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1
INTRODUCCIÓN
1
Las reflexiones más conocidas sobre estas cuestiones son, probablemente, el artículo
“Sobre la autoridad etnográfica”, de James Clifford, publicado en 1984 (existen varias
versiones españolas: la compilación de Reynoso El surgimiento de la antropología
posmoderna, en Gedisa, Retóricas de la antropología, en Júcar, y otra en Dilemas de la
Cultura, de James Clifford, también en Gedisa,), junto a El antropólogo como autor, de
Clifford Geertz, publicado en 1988 (existe una versión española en Paidós).
2
Con esta perspectiva, las interrogaciones que el estudiante debe formularse ante
los textos de la asignatura son, por ejemplo: “¿cuál es la pregunta que el investigador
busca responder con su investigación?”, “¿desde qué marco teórico aborda su
investigación?”, “¿qué datos produce para poder responder a esta pregunta?”, “¿cómo
construye su etnografía?”, “¿a qué conclusiones llega?”. Sin embargo, evaluar la
pertinencia de la pregunta que se busca responder, la solidez del marco teórico, o el
valor de las conclusiones, no es algo que forme parte de nuestras intenciones. Es
necesario que esta distinción esté clara.
Desde los ya lejanos tiempos de Lewis H. Morgan, a mediados del siglo XIX, la
etnografía y la teoría sobre el parentesco van asociadas, mientras perdía todo prestigio la
antropología de sillón. Los términos propios de la antropología del parentesco
(“filiación”, “matrilinealidad”, “avunculocalidad”, tantos otros) son, en consecuencia,
producto de un largo desarrollo de la disciplina. Por ello, tienen gran importancia para
esta asignatura. No puede concebirse competencia y destreza en el uso de materiales
etnográficos sin conocimiento del vocabulario y los conceptos clave que son específicos
de esta materia. Se da por supuesto que los conceptos y términos básicos de la
antropología (por ejemplo, “observación participante”, “emic, “etic”, etc.) son
conocidos.
Hemos afirmado que la etnografía es, desde luego, escritura, pero también que
no es sólo escritura, sino un método, un conjunto de métodos, un proceso. Por
consiguiente, en esta asignatura no se pide al estudiante que, ante la etnografía, elabore
un “comentario de texto”. Lo que debe es analizar la construcción de ese texto, en la
medida en que representa un proceso, una investigación, una metodología. Un análisis
no es un comentario. Un análisis es la separación de los elementos que constituyen un
todo, de modo tal que ese todo sea más fácilmente comprensible tras esa labor. La
intención de esta guía es hacer más sencilla esa labor de análisis.
Algunos de los textos que son materia obligatoria de esta asignatura lo son al
completo, otros son sólo fragmentos de textos más amplios. En el primer caso, la guía
también suministra el contexto de los pasajes elegidos dentro de la obra.
3
LEWIS MORGAN: LA SOCIEDAD PRIMITIVA
iii) Los elementos del conjunto "Cultura" ("Civilización") cuentan con condición
paramétrica, esto es, son pasibles de que se les asigne magnitud. La naturaleza de esta
magnitud es algo borrosa, es el "grado de desarrollo" (Tylor 41). Podría asimilarse a
2
Citado de A. Francesch, introducción a Franz Boas: textos de antropología, Ed.
Universitaria Ramón Areces, 2008.
3
Edward B. Tylor, Cultura Primitiva, Ed. Ayuso, 1977 (original publicado en 1871).
4
"nivel de complejidad", aproximadamente. La magnitud no es escalar, sino apenas
ordinal. El conjunto "Cultura", como tal, acepta la misma medición que sus elementos
aislados: según se ha dicho, una medición ordinal, cuyos grados más manifiestos son
"salvajismo", "barbarie" y "civilización".
Bajo estas perspectivas, era obvio que la Confederación Iroquesa estaba abocada
a la extinción, como formación social de desarrollo inferior, por el propio sentido, la
teleología ínsita en la realidad empírica. En el vasto panorama del decurso humano, el
estadio cultural iroqués era una fase efímera, para el pensamiento evolucionista. Pero
hay más. Incidentalmente, como apuntan diversos autores 5, la trayectoria intelectual de
Morgan, en particular, tendía a ver la realidad global de los seres vivos como una Gran
Cadena del Ser, configurada en uno de sus extremos por las formas animales menos
inteligentes, y en el otro, por los civilizados. Esto puede verse en uno de sus primeros
escritos, un ensayo de psicología animal (Mind or Instinct, publicado en 1843), en el
que Morgan postula, en palabras de Valdés 6, “que todos los seres animados de la
Creación comparten un mismo Principio Pensante”.
4
Lewis H. Morgan, La sociedad primitiva, Madrid, Endymion, p. 77.
5
Puede verse, en este sentido, María Valdés Gázquez, El pensamiento antropológico de
Lewis H. Morgan, Universidad Autónoma de Barcelona, 1998.
6
ibídem, p. 29.
5
En definitiva, en el núcleo del pensamiento de Morgan no puede, en modo
alguno, omitirse su evolucionismo.
2. El trabajo de campo.
Un texto escrito por Thomas T. Trautmann lleva por título Lewis Henry Morgan
y la invención del parentesco. Lowie, por su parte, en su Historia de la Etnología,
afirma sin titubeos (p. 81): “lo que da a la obra de Morgan un carácter único es el haber
6
sido quien literalmente creó el estudio de los sistemas de parentesco, como una de las
ramas de la sociología comparada”. Podríamos multiplicar los ejemplos, pero no resulta
necesario. Parece casi rutinario comprobar que Morgan no es sólo uno de los fundadores
de la moderna antropología, sino también uno de los fundadores (¿inventores?) de la
antropología del parentesco como disciplina 7.
Para Morgan, instituciones, organización familiar, herramientas, creencias
religiosas, reflejan los estadios culturales y son, todos esos ítems y muchos más,
armónicos entre sí. Cada estadio evolutivo, caracterizado por determinados rasgos,
presenta un conjunto de características específico y que no se encuentra en los restantes
estadios. La sociedad primitiva es un enciclopédico intento de mostrar la secuencia
evolutiva humana, las razones de esa tendencia lineal y progresiva de la historia de los
seres humanos, y presentarla en un cuadro omnicomprensivo. El libro se divide en
cuatro partes: una teoría general de la evolución social y evolución de los medios de
subsistencia, la evolución de los sistemas de gobierno, la evolución de los sistemas de
parentesco, y la evolución de los sistemas de propiedad.
“La gens iroquesa” forma parte de la segunda parte del libro, esto es, de la
dedicada a la evolución de los sistemas de gobierno. ¿Por qué esta elección en una
materia destinada al parentesco? Morgan propone una forma “civilizada” y otra
“primitiva de gobierno”. La primera, más reciente, basa la organización política sobre
un territorio; la segunda, más antigua, basa la organización política en los lazos
derivados de que el grupo —la gens— comparte un antepasado común.
Los datos sobre la gens iroquesa provienen de su propio trabajo de campo, y
serán contrastados con los de otros pueblos americanos, de la Roma y la Grecia clásicas,
así como otros sistemas de parentesco asiáticos o de la región del Pacífico, hasta
demostrar que la organización en gentes debe considerarse extraordinariamente antigua
y propia de los estadios de salvajismo y barbarie.
4. La escritura etnográfica.
7
Deben mencionarse otros nombres fundadores, como Bachofen, MacLennan, Lubbock
o Maine.
7
compartidos que permitieran adjudicarle un puesto en la secuencia evolutiva humana
global. La gens iroquesa se compara con la griega, la romana, con los mayas, las tribus
andinas del siglo XVI, los cheroquis, ojibwas... Rasgos aislados de sus contextos;
contextos generales de organización social, en los que se omiten diferencias sustantivas,
se reúnen, pues, en derredor de la gens y de los puestos que la gens ocupa en la
secuencia evolutiva. Lo que importa, para los evolucionistas, son los rasgos y las pautas
en común, a despecho de cuanto pueda separar sociedades tan distintas como la romana
preimperial y la confederación iroquesa. Para Morgan, lo importante es aportar datos
que confirmen los presupuestos teóricos previos.
8
MARGARET MEAD: ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA
Margaret Mead (1901-1978) es, sin ningún género de dudas, una de las figuras
más importantes y más conocidas de la historia de la antropología. Comenzó su carrera
bajo los auspicios de Franz Boas y Ruth Benedict y realizó trabajos de campo en
Samoa, Nueva Guinea, Bali. Su obra abarca monografías, artículos, reseñas y también
una proporción nada desdeñable de escritos de divulgación: Mead estaba convencida de
que su activismo social y su tarea como antropóloga estaban necesariamente unidos.
Parte de su trabajo tuvo propósitos claramente aplicados.
Su posición intelectual, el convencimiento de que los conocimientos
antropológicos eran útiles para funciones prácticas, no sólo teóricas (trabajó para el
gobierno de los EEUU en distintas cuestiones, durante la II Guerra Mundial y después
de ella), y útiles también para la reforma social, tienen su peso en el texto que nos
ocupa. El último capítulo del libro es un análisis comparativo de las sociedades
estadounidense y samoana, en torno a la adolescencia y a la pregunta de si, como se
considera normalmente en nuestras sociedades, los conflictos propios de la adolescencia
son producto de la biología, de la pubertad, o son más bien consecuencia de la
organización social, familiar, educativa; y ese análisis lo que busca es que su propia
sociedad reflexione sobre sus propios rasgos culturales. Bajo este prisma el libro al
completo adquiere su sentido propio.
Mead suele ser encuadrada en la escuela denominada “cultura y personalidad”.
Los presupuestos teóricos de esta corriente tienen su origen en Boas y sus posturas
contrarias al evolucionismo y al racismo. Lejos de ver en la historia y las culturas
humanas un camino único, recorrido de forma dispar y con altibajos, pero siempre de
evolución progresiva 8, Boas y los boasianos veían en ellas un amplio abanico de formas
de vida posibles, al que no era posible dotar de jerarquías ni de valoraciones en rango.
Lejos de ver en las “razas” humanas (que, de hecho, negaban como entidades empíricas,
motivo por el cual entrecomillamos el término) características mentales o morales
innatas, veían en las distintas sociedades distintos rasgos psicológicos, producto de
reacciones frente a la determinada configuración cultural de que se tratara, en absoluto
debidas a una “naturaleza humana”, o varias naturalezas, definidas por características
“raciales”, invariables, per se.
El trabajo de Mead en Samoa estaba orientado a este tipo de cuestiones. Se
trataba de ver si existe en la “naturaleza humana” una fase de “adolescencia”, más o
menos solapada con la pubertad, que inevitablemente conduce a conductas conflictivas.
En otras palabras, si detrás de la “adolescencia”, de sus conmociones y tensiones, existe
una determinación biológica y hasta qué punto, de haberla, puede ser modificada por la
cultura. Para ello, el método era la comparación transcultural. El ejemplar seleccionado
para la comparación, Samoa en los años veinte del siglo pasado.
2. El trabajo de campo.
Las virtudes del trabajo de campo de Mead están puestas en duda (como las de
casi todo antropólogo). Las críticas más conocidas vienen de Derek Freeman, que
encuentra la labor de Mead defectuosa en varios aspectos: su falta de experiencia y
preparación cuando viajó a Samoa, bajo la tutela de Boas, con poco más de veinte años
8
Véase la sección dedicada a Morgan.
9
de edad; porque Freeman mantiene que fue engañada por sus informantes,
especialmente en las cuestiones relacionadas con su actividad sexual; y porque sus
inclinaciones ideológicas sesgaron su visión de los hechos. Las críticas de Freeman han
sido, a su vez, criticadas, en un largo debate que no parece tener solución clara. Incluso
el debate en sí (no sus argumentos) ha sido objeto también de críticas. Hay quien apunta
que esta controversia es producto de una lectura incorrecta del trabajo de Mead, con
independencia de las carencias que pudiera tener su trabajo de campo. Nuestra intención
no es dilucidar este asunto. Hay están los epígrafes puramente técnicos de la autora en
Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, acerca de métodos, tests, listas de control, etc.,
para quien quiera inspeccionar las virtudes de su trabajo de campo, así como sus claras
exposiciones de su fundamentación teórica.
En cualquier caso, lo que sí parece claro es que Mead trató de realizar su tarea
con el mayor rigor que pudiera. La documentación nos proporciona pistas sobre las
dudas de la propia Margaret Mead, acerca de la forma en que practicar su trabajo de
campo lo mejor posible. Por ejemplo:
(...) si vivo en una casa samoana con una familia de nativos, es posible que
logre un contacto más íntimo con esa familia en particular. Considero, no
obstante, que las ventajas derivadas de esta situación se perderían al trabajar
con menos eficacia, a causa de la alimentación poco familiar y de las
condiciones agotadoras para el sistema nervioso de vivir con media docena
de personas más en un solo cuarto, en una casa sin paredes, sentándome
siempre en el suelo y durmiendo siempre con el temor de que aparezca un
cerdo o un pollo y se meta en la cama. 9
Los autores de esta guía desconocemos la realidad de Samoa en los años veinte
del siglo pasado, si no es por estos textos antropológicos. Ignoramos, por poner un caso,
si los cerdos acostumbraban a meterse en la cama de la gente durante la noche y sin
previo aviso. También ignoramos con qué intenciones (¿agresivas, afectivas?). Lo que
queremos resaltar es que la observación participante no es sólo producto de la
casualidad de los acontecimientos o de las situaciones de hecho, sino que es calibrada
en función de los propósitos y los resultados previsibles. Pero también que esa misma
casualidad, que el azar, la buena o mala suerte, que brindan oportunidades o las sustraen
al investigador, son en sí mismas objeto de análisis. Es decir, que existe una
planificación previa, pero que, como es lógico, se producen situaciones no previstas en
el trabajo de campo y deben ser también analizadas, a la hora de valorar el material
empírico producido en ellas.
En el mismo libro, Mead coloca sobre el tapete estas cuestiones cuando escribe
en la introducción del mismo libro: “mientras el antropólogo ‘participa’ en la vida
cotidiana, observa al mismo tiempo dicha participación” 10. El asunto no es baladí. En
tanto que las ciencias llamadas “duras” (su ejemplo paradigmático sería la Física)
parecen no tener demasiados problemas respecto al observador 11, la “objetividad” del
antropólogo sería siempre cuestionable. Los sesgos personales, la subjetividad, la falta
de empirismo, son siempre cuestiones latentes. Y, por añadidura, la triangulación no
9
Mead, Cartas de una antropóloga, Bruguera-Emecé, 1983, p. 45.
10
Ibíd.. p. 10
11
El principio de Heisenberg y otros elementos epistémicos similares aíslan los
problemas y los caracterizan, con lo cual los problemas dejan de serlo, para
transmutarse en variables controlables (entendidas en forma algo laxa).
10
resuelve estos asuntos de manera definitiva 12. Mead arroja sobre la mesa esa carta, sin el
más mínimo pudor. La observación participante no sólo es un método. Es una condición
del trabajo, una variable, y como tal, debe ser calibrada. La antropóloga en observación
participante, postula Mead, debe mantener en observación su propia participación.
Pero, además, Mead entrecomilla la palabra “participación”. Esto es, pretende
sentar con claridad que la “participación” debe ser también reflexionada. Conforme
escribe, la participación en la vida cotidiana de la comunidad no deja de ser bastante
peculiar, desde el momento en que una va armada de cuaderno de notas (o grabadoras
digitales, en nuestros días) y va preguntando a todo el mundo todo tipo de cuestiones, en
una lengua ajena que, sin duda, no se domina como la propia. ¿Esto es una participación
integral, una mimesis? Evidentemente, no. Y Mead se plantea, desde el principio y hasta
el final, cómo objetivar esta variable. De hecho, se pregunta si es objetivable.
En conclusión, las carencias y virtudes del trabajo de campo de Mead pueden
enjuiciarse. Pero lo que parece más allá de toda crítica es que ella era perfectamente
consciente de que todo trabajo de campo, por el mero hecho de serlo, implica cuestiones
metodológicas y epistemológicas que no pueden soslayarse sin más. Y así las planteó.
Su inexperiencia, bajo estos parámetros, no era tanta como para incapacitarla en
importantes cuestiones de método y epistemológicas.
12
Por poner un ejemplo algo chistoso, podríamos decir que tres investigadores
convencidos del origen extraterrestre de las pirámides de Egipto no conseguirían mayor
rigor trabajando en equipo que uno en solitario.
13
Recomendamos por su interés —y amenidad— la lectura del capítulo 14, último del
libro, para los interesados en las conclusiones, que responden a la pregunta que da
origen a la investigación.
14
Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 43.
11
usarlo. En tercer lugar, que existe poder, sin duda, en las relaciones de parentesco, pero
que esa imposición debe ser expuesta con muchos matices, en cuanto a la voluntad de
ambas partes de que sea una la impuesta, de que la imposición sea una verdadera
imposición y no, más bien, una interacción de otro tipo, etc. El poder no está
contemplado como una entidad monolítica, absoluta, inapelable. Más bien como un
complejo entramado de ejercicio de poder, modos de esquivarlo, situaciones de uso,
situaciones en las que no se puede usar y todo tipo de modalidades.
Dentro de estos planteamientos, la posición del capítulo en el conjunto del libro
es comprensible. Si la adolescencia, como periodo de conflictos, es la motivación del
libro en conjunto, el poder debe ser estudiado, ya que sólo existe conflicto si existe
poder (salvo en el caso completamente imaginario de un poder completamente absoluto,
literalmente hablando, que no dejara ni un solo resquicio al conflicto; o la no menos
imaginaria carencia absoluta de poder, en lo que no se daría conflicto alguno). Si uno de
los contextos sociales del conflicto adolescente es la red de parentesco, esta ha de
formularse en términos de práctica del poder.
4. La escritura etnográfica.
12
E. E. EVANS-PRITCHARD: LOS NUER DEL SUR DE SUDÁN
1. Contextos históricos y teóricos.
Al caer en descrédito el evolucionismo, surgen dos escuelas principales de
antropología, el particularismo histórico de Boas (Margaret Mead representa un
desarrollo posterior de esta escuela, la escuela de personalidad y cultura) y la
escuela británica, con sus dos corrientes del funcionalismo (Malinowksi) y el
estructural-funcionalismo (Radcliffe-Brown).
E. E. Evans-Pritchard es miembro de la primera generación de antropólogos
preparados para el trabajo de campo intensivo y de largo plazo por Malinowski.15
Recordemos brevemente que Malinowski fue el primer investigador en poner en
práctica el trabajo de campo que ha sido la práctica específica que ha marcado la
antropología durante muchos años: una estancia prolongada y a tiempo completo en
cultura ajena, con el propósito de facilitar ciertos efectos: 1) produce un choque, el
extrañamiento, que hace surgir preguntas no sólo sobre los aspectos más
sorprendentes de la vida de las personas estudiadas sino sobre los más cotidianos, y
2) permite (supuestamente) un entendimiento íntimo de muchos, si no todos, los
aspectos de sus vidas. Es decir, la inmersión total a lo largo de un tiempo extendido
hace que el antropólogo pueda “realmente” comprender la cultura de otros. (Claro
que no es todo tan fácil ni tan claro, y la discusión sobre hasta qué punto se puede
comprender otra cultura es casi infinita.)
La escuela funcionalista a la que pertenece Malinowski postula, para decirlo de
manera muy resumida, que todo lo que hace el ser humano tiene su lógica y sirve
para cubrir sus necesidades básicas, biológicas y psicológicas. Un ejemplo sería su
explicación de la magia que, según Malinowski, sirve para dar al ser humano la
confianza necesaria para sobrellevar situaciones en las que no puede controlar todos
los elementos, por ejemplo, el tiempo meteorológico en un viaje por mar. 16
La escuela estructural-funcionalista, en cambio, afirma (de nuevo,
simplificando) que todo lo que hace el ser humano sirve para mantener la estructura
social, elemento fundamental de la vida humana. Describir las distintas esferas de la
estructura social y comprender cómo se entretejen se convierte, entonces, en el
propósito de esta corriente.
Ambas escuelas coinciden en que, para grupos humanos sin historia escrita, de
poco sirve especular sobre el pasado; más vale estudiar el grupo en toda su
actualidad ya que, sea cual sea el camino por el que se ha llegado a la estructura
actual, el grupo está funcionando así ahora. Uno de los inconvenientes que siempre
se menciona de este enfoque es que, al presuponer esta tendencia a mantener un
estado estático, no puede abordar bien los procesos de cambio.
Y éste es una de las críticas que se ha hecho al trabajo de Evans-Pritchard: que
estudió a los nuer en un momento en el que ya habían experimentado importantes
cambios por la colonialización pero que las limitaciones teóricas del estructural-
funcionalismo no le permite abordar este cambio.
15
Para ampliar información sobre el contexto académico de sus años en la London School of Economics
y su posterior trabajo en África: Kuper, Adam. 1973. Antropología y antropólogos. La escuela británica
1922-1972. Barcelona: Editorial Anagrama.
16
Véase Malinowski, Bronislaw (1994). Magia, ciencia y religión. Editorial Ariel.
13
2. El trabajo de campo.
Así que, en total, viví entre los nuer un año aproximadamente. No considero que un
año sea el tiempo adecuado para hacer un estudio sociológico de un pueblo,
especialmente de un pueblo difícil en circunstancias adversas, pero enfermedades
graves tanto en la expedición de 1935 como en la de 1936 pusieron fin a las
investigaciones prematuramente. 18
El texto que leeremos aquí es “Los Nuer del Sur de Sudán”, y se publicó, como
acabamos de apuntar, en 1940 en el libro African Political Systems. Quiero destacar dos
temas que son fundamentales para comprender este capítulo. El primero es su novedad
en cuanto estudio de lo que Evans-Pritchard llama un “anárquico estado” 21 o “un estado
acéfalo, carente de órganos legislativos, judiciales y ejecutivos”. 22 El segundo tema es
la teoría de los linajes o de la descendencia.
El continente africano se convirtió en el destino de gran parte de los antropólogos
que estudiaron en el London School of Economics con Malinowski. Las colonias
británicas allí, con su aparato administrativo, proporcionaban la infraestructura que daba
17
Véase Evans-Pritchard, E. E. 1977, trad. al español [1940]. Los Nuer. Barcelona: Editorial Anagrama.
P. 22-28.
18
Íbid., p. 26.
19
Kuper, Adam. 1973. Antropología y antropólogos. La escuela británica 1922-1972. Barcelona:
Editorial Anagrama. P. 117.
20
Véase el artículo de Kuper, Adam. 2007 [1982]. Teoría de linajes: una revisión crítica. En Parkin, R. y
L. Stone (eds.). Antropología del parentesco y de la familia. Madrid: Editorial Universitaria Ramón
Areces.
21
Evans-Pritchard, E. E. 2008 [1940]. Los nuer del sur de Sudán. En Parkin, R. y L. Stone (eds.).
Antropología del parentesco y de la familia. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces. Pp. 131-153.
22
Íbid., p. 152.
14
a los antropólogos entrada a los distintos pueblos africanos, asegurando, en cierta
medida, su seguridad. Algunos de estos pueblos eran o habían sido reinos, con una
estructura politico-administrativa, sus tributes, sus ejércitos y sus intrigas. Otros, como
los nuer, no eran así. Y sin embargo, lograban controlar grandes territories y no solo
defenderse contra sus enemigos sino conquistar las tierras de otros. La pregunta que se
hacía Evans-Pritchard fue qué tipo de organización tenían estos grupos, cómo podían
mantenerse (una pregunta típica del estructural-funcionalismo, como se vió en la
primera sección de este apartado) sin un gobierno centralizado. La respuesta a la que
llega es que un sistema tribal-territorial, un sistema de linajes y un sistema de grupos de
edad, en combinación, crean una estructura que se refleja en todos los niveles.
Dentro de la teoría estructural-funcionalista, Evans-Pritchard trabaja con la teoría de
los linajes o la teoría de la descendencia. Sin entrar en cuestiones teóricas más
complejas, vamos a ver en un momento qué es un linaje y qué es la teoría de los linajes,
un tema que se aborda en detalle en la asignatura Antropología del Parentesco I.
Mientras que en nuestra propia sociedad, solemos considerar a todos los parientes de
nuestro padre y a todos los parientes de nuestra madre como parientes nuestros, en
grados más cercanos o lejanos (una vision del parentesco que parte de Ego, la persona
de cuyos parientes estamos hablando), hay otros grupos humanos que entienden el
parentesco de otras maneras. Una de estas maneras es considerar que el parentesco
significa pertenecer a un grupo de personas que parte de un antepasado, cuyos
descendientes forman el grupo de parentesco. En este caso, para saber quiénes son parte
del grupo de descendientes de ese antepasado, hay que saber cómo se entiende esta
descendencia. Si la descendencia es patrilineal, todos los hijos e hijas de un varón serán
miembros del grupo de su padre (pero no miembros del grupo de su madre). Es decir,
sólo los varones transmiten esta característica de ser miembro de su grupo a su
progenie. Si la descendencia es matrilineal, todos los hijos e hijas de una mujer serán
miembros del grupo de su madre (pero no miembros del grupo de su padre). Es decir,
solo las mujeres transmite esta característica de ser miembro de su grupo a su progenie.
Pueden encontrar diagramas de un patrilinaje y de un matrilinaje en el texto de la
asignatura de Antropología del Parentesco I (Aranzadi, Juan.´2008. Introducción
histórica a la antropología del parentesco. Madrid: Editorial Universitaria Ramón
Areces. P. 184) y una explicación de las diferencias entre un sistema patrilineal y un
sistema matrilineal en el mismo texto (p. 630).
Para nuestros propósitos aquí, hay que saber que se suele entender que un patrilinaje
(un grupo patrilineal formado a partir de un antepasado) es un grupo corporativo con
intereses, a veces sobre tierras o recursos, communes. Una de las novedades del estudio
de Evans-Pritchard es la comprensión de que los grupos patrilineales, igual que los
grupos territoriales, se visibilizan cuando surge el conflicto y que el grupo patrilineal
pertinente en cada caso dependerá del nivel en el que se da el conflicto, dando lugar a
un sistema que Evans-Pritchard denomina “segmentario”.
4. La escritura etnográfica.
15
forma de vida. Si el etnógrafo sólo presenta su análisis, el lector no tiene ningún
elemento para juzgar si es acertado o no. Con el propósito de convencer al lector de lo
adecuado del análisis, el autor suele proporcionar cierto contexto etnográfico, aspectos
de la vida que apoyan su análisis y dan verosimilitud a su análisis.
El “presente etnográfico” describe el grupo humano con el que trabaja el etnógrafo
como si existiera siempre en el mismo estado, en las mismas condiciones, antes de
llegar el etnógrafo, mientras está allí y para cierto tiempo future, también. Así,
podríamos escribir, por ejemplo, “Los jóvenes madrileños a menudo viven durante un
período relativamente largo en casa de sus padres, hasta que terminan de estudiar,
encuentran alguna estabilidad laboral y pueden acceder a vivienda propia”. Todos
sabemos que esto no ha sido siempre así, que depende de muchos factores, y que no
necesariamente seguirá siendo así en el futuro. Evans-Pritchard utiliza este “presente
etnográfico” por ser la única manera reconocida de escribir etnografías en su momento.
(Aunque desde hace tiempo se está experimentando con otras maneras de escribir
etnografías, la mayor parte de los autores siguen utilizando el “presente etnográfico.”)
Esto no quiere decir que haga caso omiso a la historia reciente de los nuer, pero sí nos
predispone a los lectores a pensar que “siempre” han sido así. Esta es una de las
desventajas de esta manera de escribir, aunque tiene la ventaja de darnos la ilusión de
“estar allí” observando lo mismo que el investigador.
16
CLAUDE LÉVI-STRAUSS: TRISTES TRÓPICOS
17
inundado por completo toda la antropología actual. Si no se cita a Lévi-Strauss es,
sencillamente, porque se da por sabido 23.
2. El trabajo de campo.
23
Sobre el pensamiento de Lévi-Strauss existe una obra ingente. Aventuramos, como
una posibilidad sugerente, leer la escrita por autores al margen de la disciplina
antropológica, como puede ser Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, de
Octavio Paz.
24
Los trabajos sobre Tristes Trópicos son abundantes. Nos permitimos hacer referencia
al de Montserrat Cañedo, “Los Tristes Trópicos de Lévi-Strauss y el pathos nostálgico
de la antropología”, en Gazeta de Antropología, 26, 2, 2010 (de acceso libre en
Internet), así como al programa de Radio Nacional de España, Radio-3, “Tristes
Trópicos”, emitido en 6-02-2010 (también accesible en Internet).
25
Una visión panorámica de los procesos de aculturación en territorio brasileño puede
encontrarse en la obra de Darcy Ribeiro, Os índios e a civilização. A integração das
populações indígenas no Brasil moderno, editado en Companhia Das Letras, Sao Paulo.
18
3. El texto elegido: cuestiones fundamentales.
En definitiva, el etnógrafo trata aquí de dar con los rasgos del sistema general,
articulando sistemas de clasificación espacial, temporal y de parentesco, reflejados en
elementos empíricos y en elementos simbólicos. Lévi-Strauss parece buscar que la
mayor relevancia esté en su labor de análisis de los datos, producidos en el trabajo de
campo.
4. La escritura etnográfica.
19
rehuye también indagar en aspectos como el poder, la producción de bienes o el entorno
ambiental. De acuerdo con sus planteamientos teóricos, el análisis procura ensamblar
distintos órdenes, desde lo cognitivo hasta lo material, con el propósito de revelar un
orden subyacente a la sociedad y la cultura bororos, que cobra forma por medio de
diversos canales expresivos. Si el texto es representativo de la escritura de su autor, lo
es en la medida en que los procedimientos conceptuales lo colman.
Y, como se ha dicho, esos marcos conceptuales se pretenden panhumanos. Por
ello, en la presentación del trabajo, el autor cita, de soslayo, insinúa más que refiere,
sugiere, reflexiones que desbordan su trabajo de campo estricto. Ahí está la presencia de
la música “germánica”, de los “emblemas heráldicos”, de los símiles futbolísticos.
¿Traducción de un sistema simbólico y cultural a otro? ¿O insistencia en un sustrato
común, que solo varía sus continentes pero no sus contenidos? Es difícil optar por una u
otra posición. Con todo, Lévi-Strauss negaría, posiblemente, la existencia del
antagonismo esencial de la traducción de un sistema cultural y simbólico a otro, o la
existencia de un sustrato común subyacente, para plantear que todo ello se resuelve en
una mediación que, sin negar la contradicción, la superaría, en la forma de un
pensamiento salvaje: el pensamiento que impone orden el caos. Porque la condición
humana, para Lévi-Strauss, sólo puede ser tal en la medida en que piense cómo dar
sentido al mundo, y el sentido, por serlo, excluye el caos.
20
KATH WESTON: LAS FAMILIAS QUE ELEGIMOS. LESBIANAS, GAYS Y
PARENTESCO
21
que carece de un equivalente concreto en las culturas de cualquiera de las
sociedades que estudiamos.
De ahí la conclusión de que el “parentesco” (…) es un no-tema, ya que no existe
en ninguna cultura conocida por el hombre. (Schneider 2007 [1972], en Parkin,
R. y L. Stone, Antropología del parentesco y de la familia. Pp. 451, 454. Madrid:
Ramón Areces)
Schneider dice además que, ni siquiera en occidente, existe el parentesco tal
como se venía estudiando: “Yo insisto en que estos elementos biológicos” tienen una
fundamentalmente simbólica y en que su significado no es en absoluto la biología”
(Ibid. P. 447).
Después de esta negación del parentesco, tal como se había estudiado hasta ese
momento, como un “no-tema”, la antropología del parentesco decayó durante un
tiempo, acaparando el interés de los antropólogos otros temas más populares y menos
criticados. Sin embargo, para los investigadores que seguían con interés en el
parentesco, la crítica de Schneider tuvo el efecto de enfocar su mirada en los aspectos
nítidamente no-biológicos del parentesco. Así, por ejemplo, surgió el concepto de
“relatedness” (modo de vinculación) utilizado –aunque no sin críticas- por Carsten para
hablar del parentesco no como una posición adquirida al nacer sino como un proceso a
lo largo del tiempo que tiene lugar mediante actos prolongados de compartir hogar y
comida. 27
Pero incluso más influyente en el resurgimiento de la antropología fueron dos
vertientes emergentes de la vida occidental: la mayor visibilidad y el reclamo para la
aceptación de la homosexualidad como identidad sexual y forma de vida y las
innovaciones de la medicina en el campo de las nuevas técnicas de reproducción
asistida.
Las nuevas técnicas de reproducción asistida (NTRAs) abarcan muchos
procedimientos, desde la fertilización mediante la inseminación artificial, hasta la
fertilización in vitro, la donación de óvulos, la maternidad subrogada, e incluso la
vitrificación de óvulos para su uso en un momento posterior cuando la mujer ya no es
fértil. Estos procedimientos, en los que el material biológico utilizado (óvulo o esperma)
puede proceder de las personas que después ejercerán de padre/madre del bebé que
nace, o de otras personas que no tendrán ninguna relación con ese bebé, llevan a
deslindar aspectos de la maternidad/paternidad que antes no se distinguían, entre
madre/padre biológico, madre que alumbra al bebé, madre/padre que reciben y crían al
bebé… 28
27
Véase Carsten, J. 2007 [1995]. La sustancia del parentesco y el calor del hogar: alimentación,
condición y persona y modos de vinculación (Relatedness) entre los malayos de Pulau Langkawi. En
Parkin, R. y L. Stone Antropología del parentesco y de la familia. Pp. 515-542. Madrid: Ramón Areces.
28
Algunas referencias útiles son: 1) Franklin, S. 1977. Embodied Progress: A Cultural Account of
Assisted Conception. London: Routledge. 2) Ragoné, H. 1994. Surrogate Motherhood: Conception in the
Heart. Boulder CO: Westview Press. La traducción del apartado Maternidad subrogada y parentesco
americano se encuentra en Parkin, R. y L. Stone.2007. Antropología del parentesco y de la familia. Pp.
559-589. Madrid: Ramón Areces 3) Edwards, J., S. Franklin, E. Hirsch, F. Price y M. Strather. 1999.
Technologies of Procreation: Kinship in the Age of Assisted Conception. London: Routledge. 4)
Bonaccorso, M. 2009. Conceiving Kinship. Assisted Conception, Procreation and Family in Southern
Europe. New York: Berghahn. 5) Edwards, J. y C. Salazar. 2009. European Kinship in the Age of
Biotechnology. New York: Berghahn.
22
Estas NTRAs también ofrecieron nuevas posibilidades a las parejas gays y
lesbianas, antes definidas como no-procreativas, de tener hijos y formar familias si así
lo deseaban. 29 Es aquí donde cobra su relevancia el libro de Kath Weston, Las familias
que elegimos. Weston lleva a cabo una investigación en profundidad en los conceptos
de parentesco de las personas lesbianas y gay con las que trabajó en San Francisco y en
las redefiniciones que proponen cuando el parentesco sobre el modelo de sus familias de
orientación (las familias en las que se criaron), es decir, una pareja heterosexual que
tiene hijos, les deja de servir. Según Weston, este modelo de familia heterosexual falla,
para las personas que se identifican como homosexuales, no sólo en los casos en los que
la familia les rechaza por su identidad sexual, sino a la hora de querer tener sus propias
familias, familias que se pueden crear a partir de las relaciones tanto con personas
adultas –con relación de amistad y/o con relación sexual- basadas en intercambios de
ayuda y afecto, como con hijos nacidos por medio de las NTRAs. De allí el título de Las
familias que elegimos, que subraya el carácter no-dado (no necesariamente o
únicamente biológico) de estas familias, su origen en el deseo de una relación familiar.
2. El trabajo de campo.
Como nos dice Weston (p. 33): “El trabajo de campo que sirvió de base a este
análisis fue realizado en el Área de la Bahía de San Francisco entre 1985 y 1986, más
una visita de seguimiento en 1987.” Explica su elección del sitio por la gran población
de lesbianas y gays en esta ciudad a partir de los años setenta, en su conceptualización
como la ciudad estadounidense en la que mejor aceptación tenía la homosexualidad.
Según se haga la lectura de este libro, sería importante apuntar todas las fuentes que
utiliza Weston para recabar los datos para su análisis. Veremos una multitude de
fuentes, entre ellas, las más características del trabajo de campo etnográfico actual:
entrevistas en profundidad grabadas, historias de vida, observación participante…
29
Algunos estudios interesantes sobre este tema son: 1) Hayden, C.P. 1995. Género, genética y
generación: reformulación de la biología en el parentesco lésbico. En Parkin, R. y L. Stone. 2007.
Antropología del parentesco y de la familia. Pp. 621-646. Madrid: Ramón Areces. 2) Lewin, E.
1993. Lesbian Mothers: Accounts of Gender in American Culture. Cornell Univ. Press. 3) Bonaccorso,
M. 2009. Conceiving Kinship. Assisted Conception, Procreation and Family in Southern Europe. New
York: Berghahn.
23
personas que reivindican la elección como base del parentesco y critican la procreación,
para las personas homosexuales, como una imitación de las familias heterosexuales. De
nuevo, este análisis fino se debe, en parte, a la comprensión de los procesos históricos.
Finalmente, Weston dice que su propia identidad como lesbiana fue fundamental a
la hora de realizar el trabajo de campo, ya que los participantes en la investigación la
veían como alguien con quien podían hablar con toda naturalidad de estos temas.
Siempre que leamos un texto etnográfico, debemos preguntarnos por la posición del
investigador en relación con su campo y con los participantes. En este caso en
particular, debemos reflexionar sobre las ventajas de la identificación de Weston con los
participantes y preguntarnos si esta identidad en algún momento le impide ver o analizar
ciertos aspectos, si consigue dar el paso hacia atrás que permite un “extrañamiento”
suficiente.
24
4. La escritura etnográfica.
Quisiera primero comentar la importancia de leer etnografías enteras, y no sólo
artículos etnográficos. La etnografía en formato libro ha sido el medio tradicional de la
antropología para transmitir la experiencia holística del trabajo de campo, cumpliendo
varias funciones que un artículo corto no puede abarcar. Desde Malinowski, el libro
etnográfico ha servido para transmitir al lector la sensación de “estar allí”, de estar
observando y experimentando, junto con el autor, la vida de las personas objeto de
estudio; el investigador nos presenta sus datos para fundamentar su análisis, para
convencernos que, de haber estado allí, hubiéramos llegado a las mismas conclusiones.
Mientras que un artículo, por su limitada extensión, sólo puede explorar unos
pocos temas teóricos y prácticos, dar unas pinceladas breves de la experiencia del
trabajo de campo y proporcionar unos pocos datos que apoyan unas conclusiones, en las
páginas de un libro el investigador puede exponer en detalle sus premisas teóricas y su
experiencia de campo, construyendo de manera deliberada y minuciosa la
argumentación que fundamenta sus conclusiones. Además, a partir de una lectura
cuidadosa de una etnografía completa, podemos ver cómo el investigador planteó sus
dudas, qué marco teórico eligió para el análisis, cómo diseñó la investigación para
producir la información que buscaba, cómo ordenó esos datos y construyó sus
argumentos y a qué conclusiones llegó. Este ejercicio de desmenuzar una etnografía, de
leerla “al revés” para ver cómo se construyó, nos ayuda a construir nuestras propias
etnografías, cómo llegar desde las inquietudes que motivan una investigación hasta el
resultado final, el libro etnográfico. Leer etnografías nos enseña a escribirlas.
Si se unen estos dos aspectos y se hace un esquema de cuáles son los argumentos
de cada capítulo y qué datos aporta la autora para apoyar estos argumentos, la alumna
25
podrá ir más allá de lo anecdótico y lograr una comprensión más profunda de esta
etnografía.
26
JUAN F. GAMELLA, ANA MARÍA NÚÑEZ NEGRILLO Y ELISA MARTÍN
CARRASCO-MUÑOZ: “ENTRE MARIDO Y MUJER. DISCURSOS ECLESIÁSTICOS
EN LAS CAUSAS DE DISPENSA DE LOS MATRIMONIO CONSANGUÍNEOS
CELEBRADOS EN LA DIÓCESIS DE GRANADA (1892-1963)”.
33
Velasco 1992, La antropología española como problema", Antropología, nº 3,
Asociación Madrileña de antropología, Madrid.
34
De un tiempo a esta parte hay una tendencia, basada en las preferencias locales, a
llamar a estas poblaciones “kwakwaka'wakw”, en lugar de denominarlas “kwakiutl”.
28
3. El texto elegido: cuestiones fundamentales.
35
Eso es, “sistemas especializados de conocimiento abstracto, racionalizados y vinculados a
una división tecnocientífica del trabajo” (Velasco et al. La sonrisa de la institución. Confianza y
riesgo en sistemas expertos, Ed. Universitaria Ramón Areces, Madrid, 2006); “sistemas de
logros técnicos o experiencia profesional que organizan grandes áreas del entorno material y
social en el que vivimos” (Giddens, Consecuencias de la modernidad, Alianza, Madrid, 2004
[1993]).
36
Ángel Díaz de Rada, Cultura, antropología y otras tonterías, Trotta, Madrid, 2010.
29
debía maniobrar de forma que sus superiores en rango no encontraran censurables sus
prácticas y, a un tiempo, contentar —dentro de lo posible— a sus convecinos.
Estos tres elementos de reflexión dan, en nuestra opinión, componentes para dar
inicio a una lectura cuidadosa. Con todo, sabemos que no agotan, en modo alguno, el
contenido del texto.
4. La escritura etnográfica.
37
“Ethnohistory: An Historian’s Viewpoint”, Ethnohistory, 26, 1: 1-13, 1979.
38
Etnohistoria (Antropología histórica), publicado por la UNED como Addenda para la
asignatura de Etnohistoria.
30
MARIT MELHUUS: HIJOS SIN MADRES, PADRES DESCONOCIDOS Y OTROS
PROBLEMAS DE FILIACIÓN. HECHOS REPRODUCTIVOS E IMAGINACIONES
PROCREATIVAS EN NORUEGA. LA HISTORIA OFICIAL –Y ALGO MÁS
Las NTRAs pueden dar lugar a la conceptualización, por parte de sus usuarios y de
la sociedad en general, de los distintos elementos que componen esta maternidad y
paternidad antaño unitarias como componentes separados: óvulo y gestación, semen y,
por otra parte, intención. Mientras que en un primero momento parecía que esto daría
lugar a una reformulación generalizada de las comprensiones culturales del parentesco 40
y así ha sido en muchos casos, autores como Susan Kahn han proporcionado ejemplos
específicos (en este caso, un estudio de la reproducción asistida en Israel) en los que las
NTRAs más bien se adaptan al contexto cultural.
39
La subrogación gestacional es la gestación del embrión/feto, producto de un óvulo que no es suyo y
semen que no es de su pareja, por parte de una mujer, con la intención –y normalmente mediante
contrato- de entregárselo a las personas que le han encargado esta gestación y quienes pueden o no estar
relacionadas biogenéticamente con el bebé resultante. Mientras que algunas personas y sectores incluyen
la subrogación gestacional como otra NTRA más, otras personas y sectores marcan una diferencia
fundamental con estas técnicas, diferenciando los procesos de gestación y parto de una simple donación
de gametos.
40
Stone, L. 2007 [2003]. Introducción. Sección 4. En Antropología del parentesco y de la familia.
Madrid: Ramón Areces. P. 547.
31
Quisiera llamar la atención sobre dos conceptos que surgieron a finales del siglo XX
y que son fundamentales para el estudio del parentesco en la actualidad. Son los
conceptos de intención y elección utilizados por Helena Ragoné en 1994 su libro
Surrogate Motherhood: Conception in the Heart. Allí cita a una madre adoptiva, quien
dice, “Ann es mi bebé, fue concebida en mi corazón antes de ser concebida en el cuerpo
de Lisa”; poco después, explica que las gestantes subrogadas con las que ha hablado
distinguen “el proceso biológico de la concepción, embarazo y parto; y el proceso
social, hecho de intencionalidad, amor y crianza” 41. Ragoné equipara esta
intencionalidad con la “elección”, término que emplea Kath Weston en Families We
Choose. Lesbians, Gays, Kinship (1997). Así, intencionalidad y elección son categorías
que se utilizan para generar parentesco, sobre todo cuando no se puede o no se quiere
basar la relación de parentesco en elementos biogenéticos. La intención crea parentesco
en los casos en los que faltan los vínculos biogenéticos, pero también se utiliza para
quitar importancia a vínculos biogenéticos, como los del óvulo o semen donado o el de
la gestación, cuando estos vínculos son inconvenientes o incómodos.
Aquí podemos ver el juego entre el entendimiento clásico del parentesco como
status en una estructura (ocupación de un lugar en una genealogía, entrar a formar parte
de un linaje, o de una categoría clasificatoria, etc.) y la nueva formulación post-
schneideriano del aspecto procesual del parentesco, ejemplificado por el término de
relatedness introducido por Janet Carsten en 1995. 42 Este aspecto procesual, sin
embargo, no prescinde de la sustancia. Según Carsten, este relatedness que estudia entre
los malayos se crea a base de compartir sustancia, tanto la sustancia recibida del vientre
de la madre y compartida por los hermanos y hermanas, como la sustancia-comida que
se comparte en una casa.
Estos conceptos –además de otros en los que no podemos entrar aquí- han
contribuido al trabajo etnográfico sobre la subrogación gestacional y su análisis
antropológico. Son muchos los investigadores y las investigadoras que han investigado
esta manera de formar familia. Es en esta investigación que se puede enmarcar la autora
del artículo que tratamos aquí, Marit Melhuus. Investigadora noruega y compañera de
universidad y de investigación de Howell, Melhuus escribe en 2010 el artículo que nos
41
Ragoné, H. 2007 [2003]. Maternidad subrogada y parentesco americano. En Parkin, R. y L. Stone,
Antropología del parentesco y de la familia. Madrid: Ramón Areces. P. 577.
42
Carsten, J. 2007 [2003]. La sustancia del parentesco y el calor del hogar: Alimentación, condición de
persona y modos de vinculación (relatedness) entre los malayos de Pulau Langkawi. En Parkin, R. y L.
Stone, Antropología del parentesco y de la familia. Madrid: Ramón Areces. Pp. 515-542.
43
Howell, S. 2006. The Kinning of Foreigners. New York: Berghahn. P. 69.
32
ocupa aquí y, en 2012, un libro que se titula Problems of Conception. Issues of Law,
Biotechnology, Individuals, and Kinship. 44
En este marco, Melhuus analiza el caso de una pareja homosexual para ilustrar no
solo esa situación de “moralidades en conflicto” sino los usos y no-usos de la
biogenética, entendida como fuente de la identidad verdadera de la persona, por la
administración del estado y por los dos padres de los niños nacidos por subrogación
gestacional.
2. El trabajo de campo.
Al leer este capítulo, el alumno debe de intentar ver la procedencia de los datos que
proporciona Melhuus: ¿De qué esfera de su investigación proceden? Cada dato,
¿proviene de la observación participante, de una entrevista (¿con quién?), de lecturas, de
la revisión de procesos legislativos, de la observación de eventos públicos, de otro tipo
de trabajo de campo? ¿Cuáles son las fuentes documentales? En esta investigación, se
puede apreciar la multitud de fuentes que se ofrecen al etnógrafo atento en la actualidad.
44
Melhuus, M. 2012. Problems of Conception Issues of Law, Biotechnology, Individuals, and Kinship.
New York: Berghahn.
33
¿Cuál es la extensión temporal del trabajo de campo? La autora no nos dice
literalmente que su trabajo de campo empezó en una fecha específica y terminó en otra.
Pero sí que podemos ver el período que cubre el trabajo de campo por las fechas de los
distintos documentos que cita.
Con estos propósitos, nos habla de la ley noruega y las ideas que han formado esa
ley; de cómo el deseo de establecer la filiación con exactitud va acercando la
comprensión de la paternidad a la de la maternidad, como certezas biogenéticas, en
contraste con la comprensión anterior de la maternidad como hecho biológico natural y
la paternidad como aspecto más social (por matrimonio con la madre).
En este caso, verificar la filiación atenta contra la intencionalidad con la que han
formado su familia y su deseo –muy en línea con lo que describe Melhuus del concepto
de igualdad en Noruega- de configurar sus relaciones familiares en base a una igualdad
en la paternidad de dos hombres y en una filiación igualitaria del hijo con ambos.
34
4. La escritura etnográfica.
El apartado “El caso de los Jenvin”, además de ser un estudio de caso, es un buen
ejemplo de una viñeta etnográfica en la que convergen varios temas de interés para el
análisis, en una dinámica que ilumina los usos y las comprensiones de las personas de
distintos hechos y procesos de sus vidas. La autora podría haber analizado las mismas
cuestiones sin echar mano de este ejemplo, pero la viñeta etnográfica es un recurso
utilísimo para transmitir este análisis al/la lector/a. Por una parte, tiene el encanto de
hacernos sentirnos partícipes del trabajo de campo, del “estar allí”; todos hemos caído
preso del encanto de una descripción de Malinowski de la llegada de la canoa a la playa
de las Trobriand para un intercambio kula o la reacción de un poblado a un suicidio
desde lo alto de una palmera, de Boas de una fiesta de potlatch, o de Mead de la vida
familiar en Samoa. Por otra parte, hay “lugares” (eventos, momentos) privilegiados para
la observación etnográfica, ya que confluyen en ellos distintos temas altamente
significativos.
Así, la pregunta que debemos hacernos aquí es, ¿por qué eligió el caso de los
Jenvin? ¿Cuáles son las cuestiones significativas que aparecen aquí y que, a través de su
desarrollo en este caso, nos hablan de las imaginaciones procreativas en Noruega?
35