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ANTENAS Y SALUD

PREGUNTAS FRECUENTES Y RESPUESTAS

Esas preguntas y respuestas están orientadas al público en general y su finalidad es


intentar aclarar algunas de las principales dudas y preocupaciones del ciudadano común,
que no necesita entrar en aspectos técnicos ni científicos profundos más allá de
conocimientos básicos y que tiene el derecho a no ser manipulado por personas o grupos
con diversos intereses económicos o políticos. Las respuestas que aquí se dan a las
preguntas planteadas reflejan el conocimiento y experiencia de diversos especialistas y
técnicos, que llevan muchos años estudiando e investigando estos temas y muchos de
ellos trabajan cotidianamente con antenas y sistemas de comunicaciones radioeléctricas.

1. ¿Las antenas causan daños a la salud humana?

Aquí hay que distinguir dos situaciones. Una, la de las antenas fijas, instaladas en
azoteas o tejados En condiciones normales, para el público en general, estas antenas, o
mejor dicho, la radiación emitida por estas antenas, no causa daños a la salud. Por lo
menos hasta ahora no se conoce de ningún caso en que se pueda asociar ninguna
enfermedad a la existencia de esas antenas. Otra situación es la de las antenas de los
teléfonos móviles de bolsillo, que se trata en la pregunta [ ].

2. Y, ¿cuáles son esas “condiciones normales”?

Al decir “condiciones normales”, se intenta dar a entender las condiciones en que


inmensa mayoría de la gente realiza su vida cotidiana en casa, en el trabajo o en la calle.
Hasta hace pocos años, antes de la expansión que ha tenido la telefonía móvil, la mayor
parte de las antenas que se veían eran las de radio o televisión, a veces fuera de las
zonas pobladas y otras en las propias zonas urbanas Por lo general estas antenas de
radio y televisión o de otras sistemas de comunicaciones, están a distancias más o menos
grandes de las zonas pobladas y solamente unas cuantas personas, principalmente
aquéllas que trabajan directamente con los sistemas transmisores pueden acceder a la
zona cercana a las antenas o pasan un tiempo considerable en su cercanía.

Sin embargo, desde hace unos años, según se ha extendido la telefonía móvil, viene
siendo necesaria la instalación de antenas fijas en zonas urbanas pobladas, para poder
hacer posible la comunicación entre los teléfonos móviles. Aunque por lo general estas
antenas se instalan en edificios altos, a veces es necesario instalarlas en las fachadas de
edificios, sobre todo en zonas con edificios altos y calles estrechas. Esto da lugar a que
más gente esté ahora más cerca de algunas de esas antenas. Estas antenas ya no pasan
desapercibidas y su presencia produce un “impacto visual” que muchas personas
encuentran desagradable. Esto aunado a que es bien sabido que las antenas emiten
alguna forma de energía ha dado lugar a la preocupación esa energía pueda ser dañina
para las personas.

Sin embargo, la gran mayoría de las personas no suelen estar habitualmente a


distancias suficientemente cercanas a esas antenas como para que la energía emitida
produzca ningún efecto apreciable sobre el cuerpo humano.
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3. ¿Cuál es la distancia mínima a la que pueden notarse los efectos de una antena sobre
el cuerpo?.

En realidad, y salvo casos muy especiales, como los de antenas de sistemas de gran
potencia tales como radares, que emiten pulsos de energía de varios millones de vatios,
algunas sistemas de comunicaciones por microondas o de comunicaciones espaciales que
utilizan antenas parabólicas de dimensiones considerables, o los de algunas emisoras de
radio o televisión, una persona a una distancia de poco más o menos un metro no percibe
ningún efecto ni adquiere ninguna enfermedad. Este hecho es bien conocido por el
personal técnico que maneja habitualmente estos sistemas de comunicaciones.

Sin embargo, las antenas de tales sistemas no son accesibles al público y los posibles
riesgos de situarse en su cercanía son bien conocidos por el personal técnico que trabaja
con ellos. La situación es similar al personal que maneja los equipos de rayos X en un
hospital, aunque en este caso el riesgo de daño biológico es mucho mayor y deben
tomarse siempre precauciones en la cercanía de esos aparatos. Hay que tener en cuenta
también, que los rayos X son de naturaleza muy diferente a la radiación de las antenas y
que no deben confundirse estos dos tipos de radiación.

Por otra parte, en el caso de las antenas, la distancia mínima que podría llamarse “de
seguridad”, depende de la potencia emitida o radiada por la antena. Para una antena del
tipo de las que se instalan en las azoteas y tejados, y para las potencias que manejan,
esta “distancia de seguridad” para tener los niveles de radiación aceptados
internacionalmente como seguros, es de unos 4,5 metros, enfrente de la antena y de sólo
unos 45 cm debajo de la antena. A distancias menores a estas distancias de seguridad los
niveles de radiación son mayores, y a distancias mayores, esos niveles son menores y
disminuyen muy rápido aumenta la distancia a la antena.

4. ¿Que pasa si uno se acerca a la antena a menos de esas distancias?

Lo más probable es que nada, excepto el riesgo de recibir un golpe al tropezar con alguno
de los elementos de la antena, o de sufrir una descarga eléctrica al tocar esos elementos,
o si uno manipula indebidamente los cables de conexión o de alimentación de las luces
de aviso a los aviones que van instaladas en la parte superior de algunas antenas. En
condiciones normales, ninguna persona ajena a la empresa que opera la antena y que
desconoce su funcionamiento ni debe ni tiene porqué acercarse a ella.

5. Pero aún así y aunque se pueda establecer una “distancia de seguridad”, como la
antena está radiando energía continuamente, ¿No es posible que el hecho de estar
expuesto continuamente a esa energía produzca algún daño a la salud?.

La respuesta a esta pregunta puede resultar muy extensa y complicada y es de


importancia principalmente para las personas que están expuestas a niveles de radiación
por encima de los niveles establecidos como “seguros”. Hay que aclarar que estos niveles
que designamos aquí como “seguros”, son los aceptados internacionalmente y están
definidos en las leyes vigentes. Estos niveles son, actualmente, por lo menos 25 veces
inferiores a los niveles que se mantuvieron como seguros durante cerca de cincuenta
años y, el hecho de haberlos reducido a valores menores y más restrictivos no obedece a
que se hayan detectado daños a la salud, sino a la necesidad de fijar niveles precautorios
que, de acuerdo con los datos que se tienen de las numerosas investigaciones y estudios
realizados a lo largo de más de cincuenta años, permiten asegurar lo más
razonablemente posible, que no constituyen un riesgo a la salud humana.
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Los seres humanos estamos expuestos durante toda nuestra vida a la radiación del sol y
la energía que absorbemos es muy superior a la que recibimos de las antenas. La
exposición continuada a la radiación solar intensa puede producir quemaduras en la piel.
La exposición continuada a niveles elevados de energía emitidos por una antena,
también puede producir daños de tipo térmico, pero estos casos sólo se pueden dar con
antenas de muy alta potencia y no con las antenas utilizadas actualmente para telefonía
móvil.

6. Aún así, ¿No es posible reducir aún más esos niveles de seguridad para estar
absolutamente seguros de que la radiación electromagnética que recibimos es
totalmente inocua?.

Usaremos aquí un ejemplo de algo con lo que todos estamos familiarizados. Para casi
todos es bastante claro que el uso del automóvil, ya sea propio o ajeno, representa un
riesgo potencial para la salud humana, ya que diariamente fallecen o quedan
severamente lesionadas miles de personas en el mundo como consecuencia de los
accidentes. Supongamos que se limitara la velocidad máxima de circulación a, digamos,
10 Km/h. Seguramente disminuiría considerablemente el número de accidentes, pero
muy probablemente seguirían ocurriendo algunos, aún a esa velocidad. Podemos
imaginar lo que ocurriría en el mundo si se impusiera un limitación de ese tipo y los
coches que se fabricaran no pudieran correr a más de esa velocidad. Una de las medidas
restrictivas para reducir el número de accidentes ha sido la de reducir la tasa de alcohol
en la sangre. Supongamos que esa tasa se redujera a cero y que la persona que tuviera
una tasa superior a cero, por pequeña que fuera, no pudiera volver a conducir. La mayor
parte de la gente vería suspendido su permiso de conducir, no porque hubieran ingerido
alcohol, sino porque aún sin tomar alcohol nuestra sangre tiene un pequeño contenido de
él, cuyo nivel es detectable usando los medios adecuados.

Sin duda el ejemplo anterior es extremo y hasta podría considerarse un tanto absurdo,
pero sólo pretende hacer reflexionar sobre el hecho de que los medios que la tecnología
ha puesto a nuestra disposición, pueden o no ser perjudiciales según el uso que se les de.
En el caso del automóvil sabemos que podemos conducir a cierta velocidad, que está
estimada para que, si se observan adecuadamente ciertas reglas, el riesgo de daño sea
pequeño. La reducción de esa velocidad, independientemente de la molestia que
produciría en los que tienen que utilizar el automóvil cotidianamente, traería aparejados
problemas de otro tipo, entre ellos sociales y económicos.

De manera semejante, en el caso de los sistemas de comunicaciones radioeléctricas, una


reducción excesiva de los niveles de radiación haría literalmente imposible disponer de
las facilidades actuales de comunicación telefónica. Por una parte, haría más complejos y
caros los teléfonos móviles. Por otra, obligaría a instalar las antenas de las estaciones
base muy lejos de zonas habitadas lo que produciría numerosas zonas de sombra,
imposibilitando la comunicación o haciendo necesaria la instalación de muchas más
estaciones base de muy poca potencia. En cualquier caso, la implementación de un
sistema en estas condiciones sería de enorme complajidad y el costo podría llegar a ser
prohibitivo.

También es necesario tener en cuenta que, por mucho que se redujeran los niveles,
siempre habría alguna persona que los objetara y aún cuestionara la capacidad y
honestidad de quienes establecieran esos niveles. Esta es un poco la situación que se da
actualmente. Los niveles de exposición a la energía de radiofrecuencia fueron objeto de
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controversia en el mundo durante bastantes años. Finalmente a se ha llegado a un


consenso aceptable para, prácticamente, toda la comunidad técnica y científica
internacional, pero dichos niveles son cuestionados ahora por diversas organizaciones,
algunas de carácter político, otras de tipo ecológico. Si se fijaran otros niveles, menores a
los anteriores, es muy posible que las objeciones continuaran indefinidamente.

Aunque a escala mundial la evidencia real de daños a la salud es muy escasa, por no
decir que prácticamente nula, es necesario hacer notar que la ausencia de evidencia no
significa que la posibilidad de daños biológicos sea totalmente nula. Por ello, numerosas
instituciones continúan realizando investigaciones en este sentido y nadie niega la
necesidad y conveniencia de tales investigaciones, ya que cuanto más se sepa sobre estos
aspectos, se podrá informar mejor a la sociedad y evitar o reducir la alarma. Aún así, hay
que mencionar que este es uno de los campos en que se vienen realizando estudios e
investigaciones desde hace ya alrededor de setenta años y la información disponible es
muy extensa y abundante.

7. ¿Cuáles son los niveles de radiación de las antenas considerados como “seguros”?.

8. ¿Cómo se pueden medir esos niveles y con qué aparatos?

9.

10. ¿Las antenas pueden producir cáncer?

10. ¿Y porqué los rayos X son peligrosos y la radiación de las antenas no?

11. ¿Porqué si estoy debajo de una antena recibo menos radiación que si estoy frente a
ella?

12. ¿Las antenas atraen los rayos?

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