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Bases para Una Filosofía de La Ley - Ross Bravo, Jaime-FreeLibros PDF
Bases para Una Filosofía de La Ley - Ross Bravo, Jaime-FreeLibros PDF
/)..-:;> TOMO V
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BASES
PARA UNA
Filosofía de la Ley
POR
SANTIAGO DE CHILE
1945
Índice
INFORME DEL DIREctOR DEL SEMINARIO DE DERECHO PUBUCO'
sEROR DECANO:
.5EI'iOR DECANO:
Informo a Uq. .. la M.emoria sohre "Bases para una filosofía de la ley"•
.:que el Sr. Jaime RossBi-avo ha presentado a la Facultad para obtener el'
tjtulo de Licenciado.
Ha señalado el autor con precisión las dimensiones de su trabajo, al
escribir en el ~ref~cio qu.e "~n. ~9ta tesis _no se ha abordado la. Ley desde
todos sus aspectos, sino únicámente desde' aquéllos 'que tienen ~n carácter
básico para comprender su filosofía; en efecto, no se ha tratado de los ac~
~O!!J He la ley ni de la mutabilidad de ésta ni de algunos otros tópico¡; que
--dicen relación más directamente al Derecho Positivo". Y la importancia
·del mismo )a 'pone de manifieatocuando ágrega' que "la ley positiva no' ha
..de ser algo totalmente extraño al hombr!=, ni una imposición que se le hace
11. éste desde afuera y c¡u~nte de toda relaci6n con su natu:raJeza, con,' su
-,causa primera y con su fin. 'La ley positiva debe adaptarse a la naturaleza
real del hombre y no crear un hombre ahstracto llamado a cumplir con ella.
Una ley que no tome en cuenta . los constitutivos substanciales y los valoree
:,propios ele la naturaleza. humana ea una ley inhumana, es decir, no es ley".,
.Esta importancia y aquel objetivo, 108 expresa una vez más, al decir que
«.no es de extrañar que al hacer el estudio del derecho y de la ley, norma
,:y medida' de la. acciones humanas. expongamos, al mismo tiempo. una con-
eepc:ión total del homb,;e. a la cual debe subordinarse la ciencia del dere-
dlo, por cuanto el derecho u para el hombre y no el hombre para el de·
'~ccho". .,
Vese ya en lo dicho, la enorme lTanscendencia de este estudio que que--
'da aituado de pleno derecho en la literatura de f~losoña jurídica tan escasa
~1\u.eatro país. Y por .er éste el carácter de IU trabajo •. al ~rescntar UDa
filosofía de la ley, el autor empieza en el Captulo 1, "Nociones preliminá~
, Ta". sentando principio.' e ¡de.. w,lJdamentale. acerca del hombre. de 111\
.~ca. de la ju,ticia. del derecho y de I,a le,.. y concluye dicho capitulo
'!daanollando materiaa relativas a "la ley y la libertad moral" y .. ;;Ia no'"
,ci6n aeneral de ley y 8\1, clasificaciones". Sobre tales hasea. ~I autor cona..
-''jfUye el ••tema de "Ia ley eterna". que es la materia del Capítulo 11, para
-i(Sonliderar, en seguida. "la ley natural" (Capítulo UI), y concluír en 108 Ca..
ptulo. IV. V y VI. tratando respectivamente de "la ley civil".. "de 1" eme..
~. al poder I~¡timo ya ~ leya'· y Ud_ 1.. le,._ ini...... ~ de .. ""
.~-".
ifodoe lC* ~tratadOll en esta memoria merecen la consideración dé
lo. _bll!i~. de 1ft 'Filollofía del Derecho. no obstante cierto unilateralía~
roo que., por lo menos aparentementé, encierra al autor en' un cantino un
'tanto estrecho de especulaciones filolilófico.jurídicas. Sin embal'go, el estu-
dio de maleria. como la Ley natural. respecto de la cual analiza sus funda.-
mentos, sU noción, su exiatencia. objeto. preceptos. promulgación y cono~
'cimiento, Inmutabilidad. obligatoriedad e interpretación, y 8US relacione.
'con la teoría general de la ley; las consideraciones 4lue desarrolla sobre ee-
t-Os temas. Y la :lógica de las argumentaciones que formula.al respecto. ne~
'YIolD ineludiblemente a la convicción de la existencia no solamente de la ley
natural sinQ de $U supuesto previo y necesario. la ley eterna. Debo destacar
la profundidad~-filosófica con que están estudiadas todas eatas cuestiones.
'<:uyo conjunto constituye un magnífic,o capítulo de Filosofía del Derecho.
He Barnada especialmente la atención sobre las materias que acabo de '
.,ñlllar. porque, ,aunque otras también merecen espécial mención. aquéllas
son las que dan más brillo a este estudio y respecto de su autor. son las que
,en más alto grado ponen dé relieve sus cualidades de inteligencia filosQ..
fícs y de hombre de estudio.
Debo también hacer referencia a las numerosas notas con que corp-
prueba la ~xactitud de los textos citados en la Memoria. como, asímisOló. a
:}a abundante y bien e.,>cógida bibliografía que ha considerado para reali~
'Zar el estudio que nos presenta. ' ,
,, Esta: Memoria, que es uno de los mejores trabajos, en su género: ti.
]osofía del derecho, sometidos a la consideración de la Facultad, merece
calific;:árselaexcepcionalmente. Por ésto,con el mérito de lo e;x;puesto y por
cumplir. además. con los requisitos reglamentarios, la califico de sobres..
liente y la apruebo con nota de amplia DistincióD. '
índice
PREFACIO
Cada aurora qúe n¡;tce y c~da sol que se pone en el ocaso, sólo repre""
sentan, para el hombre- angustiad¿ de nuestros días, los límites cronológÍcós
de ul)a nueva oportunidad que se brinda al dolor para que, con avidez in-
saciable, corroa lo que hay én él de espíritu y de carne. C~da amanecer es
una esperanza y cada noche es una agonía. Cada nuevo día viene m~ pre-
ñado de lágrimas que el que le precedió ....... pero el hombre no se cansa d~
llorar y de esperar. En su garganta todavía aguarda silenciado el postre!'
· grito de desesperanza y de entrega total. Sus pies caminan por el vacío y
la nadr!. Sus ojos. incansablemente en vigilia buscan anhelante un rayo de
luz; mas .... " las tinieblas han vencido a la luz. Y el hombre yace desgarra-
doramente solo aferrado a su dolor. Los sollozos mueren en los labios Y.
todo' lo cubre el manto funerario del silencio. '
En éstos instantes de zozobra, 110 hacerse solidario con la humanidad
doliente es la más cobarde de las traiciones, es renegar de nuestra condi-
ción de hombreS, es huír de nuestra propia cruz. Nadie tiene el derecho de
contemplar frívolamente como a su lado todo es muerte y desolación. Nadio
·tiene derecho a deteneI:se a laver"a del camino a mirar pasar la cabalgata
humana a través de una senda cubierta de 'guijarros y de espinas, cargada
, con el peso infinito de sus tristezas. Todo h,ombre debe reclamar para sí una,
· cuota del dolor colectivo. En. el desempeño de la función propia' de cada
eual, se ha de estar pronto a dar de sí lo nec~sario para evitar a la huma.-
nidad'la congoja de nuevos sufrimientos., . .
¡Las horas que vivimos son horas' de cruenta realidad y es preciso que
, esta' r.ealidad sea vivida :en 'todo lo que' ella tiene de tragedia y de amargu,:,
ra. Pero, quien vive más, intensamente esta 'realidad es aquel 'que 'se esfuer-
za en superarla, es aquel que trata de guiar al hombre hacia nuevos de'rib-
teros de paz y de alegría, és aquel que posee la Verdad y la comunica al
prójimo, para arrancarlo del error y conducirle a "cielos nuevós y" tierras
'nuevas en donde more la Justicia", el Bien y la Verdad. .
El estudio que iniciamos no es' una fuga de la realidad" sino que, PO¡;'
el contrario, es' el fruto natural de una meditación del acontecer forzada-
, lnente serena. ':'AcOJ:dés siempr~ con 'el pensamiento de León Bl0y de que
"fodo le que a'contece es adorable", porque 'es' expiatorio' y pedagógi¿o:~'
la
há'Stia'do nuesfro 'eSPíritu con visión de uii"tnundo en guerra se' lanza' a la'
(lOnquista de un mundo de paz y de armonía.
{ ¡1 ]
Lat páginas venidera~ son pagmas de paz, no son un leño más anoja.-
do a la voracidad de la hoguera, son eL tenue rocío que el espíritu derrama
aóbre un mundo que arde en llamas. Es inconmensurablemente más fácil ven-
cer en la luch~ que conseguir la p~; es pOr ~sto, que hemos querido con-
tribuir, con nuestras débiles luces, al advenimiento imperativo de la paz de
los pueblos. .
. Pero, porque son páginas de paz, son páginas universitarias. Ninguna
in~titución humana posee títulos más legítimos que la Universidad para ser
,la depositaria y defensora del acervo espiritual de la humanidad. En el
transcurso de todas las épocas han sido los místicos monasterios y los sobrios
claustros universitarios, quienes han velado por la custodia del patrimonio
-común cultural y por 'mantener la continuidad y el progreso en las conouis-
Tas del espíritu. La Universidad ha de ser el C9ro que, a través de toda; las
viscisitudes de la Historia, eleve los más bellos y puros himnos a la Verdad
:y a la paz. En el mundo que viene la Universidad tiene S\l palabra que de-
-eh y debe estar preparada para tan fau~ta ocasión. Hemos creído cumplir
~onun de..her al aportar nuestros esfuerzos para hacer que la voz de la Uni-
v~rsidad tenga, en esa oportunidad, un auténtico valor universal.
Mas, por el hecho mismo ele ser págin~s d.e paz y universitarias, son
páginas de Juventud. Paz, Universidad y Juventud, ~iempre han marchado
y marcharán unidas. No se ama verda,deramente si no se está dispuesto a
dar la vida por lo amado. Es por esta razón, que nadie ama más la paz que'
,la Juventud, porque nadie está más a~enazado., y dispuesto que ella a in-
molar su viQa por la paz. Pero, los pueblos no se organizan sólo con valor y
a1megación; la Un~versidad viene, enton<;es, a colocar en manos de la Ju-
;v~ntud las herram,ientas necesaria:s para forjar sobre bases sólidas y sabias
la grandeza de los pueblos. Nuevos tiempos requieren lluevas modalidades,
~uevos horizontes, nuevas concepciones inspiradas en la Verda9. absoluta.
'sólo la pureza de nuevos espíritus podrá hacer revivir una humanidad mo-
. ribun,da y agónica. La '~P.oca que advi~ne es la época de las juventudes de
·~spíritu. Nadie trate de arrebatarles la preeminencia. El trabajo que hoy en-
tr~gamos contiene sólo .los rudimentos conceptual~~ de la ley y los cimien-
-tos legales d~l mundo que aguarda la Juventud, excento de los errores e
bipocresías que encubrieron al que ho:y fracasa sangrientamente.
, flero, precisamente por ser páginas de Juventud, son páginas de fe y
de esperanza. Quien dice Juventud, dice: ideal, anhelo y ansias de ser. Los
-pueblos no, alcam:ará,n jarpás sus grandes destinos históri<;os si aquellos Ila-
mados a dirig~rlos tienen la vista puesta en un pas,~do que rindió culto al
error y escarneció fi l~ Verdad. ~uardemos para ellos los cementerios. Los
pueblos no necesitan .fantasP1j1~ del pasado, requieren visionarios del futu-
ro. La realidad, por una de ·esas paradojas de las COSllS humanas, es una
~rcii~a plástica en manos de aquellos que, para transformarla, comienzan p,or
,despreciarla y superarla, en un ademán des~sperado de aprehender la eseb·
ria de la historia. Tenemos fe y espera:nz!'l,e~. que el mundo inmediato o
,mediato del mañana. se ha. de orgalli2;ar espiritual y materialmente confor-
~e al ellpíritu de la Verdad, conforme a los principios inmutables, eternos
j ~pre ñ~evos d~ u~ cristianiflmo int.egral: pué~, de lo contrarjo, asi8ti~
remos 141 9.~rrumbamientq de otro mundo que no supo encontrar la ruta que
Uev~ía a todos los pu~blos ha~ia la plenitud histórica que cada uno busca
..l.an~e"te.· ..
.t U J
desto Sócrate8. Pero, más particularmente somos: "un amIgo de la Lf!y" en
busca de la verdad legal. Nuestra yocación y devoción a la Ley 110S ha he-
cho internarnos por los cam!nos abstractos que condt!cen a la raíz legal. No
nos satisfizo la contemplación inerte de leyes estereotipadas que regían nues-
tras vidas. Quisimos saber qué títulos tenían para ello y cuál era el respeto
que les debíamos. Y la dicha de haber en¡;ontrado respuesta adecuada a
nuestras interrogantes compensa. COIl creces los sacrifiCios que nos impusi-
mo!! para ello. Y nos fué dado comprender cuanto mal hacían los juristas
incapaces de penetrar más allá de la letra y de la sanción de la ley positiva ..
Miopes jurídicos no pueden ver la luz resplandeciente que dimana del fon-
do de la ley. Positivistas decadentes no logran comprender que la base de,
toda· ciencia jurídica se encuentra en la Filósofía mora], que el Derecho y
la Ley se f¿rjan en el mundo ideal, en el orden especulativo y que sólo
buscan en la práctica su perfeccionamiento.
En nuestra búsqueda no estábamos solos, gozábamos de ia mejor com-
pañía, junto a nosotros, o mejor dicho, dentro de nosotros, teníamos por
guía la V crdad absoluta, a los principios divinos y eternos del cristianismo
y a su más fiel interpretación filosófica: ,la escolástica; a cuyos exponentei.
se dében, las bases de gran parte del Derecho Civil e Internacional; aunque
haya todavía algunas mentalidades que creen la estulticia sostenida, con la
insolencia propia de la ignorancia, por un Edmundo Picard, de que duran-
te el período escolástico: "El espíritu humano, conmovido por fantasías eso-
tériéas y, místicas, no logró descubrir nada defi~itivo para el establecimien-
to de las leyes profundas. Todo' se redujo a un bagaje po¡bre, de algunas
ideas que sólo más adelante pudieron ser, utilizadas" (1). Nosotros estamos
plenamente de acuerdo con Maritain, cuando' refiriéndose al tomismo, la
expresión más acabada de la escolástica, dice: "lo que de él esperamos en
el ord'en especu1ativo es la salvación actual de lo.s valores de la inteligencia.,
y en el orden práctico la salvación igualmente actual (en tanto en cuanto
depende de una filosofía) de los valores humanos. Nos, ocupamos no de un
tomismo arqueológico, fósil, sino. de un tomismo viviente. I;.s deber nues~
tro ppsesionarnos seria y concientemente de la realidad y exigencias de tal
filosofía... De ahí surge para nosotros un doble compromiso... Tenemos
primeramente la imperiosa obligación de defender la sabiduría tradiciop.al
y la continuidad de la. philosophia perennis en COtltra de los prejuicios del
individu~lismo moderno ya que éste aprecia, estima y busca lo nuevo. por
lo nuevo mismo y no se interesa por una doctrina sino en la medida en que.
ésta representa una creación de una nueva concepción del mundo ...... Nos
es pr~ci80 demostrar que' esta sabiduría permanece siempre joven e inven-
tiva y que en ella hulle siempre una necesidad profunda y consubstancial de
crecer y de renovaTSei Así lucharerrros a' brazo partido en' contra de los pre-
juicios de los que querrían: detenerla' en cierto punto determinado de su mar-
cha y desconocer su naturaleza esencialmente progresiva" (2) ..
, > •
[ 13 1
~rotesta, .a los Jariseos de h;;Y: 'coin~ a 10;" d~ ayer,. no obstante,. ser la ex,.
presión de lln. espíritu que hi\. dprehenpido la Verdad y comprendido su ea..
rácter absoluto y et~rno. . .' ~.' .. .~..'
. . A través de nuestro ~tudi~ hemos ~~c;:.iado ~ cie.rt~s verd.ades par~\t,.
:lares que no nos hemos .detenido a. demostrar, porque ellas son materia· de
'otras ciencias que el Del:ecPo y pOl:que Sl,l an,Íillsis nos habría desviado coro"
pletamente dé .nt1estro~p(fño Ueyándo~os a campos qiversos. Por consi ..
gúiente, hemes supuesto conocidas ~tas sobre las cuales levantamos e! edi..
ii~iQ iurídic~). . , ' '. .' " .;,;
Aunque no consideramos al "Magister dixit" ,como un criterio infalible
:y' abso.luto~ de. certeza.. sin, embargo,. nos 'hemos esmerado en abo~ar nues ..
tras raZonamientos ca'n"el juicio de qlüenes poseen mejores y más altos tí..
tulos para tra,tar de estas, cO:tnplejas cuestiones. La soberbia y el orgullo wa
enemigos de la Verdad; a, ésta ha.de buscársele donde se ,. encuentre y don ..
de mejor sea expl1está.. Es por ~to. que ~n el pre,sente trabajase encon ..
trará acopio de citas textuales y de referencias, pero ello no responde a una
;pretendida erudición, sino que, ,muy por el contrario, responde al deseo 'de
rodear a la Verdad del máximun de seriedad. ,
En esta Tesis no' se . ha abordado la Ley desde todos sus aspectos, sino
única~ente desde aqueflos que tienen un .carácter 'básico para comprender
la filosofía de ella. En efecto, no. se ha tratado: de los actos de la ley ni
de la mutabilidad de ésta ni d", algunos ptros' tópicos que dicen relación
;más directamente al Derecho Posit,ivo,. ~
Sólo nos resta agregar que el presente trabajo está dedicado a 10$ es~
pfritus amplios y que se interesan realmente pOl: adentrarse en la esencia.
de lo)urídico; no está destinado a los espí;ritus estrechos que defienden
~'denodadamente el preCario, acervo de "f<$rmqlas jurídicas" de, que dispo~
nen" (3), sin que les preocupe mayormente averiguar hasta qu.! punto son
·verdadera.:
J. R. B.
1 1-4 J
CAPITULO PRIMEItO
NOCIONES P R !: L 1M 1 N A R E S
I. EL DERECHO Y EL HOMBRE
15 1
La única posición lógica de quien pretende hacer filosofía del Derecho
es abarcar al hombre en toda su integridad trascendente. Y es por esta ra~
zón, que aquellos que cimentaron en sólidas bases los principios actuales
del Derecho, ya sea civil o internacional, no fueron ni abogados ni er-:riba-
nos ni magistrados, ~no teólogos, que teniendo un concepto total del Jni-
verso, se' remontaron hasta la última cáusa: Dips, y cuyos últimos efectos
supieron apreciar en el hombre y en el mundo material. Para ellos, y en
ésto eran lógicos en sus deducciones, la Ciencia del Derecho humano no era
sino una consecuencia Qaturai de la Teología, la Ciencia de Dios, origen y
fin de los seres creados. "Los teólogos, siendo teólogos, bajaban a escru"
tar las regiones dondl" nace y se dl"sarrolla el Derecho. La Teología, por
definición, es ciencia de Dios, que tiene por' objeto a Dios; pero también
considera y estudia al hombre, imágen de Dios. como dice Santo Tomás.
La teología estudia al hombre con vistas a un fin sobrenatUral, y contando
con medios sobrenaturales.' Mas este estudio, por ser sobrenatural, no podía
ser completo, exacto, a no ser después de aus<:uItar la naturaleza... u.. vi-
sión del hombre que' tienen los te61ogos-junstas, es más exacta, al ser in-
tegral. Los modernos que desdoblan al hombre, al estudiarlo cometen un
grave error de táctica. La ciencia del Derecho, a mi juicio, tiene por fina-
lidad primordial, el contribuir a la perfección del hombre y qe la humani-
dad, ~eñalando el camino a seguir. No se conseguirá ésto si no es despué$
d~ conocer al hombre tal como es ...... " (2).
No es de extrañar, pués, que al hacer el estudio del Derecho y de la
ley, norma y medida de las acciones humanas. expongamos. al mismo tiem-
po, una concepción total del hombre y a la cual debe subordinarse la Cien-
cia del Derecho, por cuanto el Derecho es para el hombre y no el hombre
para el Derecho. .
[ J6 ]
Angel Ossorio y Gallardo refuto.ndo a Augusto Comte, padre del Po-
sitivismo, quien negaba todo "título celeste" a las relaóones humanas. di-
ce: "El negal los títulos celestes a las relaciones humanas, ,aunCjue parezca
tendencia liberal, lleva a una meta ·cavernaria. Porque si el hombre no es
.imágen de Dios, y si las relaciones human<l-S no re~iben la inspiración divi-
n~ del orden, fácilmente degeneran en el culto, a la ley del más fuerte y en
la negación de la dignidad" (4).
,El pensamiento de aquellos que desean un Derecho independiente de
la idea de Dios está resumido en la fámosa frase de Grocio que expresa:
"todo aqu~llo' que acerca del' Der~cho puede decirse tendría lugar. si Dios
no existiera, o si, ~úq. e:risti~ndo, no se cuidara de las cosas humanas" (5) ~
Sin' duda, no alcanzó Grocio a comprender que al quitar la idea de Dios
dejarÍ,a ele existir el Derecho y la 4bertad del hombre, por cuanto desapa-
1'ecería la única norma absoluta pará discernir lo justo de lo injusto, el bíen.
que es el fin dei ho~bre,c:l.el mal, que lo' afeja eJe ,él.
El rol que corresponde al Derecho es, por consiguiente, no tan sólo el
de po impe~ir a la persona p.j~lá.da 'que oJ)ten"ga libremente su finalidad.
sino que debe además otorgarle los medios conduc.entes al fin. No hay que
olvidar tampoco qu~ .la persona tiene' una~isi6n' sócial 'quecump~ir, para
lo 'cual debe contar ~on lo!? medios adecuados. Claro está qúe no correspon-
de al Derecho positivo CiviÍ el dirigir 'a'í~s per~onas-hacia el fi~ ~olYremi
fu~~l de ellas, sino que a él s610 le incumbe coad~bar a ~stas e Il la cons:e-
cuc~ón .de es~ ,destino final. "El Derecho traza en cierto modo- dice Cath-
rein- la esfera, dentro de la. que cada uno deb~ poder c4mplir lihremente
jos d~bere.s que por Dios le han sido impuestos" (6). En consecuencia, es
~ece.sario qué la ley esté basad~ en la premisa que el sujeto <de derechos .es
una persona humaÍla, con deberes y privilegios emanados del mismo Dios
y que se relacionan con el último fin asignado por Este a aquélla; los cua-
les no pueden ser violados por ley alguna que pretenda regir a la comuni-
dad social. Pero, no sólo la persona natural, singularmente considerada co-
mo sujeto de derechos, posee atribut~s y es~á constreñida a obligaciones
anteriores a toda ley positiva e ii1herentes a su naturaleza y a su fin, sino que
también las asociaciones de' personas, ya sean naturales o convencionales,
en su carácter de perspn¡lS moráles o jurídicas, gozan de ciertas prerrogati-
vas morales, en atención a la~isión Que les corresponde como auxiliares al
plen~ desenv~lvimiento' de la person~ humana, que deben ser respetados
por .toda norma legal.
El Derecho, pués, no atiende .exclusivamente a los actqs ex.ternQs y ma.,.
te;riales y la, Eti,ca a lqs actos i(lternos y "espirituales del hombre, sin que
exista relación alguna entreamb,?s, como quieren los discípulos de Kant,
sino que teniendo ambos el mismo objeto: las acciones' qel hombre, 'deben
concurrir unid~s para que éste a1canc.esu plenitud en el orden natural y en
el so1?renaturaJ. .
índice
II. LA ETICA y J:,L DERECHO
1). Rectificación dé cOl1ceptos.-'-Es esta una materiá sobre la . cual han
dicho y escrito muchos en ores los juristas inspirados en ·la. filosofía kantia."
na, y aquellos que, no obstante no participar de ésta filosofía, se han dejado.
arrastrar por ella sin advertirlo. , .
Se ha querido presentar a la Etica y al Derecho como ciencias total-
mente distintas: dándole a la primera un' carácter .sen.timental y subjetivo
que está muy lejos de tener, y al segundo un carácter exclusivamente po-
sitivo yobjetivisado en el monótono articulado de la> ley; Jo cual es inacepw
table para.el verd!ldero jurista que tiene conciencia de los fundamentas Ín-
J 17 1
Angel Ossorio y Gallardo refuto.ndo a Augusto Comte, padre del Po-
sitivismo, quien negaba todo "título celeste" a las relaóones humanas. di-
ce: "El negal los títulos celestes a las relaciones humanas, ,aunCjue parezca
tendencia liberal, lleva a una meta ·cavernaria. Porque si el hombre no es
.imágen de Dios, y si las relaciones human<l-S no re~iben la inspiración divi-
n~ del orden, fácilmente degeneran en el culto, a la ley del más fuerte y en
la negación de la dignidad" (4).
,El pensamiento de aquellos que desean un Derecho independiente de
la idea de Dios está resumido en la fámosa frase de Grocio que expresa:
"todo aqu~llo' que acerca del' Der~cho puede decirse tendría lugar. si Dios
no existiera, o si, ~úq. e:risti~ndo, no se cuidara de las cosas humanas" (5) ~
Sin' duda, no alcanzó Grocio a comprender que al quitar la idea de Dios
dejarÍ,a ele existir el Derecho y la 4bertad del hombre, por cuanto desapa-
1'ecería la única norma absoluta pará discernir lo justo de lo injusto, el bíen.
que es el fin dei ho~bre,c:l.el mal, que lo' afeja eJe ,él.
El rol que corresponde al Derecho es, por consiguiente, no tan sólo el
de po impe~ir a la persona p.j~lá.da 'que oJ)ten"ga libremente su finalidad.
sino que debe además otorgarle los medios conduc.entes al fin. No hay que
olvidar tampoco qu~ .la persona tiene' una~isi6n' sócial 'quecump~ir, para
lo 'cual debe contar ~on lo!? medios adecuados. Claro está qúe no correspon-
de al Derecho positivo CiviÍ el dirigir 'a'í~s per~onas-hacia el fi~ ~olYremi
fu~~l de ellas, sino que a él s610 le incumbe coad~bar a ~stas e Il la cons:e-
cuc~ón .de es~ ,destino final. "El Derecho traza en cierto modo- dice Cath-
rein- la esfera, dentro de la. que cada uno deb~ poder c4mplir lihremente
jos d~bere.s que por Dios le han sido impuestos" (6). En consecuencia, es
~ece.sario qué la ley esté basad~ en la premisa que el sujeto <de derechos .es
una persona humaÍla, con deberes y privilegios emanados del mismo Dios
y que se relacionan con el último fin asignado por Este a aquélla; los cua-
les no pueden ser violados por ley alguna que pretenda regir a la comuni-
dad social. Pero, no sólo la persona natural, singularmente considerada co-
mo sujeto de derechos, posee atribut~s y es~á constreñida a obligaciones
anteriores a toda ley positiva e ii1herentes a su naturaleza y a su fin, sino que
también las asociaciones de' personas, ya sean naturales o convencionales,
en su carácter de perspn¡lS moráles o jurídicas, gozan de ciertas prerrogati-
vas morales, en atención a la~isión Que les corresponde como auxiliares al
plen~ desenv~lvimiento' de la person~ humana, que deben ser respetados
por .toda norma legal.
El Derecho, pués, no atiende .exclusivamente a los actqs ex.ternQs y ma.,.
te;riales y la, Eti,ca a lqs actos i(lternos y "espirituales del hombre, sin que
exista relación alguna entreamb,?s, como quieren los discípulos de Kant,
sino que teniendo ambos el mismo objeto: las acciones' qel hombre, 'deben
concurrir unid~s para que éste a1canc.esu plenitud en el orden natural y en
el so1?renaturaJ. .
J 17 1
mutables y absolutos del Derecp.o y qlle, asigna a éste la misión de condu~
cir al hombre hacia su plena realización.
Debemos, pués, rectificar muchos cQnceptos' que se han creído verda~
deros a fuerza de ser COITlUneS y de ,repetirse irreflexivamente por los estu~
-diosos del Derecho y, aún, por aquellos que se han dado a la enseñanza de él.
( 18 1
ne una esfera de aCCIOn más amplia, pués, trata de la Bondad m<;lral en ge-
neral, siendo en este sentido una ciencia genérica, al paso, que el DerechO'
tiene un campo de acción más restringido, :ya que trata s610 de una de las
virtudes que cm:nprend e la' Bondad moral, a saber: de" la Justicia, especie
de bondad moral que no ~e halla sino en cierto orden de acciones; y en
este sentido se puede decir que el Derecho es una ciencia específica. Luego,
'.'asÍ como no se puede abarcar enteramente el orden moral sin referirlo al
orden del Derecho, como parte del mismo, así tampoco inversamente no
;e puede comprender el orden del Derecho sin entrar inmediatamente en
el campo de lo moral" (9).
Por ~tra parte, si es moral y bueno en el hombre todo aquello que es-
tá conforme con su naturaleza racional y su fin último, es decir, lo que pre-
cisamente constituye la Bondad moral, objeto' de l? Etica, y siendo el hom-
bre por naturaleza un ser social, es lógico que el Derecho, que tiene por
objeto la Justicia, virtud que está contenida dentro 'de la Bondad moral y
que tiene por fin el bien común de la Sociedad, est¿ comprendido y sea
una .parte de la ciencia más amplia que es la Etica.
~?r . consiguie:(J.te, se puede decir, que hi Etica es .el género y el Dere-
cho la especie, o bien, que las relaciones entre ambas ciencias son .las que
existen entre la par~e y el todo o entre lo general y lo particlllar.
Ahora, si enI vez de hablar del Derecho como ciencia,. lo tomamos en
sentid.o de Ley o de derecho objetivo, podemos decir, que ",toda verdadera.
leyes una norma moral, es decir, una pauta del obrar obligatorio en con-
ciencia. ,Esto mismo vale de la ley de Derecho. No toda ley moral es una
ley jurídica, pero' sí toda ley jurídica es una ley moral... Por otra palote,
todas las leyes humanas reciben, por lo menos inmediatamente, su fuerza
obligatoria de la ley moral IléituraL .... una ley pierde su fuerza obligatoria
tan pronto como contradice a la ley· moral natural, pués es' absurdo pen-
sar que la: moral nátural pueda obligarnos a observar una ley positiva que
contradice a la misma ley natural" (10). De lo anterior se desprende, que
la ley propiamente jurídica se relaciona. con la Etica en cuanto obliga mo-
ralmente en conciencia, obligatoriedád fundada en la ley moral natural, y.
además; en cuanto los principios de la Etica ~on el límite que tiene la ley
positiva a sus disposiciones y mandatos.
Si consideramos al derecho como facuItad inherente a la naturaleza hu-
ma,na o dereChO subjetivt? y si, como veía'm¿s, lo moral es lo que está de
acuerdo con la naturaleza y fin del hombre, se debe concluÍr, que ese de-
recho-f~cultad nunca puede dejar de ser moral porque lo contrario signifi-
caría que la naturaleza se contradeciría a si" misma, lo que es absurdo.
[ 19 1
razón se puede decir, que la Etica contiene, incluso, los. funda~entos próxi-
mos d~l De:r:ecD.o.
1 20 1
-y espirituales, y lo' hará valer ante una sociedad a la cual debe la vida, su
c.oris~rvación y su perfeccionamiento humano, Sociedad formada por per~
~onas que también tienen sus necesida,des y sus dolores, a las cuales tene~
mos el deber moral. de respetar y evitar dañarlas en 'sus personas y en cuan~
to lelt pertenece. Junto, Ímés, a nuestro poder jurídico coercitivo existe un
imperativo moral que nos impulsa a ejerCitarlo sin conculcar la justicia ni
la caridad, ni nuestra pureza de conciencia. "Lo principal de la vida y fuer~'
za del derecho reside en la cQnciencia, la cual con la' violación de cualquier
deber se degrada, se mancha y se constituye reo delante de Dios, último
fin de nuestra existencia y término necesario de' nuestra felicidad" (1 3).
lH. LA JUSTICIA
{ 21 ]
-y espirituales, y lo' hará valer ante una sociedad a la cual debe la vida, su
c.oris~rvación y su perfeccionamiento humano, Sociedad formada por per~
~onas que también tienen sus necesida,des y sus dolores, a las cuales tene~
mos el deber moral. de respetar y evitar dañarlas en 'sus personas y en cuan~
to lelt pertenece. Junto, Ímés, a nuestro poder jurídico coercitivo existe un
imperativo moral que nos impulsa a ejerCitarlo sin conculcar la justicia ni
la caridad, ni nuestra pureza de conciencia. "Lo principal de la vida y fuer~'
za del derecho reside en la cQnciencia, la cual con la' violación de cualquier
deber se degrada, se mancha y se constituye reo delante de Dios, último
fin de nuestra existencia y término necesario de' nuestra felicidad" (1 3).
lH. LA JUSTICIA
{ 21 ]
2) o Qué clase de virtud es la Justicia.-La justicia es esenei.almente UDa
virtud natural o moral, en contraposición a la virtud d~ la caridad que es
sobreJ.?atural o teologal. Es una virtud natural o moral porque se puede lle-
gar a adquirir por la. repetición constante de actos justos, por el há.bito de
la justicia; además, se dice que es natural porque responde a una inclina-
ción innata de la naturaleza humana que anhela realizar el ideal de la razón
que la induce a no dañar a otros ni a la Sociedad, de la cual forma parle,
pués de no ser así, la vida social se quebraría y sería el caos.
La justicia fuera. de ser una virtud natural o moral, es una virtud car-
dinal, es decir, que contiene en sí a todas las otras virtudes; lo que demues-
tra que no puede considerárseIe como algo ajeno a la Moral. Se le llama
también cardinal por su importancia fundamental en las relaciones humanas.
1 22 ]
te que en ninguna de ellas deja de ser objeto de la justicia. Son estas acep-
ciones cuyo estudio iniciamos de inmedÍato.
índice
IV. EL DERECHO
[ 23 1
te que en ninguna de ellas deja de ser objeto de la justicia. Son estas acep-
ciones cuyo estudio iniciamos de inmedÍato.
IV. EL DERECHO
[ 23 1
gtindo ,algún hecho que liga y apropia a una persona cierta actividad o cier~
fas cosas1 ' (1 9). y Cathrein, a su. vez:, dice: "La facultad moral de una per~
'Bona para: hácer o exigir algo nace de qu,e ese algo le pertenece en justicia"
(20), por disposición ora de la ley Eterna, ora de la ley Natural o de la
ley Civil, expresión de aquéllas. En otras palabras, al derecho subjetivo
se le puede definir diciendo cjue es: el "poder de obrar conforme a las exi~
gencias del últhno fin y exigir de los demás su respeto con todas las obli~
gáciop.es más determinad",:s que de aquellas se derivan" (21). Sintetizando
los términos, podemos decir, que es: la facultad moral inviolable de la
persona.
Analizaremos éada uno de los términos de esta definición:
[ 24 1
Pero la persona no sólo es imriolable en cuanto a su fin trascenden-
te, sino también en cuanto él los medios que le son necesarios para la-'ob-
.tención del fin. Lo, contrario. significaría; én' el he<rho, impedir a la per-
!>ona alcanzar sú plenitud ontológica. significaría violar su derecho a curn-
plir libremente su misión específica. Impedir a la persona la consecución
de su último fin por los medios necesarios,' -representa un desorden moral.
al subordinar la persona a intereses e:¡¡:.trañós a ella y al suplantarse al ver-
dadero fin de Ía misma. "A todó derecho de uno responde siempre en
los demás un deber, que dá sentido y consistencia a aquél" (26). Al res-
pecto dice Santo Tomás, que el acto humano que tiene por objeto res-
petar el derecho ajeno, es un ado bueno moralmente, y el hiÍlbito moral
que habitualmente inclina la voluntad a él, constituye la virtud' moral· de ,la
Justicia (Sorn Theol. U-Il q. 58 arto 1).
pedo a determinada. persona. como ser: -el dóminio, la herencia, las servi.:.
¿umbres activas la hipoteca, etc.; y por Derecho Personal, según el arto 578
.qe! mismo Código: el que sólo puede reclamarse de, ciertas personas;- que,
por un hecho suyo o la sola ,disposición de la ley, hán contraído las obliga-
-ciones corrdativas.
( 25 1
recho real a ser una relación jurídica estahlecida entre una persona como.
sujeto activo y todas las demás como sujetos pasivos. Pero, siguiendo a
Capitant, podemos ~ decir, que esta obligación negativa que tendrían los de-
más individuos: de no molestar al titular del derecho, no es un verdadero.
vínculo' jurídico, sólo representa una manifestación del principio que nos
impide menoscabar la libertad de otro. Por consiguiente, debemos sostener
la posibilidad de relaciones entr~ las personas y las cosas que les sirven de
medios para que logren su finalidad eterna.
. Alguno pudiera l?r~guntarse, si tomando a la persona por su capacidad
de trabajo, de producción, de creación artística o aún por su corporeidad,
;sería susceptible de derecho por un tercero. Respondiendo se dice: que co-
mo el derecho implica la faeultad de subordinar ciertas cosas a nuestro fin
pués, éste es su objeto, la persona como tal no puede considerarse com~
objeto de derecho ajeno, por cuanto no puede subordinarse a otro fin que
no sea el propio <:le ella, es decir, la obtención de su plenitud ontológica en
la co~templación divina.
Fuera de -la persona ajena, todas las cosas, por nobles que sean, pue-
den relacionarse y someterse a una' persona como objeto de su derecho.
Estas cosas pueden clasificarse: en aquellas que por su misma naturaleza
están destinadas al perfeccionamiento y a la satisfacción de alguna perso-
na, v. gr.: los actos de los miembros y. de las facultades humanas, y en
aquellas' que por un hecho accidental pasan a relacionar~e con la persona,
como son las cosas exteriores. '
También pueden ser objeto de derecho las substancias, o bien, las ac-
cion~s que ejecutamos libremente.
1 26 ]
:sa inmediata, pero de ningún modo meqiata, del derecho que tenemos so~
bre algo; ya que si bien es cierto, que todos deben respetar los derechos
.que son inherentes a la persona para que ésta posea en lo temporal lo neo
cesario para alcanzar sus destinos supertemporales; no lo es menos, que es-
ta obligación puede ser desconocida, -g de hecho lo es en muchos casos, por
la Sociedad y por las demás personl;ls, siendo, en consecuencia, necesario
darle una. realidad más objetiva y concreta, para resguardar su inviolabili~
dad moral de los atropellos de que puede ser víctima. Venancio Carro se~
iíala claramente el rol de la ley al decir: "tener derecho equivale a poder
seguir el orden impuesto por Dios y por la naturaleza raCíonal para conse~
guir nuestra perfección, y que la ley descubre y revela" (28).
Pero, la ley no solamente tiene- por misión defender el derecho de una
persona contra los ataqu'es y desconocimientos de extraños, sino que tam~
bién le corresponde indicar cuál es el recto orden que debe seguir ésta para
que, usando legítimamente de las facultades y medios que el Supremo Or~
denador le ha otorgado, pueda desenvolverse y perfeccionarse hasta alcan-
zar s~ fin último. En este carácter, la ley obra ;;omo directriz y gUla de los
actos libres del hombre para propender que éste tienda al bien y se aparte
del mal que- perturba su ascénsión espirituaL
índice
[ 27 1
:sa inmediata, pero de ningún modo meqiata, del derecho que tenemos so~
bre algo; ya que si bien es cierto, que todos deben respetar los derechos
.que son inherentes a la persona para que ésta posea en lo temporal lo neo
cesario para alcanzar sus destinos supertemporales; no lo es menos, que es-
ta obligación puede ser desconocida, -g de hecho lo es en muchos casos, por
la Sociedad y por las demás personl;ls, siendo, en consecuencia, necesario
darle una. realidad más objetiva y concreta, para resguardar su inviolabili~
dad moral de los atropellos de que puede ser víctima. Venancio Carro se~
iíala claramente el rol de la ley al decir: "tener derecho equivale a poder
seguir el orden impuesto por Dios y por la naturaleza raCíonal para conse~
guir nuestra perfección, y que la ley descubre y revela" (28).
Pero, la ley no solamente tiene- por misión defender el derecho de una
persona contra los ataqu'es y desconocimientos de extraños, sino que tam~
bién le corresponde indicar cuál es el recto orden que debe seguir ésta para
que, usando legítimamente de las facultades y medios que el Supremo Or~
denador le ha otorgado, pueda desenvolverse y perfeccionarse hasta alcan-
zar s~ fin último. En este carácter, la ley obra ;;omo directriz y gUla de los
actos libres del hombre para propender que éste tienda al bien y se aparte
del mal que- perturba su ascénsión espirituaL
[ 27 1
El ser inteligente, el h.ombre, es el. único que goza de libertad moral,
ya que pueq'e juzgar de ia contingencia de las cosas, es decir, que éstas
pÚ~den ser e iguálmente no ser y que ninguna deelIas se ha de tomar ne-
¿es1iriamente; cpn lo cual permite a la voh.mtad elegir lo que quiera. Aho~
ra ,bien, el hombre puede juzgar de la contingencia de las cosas "a causa,
de tener uña alll)a por naturaleza simple, e~piritual, capaz de pensar; la
cual,. pués esta es su naturaleza, no trae su origen de las cosas corpóreas ni
depende de ellas en su conservación; antes creada por Dios sIn intermedio
alguno, y sobrepasando por mucho la condición común de los cuerpos, tie~
ne un modo de vivir 'propio s~yo y un modo no ~enos propio de obrar, con
lo cual, abarcando con el iLJ,icio las razones inmutables y necesarias de lo
bueno y de lo 'verdadero, conoce con evidencia no ser en manera alguna
necesarios aquellos bi~nes particulares. Y así cuand~ se establece que el al~
roa 'del hombre está libre de toda composición perecedera y goza de la fa~
cuÍtad de pensar,' juntamente se' reconstituye con toda firmeza en su propio
fundamento la libertad natural" (León XIII. Enc. Libertas. N9 4). Se P\le~
de decir más explícitamente, .9ue la voluntad es solicitada necesariamente
por el Bien en general, poI' el Bien perfecto, absoluto; pero es libre en cuan~
to puede detenerse sobre un bien particular. El libre arbitrio no significa
otra cosa que la voluntad puede libremente determinarse, sin necesidad al~
guna de su nat'uraleza, a' la elección de un bien particular.
Del hecho que sea el hombre el único ser moralmente libre, se despren~
de que la ley propiamente ta1. sólo vá a regir las acciones de éste, mas no
las de Dios ni las de los animales. que obran determinados por la fuerza
fatal' del instinto, ni las de los rest~l1.tes seres ni a las cosas. .
[ 28 ]
ta razón. Y no podría decirse ni pensarse mayor ni más perv:erso contrasen-
tido que el pretender exceptuar de la ley al hombre, porque es de naturale-
za libre y si así fuera, seguiríase que es necesario para la libertad el no
ajustarse a la razón, cuando, al contrario, es certísimo que el hombre, pre-
cisamente' porque es libre, ha pe estar sujeto a la ley, la cual queda así cons-
tituída guía del hombre en el obrar, moviéndose a obrar bien con·el ali-
ciente del premio y alej4ndose del pecado con ·el terror del castigo" (León
XIII.' Ene. Libertas N9 9). " .'
De tal modo, que en los actos libres la regla próxima de ellos es la.
conciencia, o sea, la razón en cuanto es práctica;'la regla/remota es la ley,
pués, muestra ala conciencia lo que es justo o injusto, lo bueno ó lo malo.
La oblig~t~riedad de la ley resul~a de aplicarla a un ser libre, por cuanto
la ley no obra con necesidad absoluta o con fatalidad, sino con. una nece-
sidad, relativa. L¡;¡. ley está limitada en sus efectps por él libre albedrío o
libertad de elección y el ser inteligente sabe que puede infringirla, pero'
atentando con ello en contl;a de la verdad, la justicia, el bien, es decir, de-
jándose arrastrar' al mal y apartándose de :iU fin último.
índice
~itación, para que comprenda la ley natural grabada en' los corazones de
'los llomhres y cuya lectura se hace con la mente. Cicerón, por su' parte, ex-
. presa: "ha placido a hombres muy sabios ...... estimar que es de la expre-
sión griega de "dar a caqa uno lo que le corresponde" (tribuendo), de
donde la ley ha tomado su nombre en esta lengua. Yo, creo que, nuestra
palabra viene de "legendo". Porque' ~sí como dIos ponen la fuerza' de la
ley en la equidad, así nosotros, los latinos, la ponemos en la elección, y
ambas cosas son propias de la ley" (33); c.omo se vé para' Cicerón la ley
significa elección. Qe este mismo pensamiento .:;s San Agustín quien dice:
"La leyes dicha tal de Lección, es de«ir, Elección, pará que sepas qué
elegir entre muchas cosas" (34). Domingo Soto afirma que aunque no re-
chaza la e~imología de los teólogos, le agrada más la' opinió:n de Cicerón
(35). ' . . . . . . .
Por npestra parte, no obstante que creemos más a~eptable la etimología
tomista, estamos de acuerdo con Suárez en que "todas estas' .etimologías ex-
plican algo que co~viene a la ley; m,ás, .de donde se derivó la palabra leyes
incierto, y poco importa" (36).
[ 29 l
ta razón. Y no podría decirse ni pensarse mayor ni más perv:erso contrasen-
tido que el pretender exceptuar de la ley al hombre, porque es de naturale-
za libre y si así fuera, seguiríase que es necesario para la libertad el no
ajustarse a la razón, cuando, al contrario, es certísimo que el hombre, pre-
cisamente' porque es libre, ha pe estar sujeto a la ley, la cual queda así cons-
tituída guía del hombre en el obrar, moviéndose a obrar bien con·el ali-
ciente del premio y alej4ndose del pecado con ·el terror del castigo" (León
XIII.' Ene. Libertas N9 9). " .'
De tal modo, que en los actos libres la regla próxima de ellos es la.
conciencia, o sea, la razón en cuanto es práctica;'la regla/remota es la ley,
pués, muestra ala conciencia lo que es justo o injusto, lo bueno ó lo malo.
La oblig~t~riedad de la ley resul~a de aplicarla a un ser libre, por cuanto
la ley no obra con necesidad absoluta o con fatalidad, sino con. una nece-
sidad, relativa. L¡;¡. ley está limitada en sus efectps por él libre albedrío o
libertad de elección y el ser inteligente sabe que puede infringirla, pero'
atentando con ello en contl;a de la verdad, la justicia, el bien, es decir, de-
jándose arrastrar' al mal y apartándose de :iU fin último.
~itación, para que comprenda la ley natural grabada en' los corazones de
'los llomhres y cuya lectura se hace con la mente. Cicerón, por su' parte, ex-
. presa: "ha placido a hombres muy sabios ...... estimar que es de la expre-
sión griega de "dar a caqa uno lo que le corresponde" (tribuendo), de
donde la ley ha tomado su nombre en esta lengua. Yo, creo que, nuestra
palabra viene de "legendo". Porque' ~sí como dIos ponen la fuerza' de la
ley en la equidad, así nosotros, los latinos, la ponemos en la elección, y
ambas cosas son propias de la ley" (33); c.omo se vé para' Cicerón la ley
significa elección. Qe este mismo pensamiento .:;s San Agustín quien dice:
"La leyes dicha tal de Lección, es de«ir, Elección, pará que sepas qué
elegir entre muchas cosas" (34). Domingo Soto afirma que aunque no re-
chaza la e~imología de los teólogos, le agrada más la' opinió:n de Cicerón
(35). ' . . . . . . .
Por npestra parte, no obstante que creemos más a~eptable la etimología
tomista, estamos de acuerdo con Suárez en que "todas estas' .etimologías ex-
plican algo que co~viene a la ley; m,ás, .de donde se derivó la palabra leyes
incierto, y poco importa" (36).
[ 29 l
el\!:"cierta regla. o medida según la cual es llevado uno a obrar o es retraído
de ello" (Som. The'ol. 1 II q. 90 arto 1). Suárez critica esta definición de~
nlasiado amplia, porque para él, según ella, también habría lugar a la ley
respecto de las creaturas irra~ionales, pués, cada cosa tiene su regla y me~
dída conforme a la cual obra y es llevada a obrar o es retraída de ello; ade~
más, según Suárez, de e~ta definIción se desprendería que la ley no sólo
'versa ~cerca de lo bueno y honesto, sino también acerca de lo torpe. En
verdad, esta definición de ley se refiere, a la ley desde un punto de vista
moral más que jurídico; ~in embargo, Santo Tomás nos dá en otra parte
una segunda definición de un alto valor jurídico al decir que la leyes: "Or-
dinatÍo rationis ad bonum communeab ea qui curam cOlllmunitatis habet
RromuJ.g~Üa:',-(Som:1heol. 1 n q. 90 arto 4)., Ordenación de la razón para
el bien común y rom ada por el que tiene el cuidado de la comunidad.
Analizando esta última definicion, ce e, ar ena LetérÍn"{f 'G~ez, a
nuestro juicio acertadamente: "Esta definición conteniendo como contiene
todos los caracteres esenciales de la ley, abarca al propio tiempo en su seno
todas las especies de leyes, a pesar de sus inmensas distancias y de sus di~
ferencias reciprocas:.- la ley natural y la ley divina, la ley eterna y la ley hu~
m:\na; todas caben en esta definición, Pero es más admirable todavía la
elevación de miras y la filosofía de expresión que resaltan en ella como
aplicada a la ley hu~ana, a la cual se refien; más, directamente" (38).
~ nuestro parecer, y de acuerdo con González, esta definición de San-
to Tomás, si bien es precisa en cuanto define la ley humana positiva, no
lo es tanto al referirla a la ley eterna y a la ley natural, cuyos contenidos
estudiaremos en su 'oportunidad; por lo cual' dejaremos el análisis de ella
par~ ~uando tratemos la ley h.umana positiva que definiremos de acuerdo
con el citado concepto. Debemos sí dejar constancia que al proceder en
esta forma nos separamos totalmente de la metodología seguida por lama-
yor parte de los teólogos y tratadistas, incluso Santo Tomás, Suárez y Soto ';
pero, consideramos que con ello se logrará un mejor estudio y mayor cla-
ridad en las ideas y, sobretodo, los términos literales de la definición ex~
presarán más acertadamente el contenido de la ley humana positiva que
si la aplicáramos a otras especies de leyes. No obstante lo anterior, es re-
cpmendable no perderla de vista al estudiar cada ley en especial, pués, nos
puede ser útil en un momento dado.,
- Ahora bien, l5i no aceptamos la primera definición de Santo Tomás por
considerarla, con Suárez, demasi~do' extensiva; ni la segunda por estimar
que se refíere más particularmente a la ley humana positiva; es preciso que
enubcietnos alguna que dé cabida amplia en sus términos a toda clase de
ley; y que a su vez, sea lo suficientemente precisa como para que se apli-
'que ú,nicamente a los actos morales de la creatura racional. Para lograr és-
to, podemos tomar como base la primera definición de Santo Tomás agre-
. gándole algunos elementos y decir que leyes: la regla y medida de los ac-
tos morales y libres de la creatura l'acional, según la ct.lal es inducida a
ohTal'" o es retraída de ello.
[ 30 J
Mas, la base d~ todo el sistema jurídico es la personalidad humana, el
homb;re, quien tiene \ una miRión que cumplir: encaminarse a su Creador;
-para ~llo Este lo dj~i~e mediante la ley Eterna, la cual no es sino la razón
-de Dios, como Creado,r y Gobernador del ,Universo, que induce a la crea-
tura a obrar de acuerdo. con su fin. En cuanto esta ley Eterna está grabada
'en la.mente del hombre ,se llama ley Natural. A la ley hqmana positiva co-
rresponde el precisar; y el darle contextura jurídica a esta ley Natural.
Hay que constituír la teoría de la ley "de abajo hacia arriba", ponien-
·do ,como base' la personalidad del hc.mbre y como coronación del sistema
la obtención de su fin último, con ésto se logrará que la Sociedad y 'el Es-
tado se den cuenta que los Derechós y Deberes del hombre son anteriores a
ellos, los cuales no tienen su origen ni en aquélla ni en éste y que el fin de
la persona está por encima de toda organizació'n política o social hum'ana.
Además, se evitará que se constituya al Esta,do en única fuente de Derechos
y Deheres o, lo que es lo mismo, en fuente de arbitrariedades y tiranía, por-
que si sólo hay ley positiva, todo lo que ella mande debe ser .acatado. por·
'que es justo, pués; no hay ninguna regla para discernir lo justo de lo in-
justo, ya que la ley del Estado pasa a ser la única expresión de la justicia.
LEY ETERNA
LEY MOSAICA
LEYES TEMPORALES
LEY DIVINA
LEY EVANGELIO!
LEY POSITIVA
r LEV ECLESiASTICA
LEY ROMANA
LEY CIVIL
1 31 ]
piqs qo )?ued~ crear ,~in~n~ leyeI). el tIempo t~4nque puede proroul-
garla}, porque top~ cuanto' h~c~, lo hace desde t<¡l<ja eternidad debido
a que es Acto Puro ~ inmutabl,e {~Ogl. Theql. 1 IJ 90' 91).
Estas leyes tempor~les difieren de la" ley eter~a, según Suárez, como
lo creado y lo inc~eado, porque lo que es eterno és increado, y lo que es
temporal es creado.
[ 33 ]
de -la colectividad. Rige al hombre como súbdito de un Estado, sociedad
temporal, y no como miembro del Cuerpo Místico de Crillto o Iglesia. SO~
dedad espiritual en sus fines. San Agustín suele llamar ,a la ley civil: ley
tempot-al, pero este término se presta a ,equívocos.
[ 3~ 1
CAPITULO SEGUNDO
LA LEY ETERNA
[ ~, 1
o, al menos, por razón. deJas especies singulares de El, o el que ha de ser
especialménte guardado por las creatur~s intelectuales en cuanto a las ope~
raCiones libres de ellas" (2). , . .
San ~stín" lJno. d~ los primeros en exponer sistemáticamente la no-
ción de ley eterna, da de ella la siguiente idea: "La ley eterna es la_~ón o
vg.J1Jll1aLdivina, ~$cribie.ndº _Jª--~el ~n n~k~t;9~~S y
prohibieno-la vrólación de ese mismo orden" (3)~ 'Cómo se puede ver, San
Agustín sintetiza en una sola definición los conceptQS un tanto dispares de
Santo Tomás y de Suárez; adoptando en este caso 1,lna 'posición intermedia
entre la tesis racionalista del contenido formal de .ia ley y la tesis volun-
tarista respecto del mismo. .
,Es desde todo punto de vista interesante, dar a conocer el pensamiento:
que sobre esta materia sustentaba .Cicerón, filósofo pagano, el cual por ser
romano era aj eno a la ley mosaica y a la revelación precristiana. Dice Cice-
rón en elegantes frases refiriéndose a lo que nosotros llamamos ley Eterna~
"el sentimiento de los más sabios ha sido que la ley no es en manera algu-
na una imaginación del' espíritu humano, ni una voluntad de los pueblos,
sino algo eterno, que debe regir el mundo entero por la sabidQría de las or-
denanzas y prohibiciones. Es ésto lo que les ha hecho decir, que esta pri-
mera y última leyera el espíritu de Dios cuya razón soberana obliga y ve-
da; y de aquí el carácter divino de esta ley dada por los dioses a la especie
humana; porque también ella p.o es sino el espíritu y la razón del sabio, ca-
paz de conducir y de apartar.:. Pero no es preciso ~reer que .... en 'general
todas las prohibiciones y prescripcicnes de los pueblos, tenga el poder de
acercar a las buenas acciones o de apartar de las, malas. Esta potestad tiene
más años que la vida de los pueblos y de .las ciudades; ella tiene la edad
de Di~s que conserva y rige el cielo y la tierra~' (4). .
Adaptando a la iey etel;'na la definición que dá de la ley Santo Tomás
y según la cual la leyes: una ordenación racional encaminada al Bien Co-
mún y promulgada por el que cuida de la comunidad, ValeIJilin expresa: la
hiy derna no solamente e.s una ordenación/de la razón divina, sino que'
tiene por opjeto el bien común, siendo el principio del orden universal, y.
es promulgada por el Legislador Supremo (5).
Es preciso hacer notar que las Ideas eterMS y la Ley ~terna: no son la
misma cosa, porque., laS 'primeras, representan las esencias. de las crea tu ras
posibles o r~ales" "los modelos arquetipos de la creación"; en cambio, la
segunda, ordena estas cre.aturas para que cumplan su fin último que es Dios.
Si se pudiera hablar 1eanterioridad en la eternidad ~ivina, podríamos de-
cir, si se nos permite a expresión, que las ideas divinas sop. .anteriores a la
ley eterna' y que ésta supone aquéllas. . -
Nos parece' del todQ inaceptable el concepto q'~ de ley eterna ¿á Del
Vecchio cuando dice que la ley eterna es: "la misma razón divina que gobierna
el mundo y la Voluntad de Dios comunicada pqr revelaci6n y que debe. ser
aceptada por la fé" (6). y no es aceptable. porque la ley eterna no se dá
a Conocer normalmente por :t:evelación alguna, comp veremos después;' ni
tampoco Ise puede decir de ella que es un dogma de fé, ya que se puede
concebir fácilmente por las vías de la razón, pués .. a nadie que tenga un
cop.cepto claro de lo que es Dios se 'le ocurriría pensar. que una vez c.reados.
los seres iban a quedar e'Xentos de la tuición divina y entregados a su pro-
pio capricho, sin importarles ·su qiusa primera y su fin último. Suponer tal
aberración es é\.bsurdo. . '. . ' .
-{\hora bien, la utilidad' de la ley eterna, como anota Santo Tomás no
reside -en que ella misma se oI.dene a un fin, sino en que ella váa orde~ar
por los medios adecuados, a tod8$ las cosas a sus fines; no. puede ella mis:
roa tender a un fin propio por 'cuanlo ella es Dios. mismo, su razón ordena- .
r 36 ]
¿ora" último fin de todas las cosas, de tal ~an~ra que Dios renegaría de su
esencia al procurar un fin que no fuese El (Som. Theol. 1 II q. 91 arto 1).
Resumiendo todos los conceptos expuestos sobre la ley eterna, podemos
decir, que eIJa es la "forma", en sentido escolástico, de las creaturas, en
euanto es el primer determinante y actuante de ellas, imprimi~ndoles la
ordenación nec.esaria- a sus fines.
[ 37 1
de la sabiduría, con. la cual crea topo, tiene razón. y nombre de arte y ejem-
plar'~ ideas, así t~.bién la razón d~ la sabiduría, qu~ todo lo ordena a sus
fines. lo dispone y lo empuja. tiene razón de ley. Luego no siendo la ley
otra cosa que el dict!imen de la razón práctica en el príncipe, con la cual
gobierná cuanto 'le está sujeto, resulta que !a ley eterna en' Dios no es otra
cosa -que la razón suprema de su sabiduría con que rige el mundo universo".
.
( 7) ... -.." . ,,- "
_#
[ 39 ]
aeterno, de aquí, se sigue que es necesario llamar eterna a semejante ley"
(Som. Theo!. I 11 q. 91 arto 2).
Cíceron, también se refiere muy elocuentemente a la eternidad de es~
. ta l~y y, aunque usa nombres paganos, no por eso deja de expresar acer~
,tadamente el verdadero origen y contenido de la ley eterna, dice: "existía
ya una razón, emanada de la naturaleza de las cosas, que impele al .bien,
que aparta del delito: ésta no comienza, en manera alguna, a ser ley sólo
desde el día en que' ha sido escrita, sino desde el día en que eUa· ha naci!.
do; es así que, ella es co'ntemporánea a la inteligencia divina. Luego, la
ley verdadera y primitiva teniendo, facultad para ordenar y prohibir, es
la recta razón del supremo Júpiter" (12). Cicerón habla del día en que
la ley eterna ha sido escrita, porque se está refiriendo a la ley eterna en
cuanto ordenadora de las creaturas racionales, las cuales la llevan escrita
en sus corazones, según el decir de 'San Pablo, y que pasa a Ilam~rse en~
tonces: Ley Natural.
Pero 'si bien, en cuanto a su origen, en cuanto existente en Dios, ¡!e
puede decir que ¡esta leyes eterna, en el otro estado en que puede consi)
'derárnele, o sea, como ordenadora de las criaturas, no goza de la misma
eternidad, su efecto lo obtiene en' el tiempo. En verdad, "la ley eterna no
es sino la norma con que la'divina Sabiduría dirige las criatums a su últiJ
mo fiñ, norma que, aunque existente en Dios desde toda la eternidad, obJ
tiene su efecto en el tiempo con la aparición de las criaturas" (13). Esta
ley, en realidad, mientras permanece en la. mente de Dios, es' sólo potenJ
cia, posibilidad de ser; mas, para pasar a acto, al set, es preciso que Dios
libremente proceda a lacreacÍón de los seres racionales a quienes esta ley
vá' a regir, y sólo desde este momento se puede decir, en sentido estricto,
que la ley eterna exi'ste, que ha llegado a ser ley absoluta y efectiva. De
'modo que según ésto, la ley eterna tendría un origen o principio preciso:
la creación, desde la cual comenzaría a regir; lo que equivale a decir que
en este sentido es temporal y no eterna. Por otra parte, la leyes un vrnculo
de relación de un superior con un inferior, y como antes de la creación no
existía inferior, luego, no existÍa el sujeto al cual regir y, por lo tanto, no
hab::a ley propiamente tal.
Vásquez de Mella abarcando estos dos estados en que la ley eterna pueJ
da concebirse, a saber: en la mente de Dios y rigiendo a las criaturas, defiJ
nió a la ley eterna, en Uno de, sus extraordinarios discursos, como: "plan
universal preexistente en la mente divina y realizado en el tiempo por .me~
dio de .la creación" (14).
[ 40 J
do eternamente con su sabiduría infinita. Pensar que Dios puede rectificar
o modificar sus designios, es no entender nada de la esencia divina.·
No creo que sea ésta la oportunidad de refutar la vulgar y J;>urda obje~
eión que se hace a la inmutabilidad, de los designios de Dios, al presen~ar
al milagro coma' una enmienda o una contradicción de la sapiencia divina,
por lo demás. de io que hemos dicho se, puede deducir la respuesta a esta
argumentación.
[ 4:2 ]
Reconociendo 10 discutible de esta maferia y la autoridad de la opi'-
nión de Suárez, creemos no obstante. que la razón está de parte de Santo
T amás y de los que le siguen, quienes sostienen el carácter esencialmente
racional de toda ley, yen este caso. de la ley eterna, en virtud 'de. las con-
sideraciones hechas al tratar esta tesis en particular y las que agregaremos
cuando se hable con más detenimiento ,de esta cuestión al estudiar fa ley
Natural y la ley Civil.
5. Sere$ y Actos regidos por la ley Etet'l)a.-Estudiaremos aquí la ley
eterna ehrclacióñCon tres claSes de seres y de actos; el. ~aber:
a). La ley eterna en relación con lo necesario y lo etemo.-Es' fácil
comprender que Dios y sus actos no están sometidos a la ley eterna por múl-
tiples razones. Desde luego, mientras la ley eterna está sólo en Dios, en su
mente, es solamente una ordenación de la razón divina en potencia, es ló-
gjco entonces que no puede regir las acciones divinas, porque no ha: pasado
de la potencialidad a la actualidad.
San Anselmo tratando de esta materia dice: Dios es del todo libre de
ley, y aSÍ, que lo que quiere es justo y conveniente; y que aquello que es
injusto e inconveniente no cabe en su, voluntad, no por ley, sino porque no
pertenece a su libertad (24). ' , "
Adeniás, la ley implica relaciones de dependencia de inferior a supe-
rior; pués bien, "Dios no tiene superior .ni puedé obligarse a sí mismo pOI:
modo de pre,cepto y ley, porque no es superior a sí mismo", como expone
Suárez ( 2 5 ) • ,
Por otra parte, Dios sólo puede' querer lo que contiene la razón de su
sabiduría divina, la cual, anota el mismo Suarez, es ciertamente como IéI ley
de la justicia, según la cual su voluntad'es recta y justa, como no poc\ía me-'
íloS de serlo, ya que es la Perfección absoluta y- la primera regla de' bondad
moral. De 'tal manera, que Diqs es ley, para sí, por naturaleza intrínseca, no
por coacción legal, ya que de lo contrario perdería su carácter divino e in-
finito. '
Además, es lógico pensar que Dios al constituÍr la ley etern~ d~tinada
a' dirigir a las criaturas hacia sus fines, lo hiciera atendiendo a éstas y a sus
fines; mas, no como una ley propia, porque ésto es absurdo incluso'en la
esfera de la ley, humana; na4ie legisla únicamente para sí mismo.
Sa,nto '1"ómás hablando, concisamente, como acostumbra, dice a este'
, respecto: "Todo aquello que pertenece a la esencia o naturaleza d~vina, no
cae bajo la ley eterna, porque constituye y es esa misma ley" (Som. Theol.
1 II q. 93 arto 4). .
Si bien háy unanimidad de· pare~eres para juzgar que Dios y sus actos
no están sometidos a'la ley eterna, porque El mismo es la ley eterna; esta
unanimidad desaparece cuando' se trata de saber si las demás cosas nece-
sarias, que no son Dios, están o no sometidas a la ley eterna. En efecto, el
Doctor Angélico enseña: "Las cosas necesarias no pueden menos de ser lo
que son. No preci~an, pués, ni cabe en ellas cohibición o represión alguna.
Y, sin embargo, la ley tiene ese fin: cohibir, apartara} homhre del mal. De
donde se sigue que lo necesario carece de ley'" (Som. Thepl. 1 :1I q. ,93 arto
4). Domingo Soto, por su parte, se, expresa de diferente modo, dice: ."To-
das las cosas necesarias, fuera de Dios' y de sus atributos, están bajo la ley
eterna. Las cosas necesarias, a saber. los elementos' y los cielos se sujefan a
la disposición de la léy eterna; y también, enseñado por la naturaleza, lo a¡~
canzó Aristóteles (2. Metaphys. texto 4 Lib. 5); donde dice que hay causa
de las cosas eternas; y en el libro 12 de 10s- Metafísicos (text. 24). donde
dice que la causa primera es causa de todas las demás; y en el 'octavo d~
[ 43 ]
los físicos, donde pone, un primer motqr, del cual, dependen todos, no, sólo
¡en el mover y en el obrar, sino también en el ser. Porque las cosas necesa-
rlag no se llaman tales, porque no tienen causa, s,ino porque de su ,natura-
leza proceden de una causa' necesaria de tal manera que son de suyo inco~
'rrttptibles" como los ángeles y los ciel()s" ,(26).
Por nuestra parte hemos expresado reiteradamctnte, que la ley eterna
es la razón de la divina sabid\,uía en cuanto di.rigc toda aCClOn, cualquiera
,que sea la Cosa de que se trate y p,or ~onsig'uieQte cualquiera que sea su fin
inmediato, ya que el- fin mediato es igual, en todas: Dios; de modo, que la
ley eterna no es otra cosa que Dios dirigiendo a lo que ha nacido de El ne-
cesariamente y a lo que' El ha creado libremente; porque aún lo necesario,
como señala Soto, ha tenido su origen en la e,ausa Primera, en Dios, por
cuanto no puede haber nada que no tenga su antecedente en Dios. Ahora
bien, 'lo' que arranca necesariamente de Dios, no por esto vá a quedar fuera
de su órbita y a erigirse en algo independiente de, su causa primera, e'n otro
Dios, sino que deberá "tender a la mayor gloria de Este, pués, ese ,es su fin.
cumpliecdode este modo con la .ley eterna; el que cumpla con la ley eterna
de ,una manera n!'!cesari'a no significa que esté exento de ella, sino muy por
el contrário, significa que no puede desviarse de ella. En otras pala.bras:
todo tiene su origen primero y su fin último en Dios. incluso lo nece-.rio;
ahora bicQ, el dirigirse. rectamente hacia el fin último, Dios, significa respe~
tar la ley eterna constituída por Este mismo para obtener que sus criaturas
lleguen a su seno y le den la glorificación debida; el que, pueda existir algo
que necesariamente respete esta ley eterna, quiere decir únicamente que es~
tará en una situación privilegiada respecto de aquellos seres libres que pue-
den violarla y no cumplir, en consecuencia, COJ;1 su fin último.
b). La ley Eterna en relación con los seres racionales y sus ados.-La
ley eterna produce sus efectos temporales cqn la creación de las criaturas
e induciendo a éstas a la consecución de su fin medianl;e inclinaciones y mo-
,vimientos de su natl,lraleza. De modo que se puede decir: "La naturaleza o
movimiento del ser creado no es sino la parti~ipación temporal por parte
de la criatura de la ley eterna, que, impresa en su ser, la dirige a su fin"
(27)., Por consiguiente, según sea la na~raleza de la criatura, será, la forma
en que Dios la ordenará al último fin mediante la ley eterna; en los seres
irracionales esta ordenacÍón será "pasiva y ciegamente" y eJ;1 los racionales
"activa y concientemente", según términos de Santo Tomás (Som. TheoI.
1 II q. 93 arts. 5 y 6). .
No obstante, que la ley eterna ontena todas las cosas creadas a su fin,
en sentido estricto se puede decir que sólo la criatura racional participa de
la ley eterna, y de este modo se restringe el concepto de la ley eterna pa-
sando a ser: "la norma y decretos divinos respecto,al orden moral recibidos
j>~ lc>s ¿i~támenes de la razón humana" (28). San Agustín en su definición,
citada en páginas anteriores, toma a la ley eterna en este sentido.
\'eru. la ley eterna no ordena únicamente los actos específicamente hu-
man03, I'?oductos de la razón y la libertad; sino también los actos de las fa-
cuH .des :T!feriores sometid~ a las superiores, ya que el hombre en su inte-
gridad 'deb~ cumplir su fin específico asignado por Dios. ,
<T,od:¡.s ias acciones morales caen, de alguna manera\ en la ley eterna,
y••~e.e\ qve ella mande la ejecución o algún modo particular de obrar, o pro-
í, ", (: '" sí, pués, como dice Suárez, no hay obra buena alguna que no
" ¡. ,,', ',,',",: '",~-: cc;tno ;n1l;lndante. }:.n cuanto aJos actos indiferentes.
~1tIlQ.n ~ sometidos a la ley eterna, ya que como expresa Santo Tomás,
I '. : ¡", ,: • "', indiferente en el individuo; lo que es lógico;
POC"'\\ut .sl Dios no puede crear nada que no tenga su fin en El m;smo~ el
[ 44 )
hombre al tener por último';fin a Dios debe actuar y referir todos sus actos
a ese fin. Además, no sólo ~as acciónes libres están sujetas,a la ley eterna",
sino que con mayor razón, aquellas acciones que las criaturas intelectualeS.-
obran por natural neces~dad. v. gr. alimentación. etc., o aquellas accio~es
que Dios ejecuta por intermedio de eUas sin la libre cooperación de las cna~
turas como ser: crearlas, premiarlas, castigarlas, etc.'
, Santo Tomás, fundamentando esta sujeción del hombre a la ley eterna.
expresa,: "La criatura racional se encuentra sometida a la ley eterna por ?o-
ble título: por cuanto conoce de algún modo.esa ley, y por cuanto lleva lm J
. c). La ley Eterna en relación con las cosas inanimadas, con los irraclo-
1'0 creado está sometido a la:
~ tales y sus ados.-,-Si bien es cierto, que todo
1 45 1
ley eterna, lo que c~rrobora San Agustín cuando dice: "Nada se sustrae de
las leyes del sumo ordenador y cn'!ador por el cual es administrada la paz
c'!el universq" (30); no lo es menos, que la ley ~terna, como ordenadora de
las cosas inanimadas e irrac!on¡;tles, es ley en un sentido más bien metafóri-
co que real; igualmente la sujeción de estas cosas a ella sólo latamente se
puede decir que es la obediencia del súbdito al superior, porque más bien
«:11 ciérta necesidad natural.
Las cosas inanimadas y los seres irracionales no pueden distinguir por
sí mismos la ley eterna, para que una vez que la conocieren la siguieren, por
cuanto carecen de raZón y de conciencia para ello. Pero, a pesar de esto.
hay algO que reemplaza a la razón en los irracionales que les permite, no
.obstante no conocer la ley eterna, proceder de acuerdo con ella y dirigirse
a sus fines particulares, "ese algo es el instinto; es la fuerza oculta que, pre-
$idiendo a la ejecución de las leyes ~aturales, gobierna de un modo seguro
e infalible a todos los seres orgánicos e inorgánicos, desprovistos de inteli-
gencia" (3 1 ) .
Tal vf!z en rela<;ión con las cosas. inanimadas e irracionales tenga ma-
yores posibilidades de ser cierta la tesis intelectualista-volitiva del origen de
la'ley, sostenida por Suárez, que en el caso de la ley eterna ordenadora de
los s.eres racionales. Dice Suárez textualmente: "en cuanto se dice que man-
d,a Dios a las cosas que carecen de entendimiento, no les manda próxima e
inmediatamente .por el entendimiento, sino, por la voluntad, porque no les
,manda hablando, sino obrando; pero más . inmediatamente obra por la vo-
luntad que por el enteÍldimi~nto .. ,; luego, la ley eterna, en cuanto versa
acerca dé estas cosas inf~riores, entiéndese rectamente que está en la volun-
tad de Dios que ordena dar auna cosa tal naturaleza, inclinación, sitio, etc."
(32). Como dijimos en el mOIIlento oporhmo. Djos es libre para crear o
no cre~. p~ro una vez_creada una cosa, asignándole por un acto de la ra-
zón divina u~a esencia determinada, la \[oluntad de Dios no puede dirigir
esa cosa haci~su fi~ delln modo. diferente al que corresponda de acuetqo
con la eliencia de ella; de tal modo, que el instinto o cualquiera otra fuerza
debe estar de acuerdo cO}:lla esencia de la cosa y la voluntad de Dios debe
Ieápetar esta esencia.
[,47]
corazón neno de tinieblas; ,y mientra,s se jactabap de sa.bios, pararon en sel
unos necios" (Epist. a l~s Rom. 1, 2 O y 21).. . "
Todavía más: si no se logra encontrar la ley. eterl}a ni en la serena con~
temp'lación interior de sí mismo ni e~ el 9rden de las cosas creadás, podemos
llegar a."'sú. conocimiento en la comprensión y' obediencia de cualquiera otra
ley exterior justa; por cuanto; toda ley exterior que pretenda ser justa; y de
Jo contrario no es ley, deb~ fundamentarse en la ley eterna y 'particip,u de
ella, pués, es ésta la única ~orma ahsólutamente justa que existe y la' única
que ordena al hombre a su auténtico fin. El' Doctor Eximio ~efiriéndose a
este modo de conocer la ley eterna expresa: "Conocen, pués, , los viadores
la ley eterna por participación de ella, y, por tanto, po'r leyes justas, tem~
porales y creadas, porque así como l~s causas segundas muestran la primer~
y ias criaturas al creador, liSÍ las leyes temporales, q!le son participación de
la ley eterna, muestran la fuente de donde manan" (35) ... De maner¡~" que
la ley eterna puede ser conocida por el hombre a través de la ley Natural~
de la ley positiva revelada, de las leyes humanas eclesiásticas y civiles, siem-
pre que estas últimas sean del' todo justas.
1 48 ]
nlÍento de la ley eterna también expresamos, que su promulgación podía
ser conocida por una inclina~ión innata del hombre a la verdad, reflejo de
la ley eterna, o bien, por la contemplaci6n de las cosas creadas, o por últi-
!po, por medio de otras leyes justas. De aquí el que Suárez diga: '~la ley
eterna nunca obliga por sí' misma, separada de toda otra ley; sino que ne-
cesariamente debe unirse a alguna otra para que obligue en act~. Porque no
obliga en acto, siho cuando es en' acto exteriormente prowulgada. y, no se
promulga sino cuando es promulgada alguna ley divina o humana" (38).
Si bien, cuando se promulga por una ley divina 'la razón o};lligante es la ley
eterna que' contiene aquélla;' cuando, por el contrario, se promulga y dá a
conocer por una ley ht::mana, la obligatoriedad de élita proviene de la par-
ticipación de la ley eterna en ellá; pero,' además, obliga en su carácter de
expre.sión de la Autoridad humana, cuy? 'fundamento remoto es divino.
[.,4.9_.}
a los demás lo que quieras que te hagan, etc. Adeqlás, dá al mismo nom-.
bre facultad para que, según la condición de los tiempos, lugares y nego-
cios, raciocinando CQn la ley natural, establezca otras que juzgue convenir,
las cuales por su, autor se llaman humanas. Mas como no hemos sido crea~
dos solamente para el fin natural, que es el estado de la república pacífico
y tranquilo, para el cual fin bastarían las predichas leyes, sino también para
la felicidad sobrenatural de lo creado, puso Dios en nosotros, además, otra
ley sobrenatural, a saber, tanto ]a antigua como la nueva; para que nos con-
dujese a ese fin sobre~atural. Y esta leyes la ley divina" (4 J ).
Corroborando lo anterior, San Agustín expresa: "El hacedor de leyes
temporales, si es hombre bueno y sabio, consulta 'a aquella misma ley eter-
na de la cual a ninguna alma ha sido dado juzgar, para que discierna qué
ha de ser mandado o vedado en el tiempo. según sus inmutables reglas",
y agrega: "Nada hay justo en la ley temporal que no proceda de la ley eter-
na" (42). Debemos recordar aquí el pasaje ya citado en que Cicerón lla-
ma a la ley eterna: "primera y última ley... espíritu de Dios cuya razón so-
berana obliga y veda" ,(43). También Demó.stenes fundamenta toda ley
en la ordenación divina al decir: "A la ley todos los hombres deben ohe-
decer porque toda ley ~s cierta invención y don de Dios" (44). y en el Li~
bro de los Proverbios se lee: "Por mí reinan los reyes y los legisladores de-
cretan 10 justo" (Prov. 8, I 5). y Pablo de Tarso en su Epístola a los Ro-
Jnanos (Cap. 3 v. 1) nos exhorta: "Toda persona esté sujeta a las potesta-
des superiores: po:z:que no hay potestad que no provenga de Dios. Y Dios
es el que ha establecido las que hay".
Es tan lógico que toda ley esté basada en la ley eterna, que in con cien-
temente referimos a ella cualquiera ley, mas no mediante un análisis, sino
-espontáneamente, sin advertirlo. En efecto, a menudo se dice de una ley
que es justa o injusta, buena o perjudicial, honesta o deshonesta; pués bien:
todos estos' conceptos aparecen como relativos, dependen de la apreciación
de cada~ cual, de tal manera que no podría decirse que una leyes t.uena
o mala en sí, sino con respécto al que la juzga, por cuanto faltaría una co-
lTIún medida o norma de la bondad, de la justicia, de la honestidad y de
la utilidad, que sirviera a todos los hombres y para todos los actos. Sin em-
bargo, para todo hombre de criterio sano existen leyes justas e injustas, ho-
nestas o deshonestas por esencia, intrínsecamente, sin que se to~e en cuen-
ta la p'osición personal del que juzga; y la apreciación al respecto puede ser
compartida por todo o parte del resto de los hombres. Ahora .bien. ¿ Qué
nos demuestran estos hechos simples y cotidianos? Nos demuestran: la exis-
tencia de una medida absoluta de la justicia y de la honestidad, inmutable
y universal a todos ¡os hombres, con relación a ia cual se vá a apreciar la
justicia o injusticia, honestidad o deshonestidad de una ley dada, pués, de
ló contrario carecerían de s.entido estos juicios y opiniones. Es el mismo caso
que sí le djcen a uno: los sajones son generalmente altos o los esquimales
son bajos, si no se .tiene un punto de referencia común con los demás hom-
bres estas proporciones no nos van a decir nada, pero si tomamos al hom-
bre normal, al término medio, desde ahí aumentaremos o disminuiremos pa-
ra formarnos la idea de la altura y de la pequeñez, De igual manera, la jus-
ticia y la honestidad de la ley humana la juzgamos en relación a la ley eter-
na de Dios que es la justicia y la honestidad en sí; es claro, que llegaremos
. a ella después de muchas deducciones y abstracciones que no todos tienen
la inteligencia o vatentÍa necesaria para llevarlas hasta sus últimas conse-
cuencias. Pero, en el fondo de nosotros mismos poseemos una noción ;,nna-
ta de lo que es la justiCia y la bondad, reflejo de la ley eterna en nuestros
espíritus y que llamamos ley Natural. . ,
Suárez, comentando a San Agustín, raciocina del siguiente modo: "to-
da ley humana es mudable y puede padec;:er defecto y error; lueg-o sUPone
[ SO, J
necesariamente alguna ley inmutable pOI' la cual adquiera estabilidad y sea
como medida, de suerte que sea hecha l'ectamente por conformidad a ella,
la cual no es sino la ley eterna" (45).
Es interesante observar que el universo está en contÍnuo movimiento y
actividad, es· decir, tiene vida; pués bien, todo movimiento requiere ·de mo-.
tor o causa, .nada puede darse el movimiento a sí mismo; por consiguiente,
si seguimos en una escala ascendeI:lte de motores segun-dos, tenemos que
liegar a .la conclusión que es necesario un primer motor inmóvil que haya
trasmitido el movimiento a' los. motores segundos y que, por su parte, de
nadie haya recibido movimiento; este primer motor inmóvil es Dios. Si. tras-
ladamos, ahora, este raciocinio ·al campo jurídico, debemos confesar el mis-
mo orden y jerarquía; es así, como las leyes humanas rigen toda la vida_
y actividad de los hombres en busca de su destino, son los motores que dan
movimiento a la vida social; pero,si nos remontamos. del simple oficio a la
Instrucción, a la ordenanza, alde~ret.o, al reglamento, a la ley, a la Consti-
tución y seguimos en esta escala .ascendente, tenemos que llegar, también.
a la conclusión que estas leyes humanas, motores s_egundos de la sociedad,
precisan de un motor o causa primera, absoluta, eterna, inmutable, necesa-
ria y tiniversal; motor o causa primera legal que no es otra que la ley eterna.
Por otra parte, es racional que la ley eterna sea la base y fundamento
de toda otra ley, por cuánto si es ordenación de loshomhres hacia Dios.,
quien la dicta,~s natural y cuerdo que aquellos la sigan, máxime cu~ndo
"Dios, Verdad primera y por lo mismo fuente y origen de toda verdad, es
también justicia esencial y viviente, y por lo mismo fuente y origen de to-
.da rectitud moral y del orden de justicia contenido .en toda ley inferior" (46).
, Del hecho' que toda ley, para ser justa, debe estar en concordancia con
ia ley' eterna se desprende que las leyes inicuas y en desacuerdo con la ley
eterna no son justas y que, aún más, no son leyes propiamente tales, como
enseña Cicerón y Santo Tomás de Aquino, llamándolas este último violen-
. cia en vez de leyes.
Respecto a la dificultad que se presenta para saber: si . las leyes huma-
nas que permiten el mal, proceden o no de la ley eterna, Domingo So~o re-
suelve; "la ley humana ·que permitiese el mal, aprobándolo como bien, ja-
.más procedería de la ley etérna. Mas aquella que lo permite impunemente,
porque no· puede impedir todos los delitos, en no intentar IQ que no puede
realizar, es recta y prudente; y por tanto proviene de la ley eterna, aunque,
como más débil, no fa llegue a 'igualar perfectamente'" (47) . .
. Sí, como hefI:los dicho, toda ley deriva de la eterna, irpporta no con-
fundir ésta con la ley Natural; en efecto, la ley eterna es la ordenación ra-
cional de Dios que establece que el orden moral se conserve entre las cria-
turas para que éstas alcancen su fin último, Dios mismo; abarca no sólo al
hombre sino a todo lo creado. La ley Natural, en' caIIllbio, es la impresión
de la ley eterna 'en la mente del hombre para que 'éste en su gobierno, pro-·
.pío pueda actuar de acuerdo con ella; abarca sólo al hombre, mas no al
resto de la creación.
Importa, también, no confundir la ley eterna con la ley divina revela-
da, la cual .es una instrucción o revelación voluntaria y gratuita de Dios e~
la que nos manifiesta de una manera más positiva lo que prescriben la ley
eterna y la ley natural, por lo tanto, ha de estar en perfecto acuerdo con
ambas. La ley divina compre~de, como ya lo dijimos, la ley Mosaica y la
ley Evangélica y se contiene materialmente en 'la Biblia.
En cuanto a la ley humana es necesario hacer notar que su obligato-
riedad no procede inmediatamente de Dios, como en la ley eterna, sin~ del
mandato del príncipe que tiene poder para obligar en virtud de la potestad
co~ferida por la' Suprema Autoridad, según el decir de San Pablo de qlle
"todo Poder viene de Dios" (Epíst. a los- R."~'3i" );, de manera que
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la obligación de la ley, humana p~ocede próximamente de los legisladores
humanos, aunque radicalmente la obligatoriedad de esa ley se deriva de su
relación con' la ley ~terna. , .
Hemos visto ha~ta 'aquí que toda .ley, ya sea natural, divina o humana.
debe basarse en la ley eterna; pués ,bien, veremos ahora, que la leiY eterna
es el límite de la libertad moral, individual y colectiva y el de toda ley que
pretenda regir a los hombres.
León XIII, en su magistral Encíclica Libertas, plantea las cosas en su
verdadero terreno cuando' enseña: "Por donde se vé que la libertad, no
sólo de los particulares, sine de la comunidad y sociedad humal1a, no tiene
absolutamente otra norma y regla que la ley eterna de Dios; y si ha de te-
ner el nombre verdadero de libertad en la sociedad misma, no ha de con-
sistir en hacer lo que a cada uno se le antoje, de donde resultaría grandísi-
ma confusión y turbulencia opresoras al fin de la sociedad, sino en que, por
medio de las leyes civiles, pueda cada uno fácilmente vivir según los man-
damientos de la ley eterna. Y la libertad, en los\ que gobiernan, no está en
que puedan mandar temeraria y antojadizamente, cosa no menos perversa
que dañosa a la sociedad en sumo grado; antes toda la fuerza de las leyes
humanas ha de estar en que se las vea ditnanar de la eterna, y no sancionar
cosa alguné!- que no se contenga en ésta, como principio universal de todo
Derecho... Resulta de todo lo dicho que, la naturaleza de la libertad, de
cualquier modo que se la mire, ya en los particulares, ya en la comunidad.
y no menos en los imperantes que en los' súbditos, i~cluye la necesida,d de
someterse a una razón suma y eterna, que no es otra sino, la autoridad de
Dios que manda y veda; y tan lejos está este justísimo señorío de Dios en
los hombres de quitar, o mermar siquiera la libertad, que antes bien la de-
fiende y perfecciona; como que el dirigirse a su propio fin y alcanzarle es-
perfección verdadera de toda naturaleza': y el fin supremo a que debe as-
pirar la libértad del hombre, no es otro que, Dios mismo" (León Xlll Ene.
Liberta~ N9 12). De las enseñanzas de León XlII, el Papa de los obreros,
se desprende que toda ley humana para merecer el nombre de tal, debe
sacar su bondad y justicia de la fuente inagotable y maravillosa de la ley
eterna.
y para terminar, podemos decir, que íl-SÍ como en el mundo físico exis-
te la ley ,de la atracción y de la gravitación universal de todos los cuerpos;
así también, en el mund.o del espíritu hay una ley de "atx:acción y gravita-
ción espiritual", la ley eterna, en cuya virtud las cosas creadas se proyec-
tan hacia Dios, a quien deben su origen, en medio de la armonía que pro-
duce la observancia del recto orden moral.
índice
[ 52 ]
CAPITULO TERCERO
LA LEY NATURAL
1. LA NATURALEZA HUMANA
[ 53 ]
el acto, son eUos: la Materia prima y la Forma subsfancial. La Materia, co-
mo expresa Santo Tomás, es indeterminada, es sblo pura p'otencia real o·
capacidad pasiva y receptiv~ de la perfección substancial y por eso mismo
no es acto y sólo se le pU,ede concebir en razón de la Forma, la cual la de-
termina y actualiza para corís,titnÍr con ella un ser en acto (Som. Theol. r
q. 4 arto 1). La Forma, por el contrario, es el principio del ser, es lo que
determina a la Materia, es 'e'l acto substancial que recibe la Materia y al cual
limita y 'por cuya virtud pasa a constituír un ser determinado en el orden
de lo físico, al decir de Santo Tomás (Som. Theo!. 1 q. 66 arto 1). Es por
esto, ,que en un ser la Forma es de una categoría superior a la Materia y
las notas diferenciales que con'stituyen su esencia no son sino la Forma re-
cibida por la Materia, y siendo ésta última, a su vez, el principio de indi-
viduación de dicho ser. '
$iendo la Forma substancial humana imágen del Ser divino, el hom;
bre está esencialmente dirigido a El y se encamina al grado de perfección
que corresponde a su Forma o, esencia precisa, en el cual, encontrará su ple-
nitud ontológica.
La F or~a, esencia física o substancia, es la que encauza y dirige la ac-
tividad y movimientos del ser en un sentido determinado, el cual no puede
ser otrp que en el sentido de la perfección d,el ser, al fin qUe éste está des-
tinado de acuerdo con su esencia, para lo cual se requiere de una natura-
leza que lo realize. La Forma, pués, identificándose en cierto modo con la
naturaleza, manifiesta el fin. o perfección hacia la cuai debe tendel' el ser,
y en cuanto le dirige a la obtención de este fin realiza la intención de Dios.
que q~iere que toda criatura vaya a: El, siguiendo las vías. trazadas por su
na~uraleza. "La Forma y su perfección - escribe Derisi - es en el orden
ontológico e inmanente al ser, la traducción ejecutiva del fin trascendente
del orden inten<?ional de la Inteligencia divina" (1).
1). La nonna moraI.-T oda norma es una regla o medida; por con~
siguiente, norma moral será aquella regla por l~ cual discernimos la bon~
dad o maldad de un acto humano. Podemos distinguir dos clases de nor~
mas: La norma objetiva o material y la norma subjetiva o forma~; la: pri~
:tnera, es aquel}a que existe en sí misma independiente de l!-~estra mtehgen-
cía y de nuestros juicios; la segunda. consiste en la captaclOn de la norma
objetiva por parte de nuestra inteligencia. •
La norma m:pral objetiva, o sea, la medida de la moralidad del act9
independiente de nosotros mismos, es la "ordei)ación final jerarquizada de
las cosas a Dios"; en ·otros términos, para saber si un acto es moral o n~
debemos examinar si se conforma o no con nuestro fin último, es decir. si
eil materialmente bueno, y una vez aceptado como materialmente bueno po:D
nuestra inteligencia y voluntad pasa a ser formalmente bueno. Desde el mo-
mento due somos hombres, nuestra perfección moral consiste ~n ejecutar
los acto; humanamente buenos; luego, la. norma moral debe ser una regla o
medida que confiera a 'nuestras acciones el carácter ,de huenas ~, malas, e?
su relación con 'lo específicamente humano. Y si nuestra perfeCClon especI-
fica humana, nuestra superación como ser, reside en 'Ia obtención de nues-
.tco último fin, el Bien ahsolu:to, y si más perfectos somos mientras más nos
,[ 55 }
supremo, lo mismo que todos los objetos que apetezca 105 desee en rela-
ción a ese bien, aunque ellos en realidad se opogan a la consecución de él.
ya que existe un solo fin último. Ahora bien, respecto de por qué todo acto
.y objeto apetecido por el hombre lo ejecuta o lo desea en razón de su fin
último. Santo Tomás dá las siguientes razones: "En primer lugar, porque
cualquiera cosa, que el hombre apetezca, la apetece Qaj o la razón de hien,
lo cual cíertament~ si no se apetece por el bien perfecto, que es el últim:o
fin, es necesario que se la apetezca como tendiente al último fin, porque
:siempre el comienzo de algo se ordena a su consumación, como aparece en
las cosas que hacen la naturaleza y el arte, y así todo comienzo de perfec~
ción se ordena a la perfección consumada, que se obtiene por el último fin.
En segundo lugar, porque el último .fin en cuanto mueve al apetito es como
el primero que mueve en las demás mociones. Pero es manifiesto que las
causas segundas que mueven, no mueven sinó en cuanto son movidas por
el primer movens; por lo cual las cosas apetecibles segundas (creadas), no
mueven en el apetito sino en orden al primer apetecible, que es el último
fin" (Som. Theol. 1 II q. 1 arto 6).
Para alcanzar este último fin. la felicidad, es previo. según el pensa~
miento de Cicerón. que el hombre se conozca a.sÍ mismo, a su propia na-
• turaleza y obre conforme a ella. Dice el citado filósofo: "Aquel que se co~
nace a ~í mismo, sentirá desde luego, que él po~ee algo de divino; este es~
píritu que está en él y ,que. es de él, lo mirará como una imágen sagrada,
como el Dios del templo; todas sus acciones, todos sus pensamientos serán
dignos de un presente tan grande de los dioses; y cuando se haya exami-
nado, y por decirlo así, investigado todo entero, comprenderá como ha
venido a la vida, por obra de la natl~raleza, y como predestinado por ella.
pF.tra obtener y .conservar la sa,biduría; él que, desde el prirtcipio, ha.recibi~
do en su alma, en su entendimiento" los primeros principios de todas las
,cosas, a fin de que' ,con su luz natural pueda comprender que es tomando a
la sabidurfa por guía que. el encontrará la virtud, y por la virtud la felici-
dad" (3).
1). La nonna moraI.-T oda norma es una regla o medida; por con~
siguiente, norma moral será aquella regla por l~ cual discernimos la bon~
dad o maldad de un acto humano. Podemos distinguir dos clases de nor~
mas: La norma objetiva o material y la norma subjetiva o forma~; la: pri~
:tnera, es aquel}a que existe en sí misma independiente de l!-~estra mtehgen-
cía y de nuestros juicios; la segunda. consiste en la captaclOn de la norma
objetiva por parte de nuestra inteligencia. •
La norma m:pral objetiva, o sea, la medida de la moralidad del act9
independiente de nosotros mismos, es la "ordei)ación final jerarquizada de
las cosas a Dios"; en ·otros términos, para saber si un acto es moral o n~
debemos examinar si se conforma o no con nuestro fin último, es decir. si
eil materialmente bueno, y una vez aceptado como materialmente bueno po:D
nuestra inteligencia y voluntad pasa a ser formalmente bueno. Desde el mo-
mento due somos hombres, nuestra perfección moral consiste ~n ejecutar
los acto; humanamente buenos; luego, la. norma moral debe ser una regla o
medida que confiera a 'nuestras acciones el carácter ,de huenas ~, malas, e?
su relación con 'lo específicamente humano. Y si nuestra perfeCClon especI-
fica humana, nuestra superación como ser, reside en 'Ia obtención de nues-
.tco último fin, el Bien ahsolu:to, y si más perfectos somos mientras más nos
,[ 55 }
acercamos al fin último, es lógico concluir que la norma moral constitutiva
del buen o mal actuar esencialmente humano estará basada en la circuns-
tancia que el obj~to que perseguimos, con: nuestro acto voluntaric;> y libre,
nos acerque o aleje de ese último fin, logrando o no con ello nuestra. ple-
nitud en el ser. Santo Tomás enuncia estos conce]2tos en la fórmula siguien-
te: "Las ,cosas que son para el fin, no se llaman buenas sino en orden al
fin", es decir, que son buenos los medios o cosas para el fin cuando condu-
cen réct~mente al fin. Esto es muy lógico, por cuanto un medio tiene por
.objete'; conducir al fin y será más perfecto, apropiado y bueno mientras con-
duzca más directamente al fin a' que se dirige. Es absurdo suponer bueno
un medio que no lleva derechamente al fin. Por consiguiente, la norma mo-
ral que establece la bondad o malicia del n¡tedio se derivará del respectivo
fin y de la fotma en que ese med o conduzca al fin. Si aplicamos estas no-
ciones a la actividad del hombre en especial, tendremos que sus actos, que
son los medios de que él se sirve para lograr su fin, serán más o menos
buenos en la medida en que lé den o no posibilidades de alcanzar su fin
último. ' " .
Pero al examinar profundamente las nociones de bien y 'de fiñ, vere-
mos que en el fonc~o coinciden; en efecto, para el homb,re es ,bueno lo, que
lo conduce rectamente a su fin último, y éste no es sino el Bien absoluto,
~u plenitud ontológica, el Ser. "D'ecir que la ord,enación final de las cosas
o el último fin del hombre es la norma de la bondad objetiva equivale a
.afirmar que su último fin, su plenitud ontológica, el Bien en sí, constituye
dicha norma. Y nos encontramos C:On el ser como norma moral, desde que
el bien no es sino el 'ser como apetecible. Y si el bien, específico humano, el
bien en sí, es la norma' del o,den ético, 'bajo cuya luz se iluminan moral-
mente los objetos, el primer principio del orden práctico se formulará en
la siguiente proposición: "hay que hacer el bien y' evitar el mal" (4).
{ 56 )
,Taleza, si son los princIpiOs de la naturaleza, ciertamente la honestidad y
.la torpeza deben ser distinguidas del mismo modo y referidas a la natura-
leza" (5). En el mismp sentidQ s~pronuncia Francisco Suárez cuando ex-
presa: "hay algunas acciones de t~l manera malas intrínsecamente por su
natunilezá, que de ningún modo penden en la malicia de prohibición ex-
trinse~a, nr del juicio o voluntad divina, y por la misma razón hay otras ac-
ciones~ de tal suerte intrínsecamente buenas 'y honestas, que tampoco pen-
den en esto de causa extrínseca ... y la razón, brevemente expresada, es por-
que ,los actos morales' tienen sus naturalezas intrínsecas y sus esencias in-
mutables que ~no' dependen de causa o voluntad extrínseca más que las otras
esencias de las cosas" (6). De tal manera, que si estas acciones son hones-
tas o torpes no en conformidad al juicio" de la razón, continú~ Suárez, e~
preciso que se refieran a otra norma, y ésta es la naturaleza racional; lue-
go, concluye el teólogo jesuÍta, la 'misma naturaleza es en sí la ley natural
respecto de todas aquellas cosas que son' mandadas o prohibidas, o apro-
badas' o permitidas por la ley natural.
Por otra parte, Dios en el conjunto total de la creación rÍo ha podido
tener en vista ~ino una sola cosa: que toda ella: estuviera dirigida al bien y
que todas las criaturas lograran participar, de acuerdo con sus esencias, de
las perfecciones y bondades divinas; es así, que Dios imprimió en la na-
turaleza huinana un movimiento para que dentro del orden moral, ,que le
permitió discernir, pudier¡:t encaminarse al fin último; luego, necesariamen-
te este orden impl'eso debe ser bueno por esencia, ya que de, otro modo
no' alcanzaría el hombre su último, fin que es Dios,. Bondad absoluta. "Que-
J'er las Gosas conforme a su orden final o natural será, pués, un 'acto, bueno;
de lo contrario malo" (7).
Ahora, la .bondad o malicia extrínseca de un acto es aquella que de~
pende de una ordenación impuesta por una ley positiva, basada en la or-
• denación final' del hombre, y de toda 'la creación. Es el orden, final la nor-
ma constitutiva de la moralidad tanto de los actos intrínsecamente buenos,
por lo dicho anteriormente, y de los extrín,secamente buenos. De estos úl-
timos, por cuanto es el orden final intrínseco a la naturaleza humana el que
, exige la sujeción a la Autoridad como directriz de la sociedad para que
ésta cumpla sus fines, obteniendo así un resultado útil de. las inclinaciones
sociales naturales al hombre. "De este modo al apoyarse la ,ordenación de
• la ley positiva en la ordenación final intrínseca, también, el. acto extrínseca-
mente bueno, que se refiere a una ordenación extrínseca de la ley positiva,
indirecta y mediatamente es regulado y constituído bueno o malo en el or-
den moral por la norma de la ordenación final de las cosas y <;ld hombre
:a su último fin" (8). .
\
[ 57 1
IH. NOC¡QN DE LA.LEY NATURAl,.:
1 ). Concepto amplió de la ley NJ;ltural.-Hemos dicho, que toda ley
para obligá~ ha de ser promulgada, es decir, que debe ser manifestada a
los súbditos; la ley eterna no escapa a esto y, por lo tanto, no sería verda-
dera ley si no fuera promulgada a las criaturas racion<J.les por medio de la
impresión de ella en la inteligencia humana, lo cual se denomina: Ley Na-
tural. La promulgación de la ley eterna está determinada por Dios desde
toda eternic;lad para qlando existan las criaturas, pero respecto de éstas no
se puede decir, como vimos, que la promulgaciQn sea eterna; lo mismo que
expresa Santo Tomás dicIendo: "La !e:y eterna posee la promulgación de
parte de Dios que la promulga... aunque de parte de la criatura que la oye
o percibe no puede ser eterna la promulgación (Som. Theol. l II q. 91 arto
,1). De tal manera, se puede decir, que la ley natural siendo la promulga-
reión ge 1,\ ley eterna, no es otra cosa que la participación o comunicación
de esta ley a la criatura racional.. .
. . Algunos dan el siguiente concepto de la ley· natural: "razón divina que
ordena que se conserVe el orden natural y prohibe su quebrantamiento, ins-
cripta eit la naturáleza racional mediante los dictámenes de la razón" (10).
fero si bien es cierto que éste concepto exacto de la ley n~tural nos dá
.;una idea de lo que ella ·es en sí; es preciso, para comprender en toda su.
amplitud el concept~ de la ley natural y su diferencia con la ley eterna, te-
ner presente que a la ley eterna, com,o ordenación por Dios de todas las,
cosas al fin último de ellas, está sujeto todo el universo creado, al paso, que
a la ley natural sólo está sometida la criatura racional, quien la lleva gra-
bada en su mente y eS la única que goza de libertad para actuar y elegir
entre el bien y el mal. Es por esto que Santo Tomás expresa: "el hombre
entre los demá~ animales conoce la razór. del fin y la proporción de la obra
al fin; por eso la concepción natural grabada en él, que se dirige a ·:>brar,
convenientemente se llama ley o derecho natural; pero, en los demás se
llama "estimativa natural" (Som. Theol. IV q. 33 arto 1), El mismo Doc-
tor partiendo de la idea de la ley eterna y aplicándola 3. la criatura racio-·
11<).1 dá la siguiente noción de la ley natural: "La ley natural, dice, es una:
participación de la ley eterna en la criatura racional, en virtud de la cual
siente una tendt'ncia espontánea hacia su fin y su operación". Y en otra par~
te agrega: "es la impresión de )a luz divina eIl nosotros, ql!C nos permite;
discemir claramente lo bueno y lo malo" (Som. Theol. 1 íI q, 1 l' arto 2) ~
Similar en el fondo a las ;mteriores es la defini<.:ión que 1103 dá Cicerón:
"~s la razón suma injerta en nuestra naturaleza que nos manda cumplir el
deber y nos veda la traición al mismo" (ti).
Castelein en su "Traité de Droit Naturel" define la ley natural diciendo
que es: "la voluntad eterna y eficaz de Dios queriendo que el orden moral
sea inviolablemente guardado, tal cual esta voluntad se manifiesta y ap3.~
rece pronlUIgada en la naturaleza humana, o mejor en las relaciones esen-
ciales de la naturaleza humaJla con su fin último" (1 2). Como se observa~
rA, Castcleín en la defirÍiéión citada pone a la' voluntad divina como con-
tenido formal de la ley natural. en contraposición de aquello-=; que sostienen
que la ley natural es .formalmente la razón d!vina; no obstante lo anterior
el mismo tratadista la define en su "MoraJe", más sintéticámcnte y sin men-
cionar a la voluntad divina, expcesando que es: "la misma ley eterna, for~
malIl:1ente concebida como promulgada de hecho por la creación de la na~
turaleza humana" (1 3) ,
Vásquez de Mella para dar el concepto de ley natural parte, como no
'podía dejar de hacerlo, <¡le lél, ley eterna, diciendo que ésta es: "el plan uni-
versal preexistente en la mente divina y realizado en el tiempo por medio-
{58 1
de la creaClOn. La ley natural no es más que la parte de ese plan que le to~
ca realizar libremente al hombre" (j 4) . '
-~ -- Por lo que hasta aquí hemos enunciado de la ley natural, podemos dar-,
nos cuenta, que ella no es otra cosa que el medio de que se sirve Dios pa-
ra hacer que el hombre llegue hasta EJ, cumpliendo así su fi!l específico,
mediante la ejecución de actos moralmente buenos. cuya bondad es reve-
lada por esta ley. Es por esto, que tratamos anteriormente de la naturaleza
humana y de la moralidad de los actos humanos y dijimos que aquéÍla ten-
día al fin del hombre para lo cual éste debía tener una concepción más o
meROS definida de lo que es buen,o y malo, nociones que examinamos en
su verdadero sentido, es decir, en relación con la naturaleza humana y con
el fin último del hombre.,
( 59 1
[ 61 1
a). El intelectuallsmo, puro.-E~~' doctrip,a sostiene que la ley m~~ural
no es sino la r~ón de Dios, que disti~ lo bueno y lo malo, inserta e~' la
naturaleza 'humana; la ley natural, en consecuepc,ia, es ajena a la vol')'utad
divina y'no es sino la resultante de la esencia d.i,viua que es la Bondad infi-
nita. La natur<lleza hWúana no puede desear el xnal ya que es obra de Dios.
Bondad y Bien <;ibsoll,ltos, y por esto mismo tiene aquélla una tendencia o
inclinación hacia el -bien intrínseco, no a lo que la voluntad de Dios esta-
blece como bueno, dadq que Este no puede consid~rar bueno lo que no lo
es intrínsecamente; luego, según esto, la ley h,atural no le es impuesta a la
criatura r~ci(jnal sino que ella es la re~ultante del apetito de la naturaleza
racional humana hacIa el bien intrínseco, ,es decir, hacia aquello que la ha
de conducir -r~ctamente a su fin último. Además, si Dios por un a.;to libre
confirió al hombre una' esencía y naturaÍeza dadas ;no puede obligarle, aún
con toda su omnipotencia divina, a actuar en disconformidad con ellas, man-
dándole voluntarirunente como bueno aqudl,o que según su naturaleza ra-
cional es malo, porque e~o significarfa un contrasentido ,monstruoso qm: na-
die cuerdamente puede suponer en Dios. Esto no implica negar que Dios
sea el origen de la ley natural, desde el momento que es el origen y autor
de la naturaleza humana, reflejo de la naturaleza divina, y 10 que ella de~
sea como ,bueno lo <lpetece en razón de que eso acerca al hombre a Dios, su
fin último.
r 62 J
raleza. En realidad, Dios no es libre para desear el mal por bien, por cuan~
to es la Bondad ábsoluta y no puede ofenderse a si mismo.
,[ 63 J
índice
Pero hay más. La ley natural' es un acto, pero es un acto racional, ,"algGt
elaborado por la razón" (opus rationis), como la llama Santo Tomas; e<;:
decir, qué no basta que exista la naturaleza humana ~ar~ que entre a obrar
la ley natural, se precisa que intervengan las potencIas mtelectuales de esa
naturaleza, de un. dictámen de la raZón, ya quena es un hábito en el ver-
dadero sentido de esta palabra, aunque es estable y permat:).ente.
La ley natural nos manda o.hseryar el orden moral, pero éste no es otro
que el que está de acuerdo con el orden racional, entendiendo por orden
racional el conjunto de principios o dictámenes de la razón que establecen
qllé actós son honestos y de acuerdo . con la perFección inherente' a la natl..\·
raleza racional. Por consiguiente, si queremos cumplir con la ley natura'
gu~rdando el orden moral debemos seguir los dictámenes. y juicios prácti-
cos de nuestra razón; en otros términos, la ley natural es un acto racional.
Así como la existencia de la ley natural no implica la pérdida de la li-
bertad en ,el hombre, tampoco implica la pérdida de su racionalidad; muy
por el contrario, ya que Dios mueve a los seres creados según sus respectivas.
naturalezas; en efecto, los seres irracionales son dirigidos por la ley eterna
en una forma irracional, fatal; mas, el hombre participa de la ley eterna, o
mejor, de la ley natural, racionalmente en virtud de los procedimientos ha-
bitual,es de su conciencia, sin que ello signifique. detrimento de su libertad.
Todo conocimiento presupone una potencia intelectual: la razón; aho-
ra bien, "la leyes revelación del orden, conocimiento de ese mism~ orden.
y donde no h?,ya capaci?ad de ~onocimiento no puede vivir la ley" (26).
. . P~:a exphcar el caracter raCIOnal de la ley natural Suárez parte de una
dlstmclon entre la naturaleza propiamente tal y la razón natural, enseña:
"una es la misma naturaleza, en cuanto es COIUO el fundamento de la con-
veniencia o disconveniencia de las acciones humanas a ella misma' la otra
es cierta fuerza de aquella naturaleza, cque la tiene para discernir ~ntre las
. operaciones convenientes y disconvenientes a aquella naturaleza, l(l_ cual
llaI?amos razón naturaJ. Del primer modo s~ dice que esta naturaleza es
. fundamento de la honestida.d natural; y del segundo modo dícese la misma
ley natural, la cual manda o prohibe a la voluntad hlimana lo que ha de ha-
cerse por derecho natural" (27). Ahora bien, en otra parte, para probar
que la ley natural está en la razón formula el mismo Doctor los siguientes
rácíocÍnios: "Primero, por suficiente división, .pués la ley natural está e~1
.homae, porque no está en Días, )iendo temporal y creada; ni está fuera
de los hombres, porque no está escrita en tal?las, sino. en el cor~qr..; y no
está en la misma naturaleza del hombr~ inmediaJaml'lnte, como mostramos,
ni está en la voluntad, porque no depende de la volul1tad del hombre:, sino
que la ata y como la fuerza; luego es necesario que esté en lalrazón. En se-
gundo lugar, porque los efectos de la ley, que pueden considerarse en la ley
natural, proceden inmediatamente del dictámen de la razón, pués él dirige,
obliga y es regla de la conciencia que acusa o aprueba los hechos, luego en
él consiste esta ley. T ereero: es propio de la ley dominar y l-egir; pero esto
se ha de atribuír a la recta razón en el hombre, para que sea gobernado rec-
tamente según la naturaleza; luego en la razón se 'ha de constituír la ley na-
tural como en próxima regla intrínseca de los actos humanos" (2 SI):
[ 64 ]
mana. En efecto, el Doctor Angélico expresa: "hallándose todas las cosas
sometidas a la Divina Providencia, y por consiguiente, :r~gulada:; y medidas
por la ley eterna, todas participan de la ley eterna de a.lguna manera, a sa-
ber: en 'cuanto la impresión de esta ley en sus naturalezas las impulsa a nbrar
y las hace tender a sus respectivos fines ... En este plan de sujeción a la Di-
vina Providencia sobresale eL hombre entre todos los demás seres, porque
no solamente participa como ellos de ese influjo, sino qu~ es capaz de ser
su propia providencia y la de los demás. Participa, pués, de la razón eter-
na; ésta le impulsa a, obrar y ésta le fuerza a buscar y seguir la senda que
le conduce: a su destino. Y semejante participación de la ley eterna en los
.' séres racionales, es lo que se llama la ley 'natural. De donde resulta que la
ley natural no. es mas que una participación de la ley eterna en la criatura
racional" (Som. TheoI. 1 II q. 91 arto 2). En este trozo de una claridad ex~
traordinaria vemos como la ley eterna desciende hasta adentrarse en el hom-
bre y regir sus actos, y m\¡,esha ta,mbién, como lo habíamo~_hecho por nues-
tra parte, que la existencia de la ley natural no es algo independiente o di-
ferente a la ley eterna, sino que, como lo dice el Aquinatense en su famosa.
definición transcrita al fina] del trozo citado, es sólo la participación de 1';'
ley eterna; en la criatura racional.
Pero, si bien todos los seres irracionales participan, según sus natura-
lezas, de la ley' eterna;, dado que toda leyes algo de la razón, como' dice
Santo Tomás, o.b'ra ,de la misma, sólo en el hombre tiene propiamen'te el
carácter de ley; ya que sólo él tiene capacidad para percibirla intelectual-
mente. En los demás seres es ley sólo metafóricamente, por cuanto obra
ciega y fatalmente, sin que ello~ puedan discriminar el bién del mal.
Por otra parte, corp.o veremos después, la ley humana no tiene el va-
lor de verdadera ley, sino a condición de sus relaciones y subordinación ~
la ley e~erna, a condición que sea una concretación de la ley eterna; pero,
estas relaciones y derivaciones de la ley humana respecto de la ley eterna
no son fáciles de ~preciar directamente compa~ando~ ambas leyes, por cuan-
to el hombre no conoce le ley eterna en sí misma, cuya esencia sólo es co-
nocida por Dios y los bienaventurados. De aquí, pués, se comprenderá la:
necesidad y utilidad d~ la ley natural, en cuanto es parti~ipación de la ley
eterna en la naturaleza del hombre, quien la conoce por medio de la razón;
[ 65 1
Además, Dios infinitamente sabio queriendo necesariamente que el
hombre obtenga su fin último, la glorificación divina, río puede dejar do
des"t:.ar que él tenga 101l medios rectos y morales que le han de llevar a ese
fin últiQ'lo; luego, dehe permitirle a éste Sélber cuáles son los medios ele que
:se püede servjr para cumplir su destino de un modo conforme con los de~
sigríios" del" Crel,ldor. SQst~er lo contratÍo implica negar la sabiduría divina
y afirmar la imperfección de la creación y, aún más, una inj usticia de par':
te de Dios al impon~rnos un fin bajo pena de sanción eterna si no lo obte-
nemos y al negarnos al mÍi:¡mo tiempo el conocimiento de los medios con-
ducentes a ese fin; todo lo "cual es inaceptable dentro del verdadero con-
cepto de Dios. I
p~o, Dios no sólo es la Sabiduría" infinita, sino también la Bondad in-
finita; luego, rio puede desear lo intrínsecamente malo ni pano¡, sí ni para sus
criatU:ra~" a las cuales se '1.0 prohibe por medio de la ley natural. Sobre esta
materia' Suárez manifiesta: ""supuesta la voluntad de crear la naturaleza ra-
cional con: suficiente conocimiento para hacer el bien y el mal, y con sufi-
ciente concurso por p;:;'rte de Dios para ambas cosas, no· pudo Dios menos
de querer prohibir a tal criatura los actos intrínsecamente malos o mandar
los hónestos necesarios... pués, absolutamente podría Dios no. mandar· cosa
alguna o prohibirla; no obstante, en el supuesto que quiso tener súbditos con
uso d,,? razón, no pudo men9s de ser legislador de ellos, al menos en aque-
llas cosas que" son necesarias para la honestidad natural de las costumbres.
Además, la razón arriba insinu.ada es bastante probable, porque no puede
Dios menos deo"diar el mal con~rario a la recta i"azón, y tiene este odio no
sóló como persol1a privada, sino también como supremo gobernador: lue~
go por razón de E:ste odio quiere obligar a los súbditos" que no lo come-
tan" (29). . " "
Todo lo anterior n9 significa que es preciso creer en Dios para recono-
cer la existencia de la ley nátural. si bien es más firme e inquebrantah!e la
adhesión q ésta entre los que creen en Dios que entre los demás. "Basta,
sin embargo, - expresa Maritain -
o
creer en la naturaleza humana y en la
libertad del ser humano para eslar persuadido de que hay una ley no escri~
ta, para saber que el derecho natural es algo tan real en el orden moral co-
mo '!ns leyes del .crecimiento y la senilidad en el o~den físico" (30)..
[ 66 1
Rom. l. 12 él 17). San Pablo entiende por gentiles todos aqu~lIos que n~
.hanx-ecibido la Revelación de píos y los Profetas y que no obstante se ajus"
,'tan a la léy natural inscrita en sus mentes, lo cual testifica' que el hombre
opra 'bien o mal cuando sigue el dictamen _ natural de la razón recta o lo
;rechaza. ' ','
[ 67 ]
bre poi superior que él se,~' por cuanto toda ley humana pa,ra ser tal debe
e
basarse en esta ley interior; además, ésta rige en muchos casos en que DO
hay mandato o precepto humano alguno, y t~ene un c;arácter interno y lleva
consigo sanciones morales que el hombre no puede impo.ner por ser inca~
paz de penetrar en el recinto. personalísimo de la conciencia.
El positivismo sostiene que son las costumbres y la Autoridad huma-
na por medio de sus leyes las. que imponen la obligación del recto obr~r mo~
ral. En nuestro sentir, la costumbre es insuficiente pala justificar la existen-
cia ¿e. la ley natural, ya que siendo aquéI1~ algo conve!1cional, relativo, cir-
cunstancial y las más de las veces basada en prejuicios, no puede dar ori-
gen a una ley absoluta, inmutable''!i universal que rij,a a los hombres de to-
dos los puehlos, aunque sus costumbres, sean diversas; por lo demás, si hay
alguna costumbre realme:pte unive~sal qu~ comprenda ~ todos los h~mbres,
quiere decir que está fund"lda en la naturale~a human~ que tal vez es lo úni-
co común a todos los hombres; lo que equivale a decir, que esa costumbre
es la ~onsecuencia de la ley natural. cuyo origen es precisamente 19 que se
. trata de explicar. La Autoridad humana y sus !eyes tampoco pueden dar
origen al imperativo de la conciencia~ por cuanto aquélla y éstas no San ab~
solutas y sólo son justas cuando tienen por fundamento último a la propia
ley natural; en efecto, si no, existiere una ley inmutable, univers.al. inheren-
te a la naturaleza hl.lmana que establezca lo justo e injusto, lo bueno y lo
malo, no habría n';1nca una. ley humana injusta o mala intrínsecamente siem-
pre que hubiese sido -dictada por los. organismos competent~s e impue~ta
por la fuerza; la coacción del poder público sería la suprema ley y el símbo-
lo de la justicia, el h0mbre sería el esclavo legítimo del Estado; una mons-
truosidad tal n~ puede sostenerse por aquellos' que tengan un verdadero
concl";>to de la justicia y de la dignidad humana.
"J. ampoco puede radicarse el origen de J,a ley natural en el temor a los
males que engendre una acción determinada, pués, es insuficiente para dar
razón de la maldad absoluta e, intrínseca:' del acto inmoral, y no existiría, en
consecuencia, verdadera rela\:Íón de calidad entre una causa física,. mal fí-
sico producido por la acción, y un efecto moral, maldad moral intrínseca
del acto; además, no es efectivo que la ejecllción de acciones prohibidas por
la conciencia produzcan siempre males temporales. fuera del efecto moral
de la culpabiiidad o remordinllento interno; lo que nos está demo~trando
que dentro de nuestro propio espíritu hay a'lgo que nos impele a obrar rec-
tamente no por utilitarismo sino por satisfacer anhelos más altos y espiri-
tuales de nuestra naturaJeza racional.
El carácter ahsoluto y supremo que tiene el imperativo moral de la
conciencia y el hecho que se nos imponga incluso COntra nuestra voluntad,
nos está 'indicando que depende de' una causa ~uperior a nosotros mismos
y á toda Autoridad humana, y que es el efecto de la voluntad eficaz del
Creador del hombre, quien le imprimió en su naturaleza un determinado mo-
do de obrar de acuerdo con el fin específico hUI;nano a que lo ha destinado;
por lo cual, la razón humana puede deducir del análisis de la nat"uraleza
los cq.racteres definidos ;de la ley eterna divina, siendo como es esta natu-
raleza humana, la promulgación de esa ley. Pero, como observa CaRtelein,
la naturaleza humana no es el principio real que constituye y crea la obli-
gación del recto obrar moral, sino que es sólo el signo objetivo' que ma-
nifiesta la ley moral impuesta por Dios. ( 3 I ) ,
Todavía rqás, "Toda inclinación natural indica una ordenación a un
determinado. último fin, Los dictámenes de la ley moral, que existen su~
lI:ancialmente los mismos en todos. los hombres en virtud de su misma natu-
raleza inteligente que los descubre sin esfuerzo; son, por ende. algo natural
y . equivalen a una prdenación al último fin de parte del Autor de esa na-
turaleza. Y de este modo, por el mero carácter natural que reviste esta.
[ 68 ]
ley fundamental, somos conducidos lógicamente a. admitir que ella es la 'ma~
nifestación y ejecución de un orden y ley divinos" (32). -
Pero, si bien es cierto, que Dios es el autor de este imperativo de con~
'Ciencia impreso en nuestra naturaleza, no lo es menos, que. en el hecho, el
hombre no se preocupa de cumplir este mandato moral por ser él imp,uesto
por Dios. sino que cuando lo acata lo hace por simple respeto a su propia
c~nciencia. Mas, lo anterior, no significa que por eso Dios vá a dejar de
ser el autor supremo de la ley natural, pués, no porque el hombre niegue
-o desco~ozca voluntariamente ·alguna cosa, ésta vá a ,dejar de ser lo que es
verdaderamente. , _
Todo lo expresado 'aquÍ. acerca de la ley natural, debemos relacionar-
Jo con lo que expusimos al hqblar en especial del legislador de la ley na-
tural, donde negamos a la. con.clusión que sólo podía haber un legislador
Ce ella: Dios, autor de la naturaleza humana. '.
, 2)~ I.,a ley.Natural tiene por obje.to ~~dar. o prohibir los actos bqenos
(Lm~os. t~pectivamente,. agregándoles razón especial de bien o. mal en .or-
.4~A _á.. Dios.~AI comenza,r el estudio de la ley natural analizamos deteni-
t!a.weJ,üh .la:;nocipIles dé b~en y .de ~al ,moral. lo que es útil tener presente en
~te ,n;t,Qmento, pl).ra. comprender clat,<;tr:nente por qué la ley natural ordena
los actos intrínsecamente bueno.s y prohibe las acciones intrínsecamente
mala¡ .
.';:' ,: .... l.a.ley natural p.rohibe las cosas que de suyo son malas. es decir, las
disconformes con la recta razón y que nos apartan' de nuestro fin último,
po.rque son en sí malas, luego, no reciben de la pro.hibición que de ellas ha-
ce, la ley natural la razón primera de su malicia. por cuanto el efecto no es
razón de su prop~é!- <;p..uS~ .(9) ,~Eíl Jpgi~9.. que la le..y natural prohiba la\\ ac-
cienes intrínsecamente malas. porque siendo verdadera ley y teniendo a
Dio.s por legislador, debe ser necesariamente honesta. e sea. mandar 'todo
lo hon~sto,.Io qt,l~ esté. ¡;l~. acue¡:do ,1;.9» la Ilat,uraleza racional, y pro.hibir to-
dO lo" ,que iñtj{nsec'iUnént~ cfeshonesto SE!. contraponga . con esa 'natúraleza
h:u~~~~:--!~~~0l; ét~ l~ ñ9,.~.ól~.,e~:~na,ley ,l}atuxal ~r.abada en la ment~,:de
tl} ~1!l~raJ~~.qn~_S!~;t qll,e _taw.~l~~ ~s.tUla, ley ~'Illna, ya qu~ ~o, es ,otra
~t?s~ ~41?e la _Ba!tI~~PAq9n e.n, ~l hQmbre de la le;y; eterna. de OJal!, Crea40r
~;~ a9u~~ l;.~~~q._ .t~b~~n p'y.«;.(J~ I-ªJey, J?a~W, :en ¿:t,la~t9 .es .vc:rdac;lera, ley
alv~~" a~~ega.,:_g1=>1Ig!l9p.~LPrpp~~qtQral naGlda •de w~eI;>t()drylp,qJuera, c;le
la malicia u honestidad inJ:l;'ipseca .qQe tenganlo~ ohjetoS,y actos regidoil por
1'1 IIiY, .n¡ltm:é!-Lt\.Io ,h~y. ~iIl.~úq ~b.,s'urdo, en que,siiil ~róllibida u¡}a ~o~a en ~í
m~1l! .~ 8!9~!1!lda, u9~ fl~ ~SPYQ~bit,~a.'p0l'"!lo, cuaJo J#¡'o ?an Agus~ qu~, la
let. pr.?n~e,X!t~ g;~ S~s~ )n!rín.,'1~ente D;l,ala ;.."l'~b!a 1t?~O 10" c~.n:tetid6.:.
pUes aff~1:~I[Io '. no es sunple pecado, no es solo maJo. SInO tamblen orohl~
bido" (~O),
. ..," Por~ ,to~.2 J<;!, ~l!t~r!9I. ·l!e_ Ptl~q~ ~tir~ fJ~ "II?,. transgresión a la ley na-
tur~l tiene razón perfecta de culpa y ofensa diVina,
,')
[ 70 1
3). Í.á leY Natural y los actos de virtuid.-Obrar virtuosamente es obrar
eonforme a razón, y obrar conforme á ra:zónes obrar conforme a la natu·
ral~z~ humana ctiyo 'carácter esencial es ,la raciomiliaad: "la razón enseña
a cada cual que dehe siempre. obrar virtuosamente", Í;>ués. etl la virtud en·
euentra el hombre la perfección de su naturaleza racional. La virtud, dice
,Soto, no es otra cosa qüe el hábito 9,e obrar según las' normas de la razón,
"~éro ~o~o la prope~~i6n ~;:".tur~l del h~mbre, e~ cuánto es. animal racio-
nal. tiende, a\obrar según la razón, porgue c.broo la forma, de, la que una
~?~ i:~m..~ J!": especje,le éomunic~ i~ i~clinación natural, síguese que" es na·
tural al animal"cuya, alma es racional, vivir según la razón" (41).. Es por
;;$to, que CicerÉm defiñ~ l~ vh:tud diciendo que, es: un hábito del alma con-
forme a I~ razón amado de naturaleza; y en otra parte expresa: la virtud
es ia; naturaleza p~feci:a ll~v~da al ~uÍno grado." .,
, Mas. no todos los ~ctos 'd~ vi~tud ~on r~p.lizados, porma~dato de la
iéy itat~ral., sino en cuanto to~o a~t~ de virtu~ para" Ser ta! ha de confor-
Inarse con la naturaleZa racional, depositaria de la ley natural.
Sánto Tomás soludona el problema' de saber si todo acto de virtud es
de ley'naturaÍ,eii ióssiiuient~s té~minos: "Pertenecen ~ la .ley ~atura! to-
das aquéllas cosas hacia las cuales si~nte, el hombre üüa indina~i6n h:'géni-
ta" e5pontan~a. Semejantc:i indiQación se encuentra en tod~ ser iespe~to de
toda,qperacio'fi cons~cutiva a su forma o cuaÍidp.d ~ust~nhAv~. Ahor~ bien;
respeci:09.~1 hoint;,:re l~ forma pr!3pia, .esa, cualidad sustantiva. específica es
él álini raCii>nal. Dé: donde. se .sigue que hay en él una prÓpensión natui-at
a ob~r conforme.8 raZ6n~ es' decir vlrtuo~améÍü:e; ya que en esto con~i~te
IáVirbid. Desdé este punto dé vista, púés, todos Jos actos ,de todas 'las vir-
tudés. &¿n' dé léy ,natural; porquinái:ul'álmenú~ la' ra~6n dicta a. cada cual
que debe obrar yiri:uosam~llt~ ... Pero si consideramós los a~to~ viÍfuosos no
~n cuanto VIrtuosos, sirlo ,en cuanto sdn actos d~ ésta. o dé citra índole,
éS~dficáÍnéi;t~distíñ.tos íos llinos de lps oh-o~,así no todos pertenécen a
la ley nai:t':rál. Eh ~feCto,et~li.mpo dé lávirtucl es más vaSto. mas eitenso
ql!-e.~ld«:; l~sii,l.~lin<lciones espontáneas; ir:g¿nitaS, ~é .iniestrá riá.tur~i~za. i-Ia~
múchas c.osas útiles 'para el bien vivir, que la raion cons1línaustria, Y no
la natu~aleia, há hecho aparec.er", (Som. TheoI. 1 He,¡. 9~art. 3). Como
p'cide~ocs ~bserv~~,. SPIlt? T o~as (¡ivide l()s act~~ de las virtudes en dos da-
$es: actos de virtud pr~piamep.te t~les,"en cüarito80iisOlícitQs.albie:n~'! ,y
en. á:ctÓs ,que son de ésta o déc,o'tra índole. En cu~iíto á Iqs primer~s. afir-
ma. que todos' lcisactos de virtud éaen bajo el. mandato de la leyná't~al.
Respecto á los segundoS. sGStiene, 'que ho caen dentro de' Ta ley natural, des..;
dé ciue puede trátark de actos nó necesarios u obligatorios y qué, nó Ob8,-
tante, 'surealización es lícita y .honesta. ~. ,_ '. _, ".'
• Ce; ~cira t~~i~a,t,'p~¡t~ih§;" ,déc:i~:~~~.~~:á? ~ci:9._d;; .,:i!t~~l ~s de ~~y ,.~?'"
rural. e,n lo que se refiere a la raclOnahdad que debe acampanar a su eJe-
cucion. índice
[111
3). Í.á leY Natural y los actos de virtuid.-Obrar virtuosamente es obrar
eonforme a razón, y obrar conforme á ra:zónes obrar conforme a la natu·
ral~z~ humana ctiyo 'carácter esencial es ,la raciomiliaad: "la razón enseña
a cada cual que dehe siempre. obrar virtuosamente", Í;>ués. etl la virtud en·
euentra el hombre la perfección de su naturaleza racional. La virtud, dice
,Soto, no es otra cosa qüe el hábito 9,e obrar según las' normas de la razón,
"~éro ~o~o la prope~~i6n ~;:".tur~l del h~mbre, e~ cuánto es. animal racio-
nal. tiende, a\obrar según la razón, porgue c.broo la forma, de, la que una
~?~ i:~m..~ J!": especje,le éomunic~ i~ i~clinación natural, síguese que" es na·
tural al animal"cuya, alma es racional, vivir según la razón" (41).. Es por
;;$to, que CicerÉm defiñ~ l~ vh:tud diciendo que, es: un hábito del alma con-
forme a I~ razón amado de naturaleza; y en otra parte expresa: la virtud
es ia; naturaleza p~feci:a ll~v~da al ~uÍno grado." .,
, Mas. no todos los ~ctos 'd~ vi~tud ~on r~p.lizados, porma~dato de la
iéy itat~ral., sino en cuanto to~o a~t~ de virtu~ para" Ser ta! ha de confor-
Inarse con la naturaleZa racional, depositaria de la ley natural.
Sánto Tomás soludona el problema' de saber si todo acto de virtud es
de ley'naturaÍ,eii ióssiiuient~s té~minos: "Pertenecen ~ la .ley ~atura! to-
das aquéllas cosas hacia las cuales si~nte, el hombre üüa indina~i6n h:'géni-
ta" e5pontan~a. Semejantc:i indiQación se encuentra en tod~ ser iespe~to de
toda,qperacio'fi cons~cutiva a su forma o cuaÍidp.d ~ust~nhAv~. Ahor~ bien;
respeci:09.~1 hoint;,:re l~ forma pr!3pia, .esa, cualidad sustantiva. específica es
él álini raCii>nal. Dé: donde. se .sigue que hay en él una prÓpensión natui-at
a ob~r conforme.8 raZ6n~ es' decir vlrtuo~améÍü:e; ya que en esto con~i~te
IáVirbid. Desdé este punto dé vista, púés, todos Jos actos ,de todas 'las vir-
tudés. &¿n' dé léy ,natural; porquinái:ul'álmenú~ la' ra~6n dicta a. cada cual
que debe obrar yiri:uosam~llt~ ... Pero si consideramós los a~to~ viÍfuosos no
~n cuanto VIrtuosos, sirlo ,en cuanto sdn actos d~ ésta. o dé citra índole,
éS~dficáÍnéi;t~distíñ.tos íos llinos de lps oh-o~,así no todos pertenécen a
la ley nai:t':rál. Eh ~feCto,et~li.mpo dé lávirtucl es más vaSto. mas eitenso
ql!-e.~ld«:; l~sii,l.~lin<lciones espontáneas; ir:g¿nitaS, ~é .iniestrá riá.tur~i~za. i-Ia~
múchas c.osas útiles 'para el bien vivir, que la raion cons1línaustria, Y no
la natu~aleia, há hecho aparec.er", (Som. TheoI. 1 He,¡. 9~art. 3). Como
p'cide~ocs ~bserv~~,. SPIlt? T o~as (¡ivide l()s act~~ de las virtudes en dos da-
$es: actos de virtud pr~piamep.te t~les,"en cüarito80iisOlícitQs.albie:n~'! ,y
en. á:ctÓs ,que son de ésta o déc,o'tra índole. En cu~iíto á Iqs primer~s. afir-
ma. que todos' lcisactos de virtud éaen bajo el. mandato de la leyná't~al.
Respecto á los segundoS. sGStiene, 'que ho caen dentro de' Ta ley natural, des..;
dé ciue puede trátark de actos nó necesarios u obligatorios y qué, nó Ob8,-
tante, 'surealización es lícita y .honesta. ~. ,_ '. _, ".'
• Ce; ~cira t~~i~a,t,'p~¡t~ih§;" ,déc:i~:~~~.~~:á? ~ci:9._d;; .,:i!t~~l ~s de ~~y ,.~?'"
rural. e,n lo que se refiere a la raclOnahdad que debe acampanar a su eJe-
cucion.
VI. PRECEPTOS DE LA LEY NATURAL.
[111
ganun 'niÍsmo origen: la naturaleza ,raCional del hombre y en último térmi-
á Dios, autor 'de aquél];i, y un mismo 'fin: la c¿nservación dél recto or~
';;¡ilO"
:den moral para que de este moao obtenga el hom!Jre su perfección y su fin
trascendente, nos está indicando claramente que son todos la expresión de
:una misma norma, de una misma ley: la ley natura1.
[ .72 1
'..de está el bien particular y cual ha de ser el obrar de ellos para conformarse
,a la ley natural.
[. 7) J
logo; se ha de practicar la justicia; se ha de respedar la vj9a, ho)u~ e inte-
gñ"""dad Zljenas;- se ha de honrar a los padres; se ha de. YÍvir coa templan-
~.t' etc:~ ... ___ "~~~.~"'-.-~ io,.-) . . _ , .. . . . .·v .. .¡;. ...... ,~,Ji: '"'- ~.,..~ ... , ;... .. ... .:i....tE -.:......~...:.,•••• ~.. ~~ "'~ .. ___ > ~ "" "_
{ 74 ]
logo; se ha de practicar la justicia; se ha de respedar la vj9a, ho)u~ e inte-
gñ"""dad Zljenas;- se ha de honrar a los padres; se ha de. YÍvir coa templan-
~.t' etc:~ ... ___ "~~~.~"'-.-~ io,.-) . . _ , .. . . . .·v .. .¡;. ...... ,~,Ji: '"'- ~.,..~ ... , ;... .. ... .:i....tE -.:......~...:.,•••• ~.. ~~ "'~ .. ___ > ~ "" "_
{ 74 ]
~uárez encara la cuestión dél,col1,ocimiento de los preceptos de la ley
natural desde un punto de, vista teórico pUramente, cuando dice: "nadie du-
da ,de los primeros prinCipios g~nerales; luego hi de íos particulares es lícito
dudar. porque también ellos de suyo y por la fuerza de lo~ térmi:ilOs tíenen
conveniencia ¡;:on la n~turalez~ racional, ~~m9 tal; luego ni efe las conclusi~
nes evidentemente deriv;~d~s de estos p~'¡ncipios se puede dudar tampoc~.
porque la vetdad ¿el prinCipio s.e contiene el). la cOllclusión, y quien manda
o prohibe uilá cosa,prohibé nece,sariiunente aquello c¡iuese coritiene en ello
<> sin Ío c~al no püede subsistir. Antes bien; si hablamos en propiedad, mas
se _ejecuta Ja ley natural en e~tos principios o cOl).clusiones próximas que en
aquellos principIos ·'tmiversales; porque la ley ~si:egla próxima de la
ope-
raci6~, y aquéllos; princlpio~ cómuii.'es ÍlO son ré'gl~ ~irio en cuanto son de-
ter,minados por otros particulares a cada liUa d~ ,las «;!speéies de actos o vir-
t.~des"'( 44). Ai1l1gP.~ esto qUe asevera. Suáje~c::s efe~tivo al tomar al hom-,
bre ~ad9naI; sin einhárgo" hay múltiples circunsHmcias ~ersonáles ysocía-
l,es, qué difiCJ.,llt(in. ~I ho~n,hre, el pleno y, recto usoqe s)ls fa.cultades. intelec-
tivas para en.c;Qntr,ar l~s precept~$ geüe:rál~s y párticula~res de la ley natu-
ral qué le indiquen cuál ha, de ser su, ~r()ceder moral. Esto mismo afirma
Santo Tomas, cuanélq resp'onde a' 1~ ,cu~stlón d~ si lf1 ley natural puede ser
abolida del corazqn' huina~o; sostiene el citado~ Dodor:, "Integran el con-
tenido de la ley natural" 'pr~~'er~~~it'te ~ierios preceptos, uiíivérsálísimos, de
todos conocidos; clespu¿s .otros m.~s, ~ecuna:arios y particulares', que son co~
m~ las coÍlclusiones inmediatas de aquellos primeros priílCipiós. EÍl orden,
pués, a los pr~ceptos, uniyer!;;~Ií~i.rJ:'lOs"la)ey natural n.o pu~d~ ~n manera
algitiia!?~'r " abolida, de} c9'n~~ó.n.huwaI~p~n el t~r'renC)l:iútiunente co~nosci~
tlvo;, pl-lede ,serlcu:ineI terreno,.d<:; )a.,erá~tica ,Y ~especto deaIgó partiCular"
en CUanto gue Jas .. p.as~ories <y la, CO!lC~l?í~c'€~~ia ,~esordenáaa~oñ1.1n 'iiQp-e-
d'¡mento a l~áplicaciQri, de ,la Ni 4~)oi> 'Pr~ndpios a talé'srá:éciones en par~
ticular. En ó~i:l.i:m ,'a 19.s ,precepJós s~cundarios,'lá Ie:y:natúrál pU~de lIegitr a
desaparecer, de)" coraz9n d~l ,llombr~, a c~Usa de lastnar¡\s persnaslones, o
~e.'í~ depnw~ci~n,.cle .I~~ ,c9stl!~Jir;~ i)~r~ersr6n, a~ l?~ -}{~?it~s, o dispp- ,
SIClOnes na~,ur<!,les."lrnp\,llsIV(lS ,:lI;lC~a el, l:lI<;l).,~, c.<:>~?,)c:' demu<:s~r<l.~~l ~echo de
que para CIertas gen,tes eLrop!-> no era una .mJ~st,lcia, Y lps'pecadqs' contra
lá naturaleza - de estodá i:esti~o~lo el Ap6stól - 'eran cOii'Siderados co-
mo lícitos" (Spm. ,Tl}e9LI Ilq. ,94art~, ~t, Como pod¡;mós obse'r,.;;ára tra~
vés pe If\s, palahr~~ del Angélico, ,el a{irñial', q~e ros preceptos '¡:)rimerós no
pueden borrá.r¿e. aelco:r~z6h hut:nano equi":!ik. á sosten'er 4lie ',ellos siempre
pueden ser conocidos por el hombre con, la mera c~ntempradón. a'Un 'in-
Gonciente, de SU propi¡¡, naturale?!a,r,.aGi9'~~.I;~, r~sB~p~o. a J~sill'e~ep!os ..~~giln
dos. hay c,ausasin,trínsecas;.,al hOmnre ..( vicios, pasiones, éi:c.} y 'exhinsecasa
"
:~~d:~t:ll~s l:~~~~:r~t~~~~¡±r~~:~}!~~fi:!s1iln¿d:t~~¡5~~f'f~ik~I~;
son susceptibles de ser conocidos por todo ser racional. en cam-hío. la 'cog.,.
noscibilidad ~e los pre~ep,to~, segpndo.~ :~~pePr4e del ,~ujeto en pa~t.ic~lar.
Pero, es prec¡so tener presente, con' Mantam, que ,(tIa ley y el COlTOClmlen-
tode la ley son dos cosas diferentes. El hombre que no conoce la ley (si
ésta igporanciíl no' proviene' de alguna' falta)' no es responsable' ante la
'ley" (45).
" En Qtra ,pa,rle de; ~~,l'Trá,~~g ,!io~r~.~~\.I~y~~l' :..':iR~re1,~b.'i5¡:¡~. IfL,.cU,e?-
tión > desde ~?- punto:,de yis~~, prácti~o.)[. .V~~,t;t~ !;'9,l)cfpt .B1l s,~md~,W?~ .l,a 19xf,,!1x -
c
1 7.5 1
y la naturaleza misma y la conciencia de tal manera hostigan en los actos
de ellos que no permiten que se. ignoren incuipablemente, y estos son los
-preceptos del Decálogo y otros... Mas otros preceptos que necesitan de
mayor, discurso pueden ignórarse invenciblemente, principalmente por la
plebe" ( 46) . Volvemos a insistir que aquí yno en teorías de soberanías
populares, sobre contratos sociales imagin¡uios ni en doctrinas estatistas o
totalitarias, está la razón, el fundamento y la necesidad de la existencia de
leyes humanas que gUien a los súbditos y les inc).iquen a todos donde está
el bien y el. ITlal particular que ellos son incapaces de deducir de los gran-
des principios morales' contenidos en la propia naturaleza racional del
hombre. . ,
Por otra parte, se justifica esta diferencia en la, cognoscibilidad de 103
preceptos primeros y segundo~, por cuanto esta facultad de la razón para
conocer los principios de la ley natural o sindéresis, vá perdiendo vigor a
medida que la.s con~lusiones prácticas se, acercan más a lo partic,ular y se
alejan de los primeros principios; lo que nos demuestra, que toda la hu-
manidad sin excepción alguna puede conoceI: los primeros preceptos y es·
tá obligada a guardar los principales mandatos de la ley natural; más allá
de ellos, respecto de las conclusiones prácticas lejanas, cesfi ,esta obliga-
túriedadcomún, por cuanto a nadie pu~de imponérsele el acatamiento o
el cumplimiento de algo que sus facultades no se lo dan a conocer como
obligatorio moralmente. Aquí ya entramos en los designios y en el ¡;ampo
de la justicia de Dios que ha de juzgar a cada cual según las posibilidé\des
que tuvo de conocer la, ley et~rna divina y según el recto uso que dió a
sus facultades.
Ahora bien, Dios al no otorgar a todos los hombres la capacidad pa-
Ió'\.· desentrañar de la', propia 'naturaleza ,~a~ional la solución moral a laS'
cuestiones prácticas, aquellas que no se deducen inmediatamente de los
primeros principios sÍno que su relacjón con enos es remota, ha querido ha-
cer resaltar la primacía de la revelación del Antiguo y Nuevo Testamento,
accesibles intelectuálmente a todos aunque desgraciadamente no todos tienen
ia posibilidad físi~a de conocerla debido a la defección de los llamados ~
darla a conocer, sobre la rp,zón; ignalmente ha querido demcstrar "la im-
potencia práctica de la naturaleza para conducirnos, a un c~erto orden de
perfección moral, aún natural, donde El quiere llevarnos por un medio
sobrenatural" (47).
, No hay que olvidar tampoco e~ valor, en un orden inferior, de la tra-
dición apoyada en las rcvelaciol1es primitivas como ilustrativa de la ra-
ron y de ayuda para el conocimiento de los principios morales y de sus
conclusiones.
Pero, no todo lo que'! contienen la ley Antigua y el Evangelio es de
ley natural, ya que hay tanto en aquélla como en éste muchos preceptos
sobrenaturales; por el contrario, todo precepto natural' está contemplado
y sancionado en la "Antigua y en la Nueva Alianza.
índice
[ 76 1
y la naturaleza misma y la conciencia de tal manera hostigan en los actos
de ellos que no permiten que se. ignoren incuipablemente, y estos son los
-preceptos del Decálogo y otros... Mas otros preceptos que necesitan de
mayor, discurso pueden ignórarse invenciblemente, principalmente por la
plebe" ( 46) . Volvemos a insistir que aquí yno en teorías de soberanías
populares, sobre contratos sociales imagin¡uios ni en doctrinas estatistas o
totalitarias, está la razón, el fundamento y la necesidad de la existencia de
leyes humanas que gUien a los súbditos y les inc).iquen a todos donde está
el bien y el. ITlal particular que ellos son incapaces de deducir de los gran-
des principios morales' contenidos en la propia naturaleza racional del
hombre. . ,
Por otra parte, se justifica esta diferencia en la, cognoscibilidad de 103
preceptos primeros y segundo~, por cuanto esta facultad de la razón para
conocer los principios de la ley natural o sindéresis, vá perdiendo vigor a
medida que la.s con~lusiones prácticas se, acercan más a lo partic,ular y se
alejan de los primeros principios; lo que nos demuestra, que toda la hu-
manidad sin excepción alguna puede conoceI: los primeros preceptos y es·
tá obligada a guardar los principales mandatos de la ley natural; más allá
de ellos, respecto de las conclusiones prácticas lejanas, cesfi ,esta obliga-
túriedadcomún, por cuanto a nadie pu~de imponérsele el acatamiento o
el cumplimiento de algo que sus facultades no se lo dan a conocer como
obligatorio moralmente. Aquí ya entramos en los designios y en el ¡;ampo
de la justicia de Dios que ha de juzgar a cada cual según las posibilidé\des
que tuvo de conocer la, ley et~rna divina y según el recto uso que dió a
sus facultades.
Ahora bien, Dios al no otorgar a todos los hombres la capacidad pa-
Ió'\.· desentrañar de la', propia 'naturaleza ,~a~ional la solución moral a laS'
cuestiones prácticas, aquellas que no se deducen inmediatamente de los
primeros principios sÍno que su relacjón con enos es remota, ha querido ha-
cer resaltar la primacía de la revelación del Antiguo y Nuevo Testamento,
accesibles intelectuálmente a todos aunque desgraciadamente no todos tienen
ia posibilidad físi~a de conocerla debido a la defección de los llamados ~
darla a conocer, sobre la rp,zón; ignalmente ha querido demcstrar "la im-
potencia práctica de la naturaleza para conducirnos, a un c~erto orden de
perfección moral, aún natural, donde El quiere llevarnos por un medio
sobrenatural" (47).
, No hay que olvidar tampoco e~ valor, en un orden inferior, de la tra-
dición apoyada en las rcvelaciol1es primitivas como ilustrativa de la ra-
ron y de ayuda para el conocimiento de los principios morales y de sus
conclusiones.
Pero, no todo lo que'! contienen la ley Antigua y el Evangelio es de
ley natural, ya que hay tanto en aquélla como en éste muchos preceptos
sobrenaturales; por el contrario, todo precepto natural' está contemplado
y sancionado en la "Antigua y en la Nueva Alianza.
[ 76 1
nocida, la ley natural, a la cual han ajustado su proceder lps hombresae
todos los tiempos. El que haya sido ignorada. en uná época o que el ver-
dadero Bien haya sido substituído por falsos y aparentes bienes, no indica
que desapareció o se derogó la ley natural ni que la noción de bien intrín-
seco ha cambi~do de contenido, "todo esto nada prueba contra la ley na-
tural - expresa 'Maritain - del mismo modo que una falta en una suma
nada prueba contra la aritmética, o que los errores 'de los. primitivos, para
quienes las estrellas eran agujeros en la capa que. recubría el mundo, nada
prueba contra la 'astrónomía" ( 48); esto' sólo significa que han influído
circunstancias históricas o ,depravaciones ,en la mente de los hombres, que
forman un pueblo determinado, que han imp,edido a éstos ver claramen-
te en su naturaleza y en los juicios de la razón la auténtica ley natural. In~
duso, afirma con rP.zón Maritain que "el conocimiento que de' esa ley tie-
ne nuestra conciencia moral es, 'sin duda, aún imperfecto, y es prohable
que se desarrolle y afirme en tanto dure la humanidad. El derecho apare-
cerá en su flor y perfección cuando el EvangeJ¡o haya penetrado hasta el
fondo de la substancia humana'? (49). Hé aquí el hecho que explica la ne-
cesidad de la Revelación' y: la obligación de los pueblos depositarios dé
ella de darla a conocer a los grupos humanos que no la, han recibido y -que'
han llegado a una degradación tal que son incapaces de seguir la recta ley
natural. La Revelación ayuda a la n'aturaleza caída a levantarse apoyada
en el, testimonio que dá Dios de sí mismo a los hombres para que le co-'
nozcan y respeten su ley. Y es esa obligación una de las causas primarias
que impulsó a la España del siglo XVI a la colonización del Nuevo Mundo
Americano., .
Sin dUda, ha habido pueblos en la historia que. han cometido las ma~
yore:> aberraciones morales con la tranquilidad que les dá la certeza de es':
tar obrando rectanlente, pero siempre lo hicieron con el convencimiento
de estar ejecutando el bien y sin pensar que pudiera haber una maldad
intrínseca en lo' que hacían. Esto mismo nos está demostrando que todo
pueblo por pervertido que fuere- ha seguido el principio supremo de la ley
natural que manda obrar el bien y evitar el mal, aunque haya habido al-
gunos, como dijimos, que no supieron c;:I.iscerriir el Bien intrínseco a su na-
turaleza racional de los falsos bienes perseguidqs. por ellos. Además, esto
no contradice nuestra aserción de que la ley I}atural es Una, porque la uni-
dad y universalidad sostenida por nosotros' sólo se refiere a la ley natural
en sí y no al conocimiento que de ella p\.:tedan tener los hombres, que es
cosa muy distinta.
Las razones que hay para sostener la unidad de la ley natu~al y su
carácter común a todos los hombres son las que en seguida exponemos:
[ 77 ]
b}. La ley Natural e$Una porque Una es la esencia de la naturaleza
racional humana.-TeniendQJa,natUJ:~leza Qum¡¡inagrabada en ella la' ley na-
tural pertenecerán ~ ésta,' como ob~erva SantQTJ:lniás, 'téidas aquellas cosas
hacia las cuales siente el .\).oIX}bre una inclinación innatá. no adventicia, y
todos aquellos impulsús que. broten.espontáneainente y tengan Sil raíz en
el ~onstltuiivo forlnal, es, decir, racional del hoq¡bre. ,Ahora bien, siendo
la naturaleza racional humar. a 'esencialmente la misma en' todos los hom-
bres, tendrán lodos, idénticas inclínacionp.sy tendencias naturales canfor-
m-es. a su·' razón: .. ~ , ."
No se puede negar la influencia que tienen sobre ef hombre: el am-
biente físico y moral en que vive, la raza, la tradición, el cUma, la Natu-
'raleza. lá época histQrica, etc,; pero de ahí no se deduce ,ni se puede con-
cluír que éstos factores u otros cualesquiera puedan hacer variar la' natu-
raleza del hombre y que de ser racional pase a irracional o se transforme
en una COba in~rte; de la misma manera, que ni el evolucionista más exal-
tado podrá pensar que un descendiente del más hábil chimpancé a<:tual
dictará algún día cátedra de Metafísica.
Sobre esta ':!lateria a.!'Írma Ciceron que el origen del de¡echo es la na-
turaleza l'¡'I.ciona! y que, canto ésta es igl1al en todos los hombres, el de-
recho y la ley Ser:111 iguales para todos; éxpresa el filósofo romano: "Exis-
.te una ley confcrme con la naturaleza, común a todos los homl;>res, ra-
cional, eterna que nos ordena la virtud y prohibe la injusticia. Esta ley no
es de aquellas que es permitido infringir o eludir, o -susceptible de modi-
ficaciones; ni el pueblo, ni los magistrados tienen poder para eximir de
las obligaciones que impC'ne, No es distinta la de Atenas de J'\ de Roma, hi
diferente hoy de la qu~ regirá mañana; universal, inflexible, siempre la
misma, abraza tod?s las l1aciúnes y todos los siglos". Y en otra parte: "a
todos los que la naturaleza ha dado la razón. la recta raZón les ha sido
dada, yen -consecuencia la ley, que no es sino la recta razcn, en cuanto
ella ordena o prohibe, y si la ley, el clerecho: es así que, tod,.,s tíem'n ra-
zÓn; Juego-, el dere~i1o ha sido aaqo a todos" (50),
Iguales ,conceptos vi":Tte Suá!ez cuand,o enseña qul:' la ley natnral es
una en todos los hombres :sr en todos los lugares, "la razón es, p~rql1e esta
leyes como la propiedaq que sigue, no la razón propia de algún indivicluo,
sino a la naturaleza específica, que es la misma en todos" (51),
.'~ Pero si bien hemos afinnado: que la ley natural es substancialmente
. la mis~a en todos Jss hombres, no podemos negar que en cuanto a la cog-
noscibilidad de ella, como, lo vimos anteriormente, hay diferencias entre
ell~s, •
Respecto a ,los prec~ptos primarios, o sea, aquellos que se imponen a
la raZón sin raciócinio previo, la ley natur,al es la misma en todos los hom-
,bores, no sólo en cuanto a la verdad objetiva de. ella, sino también en cuan-
lo a su conocimient Cl , especialmente en lo que se refiere al principio supTe~
roo: se ha de hacer el bien y evitar el mal. En cuanto a los preceptos se-
gundos o tercéros, si bien es la misma en general para' todos en lo que Sf'
refiere a la verdad práctica de ella.y a su cono<;imiento, no obstante, pue~
den presentarse impedimentos o debilidades de la razón que perturben la
verdadera apreciación de' su contenido y de su existencia; por lo cual se
puede decir que en la, práctica no', 'es la mism,a, accidentalmente y par'a
un caso particular, en todos los hombres. La razón se hace progresivamen-
te falible a medida que se acerca a lo lJalticulélr y contingente; laque' re-
clama una revelación en el orden sobrenatural y la dictación de leyes hu~
manas en el orden puramente 'r.atural y temporal.
El Doctor Eximio solventa la cuestión en este mismo sentido, cuando
refiriéndose a la ley natural-. dice: "esta ley puede considerarse en acto pti~
trrero¡ y que como tal, es la" ini~ma 'luz iritelectual; luego, de este modo
consta que es la misma en todos, ~ued'e además estar en un acto segund.o.
L ft'> 1
-es decir, en el actual conocimiento y juicio, o también en el hábito próxi-
,mp ya adquirido por el acto, y de este modo está en part~ en todos l~s
que pueden usar de la razón; pués~ al menos en cuanto los principios pri-
,¡neros y universales no puede igñorarse, porq'ue 'son manifestÍsimos por 's~s
términos y tan conformes 'y como adecuados a la inclinación natu'ral de la
.razón y de la voluntad, que no se pueden tergiversar; y de este modo di-,
jo Santo Tomás' que la ley natural no puede, borrarse de los corazones de
Jos hombres, al menos en cuanto 'a estos principios. Del cual modo entien-
¿en algunos a Aristóteles (Ethic. L. 3 cap. J), que decía, 'que con razón
.es cualquiera reprendido por la ignorancia universal. Pero en' cuanto 'a los
otros preceptos particulares, puede ignorarse;' supuesta' la 'cualignorarlcia,
pudieron algunas gentes introducir leyes contrarias al d~recho' de la natll-
raleza, más' nunca fueron, ellas tenidas como leyes naturales, sino como
humanas positivas" (52)., '
El Aquinatense por su parte enseña: "La ley natural es una misma en
todos los hombres por lo que se refiere a los primeros principios, lo mis-
mo en cuanto a 'su rectitud o, verdad práctica" que encuarito a la aprecia-
.ción o cógnoscibilidad, de la mismá. 'Por lo que' a los casos particulares
- ' que son a modo de conclusiones de esos principios , - se refiere, h~y
igualdad comúnmente bajo 'el doble asp'ecto de su objetividad y de su co""
nocimiento; y no la hay siempre,en determinadas circunstancias, ni e'h,
cuanto a su objetividad, ni .en 'cuanto a su conocimiento; y ello debido a cier-
tos obstáculos e impedimentos, no de otro modo ,que sucede en el orden
de la naturaleza, en las operaciones generativas y corruptivas. Esos obs-
táculos son las pasiones, las costumbres pe:¡;versas, los hábitos pecamino-'
sos, todos esos males de la inteligencia que así la pervierten, como 10 evi-
dencia el hecho de que, antiguamente - según refiere, Julio' César - los
germanos no 'llegaban a apreciar In iniquidad, del robo, siendo así que la
ley natural lo prescribe". (Som. Theol. 1 11 q. 94 arto 4).
Para terminar, podemos deár, 'que si existe unidad de naturaleza es-
pecífica racional entre todos ,los hombres, si su origen y último fin es el
mismo para todos, y teniendo' la ley natural por fundamento inmediato
la naturaleza humana idéntica en todas ias criatu'ras racionales y manifes-
tándose por aquellas inclinaciones que arrancan, espop.táneamente de esa
naturaleza, tenemos que concluir que no puede dejar de ser la misma y
,única en el tiempo y en el espacio para toda pers<?na.
índice
[ 79 1
-es decir, en el actual conocimiento y juicio, o también en el hábito próxi-
,mp ya adquirido por el acto, y de este modo está en part~ en todos l~s
que pueden usar de la razón; pués~ al menos en cuanto los principios pri-
,¡neros y universales no puede igñorarse, porq'ue 'son manifestÍsimos por 's~s
términos y tan conformes 'y como adecuados a la inclinación natu'ral de la
.razón y de la voluntad, que no se pueden tergiversar; y de este modo di-,
jo Santo Tomás' que la ley natural no puede, borrarse de los corazones de
Jos hombres, al menos en cuanto 'a estos principios. Del cual modo entien-
¿en algunos a Aristóteles (Ethic. L. 3 cap. J), que decía, 'que con razón
.es cualquiera reprendido por la ignorancia universal. Pero en' cuanto 'a los
otros preceptos particulares, puede ignorarse;' supuesta' la 'cualignorarlcia,
pudieron algunas gentes introducir leyes contrarias al d~recho' de la natll-
raleza, más' nunca fueron, ellas tenidas como leyes naturales, sino como
humanas positivas" (52)., '
El Aquinatense por su parte enseña: "La ley natural es una misma en
todos los hombres por lo que se refiere a los primeros principios, lo mis-
mo en cuanto a 'su rectitud o, verdad práctica" que encuarito a la aprecia-
.ción o cógnoscibilidad, de la mismá. 'Por lo que' a los casos particulares
- ' que son a modo de conclusiones de esos principios , - se refiere, h~y
igualdad comúnmente bajo 'el doble asp'ecto de su objetividad y de su co""
nocimiento; y no la hay siempre,en determinadas circunstancias, ni e'h,
cuanto a su objetividad, ni .en 'cuanto a su conocimiento; y ello debido a cier-
tos obstáculos e impedimentos, no de otro modo ,que sucede en el orden
de la naturaleza, en las operaciones generativas y corruptivas. Esos obs-
táculos son las pasiones, las costumbres pe:¡;versas, los hábitos pecamino-'
sos, todos esos males de la inteligencia que así la pervierten, como 10 evi-
dencia el hecho de que, antiguamente - según refiere, Julio' César - los
germanos no 'llegaban a apreciar In iniquidad, del robo, siendo así que la
ley natural lo prescribe". (Som. Theol. 1 11 q. 94 arto 4).
Para terminar, podemos deár, 'que si existe unidad de naturaleza es-
pecífica racional entre todos ,los hombres, si su origen y último fin es el
mismo para todos, y teniendo' la ley natural por fundamento inmediato
la naturaleza humana idéntica en todas ias criatu'ras racionales y manifes-
tándose por aquellas inclinaciones que arrancan, espop.táneamente de esa
naturaleza, tenemos que concluir que no puede dejar de ser la misma y
,única en el tiempo y en el espacio para toda pers<?na.
[ 79 1
siglos se ha ido agregando a ese c911j~nio de preceptos naturales otros'
muChos que han, aparecido para utilidad o remedio de necesidades de la
vida humana, y que ha,n sido fruto de las leyes divinas y humanas" (Som.
Theol. 1 II q. 94 ,arto S). ,En realidad. cuando Santo Tomás dice que en
este sentido la ley natural no es 'inmutable absolutamente, sólo se está re-
firiendo a una mutación extensiva, mas no a un cambio de contenido, el
cual permanece idéntico; el hecho de que la ley natural se haga más deter~'
minada no significa que se mude, sino que al revés, significa una reafirma~
ción de su existencia y de sus preceptos. De tal manera, que no se puede
suscitar la c'uestión de saber si la ley natural es mutable por vía de adición
porque ésta no implica ningún cambio intrÍnsecp.
'Lá cuestión surge cuando s~ trata de a:veriguar si el segundo modo de'
operar la mutabilidad de una ley, o sea, por' sustracción, tiene lugar en la
ley natural. Lo que se discute es la posibilidad que tiene la ley natural de
variar por sustracción de alguno de sus preceptos. Ahora bien, esta sus'
tracción de una ley puede tener lugar por dos causas: por cambio del pre~
cepto intrínsecamente deficiente, perjudicial o irracional y por mudanza
extr.Ínseca hecha en virtud de algún agente que tiene potestad; si esta mu~
, danza' es general se llama abrogación o derogación, si es particular se I1a~
má dispensa o relajación particular.,
Es en este 'sentido incluso en el que propiamente se dice que la ley
natural es inmutable.
[ 80 1
pá~nas anteriores diíimos, que la ley, natural manda loq'ue ,es íntrinseca-
mént~ hueno y necesário para ia obtcIlclóil del último fin del hombre y
veda, todo lo intrínsecamente mido y optiesto a dicho fin. pues híen.la
bondad o maldad esencial de un acto estriba en su conformidad o disco n-
torinidad con la cáu'sa fin~l de las cosas, es ,decIr, con 'la ordenación je-
:rarquizada de éstas. Y siendo inmutable este últim'o rin de las 'cosas crea-
das;Io será también lo intrínsecamente hueno o, malo, entendiendo por
tal aquello que esta en armonía o en desarmonía c6n la ord('mación final
de la naturaleza de las cosas, mientras la e~encia de éstas 'sea la misma, o
'.sea, perpetuamente, por cúantotti el propio Dios puede alterar la esencia
!
r 61 ]
'para aquellas ocasiones en las cuales la orolSlOn de taJ acto sería de suyo
'ÜJ,trínsecameilte mala... ; luego tal pre~epto n.ecesariamente obliga siempre•
.a s.u tiempo" (56). Debemos recalcar.. qqe Suá.r€7.afirma que ,ni aún los
'preceptos afirmativos' son mutables, rigen teóricamente siempre, mas no
continuamente, es decir, sólo' tienen valor obligatorio cuando el hecho vá
acompanado . de todos los requisitos concomitantes para hacer la omisión
'del acto intrínsecamente mala.
[ 82 ]
~a ahora y no antes o después, sm que experimente ella mudanza por la
.materia" (57).
Esta mudanza, observa por su parte Soto, no se hace en la ley, sino
-en las mismas cosas, de cuya mudanza resulta una verdad contrari~ (58).
Pero siguiendo a Aristóteles (Mor. Lib. V, cap. VII) dehemos hacer
presente que este cambio en la materia no p~ede operarse respecto de los
preceptos primeros y fundamentales de la ley natural que son de una apli-
cación universalísima y perenne, al igual que el fuego quema en todas par-
tes, hay que hacer el bien y' evitar el mal, no hay que hacer a los demás
]0 que no quisiéramos para nosotros, etc.; mas,' las conclusiones, dice el
mismo Aristóteles, se pueden mudar no respecto de los dioses, que son
inmutables, sino respecto de nosotros, que nos podemos mudar. Lo mismo
~ue expresa Santo Tomás en los siguientes términos: "la inmutabilidad
acompaña siempre, absolutamente, a la ley natural por lo que se refiere
a sus primeros principios ? prt'feptos. Respecto de los preceptos secunda-
rios que son como las conclusiones propias e inmediatas de esos primeros
,principios, la ley natural puede sufrir variación, pero no en forma tal que
deje de ser verdadero o 'recto en la generalidad de los casos aquello que
esa ley prescribe. Cabe, mutación respecto de algo particular y en casos
excepcionales, por, cruzarse de por medio 'algunas causas impeditivas de
,la observancia de ta\es preceptos" (Som. Theol. 1 11 q. 94 arto 5). f.stas
'causas impeditivas de la observancia de la ley natural, de que habla Santo
'J'omás, no son otras que aquellas que operan una mutación en ia materia
~~~ ,
Para mudar la materia, de la ley hay que tener potestad suficiente, ge-
neralmente tienen poder: la persona (donación de la cosa'xobada al la-
drón): el Estado o Autoridad civil (el cual púede disponer. qu~quien po-
'sea una cosa ajena con ánimo de señor y dueño durante;¡;ie'rto tiempo ad-
,quiera el dominio de' ella por pre~cripción)., la ,lgIesia'{quien puede de-
cretar la separación de cuerpos de los cónyugeS, eximiendo. a la mujer de
la obligación de obediencia al marido) y Dios, como', dueño absoluto
de todo lo creado.
[ 83 ]
ro después que los hombres, haciendo Uso de la lihertad que les otorgaba
la Ie:y natural. procedieron a la. división de las cosas comunes y a cada uno
s~ le confirió ,dominio sQprealguna cosa en particular o, por lo menos, el
derecho a adquirir algo e~clUl¡ivamente. para sí, la ley natural positivamen-
te prohibe el hurto y la apropiación indebida de las cosas ajenas (59). Lo
que decimos de la comunidad debe hacerse extensivo a la libertad. a sus
derechos y a su enajenación.. " . .
, Santo Tomás se pronuncia so.bre esta materia diciendo: "la comuni-
dad de todos los bienes y la,al;>solut~ libertad son de derecho natural, por
C1.1anto ,la propiedad y la servidumbre no son obra d~ la naturaleza sino
de la industria humana en obsequio de' la utilidad de la vida social. No
~ay, pués. en ello una :mutación s1.lstractiv;a de la ley natural, sino solamen-
te adicional" (Som~ Theol. 1 lIq. 94 arto 5).
índice
[ 84 ]
ro después que los hombres, haciendo Uso de la lihertad que les otorgaba
la Ie:y natural. procedieron a la. división de las cosas comunes y a cada uno
s~ le confirió ,dominio sQprealguna cosa en particular o, por lo menos, el
derecho a adquirir algo e~clUl¡ivamente. para sí, la ley natural positivamen-
te prohibe el hurto y la apropiación indebida de las cosas ajenas (59). Lo
que decimos de la comunidad debe hacerse extensivo a la libertad. a sus
derechos y a su enajenación.. " . .
, Santo Tomás se pronuncia so.bre esta materia diciendo: "la comuni-
dad de todos los bienes y la,al;>solut~ libertad son de derecho natural, por
C1.1anto ,la propiedad y la servidumbre no son obra d~ la naturaleza sino
de la industria humana en obsequio de' la utilidad de la vida social. No
~ay, pués. en ello una :mutación s1.lstractiv;a de la ley natural, sino solamen-
te adicional" (Som~ Theol. 1 lIq. 94 arto 5).
[ 84 ]
de nuestras propias inclinaciones y deseos e, incluso, el tributo de nuestra
existencia si fuere necesario antes que violar la recta ordenación de las 'co~
sas y de los seres. "Esta necesidad de observar el orden final 'mandado
por la ley divina para no apartarnos de Dios, nuestro último fin y Bien o
infinito, por la ofensa que le hacemos, constituye la obligación formal~
mente tal" (61). En consecuencia, la obligación toma su carácter absolu~
to y, podríamos decir, infinito, de la alternativa 'que seg4n observemos o
violemos la obligación de la ley natural cumpliremos o n,o nuestro fin úl~
timo infinito y eterno impuesto por el Creador.
Además; no hay que olvidar en ningún mom~nto,que la ley natural
es la participación a la qiatura racional de la ley eterna y qlJ.e ésta repre~
senta la ordenación de la razón divina para que todos los seres conserven
el recto orden y alcancen su destino específico; por consiguiente, al' gra~
bar Dios la ley eterna en la naturaleza humana demostró su deseq de que
ésta también se ordene hacia su causa final sobrenatural, sin que fuere' ne~
cesario una expresa manifestación' de voluritad divina en este sentido. Es~
to 'lo expresa Suárez cuando dice: "el mismo juicio de la recta razón, gra~
bado naturalmente en el hombre, es de suyo suficiente señal de tal volun~
lad divina, ni es necesaria otra insin~ación... no sólo porque manifiesta la
intrínseca disconveniencia o conveniencia de los actos que muestra la ley
increada de Dios; sino también porque intima al hombre que las acciones
contrarias desagradan ál autor de la naturaleza, como al supremo señor y
cuidador, y gobernador de la naturaleza" (62) . Por estas mismas consi~
deraciones San Pablo pudo decir que aún, aquellos que caret::en de leyes
escritas, y faltaren a la ley natural serán castigados, ya qJ..:e la conciencia
dá a todas las gentes testimonio. de ella. El Apóstol en su Epístola a los
Roml\nos conmina a éstos en las siguientes frases: "y así todos, ios que
pecaron sin. ley, perecerán sin ella; mas todos los que pecaron teniéndola,
J)or ella serán juzgados. .pués n,o son justos delante de, Dios. los que oyen
.la ley, sino los que la ~umplen; esos son los que serán justificados. En efec~
,to, cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por razón natural lo que
'manda la ley; ellos hacen ver que lo que la ley ordena, está eSf!rito en sus
corázones, como se lo atestigua su propia conciencia" (Epís.' a los Rom.
cap. 2, v. 13 a 16).
Pero, como observa Soto; la transgresi6n a la ley natural no sólo im-
porta la ejecución de un acto intrÍt:lsecamente malo, sino también y priQ-
,cipalmente una ofensa al legislador de ésta; en efecto, la' sola naturaleza
,haría que la transgresión fuese 'mala, pero no obligaría a culpa; mas,' co-
,mo la naturaleza es obra de Dios, y la ley, natural derivación de' la ley
,eterna, se sigue' que los preceptos de la naturale~a obligan de' manera que
'su transgresión ~s no sólo mala, sino verdadera culpa ante Dios (63).'
Es indispensable precisar hasta donde alcanza la obligación de la le5
natural. En términos generales, se pue~e. decir, que la obligación de la ley
natural es tan extensa como el conocimiento que se tenga ~e -ella; por con'"
siguiente, debemos distinguir si se trata de preceptos primeros o segun-
dos. Respecto a los primeros p.receptos- y a sus condusionesinrnediatas
no siendo excusable la ignorancia de aguéllos y de éstas a ningún hOrQ-
'bre' en uso de su razón, se desprende que todos están necesaria y ahsolu-
tamente obligados a guardar ambos. En cuar:tto á. los preceptos segundos,
no todos están en condiciones de conocerlos. ,por lo cual se hace necesaria
moralmente, aunque no abs.olutamente, la revelación y las leyes positivas
pilla que iluminen la obscurecida razón de los que care,cen de unarnente
desarrollada y de aquellos que CPQ malos hábitos han pervertido - su na-
turaleza. ' -
, 'Si' bien es cierto que \a ley natural obliga en conciencia, no io es me-
nos, que no toda obl¡gacibll en concienci,a es efecto directo e inmediato
,de la ley natural. porque la - ley natural "no ~ regla próxima de todas laS.
( 85 1
acciones' humanas"; así por ejemplo hay muchos preceptos de un carác~
ter exclu~vamente religioso, como el ayuno y la abstinencia, que obligan
~n conciencia para el creyente y que no . obstante no son de ley natural.
Pero aunque no toda obligación en conciencia emana próximamente de
la ley natural, sin embargo, todas tienen su fundamento mediato y remoto
en la ley natural por lo menos en lo relativo a los primeros preceptos.
é)~ No se cumple ,~I precepto de la ley Natural si los motivos y las cir-
dJnstancias, además del acto, no son honestos.-Esto equivale a decir q'ue
la ley natural obliga no sólo al acto, sino también al modo de la virtud. La
'razón de esta condición es que nadie obra honestamente si las circunstan~
cías en que obra no son honestas. "El derecho natural no sólo obliga a que
se obre queriendo, sino también queriendo "por esto", es decir, por la ho~
..nestidad, en lo cual se incluye el modo de la virtud" (67).
r. 86 J
3 r.
La pernuSlon no tiene lugar en la ley Natural.-Esto lo compren"
<Jeremos claramente si consideramos que la ley natural prohibe lo intrÍnse-
:camente malo, lo cual nunca podrá hacerse lícitamente. Podría decirse que
la ley natural permite lo indiferente que no prohibe y el bien que aprueba
y no manda: pero, esto no es propiamente permisión legal, por cuanto lo
primero envuelve una pura negación, ya que indiferente es lo que no es
mandado ni es prohibido ni tampoco aprobado; lo segundo más que per-
:misión es una concesión positiva (68).
1 87 1
da ni por el mismo Dios, por lo que Este está impedido de ordenar. como
pUeIl? el If1~1, Q.l¡U¡ n.!!~,trp..-,~at.w!lle~~ ¡a~l t~9!t ~\\-e~mi €i9,Qi1¡R- te\; a¡q,emáll.
;up,pl~caría 'tm~ c<?l}t~~.%~~WIl" ~n,-g~qt.i~Ll cc:;~?.p.1I~qm~~ JiIIll\,;q~t~.rp.1.",~ze. 9~t~lí~
~ada con sus inchnl\ClsmeS yt!:!na.c:;.I\ci~s IlG\tq;r~lh$, y Qbli-&arQq~ dc;,spy~~ ~
eje'cutaí- algo' qué' repugna ,~', ~á" n~(U.ial~i~' Y-qUe 'tí, co'nSl~eiatlª hu.c:no i
lícito. Sa~to T omá~' 9f ,i!,Í;na gue'aqtjeH,a,s -(;,~9,l!1\.~ ql,l~ en~ier,r,'iill raz.,'6ú ,lI)irín~"
ca de jústic;:ia Yo deuela sQ~ \ndis~eÍ1ifl1-1h~y,q\l~,_Q.il;)~oli P\l~de ditW~nsar,
porque no puede óbrar cóiltl~ su jus9,C1é!-.. lo cual haría, l!Í, ~i~s~, liGen<:Ía cJ.e
hacer aquello que de suyo e intrínse~~~n~e ~ il,ljusto. (62).., '
• Aunque todo lo anterior es verdadero y lógico, no podemos descono~
cer que en al$uAa~ oCé!sjon~s 'yc:;i~C9E~tªl,lcias~bl\.o~d~nad? P.io!\.!l, los hom~
bres actos que de P?T sí, era,n cons.iderad?s, !1!citol?,' En efe~to, ,en ~l Anti~,
guo, Testamento se consigna 'la a¡.¡toriZación que, otqrgó D,iolil a tos is,rí:le.li~
tas parl!i que al salir de su cautiverio en Egipto se llevaran I.os vasos precio~
8'08 prestados por los egipcios, la or<J~,n d~da I><>r el prqpio Dios a Ahraham
de matar a su hijo, él derecho conferido a los pa~riarcas para qQe practica~
sen la po.ligamia, .etc. Se hap. presentado estos casos como de dispeñsa de
la ley natural, pero esto no es exacto: " , .'. '
Para resólver es,tadificulta~ es' muy i~portante distinguir en Dios: al
supremo legislado,r, al supremo Señor de todo lo cre¡tdo y al supremQ juez.
Ahora bien, para que haya dispensa pr()piamente tal se requiere que Dios
exima de' la oT¡,ligación ele l~ley nátural fundándose exclusivamente en sU
potestad legislativ;a, en cuya virtud haga lícito lo, que era ilícito y vice y
versa; ya qile no será <lisP,e~~a_ de la obli$aci9~, si h.é!ciendo valer el cJ.omi~
nio absQluto sobre todo lo creado, suspende en un caso particular la' vigen~
cía de la ley para obt,~ner un fin sobren,atúraI. E" todos 'los casoS citados,
Dios no "hizo valer SQ calidad d~ legislad,or sino su potestad absoluta y su
clominio sobre sus criaturas, en cuya virtud' pu~d~ privar del dominio de las
cosas a quien 'las de~en~~ ~,ct1:l1l-lrri,ente. y' ~onferirlo, en' su c;:;'ráct~r de supre~
roo dueño o juez, a quien El lq desee, ~~ ~~ c~so cit;.ado, a los israelita.s; en
vIrtud de este m~sm,o a,trl1:mto podía D}c;>s disponer d~ la vida de Isaac, hi~
jo' de Abrah~, 'lo que, n,o e.quivaH~ a d.ispensar a é~te del, precepto de no
matar; respecto de If,l poligamia, dehemo,~ hacer presente que ella no es
absoluta e intrínseca~erIte rn..a1a, p~és, c.!e,ntro cl.e~.1la puede cumplirse el
fin p~mario dél' ma.tt~iil?~i?: la, p,l'0cre.a~i.6.rJ, .por ~~ cUé!1 Pios p.od~a í:lutq~
rizar, con el fin de aumentar el li,J;I.ªge h\lD;l;éWo. y Ror la dllreza de los. cora~
zones de lo,s israelitas, ~l vípculo entre un hornq,re y varias mQjeres. $ubsa~
nando por ótros medios los 'perjuicios que' de este permiso
• .~_.. ~,.. '" _ .-_ -, .. l-.
pudieren
..
res!,Iltar.-
¡' . . . . . .
",~_"• • - ..... -.,...~ .. "o-E '~,' ~~\.~ !".' '~=.
[ 88 J
310 de búsqueda' y culto por sí mismo; si es esto verdad respecto del dere~
cho, lo es respecto de la justicia; y Par consiguiente todas las otras virtu-
des que están en ella deben ser cultivadas por su valor intrínseco... la jus~
licia no busca ningún precio, ningún pago; es pués apetecible por ella mis~
roa .. De igual modo son todas las viTtudes H (70).· .
Pero para la perfección de toda leyes necesario que la acompañe una
sanción, que no debe entenderse sólo en el sentido de pena o castigo, sino
también en el de premio y recompensa. La ley natural también requiere pa~
ra su efectividad de este elemento que acompaña a toda ley, que aunque
.no esencial, le dá eficacia y ayÚda' a su cumpllmiento, y así escomo pode-
,;m os distinguir varias clases de sanciones en la ley natural,' a .saber: '
a). Sanción imperfecta ten el orden natural.-La ley natural, como_ to~
do acto moral, tiene su sanción" aunque incompleta, en el orden natural,
.la que cO!lsiste: en la paz o en la angllstié! del espíritl;!, según se la resPete,
ó quebrante respectivamente, y en las consecuencias 'naturales buenás que
se derivan de la observancia de ella o en las majas que se desprenden de
su violación, pués, como anota alguien, la observancia del orden moral es
fecurida en todo género de bienes y, su violación en todo género de males,
Úmto respecto del individuo aisl';'do ,como de. la sóciedad ('In general.
En un sentido más estrictamente jurídico, .podemos señalar conto san~
ción especial a la ley natural, la nulidad del acto ejecutado en contravén-
ción a ella. Existen tres circunstancias que anulan. el acto violatorio del or~
den natural, ellas son: 1) cuando falta la potestad requerida para la rea-
lización del acto o por incapacidad de la materia, v. gr.: la nueva donación
de una cosa ya anterior y válidamente donada, un segundo matrimonio
subsistiendo válido el primero. 2) cuando falta algún constitutivo intrÍnse-
éO y esencial al acto, v. gr.: el consentimiento en un contrato. 3) cuando
subsiste en el acto la deshonestidad por la cual es prohibido por la ley na-
tural, o sea, cuando tiene causa perpetua de nuli~ad por torpeza moral del
acto, v. gr.: matrimonio entre 'consanguíneos de 'primer grado o de ascen~
,dientes y descendientes, el mutuo usurari~. etc. Como se púede ver, en el
primer caso, ~a causa de la nulidad está en el sujeto, en cambio,' en el ter-
cero está en el acto en sí mismo. En los demás 'casos, "aunque el derecho
.natural prohiba el acto; no anulará su efecto, porque si se supone potestad
suficiente para tal efecto, y, por otro lado,' puede el efecto dUI:ar .in torpe':'
za y con uso honesto, no hay por 'qué sea inválido" (71).
[89 J
~y'ude a cumplir er mandato imper?-tivo dado por Cristo: "Sed perfectos;
como vuestro Padre celestial es perfecto" (Sn. Mateo, cap. 5 v. 48), ,. al
Jtiismo tiempo, afirmar que la observa,pcia de ella queda entregada ar ar-
bitrio humano, es algo groseramente absurdo que no se puede sostener.
índice
[ 90 ]
~y'ude a cumplir er mandato imper?-tivo dado por Cristo: "Sed perfectos;
como vuestro Padre celestial es perfecto" (Sn. Mateo, cap. 5 v. 48), ,. al
Jtiismo tiempo, afirmar que la observa,pcia de ella queda entregada ar ar-
bitrio humano, es algo groseramente absurdo que no se puede sostener.
[ 90 ]
'la epiqueya para interpretar la voluntad del legislador humano que no ha
;preVisto ese caso determinado ni la injusticia _que puede involucrar el que
:rija la ley absoluta y universalmente en esa situación; pero, respecto de la
ley natural, fundamentó de la ley positi'Ul. esa epiqueya n() muda el precep-
to siendo sólo explicación de la mutación hecha en la materia, en virtud de
la cual el acto en tales circunstancias no tiene maldad intrínseca ni se como,
prende sometido a la ley n~turaL índice
[ 91 ]
'la epiqueya para interpretar la voluntad del legislador humano que no ha
;preVisto ese caso determinado ni la injusticia _que puede involucrar el que
:rija la ley absoluta y universalmente en esa situación; pero, respecto de la
ley natural, fundamentó de la ley positi'Ul. esa epiqueya n() muda el precep-
to siendo sólo explicación de la mutación hecha en la materia, en virtud de
la cual el acto en tales circunstancias no tiene maldad intrínseca ni se como,
prende sometido a la ley n~turaL
[ 91 ]
SUpuesta ya la dictación de leyes humanas podemos anotar entre és-
ta3 y la \yy ll~tur_al ci~~.Jª~,. c:!.iJ,er,eI;tciM-c~,l!.~\l<;ialesd~.1,lP.,Q.~, el cO;Qt~nido roa-
tepal de. aJP,.l>~~p'ued.e cOlp~i.d!:r. I;:\! ~feftoJ ll'l:.l~y, P..é!t~!!!I só19 prohibe Lo
ll1t:r~secaIl!e~t~ mqJ9 ~_ :tp.~.ñ.q~ ~p i~!!:Í~~~~Jtq1~»t~ p'~en,o. entendiendo por
tal lo contoin:;te a ,~aQ.a,t~fJll~za ra,c!9J;l~1 y n~~esNi9. a la cO,D,sec.ución del úl~
tnno fin.; l~ilI leyes hll!ll;anas; en caI!lh~Q. ha.c~nque $ea malo lo que prohi-
bel! y neclfS~rio u h0I1,,!13~q lo que m!\t\~~, Y pue_d_en r~Jerirse a la ejecución
de actos que no se relacionen directamenJ",~ COJl l<!- cqlls~cuci.ón del último
fin del hombre, pero no hay que olvidar que no existe acto alguno que in-
directamente no diga relación al Jin último. Además, se diferencian ambas
clases de leyes por su aspecto formal, por su origen y carácter de la obliga-
ción: así, la ley natural, siendo manifestación y promulgación de la ley eter-
na en la criatura racional, toma .su origen la obligación inmediatamente de
. Dios, el cuaÍ si bien por un acto lirbre creó al hombre, debe, no obstante,
necesariamente imponerle la ley _9.l?ligat9ria de lo intrínsecamente bueno y
prohibitiva de lo intrínsecamente malo; la ley humana, por el contrario, pro-
cede inmediatamente de 'la potestad legislativa de la Autoridad humana y
no. de una manerá neces~ia comol¡l leY natural, sino librem:eQte, por lo que
pued~ dero~arse en cualqt,li~r mOx:n~?to; pero, el origen Illediato de la ley
hUmana, en' cua,nto pebe ser expreSlon de la ley eterna y de la ley natuTal,
'es' el mismo Dios, todo lo cual ~,~ c()mprende en el Ubro de la Sabiduría
cuando diée: "Por mi reiitan los reyes y lo.s legisladores decretan cosas jus-
tas"(Prov. 8), lo que refuerza el carácter obJigatorio de la ley humana.
Igualment~ el origen mediato de' fa Au.to~¡dad Pública humana proviene de
DiOs, ségún la respues~a d~Cristo a eilat,Os: «No t~n.drias poder alguno so-
bre mí si note fuera:dado de arriba" (Sil. Juan cap. 19 v. 11); y aquello
-d.c;: San Pablo a 10jl Romanos: "no Qay pote~tad que no provenga de Dios"
,(Epíst. a los Rom. 13,'1). . . ,
. Todo 10 anterior demuestra la necesidad que hay de leyes humanas que
manifiestel1 e~terQam,en~e l¡¡. ley n¡¡.tu~aI, a la cu~I deben conformarse y apli-
car en casos parti.cuhires. Como dijimo:s, las leyes humans~ pueden ser: ecle-
aiá,s.ticas y' civiles; le.s primeras son materia del Derecho Canónico y no las
esúldiaremos' en est¿,: qpoitunipá,d, ]jIpitán~onos al ~nálisís de las leyea ci-
vÚes! a cuyo estucilio' nos aboca,mos de Inmediato. índice
,( 97-, J
CAPITULO eu A.R T O
LA· LE Y CIVIL
I. GENERALIDADES..
[ 93 1
'para 'cuya cons~cuci6n se sirve' éste de la ley natural, la cual lleva grabada
en su razón, representando normalmente los juicios prácticos de ésta los
mandatos de la ley nfltural que imponen la observancia del orden moral y
vedan su vi9lación, y que al mismo tiempo presentan ante la, razón el bi~
armónico a la naturaleza humana que es preciso seguir y el mal dé ésta del
cual hay que abstenerse; aho:r;a bien, toda ley civil debe adaptarse a los dic-
támenes de la razón, a la naturaleza racional y al último fin de la criatura
hUIIlana, por cuanto es absurdo dictar una ley que rija al hombre y no te-
ner en cuenta la esencia, la naturaleza y misión de éste; en otras palabras,
la ley civil debe respetar la ley propia de la naturaleza humana, es decir,
la ley natural. Conceptos sirrÍilar~s a éstos emite Soto en su "Tratado de la
Justicia y del Detecho~', cuando dice: "Lo justo y lo recto en las cosas hu-
manas se han de apreciar sFgún la regla de la razón; es así que' la regla de
la razón es la naturaleza de las cosas, la cual debe mirar como al ejemplar
en todas sus ,acciones; luego, las leyes humanas, COlno que están hechas por
, la misma razón, nacen todas de la ley natural... al imitar la ley natural se-
guimos la eterna" (1). ' ,
La ley civil puede derivarse de la ley natural de dos maneras: por vía
de conclusión y por vía 9,e determinación:
[ 94 1
"PrincIpIos naturales, v. gr.: la ley natural dice que se debe castigar al de-
lincuente, la ley civil clasifica los delitos y las penas aplicables a éstos, ade-
más, la prescripción, las contribuciones. generación, d~ la Autoridad, etc.,
:son leyescivílesde este tipo de origen.
La ley natural, como se comprenderá, no podía preceptuar 'sobre to-
¿as las cuestiones que se relacionasen con el obrar humano, pú~, insignifica~
:tes que ellas fueren, ya que influyen muchos factores que hacen imposible
una legislación universal idén~ica para todas las épocas y para todos los hom-
'bres. No hay que olvidar, que, como reconoce AristGteles (Mor. L. 5 cap.
7) la inmutabilidad y universalidad de la ley natural sólo se refiere a los
'Príncipios, mas no a las conclusiones lejanas y determinaciones ,específicas
las cuales son variables.
Todo lo dicho nO significa que l~s leyes .civiles muden el contenido de
la ley natural, sólo 10 definen y precisan para ponerlo objetivamente ante
la vista de todos aquellos que no pueden o se niegan a seguir la ley natu-
:ralo "Hay un dinamismo - escribe Maritain - que impulsa a la ley no es-
.crita a expandirse en la ley humana y a volverla progresivamente más per-
fecta y más justa en el campo de sus determinaciones contingentes" ,( 2).
Antes de dictarse una ley civil que n,ace como determinación de la ley
natural lo que aquélla dispon.e· actualmente podía ·hacerse u omitirse, es de-
cir, antes no era virtud; pero, una vez dictada la ley civil la acción .o la abs-
tención mandada en ésta pasa a categoría de virtud. , '
T odas las cosas que se originan por vía de determinación de la ley na-
'tural constituyen el Derecho Civil, en virtud del cual toda ciudad dicta i;lque-
11as normas que Son 'necesarias o convenientes a su prosperidad y desarrollo.
Por todo lo que· hemos dicllo, podemos concluir, que la ley civil naci-
'¿a como conclusión' de la .ley natural, 'es natural en cuanto a su objeto y
positiva sólo en su forma y promulgación; en cambio, la nacida como de~
terminación de los preceptos comunes de la ley natural, es positiva en to-
dos sus aspectos, sacando de la ley natural solamente su origen. Esta mis~'
ma diferencia la establece Santo Tomás en los términos siguientes: "los pre-
-ceptos o leyes humanas que derivan de la ley natural, por vía" de conclusión,.
no son solamente humanas, sino que tienen también algo del vigor y'fuerza
de la ley natural; mientras que las que, únicamente por vía de determina-
.ción proceden, tienen tan sólo aqJlella fuerza y obligatoriedad que puede
iComunicarle;s un legislador humano" (Som. Theol. 1 II q. 95 arto 2). .
r 95 1
Evangelio" lEplst. lá Timoteo, cap. 1 v.8 á 12). Yen-la EpÍstóia a fos,
R6manos, r:efiriéndo"se á la ley judaica, agrega: "ningún hombre será jus-
tificado por las obras de la ley. Porque por la ley se nos ha- dado el cono-
cnn.íento efel peéadó ... -Así' qué concluimos ser jUstificado el hombre por la
,f6 sin las obras de liiley" \EPÍst. a lós Rom. cap. 3 v. 20 y 28). Además
dhigíéndose a los GálaXaseT ApÓstól, les expresa: <tno se justifica el hom-
bre por las obras de la ley, sino por ra fé de Jesucristo ... por cuanto ningún
mortal será justificado por las obras de la ley... Porque si por la ley se ob~
tí~né la just'icia, luegóen palde C~isto núlrió... Por lo demás, el que nadie
~e jUstifica delante de Dios por la ley, está claro; porque el justo vive por
la fé ... la ley fué nuestro ~o que nos condujo a Cristo, para ser santifica-
dos por la fé. Mas, venida la fé, ya no estamos sujetos al ayo ... No tenéis
ya parte ninguna eh Cristo, los que buscáis la justificación en la ley: habéis
perdido la gracia" (Epíst. a los Gálatas cap. 2 v. 16-21; cap. 3 v. 11-24;
cap. 5 v. 4). Todos estos textos de Sin Pablo nos revelan que él propia-
mente no rechazaba la ley escrltambsaica,comopretende Dorado Montero
en'~u Obra: "Valor social de Leyes y Autoridades", sino que para San Pa-
bl?' tenía m~ valor espiritual, como en ¡:ealidad lo tiene, lo que se hace a
instancias del espíritu de fé o de la gracia que los actos ejecu,tados exter-
nrulreñte pal:it dar, cti:mplimiento estricto a la ley; el justo, el virtuoso, siem-
pre vá a actuar rectamente haya o no ley, lo fundamental para él es satis-
facer a Dios y a su propia conciencia. El ideal de todo hombre ha de ser
el cumplir la ley haciendo abstracción de ella. Por 10 demás, la ley del An-
tiguo Testamento tenía por objeto hacer que el pueblo elegido guardara los
mandatos dados por Dios hasta que llegar~ el Redentor; una vez consuma~
da la Redención, la ley mosaica perdió toda importancia tanto para los gen~
tiles como para los judios; por otra parte, es muy lógico que San Pablo les
desconozca importallciaa las leyes positivas humanas, por cuanto él unía
a la ley natural las enseñanzás d~l Evangelio cristiano que contiene el desa~
trollo de la ley natural, 'de modo que ~adie podía ignorar ésta, la cual te-
nía además l¡¡t suficiente amplitud como para legislar sobre cosas particulares.
T ambi~n dá un carácter secundario a las leyes positivas humanas el
teólogo Juan Luis Vives, quien opinaba que "allí donde los hombres han.
hecho del amor al bien y del_odio al mal una segunda naturaleza, no' ha-
cen falta las leyes para vivir recta y ordenadamente; y donde, por el con~
trario, esos hábitos faltan, las leyes no los suplen, por muy perfectas y nu~
~~rosas que sean; razón-p:~TJa cuaL el poder púhlico debe mirar como prin~
cip~l misión suya la de educara los gobernados, mirando el manantial de
donde b.rotan susacclones. la interior disposición del ánimo. Las leyes más
que normas de justida par;" vivir ~'eg6ñ ley de razón, son emboscadas y la-
zos armados a la ignorancia del pueblo" (3).
, Del mis~o sentir. es _F'r~y Luis de León, quien siguiendo á Platón es~
cribe: " ... porque como dice Platón: "No es la mejor gobernación la de ]e~
Y,,?,s e$crit~s" (~ep. L. _4 ~ ; porque son unas y no se mudan, y los casos par~
ticulares son muchos y varían según líls circunstancias, por horas. Y así,
a~ece no se:r: ju~to c<n ~gte caso lo que en común se estableció con justicia;
y d ~ratar col1 sólo ley ,escrita es como tratar con un hombre cabezudo por
;un~ parte y que n.o admite razón, y por .otra poderoso para hacer lo que
d~ce, eque es trabajoso y fuerte caso. La perfecta gobernación es de ley vi-
va, J que entienda siempre lo mejor, y que quiera siempre aquello bueno que
entIende. De manera que la ley sea el bueno y sano juicio del que gobierna,
que se ajusta siempre con Jo particular de aquel a quien rige" (4) .
. ' Pe~o es el mi:smo. Fray Luis de Le?n quien se encarga de advertirnos
que si, bien la gracia, la fé, la ley natural y las leyes evangélicas son infini-
t~~ente superiores a las Jeyes humanas por su .origen y finalidad, no hay
que dejar de reconocer que 'no todos siguen aquéllas y que necesitan ser
-constreñidos materialmente a obrar la virtud; en efecto, el fraile agustino •
.r 96 1
d~Rués d~ 9b¡¡~rvar q.ue la mejo!, ~Otb,:e~I}f'~U>.~e!3 !~Q~ l~ l~y ,viv~ .:¡~!". <;9
aqu-ella qU!! entiende sIempre lo m~Jor, expresa: "M.~s, porque elite golller-
nVi no se halla en el suelo, porque" Ilinguno q~ los q~«::, hay' eh ~J es ni tap
sabio" ni 'tl'ln bueno. que, ó no se en~a~~' ~ n:o q.~ei'a hac~r lo que -'V~ que
no es fusto. pot eso es imperfecta la gobernadón de los hombres" (5). Pa~
raobtener, pués, 'una gobernación lo más perfecta posible, es preciso some-
ter a todos los hombres que no'sigúen Iasprdenaci¿nes 'He la r'aión a nor-
nias externas a.rrancadils por conclJ.lsi6n o' determin~ci6~ de f~ l~y' de la
turaleza húmana. ,"' ' ' ' ". ," ",
na-
Por nuestra parte, y estando de acuerdo plenament~ con .san Paplt, }"
con los" otro~ citaCl~s, c~eemos, no o~s~.~~t,e, .qw~ l¡l I~! c~vit. es nece~aria
por dos capItulos: co~v revel~dora y peJ:fec"c~C?l!adpra d~ lfl l~y natural, y
como norma que rija las reracl0!-1es ~~ los ~om!:>res en ~ºc:~~Íiº, ", ~
, a). La ley ~iviI es' ne.c:esaria com~ revela9pr~ y $~~ularizac:lora d~ la
ley Natural.-Asícomo erilp~ e~pec):llat~'io't~Í1"efh,Qs' f~éultaq'"'lºi{iit~ para
d¿ducir contlusiones de los principi(¡i universal~s, d~ igúal'manera' en elor..
den' práctico "sacamos d~ los primeros"principios lo's preceptos'd~l O:~cálü.
go "como conclusiones n~cesari~s, y'por eso s¿~' de dérecbo natúral. P~ro,
versand~ núestras acciones sobre COS(i'S paiticuiares, es rÍec~sarlo de-scender
dé los primeros prÍncipios a" cosas pa;ticular¿;: -t~riiendo en cuent~- fas cir-
cunst,ancias' de lugar y tiempo: 'Por lo cual, aquellas reglas constituidas de
esÜ~:inddcí, como no proVi¿nen necesariamente' sólo de los principiÓs' natu-
rafes, sino' que se hacen con el auxilio de la razón, l1ámanse leyes huma-
.nás" : ( 6 ) . ' " . ' ,
Hé 'aqul expuesta la razón que hace necesaril'ls I,3.s leyes humanas, las
cual~ ,son los frutos de la simiente que es la,ley natural, segun la Jeliz me~
táfora de Soto. El hombre está imposibilitado de comprender intuitivamen-
te toda la verdad que encierran Ips principios~niversales de la ley natllral,
por lo cual ha de hacer un proceso de dedu<:ción, que no todos pueden ::ea-
li:i~r, para lJegar,a una verdad determinada; es este proceso el q~e realizan
las leyes civiles poniendo las conclusiones al alcance de todos los subditos.
Este mismo razonamiento prueba a Santo Tomás la necesidad de leyes ci-
vilés, afirmando, que "en el orden práctico, el hombJ;e participa natural-
mente, originariamente, de la ley eterna en cuanto conoce algunos princi-
,pios general ea., pero no otras muchas verdades particulares, conctetas, que
se' hallan por igual contenidas en la ley eterna. La intervención, 'por consi-
guiente, de la razón humana, a fin' de dedu,cir esas normas más 'particula-
res, se hace de todo punto indispensable'; necesaria" (Som. Theol. 1 1I q.
91 arto 3). En ténriinos análogos se expresa Suárez (7). Por otrá parte,
hay que tener en cuenta .la frecuencia cón que' se borra\} de la mente del
hombre l<?s preceptos de la ley natural, por los hábitos y pasiones, lo que
hace necesaria la existencia de ieyes humanas que reconozcan, aclaren y de-
jen const';'n~ia ,de dichos preceptos. ' , '," ,,',. ' "
Hayen el hombre, al decir del Doctor Angélico, una disposición natu-
ral a la virtud, pero esta virtúd no se logra si previamente no hay un tra-
bajo di:¡ciplinado tendiente a su adquisición; 'esta disciplir~,a s~ la qá ál h?m-
bre el obrar siempre conforme a los mandatos de la razón, de la ley natu-
ral, o bien, la ley humana sancionadora. De aquí se desprende la: i~portan
cia y necesidad de leyes civiles virtuosas cuya observancia púeda: ser exigi-
da coercitivamente, pués, por medio' de ellas se obtendrá que todos IQs ,hoxP.-
bres obren virtuosamente y puedan alcanzar su fin ultimo; por.que si no to~
dos practican la virtud por amoral bien. a Dios, por lo
menos' todps' ~staC'
ráíl obligados a guardarla, en el peor de los casos, por temor al castigO, ha-
ciendo posi.ble de este modo .la vicla éole~tiya. EseYid~nt.e qlly l~s ~éió'l'
nes' morales de la ley natural en muchos casos serán ineficaces, porque;' co:'
mo expresa Soto, "la ley natural· ulcera, corroe v abate la concip.n"i.. .:1 .. 1o",
:I 97, J
malvados. Mas, como hay otros tan hundidos en el abismo de los sentidos.
que no temen sino lo que alcanzán con los ojos, debieron añadirse las pe-
nas de los sentidos a las leyes humanas. Y por esto dice San Pablo: que la
ley no ha sido dada para el justo: esto es, que la ley n,atural, iluminada por
el rayo de la fé, le basta para apartarse del m~l y tender al bien" (8).
[_98 '1
:no reemplaza convenientemente a la ley, ya que no cumple con el fin es-
pecífico de ésta cual es el de evitar que en la vida social se quebraIlten la
,paz y la justicia. Sin embargo, es preciso, reconocer que hay cosas particu-
latísimas. personales o de un detalle ínfimo que escapan al marco rígido de
,una ley, quedando' estas cuestiones reservadas a la conciencia jl}dicial.
[99 J
de~nen. com~) a!&!l!el!,l~ Jiqc~..l ilifi"i,Rqo',. gue!1\.- l~y ~, "-HPr~ Qrftc.nªc;ión d~
la rai:6p, d~ter~~ati'{~, d<;..f2_ i!1a~ter..mi.n~~ a,El. la, Jey_ lJD1:llr~.I. eQ~er~z.a.Q~
~. bi~~, \:~m.rl! lil!qía~~~ llr~mgÍg~d~ ~PJ. aSllel, !lH~ t4:~. el, c¡ViQ¡;\d.Q d~ la
co¡nunúfad humana,f; en terrp.tqo~ s1.m!Ja.I~L tI\. qt;¡m~ <:::,~fs;l~. m ~fItm~dR
qü:é la Tey:, e~: aüri~ 0~~~I!ici6Í!~sj:~!!!.. y ~e.ner~ crt<. lp.~ r~9n. p~nforme a
la ley nátural, establecida y promulgádél por la autoridad legítima para el
bien común de la sociedad" (1 5). Si bien, es verda~ q1,le esta adición acla~
ra la noción de ley cjyH, nq, PQ~tapte, es iqQficjQ,~f\, po;r ClJf\pto e~te requi~
sito ~st'~q~ cornRrenpiQp !1I}, la' defini~i9-ií. . tqnii~~~,' qu~, aP9ptaremos nO:J~
otros, al decir qll~ lf\ r~y d~_be ser llP~ orden.aqón r~~i9nal.
I ). La ley Civil como r.egla de los actos inteligentes y libres del hom-
bre.-La ley eterna ordena todo lo creado hacia sus fines específicos; la
ley natural y la ley dvil, por el contrario, sól~ van a regir los actos libres
de la criatura racional,· es d~cir, aq~~llas accipnes que requieren el uso de
la raZón y de la voluntad, quedandó exentos del imperio de éstas todos los
actos de !o~ seres irracionale~ y aqqelIps que, en las cúatuias~acionales tie-
nen un carácter necesariq. ' . . -
Es pre~isél.mente por la naturale;z~ inteligt;Í'lte y libre d~l hombre por
l0. que se hace indispensable la existencia' <;:le ley~s qu.1! regulen la liber.tad
de ca.da upo, evitando de ést~, !URdo que e,f usp ~limita<;l.Q de la libertad in-
¿¡yidu~I s~ transforrpe en IJI). p'erjúicio para "los demás y en un daño a la co-
lectividad
.
considerada
" .' .
como
- ,.'
Un todo.
~.
-.. -"".
.'. ~
[ 100 1
de~nen. com~) a!&!l!el!,l~ Jiqc~..l ilifi"i,Rqo',. gue!1\.- l~y ~, "-HPr~ Qrftc.nªc;ión d~
la rai:6p, d~ter~~ati'{~, d<;..f2_ i!1a~ter..mi.n~~ a,El. la, Jey_ lJD1:llr~.I. eQ~er~z.a.Q~
~. bi~~, \:~m.rl! lil!qía~~~ llr~mgÍg~d~ ~PJ. aSllel, !lH~ t4:~. el, c¡ViQ¡;\d.Q d~ la
co¡nunúfad humana,f; en terrp.tqo~ s1.m!Ja.I~L tI\. qt;¡m~ <:::,~fs;l~. m ~fItm~dR
qü:é la Tey:, e~: aüri~ 0~~~I!ici6Í!~sj:~!!!.. y ~e.ner~ crt<. lp.~ r~9n. p~nforme a
la ley nátural, establecida y promulgádél por la autoridad legítima para el
bien común de la sociedad" (1 5). Si bien, es verda~ q1,le esta adición acla~
ra la noción de ley cjyH, nq, PQ~tapte, es iqQficjQ,~f\, po;r ClJf\pto e~te requi~
sito ~st'~q~ cornRrenpiQp !1I}, la' defini~i9-ií. . tqnii~~~,' qu~, aP9ptaremos nO:J~
otros, al decir qll~ lf\ r~y d~_be ser llP~ orden.aqón r~~i9nal.
I ). La ley Civil como r.egla de los actos inteligentes y libres del hom-
bre.-La ley eterna ordena todo lo creado hacia sus fines específicos; la
ley natural y la ley dvil, por el contrario, sól~ van a regir los actos libres
de la criatura racional,· es d~cir, aq~~llas accipnes que requieren el uso de
la raZón y de la voluntad, quedandó exentos del imperio de éstas todos los
actos de !o~ seres irracionale~ y aqqelIps que, en las cúatuias~acionales tie-
nen un carácter necesariq. ' . . -
Es pre~isél.mente por la naturale;z~ inteligt;Í'lte y libre d~l hombre por
l0. que se hace indispensable la existencia' <;:le ley~s qu.1! regulen la liber.tad
de ca.da upo, evitando de ést~, !URdo que e,f usp ~limita<;l.Q de la libertad in-
¿¡yidu~I s~ transforrpe en IJI). p'erjúicio para "los demás y en un daño a la co-
lectividad
.
considerada
" .' .
como
- ,.'
Un todo.
~.
-.. -"".
.'. ~
[ 100 1
,itib~a:sque, son aqtiellas que hos acercan a éste. Se comprende que eUas
,:manden todo lo bueno y prohiban todo mai, por cuanto son obras de Dios,
iruien 'dést;;a Ver en los hombres' eÍ tesplaildor de la virtud integral, tanto
por ser hijos de Dios como s6bditos de una Autoridad. "
Ahora bien, siendo la ley civil ,la exteriorIzacIón, la conClusión o de-
tenriiriación de ia ley nél.tural, es, evidente que también de.b~ propender a la
virtbd ~e' los súbditos, agregando a los precepÚfs naturales o 'a sus conclu-
¿,iones una sanción temporal p~ra constreñir a aquéllos a la observanCia de
éstos y pina obtener así una comunidad virtuosa, ya que de la virtud de
las partes nace la virtud del Todo. Además, si consideramos que las le-
yes tienen por misión hacer reinar la felicidad en la ciudad temporal, y si
ésta sólo se consigue, seg6n el pensamiento de Aristóteles" por la práctica
de, las virtudes, debemos concluir, que las leyes han de tender a crear el
hábito de la virtud entre los hombres. A lo anterior hay que añadir que to-
da potestad viene de Dios; ,como lo afirma San Pablo, por lo cual debemos
estar sometidos a. ésta, de tal manera, que así como Dios dirigió toda la crea-
ción hacia sí mismo, Virtud Infinita, así también todos, Íos gobernantes de-
ben dirigir a El sus leyes, como principio y fin que es de todo acto virtuo-
so. "El gobernar es oficio y acto de la prudenc;:ia, la cual, si no vá acompa-
fiada, de todas las virtudes, no puede ser verdadera" (1 6). Es gracias al
cumpÍimiento constqnte de leyes que incitSln a la virtud que el ciudadano lo~
grará su p_erfección espiritual, adquiriendo' costumbres honestas y cuyo ejem-
plo redunQará en aumento de la virtud colectiva; al respecto dice Aristó-
teles: "los legisladores hacen buenos a 'los mismos ciudadanos que Se ac!>s-
tumbran a la ley" ,,(Mor. 3 c~p. 1); desarrollando, esta idea Suárez argu-
lnenta: "la ley, para que sea ley, debe ser justa; mas para que sea justa es
menester que tienda a un huen fin pertinente al bien común y por Un me-
dio' honesto; luego,quien guardare la ley obtará acerCa de ip honesto y
por el biel). común, en cuanto es en fuerza de la ley; luego, por VÍrtud de
ella será hecho bueno" (1 7). ,
Santo Tomás reconoce t,,!-rribién, cómODO pudfa qejar de hacerlo, que la;
ley debe propender a la virtud del súbdib; pero, hace una distinción muy
atinada que nos llevará a suavizar un poco el rigor teórico de los conceptps
emitidos. En un pasaje extenso' pero de una extraordinaria claridad con~
ceptual, que le d& gran valor, el Doctor Angélico' dice: "Por ley se entien-
de el dictámen de la razón detin soberano, en virtud del cual dirige y go-
biel'na a sus subordin'ados. La perfecta, pl.té's, . sumisión al soberano: he ~ahí
en que consiste, la virtud de Ún s6.bdito ... Aristóteles nos lo dice expresa-
mente: "la virto.d del súbdito consiste eh tina dócil sÚnUsión a aquel que
manda"". Y es él objetivo de toda ley: que seaobed~c~da y 'acátada p'ór
aquellos p';raquienés ha' sido estableéida.. Es, 'pués, evidente que la ley, tie-
ne por própiedad la inducción del hombre a la virtud. Ahora bien, la Vir-
hid es una cuáIlda:tl 'que honifícaa su poséedor. Por' consigui'elite,el efeci:o
)5r'ópio de la, h:~y será hacer' buencis .a aqÜ:éllos' para "qUiénes 'se 'institÜye;
huehos abstihii:amehte o' 8'ólo 'Í'eIátivár'nente. Absolutamente, si' el Jegislador
al elaborar la ley tuvo presente el' bien 'áut~ntico, el bien comÓn de con'fot-
miHad con las normas 'He lá'Jt1sf¡Ciadit>lIi'á;·te\áti~a ¡,páraalIhénté~si. le-
jos "de ténér la ffiira fiJa' ~nese bléit ;¿ó~Óh~1 iégisládor~tablece,"l~ ley,
eon .:.vistas úriicainéhi:e, a s11s, lhteres~~ iiarticÍllar~s, ,o 'la iey estábleclga eri~
traña h6á Jépilgn'árlti'a' a "la 1usticia iliVíhá.. Lá. ley 'en 'estos (:asas hara' búe-
nos a los súbditos tan sólo desde un punto de vista relativo es decir: en
'Orden a tal. !~~men~.Esta;bonq;;\d -relativa .se encuentra hasta en áiiueílos
q~é son, m~!~aaarnente malois:' (Sorn., Theol. 1 11. q .• 92 árt. 1). Como "Pl>-
demos obsexvat,. para el,Aqu.natense todo cumplutuento de 'u11a. ley eHtt'a-
~a ,un' a~to de' vil:tUq, ~Jlhque no sea pox . el coritelii'Clo virtuoso ilíiríhse'Co 'de
.la ley sino por el solo hecho del acataxmento, que revela en quien así pro..
l' rol 1
cede un «ierto gr~do de vi.rtUQlIidad I=Ívica. Sin duda. que máS' perfecta será
la ley mientras mayor sea la virtud de o;u. materia y mientras más se acer~
que a los mand,atos de la ley eterna, de la ley natural o de la ley divina
revelada. '"
Según lo que llevamos dicho, podemos distinguir dos clases de hom~
hres virtuosos: el buen varón y el buen ciudadano; el primero, es aquel que
cumple con todos' los mand~tos de la ley eterna, de la ley natural y de la
divina revelada. teniendo tanto una virtud interna como externa; por el
contrario, el buen ciudadano es aquel cuyo único acto de virtud es el aca~
tamiento jurídico de la ley, ya sea impelido por el dictámen de la razón,
por su conciencia social, por el temor a la sanción u otra causa cualquiera,
su virt.ud es sólo externa. Claro está que no se puede conservar integral~
mente' virtuosas una sociedad si la virtud sólo se vá a reflejar en las actua~
ciones externas de los asociados, las cuales en muchos casos .no representan
un espíritu auténticamente virtuoso. Mas, la ley civil si no puede formar .va~
rones virtuosos, debe contentarse con formar buenos súbditos, guardado~
res de sus disposiciones, lo cual es suficiente para conservar el orden social
externo, aunque el.orden moral no sea estricta y debidamente guardado.
Ni Aristóteles ni los teólogos que le siguen han asignado a los gober~
nantes el mismo grado· de virtud que a los súbditos, por cuanto, a los pri~
meros, le exigen la santidad de· un varón virtuoso. ~na virtud hecha carne
en sus personas representativas' de la Autoridad. al paso. que a los súbdi~
tos les exigen la virtud del buen ciudadano. Dice el Angélico: "y así como
la perfección del );odo estriba en ~l orden y perfección de las partes que lo
componen, así también es imposible que resplandezca y sobrenade el bien
común de la colectividad, si los individuos que la forman, al menos aque~
Uos que tiene~ el mando, no son virtuosos. Por lo que él los súbditos se re-
fiere y con respecto a ese bien común basta que posean aquel grado de vir~
tud que consiste en el acatamiento y ohediencia· a las leyes rle los gobernan~
tes. Por eso dice el Filósofo que "la virtud de un gobernante debe ser la
virtud de un hombre bueno; la de un simple ciudadano no exige de suyo
esa identidad" (Som. Theol. 1 Il q. 92 arto 2).
Para que la observancia de la ley sea un' acto virtuoso es preciso que
, se guarde por un acto bueno, y por más digno y útil que sea el fin de la
ley no se puede guardar por Un acto malo, por cuanto lo bueno lo e~ por
integridad .de la causa y lo malo por cualquier defecto., .
Incluso la observancia de leyes tiránicas hace virtuoso al que las guar-
da, no en cuanto a la virtud total. sino relativamente, porque le confiere la
virtud del buen ciudé\dano. "Las leyes tiránicas - apunta Santo Tomás -
por 1.0 mismo que no son según razón, no son propiamente leyes, sino más
bien una perversión, una corrupción de la ley. Con todo, bajo aquel aspec-
to en que parti.cipan del ca~cter y de la razón de ley, se ordenan a ,hacer
buenos a los ciudadanos" para quienes se dictan. En efecto. convienen con
la ley «en cuanto son dictá,menes de un gobernante a sus súbditos; y tienen
por objetivo recabar obediencia de esos súbditos, que es hacerlos buenos.
no de una manera absoluta, sino relativa: en orden a ese determinado ré~
gimen" (Som. Theo~. 1 II q. 92 arto 1). .
En un pasaje del Fuero Real, monumento jurídico español, se nos mues~
tra' todo lo que constituye la materia de la ley, dice así: ,"La ley ama y en~
"seña las cosas que son de Dios, y es fuente de enseñanza y muestra de de-
recho y de justicia y de ordenamiento, y de buenas costumbres" (1 B).
b 102, J
'la ley natural es .esa la misión que le corresponde.Pero, si esto está de acuer~
do con los principios y con lo que debe ser, no debemos cerrar los ojos y
no darnos cuenta que en la vida práctica de la comunidad eso es irrealiza~
ble e incluso acarrearía tantos males como los que se pretende evitar .. De
aquí pués, que la ley civil se limite !?ólo a ordenar aquellos actos. de virtud
que dicen relación con el bien común, causa final de la ley, y sin cuya prác~
tica la vida en sociedad sería imposible y perjudicial para Jos 'verdadera~
lllente virtuosos. Al respecto Santo Tomás expresa: "Como quiera que la
ley se ordene al bien común, no habrá virtud alguna cuyos actos' no pueda
prescribir la ley. Sin embargo, las leyes humanas concretan su actividad pre~
ceptiva a aquell~s actos de determinadas virtudes que son referibles de por
sí al bi.en común, ora' sea inmediatamente, como cuando se realizan direce'
tamente por el bien común; ora sóló inediatamente, como cuando tienden a
fomentar í;;' disciplina, que debe existir entre los' ciudadanos, y en virtud
de la cual se obtiene el bien que demandan la justicia y la paz- para su con~
servación" (Som. Theol. 1 n. q. 95 arto 3). I
Si bien es cierto, que la ley civil no m<,l~da los actos de todas lasVir~
tudes, también es cierto, que no hay ninguna especie de virtud de cuyos ac;,
tos no prescriba algunos la' ley civil, porque estando ésta dirigida al bien
cOmún, debemos concluir, que no hay ninguna virtud sobre cuyos actos no
prescriba algo la ley civil, ya se trate de una virtud moral o de una virtud
intelectual. Aún en los casos en que la ley civil p'receptúa sobre alguna ac~
.ción aparentemente indiferente; está ordenando un acto mediato de una vir~
tud, pués,' en el fondo no existen acciones indiferentes, ya que con el 'ti~m~
po y las circunstancias estas acéiones van a producir sus efectos morales, los
cuales somos incapaces de prever en el momento' en que ejecutamos aquéllas ..
Hemos dicho que el fin específico de la ley: es la obtención del bien
común, por lo tanto, sólo puede ordenar imperativamente los actos de las
virtudes que tienen atingencia próxima o remota' con él; la práctica, de las
d~~ás virtudes debe ser alentada por otros medios no tan coercitivos co~
mo la .ley, pero que vayan formando en los súbditos la conciencia clara de
la neces~dad de tener siempre un recto proceder moral. Debe ampararse a
todo aquel que se esmera en ,observar fielmente los preceptos de la ley na~
tural y debe. facilitarse a todo hombre los medios necesarios para su santi-
ficación temporal, antecedente de la bienaventuranza sobrenat.ural. La comu-
nidad traicionaría su objeto si impidiera que uno solo de sus miembros se
conservara fiel' al llamado de sú naturaleza espiritual que aspira a la pleni-
tud del ser.
4}. La ley Civil no tiene por materia propia prohibir todo lo moralmen-
te malo.-Siendo lo intrínsecamente malo incompatible con la esencia di~
,vina, Dios. autor de la ley eterna y de la ley natural, no podía aejar de pro:)-
hibir por intermedio de esas leyes todo mal y todo lo que fuera interna o
,externamente vicioso y opuesto 'a la virtud, para que de este modo pu'die-
.Tan los seres creados lograr su último fin mediante la' conservación del or~
den moral.
Respecto de la ley civil la situación es diferente, ésta no puede prohi~
bir toda malicia externa y, con mayor'razón, la interna; mas, como no pue-
de quedar acto alguno vicios.o sin adecuada sanción, se comprenderá la ne-
cesidad de las leyes divinas anteriormente citadas.
" Las leyes civiles no pueden prohibir,' todos los vicios, porque "las leyes
'liu~anas so'n establecidas para una multitud de, hombres en la que predo-
minan los no perfectos en la virtud. Por lo tanto, semejantes leyes deben
circunscribirse a la prohibición de aquellos males cuya gravedad es mayor
y que más fácilmente pueden los hombres evitar; deben prohibir, sobre to~
do, aquellos males que importen un perjuicio o agravio a los demás, ya que
,z¡in la prohibición de estos males. la sociedad humana ,caminaría necesaria-
m,ente :paci~,.sM,.9.es.!!pa¡jqó~ ~p,nwlml;l;, tal~:¡¡,~q~. ~L»o);Ilicipip, ,el rob.o. C!t(i··.
P:U-é!: upa mulYtuª.. etl.),¡~UIl;ie, pr~gq,n:,ltn!lll~{)s ~~nw~f~ct~s~ {l.o }lepep ~ta!:>le
c!'!Yse, ya ~Ii!~de, .~n, J;>rin~i¡:>i<?, JeJ"es q~e .s(;m,.l?rgpi.~ ~~L 19S p.erfectos eri ia
v~rfud, ci.lél¡hi~, ~H. I?-l~s, 1~y'~s~JokjBit~vé!fl, .9.~ ~9c¡los .los .J'Í~¡9~. Se~,ejante ,tá,c~
~c~ sei"Í~ _c~~t!á.p,roq.Jlsc:::q~e, PRJ..q-ge ~,t.n9, P9~er 8<w,reUyve,rlas,,~e da.:ían.con
.:may,or ~eh.em~,n9.a al Vlc!0"_{,59W" Th.~91~~, II q.; 9.2~t. 2). Ademas. Slen~
·do la ley la medida de las ~q:.iope§
>, • _ r' .-' ...:1 hum~as, y. 9.eb,i~I!do ser la rpedida ho-
- •• f . _ _ 1c _' -' _ - __ ~ - ~
[ lO~ 1
III. LA RAZON, CAUSA FORMAL DE LA LEY CIVIL.
b). La leyes regla 'y medida 'de las acciones y ¡este;¡ es propio de la
voluntad, lo que puede tomarse de Santo Tomás que dice: la divina volun ..
tad es la primera regla pQr la cual. deb.en ser medidas las' acciones huma~
nas, la voluntad de los hombres superiores es la s,egunda regla. participada
de la primera; la razón es porque debemos querer y hacer lo que Dios quie~
re que deseemos
. y hagamos (Som. TheoI. , 1 II . q. 105 arto 1).
[ fO, 1
do ñecesite dirección de la prudencia, lo cual es común a todas las virtudeS',
de la' :voluntad.
i). Nuestra propia '. experiencia dem'uesha. que si al ~úbdito, constase que
d superjor, aunque se sirva' de fórmulas preceptivas, no tiene el ánimo de
obligar, sin duda, no se sentiría obligado.
... B). Doclrina que sostiene que la ley es formalmente tanto un acto vo-
litivo como un acto racional del legislador.-Esta doctrina se basa en los
~entes argumentos:
a). La leyes en. el fondo algo moral y en las cosas morales no es ne·
cesarío buscar la unidad perfecta y simple, ~ino que una cosa siendo moral·
mente una puede, 'no obstante, constar de muchas otras físicamente distin·
tas y que se complementen recíprocamente. La ley corpprendiendo direc-
ción y moción, o sea, juicio recto de lo que se debe hacer y voluntad efi·
caz de mover a ello~ requiere, por consiguiente, de un acto racional y de un
acto volitivo.
b). Siguiendo la génesis de la ley tenemos que, en primer lugar, existe.
un acto de la voluntad del legislador en orden a la necesidad de legislar
para el bien común de los súbditos: En seguida, tiene lugar un acto del
entendimiento del legislador qu~en ju:?ga qué ley será más justa y conve-
niente para el .bien común. A continu~ción; por 'un acto de razón detenni·
na el legislador lo que es útil y beneficioso a la cole~tividad y cuya obser·
vancia es necesaria; es al momento de hacer este juic,io que se debe pon-
derar la prudencia y justicia de la ley. Posteriormente, el legislador por me·
dio de un acto volitivo acepta o elige lo que la razón juzgó conveniente y
justo, e impone voluntariamente la obligación de guardar el precepto, y es.
de este acto de donde toma la ley todo su imperio y obligatoriedad, por.
que la ley no es sólo iluminativa, sino !p.otiva e impulsiva y la primera fa.
cultad movente a la obra en las cosas intelectuales es la voluntad. para fi-
nalizar el proceso de dictación se requiere por parte del legislador un acto.
,de la razón por el cual conciba el modo de intimar la ley y otro de volun.
tad para querer ejecutar la intimación.
a). Cuando se' dice que la leyes umi ordenación ra~ional no se quie-
re indicar que ella sea producto de la raz(m especulativa, la cual sólo mues·
tra o juzga,~ sino de la razón práctica, o sea, aquella que dá los principios.
directivos de la conducta moral, es la razón acompañada de la y.oluntad que
le comunica eficacia; "la orden.ación se toma no en sentido pasivo, sino ac-:
tivo; es una intimación, una prescripción, que lleva consigo la idea de di-
recció~ y la de moción": , '
[ 106 1
vimiento. De todo esto concluimos que la leyes algo propio de la razón"
(Som. Theol. 1 II q. 90 arto 1). Más explícitamente podemos decir que or-
'denar a un fin es propio de la razón, pués, solamente ella conoce ese fin:
y la ley será regla ordenadora de las acciones humanas en cuanto reciba su
luz de 11;1. razón; no toda razón será ley, pero sí toda ley será razó,n; aqué-
lla se halla en' ésta' porque tienen una misma finalidad: ordenar, las accio-
nes humanas, perteneciendo además a un mismo género; y en todo orden
de cosas, aquello que tiene razón de primer principio, es regla y medida de
todo cuanto a ese orden se refiere.
'[-107-]
g). El querer, y n,o querer: .9ue ~o~, act?l! s610, 9.,~ la v,ol~tad" no llevan
-CdnslgÓ trlftg6nman~ato. 'precI$an c;le" un acto racIOnal que Imponga y haga.
,(:omprender la necesidad y justicia de ellos.
'-"". -- ~ .... r~ -.... - .¿ ~_ .5-
, ,J,¡) .$.( f~cÍ¡i(ey .d~b~ sq expresi6n de
ia justicia, y ésta debe serlo de
,l~r~cta r;gPI1j Y si. eJltonc~s la ra+ón es recta clUu,J.do.es expresión de la na~
'túraleza hUJTlana" n~cesl,iriamente.hay que poner por fundamento imprescin~
&bÍe cÍe toctl,t ley hUlIlana a)a m\.turaleza racional (24).
La 'ley está en funCIón del orden natural, del orden moral impuesto por
Dios por medio de su ley eterna y de la ley natural participación de aqué-
lla en la criatura racional, este orden se nos iI"Q.pone independientemente de
'nUestra voluntad y el cual peb~m.os, no obstante, conservar si ,queremos
éqns~ir ,ia perfección del 's~r. Ahora bien, a la ley civil corresponde dar~
nos a c()!10<:;ei: ese ord~ n¡ltural en la parte que escapa al conocimiento que
'la generalidad, pe los ,hoq:l,bres tienen de él. por la ley natural racional, ma-
terialmente considerada, eso mismo nos dice y debe decir la ley positiva
·~tereotipadfl. ya ~nproposiciones, in~electüales, para que llegue más fácil~
niente a todas las inteligencias... ¿ Qué otra facultad (fuera de la razón)
hay el1, el hombre' que pueda descubrirnos el orden, las imposiciones de la
n~turaleza, las e4igencias de la personalidad humana, bajo todos sus as-,
pedos, para que llegue a conseguir s.u perfección integral. ideal supremo de
toda ley verd9-dera;>... Ninguna" (2 S) . ,
La razón es norma, es madre de la ley no de por sí, no de un modo
absoluto y caprichoso, sino, en cuanto contiene y engendra esos primeros
postulados, que son la norma del orden práctico, y basada en ellos, guiada
'e iluminada por ellos, llega a conclusiones ulteriores, formula y dá naci~
nrlénto a otras proposiCiones intéle¿tu<l-Ies, que son las leyes humanas, pe~
ro siempre en conformidad con los primeros principios del orden práctico.
Las leyes civiles en_lanto tienen el carácter de leyes en cuanto se derivan
por ,conclusiÓn o, determinación de la ley natural, impresa en la mente del
hombre y símbolo de, la naturaleza racion,al humana, pués, de lo contrario
serán leyes corrompidas quienquiera que las haya dictado.
En virtud. de lo ~nteriQr, dehe concluirse, que el Derecho y la ley no
, .son producto de la voluntad, del capricho o de la fuerza, sino de la razón,
la ,cual no, puede alterar el orden impuesto, si se pretende que la ley sea
justa, sino que de~e traducir y reflejar este orden.
J). Aristóteles :r~h~bla di~ho: '{a l~y debe ser, una expresión de la
fuente yde la prudenCia" JMoj' .. L. 1,0 .C51P' <)). y Cicerón expresó: "La
leyes la mente y ráZÓn del v:arón prudente". Santo Tomás, a su vez, de-
nne la ley diciendo que es: "el. dictámep de la razpn práctica del príncipe
que gobierna alguna comunidad perfecta" (Som. TheoI. 1 II ej. 91 arto (2).
, "~-...'
, j). Aún ~u~ndo formalmente la ley sea ,un acto racional no hay que
des~ono~er el papel que le corresponde a la voluntad en la génesis de la
ley, sie~do como es la íey un<,t ordenación de la razón práctica. El propio
~to, Tpmás afirma: "Corresponde, en efecto, a la voluntad el mover: de
ella recibe la razón esa fl,lerza motiva que tiene. Porque la voluntad quie~
re y apetece el fin, la razón impera los medios que son necesarios para la
consecución de ese Jin. Sin_ emPilrgo~ para CJu~ la ,voluntad tenga carácter
,?el~Y ,~é~~~cto A~, esOl:!,I~~.~<:1io~t~.~~!:;~~a !?er ~egwa~a pQrta razón .• Y .ent0!l~
',ces ,~, cuando ,'puea-~ ~e.9t:!!~ C::b~ _~erc!a.d ql,le. "la v91untad del prmClpe be-
'Re, '-vtgOy de .1el'. Sin, .e9~ !éguli190n, Jiemeji}nte; vpluntad no sería ley sino
:rtiáS 'bien i!liqurdac1," j~o~tn! ~ Iheol. J JI. q, 90 art._.l). ,. .
,4bi. sifflfle. afiniil[l,d§h .~íiJec~. pe c:;il,t~c\er. j~rídico .. Se . preCisa la impe~
'ratiViaad..Eih1peílo 'áíébd6 eS~rici~l, rOÍ'riia~J)Ile~.te JIn a.~I;O ::Ie la Í'az6n piác-
'tica; 'preSQPbne' uñ ~¡ia~'~e 1a--:~óihríÍ:;a - el acto' de eIeccion' eFiéaz - del
~u~ recibe IQ. razón la energía y. el poder pata impeJ:'ár (26) ..
[ t~6 J
N~die discute que el, mOYer sea un acto propio y espeéífico de la vo~
ll!fítacl, 10 q~é debe pr9barse es que l~ moción sea lo peculiar y caracterís~
ti~9 del co~cepto de ley. t Acaso la ley deja de ser ley cuando no mueve,
es ~ecir, cuando no surte efecto? . .
k). Decir ,ue la ley es formalment~ -qn acto de la voluntaq del legi$~
lador es destrUir todo el' Derecho y la digmdad de la persona humana. De~
firiji la ley, como lo Qace Pufendorff diciendo que ~: "'J¡i~ ~olu~t~d u orde~
náIpien~? d~ un s~peri';r, por' el cu~l se' impone 'a" los . q!-l~' qepe~d~~ de ~(l~
obhga,clO~ meludlple de obrar de un modo determmado'" (27). eqUivale
a 'legitimar la tir~nía, y a suprimir toda 'limitación 'al"' poder basada' ei1 los
atr1butt')s espirituales de la persona; equivale 'a legitimar toda injusticia, por
cuápto la volJ.!nh;d del legis~adQr sería l(!. suprema j~~r~¡:ia,; eq!l¡:yale a eri..
gir la arbitrariedad en procedimiento legítimo de g~piernó, ya' que lo arbi~
trario es lo voluntario, lo que no depende de la razón.
"Cuando la nü:ón impera - expr~'sa Balmes -'- hay legitiJ,nidad, hay
justicia, hay libertad; cuando la sola voluntad, manda, hay ilegitimidad, hay
injusticia, hay despotismo" (28). ' "
" ., leNa; -.-' e:xdama el Cardenal Conzález - la voluntad, por grande, por
autorizada, por universal que se la, suponga, no puedEi variar, en lo más mí~
nimo la natUl'aleza del bien y del mq.lmoral; no puede convertir en justo
lo "que es esencialmente injusto, no puede impedir qu~ sea digno de casii~
go, lo que se opone a la razón y a los principios eter~os e' inmutables que
la dirigen" (29). '
, Ni' la voluo'tad' colectiva del pueblo' considerado como sobenl.Uo pue-
de "consbtuír formalmente la ley, por cuanto aún reunida la totalidad de
, voluntb.des •de lós ¿ilÍdadanos acordes e"n dictar' una' iey .inicua, no' pued'e
dársele a ésta un. carácter racionl'!-l, ni tampoco puede considerárselecomo
conf{)rme con la' naturaleza'r~¿ional ·hum~.na, pués,' posée intrínsecamente
un contenido irracional y disconforme con la esencia del hombre. La hon~
dad y justicia de las cosas no están entregadas al vere'dicto arbitrario de
las urna;, electorales ni de las' votaciones parlamenté:.rias. Hay en todas las
'cosas una bondad y justicia intrínsecas que, si. ni el mi~m() Dios pUede mu~
dar, mucho menos lo podrán los hombres. que las más de las ve~es actúan
por pasiones e intereses. El pueblo no es soberano, no es omnipotel1te ni
moral ni jurídicamente; uno de los errores moderno más funesto, engendra~
,do ,en esa, ¡nadre de errores que es la Revolución Francesa, es el mito de
la soberanía popular; por encima de la voluntad del pueblo hay una Moral
y una Justicia absolutas que éste no puede atropellar ni en sus m.oméntos
más exaltados. de embriaguez libertaria. Es por esto, que constituye una
grave aberra:ción filosófica~moral' el definir la ley como l¿ hace el artículo
primero del Código Civil chileno dicieni:lo: "La ley; es una declaración de
la voluntad soberana que manifestada en la forma prescrita por la Consti-
tución, manda, prohibe o permite'''. Definición que además de ser errada,
no cumple con el requisito fundamental ,de toda definición que es indicar
lo substancial de, lo que se define,. ya que no hace la menor mención ,al con-
tenido de la ley, limitándose a los requisitos externos de su dictación, lo que
es de una importancia secundaria, y a señalar los efectos que la ley puede
producir, incurriendo aquí en una redun.dancia porque en el fondo la ley
sólo manda, pués, la prohibición no 'es sino' un mandato de ahstención v
la permisión es un mandato para el resto de los hombres de respetar ,el d~
recho del titular cuyo uso se permite.
1 109 J
10 propiamente humano qu~ encierra en sus ,disposiciones, por su armonía
-con la naturaleza racional del hombre ,y con el fin último de éste, por su
auténtica justicia, poi- sü bondad moral y civil, por su capacidad para guiar
al hombre por las sendas tortuosas de la vid¡t velando por que éste guarde
el orden natural y moral impuesto por el Creador, por su carácter de ideal
de perfeccion y de motor de la vida colectiva propendiendo a la obtención
del bien común, po~ su simbolismo de. lo que debe ser; todo esto no pue-
de conferírsele sino la rCl?:ón. constitutivo esencial del hombre y lo que lo
diferencia' específicamente' de los demás seres; pero, n~ la razón especula-
tiv~ que sólo juzga, raciocina, sino la razón práctica que impone la obser-
vancia de nuestros deberes morales que tenemos en virtud de nuestra ca-
lidad de' seres formados de espíri-tu y materia y con un destino sobrenat~Jral
que realizar. La voluntad del legislador si bien puede constreñir a la guar-
da de su precepto, no cumpliendo éste con los requisitos esenciales de to-
da ley que indicábamos arriba, no es ley y moralmente no obliga, aunque
el gobernante puede privar a los súbditos d~ sus vidas y de sus haciendas
paTa obtener .de ellos la obediencia servil a un mandato inicuo. Y esto nos
demuestra. que sostener que l.a leyes formalmente un acto de la voluntad
despótica del legislador es. renunciar a la justicia y al respeto que se debe
a la persona humana y eptregarla atada de piés y manos a los tenebrosos
e impuros designios de las dictaduras y tiranías de todos los tipos llámense
democráticas o totalitarias.
f 110 J
10 propiamente humano qu~ encierra en sus ,disposiciones, por su armonía
-con la naturaleza racional del hombre ,y con el fin último de éste, por su
auténtica justicia, poi- sü bondad moral y civil, por su capacidad para guiar
al hombre por las sendas tortuosas de la vid¡t velando por que éste guarde
el orden natural y moral impuesto por el Creador, por su carácter de ideal
de perfeccion y de motor de la vida colectiva propendiendo a la obtención
del bien común, po~ su simbolismo de. lo que debe ser; todo esto no pue-
de conferírsele sino la rCl?:ón. constitutivo esencial del hombre y lo que lo
diferencia' específicamente' de los demás seres; pero, n~ la razón especula-
tiv~ que sólo juzga, raciocina, sino la razón práctica que impone la obser-
vancia de nuestros deberes morales que tenemos en virtud de nuestra ca-
lidad de' seres formados de espíri-tu y materia y con un destino sobrenat~Jral
que realizar. La voluntad del legislador si bien puede constreñir a la guar-
da de su precepto, no cumpliendo éste con los requisitos esenciales de to-
da ley que indicábamos arriba, no es ley y moralmente no obliga, aunque
el gobernante puede privar a los súbditos d~ sus vidas y de sus haciendas
paTa obtener .de ellos la obediencia servil a un mandato inicuo. Y esto nos
demuestra. que sostener que l.a leyes formalmente un acto de la voluntad
despótica del legislador es. renunciar a la justicia y al respeto que se debe
a la persona humana y eptregarla atada de piés y manos a los tenebrosos
e impuros designios de las dictaduras y tiranías de todos los tipos llámense
democráticas o totalitarias.
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que en algunos casos redunde en interés general, siendo entonces ley pro-
piamente tal. Aunque la ley sea deficiente para algunos casos especialísímos,
'Si es buena para los casos g~nerales, es una ley verdadera y justa.
Para Santo Tomás la ley debe tener un carácter general porque: "To~
<lo lo que se ordena a un .determinado fin, debe hallarse proporcionado a
eese fin. El fin que persigue la leyes el bien ~omún, pués, hemos oido decir
.a San Isidoro, "se establece, no para fomento de il,ltereses privados, sino
.para común utilidad de los ciudadanos". Por consiguiente, debe tener aque-
lla proporción que demanda ,el bien común, y como quiera que este bien.
común consta de muchas cosas, a' todas ellas debe atende,r la ley humana ..
Debe tener presente las personas, los negocios o asuntos, el tiempo; porque
toda comunidad política se compone de muchas personas, y su bien propio
:se obtiene por múltiples acciones, y su institución no obede,ce a un fin mo-
.\ffientáneo sino permanente; subsistirá a través de todos'los tiempos,mer-
>ced a la sucesión de los individuos que la componen, como se expresa San
Agustín .. , No hay principio normativo que no lo sea de muchas cosas. Lo
dá a entender Aristóteles cuando dice que, "todo lo' perteneciente a un or-
<len ,de cosas, se halla regulado por una única regla, que es aquello 'que en
ese orden ocupa el lugar primero". Si, pués, la ley se limitara a un solo ac-
to particular,' de nada nos serviría, porque para dirigir y encauzar los actos
humanos particularmente considerados bastan los preceptos del· varón pr,u-
dente. La ley, por el contrario, es. un precepto común, genérico" (Som.
'Theo1. 1 II q. 46 arto 1). Esto mismo enseña' Aristóteles en innumerables
pasajes de sus Obras. .
No se requiere de mucha profundidad para comprender que todo man-
dato de un ~uperíor, para ser verdaderamente ley, debe .dirigirse a la comu~
.nidad y redundq.r en su beneficio. Desde luego, al ,dictar toda ley deb.e tra.-
tarse que rija permanentemente, para evitar sus frecuentes mutaciones, y
.sólo la comunidad es permanente, mas no los ,individuos particulares. Por
otra parte, la ley eterna y la ley. natural tienen un carácter común, se im.-
ponen a todo lo creado, la primera, y a lascreatura's racionales, la segunda;
:y siendo la ley civil la expresión de ésta última debe tener, en consecuen-
cia, un carácter general. , .
Pero, "la ley no se llama común - expresa Suárez - porque nece- .
,sariamente debe ser impuesta a la comunidad, e~ cuanto es comunidad y
.cuerpo místico, sino porque debe ser propuesta en general de mo.do que a
todos y a cada uno pueda pertt!necer, según la exigencia_de la materia; y
<le este modo es verdad que se dá como regla de personas verdaderas y no
'Sólo fingidas" (32). Generalmente la ley no se dá a la comunidad en sí, aun-
,que eno puede suceder alguna vez, sino que se dá distributivamente a to-
dos y cada uno de los iniembros, para que la guarden según la relación par-
bcu]ar de cada cual con ella.
Solamente tienen el carácter de leyes las ,disposiciones dictadas por un
superior para que rijan a una comunidé'.d perfecta, ú sea, aquella que ''')ue-
·de satisfacerse a 'sí misma, siendo propiamente un 'cuerpo político y gÚ'1[!r-
nado por jurisdicción propia que tiene fuerza coactiva, que es legislativa.
J~a comunidad imperfecta carece de auténticas leyes propias porque nó se
hasta a sí misma y debe estar subordinada a otras superiore;' y más perfec-
tas, entre' estascomunid?-des tenemos: .la, familia, la región, el municipio,
etc.; además, en ellas "no se reúnen las personas particulares como miem.-
bros principales para comp'OJ;ler un solo cuerpo' político;', sino que están en
un cierto estado de dependencia; carecen de. una jurisdicción propia y de
fuerza coactiva, los cuales son requisitos esenciales para la existencia de le-
yes obligatorias, y por el contrarío están, ~omo dijimos, casi naturalmente
lordenadas a la comunidad perfecta, como parte al todo, y, en consecuen-
cia, la potestad legislativa no está en tal comünidad, sino sólo en la per-
fecta.'
{ll1.l
E,.á irpportante inTsi~tiJ"sn que' ~9 ~§ ~~nc~aI ~ la I~y que se dé en ~~-
~:!E~ tut~,~~~ ~J~-qj; liff :¿~'~t~:te s:fi~~m~~~:t~nrao:3-u;, f~~Ta~
mexit~ 'suficieiité~p~ia fa 'pérpetula~a-Cfe Ta~1e;y~y 'páraqll'e ¡iroéeda de la
juri8,'dicción p'oIíticá' y pertinente Inmediatamente ala gObernación común,
pbr '¿uanfo, éúalesquier~ d'e:estos
mo;;Iósoe 'gener~l!d_ad'sera, suficiente para
la esencÍa de la ley,' si por otrí:daqo :}e'ob~e~va la"j¡is'tjcip' 0.3): '
, ":Ahora bien, si toda ley debe ser 'aict~C!a par~ la c~m.unidad social per-
fecta, es interesanfe ji capifal'estül)i~i, ' aunq'ue "sea' sóineramente a travé~ de
suS "táúSas, r~ ~~ltpr'aleza de' la s~::!edad eI}-la cU<;l.1 vá' aactúar la ley cOn:)p
directriz de las relaciones que surjan c;nti,e los hombres como miembros de
~éfá'comúnidad; ppr ~:>fnl pa~t,e;~ére,rñós qlÍe tanto la sociedad c'omo la ley
ti'éiilm una misma causa' 'finar: el Bien Común.
'-~~" _l..... ~ .d'; !..-1:
r nt]
da Dolítica, que dentro de ciertas condiciones dadas ha de procura,; la ma-
yor elevación posible de nivel de existencia .de la multitud, debe aspirar
también a un heroísmo propio; y para dar mucho al hombre, debe exigirle
mucho. En consecuencia, la condición de vida de los miembros de la ciu-
dad temporal nunca podrá confundirse con una beatitud en la tierra; ni con
una felicidad de laxitud y de reposo. Pero eso no significa que la civiliza-
ción temporal sea exclusivamente un medie para alcanzar la vida eterna;
es un fin intermedio, un fin infravalente, y en tal carácter, reclama para si
una dignidad que no debe negársele. Esa misma dignis:Jad invalida el pre-
texto que esta vida es un valle de lágrimas, cuando se pretende que el cris-
tiano debe resignarse por eso a la injustIcia, y tolerar la condición servil y,
la miseria de sus hermanos" (37).
,El Dogma de la Comunión de los Santos representa en el plano espi~
ritual y sobrenatural lo que la sociedad es en el plano natural. San Pablo
expone la unión espiritual de todos los cristianos diciendo: "Nosotros que.
somos numerosos, no formamos sino un solo cuerpo, del cual Cristo es la
cabeza y del cual nosotros somos los miembros. Si sufre, todos sufren con.
él, si un miembro es glorificado, todos los otros se regocijan" (Epíst. a los
Corintios cap. 1 2 v. 26 y 27). y en otra parte: "Me. siento deu.dor con res-
pecto a cada criatura" .
•
A). Causa matel.-ial de la Socieuad.-Entendiendo por causa material
aquello de lo que se hace algo, la materia de la cual está constituido un
objeto, podemos decir, que la causa material de la sociedad es el hombre,
elemento susceptihle de ser informado para constituír el todo social; de no
existir el hombre no tendría la sociedad ni causa ni razón ,de ser. Pero la
nlateria personaÍ próxima de la sociedad no es el individuo aislado y atómi~
'co, como lo pretende el liberalismo. individualista, sino la persona como
miembro ,de sociedades 'menores imperfecta::; y que por lo mismo no satis-
facen plenamente el espíritu social de! hombre; la familia, las corporacio~
nes profesionales. etc., son incapaces de proporcionar a sus componentes
la totalidad de aquello que requieren para su perfeccionamiento espiritual
y material, por lo cual estas sociedades menores van a fOl"mar parte, asu
'Vez, de un todo social m.ás amplio y que otorga al hombre más posibilida;-
des para su desarrollo específico. .
Algunos autores, como Cathrein, consideran que junto a esta causa ma-~
terial personal de la sociedad. debe agregarse una causa material real: el.
territorio. Pero, reconocen, al mismo' tiempo, que no es algo esencial. a la
sociedad y que ésta puede existir sin que exista aquél, supuesta siempre la'
existencia de la persona humana.
La vida del hombre no es sino una constante ascensión hacia socieda-
des más amplias y más perfectas que satisfagan sus ansias de plenitud na~
,rural y sobrenatural. Su nacimiento a la vida temporal no representa otra
cosa que el cruzar el umbral de entrada a lo social tempo:nil; la muerte,
equivale a su incorporación a la sociedad sobrenatural de los bienaventura....~
dps. Es que en ias entrañas de la esencia del hombre está impreso el sello.
.de la sociabilidad, y siendo la criatura humana obra de Dios, debe concluír--
se que la sociedad también lo es.
Desde los filósofos de la Antigüedad hasta nuestros días ha sido reco-
nocida esta tendencia socia! del hombre. En efecto, Aristóteles en la Polí-
tica enseña: "el hombre es un animal sociable, aún en mayor grado que las
abejas y cuantos animales viven reunidos. La naturaleza, como decimos,
D@ hace en vano. Entre todos los animales, el uso de la palabra no lo tie~
ne más que el hombre ... la palabra tiene por objeto hacer comprender lo
que es útil o perjudicial y, por consiguiente, justo e injusto. Lo que distingue
singularmente al hombre es que conoce el bien y el mal, lo justo y lo inJUS-
to, como todos los sentimientos cuya comunicación constituye precisamente
[ tt3 r
la familia del Estado... el que no puede VIVIr en sociedad, o el que no ne-
cesita de nada ni de nadie porque se basta a sí mismo, no forma parte del
Esta,do: es un bruto o es un dios. La naturaleza impulsa, pués, a todos los
.ohombres hacia tal asociación; pero el primero que la estableció fué causa de
los mayores bienes pués si el hombre que llega a su perfección es el más
excelente de los animales, es el peor de todos si vive en el aislamiento, sin.
leyes y sin código" (Polít. L. 1 cap. I). Santo Tomás de Aquino, continua-
dor del pensamiento filosófico aristotélico y al cual logró imponer en la fi-
losofía escolástica, sustenta el mismo principio de sociabilidad innata y ne-
cesaria al hombre, dice: "Por lo que hace a sus actos puramente individua-
les, tiene ya el hombre naturalmente impresa en su razón, luz bastante pa-
ra poder dirigirse; y si hubiere de vivir siempre sólo, como algunos anima-
les, no necesitaría quien le dirigiese, sino que el sería el director o rey de
sus propios actos, debajo de Dios, Rey Supremo, pudiendo gobernarse por
la luz natural de la razón. Mas, como el hombre es por naturaleza animal
social y político, y necesita naturalmente vivir en sociedad más que ningún.
otro animal, ya que a los animales la misma naturaleza les prepara co<-
mida, abrigo y defensas, mientras que al hombre le dá en cambio la razón,
con que por medio de la sociedad, sobre todo, pueda de todas esas cosas
proveerse, resulta que el hombre, al no bastarse por naturaleza a sí mi2mo
y encontrar sólo en la sociedad esa suficiencia, está por la naturaleza orde-
,nado a vivir en sociedad... Se confirma e~to mismo porque los élflimales
tienen por naturaleza el instinto con que distinguen las cosas útiles y noci-
'Vas, las hierbas medicinales, las fieras que los persiguen, etc., pero el hom-
bre no tiene de todas estas cosas conocimiento natural, sino muy en común,
como si la naturaleza intentase que de esos principios comunes fuese por
la razón deduciendo todo lo que en particular le es útil o necesario. Pero
a todas estas deducciones necesarias no es posible que por su razón indivi-
dual Hegue un hombre solo; por 10 cual le es absolutamel~te necesario vivir
en sociedad, para que unos ayuden a otros, ocupándose cada uno en una
cosa particular, como la. medicina, etc ... Tc.rr..bién° se manifiesta evidentísi~
mamente esto mismo por el uso de la palabra de que el hombre est§. dota-
<:10, por medio de la cual puede comunicar con los demás sus conceptos"
(38). y al tratar Santo Tomás en la Etica esta materia concluye: "El hom-
bre, por naturaleza es un animal social, porque ne:::esita para vivir de co-
sas que no puede procurárselas por sí mismo; luego, por naturaleza el hom-
bre es parte de una multitud de ]a cual recibe la asistencia a fin de vivir
convenientemente" (39) .
.jaegues Maritain, moderno discípulo de Santo Tomás de Aqt:ino, emi-
te conceptos similares a los anteriores al decir: "La persona humana e::::ige'
de suyo v-ivir en sociedad. Lo exige, en primer lugar, por las perfecciones
mi~mas que le son propias, pués la persona no es un mundo sin puertas ni
ventanas; ... es un todo, pero un todo espiritual, abierto, por lo tanto, al in-
finito, aunque cerrado sobre sí. La persona se abre a las comunicaciones
espi.rituales de la inteli.gencia y del amOl', y son esas comunicaciones que su
esencia reclama las que exigen relación con otras personas, con las cuales
construirá una sociedad... He dicho que la persona postula la vida en socie-
dad en virtud de su misma perfección de persona. La postula ta.."llbién, en
segundo térr:::J.ino ( se tre.ta aquí sólo de las personas creadas). para acceder
a la pler:itud de su vida y a su pleno desarrono, a su realización propia. Por
eso la pf':rsona siendo un ser sometido al devenir, como es el hombre, Te-
quiere la sociedad: sociedad temporal (sociedad familiar y sociedad civil),
sí se trata de la vida terrenal; socieda sobrenatural, si se trata de la vida
etcl·na. La sociedad aparece entonces como proporcionando a la persona
las condiciones de existencia y desarrollo que precisamente necesita, pués
la persona por sí sola no puede lograr su plenitud ... No se trata aquí sola-
mente de las necesidades materiales - necesidades de pan, de vestido y de
[ 1J 4 ]
;techo - cuya satisfacción el hombre sólo puede obtener de sus semejantes,
'Sino también, sobre todo de la aypda que requiere para hacer obra de ra~
zón y de virtud, obra qt:e responde al carácter especHico del ser humano.
Pal'a lograr cierto grado .de elevación en· el conocimiento y cierto grado de
.perfección en la vida moral, erhombre necesita una educación y el socorro
..de sus semejantes. Por sí solo no llegará nunca a la perfección de su ser es-
pecífico, ni realizará, todo lo que está contenido en estas cinco letras: razón"
( 40). Eñ otra de sus Obras Maritain desarrolla este mismo pensamiento
diciendo: "La personalidad' es un todo, pero no es un todo cerrado, es un
,todo abierto, no es un pequeño dios sin puertas ni ventanas como la mónada
,de Leibnitz, o un ídolo que no vé, no oye y no habla. Tiende por naturaleza
,a la vida social y a la comunión... Esto es no solamente a causa de las ne-
cesidades e indigencias de la naturaleza humana, a causa de las cuales cada
,uno tiene necesidad de los otros para su vida material, intelectual y moral,
sino también a causa de la generosidad l'adical inscrita en el ser mismo d~
'la pcrsona,a causa de la apertura a las comunicaciones de la inteligencÍa y
del amor, propias del espíritu, y que exige que' se entre en relación con otras
.personas. Para hablar claramente, la persona no puede estar sola. Se puede
:decir con lean lacques Rousseau que el aliento del hombre es mortal al hom-
'bre; se puede decir con Séneca: cada vez que he andado entre los hombres,
he regresado disminuído. Esto es verdad, y por una paradoja fundaITl<:mtál,
,no po'demos, sin embargo, ser hombres, y llegar a ser hombres, sin andar en-
tre los hombres; 'no podemos hacer crecer en nosotros la vida y la actividad
.sin respirar con nuestros semejantes... Así, la sociedad se forma comq una
.cosa exigida por la naturaleza, y (porque esa naturaleza es la naturaleza
l1umana), como una obra cumplida por un trabajo de razón y de voluntad,
y libremente consentido. El hombre es un animal político, es decir que la
persona humana reclama la vida política, la vida en sociedad, no solamente
con respecto de la sociedad familiar, sino con respecto de la sociedad civil.
.Y la ciudad, en tanto cuanto merece su nombre, es una sociedad de perso-
nas humanas ... Es decir, es un Todo de todos, -'- porque la persona, corno
tal, es un todo. Y es un todo de libertades, porque la persona como tal sig-
nifica gobierno ,de sí o independencia (no digo independencia absoluta, lo
cual es propio de Dios)... La sociedad es un Todo cuyas partes s'on, a su
vez, todos, y es un organismo hecho de libertades, no de simples células
vegetativas. Tiene un bien propio y un.¡¡t obra propia que realizar .. que son
'distintos del bien y de la obra de los individuos que la componen. Pero ese
bien y_.esa 'c,bra son, y dehen ser, humanos por esencia, y en consecuencia
se pervierten si no contribuyen al desarrollo y al mejoramiento de las per-
sonas hUITlanas" (4 1) •
, A estos, testimonios filosófic..os debemos agregar la autorizada voz de
León XIII, quien en la Encíclica "Inmortale Dei" plantea la sociabilidad
natural del hombre; expresa: "El hombre está naturalm.ente ordenado a vi-
vir en comunidad política, porque, no pudiendo en la soledad procurarse
todo aquello que la necesidad y el decoro de la vida corporal exigen, como
tampoco lo conducente a la perfección de su ingenio y de su alma, ha sido
providencia de Dios que haya nacido dispuesto al trato y sociedad con sus
semejantes, ya doméstica, ya civil: la cual es la única que puede proporcio-
nar lo que basta a la perfección de la vida'" (Ene. Inmortale Dei. N9 6).
Por su parte El Pontífice Pío XI al respecto enseña: "Pero Dios, al mismo
tiempo, ha ordenado taITlbién al hombre para la sociedad civil exigida ya
por su propia naturaleza. En el plan del Creador la sociedad es un medio
natural, del que el hombre puede y debe servirse para obtener su fin, por
'Ser la sociedad humana para el hombre y no al contrario. Lo cual no hay
que entenderlo en el sentido del individualismo liberal, que subordina la
sociedad al uso egoísta del individuo; sino sólo en, el sentido que, mediante
,la unión orgánica con la sociedad, se haga posible a todos, por la mutua co~
[ 115 ]
Jaboración, la realización de la verdadera felicidad terrena; a,demás en el
sentido de que en la sociedad hallan su desarrollo todas las cualidades indi·
viduales y sociales insertas en la naturaleza humana, las cuales, superando
el interés inmediato del momento, reflejan en la sociedad la perfección di~
vina; lo cual no puede verificarse en el hombre aislado. Pero aún esta fina-
lidad, dice en último análisis, relación al hombre: para que reconociendo
·éste el reflejo de la perfección divina, lo convierta en alabanza y adoración
del Creador" (Enc. Divini Redemptoris. N9 29). El Código Social De Ma·
linas sintetizando todos estos conceptos afirma: "No es verdad que el in-
dividuo se baste a sí mismo. Por preciosas que sean sus facultades, sin la so-
ciedad en la que está llamado a vivir no puede conservar su existencia ni
alcanzar la perfección del espír~tu y del corazón" (Intro. 2).
Santo Tomás sostiene que en todo hombre hay la misma inclinación
natural a formar parte de una sociedad política que ha hacer obras de vir~
tud. En efecto, siendo la sociedad un bien natural del hombre en cuanto
hombre, y queriendo todo hombre naturalmente el bien de sU naturaleza.
luego, todo hombre quiere naturalmente vivir en sociedad. Pero, como eso.
ta tendencia a la virtud no es lo suficientemente fuerte en algunos, se pro-
ducen también naturalmente conflictos entre la persona y la sociedad.
El hecho mismo que la sociedad sea el complemento indispensable ?l.~
hombre, para cumplir acertadamente el deber impuesto por el Creador de-
perfeccionarse, nos está indicando que la sociedad debe ser para aquél sólo
un medio natural de cumplir su fin último, aunque en ciérto modo podria
decirse que la sociedad es un fin intermedio del hombre; más no debe ésta
erigirse a sí misma en último fin de la persona, porque esto es trocar el orden
impuesto por Dios e impedir a la criatura racional su libre desenvolvimien-
to hacia la consecución de su plenitud ontológica. En este evento, la comu-
nidad habría traicionado su finalidad y pasado a ser un obstáculo entre el
hombre y Dios, principio y fin de aquél, perdiendo toda razón de existir.
Hasta aquí hemos dicho solamente que la sociedad es necesaria al hom-
bre, pero falta precisar de qué especie de necesidad se trata, ya que pueden
distinguirse dos especies de necesidad: la necesidad absóluta y la condicio-
nal. La necesidad absoluta. al decir de Schwalm, se encuentra en la relacióO-
de dos partes, de dos elementos de una misma cosa, de tal manera unidos
que el separarlos' es destruÍr esta cosa (42), es una relación sin la cual una
cosa dejaría de existir; esta necesidad no sufre jamás una excepción. Indu-
dablemente no es esta necesidad la que impulsa al hombre a vivir en socie-
dad, porque un hombre por solitario y abandonado que esté, carente de to-
do contacto con sus semejantes, permanece, no obstante, con su naturaleza
de hombre intacta yen' la plenitud de sus atributos específicamente huma-
nos. Por consiguiente, si la sociedad no es de necesidad absoluta debe ser
únicamente de una necesidad condicional, o sea, aquella necesidad que n,)
depende solamente de la naturaleza de una cosa, sino que se subordina a
otro principio, esa condición es: la voluntad de vivir. Pero como esta '.'~
Juntad de vivir (instinto de conservación) es un acto fundamentado en las
l"aíces de la naturaleza viviente humana, se puede decir, que es la más ab-
$oluta de las voluntades condicionales (43). Resumiendo lo dicho tenemos
que la sociedad es condicionalmente necesaria como medio natural e in-
dispensable, no sólo de conservar la vida, sino también de mejorarla (Hut
homo non solum vivat sed et bene vivat", dice Santo Tomás);
En virtud de ser la sociedad sólo una necesidad condicional, pueden
presentarse casos en que el hombre viva fuera de la sociedad. Esto ocurre
cuando el aislamiento se produce: 1) por una causa violenta. según el tér-
. mino del Doctor Angélico, es decir, una causa contraria a su voluntad y su-
perior a sus medios de resistencia; 2) por la voluntad ,del hombre, como
consecuencia de una depravación de su naturaleza (los idiotas, misántro-
pos, etc.); 3) por la voluntad del hombre, como consecuencia de Ímpetus
[ 116 1
,:y clones sobrenaturales. "El estado extra-social de ciertos holDbres no des.-
.conoce la necesidad general de la sociedad; la confirma más bien mostran~
do que estos hombres han caído por debajo o se han elevado 'por 'sobre las.
:necesidades de la naturaleza humana" (44). No existe, en consecuencia,
un determinismo ciego y fatal que impulse al hombre a relacionarse con sus
semeja~tes; tiene sí un movimiento natural a la sociabilidad, pero la satis-
facción de él no es un súpuesto necesario para la existencia del hómbre, por
'cuanto éste existirá como tal en ")a sociedad y fuera de 'ella. Lo anterior no
importa desconocer el hecho que el hombre es el más sociable ,de los ani-
males, porque mientras los otros animales se' reúnen llevados por necesi-
,dades de su naturaleza sensitiva, el hombre tiende a la sociedad por exi-
.gencias no sólo de. sus sentidos e instintos, sino también de su razón, de sus
'Flptitudes intelectuales y espirituales. La sociabilidad exclusivamente mate-
~ial y sensual en los animales, es en el hombre intelectual y moral; y esto
.p'orque, como observa Tristán de Athayde, "no hay en el hombre solamen-
;te un instinto social sino también una inteligencia social" (45).
[ 117 ]
que nacen la vida social y la civilización, "aquel que se encuentra entre la.
indiferencia del estado primitivo y la actividad febril de nuestro amor pro-
pio". Rousseau nos expone sus pensamientos, con aquella delicadeza de
expresión que lo caracterizaba, diciendo: "Solamente en sí mismo halla el.
hombre la paz. Sólo ha vivído mucho quien ha sentido la vida. Pero la ci-
Vilización ha traído la duda, la agitación perenne. Al mismo tiempo nos
ha traído I~ servidumbre, gracias a la división del trabajo. La desgracia so-
cial ha nacido el día en que el hombre ha visto que podía vivir del traba-
jo de otro hombre y en que se utilizó lo superfluo que podía servir como
necesario a otro ser humano" (46). El hombre es bueno, la sociedad lo
pervierte, "el aliento del hombre es mortal al hombre", en consecuencia,
hay que reintegrarle a la naturaleza, lejos de la sociedad, a la soledad, a
la libertad.
La solución del problema político la encuentra Rousseau en el Con-
trato Social. Analizando esta ficción del soñador ginebrino, dice Maria de
Maeztu en su Obra "Historia de la Cultura Europea": "El Contrato Social·
es el pacto que hacen los hombres soberanamente libres para someterse a
la voluntad general. ¿ Y al someterse a esa voluntad general, no pierden
la libertad? No; primero, pcrque se someten por su propia voluntad y, se-
gundC!, porque someterse a esa voluntad general, que es la de todos, no es
someterse a la de ninguno en particular. ¿ Y qué es la voluntad general?
La voiuntad general no es la suma de la voluntad de todos - no es una
suma de voluntades - es una nueva voluntad metafísica y abstracta que
encarna la voluntad del Yo común a todos. Esa voluntad general se en-
gendra por el sacrificio que cada uno hace de sus derechos personales en
beneficio de la ciudad, del Estado ... En virtud de ese contrato que el hom-
bre hace con los demás hombres se constituye la sociedad y el hombre pa-
sa del estado natural al estado social sin el grave peligro que hab;a que
perdiese su libertad. La voluntad general tiene que expresal'se y se expre-
sa por medio de la ley. La leyes la expresión de la voluntad general y sólo
es válida, es decir, legal, ley, cuando expresa la voluntad de la mayor:a.
La voluntad general, al expresarse en forma de ley, al legislar, deja de ser
un ente metafísico y abstracto y se convierte en la expresión de una ma-
yoría. La ley que emana de la mayoría es legal; la minoría no tiene dere-
cho a legislar, la minoría no existe ante la ley... Aquel hombre solitario
para quien el hombre sólo podía mantenerse en estado de pureza cuando
estaba aislado, acaba por entregarse al mito de las mayorías, al dominio
de las masas - la soberanía popular - la soberanía recibe esencialmente
en el pueblo, en la masa, en la reunión de todos los individuos tomados
en conjunto, su justificación legal" (47).
Los fundamentos teóricos de la Revolución Francesa son tomados en.
gran parte de las doctrinas de Rousseau, por lo cual su Ínfluencia alcanza
hasta nuestros días, ya que la mayor parte de los países occidentales se
han organizado políticamente según los postulados enunciados por los re-
volucionarÍos racionalistas y utópicos de 1789, los cuales al grito de Li-
bertad disolvían los gremios y las corporaciones dejando entregado al obre-
ro a la más opr<?biosa tiranía del capitalista y sometiendo a los ciudadanos
n la dictadura irresponsable de las mayorías; los cuales al grito de Igualdad
preparaban el advenimiento de la burguesía lo que dividiría a los hombres
en dos castas irreconciliables y desiguales, separadas por algo muy inferior
aún a la nobleza de la sangre: el dinero, y los hombres se clasificaron: en
los poseedores de la riqueza y en los que precisan de su trabajo para sub-
l:;istir; los cuales al grito de Fraternidad esparcían el odio, el rencor y ia
venganza y erigían guillotinas por doquier como símbolo de los nuevos
tiempos que venían.
. Con razón ha podido decir T ristán de Athayde: "La teoría del Con-
trato Social, con que Rousseau se erigió en patrono de la Construcción li-.
[ 1 18 J
beral de la burguesía, en el siglo XIX, es la precursora de la teoría ,de la
:rescisión social, con que Marx entregó al p~oletariado el encargo de la des-
·kucción socialista de la burguesía. Un error generó otro' error" (4B).
[ 119 '}:
dIOS y el fin a obtener. este orden establecido tentre los miembros con la
mira del bien común es la causa formal de la sociedad.
Pero, este orden es jerárquico, por lo cual, con razón escribe Tristán
de Athayde: "el bien común es el fin propuesto. Pero para llegar a tal fin.
-es preciso emplear los medios necesarios. Y el proporcionar tales medios
constituye propiamente la forma social. Pués tal proporción es un orden
determinado, que distribuye. equitativamente entre los diversos miembros
de la sociedad las posiciones respectivas para hacer más eficaz su acción
.común en el sentido de alcanzar el fin propuesto que es, como dice Gredt,
"la felicidad natural imperfecta de esta vida" ... Este orden jerárquico y
graduado entre los varios miembros de la sociedad es lo que dá a ésta su
forma, o como se acostumbra a decir en lengua moderna, su constitución"
(50). Sin este orden soci~l la sociedad llegaría a ser una muchedumbre
sin sentido y est,éril.
Es a este orden al que se ha llamado también orden público, y que los
juristas positivistas, después de esbozar unas cuantas vaguedades, ter.mi-
nan alegando que son incapaces de definirlo porque es muy difícil y que es
lUás fácil sentirlo que definirlo. i Triste conclusión de quienes pretenden dar
las normas legales para conservar un orden que no saben en qué consiste 1
Tomando como base la definic.ión tomista de orden: recta adaptación d1!
Jos medios al fin; podemos formular una definición de orden social o pú-
blico, diciendo que es: la recta adaptación jurídica de las personas y los
medios al bien común. ¡Cuán distante está este concepto del que tiene la
<que se llama a sí misma: "gente de orden", para quien el orden consiste
en que las calles permanezcan tranquilas y que nadie grite su angustia des-
templadamente 1
Vermeesch hace una acertada comparación entre el orden que reina
e.n el cuerpo humano y el que debe reinar en la sociedad, dice: "En orden
'ñ los individuos de que consta (la sociedad), se puede considerar como
-el todo respecto de las partes (Som. Theol. 11 11 q. 61 arto 1), como el cuer-
po respecto de los miembros. Y como el cuerpo humano, o no puede subs-
sistir, o a lo menos subsistirá imperfectamente sin alguna conformación y
proporción de cada miembro en sí mismo, en orden a los demás y en or-
den a todo el cuerpo, y sin la subordinación de los miembros al bien del
'CuerPo, de igual modo la comunidad que existe y obra por medio de 10."
miembros, exige para existir, y existir convenientemente, que los miembros
estén según corresponde, en sí mismos, en orden a los demás y en orden
a la comunidad, y que todos, unida su actividad busquen el bien común ...
Por consiguiente, así como tiene derecho a existir, la comunidad tiene de-
yecho a exigir y a subordinar a su propio bien aquellas acciones o cosas que
pertenecen a las personas de que se compone" (5 1 ) .
Pero hay más. Esta unidad moral u orden social que ,debe existir en la
sociedad, se rige por dos principios: el de unidad y el de variedad, sir-
viéndonos de los términos usados por Tristán de Athayde. La unidad tie-
ne por objeto cohesionar y orientar a los individuos y a los grupos natu¡-
~ales para lograr una mejor acción común. Todo lo que constituye la for-
TIla de la sociedad, el orden que existe entre los asociados y los m'edios con-
ducentes al fin común, están gobernados por el principio de la unidad 50-
-cial, que dá a la sociedad la categoría de un Todo, de una p'ersona moral
,con sus derechos y deberes propios. Este principio unitivo (vis unitiva) es
lo que propiamente constituye la Autoridad, lo que en la definición tomis-
1:a de la ley se conoce como: "el que cuida de la comunidad". Como la
lUnión moral de los asociados no se puede mantener sin una Autoridad,
tObserva Cathrein, que muchas veces se confunde la Autoridad con la for-
lIna, porque no puede existir unión moral sin, una Autoridad concreta; pe..
.ro, estrictamente hablando, continúa Cathrein, la Autoridad es una pro-
[ '20 J
~"edad esencial de la sociedad, es decir, la Autoridad no constituye intrí'n-
':Secamente a la sociedad, SInO que es una propiedad esencial de ella.
. Ahora. Por el principio de la variedad,' fundamentado en el principio
.de la unidad, conservan las personas y los grupos naturales sus propias fi..
,rialidadel¡ específicas,' siendo algunas superiores a la sociedad misma y otras,
aunque particulares, redundan en beneficio común; por consiguiente, la uni-
dad debe ser flexible y humana, en todo el sentido de la palabra, porque,
·d querer entrabar la misión esencial de la persona humana y de las socie'-
dades menores (la familia, corporación, municipio, etc.), tratando de so-o
juzgarlas y absorberlas dentro de la órbita del Poder Público, !es violar el
~rácter de medio que tiene la comunidad y la Autoridad, atribuyéndose
.nna naturaleza de fin último que no les corresponde por tener la persona
,UD fin' último específico y bien determinado: Dios.
[ 121 ]
Clna a la "anarquía de los átomos"; llevaría, bien a una concepClOn Eran-o
camente anarquista, bien a la <,rieja concepción anarquista enmascarada de}'
materialismo burgués, según la cual toda la función de la ciudad consiste
en velar por el respeto de la libertad de cada uno, mediante lo cual los
fuertes- oprimen libremente a los débiles... El fin de la sociedad es el bien
común de la misma, el bien del cuerpo social. Pero si no se comprendiese
que ese bien del cuerpo social es un bien común de personas humanas, co':'
roo el cuerpo social e& un todo de personas humanas, ésta fórmula, a su
vez, conduciría a otros errores, del tipo estatista o colectivista. El bien co-
mún de la sociedad no es, ni la simple reunión de los bienes privados, ni el
bien propio de un todo que, (como la especie, por ejemplo, con relación
el los individuos, o como la colmena con relación a las abejas), se relacio-
[ 122 ]
-duales, y está por encima de los intereses del individuo en cuanto éste es
parte del todo sociaL Es un bien común material y moral al mismo tiempo,
1 moque consiste en la recta vida tenestre de la multitud congregada, y, por-
que los componentes del todo civil son personas humanas. Los antiguos le
da'ban el nombre de comunicación en el rect0 vivir. Aunque difiere del,
~ilJ;lple conjunto de los bienes particulares, tampoco es el .bien de un todo,
que 'sacrifica las partes en su provecho, como ocurre en el caso de la espe-
cie con resoecto a sus individuos; es el bien común del todo y de las par-
tes: un bie; que salva los bienes particulares en la integridad del todo, en
cuanto son cdmunicables (exteriormente comunicables); un bien que de
suyo es comunicable a las partes, ya se trate de la prosperidad material de,
la ciudad o de su patrimoni.o intelectual y moral. Además, el todo de, que
hablamos no es un toao substancial. Como un organismo vivo; es una co-_
munidad de personas y de familias. De ahí que en su ordenamiento deba
respetar los derechos más fundamentales que la ley natural confiere a la,
persona humana y a la sociedad doméstica. De lo contrario, ocasiona la co-
~ffUpción de su propio bien... Con esto comprendemos que el fin propio de:
la sociedad civil no consiste solamente en garantizar el respeto a las liber-
tades individuales y a los derechos de cada uno, y asegurar el bien mate-
rial; debe asÍmÍsmo procurar el bien verdaderament~ humano de la socie'--
dad, que es de orden moral" (56).
Los ,benes comunes de los grupos natural~s menores tienen el caráctel'
de bienes particulares respecto del bien común de la sociedad civil perfec-
ta. Los bienes comunes de estas entidades~ tendrán un orden jerárquico
, igual al que tengan las sociedades a que se refieran.
En la consecución del bien común la sociedad política debe respetar
la jerarquía de bienes y de valores impuesta por la razón: los bienes espi-
rituales son superiores y tienen preemÍneñcia sobre los materiales, los mo-
rales están primero que los económicos y los intelectuales son anteriores a.
lOS corporaies. Ha de buscarse antes que nada los bienes morales, ya que
son los primeros de todos y los que especifican al hombre por, ser éste un
ser moral. Al respedo León XIII enseña: "Si una sociedad no bus(::l. sino '
ventajas exteri,ores, el lujo y abl1l;dancia de los bienes de la vida, si hace
r,rofesÍón de despreciar a Dios en la administración de la cosa públic<'l y de
1)0 preocuparse de las leyes morales, se aparta criminalmente de su fin y
{ 123 1 continuar
ir atrás
'Cunstancias necesarias al progreso de la vida material, intelectual y moral
-de la multitud. Ese progreso debe alcanzar un grado conveniente al bien y
:.; la paz del todo: y debe realizarse de tal modo que cada persona sea po~
sitivamente auxiliada en la conquista paulatina de su perfecta vida de per~
'$ona y de su libertad espiritual... Santo Tomás nos dice que, con respecto
a la comunidad, cada persona humana es de por si como la parte con res~
úecto al todo; y que por esó está subordinada a toda la comunidad... el
:hombre no es una pura persona, una persona divina; lejos de serlo, su per~
Banalidad está, como su intelectualidad, en el grado más bajo. El hombre.
no es solamente persona; su ser no subsiste sólo espiritualmente: es además
~hdividuo fragmento individuado de una especie. Por eso es miembro de
·la socied~d, como parte del todo social; y las coerciones de la vida social
le son necesarias para alcanzar su vida misma de persona y para ser soste~
nido en esa vida ... pero el hombre. dice también Santo Tomás, tiene dentro
.de sí una Vida y unos bienes que trascienden el orden de la sociedad polí~
tica. Porque es una persona... La persona humana, miembro de la socie~
.dad, es en sí misma un todo que forma parte de un todo mayor; pero no
es parte de la sociedad según todo su ser de persona, ni según todassult
.:pertenencias personales. Aunque su vida de persona necesita de la ciudad
temporal el foco de esa vida la reclama para un vivir más alto" (58). Aún
·antes que surgiera el cristianismo en defensa de los fines sohrenaturales de
la persona, ya Aristótoles y Platón exigían una subordinación directa y
positiva del fin y de la misión de la Autoridad al fin último de las perso~
.,nas humanas. En una forma más sencilla, pero siempre dentro del pensa-
miento que la sociedad tiene como causa final el bien común temporal vi-
vificado moralmente por el fin último de la persona, se expresa el soció-
logo Mons. Osear Larson diciendo: "una sociedad que descuida el fin mo-
ral o cree que no es de su atingencia, no peca solamente contra la Religión,
siriO que contra el mismo fin de la sociedad. El hombre es esencialmente un
~er moral: ninguna de sus actividades I~bres cae fuera de los preceptos de
'la Moral, porque todo acto humano es bueno o es malo, es conforme o dis-
'conforme con su naturaleza racional, le conduce hacia su fin último o le
aparta de él. Y éste es el gran objeto de su vida. ¿ Cómo podríamos decir
que procura verdaderamente el bien del hombre si prescinde de ese bien
moral, qu es su mayor bien y el más apremiante?... El hombre puramente
natural no existe. Por conSIguiente, en cierto modo, la sociedad debe pro~
curar en su orden el fin sobrenatural: lo cual no significa que deba dar le~
yes o formas que conduzcan a las almas a la vida eterna, pués carece de
al,ltoridad y de medios para tal cosa, y antes por el contrario, su misión es
-el bien temporal de los hombres; pero, al legislar sobre las condiciones de
la vida terrestre, ha de tener presente esta elevación sobrenatural" (59).
Por otra parte, la paz de que deben gozar los ciudadanos tiene una im~
'portancia preponderante como constitutivo del bien común; en efecto, sien~
rlo ella la tranquilidad en el orden, y éste la recta adaptación de los me~
dios al fin, tenemos, que si la sociedad no otorga a las personas los medios
.a que tienen derecho para alcanzar su plenitud ontológica, o falsea y per~
vierte estos medíos, .Ios hombres no podrán ordenarse a su fin específico, y
'no ha.biendo orden no hay paz, y no habiendo paz existirá una mascarada
de bien común. Claro está, que aquí tomamos el término orden en su veT~
dadero sentido filosófico y no de "letargo del desorden" o. de "el silencio
-de la opresión".
Siendo el bien común la recta y buena vida humana de la multitud,
éste no existirá si no se guarda la justicia y la moral o metafísica de las
costumbres, si la vida de la multitud no se desenvuelve dentro del orden
moral. El bien común debe comprender la práctica de las virtudes en la
'nasa de los ciudadanos, habiéndole proporcionado la sociedad previamen~
'te. el mÍnimun de bienestar requerido, según Santo Tomás, para ejercitar
[ t24 1
la virt~d. Todo acto político que falte a la justicia y a la moralidades de'.
PQr. sí atentatorio contra el bien común' y de funestas consecuencias políti-
.:a~. La ley injusta e inmoral no obliga en cop.ciencia.
Ahora. Después de naber visto cuál es la causa final de la sociedad,
debemos preguntarnos cómo vá ella a propender a la consecución del bien
común, por qué medios, cómo debe actuar. Hé aquí la misión de la Au-
toridad, vínculo de unión de todos los asociados. Y el medio de que se sir-
ve, a su vez, la Autoridad para lograr el bien >corp.ún es: la Ley.
[ 125 J
sas particulares. Y como quiera que .ese orden al bien común, que es pro~
pio de' la ley, sea aplica.ble afines particulares, también, bajo este respec-
to las cosas particulares son objeto del precepto". Igualmente, Suárez esti~
:ma que aún el privilégio es verdadera ley si redunda en bien común, por~
'que ',cde parte del bien común no repugna que sea ley, porque, aún cuando
su materia próxima sea el bien especial de alguna familia o de alguna casa
o de algunas personas (por lo cual fué tal vez llamada ley privada por I-si-
doro), no obstante, formalmente debe también mirar al bien común... Pués
aquel bien concedido por el pri'\"¡legio, de tal manera debe ser propio de
algunos, que redunde en bien común... Mas, por eso, la misma concesión
-del privilegio debe ser tan racional, que importe al bien común conceder
privilegios semejantes por causas semejantes". (62). •
Todo bien particular debe ordenarse al bien común, así como en lo
especulativo la verdad de ninguna conclusión particular es cierta y firme
'Si no c;e refunde en los principios primeros.
Es lógico que el objeto de toda ley sea siempre el bien y jamás el mal.
,Nacida de la razón, ordenadora de los medios en relación a un fin determi-
nado, ter-iendo por misión señalar a los súbditos la conducta que deben ob-
servar, la ley debe necesariamente velar porque se realize el bien, el orden,
el cual consiste en la buena coordinación de lo's medios conducentes al fin.
El mal es el desorden. La leyes expresión del orden y de la justicia que
'sólo existen respecto del bien. Los mandatos del superior que no tienen por
objeto al bien, no son verdaderas leyes y la inobservancia de ellas e~ un de-
ber de los ciudadanos. Pero la ley no debe propender a cualquier bien,
sino remotamente al Bien absoluto, fin último del hombre, y próximamen-
te al bien común, a la felicidad común temporal. Santo Tomás lo ratifica
al decir: "Tratándose de las cosas a realizar, de las cuales se ocupa la ra~
zón práctica, el principio supremo no es otro que el fin último. Y tratándo-
se de la vida humana, ese fin último es la felicidad o ,beatitud suprema. l;a
'ley debe, pués, mirar principalmente a ese orden de cosas que se hallan en-
lazadas con la bienaventuranza. Además, si la parte se ordena necesaria-
mente al todo, como lo imperfecto a lo perfecto; y el hombre, individual-
mente considerado, no es más que una parte de la colectividad o comuni-
dad perfecta, síguese que la ley propiamente debe mirar a aquel orden de
'* cosas que conduce a la felicidad común" (Som. Theol. 1 II q. 90 Mt. 2).
La !ey no puede tener por objetivo el bien de los Índividuos, sino el bien
de la comunidad, pués, de lo contrario, la ley no tendría por finalidad el
resguardo de la paz y del orden dentro de la comunidad, ya que esa con-
servación no depende de las partes en sí mismas, sino de la disposición que
tengan las partes en relación con el todo, de la posición que ocupan los in-
dividuos dentro de la comunidad. Es contra toda rectitud, observa Suárez,
ordenar el bien común al privado o el todo sU:bordinarlo a la parte misma;
de modo, pués, que dictándose la ley para la comunidad, debe procurar
primeramente el bien de ésta.
Además, el fin ha de ser proporcionado al acto y a su principio y fa-
cultad, y siendo la ley regla común de las operaciones morales, se despren-
de que el primer principio de las operaciones morales debe ser el primer
principio de la ley; pero, el fin último o la felicidad común es el primer
principio de la ley, y el fin último o la felicidad es el primer principio de
las operaciones morales, ya que en lo moral el fin es el principio del obrar,
y así el último fin es el primer principio de semejantes obras;' pero, el bien'
común o la felicidad de la ciudad es el último fin de ella en su orden; lue-
go, debe concluirse, que el .bien común y la felicidad social debe ser el pri~
me1.' principio de la ley, es decir, que la rey debe ser dada para el bic:l co-
Illún (63).
[ 126 ]
Es preciso no olvidar, que toda potestad viene de Dios quien sólo la ha
.aado .para la obtención del bien común y no para' provecho ilegítimo de
los gobernantes. Aquel que sirviéndose de la Autoridad busca su propiO
]bien es tirano, como lo dice Santo Tomás.
Para que la ley cumpla con el requisito esencial de dirigirse al bien co~
:rnún sólo se requiere que en sí se refiera al bien común, aunque no haya
"Sido esa la intención del legislador. Expresa en este sentido el Dqctor Exi-
.lnio: "para el valor y substancia de la ley, sólo es necesario que la cosa
'aquella de que se dá la ley, en este tiempo~ en este lugar, en esta gente y
comunidad, sea útil y conveniente al bien común de ella; mas esta utilidad
y provecho no es dada por el legislador, sino que se supone, y, por tanto,
en cuanto a su ser, por decirlo así, no depende de la intención del legisla-
dor. Por lo cual ocurre también, que tal cosa debe ser de suyo referible al
'.bien común; pués, todo Ihien titil, en cuanto es tal, es apto para ordenarse
a aquel fin para el cual es útil, y en éste sentido, es necesaria la Tntención:
.de la obra, no del operante" (64). .
Como habíamos observado con anterioridad, aunque la ley dañe algu-
nos bienes privados, si se dirige al bien común, es justa, pués, el bien co-
.mún ha de ser preferido al bien privado. Pero, dice SUá,"eZ atinadamente,
hay que observar dos cosas:' primera, que no sean tantos los daños particu-
lares que superen al provecho de los demás, y segunda, que si fuere menes~
ter se añada dispensa o excepción para hacer menos onel"OSO el cumplimien-
,to de la ley por parte de todos los asociados. Mas. lo anterior no equivale
a sosten el' la ju!!trcia de uné\ ley que deliberadamente vá a dañar a algún
.particular sin justa cau~a a pl"etexto que ello es útil al bien común; se;ne-
jante leyes injusta y no obliga en conciencia.
Del hecho de ser el bien común causa final de la ley, se deriva una di~
visión de ésta en atención a la diversidad de, profesiones que, de modo es~
pecial, tienen por objeto ,la consecución del bien común.
Los filósofos y Legisladores de la Antigüedad ya habían descrito co-
mo esencial a la ley el tender al bien común. En efecto, Aristóteles f:.nseña:
¿tLa justicia legal, esto es, las ley~s civiles, son causa y conservación de la
,felicidad y de sus partes" (Mor. L. 9). Platón, a su vez, dice: HEllegi~la~
dar debe hacer todas las leyes en gracia de la paz pública" (Las Leyes.
Dial. 1). Cicerón, por su parte, expresa: "consta que las leyes se han he~
cho para la salud de los. ciudadanos, la incolumnidad de las ciudades y pa-
ra la vida tranquila y bienaventuranza de todos" (Las Leyes. L. 2). En las
Doce Tablas se lee: "salus populi, suprema lex est", la salud del pueblo e&
la suprema ley (65).
[ 127 1
te para la colectividad ñf ia eolecÜvidád para la persona ; la causa final de
la ley mira al bien común tailto de l~s personas como de la colectividad.
Para el Doctor Angélico "hay !m 'bien que e&, propio del hombre, en'
.cuanto persona privada ... y hay otro bien común que pertenece a esta o "-
-otra persona en cuanto es parte de un todo" (67). Con esto, Santo Tomás
no hace sino reconocer la existencia de ua bien distributivo que pertenece
a las personas que forman la sociedad, o de ésta en cuanto medio para el
perfeccionamiento de las personas, además del bien común colectivo que·
atiende a la conservación y progreso de la so~iedad en sí misma, como per~
feccionadora del hombre. El primero es verdad que mira a los individuos,
pero en cuanto SOI\ miembros de la comunidad. Al bien común distributl-<
vo lo enuncia Santo Tomás por la fórmula:,."el bien común concerniente a
talo culQl" y el bi~n colectivo: "el bien de la multitud asociada".
r 128 ]
cierno confunde dos cosas que la sabiduría antigua sabía distinguir: confun-
de dos cosas que la sabiduría antigua sabía' distinguir: confunde individua~
lismo y personalidad. t Qué nos dice la filosofía cristiana ~ Dícenos que ,la
persona es: "una substancia individual completa, de naturaleza intelectual
y señor de sus acciones", s,ui jurís, autónoma, en sentido auténtico de la
palabra. Así, el nombre de persona está reservado a las substancias que po-
seen esa cosa divina, el espíritu, y que por eso constituyen" cada cual. un
mundo superior a todo el orden de los cuerpos, un Illundo espiritual y mo-
Tal que, hablando con propiedad, no es parte de este univer~o... El tlom.-
hre de individuo, por el contrario, es común al hombre y, al animal, 'a la plan-
ta, al microbio y al átomo. Y mientras la ~ersonalidad reposa l$obre la subs-
tancia del alma humana... la individualidad se funda como ta,I, en las exi-
gencias propias de la materia, principio de la individuación; .• Como indivi-
duos, somos apenas un fragmento de la materia ... cuyas leyes sufrimos. Co-
mo individuos estamos sujetos a los astros. Como personas les domina-
mos,l (71). La persona es él principio espiritual que en el orden del sel'
refunde todos los constitutivos inmateriales de la naturaleza humana y que
en el orden de la acción. es la que dá carácter humano y libre a los actos
del hombre, de los cuales éste es responsahle. El individuo, en cambio, es
Jo gue reúne los elementos materiales de la naturaleza humana, que son de
un carácter accidental y constituyen los principios de diferenciación entra
los hombres.
En cuanto persona, el hombre reclama de la sociedad la distribución
efe un Bien Común Intelectual que comprenda los conocimientos científicos,
artísticos y culturales en general; la distribución de .n Bien Común, M01181
que ayude al hombre a conservarse dentro del recto orden moral. dándole
oportunidad de conoc~r este orden e incitándole a guardarlo; la distribución
de un Bien Común Religioso que atienda a las relaciones espirituales entro
el hombre y Dios, aunque la consecución de la bienaventuranza incumbe
directamente a -la Iglesia como sociedad perfecta divina, pero la sociedad
p_eI'Íecta civil debe permitir y facilitar a las personas la práctica de las ac-
ciones morales que las han de conducir a su 5n último espirituaL
En cuanto individuo, el h~mbre tren e derecho a exigir de la sociedad
lo que llamaríamos: el Bien Común Vita,l necesario para subsistir y practi-
car la virtud, lo necesario para la vida del hombre: las subsistencias. ali-
mento, vestido y casa; ademas, tiene derecho al Bien Común Biológico que
permita la conservación de la salud, la prevención y cura de las enferme-'
dades, la vigorización y robustecimiento de la raza, étc.
Todo lo expresado no equivale a sostener que porque el hombre vive
en sociedad vá a exonerarse de la obligación de proveer por sí mismo a sus
necesidades. Es él quien primeramente debe velar por su bienestar mate-
rial y espiritual. "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuel ...
vas a la tierra" (Génesis cap. 3 v. '9); hé aquí el anatema que lanza Jehová
Dios sobre el padre de los hombres. No se puede hacer recaer en la socie~
dad una obligación que corresponde individualmente a cada cual, corres-
pondiéndole 'a aquélla únicamente el facilitar su cumplimiento; tomand~
eso sí mayor interés por aquellos que están física o mentalmente imposibi-
litados para satisfacer personalmente' ,sus necesidades.
Pero. al hombre casi nunca lo encontramos aislado, se presenta como
formando parte de grupos menores naturales (} voluntarios (familias, regio-
nes. corporaciones, etc.), que le van a facilitar su desenvolvimiento y que
'tienen también su bien común propio, el cual pasa a ser un bien particular
con respecto ,a la sociedad perfecta. Esta debe también ayudar a eS'as so-
ciedades menores a lograr sus respectivos bienes comunes que, a ~u vez.
d~.tribuirán' entre sUs asociados;
[ 129 ]
B). Bien Común. de ~~lec:,ti~.-,Por sobre el pien que la SQeie~
dad distrÍbuye entre lo~ ingividuoll a~ia,dos y que sólo indirectamente es
uri ¡bien común, debemos colocar el biep común pz:opié,Ullente tal y que co-
heSponde a la sociedad en, cuanto persona moral y a cuyo, uso o usufructo
se' otdena inmediatamente. La virtud que nos lleva a dar a la comunidad
lo que le eS debido es la justicia legal, general o social, éste último tér-
mino es el usaqo actut;llmente por los sociólogos. La ley, pués, al dirigirse al
bien común como a su caUSa final obliga a los sú,bditos a .cumplir con los
'imperativos de la justiciá legal o social.
La justicia legal, llamada <lsí.p~r ser realizada por la ley eterna, por
la ley natural o por la ley positiva, es "la virtud que incli)1a a los, miem~
bros de la comunidad a .dar a ésta lo que como tal le es debido", o como la
defi~e Vermeesch diciendo que es aquella;. "que prescribe (impera) como
debidos al bien común los actos de Varias virtudes impuestos a los ciudada-
nos, '0 por alguna ley. positiva de la comunidad, o por su conexión necesa-
:tia con ~l bien común" (72). Si nos se!vimos de ia sociedad para satisfa-
cer nuestras necesidades espirituales y materiales es de toda justicia que los
asociados aportemos nuestra contribución a la conservación y progreso de
ella, pués, creciendo cada vez más su bien común, mayor y mejor será, el
bienestar general.. El propio Santo Tomás desarroHa el concepto de la jus-
ticia ,legal o social diciendo.; "la justicia tiene por fin regular las relaciones
que ligan a los hombres mutuamente. Ahora bien, un hombre puede rda-
cionárse con otro hombre de dos maneras: la primera, individualment,=; la
segunda, socialmente, a saber, en cUé,mto sirve a una sociedad, y por ello
a todos los hombres, que la constituyen. Porque_es evidente que todos los
que viven en sociedad, están con ella en la misma relación que la parte con
su todo. Ahora bien, la parte:" de un todo, en cuanto parte, es algo del todo;
y 'por lo mismo él bien de la parte debe ser subordinado al todo. De esto se
sigue q~ el bien de cada vil tud en particular, ya sean virtudes que nos per-
ieccionan personálmente, ya sean las que nos perfeccionan en nuestros lazos
(',on otras personas, debe ser referido al bien común, al cual nos ordena la
. justiFia legal. Luego, los actos. de, todas las virtudes pueden referirse a la
justicia legal, por cuanto es ella la que subordina al hombre al bien \::omún.
En este sentido se puede decir que la justicia legal es una virtud generaL.
Es necesario que haya una virtud superior que ordene todas las demás vir-
tudes al bien común, y esa es la justicia legal o social, distinta por esencia
de todas las demás" (Som. TheoI. 1 II q. 58 arto 6). La justicia legal o so-
cial en cuanto tiene por objeto propio el bien común es una virtud especial
según su esencia, pero es general a título de causa en cuanto ella ordena
los actos, de todas las demás virtudes al bien común. El bien común será el
bien de la sociedad ínt'egra, el bien de todos los que constituyen la comu-
nidad .
. Entre las diversas especies de virtuQes morales, sin duda, que la jus~
ticia. legal o social 'e~ superior a todas, porque el bien público sobrepasa por
su excelerlcia al bien privado de los. individuos. "Trabajar en servicio de\
bien común implica mayor semejanza a Dios", expresa Santo Tomás comen-
tando a Aristóteles. (73).
El principi~ más el~mental de equidad nos obliga a retribuÍr a la so-
ciedad lo .que de ella hemos aprovechado; junto al deber jurídico de cum-
plir la ley, si ella existe, y qu~ nos coaccipna para contribuir al bien. común.
tenemos un grave deber moral de conciencia de aportar nuestros bienes, nues-
tros esfuerzos y sacrificios" para que todos los asociados tengan lo necesario
para llevar upa recta y digna vida hu~a~a. No es un deber de caridad, es
mucho más que eso, es un deber de justicia estricta; porque, así como a na-
die podemos quitarle lo que le pertenece o tomar como propio algo que es
aJeno sin faltar clara~ente a la justicia, así tampoco, y con mayor razón~
.[ J 30 1
no podemos extraer del bien común, del bien que pertenece a todos, que
:todos han' forjado, lo que nos aproveéhe' egoístamente y no dar nada en
compensación, sin faltar ciertamente a la justicia, pués. con tal proceder
nos ~statnos enriqueciendo a costa de terceros y si esto es inmoral e injus-
to en el orden privado, lo será mucho Inás en el orden social ya que el bien
trocial es superior al bien particular de los individuos aislados. Estando el
bien, co~ún, como dic'e Rutten, "destinado para todos, ,debe también ser
alimentado por todos". En consecuencia, tenemos la obligacion ya sea ju-
,:rídica p moral de cóntribuír al bien común en la medida de' nuestra capa-
cida,d y aptjtudes y según las necesidades que los demás asociados tengan
para llevar un verdadera vida humana. Al respecto dice Pío XI: "Pués, así
.como en el organismo viviente no se provee al todo si no se dá a cada par-
te y a 'cada miemQro cuanto' necesitan para cumplir sus funciones; 'así, tam-
poco, se puede proveer al organismo social y al bien común de toda la so-
ciedad, si no se dá a cada parte, es decir a los hombres, dotados de la dig-
nidad de personas, cuanto' necesi tan para cumplir sus fun~iones sociales'"
(Ene. Divini Redemptoris. ~9 51).
No sólo por razón de justicia deben trabajar los asociados para aU-
mentar el bien común, sino incluso por' razones utilitarias, pués, todo nue-
vo bien social redundará directa o indirectamente en beneficio de todos y
cada uno de los asociados. En efecto, existe una relación muy estrecha en-
tre el bien privado de las personas, como partes del' todo, y el bien común
del todo. Las personas físicas se ordenan al bien de la persona moral de la,
cual son partes, y ésta, en cuanto es todo, se ordena al bien de las personas
físicas, que son sus miembros. E~tas' personas fí'sicas que, como individuos
son para !:IÍ, como miembros o partes son para la comúnidad; y lo que les per-
,tenece, inmediatamente a elias, mediatamentepertenece a la comunidad por
el derecho que ésta tiene sobre los miembros. A su vez, siendo, la comunidad
llDO de los medios con que el Creador de la naturaleza humana dotó al hom-
hre para proveer a la· indigencia de esa naturaleza, fo que inmediatamente
sea de la comunidad, mediatamente pertenec~' a los miembros, como partes
de ella, ya que como ,lo dijo Santo 'Tomás: "lo que es del todo, es en cierto'
,modo de la parte" (Som. Theol. II II q. 6 J arto 1). Por consiguiente, la
comunidad al buscar el bien común procura mediata, pero necesariament~,
el .bien de cada persona en 'cuanto ella es miembro de la comunidad (14).
Respecto del suj eto de la justicia social o legal. podemos decir con
Vermeesch: "Como los principales deberes de la justicia legal, por lo me-
llaS los positivos, se determinéJ,n en las leyes, por eso se dice que en el le-
gislador reside esta justicia '·"principal y como arquitectónicamente" (Som.
Theol. II II q. 58 arto 6). Porque el oficio del que ordena es más impor-
tante que ,el de aquellos que ejecutan la ordenación. Además, es indudable
'que el príncipe, al ordenar con rectitud, más fácilmente es llevado por el
deseo de' hacer lo que es debido a la, comunidad, C:ontréJ,yendo un mérito
especial en la práctica de la justicia legal. Pero, adviértase que el príncipe,
al dirigir como sabio arquitect.o la construcción Qrdenada del edificio social,
ejercita, además de la' justicia legal, la conmutativa, pués al aceptar su ofi- .
cio ha contraído el estricto compromiso de cumplir esas obligaciones... N~'
se crea, pués, que es ai príncipe a quien se satisface con el cumplimiento de ,
los deberes que impone la justicia legal. El sujeto del derecho ,es la socie~
dad: El príncipe no es sujeto del derecho, sino de la justicia, como todos
los demás ciudadanos. Y esta justicia es la misma en él que en los súbdi- "
tos" (75). De modo, que los sujetos de la virtud justicia legal son tanto
los gobernantes como los gobernados; pero, el sujeto del derecho es la 'co-
Inunidad. '
En nuestra colaboración para el acrecentamiento del bien común no
debe' guiarnos exclu~ivamente un 'móvil utilitario, sino que desintereSada-
mente debemos' esforzarnos en la conservación y progreso de la unidad so-
[ 13 f J
dal, y de todo lo que, tiende a ello, por l!l socieq!ld ,-en sÍ, mi!lma. por ser
ella la q~ft "realiza lKi, perf~~C;i'?P: l}lá~Il!éL c!~, J~ ~pec;:i~ hwnanaen su na...
turaleza jr según 1a voluntad de Dio!'!, al,ltor de la natllra!e:l:a.,. el bien co~
niún: utilitario está 'prffner() en'et o~den def ()rige'n -" ~t desiIlteresado, pri.
n,.ero ~n dignidad" (76)'- ' "" ~,
- ., .
1 132 i
privado del miSIllO género, pero no es lo mismo cuando se trata de géneros
diferentes (Som. Theol. II II q. 152 arto 4), como es el caso presente, ya
.que el bien personal es de u.n género superior al bien colectivo material.
En consecuencia, el bien común temporal de la ciudad debe estar. co-
mo expresa Maritain, esencialmente subordinado a los bienes intempora-
les. a los bienes supratemporal es de la persona humana considerada como
persona, como .dotada de una. subsistenc,ia espiritual y llamada a un destino
superior al tiempo. El hombre desde el punto de vista social envuelve una
contradicción, por cuanto la persona tiende a una vida superior a la vida
social. pero para satisfacer sus necesidades reclama una vida comunitaria;
"la persona exige siempre la sociedad y tiende al. mismo tiempo a superar-
la, en pro~ura .de su fin que es entrar en una sociedad de puras personas,
es decir, la sociedad de las Personas Divinas, que la colma dándole infini-
tamente más de lo que podía naturalmente pedir" (78). El hombre está
subordinado al bien común, pero, como observa el mismo Maritain, lo más
profundo que hay en él, la personalidad, su vocación eterna, está sobreor-
denado a esta obra común y la trasciende.
[ 133 J
:Se: Sojuzgar
permanentemente al bien individual es el s~icidio 'de la socie"'-
dad C9mo p~rsona II\orai.
-[ 1,3,4 ]
dice San Agustín (De Confeso L. III eap. 8), toda parte que no concuerda
co~ el todo o que no se armoniza con él, es deforme" (Som. Theol. II Il
q. 48 arto 10).
Tanto el bien común de la parte como el del todo deben buscarse yor~
denarse en orden a Dios y a su glorificación. "Es evidente - dice el An~
gé'lico - que «rl bien común, de la parte existe para el bien del todo; por
consiguiente cada cosa particular ama su bien propio' con un amor o ape~
tito natural, en vista del bie,n general del universo entero que es Dios" (Som.
Theol. 11 11 q. 3). '
(. 136 1
V. LA AUTORIDAD O ESTADO, CAUSA EFICIENTE DE LA LEY
CIVIL.
[ 137 1
dad :euede obligar en estos términos i.rnverativos a algún miembro de la co-
munidad. Toda persona privada carece de potestad para ello. Santo Tomás
expresa lo anterior diciendo: "Una persona~rivada no puede inducir eficaz-
mente a la virtud, ya que. no le aJIlllara d recurso a la fuerza o coacción,
-recurso, sin el cual no pued~ haber' iIlduc.cic$n eficaz a la v:it:tud, como Aris-
tóteles emreñl'l.Y porque solamente la multitud;; urí!!; persona públiq dis-
yone de semejante fuerza coactiva, ya que ella es la única que puede in-
flingir penas; por eso el poder legislativo es propio y exclusivo de la mul-
titud o de aquel que la representa" (Som. Theol. 1 11 q. 90 arto 3). Santo
Tomás al formular este juicio tuvo presente, como lo dice expresamente,
d pensamiento de Aristóteles para quien la ley debe tener fuerza coactiva.
y aunque puede un hombre' privado mover a virtud a cualquier ciudadano
con avisos y consejós, no lo puede completamente, .esto es, obligándole, por
10 c~al los tales ~onseios no tendrán valor y fuerza de ley (Mor. 10 cap.
9). Cicerón a su turno. a(irm~ que la leyes la expresión del poder público,
dice: "Como las leyes están por encima de los magistrados, los magistra;.
do~ están por ~ncima del pu~blo; se pued,e .decir verdaderamente que el ma-
gistrado es la ley parlante; la ley el magistrado mudo" (86). Suárez se
adhi~re a la idea que venimos sustentando al afírmarque "lél. leyes pre-
~epto impuesto por aquel que tiene fuerza para obligar y forzar, y por tan-
to, que es de esencia de la ley, que sea dada por quien tenga poder pú-
blico... SuponemO:s en, primer lugar, - dice en otra ¡:¡arte - que el pre-
cepto, como tal, necesariamente pide alguna potestad superior en el pre-
cipiente respecto' de aquel al cual manda ... Mas, por el precepto obliga el
el que manda a otro, al que mandá, y, por tanto, es menester' que sobre él
tenga derecho y superioridad de potestad. Pués, no puede haber acción sin
principio proporcio.pado del c~al mane, y este principio es en este caso aque-
lla potestad por la cual uno se constituye superior a Qtro. Además, no to-
do hombre puede mandar a otro, nÍ un ig~al (por decirlo así) puede obli-
gar a un igual" como és manifiesto l porque' no hay r~~ón alguna para que
tenga uno más obligación de obedecer al otro que recíprocamente, y habría
guerra justa por ambás 'partes; h'ay, pués, necesariamente especial potestad
superior para mandar válida yeficazmente" (8 7). '
Es en atención a lo expuesto que en las Partidas se dice : "Nadie pue-
de hacer leyes sino el Emperad~r o .el R~y u otro por mandato de ellos, y
si otro las hiciere sin Su mandato no pueden tener nombre de leyes, ni 'de-
ben se~ obedecidas, ni gua~dadas por tales, ni deben valer en ningún tiem-
po" (88). .• - ..; ,
Si el dictar e imponer leyes obligatorias sólo_ in<;umbe a los que repre-
.aentan a la colectividqd,' es decir, a la Autorida,d, es ne~esario estudiar ~
donde arranca esta facultad de la cual no están investidos los individuos
por sí mismos. La potestad legislativa es una conse~ue~cia ,del origen y fin
de la Autoridad. Es la naturaleza de su origen la ql,le confiere a la Autori-
dad, como atributo es.encial de ella. la facultad de imponer y sanciona~ la
ley. .
{13S'j
constituyan por una aCClOn directa de Este, sino que son, los propios aso·
ciados quienes designan a la Autoridad y le transfieren la soberanía con-
ferid,!- por Dios a la multitud.
[ 139 ]
qtieestán ordenadas, a 'la, unidad, se ellc'¡en.tra algun~ que rig~ a las demás.
Conviene, ,pués, que en' foaa mt1ched!lmhre:. haya un px:incipio de gobier-
no" (89). 'Cicerón cntu~ 19S Antiguos. "para no cib;n otros, :ya había com-
prendido la necesidad de la Autoridad como factor de unificación de 109
asociados para la conquista del bien c:;omún, e~presa: "Hay necesidad de
los magistrados; sin su prudenci~ y su diligencia, la ciuda~ no puede exis-
tir; y en la determina,ción de sU!l funciones reside toda la economIa de la
república" ' (90). Vitorta, ~I gran teólogo y jurista hispano, enseñaba en
su qtedra: "la estabilidad de la sociedad exige una fuerza cohesionado-
ra; y una potestad gobernante y providente" (91). Esta misma ha sido
]a doctrina permanellte d~ los' pontífices; en efecto, León Xlllded~ra:
"En tóda reunión y comúnidad de h~mbres, la misma necesidad obliga a
que haya algunos que manden, con el fin de que la sociedad, destitu~a de
prinCipio o cabeza que la rija, no se disu~lva y se vea privada de conse-
guir el fin para el cllal nació y, fué constituida" (Enc. Diuturnum llIud.
~Q '4); y en la Encíclica Ínmortale Úei sostiene:, "Mas como quiera que
ninguna sociedad pueda supsistir ni permanecer si no hay quien presida a
todos y 'mueva a cada uno con un impulso eficaz y encaminado al bien
común, aíguese de ahí ser necesaria a toda sodedad de, hombres una Au-
toridad que la dirija" (Ene. Inmortale Dei NQ 7). La Autoridad, en con-
secuencia, poaría definirse como aquella parte de la sociedad que está en-
<;árgada de dirigir a las peIsonas y a los grupos menores al bien común
del todo social. ., ,
La Autoridad, ~~gúnio 'visto,' no tiene por fundamento la voluntad
, libre y omnipotente de los in~ividuos que acuerdan enajenar una pnrte
,: de' su libertad en beneficio de' la colectividad, co~o afirman los partida-
nos del contrato soCiaL No. La Autoridad está basada en el carácter so-
eiable de la naturaleza hwnana; lo que Aristóteles enunció diciendo que
el hombre es un animal político. "Si son las necesidad~s de la naturaleza
humana - ha dicho T rlstán de AtQ.ayde - las que llevan al hombre a la
sociedad, son 103 imperativos de la naturaleza social los que llevan la so-
ciedad al Estado" (92). Es en esta virtud q~e Bellarmino expresa: "el
póder es de derecho natural: él no depende del consentimiento de los
,hombres: que ellos lo quieran o no, deben ser regidos por alguien, d me-
nos de querer que el género humano perezca, lo que es contrario a la in-
• dinación de la naturaleza" (93) . 1ampoco puede considerarse a la Au
toridad como un prd"ducto del pecado original del género pumano, pués,
como observa el Doctor Angélico, aún en estado de inocencia hubieran
nec"esHado los hombres de 'la Autoridad política; porque las indigencias
humanas reclaman la vid~ en sociedad y ésta requiere una Autoridad que
ordene al bien común a todos los asociados y a los grupOl! naturales me-
nores, ya que la so~iedad civil representa en el ~~den temporal la cima
más alta a que, alcanza el hombre eil su ascensión p~rmanente hacia so-
ciedades ~ada vez más p'erfectas" es' decir, c~da vez más independientes y
"cuyo bien comun es cada vez más compl!?to, más integralmente humano,
" más perfecto. Entre las sociedades que persiguen fines humanos la civil
~ la única perfecta: es soberana e independiente y ,su bien común, es el
más perfecto y amplio. Con razón ha dii:ho Santo T~m;is que la sociedad
civil es "la comllnidad ,principal por excelencia". Pero, la Autoridad no
puede legítimamen'te desconocer los derechos inviolables de estas socie-
dades naturales mellores" <\ l~s cuaJes está más íntimamente vinculado el
hombre y ~ través de las cuales se proyecta en la socied~d civil.
Para que se pueda decir que existe realmente una sociedad dr.- nom-
f,res racionales y libres es p~eci90 que haya entre' ellos una profunda uni-
dad espiritllal y material, qlle todos los medios estén adaptados al fin 80-
Cial, es decir, que haya un ordefl soCia,l interno y externo, que 109 actos
de los hombres estén ordenados' al biencomúp lo qlle redundará en be-
1 140 l
neficio del todo y de las partes. A la Autoridad ell'lpece el acrecentar esta
unidad, el hacer más efectivo y rígido este orden social y el lograr que to~
d~s las energías y medios se enderezen al bien común social. Pero es im~
P9rtante insistir, una vez más, que la Autoridad es el producto ~spontá~
neo, natural, lógico de la unidad social, mas no es quien la forja. La uni~
dad social, en una sociedad humana bien constituida, debe preexistir a la
Autoridad, pués, el imponer una Autoridad arbitraria, que no responda a
una efectiva unidad social arraigada en .el espíritu de los hombres reuni"
e
{ 141 1
dad se mide el1 último termino por JaperJección· indi,Viqu(il de sus miem~
broi; de tal 'Planera, que una sociedad . será tanto m,~ perfecta y virtuosa.
ros
CUé\nto 'más contribuya, ~a la perfección y virtud de asoqados,.
. Es preciso,' sin embargo, reconocer con Maritain, que siempre es J:l:e~
cesa;ria la Autoridad y su poder de coerción por cuanto en la especie h.~
mana, el mal se dá con :más frecuencia que el bien. y este hecho proviene
.de otro: que "el hOn;lbre vive con más frecuencia según los sentidos que
según la razón". "De ahí que sea quimérico pensar - sostiene Maritain -
en una. sociedad exenta, de relaciones de autoridad y libre de toda coer~
ción, o en una organiZación de la sociedad que requiera la intervención
constante de la buena voluntad, inteligencia y virtud de la mayoría... Pe~
ro también es cierto que las coerciones sociales deben tener como objetivo
propio la dignidad de la persona humana, la conquista moral de la liber~
tad, y la recta vida húmana de la multitud; yeso en razón de la natura~
leza misma del hombre, cuya esencia no es mala SInO inclinada al
bien'? (95).
Esta facultad o derech~ que tiene la sociedad civil, en cuanto socie~
daq perfecta, de poder darse una Autoridad propia, con entera indepen~
dencia ele cualquiera otra sociedad que persiga fines exclusivamente hu.~
manos. se le denomina Soberanía política.. El Estado (o Autoridad) es la
forma concreta, es la proyección visible' de esta soberanía. La soberanía
política de la sociedad, o sea, el derecho que .tiene ésta de gobernar~e li~
bremente, equivale al derecho que tienen las personas humanas de reali~
zar qutá~quicamente sus fines espeéíficos.
B). Orig¡en Divino de I~ Autoridad.-Por el hecho mismo de tener la
Autoridad un origen natural, siendo la expresión de una manera de ser
de la naturaleza, soCial, tiene f!.mdamentalmente un origen divino, pué~,
Dios es el Creador de la naturaleza del hombre y, por consiguiente, de la
natural~za social. '
El que la Autotidad tenga su causa primera en Dios no es algo ex~
cepcional ni extraordinario, ya que todas las cosas creadas tienen en El su
origen y fin último, al cual se dirigen r~gidas por la ley eterna que ordeaa
todo el' universo creado a Dios. De tal manera, que la Autoridad no ·es
sino una de las formas prácticas de operar de la ley eterna, por cuanto
. ésta es la razón de la divina Sabiduría que dirige toda acción, todo mo~
vimiento, según la definición tomista (Som. TheoI. 1 11 q. 93 arto J).'
Pero, a esto debemos agregar otras razones y testimonios que demues~
tran el origen divino. de la Autoridad.
[ 143 J
luciones" (96). EIl. ~0115ecu~n,ci~. no .~s~)Óiico.~eia! a la Autoridad en-
tregada a una obedienciá eventual y de tan poca protundidad y dignidad
espiritual como es la que obtiene mediant~ él temor al castigo; una obe-
diencia tal, carente de· toda nobleza, IÍ~ es coñforme con la misión subli-
me y nobilísima que incumbe a la Autoridad; por consiguiente, hay que
conch.iír, que ellá exige üit respeto más a1t?, más puro, exige que se la res-
pete y obedezca con rectitud de. int~nción, lo que sólo $e logrará ;si los
~bdit08 ven en ella la depositaria de la potestad divina.
(146 i
la Autoridad no podría obligar, sino. obedec~r, no podría dirigir, sino ser
dirigida por las voluntad de. sus creadores, en buenas cuentas, no sería Au~
toridad. Según esta doctrina, dice León XIII, "no siendo los gobernantes
.sino delegados, que ejecutan la voluntad del pueblo, es necesario que todo
.se mude al compás de la voluntad de éste, no viéndose nunCa libre el Es-
tado del temor de disturbios y asonadas" (Enc. Diuturnum Illud. NQ 30).
, Por otra parte, observa Schwalm, "no Se, puede dar un. poder sino
c'uando se le posee actualmente: nemo dat q1¡od non habet. Un hombre o
una 'nación 'no delegan poderes a un funcionario oa' un soberano, sino
.cuando ellos mismos tienen eminentemente estos poderes. 'Pero la mu-
chedumbre, en el estado de muchedumbre, no posee actualmnte losdere-
.chos del poder. Ella es el número bruto de los 'individuos, no hay en ella,
pués, ningún otro poder que el poder sumado de los individuos que la
(',omponen. Por cuanto, todo" individuo es dueño de sus actos individuales
por su razón y voluntad propias; pero no dueño de los actos de todos los
otros, porque los otros sO,n igualmente dueños de sus actos. Eles dueño de '
tender al ;bien propio de Su naturaleza individual, según su fin humano;
la suma de estos pqderes indi'viduáles no produce otra cosa que una suma
de personas libres en frente de sus bienes propios, ella no posee ningúp
poder en frente del bien común ... En el orden 'del bien común, el hombre
individual tiene el deber de someterse a la Autoridad; pero, no tiene el
poder de crearla: de' su derecho' sobre sí y sus actos privados' no puede
salir un derecho sobre todos en un orden de bien superior; de que sea el
dueño de sí para el bien suficiente a su propia vida, no se desprende el
derecho de llevar toda vida hOmana a su complet() bien" (98).
La soberanía no es delegada por el pueblo, y el gobierno, cualquiera
que el fuere, no es tampoco su mandatario ni su delegado, ya qúe si el pue-
blo no Ja crea, no pue.de ser ni su prinCipio ni, su dueño. La soberanía nace •
espontánea' y naturalmente tan pron~o como se constituye una sociedad
'humana, es algo inherente, a .la naturaleza de ésta y, por consiguiente, de
un origen divino. Existe en potencialidad. El pueblo puede ejercerla por
si' mismo, en este sentido se pice que la multitud es el primer sujeto elel
poder, o hi~n, pllede. confiar su ejercicio o uso a uno o mu<;hos hombres
determinados; pero, éstos no serán ni sus delegados ni sus agentes, si~o
:que le substituirán en el poder, por haber confiado, a ellos el derecho de
soberanía en la forma práctica, que' cada comunidad establece' al efecto.
El gobernante, hombre o' corporación, investido de la Autorida,d por de~
signación del pueblo, pasa a ser ministro de Dios, en cuanto goza de .la
soberanía' que es de derecho natural '0 divino,' y substituto del pueblo,
quien le abandona, no la sqberanía propiamente, por cuanto no es dueño
de ella' y nadie puede dar lo que no tiene, sino el uso de la Autoridad que
la éomunidad totql no quiso o no pudo ejercer. Por consiguier:tte, habiendo
la comunidad confiado el ejercicio de la. soberanía a un hombre o corpo-
'ración, no puede retenerla 'para sí, 'no e's posible entregar y retener y, en
consecuencia, debe respetar a quien, legítimamente confirió el us() de la.
soheranla, de lá cual no puede ·seguír gozando., Pretender que es el pue-
'blo el que crea la soberanía, es justificar toda suerte de rebelión, pués, se-
gún un viejo axioma jurídico, las cosas se deshacen de la misma manera
,qtJ.e se hacen, y transfe~ido por el pueblo el uso' de la soberanía ~ un go~
bern~nte puede privarlo de él ta~ pronto cuanto lo desee. Y no se opong~
a . esta conclusión lógicaaqmmas consabidas frases, dichas con un tonq·
g:rave y trascendental, d~ ,que las revoluciones no son lícitas, porq,ue': "van
,contra la majestad de la ley", "son una vio!ación de la Constitución Po-:
litica", "es atentar contra las instituci()nes" fundamentales"; todo lo cual
i::arece de- sentido, pués, si es el ptieblo ~l que crea la Autoridad y lá ley
bien puede éste en uso de sus· derechos cambiar léil ,Autoridad y modificar,
]aley cuando-l~ plazca; si la leyes la manifestación de la voluntad popu-
[ 147 }
~
lar soberana puede ser derogada y abolida legítimamente por esta mlSmft
voluntad omnipotente. '
No. La soberanía no tiene su origen en la comunidad; pero, ésta pue-
de investirse a sí misma de eUa y pasar a ser el sujeto primero de la Au-
toridad. El pueblo puede retener para sí la soberanía y no designar a na-
die para que la ejerza a su nombre; la soheranÍa primera, inmediatamen-
te puede ser ejercida por la propia comunidad, sólo secundariamente, me-
diatamente puede residir en los gobernantes designados por ésta. "Nóte-
se - observa Bellarmino ~ que, esta potestad reside' inmediatamente, co-
mo en su sujeto, en toda la multitud; porque esta potestad es de derecho
divino. Este derecho no ha dado dicha potestad a ningún hombre parti-
cular, luego la ha dado a la, multitud; y además quitado el derecho posi-
tivo,' no hay más razón para que entre muchos iguales domine uno más
bien que otro, luego la potestad es de toda la multitud. Por fin la socie-
dad humana debe se'r república perfecta, lu~go debe, tener la potestad de.
conservMse, y por consiguiente de castigar a los perturbadores" (99).
Dado que en la generalidad, de los casos el pueblo no podrá ejercer sa-
tisfactoriamente por sí mismo los derechos esenciales al Poder, ha de de-
signar a quienes lo hagan por él, sin que ello signifique CJ,ue es el creador
de la soberanía.
Ahora bien, si el Poder no lo dá la colectividad sino que tiene su ori-
gen en Dios, e,s necesario, saber en qué forma se comunica a los gober-
nantes la potestad que emana de Dios. Al respecto se han formulado dos
doctrinas: una, afirma que la comunicación se produce inmediatamente de
Dios a los gobernantes, la otra sostiene que se comunica mediante el con-
curso de la comunidad. Para la primera doctrina, la sociedad no hace más
que cJesignar a las persc:mas que ejercerán la Autoridad y Dios comunica
inmediatamente el poder a las personas designadas, pués, lo contrario se-
, ría dar a la comunidad la facultad de revocar la potestad cuando bien le
pareciere, ya que el: superior es libre de retiral' las facultades otorgadas a.
otro,. Contra esta d~ctrina se ha dicho: "la potestad viene de Dios autor
de la naturaleza, en cuanto dispuso y ordenó que la misma república para
la conservación y d~fensa de la sociedad, confiriese' a uno o a muchos la
potestad del gobierno, supremo. Hecha la designación de la persona o perso-
nas que hayan de mandar se dice que 'esta potestad proviene de Dios, en
cua~to la sociedad misma está obligada por derecho natural y divino a obe-
decer al que iínpera. Porque en efecto Dios ha ordenado que la sociedad es-
té gobernada por uno o muchos" (100). La mayor parte de los teólogos-ju-
ristas se pronuncian, y nosotros con ellos, en favor, de la segunda tesis que
sostiene que la sociedad no, sólo designa a los gobernantes, es decir, pone
la condición necesaria para la comunicación del poder, sino que ella lo co-
munica realmente, h~biéndolo, por su parte, recibido de Dios. La socie-
dad sería la causa instrumental de la Autoridad. Para los partidarios de
esta doctrina "toda potestad viene de .oIOS, pero añaden que no se comu-
nica a ningún hombre particular inmediatamente, sino mediante el consen-
timiento de la sociedad civil. La razon de esto es evidente: porque todos
los hombr~s nac~n libres con respecto al imperio civil, luego ninguno tie-
ne potestad civil sobre otro; no residiendo pués ésta Di en cada uno de
ellos 'ni en ninguno determinadamente, .síguese que se halla en toda la co-
lección de los hombres. Cuya potestad no la. confiere Dios por ninguna
acción particular distinta' de la creación, sino que es como una propiedad
que ,sjgue la recta raz6n, en cuanto ésta ordena que los hombres reunidoS
moralmente en uno, prescriban por consentimiento expreso o tácito el mo-
do de dirigir, conservar y defender la sociedad. De aquí se infiere que \a
potestad que reside en el prfu¿ípE;t en el rey, o en muchos, sean nobles o
plebeyos, dimana de la (',omul,lidad, próxima o remotamente: pués que es-
ta potestad no viene inmediatamente de Dios, lo que debería constarna...
[ 148 1
por particular revelación" (10 1 ). El Compendio Salmaticense acepta esta
segunda doctrina, ya que en él se establece: "todos afirman que dicha po~
'testad los príncipes la tienen de Dios; pero se dice con más ,verdad, que
'ellos no la reciben inmediatamente, sino mediante el consentimiento del
pueblo; pués que todos los hombres son iguales en naturaleza, y por na-
turaleza no hay superior ni inferior} y ya que ésta a nadie dió potestad
sobre' otro, esta potestad la ha dado Dios a la comunidad. la cual juzgan-
,do que le sería mejor el ser gobernada por una o muchas personas deter-
minadas, la transfirió a uno o a muchos, para que' la rigiesen... tienen,
pués, los príncipes recibida de Dios la potestad' de mandar, porque su~
puesta hi elección hecha por la república, Dios confiere al príncipe este
poder que estaba 'et:l la comunidad. De lo que se sigue que el prrncip'e 'rige
y gobierna en nombre de Dios, y que quien le resiste, resiste a la ordena-
cióh 'de Dios" (102). Para Maritain "la autoridad no reside en la multi-
tud, pero pasa pOr ella en el instante en que ella elige a los que han de
ejercer esa Autoridad. Por otra parte, una vez designados, la Autoridad
,reside en ellos en virtud de cierto consenso de la multitud, por una libre
determinación vital de la multitud que ellos personifican" (103). Esta
.doctrina se puede sintetizar con una frase muy precisa de Santo Tomás:
<,'Potestas a: Deo mediante consensuhominum", el Poder viene de Dios
mediante el consentimiento de los hombres. Pero hay que tener muy pre~
sente que para esta doctrina, el 'hecho que sea la sociedad quien comunica
el Poder no significa que sea ésta quien engendra la Autoridad <;> la sobe~
ranía, pués,' ésta nace naturalmel1te por la sola existencia de la comunidad
humana; en consecuencia, es de derecho natural, lo que en el fondo ej:)ui~
vale a afirmarqu~ es 'de derecho, divino.
Como podemos 'observar, para ambas dóctrinas el Poder viene de
Dios, en lo que discrepan es en la forma como se comunica la, potestad;
,pero en último análisis sostienen la ,misma doctrínadel origen divino de
la Autoridád. Creemos, con Balmes, que '''la distinción entre la comuni~
cación mediata y la inmediata, puede tener poc'a o mucha importancia se~
gún el aspecto por el cual se la considere. Encierra mucha, ~n cuanto sir-
ve para recordar a la potestad civil que ,el establecimiento de los gobier-
:r;¡os y la determi~aci6n de si,¡ forma ha dependido en' algún modo de la
misma sociedad; y' que ningún individuo ni familia pueden lisonjearse de
que hayan recibido. de Dio.s el gobierno de los pueblos, de tal suerte que
para nada hayan debido mediar las leyes del pafs, y que todas cuant8$
,existen: aún cuando sean de las apellidadas 'fundamentales" hayan sido una
¡gracia oto.rgada por su libre voluntad. Sirve también la expresada distin-
ción, en cuanto establece el o.rigen del poder civil, comd dimanando de
Dios autor. de la naturaleza; mas no como si fuera instituído po.r provi~
dencia extraordinaria a manera de objeto sobrenatural, como se verifica
con respecto a la suprema auto~idad eclesiástica" (1 04). '
. Si la Autoridad recibe su potestacl de Dios debemos' conduír, que la
. ley humana saca su fuerza obligatoria inmediatamente de la voluntad del
gobernante, 'hombre o corporación, y mediatamente ele la voluntad divi,
na que quiere que se obedezca a. las !iutoridades legítimas y a las leyes,
justas. '
1 149 1
bierno de su agrado es el primer y más fundamental de los derechos po~
líticos y que está sometido solamente a las ex;ge~cias de la justicia y de la
ley natural (105). No hay otras hmitaciones, pl,lés, en las formas de go-
bierno nada, hay necesario, tod~s pueden ser buenas según el tiempo, lu-
gar e idiosincracia del pueblo. . ,
El Código Social de Malinas dice textualmente: "No estando provi-
dencialmente ligada la legitimidad del poder a ninguna forma de g,:>bier-
no, no puede haber monarquía, ni aristocracia, ni democracia de derecha
divino" (N<'> 40). Y en otro acápite establece: existe "plena libertad para
preferir Ulía forma de gobierno a otra, precisamente. porque ninguna de
estas formas especiales se opone en sí misma a los dictados de la sana ra-
zón" (N<'> 41).
Igualmente ~eón XIII reconoce la libert~d que tienen los pue~los de
procurar su bien común. mediante la forma de gobierno que desee\;1, ex;·
presa el sabio Pontífice: "El derecho de soberanía, en razón de sí propio,
no esta necesariamente vinculado a tal o cual forma de gobier~o; puédese
escoger y tomar legítimamente úna u otra forma política, con tal que no
le' falte capacidad de cooperar eficazmente al bien -común... juzgando rec-
tamente, cualquiera. verá que ,entre las varias formas de gobierno ninguna
hay que sea en sí misma repreJ;1sible, como _que nada contiene que repug~
ne a la doctrina católica, antes bien; puestas en práctica discreta y justa-
mente, pueden todas ellas mantener al Estado en orden p~rfecto. Ni tam-
poco es digno de censura que el pueblo sea más o, menos parti~ipante en
la gestión de las cosas públicas, tanto menos cuanto que en ciertas oca-
manes y dada una legislación determinada, pueda esta intervención no só~
lo ser provechosa, sino aún obligatoria a los ciudadanos" (Ene. Inmortale
Dei N<'> 9 y 36). Y en otro documento el mismo PontíJice dá a conocer el
pensamiento de la Iglesia, dice: "La Iglesia no rechaza ningún régimen
político de gobierno, con tal que sean en sí mismos aptos para procurar el
bien de los ciudadanos; pero quiere, como también lo ordena la natura-
leza, que cada uno -de ellos esté constituído sin injuri~ de nadie, y singu-
larmente dejando Íntegros los derechos de la Iglesia" (Enc. Libertas. N<.>
36). En la Encíclica Diuturnum Illud plantea la doctrina 'catóüca diciendo:
"no hay por qué la Iglesia no apruebe el principado de uno solo o de mu-
chos, con tal que sea justo y atienda a la común utilidad. Por lo cual, sal-
vo la justicia, no se prohibe a los pueblos el que_ adopten aquel sistema de
gobierno que sea más apto y conveniente a su naturaleza o a los ,instinto!>
y costumbres de sus antepasados" (Ene. Diuturnum Illud. N<'> 6).
Ul~mamente se ha descon,?cido la lili'ertad que tienen los pueblos pa-
ra darse la forma de gobierno que estimen conveniente, violando de este
modo el primer y fundamen'tal de los dere~hos políticos que tiene todo
pueblo, según el decir de Maritain: el derecho a constituír su propio go-
bierno. Si bien es cil:'!rto que se .ha justificado este atropello a la libertad
de los pueblos afirmando que circun;;tancias extraordinarias - así lo exigían,
pero no es menos cierto que en las gra.I}des viscisitudes históricas es cuan-
do se prueba la sinceridad del amor a la justicia y el respeto verdadero
que se profesa a los derechos de las personas Yo de los pueblos .
J 15.0
- ,1.
cío de los poderosos y de los que poseen la riqueza es una Oligarquía, cuan-
dp es todo el pueblo el que gobierna pero lo hace en favor de los que na-
da p.oseen es una Demagogfa. '
Todas las formas ju~tas y legítimas de gobierno tienen sus ventajas y
sus inconyenientes que no son del caso analizar.
, Según lo expresado, las formas de gobierno llamadas ad:ualmente De-
Inocracias e' inspiradas en los principios individualistas, y liberales, no son
propiam,ente Democracias sino Aristocracias. porque en ellas el gobierno
no está entregado él todo el pueblo y el participar en las elecciones de los
goberr~antes no es :gobernar. Si, bien el tener intervención en la ,constitu-
-;ión y forma' del gobierno es un, derecho natural del puehlo, no lo es el
gobierno democrático, en el cual las funcibnes gubernativas son desempe-
ñadas por todo el pueblo colectivamente, porque, el pueblo puede elegir
el gobierno monárquico o. el aristocrático.
Lo característico en la estructura de' las llamad,!!s Democracias poste-
'riore,s a la Revolución F n¡.ncesa es el estar basadas en lo que el historiador
chileno Alberto Edwards llama: "la desquiciadora utopía de la indepen-
dencia y división de ,los poderes", en la división del Poder en tres pode:'
r~s: e! ejecutivo, el legislativo y e! judicial. Pués bien, la razón de por qué
se constituyeron las democracias liberales spbreeste craso error político y
jurídico es, fácil de explicar. La. primera, una razón teórica, 'y es que los
doctrinarios de la Revolución Francesa, especialmente Montesquieu, in-
fluyeron grandemente en la formación de los filóso'fos, políticos y legis-
ladores del siglo XIX y, como e! citado Montesquieu' en su Obra: "El Es-
píritu de las Leyes" preconizaba esta división tripartita, fué ella adoptada
por ,sus discÍpu.los y más tarde realizada en los propios gobiernos. Pero el
motivo que indujo a Mohtesquieu a idear o divulgar esta trinidad política
es muy comprensible: Montesquieu, fervoroso individualista, comprendió
que si de un .lado estaba e! Poder, con todas sus atribuciones, y del otro
el individuo solo, aislade. eritregado a su propia suerte, sería él impoten-'
te para defender sus derechos y su lihertad en caso de que fueran ama-
gados por el Poder. ¿ CÓInO evitar que el individuo fuese ,un esclavo del
Poder? Muy fácil. Destruyendo el Poder. Y esto fué lo que hizo Montes-
quieu. Destruyó e! Poder y lo parceló en tres poderes, como quien parte
una mé\nzana, y eS,tos tres poderes serían independientes entre sí, sobera-
nos en 'sus respectivCis materias y co~ la obligación de espiarse mutuamen-
te. No deja de ser ingeniosa la solución,sólo que es una burla a los que
ejercen el Poder. En vez de darle a} Poder unidad, efectividad, agilidad1
rapide," y hacerlo responsable de sus a:ct()s; la concepción liberal lo aoi-
,quiló, lo desmembró, hizo imposible la unidad en la dirección de los ne~
gocios públicos, cada poder velaría por' sus propios derechos sin impor-
tarles si los ejercía o no recta y útilmente, se forjó un gobierno carente de
tod~ iniciativa; lento, torpe, entrabado' por mil detalles de competencia y
de . organización burocrática. y lo que es más grave se tornó un gobierno.
irresponsable, porque los tres poderes - eran gobierno pero' ninguno res:'
pondía de la realización de! bien común.' No se apercibieron los liberales
,que' lo que ellos llama,han poderes ejecutivo, legislativo y judicial. eran,
como expresa V,asquez de l\1ella, "medios necesarios para ejecutar la so-
beranía, pero ~edios comunes, y por s~r comunes, no pueden servir 'para
el
diferen<;iar nada sino paré}' ser diferenciados", 06), y que, como comen-
ta Osvaldo Lira. toda Autoridad, todo Poder por el hecho mismo de serlo.,
debe poseer cQmQ constitutivos esenciales' esas trf;'!S funcion~s; porque ,son
f!lociones del poder y no poderes. (107). ,Pero, tal vez, 'no sea muy exac-
to que los teóricos liberales no apercibieron que <;on esta división' trans-
formabim al Poder en un gigante con pies de barro, en un inválido y abú-
lico; y digo que no es muy exacto porque s~guraInente crearon exprofeso
~ste org~nism:o estatal que vegetaba pero que no obraba, para que de es-
te modo
i'l- no hubiese nadie
. que interviniera
.... en las. .relaciortes entre 108 ca-
pitahstas y los asalariados, para que a la sombra del Estado, que semejaba
un 'policía barrigón y flojo. los poderosos explotasen impunemente a los
<débiles.
Sin duda, Montesq~ieu fué consecuente' con sus princlplOs, enemigo
.de los gremios y de las cor¡>oraciones, conc~bía a~ individuo solitario y,
por consiguiente, indefenso, y había que salvarlo ¡mnque ello implicase la
destrucción del Poder. Aquí está el error de Montesquieu y de sus conti~
nuadores; el homÍ1Te no se encuentra, no debe encontrarse solitario frente
al Poder porque perece, pués, es el más débil. Son l~s grupos y socieda~.
des menores los que deben controlar al Poder y éste debe servirse de ellos
para dese¡npeñar acertadamente su misión en pro del bien comÚn. El error
liberal fué negar existencia y derechos inalienable,s a los grupos interme~
dios, fué negar lo que Vasquez de Mella llama: la Soberanía Social, qu'e
es el conjunto de derechos naturales que tienen la familia, la escuela, el
municipio, las corporaciones profesionales Y. en. general, todas las socie-
dades naturales menores.
[ .t 52 1
que la sociedad hum';1na sea auténticamente una sociedad de personas hu~
manas.
Pero, como anota M.:u.itain. la sociedad de que es miembro el ser hu~
'mano no es' una sociedad' de puras personas, sino una sociedad de perso~
nas que son también individuos, o sea, ,que el ser humano no sólo reclama
una ~ida espiritual superior, basada en la virtud y en el recto orden mo~
Tal, sino que reclama también una vida máterial digna y compatihle con
'su condición, pués, según lo dicho por. Santo' Tomás, para practicar la vir~
tud se requiere un mÍnimun de bienestar mat~riaI. No corresponde ni a la
sociedad civil ni a la Autoridad el dirigir al hombre a su fin ultimo sobre-
natural usando de medios del mismo carácter. no. eso incumbe a la otra
<Sociedad perfecta: la Iglesia; la Autoridad civil. no' obstante. debe esfor-
zaJ,"se porque exista un bien común temporal que permita a todos el llevar
una buena vida h1:lmana enéauzada hacia, el 'último fin que cada uno ha de
'lograr personalmente; pero para lo cual la persona humana exige el res-
peto a sus derechos y Jibertad por. parte dél Estado y la garantía de éste
-de que le serán\ respetados Rorlos demás miembros de la colectividad. La
,Autoridad tiene la misión 'bien definida e importan'tÍsima de ser el' guardián
-de los derechos de todos los asociados, pués, de' otro modo la vida co-
'léctiva se extinguiría. ' .
La Autoridad tiene ,la. misión de crear, conservar y p'erfeccionar el,
b\en común, peto ésto es solo un fin remoto; su fin próximo es ordenar
'todos los actos de los individuos y grupos menores intermedios hacia este
bien común del todo social; sólo entonces Se podrá decir que existe orden
'Social ya que están todos los mediOf¡ adaptados al bien común que es el
flin" social, bien común del todo social y de sus partes. Existiendo este or-
den social habrá ,paz, cuyo loiro también es misión de I~ Autoridad. por-
que la paz no es sino. la tranquilidad en el orden verdadero y profundo.
La Auto.ridad no debe 'limitarse a observar Como las personas y las
.sociedades menores tienden caprichosa y libremente al bien común, diri.
gidaspor supuestas leyes naturales, como pretenden los liberales, sino que
-es a ellci a quien corresponde propender al bien común, unifica:nd o los es-
'fuerzos de aquéllas en favor de éste. La misión de la Autoridad es una
'misión específicamente unificadora. pero sin absorber dentro de sí la ac-
tividad de las personas y de los grupos naturales, como pretenden los so-
cialistas. por..qUe unificar no es lo m;smo que absorber. pués, cOmO anota
Osvaldo Ura cqmentando a Vasquez de Mella, "la unidad supone la dis~
linción. El unificar supone que todo aquello que se vá a reducir a la uni-
dad mantiene sus propias características, y que la unidad se verifica no
por modificaciones que acarreen la desaparición de esas características pro-
pias y cuYo résultado sería la constitución de un t,odo uniforme, sino por
,la eficacia de' un principio trascendente que traslada los caracteres propios
a una existencia superior, dejánd<;>los inmutados en su esenciá:, unidad com-
pleja, multiforme; unidad de vida, superior a 'cada uno de los elementos
por ella armonizados. Uniformar es 7;elativamente fácil; unificar es muy
'td,ifícil. porque supone trascendencia y superación" (108). En su tarea unÍ-
ficadpra debe la Autoridad fomentar y resp~tar la ~isión propia d.e las
,sociedades menores y la iniciativa privada' de los hombres, realizando por
SU cllenta solamente aquello que no puede hacerlo la actividad privada de
'los asociados; úni~mente deben ser desempeñadas por el propio Estado
las funciones que se refieran directamente a la utilid~d pública, laS demás
deben quedar entregadas a los particulares. '
El que la Autoridad tenga por misión esencial el crear. conservar y
. perfeccionar el 'bien común. no impide que preste mayor atención y soli-
citud' 'a las necesidades de los económicamente débiles, que son los que
más necesitan de la protección de la Autorid~d para que sus derechos le-
.gíti!ll~S sean debidamente respetados. La Autoridad debe reconocer á ca·
[ lB 1
da uno' lo suyo, .tanto al, rico co~o al po.bre, pero la 'l!'er}lad es que el pri~
!nero se hace respetar por' sí mismo, en cambio, al segundo sólo se le res~
peta si es amparado por el Poder Público. "
Los gobernantes siendo ~inis~ros ~e Dios' para el bien, como expre~
sa San Pablo a los Roman,?s! no deben procurar su propio provech~ y fe~
licid'ad, sino que deben ser los servidor~s de la nación, buscar su bien co-
mún, defender su patrimonio cultural, sus tradiciones,. sus sentimientos, in~
teres~s y aspiracione$,tod~ lo cual sintetizan ~os teólogC)s-juristas dicien~
do = no es la Nación para el rey, sino el ~ey para la Nación, significando
con el nombre rey lo que entendemos actualmente por Estado' o Poder f>ú~
/ blico. Como usufructuarios de una Autoridad que viene de Dios los go~
bernantes deben enderezar sus actos hacia. la justicia y la virtud y deben
ser para los súb·ditos un ejemplo permanente de rectitud y honestidad,
p'or lo cual dijo Santo Tomás: {'Es imposible asegurar el bien común de la
sociedad, si ella no posee ciudadanos virtuosos, por lo menos los que go-
biernan" (Som. Theol. 1 H q. 92 arto 1). Debe el Poder Público colocarse
por encima de las divisiones y disputas de los hombres, no ser parte sino'
juez de ellas; no debe buscar el agradar a una clase, a un partido político
o a sectas determinadas, sino que debe procurar el bien de todos los aso-
ciados sin discriminaciones de ninguna especie, para lo cual es indispen-
sable que todos los sectores de la cornunidad estén representados en el
Poder Público.
Toda la misión que corresponde a la Autoridad debe realizarla me-
diante la ley, con 10 cual ésta pasa a sér el medio de acción del Poder, y
como la Autoridad, personificación jurídica de la sociedad, tiene como fin
espedfico el dirigir todas las manif~staciones de la vida colectiva hacia
el bien común, el medio: la ley, también ha de estar encaminada al bien
común, COIPO lo vimos anteriormente. La leyes el modus operandi que'
tiene la Autoridad para lograr su finalidad, es el acto de Autoridad que se
proyecta en el tiempo y se hace cognoscible a todos los ciudadanos.
Pero si ,bien es cierto, que la Autoridad o Estado debe cumplir con
el deb~r de, instituír, conservar y hacer progresar el bien común temporal
de la sociedad; no es menos cierto, que tiene la obligación de observar
Jos deberes públicos que lo ligan a Dios, pués, como observa Tristán de
Athayde, "el Estado no es una reunión de seres animales sino de criatu-
ras morales. Y un grupo de seres morales, esto es, que ~econocen implíci-
ta o explícitamente la existencia de un orden substancial, de Q.eberes y de
derechos, no puede l(~gKimamente durar sin ir hasta el fundamento de ese
orden moral que' es Dios... Para que el Estado realice todo el bien que
puede producir no puede prescindir de esa finalidad superior que eleva
tod~ las demás, 'sin 'perjudicar a ninguna. Procediendo así, no hace el
Estado más que reconocer uno de los hechos primordiales de la sociedad
de la que ~l es la expresión temporal superior: ,el hecho religioso. Y por
otro lado, procederá de acuerdo con el respeto a un derecho que le co-
rresponde respetar tan rigurosamel1,te en lo que respecta a los derechos
privados de los ciudadanos o de los grupos como en lo que se relaciona
con las exigencias del derecho natural: el derecho de Dios" ,( 1 09) .
''si' grande' y noble es la misión de la Autoridad es también grande l~
responsabilidad de los' gobernantes, no sólo como substitutos de ,la comu-
nidad en el ejercicio de la soberanía, sino también como' depositarios de
una potestad que emana ,de Dios. León XIU expone como debe proceder
un vérdadero gobernante y la responsabilidad que pesa sobre él diciendo:
"para que la justicia se conserve en' la nación interesa sobre, manera que
aquellos que administran las ciudades entiendan que la potestad política
no ha sobrevenido, para la utilidad de algún particular, y que el gobierno
de la República no co~viene que se ejerza para utilidad de aquellos a quie~
nes ha sido encomendado, sino de los súbditos que, les han sido confiad~s~
continuar
l 154 ]
ir atrás
.{ 155J
en Dios, por lo qqe Tri~tán de Athayde dice: '¡'El hombre no se explica
por sí mismó, ili el universo en sí explica al hombre, Condición eterna de
su naturaleza es su origen y finalidad divina. Cualquiera que sea la hipó~
tesis aceptada sobre el ortgen de su cuerpo (yen ese punto dejó la Iglesi~
toda la libertad a las ciencias deJa observación) lo que se afirma es sólo
el origen y el destino sobrenatural de su forma espiri.tual. El alma humana
es creaci6n directa de Dios y solamente en Dios encuentra su última ade~
cuación. Viniendo de la nada por opra del Eterno y estableciéndose en lo
Eterno, son los valores eternos los que hacen del hombre lo que es por
naturaleza. La vida del hombre, en la tierra, es un pasaje entre dos mó~
mentos de eternida~ .. Creados por Dios, el hombre guarda en su alma
el reflejo de su creador. Su origen 'rem~toes perfecto como perfecta es
en su especie, la naturaleza inici::il que recibió. El hombre no es, pués, un
perfeccionamiento de la especie, del mundo o de la sociedad. Y sí es el
)'eflejo de-una perfección suprema, de que guarda en su naturaleza los tra~
zos fundamentales. Su perl>onalidad es lo que hay de más perfecto en toda
la naturaleza. "Persona significat quod est perfectissimum in tota natura"
(Sum. Theol. 1 q. 29 arto 3). Hay, pués, para el hombre una unión per~
manente con su origen ,que es el más alto y el más puro de los orígenes.
El hombre se debe respetar a sí mismo, tanto a su cuerpo como a su alma
por ser obra de un artista totalmente perfecto. No que sea de una obra to~
talmente perfecta en sí, o que pueda llegar a la perfección por sí mismo
en las condiciones naturales de la vida. El hombre es nn ser naturaimente
perfecto, sólo por participación en la perfección de 'su origen. Somos "del
linaje de Dios", como decía San Pabro (Hechos de los Apost. 17,29).
Desde que cesa esa participación pierde el hombre toda perfección. Hay,
pués, para él hombre un modelo constante. Y ese modelo es su Creador
que preexisti6 a él, que existe separado de él 'y sobrevivirá como Eterno
que es, a su raza efímera, en la tie~ra. El origen divino del hombre le co~
munica, pués, por toda la vida de la especie y en la vida de cada miembro
de la especie, una serie de elementos que éonstituyen su ley natural de la
cual no se puede alejar sin decaer ... Si el hombre es obra inmediata de
,Dios, al menos en ~u forma substancial, también se destina a Dios, por na~
taraleza. Pertenece a la ley natural del hombre, esa finalidad. Fuera de
ella está el hombre desviado de su destino. Solamente en Dios encuentra
el hombre la plenitud de su realización. Todas las fin'alidades parciales del
hombre en su vida, todos sus deseos, todás las viscisitudes de su existencia
están subordinadas a esa finalidad última. El hombre se torna una criatu~
ra incomprensible y deformada, en su naturaleza, cuando se le priva de
esa finalidad' suprema que es la contemplación del Eterno. La vida huma-
na es una curva libre e imperfecta entre dos puntos' necesarios y perfectos.
Si~mpre que el hombre niega cualquiera de esos elementos (tanto la per~
fección de su origen y, de su fin, como la libertad e, imperfección de sus
medios) se subleva contra el orden natural de las cosas, contra su bien y
su felicidad. El bien del hombre es el cumplimiento fiel de su destino, y la
felicidad es la subordinación de todos sus actos al Bien' Supremo. Como
el destino del hombre es venir de Dios y vivir para volver a Dios, todo lo
que sea negación de ese destino, eS el mal y el sufrimiento" (1 11 ).
El drama del hombre no es otro que el tener un espil'itu, una alma,
con un destino sobrenatural que alcanzar, y el estar limitado, constreñido
en su' acción por la m&teria qtie contiene al espíritu, pués, el alma humana
al informar a la, materia' constituye con ella una substancia única, de or~
den carnal y de' orden espiritual. El hombre, comO todos los seres mate~
riales, consta de dos principios f!onstitutivos, uno determinado y el otro
indeterminado: la forma substancial y la materia prima, aquélla deterrni·
nante ,jy ésta determinable, ésta. potencia, es decir, capacidad pasiva de.
ser y de recibir uha determinación y aquélla acto, o sea, perfección y eS-
[ 156 1
caeía del ser. El hpmbre, este ser compuesto de materia y forma, espirl.
tual, qJ igual que todos los seres' materiales, es un individuo de una espe-
cie, pero se diferencia de aquéllos en que es además una persona no so-
metida a la individuación, y que constituye un todo completo y ce-
rrado. El hombre es una substancia completa. La materia que representa
cantidad, espacio, es el principio de la individualidad, por el cual el com-
pues~o hunwno pasa a ser un individuo diferente a los demás de la misma
especie (Som. Theol. JII q. 77 arto 2). La forma es el principio de iden-
tidad específica, es el factor o denominador común de todos los seres de
la especie humana y lo que los diferencia de las otras especies. La mate-
:ría .siendo pura potel).cia, vocación 'para ser,' se' encuentra entre el ser y el
no ser, y lucha contra la perfección de la forQ'lapara limitarla, para con-
cretarla, para que determine los diferentes individuos; La materia, como
,'dice Der,isi, "viene de abajo, surgiendo de la -nada sin llegar a ·ser por si
misma, como una sombra que obscurece la luz del acto de la fórma. Desde
entonces el ser resultante es compuesto de potencia y acto, qe luz y tinie-
blas. La forma, el acto substancial, viene de arriba, cOmO participación del
Acto Puro, de la ' Forma o Perfección en" sí, infinita, de Oios" (112) .
. El hombre en cuanto uno de sus elementos constitutivos es la mate-
, ría es individuo de una especie, y en cuanto logra su perfecl:ión específica
por la forma que determina y actualiza a la materia es persona. Además
de lo corporal el hombre tiene en sí un e'spÍritu que es de un valor muy
superior al mundo de lo finito: "La individualidad yla personalidad
- expresa adll}irablemente Maritain - son dQS líneas metafísicas que se
cruzan en la unidad de cada hombre. Parte una de los confines del no
ser y sube del átomo a la planta, al animal, al hombre y más arriba aún,
al AnWel; parte la otra del super-ser y baja de Dios al Angel y afhombre .•.
Hallamos aquí, una vez más, esa condición propia y ese drama del ser
humano, de ser,. según la expresión de Santo Tomás, un horizonte entre
dos mundos" (11 3) . '
{ 157 1
Ahora bien, diferenciándose los individuos, la form:a de éstos también' re~
recibirá extrínsecani~hTe ciertos ~?-racte:res difere~ciales,' porque la' formá.
el alma humana, constituye' con la materia, a la éual impresiona ontológi-
camente, una' misma substancia que es' tanto corporal como espiritual. Es
por esto que Maritain, refutando a Descartes, expresa: "El alma no es co-
mo pensaba Descartes una' substancia completa que existe por su lado:
mientras que el cuerpo es otra substancia con existencia propia de sercom-
pleto: pensamiento, la primera; y la segunda, extensión. El alma y la ma-
teria son dos co-principios 'substanciales de un mismo ser, de una sola y
única' realidad. El alma humana constituye, con la materia que informa,
una substaqcia a la vez corporal y espiritual que se llama el hombre; y co-
mo cada alma está' hecha p<lra animar un cuerpo determinado (el cual re-
cibe su materia de las célul:as germinativas de que proviene, con toda su
carga hereditaria), cada alma tiene una relació':1 esencial con un cuerp'o
determinado, cada alma tiene en su misma substancia c(3.racteres indivi-
duales que la diferencian de otra alma humana. Para el hombre, como pa-'
ra los otros seres corporales, la materia es' la raÍZ ontológica primera de la
individualidad" (11 6) . -
Por ser la materia el elemento constitutivo de la individuaci6n, el
hombre, en cuanto individuo, está' -colocado en igual jerarquía que los de-
más seres materiales indi"~isos;,, porque. considerado como individuo, el
hombre no es más que un ejemplar oe una especie, una parte Ínfima de
todo el universo creado, sometido a influencias de todos los tipos: frsicas,
biológicas, económica~, históricas, políticas, et:::. .
r 158' 1
Lo que caracteriza a la p,ersona es su. independencia y el podersubsis~
tir por sí misma, la subsistencia, es decir, la propiedad metafísica en vir-
tud de la cual una naturaleza es un sistema centrado sobre sí para existir
y óbi-ar, como la define Maritain. La personalidad es la subsistencia por' sí
mismo de un espíritu intelige'nte y libre: pero, en el. hombre es: "la sub-
sistencia 'de un espíritu encarnado que comunica su exist~ncia y subsisten~
oCia al cu~rpo que aniJ;lla", el cual subsiste, como enseña Santo Tomás, g'ra-
eias a la subsistencia del alma espiritual (1 1 8). '
Siendo el hombre, en cuanto persona, un ser racional y libre, será au-
téntica'mente una persona cuando se comporte de acuerdo a esa naturale-
za racional ylibr.e y no se deje avasallar por los sentidos y las pasiones,
'expresiones éstas propias de su individualidad enraizada en la materia y
no' en el espíritu, en el ser, como la personalidad.
. Ahota . bien, realizando el hombre una vida propia de la persona, se
encaminará al fin a que está destinado por su causa eficiente primera, el
cual no es sino la gloria formal de la Divinidad. Es por esto que la perso-
na, substancia espiritual completa, cerrada en sí misma, dueña de sus ac-
tos, Re dirige mediante su inteligencia, y su voluntad hacia el Ser Infinito,
al Absoluto, a l~ Verdad y, Bondad por esenCia, c'omo a algo a lo cual está
destinada naturalmente y a cuyo logro debe encauzar toda su vida espiri-
tual. El faro, que ilumina la marcha de la persona hacia su plenitud onto-
lógica es su propia forma substancial, motor espirit\lai que mueve a la per-
30n~ a obrar según su naturaleza específica para alcanzar así su fin tras-
cendent~" pués, aunque la persona sea subsistente y libre frente al univer-
so creado, frente a su causa final, frente al destino asignado por el Crea-
dor, que no es 9tro que la glorificación de Este, la persona humana no es
libre, debe dirigirse necesariame~te hacia su fin' último; pero, en cuailto ai
modo, a la acción, a los medio.sque ha de usar para alcanzarlo, en eso es
:libre. Lógicamente que para cumplir su .destino, espiritual y moral ha de
'servirse de medios y actos intrínsecamente honestos y morales, ha de en-
cauzar su vida dentro del más riguroso orden moral,. pués, de lo contra-
rio, corre el riesgo',' ella sola entre los seres del mundo sensible, de tron-
,char su ascensión 'bntológica y de traicionar a su Creador y de traicion~rse
a sí misma. No siendo la persona .humana su propio fin, para alcanzar su
verdadero fin último ha de conformar ;su .vida y sus actos, no a una nor-
'Illp. que ella crea y se impone libremente, sino a una norma que emana de
su naturaleza y dice relación a sU fin último, al Ser. "El hombre no puede
colmar su persona sino ,por el conocimiento y el amor, perfecto. del Ser in-
'finito, con cuya .posesión alCanza a su vez la Verdad y el Bien en sf~ últi:-
mo" fin de su actividad inmanente. El fin intrínsecod.e la persona sólo se
alCanza con el logro del fin tra~cendente" (119). . .
,'
d). La, Persona Humana frente al Estado.-T eniendo la persona hu-
mana, p~r imperativo de su CreadQr y de su ley nat~ral, que realizar su
fin último sobrenatural, es preciso que goce de la I independencia necesa-
ria para dirigir sus actos. y su vida hacia ese fin; sin q~e nadie, persona
n~tural Q moral" pueda erigirse en fin último de la' persona humaba y en~
torpecer' la marcha de ésta hacia su legítimo y verdadero destino. Aún el
mismo Dios, último fin de la' persona, respeta la autonomía de ella, mo-
viéndola no necesariamente, sino libremente conforme a su naturaleza;
Dios no busca una glorificación. ciega e irracional de la persona, desea
la adoración libre y con toda la dignidad propia de uri ser' racional y li-
bre. L~s sociedades, cualesquiera que ellas sean, no pueden exigir a la
persona una sumisión total en desmedro de su auténtico fih último, pués,
ellas están llamadas a servir a la persona en su ascensión hacia su ple-
nitud ontológica, son simples' meaios con que Dios dotó a la per-
eona para hacerle más factible la consecuclOn de su último fin. El que
una sociedad, se&. natural o convencional, pretenda arrogarse ~I carác-
ter de causa final de la persona, implica violar su naturaleza de medio al
servicio de la persona. Ninguna sociedad, ni aún el Estado, expresión de la
sociedad civil, tiene derecho a interponerse entre la persona y Dios, primer
principio y fin de ésta, y erigirse en razón última de la· persona. El derecho
que tiene la person,a a dirigir~e libremeI;lte a su destino es un derecho que
arranca de la propia ordenaci6n divina, p.or lo tanto nadie tiene la potes..
tad de obligar a la persona a conformar sus actos a una norma contraw
. puesta con s~ fin, pués, una nonn.<i t';'I, carecería de tod~ fuerza obligato~
. ria y debería ser legítimamente d~obedecida por la persona. La persona
. <aÚÍl cuando no es libre en la elección del último fin, es plenamente libre
ante el Estado respecto de la elección de. los medios que dentro del orden
moral la permitirán realizar su misión, siempre que con ello no vaya a des-
conocer la igual libertad de las otras personas. La persona ha de ser libre
y respetada por.que es la imágen, el reflejo de Dios, por lo qu~ Maritain
expresa: "El valor de la persona, su Iiberta.d, sus derechos, surgen del or~
den de las cosas naturalmente sagradas que llevan la señal del Padre de
los seres y tienen en El el término de su movimiento. La persona tiene un&
dignidad absoluta porque está en relación directa con lo ab¡:¡oluto, y que
reflejan, en cierto modo, un' absoluto superior al tiempo y al mundo, ha-
~ia el cual tienden" (120). . .
La libertad e independencia de la persona humana en la conseCUClOn
~ de su fin arranca de la pro,9ia ley natural, pués, si ésta impone a la persona
la obligación moral de ejecutar ciertos actos intrínsecamente buenos y de.
abstenerse de otros intrínsecamente malos, es porque ella tiene el derecho
o el deber de realizar su destino, y si tiene este derecho, igualmente debe
tener derecho a las. cosas o medios necesarios para ello y debe tener, a su
vez, el derec;ho a que nadie le perturbe el debido uso de estas cosas o me~
dios. Si~ndo la ley natural la impresión de la ley eterna divina en la natu~
raleza humana, con el objeto de conservar al hombre dentro del. orden mo~
ral, es de toda evidencia que nadie tiene facultad legítima para alterar la
ordenación establecida por Dios. Por otra parte, teniendo toda Autoridad
su origen en Dios, y sólo en esta virt:ud obliga en conciencia a la obedien~
cia, es lógico qti.e no puede violar I~ ley natural grabada por Dios en la
criatura racional y que impone a 6ta la obligación de practicar la virtud y~
'al Inismo tiempo: le confiere el derecho a la libertad de los medios para,
practicarla y a1canza,r así él fin. para que fué creada. Debe tenerse siempre
presente lo' expresado por Santo lomás: "Una ley humana no es vercJ.a~
deramente ley, sino en cuanto deriva deja ley natural: si en un punto se
'separa de la ley natural, ya no es ley, eS una violación de la ley" (Som.
TheoI. 1 11 q. 95 arto 2).
Pero si bien es cierto, que una persona por el hecho ele ser un todo.
una substancia completa y con un fin específico que alcanzar, debe gozar
del derecho de lograrlo libremente, sin que nadie tenga potestad para des-
viarla del orden que a él conduce, ni menos impedir su consecución de~
finitiva; no es menos cierto, que esa persona para poder llevar una vida
propiamente humana, digna de su categoría espiritual, ha necesitado, po,1"
impulsos naturales a su ser, asociarse a los demás hombres y hacer una vi~
da comunitaria teniendó en vista el bien común. Además, esta sociedad
para conservarse y progresar ha necesitado d~ una Autoridad encargada
. de unificar> 195 .esfq.erz.os de, los. 8,SQclados hacia el· biel,l común y de pro~
pender al acrecentamiento de éste. En consecuencia, la Autoridad o Es-
tado, ha precis~do reglamentar la vida de las personas en sociedad, pués.
de lo contrario,. ~sta se desmembraría, ya que cada uno velaría por sus
propios intereses y la libertad de unos iría en desmedro de. la de los otrOQ~
Ahora bien; (Cómo conciliar la li1~ertad n~tural y. propia de la persona,...
{ 160 I
i?ara cumplir su fin hascendente, con este orden que la Autoridad o E~
tado debe establecer· en la sociedad? Esta interrogante surgió tan pronto
~omo se constituyo, la sociedad humana y 6fpecialmente cuando el cristia-
nismo dignifit6 y dió un valor absoluto al concepto de persona huma--
·na. La historia de los pueblos es una búsqueda permanente de una respues-
ta a esta interrogativa y las q!le Se han dadó y puesto en práctica han va-
riado en cada pueblo y en cad" época. Y en la guerra actual los hombres
mueren con el conv~ncimiento de que al ofrendar sus vidas están contri-
buyendo al triunfo de la verdadera solución del dilema: Estado o Persona.
Ya Aristóteles fiabía planteado. l~ cuestión de la libertad de la perso-
na frente al todo st;>cial y a la Autoridad. Expresa Aristóteles que la aso-
aa<;ión pdlítica es Una comunidad; ·la dificultad está en saber hasta donde
ha de .extende'rse: Unos la extienden a todo: sacrifican la libertad, otros, la
,destruyen en'teramente.: disuelven el cuerpo político, otros, en fin, com-
.prendiendo la necesidad de, una concWaciónentre estas dos soluciones ex-
,tremas, hacen consistir la ci~ncia política en la determinación exacta de los.
derechos del Estado y de las personas. Según el Individualismó el Estado.
es para el ,i~dividuo, aquél debe someterse ~ éste y sólo tiene por misión
el lograr un mayor bienestar individual. En el lado opuesto, el Estatismo c>
'Totalitarismó, afirma que el individuo, la persona humana. y los grupos na-
tural~s menore3 se deben al Estado y su lema es: "Todo en el Estado, na-
,da' fuera del Estado y nada> 'contra el Estado"; y Hegel llega a afirmar: "El
Estado es la: substancia misma de los individuos" (121), olvidando que
, antes de ser ciudadano se es hombre y que toda sociedad humana tiene
por fin el bien de la naturaleza humana, pués, cómo· dice León XIII, "la
naturaleza no ha engendrado las' sociedades familiar y política para que el
.nombre las mirase como su fin, sino para. que encontrare en ellas los me-
• dios que le ayudasen a perfeccionarse a' sí mismo". El Estado es un valor
relativo y,)lO un valor absoluto. . .
, La verdad no se encuentra en estf\s soluciones extremas" del proble-
ma. El ho~bre bajo unos aspectos está sometido' al Estado, pero en otros
le trasci~nde. Santo Tomás expone claramente. la verdadera doctrina tan
opuesta al Individualismo (:omo ai Estatismo; expresa el Doctor Angélko:
, 'fEs manifiesto que todos los que viven en comunidad son con respeCfto' a
la comunidad como partes de un todo y como tal ordenables al bien del
todo; pero' el hombre no se' ordena a la ,comunidad política con todo sn
ser y todas S,US cosas, sino tan sólo -bajo el a!}pecto de la te~porabilidad
pública de sus aCtos. Esta ordenabilidad parcial del hombre a la ciudad
,terrestre está subprdinada, por otra parte. al otro aspecto' que tiene por fin
. único el Bi~n Increado" (Som. Theol. l· II q. 21 arto 4): Desde este punto
de vist<;l, en' que cada persona individual es a la comunidad entera como la
parte al todo. puesto que en virtud de algunas de sus condiciones propias
la persona es parte de la sociedad, ella se empeña Íntegra y se, ordena ín-
tegramente para el ~ien común de la sociedad, según lo expresa Maritain;
más continúa argumentando y dice: "Pero agreguemos inmediatamente que.
si el hombre se empeña íntegro como parte de la sociedad política, (ya
que puede tener que dar su vida' por ella), no es, empero, p~rte de la so-
ciedad política en virtud de su yo Íntegro, ni en virtud de todo lo que hay
',en él. Al contrario, en virtud de ciertas cosas que hay en él, el hombre se
'eleva íntegro por encima de la' sociedad pdlítica. Aquí viene la segunda
asercióIl, q~e completa y equilibra la priplera: "El hombre no está orde-
nado en la sociedad política ,según su ser Íntegro 'y según todo lo que es
en él (S<;>m. Theol. I 11 q. 21 arto 4) .... Hay una diferencia enorme entre
esta 'aserción: '.'EI hombre, por ciertas cosas que son en él, se empeña Ínte,:"
,gro 'como 'parte de la sociedad política", y esta otra: '''El hombre' es parte
,de la' sociedad política con su Yo Íntegro y con todo lo que es en él",. La.
primera es verdadera, la 'segunda falsa. ,Aquí 're~ide la dificultad del pro-
[ 161 j
blema, y su solución. El individualismo anárquico niega que e! hombre
se, ..eirip~ñe, ín!egro" el)viituc:l. de. c;:iertal! c9~aa.q:Ue' aMen .éJ, como parte¿
~~. la soc;:iedac! políticéi ¡ ,el t9talit!3.rismQ .éifinn(i que. e! h9.mbre. Se empeña.
Íntegro como'parte de ,l,a soci~ad polític~,. CQP. su_ ypíntegro y con todo lQ
que es e~ él. La verdad es que elhomh:re se empeña íntegro. - ' pero no.
con ~ yo íntegro -'-; como parte de la sociedad política, orden,ada hacia.
el bien pe ésta... La persona humana, se ,e,mpeña ín~egra Como parte de la.
sociedad política, más nó en virtud de todo, lo que es C,n ella ni todo lo
que le pertenece. Én virtud de otras cosas que son de elli3., está también.
íntegra, por encima de la scciedad política. Hay en ella cosas -.-' y las má$
impórtantes, las más sagradas - que trascienden la sociedad política y
atraen hacia más arriba de la sociedad. política al hombre íntegro - ese
mismo hombre íntegro que es parte de la sociedad política ,en virtud de
otra categoría de cosas... El hombre' es parte de la cq.munidad, política, e
inferior a ésta en cuanto a las cosas que, 'en él y de él, dependen, conres~
pecto a su esencia, de la comunidad política, y pueden en consecuencia.
ser llamadas a servir de medios para e! I;>ien - temporal - de ésta últi~
ma. Así, un matemático ha aprendido las matemáticas gracias a, las \nsti-
tuciones edúcativas que solamente la vida social hace posibles; y la comu-
nidad podrá exigir al matemático que sirva ~l grupo social enseñando las
matemática:s... y por otra parte, el hombre trasciende la comunidad P9lí-
tica en cuanto a las cosas que, 'en él y de él, por sutgir de la ordenación
de la persona como tal en, lo absoluto, dependen, con respecto a su esen-
cia, de más alto que la comunidad política, y conciernen a la realizacióri
- supra-tempó'ral - de la persona en tanto que persona. Así, las verda-
des matemáticas no dependen de la comunidad social, y conciernen al or-
den de los bienes absolutos de la persona como tal" (122).'
PIecisando más, podemos, descomponer esta doc.trina, la única ver~
dade~amente justa y esbozada ya por Santo Tomás, en tres proposiciones:
1) Subordinación de! individuo al Estado, como de una parte al todo, se-
gún aquello de' Santo T orriás: 'El bien común es el fin de los individuos
que viven en sociedad, de tal manera que, el bien del todo es el bien de
cada una de las partes" (Som. Theol. I II q. 58 arto 9); esta proposición
envuelve un recpazo al Individualismo para el cual el individuo es el fin
del Todo social. 2) Subordinación del Estado en su supremacía misma. a
lo que es e! bien de la naturaleza humana, pués. según lo dicho por e! Doc-,
tpr Angélico: "El fin d,e la política es el bien humáno, el mejor de los fi-
nes humanos" (123); e! individuo es e! fin del Estado, no respecto de sus
propiedades individuales, sino con respecto de la naturaleza universal por
la cual es hombre (124). 3) Dentro del bien humano, fin del Estado, ha
'de darse supremacía al bien de la personalidad, ya que como dijimos: "Una
persona es lo que hay de más perfecto en toda la naturaleza, es e! ser sub-
sistente en una naturaleza racional (Som. Theol. 1 II q. 39 arto 3); el fin
del tstado es hacer progresar a' las personas, facilitarl~s los medios para
que cumplan su fin, garantizándoles su autonomía y libertad.
Sintetizando podemos enunciar la siguiente· jerarquía: el individuo
existe para la sociedad, la sociedad para la persona y la persona para Dios.
Todo lo cual expresó poéticamente Calderón de la Barca escribiendo:
Siendo la sociedad para ia persona y ésta para Dios, s,u origen y fin.
debemos concluír que el Estaqo ha de respetar los derechos inherentes al
hombre como ser animal, substancial y racional; la función primordial del
[ 162 J
Estado es así la de garantir a cada' hombre" en el orden temporal, la· reali~
'zación de la naturaleza humana. La' person~ huinana tiene derechos ante~
i"ibr.es al Estado por ei sólo hecho de ser persona, un todo dueño d.e slY
de sus actos y, . en con,secuencia; no' es sólo un medio del cual se puede,
servir el Estado, sino un fin de éste, exigiendo ser tratada y respetada co ..
m~ tal. Los derechos' naturales de la persona humana no emanan del Es..
tado; cómo sostienen lo totalitarios oestatistas, sino de nuestras naturaleza
raciona'! y del fin para el cual hemos sidó creados. Toda oJ;,ligaCión qu.e
tenemos para con Dios, p,ara con nosotros mismos y, para con el prójimo
.se' convierte en un derechó de la persona frente al Estado. ,
El Estado debe respetar el derecho de la persona a la viqa, a su inte~
gridad corporal; derecho a la libertad física y a conducir su. vida como due N
{ 163 ]
; Estos derechos d~ la persq.na.)" algunos otros no señ~lad~s, constit~yen'
un límite que el Estado no p~ede franquear! y en casa de hacerlo, faltaría
a su misión directriz de_ la vida colectiva a fin ,de obten~r un mayor perfec~
cion'amiento' de l¡" persona humana y debe restaurar CUl;\nto antes el reape~
to a la dignidad de ésta, pués, com9 apunto en términos precisos Osvaldo
Lira, ¡'mientras no se reconozcan los derechps trascendentes de la persona~
esos que salen de la esfera del Estado, esos que emergen del nivel de la
voluntad creada para hincar sus raíces en la ordenación divina o en la na-
turaleza misma de Dios, habrá individualismo, habrá anormalidad, habrá
violencia; habrá, en una palabra, mutilac::ión del hombre" (1 26 ) . .
Todo lo expresado no quiere decir ,que se le desconozca al Estado la
facultad legítima de ordenar los actos' de las personas y sociedades meno~
Tes ha,cia la cons~c~ción del bien común. J;:l Est.ado puede y debe reglamen~
tar el uso que la persona haga de sus derechos: pués, de lo contrari9, se pro~
duciría la anarquía y el bien común sería irrealizable. La libertad termina
cuando se transforma en un atropello á' la misma libertad. El liberalismo
:p.iega esta atribución del .Estado y el tptalitarismo la exagera, haciendo al
.Estado fuente exclusiva de todo derecho .. La verdad y la justicia seencuen~·
tran e.n el punto armónico entre los derechos de la persona y el bien -;;oJllún.
V·
B}. Las' sociedades menores intermedias.-·-'Hé aquí otra de' las limita-
cioIle'sque tiene la Autoridad o Estad~ en' su acción legislativa, y que por
haber sido desconocida por la democracia liberal ha engendrado el totali-
tarismo que es una negación, más exagerada aún 'que la democracia lihera!,
de la existencia, misión y_derechos. de los grupos' intermediarios entre la per-
sona y el Estado.
tI~mos dicho, que la vida del hombre no es sino una constante ascen-
sión hacia sociedades cada vez más perfectas, es decir, hacia sociedades que
propendan a un bien común cada vez más completo. El homb~e no se en-
cuentra aislado; el hombre solitario es una abstracción. El individuo nace
'd~ntro de una sociedad íntima: la familia,la qu~ le proporciona 10 necesa-
rio para subsistir y perfeccionarse moral, intelectual y materialmente. Con·
1Jnúa la obra educadora de fa familia: la e!3cuela, el' grupo pedagógico, quien
f~rm:a profesionalmente al hombre, en términos tales que éste pueda, me-
diante la aplicación de sus conocimientos adquiridos y de su trabajo, pro-
veer a sus necesidades y ocupar un puesto en la actividad social. Las fami-
Úas que residen en una misma coml~pa constituyen los municipios c,op el fin
de propender al bienestar camÓn local, especialmente al material.. La agru-
pación de varios municipios forman la región cuyos habitantes persiguen un
bien común más amplio que ,el municipio, Saliendo de los ámbitos relativa-
mente estrechos de la región, el hombre se vincula con todos aquellos que'
ejercen qna misma prófesió~ u oficio, creándose los gremiós, si~q.icatos, las
~orporaciones y las clases sociales rectamente entendidas, . . , . . .
Es a través de todos' estos grupos menores que el hombre s~ proy~cta
en la sociedad civil, la más perfecta en el orden natural y de la temporali-
dad. La spciedad civil Roes una reLJpjóti de~ <\tOIJlQs cli~persos.~, <;le~<?rdena~
c;los; es Já. resultante de la conjunción de diversassociecf~9.~s q1.!It;1~;nas me-
nores en -el seno de l(is cuales desenvuelve el hombre su vJda, No. es algo
'simp1e, 'como' han~retendido con' Simpleza los liberales ,indiv)dJ,lalistas, es
algo complejo, es !lIgo vivo y no. algo inerte. El hombre rQ,."e~!.~ ~olo. no
'c;lebe estarlo, frente fl- la Au~orid~d,_freJ;1.!e al Estadp; ~n!Ie. §ste.,J'. los,aso-
ciados existen todos los grupos menores señalados; de lps cu~les ,ha~e¡;nos
~~ t;,rev e, ex~;n~' ¡:més: el' hl"-ce.r ló ' f on ,_ m!iyqr ,4~téijci~n' ,)~el'¡ .. :'q,~~via,r!a, .qe
4
nuestro proposlto.
L 164 ~
medio de cons~rvar la especie; de aquí nace la sociedad ,conyugal entre roa·
,xiqo y mujer.' Lá sociedad conyugal, cuyos frutos son los hijos, es la base
,orle la familia, formada por ést,ps y sus progenitores. En consecuencia, la so·
~iedad conyugal ysu resultante: la familia, son naturales a la condición hu·
,mana, y preceden a la sociedad civil, de la cual la familia constituye la cé-
lula primaria. La familia es anterior a la sociedad civil y al Estado, encon-
,trando en éste el cómplemento necesario para cumplir su misión. La socie-
-dad civil no es sino una "unión de familias", entendiendo por familia se·
,gún 10 expresado por Santo Tomás: "el grupb humano natural destinado a
conservar el individuo y la especie!! (Som. Theol. 1 II q. 105 arto 4). La
familia' socialmente considerada es una sociedad imperfecta porque precisa
;'para conservarse y progresar de la sociedad civil, a la cual se ordena como.
I(l su fin próximo; pero, biológicamente considerada es una sociedad perfec-
,ta. pués, ella' dá la vida a los hijqs y tiene preferencias naturales en la edu-
.etición de ellos, siendo la 'escuela una prolongación de la familia.
Por ser la familia, el fundamento de la sociedad civil necesita ser pro-
tegida por el Estado; en primer lugar, mediante un rob\,lstecimiento del
,vínculo matrimoriial, revistiéndolo dé la mayor seriedad jurídica y velando
por la unión indisólt;lble de los cónyuges. en segUndo lugar, propendiendo
a la mayor natalidad posible, faeilitándolés a los cónyuges la mantenci~n
.de una familia numerosa y castigando severamente todo atentado contra la.
.concepción y vida de los hij9s; en tercer lugar, garantizando a la familia el
.derecho de educar libremente a ~l,1s hijos, sin que el Estado tenga derecho
a sUplantarla en esta obra; en cuarto lugar, propendiendo a la formación
,de la propiedad familiar rodeándola de gran estabilidad. Debe repararse la
injusticia cometh:la con la familia por la democracia liberal 'al desconocq'
prácticazv,ente su existencia como núcleo fundamental de la sociedad civil y
.al negarle toda intervención' en 10sasuntoB políticos concernientes a la co-
.munidad de familias. La democracia Iib~ral ha sido, como dice T ristán de
Athayde. la muerte civil de la familia. El Estado debe dar ingerencia a .la
familia e,n los asuntos públicos o políticos, ya sea mediante el voto faffiiliar
'{) por cualquier otro' sistema, porque todo negocio de interés general es al-
:go que repercute socialmente en el seno de todas las socied~des familiarCfi.:
En general, el Estado debe respetar todos los derechos naturales de la
:familia, pués. coino observa Maritain, "de igual modo, que el, hombre 'h.
llido constituí'do persona, hecha para Dios y para una vida superior al tiem-
po, antes de haber sido. constituído parte de la comunidad política. ha sido
:(:onstituído parte de 'la sociedad familiar, antes de haber sido constituido.
parte de la sociedad política. El fin para el cual existe la familia, es el df!
engendrar y educar las petsonas humanas y prepararlas a su destino total'.
N si el Estado tiene,. por su parte, una función educativa, y si la educación
. "O se halla fuera de su esfera, es para ayudar a la famili~ a realizar su mi:-
, ",iótf'y'acomptetarJa,no<paraborrar del' niño·'su'vocaCiqn (le persona hu..
.mana y reemplazarla por la de herramienta y material del Estado" (121),¡
La familia~ además de ser el cimiento en que reposa el edificio. so~a"
tiene un hondo y sagrado sentido espiritual, porque el Sacramento del Ma.-
,trirnonio entre el hombre y 'ta, mujer semeja la ,unit$n espiritual entre Cristo
y la Iglesia. '
"
t 1651'
, ",'
ilvidad teniendo siempre presente el mQdelo queJe brinda la familia, tra~
-tando _de asemejarse a,
elhi- y de desarroJIl)r ~su l)1isión e.du~tiva lo más aj us-
tada posible a la naturaleza fcvniliar. HI'1 de existir una comunidad y con-
tinuidad de espíritu entre la Escuela y la familia, pués, lo contrario es soca-
var la base misma de la sQciedad. La Escuela cumple con su verdadero fin
s610 e,n el caso que sea una ~uté'ntica frupilia pedagógica y coopere con la
socÍedad doméstica en fa formacióll de la persona humana. Arrebatar a la
familia el derecho de educar ,a los hijos ayqdada libremente por II! Escuela
es un crimen .del cual tarde .o .temprano se arrepienten
mañas.
..' .
las sociedades hu-
I f66'J
d);:La Corporación' Frofesional o 'Cl'UPO Económico.-EI hombre en
'vittud dé la, profesión que ejerce pertenece a una clase social determinada.
":'0". gr. :, la clase de los agricultores, de los comerciantes, etc., entendiendo por
clase sociaÍ: 'üna "categoría de personas indivjduales y colectivas, untfícadas.
por, un ihterés social común" (t 3 O) . , Estas' clases sociales no tienen un ca...
. iácter exclüsivamente municipal, regional q. local. sino que poseen un ca-
!rádet nacional y en muchos casos internacional.
El concepto de clase enunciado por nosotros no tiene nada de común
con la concepción marxista de' las clases y su lucha permanente, 'como tam'-
póC'o c~n el concepto burgués s~gún el cual los hombres ingresan a un~ u
'otra clase soCial de acuerdo con el monto de la fortuna de cada uno. La
~er,dadera clase s<;lcial se constituye en 'atención a la profesión de sus miem-
'bros y no en atención ,al dinero que éStOS posean.
:' ''La corporación o el' gr~mio ~ace espontáneamente, como consecuencia
:de la existencia de las clases s~cialei, pu~, como anota Vásquez de Mella)
"desde el mOIllento, en que existan esas categorías ,sociales unificadas 'con
un fin común colectivo,; es ,natural que ,dentro de las mismas clases se agre-
lnien sus miembro.s para poder representarlas mejor y surge la, corporación'~
,( 131). La corporación es la resultante del espíritu decl,Jerpo o de coope';
,ración entre los miembros de una clase social dada_ '
Siendo las clases sociales' y las corporaciones la realización del derecho
natural de asociación, que tienen los hombres, debemos concluír,' que su eXlS-
:tencia y derechos no están sometidos ala voluntad legislativa' del Estado.
'el cual debe respetar' su funcionamiento interno. Est'ando obligado' el Esta""
do a garantizare todos IQs derechos inherentes a la naturaleza humána de lós
súbditos, debe reconocerles a éstos la facultad de poner en ejercicio el de-
l'echo natural de, asociación constituyendo corporaciones. '
Las corporaciones ,deben gozar de au,tononiía para reglar las materias
'que se refieran a su actividad propia, .solucitmarido 'directamente los proble-
mas que atañen a los intereses privados de ,sus miembros. El Estado está
""obligado a reconocer y respetar, 11; jurisdiccióri.' qué tienen las corporacione:;
profesionales sobre todos los asuntos relativos a la respectiva profesión: ln-
du~ive ha, de, tener la corporación potestad para legi'llar, administrar y juz-
gar. El conjunto qC los' derechos' naturales que" poseen las clases sociales y
, 'las corponidones >es'lo que Vásquéz de MJU<i denomina "acertadamente:' So-
, beranÍa Social, en contraposición 'c.\. la soberanía pólítica que corresponde'~l
Poder Político o Estado. ,' : ' , .,; ,~ ',,"
. No porque el Es'tado está impelido ii r,éC9I10Cer la autonomía de las cor-
, poraciones profesíonales, en lo q'ue se refiere 'a h actividad humana que re-
presentan, eno vá .~ "significar que .sean'las corpo'racio'nes quienes han de
gob~rnar; no, eso' sería un gra-ve erróf.' Las corporaciones tienen la misión
,'dedirigir la política econóinica de la hacióny de exponer ante el PoderPú-
. 'blico', las , necesidades de 'carácter' más' general 'que afecte a su'ramo e ;'indi-
carlas soluciones. Las corp.o,racionésn"oestánllamadas a dirigir, toda la,'ac-
,tividad social sino sólo la qv.e ,~tá comprendida dentr~ de su objetivo; ~<no
son órgario~q.E!_~ób~eranía política: son expresión de' sob~ranÍa social". '.
", ": Las corporaciones' en toda soeiedad.,civIl·bien organizada son :un con-
trafuerte eficazÍsimo :contra ,todos' 198 exc;esos' y atropellos deL,' Estad'o; . es
por'esto, 'que égfe sieIhpretrat~rácleque noexista,n o 'en que tengimlas me-
nores auibucipnes posibles. ,r~J;6, u'n' Estadq : n~a,l,. 'Y' sinceramente, guardador
ae los derecho~,de la:' 'persona huma.na, prOpe~de¡:áa, qu'ese formen las:'cor-
poraciones y lesreéonpcerá ampliamerit~ susderecho¡:;, porque cón 'ello es':
'ema-
tará dand'osafisfacción 'a uno <;le los prirÍ~ip~les, tleréchos' dtH boi::n.bfe;
nado de- su propía h~lturaleza racicmaIy librei~iei 'der~cho de asodaCión;
r 167 ]
.nisi6ri de procurar el bien común de lallo~dad civil, debe coordinar la ac-
tividad de todas las sociedades mé"t!.ore'! JÍ1terrn~di_~ ,~n vista delbenefi~
'-común; pero, sin que esto signifique la absorción de el~as por el Poder Po-
'lítico. El Estado, tomado como sinónim(), de la sociedad civil, no es sino la
'~ontunidad principalí'sima de que nos haiJla Santo Tomás y que reúne en su
'::seno"fodos los consorcios indicados, cOnSeIVanQO ellos, no obstante, su na~
'turaIeza y fines específicos. Al Estado corresponde una, inisión armonizado-
'l:'a de los fines particulares de "Cada grupo con la mira de obtener el bien
.del todo social. ' .
• Incumbe al Estado unificar los grupos' menores, suavizar sus roces, dal'-
ies las grandes directivas a las cuales hán de ajustar sus gestiones; mas., no
'e está permitido monopolizar para sí la misióit propia de ellos, pués, al ha-
.,::erlo, fuera de faltar al derecho natural, fundamento. de estos grUllOS, ten-
"chía que realizar tareas engorrosas que no corresponden específicamente a
,~u finalidad, produciéndose con ello una hipertrofia del Poder Político de&-
'-de todo punto de vis~a perjudicial. La principal razón de. ser QeI Poder Po~
'lítico es la de unificar las sociedades intermedias, pero de ningún modo fu..
''/Sionarse' cOIr'enas ni suplantarlas en sus fines. Tanto el Estado como las
otras sociedades gozan en mayor o menor grado de soberanía para tratar
los asuntos que les conciernen; ninguna puede interferir la obra de otra.
""Cada sociedad, soberana o subordinada, tiene una misión~~specificada por
.su propia finalidad. So pena de producir . interrupciones en la . marcha del
'Conjunto susceptibles de degenerar en catástrofe, ninguna de ellas deb.e in-
'vadir atribuciones de las restantes. Quéqense cláses,' municipios y regi~mes
-encargados de la admini,stración de los intereses de los asociados; quédese
el Estado a cargo exclusivo de unificar las admini.straciones, no uniformar..
las, y de hacerlas converger al norte común" (132).
La soberanía que poseen la sociedad civil y las sociedades menores no
es una soberanía abspluta, es una soberanía naturalmente relativa, ya q.e
'!CI>.da una tiene un campo de acción delimitado del cual no puede salinle;
incumbe al Estado el velar e intervenir para qu~ las diversas sober¡"nfa~ D;;'
'Se hagan fuego y estén todos los grupos dirigidos al bien de la comunidad
~~ . . - ,
I t69: ]
el·
'tituy"e
· '.' L ..
CiIC!rpO Místico de Cristo. prolongacióI1. viYiente-, de. 1... p~r~ona di-
'vida"de CristC;. tab~za visible dé 'csiasocledad Cspiritual.es el Pontífice Ro-
; mano; Vicario' dé Cristo en la tierra y depositario de la po~estad. dada por
Cristo' a S?n- Ped"ro : "Tú eres Pédro y soh.eesta piedra edificaré mi Iglesia;
y las puertas del infierno no prevale<;erán contra ella. Y a tí, te daré las lla-
'ves del reino de los' cielos. Y todp lo que atares sobre la tierra. sera taro':'
'pién atado en los cielos; y todo lo que desatares sohre la tieua, será tam-
bién' ,desatado en los cielos" (Sn. Mateo. XVI, J 8-20), Por consiguiente,
'la Iglesia es de origen divino inmediato. Jo mismo que la auto.ridad de to-
dos sus' ministros. La Iglesia constituye el.Poder espiritual. "Esta sociedad,
pués. aunque consta de hombres no de otro modo que la comunidad civil.
con todo, atendiendo al fin a que míra y los medios .que usa y se vale para
lograrfo. es sobrenatural y espiritual y. p~r consiguiente. distinta y diversa
de la sociedad política; y lo que es más digno de atención es que es CODL'"
'pleta en su género y perfecta jurídicamente. com.o que posee en sí misma
y por, sí propia. merced a la voluntad.y gracia de su Fundador. todos los
,elementos y factlltades necesarios a su integridad y acción. Y como, el fin
a que atiende la Iglesia es nobilísimo sc;>bre todo conocimiento. así de igual
modo. su potestad se eleva muy por encima de cualquiera otra. ni puede
en manera alguna estar subordinada. ni sujeta al poder civil. Y en efecto.
Jesu'cristo otorgó a sus Apóstoles plena autoridad y mando libérrimo sobre
las cosas sagradas. :;on facultad verdac:;lera de legislar. y con el doble po-
der emergente de esta facultad. a saber: el de juzgar y el de castigar... No
es, por tanto, la sociedad civil. sino la Iglesia. quien ha de guiar a los hom-
,bres a la patria celesti,al; a la Iglesia ha hecho Dios el. encargo de que en-
;tienda en las cosas to~ntes a la Religión y dé provisión sobre ellas; que en-
señe a todas las gentes y amplifique cuanto cupiere en su poder el imperio
del nombre de Cristo; en una palabra. que a su propio juicio. con libertad
y expedición gobierne la cristiandad" (León XIII. Enc. Inmortale Dei.
NQ,17). '
Dentro de estas dos sociedades, civil y sobrenatural. encuentra el hom-
bre el co~plemento necesari<:l a S1..I realización, ter~poral y esp~ritual y la $é!,-
tisfacción adecuada de las dos inclinaciones fundamentales de su naturale-
za: la inclinación política y la inclinación religiosa. Estas dos sociedades
,ofrecen al hombre las dos clases _de bienes que precisa: el bien natural y
el sobrenatural, el bien del cuerpo y el bien del alma. La sociedad civil y
la sociedad religiosa' semejan maravillosamente los doselemetltos ,substan·
éiales del ser humano: el cuerpo y el alma; debiendo existir entre· ambas una
'unidad similar a la existente entre el cuerpo y el alma en el ser ,humano, ,sin
que ninguna de ellas absorha a la otra, pués, ello sería rOn;tper el orden im-
'puesto., por e.I Creador de 'la natur~leza humana. '
ReSpect,o a las materias temporales. a la búsqueda del bi,en común na-
't:ural, el Esta,do. expresión de la sociedad civil. es plenamente libre para
.desenvolver su activida{l; eS,una esfera de acción Que le incumbe exclusiva-
mente. La Iglesia car~~e de . facultad p'~r~ inn;lÍscuÍrse directamente~en' ros
:rregocio$ temporales. Es al.cl'istianÍsmo' a quien Se· debe,el haber.' separado
los dos poderes y el haber conferido a la Autoridad, civil la' total, jurisdic-
idón sobre· los asuntos materiales; e,ncomendándQle, ~. su vez. la misión de
propender a la conservac~ón ~del . <;>rden joda! temp.oral, haciendo reiriar la
pa.z. y el bienestar entre los sl].bditos. Es el propio Cristo. qu'ien reconoce el
legítimo derecho de .raA~t9ridad, civil a c09rar el triButo indispensa.ble pa-
ya .solventar'los gastos"qu~ --irroga J;u gestión administrativa,. a!' responder
.a los fariseos: "Dad al César lo quecs del César. 'y a Dios' lo que es dé
Di.os". (Sn.', Matep. 2:2'. 2 1)., En 19 que~e ~fiere' a la:!:icuéstlones 'tempora-
.leS .la Iglesia, ,sus fieles. y ministios,. estáJ,l. sometidos' a :hi. 8.utbritlad civil'Y
deben dar .elejemplo de una 'übediencia :sincera y leal.' ,
L 170 ]
• "P~ro; respecto a las materias de ,ílld~le' espirit~~i'íar'gl~sia d Sociedad
sQbr,enatJÍral ha de ser tarpbién del todo' independiente, pués, -es a ella ex~
dusivamen~e a quien, corresponde el dar al hombre el ,bien sobrenatural. El
tt·:stado encuentra aquí una limitación infranqueable a su acción legislativa.
¡;V;ioJ~rla~mporta desconocer su carácter de gerente del bien común solamen-
,ie"tempor'al'y"at,ropellár1os 'derecho:;; legítimos de la Iglesia, pués; "el de-
recho de independencia y libertad es el primero deles derechos externos de
JaIglesia, la garan~ía de' sus derechos internos como religión y como culto,
y el atributo de su soberanía como sú.ciedad perfecta y completa". La Igle-
sia necesita gozar del derecho externo de independencia para poder regir
su propia vida íntima, 10 que comprende todos los derechos internos de' la
Iglesia ya que, como expresa Vásquez dé Mella,el derecho au~árquico o de
regir su vida íntima "es el primero de, los internos y de una manera, eminen-
, te' comprende todo~. 10.", de su especie, porque :Supone el derecho de magis.
, teno que comprende los de definir el dogma y la moral, enseñar la doctri-
'na religiosa y vigilar por su p'ureza, condenanclo las doctrinas contrarias;
',el derecho sacr~ental y litúrgico para administrar los Sacramentos, como'
comunicador~ de la vida sobrenatural y para regular el culto 'interno\y ex-
terno; el derecho ·jerál·quico, que los anteriores suponen, de establecer su
'doble jerarquía "-e orden y de jurisdicción para ~l gobierno. d~l pueblo fiel,
de don¡l.e se deduce el derecho, de escoger y deSIgnar sus mIDlstros y de, Te-
guIar la práctica de los consejos evangélicos aprobando y fundando Orde-
nes y Congregaciones religiosas; el dlerecho de cOmunicación entre los miem-
bros de la jerarquía con los fieles y dél Jerarca supremo con todos; el
"derecho de cristianizar o evangelizar el mundó, esto es de propagarse y es-
tabl~cerse en todas partes, que exis~e .. aunque le salga el mal con el marti-
'rio al encuentro, porque la Iglesia es, como la Redención, universal 'Y des-
tinada a cobijar-bajo su manto)a tierra; y finalmente, el derecho económico,
o sea, el de propieda,d sobre los bi~nes temporale~, que exige como medio
'el ejercicio de todos esos der~chos fundamentalesilJ.ternos desde el )Usten-
'to de los ministros, hasta las necesidades del culto y la defensa y la difp.~
sión de la doctrina" (133). Todos estos derechos ' deben ser g¡uantizacos
por la Autoridad Civil, ;més, así como todos los 'ciuc!.adat¡.os están obligarlos
'a dar al César lo que es del César, éste debe dar a Dios y a sc1IglesÍa lo
: que es de Dios, sus derechc:>s. .' .
Por lo que hemos dicho, podemos darnos c~enta; que Dios distribuyó
el gobierno de ,los hombl'es ,entJe dos pot~stades: la, eclesiá!?tica y la civU;
'dándole a ésta el ~uídado de las cOsas temPorales y a,aquélla' el de las co-
sas del· espí~jtu y sagradas., C~da' uno de estos Pbderes es: sobe~ano en su
respectivá esfera de acción" en conformidad con, su' naturaleza y Su causa'
próxima .. Pero, como ejercen el poder sóbre un mism'o sujeto y pueden pre- ,
sentarse materias mixtas que 'caigan tanto en la órbita, del Poder civil como
:d~r Poder espiritp.al, espr~ciso' que' haya entre ellos', deHa ,uruón" ,'(cierta
: trabazón' ordenada~ trabazón íntima,; , ,que no sin r.azón se c'onipar(i,a' 'ta, del
,tilma con el cuérpo 'en el ho'mbr~. ·'parl.;\, Ü1,zg.,¡;lT cjl,á!lía,ycuál,sea:*qu'e,iIa
unión, : forzoso se hace atender a la naturaleza de cada una de las dos 50-
bel'anías" relacionadas así como es dicho, y tener cuenta de la excelencia y
nobleza de los objetos para que existen, pués que la una tiene por fin próxi-
, mo y' principal el cuma. dé los intereses caducos y deleznables de los hom-
bres, yla otra el de procurarles los bienes celestiaÍes y eternos" (León XIII.
Ene. Inmortale Dei. NQ 2 O). '
, . Para resolver a quién, le corresponde la preeniinencia en las cuestiones
J1:¡ixtas, hay que tener presente la escala de Valores y la jerarquía .de los
~ines; 'es a -lállIz: de ellas que hay que rec~,nocer a la Iglesia o Poder espi~
ri~al- el: derecho .de primacía' sobre el Poder civil, 'por cuanto el fin perse-
guido ·pdr acjilél' es :de un orden superior al perseguido 'por éste,' Teniendó"
la Iglesia por finalidad encaminar' a l~ persona humana a l~ obtención
[ 171 1
.de lIUde$tino sobrenÍltural h~ de. tener-téU.npién la facultad de impedir fa
,~~~ncia 4~~ c\1alq,!ier . ob~táculo . que . ~ . inte!pqng!). entre I~ persona y su
'destino e~pintual dado que los objetivos humanos Son medios conducentes
:~l fin sobrenatural, y "quien cuida del fin. debe .necesariamente cuidar de los
médios aptos para cons~guirlo". La subordinación del Poder civil al Poder
. espiritual en las cuestiones que atañen a ambos no es sino la sumisión 1.-
'.gica de la carne al -espíritu. de la materia a la forma, del cuerpo al alma"
'de lo temporal a lo sobrenatural, de lo finito a lo infinito. Mas, el Estado
--,está súbordinado sólo en cuanto a lo que se _refiere al orden sobrenatural,
"en cuanto en el orden natural puede haber un medio necesario que se uti-
lice o un obstáculo que ~emueva para la consecuc,ión de su fin tiene la Igle-
-Sia esa suprema potestad" (1 34) .
La aserción anterior no importa sostener que ha de .ser la Iglesia la que
-deba substituir al Poder civil y dirigir directamente a la sociedad civil; nO'j
{ 112 1
CAPITULO QUlNTO
a}. Los •
inferiores deben obediencia a los superiores.-Aunque todoa
los hombres son por naturaleza iguales, sin embargo. algunos por estac re"
( 174 1
vestidos con la Autoridad son superiores jerárquicamente. a los súbditos.
~1,Iienes .'Voluntariamente los han constituídos 'en dignidad para que rijan 1&
vida colectiva. encauzándola hacia el bien común de la sociedad; mas,. ex.,.
preSa 'el Doctor Angélico: "así como las acciones de las. cosas nat:urales pro,-
.ceden de las poteqcias naturales, así también las operaciones humanas pro~
ceden de .la voluntad humana. En las cosas na!:'.1rales fué conveniente que
las superiores' moviesen a las irrferior~s.,a sus .acciones respectivas, por la ex·
celencia de la virtud natural que Dios les ha dado; y así es necesario tam. . .
hién que ,en las ..cosas .humanas los superiores muevan a los inferiore..'l por
.medio de la voluntad, en fuerza de la autoridad ordenada por Dios. El mo ..
ver,por medio d~ la razón y de la voluntad ~s mandar; y 'así comO' por el
mismo orden' natural instituíd o por Dios, en la naturaleza las cosas inferio~
~es están por necesidad sujet?s a la moción de las superiores, así también
.,en las humanas los inferiores deben, por der.echo natural y' divino, obedecer
:'"l sus superiores:' (5). .
El mismo Santo Tomás 'se encal'g::\ de. enseñar a los cristianos que la
oObediencia a la fé. y mandatos de Cristo no se 'Oponen a la obediencia a las
potestades seculares, sino que muy p01" el contrario han de ir unidas. Dice
,el Aquinatense: "la fé de Cristo, es el principio y la causa de la ju¡¡ticia, se-
gún ,aquello de la Carta a l~s Romanos, cap. 3: "La. justicia de Dios por la
fe de Jesucristo"; y así por esta fé no se quita el ord.en de la justicia, sino
:más. bien se la afirma. Este orden requiere que los inferiores . obedezcan a
sus superiores; pués, de otla manera Q-O podría conservarse la sociedad hu"!
:mana; y por esto la fé de Cristo no exime a los fieles de la obligacióp de
.obedecer a las potestades seculares" (6).
[ t 75 1
to en que existe -en una sociedad un poaer constitUido y puesto a la obra.
el interés común se encuetitr-a ligado a ese poder y se debe, por tal raz6n~
aceptarlo tal como eS, - respetárlo y estar1e sometido como a representante
del poder que viene de Dios" (7).
[ J 76 1
Siendo el fundamento de' la Autoridad civil la propia potestad divina
,"la aut()ridad de los príncípes reviste un carácter sagrado más que humano ..
y está regÚlada para: que ~no ofenda los derechos de la justicia ni abuse del
poder mandando lo pernicioso o ilícito; la obedie)lcia de los ciudadanos tie'~·
l'ie~porcompáñeras la horihi y ladignidad, porque no es esclavitud oser~
Vidumbre de hombre a hombre, sino sumisión a la voluntad de Dios, que
rdíla por medio de Jos hombres. Una vez que esto' ha sido entendido, la
cOt:J.ciencia comp~ende. al momento que es' un deber de justicia el acatar la
majestad de los príncipes, obedecer constante y lealmente a la pública au-
ioridad, no obrar nada con espíritu de sedición y observar rigurosamente
las leyes del Estado" (Ene. Inmortale Dei. León XIll, N9 23).
e) ~Hay que dar al CéJ;ar lo' que es del César.-Por fin, ~ ~l propio
Cristo quien nos enseña práctic~mente el. obedecimiento a las. potestades se-
culares al pagar el tribu,to al César y. al responder a los fariseos que' capcio-
.samente le interrogaban si era lícito pagar el. impuesto: "pad al César io
que es del César y a Dios lo que es de Dios". El César romano representa.
en este pasaje al Poder Civil de todos los' tiempos y de todas las naciones
. y ante el cual se sometió el mismo JeslÍs. Lo que debemos al Cé!¡ar, al Po-
der Público, es la óbedienéia y el cumplimiento de sus l1}.andatos.
Quien no presta acatamien~o a la Autoridad legítima 'con aquella pu-
reza de intencióñ y con la humildad, de Cristo no puedeAlamarse su discípu-
lo. Quien sobreponga su soberbia a la obediencia a la Autoridad .legítima
que vela por el bienestar de la comunidad no es digno de usufructuar de
'ía sociedad. . . '
. .' Estas 'palabras de Cristo y la; razones anteriormente expuestas nos de-
. muestran' ql,le los cristianos no p'rédicaron la obe'diencia al Poder Civil sójo
cuando éste les fué favorab.Je,como sostiene. por ig~orancia o mala fé Leo-
poldo Alas (9), sino que cm medio de las persecuciones ~ás sangtJinarias
los cristianQs 'profesaban siempre la doctrina. del origen divino del Poder y
oe la sumisión's éste. Baste sólo citar los servicios prestados al Emperador
Romano por la LegÍón T ebana, formada exclusivamente por crilltianos,' la
cu.al dirigiéndose al Emperador MaxÍn'lino le dice en bellas frases: "Somos.
vuestros soldados,. pero somos al mismo tiempo servidores de. Dios, y no
podemo~ obedecer vuestras órdeq.es, cuando son contrarias. a las suyas, ni
renunciar a nuestro Dios, nu~stro, Creador y Dueño, que ,es también el vues-
tro, aunque vo~ no lo quisicSrrus. Mientras no se exija' de nosotros cosa. al-
guna que pueda ofenderle, os obedeceremos como hemos hecho hasta aho~
ia; de otro' modo le obedeceremos a El ante que a vos. Sólo El es preferí...
"~le a nuestros ojos a vuestra autoridad, y sería ultrajaras dar a otro la pre-
ferencia"( 1 O).
Hoy como ayer y comO' mañana t~s cristianos han de obedecer a la Au-
toridad legítimamente tonstituída, aungue ella esté inspirada en. principios
contrarios a la fé criaiana, pués, "l. quiénes eran los que gobernaban como
(~ininistros de Dios", en .el imperio romano, cuando Pedro y Pablo, asesi-
nados por u,s Emperadores I'om~no~, exigían reverencia y somet.imiento
leales a lo!! poderes cons'tituídos} t Estaban los Apóstoles, inspirados por el
f:spíritu de V erd~ y fuerza, "en la luna" de Jos acontecimientos qu~ los
~nterraban ·en las Catl'lcumbas subterráneas para poder ofrecer el sacrificio
jo' venerar a sus millares de mártires} ¿No era dtipo más acabado de la ti":.
l'anía "insoportable e injusta ejercida por la Autoridad legítima, el de Ne.
tón. Tiberio, Calíg\Jla. Claudio ~ De esos monstruos asesinos, lúbricos, in.
"~endiarios. corl'U;ptores de la sociedad entera, matadores' de cristianos. <lis-
puestos a "borrar el nombre cristiano de la tierra" (Tertuliano) ;de eUos dI-
ten los Apóstoles, que deben recibir .la obediencia, la sumisión leal, Ja: re--
:-yerencia, el h090r 9.~ los cristianos, sus más fieles l~ionario8 como Mauri~'.
t H7.J
índice
cío; como Sebastián, sus mejores ciudadanos; porque los VICIOS y las injus-
ticias .viénen de los hombres, pero el poder viene de Dios" (1 1 ) .
~ntes d~~ terminar- hémo~ d~advertirque l~ ob~diencia y ~~espeto· al
Poder Legítimo no sólo ha sido exigida y. practicada por . los cristianos, pa.:,
m quienes la sumisión a él era consecuencia natural del origen divino de la
potestad, sino que aún filósofos paganos han enseñado que se' debe acata-
miento a los gobernantes y, aún más, que se les debe amar. En efecto, Ci-
cerón expresa: "Preséribamos, no solamente a los magistrados como es pr~
ciso ordenar, sino a los ciudadanos como es preciso obedecer. Porque aquel
que ordena bien tiene necesariamente que obedec er algún tiempo, y aquel
que tiene la sabiduría de ia obediencia parece digno 'de mandar u~ día. Con-
viene que aquel que obedece espere mandar algún aía, }: que el que manda
se acuerde que luego él ~déberá obedecer. Pero es poco someterse y obede-
cer a los magistrados, prescribamos todavía que se les respete y se les ame"
(12). . . .
[ 179 1
ficientemente propuesta, y porque' no obliga a cada uno sino en cuanto sor.
partes de la comunidad; por tanto, 'para que obligue, debe proponerse a
la comunidad, lo cual es ser promulgada" (1 5) . .
Es evidente que para obrar libremente se necesita un conocimiento pre-
vio, y como el hombre es un ser racional y libre, ha de cumplir la ley en
forma también libre, para lo cual precisa conocerla y poder así determinar
su actitud ante ella. Por ~tra parte, no mandando generalmeñte 11\ ley civil
$610 lo intrínsecamente bueno sino que legisland,o muchas veces sobre ma~
terias que sólo remotamente se refieren a la léy natural, es evidente que los
súbditos no pueden conocerla apoyados únicamente en la razón; precisan
de una noticia externa e mequívoca que les dé certeza sobre el pensamien-
to y voluntad del legisiador: Nadie puede c:1\tar obligado a lo que no co~
noce y respecto de' la ley debe tra~arse de' un, conocimiento público, pués,
la ley no obliga cuando sólo se tiene un conocimiento privado de ella. El
súbdito es responsable de la infracción de la ley cuando libre y voluntaria-
mente la ha violado, ,y obra con libertad únicamente cuando sabe lo que
ha de hacer o evitar, es decir, cuando la ley ha llegado hasta él mediallte
la promulgación y publicación de ella.
En cuanto a la forma de hacer la prcmulgación no hay nada necesario
y todo queda entregado a la costtimb(l~ y al Derecho de los pueblos; pue-
de usarse la escritura, el pregón, la radio, etc. Pero, en todo caso, el legis-,
lagor deb~ usar la forma que haga cognóscible la ley al mayor, número de
súbditos y si es dable a la comunidad entera. •
El efecto que produce la promulgación es hacer obligatoria la ley des-
de ese momentc, tanto respecto de los que efectivamente tuvieron conoci-
mi€'nto del texto legal come de aqudJos que no se enteraron de él. Después:
,de la promulgación l1adie pu€'de alegar ignorancia de la ley. La ignorancia
de, la ley no excusa su cumplimiento. Se ha recurrido a esta ficción, en vir~
tud de la cual la ley se, supone conocida por todos, para evitar los males
mayores que resultarían de aceptar la ignorancia de ia' ley como causal de
exenci6n de ella, pués, en el hecho todos alegarían tal ignorancia o desco-
nocimiento. Hay que observar eso sí, que moralmente no puede imputái'se-
le violación de la ley a quien realmente no ha tenido ,"onocimiento de ella;
la ficci6n pierde su valor moral cuat"rto se, corre el riesgo de conculcar la
justicia por aplicarla integralmente. \o- ,
La l€'y promulgada actualmente y ante los súbditos que vá, a regir es
obligatoria no sólo para los presentes, para los que viven a la época de la
promulg~ción, sino que' también par~ el futuro, para los que han de venir,
pués, 'como generalmente la publicación de la ley se hace por medio de la
escritura, ésta es, al decir pe SaÍlto Tomás, una continua promulgación. 'En
Jos casos en que no se use la escritura, la tradici6n se encargará de promul·
gar permanentemente la ley. ' ' , ' "
Una vez promulgada la ley por ese solo hecho es obligatoria, no ne-
cesitándose la aceptación 'por parte de los súbditos, ya que co~o dice Suá-
rezo "no es de la esencia de la ley ni conviene formalmente a ley alguna,
antes p~gna de algún modo con la razón de ella, pués de esencia de la ley
es que tenga fuerza de obligar; mas si pende de la aceptación de los súbdi~
tos. ya no obligaría precisamente ella, sino QUe los mismos súbditos se so~
meterían a la ley voluÍtta~iainente. Si, pués, ~lguna vez se requiere la é'cep~
tadón del' pueblo, o es por "la imperfecta potestad del príncipe, que sólo
con esta condición y dependencia recibe la potestad, o es por la benigni~
dad del legislador, que, no quiere usar de su absoluta potestad" (J 6)'.
. b). La Ley Civil ha de ser conforme a la Ley Eterna y a Ja Ley Natu·
ral.-Viniendo la Autoridad de. Dios es lógico que las leyes que promulgue
no deben oponerse y contradecir a la ley Eterna, pués, ello ~uivaldría a
detltruír el tirden impuc:8to,por la razón divina en virtud del ,cual todas las.
{ 180 )
, "
<osas- cread.as son dirigidas a 9US xespectivos fines. "La ley humana - tx~
presa Santo Tomás - ' en tanto' tiene razón de ley, en cuanto es conforme
.a la 'recta razón; y según esto ,es evidente, que se deriva de la ley Eterna"
. (Som. Theol. 1 Il q. 93 arto 3). La ley Eterna es, corno anota Cicerón, la
primera y la última ley, todas las demás tienen su fuente en ella y deben es-
'\tar dirigidas a ella como a sU fin propio; la fuerza obligatoria y la virtud d~
..las leyes civiles depende de su armonía con la ley Eterna. '
Lá Autoridad proviene de Dios y debe ayudar a la conservación del
'Ordenamiento impuesto por el Creador. Pero, es e.Jidente que el Poder Civil
s610 tiene 'atribuciones en lo referente al gobierno de los hombres y de las
.cosas que les están subordinadas a éstos. careciendo de la potestad nece-
saria' para regir el resto del universo creado. La Autoridad debe, traducir,
'por medio de sus leyes, los mandatos de la ley Eterna en cuanto ésta se re~
Iaciona: con el hombre, es decir, de la Ley Natural, ya que ésta no. es' sino
la ley Eterna grabada en las, entrañas substanciales del ser racional.
El Poder al promulgar la ley ha de tener siempre presente que -el con-
:glomerádo que gobierna es una comunidad humana y que por lo tanto las
leyes a las cuales vá a estar sometida deben ser leyes ,acordes con la' natu-
,ralezá racional humana, con la ley que dirige la actividad moral delhom.-
.bre, o sea, con la ley Natural. Toda ley Civil precisa armonizarse con la ley
Natural, pués. en caso contrario no es ley humana obligatoria, por cuanto"
ninguna Autoridad tiene potestad para imponer al, hombr('! uña ley contra-
,ria a su naturaleza l:aciopal creada por Dios. Correspondiendo e!specífica-
,mente a la Autoridad gobernar y r~g1ar la vida colectiva. a fin de que el
hombre encuentre en ella el complemento necesario Él. ,su perfección y los
,.medios indispensahies para la "consecución de ,su último fin, no puede líci-
tamente pervertir estos medios y hacer imposible a éste el logro de su des~
tinq final. • ', -.,
Siendo la ley natural una ley de origen divino, COíno"hemos visto, exi-
',ge ser respetada por toda ley humana ya que ,,-el Supremo Legislador' es Dios
y la ley primaria y. fundamental respectó del, hombre es la ley natural, de
ella arranca todo derecho y todo deber, tocando sólo a la ley civil el pre':'
..cisarla y el concretarla para casoS particulares': ya sea ppr vía de c'onc1usió'ú
''O por vía de dete--rmÍhación, ya sea' que provenga inmediatamente de ella:
'0 se derive sólo mediatamente. Las leyes civl.les que están en colisÍón con
la ley natural carecen de toda justicia y honestidad,' 1)0 siend~ 'en conse':
cuencia, obligatorias porque. según enseña Santo TOmás, en 'tal ,caso, no són ~
leyes sino violencias. .'. ' , , ' "
, San Isidoro sintetiza este requisito de la ley, civil diciendo: "que ha de
ser convenie'nte a la disciplina" (1 7) .. po~que' la ,disciplina comprende ia
,.:formación de nuestras costumbt,es y 'ella se ha de dár a los hombres segú.n
.su naturaleza; . ' , ,
Ciceró~ sabiamente ,expresa que la leyes legítima en cuanto está' de
acuerdQ con lá naturaleza ~no depenp.iendo su' justicia <lel hech'o 'de ,haber
sido dictada por el Poder Público ni de la utilidad que reporte a~uien la
gU'arda; dice el filósqfo romano: "Otro absurdo y el más fuerte, es' el ten.er
,¡Mr just<:> todo lo' que' es,'ordenad o por las instituciones ,o las leyes de' lo?;
pueblos... No, no existe sino un solo derecho, al cual fué', sometida la socie-
dad hu~ana, y una sola ley instituída: está leyes la recta razón. eri' criañtó
ella prohibe u ordena; y esta }(:y, escrita o no, quienquiera que 1~' ignora es
injusto. Si la justicia es la observancia de las leyesescntas y de' las institu-
:eiones mlciónale~. y si. com~ l~ sostiene la misma gdnte o.os de la escuela
e;:r:enaica y los epicúreos). 'todo debe medirse por la 'utilidad; aquel que
Ie;rea.. que la cosa.le 'aprovecha. descuidará las'leyes, las viqlará Si ,pue~.,U
'justicia es, pués. absolut~ente nula fli ella no está eiÍ la naturaleza:' funda:
.da sobre un intereSo un, interés' contrario las destruye. Sobre todo si la na~
4tJraleza· no debe, confirmar el derecho. todas las Virtudes serán disipaq~s.'"
[ 181 1
:Ú8). En otra parte Ci~erón _insiste en que la ley civil.requie.re estar basada
en la naturaleza racional del homore y en la ley que nge a esta. no bastan-
'do para 1!l legitimidad de la leY el que haya sido promulgada por la Auto-
'¿dad Pública. "porque si las voluntades de los pueblos. los decretos de 108
'jefes de los Estados. las sentencias de los jueces fundasen el derecho, el ro-
bo sería de derecho, el adulterio, Jos testamentos falsos serían también de
¿erecho. desde que se tuViera el apoyo, de Jos sufragios o ·los votos de las
;multitudes. Si hay en las sentencias y en las voluntades de los ignorantes
.un poaer tal que por sus sufragios perviertan la naturaleza de las cosas,
;i por qué no decretan eUos que lo que es malo y pernicioso sea en el futuro
tenido por bueno y saludable} ~por qué la ley que de la injusticia puede
hacer algo justo, de un' mal no podría ella hacer unbien} Es que tenemos,
para distinguir una buena ley de una mala, una regla, una sola regla, la na-
,turaleza. Y no solamente el derecho se determina según la naturaleza, sino
también la honestidad y la tOrPeza en genéral; porque es una noción que
el sentido común nos dá, y cuyos' elementos se han incoado en nuestro es-
piritu. para que la honestidad sea puesta en la virtud., y la tOrPeza en los
;vicios. ES así que. hacer depender esta noción de la opinión de cada cual
o de las multitudes. en vez de colocarla en la naturaleza, es de un demen-
,te. La bondad misma de un árbol o de .un cabaJlo. como decimos abusando.
de la palabra. no reside en manera algurla en la opinión. sino en la natura-·
lltza: si es así. la distinción de lo que es honesto y de lo que no lo es reside
en la naturaleza... Si la virtud. en general. se basase sobre la opini6q,. in di-
;vidual o colectiva. sería lo mi~mo en las 'virtudes particulares ¿ Quién juzga-
:rá. pués. que un hombre es prudente. hábil. no por su conducta misma. si-
no por un juicio externo} La virtud no es sino la razón perfeccionada y la
l'azón está ciertamente en la naturaleza: la honestidad, en general. se en-
f.!uentra también allá" (19). 'Magnífica es esta respuesta de Cicerón a aque-
llos que hoy como ayer han querido fun'dar el bien y el mal en "la vol un-
.tad soberana del pueblo". quien PIlSB a ser el peor de los tiranos no sólo
ñsica sino también moralmente. Como se- puede ver por las palabras del
:filósofo ya en su tiempo se con()cía la aberración de la, soberanía popular.
que "algunostrasnochados consideran como la gran conquista de los siglos
XIX y xx. y' en virtud de la cual se juzga que lo que desea la mayorÍh
,del pueblo es lo bueno. lo honesto y lo justo; basta que una ley sea "la de-·
~Iaración de la voluntad soberana" para que se la ·considere legítima y obli~
~e a BU observancia. .
Para Cicerón ~ para todos los que alca~aI1 _a comprender la esencia
de la Moral. del Derecho y de la Ley, la bondad- de ésta no debe funda~
mentarse en la voluntad caprichosa y omnipotente de 'las muchedumbre••
mno en los valores absolutos de la I~y EtezPa, expresión de :ll razón orde-
nadora divina que gobierna el ~undo creado, y en la . ley Natural. impresión
dé aquélla en el ser raciona], pués. son eilas las que dirigen a los seres crea-
~os ha~ia los fines propios de la naturaleza específica de cada cual, Y. res-
pecto de] hombre. la bonda~ de ]as cosas en general y de las leyes en el-
pécial se mide por e] mayor o menor acercamiento que producen entre ia·
,~ y su fin último trascendente. La ley más perfecta será aquella que mejor
iie adapte a la naturaleza racional del hombre y la que le encauce más di-
rec~Jnente hacia la conseeución de su último fin. es decir, la ley Civil que
ttea más confor~e con 11:1 l~y Eterna y con la ley' Natural.
, "
. el.Laley ~Vi1 ha de estar dirigid~ áI Bi~n Común.-Est~ es un requisi-
!o ~e~ciªlde la Jey y .9!l~ ~tá contenido,en,]a d~finición qu~ d~ ella dá
Santo Tomás y que anali?!ªffl()gen páginas anteriores: Es esta una 'cc>ndicl6t:l
~ede~'~ cUmplir ~ocfa ley promulgada por Autoridad legítima, pU:és, 'cÍe·· (0'.'
~tr~ó n,~ ~.I/Y' ' ., .,... .. . .., ,. . . .,.. ...
1 182 f
,La ley que sólo mira al interés privado de los goberaantes no es una
l~r legítima y obijgatorÍlt y éstos de mini$tros de. Dios l?ara el bien cQmún.
\\Se transforman en tjrano!!. Un mandato de Autondad dIctado en provecho
¿e. a1gUllos particulares no es propiamente ley, por cuanto no está dirigido
~ bien común, aunque en .algunos casos puede dirigirse indirectamente al .
. pien d·e la comunidad; cuando algún precepto beneficia sólo a personas pri-
yada$ no es estrictamente una ley, sino un privilegio.
'. Al dictarse la ley h!! de hacerse en t¿rminos generales y en interés· co'"
mún, tratando· de, imponer a· cada UllO las obligaciones y deberes que le ca..
,",esponden en justicia. tomando como' base la igualdad esencial de todos
)QS hombres. pero considerando. a la vez, las desigualdades accidentales dl)
te:,d Q g~nero que entre ellos existen.
~,. Para que se pueda exigir a 109 súbditos obediencia a una leypromul-
~ada por la Autoridad legítima es 'Precise que ella responda a una necesi-
dad social. es decir, debe tener por objeto- perfeccionar las relaciones entre
los miembros de la comunidad. evitando que se produzcan conflictos de in-
~e~eses contrapuestos que irían en perjuicio del orden social que requiere
toda colec,tividad para progresar. La ley sólo tiene razón de ser cuando su
.existencia es solicitada en forma imperiosa para evitar un mal social que im-
:Pida a la comunidad servir efectivamente de medio para .el perfeccionamien-
t~ del hómh're. ' . . .
La .ley no ha' de contentaráe con. tratat de subsanar un mal sociar sino
~ue debe ir más allá propendiendo al acrecenta~iento del bien ~omún. de
"-tal 'manera· que lo~ asociados encuentren en. la vida colectiva todo el apo-
yo y complemento necesario para su ascensión material y espiritual y poder
'~sí alcanZar su fin sobrenatural propio a su esencia humana. .
· ... ·-Por 'otra parte, la misión de la Autoridad sótose circunscribe. come>
J¡emos visto, al 'bien <:omún. su existencia sólo 'se justifii:a en cuanto es lazo
· ~e unión de todos los asociados para laborar por el bienestar colectivo; en
· ~ónsecuencia•. no puede promúlgárninguna ley' que no mire al bien cómún.
~" .. Toda ley que no tenga por fin ell bien camÓn no obliga:; por el contra..
Tio, la ley ql,le: ~8tá dirigida al bien' común obliga· moralmente. pu,és7"'''todo
individuo. todo ciudadano,· no es más que una parte del todo sócÍai. ComO'
tiSf~e~ naturaJmente está subordinada al todo; el bien de .1a colectividad es
itnterior al bien de Jos miembros que la componen. Las leyes. si son justas.
pót'fuéna ~aBde recaer 90bre los súbditos ordenándoles al bien común, ~
·:bien de la Ciudad. Paz:' 10 mismo. pués. que los individuos están 'obligado"
". ceder de subien en favor d~l bien público, por eso' misrllo están obligado$
• cumplir· aquellas leyes que son dictadas con visias a ese. bien público. L~
parte se·de1:ie al todo;d individuo se debe a la sod~dad. y exonerar a lolt
¡ .úbdJt~ del deber de cumplir las leyes emanadas' del poder soéial. éq'ui':'
i d). La le,. civil ha (fe ser justa.-Todos 19s requisitos señalados y loe
que ~ncficare~os más adelante, podrían cQmprender~ al decir, que la ley ha
,!{-r.. ~rjústaf p'~ró•. ~lha?laraquí ele laj~stic~a' de la ler lo ltl)remoa en un
~tido estticto•.estable<:lendo, que .para q~e la ley 'obligue ha de guardar
t~ ~ jü~ticia .con.mu.l~Uvá. ,la distr'ihl,ltiva· y la. iei~al~o social.· . . . '
~:;".:.t.~."lu~ticia Conmutapva e~ '~quelIa qü~ rige las. relaciones entre partes
yen.' Virtud de la cual las prést8ciones que se hagan éstas entte !!oÍ. han de
.ei' equivalentes •. ' ninguná . parte puede exi~r:·.8 .Ia otra un~ obligaCión más
9.~~q,~. q~~ ~qúena quec~ntrajo, c:ed~ uná de las partes:' J;Ji tampoco puede
~9gisrse" un crédito sup,erior' al que .Ie co.rr,esfl0lJ.~e ~gún:la confC-enció~;
~licando estos conceptos. que son de. jUl!ti~é\ privada. " las relacione. en-
tre gobemantes y gobernado&~ podemos decir. que ésto!!. únicamente eetán
Obl(g.dot a obedecet' 1.. leyes si ·son dietadwLpor aq~~1J~8den't,r<:! .dé 1Q!
~ ,..'" • :',. ., • ' •• "- ". , ~. _~" • • 11 ., \.':='. ~ y' •. ""', ' >,. > ': . < " "::.
'·f ~~j I
límItes impuestos a la potestad; toda ley dictada excediendo las facultades
~onferidas a los gobernantes nO Obliga a: los súbditos, porque es una ley vio~
btoria de la justicia conmutativa qúecfebe regir las relaciones entre los SU~
peno res y los inferiores. Así como los gobernantes pueden y deben exigir
.el .cumplimiento de las óbligaciones legítimamente impuestas, a los gober~
Dados, éstos pueden y deben exigir de, aquéllos que no les impongan gra~
vámelies ilegítimos y mayores a la necesidad social. Los súbditos deben en
justicia obedecer a los, gobernantes mientras éstos no violen la propia jus~
:bcia, pués, en ca~o que la Autoridad se extra milite .en S,US ordenamientos los
:súbditos quedan exonerados de su obligación de obedecerla. En consecuen~
cia, la ley J,?ara ser obligatoria debe respetar la )usticifi conmutativa no or~
¿enando más que lo que legítimamente pueda.
La Justicia Distributiva, hemos 'expresado, es aquella que preside las
relaciones entre la sociedad, representada por la Autoridad, y los asociados,
o sea, del todo con las parte~, y en virthd de hi cual el Poder ha de distribuir
los cargos y beneficios sociales, en atención al mérito o valor social de cada
uno, según lo que cada miembro haya aportado a la c9munidad, Y ha de
distribuír las cargas, contribuciones, impuestos y deberes sociales tomando
en cuenta la capaCidad dé cada cual para sobrellevarlos. Santo Tomás ex~'
presa que la ley para que sea justa y legíti~a debe observar la justicia dis~
tributiva imponiendo las cargas con igualdad de proporción, dice el Doctor
Angélico qu~ ~~n justas las leyes que: "reparten las cargas con", igualdad de
proporcionalidad entre los sujetos para quienes se dictan, ir en vista al bien
común ... Las leyes que en la repartición de sus cargas guardan esa propor~
ción y equidad, obligan en el foro de la conciencia, son len verdad leyes
1egales" (Som. Theol. 1 IlTq. 96art. 4). Por consizuiente,si se distribuyen
los cargos y cargas sin respetar los méritos, la proporcionalidad y la capaci~
dad pa¡;a soportarlas, será injusta la ley aunque' lo mandado por ella no
fuese inicuo. Lo anterior no equivale. a negar la igualdad esencial de los
hom~res ante l~ ley, debieI1do imponerse ést~ a todos igualitariamente en
fa medida en que, les afecte la materia d~ la ley. Al respecto Suárez expre-
sa: "imponer iguales cargas' a todos, si~ atención ninguna a fas fuerzas ya'
l~s facultades~ también es' contra razón y,justicia, co~o consta de suyo. Que
esta injusticia bas,t~ para la ~~lidad de la ley, lo áfinna expre,~amente Santo
~ omás, diciendo, que "las tales más son víolencias que leyes, y así que ne¡
-obligan en cpncfencia'.'... Mas; si acontece que la leyes de suyo útil, pero
que se hahe~cho al~u!lá. ~xc~J>ción inicua, iio por r-so la ley fuera del todo
nula o cesaría de óbljgar a lo!,! Qtros; porque a ellos propiamente ,no' se les
hace injustici~ positiva, como. diríamos, imponiéndoles tal carga, porqUe
ésta de suyo 110 era. ma1ª,S!I1º s:¡ue se haCe .5ó10 cierta, desproporción res~
pedo de los 'otros y dé toda la comunidad, lo cual no p~rece· suFiCiepte pa-
ra la nulidad de la ley. Pero si por la' excepción de aÍgunos son grabados
.Ios otro,s fuera de la equidad, en cuanto a éste exc~so no lés obligará la ley,
mas, podrá obligarle!> en 'cuanto a lo otro en lo que no fuese injus~a'.' (21).
,La ley justa, como lo an9ta~os ánteriormente, ha de procurar, el bien
.coml1~, o sea,. de,be 'respetar ~atercera' especie de justicia: la . justicia Legal
~, como la llaman los so~ólogos mocernos; la justicia Social y que eSaque~
lla que'rige las o}jligaciones~.de los individu~s,para con la sqciedad en 'orden
,éf bien común de. ésta, es deCir, de las partes con el todo, y en virtud de
~~ .cJ,ialla ley debe guard<Í:(los perecholJ debidos a lélcomunidad, ordenan-
.gp 10s actQS de los' súbditos hacia la consecucitSn del bien de ésta. ' ,
.,.¡ "Solamen\e la ley que 'cumple con esfas ~es especÍC)l de, jUsticia p'uede
Jléíniarsf una iey, yerdB:d~I<uÍúmte justa.'. . .. .
J '184' 1
J1coI)forme a él no se exige únicamente a la ley que' no disponga nada con-:-
'traiio a la ley Eterna y a la Ley Natural, regla y medida de las acciones hu~
manas, sino qué además esté en armonía con la ley divina positiva, y con
,toda norma ele mó;á.l. La ley no ha de limitarse a no contradecir a la natu~'
.,raleza del hombre, . sino que debe propender, a la ascensión espiritual d~ és~
:te tratando de elevar y mejorar sus costumbres. La ley además de prohibir
'a los súbditos el mal ha de mandarles la observancia de la virtud, por cuanto'
,gólo de este modo' cumple cQn su' carácter de promotQra del perfecciona~
.miento del hombre y de la comunidad. Aunque el dirigir. al hombre a su.
fin sobrenatural .no es propiamente la razÓn de ser de la ley civil, no obs~
tante, no debe imponer ésta nada que se oponga a su obtención,. respetando
Aas relaciones. entre Dios 'y el' hombre, o sea, respetando la ReligÍón que no
:;es ,otra cosa que el conjunto de relaciones entre ambos. . ' •
. Una ley que sólo atiende a-la utilidad, despreci!;mdo la virt;dno es una
.ley, pués, cOfllO observa Suárez, "solamente aquella que es regla recta y,
.:/honesta puede ser llamada ley, y, por tanto,' dijo Santo Tomás. (Som Theol.
, 1 11 q. 96 arto 4), que el precepto. torpe no es ley sino iniquidad ... y hi ra~
:zón manifiesta es porque la leyes medida de ,la rectitud: mas la, ley inicua
. no es medida de la rectitud .de la obra humana, antes bien, la acción que
,es conforr:ne a.ella es acción inicua y, por. tanto, no es ley;. sino que parti~
,cipa del nombre de ley por. cierta analogía, en cuanto que en orden a algún
:fin prescribe .cierto modo de obrar" (22).
Apesarque e~ 'el fondo,. según hemos expresado, no existen ado s :iñ~
,diferentes, aparentemente hay algunos' que no son.' t:ti d~ virtud ni contra~
Tios a ésta, que no se presentan ni como buenos ni como Ihalos; en estos
,cas.os por el hecho de ser mandados por la ley se deben copsiderarcomo
.buenos y si son prohibido; por ésta debemos "abstenernos de ellos y consi~
iClerárseles corno malos y contrarios a la virtud. En efecto, expresa el mis-
mo Syárez:'''si, el acto mandado no es de .suyo malo, y és mandado 'por el
:superior, por' esto mismo puede' ser ejercitado honestamente, porque l:ecioe
;i;llguna honestidad 'por la fuerza del precepto, aún cuando no 'la tenga siem~
-pre de .suyo... Pués, así como un acto de suyo no malo se hace malo por
justa pro.qi,bición del superior; así, un, acto de suyo ni bueno ni malo se hª~
:tá bueno por una ley que lo mande justamente; y'asÍ siempre es la ley dé
un acto_bueno, porque o 10 supone bueno. o io .ha,ce tal... Pués, los actos
manda~ por la ley, 'unas veces supo¡l¡'en' ,buenos y honestos de suyo,
'Y por la ley reciben solamente la necesidad y la <lIhligación, porque 'antes
-eran voluntarios y la omisión no era mala, peró, después de 'dada· la ley, au,
~misión se hace mala' y -'~l acto se hace necesario para la honestidad... Mas,
·alguna 'vez s~ cÍá la ley' 'de actos indifere~tes.de suyo ... ; y entonces se hace,
-bueno el acto", ya por la eficacla, ya P9r el p~ de la ley; la cual honesj:idad
..ordinariamente pertene~e a alguna vjrtud. especial según la capacidad de la·
"lIlateria acerca de la que versa·... t alguna vez no obstante"puede pertene~
,cer esta honestidad a sola la obediencia o a la ju~ticia legal" (23). Aún'
,cuando en el texto transcrito pareciese que Suárez acepta. la existencia de
'9Ctos indiferentes de suyo, en el hecho no es así, pués, el sol e acto ,de obe~
deaerala ley 'ya 'es una ~irtud y como tedá virtud implica una perfec~ión
..en 'e¡'que la practica, luego, el ejecutar lo mandado por la ley no es un acto'
:indiferente. Es interesante, anotar que el término: justicia lega'; está toma'Í
do aquí por Suárez no en el mismo sentido' 'dado. por ~nto T OInás y acep'"
, tado. por nosot.ros, o sea, como la especie de justicia en virtud. de la cual los
.asociados están obligados a cooperar al bien común "de la sociedad, sino en
~l .,sentidO'. 'que moder,~amentese le dá al concepto de justicia ,legal, coBSi':
>'derándosela como la especie de. justicia que nos obliga moralmente a obe*
;.:decer a la ley, - ' . '
[ 185 1
No debe creerse que le ley civil que permite el mal es desnQneata ya
.que, ~bmovimos, la ley civil no ha de prohibir necesariamente todo mal y
me,ndar todo bien; ella sólo manda 108 actos de virtud que se precisan para
:el logro del bien com!Ín tomandQen cuenta las debilidades humanas; de'
prohibir todo mal resulb!.fÍaq J:Oales mayores. Es por esto que no falta a la
,hon~tidad la ley que versa ~cer~ de la permisión del mal, dado que "la
materia de aquella ley n.9 es la obra mala; sino el permiso de ella; y que el
perm~o de una obra mala puede ser bueno, como quiera. que Dios lo quie-
xe, y así, que ella es de materia honesta" (24). Pero hay que observar que
lo dicho sólo se refiere a la ley que permite el mal. pués, una ley que orde~
na el mal es una ley deshonesta.
, La ley que no cumple con este requisito de la honestidad no es obli~
gatona; pero, si existe duda acerca de su honestidad debe presumirse su-
honestidad y, por lo tanto, ha. de ser guardada. Al respecto CXPl'esa el Doc ..
•tar Eximio: "la ley que no tiene esta justicia u honestidad no es ley ni obli~
ga, . iii tampoco pu~de guardarse. Consta esto, porque la justicia que repug ..
na á. eSta deshon~stidad de la leyes contraria al mismo Dios. porque en~
cierra culpa y ofensa de Dios; luego, no puede ser lícitamente guardada.
porque no puede ser Dios l(citamente ofendido. Ademá~: tal injusticia nG
puede hallarse sino en las leyes dadas por los hombres; y es menester obe-
,é:lecer más a pios que a los hombres; luego, no pueden tales leyes ser guar-
':dadas contra la obediencia de Dios... Mas advierten los doctores que es ne~
~esarío que conste éón "certiélumbre .moral la injusticia de la ley; pués, si la
(:osa el dudosa, debe presumirse en favor del legislador, ya porque tiene
má;s alt9 derecho y poder; ya también porque se rige por más alto consejo
y puede tener razones universales ocultas a, los súbditos; ya también por-
gue de otra suerte tomarían, los súbditos demasiada licencia de no obede~
~ 11 las leyes, porque apenas pueden ser tan justas que no puedan ser por-
~~noa puestas e ll duda por razones aparentes" (25).
1 186 .1
No atendiendo una leY a estas ~ircunstancias no obliga de derecho Y~
en la generalidad de lo~ casos, no obligará de hecho, pyés, -caetá ptonta-
;mente ~n desuso. El ejemplo típico de una ley que hacasó totalmente por
J)O tomár en cuenta estas circunstancias fué la ley dictadét. aquí en Chile con'
éi fin de establecer' la .Jornada UpÍca de Trabajo, . ley que buena o malá
~pDca se aplic6 integJ;'almente y que después de algttnos meses de vigencia
fué .derogada totalmente.
, ,
3). Obligatoriedad moral de la ley civiL-Ante, de eStudiar si la ley
,que' cumple con los requisitos anotadbs obliga o no en conciencia,. ~8 ix¡n-
portante ver si la coacción ;uridica o sanció!l e, esep.cial a la ley civil.
r ~ ~ ,
.f r87 l"
. b). La ley Ciyil óbliga .a los súbditos en conciencia.-De las razones
:aducidas para' fundame~tar el de~r de <?bediellcia al Poder legítimo se des-
. prende que la ley que nena los requisitos expuestos en el nÚmero anterior ha
<le obligar en conciencia, fuera de la obligatoriedad física que impone la
:Autoridad por medio de la pen'a, pues, el sostener que la ley obliga s610
porque el Poder constituído la hace obligatoria es una petición de prin-
!cipios. "
. La ley civil debe se~ una conclusión o una determinación dI;! la ley Eter-
na y de la ley Natural, ya que de lo contrario será cualquiera cosa menos
'ley; en consecuencia, tenien-do su origen y fundamento en las leyes citádas
ha de ser obedecida en conciencia, por cuanto "las leyés dichas, por tener a
Dios por legislador, nos obligan en nuestro fuero interno y ligan "el acata-
..miento de ellas con nuestro fin último.
" Siendo como s~mos criaturas de Dios, causa primera y fin último del
hombre, no podemos moralmente faltar a su ley Eterna y a su ley Natural,
.impresión .de aquélla en la naturaleza raéional humana, sin que ello nQs sig-
nifique la p~rdida de nuestro destino sobr~naturaI. Pero' si debemos s.umi-
sión ~ Dios, Suprema Autoridad legislativa,' también hemos de estar some-
,tidos y obedecer las leyes dictadas por el Poder civil, por cuanto ¿s te no es
sino un mandatario de la Autoridad de Pios, pués, como dice el Apóstol.,
los gobernantes son ministros de Dios para el bien (Epíst. a 'los Rom. cap.
XIII). . , ",' I
De manera que debemos en conciencia obedecer al Poder civil por ser
éste un representante de _Dios, y por esta misma razón debemos acatar sus
leyes legítimas, las cuales para sertalés han de conformarse a la ley Eterna
y a la h;y Natural, Iq que( les dá ,un nuevo" ~ítulo para o]:>ligar moralm"'ente a
los súbditos puesto que éstos dehencibediencia a la ley impresa por Dios
en la naturaleza hi.i:inana; todo lo cual ratifica Santo Tomás diciendo: "Las
.leyes huma,nas, si son justas, la fuerza de obligar. en el fuero de la concien-
Cia la tienen de la ley Eterna, de la cual se derivan, según aquello de los
Proverbios, cap. VIII: "Por' mi reinan los reyes y los legisladóres deqetan
cosas justas" (Som. TheoI. 1 II q. 96 arto 3). Pero, hay que observar una
pet¡ueña diferencia entre las obligatoriedad de las leyes Eterna y Natural
~con la de la ley Civil, p1,1és, mientras, en aquéllas, la obligación procede in-
mediatamente del ,mismo Dios, en ésta la obligación no procede inmedia-
tamente del mismo Dios sino mediante elimperip del legi~lador humano,
'a~que radicalmente' la obligatoriedad de. ella tenga un .origen natural y,
'divino. . . . . . , . "
Dándose la ley a toda la comunidad, todo~"los que forman parte. d~
ella y están bajo la jurisdicción del Poder que di~ta la ley deben moral-
"mente obserVar éstá tanto los que existen a la época de la promulgaciQn de
ella como los que vivieren con posterioridad; por consiguiente, mientras
'estÍí ~n vigencia la l~y obli"ga a la comunidad y a todas sus pa:¡;tes, las cual~
. no ti~nen la facultad de limitarse a observar sólo las leyes que voluntaria-
'mente acepten, pués, al designar a los gobernantes han renunciado a esta
,facultad y xvientras éstos legislen Scg6n la justicia. * ",
En las Siete Partidas se expon~n tres razones por las cuales el pue~
",b-lo ~stá oblig<;ldo a cumplir las leyes: "la primera, porque so~ mandamien-,
;'t08 de Señor; la segunda, 'porque le ahorran castigo; la tercera, porque le
,-aduc!;n pro" (29). . '
,La Escolástica no dió un nombre. especial a la virtud que ,inducía a 1~9
. súbditos a obedecer las leyes dictadas por .el Poder legítimo. Los juristas Y.
sOciólogos modernos, por su parte, han reservado el término de ju~ticia le-
:gal para esta virtud, la cual sería:. "aquella justici;l social que impone ~
"':obligaci6n de respetar . las leyes justas, dictadaS por legítima Áutaridad'~;
~81 designar a esta virtud con el término de justicia legal. los Autores mo •
• dernos han alterado el concepto que, los escolásticos tenían de la justicia
( 188 1.
legal para quienes era una especie' de la j.usticia que tiene por objeto reco-·
nocer mediante IR ley Eterna, ·la ley Natul'al o la ley Civil los derechos de
la comunidad sobre los asociados y' que' está dirigida a la conse<:ución del
bien "común. Este último concepto escolástico lo encierran los modernos ba-
jo el término de Jusdcia Social, sosteniendo eso sí la obligatoriedad moral.
de una y otra. Pero, todo esto es cuestión de terminoll;lgía que no altera en
nada Ifl principio de la obligatoriedad en conci@ncia de la ley civil promul-
gada ¡,hor un Poder legítimo. '. ' '. " .
La ley ha de ser observada mediante un acto de razón y un acto de li-
bertad; por' consiguiente, solamente quienes están en pleno goce de su· ra-
lZón'y de su libertad son obligados moralmehte p.or la ley. porcúanto para
caracterizar una acci6n como. buena o mala moralmente es previo que sea
~ma acción racional y libre, ,pués, "fuer~, de la libertad y de la razón no
existe moralidad". Cuando en alguna persona falta la libertad o la razón.
está exenta de la ley. " , ' .
.Es preciso que la ley sea 'guardada del modo que e.lla dispone para su,
.observancia, tomando en cuenta, eso .sÍ, las circunstanCias variables que pue-
den disminuÍJ: o aumentar su~ ';virtud o malicia y, aún transformarla total-
mente.
, Tema muy 'discutido entre los teólogos-j uristas ha sid" el saber si la
ley tiene tal fuerZa obligatoria que deba preferirse aún la muerte a· su vio-
,.lación, es de<:ir, si la ley. obliga a los actos heroicos. Indudablemente esto
.depende de la materia de la ley, de las circunstancias que rodean el acto
de -acatamiento a 'ella y' de la situación que ocupen lás personas. Una ley
que esté estrechamente ligada con 'la ley natural es lógico que obligue en
'términos más enérgicos, aún debiendo preferirse la muerte a la infracción,
que la ley' que sólo se relaciona reÍnotamente con ella. Soto. concordando
'con nuestra maneraqe pensar' y censurando la respues.ta dada por CaYeta-
no a esta '~uestión, expresa: "es cierto que puede ser de tanto interés para
,.la repúbliéa lo que se manda, que la ley en su cumplimiento.obligue hasta
morir. Pués aunque el Príncipe no sea señor absoluto de la vida, como Dios.
en determinadas circunstancias puede exponer a muerte a SQS súbditos; co-
,mo ,el todo a las pa,rtes. En verdad, aunque se ha de morir antes de pei;ar..
sin embargo, no' se presume que la ley obligue siempre con tanto rIgor. Y
por' tanto, si la ley obliga a' arrostrar la muerte o no, hay que determinarlo
,por la gravedad de la obra. Y más: ni la ley divina nos obliga en todo caso
con esa gravedad y severidad. Y es la razón, porque quien, obra contra lá
.ley por miedo",a, la muerte, 'no falta por desobedierrcia, sino por mi~do" (30).
Siendo la ley un mandato, no un consejo, pI:ocedente del Poder legí-
timo impone la necesidad,;,mOl·al de dbrar confOlme a ella; en consec~n"
da • .ofuaLen., contra .de. eUa e.s.,.una_ .(ªlta y un mál mor.al ,que. alcanza. hasta
Dios, mandant~ de la potestad civil y legislador' de, la ley. Eterna y de la.
ley Natural que' sqn los fundamentos de la ley Civil. Además la ley propia-
mente tal ha de ser una regla de la razón, pués bien. el obrar contra la ra~
~ó'n es obrar contra la naturaleza' asignada por el Creador ,al hombre, Y.,
por consiguiente, es una ofensa inferida al Autor de la criatura humana.
. P~o si bien es cierto que la h~y obliga,.a cúlpa moral, la gravedad de
'ésta no es siempre la misma. pués. ella dep.encle de muchos lactores. En·
,efecto. la infracción a una ley será tantc? nlás· grave éuanto más se relaciona
c:.~n ella la ley Eterna y 'la ley Natural. 'Ia moral. las buenas' costumbres, el
bien común, la paz pública. En general. para apreciar la malicia de la vio':
lad6n a la ley hay que' tener muy en cuenta el fin de la respectiva ley y lase
cQnsécuencias que dimanen de la violaci,ón. , .' ','
Para San Alfonso Ma~a .de Ligorio, padre de la TeologiaMoral. la ley'
.obliga Pajo culpa grave: 1) si la matéria de la leyes grave en si misma: 2)'
al la costumbre interpreta así a la ler; ,3) si las palabras de la lt,y dan a cQ-
nbéér tá gravedad de la cosa; 4) ~~ ~l prece:pto se añade un~ pena gra-
ve (11).
, El célebre Francisco de Viloria ~neeñaba en su Cátedra que las leyes
nd táft '$ólo obligtin a, culpa sino que "si establecen algo !?umamente conve~
niente a la paz ciudadana, al incremento del bien público, a la honestidad
de las costumbres, obligan liIajo pecado grave" (32). Lo cual es aceptado
por los moralÍ!!tas,. '
La ley obliga moralmente cualquier~ que sea la ideología de los go-
bernantes, ,pués, el poder de ellos no emana de sus ideas y convicciones' si-
no- de Dios, mediante el coqsentimiento de la comunidad que los ha desig-
nado. Pero no significa esto que el Poder civil, esté llamado a determinar la
mayor o meno:r 8'ravedad moral que tiene la violación de la ley, sino que él
.ólo coloca las ob~as en la especie de virtuq o de vicio.
Puede presentarse en un 1Ilomento dado la dificultad de saber cuál ley
debe obedecerse cuando existen dos leyes contradic,torias. En términos ge~
nerales, se ha de decir, que debe obedecerse preferentemente aquella que
es de una categoría superior y cuya obligación es más rigurosa. Entre una
aparente ley humana opuesta a las leyes Eterna, Natural y divina revelada
han de observarse éstas preferentemente al mandato civil, porque hay que
obedecer primero a Dios, y desPl!és a los hombres y porque una, ley civil
que no' se conforma a las leyes citadag no es l~y. También, puede acaecer,
Uh conflicto entre la ley' civil y la ley canónica, para resolveIlo, hemos de
áplicar los mismos principios que rigen las relaciones entre el Poder civil
y el Poder espiritual, o sea, que si se trata de una materia que cae dentro
del campo del Poder civil se ha de dar la prioridad a la ley civil; por el
cO'ntrario, si se trata de una materia espiritual sometida a la jurisdicción del
Poder espiritual debe ser regida ~xc1usivamente 'por la ley canónica; res~
pedo a las materias 'mixtas debe prevalecer la ley canónica, porque tiene un
origen y fin espiritual más alto que la ley civil.
,,' c). Platón 'y ~l déber' de' 8o~e~~~ á. lél$ 'Ieyes.-Platón ejerció una' gran-
de 'influencia durante los primeros siglClB de la Era Cristiana tantq en el pen-
samiento filosófico puro COIllO en las icleas, políticas. Durante esta época la ma-:-
yor parte de los Padres de la Iglesia, buscl;ln su in,spiración en las fuentes
~Iatónicas; desde S~ JusJin,o <!. San Agqstín son, platónicos. Pero ya en el
sigloXUI. siglo ell ,el cual la, escoIál¡lqca &t: torna ~"' guía del pensamiento
Wosófico; la influ,encia de Platón c:;omienza a.declinar,. aunque Quran,te él
todavk sobresalen algunos discípulos suyos, como San Anselmo y San
,t3utmaventura. Mas,.ia escol¡:Í~tica. q~e il'i~ia en !!sesiglo ,su reinado inte~
lectual con Alberto el Grande y Santo Tomás; desentierra la filosofía aris~
totMica tan; proscrita J~asta entqnc~¡; ~ 9u~ sólo se copo~ía parcialmente a
través de 19s no siePlpre auténticos escritos y traducciones de filósofos ára-
bes. Y a la' hegemqnía filosófiC<!, ge PtatpI]. sgcede ll;l primacía del pensa-
iniento filo~ófico de su qjscípulo Ar~s~~tele:'l más co~forme con la concep~
ciónclistiaóaqu~ t,!ldel idealista y poético filósofo de J~ Ac<!.demia .
. . Si bien es cierto que se. hl¡l·m~ntenid.o aJa Qbra platónica en un relativo
QhscureFimieJ;lto, ella es de un~ g'l'a,Jl PtrlIeza, lit<fraria y en ciertos ;¡Ispectos
d!,! un~ pureza intelec,tual y espirit~al extraordinaria. Platón es el poeta' de
la Filosolía. E;n sus célebr~8 Diálogos ~cráticos trata delicadamente las más
, arduas, y .clip.eiIes cu«~tione!l y ~n. ningún Iq9,mentó, ,PClr cOVIplejo que sea su
razohamiéntó, pierde la elegancia d~ JgIl.dó, yp,e forma.
, .' En, su' pi~lqgo ~ri~qD~ o d~el D~b~ ,n~s~xpone con la penetración psi~
,~01órp~,!~n. siQra elW9bl~~a ,del sow~~tj\ll~~n_to ,é\ la"sleyes del' Estado. ~Se
~íive~ pat~ e1I.Q, ~~ ,lll,lª c0IJ-yers~ci.§n imagjna,ri?- ~ní:re Sócr_ates; que está en~
earce1ado y prÓXImo a l;Ier condenado a beber la sictita' por córruptor de: la
juventud, y Critón, Un discípulo de aquél, quien insta al Maestro a evadirse
<:le la celda mediante el soborno de los carceleros. A estas sugerencias de
.$u discípulo Sócrates responde COn toda la serenidad interior propia del que
'sabe que sólo en la muerte encontrará la alegría y la posesión de la justicia
.$ de la verdad:
! 192 J
\itlos; prueba clarade qlJe sentías más c~rmo que los demás. aten1e~ses pO!
-esta ciudad- y por nosot:r¡:hs. las leyes; pues" cabe amar una cIUdad SIn 'amar
las leyes de ella. {y habías de ser ahora infiel a tus compromisos? No, Só-
crates, no; haznos caso y no te expondrá,s al ridículo saliendo de Atenas.
Considera, adeIIY;ás, qué vas a ganar tú ni qué van a ganar 'tus <tmigos.
conque seas infiel a tus compromisos y quebrantes uno solo: qué, Sócrates.
porque es casi segur? que tus amigos ',serán desterrados, se verán privados
de su patria o perderán todos sus bienes, y tú, si te rufugias en alguna ciu~
2
dad vecina, en T ebas o en Megara, que están regidas por buenas leyes, se-
l'ás reci.bÚlo como 1,ln enemigo del régimen; todós aquellos que sientan ape-
go a su país verán ~en tí· un hombre sospechoso, un corruptor de. las leyes y
tú mismo c.onfirm<t/ás la' opinión de que t~s juec:~ te condenaron just<t~en.:.
te; que todo corrllptor de las leyes pasara tamblen por corruptor ,de Jove-
nes y de gentes sencillas. ¿ Y huirás de las ciudades mejor gobernadas y
del' trato de los hombres más virtuosos? Pero, dinos: ¿merece, entonces la
pena de vivir? O si te acercas a ellos, ¿ qué palabras les dirás? ¿ Tendrás el
cinismo de repetirle lo que' sueles ahora, de que el hombre debe amar por
~ncima de todo la virtud, la justicia, las leyes, la obediencia a las leyes? ¿ No
crees que han de hallar vergonzosa, la conducta de Sócrates? Pues fuerza
es que lo creas. Pero bien: te irás lejos de estas ciudades bien regidas y lle-
~arás a Tesalia, ~a . casa de los amigos de Critón., y allí, si: allí reinan el
desorden y l~licencia, y tal vez te oigan con gusto referir' la manera chusca
como te fugaste en vuelto en un, manto, cubierto con alguna piel, disfraza-
do, en fin, s~gún van todos los fugitivos, sin que nadie pudiera conocerte.
No faltará, acasO', alguno que te diga: Ved ahí un anciano que no te-
niendo ya tiempo para vivir, tan grande pasión tuvo por la vida que no va-
ciló, por conservarla, en atropellar las más' sacrosantas leyes. Acaso no se
encuentre si \a nadie molestas: pero apenas haya contra tí la menor queja,
,oirás otras m]l cosas ¡'ndignas de tí, vivirás siendo esclavo y víctima de los
demás hombres: porque, {qué has de hacer? ¿No,te ocuparás en Tesalia
sino en perpe.tuos festi'mis, como si sólo la, gula te hubiese llevado allá? ¿ Y.
dónde estarán' entonces aquellos hermosos discursos sobre la justicia y la
virtud? ¿ Ataso quieres conservarte para tus hij os, a fin de mantenerlos y
educarlos? ¿ Y_.los educarás en Tesa,lia, y por hacerlos bien los harás ex-
tranjeros d,t- s{i patria? ¿ O es que no quieres llevarlos contigo? Y enton-
ces, ¿crees que estando tú ausente de Atenas ser,án mejor e,ducados que vi-
viendo tú? Pero indudablemente tus amigos los cuidarán, 'y ese cuidado dé
tus amigos, ¿ no será igual después de tu' muerte? '
Convéncete de que los que te llaIllan amigo te servirán lo mismo' si es
que verdaderamente puedes contar con ellos. Finalmente, Sócrates; sigue
, los consejos de las' que te han conservado hasta aquí y no te cuides tanto
de tus' amigos, ',de tu vida ni' de otras' cosas que la justicia, ríndete a nues-
tras razones. Cuando llegues al infierno tendrán con que defenderte ante los,
jueces; porque no te forjes ilusiones, si haces lo que te has propuesto falta-
:rás a las leyes y no harás que tu causa ni la de los 1;uyps sea mejor. ni' má~
justa, ni más santa, en vida ni' en muerte. Si ,mueres será¡¡¡ víctima de la in-
justicia, no, de las leyes, sino de los hombres, y" si de aquí sales verg~nzo ...
samente, volviendo injusticia por injusticia y mal por mal, faltarás al pac-
to que con nosotras te obliga y perjudicarás a muchos' que de tí no debían
esperarlo, a ti mismo, a nosotras, a tus amig~s, a tu patria. Siempre, mien-
tras vivas, seremos fus, 'enemigas irreconciliables, y cua,ndo hayas muerto,
nuestras hermanas, las leyes que hay en. el infierno, 1'\0 te recibirán, sin du~
da, con gran favor, sal?iendo que has hecho todos Jos esfuerzos imaginario~
por destruÍrnos. No sigas. pués, los consejos de, Critón, sino los nuestros.'
Paréceme. amado Ctitón, oír estas palabras' ,como los coribantes oían
las flautas, y el sonido de esas pa!abras hiere con tanta fuerza mis oídos qu~
me impide escuchar ningún otro d i s c u r s o , '
[ 193 ]
Hé aquí las ide~ que ahora me domina., y todo lo que pudieras de~
cirrne para apartarme de ellas será inútil; al menos esa es mi convicción.
Ahora, sin embargo, si piensas que has de adelantar. algo, habla.
[ 194 ]
~raición al país. Quien infringe estas leyes, cometiendo el delito de contra-
band~ o cualq~ier otro semejante, está moralmente obligado a la restitu-
.c;:ión. Por consiguiente, no hay nada más inmoral e injusto que sostener, co~
mo se dice a cada mqmento, que robarle al fisco no es robo ..
Las leyes que señalan precios máximos de venta son verdaderas leyes
::que tienen por objeto proteger a los consumidores, tratando que todos pue-
,dan tener los artículos,. que'precisan para satisfacer sus necesidades a un pre-
cio justo en los períodos de escasez de ellos.. No respetar estas leyes cuan-
<lo son justas no sólo es un crimen contra la moral o la justicia, sino que es
también un crimeq contra la caridad al prójimo con cuyas necesidades sé
-especula. Es interesante observar qüe estas leyes, consideradas hoy en día
como el medio más eficaz de realizar lo que se ha dado el) llamar una po-
.lítica dirigida, eran conocidas desde antiguo y Soto eXf'one su obligatorie-
dad diciendo: "cuando. se determina por la ley el precio del trigo o de otra
.mercadería, p.uesta;la pena, si alguno vendiere más caro"tiene la obligación
en con<;iencia por· el mismo hecho de restituír el exceso, en que supera al
~precio legal: mas no a la pena antes de ser condenado, como dice Santo
t om~s" (34). Quien explota la sociedad no es digno de ser recibido en
.su seno y a:provechar de los beneficios de todo orden que ella le proCUra.
El que abusa de las necesidades de los demás no es sólo moral y legalmen-
te un delincuente, si~o que es un cobarde que apuñalea por la espalda a la
.sociedad.. " .
,El racionamiento de mercaderÍas.Y productos se establece cuando por
,circunstancias diversas la cantidad disponible de' ellos no alcanza a satis-
, facer la demanda de los mismos; de tal mapera, que ~i se ~antuviera la li-
bertad de comercio sU precio subiría en tal forma que sólo los acaudalados
-podrían obtenerlo. Para evitar esto es que iqterviene el Estado, protegiendo
el derecho y los intereses de todas las personas ricas o pobres regulando lo
..que cada uno puede, consumir legítimamente y no más, y controlando ade-
más el justo precio de las mer~aderías o productos. En consecuencia, si fS-
tas leyes o disposiciones son' justas tienen un fin eminentemente social y se
dirigen dIrectamente al bien común, cumpliendo con ello con uno d,e los
requisitos esenciales de toda ley; por lo cual al igual que toda otra ley obli-
gan en conciencia a respetar el derecho de los demás a su justa cuota y a
.abstenerse de hacer valer influencias o dinero para obtener más de lo qu~
·en justicia le corresponde, pués, al procede'r de una manera semejante atro-
pella el de:recho que otros tendrían sobre la parte que injustamente hizo suya.
[ 195 l'
-daricolad así: El legislador (según se ~a dicho) al dar la ley, coloca aquella
óbra en cierto ser' de virtud. Ahora bien, mandada una obra de virtud, to~
da la república, y, por tanto, la misma cabeza de ella, está obligada a obrar
según la misma... Mas cuando afirmamos, que el Príncipe está sujeto a sus
leyes, lo entendemos de las que tocan por igual a él mismo que a los súb-
ditos" (35). •
Santo Tomás de Aquino. partiendo de la base que el Poder es ejerci-
do por un Soberano exclusivo y qtle, por lo tanto, la ley no le obliga coer-
citivamente, expresa: "ELsoberano está libre de J¡\ ley, en el sentido de que,
en caso de transgresión de la misma, nadie puede dictar contra él juicio con-
denatorio ... Ante Dios y por lo que él al carácter directivo de la ley se re-
fiere, el soberano no est~ exento de la ley; y debe cumplirhi voluntariamen-
te, no por coacción" (Som. Theol. I 11 q. 96 arto 5).
Indudablemente que para que los gobernantes estén obligados moral-
mente por la leyes preciso que no actúen en calidad de ordenadores, sino
de miembros de la colectividad. '
En las SIETE PARTIDAS que, al igual que todos los viejos' cuerpos le-
gales. españoles, es la expresión más acabada, de la sabiduría y, del buen jui-
cio, se dispone : "Todos los hombres están obligados a obedecer las leyes,
y '-mayormente los reyes por estas razones: la primera, porque són por las
leyes honrados y guardadps; la segunda, porque les ayudan a cumplir la jus-
ticia y derecho que están obligados a hacer; la tercera, porque ellos son ha-
cedores de ellas, y es de derecho que quienes las hacen las obedezcan pri-
'meramente" (36).
[- 196 J
los ejecutantes de la misma. Pero de lo dicho se iñ.fiere que en última ins-
tancia la ley meramente penal sólo vá a obligar en conciencia a soportar la
pena, pués, los súbditos tendrían la facultad de no cumplir la parte precep-
,tivade 'ella. .
, ' Este concepto alternativo que hemos dado de las leyes meramente pe-
nales no es aceptado por todos los defensores de la' existencia de ellas, es-
peci('llmente por los pocos moderilos que siguen esta teoría, para quielles la
ley meramente, penal impondría una· obligación de conciencia diferida, es
decir, que ella "engendra 'una obligación de conciencia, no inmediatamen-
te, sino solamente o en el momento de la ,infracción, .() en el momento ·de
la condenación" (39); de lo cual se desprende que existh-ían dos especies
·de leyes meramente penales:' aquellas que obligan en conciencia desde el
,momento de la infracción y aquellas que sólo obligan en conciencia a cum-
plir la sentencia condenatoria del juez; en las primeras, la: obligatoriedad
,de, la ley emanaría de la propia ley y, en las segundas, ella dependería de
la sentencia judicial. . ,
En todo caso, la ley puramente penal debe versar sobre materias que
'en sí no sean ni buenas ni malas moralmente, sino f.,->bre materias t;!.lyC> efec-
to prúxirnc sea moralmente indiferente. pués, de, 1'; contrario, obligaría siem-
'pr~ en concien,cia, ya que ante todo debe cumplirse la ley Natural que man-
¿a obrar el bien y abstenerse del ~al. ' .
A los teólogQs-juristas que defienden la teorÍ~ de las leyes met;amente
,penales se les ha presentado la dific1-l1tad de saber cuándo una ley que im-
pone una pena es una ley penal mixta, o sea, que obliga en conciencia a lo
preceptuado por ella ya sufrir la pena en caso de contravención, (!) es una
ley mel'amente penal que sólo obliga en conciencia a la pena. Para algunos,
-como Alfonso de Castro, Suárez y otrps, la ley que impone una pena se
presume meramente penal. Para ~tros, entre' los cuales se . cuenta Soto y
Bílluart, la ley meramente penal no se presume y .en 'el silencio del legisla-'
¿or ha de entenderse que la ley obliga a culpa moral; en consecuencia, só-,
10 son leyes simplemente penales,. que obligan únicamente a pena, aquellas
que el legislador expresamente declara tales, .pués,' la mayor parte 'de las
, veces, cuando se' decreta una pena, el legislador tiene la intención de pro-
hibir el acto que él castiga; agregándose que teniendo la obligatoriedad de
'tales leyes por, fuente inmediata al que las dicta,bien puede éste despojar-
las de 'esa obligatoriedad a culpa declarándolo con la debida ant~lación. Es-
ta última es la opinión aceptada más comunmente entre los teóricos de las
leyes meramente penales. También se ha dicho' que la ley que tiene más
bien la fOrnla de concesión () de dispensa es una ley meramente penal 'y que,
por consiguiente, dicha ley no obliga a culpa, pero tampoco 19 que se añade
a modo de pena tendrÍ!l verdadero carácter de tal, sino de rec<?mpensa o
<Castigo.
Si bién es cierto que la ley meramente penal obliga a la pena, ,ésta tam-
poco obliga 'antes de la sentencia del juez, por las siguientes razones: a la
naturaleza repugna' que uno mismo sea el agente y el pa'cie~te, todo delin-
~uente debe ser Qído antes de ser condenado,nadiq¡;ptled~ser castigado sin
previa investigación y denuncia de su falta o sin que, medie una acusación en
y
:sU contia, toda . ley debe .ser posible llevadera y una ley que obligara a
-castigarse a sí mismo' s'erÍa una ··Ieyintolerable: ningún reo está oQbligado a
descubrirse para sufrir la pena, ni a cumplirla en conciencia antes de, ser con-
denado, si se permite al reo la pose~Ü)n Id~ sus bienes cuando está procesa,
. do pero, no. c,()ndenado ,elL~yipeIl,te, q~e'¡no está obligado a pagar la multa
:ántes'que 'esté procesado. Peto,'siempte que el juez condena al reo p'or sen-
tencia justa y legal a una pena, que no es la muerte o lesión alguna corpo.'
:rat ,tiene obligación el reo de obedecerla, aún cuando deba; 'él obrar algó;
'mas, cuando se trata de alguna pena corporal, el derecho natural a la vida.
y a la integridad corporal ~os exime de t0da obediencia que nos pueda obli:"
gar a que pongamos sobre nosotros mismos' nuestras manos vengadoras,
aunque estp no autoriza la resistencia ilegítima al cumplimient<;> de la sep-
téncia justa. ' '
En el fondo la teoría de las leyes meramente penales está fundamen-
tada el) la tesis volun,tarista oe la ley, sustentada en gran parte por Suárez.
En la ley simplemente penal lo que se busca es obedecer a la ley en los tér-
minos en que' el legislador quiere voluntariamente ser obedecido. Es preci-
so no ser más' realista que el rey. El legislador no siempre quiere ser obede-
cido con la misma energía, y si en un caso dispuso que una ley s610 obliga
a pen'} no se vé porqué los súbditos se van a obligar bajo culpa moral. Por
otra parte, ciertos casuistas han sostenido que prescribiendo una pena tem-
poral, el legislador manifestárÍa su voluntad de dispensar de las penas eter-
nas y ~ob1;enaturales. A esto se agrega que las leyes emanadas de legisla-
dores irreligiosos o arreligio!!',os sólo obligan a las penas temporales, pués,
é.'1tos no tienen interés en crear obligaciones de conciencia sancionadas con
pena::; morales.
El origen de las leyes meramente p~nales lo encontramos en las Reglas
de alg~.mas Ordenes Religiosas, como los Dominicos y los Franciscanos, en
las cuales se establece que las infracciones a la Regla n:o ,constituyen peca-
do, sino que ellas solarnente obligan a someterse a una pena. De, este cam-
po exclusivamente eclesiástico pasaron al campo civil como consecuencia
de dos circun,stancias p~incipales.
La primera circunstan,cia que impulsó a aplicar la teoría de las leyes
meramente penales en el campo legislativo civil, fué la necesidad de com-
batir la tesis de la omnipotencia del Príncipe, tesis que sostenía que la for-
.nalidad de la ley residía en' la voluntad' arbitraria del legislador y no ~n
la razón o en la conformidad c:;on la ley Natural que determin,a el orden y la.
)ust.ici~. El razonamiento que se hizo fué simple: si la leyes la voluntad del
príncipe debe obedecérsela de ~cuerdo con esa voluntad, y estaobleciendo
ésta nada' más qUe penas, sin conminar en conciencia a la obediencia del
precepto, luego, la obligatoriedad de lá ley se reduee a la pena impuesta
por el legislador.
La segunda circunstancia que obligó a los legistas a introducir el con-
cepto de leyes meramente p.enales en las ieyes civiles fué la necesidad de
encontrar una respuesta práctica a la separación kantiana del Derecho y la
Moral, en virtud de la cual el derecho es algo objetivo y sancionado única-
mente con penas objetivas, y la moral es una ciencia subjetiva que depen-
de de cada cual. Derecho y moralidad son dos líneas paralelas, externa una,
interna la otra, sin que tengan un punto d.e contacto. La moral no vela ni
resguarda el cumplimiento del derecho y éste no es la expresión de la mo-
ralidad, de la ley de la naturaleza humana. sino algo independiente de ella
y que sólo representa la voluntad arbitraria del Poder, la cual todo lo le-
gitima p'or monstruoso, perjuidicial y deshonesto que sea. A estos legisla-
dores, para quienes no cuenta el orden moral sino sólo su voluntad omni-
potente, se dirigen los sostenedores de la' existencia de leyes meramente pe-
nales, por boca de un<llde eJIos, para decirleS: "Vosotros. legisladores pre-
tendéis establecer vuestras ordenanza~, si no por encima, por lo menos fue-
ra de las lecciones de la moral, y relegáis éstas a la ciudadela interior de la
conciencia individual. i C.omo. quer.iis! pero entonces, no pidáis más a la mo-
ral que garantice vuestras orden~nzas ante la conciencia; no contéis nada
más que .con los jueces, los gendarmes y las prisiones. Derecho y Moral no
tienen riada de común. ¡Seal Sóis vosotros los que lo habéis querido" (40),
Como se .puede ver por lo .dicho, las leyes meramente penales tuvie-
ron un gran valor estratégico y como arma de polémica, para contrarrestar
el: despotismo de los príncipes y el desprecio de algunos de ellos por 'la Mó~
[ J 98 r
Yaf. Esto explica en gran parte las exagerá€iones en que se incurrió y la ma~
nifiesta' disconformidad de esta teoría con el esp:íritu y letra de los textos
bíblicos, los cuales están muy lejes de recOliocer la existencia de leyes que
s610 obliguen a la pena, co.mo son las leyes llamadas meramente penales.
A. los ataques que se hicieron a la aparición de la teoría de las leyes
. meramente penales en el campo civil, los sostenedores de éstas respondían:
para el bien común que persigue el legislador basta que la infracción de la.
ley sólo produzca el efecto de tener que soportar una pena; además, sien~
·-do efectivo que no hay ley sin que produzca alguna ohligación, las leyes
meramente penales, siendo verdaderas leyes, también obligan a cumplir lo
mandado o a soportar el castigo, pués, como expresa Suárez, "aún cuando
a,lguna ley no' obligue en conciencia al acto por cuya transgresión se impo~
:ne la pena, obliga, al menos, o a él, o a pagar o sufrir la pena, y así, es que
'ni aquella leyes sin alguna obligación del todo propia" (41); tambíén es
verdad que no es lícito imponer pena al que, no tiene culpa, pero latamen~
te considerada la pena es toda aflicción o mal impuesto por la Autoridad
éon el fin que se observe alguna ley, es decir, que "para esta clase de pe~
nas, sí bien se requiere alguna causa proporcionada referente al bien públi~
~o, no se requiere que ella sea una culpa moral"~
a). Los legisladores son. como dice San Pablo a los l{omanos. mmlS~
tros de Dios para el bien. en consecuencia, deben ser obedecidos como ta-
les, aunque sean inmorales e irreligiosos y aunque crean que la moral y' el
derecho tienen campos de acción diferentes e independientes uno de otro.
Además, el Apóstol expresa que es necesario estar sometido a los gob~rnan~
tes "no sólo por temor al CastIgo sino también por cOJ1ciencia" (Epíst. a los
Rom. cap.' XIII) . . . .
e). Contra aquellos que afirman que las leyes meramente penales im-
ponen sólo una obligación alternativa se dice: ello equivaldría a descono-
'Cer precisamente el carácter penal de la ley penal. "El Código Penal no es.
un conjunto de capítulos de obligaciones alternativas. La alternativa impH-
'Ca objetos ofrecidos a la opción del obligado: la ley no ofrece ninguna op-
ción a los ásesinos ni a los automovilist.B:s temerarios; los castiga" (43).
o
f). El que se sancionen las leyes con penas temporales no significa que
'el legislador pueda o quiera dispensar de las penas sobrenaturales, sino que.
por el contrario,' eso sólo quiere decir que' el legislador ha querido darles
efectividad temporal y actual a las penas' eterna.s.
'(200 J
¡a ejecutar todc;>s los actos y a acatar todas las leyes que sé dirigen al bien
'común sin discriminar si éstas llevan o no -penas consigo, ni cual ha sido la
'volunt~d del legislador.
j). "t Quién ha dicho que la ley obliga' a una sola de' las dos partes?
.:Afirmar que se puede libremente quebrantar la parte imperativa, cuidando
'que la policía no pesque al hechor. t Quién no vé que eso es promover el
'\egoísmo más. far,isaico, el individualismo sórdido, la negligencia y el des~
'Precio de las exigencias del bien común?.. Con la pequeña buena intención
de indderar los gobiernos en su proceder. contra la Religión, esos autores-
'corroen el sentido social de los individuos; es un mal muy grande:.. La mis-
ma naturaleza de la ley exige esta vinculaci6n intríns~ca del súbdito, .esto
leS, una vinculación que se extiende no sólo a su actividad exterior, sino mu~
'{:ho más, a'· su intérioridad moral, para llevarlo a «ontri,buír totalmente, se-
gún su naturaleza, a la consecución del bien común. El legislador, pués, o
'~l príncipe no tiene facultad de cambiar la naturaleza' de las leyes, Quitán~
. >doles aquel vigor, que les viene de su natl,lraleza misma, ~sto es, de vincu-
:)ar en conciencia al acto impuesto ... La ley en la mano del príncipe es un
:instrumento, :r;n~s aún, el instrumento principal con el· cual aporta su con-
tribución al bien común, ordenando arquitectónicamente las activiaades de
'los súbditos al bien común. ,Por ésto, imponiendo la ley, se limita tan sóio
a establecer lo que cae bajo esta imposición, y no altera la' naturaleza del
'VÍnculo que tal ~mposición importa... Si lo impuesto es necesario para el
'bien común, por el hecho ,mismo de ser impuesto, en virtud de la ordena-
'¿ón que Vincula a los súbditos en conciencia a tender al bien común, vincu-
la en conciencia a su observancia... Vínculo que proviene no de la volun-
tad del 'l~gislador, sino de la justicia legal misma, de ia justicia social que
zegula las relaciones con el bien común... La ley puramente penal, pierde
'eJltonces esa nobleza y esa santidad que la hacia digno ministro del bien
;común, y queaa reducida a un simple ,instrumento de coacción, ipto tan
sólo para inflingir sanciones'" (45).
'r 2pf J
blica de aquellos a quienes se impone. Es, precisamente, esta salud o utili-
dad pública la que crea su legalidad y su fuerza obl!gatoria. En la medida..
que se aparta de ese ñn, pierde su obligatoiiedad. Por eso decía el Juris~
consulto que "no podía haber razón alguna de derecho, ni tampoco benig~
nidad justa alguna que autorice una interpretación tan severa dt< aquellas
ordenaciones establecidas en ,buen acuerd·o para fomento de la salud pú-
blica, que las, haga perjudiciales a la misma salud... Sucede con frecuencia
que la observancia de un precepto es útil a la salud pública por regla ge~
neral, y perjudicial a esa salud en casos particulares. Obedece esto a que,
no pudiendo el legislador prever todos los casos 'particulares, propone y
formula las leyes sef5Ún lo que comunmente sucede, fija siempre la mente
en la utilidad pública. Pero esto mismo nos revela que, cuando se presenta
un caso en que la observancia de la ley sería nociva al bien común, esa ley
no debe guardarse" (Som. Theo!. 1 II q. 96 arto 6).
A esta facultad que se reconoce a los súbditos de no cumplir la ley
cuando de hacerlo según los términos literales de ella se iría contra su es-
píritu o se perjudicaría injustamente al bien común o al bien particular es
lo que se denomina: Epiqueya. El Doctor Angélico define la epiqueya di-
ciendo que es: "una virtud que induce al ánimo a abandonar el sentido li-
teral de las palabras de la ley cuando ésta, necesariamente expresada en
términos generales, observada según su· tenor literal, en ciertos casos ex-
cepcionales, r~sultaría inmoral" (Som: Theo,I. Il II q. 120'). Como se pue-
de ver, para Santo Tomás la epiqueya es una virtud pertenecien'te a justi·.
cia, porque en los casos en que se interpreta la ley aplicando la epiqueYd
se' entiende que el legislador no hal¡>ría mandado la observancia de ella. La
epiqueya, como anota Valensin, es una 'eximición de la obligatoriedad de
la ley, fundada sobre principios de derecho o de moral que se interponen
entre la ley y un sujeto de la ley en un caso particular.
El derecho de interpretar la ley usando de la epiqueya o equidad, co~
roo la llaman vulgarmente los juristas, está condicionado a las múltiples y
variadas circunst{\ncias. que pueden rodear a un caso particular y que ha~
gan inaplicables o injusta la ley para ese, caso o evento, no obstante esto,
podemos indicar algunos casos generales que autorizan el uso de la epique-
ya o equidad: 1) cuando de observar. la ley se iría contra la justicia u ho-
nestidad na.tural; en otros términos más amplios, cuando de guardar la ley
civil se violaría la ley natural. 2) cuando se opone a una ley dictada por una
Autoridad superior, como ser: la ley divina positiva. 3) c~ndo por cum-
plir la ley se atentara ~l bien común, pués, como dice Modesto: "Ningún
acto de la ley, o ninguna benignidad permite, que las cosas que se estable-
cen saludablemente para provecho de los hombres, las inclinemos hacia la
s~veridad contra la convenie'ncia de los mismos con una interpretación li-
gurosa... Resulta" pués, que ocurriendo el caso, que, si lo viese el legis:a~
dor, lo exceptuaría no ha de obseryru:se" (46). 4) cuaftdo la observancia
de la ley no reporta un beneficio común y sí un grave mal particular al cual
el legislador no quiso manifiestamente obligar. ~
La f~cultad moral q!1e se concede al súbdito de no aplicar la ley t.n un
.caso determinado, no quiere decir que se le otorgue a éste el derecho de
cumplir sólo las leycr~ que él acepte como buenas y justas ni autorizarlo pa-
ra juzgar e interpretar la ley en gel1eral" ya que, como expresa -el Doct.:>r
Angélico, "aquel que en c~so de necesidad obra haciendo caso omiso de
las palabras de la ley, no se ar~oga la facultad de juzgar la ley en sí misma,
sino tan sólo en ese determinado caso, en que vé la necesidad de incumplir
la prescripción legal considerada en cuanto a la materialidad de las pala~
'1>ra8.... Cuando uno soslara el tenor literal de una ley para atenerse al e~pí
~tu d~ la.; .I!}isma, a la intención del legislador, no pretende interpretar esa
InisIt\.a . ley de manera absoluta. gen~rall sit;o única~ente. por .10 que se re-
:Here a un caso concreto, en el qwe la evidencia del perJUICIO que el incum~
plimiento de esa rey entonces ocasionaría, dice claramente que es otra la
inten'ción del legislador. En caso de duda, no hay más que una alternativa:
obrar de conformidad con el texto de la ley, o recurrir al superior" (Som.
Theol. 1 II q. 96 art. 6). . '
Es preciso' no hacer un uso exagerado de la epiqueya y, sobre todo,
tener mucha rectitud interior para' juzgar si las circunstalicias que rodean
al hecho lo eximen de la sujeción a la ley. La epiqueya sólo se justifica en
casos graves y repentinos, pués, como apunta; el Aquinatense, "si la ob~
servahcia de la ley según el texto literal de la misma, no eJ;ltraña un peligro
inminente al que necesapamente haya que salir al encuentro, un individuo
cualquiera pm;ticular, no está autorizado para interpretar y decidir qué sea
útil, qué perjudicial a la comunidad política. Ese<' derecho lo tiene única~
mente el soberano,' quien para' tales casos posee aquella potestad que es
necesCiria para conceder las debidas dispensas. Si así no fuere, !;lino que, por
el co¡{trario, el péligro no sufre dilación, aquella, al menos, dilación que se
precisa para recurrir al superior competente, esa misma inminencia o ne~,
cesidad lleva anexa la dispensa de la ley, porque la necesidad no tiene ley"
,(Som. Theol. 1 II q. 96 arto 6). Domingo Soto; comentando a Santo T o~
más, para mayor claridad' divide esta materia en tres puntos:' 1) si el súbdi~
to conoce claramente que en el caso presenté no es inténción de la ley el
que se cumpla, puede obrar por sí y ante s, en contra de la ley, ya sea el
peligro repentino o quede tiempo para acudir al superior. 2) si el súbdito
tiene dudas respecto de si la ley obliga o no en ese caso, habiendo tiempo
debe consultar al supérior, pero si el peligro es inminente ha de observar la
letra de la ley. 3) si el súbdito está en la duda, pero ~e inclina más por la
no observancia de la ley, aunque con temor de faltar moralmente, en este
evento, s~ hay tiempo ha de recurrirse al superior, pero si el peligro. es sú- '
bita, con toda seguridad puede obrar en contra de la ley (47).
Es de interés apuntar que si bien es legítimo y moral no' cumplir la le~
tra de la ley cuando se presume que el espíritu de ella es de no regir para
ese caso, por el confrario, observar las palabras materiales de la ley ma-
leando el fin de ella, eS una prevaricación de la ley, porque "la inteligencia
de los dichos se ha de tomar de los motivos que hubo para hablar: porque
no deben someterse .las cosas a las palabras, sino las palabras a las, co~
sas" ( 4 8 ) . , "
Para terminar, podemos decir, que la epi<iúey~ está ba:sada en un prin~
cipio, de interpretación fundamental y de aplicación general, en virtud del
cual ha de estarse más a los fines qu'e persigue el legislador al dictar la: ley.
que a las palabras con que' exprese
. ,"" el espiritu
. inspirador de ella.
[ 203 ],
ser en casos urgenttsimos' y de iran evidenda - al criterio personal de
Cad~ uno, por eso la potestad que tienen todos aquellos que gobiernan una
multitud o comunidad, lleva anexa la potestad necesaria para dispensar de
las leyes humanas eit casos y con respecto a personas particulares, o sea:
allí donde tales leyes son defectibles. Y aquella autori.dad que sin motivo
justo, racional, y tan sólo por' su antojo otorgare esa dispensa, será tenida
por dispensadora infiel, o cuando menos imprudente: infiel, si el motivo
de su dispensa es otro que el bien común; imprudente, si obra con desco~
nocimiento de la causa por la cual dispensa" (Som. TheoI. l II q. 97 arto 4).
La dispensa sólo debe ser concedida por razones graves y atendibles,
como ser: imposibilidad de cumplir la ley, servicios prestados a la socie~
dad, etc.; pero, nunca ha de ir en perjuicio del bien común sino en bene~
ficio de éste. .
La dispensa no constituye una excepción o un atropello a la igualdad
eSencial y jurídica de todas las personas, pués, "no hay preferencias de per~
sonas cuando 'se procede desigualmente entre personas desiguales. Conce~
'der la gracia de una dispensa a determinada persona, que por sus condi~
ciones individ,uales no se halla en disposición de cumplir la ley, no es tener,
preferencias'" (Soin. Theol. l II q., 97 arto 4). No hay nada más injusto que
la igualdad cuando la situación de las personas no es igual. ,
Cuando se ha dispensado a alguien del cumplimiento de la ley no ha~
biendo causas legítimas para ello, esta dispensa no exime de la obligación
moral de observar la ley, aunque la dispensa subsist~ en el derecho positi~
vo, por cuanto la ley natura! que está siempre en vigencia prohibe huír sin
causa legítima de las cargas justas puestas por la Autoridad. .
Si .bien es cierto que la ley éivil es expresión de la ley natural y en ésta
no cabe dispensa de los preceptos generales; no es menos' cierto, que el
Supremo Legislador de la ley' natural ha podido prever toda~ las circt.:ns~
tancias que pudieren presentarse respecto de los actos regidos por esta ley
interna; mas, en lo tocante a la ley civil el aut0t: de ésta no puede huma~
namente anticiparse a las circunstancias que sobrevengan durante la vigen~
cia de ella y que la hagan inobservable para ciertas personas.
Las diferencias inás notables entre la epiqueya y la dispensa son: en
'primer lugar, que por la epiqueya se exime al súbdito del cumplimiento de
la ley para un caso determinado, en cambio, la dispensa concede licencia
de la ley de una manera du,rable y univer.sal; en segundo lugar, tanto el le~
gislador como los súbditos pueden interpretar la ley y hacer uso de la epi~
queya, en cambio, la dispensa sólo puede provenir del legislador.
índice
CA~ITULO VI
Por consiguiente, una ley será nula e injusta y no obligará: cuando no·
emanare de Autoridad legítima que obra dentro de sus ,facultades, cuando
esté en oposición con lá ley Eterna y con la ley Natural, cuando no se dirija
al bien común de la colectividad, cuando violare la justicia conmutativa,
la distributiva y la legal o social. cuando' fuere deshonesta, es decir. dis~,
conforme con los principios morales y la ley divina positiva, cuando tuvie~
re un objeto físic~ y moralmente imposible. cuan9.o no se adaptare a las
circunstancias en medio dé las cuales desenvuelve el pueblo su' vida. ' En
todos' estos casos, aún cuando' varios de 'ellos no implican propialoente un
atropello a la justicia estrictamente cQnsiderada, decimos que la ley es in~
justa. .
Ahora bien, la ley injusta puede ir ,en contra del :bien humano o del
bien divino y aunque en ninguno de Jos dos caSos es de suyo obligatoria en
conciencia, Fespecto del primero pueden presentarse ciertas modalidades
que la hagan accidentalmente obligatoria.
•
2): Leyes injustas átentathrias al bien humanó.-D~ntro de las leyes
injustas hay algunas que sólo son contrarias al bien humano, es decir, ley~s
que por su origen' o fin impli~n un ataque solamente' a los derechos de los
hombres,sin menosc~bar directamente' los derechos de Dios ni sus leyes.
Estas leyes injustas, 6nicamente obligan en ciertos casos especiales.
Para Santo Tomás las leyes "son contrarias al bien humano, o por razón
del fin. como' cuando un soberano impone leyes onerosas a sus subordina~
dos, enemigas del bien común y sólo favorecedoras de los intereses parti~
[205 ]
eulares y de ]a gloria del soberano; o por razón del autor, cuando éste, en
el ejercicio de su poder legislativo, traspasa los límites de la potestad de
que se le ha investido; o por último, por razón de la forma, como cuando
reparte las cargas entre la multitttd con notoria desigualdad, y ello aún
cuando esas cargas sean beneficiosas al bien común. Las leyes que así son
injustas, mejor debieran llamarse violencias qne no leyes, porque, como di~
ce San Agustlín (De Lib. arb. Lib. 1 cap. 5) "una ley que no es justa, no
es ley". Desprovistas del carácter y sin la naturaleza de leyes, no pueden,
por consiguiente, ohligar en el foro interno, a no ser por razón del escán~
dala ci' del desorden que el incumplimiento de las mismas pudiera originar;
pués cuando esto sucede, está el hombre obligado a ceder de su derecho,
según lo insinúa la Escritura por estas palabras: "Si alguien te forzaré a ir
mil pasos, vé' con él otros dos mil; y si alguien te despoja de la túnica, en~
'trégale también la capa" (San Mateo, cap. V, v. 41). (Som. TheoI. l II
q. 96, arto 4).
Las leyes injustas por regla general no obligan en conciencia; pero,
pueden ser observadas voluntariamente por los súbQitos aunque no estén
moralmente constreñidos a ello, siempre que no ort;lenen algo intrínseca~
mente malo; mas, cuando no pueda dejarse de cumpli~ la ley sin escándalo
o grd\l'es trastor~os ha de ser lsta guardada accidenta)mente. En este últi~
roo caso, no es propiamente la ley injusta la que o.bligÍ\, sino la ley natural
que nos ordena evitar el, escándalo y las perturbaciones de la paz social, y
renunciar al bien pnvaao en aras oel cien ,;ocial. '
A1.1nque las leyes injustas no son verdaderas leyes sino actos de ...io~
lencia, hay que tener presente que están amparadas por la presunción de
conformidad a la justicia y mientras no se destruya esta presunción no se
puede desobedecerlas. Es por esto que se ha de tener mucha prudencia y
resignación para juzgar la ley antes de dejar de cumplirla, pués, los peligros
inherentes al desobédecimiento de ella pueden ser mayores que la lesión a
un derecho privado. .. , '
Lo dicho no quiere decir que negu_emos ahora la obediencia al Poder
legítim&, porque "el respeto que se debe él los poderes constituídos no po~
dría envolver el respeto, ni mucho menos la obediencia sin límites a una
medida legislativa cualquiera, dictada por ~sos, mismos poderes".
3). Leyes injustas atentatorias al bien divino.-A esta clase de leyes in~
justas pertenecen aquellas que van contra ley divina positiva, o bien, con~
tra la ley natural, la cual es de un origen divino; a pesar, que podría decir-
se, que tina ley que e!ituviere en oposición con la ley natural más bien aten~
taría contra la naturaleza humana y; por lo tanto, sería de la especie dé le~
yes injustas anteriormente citadas; pero, por nuestra parte, consideramos
que una ley violatoria de la ley natural es una ley atentoria al derecho del
Supremo Legislador, autor de la ley natural.
Estas leyes opuesta~' a los mandatos de Dios, como por ejemplo la ley
sobre divorcio, según observa Santo Tomás con toda razón,. "jamás deben
ser acatadas y obedecidas, pués, como dicen los Apóstoles (Hechós de los
.Apóstoles cap. 5, V. 29) "es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres" (Som. Theol. 1 II q. 96, arto 4). y ya ha.bía dicho el mismo Doc-
tor: "Cuando la ley escrita contradice al derecho natural, es injusta y no
obliga" (Som. Theol. 1 II q. 57, arto 2).
Respecto de. estas leyes injustas no hay ninguná circunstancia que pue~
da darles carácter obiigatorío ya que .como enseña León XIII en la Encícli-
ca Libertas: "Mandar y exigir obediencia a las órdenes, es un d~recho de la
potestad humana en cuanto ésta no está en pugna con la potestad divina,
y' en cuanto se JIlantieIie en los 'límites que Dio~ le ha señalado. Pero cuan~
do esta potestad humana dicta órdenes abiertamente contrarias a la volun~
[ 206 ]
\-ad divina, ella excede aquellos límites y se pone en pugna con la autori~
wdad divina; entonces es justo no obedecer". En otro acápite del'mismo Do~
'cumento expresa: "cuando. falta el derecho de mandar o se manda algo
'Contra la razón, contra ley eterna, o, los mandamientos divinos, es justo no
'Obedecer a los hombres, se entiende, para obedecer a Dios". Según esto no
só,lo no hay que obedecer la ley contraria al bien divino sino que hay que
:resistirla.
Si, como hemos dich~, hay que dar al César lo que es del César, éste y
los súbditos deben dar a Dios lo que le c.orresponde, es decir, deben estar-
les sometidos y guardar su~ preceptos. El Póder no tiene potestad para
'obrar en contra de los mandatos de la Autoridad suprema y los súbditos
:han de resistir las órden,.es contrarias a las leyes de Dios, pués, hay que" dar
;al César lo suyo, pero no· lo d~ Dios.
Indudahlemente que para aquellos que consideran que la Autoridad,
.apoyada en la fuerza, es la fuente primaria y única de la ley, jamás habrá
'tma ley que sea injusta, aunque contenga una aberración moral o social.
Pero quienes considera!) que hay algo más alto espiritualmente al Poder
Público, muchas veces ejercido por individuos ineptos y depravados, no
pueden renunciar a la dignidad de personas en busca de 10 Absoluto me-
ocliante el obedecimiento a una· ley injusta. índice
11. LA REBELlON
,[ 201 1
\-ad divina, ella excede aquellos límites y se pone en pugna con la autori~
wdad divina; entonces es justo no obedecer". En otro acápite del'mismo Do~
'cumento expresa: "cuando. falta el derecho de mandar o se manda algo
'Contra la razón, contra ley eterna, o, los mandamientos divinos, es justo no
'Obedecer a los hombres, se entiende, para obedecer a Dios". Según esto no
só,lo no hay que obedecer la ley contraria al bien divino sino que hay que
:resistirla.
Si, como hemos dich~, hay que dar al César lo que es del César, éste y
los súbditos deben dar a Dios lo que le c.orresponde, es decir, deben estar-
les sometidos y guardar su~ preceptos. El Póder no tiene potestad para
'obrar en contra de los mandatos de la Autoridad suprema y los súbditos
:han de resistir las órden,.es contrarias a las leyes de Dios, pués, hay que" dar
;al César lo suyo, pero no· lo d~ Dios.
Indudahlemente que para aquellos que consideran que la Autoridad,
.apoyada en la fuerza, es la fuente primaria y única de la ley, jamás habrá
'tma ley que sea injusta, aunque contenga una aberración moral o social.
Pero quienes considera!) que hay algo más alto espiritualmente al Poder
Público, muchas veces ejercido por individuos ineptos y depravados, no
pueden renunciar a la dignidad de personas en busca de 10 Absoluto me-
ocliante el obedecimiento a una· ley injusta.
11. LA REBELlON
,[ 201 1
pierde toda su razón de ser. Por consiguiente, los, súbditos no están obli--
gados a acatar un Poder qite carece 'de títulos justos para ordenar y pue--,
, den rebelarse en contra suya.
Además, dijimos exi el momento oportuno, que los ciudadanos sólo
debían obediencia a la Autoridad legítima, tanto de adquisición o de origen
~omo de ejercicio, es decir, a la Aqtoridad que en su co'nstitución y en el
uso de la soberanía se conforma con, los principios de la justicia y con el
respeto que se ,debe a los derechos del pueblo. De tal manera .que si el Po-
der no se ajusta a estas normas en el ejelécicio' de su función pública se
transforma en un Poder ilegítimo carente de toda potestad e impotente pa-
ra obligar ~ sus gobernados, teniendo éstos" en consecuencia, el legítimo<
derecho de rebelión.
,Por otra parte, como expresa Santo Tomás, "el régimen tiránico no es
justo, ya que no se ordena al bien común, sino al bien privado del tirano.
y por lo tanto, lá perturbación de este régimen no tiene razón de sedición;
a no ser cuando ese perturhamiento es causa de que la multitud venga a su-
frir perjuiclos mayores que los que origina el régimen tiránico. Pués más
sedicioso es el tirano que en el pueblo que le está sujeto alimenta disc~r-
,dias y sediciones para poder dominar más seguramente. Esto es, pués ti-
rcinico por estar ordenado al bien propio 'del imp~rante, con daño de la
multitud" (Som. Theol. II II q. 42, arto 2).
Aunque es verdad que no se puede ejecutar un acto intrínsecamente
malo para obtener un bien, ya que el fin no justifica íos medios, no obs-
tante, es lícito ejecutar un acto extrÍnsecá y relativamente malo para obte-
iler un bien superior; en consecuencia, podemos rebelarnos contra las leyes
injustas, para restablecer el imperio de la justicia, aún cuando con ello va-
yamos a causar cierto mal propio de toda rebelión; en lo que debe verse una
expiación colectiva. '
La legítima defensa que se haga en contra de llis leyes injustas pue-
de pasar por diversas etapas, las cuales son señaladas por Maritain
cuando dice: "Es sabido que jamás debemo~ obedecer a las leyes con-
trarias a los mandamientos de Dios, y que no sólo es lícito oponer a un go-
bierno tiránico una resistencia legal activa, procurando por v~as legales el
~mbio de régimen político del Estado, sino que l;s ciudadanos, obrando
no como personas privadas. sino en representación del pueblo, a lo menos.
tácitamente, pueden tener la obligación de recurrir ya sea a la resistencia pa-
siva, ya a la fuerza y a la resistencia a mano armada (resistencia defensiva)
. contra las agresiones de un gobierno legítimo convertido en tiránico, y has-
, ta de destruírle, o de suostittúr con un nuevo Poder la Autoridad impoten-
te ante un peligro grave, o también de impedir por la violencia y la efusión
de sangre el acceso del usurpador al Poder, suponiendo que e~ todos estos
casos no se sigan para el pueblo mayores males... Todo es verdaro y es
útil" (49). .
El Dr. José M. Llovera hac,e en su Tratado de Sociologla un bosquejo<
muy preciso de las diversas clases de resistencia que pueden oponerse a las
leyes injustas. En efecto, dice el citado sociólogo: "De ahí también el de-,
recho de resistencia al tirano: a) siempre será ¡ícita la resistencia pasiv:a o
desobedecimiento a la ley injusta; b) lo será también la resistencia activa
defensiva, pués con ella no se hace más que defenderse contra una injusta
agresión; c) la resistencia activa ofensiva no violenta es lícita, puesto que es
usar de un derec,ho concedido por la Autoridad; d) la resistencia activa ofen-
siva y violenta, hasta llegar a la deposición del tirano. será también permi-
tida cuando lo reclame el bien de la comunidad" (5 O) .
En términos generales, podemos decir, que la rebelión u oposición vio-.
lenta sólo es lícita cuando representa "una indispensable justa defensa con-
tra una actual agresión fundamentalmente tiránica". Analizaremos a con-
.f1nuacióa las" eondiclones particulares que debe tener una rebelión para set-
lícita.
Z). Condiciones que debe cumplir una Rehelión para ser lícita.-·Los
requisitos que debe llenar una rebelión para ser legítima los podemos resu-"
mir en los sigment~:
:1 209 }
neficio bastante como para compensar loslW1crificio.s que la rebelión imp~
lOe a los súbditos.
Sin duda; que es difícil ,apreciar, con c;ert;~~a q.e" ai;ltemano cuál puede
~er el resultado de tina rebelión, pero, pueden ~xistir ciertas circunstancias.
a saber: atropello de la dig~idad humana de los sú!J:d~tos" at~ntados contra
las leyes de Dios' y la' Religión, etc., que impongan en todo C!!so, a los pue~
blos la obligación de rebelarse contra ~l Poder que tales Cº~!I ordena, aun~
que con ello sus vidas corran grave riesgo, pués, la Verdad y la Virtud bien
merecen la inmolación de un pueblo.
g) '. Que la Rebelión sea dirigida por una Autoridad pública o que par-
¡jcipe en ella todo el pueblo.-No cualquier particular o grupo privado tie-
ne derecho a rebelarse_contra el PoderconstitQ.ído. En efecto, quien ejerce
~l Poder lo ha recibido por delegación; .,pués bien, esta delegación puede
provenir de una Autoridad superior o del pueblo mismo. De tal manera Que
sók .la Autoridad pública o el pueblo pueden derrocar a quien ellos desig-
naron, ' Toda rebelión encahezada por particulares o grupos determinado$
es' injusta. . " " "
León XIII condena toda insurrección por cuenta de particulares;. ex-
presa el Pontífice: "y si llegare a suceder que los príncipes se, excedier~n
te~erariamente en el ejercicio de su poder, la doctrina católica nQ permite
insurrec;ciones por. su ' cuenta' contra ellos, por temo'; de que la tranquilipad
del orden no ~ea, más y más perturbada, y que la sociedad reciba un, daño
todayía' mayor" {55). "
'Es Rre;vi.b a' la iniciación de toda r~be1ión, realizada por el pueblo, ,que
ras,_volu~tíides de todos los cil;J.dadanos ~stén, moralmente acot<:les en quee~
preciso d,errocar al tirano porque no se puede soportar más su yugo. Pero.
'l~ntiéndase bien .. nadie, ni clase social ni partido político ni institución u or-
:oanización alguna puede reemplazar la voluntad popular y erigirse en per-
~onero de ella. No se puede arrastrar a un pueblo a los peligros y sacrifi-
cios ~e una rebelión sin su voluntad, hacerlo sería el más nefasto de los crí7
3nenes. .,
Sanlo Tomás corrobora lo aquí expresado al decir: "No se debe pro-
,ceder ~ontra tiranos por iniciativa individual de algunos particulares sino
por la Autoridad pública" (56).
h). Que Jos medios sean lícitos y' proporcion~dos. Ilicitud del tiranici-
dio.-No basta para, legitimar una rebelión el que la causa y el fin sean jus-
tos, e~ preciso que los rebeldes se sirvan de medios totalmente lícitos, pués,
es suficiente usar un solo medio ilícito para que todo' el movimiento adquie':
.ra carácter de ilegítimo. El fin no justifica los mediqs, es decir, el fin bueno
no justifica el empleo de medios intrínsecamente malos, y son malos no
sólo los medios que ~"an contra la justicia sino también los qué hieren la ca-:
:ridad. No hay que 'olvidar que "bonum ex integra. causa;malum ex quo-
cumque defectu", el bien proviene de la integridad d~ la' causa y el mal del
menor 'defecto. ..' .
Este requisito. se los recuerda Pío Xl a los mejicanos, instándoles a que
tengan presente que dado el carácter de medio de la rebelión "no justifica
~ás ,que acciones lícitas y nunca acciones intrínsecamente malas" (57). No
se puede defender la justicia sino por medios lícitos;. lo contrario, es un
contrasentido demencial. Antes de actuar hemos de tratar de purificar nues-
tros medios, pués, 'sólo los medios puros son fecundos en bienes .
. Pero, los medios además de ser honestos han de ser proporcionados al
Jin, o sea, que "hay que usar de ellos' sola~ente en la medida en que ~h'van
para obtener el fin o para hacerle posible en todo o en parte y de tal ma-
nera que no causen a la comunidad daños superiores a aquellos que se tra-
ta de reparar" (58). .
Un medio que está expresamente condenado es el tiranicidio, es decit~
la muerte del· tirano por un parti~lar. Esto' es ,una consecuencia del hecho
que la' resistencia no corresponde a los particulares, sino a la Autoridad pú-
'blica o al pueblo colectivamente. Al respecto expresa Santo Tomás: "Opi-
nan algunos, que si el exceso de la tiranía es intolerable, 'pueden y perte-
nece a: los hombres valerosos matar al tirano, y exponerse a la muerte por
libertar al pueblo ... , pero esto es contra la doctriná apostólica" (59). En
, el concilio de Constanza, sesión XV, se condenó la proposicion que afir-
maba la licitud del¡ regicidio; la proposición condenada eíy la siguiente:
"Cualquier vasallo o súbdito puede y debe lícita y meritoriamente matar a
un, tirano cualquiera, hasta' valiéndose de ocultas asechanzas, o astutos ha-
lagos o adul,aciones, no 'obstante cualquier juramento. o pacto hecho con
él, y sin esperar la sentencia o el mandato de ningún juez" (60). ,y esto es
,perfectamente lógico,. pués, no.. se . puede imponer la justicia por rnedio del
asesinato .el cual es intrínsecamente malo.
A pesar de lo dihho el P. Juan de Mariana sostiene. la licitud del tira-
nicidio como último ,recurso; pués, segun él. el derecho de defen~a propia
autoriza lacol1sumación del tiranicidio por propia autoridad y por cualquier
particular. Lo único que exige el P. Mariana es mucha prudencia para juz-
gar qué g9bernante es tirano. Igualmente el mismo jesuita critica la citada
resolución del Concilio de Constanza arguyendo: "esta proposición no fué
aprobada por el romano pontífice Martina V, ni por Eugenio, o ~us suce-
.sores, .de cuya autoridad pende la de todos los concilios de la Iglesia; y
más especialmente porque consta que aquel co.ncilio.. se celebró en medio.
del gran trastorno que su,fría la Iglesia p,or la disidencia de tres po.ntífices,
lC• • uno de los cuales pretendía ser la verdadera cabeza de ella.. Además
,{ 211 J
los padres del concilio se propusieron refrenar la licencia de los hussist~!I )~
reprobar la opinión de los que deCÍan, qué. el principe, cometiendo cualquier
erimen, caía del principado; y que podía cualquier, por lo tanto, despojar-
le iInpunemente de la potestad réa!, que ejercía' con injuria de sus súbditoll,
Por otra parte, el ánimo dé los padres era .más propiamente reprobar la va-
cidad de Juan Parvi, teólogo paris~ense"( 61). Pero, .~ariana en todo ca-
so no considera lícito envenenar al príncipe ni usar mediqs encubiertos si-
milares. No siendo muy atendibles las razones que dá Mariana para negarle
valor a la resolución a que nos venimos refiriendo, uno se siente inclinado
a pensar que como la Obra de Mariana: "Del Rey y de la institución de la
Dignidad Real", estaba destinada a la educacjón y forma<;:Íón del Príncipe
que después fué Felipe III aquél trató de inducirlo a hacer un buen gobier-
no bajo la amenaZa, en caso contrario, de que quien le asesinara haría una
obra v i r t u o s a . ' .
, n
3). No cumpliéndose los requisitos señalados la Rebelión no es justa ní
lícita y sólo cabe la oración y la resignación.-Si los medios pacíficos Sbn
del todo ineficaces y no se reúnen las condiciones necesarias para que la re-
beli6n sea legítima, sólp resta a los subordinados la oración y la resignación.
como únicos recursos sobrenaturales para mejorar la situación. Aunque son
éstos los últimos medios según la carne, son los primeros según el espíritu
y "si los cristianos, aún para defenqer los fundamentos de;: los derechos di-·
vinos y humanos, prefieren los medios divinos a:la incertidumbre peligrosa
de los medios .brutales, tan fáciles de mancharse de mayor injusticia que la
que s~ trata de lavar, fueran aplastados por el poder tiránico, "lo serían por
la defensa de los derechos de Dios, y esta resistencia sería si~pre80bre
naturalmente fecunda" Pío XI" (62). Ningún cristiano ha de olvidar el
reproche dirigido por Cristo a u~o de los suyos que trataba de defenderlo
de quienes iban a prenderle: "Vuelve tu espada a su sitio: porque todos los
que se sirvieren de la espada a espada morirán" (San Mateo, cap. 26, v.
52). y esto explica, como alguien anota, por qué las persecuciones de los
primeros siglos de la Iglesia cristiana producían mártires y no revoluciones.
Para que vuelva la paz y'la justiciaaa un pueblo no ·es suficiente que'
ore, debe además merecer la libertad y Ta paz y ser digno de tamaños be-
neficios. Sólo la práctica' de la virtud, su amor a la paz y a la justicia, sus
cualidades espirituales y su proceder honesto, hacen a un pueblo merece-
dor de la libertad y del respeto a sus derechos. Santo T omáli no trepida en
afirbar: "es en castigo de los pecados que Dios permite a los impíos apo-
derarse del poder". .
Indudablemente que pata quienes colocan las vías del hombre antes
que las vlas de Dios, para quienes anteponen la obra propia a la obra de
Dios, ·la oración y la resignación no serán sino un lenitivo para justificar una
actituq de esclavo envilecido; pero, para quienes prefieren dejar que se
desenvuelva el sltbio plan providencial son éstos los medios más nobles y'
más fecundos.
Por consigui.ente, no desatendamos desdeñosamente el con~ejo dado
por León XIII: "y cuando el exceso ha llegado ya hasta el punto de no de~
jar . aparentemente ninguna esperanza de salvación, la paciencia enseña a:
·buscar el remedio eh el mérito . y en incesantes
' .
plegarias a Dios" .(63) .
índice
I[ 212 1
E P (L O'C O,
Hé aquí expuesta la única filosofía de la Ley que no~ revela los autén~
(ticos fundamentos' remotos de, ella: la ley Etema y la ley Natural, 'y que dá
"a la ley su verdadero sentido de mandato racional arquitecto del Bien Co-
,mún y expresión del poder legítimo, el cual se enlaza con la Potestad Di-
'vina; Ninguna otra aparente filosofía legal podría cimentar, en bases más
, .sólidas, 'el carácter obligatorio de la ley justa y los títulos que justifican el
,.desobedecimiento a las leyes injustas. ' ,
Hemos visto a la .ley actuando dentro de una Sociedad natural civjl
.co,n un Bien Común que alcanzar, el cual, a su vez, d~b.e volcarse sobre las
personas; rige a esta Sociedad una Autoridad política de alto origen y que
'tiene 'la misión de ordenar a los súbditos, organizados en sociedades meno-
.res. hacia ese Bien Común;' todo dentro de un estricto orden moral. Socie-
.dad: personalista, comunitaria y pluralista. Ei' Poder civil y el Poder reli.:.
gioso con sus respectivos derechos aut6nomos en sus materias propias y, en
lo demás, estrecha relación y sometimiento de la materia' al espíritu.
Pero, por grande que sea la importancia de la ley y por noble que sea
.su origen, no se' debe legislar sobre todas las materias, pués, con ello se in~ ,
troduce la confusión en el pueblo y la vida de éste se torna excesivamente
.engorrosa. No hay que olvidar aquella máxima de Tácito: "Corruptisima
republica ,plurimae leges" (1). Mientras' más corrompida es una república
,más leyes tiene. . . ' .
No se 'trata de aumentar, desorbitadamente el número de leyes existen:
tes; se trata de interpretar las estrictamente necesarias de acuerdo con el es-
píritu de 'justicia y con la. virtud. La justicia legal positiva no ha de estar en
contrapo'sición con la jUMicia real y verdadera. La ley no vale en sí, sino por
la justicia que contiene. La ley positiva nO es necesariamente el ,reflejo del'
la justicia y de lá verdad. La ley positiva sólo es ley si concuerda con la mo-
ral y la ley Natural; asimismo, su interpretación por los particulares y la
Magistratura 'se ha de hacer a la luz de los, principios morales y de la justi-
cia. El. funestísimo error cometido .por los juristas positivistas es el haber
identificado lo justo legal con lo justo real, que en muchos casos pueden
, ,estar en oposición; es por ésto, que Guillermo Ferrero critica .eI espíritu, (Jo
mejor dicho, la carencia de espíritu con que los juristas positivistas inter-
pretan la ley escrita, en los siguientes términos: "la letra de la ley, que no-
debería ser sino un signo aproximativo de la justicia, se cOIlVierte en la jn&-
ticia misma, esto es. en un símbolo místico... la mayor part~ de las- ideij6
[ 213 1
índice
N O' TA s
PO R.T A DA
1) Sa~ Clemente' 1. Papa. De la Carta a l~s fieles' dc Corinto. Cit. por Carlos Hamil-
ton. Apuntessóbrc el derecho d~ Rebelión. Pág. 58.
P'R E FAC·I O
1) Edmundo Picardo El Derecho Puro. Pág.' 394.
2) Maritain. Siete Lecciones sobre el Ser. Págs. 17·18.
3) 'Aníbal Basctifián. Informe sobl'e la Memoria de prueba de Miguel Lastarria S.
CAPITULO I
1) Maritain. Para una filosofía de la persona hUlÍl¡¡,na. Pág. 12.
2) Vénaneio Carro. Domingo Soto y el Derecho 'de Gentes. Pág. 32.,
3) Venancio Carro. Ob. cito Pág. 32.
4) Angel Ossorio y Gallardo.' Derecho y Estado. Pág. 19. Cit. por Venancio Carr{)~
Ob. cit. ,Pág. 34. ' '
5) Grocio. Cit., por Venaneio Carro. Ob. cit. Pág. 160.
6) Victor Cathrein. Filosofía del Derecho. Págs. 268·69.
7) Rafael Fernández Concha .. Filosofía del Derecho. Pág. 161; N:o 264.
8) Víctor, CathJ:'ein. Ob. cit. Pág. 265. '
9) Víctor Cathrein. Ob. cit. Pág. 266.
10) ldem. '1 '
11) Rafael Fernández Concha., Ob. cito Pág. 1m, N.o 271.
1~) Arturo AJessandri R. Teoría' del Abuso del Derecho. Curso ~ Derecho Civil. TOIn<t:
IV. Págs. 933·934. "
13) Rafael Fernández C. Oh. cit. Pág. 169, N.o 272.
14) 'Enrique Ahrens. Curso de Derecho Natural. Pág. 144.
15) Manuc¡ Kant. Metaphysik der Littcn (Hartemstein).' V. 17. Cit. porCnthrein_
Oh. cit. Pág. 44. I ,
16) GeorEe!! Renard. La valeur de la Loí. Pág: 185.
11) A. Vermeesch. Cuestiones aecrea de la ;Justicia. Pág. 17, N.o 4.
18) Rafael.Fernández C. Oh. cit. Pág. 120. '
1D) Rafael Fernández C. Ob: cit. Pág. 339.
20) Cathr(!in., Ob. cit., Pág. 226., ..
21) O. N. Derisi. Los Fundamentos Metafísicos del Orden Moral. Pago 229.
'22) A. Vermceseh. Ob., cit'. Pág. 18.
23) A. Vermeesch. Ob. cit. Pág. 19.
2:i) .' ,Derisi. Ob. cit. Pág. 230 ..
25)' A: Vermeesch'.Ob. cit. 18.
26f Derisi. Oh. cit. Pág. 230.
,:m I{erisi.. Ob.cit. Pág. 229.
" .
[ 215 ]
28) Venancio Carro. Ob. cit. Pág. 148.
"20) ~l F~nández C. Ob. cit. Pág. 64.
oro) Francisco Suárez. Tratado de la Ley 'Y de Dios Legis¡ador. T. 1. PA,;. OO.
~1) Suárez. Ob. cito T, 1. Pág. 148.
32) ~San Jsidoro de Sevilla. Etimologías. Lib. 2, cap. 10 y Lib. [) cap. :~. Cit. Pot'
Suárez. Ob. cito T. l. Pág. 20.
33) Marco Tulio Cicerón. Les Loi~. Liv. 1. Pág. 366.
34) San Agustin. Cuestiones del Nuevo Testamento. Q. 15. Cito por Suárez. Ob. cit.
Pág. 20. I
35) Domingo Soto: Tratado de la Justicia y el Derecho. T. 1. Pág. 13.
36) SulÍrez. Ob. cit. T. 1. Pág. 20.
37) A. Cast-elein. Morale. Pág. 389.
38) Zeferino González. Estudios sobre la filOsofía de Santo Tomás. T. lll. Pá¡. 4:91.
,39) Suárez. Ob. cito Pág. 56.
40) Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 61.
,41) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 61.
42) Suárez. Ob. cit. T. 1. púg. 63:
,43) Suárez. Ob. cit. T. J. Pág. 64.'
-44) Suárcz. Ob. cito T. 1. Pág. 68.
e A P I TUL o JI
1) Soto. Ob, cito T. 1. Pág, 62.
2) Suárez. Ob. cito T. ll. Pág. 33.
3) San Agustin. Contra. Faust. L. 22,
La Ley. Pág. 153.
a 27. Cit. por Constantino Fernández Alvar.
4) Cicerón. Ob. cito Pág., 380., "
l5) , Valensin Albert. Traité de Droit Naturel. pág. 193.
6) Giorgo del Veechio. Filosofía del Der~o. T. ll. Pág. 53.
,7) Soto. Ob. cito '1.'. 1. Pág. 62.
8) Castelein. Ob. cit. Pág. 39L
9) Derisi. Ob. cit. Pág. 308.
10) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 5.
11) 'Suárez. Ob. cit. T. n ..Pág. 4,1:.
12) Cicerón'. Ob. cit. lJ. JI, párrafo JV.
13) Derisi. Ob. cit. Pág. 305.
14) Vásquez de Mella. Obras Completas. T. X. Págs. 164-167. Cit. po~' Osvaldo Lira.
Nostalgia dc Vásquez de Mella. Pág. 26_
15) Soto. Ob. cit. Pág. 66. T. 1.
lO) Bautain. Filosofía' 'de las lt:'yes bajo el punto de vista cristiano. Pág. 37.
17) Suárez. Ob. cit. T. n. PÍígs. 30-31-32.
18) Recasens. Estudios de Filosofía del DereCho. Pág. 521.
19) Venancio Carro. Ob. cito Pág. 37.
20) San Jsiaoro. 2 Etimolog. c. de lege. Cito por Suárez. Ob. cit. T. .JI. Pág. 5.
21) Suárez. Ob. cit. T. n. Págs. 31-'32.
Sunrez. Ob. cit. T. JI. Págs. 35-36.
~, San AgusHn. La misma cita N.o 3 de este capítulo II.
24) San Anselmo. Cur Deus homo. Lib. 1, cap. 12. Cit. por Suárez. Ob. cit. T. Ir.
Pág. 18.
25) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 19.
26) Soto. Ob. cit. T. 1. Págs. 71-72.
27) Derisi. Ob, cit. Pág. 305.
28) Derisi. Ob. cit. Pág. 306.
29) Fernández AI'l'ar. Ob. cit. Pág. 157.
SO) San Agustin. La Ciudad de Dios. L. 19, cap. 12.
31}' Bautain. Ob. cit. Pág. 40.
32) Suárez. Ob. cito T. JI. Pág. 35.
83) 'Suárez. Ob. cito T. 11. Pág. 13.
34) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 52.
:35) Suárez. Ob. cito T. n. Págs. 51·52.
<16) Etienne Gilson. Santo ,Tomás de Aquino. Pág. 224.
3'7) Suárez. Ob. cit. T. JI. Pág. 39,. '
38) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 53.
:39) Valensin; Ob. cit. Pág. 192.
4(}) Bantain. Ob. cit. Pág. 35.
41) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 59.
42)' San Agustín. De Libero Arbitrio. Lib. 1, cap. 6. Cito por Suárez. Ob. cit. T. Ir.
Pág. 47. I
43) Cicerón. Ob. cit. L. n. Pág. 380.
44) Demóstenes. Cit. por Mar('iRDo O. C. en eJ libN ,2,' dig. de 'leg.). Cit. a su vez,
por, Suárez. Ob. cit. T. n. I:'ág. 48.
[ 216 1
~45) ,Suárez. QI.>,. 'cit. ',['. n. Pág. i.
o4tl) Z. González. Ob. eit. T. IJI. Pág. 496.
"'47) Soto. Ob. cito T. I. Pá~. 68·69.
CA~ITUL,O 111
1)' DcrisL Ob. cit. Pég. 56. De este mismo autor son tomados varios de los conceptos
emitidos en este párrafo.
2) Derisi. Ob. cito Pág. 54.
3J Cicerón. Ob. cit. Pág. 377.
5) Derisi. Ob. cit. Pág. 277.,
'>5) Cicerón. Ob. cit. Pág. 373.
6) Suárez. Ob. cito T. JI. Pág. 56.
7) Grabmann. Thomas von Aquin Kultu,rphilosophie. Págs., 35-36. Cit. por Derisi.
Ob. cit .. Pág., ,278. . " . ,
8): Del'ÍaÍ. Ob. cit,. Pág. 312.
9). San,to Tomás de Aquino. In. JI sent. dis. 38, q. 1. arto 1. Cito por Derisi. Ob.
cit .. Pág, 289, I
~10) Derisi. Ob. cit. Pág. 312.
11) Cicerón. Ob. cit. Pág. 366.
12) Caste1ein. Ob. cit. Pág. 874.
13)' Caste1ein. Ob. cit. Pág. ,391.
14) Ver cita N.o 14 del cap. JI. ,
:15) Maritain. Los Derechos del Hombre y la 'Ley Natural. Pág. 91.
:16) Rafael Fernández C. Ob_ cH:. Pág. 76.
,'17) Suárez. Qb. cito T., n. Pág'. 67.
13) San Agustín. Confesiones. T. JI, cap. 4.
19) Derisi. Ob. ,cito Pág. 344,. '
~O) Derisi. Ob. cit. Pág. 351.
21) Suárez. Ob. cito T. 11. Pág. 84.
'22) Recasens. Ob. cit., Págs. 521 y siga.,
23) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 8l.
,24) Soto. Ob. cit". T. 1. Pág. 82.
''25)1 Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 66.
26) Carro. 01;1. ,cit: Pág. 138.
27) Suárez. 01;1. cit. T. n. Pág. 61.
28) Suárez. Ob. cito T. n. Págs., 64-65.
29) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 13.
,30) Maritain. Los Derechos del Hombre y l~ Ley Natural. P~g. 90.
'SI) Castelein. Morale. Pág. 392.
32) Derisi. Ob. cit. Pág. 316.
''33) Los que no aparecen en la hibliografía son citados por Valensin. Ob. cit. Pág. 196.
M) Citados, por Valensin. Ob. cito Pág. 196. '"
'35) Gerson. Tract. de vita spirit, 1ect. 2. Cito por 'Suárez: Ob. cit. T.n. Pág. 'i4 .
. "36)'Suárez. Oh. cit. T. 11. Pág. 78. ' ,
37) San Anselmo. Lib. de 'vol. Dei. Cito por Suárez. Ob. cito T. II. Págs. 79-80.
38) Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 84.
~y Suárez, Ob. cit. T. n. Pág. 81,
40) San Agustin. De vera religo cap. 26, Cit. POi', Suál'ez. Ob. cit. T. n. -Pág. 88.
-41) Soto. Ob ..cit. T. 1. Pág. 93,
1~)' Fernández Alvar. Ob. cit., Pág. 164 ..
"iU) Fernández Alvar. Ob. cito Pág. 165,.
,44} Suárez. Oo. cit. T. n. Pág. 102.
45) Maritain. Los Derechos del Hombre y' la Ley, Natura!. Pág. 90.
;46), Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 114.
:47)' Castelein. Ob. cit. Págs. 395-396. ,
48) Maritain. Los Derechos del Homb!'e y la Ley Natural. Pág. 92.
49) Mnritaiu. Los Derechos del Homl;lre y la Ley Natural. Pág, 93.
50) Cicerón. Ob. cit.' Pág. 310.
~1) Suárez. Ob. cit. T.' II, Pág. 112 .
52) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 114.
53) Suárez. Oh. cito T. n. púg. 165.
,54) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 166.
00) "Derisi. Oh. cit. Pág. 326. -. '
56} .Suár'ez: .Oh, cit. T. n. Pág. 168.' , , ,
57) Stiárez: 01;1. cito T. n. Págs. 170-171-178-189.
5.'3) Soto. Ob. cit. T. I. Pág. 104.
'59) Suárez. Ob.cit. T. n. Págs. 193~.
60) • DerisL Oh. cit. Pág. 301.
61) DeriaL Oh. cito Pág. m>o.
~)i Suárez. Oh. cit. T. n. Pág. 94.
'«1)! Soto. Oh. cit. T. 1. Pág. 91.
l 217 l'
:(99 Su~. Ob. eit. T. n. Págs. 13G:-13'í.
\(w Snlirez. Ob. cit. T. n. Pág. 133.
~) San Agu~tín. Cit. por Suárez. 0'1;. cit. T. JI. Pág. 133.
«) Suárcz. Ob. cito T. JI. Pág. 141.
(0) Suárez. Ob. cit. T. n .. pág. 158.
69) Santo Tomás. Cito por Sriáiez. Oh. cit. T. n. Pág. 218.
70) Cicerón. Ob. cit. Pág. 374.
71) Suárez. Oh. cito T. n. Pág. l63.
'72), Cayeumo. Cito por Suarei. Gl)'. rif. T. n. Pág. 237.
73) Suárcz. Ob. cito T. U. figs. 24.'3-245.
74) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág: 252.
CAPITULO IV
1) Soto. Ob. cit. T. 1., Págs. 116-117. - •
2) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natura!. Pa~. 104.
"S) Luis Vives. Citado por Costa. La Ignorancia del Derecho. Pág,. 11·16-36·31. Ci·
'tado, a su 'vez, tlor Dorado Montero. Valor social de Leyes y' Autoridades. Pág. 15.,
~) Fray Luis de León. Los Nombres de Cristo. L. J, lllÍrr.afo 6. Pág. 94.
)5)1 Fray Luis de León. Ob. cito Pág. 94. •
'0) Soto. Ob. cit. T. 1. 'Pág. l(lH.
7) :Suárez. Ob. cito T. n. púg. 66.
8) Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 112.
9) Platón. Les Lois. Liv. 9.
10) Aristóteles. Política. Lib. 1; C9.p. 1. Pág. 15.
, 11) Cicerón. Ob. cito Lib. 1.
12) Aristóteles. In rhetorieis ud Alexandrum c. de gen. Cito por Soto. Ob. cito T. I~,
Pág. 12. I
, 13) San Isidoro. Lib. 5. Cit. por Soto. Ob. cito T. 1. Pál:. 12.
14) Suárez. Ob. cit. T. r. Pág. 211.
15) Castelein. Morale. Pág. 406.
, 16) Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 49.
17) 'Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 221.
18) Fuero Real. Cit. por Juan Beneyto Pél"ez. Idea", Políticas dI' la Edad Media. Pig:s.
31-32.
19) Sarito Tomás. Citado por Bautain. Ob. cito Pág. 301.
; 20) Plató.n. Les Lois. Liv. 8. '
,21) Aristóteles. Morale. Li\'. 10, cap. 9.
22) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 14.
,23) Fernández Concha. Ob. cito Pág. 66. N.o 10B.
24) Fernández Alvar. Ob. cit. Pág. 137.
25) Carro. Ob. cit. Págs. 134-13(').
26) Fernández Alvar. Ob. cito Pág. 138.
, 2'i'), Pufendorff. Cit. pOI' Carro. Ob. cito Pág. 167.
28) Jaime Balmes. El Protestantismo comparadó con el Catolicismo. Pág. 211.-
29)' Z. González:. Ob. cit. Pág. 493.
30) Suárez. Ob. cit. T.' L Págs. 7%75.
31) 'Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 137.
'32) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 120.
• 33) Suárez. Ob'. cit. T. I. Pág. 126 .
34) Santo Tomás. Contra lmpugnantes Dei cüItum nc. religionem c. ID. Cito por-
Schwalm. Philophie Social¡,. Pág. 2.
35) Tristán de Athllyde. Política. Pág. 8.
36) Gillet. Cito por José Bernales. El bien Común. Pág. 10.
37) Maritain.· Para una 'filosofía de la perRona humana. Págs. 170-171.
aB) Santo Tomás. De Regiminc Principum l, 1. Cit. por Grabmann. Santo Tom:í!J de
Aquino. Bágs. 185-186:,
39) Santo Tomás. Ethic. 1 lect 1. Cit. por Schwalm. Ob. cito Pág. 5.
, 40) Maritain. Para una filosofía de la persona humana. Págs. 143-144-145
41) Marita,in. Los Deyech08. del Hombre y la Ley Natural. Págs. 17-18-19:
42) SchwaIm. Ob. CIt. Pug. 6.
43) Schwalm. Ob. cit. Pág. 7.
, 44)' Schwalm. Ob. cito Pág. 9.
45) Tristán de Athayde. P.olítica. Pág. 12.
,46) Rousscau. Cit. por Maria de Maeztu. Historia de la Culttlra Europea p' 18<>
. 47) Maria de Maeztll. Ob. cito Págs. 175-176. . ag. u•
48) Tristán de Atbayde. Ob. cito Pág. 19.
49)' Tristán de Athayde., Ob. cito Pág. 20.
50) Tri3tán de Athayde. Ob. cito Pág. 23.
51) Vermeesch. Ob. eit. Pág. 2.'1.
~2) Venneesch. Ob. cit. P¡íg. 22.
[ 21 ~ 1
58} Taparelli. Ensayo teórico de Derecho Natura¡. Pág. 393. '
54) Maritain. Los' Derechos dcl Hombre y la Ley Natural. Págs. 21-22-23 •
.55) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natural. Págs. 67-68.
56) Maritain. Para una filosofía de la persona humana. Págs. 165-166-167.
57) León XIII. Cit. por Mons. Osear Larson. Lección de Derecho Social. Pág. 47.
58) Maritain. Para una filosofía de la per¡¡Ona humana .Págs .. 167 a 170.
59) Osear Larson. Lección de Derecho Social. :j?ág. 48.
(0) Sacto Tomás. De Regimine Principum. Cap. 11. Cito por Balmes, El Protestan-,
tismo comparado con el Catolicismo. Pág. 215. '
61), Soto. Ob. cit. T. I. Pág. 28.
62) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 140.
63) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág . .132.
64) Suárez. Ob. cit. '1'. l. Pág. 137.
65) Las Doce Tablas. Cit. por ]'ernándell Alvar. Oh. cit. Pág: 143.
66) Santo Tomás., Quaest. disputo Do potentia, cap. lIT, a. 16, ad." 16. CH. por'
Schwnlm. Oh. cit. P,íg. 15. '
67) Santo Tomás. De Charitate quaest. disp. a. 4.ad. 2. Cit. por Fernández Alvar.
Ob. cIt. Pág. 142. ' ,
68)' Sllnto Tomás. 1 Ethic.a. lect. l. Cit. por Schwalm. Oh. cit. Pág. 17.
69) Snnto Tomás. Quaest~ Disput. q.única, a. 4, ad. 2. Cit. por Schwalm. Oh. cit.;
Pág. ,17. l '
70) Suárez. ,Ob. cit. T. 1. P{\gs. 135-136.
71) Maritain. Trois Reformateur. Págs. 28-32. Cit. por Tristán dc Athaydc. Politica.
Pág. 13. I
72) Vermeesch. Ob. (lit. Pág. 75.
73) Santo Tomás. Ethic. 1. 1 Lec. I. Cit. por ,Bartplomé Palacios. Las Encíclicas,
Sociales. Pág. 78. ,
74) Vermeesch. Ob. dt. Págs.' 23-24-25.
75) Vermeesch. Oh. cit. 84. .
'76) . Schwalm. Ob. cit. Pág. 21.
77) Larson. Doctrinas Soci~les. Págs. 20-21.
78) MarÍtain. Para una filosofía de la pei'sona humana. Pág. 48.
79) Schwalm. Ob. cit. Pág. 22. '
80) Maritain. Para una filosofía de la persona bumana. Pág. 147.
81), Tapare1li. Oh. cit. Pág. 175.
82) Schwal.m. Ob. cit. 'Pág. 29.
83) Tristán de ,Athayde. Ob. cit. Pág. 14.
84) Platón. Diálogo De Regno. Oit. por Soto. Oh. cit. T. I. Pág. 29~
85) Suárez. Ob. cit. T. I. Pág. 152. .
86) Cicerón. Ob. cit. L. ITI.
87) Suárez. Oh. cito T. I. Págs. 146-148.
88) Partidas. Cit.. por Beneyto Perez. Ob. cit. Pág. 32.
89) Santo Tomás. De Regimine Principum. Lib. 1, cap. 1. Cit. por Valentín' Pan-
zarrasa. J ustida Social. Pág. 38.
90) Cicerón. Ob. cit. Pág. 318.
91) Francisco de Vitoria. Relectiones de Potestate Civile, N.o 6.
'92) Tristán de Athnyde. Política. Pág. 42. ,
93) BelIarmino. Contov. generalis. II 1. TII. c. VI. Cit. por Schwalm. Ob. cit. Pág. 91:.
94) Osvaldo Lira.Ob. cit. Págs. 112-113.
95) Maritain. Para una filosofía de la persona humana. Págs. 186-187.
96) Santo Tomás. De RegiinI'ne Principum. 1. 10. Cito por León XIII. Ene. Diutur-
num, llIud. N.o 28. . ,
~7) Cicerón. Ob. cit. Págs. 404-405.
,.98) Schwalm. Ob. cit. Págs. 494-495.
99)' Bellarmino. Bell. de Laiis. L. iL cap. 6. Cit. por BaImes. El Protestantismo.
Pág. 53. , I
100) Daniel Concina. Teología Dogmática. L. 1. Q. 4 c. 2. Cit. por Balmes. El Pro-
testantismo. Págs. 1.61-162. • ~
102) Compendio Salmaticensc. Trae. tercius de'Legibus. cap. 2. 1. Cit. por Balmes~-El'
Protestantismo. Págs. 167cl68. - -
103) Maritain. Para una filosofía (le la persona humana. Pág. 180.
104) Balmes. El Protestantismo. Pág. 193. .
1(5). Maritain. Los Dérechos del Hombre y la ley NaturaL Pág. 124.
. 106) Vasquez de Mella. Obras Completas. T. X. P'ágs. 175-176. Cito por OsvllldoLi-·
ra. Ob. cit. Pág. 130. ,- .
107) OsváÍdo'Lira. Ob. cit. Pág. 130.
108) Osvaldo Lira. Ob. cito Pág. 128.
109) Tristán de Athayde. Política. Págs. 74-75.
110) Tristán de ,Athay.de. El Hombre Moderno y el Hombre Eterno. Págs. 62.63.
:111) Tristán de Atb,ayde. El Hombre Moderno y el Hombre Eterno. Págs. 64 a 67.
112) Derisi. Oh. cit. Pág. 222.
:n:n ,Maritain. Para 'una filosofía de 'la pel'SOnn humana.. Pág. 136.
1.14) Vie lntellectuelle. Marzo 1936. La Penséc Chinoise. Cit. por Tristán de Athayde.,
El Hombre .... Pág. 28. . . ,
:mn Maritain. Para una filosofía de la persona humana. J?ágs. 125-126.
llR) Maritain. Para una filosofía de la persona hUInana. Págs. 128-129~
117) Santo Tomás. De Potentia,q. 9 arto 3. Cit. por Schwalm. Oh. cit. Pág. 437;,
;( '219 1
118) Mllrltain. Para una filosofía de la persona' humana. pag. 134.
.'ll9) DériSi. Ob. cit. Pág. 236 •
120) Maritain. Los De¡;echos del hombre y la Ley Natul'!ll. Pág. 14.
121), Hegel. Cito por Schwalm. Ob. cito Pág. '154.
:122) Maritain. Los DerechoS del hombre y la Ley Natural. Pág. 31.
123) Santo Tomás. Ethic. 1 lect. 2. Cito por Schwalm. Ob. cito púg. 421.
124) Schwalni. Ob. cito Pág: 422.
:1.25): Vasquez de Mella. ObraR Completas T. X. Págs. 164-167- Cito por Osvaldo Lira.
Ob. cito Págs. 25-26.
126) Osvaldo Lira. Ob. cit.' Pág. 163.
127) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natural. Pág. 113.
128) Triatán de Athayde. Política. Pág. 35.
1.29)" Vásquez de Mella. Obras Completas T. X. Pág. 318. Cito por Osvaldo Lira. Ob.
cito Pág. 4 0 . ' ,
130) Vasquez de Mella. Obras Completas T. X.' Pág. 153. Cit. por Osvaldo Lira. Ob.
cit. Pág. 53.
131) Vasquez de Mella. Obras Completas T. VIII. Pág. 156. Cit. wr"'osvaldo Lira.
Ob. cito Pág. 156.
1.32) Osvaldo Lira. Ob. cit. Pág. 159.
133) Vasquez de Mella. Obras Completas T. Y. Págs. 186-187 . Cit. por OsvÍlldo Lira.
m.ili. •
134) Vasquez de Mella. Obras Completas T. V-. Pág. 98. Cito por Osvaldo Lira. Ob.
cito Pág. 206 I
l3ú) Osvaldo Lira. Ob. cito Págs. 208-209.
CAPITULOS V Y VI
4) Pío IX. Syllabns. Pág. 63. Cit. por Carlos Hamilton. Ob. cito Pág. 59.
5) Santo Tomás. De Regimine Principum. 11 q. 12 arto 2. Cito por Balmes. Ob. cit.
Págs. 148-149. . ' . I .,
6), Santo Tomás. De Regimine Principum. n q. 104 arto 6. Cit. por Balmes. Ob.
cit. pág. 149.
7) León XIII. Carta a los Cardenales Franceses In, 125. Cito por Carlos Hamilton.
Ob. cit. Pág. 6 2 . ' ,
! 8) Santo Tomás. De Rcgimine Principum. Dist. 44. Cito llor !:. González. Ob. cito
Pág. 463. .
9) Leopoldo Alas. El Derecho y la' Moralidad. Págs. 71-72.
1.0) Ex. Epist. S. Eucherlíi ad Silvinum. Cito por Bautain. Ob. cit. púg. 328.
.11) Carlos Hamilton. Oh. cito púgs. 57-58 .
12) Cicerón. Ob. cit. págs. 397·398.
13) Soto. Ob. cit.' T. 1. Pág. 34.
,14) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 205.
15) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 206.
1.6) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 210.
, 17) San Isidoro. Etim. Lib. 5, cupo él. Cit. por Santo Tomás. Somme Theologique 1
II q. 95, arto 3.
, 18) Cicerón. Ob. cit. L. I-XV. púg. 37~.
"19) Cicerón. tObo cito L. I-XV. Págs. 372·373.
,20) FernándCz Alvar. Ob. cit. Fág. 177.
21) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 177.
22) Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 18.
23) Suárez. Ob. cit. ·T. 1. Piig .. 166.
24) Suárez. Ob. cit: T. 1. Pág. 167.
2.')) Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 172.
26) Suáre:r.. Ob. cito T. 1. Pág. 180.
27) Cicerón. Ob. cito Pág. 372.
2fi) Bilutan. Ob. cit. Pág. 325. .
29) Siete Partidas. Cit. por Beneyto Pérez. Oh. eit. Pág. 177.
ao) Soto. Ob. cit. Pág. 162. ' .
al) Frassinetti. Compendio de la Teología Moral de San Alfonso' María de Ligol'io.
Pág. 63.
'32) Vitoria. Relectionel! De Potestate Cirin.
38) Bautaill. Ob. cit. púg. 2í9.
34) 80to. Ob. cit. T. 1. Pág. 94.
M) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 212. .
36)' Siete Partidas. Cit. por Juan Beneyto Pérez. 'Oh.' cito Páe;. 32, N.o 10.
'37) Cayetano. Cit. por Valentín Panzarrasa. Ob. cit. Pág. 60.
r 220 J
SE) Misma cita anterior •
39), Renard. Ob. cit. Pág. 204.
40) Cit. por Renard. Ob. cito Pág. 193.
41): Suárez. Ob. cito T. l. Pág. 232.
42) Soto. Ob. cit. T. 1. Págs. 166-167 .
43) Renard. Oh. cit. Pág. 203. , I
, 44); Gillet. Conscience chrétienne et justice sociale. Págs. 241-242. Cit. pol' Renard."
Ob. cit. Pág. 197.
~5) Valentín Panzarrasa. Ob. cit. _Pág. 63. ' '
, 46): Modesto. Digest. de legíb. 1 Nulla. Cit. por Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 215.
47) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 218.'
48) San Hilario. De Trinit. 13. Cit. por Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 215.
49) Maritain. Du Regime temporet et de la Liberté. Cit. por Panzarrasa. 'Ob cit.
Pág. 508. '1 '
50) .T osé- M. Llavera. Tratado Elemental de Sociología Cristiana. Cito por p'anzarrasa.
Ob. cito Pág. 511.
51) Pío XI. Enc. Nos es Muy. 28-1II-1937.Cit. p6rLuigí Sturzo. La Política y]a,
Moral. Págs. 189-190. "
52) Santo Tomás. De Regimint' Principum 1 cap. VI.' Cit. 'por Panzarrasa. Ob. cit.
Pág. 509. ~
53) Santo Tomás. De Rcgimine Pl'Íncipum 1 cap. VI. Cit. por Tristán de Athayde.
Polftica. Pág. 87. I
54) Pío XI. Ene. Nos es Muy. Cit. por Panzarrasa. Ob. cit. Pág. 509.
55) León XIII. Ene. Quod apostoli., 28-XII-1878. Cit. por Carlos Hamilton. Ob. cit.
Pág. 59. j "
56) Santo Tomás. De Regimine Principum 1 cap. VI. Cit. por Tristán de Athayde~,
Ob. cit. Pág. 89. I
57): Pio XI. Enc. Nos es Muy. Cito por Stur:;:o. Ob. ciL .P{tgs. 189-\90.
58) Misma cita anterior. " '
59) Santo Tomás. De Regimine Principum r..ih. 1 cap. VI Cit. pOI' Z. González. O~.
cit. 456. !
60) Cit. por Balmes.' El Prótestantismo ..• Pág. 245.
61)' Juan de Mariana. Del Rey y de la institúción de la Dignidad Real. Pág. BO.
62)' Carlos Hamiltoll. Ob. cit. Pág. 65. '
63) León XII;I. Ene. Quod Apostoli. ,Cito por- Carlos Halllilton. Ob. cit. Pá~. 59.
EPILOGO
1) Tácito. :Anales lII. 27. Cit. por Castelein. Morale. Pág. '412. .
'2) Guillermo Ferrero. 1 simboli in, rapporto alla storia e alIa -filosofía del diri~••
rula psicología e aUa sociologia. Cit. por Dorado Montero. Ob. cito Pág. 1159.
3) Illering. El Espíritu del Derecho Romano en las diversas fases de su desarrollo-.,.
T. 1. Págs. 72-73. Cit. por Dorado Montero. Ob. cit. Pág. 166.
'4)' Cados ,Hamilton. Oh. cit. Págs. 65-66.
índice
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Editorial ;;.Calleja. <Madrid. 1904. .. <
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-París. Félix Alean. Editeurs. 191 O~
índice
[ ;27 ]
1 N D I e E'
Pág.
CAPITULO I
NOCION~S PRELIMINARES
n. LA ETICA y Eh DERECHO.
{ 229 1
IIl. LA JUSTICIA
Pág.
1) . La Justicla y la Etica ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... .... .. ...... ...... 2I
2) Qué clase de virtud es la Justicia _.. ,... ...... . .. ... ..... . .... .. ...... .... .. 22
3) E.". qué consisté la virtud de la Justicia ...... ...... ...... ...... ...... ...... 22
4) La Justicia y su objeto .... ;..................................................... :. 22.
IV. EL DERECHO
1) El derecho objetivo ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... •..... ...... 23'
2) El derecho subjetivo . ..... ...... ...... ...... ..... ...... ...... ...... ...... 23
a) Es una. facultad ...... ............ ...... ...... ...... ...... ...... ...... 24
b) Es una facultad, moral ................ :. ...... ...... ...... ....... ...... 24
c) Es una facttltad moral inviolable ...... ...... ..... ...... ...... 24
d) Es una fac.ultad moral invÍolabl_e de la persona humana 25
Qué cOI~iprenq.e el derecho subjetivo ...... ...... ...... ...... ...... 25
a) Relación inmediata de persona a cosa .... ...... ...... ...... 25
b) Relación inmediata de persona a persona ...... ...... 26
c) Relación m"ediata de persona a persona ...... ...... ...... 26
3) El Qerecho y la Ley...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... 26
1") AcepclOnes de la voz ley ...... ..•... ...... ...... ...... ...... ...... ...... . .... .
2) La Ley y el libre albedrío de la persona .... ....... ...... ...... ...... . .... .
3) . La necesidad de leyes proviene de la libertad moral de la persona
CAPITULO 11
LA LEY ETERNA
[ 230 J
Pág.
CAP 1 T.U LO 11 1
LA LEY NATURAÍ....
I. LA NATURALEZA HUMANA
1) Noción'de'lá Na'turaleza humana ...... ...... ...... ....... ...... ...... ...... 53
2) La Materia prima. y. la Forma Substancial son los constitutivos
de la Naturaleza humana .'..........................: ........ : ....... ...... ...... '53-
.3) La Naturaleza humana' apetece el último fin ... :.......... ".~ ...... '65
') La existencia ae
la leyNat~ral se deduce de la existencia de la
ley Eterna ................... .':~'..'........ :... ~ ~ ..... ' ........ ~: ...: ... .-. '.: ... : ... ,., 64
.2) La existencia de la ley Natural es' una consecuencia de la Sabi-
Y
Bondad Divinas ...... ...... . .... ::..... .:.~........ ..:.:: ......... :...
.
durÍa 651
CAPITU.LO IV
LA LEY CIVIL
l. GENERALlDADE.S
(1) La ley Civil como regla de los actos inteligentes y libres del
hombre ...... ...... ...... .............. .... _ ...... ...... ...... ...... ... ... ... .... ...... 1 00
.~) Lo que constituye malerialmente a la ley Civil son las disposicio~
nes de ella tendientes a encaminar a los súbditos a la virtud y al
bien común ..................................... :............................... e-.. ¡ 00
~) No es materia propia de la ley Civil el mandar obligatoriamente
todos I.s actos moralmente buenos .... (...... ...... ...... ....... ...... ...... 102
i4) La ley Civil no tiene por matp.lia propia prohibir todo lo moral-
mente malo ........................ :.......'.... ...... ...... ...... ...... ...... 103
l 234 1
P~•
.¡f) Especies y Distribución del Bien Común ...... ...... ... ... ........ .. ~ .127.
A) El Bten Común Distributivo ...... ...... ......................... .....• .t 28
B) El Bien Común de la Colectividad ............................ :.. ".... 130
C) Jerarquía de los Bienes comunes .......................... "...... ....... 132
a) Bien Común Colectivo Espiritual...... ...... •..... ...... ....... ,132
b) Bien Común Personal ................................. :.. ...... ...... '132
e) Bien Común Colectivo Material ....... ; ...... .... :........... " 133
d) Bien. Co~ún Individual....... ...... ............ ...... ...... ...... 11 l4
e) Armonía' entre los diversos Bienes Comunes ...... ...... ......:134
O Distribución del Bien Común , ..... ,..... ...... ...... ...... ...... ...... 134
CAPITULO V.
DE LA OBEDIENCiA AL PODER LEGITIMO Y A SllS
LEYES
1. DE LA OBED_ENCIA AL PODER LEGITIMO
1) LegÍtimidad del Poder ...... . "
( 235 ]
Pág.
á) Legitimidad de origen o d~ adquisicion ...... ...... 173
b) Legitimidad de administración o de eíercicio .... ...... 174
t) Obediencia 1\1 Poder Legítimo ...... ...... . .".... ...... ...... ...... ...... 1 74
a) Los inferiores deben obediencia a los superiores ...... ...... ...... 174
b) .Siendo el Poder una necesidad social ha de ser obedecido ...... 1 75
e) San Pablo exige la ohediencia a las potestades civiles ...... ...... ) 76
d) Viniendo la pótestad de Dios es preciso obedecerle 176
e) Hay que dar al César lo que es del César ...... ............ ) 77
1) La ley como expresión del Po_der ...... ...... ...... ...... ...... ...... 178
2) Cualidades que ha de tener la ley civil para poder obligar ) 78
a) La ley civil ha de ser promulgada por la Autoridad legítima 179
b) La ley civil ha de' ser conforme a la Ley Eterna y a la Ley
Natural ...... ...... . ..." .. , o.. . ••.••.•• _ •• ___ ••• •••••. •••••. •. .••• .....• J 80
c) La léy civil ha de estar dirigida al Bien Común ...... 182
d) La ley civíl ha de ser justa ........................... '" ...... ...... ) 83
e) La ley civil ha de ser honesta. ...... ...... ...... ...... ...... ) 84
f) La ley civil ha de tener un objeto posible ...... ...... 186
g) La ley civil ha de conformarse a las circunstancias ...... ) 86
3) Obligatoriedad moral. de 'Ia ley civíl . ..... ...... ...... ...... 187
a) La pena no eS esenCial a la ley civil ... ...... ...... ...... ...... 187
b) La ley civil obliga a los súbditos en conciencia ..... : ...... 188
c) Platón y el deber de someterse a las leyes ...... ...... ...... ') 90
d) Aplicaciones prácticas, de la obligatoriedad moral de la ley
civil ........................ '.. .... ... ... ...... ... ... . ..... ...... ...... ...... . ..... 194
e) ,La ley civil obliga a los. Gobernantes ...... ...... ...... ...... . ..... 195
4) Teoría de las Leyes Meramente Pena~es .... ,. ...... ...... ...... ...... 196
A) Exposición de la Teoría de las Leyes Meramente Penales.. ) 96
B) Crítica a la Teoría de las Leyes Meramente Penales ...... ...... ) 99
5) Cesación de la obligatoriedad .moral de la ley civil subsistiendo
vigen te ésta ...... . .. . .. . ... .. ... ... ....... o 2 O1
a) La Epiqueya ...... . o..... ...... ...... ...... 2 01
b) La Dispensa ...... ~..... ...... ...... ...... ..... ...... ............ ...... . ..... 203
CAPITULO VI
1) Qué se entiende por ley injusta ...... ...... ...... ...... ...... ...... 205
2) Leyes injustas atentatorias al bien humano ...... ...... ...... ...... 205
3) Leyes injustas atentatorÍas al bien divino ...... ...... ...... ...... 2.06
ll. LA REBELION
,1) Licitud de la Rebelión ........................................... (.... 207.
2) Condiciones que debe cumplir una Rebelión para ser lícita 209
t 236 ]
Pág.
3}
ranicidio .......................................................................... .
No cumpliéndose los requisitos señalados la Rebelión no es justa
ni lícita y sólo. cabe la oración y la Tesignación ...... ...... .. ... .
2"
212
I 2371