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CAPITULO 7 _la historia de la uistoria de la literatura argentina ME ye de Rosas yel - romanticismo la historia de la literatura argentina 8, La época de Rosas y el romanticismo Este fasciculo ido preparado por el profesor Felix redactado en el Departamento Literario del Centro Editor de América Latina y ha tenide una tec- tura final a cargo del profesor Adolfo Prieto. CAPITULO constituiré, a través de sus 56 fasciculos, una Historia de la Literatura Argentina, ordenada _cronologicamente desde la'Conquista y la Colonia hasta nuestros dias. E! material grafico con que se ilustraré la Historia, estrechamente vin- culado con el texto, brindara a los lecto- res una vision viva y amena de nuestra literatura y del pals: Cada fasciculo sera, a su vez, un trabajo orgénico y completo sobre un aspecto, tendencia, periodo o autor de nuestras letras, En CAPITULO N° 9: ECHEVERRIA, i wcronat SPOOL ACCOM — ECHEVERRIA Y EL PAIS DONDE ACTUA —UNITARIOS Y FEDERALES VIAJE A PARIS —CONTRA ROSAS EN EL EXILIO —LAS OBRAS: ELMATADERO, LA CAUTIVA, EL DOGMA SOCIALISTA — LA INSURRECCION DEL SUD —OBJECIONES A LA OBRA DE ECHEVERRIA y junto con el fasciculo, un libro que comprendera EL MATADERO, LA CAUTIVA (completes), y una seleccién de otras obras representativas de Echeverria 2 é ° Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar La época de Rosas y el romanticismo La dictadura y el periodismo, — Ta caida del gobierno nacional de Rividavia (1827) abrié un paréntesis de inestabilidad politica en todo el pals. Sucesos posteriores, como la sublevacién de Lavalle contra el go- bernador bonaerense Dorrego y la campaiia del general Paz en las pro- vinclas interiores, llevaron a la gentina al borde de la guerra civ La firma de una serie de pactos interprovinciales determinaron la or- ganizacién de dos bloques politicos enfrentados y dispuestos a la lucha armada. Unitarios en el_intevior_y federdles en el litoral de acuerdo fon las areas donde impusieron res- pectivamente su dominio pretendian para la Nacién forzar sendas soluci nes definitivas en el ambito institu. ional, Junto con los nombres antes mencionados adquieren en esos mo- menos amplia notoriedad piblica los de Juan Facundo Quiroga, Estanislao Lopez y Juan Manuel de’ Rosas Los. acontecimientos, sin embargo, Be tees epards be fraccién unitaria fue derrotada pri- Bc Buen Aces (825) y tomo eee co cl incr, ee Be cece cx 160 Los digas: Bes ie ee Gorcal ails amet we ee ee eats on 8 cand wes, ee ee ‘Abes on. 1629, No hebria de wags eee ee pe ore tee tale teres sige nie lida > el pais y muy particularmente en la de Be ew cnces ee ee ee Tae actividades inteloctuales —lter- ects canicu tan 2 es ann ets abla ee Geisbn y ol debite. Fa a tinico medio por el cual los hombres Fie debeaban ariel puch. -» Archivo Historico (i La Ubertad de prensa aseguraba la espontinea honestidad de ese didlo- 0, que solamente se resentia 0 que- Draba cuando la accién politica: salia de cauce y el peligroso torrente se abalanzaba sobre la sociedad toda. Si se tiene presente que en aquellos tiempos la abramadora mayoria de los dirigentes politicos (hombres pi- blieos) se desempefiaban ademis co- mo periodistas (escritores puiblicos), se comprendera que, al desaparecer virtualmente el partido unitario, des- apareciera tambien la prensa «unita- ria. Y como no se concebia més pe- riodismo que el militante, el que sobrevivid fue federal, con matices diversos, es cierto, pero federal al fin. El desborde de pasiones hizo que las hojas doctrinarias cedieran el paso a una cabtica exaltacién del pasquinismo, que se colige hasta por los nombres: El Torito de los Mucha- chos, La Broja, La Lechuza, Don Genundio Pincha Ratas, La Viuda de tun Pastelero, El Escarmiento de un Unitario, EL Rompe Cabeza, El Loco Machuca Batatas, EL Carancho Sélo se pueden exceptuar EL Lucero (1529-1833), dirigido por Pedro de Angelis; EI Clasificador 0 Nuevo Tri- ‘uno (1830-1832), de Pedro F. Cavia; ambos federales. Y unas pocas hojas de fugaz. prédica liberal: El Amigo del Pais (1853), de Angel Navarro; El Constitucional (1833), de Miguel Valencia. A partir de ahi quedé do- rminando el horizonte periodistico La Goveta Mercantil, que, acompatiada por unos pocos drganos més, serie ante e pafs y el extranjero la exclu siva expresion de la politica rosista. Los desterrados. —Se ha dicho ya que en 1829 se produjo la proserip- cidn de los cindadanos de ‘iliac unitaria. Seria la primera de una serie sucesiva de expatriaciones de exclusiva motivacion politica. En 1833, se fueron varios elementos liberales y_ en 1835 los federales_disidentes. ‘Tres alos mids tarde comenzarian a : Facundo, Quiroga de Revistas Argentinas | www.ahira.com. AS, ar La caida del gobierno de Rivadavia, las posteriores Hichas enive uniter y federles y, fralmenta, la toma del poder por Rosas, inauguran un turbulento periodo de nuestra historia, cuya trama habré de influir en la cultura y las letras de la Naci6n. ido de un libro de la época) de Revis abandonar el pais otros compatriots, de quienes habré que ocuparse més adelante. Cast todos ellos —a partir de 1829 busearon asilo en el Uni- guay, que para unos y por muchos ajios fue residencia permanente, y ara otros apenas la primera etapa de un exilio que los dispersaria por Brasil, Chile, Bolivia y Pera. La oposiciéa fue acallada, primero por coercién_y luego por dristica prohibicién. Al asumir Rosas el. go- Diero de Buenos Aires por segunda vez, en 1885, las medidas represivas adoptadas significaron en Ta. pricti la Higuidacién de toda actividad po- litiea adversa, Cuando egd el_ eri tico aio 1540, Ia intolerancia official jcodi6. asi misma al consentir nenes y hasta crimenes por parte 6 adictos, y en especial por una izacién de tipo policial, la So- ciedad Popular Restauradora, que 50 fencargé por mucho tiempo de sem- brar el temor ~y el terror— en las calles. $i bien ef endurecimiento del rosismo aparecia justificado por el bloqueo e intervencién de Ia escua- dra francesa (desde. 1838), que eola boraba con Ia expedieién militar que Jos expatriados argentinos habian or- ganizado en Montevideo y puesto al mando de Lavalle, ello soguramente no explicaba la perduracién, a lo largo de afios, de actitudes y medic das transitorias —acaso uno de los signos distintivos del régimen—, exan- do ya aquellas situaciones ocasionales habian sido conjuradas por las auto- ridades bonaerenses. Mas acentuada- mente que nunca en nuestra historia, cl vendaval de pasiones desatadas avasallé sistematicamente el ojercicio dle la Iibertad com el pretexto de ase- gurarla, Solamente comerciantes — tivos y extranjeros—, ganaderos vi lados al régimen —ia estancia depen- dia decisivamente del saladero y éste era monopolizado por Rosas y sus allegados=, y el pobrerfo hébilmente utlizado, podian soportar el nuevo clima que imperaba en Buenos Aires a.cOm.ar En definitiva, se habia logrado aca- Tar a Tos lamados anarquistas —los unitarios y en general todos los des- afectos al sistema rosista —e impo- ner con dura mano el suspirado orien ae permite sujetar a los inguitos, ¥y hacer prosperar los negocios. Y ese frden so habla impuesto en tode Is Confederacién Argentina. No falta- ran los doctos en leyes y latines para justficar el sistema, que en algunos aspectos implicaba ‘una restauracién de fa colons. Juan Cruz Varela, el pocta mayor Sy periodista de garra—, cerré su diario EI Tiempo y partié para el Uruguay en 1829. Seguramente él no Pod intuit en exe momento que la sya era la proscripeién inaugural de los literatos argentinos. Tras sus pos yen sucesias oleadas, «lo argo de una década, marcharian al cexilio ~por causas politicas siempre— prdcticamente todos los nombres sig- nificativos qué habian ido forjando las letras nacionales En aque! momento la poesia portefia entraba en un sugestiva cono de sombra, De los nombres ilustres re- dos en La lira argentina y en la Golecciéin de poesias patridtieas sblo sobrevivian Varela y Vicente Lépez. Este ‘iltimo prefirié guardar en dis- ‘ereto silencio su lira, que muy espo- rddicamente volveria @ lucir en cor- tesanos € ingratos episodios que. él ‘mismo repudiaria después. Ambos ppoetas, ya lo sabemos, eran exponen. tes del seudoclasicismo dicciochesco, exhausto ya en su academicista ins: piracién, y al que atin aguardzba ‘aqui. el vendaval del_romanticismo que lo liquidarfa definitivamente. Por supuesto, también existian entonces ‘otros aficionados a las letras —versi ficadores, ya que no poetas— que Seguian sin ingenio ni gracia los tri- Tlados caminos de antafio, y euyos nombres, prescindlibles todos, no hace al caso recordar. EI romanticismo. —Ast las cosas, 8 de julio de 1830 publicd La Gaceta Mercantil un pooma El re- greso— de un joven argentino lle- gado recientemente desde Francia, Era algo inesperadamente nuevo y con sabor a nuevo. Bl joven compa- triota poco tardé en hacerse cono- cer: se llamaba Esteban Echeverria. Con él ingresaba en nuestro pais la sensibilidad romintica, que acabsba de imponerse en Europa occidental Toda uma constelacién de nombres de ensayistas, poetas, dramaturgos, novelistas, de’ Alemania, Inglaterra y Francia especialmente, habia Iogado Temozar airosamente a la literatura, Schlegel, Staél, Chateaubriand, La: tmartine, Hugo, Scott, Byron, ‘entre otros cien mis, liberaron alas Iama- das bellas letras de las inflexibles normas tradicionales que los neoelé- sicos habian acatado y venerado, En tun proceso que ser estudiado a su tumo, a partir de aqui solo eontarin la espontaneidad, el auténtico liris- 1m, la expresin de Tos sentimiientos. Como dijo uno de ellos, lo vinico que habia que hacer era seguir los con- sejos de la naturaleza, de la verdad y de la inspiracién, ‘Tras ardorosas ppolémicas con los sostencdores de ri- kidos sistemas de preceptiva, el r0- manticismo, al destruir viejas facha- das, agrietadas sin piedad por el ante qu rante, avasallador. El éxito fulmt- nante de repercusién en el pablico ~ésto comprendié sagazmente el sen- tido progresista de la novedad— fue decisivo en el triunfo del romanti- Conviene puntualizar aqui —aunque todo esto. se vers detenidamente cuando se estudie la obra de Eche- verria otros romfnticos— que el surgimento y el tiunfo del zoman- ficésmo esté vineulado con las hichas que los pueblos europeos sostenfan tentonces por ensanchar la concepeién dll liberalismo y aun por concretar Ja personalidad nacional, "La inde- pendencia en materia de gusto es EL TORITO DE LOS MUCHA Pare deci ot wae Torey ae ba ee dre Portada de “El Torito de los Muchachos’, periédico federal EL CLASIFICADOR. EL NUEVO TRIBUNO. * Portada de “El Clasificador”, periddico federal de P. F. Gavia Archivo Histdérico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.am te = i eo MARCOS SASTRE (1808-1887). ‘Aunque nacié en Montevideo y vivié durante algin tiempo alli, Sasire ‘, por adopeién, una figura argentina a partir de 1853. Edueador y pintor, hace eélebre su Libreria Argentina, donde en 1837 funcionaré el Salon Literario, centro de reunién de la juventud estudiosa de Buenos Aires. Después de la disolucidn de esta entidad Sastre se consagra a la pasién de su vida: la educacién. ‘Actus en exeuclas de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Rios. Escribié también cen varios periodicos de Ta época. Fue director de la Biblioteca Piblica y vocal del Consejo Nacional de Edueacién. Tuvo una prolifica produccién bibliogrifica, entre In cual Se destaca In de caricter didéctico: El Tempo Argentino; La educacién popular en Buenos Aires; Anagnosia Ortografia completa; Guia del preceptor, Selecciéin de leeturas para nis. complemento.necesario de la iber- tad individual’, escrbid Vite. 0 00- In Io precs6 mejor asin Victor Hugo: EI romanticismo, si se lo considera en sir aspeeto militante, no cs otra ova que el Iberalismo en iteratir’ Y'sise tiene en cuenta el crecimiento en el viejo mundo de las Iichas s0- ales “que engendraba Ia indostrin Tizacién protagonizadas por las cls ses laboriosas, que buscaban ya 10 Slo mejores condiciones de vida sino emanciparse definitvamente dela miseria, se comprender’ que quienes tran consecuentes com. las. formulae ciones liberales no podian iene cer insensibles a esos reclamos de Sus somejantes, No ettraée, pus, {que muchos escritores y poetas —c0- tho Hugo y Heine~ identiicados por Convicelin y con pasion con las an- siedades y anhelos populares lege ran a abrazar doctrinas mds radicals, precursoras del socalismo. moderno El romanticismo litererioadguiié tuna dimensién_ social (romanticismo Social) que, si bien no fue transitada por muchos hombres de letras, re- ela Tn enorme trascendencia que podia implicar el eompromiso. Tat renovacidn inteleetial del xoman- ticisma abria insospechados horizon- tes, que trascendian por cierto. los Dulamnente Iterarios Ta. solidaridad fon las Tuchas populares, Ia exalta- ‘ibn do To nacional y Ia fe dimitada fen el progreso de la hurmanidad cons- titan ‘de por si toda una revohi- céomariaconcepcién de Ia. vida. du- rante la primers mitad del siglo XIX Echeverria tro a nuestro pois ese contagioso. entusiasmo del romant- camo, Su accién, en este sentido, seri estudiada parte yen forma particular, Por ahora, es preciso se- falar que, junto com Alberdit y Gu- tiémez, no dejé de buscar ol apoyo de Tos estudiantes universitaris. ‘partir de 1835 la. Universidad se habia resentido notoriamente al pre- tender el gobierno alinearla en la politica oficial. Los estudiantes y los profesores hicieron, mo obstante, lo indecible para mantener Ia indepen- dencia y el decoro de los estudios. De todos modes, para obtener la sgraduacién doctoral en todas las fa- clades (departamentos, sextin la Wenominaciém de la épocay se reque- via acreditar ser adicto a “Ia causa nacional de la Federacién” (Decreto del 27 de enero do 1836). Como los jvenes egresados nombres veremos n0 ‘eran por cierto unitarios, y hasta 1838. no exteriorizaron su hostilidad al gobierno, no sintieron en el interin impedimento alguno. en acatar es exigencia ‘Tras varios intentos precursores de organizacién —entre ellos el mis re- cordable fue la Asociacién de. Estu- dios Histéricos y Sociales, de efimera vida allé por 1833, surgié en 1837 al Salon Literario, del que fue entue siasta impulsor otro joven, Marcos Sastre, comerciante en. libros, quien al efecto prestd su casa. E] Sal6n Literario. —En junio de 1837 abrié sus puertas el Salén con tun acto piblico de singulares. con- tornos por el mimero, calidad y dis- posicién de Animo de la concurren- cia. Era evidente que la institucién venia a Tlenar un vaeio en la vida cultural de Buenos Aires y aun del pais, porque entre sus socios, en sit mayoria estudiantes de la Universi« dad —los més de la Facultad do Derecho, encontramos no s6lo por- tefios sino también oriundos del inte- rior. Coviene recordar algunos nom- bres: Manuel J. Quiroga Rosas, Juan ‘Thompson, Félix Frias, Vicente F. Lépez, Carlos Tejedor, Enriques de Ja Fuente, Luis L, Dominguez, Pas- tor Obligado, José Barros Pazos, An- drés Somellera, Miguel Estévez Sa- gui, Gervasio A. Posadas, Demetrio y Jacinto Rodriguez Pefia... La pe- queia burguesia argentina, todavia, desarticulada, exteriorizando su pre- cupacién por el destino del pats, Duseaba canales para expresarse. Axchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar., 2 > En el acto inaugural hablaron Sartre, Alberdi y Gutiésrez, quienes con im: petuosidad juvenil, como era previ- Sible, abordaron varios problemas re- Tativos a la insuficiencia de nuestro desarrollo cultural Gonviene destacar que al_ principio prestaron su colaboracién a las acti Vidades del Salén, Vieonte Lépez, Pedro de Angelis y Felipe Senillosa, seguramente las tnicas figuras into. lectuales de relevancia que vivian en Buenos Aires. Aunque empresa. de imuchachos, ellos entendieron que no podian sestar al Salén su madura experiencia. Pero, pronto, por diver- 508 motives, se alejaron. Y los jéve- hes no se arredraron y" continuaron leyendo, discutiendo y” programando para el futuro, Las obras de Cousin, Gaizot, Lerminier, Quine, Villemain, Saint Simon, Lerows, Larmennais, Maz: zini, Tocqueville, entre tantos ots, a través de libros y articulos. pe- Hiodisticos, otrecfan un complejo. y apasionarce mundo de_inguietudes filosdficas, sociales, histéricas, pot cas, etc, que por su diversidad y les permitié integrar tuna elaboracién doctrinaria original Al cabo dle varios meses culminaron las actividades del Salén_Literario. con una serie de disertaciones que pronuneié Echeverria, donde hizo wn Iinuncioso inventario de los Factores negativos culturales y socio-econé 0s que frenaban el progreso naci- nal, y_verifieé el divorcio tremendo entre los. propésitos transformadores dle la Revolucién de Mayo y Ia ago- Ibiante realidad, perduractén dela Colonia, Y al sefalar el puente ideo- Tigico «ue siempre nos liga a Euro- pa, puntualiz6 que no se trataba de fadoptar_premisas extrafns. sino de fadaptarlas a nuestra especifica_po- culiaridad nacional. En cuanto a la literatura, sostuvo que la misma no puede desentenderse Gel -medio social que Ta engendra Fra enemigo de poemas y prosas que rio dejan rastzo alguno en el corazén - Archivo Historico Relipe de Senillosa (retraio de G. E, Pellegrini) ni en el sentimiento. Siguiendo estas hnuellas diré a su vex Alberdi que la literatura debe atender “al fondo més que a la forma del pensamiento, a Ta idea més que al estilo, a la belleza ‘itil més que a la belleza en sf". Que- daban echadas entre nosotros Jas ba- ses del compromiso del intelectual para contribuir a transformar la s0- Giedad. Conscientemente toda la teratura roméntica fue milicia, Eche- verrfa, en 1837, se consagr6 como el orientador de una generacion, y esto se pondeé de relieve cuando en esta Historia se lo estudie detenidamente. Hay que consignar que en su tiempo el Salén suscitd reacciones diversas. Desde las de mera y petulante burla

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