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Por ello Ginzburg se dedica a interpretar la cultura oral del siglo XVI en la que están
presentes las tradiciones rurales más remotas y acontecimientos históricos como la
Reforma, la invención de la imprenta y la Contrarreforma en la que las minorías eran
perseguidas y marginadas tratando de erradicar así la cultura popular.
Continuando con Menocchio este se desempeñaba como molendero, carpintero, entre
otras cosas. Estaba casado y era padre de siete hijos. Se consideraba “pobrísimo” con
solo dos molinos en alquiler y dos campos como aparcero. No obstante, los hechos
demuestran que exageraba. En 1581 había sido alcalde de su municipio y de las villas
circundantes además sabía leer perfectamente. Al comenzar su interrogatorio
Menocchio era conocido por la comunidad de Friuli que lo apreciaba aunque estos no
aprobaban sus argumentos ya que él no reconocía las jerarquías eclesiásticas y
denunciaba la opresión de los ricos sobre los pobres, la imposición del latín, y señala a
la iglesia de ser cómplice y partícipe de esto. También rechazaba los sacramentos por
ser invenciones de los hombres, la virginidad de María y la divinidad de Cristo;
exponiendo su cosmogonía de la siguiente manera:
«Yo he dicho que por lo que yo pienso y creo, todo era un caos, es decir, tierra, aire, agua y
fuego juntos; y aquel volumen poco a poco formó una masa, como se hace el queso con la leche
y en él se forman gusanos, y éstos fueron los ángeles; y la santísima majestad quiso que aquello
fuese Dios y los ángeles; y entre aquel número de ángeles también estaba Dios creado también
él de aquella masa y al mismo tiempo, y fue hecho señor con cuatro capitanes, Luzbel, Miguel,
Gabriel y Rafael. Aquel Luzbel quiso hacerse señor comparándose al rey, que era la majestad
de Dios, y por su soberbia Dios mandó que fuera echado del cielo con todos sus órdenes y
compañía; y así Dios hizo después a Adán y Eva, y al pueblo, en gran multitud, para llenar los
sitios de los ángeles echados. Y como dicha multitud no cumplía los mandamientos de Dios,
mandó a su hijo, al cual prendieron los judíos y fue crucificado». (p. 94)
Esto lo hizo mostrándose locuaz defendiéndose de que todo lo que decía lo hacía por
tentación del espíritu maligno pidiendo así misericordia. Todas estas ideas mantienen
similitud con los anabaptistas y simpatizantes de la Reforma pero sin embargo,
Ginzburg señala que Menocchio no fue un anabaptista porque, en su discurso, formula
un concepto positivo sobre la misa, la eucaristía y, dentro de ciertos límites, sobre la
confesión, aspectos inconcebibles para un anabaptista.
Los inquisidores del Santo Oficio insistieron en que delatara a sus cómplices lo cual él
negó pero pronto se descubre que habría tenido conversaciones con un maese
considerado herejísimo que le presto la novela el Decamerón y Il sogno dil Caravia libros
prohibidos que fueron fuentes de ideas, los cuales le conferían seguridad a Menocchio
y en su defensa era común que se basara en ellos y en otros como Florilegio de la Biblia,
II cavallier Zuanne de Mandavilla, Historia del Giudicio, el Corán e II Sogno dil Caravia.
Menocchio nos remite así dentro de una cultura oral en la que se encuentran sus
opiniones y pensamientos nuevos ya que al leer los textos este deformaba la estructura
del texto e imponía inconscientes; de esa manera nace en Menocchio el rechazo a las
prácticas realizadas por la iglesia católica haciendo brotar fulminantes analogías, pero
“No es el libro como tal, sino el choque entre página impresa y cultura oral lo que
formaba en la cabeza de Menocchio una mezcla explosiva”. (p.136)
Por ejemplo, la idea de un caos primigenio, de una “materia espesa e indigesta” pudo
haber conmocionado profundamente a Menocchio, quien intentó comunicar estas cosas
a sus paisanos. El autor señala que a fuerza de circular de boca en boca, el
razonamiento de Menocchio se había simplificado y deformado. De ese modo, una
palabra difícil como “caos” había desaparecido siendo sustituida por una variante más
ortodoxa: “al principio este mundo no era nada”.
De esta manera, es posible concluir que el autor quería estudiar una época, un contexto,
a través de un personaje singular, y no solo se trataba de conocer el relato acerca de
una persona singular, un juicio, un episodio dramático, porque no se busca lo que
representan en sí mismos sino lo que simbolizan, lo que significan y el destello que
arrojan sobre los mecanismos internos de una cultura o una sociedad del pasado.
Además que la estrategia narrativa de Ginzburg en donde la articulación de las
estructuras de largo plazo con acontecimientos de corta duración crea conflictos
atrapantes en los que el autor no se queda en la simple exposición del proceso, sino
que analiza cual es la raíz de esas ideas que tiene Menocchio, por lo que el análisis
del proceso se convierte en todo un estudio sobre la Cultura popular.