Puedo deslizarme sigilosamente por la casa como un gato, quizás lo soy.
Y tomar leche desesperadamente Y ansiar la vida en silencio en el techo, sin decir ni una palabra. Gritar de placer. Puedo sentir el miedo, cuando ataca, saben herir y medir mis movimientos. Aunque caiga y caiga, soy como un gato, con varias vidas, ya perdí dos o tres. Puedo oírle el chillido de dolor, que es un susurro, porque soy como un gato que se hace el desentendido, pero sabe bien que ocurre. Y me estiro entre sus piernas, para acomodarme en su regazo, mientras le invento un cuento dulce, o entrecierro los ojos para dormir, para descansar