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También es muy importante entender que las cosas que compramos y que después
desechamos pasan por distintas fases como: la extracción, producción, distribución,
consumo y descarte. El objetivo principal de las empresas que crean, producen y
distribuyen esas cosas es la ganancia. Sin embargo, el sistema de economía está en
crisis porque se trata de un sistema lineal y porque vivimos en un planeta limitado
debido a que la creación de cada una de esas cosas causan un daño e impacto de gran
magnitud al medio ambiente.
Si bien es cierto que cada una de esas cosas nos da comodidad y facilita a nuestras
vidas diarias, no podemos dejar de lado el deterioro que la creación de las mismas
causan a nuestro mundo.
A nivel mundial muchos países prefieren invertir en bienes de consumo, antes que en
educación, sanidad, transporte seguro, justicia o cosas para mejorar nuestro medio
ambiente y para ello, sugieren 2 métodos:
La publicidad tiene un papel muy importante, puesto que la felicidad de las personas
está reduciéndose porque, aunque tengas más cosas, se tiene menos tiempo para lo que
realmente hace feliz a una persona: la familia, los amigos..., y el poco tiempo de ocio,
se usa para ver la televisión e ir de compras.
Reciclar ayuda, pero no es suficiente porque, por una parte, se tira basura a los ríos,
montañas..., y por otra, toda la basura no se puede reciclar, por llevar muchos
contaminantes o porque sencillamente no se puede reciclar.
Puede decirse que hoy prevalece una máscara empresarial de bienestar general, tras la
cual se ocultan las intenciones de ganancia sin límites y los resultados negativos para las
sociedades y la biosfera; detrás del discurso del bien a la sociedad hay una minoría que se
enriquece avasallando ecosistemas y todo el entorno.
Es importante que la sociedad conozca, discuta y tome posición frente a un modelo que
tiene en su estructura tales perversidades, que genera perjuicios generales irreparables y
ganancias particulares vergonzosas; los costos los exteriorizan hacia la biosfera y la
sociedad pero las ganancias las internalizan hacia los accionistas.
Hay caminos desde los cuales se puede ayudar a mitigar esta tragedia como son la
moderación del consumo, el apoyo a las economías locales, el repudio al uso
irresponsable de ecosistemas.
Tenemos un verdadero problema con las COSAS que nos rodean. ¿De dónde vienen las
COSAS que compramos? ¿Adónde van a parar cuando las tiramos? ¿Cuáles son los
costos ecológicos y sociales del crecimiento económico que buscamos
permanentemente?
Sin embargo, el video de la Historia de las Cosas de Annie Leonard, nos muestra que
aún es posible ser optimistas. Desde una perspectiva que privilegia la justicia y la
equidad social, realiza una doble apelación para modificar el funcionamiento del
sistema: al compromiso y la participación de los ciudadanos y a las acciones de los
gobiernos y de las corporaciones. Después de todo, se pregunta: « ¿Cómo podríamos
darnos por vencidos si sabemos que es absolutamente factible satisfacer nuestras
necesidades energéticas mediante la conservación y los recursos renovables, fabricar
nuestras COSAS sin emplear sustancias tóxicas ni generar desechos, y reemplazar la
cultura de consumismo por una cultura comunitaria y plena de compromiso cívico?".
Es momento de reflexionar sobre La historia de las COSAS. Y está en nuestro poder
comenzar a reescribirla.