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Misión Colombia Envejece: Origen de un proyecto de investigación

7.
Las personas
mayores
víctimas del
conflicto armado
Por Lucas Correa Montoya, Susana Martínez-Restrepo,
Érika Enríquez, María Cecilia Pertuz, Soraya Montoya González
y Martha Isabel Acevedo León

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Fundación Saldarriaga Concha Fundación para la Educación Superior
Carrera 11 # 94 – 02 of. 502 y el Desarrollo (Fedesarrollo)
Bogotá – Colombia Calle 78 # 9-91
Bogotá – Colombia
Soraya Montoya González
Directora ejecutiva Leonardo Villar Gómez
Director ejecutivo

Autores
Lucas Correa-Montoya
Susana Martínez-Restrepo
Érika Enríquez
María Cecilia Pertuz
Soraya Montoya González
Martha Isabel Acevedo León

Coordinación editorial
Natalia Valencia López

Edición y corrección de estilo


Claudia Cadena Silva

Diseño y diagramación
Gatos Gemelos Comunicación

ISBN (Online)
En trámite

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en el sitio web www.saldarriagaconcha.org

El contenido y las posiciones de la presente publicación son responsabilidad exclusiva de los autores
y no comprometen a la Fundación Saldarriaga Concha y a Fedesarrollo

Cítese como:
Correa-Montoya, Lucas; Martínez-Restrepo, Susana; Enríquez, Érika; Pertuz, María Cecilia;
Montoya, Soraya y Acevedo, Martha Isabel. (2015). Las personas mayores víctimas
del conflicto armado. Editorial Fundación Saldarriaga Concha. Bogotá, D.C. Colombia. 50p.

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Las personas mayores víctimas del conflicto armado

Contenido
7.1. Introducción .......................................................................................................... 6

7.2. Marco teórico ....................................................................................................... 8


7.2.1. Las víctimas del conflicto armado en Colombia ........................................ 8
7.2.2. Algunas características del conflicto armado
en clave de vejez y envejecimiento ........................................................... 9
7.2.3. Las personas mayores en el conflicto armado colombiano ..................... 12
7.2.4. Protección legal internacional e interna
a las víctimas mayores del conflicto armado colombiano ...................... 14

7.3. Caracterización de la población víctima


del conflicto armado colombiano ...................................................................... 17
7.3.1. Caracterización demográfica ..................................................................... 17
7.3.2. Los daños y efectos del conflicto armado
en las personas mayores ........................................................................... 19
7.3.3. Condiciones laborales y de ingreso de la población víctima
de desplazamiento forzado ...................................................................... 22
7.3.4. El acceso a pensiones por parte de la población
en situación de desplazamiento forzado ................................................ 29
7.3.5. Acceso de la población mayor víctima
de desplazamiento forzado a la salud ..................................................... 34
7.3.6. Las personas víctimas mayores: cuidados y cuidadores ........................... 38

7.4. Conclusiones e implicaciones de política ........................................................... 43


7.4.1. Implicaciones y recomendaciones ............................................................ 44

7.5. Referencias bibliográficas .................................................................................. 47

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7.1. Introducción

El conflicto armado colombiano ha tenido y continúa teniendo un impacto


negativo en los civiles no combatientes, que son sus principales víctimas. La población
civil víctima del conflicto armado es tan diversa como la sociedad misma, y el
conflicto la afecta de manera diferenciada y acentuada. Esta situación fue reconocida
por la Corte Constitucional colombiana1.
De acuerdo con la Encuesta de Goce Efectivo de Derechos (EGED)
2013-2014 del DANE y la Unidad para las Víctimas, el 33 % de los hogares de
población desplazada vive por debajo de la línea de pobreza extrema, mientras
que solo el 7.4 % de los hogares no víctimas está por debajo de esa línea. El 63.8 % de
los hogares de población desplazada vive por debajo de la línea de pobreza, mientras
que solo el 25 % de los hogares no víctimas está por debajo de esa línea.
El conflicto armado colombiano ha afectado a las personas mayores de
manera diferenciada; los ha puesto en desventaja con sus pares y los ha sometido
a un peligro mayor de que sus derechos sean vulnerados. Las víctimas de 60 años
o más están más expuestas a la victimización, pues oponen más resistencia al
desplazamiento forzado, y corren un mayor riesgo de abandono y marginación por
su menor capacidad de respuesta en situaciones de riesgo y emergencia relacionadas
con el conflicto armado. Además, las víctimas mayores están más propensas al
desarraigo y a la exclusión social en sus lugares de residencia, por los pocos recursos
personales, familiares y sociales de los que disponen para adaptarse, y enfrentan
un riesgo mayor de ver deteriorada su calidad de vida, su salud y alimentación,
pues como consecuencia del conflicto armado pierden sus medios de generación
de ingreso y el apoyo familiar, se hacen más dependientes y eso dificulta la
estabilización socioeconómica.
Los impactos del conflicto no se agotan en las afectaciones sobre
aquellos que son actualmente mayores: afecta de manera grave el proceso de
envejecimiento de las personas adultas y sus implicaciones, que se manifiestan de

1 Las afectaciones diferenciadas, desproporcionadas y acentuadas de la población víctima del desplazamiento forzado
fueron reconocidas por la Corte Constitucional Colombiana mediante la Sentencia T-025 de 2004 y de los autos de enfoque
diferencial A-092 de 2008 (Mujeres), A-251 de 2008 (Niños, niñas, adolescentes y jóvenes), A-004 de 2009 (Indígenas), A-005
de 2009 (Afrodescendientes) y A-006 de 2009 (Personas con discapacidad). Si bien no existe un auto diferencial que se refiera
específicamente a las personas mayores, el A-173 de 2014 aborda la situación y da órdenes específicas para avanzar en la atención
diferencial de las personas mayores víctimas del conflicto armado.

6
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

manera acumulada en su posterior vejez, y frente a las cuales hay que comenzar a
dar respuesta desde el mismo momento en que suceden.
El objetivo de este capítulo es entender cuáles son las características de las
personas mayores afectadas por el conflicto armado colombiano, con especial
énfasis en las personas en situación de desplazamiento forzado. Esto con el fin
de brindar algunas conclusiones y recomendaciones que les permitan al Estado y
a la sociedad colombiana prever necesidades y violaciones futuras a los derechos
humanos y dar respuesta, desde el presente, a las necesidades de las víctimas
mayores de futuras generaciones.
Para el análisis y caracterización de la población víctima del conflicto armado
se usan datos del Registro Único de Víctimas (RUV), el cual, para noviembre del
2014, contenía información básica sobre 7.2 millones de víctimas. Ya que esta base
de datos no contiene información laboral, pensional o de salud de las personas
en condición de desplazamiento, se utiliza la base de datos de la Encuesta
Longitudinal de Protección Social (ELPS) 2012 y la Encuesta Nacional de Calidad
de Vida (ECV) 2013, las cuales tienen representatividad nacional y regional.
Sin embargo, estas dos fuentes de información hacen énfasis en las personas
víctimas del desplazamiento forzado y no se refieren a otros hechos victimizantes
reconocidos y protegidos por la Ley 1448 de 2011.
El análisis es complementado con datos cualitativos recolectados en campo
a partir de grupos focales en Nariño, Cundinamarca y Córdoba, con hombres
y mujeres entre 40 y 60 años y de 60 años o más, de bajos y altos ingresos,
pensionados, víctimas del conflicto y desmovilizados. Así mismo se incluyen dos
estudios de caso en El Salado y Palenque (departamento de Bolívar), lugares que
se caracterizan por una mayor presencia de la violencia y el conflicto, y dos grupos
focales más con líderes de las víctimas en Bogotá2.
En la segunda sección de este capítulo se presenta el marco teórico, que
incluye: una referencia a las víctimas del conflicto armado en Colombia, algunas
características del conflicto armado, una referencia a las personas mayores en el
marco de dicho conflicto y la protección legal internacional e interna a las víctimas.
En la tercera sección se caracteriza a las personas mayores víctimas del conflicto
armado, tanto desde el punto de vista demográfico como en lo relacionado

2 Para mayor información sobre los grupos focales, consulte el anexo metodológico.

7
con aspectos laborales (tasa de ocupación3 y de informalidad4) de las personas
en condición de desplazamiento. También se analiza su acceso a pensiones y al
programa Colombia Mayor, y se presentan las condiciones de salud y de acceso a los
servicios sociales del Estado de la población mayor en situación de desplazamiento
forzado. Finalmente se presentan algunas conclusiones e implicaciones de política.

7.2. Marco teórico


El conflicto armado colombiano ha afectado de manera desproporcionada
a personas civiles que no participan de las acciones armadas. La población
ha sido golpeada por una variedad de hechos victimizantes5, de los cuales el
desplazamiento forzado es el más prevalente: el 72.2% de las víctimas mayores de
60 años sufrieron este flagelo (Red Nacional de Información-RNI, 2014).

7.2.1. Las víctimas del conflicto armado en Colombia


Según estimaciones del Registro Único de Víctimas (RUV), el 1 de noviembre
del 2014 existían más de 7.2 millones de víctimas del conflicto armado registradas
en Colombia. De estas, alrededor del 9.3 % (aproximadamente 680.000) es
mayor de 60 años (RNI, 2014)6. Más alarmante aún es que se estima que el 20.2%
(aproximadamente 1.5 millones) de las víctimas del conflicto armado son
personas entre los 40 y 59 años de edad, es decir, que se trata de personas que
están próximas a la vejez (RNI, 2014). Abordar los retos sociales que implica la
vejez exige tener en cuenta a la población que envejece. Como dos caras de la

3 De acuerdo con la definición del DANE, la tasa de ocupación mide la relación porcentual entre la población ocupada (OC) y el
número de personas que integran la población en edad de trabajar (PET). La población ocupada está constituida por las personas
que se encuentran en una de las siguientes situaciones: 1. Trabajó por lo menos una hora remunerada en dinero o en especie en
la semana de referencia. 2. Los que no trabajaron en la semana de referencia, pero tenían un trabajo. 3. Trabajadores familiares
sin remuneración que trabajaron en la semana de referencia por lo menos una hora (DANE, 2013).
4 De acuerdo con la definición del DANE, la tasa de informalidad es la relación porcentual entre los informales y la población
ocupada. Los informales cumplen las siguientes características: 1. Los empleados particulares y los obreros que laboran en
establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas en todas sus agencias y sucursales, incluyendo al
patrono o socio; 2. Los trabajadores familiares sin remuneración; 3. Los trabajadores sin remuneración en empresas o negocios
de otros hogares; 4. Los empleados domésticos; 5. Los jornaleros o peones; 6. Los trabajadores por cuenta propia que laboran en
establecimientos con hasta cinco personas, excepto los independientes profesionales; 7. Los patrones o empleadores en empresas
de cinco trabajadores o menos; 8. Se excluyen los obreros o empleados del Gobierno.
5 Además del desplazamiento forzado, la Ley 1448 de 2011 protege otros hechos victimizantes: atentado terrorista, amenaza,
accidente con MAP, MUSE y AEI, secuestro, violencia sexual, desaparición forzada, tortura, vinculaciones de niños, niñas y
adolescentes, homicidio o masacre y abandono y despojo, entre otros.
6 A partir del principio de la reunificación familiar (T- 025 de 2004), “los niños, niñas y adolescentes, las mujeres cabeza de familia
y los adultos mayores que se vinculan a una familia desplazada después del hecho de expulsión, pese a no ser víctimas directas
del desplazamiento, son incluidos con el fin de salvaguardar la institución de la familia y el derecho de la población desplazada a
la reunificación familiar” (RUV 2013).

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Las personas mayores víctimas del conflicto armado

misma moneda, las necesidades de las víctimas mayores fijan las prioridades en
lo inmediato, en el corto plazo y, a su vez, la previsión de las necesidades de las
personas mayores de las futuras generaciones fijan las prioridades en el mediano
y largo plazo.

7.2.2. Algunas características del conflicto


armado en clave de vejez y envejecimiento
El conflicto armado colombiano7 es el resultado de problemas de fondo en
la configuración social y económica del país. Esos problemas han evolucionado en
las últimas décadas: no se trata de una simple manifestación de la criminalidad
(GMH, 2013). Si bien el conflicto armado ha golpeado a Colombia por más de
cuatro décadas, durante mucho tiempo su existencia y las víctimas que producía
fueron negadas o nombradas de manera deliberadamente imprecisa. Solo hasta
hace poco el Estado colombiano reconoció públicamente su existencia, comenzó
a reparar integralmente a las víctimas civiles y abrió nuevamente las puertas a una
solución negociada de la confrontación armada.
Dada su complejidad, el conflicto interno colombiano tiene múltiples
características, algunas de ellas gozan de amplio consenso social y académico y otras
son ampliamente debatidas. Es un conflicto prolongado, con una duración de más
de 40 años que, a diferencia de otros conflictos similares en la región, no ha llegado
a su fin (GMH, 2013). Tiene amplias raíces ideológicas heredadas de la guerra fría,
de la influencia de la Revolución cubana y, en las últimas décadas, fue influenciado
considerablemente por la guerra global en contra del terrorismo (GMH, 2013).
El conflicto se ha caracterizado por el uso frecuente de la violencia de baja
intensidad, a pequeña escala, con el uso de ataques terroristas como un arma
de intimidación en contra de la población civil, que ha sido su principal víctima
(GMH, 2013). El desplazamiento forzado es una consecuencia más generalizada8,
pero los actores armados también han usado de forma sistemática el homicidio, la

7 De acuerdo con la jurisprudencia internacional, la situación colombiana puede clasificarse como un conflicto armado interno en
el que existe una violencia prolongada entre las autoridades gubernamentales y otros grupos armados al margen de la ley. Ver
ICTY, Prosecutor v. Dusko Tadic, Case No. IT-94-1-AR72, Decision on the Defence Motion for Interlocutory Appeal on Jurisdiction
(Appeals Chamber), 2 October 1995, 70.
8 De acuerdo con la información de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, el desplazamiento forzado
corresponde a cerca del 80 % de los hechos victimizantes ocurridos en el marco del conflicto armado. Ver Red Nacional de
Información (RNI), Registro Único de Víctimas, Reporte General (28 de enero del 2015).

9
desaparición forzada, el secuestro, la violencia sexual, el despojo y el uso de minas
antipersona de forma indiscriminada contra la población civil (GMH, 2013).
Es una guerra irregular que, a lo largo de su historia, ha contado con la
participación cambiante de diversos actores legales e ilegales (Fuerzas Armadas
colombianas, FARC-EP, ELN, AUC) (GMH, 2013). Los grupos armados ilegales
han ejercido su influencia en una amplia pero irregular extensión geográfica del
territorio nacional. En principio tienen como objetivo lograr el control político
y para ello han apostado a asegurar el control territorial local y de recursos
estratégicos que permiten su financiación y evolución (GMH, 2013; Pizarro,
2004). La violencia derivada de la guerra se imbrica frecuentemente con otras
violencias de tipo político, económico y criminal presentes en la sociedad
colombiana (GMH, 2013).
Con sus características, el conflicto armado colombiano fue y continúa
siendo motivado por una pluralidad de razones que se han transformado a lo
largo de su prolongada historia. Muchas de ellas son igualmente consecuencias
que interactúan en una espiral de degradación y complejidad. Una de las
principales causas del conflicto es su convergencia con el problema agrario,
manifiesto en el histórico acceso desigual a la tierra, los despojos violentos de
pequeños y medianos propietarios, la concentración ociosa de la propiedad
en manos de los segmentos más ricos, los usos inadecuados de la tierra y las
colonizaciones (GMH, 2013). Pero la guerra en Colombia no es solamente un
conflicto por la tierra. La precariedad y debilidad de la democracia que cierra
las puertas a la participación, a la oposición, a la contradicción y a la disidencia
o una cultura política de violencia, como algunos la han llamado (Kurtenbach,
2005), ha sido considerada como una causa histórica de la guerra. Sin embargo,
a lo largo de su existencia, la violencia contra servidores públicos, líderes sociales
y sindicales, periodistas, defensores de derechos humanos, entre otros, ha
sido igualmente un recurso para impedir el ejercicio participativo que exige la
democracia (GMH, 2013).
La guerra se ha imbricado frecuentemente con actividades productivas
legales e ilegales altamente rentables como el narcotráfico (GMH, 2013; Pizarro,
2004; Kurtenbach, 2005), la explotación minera y energética y los grandes
proyectos agroindustriales (GMH, 2013). En algunos casos, los grupos armados
han extraído recursos de dichos negocios a través de la extorsión y las amenazas,

10
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

han actuado como factores de seguridad y protección y, en otros casos, han


ejercido como actores directos en la actividad productiva. El conflicto armado
colombiano se agudiza por la elevada desigualdad social, la impunidad y
las inmensas ganancias generadas por el narcotráfico y otras actividades
productivas que lo hacen rentable y que motivan su evolución, así como
la incorporación de nuevos actores (Kurtenbach, 2005). Adicionalmente,
los actores armados han tejido oscuras alianzas criminales con las élites
económicas, los servidores públicos y los políticos que, en suma, dificultan su
solución pacífica (GMH, 2013).
A lo largo de sus más de 40 años de duración, la guerra ha tenido
numerosos impactos en la sociedad colombiana: el escandaloso número de las
víctimas civiles afectadas y los daños en las infraestructuras públicas y productivas
figuran entre los más mencionados (Álvarez y Rettberg, 2008). No obstante,
en Colombia, la ruralidad y el anonimato en el plano nacional de la inmensa
mayoría de las víctimas han dado lugar a una rutinización de la violencia, a una
actitud de pasividad y de indiferencia alimentada por una cómoda percepción
de estabilidad política y económica (GMH, 2013). Los conflictos armados
prolongados —como el colombiano— son más difíciles de solucionar debido
a esa rutinización, a los niveles de odio y desconfianza alcanzados, así como a
la erosión de por lo menos dos funciones estatales importantes: la justica y la
seguridad (Pizarro, 2004).
La gravedad del conflicto armado colombiano y las diferentes emergencias
que causa en la vida de las personas hacen que muchas veces las acciones solo
puedan dar cuenta de las necesidades inmediatas de la población directamente
afectada. No obstante, el conflicto tiene profundos impactos a largo plazo en
la vida de las personas. Algunos de esos impactos menos explorados son el
envejecimiento de las víctimas y de la población en general y la acumulación de
desventajas y de falta de oportunidades que forjan un camino de violación de
derechos y de necesidades insatisfechas en la vejez.
Más allá de las causas que dieron origen al conflicto armado colombiano,
lo cierto es que se ha convertido en una de las principales barreras para avanzar
en el desarrollo económico, consolidar las instituciones democráticas y dar
respuesta, desde el presente, a las apremiantes necesidades de las personas
mayores víctimas de las actuales y las futuras generaciones. La solución del

11
conflicto armado interno y la construcción de una paz estable y duradera son
hoy en día el desafío más importante que afronta la sociedad colombiana
(Pizarro, 2004).

7.2.3. Las personas mayores


en el conflicto armado colombiano
Las personas mayores víctimas del conflicto armado son sujetos de una
doble protección constitucional, lo que deviene en la obligación del Estado
colombiano de brindar una atención diferenciada a las principales necesidades
y riesgos que ellas enfrentan. La doble protección deriva de la conjunción de
la protección especial dada por la Constitución Política de 1991 a las personas
mayores, profusamente reiterada y ampliada por la jurisprudencia constitucional9,
y de la especial protección internacional, constitucional y legal brindada a las
víctimas del conflicto armado colombiano10. Dicha protección especial abarca tanto
a las personas que siendo mayores de 60 años, o incluso antes, en el caso de las
comunidades étnicas, se ven afectadas por un hecho victimizante, como a aquellas
que experimentan el hecho victimizante en su vida adulta, inclusive en la niñez y la
adolescencia, y llegan a la vejez en condición de víctimas del conflicto armado.
Las víctimas mayores, en cualquiera de estos dos escenarios, enfrentan
riesgos diferenciados, desproporcionados y acentuados por causa del
conflicto armado, tanto en el momento de la emergencia humanitaria
como probablemente a lo largo de sus vidas. Algunos de dichos riesgos y
necesidades son más conocidos que otros y se refieren principalmente al
desplazamiento forzado como principal hecho victimizante y, en mucha
menor medida, a otros hechos. Diversos estudios sugieren que las personas
mayores resienten, con mayor intensidad, la salida forzada que las personas
jóvenes, razón por la cual muchos prefieren afrontar los riesgos y quedarse en
sus lugares de origen (GMH, 2013). Debido a las oportunidades económicas,
sobre todo para las mujeres en el sector servicios de las ciudades, la población
joven tiene una más rápida adaptación al desplazamiento.

9 Ver las sentencias T-111 de 2013, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-696 de 2012, M.P. María Victoria Calle; T-068 de 2010, M.P.
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, y T-585 de 2006, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra, entre otras.
10 Ver, especialmente, la Ley 1448 de 2011 y la Sentencia T-025 de 2011.

12
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

La evidencia sugiere, asimismo, que el desplazamiento forzado afecta de


forma diferente a los hombres y a las mujeres según la edad: por cada 96 hombres
desplazados hay 100 mujeres desplazadas (RUV 2013). En efecto, Ibáñez y Moya
(2006) muestran que esto se puede explicar ya que existe un mayor número de
mujeres cabeza de hogar como consecuencia del desplazamiento. De hecho, por
cada 100 mujeres jefes de familia hay solo 86 hombres cabeza de hogar.
El informe ¡Basta ya! del Grupo de Memoria Histórica concluye que
las personas mayores que se desplazan sufren un profundo desarraigo, pues
cuentan con pocos recursos psicológicos y físicos para adaptarse a su nueva vida.
El desplazamiento significa, además, un deterioro en su calidad de vida, en su
régimen alimenticio y en sus condiciones sanitarias, ya que migran a las zonas
urbanas más vulnerables y marginadas (GMH, 2013).
Algunos hallazgos de la investigación muestran, igualmente, que las personas
mayores se resisten en mayor medida al desplazamiento y que, una vez han sido
desplazadas, tienen aún más arraigo por el lugar de residencia anterior, así como
más deseos de regresar a dicho lugar (Fundación Saldarriaga Concha, 2014). Esto es
consistente con el estudio de HelpAge (2010), que también sugiere que las personas
mayores son quienes más se resisten al desplazamiento por el arraigo a sus lugares
de origen, y que solamente se desplazan cuando la situación es insostenible. A pesar
de las amenazas o muertes de familiares, muchas personas mayores no han querido
salir de sus lugares de residencia y, en muchos casos, son sus hijos, hijas o nietos
quienes se desplazan a las áreas urbanas (GMH, 2013). El informe ¡Basta ya! relata
el caso de una mujer mayor de Córdoba que, durante el proceso de construcción de
memoria, pensaba en sus gallinas, en su marrano y en que la casa quedara llena de
arroz ese año, por lo que no se aguantó el desplazamiento. Ella decía: “Llévenme
para mi casa, yo voy a morir ya, pero llévenme”. Por esta razón, algunas experiencias
e iniciativas locales muestran que las personas mayores que retornan, con o sin
acompañamiento del Estado, juegan y podrían jugar un rol muy importante para
garantizar el éxito y la sostenibilidad de dichos procesos.
El principal hecho victimizante que afecta a las personas mayores es el
desplazamiento forzado. Varios estudios sugieren que las condiciones de los
hogares de personas en situación de desplazamiento son peores que los de las
personas pobres en las zonas urbanas, y que generalmente no recuperan el
bienestar que tenían antes del desplazamiento (Ibáñez y Moya, 2007). En los

13
últimos años, el Centro Nacional de Memoria Histórica ha desarrollado actividades
con víctimas del conflicto armado para documentar la violencia desde la memoria
y privilegiando sus voces. Esto ha permitido comprender las diferentes experiencias
de victimización individual y colectiva.

Las personas mayores mostraron su afán por contar su legado. Para ellos,
los ejercicios de memoria llegaban tarde, pues muchos ya no estaban y sus
testimonios se habían perdido. La memoria no era para después de la guerra, pues
ellos y ellas podrían ya no estar y los riesgos de olvido serían mayores. La memoria,
según ellos, debía hacerse en medio de la guerra para detenerla, denunciarla,
reclamar, transformar y construir la paz. (GMH, 2013, p. 25)

7.2.4. Protección legal internacional e interna


a las víctimas mayores del conflicto armado colombiano
El Estado colombiano tiene la obligación de garantizar el respeto de los
derechos humanos consagrados en los tratados internacionales debidamente
ratificados y de evitar las violaciones graves al Derecho Internacional Humanitario
(United Nations, 2006). En los casos en que lo anterior falla y la población civil se
enfrenta a una violación grave de sus derechos humanos o del Derecho Internacional
Humanitario, el Estado colombiano tiene la obligación de garantizar sus derechos a
la reparación integral, la verdad y la justicia (United Nations, 2006).
Cumpliendo su obligación de establecer programas nacionales de reparación y de
asistencia a las víctimas del conflicto armado (United Nations, 2006), el Estado colombiano
adoptó la Ley 1448 de 201111 sobre atención, asistencia y reparación integral a las víctimas,
la cual es coherente y consistente con los principios de Naciones Unidas y constituye el norte
de la acción estatal sobre la materia desde el 2011 y en principio hasta el 202112.
Se consideran víctimas aquellas personas que individual o colectivamente
hayan sufrido un daño derivado de algún hecho victimizante ocurrido a partir del

11 El marco normativo fijado por la Ley 1448 de 2011 se complementa por el Decreto 4635 de 2011, referido a las comunidades
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras; el Decreto 4634 de 2011, referido al pueblo rom o gitano; el Decreto 4633
de 2011, referido a los pueblos y las comunidades indígenas; el Decreto 4800 de 2011, el cual reglamenta la Ley 1448 de 2011;
el Decreto 4801 de 2011, que fija la estructura interna de la Unidad de Tierras, y el Decreto 4802 de 2011, que fija la estructura
interna de la Unidad para las Víctimas. Finalmente, el Plan de financiación para la sostenibilidad de la Ley 1448 de 2011 fue fijado
a través del Documento Conpes 3712 de 2011.
12 Ver Ley 1448 de 2011, art. 208.

14
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

1 de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional


Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales
de derechos humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno
colombiano13. Son, por tanto, víctimas mayores aquellas personas que encajan
en el postulado anterior y adicionalmente tienen 60 años de edad o más, sea que
el hecho victimizante hubiera ocurrido habiendo llegado ya a la vejez, en la edad
adulta, o incluso durante la niñez o la adolescencia, y que hayan llegado a la vejez
siendo víctimas14.
Las víctimas mayores son titulares de medidas de atención, asistencia y
reparación que desarrollen el principio de enfoque diferencial15. Esto significa que
el Estado debe reconocer que las personas mayores, en razón de su edad, tienen
características y necesidades particulares y, por tanto, la acción pública debe dar
respuesta de manera diferenciada a dichas situaciones.
El componente de atención se refiere a la información, la orientación y el
acompañamiento jurídico y psicosocial de las personas víctimas del conflicto armado
para facilitar y cualificar su acceso a los derechos, la verdad, la justicia y la reparación16.
Por otro lado, la asistencia se refiere al conjunto de medidas, programas
y recursos orientados a restablecer la vigencia efectiva de los derechos de
las víctimas, brindarles condiciones para llevar una vida digna y garantizar su
incorporación a la vida social, económica y política17. La mayoría de dichas medidas
se concretan en prestaciones de salud, educación, trabajo y generación de
ingresos, alimentación y reunificación familiar, entre otras.
En tercer lugar, el derecho a la reparación integral permite a las víctimas
del conflicto armado exigir que el daño sufrido sea reparado de forma integral
y transformadora18. La reparación integral a las víctimas en Colombia abarca las
posibles dimensiones individual, colectiva, material, moral y simbólica del daño
ocasionado en el marco del conflicto (Ley 1448 de 2011, art. 69 y 151). De
acuerdo con los estándares internacionales y la normativa vigente en Colombia, la

13 Ver Ley 1448 de 2011, art. 3.


14 Ver Ley 1448 de 2011, art. 13.
15 Ver Ley 1448 de 2011, art. 13.
16 Ver Ley 1448 de 2011, art. 49.
17 Ver Ley 1448 de 2011, art. 49.
18 Ver Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 8; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 2(3);
Convención contra la Tortura, art. 14(1); Convención de los Derechos del Niño, art. 39; United Nations General Assembly, Basic
Principles and Guidelines on the Right to a Remedy and Reparation for Victims of Gross Violations of International Human Rigths
Law and Serious Violations of International Humanitarian Law 15, A/RES/60/147, 21 de marzo de 2006; Ley 1448 de 2011, art. 25.

15
reparación integral a las víctimas del conflicto armado se materializa a través de cinco
medidas generales: la restitución, la indemnización, la rehabilitación, la satisfacción y
las garantías de no repetición (United Nations, 2006; Ley 1448 de 2011,
art. 25 y 69; Sentencia C-579 de 2013; Sentencia C-916 de 2002;
Sentencia C-570 de 2003; Sentencia C-899 de 2003 y Sentencia C-805 de 2002).
La restitución se refiere a las medidas que buscan el restablecimiento de las
condiciones anteriores —o a condiciones similares y aceptables— a las violaciones
de derechos humanos y del derecho internacional humanitario en el marco del
conflicto armado, siempre que ello sea posible. Pueden implementarse de distintas
maneras: liberaciones, reconocimiento de la ciudadanía y restitución de bienes
muebles o inmuebles, entre otras (United Nations, 2006; Ley 1448 de 2011, art. 71).
La indemnización se refiere a las medidas —judiciales o administrativas— que
buscan compensar económicamente el daño causado a las víctimas por el conflicto
armado en los casos que ello sea posible (United Nations, 2006; Ley 1448 de 2011,
art. 132 y 133).
Las medidas de rehabilitación se refieren a las estrategias y acciones de tipo
jurídico, médico, psicológico y social dirigidas a restablecer o mejorar —cuando
ello sea posible— las condiciones físicas y psicosociales de las víctimas del conflicto
armado (United Nations, 2006; Ley 1448 de 2011, art. 135). La satisfacción, en el
marco del derecho a la reparación integral, se refiere a las acciones y estrategias
orientadas a restablecer la dignidad de las personas afectadas por el conflicto
armado, pedir perdón público, conmemorar, visibilizar y difundir la verdad sobre las
violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario
(United Nations, 2006; Ley 1448 de 2011, art. 139).
Finalmente, las garantías de no repetición incluyen las acciones
dirigidas a evitar que nuevas violaciones a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario vuelvan a producirse. Estas acciones son variadas:
acuerdos de paz, desmovilización y desmantelamiento de grupos armados
al margen de la ley, desminado humanitario, reintegración de niños, niñas
y adolescentes, políticas de prevención integral, programas educativos
para eliminar los patrones de violencia, educación en derechos humanos,
fortalecimiento y empoderamiento de las víctimas y sus organizaciones
sociales y fortalecimiento de las autoridades de policía (United Nations, 2006;
Ley 1448 de 2011, art. 149; Sentencia C-579 de 2013).

16
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

La atención, asistencia y reparación integral tiene el reto de identificar y dar


respuesta diferenciada a los riesgos e impactos desproporcionados del conflicto
armado en las personas mayores y en el envejecimiento de las personas en general,
a efectos que la reparación pueda ser efectivamente transformadora, no solo de
la vida de las personas mayores actuales, sino también de las personas mayores de
futuras generaciones.

7.3. Caracterización de la población


víctima del conflicto armado colombiano
En esta sección se presenta la caracterización demográfica de la población
víctima del conflicto armado, seguida de un análisis de las condiciones laborales,
ahorro, salud y acceso a pensiones de las personas en condición de desplazamiento
forzado con el uso de datos del Registro Único de Víctimas (RUV), de la Encuesta
Nacional de Calidad de Vida (ECV) 2013 y de la Encuesta Longitudinal de Protección
Social (ELPS) 2012, así como de los resultados del trabajo de campo cualitativo. Debido
a la falta de información sobre temas laborales, acceso a pensiones y salud en el RUV,
se usaron estadísticas de las dos encuestas de base mencionadas, que no incluyen la
totalidad de hechos victimizantes, sino solamente el desplazamiento forzado.

7.3.1. Caracterización demográfica

Según estimaciones del Registro Único de Víctimas (RUV), a noviembre del


2014 existían en Colombia 7.2 millones de víctimas del conflicto armado registradas.
De estas, alrededor del 9.3 % (aproximadamente 680.000) era mayor de 60 años y el
20.2 % (aproximadamente 1.5 millones) eran personas entre los 40 y los 59 años (RNI,
2014)19. A nivel nacional, el total de personas de 60 años o más representa cerca del
10 % de la población (ECV, 2013). El 11.8 % de las víctimas tiene entre 40 y 49 años;
el 8.4 % entre 50 y 59, el 4.8 % entre 60 y 69 años y el 4.5 % tiene más de 70 años.
Es interesante que en todos los grupos etarios, y sobre todo en el de 40 a 49 años, hay
más mujeres víctimas del conflicto armado que hombres (Figura 1).

19 Como ya se expuso, a partir del principio de la reunificación familiar (Sentencia T- 025 de 2004) “los niños, niñas y
adolescentes, las mujeres cabeza de familia y los adultos mayores que se vinculan a una familia desplazada después del hecho
de expulsión, pese a no ser víctimas directas del desplazamiento, son incluidos con el fin de salvaguardar la institución de la
familia y el derecho de la población desplazada a la reunificación familiar” (RUV 2013).

17
No solo un gran número de víctimas (9.3 %) es mayor de 60 años, sino
que si se mantiene constante según el registro de víctimas por edades, con el
envejecimiento de quienes hoy tienen entre 40 y 59 años, la población víctima
sufrirá un importante cambio demográfico. Esto podría alterar la demanda de los
servicios sociales necesarios para garantizar su calidad de vida en las zonas urbanas
a las que se desplazaron y en las zonas de retorno.
Entender las implicaciones de la transición demográfica de la población
víctima es crucial. Según el Grupo de Memoria Histórica, las personas mayores
resienten con mayor intensidad la salida forzada y el tener que escoger entre la
asimilación al lugar de acogida o afrontar los riesgos de quedarse en sus lugares de
origen (GMH, 2013).

Figura 1
Pirámide poblacional de hombres y mujeres víctimas del conflicto
por grupos etarios de personas de 40 años o más.

70 y más 2.3 2.2

60-69 años 2.3 2.5

Mujeres
50-59 años 3.9 4.5
Hombres

40-49 años 5.4 6.4

7 5 3 1 1 3 5 7

Porcentaje sobre el total de la población

Fuente: Elaboración propia con base en los datos del Registro Único de Víctimas,
Departamento Nacional de Estadística, Unidad para la Atención y Reparación Integral a las
Víctimas, Encuesta de Goce Efectivo de Derechos (EGED) 2013-2014, enero de 2015.

18
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

7.3.2. Los daños y efectos del conflicto


armado en las personas mayores

La violencia en Colombia ha involucrado a sectores de la población que estaban


tradicionalmente fuera del conflicto armado, en especial niños y niñas y personas
mayores. Muchas de las víctimas han presenciado los asesinatos de familiares cercanos o
vecinos y, en el caso de las personas mayores, la muerte de los hijos y/o esposos, lo que
ha dejado en ellos una profunda y dolorosa huella emocional (GMH, 2013).
De hecho, como lo muestra la Figura 2, se estima que de las personas
mayores víctimas del conflicto, el 38.4 % fue víctima de desplazamiento forzado,
el 25.9 % de homicidio de algún familiar o conocido, el 8.3 % de desaparición
forzada de algún familiar, el 7.7 % de amenazas y el 6.4 % de un acto terrorista.
Es importante mencionar que si bien el desplazamiento forzado es el principal
hecho victimizante que reportan las personas mayores, en su mayoría fueron
víctimas de más de un hecho. La agrupación de hechos victimizantes más común es
desplazamiento forzado, despojo de tierras, secuestro o asesinato de familiares. Ya
que existían más de 200 tipos de agrupaciones, se tomó la decisión de seleccionar
los seis principales hechos victimizantes y no sus diferentes combinaciones.
En comparación con los hombres, las mujeres reportan haber sufrido más
hechos victimizantes. El hecho en el que se presenta la mayor diferencia entre ambos
sexos, es el homicidio (las mujeres registran 4 puntos porcentuales por encima de los
hombres), seguido del desplazamiento forzado y de la desaparición forzada (Figura 3).
El desplazamiento forzado en las personas mayores es preocupante,
pues varios estudios muestran que las condiciones de los hogares de personas
desplazadas son peores que las de los pobres en las ciudades, y generalmente estas
personas no recuperan el bienestar del que gozaban antes del desplazamiento
(Ibáñez y Moya, 2007). Las personas mayores que se desplazan de manera
forzada sufren un profundo desarraigo y numerosas consecuencias negativas.
Además, sus recursos psicológicos y físicos para adaptarse a su nueva vida en otros
lugares son pocos, especialmente si salen de las zonas rurales hacia las urbanas.
El desplazamiento forzado implica para todos, pero tal vez más para las víctimas
mayores, un gran deterioro en su calidad de vida, principalmente en términos
alimenticios y en las condiciones sanitarias, entre otras (los lugares de acogida, por
lo general, están en las zonas urbanas más vulnerables) (GMH, 2013).

19
Figura 2
Principales hechos victimizantes que afectaron a las personas de 60 años o más

50
45
38.4
40
35
30
25.9
25
20
13.2
15
6.4 7.7 8.3
10
5
0
Otros hechos Acto terrorista Amenaza

Desaparición forzada Desplazamiento forzado Homicidio

Fuente: Elaboración propia con base en los datos del Registro Único de Víctimas.

Figura 3
Principales hechos victimizantes que afectaron a las personas de 60 años o más por sexo

50
41.5 43.9
45
40
35
30
24.2
25
20.5
20
14.4
15
9.9 9.0 8.7 8.2
10
6.7 6.6 6.0
5
0
Hombres Mujeres

Otros hechos Acto terrorista Amenaza

Desaparición forzada Desplazamiento forzado Homicidio

FuFuente: Elaboración propia con base en los datos del Registro Único de Víctimas.

20
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

La Figura 4 muestra que la mayoría de las víctimas sufrieron hechos


victimizantes en los departamentos de Antioquia (14.9 %), Nariño (7.1 %),
Cauca (5.8 %), Valle del Cauca (5.3 %) y Bolívar (4.8 %). El principal hecho
victimizante en todos estos departamentos fue el desplazamiento forzado,
tanto en los hombres (entre 37.4 % y 47.3 %) como en las mujeres (entre
38.9 % y 51.6 %). El segundo hecho en los cinco departamentos y para
ambos sexos fue el homicidio (también las mujeres lo sufrieron en mayor
grado). A diferencia de los dos principales hechos victimizantes, el tercer
hecho que más prevalece es diferente en varios departamentos: en Antioquia,
Valle del Cauca y Bolívar fue la amenaza, aunque en los dos últimos la
sufrieron más los hombres que las mujeres; en Antioquia fue sufrida en la
misma proporción por ambos sexos (9 %). En Nariño y Cauca, el tercer hecho
fue el acto terrorista, que sufrieron más las mujeres que los hombres en Nariño
(14.2 %) y más los hombres en Cauca (18.9 %) ( Figura 5).

Figura 4
Departamento donde se produjo el hecho victimizante

16
14
12
10
8
14.9
6
4
7.1 5.8 5.3 4.8
2
0
Antioquia Nariño Cauca Valle del Cauca Bolívar

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Registro Único de Víctimas.

21
Figura 5
Principales hechos victimizantes por departamento y sexo de personas de 60 años o más

60
51.6
47.3
50
40.5 42.2 42.1 43.3
39.4 40.6 37.4 38.9
40
27.0
30 25.5
22.3 20.6 23.1 23.6
17.5 20.2 19.3
18.9 17.2 13.6
20
13.9 14.2
9.1 9.2 10.4 9.4 11.0 8.3
10

0
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres

Antioquia Nariño Cauca Valle del Cauca Bolívar

Desplazamiento forzado Homicidio Amenaza Acto terrorista

Fuente: Elaboración propia a partir de la base de datos del Registro Único de Víctimas

7.3.3. Condiciones laborales y de ingreso


de la población víctima de desplazamiento forzado

Las condiciones económicas y sociales de la población víctima del conflicto


armado, y particularmente de las víctimas del desplazamiento forzado, muestran
grandes vulnerabilidades, en especial económicas. En esta sección se usan datos
de la ECV 2013, sobre la principal actividad realizada en la semana de referencia
por las personas de 60 años o más y los inactivos en situación de desplazamiento
forzado, la tasa de ocupación de la población en situación de desplazamiento y la
tasa de informalidad20. Como se explicó, el RUV, que tiene el universo de la población
víctima del conflicto armado, no aporta información sobre temas laborales, acceso a
pensiones y salud. Los resultados que se presentan se tomaron de los datos de la ECV,
que caracteriza la situación de la población en condición de desplazamiento forzado.

20 En el RUV se encuentran las personas que han sido reconocidas como víctimas del conflicto y una variable define cuál es
el hecho victimizante. Por su parte, en la ECV y ELPS no existe una variable que permita identificar a las personas en esta
condición, por esto se construyó a partir de las siguientes preguntas: i) ¿Siempre ha vivido en este municipio?: no. ii) Antes de
venir a este municipio vivía en: otro municipio. iii) ¿Cuál fue la razón principal para cambiar la residencia al municipio actual?:
amenaza o riesgo para su vida, su libertad o su integridad física ocasionada por la violencia.

22
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

7.3.3.1. La actividad principal según datos


de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del 201321

Para las personas mayores de 60 años o más en situación de desplazamiento


forzado, los oficios del hogar son la principal actividad (49.8 %); el 31.9 % se
dedicó a trabajar o a buscar trabajo (Figura 6). Los inactivos22, por su parte, solo
reportaron dos actividades: oficios del hogar (84.1 %) y otra (15.9 %) ( Figura 7).

Figura 6
Distribución, según actividad principal en la semana de referencia,
de las personas de 60 años o más en condición de desplazamiento.

100
11.3
90
7.0
80
70
60 49.8
50
40
30
20
31.9
10
0

Trabaja o busca trabajo Oficios del hogar Incapacidad permanente Otra actividad

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

21 No se pudo realizar una desagregación de la tasa de ocupación por nivel socioeconómico de las personas en condición de
desplazamiento debido a las pocas observaciones.
22 De acuerdo con la definición del DANE sobre la población económicamente inactiva, esta comprende a todas las personas
en edad de trabajar que en la semana de referencia no participaron en la producción de bienes y servicios porque no
necesitaban, no podían o no estaban interesadas en tener una actividad remunerada.

23
Figura 7
Distribución, según actividad principal en la semana de referencia,
de las personas de 60 años o más inactivas en condición de desplazamiento.

100
90 15.9
80
70
60
50
40
30 84.1
20
10
0

Oficios del hogar Otra actividad

Fuente: Elaboración propia sobre Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

Se observa que en la población víctima del desplazamiento de 60 años o más,


la tasa de ocupación23 es mayor en los hombres (67 %) que en las mujeres (19 %)
(Figura 8). Esta cifra es considerablemente más alta que la de la población nacional en
este grupo de edad, que llega al 49.4 % para los hombres y al 20.7 % para las mujeres
(ECV, 2013). Es decir, los hombres mayores víctimas trabajan en mayor proporción
que sus pares no víctimas, y esto puede estar relacionado con su menor preparación
económica para la vejez, como se presenta más adelante en los resultados cualitativos.
La tasa de ocupación de las personas en situación de desplazamiento forzado es
mayor en los hombres que en las mujeres. Los hombres alcanzan la mayor tasa entre
los 40 y los 49 años (94.1 %) y las mujeres entre los 30 y 39 años (61.1 %). La tasa de
ocupación de las mujeres baja significativamente de los 50 a los 59 años y llega al
27.8 % en el grupo de 60 a 69 años y a 6.3 % en el de 70 años en adelante. Esto
contrasta con la de los hombres, quienes inclusive a los 70 años o más reportan una
tasa del 40.7 % (Figura 9). Esta tasa de ocupación contrasta con la del nivel nacional

23 La tasa de ocupación, según el DANE es la relación porcentual entre la población ocupada (OC) y el número de personas que
integran la población en edad de trabajar (PET). La población ocupada son las personas que se encuentran en una de las
siguientes situaciones: 1. Trabajó por lo menos una hora remunerada en dinero o en especie en la semana de referencia. 2.
Los que no trabajaron en la semana de referencia, pero tenían un trabajo. 3. Trabajadores familiares sin remuneración que
trabajaron en la semana de referencia por lo menos una hora.

24
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

en los mismos grupos etarios que no son víctimas del desplazamiento forzado. Según
la ECV, la tasa nacional de ocupación del grupo de 40 a 49 años es del 75.8 %, de 50 a
59 años es del 69 %, de 60 a 69 años es del 44.3 % y de los mayores de 70 años es de
21.4 %. Es decir, que en los grupos de 40 a 49 años y de 50 a 59, la tasa de ocupación
de los hombres en situación de desplazamiento es considerablemente mayor y la de las
mujeres, en los grupos de 60 a 69 años y de 70 años o más, es mucho menor.

Figura 8
Tasa de ocupación de personas de 60 años o más en condición de desplazamiento

80
66.7
70
60
50
40
30
19.2
20
10
0
Hombre Mujer

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

Figura 9
Tasa de ocupación de la población en condición de desplazamiento por grupos etarios y por sexo.

94.1
100 87.5 88.7 90.1 87.5
90
80
70
60 40.7
61.1
50 50.8 54.1
40
25.0 48.3
30
20
27.8
10
14.2 6.3
0
10-19 20-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70 y más

Hombres Mujeres

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

25
Los resultados cualitativos ayudan a explicar por qué la tasa de ocupación
de las personas en situación de desplazamiento es mayor que la de sus pares en
las zonas urbanas, en particular en los hombres. La historia laboral de las víctimas
que participaron en los grupos focales se caracteriza por la presencia de empleos
informales, sin acceso a la seguridad social. De ahí que las probabilidades de
prepararse económicamente fueran bastante más bajas. A esto se suma el hecho
de que las personas que han sido víctimas del conflicto armado manifiestan que
su situación económica ha empeorado en la vejez porque abandonaron sus tierras
y otros activos por el desplazamiento. Según Ibáñez y Moya (2007), como ya se
mencionó, las personas en situación de desplazamiento difícilmente logran recuperar
el bienestar que tenían antes del desplazamiento, y además cuentan con pocos
recursos psicológicos y físicos para adaptarse a su nueva vida y vincularse al mercado
laboral en las zonas urbanas. A pesar de su avanzada edad, y de la disminución en
su capacidad física, los hombres mayores deben continuar desempeñándose en el
mercado laboral para conseguir su sustento y el de sus familias.
La vinculación al mercado laboral de las mujeres es, en general, menor que
la de los hombres. Y es aún menor para las mujeres en las áreas rurales por su
dedicación a las labores del cuidado y de producción agrícola en sus terrenos
(Ver capítulo sobre mercado laboral). Como se anotó en ese capítulo, las mujeres
de escasos ingresos, más que los hombres, tienen dificultades para reconocer que
tienen un trabajo remunerado, pues en general se trata de trabajos informales sin
contratos formales o regulares. En los grupos focales se debía hacer varias veces
la misma pregunta para validar que las mujeres, en efecto, no tuvieran un empleo
informal, lo que puede estar ocasionando subregistros de mujeres ocupadas en las
encuestas. Este análisis es de particular importancia para las mujeres víctimas del
desplazamiento forzado por sus altos niveles de informalidad laboral (Figura 10).
Al igual que en el resto de grupos focales, las víctimas declaran que las dos
principales modalidades de ahorro y de preparación económica son la vivienda y
la educación de los hijos. No obstante, la proporción de personas que declara que
logró tener acceso a vivienda propia es menor que en el resto de los grupos en los
que se observa una tendencia mayoritaria a tener vivienda independientemente
del nivel de ingresos (Ver capítulo sobre ahorro). Adquirir vivienda se considera
una de las formas más importantes de prepararse económicamente para la vejez.
El hecho de no tener que pagar arriendo es una gran ayuda para la difícil situación

26
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

económica, especialmente en el caso de las víctimas y de las personas de bajos


ingresos. Adicionalmente, una de las mayores satisfacciones de tener vivienda
es la posibilidad de dejar una herencia a los hijos. En el caso de las víctimas, la
adquisición de la vivienda se hace con aportes de distintos miembros de la familia
y más que en cualquiera de los otros grupos de población se mencionan los
programas de vivienda del Gobierno. Los medios de financiación formales, como
los créditos, son menos señalados entre estos grupos y quienes declaran usarlos
son las personas de mayores ingresos.
A pesar de su menor acceso a la vivienda y a que muchas de las víctimas de
desplazamiento tuvieron que abandonar sus tierras, una de las mayores contribuciones
del trabajo ha sido la acumulación de activos. A diferencia de las personas de ingresos
medios y altos, las víctimas y las personas de bajos ingresos manifiestan estar poco
satisfechas con sus empleos por las precarias condiciones en las que los desempeñan;
sin embargo, se plantean la posibilidad de encontrar satisfacción en empleos que
se ajusten a sus características y habilidades, por ejemplo, con jornadas más cortas
y actividades menos demandantes físicamente. En los grupos de ingresos medios y
altos se resaltan las contribuciones inmateriales del trabajo, como la acumulación de
experiencias y conocimientos y el uso productivo del tiempo.
Otra importante modalidad de ahorro y de preparación económica para
la vejez mencionada por las víctimas es la educación de los hijos. La mayoría de
entrevistados (víctimas y no víctimas) tiene hijos y declara que invertir en ellos y en su
educación es una prioridad. Tal como lo plantean Guataquí (2009) y Galasso, Gatti
y Profeta (2009), en países como Colombia se le da importancia a los hijos como
medio de ahorro e inversión para la vejez, pues las personas mayores esperan poder
acudir a ellos en la vejez para que las cuiden y las apoyen económicamente.

Con una ayuda que me dio el Gobierno, yo hice un apartamento en


la casa donde vivimos mi mujer y yo. Es el único ahorro que puedo
tener. Y yo pido 250 mil pesos de arriendo para los servicios.

(Hombres, víctimas, Montería)

27
Yo sí tengo un ahorro, un ahorrito, y mi esposa también. Y tenemos la casa…
Aunque una casa no es riqueza, sí es mucha pobreza no tenerla. Usted no
tiene una casa y es pobre, pobrecito a repobre.

(Hombres, víctimas, Montería)

No me enseñaron a ahorrar. Mis padres se murieron muy jóvenes y quedé en


el aire. No tengo ningún futuro ni ninguna pensión y vivo de la limosna que
me da el Estado como desplazado. Gracias a Dios estamos subsistiendo.

(Hombres, víctimas, Bogotá)

Yo trabajé en una compañía muy buena y profesional que se llama


Coca-Cola. Ahí trabajé 20 años y salí con lo que tenía en el bolsillo, aunque eso
es cuento aparte. Ahorrar como tal no pude, y lo que gané lo gasté en mis hijos.
Afortunadamente les di buena educación, pues el estudio es muy importante.

(Hombres, víctimas, Bogotá)

7.3.3.2. Tasa de informalidad según los datos


de la Encuesta de Calidad de Vida de 201324

Las tasas de informalidad en las personas víctimas de desplazamiento forzado


son altas y superiores a las del promedio nacional (57.7 %)25. En las mujeres, las tasas
aumentan a partir de los 20 años y a medida que envejecen hasta alcanzar su punto
más alto en las mayores de 60 años. En los hombres el comportamiento es diferente: a
partir de los 20 años, y hasta los 40 a 49 años, la tasa aumenta y llega al 79.8 %; luego
disminuye entre los 50 y 69 años, y después se incrementa hasta el 91 % (Figura 10).

24 No se pudo realizar una desagregación de la tasa de informalidad por nivel socioeconómico de las personas en situación de
desplazamiento forzado debido a las pocas observaciones disponibles.
25 Cálculos propios con base en la ECV 2013. Esta puede variar con los cálculos presentados por el DANE y Fedesarrollo, pues estos se
realizan con la Gran Encuesta Integrada de Hogares que tiene representatividad en 14 de las principales ciudades de Colombia,
en las que la tasa de ocupación es mayor y la tasa de informalidad menor si se tienen en cuenta las áreas rurales y de cabecera.

28
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

Figura 10
Tasa de informalidad de la población en situación de desplazamiento por grupos etarios y por sexo

120
97.9 100.0
100
87.4 82.4 87.6
81.7
76.1 91.9
80
89.6
79.8 74.3 75.0
60
63.6 64.9
40

20

0
10-19 20-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70 y más

Hombres Mujeres

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

Los altos y ascendentes niveles de informalidad entre hombres y mujeres son


preocupantes, y demuestran la falta de estabilidad y de preparación económica de la
población víctima del desplazamiento forzado.
La literatura, así como los resultados cualitativos de este estudio, muestran que la
precaria situación laboral de las personas en situación de desplazamiento se debe a que
en el momento del desplazamiento forzado se pierden activos productivos y se afectan
las principales fuentes de recursos, relacionadas principalmente con las actividades
agrícolas. Debido a su bajo nivel educativo y a que su principal actividad productiva son
las labores agrícolas, encontrar un trabajo formal en el lugar al que llegan es muy difícil.
La tasa de ocupación de las personas mayores de 60 años refleja la necesidad de seguir
generando ingresos a lo largo de la vida y durante la vejez, como consecuencia de la
pérdida de sus activos a causa del desplazamiento y del conflicto armado y de la falta
de ingresos seguros derivados de las pensiones contributivas (Ibáñez y Moya, 2006).

7.3.4. El acceso a pensiones por parte


de la población en situación de desplazamiento forzado

En esta sección se estudia el acceso a las pensiones contributivas y no


contributivas según los datos de la ECV 2013. Como lo muestra la Figura 11,

29
pocas personas mayores víctimas del desplazamiento forzado reciben pensiones de
jubilación, sustitución pensional o invalidez. Entre los 60 y los 69 años, solo el 1.6 %
de los hombres recibe pensión y de las mujeres la recibe el 6.3 %. Este porcentaje es
mucho menor que el promedio nacional (22.3 %), que ya es significativamente bajo
en relación con la cantidad de personas mayores, víctimas y no víctimas, que tiene
derecho a recibir un ingreso seguro durante su vejez. Entre los de 70 años o más,
las mujeres reciben menos pensión que los hombres, y la diferencia es mayor en el
grupo de 60 a 69 años (4.7 puntos porcentuales).
En los grupos etarios de 40 a 49 años y de 50 a 59 años se analizó si las
personas en situación de desplazamiento forzado se encontraban cotizando a
pensiones contributivas. Los resultados evidencian que más del 80 % de hombres
y mujeres en ambos grupos etarios no cotiza a pensiones contributivas. Aún así, los
hombres cotizan más que las mujeres en ambos grupos: el 14.4 % de los hombres
entre 40 y 49 años cotiza, mientras que solo el 7.1 % de las mujeres en este grupo
lo hace. En el grupo de 50 a 59 años, el 17.3 % de los hombres y el 5.5 % de las
mujeres cotizan (Figura 12).

Figura 11
Hombres y mujeres en situación de desplazamiento que reciben pensión por grupos etarios26

100
90
80
70
60
50
40
30
19.7 18.8
20
6.3
10
1.6
0
60-69 70 y más

Hombres Mujeres

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

26 No se pudo determinar si este ingreso por pensión corresponde a pensión de vejez, de sobreviviente o de invalidez.

30
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

Figura 12
Hombres y mujeres en situación de desplazamiento que cotizan a pensiones por grupos etarios

100
90
80
70
60
50
40
30
14.4 17.3
20
7.1 5.5
10
0
40 a 49 50 a 59 40 a 49 50 a 59

Hombres Mujeres

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

Se estima que el 3.3 % de las personas que recibe beneficios del programa
Colombia Mayor son personas de 60 años o más en situación de desplazamiento
forzado (Figura 13). Teniendo en cuenta que la población mayor tiene menos acceso
a pensiones que el promedio nacional, y que además presenta mayores niveles de
informalidad laboral, esta cifra debería ser mayor si se toman en consideración las
medidas de atención, asistencia y reparación de la Ley 1448 de 2011.

Figura 13
Porcentaje de personas de 60 años o más según su situación de desplazamiento que reciben Colombia Mayor

3.3

Desplazados

No desplazados

96.7

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2013.

31
En síntesis, las personas de 60 años o más en situación de desplazamiento
forzado tienen una menor cobertura de acceso a pensiones contributivas y
no contributivas en comparación con el promedio nacional. Esta situación es
particularmente preocupante para la población en situación de desplazamiento
pues además muchos perdieron las tierras y los activos27 que serían su seguridad
económica en la vejez (Ibáñez y Moya, 2006).
En relación con el programa Colombia Mayor, que podría contribuir a la
disminución de la pobreza en este grupo etario, su cobertura en el país es más
baja que la de los países latinoamericanos que han implementado programas
similares. Chile, por ejemplo, tiene una cobertura del 60 % y México del 69
%. Una preocupación que generan estos programas es su posible utilización
como herramientas políticas para obtener réditos electorales, situación a la que
pueden estar más expuestas las personas en condición de desplazamiento por
su vulnerabilidad.
Con base en los datos cualitativos se puede afirmar que la preparación
económica de las personas víctimas del conflicto armado es precaria por su poco
acceso a empleos formales con seguridad social. Generalmente, las víctimas en su
juventud se emplearon en el sector agrícola en las áreas rurales, donde la falta de
preparación económica es más evidente. Los trabajos en el sector agropecuario
comúnmente se pagan por jornal, por día o por semana, y son muy inestables
porque dependen de los ciclos de los cultivos. Además del acceso restringido
a empleos formales, las víctimas del conflicto que participaron en el trabajo de
campo cualitativo manifiestan su desconocimiento del sistema pensional y en
general de las opciones que existen para prepararse económicamente; incluso
algunas de ellas están convencidas de que únicamente los empleados del Gobierno
se pueden pensionar. Esta apreciación errónea la explica la escasa información,
pero también el predominio del sector público como generador de empleo formal
en las áreas rurales de donde provienen las víctimas. Al igual que el resto de
personas mayores, las víctimas revisan su historia al envejecer y declaran que, de
haber previsto el significado de esta etapa, habrían buscado más oportunidades
para ahorrar y garantizarse una mejor calidad de vida.

27 Debido al pequeño tamaño de la muestra de la población desplazada, no se puede analizar la tenencia de activos de la
población mayor desplazada, como se hizo en el Capítulo sobre ahorro.

32
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

–¿Usted cotizó para pensión?


–Perdone señorita, ¿qué es cotizar para pensión?
(Mujeres, víctimas, Bogotá)

Nunca, jamás, porque yo no sabía y no sé hasta ahora cómo es eso.


(Mujeres, víctimas, Bogotá)

Los que se pensionan trabajaron con compañías o entidades para


poder tener pensión. Y como el trabajo nuestro es el campo y la
agricultura…, hay cosas que no llegaron. La pensión puede ser
poder mantener una finca, la propiedad, que es lo que me he
ganado. Eso puede ser nuestra pensión para la vejez.
(Hombres, víctimas, Montería)

Las víctimas y las personas de bajos ingresos son quienes más conocen
el programa Colombia Mayor, aunque las primeras tienen menos claridad sobre
las características del subsidio, los montos y el procedimiento para acceder a él.
Según los testimonios sobre Colombia Mayor, en general las personas mayores
lo consideran insuficiente para cubrir sus necesidades, aunque reconocen que se
trata de un subsidio que representa una ayuda. Además, el hecho de que el susidio
se maneje a escala municipal y tenga distintos montos, genera malestar entre los
beneficiarios, en particular en las áreas rurales, donde suele ser más bajo que en
las cabeceras (ver Capítulo sobre pensiones).

33
Yo creo que [Colombia Mayor] es un programa excelente y a la fecha todo los que
están en ese programa tienen su subsidio. Es un programa que hasta hoy no da mucho;
por allá, por Lorica, pagan 150 mil y aquí 120 mil, tal vez porque hay más gente.

(Hombres, víctimas, Montería)

Pues yo sé que existen unos programas para la tercera edad. Son unas limosnas que le
dan a algunas personas por ahí cada dos meses, pero la verdad, están terminando con
nosotros. Una persona tiene que ir a hacer una fila tipo 2 o 3 de la mañana y yo pienso
que para la salud no es conveniente. Fuera de eso, yo no conozco otro programa.

(Hombres, víctimas, Montería)

La estoy pasando con el poquito subsidio que nos dan, pero es muy poquito: 80 mil
pesos cada 70 días. ¿Eso para qué alcanza?

(Hombres, bajos ingresos, Gutiérrez)

7.3.5. Acceso de la población mayor


víctima del desplazamiento forzado a la salud

Con base en la ELPS 2012, esta sección estudia el tipo de régimen de


salud al que se encuentra afiliada la población mayor desplazada, así como sus
percepciones sobre el sistema de salud y su preparación para la vejez según
los resultados cualitativos. El componente cuantitativo refleja la situación de
la población en situación de desplazamiento forzado y no la de la víctima del
conflicto armado en general.
El envejecimiento puede implicar un deterioro de la salud de las personas
que trae consigo un mayor consumo y uso de los servicios de salud. El estado de
salud está determinado por el acceso a servicios de calidad y por hábitos como el
cuidado de la salud y la vida activa, entre otros. En Colombia se han logrado altos
niveles de cobertura: se estima que el 94 % de la población total está cubierta por

34
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

un régimen de salud, ya sea contributivo o no contributivo (Ministerio de Salud


y Protección Social, 2012)28. Entre las víctimas de 60 años o más en situación de
desplazamiento forzado, el principal régimen de afiliación a salud es el subsidiado
(59.7 %) (Figura 14) y sus porcentajes de afiliación son mayores al promedio
nacional de este grupo etario (44.4 %) (ELPS, 2012), lo que representa un gran
logro de inclusión para esta población. Como lo muestra la Figura 14, el 34.3 %
de las personas de 60 años o más está afiliada al régimen contributivo o especial y
el restante 6.1 % no está en ningún régimen. Debido al tamaño de la muestra de
desplazados, no se pudo hacer un análisis desagregado por sexo.

Figura 14
Régimen de salud de las personas de 60 años o más en situación de desplazamiento

100 6.1
90
80
70
59.7
60
50
40
30
20 34.3
10
0

Contributivo o especial Subsidiado No afiliado

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Longitudinal de Protección Social 2012.

Si bien el acceso a los servicios de salud de la población desplazada mayor


es alto, las percepciones sobre su calidad, según los resultados cualitativos,
no son tan positivas. Al analizar los discursos de las personas mayores víctimas
del conflicto armado en los grupos focales, es evidente el mayor número de

28 En Colombia el aseguramiento y la prestación de servicios de salud están segmentados en tres sistemas: el sistema
contributivo, el sistema subsidiado y los regímenes especiales. Para mayor información, consulte el Capítulo de salud.

35
quejas comparado con los otros grupos focales. Estas quejas están relacionadas
principalmente con: (1) la falta de información sobre los servicios de salud que se
ofrecen; (2) la limitantes de índole burocrática para acceder a ellos; por ejemplo, la
gestión de documentos, el desplazamiento a distintos lugares para ser atendidos
y la lentitud en la asignación de citas; y (3) un escepticismo verbalizado frente al
médico y la EPS, como prestadores de servicios de salud, que se manifiesta en
el temor de recibir malas noticias o descubrir condiciones graves de salud. En
resumen, en general hay una explícita insatisfacción con el sistema de salud.

Yo, a mi parecer, no tengo nada. Pero voy al médico, y azúcar, colesterol, presión
alta… Ellos dicen que tengo todas esas enfermedades. Yo les digo que no tengo
nada. Mire, un ejemplo: 90 pastillas por cada enfermedad. ¿Usted cree que voy
a tener estómago para tener tanta pastilla? No, en el nombre de Jesús. No voy a
tomarme esas pastillas. Y ahí están.

(Mujeres, víctimas, Montería)

Resulta que la eps, o sea la Entidad Prestadora de Salud, me estaba haciendo


conejo porque no cree en mi discapacidad, y no se la creen a uno a pesar de que
tengo los papeles de la ortopedista. Fui a sacar una cita, y llevo más de un mes
preparándome para demostrarles que sí tengo esa discapacidad.

(Hombres, víctimas, Bogotá)

El segundo componente del estado de salud son los hábitos de vida y las
preferencias por el cuidado de la salud y la vida activa. La población víctima de la
violencia que participó en los grupos focales aludió a la dificultad para prepararse
físicamente para la vejez: frente a las realidades que viven y a las necesidades que
requieren ser resueltas con urgencia –lograr su sustento diario y tener donde vivir
en el largo plazo–, la salud no es una prioridad. Aun así, mencionan los hábitos de
vida saludable que asumen en general todas las personas y que conocen a través

36
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

de sus relaciones con otros y por los medios de comunicación: dejar el cigarrillo y
el alcohol, comer saludablemente, hacer ejercicio regularmente, visitar al médico
para prevenir o tratar enfermedades, etcétera. De acuerdo con la tendencia de la
población general, hay una clara referencia a Dios como el responsable principal de
su salud y como el orientador de sus acciones, no solo en términos de bienestar,
sino de la vida misma, en una posición de clara tolerancia frente a sus decisiones.

Le digo a mi Dios que me dé fuerza y valentía para soportar todo lo


que venga y que Él, como dueño de la vida, ponga en mí lo que yo no
puedo y mi familia tampoco. Cuando fui al médico, me dijo: “Sufres
de esto, tienes que tomarte la medicina, y si no te la tomas, pues…”.
Me mandó ibuprofeno, y yo le dije: “No me mande ibuprofeno; mejor
no me mande nada porque a mí me hace daño”. Y entonces me
recetó unas inyecciones, otras pastillas y un desinflamatorio. Vamos a
rogarle a Dios que me dé salud para seguir adelante.

(Hombres, víctimas, Montería)

Cuando tomé la decisión de dejar de tomar trago, tenía ya como


48 años. Me dije: “Bueno, dejo las discordias con mis amigos”. El
borracho, para el mejor amigo, si le toca pelear, pelea; si le toca
hacerse matar, se hace matar, y uno se vuelve un bruto. Yo dije: “esto
no sirve, porque yo quiero que el señor me regale harto tiempo”. Y
me fui mejorando y hoy vivo bien gracias a Dios.

(Hombres, víctimas, Bogotá)

Gracias a mi Dios estoy bien. Soy de familia diabética hipertensa, y no


tengo nada de eso, ni azúcar, ni colesterol, ni presión alta, nada.
(Mujeres, víctimas, Montería)

37
7.3.6. Las personas víctimas mayores: cuidados y cuidadores

En esta sección se estudia el cuidado de las personas víctimas mayores y su


relación con ciertos tipos de discapacidades y enfermedades crónicas. También el
rol de las personas mayores como cuidadores de otros. Este análisis se basa en los
resultados del trabajo de campo cualitativo y de la ELPS 2012.

7.3.6.1 El cuidado de las personas víctimas mayores

Una conclusión general de las secciones sobre temas laborales, pensionales y de


ahorro es que las víctimas mayores tienen poca preparación económica para la vejez.
En ausencia de facilidades económicas para pagar los servicios por su cuidado, la familia
es la principal responsable del cuidado y la institución es la segunda. Todos los grupos,
incluidos los de víctimas, mencionan el rol de la mujer en el cuidado, que es más
marcado en esta población por la baja participación de las mujeres en el mercado laboral.
No obstante, este fenómeno propicia la reproducción de la distribución inequitativa de las
tareas de cuidado que se recargan sobre las mujeres, afecta su participación laboral y, por
lo tanto, su preparación económica para la vejez (ver Capítulo sobre cuidado).

Yo tengo cinco hijas mujeres y cinco hijos hombres. Ellos me cuidan ahora ya viejo,
pues tengo 80 años.

(Hombre, víctimas, Montería)

Mis hijos me quieren mucho y tengo una hija que es muy especial conmigo. Será
ella quien se haga cargo de mí para cuidarme.

(Mujer, víctimas, Montería)

Yo hago todos los oficios de la casa y cocino para mis hijos que trabajan. En el
tiempito que me queda, hago bobaditas pa’ vender por ahí.

(Mujeres, víctimas, Bogotá)

38
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

A mí me gustaría que me cuidara la hija con la que estoy, porque ella me


daría la mejor atención. Yo estoy solo, y una mujer tiene cuidado con uno.
La hija es carne de mi carne y huesos de mis huesos, eso a mí me gusta.
(Hombres, víctimas, Montería)

Mi mamá ya tiene 89 años y yo vivo aparte, con mis dos hermanos


y un hijo, pero me toca ir a verla, a veces a cocinar y otra vez a mi
casa para darle la comida a mis hermanos. Todo eso me toca a mí.
También voy a ayudarle a enjabonar y lavar la ropa, barrer la casa,
coger hierba, recoger leña.

(Mujeres, víctimas, Pasto)

El cuidado que reciben las personas mayores también se relaciona con sus
discapacidades y enfermedades crónicas y su intensidad. Estas les impiden realizar
algunas actividades de la vida diaria o vivir de manera independiente, y aumentan la
necesidad de recibir cuidado de otras personas. Los resultados de la ELPS muestran
que las personas de 60 años o más víctimas del desplazamiento forzado, con algún
tipo de discapacidad, son el 18.8 % (Figura 15). De estas personas, el 24.3 % no
está recibiendo ningún tipo de cuidado, mientras que el 75.7 % restante sí
(Figura 16). Estos resultados no son tan diferentes al promedio nacional de las
personas de 60 años o más: un 72.2 % recibe cuidado y el restante 27.8 % no
recibe ninguno. En comparación con la población general, el cuidado que reciben
las víctimas del desplazamiento forzado con algún tipo de discapacidad es mayor.

Figura 15
Porcentaje de personas de 60 años o más en situación de desplazamiento con algún tipo de discapacidad

18.8

No

81.2

39
Figura 16
Porcentaje de personas de 60 años o más en situación de desplazamiento
con algún tipo de discapacidad que están siendo cuidadas

24.3

No

75.7

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Longitudinal de Protección Social 2012.

Al igual que el resto de las personas mayores, la población mayor


en situación de desplazamiento forzado sufre enfermedades crónicas:
cardiaca, respiratoria, hipertensión, artritis, cáncer, enfermedades renales o
cerebrovasculares. Las personas de 60 años o más en situación de desplazamiento
que padecen alguna enfermedad crónica son el 4 % (Figura 17). De estas, el 25.6 %
está siendo cuidada y el 74.4 % no (Figura 18). Esto muestra que las personas de
60 años o más en condición de desplazamiento, con alguna enfermedad crónica,
reciben más cuidado que el promedio nacional (18.5 %).

Figura 17
Porcentaje de personas de 60 años o más en situación de desplazamiento
con alguna enfermedad crónica

4.0

No

96.0

40
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

Figura 18
Porcentaje de personas de 60 años o más en situación de desplazamiento
con alguna enfermedad crónica que están siendo cuidadas.

25.6
No

74.4

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Longitudinal de Protección Social 2012.

En relación con el cuidado recibido por tener alguna discapacidad o


enfermedad crónica, las víctimas del desplazamiento forzado que participaron en
los grupos focales manifestaron que reciben mayor cuidado de los miembros del
hogar. A pesar de contar con el apoyo de la familia, en los diferentes grupos el
temor a la dependencia es evidente. El depender tiene una connotación negativa y
hace referencia a la necesidad de cuidado como una carga para la familia.

Yo tengo que ser sincero con ustedes y conmigo mismo: toda la vida
le he pedido a Dios que, el día que ya no sea útil y que no me pueda
cuidar por mis propios medios, me borre del mapa.

(Hombres, víctimas, Montería)

Yo lo único que le pido a mi Dios, en primer lugar, es que me tenga


hasta que me pueda valer por mí misma. Y en segundo lugar, que si me
deja hasta que yo esté inútil y no pueda valerme por mí misma, que mi
esposo, si ha sobrevivido, me cuide para no molestar a mis hijos.
(Mujeres, víctimas, Pasto)

41
7.3.6.2. Las víctimas mayores como cuidadores

El cuidado que se brinda a las personas mayores del hogar no es una actividad
unidireccional: aunque estas son cuidadas, también contribuyen con el cuidado
de sus nietos, cónyuges o familiares en condición de discapacidad o de edad más
avanzada. El rol de cuidadores de las víctimas mayores se evidencia en los grupos
focales organizados. Los entrevistados aluden en primer lugar al cuidado de sus
padres, luego al de sus hijos, nietos y en cuarto lugar al de su pareja. Esta situación
es distinta en los grupos de desmovilizados, donde se hace referencia en primer
lugar al cuidado de la pareja y en segundo lugar al de los hijos.

Yo vivo con mi esposa y cargo con el trabajo de cuidar a mi madre y a una hija.
(Hombres, víctimas, Pasto)

El grupo familiar en mi casa está compuesto por mi hermana, mi papá, que tiene
80 años, y yo. Me dedico a cuidarlo a él, porque mi hermana está trabajando.
(Mujeres, víctimas, Pasto)

En general, las víctimas mayores se refieren al cuidado como una carga. Esto
tiene que ver con que el cuidado se brinda principalmente a personas de mayor edad
(los padres), que son más propensos a tener enfermedades crónicas o discapacidades
que implican jornadas de atención extensas e intensas y que pueden afectar la
calidad de vida de sus cuidadores. En contraste, entre las personas mayores de las
zonas urbanas con altos ingresos se encuentran algunas referencias al cuidado
como algo satisfactorio que realza el rol de quien cuida. En términos de afectación
por el conflicto, las víctimas mayores relacionan el cuidado principalmente con la
colaboración intergeneracional.

42
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

Yo he hecho de todo un poquito en esta vida: trabajar en el monte,


sacar yuca, sembrar, cortar arrobos y apilar. Ahora no estoy haciendo
nada, porque mi marido está inconsciente y hay que hacerle todo.
Estoy parada, porque con él así no puedo hacer nada.

(Estudio de caso, Palenque)

Yo siempre he vivido con mis hijos. A veces me toca ayudarlos, y ellos


también me ayudan a mí.

(Mujeres, víctimas, Pasto)

7.4. Conclusiones e implicaciones de política


En este capítulo se evidencia que la población mayor víctima del conflicto
armado no está preparada económicamente, pero que cuenta con muy altos
porcentajes de acceso a salud subsidiada en comparación con la población mayor
a nivel nacional. El 9.3 % de las víctimas tiene 60 años o más y el 20.2 % entre
40 y 59 años. Son mayoritariamente mujeres que han sufrido el desplazamiento
forzado, el homicidio o la desaparición de algún familiar o conocido. Las tasas de
ocupación y de informalidad son particularmente altas, en comparación con el
promedio nacional, sobre todo en el caso de las mujeres. Esto evidencia la falta
de preparación económica para la vejez, que puede ser, además, particularmente
precaria debido a la pérdida de activos –vivienda, tierras, animales– durante el
desplazamiento forzado.
De hecho, en los resultados cualitativos se evidenció que, de las formas que
mencionaron de preparación para la vejez, las dos principales son la adquisición de
vivienda y la educación de los hijos. Sin embargo expresaron que cuando sufrieron
el desplazamiento forzado perdieron los activos productivos que habían acumulado
a lo largo de sus vidas y eran su preparación económica para la vejez.

43
Otro de los aspectos preocupantes es el pensional y el acceso al programa
Colombia Mayor. Solo el 1.6 % de las mujeres y el 6.3 % hombres reciben una
pensión, muy por debajo del promedio nacional en ese grupo etario. En cuanto al
programa Colombia Mayor, solo un 3 % de las personas que reciben sus beneficios
están en situación de desplazamiento forzado.
Finalmente, en el aspecto de salud, el principal régimen al que se
encuentran afiliadas las personas de 60 años o más víctimas de desplazamiento
por el conflicto es el subsidiado. Los resultados cualitativos sobre los servicios de
salud evidenciaron que las percepciones de esta población sobre la calidad de los
servicios no son positivas. En cuanto a discapacidades y enfermedades crónicas,
el 18.8 % de las personas en situación de desplazamiento presenta algún tipo de
discapacidad y más de la mitad recibe algún tipo de cuidado; menos del 5 % tiene
algún tipo de enfermedad crónica y más de la mitad no recibe cuidado.
En los grupos focales se encontró que la familia es la principal fuente de
cuidado por la falta de recursos económicos y que esta dependencia tiene una
connotación negativa, pues se la ve como una carga para la familia. Además de ser
cuidadas, las personas mayores expresaron ser cuidadoras, principalmente de los
padres, luego de los hijos, los nietos y sus cónyuges o compañeros permanentes.

7.4.1. Implicaciones y recomendaciones


La precaria preparación económica de la población mayor víctima del
conflicto armado requiere una atención especial en razón de su peso demográfico,
no solo por las cerca de 680.000 víctimas que actualmente son mayores, sino
por los casi 2.1 millones de víctimas que llegarán a la vejez en el corto y mediano
plazo. Dicho peso demográfico presenta enormes retos a la reparación integral, a
la estabilización socioeconómica y a la inclusión social de las víctimas mayores en
un escenario de construcción de paz.
En respuesta a la difícil situación socioeconómica de la población víctima,
los entes territoriales y el Gobierno nacional han desarrollado estrategias de orden
económico, social, psicosocial, de acceso a la vivienda y a la salud y de restitución
de tierras, entre otras, por medio de la Ley 1448 de 2011 de Víctimas y Restitución
de Tierras. Aunque se observan los beneficios del apoyo brindado por la Unidad
para la Atención y Reparación a las Víctimas, sobre todo en términos de acceso

44
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

al régimen de salud subsidiada, es crucial que todos los programas desarrollados


en el marco de la ley, pero también en el marco del desarrollo y la protección
social tengan particularmente en cuenta a la población mayor víctima debido a su
alta vulnerabilidad económica. El lugar prioritario que deben ocupar las víctimas
mayores en la oferta y en los programas sociales de toda índole no solo debe ser
cuantitativo, sino que debe responder a las necesidades particulares de las víctimas
mayores y sus familias.
Algunos programas que focalizan sus ayudas en la población víctima
podrían crear beneficios especiales para la población víctima mayor. La estrategia
Unidos, manejada por la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza
Extrema (ANSPE), ofrece apoyo psicosocial y acceso preferencial a los servicios
del Estado para las personas registradas en el Registro Unidos de la Unidad de
Víctimas, así como a la población en pobreza extrema según el Sisbén.
Programas de pensiones no contributivas como Colombia Mayor deben
igualmente dar acceso preferencial a la población víctima mayor. Debido a la
pérdida de sus activos, entre ellos su vivienda y sus tierras, las víctimas mayores
deberían además tener acceso preferencial a programas como Vivienda Gratis, del
Ministerio de Vivienda. Se estima que las personas en situación de desplazamiento
forzado representan actualmente el 72.5 % de los beneficiarios (Ministerio
de Vivienda, 2014), así como que el programa da un acceso preferencial a las
personas mayores víctimas del conflicto. Esto se debe mantener.
La ruta integral de atención, asistencia y reparación integral a víctimas debe
desarrollar de manera efectiva y completa el enfoque diferencial del envejecimiento
y vejez en todos sus momentos y prestaciones. Resultan particularmente
prioritarios los siguientes. En primer lugar la atención a emergencias humanitarias
debe prever las necesidades de las personas mayores, particularmente lo que se
refiere a la provisión de medicamentos especializados, de ayudas técnicas, dotación
de albergues y alimentación, de forma que las personas mayores, en la medida que
ello sea posible, no vean sus condiciones de salud agravadas. En segundo lugar
las medidas de asistencia deben incorporar igualmente el enfoque diferencial de
envejecimiento y vejez, algunas formas para lograrlo son: priorizar a los hogares
con personas mayores en la entrega de la ayuda humanitaria de emergencia y
de transición; adaptar la oferta de educación y formación para el trabajo a las
personas mayores y particularmente al segmento entre 40 y 59 años, de forma

45
que puedan efectivamente encontrar opciones de generaciones de ingresos;
finalmente las medidas de asistencia relacionadas con la salud deben ampliarse,
el reto debe ir más allá de la afiliación y el acceso a servicios e incluir acciones
concretas de prevención, fomento de hábitos de vida saludable, formación y
capacitación para el autocuidado y el cuidado de otras personas mayores. Pero las
víctimas mayores no deben ser vistas como receptores de ayuda y asistencia, en
tercer lugar la ruta de atención, asistencia y reparación integral, debe brindarles
opciones diferenciadas y efectivas para reparar los daños que sufrieron y ayudarlos
a reconstruir sus proyectos de vida. De esta manera las medidas de reparación
integral disponibles a través de la Ley 1448 de 2011 deben incorporar el enfoque
diferencial de envejecimiento y vejez, ello debe comenzar con la identificación de
los riesgos e impactos desproporcionados y acentuados que el conflicto armado ha
generado en las personas mayores de actuales y futuras generaciones, los cuales
brindan insumos para lograr que la reparación sea integral, adecuada y efectiva.
Los procesos de restitución y de retorno deben tanto priorizar a las personas
mayores que sean elegibles, como brindar un acompañamiento efectivo para que
los procesos sean exitosos y logren transformar positivamente las condiciones
de vida de las personas. A su vez el pago de las indemnizaciones debe priorizar
a las personas mayores, y al interior de ese grupo, priorizar a aquellas víctimas
de edades más avanzadas, bajo el entendido que todas las víctimas deben tener
derecho a disfrutar en vida de su reparación. En el plano de la atención psicosocial,
tanto en las estrategias desarrolladas de manera independiente por la Unidad
para la Atención y Reparación a las Víctimas, como en aquellas desarrolladas en el
marco del PAPSIVI deben incluir acciones y prestaciones especialmente dirigidas a
las víctimas que actualmente son mayores, así como otras dirigidas al universo de
víctimas que fomenten una percepción positiva y una preparación activa para la
vejez en el marco de un proceso de construcción de paz.
Finalmente, tanto el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) como
la Unidad para las Víctimas fomentan y desarrollan acciones de participación con
enfoque diferencial de envejecimiento y vejez. Las personas mayores de actuales y
futuras generaciones deben tener la posibilidad de contribuir a la construcción de los
imaginarios del conflicto, a construir una memoria histórica que permita imaginar
y consolidar la paz, así como ser actores clave en la implementación, monitoreo y
seguimiento de la Política de Atención, Asistencia y Reparación a Víctimas.

46
Las personas mayores víctimas del conflicto armado

7.5. Referencias bibliográficas

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Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.

Colombia. Decreto 4800 de 2011 (20 de diciembre), por el cual se reglamenta


la Ley 1448 de 2011 y se dictan otras disposiciones.

Colombia. Decreto 4829 de 2011 (20 de diciembre), por el cual se reglamenta el


capítulo III del título IV de la Ley 1448 de 2011 en relación con la restitución de tierras.

47
Colombia. Ley 1448 de 2011 (10 de junio), por la cual se dictan medidas de
atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y
se dictan otras disposiciones. Diario Oficial 48096 de la República de Colombia.

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