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EL PLAN ORIGINAL
Dios quiere que todos los hombres se salven, es decir, que participen de la
vida abundante, para ello diseñó la economía de la salvación, con diferentes
pasos sucesivos en la historia. La esencia de este es una buena noticia, que
Pablo llama Evangelio de la salvación. 1 Tim. 2:4 – Jn. 10:10 – Hch. 8:35 –
Ef. 1:13.
Dios es amor y nos creó a su imagen y semejanza, destinándonos a la
comunión con Él, con los demás y en armonía con nosotros mismos y la
creación. Toda la obra divina fue muy bien hecha. 1 Jn. 4:8 – Gn. 1:27 – Gn.
1:31.
5. EL ACUSADOR
Mientras tanto, Satanás continuamente nos acusaba de nuestro pecado. De
mil formas nos mostraba, con fracasos y desilusiones, que no teníamos
remedio y que por tanto estábamos condenados al sinsentido de la
existencia, pues habíamos perdido la brújula de la felicidad y nos habíamos
extraviado del camino de la verdad. Ap. 13:7.
Sin embargo, no le bastó acusarnos en nuestra conciencia, creando un
complejo de culpa, sino que de día y noche estaba con su queja delante del
trono de Dios, de acuerdo a la ley, que afirma que el salario del pecado es la
muerte. Exigió que se aplicara todo el rigor de la ley a los culpables. Ap.
12:10.
Nuestro caso estaba perdido, pues nos habíamos enemistado precisamente
con el único que tenía la capacidad de rescatarnos.