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A
Ludw ig Feuerbach (1804-
1 872) se le conoce de mane-
ra oblicua. Es una mera refe-
rencia al margen de las Tesis sobre
Feuerbach, de Karl Marx y de Lud-
wig Feuerbach o el fi n de la filosofía
alemana, de Friedrich Engels. Pero
como dice Agnes Heller, " hay algo
que salta inmediatamente a la vista:
Ludwig Feuerbach fue el purgato-
rio de la juventud del siglo XIX. En
Marx, Engels, Kierkegaard o Wagner
....
deza proyectada en el objeto religio-
so no es más que la propia grandeza hacia la Naturaleza. No olvides que
del ser humano. Una religión del ser el vino es la sangre de la planta, y la
humano, en el cual éste se convierta harina, la carne de la planta que es
en su propio objeto, esto es, en su sacrificada en bien de tu existencia.
propia autoafirmación y autopose- No olvides que la planta simboli-
sión. La religión que pone su fe en za la esencia de la naturaleza que
Dios o en los dioses, sólo escinde al se sacrifica para tu bien sin egoís-
hombre de sus congéneres. La fe reli- mo. (. .. ) El hambre y la sed no so-
giosa, dice nuestro autor, es sectaria lamente destruyen la fuerza física,
e intolerante. "Por eso la fe, es, en su sino también la fuerza espiritual y
esencia, partidista. Quien no está a moral del hombre, le quitan la hu-
favor de Cristo, está a contra el. La fe manidad la inteligencia, la fuerza
sólo conoce enemigos o amigos, no espiritual y moral del hombre, le
hay en ella imparcialidad; sólo está quitan la humanidad, la inteligen-
imbuida de sí misma. La fe es en su cia, la conciencia. Si hubieras pasa-
esencia manía de que su causa es la do semejante indigencia, semejante
causa de Dios, su honor el honor de desgracia, alabarías y bendecirías la
Dios." (p. 281. Por el contrario, argu-
cualidad natural del pan y del vino,
ye, "la filosofía ha unido a los hom-
que te han devuelto tu humanidad y
bres. Los estoicos enseñaban que el
hombre no había nacido por sí mis- tu inteligencia. Sólo necesitas inte-
mo, sino por lo demás, es decir, por rrumpir el curso ordinario y común
el amor" (p. 292). de las cosas, para darle a lo que es
común una importante descomunal
Es en el amor a los demás se- y para atribuir a la vida como tal un
res humanos que puede encontrarse significado religioso. ¡Por eso, santo
la verdadera reconciliación del ser nos sea el pan, santo el vino y santa
humano consigo mismo. Feurbach también el agua! Amén" (p. 302).
pretende recuperar la simbología de
la liturgia cristiana y leerla en clave Feuerbach adelanta, así, la in-
de una hermandad de la humanidad tuición marxiana que plantea que es
consigo misma y con la naturaleza. necesario cubrir primero las necesi-
Digámoslo en estas líneas provistas dades fundamentales para hablar
de una innegable belleza: "Comer y después de los frutos del intelecto
beber es el misterio de la comunión; humano. En los Manuscritos, Marx