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Por otra parte, dando una mirada a una de las corrientes más importantes en la historia de la

psicología: el Humanismo, se encuentra el piscólogo estadounidense Carl Rogers, quien

junto con Abraham Maslow son considerados los iniciadores de dicho enfoque, cuya

principal idea radica en que la personalidad está enormemente influenciada por la fuerza

motivacional de cada ser humano. Afirman ellos que cada individuo posee la capacidad de

convertirse en el tipo de persona que desee, siempre y cuando siga al pie de la letra algunas

pautas que harán mejorar y crecer a nivel individual, pero sin olvidarse de la parte

colectiva.

Mientras que otras corrientes de la psicología como el psicoanálisis y el conductismo han

postulado una visión no tan positiva del ser humano, presentando la primera una

explicación de los procesos psíquicos en la que los deseos inconscientes y su confrontación

con las normas socialmente aceptadas rigen el comportamiento y la segunda postula a los

seres humanos como máquinas que reaccionan ante estímulos externos, pasada la mitad del

siglo XX aparece el humanismo o también llamado “Tercera fuerza” con una idea

totalmente diferente a lo que había presentado la psicología hasta entonces. Dicha idea

proponía enfatizar la libertad de los individuos a la hora de tomar el rumbo de sus vidas,

pues según este enfoque ni los factores biológicos ni los ambientales son determinantes en

el comportamiento humano.

Teniendo ya una idea más clara de qué es el humanismo, qué plantea y cuáles fueron sus

principales exponentes, surge el interrogante: Para Rogers, ¿cómo se define la personalidad

en cada individuo?
Carl Rogers, como muchos médicos, psicólogos y psicoterapeutas reconocidos, lograron

obtener gran reconocimiento y éxito en su profesión gracias a haber realizado teorías

basados a sus experiencias evidenciadas durante alguna etapa de su vida.

Rogers planteó la teoría de la personalidad altamente funcional con la cual afirmaba que

cada individuo se puede analizar dependiendo de la manera en que se acerque o se aleje a

una manera determinada de ser y vivir la vida.

Una persona altamente funcional se caracteriza por mantener en un constante proceso de

auto-actualización, es decir, en la búsqueda permanente de los mecanismos necesarios que

lo lleven a tener un estilo de vida con el cual se sienta totalmente satisfecho. Logrado esto,

Rogers denominó la personalidad de un individuo altamente funcional como “un marco en

el que fluye en tiempo real un modo de vivir la vida que se adapta constantemente a las

circunstancias”

“El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe” es una frase célebre del escritor y

filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau, complementada en cierto modo con la teoría de la

“Tabula Rasa” de Locke y apoyada años después por Rogers, quien basado en las ideas

humanistas concebía la idea del ser humano desde sus inicios como un ser puro sin

tendencia al mal y que, con el paso del tiempo, iba moldeando su personalidad de manera

empírica, pero siempre impulsado por el empeño y la motivación.

Si se analizan de forma crítica las ideas humanistas propuestas por Carl Rogers, se pueden

identificar una gran cantidad de “verdades”, las cuales para muchos ya son obvias, pero

para otros que se dejan llevar más por las ideas conductistas y psicoanalistas no lo son y

aún se quedan en eso, en simples teorías sin manera alguna de ser comprobadas. Aunque
Rogers ubica la definición de la personalidad dentro de un marco con ideas netamente

humanistas, es necesario tener en cuenta que tanto el conductismo como el psicoanálisis

también cuentan con ideales y bases sólidas que invitan a pensar que tienen mucho de

cierto.

La personalidad no posee una única definición, pues aunque cada teoría expuesta por un

autor diferente presenta parámetros contundentes todas tienen algo de cierto que llevan a

formar no un solo ideal, sino muchos en cuanto a la manera de actuar de cada ser humano.

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