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Feuerbach, Ludwig. La esencia del cristianismo.

Traducción: Franz Huber. Editorial Claridad, Buenos


Aires, 2006. @04 pp.

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Ludw ig Feuerbach (1804-
1 872) se le conoce de mane-
ra oblicua. Es una mera refe-
rencia al margen de las Tesis sobre
Feuerbach, de Karl Marx y de Lud-
wig Feuerbach o el fi n de la filosofía
alemana, de Friedrich Engels. Pero
como dice Agnes Heller, " hay algo
que salta inmediatamente a la vista:
Ludwig Feuerbach fue el purgato-
rio de la juventud del siglo XIX. En
Marx, Engels, Kierkegaard o Wagner

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esto puede aún describirse como un Pero, ¡en qué consiste esa diferencia
esencial que hay entre el hombre y
hecho meramente histórico ya que,
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efectivamente, eran jóvenes cuando el animal? La contestación más sen-
Feuerbach tomó la ciudadela de la cilla y más generalizada, y también
filosofía alemana; su aparición en la más popular es: en la conciencia.
escena y la juventud de aquéllos (. .. ) La conciencia, en el sentido es-
coincidió en el tiempo. Sin em- tricto, sólo se encuentra allí donde
bargo, cuando el joven Nietzsche un ser tiene como objeto su propia
profundizaba en Feuerbach, Marx esencia, su propio género" (p. 13).
y Engels eran señores mayores, y
Solamente que esta conciencia
cuando Chernichevski escribió su
sería una conciencia distorsionada.
antropología de cuño feuerbachia-
Para Feuerbach, el creyente no hace
no Kierkegaard ya había muerto"
más que proyectar hacia la figura de
(Crítica de la ilustración, Península,
Dios sus anhelos, sus virtudes y sus
Barcelona, 1984, p. 97). Es posible
carencias. De ahí que sea necesario
estudiar a los grandes nombres de la
abordar la religión desde el punto
filosofía decimonónica sin Feuerba-
de vista antropológico. La religión
ch, pero es mucho lo que podemos
dice más del hombre que la profesa
ganar en su comprensión si previa-
que del Dios al que dice adorar.
mente incursionamos en Feuerba-
ch, en ese "arroyo de fuego" (tal es El ser humano, por la misma
la traducción al español del apelli- conciencia que posee, no se queda
do Feuerbach), corno lo denominó encasillado en la inmediatez de su
Marx en su tiempo. entorno. Anhela lo infinito. Busca
horizontes por donde proyectar su
Una de sus principales
vida. "Sin tener un objeto", apunta
obras, con la cual Marx dialoga en
el autor, "el hombre es una nada.
los Manuscritos de 1844 y en las Te-
Grandes hombres ejemplares, hom-
sis sobre Feuerbach, más de lo que
bres que nos revelaron la esencia
suele pensarse, es La esencia del
del hombre, confirman esta verdad
cristianismo. En sus páginas vemos
con su vida. Ellos tenían una sola
tratado el problema de la alienación
pasión predominante y fundamen-
religiosa, rnucho antes de que lo hi-
tal: la realización del objeto cuyo
ciera Marx.
principal fin era lo más esencial de
Para Feuerbach, el pretendido su actividad" (p. 16). La religión su-
secreto de la religión es antropo- ple la necesidad de tener un objeto
logía. Es decir, la religión no habla hacia el cual orientar la propia exis-
tanto de la divinidad, cuanto del tencia. Sólo que este objeto, crea-
hombre en sus aspectos más funda- ción y hechura de los propios seres
mentales. "La religión descansa en humanos, aparece como extraño a
la diferencia esencial que existe en- ellos. En un libro posterior, La esen-
tre el hombre y el animal, los anima- cia de la religión, Feuerbach dice
les no tienen ninguna religión. (... ) que la religión es hija del temor. Se

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nutre de la necesidad humana de comer y beber es, en efecto, de por
sentir seguridad ante aquello que sí un acto religioso; por lo menos
escapa a su control. debería serlo. Por eso, piensa en
¡Cuál sería, pues, la salida a esta cada bocado de pan que te libra del
conciencia enajenada, a esta "pato- hambre, y en cada trago de vino que
logía" que es, para Feuerbach, la re- alegra tu corazón, en aquel Dios que
ligión? Sustituir la fe en Dios por la fe
del ser humano en sí mismo. La gran-
te ha dado esos dones benéficos: en
el hombre. Pero no olvides por la
gratitud hacia el hombre, la gratitud
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deza proyectada en el objeto religio-
so no es más que la propia grandeza hacia la Naturaleza. No olvides que
del ser humano. Una religión del ser el vino es la sangre de la planta, y la
humano, en el cual éste se convierta harina, la carne de la planta que es
en su propio objeto, esto es, en su sacrificada en bien de tu existencia.
propia autoafirmación y autopose- No olvides que la planta simboli-
sión. La religión que pone su fe en za la esencia de la naturaleza que
Dios o en los dioses, sólo escinde al se sacrifica para tu bien sin egoís-
hombre de sus congéneres. La fe reli- mo. (. .. ) El hambre y la sed no so-
giosa, dice nuestro autor, es sectaria lamente destruyen la fuerza física,
e intolerante. "Por eso la fe, es, en su sino también la fuerza espiritual y
esencia, partidista. Quien no está a moral del hombre, le quitan la hu-
favor de Cristo, está a contra el. La fe manidad la inteligencia, la fuerza
sólo conoce enemigos o amigos, no espiritual y moral del hombre, le
hay en ella imparcialidad; sólo está quitan la humanidad, la inteligen-
imbuida de sí misma. La fe es en su cia, la conciencia. Si hubieras pasa-
esencia manía de que su causa es la do semejante indigencia, semejante
causa de Dios, su honor el honor de desgracia, alabarías y bendecirías la
Dios." (p. 281. Por el contrario, argu-
cualidad natural del pan y del vino,
ye, "la filosofía ha unido a los hom-
que te han devuelto tu humanidad y
bres. Los estoicos enseñaban que el
hombre no había nacido por sí mis- tu inteligencia. Sólo necesitas inte-
mo, sino por lo demás, es decir, por rrumpir el curso ordinario y común
el amor" (p. 292). de las cosas, para darle a lo que es
común una importante descomunal
Es en el amor a los demás se- y para atribuir a la vida como tal un
res humanos que puede encontrarse significado religioso. ¡Por eso, santo
la verdadera reconciliación del ser nos sea el pan, santo el vino y santa
humano consigo mismo. Feurbach también el agua! Amén" (p. 302).
pretende recuperar la simbología de
la liturgia cristiana y leerla en clave Feuerbach adelanta, así, la in-
de una hermandad de la humanidad tuición marxiana que plantea que es
consigo misma y con la naturaleza. necesario cubrir primero las necesi-
Digámoslo en estas líneas provistas dades fundamentales para hablar
de una innegable belleza: "Comer y después de los frutos del intelecto
beber es el misterio de la comunión; humano. En los Manuscritos, Marx

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....... ha dicho que el trabajador enajena- la enajenación religiosa era suma-
... do se ve reducido poco menos que
a sus aspectos primarios, es decir,
mente aplicable a la enajenación
económica y a sus productos cul-
biológicos. En estas ideas está el turales e ideológicos. Como pue-
eco de Feuerbach, evidentemente, de verse en la obra de Marx, los
con una lectura distinta. mecanismos de la alienación que
Sin embargo, a Feuerbach pue- descubre Feuerbach son acertados;
de criticársele de un exagerado an- lo que hay que hacer es desplazar-
tropocentrismo, hijo de la Ilustra- los del campo de la crítica rel igio-
ción occidental. Al sustituir al Hom- sa -la religión es, para el filósofo
bre (así, en mayúsculas) por Dios, de Tréveris, algo que pertenece al
no se hace otra cosa que legitimar la ámbito supraestructural-y aplicar-
hybris del ser humano, cuyos resul- los a los cimientos económicos de
tados inmediatos son, entre otros, la la sociedad capitalista. De ahí que
crisis energética mundial y la ame- encontremos en Marx un sugerente
naza ecológica a escala global. tratamiento de la enajenación eco-
nómica que evoca a Feuerbach. En
Además, puede objetársele a vez del creyente que proyecta sus
Feuerbach que, al reivindicar al virtudes, sus temores y sus ansias en
Hombre en abstracto, se olvida de un dios hecho a su medida, tene-
las personas concretas. Empero, mos al ser humano de la sociedad
Feuerbach pone de relieve la im- capitalista, que hace lo mismo con
portancia de la relación entre "tú y la mercancía, la cual es elevada al
yo", el lugar preeminente que ocu- grado de fetiche. El fetichismo quin-
pa el "tú" en unas relaciones huma- taesenciado se da en la mercancía
nas regidas por el amor. Hablar de llamada Dinero. Tal como abunda
ese "tú" como lugar fundamental de Marx en los Manuscritos, citando a
las relaciones humanas prefigura el Shakespeare y a Goethe, el dios Di-
pensamiento de Lévinas, así como nero obra todas las metamorfosis y
hablar de la importancia del amor milagros posibles. Por supuesto que
humano no es más que esbozar lo en medio de todo esto se encuen-
que más tarde haría Erich Fromm tra la originalidad del propio Marx,
en su lectura de (otro tema feuerba- que estudió los mecanismos socia-
chiano) la enajenación de las rela- les y económicos que subyacen en
ciones humanas en el capitalismo, ese fetichismo.
en su clásico El arte de amar.
Marx reconoció en Feuerbach
Quizás lo que alguien podría al único filósofo que había entendi-
señalar a Feuerbach es que su crí- do realmente a Hegel. Feuerbach es
tica al cristianismo peca de gene- el pensador del futuro, el que ha he-
ralizadora. Sin embargo, lo intere- cho grandes hallazgos, como si avi-
sante -y eso fue lo que descubrió zorara nuevas tierras en lontananza
Marx- es que su tratamiento de pero nunca lograra poner su planta

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en ninguna de ellas. Puesto que fue se encargarán sus sucesores: Marx,
un precursor, no alcanzó a conver- Engels, Kierkegaard, Nietzsche, en-
tir esos brillantes destellos en nue- tre otros muchos que abrevaron en
vas propuestas filosóficas. De eso el "arroyo de fuego".

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