.
El cuestionario de hábitos de sueño (Rivas et al., 1998) se agrupa en cinco factores
(conciliación del sueño, hábitos de sueño en días laborables, hábitos de sueño en fin de semana,
conductas alimentarias, presueño y siesta). Puntuaciones elevadas revelan la presencia de
conductas inadecuadas para el sueño.
La escala de actitudes y creencias sobre el sueño (Morin, 1998) incluye 30 ítems integrados en
cinco factores: conceptos erróneos acerca de las causas del insomnio, atribuciones falsas o
amplificación de sus consecuencias (15 ítems – “consecuencias del insomnio” = buenos o malos
dormidores), expectativas poco realistas, control y previsibilidad del sueño y creencias
inadecuadas sobre las estrategias que inducen el sueño.
Referencias: Oblitas, L. Psicología de la salud y calidad de vida. CENEGAGE Learning. (2010)
Cap. 13. Pag. 337- 334.

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