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AUTOESTIMA

La autoestima representa una actitud hacia uno mismo; es la manera en que cada uno
se ama, se respeta, se siente, se acepta y establece límites de integridad y cuidado.
Autoestima es confianza, satisfacción con uno mismo. Es el valor que nos asignamos a
nosotros mismos y tiene que ver con qué tanto nos aceptamos, cómo somos y qué tan
satisfechos estamos con lo que hacemos, pensamos o sentimos. Todo esto tiene
relación también con el grado en que creemos que tenemos derecho a ser felices y
cuanto respetamos y defendemos nuestra dignidad.

“Es una predisposición a experimentarse como competente


para afrontar los desafíos de la vida y como merecedor de
felicidad” Nathaniel Branden.

La autoestima es fundamental en nuestro desarrollo puesto que de ella depende


nuestro logro, bienestar y felicidad en nuestra vida. Además, determina el desarrollo
de nuestras potencialidades y también nuestra inserción o participación en la sociedad.

Un nivel consolidado de autoestima implica conocerse, aceptarse, quererse y


respetarse. Es la fórmula que nos permite lograr relaciones gratificantes, armónicas,
productivas y constructivas con nuestro entorno; nos ayuda a enfrentar con éxito las
adversidades y nos imprime la motivación necesaria para aspirar a la consecución de
metas y objetivos.

Una autoestima sólida o positiva provoca en la persona un sentimiento de agrado y


satisfacción consigo misma. En esas condiciones, la persona acepta y valora a los
demás tal y como son; de igual forma, asume riesgos y enfrenta los fracasos como
oportunidades para aprender y crecer.

En cambio un nivel de autoestima deteriorado nos origina un sentimiento de


inferioridad, incapacidad e inseguridad que nos conduce a ideas desagradables acerca
de nosotros mismos. Aparece entonces las actitudes pesimistas, derrotistas, ansiosas y
depresivas.

Las personas con autoestima limitada o deteriorada están descontentas consigo


mismas, se consideran devaluadas, incompetentes y aisladas. Tienen una conciencia
muy marcada de sus defectos, es decir, enfatizan y sobredimensionan sus limitaciones.
Quienes tienen autoestima negativa manifiestan actitudes de inseguridad,
vulnerabilidad; son inhibidas, poco sociables, perfeccionistas, desafiantes,
desmotivadas y presentan agresividad. En el fondo, son personas con una gran
necesidad de sentirse queridas y reconocidas por los demás, son tan vulnerables que
exageran sus errores convirtiéndolos en un autoconcepto empobrecido.

La autoestima es un recurso psicológico que permite que las personas se orienten


hacia el bienestar y no hacia el malestar. Está formada de dos sentimientos: puedo y
valgo, teniendo con esto la habilidad para enfrentar los problemas y logros que se
presentan en la vida, a través de la confianza en sí mismo con la conciencia o derecho
a ser feliz. La persona no nace con autoestima, ésta se construye, se forma, se
aprende en la medida en que la persona integra a su interior las experiencias de su
vida. No obstante, y como todo lo aprendido, la autoestima es susceptible de deterioro,
de cambio y de mejora en toda la vida.
Con respecto a los niños, la autoestima comienza a formarse desde los primeros años,
por medio de los vínculos afectivos y la capacidad de descubrirse y conocerse. En ese
sentido la actitud y el trato que los adultos brinden a los niños es determinante para la
conformación de la autoestima. Todo lo que los adultos digan o hagan con respecto al
niño, determina el concepto que él tenga de sí mismo, esto es, la manera en la que los
adultos califiquen al niño determina el autoconcepto: Si al niño se le dice que es tonto
o inepto, crecerá asumiendo esto como verdad y en consecuencia, manifestará
conductas y actitudes en este tono. En cambio, si se le alienta, motiva y se le
reconocen sus capacidades, crecerá con seguridad y confianza personal. Si se
promueve así la autoestima, el niño se abrirá a la vida con todas sus capacidades,
aprenderá a valorar los aspectos de su personalidad y enfrentará las situaciones
difíciles con seguridad.

Si a los niños se les estimula para formar y fortalecer su autoestima, se sentirán bien
consigo mismos, se relacionarán sensiblemente con los demás, serán comprensivos,
tolerantes, aceptarán la diversidad, expresarán motivación y en un futuro serán
adultos plenos, maduros, solidarios que disfrutarán de la vida con mayor intensidad.

Para estimular la autoestima de los niños se deben atender tres áreas prioritarias:

 Formación de la identidad
 Sentido de pertenencia
 Eficacia para actuar sobre situaciones.
ACTIVIDADES AUTOESTIMA EN NIÑOS

MANZANAS

(UNA ACTIVIDAD PARA EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA SENSORIAL)

OBJETIVO: Aumentar la conciencia sensorial.

MATERIAL: Una manzana para cada uno de los participantes.

LUGAR: Un lugar con suficiente espacio como para que los participantes se
sienten en el piso formando un círculo.

DESARROLLO:

I. El facilitador pide a los integrantes que se sienten en el piso formando un


círculo; le da una manzana a cada uno y señala que como no existen dos
manzanas exactamente iguales, cada niño deberá llegar a conocer muy bien su
propia manzana.

II. El facilitador concede, 5 minutos para que cada uno "llegue a familiarizarse
con su manzana" Tres minutos se dedicarán exclusivamente a observar las
características exteriores de la manzana y los otros dos, con los ojos cerrados,
sintiendo a través del tacto las peculiaridades de la manzana.

III. Después de pasados los cinco minutos, les pide que todos, que formen
parejas. Cada miembro de la pareja le "presenta" su manzana al otro niño
dándole a conocer detalladamente sus características particulares.

IV. El facilitador pide a los miembros de la pareja que intercambien sus


manzanas y que anoten o mencionen las diferencias.

V. Ahora, se reúnen a todos los niños y se les pide que formen un círculo, y
que coloquen sus manzanas en una pila en el centro. Luego se les indica que
cierren los ojos y traten de localizar sus propias manzanas.

VI. Se forma nuevamente un círculo con todos los niños; se recogen las
manzanas y se vuelven a distribuir; el facilitador pide que cierren los ojos y
que vayan pasando las manzanas hacia la derecha, palpando cada una hasta
identificar la suya. Cuando una persona identifica su manzana, debe colocarlo
en su regazo y seguir pasando las otras manzanas hasta que todos hayan
encontrado la suya.

VII. El facilitador entabla un intercambio de opiniones acerca de la experiencia


con todos los niños del grupo, tratando de concluir en la forma en que se
emplean las habilidades sensoriales.
Un viaje a la fantasía

Objetivo: Profundizar en el conocimiento propio y de los demás.

Desarrollo: El animador cometa lo siguiente: imagínate que te vas a ir a un


lugar incivilizado y solamente te puedes llevar siete cosas. ¿Qué cosas
llevarías?. Piensa y anótalas en una hoja. A continuación se reúnen todos los
niños y cada uno comunica a los demás las siete cosas que llevaría, explicando
el porqué de cada una.

LOS CUBIERTOS

Desarrollo: Es un juego muy divertido y sencillo. El animador les dice que


cuando mencione cuchillos todos se paran, cuando diga cucharas todos se
sientan y cuando diga cubiertos todos se cambian de lugar. El que se
equivoque se va saliendo del juego. Gana quien quede hasta el final.

CONFUSIÓN DE ZAPATOS (OPCIONAL)

Material: zapatos de los participantes.

Formación: se traza dos líneas paralelas a una distancia de diez metros. Detrás
de una de las líneas, la de partida, están alineados los niños. Detrás de la otra,
los zapatos de los participantes, todos revueltos, pero no amarrados o
abotonados.

Desarrollo: el fqcilitador de una señal de partida, y todos corren a la línea de


llegada, y cada uno procura calzarse su zapato. Este debe ser amarrado o
abotonado según la necesidad. Enseguida, se vuelve a la línea de partida. El
primero que pase la línea de partida debidamente calzado con sus zapatos será
el vencedor.

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