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UNA BÚSQUEDA DE ELEMENTOS INTEGRADORES PARA EL

PLANTEAMIENTO DE UNA ESPIRITUALIDAD

DE CENTRO PARA LA TRADICIÓN EVANGÉLICO-PROTESTANTE

EN EL SIGLO XXI

Por

Milton Jaramillo Guzmán

Monografía para la obtención del Bachiller en Teología

Santiago

2016
MILTON WALDEMAR JARAMILLO GUZMÁN

UNA BÚSQUEDA DE ELEMENTOS INTEGRADORES PARA EL


PLANTEAMIENTO DE UNA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO PARA LA
TRADICIÓN EVANGÉLICO-PROTESTANTE EN EL SIGLO XXI

Monografía para la obtención del Bachiller en Teología

COMISIÓN EVALUADORA

Profesor Víctor Olivares

Profesor Daniel Romero

Profesor Robert Carter


AGRADECIMIENTOS Y DEDICATORIA

La oportunidad de desarrollar esta monografía me permitió extender el


conocimiento que tenía del tema, trayéndome gran satisfacción al conocer la
riqueza de la Espiritualidad Cristiana. Por este motivo agradezco al Señor por
brindarme la oportunidad de desarrollarlo y por proveerme los medios y las fuerzas
sobre todo en momentos de altas presiones personales.

Dedico este trabajo a mis dos Iglesias, en primer lugar, a La Iglesia Bautista
Amanecer en Temuco que me vio crecer, y en cuyas habitaciones pude conocer el
amor del verdadero y único Dios, en segundo lugar a mi amada Betesda donde
estoy dando mis primeros pasos ministeriales y donde tengo amigos que me
impulsan y que me bendicen de sobremanera con su preocupación y respeto.

Por último no puedo no decir gracias a mi amada esposa Gisel Aguilera Burgos y
nuestro amado y esperado Leonel que está por nacer y que desde el vientre ha
compartido con nosotros la experiencia de realizar este trabajo. Doy gracias a Dios
por la paciencia de mi esposa al esperarme en tantas ocasiones mientras escribía
a altas horas de la noche o cuando renunciábamos a tiempos familiares para
desarrollar los puntos de la monografía. El amor de Dios, el amor de mi esposa y
la expectativa de una vida que está por dar a luz, han sido los pilares que me han
sostenido en este proceso.
RESUMEN

El trabajo presentado tiene como finalidad encontrar pautas para un planteamiento


de Espiritualidad que responda a las necesidades contextuales del siglo XXI. Para
estos efectos el método consistió en buscar en los orígenes de la Espiritualidad
Cristiana desde un tiempo histórico que corresponde a la antesala del proceso de
Reforma del siglo XVI. Por esta razón se parte desde la tradición Católica con el
fin primario de rastrear la huella que permite afirmar la adaptación del concepto de
Espiritualidad al mundo evangélico-protestante. Una vez encontrada esta base se
establecen los rasgos de una identidad espiritual evangélico-protestante y desde
allí se proponen algunas pautas para lo que esta monografía denomina Una
Espiritualidad de Centro, cuyo supuesto no es más que una propuesta donde la
experiencia espiritual y el estudio serio de la Palabra de Dios funcionan en una
especie de relación dialéctica, mirándose el uno al otro sin pretensiones de
anularse. En síntesis lo que un lector encontrará aquí es: Historia de la
espiritualidad (capítulo I), bases para una identidad espiritual evangélico-
protestante (Capitulo II) y una propuesta de espiritualidad para el siglo XXI
(Capítulo III).

PALABRAS CLAVE: Espiritualidad, Experiencia y Teología, Espiritualidad de


Centro
5

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 7

I. LA TRADICIÓN DE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL .............................................. 8

1.1 DEFINICIONES.............................................................................................. 8

1.2 OBJETO DE ESTUDIO ................................................................................ 10

1.3 MÉTODO ..................................................................................................... 10

1.4 FUENTES .................................................................................................... 11

II. HISTORIA DE LA ESPIRITUALIDAD PROTESTANTE ................................... 11

2.1 ORÍGENES .................................................................................................. 12

2.1.1 La devotio moderna ............................................................................... 12

2.1.2 Juan Tauler ............................................................................................ 13

2.2 EN BÚSQUEDA DE IDENTIDAD ESPIRITUAL ........................................... 14

2.2.1 Espiritualidad y teología en el protestantismo evangélico..................... 15

III. UNA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO EN EL SIGLO XXI .............................. 17

3.1 UNA FORMA DE ENTENDER LA ESPIRITUALIDAD ................................. 19

3.2 EL HOMBRE Y LA ESPIRITUALIDAD ......................................................... 20

3.2.1 El camino hacia el interior ...................................................................... 20

3.2.2 El camino hacia lo trascendente ............................................................ 21

3.2.3 El camino hacia los otros ....................................................................... 22

3.3 ADVERTENCIA A LOS PLANTEAMIENTOS SOBRE ESPIRITUALIDAD ... 23


6

3.3.1 Errores de definición .............................................................................. 23

3.3.2 Desactualización y alienación ................................................................ 24

3.3.3 Narcisismo individual y comunitario ....................................................... 24

3.3.4 La ideologización ................................................................................... 25

3.3.5 La privatización ...................................................................................... 25

3.4 LAS FUENTES DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA TRADICIÓN


EVANGÉLICO-PROTESTANTE ........................................................................ 26

3.4.1 Los enfoques actuales ........................................................................... 27

3.5 PAUTAS PARA UNA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO ............................... 29

3.5.1 Espiritualidad y Reino ............................................................................ 29

3.5.2 Una espiritualidad que sea experiencia personal de la fe ...................... 29

3.5.3 Una espiritualidad del amor trinitario...................................................... 31

3.5.4 Una espiritualidad individual y comunitaria. ........................................... 32

3.5.5 Una espiritualidad que goce y que ofrezca la paz.................................. 33

3.5.6 Una espiritualidad Dialogante y Pluriforme. ........................................... 34

3.5.7 Una espiritualidad que valore la cruz ..................................................... 35

3.5.8 Una espiritualidad que se situé en el contexto ....................................... 37

3.5.9 Una espiritualidad en la Experiencia del Espíritu ................................... 37

IV. CONCLUSIÓN ................................................................................................. 40

4.1 FIGURA DIDÁCTICA DE LA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO ................ 43

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 44
7

INTRODUCCIÓN

La presente investigación pretende demostrar que una renovación de la


espiritualidad cristiana en el contexto actual, tiene la capacidad de volver a
levantarse como una propuesta refrescante ante la búsqueda proliferante de las
personas de una realidad trascendente o como diría Zamora “La búsqueda de lo
otro”. Esto ha sucedido en el génesis de la historia protestante-evangélico y en
general en el marco de la espiritualidad cristiana, como en el caso de los místicos
católicos. Mediante el estudio de la historia de la espiritualidad cristiana y el ámbito
teológico conocido como teología espiritual o teología contemplativa, se realizará
un análisis de las categorías teológicas de Experiencia y Fe, entendida esta última
como la reflexión intelectual de la fe, con el fin de proponer una búsqueda de un
centro radical que integre a la reflexión teológica y la experiencia como un
propuesta de espiritualidad para el marco de las necesidades actuales de un
mundo sediento por Dios. En este sentido la espiritualidad cristiana ofrece una
relación directa y personal con Dios, relación que atrae a la persona como un imán
hacia Él, para después ser enviada al servicio de los demás. Esta última frase es
la dinámica que siempre ha existido desde la génesis de la espiritualidad cristiana,
por lo que buscar una actualización de la misma es pertinente ante las demandas
actuales que se hacen desde el interior de la cristiandad y del contexto social
donde pretende desarrollar su praxis.
8

I. LA TRADICIÓN DE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL

En primer lugar se ofrece un acercamiento a la disciplina teológica conocida


como “Teología Espiritual”. La razón para investigar sobre ella nace de los
múltiples debates que se han realizado dentro de la tradición católica, sobre cuál
es el lugar de la experiencia en la teología o si la teología es espiritual. Producto
de estos diálogos han surgido intensos estudios que analizan de forma marcada
las categorías de experiencia y teología, para luego establecer relaciones entre
ellas.

1.1 DEFINICIONES
La Teología Espiritual ha recibido una serie de nombres, entre ellas podemos
mencionar: introducción a la vida interior, introducción a la vida espiritual, ascética
y mística, mística, ascética, teología ascética y mística, teología espiritual ascética
y mística, teología de la perfección cristiana, espiritualidad, vida cristiana en
plenitud, La espiritualidad cristiana, teología espiritual. Cada uno de los títulos
obedece a los distintos abordajes que ofrecerán los autores correspondientes. Lo
anterior genera a su vez múltiples definiciones. A continuación se presentan
algunas definiciones representativas:

J. de Guibert (1952, pág. 11) :

Puede definirse la Teología espiritual como la ciencia que deduce los


principios revelados en qué consiste la perfección de la vida espiritual y
de qué manera el hombre viador puede tender a ella y conseguirla

F. Ruiz Salvador (1974, pág. 33):

Teología espiritual es la parte de la teología que estudia


sistemáticamente, a base de la revelación y de la experiencia cualificada,
9

la realización del misterio de Cristo en la vida del cristiano y de la Iglesia,


que se desarrolla bajo la acción del Espíritu Santo y la colaboración
humana, hasta llegar a la santidad.

B. Secondin y T. Goffi (1989, pág. 14):

Es la disciplina teológica que explora sistemáticamente la presencia y la


acción del misterio revelado en la vida y en la conciencia de la iglesia y
del creyente, describiendo su estructura y las leyes de su desarrollo hasta
lo más alto, es decir a la santidad, en cuanto perfección de la caridad

De las definiciones presentadas se pueden extraer los siguientes principios:

a) Se explora la experiencia cristiana desde la base de la revelación,


entendida esta última como la intervención de Dios en la historia humana y
por ende la aplicación de las consecuencias de dicha intervención a la
experiencia cristiana.
b) Se entiende que el misterio de Cristo se realiza en la biografía del ser
humano, por ende la experiencia cristiana es lugar para la teología en tanto
que es histórica.
c) El principio anterior se realiza en la vida en comunidad de los creyentes
(iglesia), donde sin lugar a dudas se hace teología.
d) La acción del Espíritu Santo en los cristianos y comunidad es principio de
estudio eclesiológico, ya que el mismo es base para la vida espiritual como
fundador de la comunidad universal de los creyentes.
e) La espiritualidad en el cristiano lo lleva en primer lugar hacia una
experiencia de búsqueda interior, pero que a su vez termina en la acción
caritativa en el mundo y viceversa. Esto tiene consecuencias en el ámbito
misiológico.
Este bosquejo hace surgir preguntas tales como: ¿Qué es la vida en Cristo para el
creyente y comunidad? ¿Cómo es la manifestación de Dios en la vida del
creyente? ¿Cuál es lugar de la Biblia en la experiencia cristiana? ¿Si el objeto de
10

estudio es la experiencia, se puede prescindir de la interdisciplinariedad para dicha


búsqueda? Todas estas preguntas invitan a la reflexión y a la posterior teorización,
es decir se trata de hacer teología desde la experiencia cristiana.

1.2 OBJETO DE ESTUDIO


Hasta aquí podemos decir que la Teología Espiritual tiene como objeto de estudio
a la “experiencia espiritual cristiana”. Entendida esta última de acuerdo a las
definiciones anteriores como la asimilación de la revelación de Dios en Jesucristo
en la vida del cristiano. Dicho en palabras de S. Gamarra (1994, pág. 14):

El objeto de la teología espiritual es la vida cristiana no tanto en lo que


ella es en sí, sino en cuanto que es asumida, apropiada y vivida por cada
uno, es decir el contenido de la revelación que entra y penetra en la
subjetividad emparentándola con ella

En palabras más sencillas se puede decir que el objeto de estudio de la teología


espiritual será el proceso de asimilación de la vida de Cristo en el creyente, como
este se desarrolla hasta llegar al punto culminante que, para el caso de esta
monografía, es la misión de la iglesia en el mundo.

1.3 MÉTODO
Se considera como método para la Teología espiritual, el llamado “Método
Integral”. Se entiende por este a la interacción entre método inductivo y deductivo.
Es inductivo porque la espiritualidad proviene de la experiencia espiritual, esto en
la realidad de la fe en la vida del creyente, y es deductivo, en cuanto que la
experiencia espiritual estará fundamentada en el contenido objetivo de la fe. Como
lo expone Gamarra “[…] Esto es en la obra de Cristo, y debe entenderse como
antropología teológica" (1994, pág. 17)
11

1.4 FUENTES
Dado que la teología espiritual se sumerge en la experiencia cristiana, será natural
encontrar sus fuentes en ámbitos como; la Palabra de Dios, la Iglesia en su
dimensión comunitaria, la liturgia, la historia vivida por el pueblo cristiano, la
historia de la salvación del cristiano, la experiencia personal, las experiencias
interiores extraordinarias, las formas del compromiso cristiano, la realidad del que
sufre, entre otros.

II. HISTORIA DE LA ESPIRITUALIDAD PROTESTANTE

Ahora se buscará en la tradición protestante remontándose a sus orígenes y en


algunos de los movimientos representativos que influenciaron el nacimiento de
esta espiritualidad y sus características principales.
12

2.1 ORÍGENES
Sin duda el teólogo más representativo de la reforma protestante es Martín
Lutero1, que con sus famosas 95 tesis clavadas en las paredes de la iglesia de
Wittemberg se consagra como el iniciador formal de dicho movimiento. Por esta
razón desde su figura se mira hacia atrás para encontrarse con la Devotio
Moderna y algunas de sus figuras principales.

2.1.1 La devotio moderna


Este movimiento nace en Europa durante el período histórico conocido como la
baja Edad Media y cuyos orígenes están asociados a la obra de Gerardo Groote
(1340-1348). Bajo su influencia directa se fundó una especie de hermandad
denominada “Las Hermanas de la Vida Común”, para las cuales escribió un
reglamento indicando minuciosamente sus normas de convivencia y de piedad.

Un seguidor de Groote, Florent Radewijns continuó la obra de su maestro


fundando una nueva comunidad conocida como “Hermanos de la Vida Común”.
Entre las figuras más destacadas que acogieron las aulas de la comunidad
fundada por Radewijns, se puede encontrar a Tomás de Kempis, autor de la
imitación de Cristo2; Erasmo de Róterdam, filósofo humanista; y Juan Calvino,
reformador.

1No olvidamos a figuras como Zwinglio ni a Calvino.


2Texto escrito entre los años 1418 y 1427 y del cual se ha considerado el texto más distribuido
después de la Biblia debido a su horizontalidad entre Católicos y Evangélicos. “La Imitación hace
énfasis en la vida interior contemplativa y en las disciplinas espirituales centradas en Jesucristo”
(FERREIRA, 2013).
13

Justo González (2010, pág. 600) describe algunos rasgos generales de esta
comunidad mística:

Estos hermanos llevaban una vida de intensa devoción; pero en lugar de


pasar tiempo aislado del resto del mundo, o de ocupar posiciones
eclesiásticas, hicieron del estudio y de la enseñanza su propia forma de
ministerio. Mediante la producción de manuscritos y la fundación de
escuelas para poner al alcance los mejores conocimientos, contribuyeron
al desarrollo del humanismo Erasmo de Rotterdam fue educado en una
de estas escuelas; y sus conocimientos clásicos, su erudición meticulosa,
su espíritu apacible y su profunda devoción, todos ellos llevaban el sello
de esta comunidad

Justo González sigue su exposición comentando sobre la importancia de este


movimiento para los acontecimientos reformistas del siglo XVI, sobre todo en la
contribución de esta comunidad al fomentar una mayor participación del laicado en
la vida cristiana.

2.1.2 Juan Tauler


Este predicador que nació en 1290 falleció en 1361, fue discípulo del conocido
místico Meister Eckhart. Era más popular que su maestro, usaba un lenguaje muy
sencillo y despertaba con frecuencia gran entusiasmo en su auditorio. En el fervor
de su celo, en las simpatías que mostro por las masas, en la firmeza de creencia,
en la doctrina de la justificación por la fe, excedió a todos los místicos de la Edad
Media. En este particular, Lutero siguió su ejemplo. Era el predicador más
elocuente de su tiempo, y ejercía tal poder con su palabra, que, muchas veces, el
pueblo se sentía subyugado al extremo de perder muchos el conocimiento antes
de que concluyera el sermón.
14

La importancia de Tauler para la espiritualidad protestante es clara al dimensionar


la influencia que tuvo sobre Lutero y los reformadores. Al respecto J. Fletcher
(2008, pág. 185) dice:

Al venir los reformadores, descubrieron luego en Tauler, quien había


anunciado en compañía de otros su venida, un espíritu de la misma
índole que la suya. Era como el hermano mayor de los héroes de
Wittenberg y de Oxford. Lutero estaba tan familiarizado con los escritos
de Tauler, que lo conocía como un amigo conoce a otro.

Sobre la misma idea son conocidos los escritos de Lutero aconsejando a Juan
Lange. “Estudia a Tauler”, a su amigo Espalatín le recomendó. “Si quieres
aprender en la lengua alemana la Teología sólida de antaño, lee los sermones de
Juan Tauler; no he leído en latín ni en nuestra lengua, teología más sana ni tan
conforme al Evangelio como esta”.

2.2 EN BÚSQUEDA DE IDENTIDAD ESPIRITUAL


Hasta aquí se ha hecho un breve recorrido por los orígenes de lo que hoy
conocemos como espiritualidad protestante, aunque se tendrá que revisar esta
afirmación a la luz de lo que se entiende por identidad protestante-evangélica.
Esto porque como se vio en la primera sección el término espiritualidad
corresponde más bien a la tradición católica, de la cual el protestantismo es
heredero y con una tradición obviamente más joven. Sobre el traspaso hacia el
protestantismo Ferreira (Servos De Deus, Espiritualidad Y Teología, 2013) afirma:

En las últimas décadas, la palabra de discipulado fue suplantada por el


término espiritualidad. Lo que aparentemente era algo propio a la
devoción católica se tornó uno de los aspectos centrales del interés
evangélico actual”.

No trata de expresar aquí que la devoción protestante-evangélica no posea


características propias como para considerarse espiritualidad, pero lo que se debe
15

reconocer, que al parecer esta tradición no posee una estructura tan


sistematizada, en cuanto a método se refiere, pero quizás esto último sea una
cualidad enraizada en la espontaneidad y horizontalidad de la cual goza esta
tradición, y determinar dichas características será motivo de los siguientes
capítulos. De aquí en adelante la empresa será revisar la propuesta evangélico-
protestante sobre espiritualidad con el fin de establecer identidad y por ende
intentar catalogar a los teólogos de esta tradición como teólogos y hombres
espirituales, es decir buscar en ellos una espiritualidad de centro.

2.2.1 Espiritualidad y teología en el protestantismo evangélico.


Se puede afirmar junto a Zamora (2012, pág. 4), que “[…] Las grandes influencias
internas sobre espiritualidad en el protestantismo se encuentran en los
movimientos pietistas y puritanos (siglo XVIII)”. Como ya se ha dicho está
ampliamente difundida la idea de que en el ámbito cristiano, la espiritualidad es
dominio de la iglesia católica y de las iglesias ortodoxas, mientras que en el ámbito
religioso universal es casi un monopolio de la religiosidad oriental. Sin embargo, la
empresa evangélica es, desde sus primeros momentos, espiritual por naturaleza.
Se observa en Lutero y sus conocidas inquietudes existenciales-espirituales, como
ya se ha anticipado el protestantismo es la encarnación de la devotio moderna
medieval, representada en su comprensión laical y personalista de la vida
cristiana, en oposición al institucionalismo marcado de la iglesia institucional de su
época. De aquí el redescubrimiento de Lutero de la Sola Fide enraíza en un
movimiento espiritual y tiene gran trascendencia espiritual desde el momento en
que fundamenta una vida cristiana que reduce al máximo las mediaciones
oficialmente establecidas.

A partir del teólogo Lutero el resto de reformadores y de propuestas de reforma no


harían más que abundar y concretar algunas de las propuestas iniciales de aquél.
16

Ulryc Zwinglio (1484-1531), daría mayor fuerza a la interpretación del evangelio


(siempre bajo la dirección del Espíritu Santo) en detrimento de la autoridad
eclesiástica. Por supuesto, Calvino es el que da sistematización teológica a la
reforma. Por otro lado, tampoco se debe olvidar que uno de los padres del
movimiento anabautista, que tendrá gran influencia en el mundo evangélico, fue
compañero de reformas de Zwinglio: Conrado Grebel (aprox. 1498-1526). Es
sabido que estos reformadores hicieron críticas teológicas de alto calibre
intelectual a las estructuras y prácticas eclesiales de la iglesia, estas críticas
fueron dirigidas en primera instancia a la Iglesia Católica como en el caso de los
reformadores magisteriales y también críticas internas al movimiento reformista
como en el caso de los Anabautistas generando lo que se conoce como “Reforma
Radical Anabautista”. Lo fundamental que aquí se quiere rescatar, es que las
críticas se pueden sintetizar afirmando que las prácticas cuestionadas fueron,
opresoras y enemigas de la vivencia pura del evangelio. De aquí se puede decir
que el quehacer teológico dentro del protestantismo, estará siempre al servicio de
una espiritualidad depurada. Estos ejercicios altamente intelectuales como lo dice
Zamora “[…] generarán dentro del protestantismo una propia escolástica
evangélica” (2012, pág. 4), que a lo largo del siglo XVII y parte del XVIII movilizó
grandes esfuerzos por articular y expandir los axiomas de la reforma del siglo XVI.
Más hacia adelante y bajo este espíritu escolástico influenciado por los principio
de la Ilustración, en la tradición evangélica, dará a luz lo que se dio a conocer con
el nombre de “Teología Liberal”, desarrollo altamente intelectual que produjo a
importantes “teólogos profesionales” armados por un método crítico basado en los
principios científicos de la modernidad.

Lo interesante es que ante estos levantamientos intelectuales dentro de la


tradición evangélica, siempre han aparecido reacciones potentes para incluso
oponerse y centrar al intelectualismo a la dimensión de espiritualidad de la
empresa evangélica. Una muestra de esto se puede encontrar en los movimientos
pietistas y puritanos en Europa, que a pesar de nacer desde el ámbito magisterial,
17

relativizarán el crédito concedido a la formulación doctrinal o teológica, para


afirmar la piedad (espiritualidad personal). Será justamente el pietismo con su
énfasis en el estilo de vida personal entregado al seguimiento de Cristo según las
Escrituras, el que movilizará masas de gentes que terminarán por poner las raíces
del gran avivamiento misionero del protestantismo de la segunda mitad del siglo
XVIII y sobre todo del siglo XIX, lo que es prueba de su genuina comunión con
Dios.

Se puede afirmar ahora que el protestantismo-evangélico ha movilizado siempre a


todo tipo personas, tanto laicos como a clérigos, en una búsqueda de la pureza del
seguimiento de Cristo. De aquí se ha generado un importante quehacer teológico
y no hay seguridad de cuál haya sido primero, si la teología o la piedad o
viceversa. Pero se intuye que ambos han funcionado en tensión dialéctica, quizás
sin una propuesta formal de esta naturaleza. Esto alienta la empresa propuesta,
esto es encontrar principios de centro para experiencia y teología, que por lo visto
hasta aquí debe haber de sobra en la tradición evangélico-protestante y cuya
búsqueda será tema en las siguientes secciones de esta investigación.

III. UNA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO EN EL SIGLO XXI

Antes de continuar vale una aclaración, hasta que se hecho un recorrido buscando
indicios históricos de los orígenes de las espiritualidad y en este camino se ha
determinado su procedencia desde la tradición católica, por esta razón de nada
vale hablar de espiritualidad evangélica sin reconocer estos orígenes, por el
contrario negarlos o desentenderse de ellos sería como arrancar un trozo de la
18

historia, lo cual a su vez sería un atentado a una investigación de características


objetivas. Esto quiere decir que si el objetivo es encontrar elementos para lo que
se ha denominado espiritualidad de centro de nada sirve entrar en discusiones
que alimenten rivalidades entre evangélicos y católicos o entre los propios
evangélicos y protestantes. En un sentido particular es de conocimiento público
para todo estudiante de teología, el gran aporte e inspiración que han
representado figuras como: Teresa de Ávila (siglo XVI), Juan de la Cruz (siglo
XVI), John Wesley (siglo XVIII), Jonathan Edwards (siglo XVIII), Martin Luther King
(siglo XX), Teresa de Calcuta (siglo XX), los nombres mencionados en el primer
capítulo de esta monografía y muchos otros. Por esta razón el espíritu de esta
investigación es un espíritu dialogante y respetuoso con las demás tradiciones
cristianas, de esta forma una espiritualidad que valga la pena será aquella que
reúsa convertirse en monopolio de una tradición religiosa en particular, más bien
tiene que ser una espiritualidad que puede ser observada por el general de la
cristiandad.

También es necesario decir que el comentario anterior no significa que no se


pueda encontrar identidad para una espiritualidad proveniente desde el paradigma
evangélico-protestante, pero si la intención es observar los principios horizontales
de la espiritualidad, será de mucha utilidad considerar los aportes de la tradición
católica cuando sea necesario, pues como se ha dicho, se sospecha de
horizontalidad en cuanto a estos principios que al menos en teoría tienen el poder
de trascender las formas de cada tradición.

A continuación se recuperará una definición que se considera pertinente, por su


sentido de actualidad, a partir de ella se revisarán las tres dimensiones de la
espiritualidad, después considerarán algunos de los reparos más frecuentes se
levantan en contra de ella y finalmente se establecerá una serie de principios que
19

se considerarán parte de una espiritualidad de centro para la actualidad. Esto


último en base al proyecto de Jesús conocido como Reino de Dios.

3.1 UNA FORMA DE ENTENDER LA ESPIRITUALIDAD


Como se expuso en las definiciones del primer capítulo la palabra espiritualidad
está ligada a la idea de la vida del creyente bajo la acción del Espíritu.

En palabras más precisas la espiritualidad se puede entender como lo expresa


Saturnino Gamarra en su investigación “[…] es común presentar la espiritualidad
como sinónimo de vivir bajo la acción del Espíritu” (1994, pág. 36)

El acento de esta definición está puesto en la palabra “vida”, lo que esto quiere
decir es que la espiritualidad se encuentra conectada a la humanidad de la
persona, por lo que esta vida no es algo que lleva a los seres humanos a una
alienación del mundo, más bien desde este punto de vista espiritualidad tiene que
ver con la llegada de la luz de la revelación de Dios en Jesús, con el fin de que el
hombre desarrolle su existencia terrenal bajo la guía y plenitud que proviene de la
capacitación del Espíritu.

Lo anterior tiene la implicancia de abarcar a toda la persona, no solamente en su


“espíritu” sino también en su cuerpo, sus relaciones interpersonales y sus
relaciones públicas ante la sociedad. En el ámbito eclesiástico esto involucra
mucho más que la relación personal del individuo con Dios, de aquí se desprende
que una correcta espiritualidad debe afectar positivamente en las relaciones y
preocupación por el prójimo, esto fuera o dentro del ámbito eclesiástico. En
conclusión se trata de una visión personal, comunitaria y social de la vida del ser
humano en relación con lo divino.
20

3.2 EL SER HUMANO Y LA ESPIRITUALIDAD


Hasta aquí se ha obtenido un fundamento principal: No hay espiritualidad sin un
ser humano, por lo que la consecuencia es obvia, para entender lo que es la
espiritualidad se tendrá que pensar en la antropología cristiana como fuente de
significado e interpretación.

Para establecer un planteamiento de espiritualidad que responda a una dimensión


antropológica se siguen las categorías planteadas en el trabajo de Saturnino
Gamarra (Teología Espiritual, 1994).

Estas tres categorías que dan directriz corresponden a: el camino hacia el interior,
el camino a lo trascendente, y el camino hacia los otros.

3.2.1 El camino hacia el interior


En primera instancia espiritualidad tiene esta dimensión de lo interior, esto es lo
que Pablo llama vida del hombre “pneumatikos” (1 Cor. 2.13-15) y puede ser
considerada la fuente desde donde el ser humano encuentra contacto con Dios en
forma personal, se trata de aquel aspecto del ser humano que le permite tener
conciencia de la divinidad, lo que lo puede diferencia de los demás seres vivos de
la creación, ya que en esta dimensión se mueve la sensibilidad a lo inmaterial en
términos de roce con la trascendencia. Según Gamarra “[…] este es el centro de la
existencia cristiana” (1994, pág. 34). Es aquí donde se vive la experiencia con
Dios en lo cotidiano y es también donde la persona encuentra su centro intimista
con Dios por medio del Espíritu de Jesús.
21

En la vida interior es donde cobran sentido los ejercicios espirituales como la


oración y el ayuno, que en primera instancia se realizan dirigidos a disfrutar del
diálogo sensible y personal con el Dios de la fe cristiana. Se tiene que decir que en
el cristianismo este es un aspecto fundamental pues es lo que lo diferencia de una
ideología mundanal. Esta vida de interioridad tiene sentido porque no se trata de
realizar ejercicios de introspección de la persona consigo misma sino de disfrutar
del diálogo interpersonal con Jesús. En relación a esto José María Castillo (2007,
pág. 28) señala:

Toda relación interpersonal, si es auténtica y profunda, lleva consigo la


exigencia de diálogo, de presencia, de intimidad, de co-efusión, eso en el
caso del encuentro con Jesús mediante la fe, es la oración. De no ser así,
la fe se convierte insensiblemente en una pura ideología, que por más
excelente que sea, resulta una desnaturalización de la misma fe.

Esta cita sirve para afirmar que la espiritualidad cristiana nace del acontecimiento
histórico que ocurre en la biografía de la persona cuando acoge la revelación de
Dios en Jesús por medio de la fe. En otras palabras la espiritualidad tiene como
punto de inicio la fe en una persona: Jesucristo. Vale decir que esto tiene
implicaciones en toda la vida de la persona no solamente en la interioridad ya que
comprometerse con Jesús también significa comprometerse con su proyecto. Esta
idea será profundizada más adelante y se advertirán los peligros de polarizarse en
la interioridad.

3.2.2 El camino hacia lo trascendente


Si en la interioridad el hombre mira hacia adentro, en esta dimensión mira hacia
arriba, pero ¿qué es lo que busca al dirigir la mirada hacia el cielo? Si se entiende
que lo que se busca es la relación con lo trascendente, con el misterio, entonces
se tendrá que comprender que ninguna espiritualidad, al menos cristiana, tiene
sentido, sino se aspira con ella a la búsqueda y encuentro con Dios. En palabras
de Harold Segura: “[…] la búsqueda de Dios es el sentido definitivo de toda
espiritualidad” (2011, pág. 110). Esto implica como consecuencia lógica el
22

reconocimiento de la realidad trascendente y por ende la apertura a llevar una vida


liberada de las prisiones que buscan someter al ser humano bajo las directrices
que marcan los modelos económicos de turno y en general las ambiciones que
llevan al hombre a deshumanizarse. En este sentido se puede afirmar que la
dimensión del Dios trascendente con su proyecto de encarnación en Jesús
marcan la vida histórica del ser humano dirigiéndolo al compromiso con su
realidad de una forma más objetiva, ya que al no estar sometido ella, puede
mirarla, valorándola, criticándola y no conformándose a ella cuando están
presentes las injusticias y el sufrimiento humano.

3.2.3 El camino hacia los otros


Esta es la tercera dimensión de la espiritualidad, y sin duda funciona como el
principio de contextualización en la realidad histórica de los seres humanos en un
sentido comunitario. El fundamento de lo que es ser iglesia tiene que ver con la
interdependencia de los santos que forman la comunidad de creyentes, con el
reconocimiento de la necesidad del otro para que el creyente se realice como ser
humano y se desarrolle en plenitud espiritual. Esta es la dimensión que libra a las
personas del individualismo y la enajenación. En relación a esto Leonardo Boff
(1978, pág. 74) afirma:

La reflexión moderna completó la definición del pensamiento clásico al


descartar que el yo permanece en su libertad al relacionarse con un Tú.
Si se quiere conservar el lenguaje de la tradición. Habría que decir que
persona es una substancia relacionada o bien una relación substanciada.

Desde el cristianismo no resulta difícil ver que los eventos centrales del evangelio,
vida, cruz y resurrección de Jesús dan testimonio de un Dios que se entrega por
los demás y que demanda a todos sus seguidores a hacer lo mismo, este es el
desafiante mandamiento de amar al prójimo (Mateo 22:34-40)
23

3.3 ADVERTENCIA A LOS PLANTEAMIENTOS SOBRE ESPIRITUALIDAD


Como se advirtió en la sección anterior los planteamientos de espiritualidad deben
realizarse hoy observando los reparos clásicos que se han levantado en contra de
ellos, y que por lo cierto son de gran ayuda, sobre todo cuando el objetivo que se
persigue consiste en cautivar al hombre actual dándole a conocer una
espiritualidad que desprenda aires que se puedan respirar con frescura. Dicho sea
de paso es por esta razón que era necesario revisar los fundamentos de una
espiritualidad con visión antropológica, ya que es el hombre con toda su
estructura, él que buscará establecer caminos para disfrutar de una relación con
Dios, que le permita vivir su vida terrenal en plenitud de condiciones tanto en lo
personal como en sus dimensiones comunitaria y social. En otras palabras vivir
una espiritualidad que ponga a la vida en el centro y que tenga a Dios y su palabra
como las brújulas para una digna existencia.

A continuación se exponen algunos de los errores más comunes que se pueden


cometer a través de un equivocado planteamiento de espiritualidad.

3.3.1 Errores de definición


La palabra espiritualidad tiene diversos significados siendo el más común el que
da la idea de vida interior lo que a su vez lleva a interpretarla como la idea de la
vida inmaterial, lo que no está conectado con este mundo. Esto es un peligro,
pues el sentido de la espiritualidad apunta al compromiso con el contexto, no es
enajenación del mundo. Esta advertencia va en contra del clásico dualismo griego
donde espíritu y cuerpo se ven enfrentados en una relación mutuamente
excluyente. Si vamos a hablar de espiritualidad para el hoy, no debemos caer en
la ya manipulada separación entre lo secular y lo espiritual, pues ya ha conducido
a demasiados malos entendidos y es una negación a la vida histórica del ser
24

humano en su realidad. Si se va a hablar de espiritualidad entonces se tendrá que


hacer de acuerdo con personas que no le tienen miedo a la vida y que la pueden
disfrutar como parte integral de su fe. Esto es vencer los planteamientos
anacrónicos que a veces se levantan sobre el tema y que terminan por desintegrar
a la persona.

3.3.2 Desactualización y alienación


Este error corresponde al peligro de mal entender la espiritualidad al punto de
terminar por apartarse del mundo y estar en una continua oposición a la
actualidad. No se está de acuerdo con el sistema social, pero no se hace ningún
aporte para contribuir a la superación de sus deficiencias, por el contrario la
persona se embarca en una especie de huida del mundo, que termina por
instalarla en un vacío de tiempo que la intimida, ya que todas las cosas de este
mundo le parecen perjudiciales.

3.3.3 Narcisismo individual y comunitario


Este error se refiere a cuando la persona se centra en sí misma bajo los
argumentos de una vida espiritual superior a la de los demás, esta cree haber
alcanzado una especie de nivel con Dios que la eleva de la tierra, por lo que la
persona comienza a perder la sensibilidad de su necesidad de interdependencia
de sus pares al considerarlos inferiores. Lo anterior puede ocurrir a nivel
comunitario, cuando toda una congregación se auto-considera superior a las
demás por el tipo de experiencia que llevan con Dios.
25

3.3.4 La ideologización
El peligro de caer en este error corresponde a las personas que viven según una
pauta moral de espiritualidad que por más impresionante que parezca, puede en
realidad convertir a la persona a la religión de los fariseos, es decir vivir
esplendidos en el exterior, pero en realidad carecer de espiritualidad. Esto lleva la
terrible consecuencia de alejar a la personas de Dios imponiéndoles cargas tan
pesadas que son imposibles de llevar, se trata de estándares de perfección
excesivos que al final de cuentas jamás fueron establecidos por Dios, pues
nacieran en las manos de personas con buena intención, pero alejadas del
verdadero espíritu del evangelio.

3.3.5 La privatización
Este error se da cuando la espiritualidad favorece únicamente al intimismo,
dejando de lado valores como la solidaridad y el compromiso con la realidad. Para
muchos la espiritualidad sólo involucra prácticas religiosas. Aquí se carece de la
dimensión comunitaria y social tan fundamental para una sana vida espiritual.

Al finalizar esta sección se dirá que los errores expuestos no son propios de la
espiritualidad en sí misma, sino productos de una mala comprensión de los
planeamientos de espiritualidad. De estos errores nadie ha de sentirse libre,
puesto que cada vez que se busque renovación para la espiritualidad existirá el
peligro de caer en alguno o incluso en todos ellos. Además si se entiende que
para cada tiempo histórico habrá planteamientos que busquen responder al
contexto, entonces siempre será necesario mantener una actitud de franca
humildad y una apertura dialogante con las demás tradiciones religiosas, ya que
en conjunto la posibilidad de disminuir los errores será más alta. Por otro lado
también se advierte del peligro que puede representar mantenerse en un modo
26

estacionario, debido al temor de innovar sobre lo que siempre se ha hecho, de


aquí la búsqueda de renovación espiritual debe tener piso firme en las ricas
tradiciones espirituales y una visión amplia y circular que permita asumir los
riesgos de nuevos planteamientos con el fin de dar frescura a lo que siempre debe
ser fresco, esto es el desarrollo de la vida espiritual.

A continuación se hará una búsqueda panorámica de las fuentes y enfoques más


representativos de la espiritualidad evangélico-protestante con el fin de encontrar
pautas para un planteamiento de una espiritualidad de centro para el hoy.

3.4 LAS FUENTES DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA TRADICIÓN EVANGÉLICO-


PROTESTANTE
Como se vio en el primer capítulo de esta monografía existe suficiente base como
para considerar la espiritualidad evangélico-protestante como poseedora de
identidad propia. Se expuso las influencias que tuvo Martín Lutero para encontrar
el corazón de su reforma inspirándose en parte, en la teología y pensamiento de
Juan Tauler y en la herencia proveniente de la Devotio Moderna.

Entre las fuentes de la espiritualidad en la tradición evangélico-protestante, se


pueden mencionar, la lectura de la biblia, la oración, los actos comunitarios, la
dimensión regeneracionalista, el discipulado, los ayunos, y otros. Esta lista no
exhaustiva y en general cualquier lista que identifique a esta tradición aunque con
matices se puede sintetizar en cuatro fuentes, según Harold Segura (2011, pág.
113) estas son:

La lectura de la Biblia, la oración, el culto y la evangelización. Junto a


estas fuentes también se pueden mencionar la importancia de dos
experiencias espirituales: La conversión como fundamento de la auténtica
27

experiencia espiritual y la santificación como un proceso continuo por


medio del cual procuramos ser semejantes a Jesús en toda nuestra vida.

Junto a estas también se puede mencionar la tradición Anabautista con sus


énfasis en las dimensiones social y comunitaria, aunque también es cierto que
basta dar un vistazo a la tradición pietista con sus énfasis moralistas,
individualistas y eclesiocéntristas, para darse cuenta de que esta última es la que
más ha sido determinante en la forma de la espiritualidad evangélica.

3.4.1 Los enfoques actuales


En cuanto a los enfoques actuales sobre espiritualidad se puede encontrar los
siguientes:

a) El enfoque intimista o contemplativo


Este enfoque tiene raíces en la tradición de los místicos católicos y trata de la vida
de meditación contemplativa, y como su nombre lo dice hace énfasis en la
intimidad con Dios y en la profundidad espiritual. Aquí encontramos a grandes
místicos como Juan de la Cruz o Teresa de Ávila.

b) El enfoque de la santidad
El énfasis aquí se encuentra en la vida virtuosa, que consiste en una
transformación personal con vías de perfección por medio de los ejercicios
espirituales y principalmente por medio de una conducta ética que honre a Dios.
Aquí encontramos a figuras como John Wesley o Jonathan Edwards.
28

c) El enfoque carismático
Se trata de enfatizar en una vida empoderada en el Espíritu Santo. Se enfoca
principalmente en los dones del Espíritu sobre todo en la lista de 1 Corintios 12 y
busca con fervor la intervención de la presencia manifiesta de Dios en la vida de
los creyentes, iglesia y sociedad. Dentro de este enfoque se puede encontrar a
figuras como Kathryn Kuhlman o el evangelista alemán Reinhard Bönke.

d) El enfoque de la justicia social


También se le conoce como el enfoque de la vida compasiva, tratando de que la
justicia y el Shalom de Dios se manifiesten en todas las relaciones humanas
estructuras sociales, llevando la compasión sobre todo a los más necesitados.
Aquí encontramos a figuras como Martin Luther King o el obispo Oscar Romero.

e) El enfoque evangélico
Se trata de mantener una vida centrada en la palabra y en la proclamación del
evangelio del Reino. Aquí se pueden mencionar a figuras que son bastante
conocidas en el medio evangélico, algunas de ellas son: Billy Graham, Alberto
Motessi, Luis Palau o el Hermano Pablo.

f) El enfoque encarnacional
Hace énfasis en manifestar el Reino de Dios de forma visible, esto por medio de
intervenciones concretas a favor de los oprimidos y débiles de la sociedad, busca
concretar el mensaje teórico de la iglesia en las vidas de las personas y en la
sociedad en general. Aquí encontramos a figuras como: Fedor Dostoievski,
George Ladd o la poetisa Julia Esquivel.
29

3.5 PAUTAS PARA UNA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO


En esta sección se busca obtener principios para una espiritualidad de centro que
según esta investigación corresponde a ligar la espiritualidad con la radicalidad del
establecimiento del Reino de Dios en la tierra, que dicho de otra manera es el
compromiso radical con el proyecto de Jesús que es el Reino de Dios viniendo a
favor de todos los necesitados de este mundo.

3.5.1 Espiritualidad y Reino


En Marcos 1:14-15, se ve a Jesús anunciando la irrupción del Reino de Dios con
las palabras: “el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acercado”, con
esto instala la novedad del cumplimiento de una promesa esperada por siglos en
Israel y pone el fundamento de su particular misión en la tierra. Él ha venido a
traer el reino de Dios y con él se ha inaugurado el tiempo de la justicia de Dios, la
liberación de los oprimidos, el tiempo de la reconciliación con Dios y con los
semejantes, ha llegado el Jubileo, el año agradable del Señor (Isaías 61). Estas
buenas noticias son como la esencia del más agradable perfume, de la misma
forma la espiritualidad desprenderá la más exquisita fragancia cuando encuentra
su esencia en la causa del reino de Dios.

3.5.2 Una espiritualidad que sea experiencia personal de la fe


Se debe estar consciente de que existe una crítica y hasta rechazo desde ciertos
sectores de la iglesia, al énfasis sobre una vida personal con Dios, esta crítica
tiene fundamento en la tendencia de la cristiandad occidental al acomodamiento a
la forma de vida actual de las sociedades, principalmente basadas en el concepto
individualista de la vida, propio del modelo económico capitalista imperante en la
mayoría de este sector del mundo. En respuesta a esta corriente han surgido
30

teologías y espiritualidades que ponen su énfasis en el contexto del aquí y ahora,


por sobre la experiencia personal3. En este sentido es casi un asunto de sentido
común estar de acuerdo en lo nefasto de vivir una v ida centrada en el
individualismo, pues como ya se ha dicho en las secciones anteriores, cristianismo
individualista en realidad no es cristianismo, pues lo individualista cuando habla de
amor termina en realidad en el enamoramiento del yo de la persona y termina por
cegarse a la situación de los demás. Sin embargo a pesar de los vicios de esta
tendencia, una propuesta de espiritualidad de centro no puede olvidar que el
aspecto personal es fundamental en la vida cristiana. También conviene aquí
aclarar que no se trata de ensalzar lo individual ni lo colectivo, sino de entender la
espiritualidad de centro como una forma de vivir la vida cristiana, que mantiene en
tensión dinámica tanto a lo individual como a lo colectivo, de hecho se propone
sustituir estos dos términos de forma correspondiente por los términos más
adecuados como lo son las palabras personal y comunitario. De esta forma una
espiritualidad de centro es personal, porque no se olvida que la redención se
aplica en primer lugar a la persona, que con su plena voluntad y conciencia decide
seguir a cristo sin la manipulación ni la presión de los demás, pero a la vez cuando
se hace la decisión de seguir a cristo, también se debe entender que lo que Jesús
ha hecho es insertarnos en su cuerpo y por lo tanto si hay vida personal con Dios,
también habrá vida con Dios a través de la comunidad de creyentes que
componen la familia de hijos que el Señor ha creado, se trata de esa familia donde
no distingue razas, situación económica, nivel educacional, ni ninguna diferencia
que establezca jerarquías de superioridad entre hermanos. Sobre este tema
Barbosa en su obra “Por sobre todo Renueva tu corazón” (2005, pág. 207)
hablando de la naturaleza trinitaria-relacional de Dios, lo expone así:

Esta es la comunión que existe entre las personas de la Santísima


trinidad. Nadie actúa por sí mismo y para sí mismo. Todos actúan en
función de todos para que no haya individualismo (ausencia de
comunión) ni colectivismo (ausencia de individualidad).

3 Una de esas teologías es la conocida Teología de la liberación, cuyo objetivo hacer creíble a
Jesús de Nazaret como encarnación histórica visible del amor de Dios, concediendo centralidad a
su praxis liberadora, que es lo más histórico del Jesús de la historia y la vía más directa de acceso
a Dios. (TAMAYO & BOSCH, 2002)
31

Aquí Barbosa expone con claridad, que cuando se emprende la búsqueda de una
espiritualidad comunitaria no se debe entender como la anulación de la identidad
personal, y por otro lado el énfasis en lo personal tampoco debe anular lo
comunitario. De aquí una espiritualidad de centro propone mantener en tensión
estas dos dimensiones, que si son pensadas en base a la estructura relacional
trinitaria, en realidad se trata de una misma cosa, puesto que la trinidad es
inseparable así también lo es la vida personal y comunitaria dentro la comunidad
de creyentes.

3.5.3 Una espiritualidad del amor trinitario.


La propuesta de una espiritualidad de este tipo tiene que ver con las relaciones. El
fundamento de esta marca se desprende de la naturaleza trinitaria de Dios, en
sentido de que en el mismo corazón del ser divino existe una relación única y
perfecta entre Padre, hijo y Espíritu. Lo que aquí interesa es recuperar el
significado etimológico de la palabra Espíritu, que transliterada desde el griego
original es “paracletos”, y cuyo significado según Strong (1990, pág. 354) sería:
“[…] abogado, consolador, llamado a la ayuda de una”, al menos este es el sentido
que se imprime en la promesa de Jesús registrada en el cuarto evangelio, cuando
asegura la venida del consolador, el Espíritu Santo4 (Juan 14:26). Esta afirmación
de Jesús es reveladora y desafiante, pues desde el entendimiento relacional de la
trinidad se puede afirmar que una de las funciones del Espíritu, corresponde a dar
a conocer este amor relacional y hacer parte a los seres humanos del Don divino
del amor vivido en comunidad, que dicho sea de paso es la forma en que se
percibe y se ofrece a los demás el amor verdadero. Siguiendo con la idea del
Espíritu como aquel que acompaña, el desafío para las relaciones personales
corresponde a que todo cristiano debe ponerse al lado de otro, ante esto no puede

4El significado de la palabra parakletos ha tenido diversos debates, aunque el significado del que
Juan hace uso tiene raíces, en el pensamiento Judío antecedentes de una combinación de los
papeles de abogado y maestro que parece algo similar al doble uso de parakletos en Juan (LADD,
2002, pág. 414).
32

haber indiferencia o un alegato de incapacidad, pues justamente el Espíritu


capacita para ofrecer a las personas el mismo amor que se ha recibido de Dios.
Con esto se quiere afirmar la provocante sentencia, de que verdadero cristianismo
no existe sin amor, y este amor será dirigido tanto a Dios a través de la devoción
personal, como a las personas a través de las relaciones auténticas. Toda
comunidad de fe que practique las relaciones en este sentido bidimensional, podrá
decir sin temor alguno que está caminando sobre las huellas del nazareno que
amó a su padre tanto que llegó a la obediencia hasta la muerte y sobre la misma
se dio en la cruz por los seres humanos que tan amados son por este maravilloso
Dios trinitario.

3.5.4 Una espiritualidad individual y comunitaria.


En la sección anterior se estableció la idea de que amar a Dios y amar al prójimo
corresponden a dos caras de la misma moneda, dicho de otra manera ambas
dimensiones son indivisibles de la misma forma en que la trinidad es indivisible.
De hecho siguiendo la tesis acerca del culto a Jesús de los primeros cristianos,
James Dunn (2011, pág. 13) concluye:

No es cristiano dar un culto a Jesús que no sea un culto a Dios mediante


Jesús, o, dicho con más exactitud, un culto a Dios mediante Jesús en el
Espíritu.
Lo que Dunn nos expone puede aplicarse en el terreno de la espiritualidad, ya que
si hablamos de ella, en cuanto a que esto es devoción a Dios a través de Jesús en
el Espíritu, entonces el principio de la indivisibilidad trinitaria también es cierto
para las dimensiones personal y comunitaria de la espiritualidad, donde la primera
dimensión da cuenta de una refrescante relación personal y vertical con Dios a
través de Jesús y en el Espíritu, eliminando el peligro del individualismo al
practicar las disciplinas personales clásicas de la espiritualidad cristiana, como lo
son entre otras; la oración, el ayuno, los retiros personales, la lectura y meditación
de la Biblia, la ética personal basada en el amor, los cánticos de alabanza y
33

adoración en intimidad personal o la contemplación de la inmensidad de la


naturaleza. De la misma forma la segunda dimensión será inseparable de la
primera, es decir no existirá vida refrescante en lo personal, sino esto no va en
función de la experiencia en comunidad, de hecho las mismas disciplinas
espirituales mencionadas para la experiencia personal, pueden cobrar aún más
fuerza y sentido cuando se comparten en comunidad y en función de la misión
encarnacional. En conclusión la espiritualidad vivida en forma personal y
comunitaria, responde al principio de la indivisibilidad trinitaria y es parte de una
espiritualidad de centro.

3.5.5 Una espiritualidad que goce y que ofrezca la paz


Si alguien habla de las pesadas jornadas de trabajo que las personas realizan en
el día a día, no es extraño que muchos asientan con él y suspiren por lo anhelados
y escasos tiempos de descanso de los cuales se dispone. El ritmo de vida
vertiginoso en el cual la mayoría parece estar sumergido está consumiendo
muchos de los tiempos valiosos con la familia y con las personas que se desea
estar, parece ser que en esta forma de vida los ocupados son los que tienen valor
social. Lamentablemente la iglesia no escapa a esta realidad, y en ocasiones cae
en la elaboración de extensos y sobrecargados programas que mantienen a las
personas ocupadas, pero no se está seguro del impacto real que se suponía
alcanzarían. Esta gran cantidad de actividades termina por alejar a los cristianos
de la quietud y del disfrute de la paz de Dios, una espiritualidad de centro propone
la valoración de los tiempos de intimidad con Dios, con la familia y con los
miembros de la congregación local, pues si el objetivo es dar la cara al mundo, se
tiene que dar la mejor cara, ya que nadie querrá mirar, ni menos ser parte de una
iglesia con el rostro cansado, debido a que ha traído el stress del mundo hacia
ella. Hoy se escucha y se lee en los diarios sobre el aumento de las enfermedades
asociadas al stress, la pregunta es ¿que se les puede ofrecer a estas personas si
el mismo stress del cual buscan desesperadamente huir se encuentra dentro de
las comunidades de fe?
34

Ante la problemática expuesta se puede afirmar sin temor a equivocarse que la


palabra de Dios enseña sobre la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento
(Fil. 4.7) y sobre el reposo que es Jesús (), entonces la iglesia debe volver a su
centro y ser casa Dios, casa donde el Dios de paz habita y deja que todo el que
viene maltrecho y quebrantado experimente y sea sanado por la paz y el
inmensurable amor de Dios. William Barclay (1999, pág. 84) comentando sobre la
oración que Pablo presenta en Filipenses 4.7, dice:

El resultado de la oración creyente es que la paz de Dios será el


centinela que guarde nuestros corazones. La palabra que usa Pablo
(frurein) es el término militar para montar la guardia. Esa paz de Dios,
dice Pablo, como dice la Reina Valera, sobrepasa todo entendimiento.
Eso no quiere decir que sea tan misteriosa que la mente humana no la
pueda entender, aunque eso también es cierto. Quiere decir que la paz
de Dios es tan preciosa que la mente humana, con toda su habilidad y
conocimiento, nunca la puede producir; no es algo que uno se puede
ingeniar; es exclusivamente un don de Dios. El camino a la paz consiste
en confiarnos a nosotros mismos y todo lo que nos es querido en las
amorosas manos de Dios.

Sin duda este don del cual comenta Barclay es tan preciado y tan necesario para
el hoy, lo mejor es que esta paz es justamente un don y Dios lo ha dado a la
iglesia, por esta razón si la iglesia reaprende a disfrutarlo de nuevo, estará una vez
más en la mejor posición para impartirlo a los necesitados.

3.5.6 Una espiritualidad Dialogante y Pluriforme.


Se trata del respeto y la humildad que se requiere para reconocer que se necesita
de la gran diversidad de confesiones cristianas para conseguir una mejor
comprensión de la vivencia de la espiritualidad. En la sección anterior se demostró
la existencia de diversas escuelas de espiritualidad, con esto queda de manifiesto
la necesidad de oír las voces de las distintas fuentes que los seres humanos han
35

encontrado para la vivencia de la espiritualidad cristiana. De aquí si en el hoy se


espera con ansias una renovación espiritual que haga frente a los desafíos
contemporáneos de la fe de cara al mundo, entonces se tendrá que reconocer con
humildad y respeto a todos los aportes que surgen desde el cristianismo y porque
no decirlo, también a las propias inquietudes del mundo no cristiano que en
ocasiones también proyecta voz de Dios sobre nosotros. Por otro lado el tener un
oído abierto, no significa perder la identidad propia, pues tampoco es posible
espiritualidad en la ambigüedad. De aquí una espiritualidad de centro es una
espiritualidad abierta, dialogante y con identidad.

3.5.7 Una espiritualidad que valore la cruz


A ojos humanos se puede observar la cruz como la tragedia de aquel ser humano
que vivió una existencia única, sin embargo la cruz es la victoria de Jesús sobre el
mundo, la superación del sufrimiento dentro del propio sufrimiento, en otras
palabras Jesús probó hasta la última gota de sufrimiento humano y no fue vencido,
su amor por los seres humanos lo mantuvo clavado al madero.

La relevancia que la cruz tiene para el evangelio, es que sin ella no existe
evangelio, este es el principio de negarse a sí mismo que el propio Jesús enseñó
antes de ir al calvario y que hoy parece tan perdido, incluso las iglesias cristianas
han sucumbido por el peso de la sociedad consumista e individualista, basta dar
un vistazo a los comerciales televisivos para darse cuenta del bombardeo
mediático que instala una cultura del “No al dolor”, numerosos son los anuncios de
viajes de placer, terapias, medicamentos que quitan rápidamente los dolores y ni
mencionar las ofertas para mejorar la estética corporal con sus incontables
productos de belleza que por cierto hacen que las empresas cosméticas recauden
millonarias sumas de dinero a través del culto a la belleza. La pregunta es si los
cristianos están cayendo en estas redes. ¿Y que de la cruz de Cristo? De acuerdo
36

al contexto descrito responder esta pregunta resulta desafiante, pues hablar de


negación es oponerse a la corriente del caudaloso río de la mayoría, sin embargo
si se ha de hablar de renovación espiritual el punto de inicio y de llegada para la
vida cristiana será la cruz de cristo, en palabras de Bonhoeffer en su obra “El
Precio de La Gracia” (1968, pág. 56) refiriéndose a la cruz, expone:

Es la muerte del hombre viejo en su encuentro con Jesucristo. Quien


entra en el camino del seguimiento se sitúa en la muerte de Jesús,
transforma su vida en muerte; así sucede desde el principio. La cruz no
es la meta terrible de una vida piadosa y feliz, sino que se encuentra al
comienzo de la comunión con Jesús.
De esta forma la cruz desafía a la negación, que nos es más que la muerte del yo,
para acceder a la libertad de amar al otro ofreciendo la vida misma, esto sin cargar
con los yugos impuestos por el sistema, esto es atreverse amar de forma auténtica
sin esperar nada a cambio, esta es la única forma segura de posicionarse sobre el
sendero que Cristo trazo para el seguimiento.

La cruz es amor, justamente porque el amor existe cuando hay un otro a quien
amar, y ese otro recibe ese amor sin condiciones, sin haber alcanzado méritos
para recibirlo, de aquí la cruz es la fuente para la existencia de la comunidad ya
que para encarnar su maravilloso mensaje de perdón y libertad se necesitan
personas a quienes perdonar y liberar, esta es la carga y la bendición de la
espiritualidad cristiana, se tiene que amar a las personas cargando con sus
debilidades y con sus virtudes, sin duda el amor que se deprende de la cruz es la
máxima expresión de espiritualidad verdadera. Lo dicho en esta sección puede
sintetizarse de forma consistente en las siguientes palabras que expone
Bonhoeffer (El Precio De La Gracia, 1968, pág. 57):

Igual que Cristo lleva nuestra carga, nosotros debemos llevar las de
nuestros hermanos; la ley de Cristo que debemos cumplir consiste en
llevar la cruz. El peso de mi hermano, que debo llevar, no es solamente
su suerte externa, su forma de ser y sus cualidades, sino, en el más
estricto sentido, su pecado. Y no puedo cargar con él más que
37

perdonándole en la fuerza de la cruz de Cristo, de la que he sido hecho


partícipe. De este modo, la llamada de Jesús a llevar la cruz sitúa a todo
el que le sigue en la comunión del perdón de los pecados

3.5.8 Una espiritualidad que se situé en el contexto


De nada sirve una vida espiritual que no mira y no se involucra con su realidad, no
sería más que un ejercicio de escapismo vestido con ropas que imitan la genuina
espiritualidad. Afirmar que se necesita vivir la vida cristiana de cara al mundo es
equivalente a encarnar la misión de Jesús, ya que él se dio por el mundo y espera
sus discípulos hagan los mismo. Harold Segura en su obra “Ser Iglesia Para Los
Demás” (2010, págs. 51-52), lo expresa de la siguiente manera:

Encarnarse significa, en su sentido literal, asumir carne, penetrar en una


realidad y comprometerse con ella hasta lo sumo. De allí que la misión
encarnacional tenga que ver con la identificación con el mundo al que
pertenecemos y con el compromiso responsable respecto a la sociedad y
la cultura. En ellas hemos sido llamados a dar testimonio del Resucitado.

El contexto es justamente lo que debe encender la llama de la espiritualidad, pues


al fin y al cabo la iglesia tiene una misión y cumplirla con diligencia es una
hermosa muestra de amor a Dios mientras se ama a las personas, Si se sabe que
a Dios le agrada amar a los que no están sanos, entonces se puede estar seguro
que al amarlos se hace lo que el Señor haría ¿habrá una muestra más grande de
adoración al Dios que nos invita amar como Él ama?

3.5.9 Una Espiritualidad en la Experiencia del Espíritu


Durante los puntos de esta propuesta se ha recurrido al principio de la
indivisibilidad trinitaria, por lo que proponer una espiritualidad del Espíritu no tiene
relación con el énfasis en tercera persona de la trinidad, por el contrario se sigue
38

afirmando la propuesta trinitaria de espiritualidad. lo que aquí se quiere expresar


con espiritualidad del Espíritu corresponde a la característica de misterio de la
trinidad, cuya belleza es muy bien expresada a través de la persona del Espíritu
Santo. El Espíritu de dios es vida, es como el viento, nadie puede dominarlo, nadie
puede monopolizarlo, es intangible, no conocemos el timbre de su voz, ni
podemos medir su tamaño, sin embargo la Biblia nos enseña que vive en
nosotros, como el mayor don otorgado por el Padre a través del sacrificio y
resurrección de Jesús. Este es el maravilloso misterio del Espíritu que desafía a
comprender que en este camino de encontrar a Dios y darlo a conocer a las
personas, no existen patrones, ni palabras que agoten al Dios infinito. Por estas
razones hablar de una espiritualidad del Espíritu, es vivir con la humildad de que
nadie se puede apropiar de Dios ni puede existe un maestro capaz de explicarlo
todo, siempre habrá que ir a la fuente para refrescar el corazón y para pedir
dirección. Hablando sobre este misterio de la vida en el Espíritu, James Dunn en
su investigación titulada “Jesús y el Espíritu” (1981, pág. 579) concluye:

En cada estadio nos hemos ido encontrando con una teología y una
teologización que es indudablemente racional, pero que no se conforma
con pensar o hablar meramente de Dios y mucho menos todavía con
raciocinar sobre él. El pensar teológico sobre Jesús que llevaron a cabo
los primeros cristianos, Pablo y Juan, fue en cada momento algo
dinámico, algo enraizado en su experiencia de Dios, algo viviente y en
continuo crecimiento a partir de su experiencia religiosa.

En esta obra Dunn analiza la teología novotestamentaria acerca del Espíritu, con
principal énfasis en la persona de Jesús y como a partir de Él, figuras como Juan,
Pablo y los primeros cristianos se condujeron en su relación con Dios. La
conclusión es tajante, hubo por supuesto desarrollo de la teología en un sentido
racional, pero jamás separado de la experiencia, incluso llega a decir acerca de
Jesús que su teología brotaba de la experiencia y que los primeros cristianos
siguieron el mismo camino.
39

Esta conclusión es potente, puesto que para la propuesta de una espiritualidad de


centro, la experiencia y la teología son fundamentales, sobre la misma idea Dunn
(1981, pág. 580) sigue diciendo:
Su teología fue brotando de la dialéctica viviente entre la experiencia
religiosa del presente y la revelación definitiva del pasado (el
acontecimiento de Cristo), no permitiendo que ninguna de esas dos
realidades dominara a la otra ni que tampoco ninguna de ellas
prescindiera de las cuestiones que la otra le planteara.
En conclusión una propuesta de espiritualidad de centro considera con la mayor
profundidad posible a la búsqueda y contextualización de la teología, pero ligada
estrechamente a la experiencia, sin que una anule ni domine a la otra. De esta
manera una espiritualidad del Espíritu tiene fuente histórica y objetiva (el kerigma),
pero además encuentra subjetividad en la versatilidad de no estancarse, porque
permite y busca la renovación cada vez que las aguas se están secando, tanto a
nivel personal como a nivel comunitario.
40

IV. CONCLUSIÓN

En el primer de esta monografía se plantearon buenas razones para afirmar que la


espiritualidad cristiana puede ser abordada y considerada como una disciplina
dentro de la teología, esta afirmación encuentra sustento en la larga tradición
católica, donde el estudio de la espiritualidad (entre otros) asume el nombre de
Teología Espiritual. Esto es de gran importancia pues sin temor a equivocarse la
conclusión será, que hay la suficiente base para tomar en serio la espiritualidad
como algo que no es meramente parte de la experiencia subjetiva de un creyente,
sino que al vivirla también se podrá sustentar esta vivencia sobre una sólida base
pensamiento. De una forma más didáctica basta estudiar la vivencia de figuras
insignes de la tradición cristiana que fueron grandes pensadores, pero que a la
vez sus enseñanzas aún las más rígidas en cuanto a lo dogmático, contenían la
calidez de un corazón que arde por que la llama del evangelio de Jesucristo le ha
alcanzado, en palabras del Apóstol: “Les anunciamos lo que hemos visto y oído…”
(1 Juan 1.3). Esto quiere decir que un buscador de las escrituras lo hace porque
en primer lugar a acogido el evangelio y lo ha asumido en su vida, por lo que el
estudio serio de la Biblia no significa la anulación de la experiencia espiritual, todo
lo contrario la búsqueda se enriquece al haber vivido la experiencia maravillosa de
la salvación, de la misma forma la experiencia no puede estar separada del
contenido objetivo de la fe (el kerigma). En síntesis una espiritualidad de centro es
una espiritualidad de la palabra y de la experiencia y viceversa.

En el segundo capítulo se buscó responder la pregunta acerca de la existencia de


una identidad evangélica- protestante para la espiritualidad, pues como se ha
dicho, esta disciplina tradicionalmente ha sido estudiada con gran interés por el
mundo católico. Con este objetivo se encontraron algunas de las raíces en lo que
se conoce como la “devotio moderna” y de forma particular en la figura de Juan
41

Tauler, cuya influencia inspiracional se deja sentir en Martín Lutero en cuanto al


inicio del proceso de reforma magisterial, sobre la misma cabe mencionar que en
esta monografía no se hizo mención de lo que se conoce como “Reforma Radical
Anabautista”, debido a razones de extensión del trabajo, dicho sea de paso esta
reforma aunque asociada a la reforma Luterana, tiene sus propias fuentes y
figuras que encarnaron como rasgo más destacable una espiritualidad eclesial
comunitaria, cuyas características serían dignas de estudiar en otro trabajo de
esta índole. La conclusión que se obtiene de este capítulo corresponde a que la
identidad de la espiritualidad evangélica-protestante, se puede expresar a través
de algunos de sus rasgos característicos, dentro de los cuales se pueden
mencionar; la sola escritura como centro de la espiritualidad, la suficiencia de la fe
o la escritura al alcance de toda persona por igual sin la necesidad de
mediaciones.

En el capítulo tres se asumió la empresa de encontrar pautas para una


espiritualidad de centro basada en las fuentes históricas de la espiritualidad
evangélica-protestante. De aquí se obtuvo una propuesta que en ningún caso
pretende ser concluyente, todo lo contrario deja las puertas abiertas para la
inclusión de nuevas variantes, que sin duda existirán de acuerdo con la gran
riqueza de la espiritualidad y del principio de inagotabilidad de la palabra y de la
experiencia eclesial con el Dios infinito. Las pautas obtenidas son las siguientes:

- Una espiritualidad del Reino.


- Una espiritualidad de la experiencia personal.
- Una espiritualidad del amor trinitario.
- Una espiritualidad personal-comunitaria.
- Una espiritualidad del gozo de la paz.
- Una espiritualidad dialogante y pluriforme
- Una espiritualidad que valore la cruz
- Una espiritualidad situada en el contexto.
- Una espiritualidad en la experiencia del Espíritu.
42

Por último se tendrá que clarificar que cuando en este trabajo se habla de
espiritualidad de centro, se ha dejado entre ver que el centro que une a todos los
elementos de manera consistente es Jesús y su proyecto de reino, por lo que una
espiritualidad de centro es una espiritualidad cristo-céntrica basada en el principio
de indivisibilidad trinitaria.

Otra aclaración importante es que la idea del centro tiene un espíritu pedagógico,
pues de centro se desprende la figura didáctica de un círculo con centro en Jesús
que acepta la inclusión de variantes que surjan de acuerdo a las necesidades de
renovación de la espiritualidad, pero que no anulen o pretendan ser superiores a
las demás. De esta forma si un elemento de la figura saca del centro a la otra, se
tendrá rápidamente que volver al centro, mediante tensión dinámica, en otras
palabras si el círculo se deforma por alguna razón como por ejemplo: legalismo,
pretensiones superioridad espiritual o pecados. Entonces quien centra la vida
espiritual de una persona y comunidad, será como siempre ha de ser la figura
maravillosa, impresionante y digna de suprema adoración, de Jesús de Nazaret, a
quien se le debe toda alabanza y honra por los siglos de los siglos.
43

4.1 FIGURA DIDÁCTICA DE LA ESPIRITUALIDAD DE CENTRO

Experiencia
personal de la
fe
Amor
Gozo de la paz trinitario en el
Espiritu

Individual y Nuevas
comunitaria Variantes

JESÚS
Reino Dialogante y
Pluriforme

Experiencia Que valore la


del Espiritu cruz

Situada en el
contexto
44

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