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y existencialismo
El Viaje a pie de Fernando González
S
in duda alguna, como lo dijo Fernando González, para hablar
de un momento de su vida un autor debe definir su “clima
Claude
St-Jacques interior”. ¡Qué más existencial que un “clima interior”! Para
el colombiano común y corriente, el viajero a pie necesita una tera-
pia con un psicólogo o una consulta con un psiquiatra para aliviar
lo que parece ser un desajuste interior. Así lo expresaba Fernando
González hace más de ochenta años a propósito de los colombia-
nos: “Ninguno de nuestros conciudadanos […] podía comprender
nuestros motivos. Para ellos, se camina cuando se va para la ofi-
cina, cuando se viene del mercado. No está aún en las posibilida-
des mentales de nuestro pueblo el comprender los fines interiores”
(González, 1929: 20).
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Para trazar un primer esbozo de lo que Una particularidad muy original del
nos parece ser la teoría existencialista de existencialismo de González es la de utili-
Fernando González, tendríamos que tras- zar, a la vez, el género literario y el discurso
ladarnos al capítulo final de Viaje a pie, al filosófico para presentar sus tesis. Él mismo
momento en el que él se pierde durante pondrá de relieve dos procedimientos lite-
dos días en las alturas del Nevado del Ruiz, rarios originales de su filosofía: el humor y
detrás de Manizales. Es entonces cuando el lenguaje popular. El humor le permite
anuncia: “¡vamos a exponer nuestra metafí- denunciar, a la vez que ridiculizar, disimu-
sica que es amor!” (211). En dicho capítulo lándolos, los vicios y defectos de los colom-
presenta sus tesis más contundentes acerca bianos que él ama. El lenguaje popular le
del amor entre hombre y mujer. Además, su permite difundir y volver accesible su meta-
teoría no podría estar completa sin tener en física del amor a toda Colombia. ¿Cuántos
cuenta el concepto del amor abordado en tratados filosóficos pueden jactarse de ha-
un sentido más amplio que aquel que se da cer reír al lector o de utilizar un lenguaje
entre dos amantes. Es así como lo expone filosófico comprensible? La filosofía es nor-
Fernando González en el epílogo cuando malmente percibida como un discurso serio
se dirige a su esposa: “Tú, Margarita, que y razonado que no deja lugar a la risa y a las
sabes el intenso amor del autor por su tie- explicaciones simples.
rra colombiana, por el aire colombiano, por La absurdidad de la vida del caminan-
el Simón Bolívar solitario de Santa Marta, te se expresa a través de varios encuentros
por el mar territorial, eres la única que pue- en el Viaje a pie. Esa noche de delirio en El
de entender la finalidad de este libro” (269). Retiro es un ejemplo: “La figura gorda del
Además de ser un tratado sobre el amor huésped que a cada minuto cruzaba nuestro
entre amantes, la metafísica del amor de cuarto con un candil en la mano… La vic-
González incluye también la amistad y el trola, el aguardiente, el cansancio y la figura
amor por Colombia. gorda de don Rafael producían una desar-
En primer lugar, ¿por qué sostener monía psíquica propia para el fin de nues-
que las tesis de González son existencia- tras vidas pecadoras” (González, 1929: 46).
listas? Porque ellas tienen rasgos análo- El reencuentro con el míster es otro pretexto
gos, no solamente con la teoría existencial de González para describir uno de los más
más característica de Sartre, sino también grandes absurdos de la Colombia que él
con la filosofía de Kierkegaard, Nietzsche ama: “Somos el pueblo que toma dinero a
y Heidegger, y con una parte de la obra mutuo, con interés” (155). Para González, el
literaria de Camus, Dostoievski, Kafka y míster es precisamente aquel que presta di-
Hesse. El existencialismo se interesa por el nero a los colombianos para venderles luego
sentido que cada individuo le da a su propia los productos venidos del extranjero. Frente
vida a pesar de lo absurdo de esta y sin el a un absurdo semejante, el colombiano tiene
deber de excusarse de la libertad, del con- la elección: o acepta esta existencia de ser-
trol que posee sobre ella. La importancia vilismo al extranjero o se rebela. La actitud
de la subjetividad, la pasión, la libertad y la de González es la de un existencialista, la
existencia en sí es una característica común rebeldía. Al yanqui que dice que “el Clero
en Fernando González y entre los mencio- colombiano era una peste y que el país esta-
nados autores existencialistas. ba en la barbarie […] le dimos dos frenazos
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misma manera que lo hacen los tratados que se llama el vínculo indisoluble” (216),
filosóficos tradicionales: presentar fría- concluimos que la metafísica del amor de
mente la tesis acerca de que el matrimo- González no se opone al matrimonio a
nio colombiano es una institución caduca. condición de que no exista “unión indisolu-
Consideradas de esta manera las relaciones ble”. Difícil corroborarlo, lo que importa es
amorosas, conduciría al lector a cerrar in- el efecto reflexivo propiciado en la juventud
mediatamente el libro. Se trata más bien de colombiana.
propiciarle la reflexión a propósito de este El concepto relevante del existencia-
problema, diciéndole: “¿Por qué es tan im- lismo de González es la libertad filosófica
portante el número tres? […] Estos fran- de un aficionado a la metafísica del amor,
ceses ingeniosos comprendieron que el ma- libertad emancipada de una moralidad pu-
trimonio, la unión de dos, era un absurdo, ramente cristiana en una Colombia pro-
como lo es una mesa de dos patas. Entonces fundamente religiosa. Si el existencialismo
inventaron el matrimonio de tres: el marido de Nietzsche y de Sartre es completamente
que paga, la mujer y el amigo. Ese es el mé- ateo, el de González es de una laicidad crí-
nage à trois” (100). Presentada así, el lector tica. Así como es evidente que el objeto de
no sabe aquí si se trata de una broma o si su metafísica es el amor en sus tres formas:
González cree firmemente que el matri- amantes, amigos y amor por Colombia, el
monio es una absurdidad. No obstante, la Viaje a pie no puede esquivar la cuestión
reflexión propiciada acerca de la relación religiosa. Para un aficionado a la filosofía,
amorosa exclusiva ha sido lanzada. Sartre la moral cristiana es un asunto delicado de
identifica esta exclusividad entre los dos abordar frente a su lector colombiano. Él
miembros de la pareja en la ausencia de un quiere captar su atención acerca de los pro-
doble estándar, es decir, que la exclusividad blemas inherentes a esta moral y empujarlo
se aplica a los dos miembros de esta pareja. a la acción, sin llegar a ofender al lector de
Siguiendo esta ética amorosa, el matrimo- tal manera que este suspenda la lectura. Por
nio garantiza cierto control. esta razón opinamos que se detecta cierta
Por su parte, González, al igual que ambivalencia en la presentación de algunos
Sartre, se opone a este tipo de control en personajes.
la relación amorosa porque rompe con la Qué decir, por ejemplo, de su concep-
libertad de cada uno de los individuos y ción acerca del diablo, referida al pueblo de
convierte la relación en algo parecido al Aranzazu, que es “el pueblo más pueblo […]
ejercicio de un derecho de propiedad o de y su cementerio es la perfección de la idea
dominación del uno por el otro. A este pro- de cementerio” (153), donde se vota “por los
pósito, González presenta esta idea: “¿Para hidrocéfalos que han designado los obispos.
qué comprarte, Julia? ¿Para qué comprar- Votan porque allí, en el cementerio, está
te, hacienda de Santa Elena? ¡Sois nues- el Diablo esperando a los liberales” (154).
tras! Frente a ti, Julia, te hemos olido, visto ¿Que la Colombia de Rafael Núñez es la
y sentido. ¿Para qué más? […] ¿Para qué moral cristiana al servicio de los conserva-
vincularnos? ¡Los celos y el mayordomo; dores? ¿Debemos tomar en serio las expli-
la posesión legal! Eso queda de la escritura caciones de González sobre el origen de los
pública que guardan, el notario en su proto- dioses? Según él, en los tiempos remotos,
colo y el cura en la sacristía” (197). para explicar ciertos fenómenos de la vida,
De la lectura de la siguiente frase: “De “el hombre creó un monstruo, una divinidad
ahí el error del matrimonio sin divorcio: monstruosa, que se llamaba el Tótem” (139);
casi siempre la mujer ajena y el marido aje- y agrega enseguida que el diablo es una de-
no se convierten en el ideal de los que están rivación especializada del Tótem, dividien-
unidos por esa cosa invisible, pero casi ósea, do en dos el bien y el mal: Dios y el diablo.
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Referencias
González, Fernando (1929). Viaje a pie, Medellín: Bedout.
Kierkegaard, Soren (1961). Ejercitación del cristianismo,
Madrid: Guadarrama.
——— (1984). El concepto de la angustia, Madrid:
Hyspamérica.
Ilustraciones Rosa María Hernández E. Sartre, Jean-Paul (1954). El ser y la nada, Buenos Aires:
Iberoamericana.
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