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Al entrar en el templo

Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las Iglesias que


hay en el mundo, y te bendecimos, pues, por tu Santa Cruz redimiste el
mundo.

Saludo de San Francisco de Asís a la Virgen María

¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, virgen


convertida en templo, y elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por El con su santísimo Hijo amado y el Espíritu Santo
Paráclito; que tuvo y tiene toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios! Salve, tabernáculo de Dios! ¡Salve, casa de Dios!
¡Salve, vestidura de Dios! ¡Salve, esclava de Dios! ¡Salve, Madre de Dios!
¡Salve también todas vosotras, santas virtudes, que, por la gracia e
iluminación del Espíritu Santo sois infundidas en los corazones de los
fieles para hacerlos, de infieles, fieles a Dios!
Oración a la Santísima Trinidad

Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos por ti


mismo a nosotros, míseros, hacer lo que sabemos que quieres y querer
siempre lo que te agrada, a fin de que, interiormente purificados,
iluminados interiormente y encendidos por el fuego del Espíritu Santo,
podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y
llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en perfecta Trinidad y en
simple Unidad vives y reinas y eres glorificado, Dios omnipotente, por
todos los siglos de los siglos. Amén.

Oración ante el crucifijo de San Damián

Oh, Alto y Glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón, dame fe


recta, esperanza cierta y caridad perfecta; sentido y sabiduría, Señor,
para cumplir tu voluntad. Amén

Hazme un Instrumento de tu paz


Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya tristeza, alegría;
donde haya desaliento, esperanza;
donde haya sombras, luz.¡Oh, Divino Maestro!
Que no busque ser consolado sino consolar;
que no busque ser amado sino amar;
que no busque ser comprendido sino comprender;

Porque dando es como recibimos;


perdonando es como Tú nos perdonas;
y muriendo en Ti, es como nacemos a la vida eterna.

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