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Un tropel de gitanos.

Las mercancías rebotan, disparatadas

en una encarnizada la lucha.

Lenguas sin tímpano

rigen la marea.

Pierdo la noción del tiempo.

Una serpiente enroscada en su roca

el águila devora su cola.

¿Cómo describir el pulso de la tierra

que me hace temblar?

Me alzo, me siento, me acerco, me alejo.

descubro que sé contar tan sólo hasta un cierto número.

En la calle desierta

me veo repetido en el rostro cansado de otro

me miro en ése rabioso

y en ese otro que llora.

La noche no ofrece ningún consuelo

es sólo una sonrisa sin dientes,

un gesto vacío.

Enfrente

otros ojos vacíos

otra rabia

otra hambre
otra estupidez.

Entre los gitanos hay un haya que se mece.

Induce a la quietud

en la que todos hallamos nuestras armas.

Así, esperamos junto al Dique.

a que el agua fluya.

Nuestras espadas de barro se hacen jirones

El agua se desborda.

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