Está en la página 1de 2

1.

EL PLAN ORIGINAL
Dios quiere que todos los hombres se salven, es decir, que participen de la
vida abundante, para ello diseñó la economía de la salvación, con diferentes
pasos sucesivos en la historia. La esencia de este es una buena noticia, que
Pablo llama Evangelio de la salvación. 1 Tim. 2:4 – Jn. 10:10 – Hch. 8:35 –
Ef. 1:13.
Dios es amor y nos creó a su imagen y semejanza, destinándonos a la
comunión con Él, con los demás y en armonía con nosotros mismos y la
creación. Toda la obra divina fue muy bien hecha. 1 Jn. 4:8 – Gn. 1:27 – Gn.
1:31.

2. LA CIZAÑA DEL ENEMIGO


Por el engaño del padre de la mentira, entró el pecado, el delito de un solo
atrajo la condenación sobre todos los hombres.
El hombre prefirió sus propios medios para eternizar su felicidad y perdió la
unión con Dios, acusó a su mujer y la creación misma se rebeló contra él.
A causa del pecado, nos alejamos de Dios y se abrió un abismo de
separación por no confiar en el plan divino y preferir el nuestro, por tanto
fuimos expulsados del paraíso, que significa el estado de armonía, comunión
y felicidad al que estábamos destinados. Jn. 8:44 – Gn. 3:1 – Rm. 5:18 – Gn.
3:6 – Gn. 3:8-12 – Gn. 3:17-19. – Is. 59:2 – Rm. 3:23 – Prov. 14:12 – Gn.
3:23.
Ahora bien, la consecuencia lógica de alejarse de la fuente de vida, es todo
tipo de muerte, la cual no es una venganza de Dios por desobedecerlo; al
contrario, Él nos advirtió que el fruto prohibido traía consecuencias mortales.
Gn. 2:17.

3. IMPOSIBLE RECOBRAR LO PERDIDO


Desde entonces el hombre anda errante, buscando a tientas el retorno al
paraíso perdido, sin lograr encontrar el camino. Lejos de Dios y sin
esperanza, con una deuda eterna que nos es capaz de pagar. Esclavo del
pecado y dominado por un cuerpo que irremediablemente le conduce a la
muerte. Hch. 17:27 – Gn. 11:4 – Ef. 2:12 – Mt. 18:23-35 – Rm. 6:20 – Rm.
8:24.
4. EL PROTOEVANGELIO
Pero Dios rico, rico en amor, prometió un Redentor: Un descendiente dela
mujer aplastaría definitivamente la cabeza de la serpiente que personifica al
enemigo de Dios: Satanás, el seductor del mundo, que ha sembrado la
cizaña en el mundo. Ef. 2:4 – Gn. 3:15 – Ap. 12:9 – Mt. 13:39.
En orden a cumplir su promesa, Dios escogió a un hombre (Abraham) y un
pueblo (Israel), para que fueran portadores de su plan de bendición para
todos los pueblos de la tierra. Habló por los profetas, y a través de ellos fue
delineando el perfil del Mesías que habría de salvar a la humanidad. Lc. 1:73
– Hch. 13:17 – Gn. 12:3 – Hb. 1:1 – Jn. 5:39.

5. EL ACUSADOR
Mientras tanto, Satanás continuamente nos acusaba de nuestro pecado. De
mil formas nos mostraba, con fracasos y desilusiones, que no teníamos
remedio y que por tanto estábamos condenados al sinsentido de la
existencia, pues habíamos perdido la brújula de la felicidad y nos habíamos
extraviado del camino de la verdad. Ap. 13:7.
Sin embargo, no le bastó acusarnos en nuestra conciencia, creando un
complejo de culpa, sino que de día y noche estaba con su queja delante del
trono de Dios, de acuerdo a la ley, que afirma que el salario del pecado es la
muerte. Exigió que se aplicara todo el rigor de la ley a los culpables. Ap.
12:10.
Nuestro caso estaba perdido, pues nos habíamos enemistado precisamente
con el único que tenía la capacidad de rescatarnos.

También podría gustarte