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Música de Negros

MÚSICA DE NEGROS
Crónicas contemporáneas del pasado

El Carnaval “plástico”
En la década 1870-1880, el Estado y el Municipio se apoderaron de la
organización del Carnaval, dirigieron sus desfiles, cl adorno y la iluminación de
las calles, llevaron a la tiesta el concurso de las bandas militares y dieron
orden al corso. Del Estado y los gobiernos militares, la dirección de la fiesta
pasó a comisiones vecinales y de fiestas elegidas por la Junta Económico-
Administrativa de la Capital entre la juventud dorada. Así, la de 1888 estaba
integrada por los hijos de algunos de los apellidos más ilustres del “alto
comercio”, la banca, el latifundio y la industria saladeril, característica que
también advertimos en la de 1899.
El Carnaval de 1888 marcó tal vez la culminación de este matrimonio
entre el nuevo y ”civilizado” Carnaval y la clase alta; el corso, que partió de
Colón al centro de la Capital, lo encabezó “la Comisión de Fiestas cabalgando
en parejeros de pura raza” (allí estaban los Piñeyrúa, Cibils, Avegno, Urioste,
Castellanos, Nin Reyes, Mac Coll, Victorica, Balparda, Márquez, etc.); seguían
“carrozas de lujo extraordinario (...) con jockeys y lacayos de gran gala en la
parte trasera del coche. vistiendo libreas rojas y galoneadas, sombreros de
pico, peluca empolvada”; luego, “interminables filas de carruajes particulares,
ocupados por las familias más distinguidas de esta sociedad”,entre los que se
destacaban el del financista Emilio Reus y el ocupado por la hija adoptiva del
Presidente de la República, “la señorita Laudelina Tajes”. El pueblo y la clase
media, estimados en 30.000 personas, miraban entretanto el desfile
boquiabiertos. Todos esperaban el fin del corso para echarse a la calle y
mojarse con los pomos o, de ser posible, empaparse con la grosería” y la
“indecencia” antiguas que cada vez se practicaban con mayor culpa y
vergüenza. (José Pedro Barran en “Historia de la sensibilidad”, Tomo 2)

Negros con aire de blancos, blancos con aire de negros


Exactamente siete años después de la aparición en nuestro Carnaval de
estas agrupaciones compuestas por negros (1867), pero con declarado aire
blanco, surgirá su exacta contrapartida: la novedad de un conjunto formado
por blancos, pero disfrazados de negros. Lo cierto es que sus componentes
imitaban a los morenos a la perfección, vestían como ellos, cantaban y
bailaban al mejor estilo afro. Ocurrió en el Carnaval de 1874, y la agrupación
se llamó “Negros Lubolos”.
Cuenta el mismo Vicente Rossi que “la formaban jóvenes comerciantes y
profesionales, criollos blancos que se presentaron perfectamente teñidos de
negro y con indumentarias igual a la de los esclavos de las fazendas brasileras
e ingenios cubanos. Hablaban en el gracioso bozal de nuestros africanos;
caminaban y accionaban imitando impecablemente a los negros” (...) llevaban
los instrumentos típicos de la raza: tamboriles y masacallas; y los instrumentos
exóticos de sus descendientes: guitarras, violines, etc? (.,.) “se pintaban

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Música de Negros

prolijamente cara, garganta, pescuezo y orejas; para disimular la ausencia de


motas se envolvían la cabeza con un gran pañuelo polícromo, en la misma
forma que solían hacerlo los negros. Sombrero de paja de anchas alas, puesto
o colgado sobre la espalda. Las apariciones anuales de “Los negros Lubolos”
fueron recibidas con creciente entusiasmo por todas las clases sociales. Las
familias distinguidas se disputaban las visitas de los “Negros Lubolos” y los
principales salones les dedicaban sus bailes..,” La iniciativa de crear esta
singular comparsa blanco-negra partió de dos argentinos radicados entre
nosotros; un tipógrafo de apellido Crewell, cuyo nombre de pila no se
conserva, y un carnicero de la esquina de Buenos Aires y Pérez Castellano,
Bernardo Escalera, que fue el primer presidente de la agrupación.
El éxito que alcanzaron estos primeros negros lubolos incitó a los infaltables
imitadores. No demoraron en aparecer muchos otros grupos, a los que el
pueblo terminó aplicándoles el término genérico de “lubolos’”, que ha
subsistido hasta hoy Pero “como tenia que suceda, el abuso trajo el
desprestigio, y la discreta demostración africana de los primeros Lubolos fue
conviniéndose en una grosera carnavalada, que en varias ocasiones la
autoridad estuvo a punto de prohibir”.
Como suele ocurrir en estos casos, de la primera agrupación fundadora
se escindió una segunda, que fue bautizada “la Nación Lubola. En esta
actuaba un joven cantante que tenia a su cargo los “solos” y que más tarde se
destacaría como excelente tenor: Oxilia. Las dos agrupaciones perduraron
unos cinco años, y ambas pueden considerarse fundadoras de un género
carnavalesco de arte moreno destinado a permanecer... aunque haya sido
fundado por blancos. (Milton Schinca, en Boulevard Sarandí, tomo 3) (Ambos
textos fueron cedidos gentilmente por Ediciones de la Banda Oriental)

Monte VI de EO
Revista de la Intendencia Municipal de Montevideo

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