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Capítulo 3

Enseñar vocabulario especializado en contextos profesionales

María Cecilia Ainciburu


Università degli Studi di Siena (Italia) y Universidad Nebrija (Madrid)

1. INTRODUCCIÓN

Los estudiantes de segunda lengua son conscientes de que la adquisición de vocabulario es un


componente fundamental en el curso de sus estudios. Esta afirmación es aún más obvia cuando se
trata de estudiantes universitarios o profesionales que desenvuelven sus actividades comunicativas en
un ámbito determinado, donde ser capaz de utilizar el término preciso para definir un fenómeno forma
parte de su identidad y determina su prestigio en el mundo del trabajo. Algunos autores llegan a
afirmar que el aprendizaje de un fuerte bagaje terminológico constituye una fuerte preocupación
(major concern) para estos aprendientes (Chung y Nation, 2004: 251).

Desde el punto de vista de la afirmación progresiva de una didáctica orientada hacia estos grupos
profesionales, el problema de qué vocabulario enseñar llega después de otras consideraciones más
urgentes como la del análisis de necesidades y su factibilidad, el perfil y la formación del profesor de
esos cursos o el estatus mismo de estos en las instituciones (Universidades, Cámaras de Comercio,
Colegios profesionales).

En español como lengua extranjera con fines específicos (en adelante, EFE) las tres especialidades
más requeridas son el Español de los negocios, el Español del turismo y el Español de los Servicios
de Salud. Estas cuentan con exámenes certificativos de algunas Cámaras de Comercio. Sin embargo,
el trabajo de las Universidades europeas y españolas después de la creación de la Comunidad Europea
ha creado dos movimientos de aplicación didáctica paralelos en Español académico y Español de las
diferentes especialidades (Ingeniería, Arquitectura, Artes, entre otras). El Español académico es, sin
dudas el más prolífico, pero existe una profunda discusión sobre si debemos considerarlo o no un tipo
de EFE, dado que la alfabetización académica concierne a nativos y no nativos cuando están
realizando su formación universitaria. A nuestro entender, la enseñanza de terminología y vocabulario
de las diferentes especialidades científicas es también materia de aprendizaje en la propia lengua, por
lo que el argumento no es plenamente consistente. En este capítulo evitaremos esa discusión y
daremos ejemplos lo más variados posible sobre lo que puede considerarse la especificidad léxica de
los diferentes entornos profesionales dejando de lado el Español académico.

La estructura de este capítulo introduce el tema a través de la consideración del término “lenguaje
especializado” en contraste con el general, intentando focalizar el mismo sobre los constituyentes que
lo definen. Posteriormente se traslada el problema al campo didáctico para poder entrar en el vivo de
la temática que nos interesa, o sea, responder a la pregunta ¿qué vocabulario EFE enseñar?”. Se
brindan a continuación una serie de ejemplos de actividades intentando diversificarlas por estrategia
utilizada y campo especializado y se realizan las consideraciones finales acerca del rol de la enseñanza
de vocabulario en el ámbito de las especialidades del saber.

2. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

Dentro del EFE y considerando que el aprendizaje de vocabulario es el tema de este capítulo, es
necesario intentar definir qué entendemos por “microlenguaje” o lenguaje especializado. En el sentido
1
literal, podrían ser lenguajes típicos del conocimiento o, para ser más precisos, de los que involucran
conceptos y realidades pertenecientes a las diferentes ramas del conocimiento y, en particular, a la
ciencia y la tecnología. En ese sentido, son subconjuntos de la lengua común e integran unidades
léxicas del lenguaje común que se especializan. Por esa razón, Cabré (1998) afirma que existe una
diferencia de grado entre los idiomas comunes y los especializados y no una diferencia de naturaleza:
la peculiaridad de los idiomas especializados está en el uso (Cabré 1998: 112). Asimilando un término
usado por la gramática, la autora asevera que las unidades lingüísticas comunes, cuando se utilizan
en situaciones especializadas pueden considerarse “marcadas” (Cabré 1998: 115). Los lenguajes
especializados serían diferentes a las lenguas comunes en relación con el uso que se hace en un
contexto especializado y a la información que transmiten. Como veíamos al inicio de este párrafo es
difícil hablar de lenguas especializadas sin caer en una forma involuntaria de definición circular. Si
se revisan diferentes definiciones, esto es aún más claro. Lerat (1995) dice que "el lenguaje
especializado es un lenguaje natural considerado como un vector del conocimiento especializado"
(Lerat 1995: 20) y Hoffman (1976) caracteriza el texto especializado como “el instrumento o el
resultado de la actividad comunicativa ejercida en relación con una actividad socioproductiva
especializada” (Hoffmann, 1976: 77).

Como ha sido señalado ya por otros autores, la variedad de términos con los que ha sido designado
el fenómeno no hace que complicar el panorama.

Términos como lenguas de especialidad (Gómez de Enterría, 2009), lenguajes de especialidad (Cabré,
1993), lenguas especializadas (Lerat, 1997), lenguajes especializados por la temática (Sager et alii,
1980), lenguas especiales (Rodríguez Díez, 1980), lenguaje de la ciencia y de la técnica (Gili Gaya,
1964), tecnolecto (Haensch, 1987), lengua técnica (Quemada, 1978), microlengua (Balboni, 1982),
lengua de minoría (Hernán Ramírez, 1979), lenguajes con fines específicos (Beaugrande, 1987),
lenguajes específicos, lenguaje científico (Gutiérrez Rodilla, 2005), lenguaje sectorial (Beccaria, 1973),
discurso científico (Grabarczyk, 1988), sottocodice (Berruto, 1997), sublenguaje (Lehrberger, 1982), etc.
han convivido en casi toda la bibliografía relativa al tema como equivalentes terminológicos. (Rodríguez-
Piñero Alcalá y Antuña, 2009: 908).

El fenómeno es por tanto de difícil definición, así como lo es el establecimiento de sus relaciones con
el lenguaje común y general que aquí se presenta como una piedra de paragón monolítica, ignorando
que se trata de una realidad igualmente compleja. Si en el lenguaje general tenemos que hacer cuenta
con variedades diacrónicas y sincrónicas, también debemos hacerlo en el lenguaje específico
(Fernández Moreno, 1999). En este sentido, no reducimos el lenguaje a terminología específica, sino
que estamos considerando un conjunto de recursos léxicos y extralingüísticos, como las ilustraciones
y símbolos, que tienen vital importancia en el discurso profesional y científico.

Se ha dicho que existen tres posturas representativas sobre los lenguajes de especialidad y que estas
podrían ilustrar sus relaciones con los usos generales. En cada una de estas posiciones teóricas los
lenguajes específicos son:

1. códigos de carácter lingüístico con una reglas y unidades específicas que lo diferencian del
uso general de la lengua.
2. simples variantes léxicas de la lengua general.
3. subconjuntos fundamentalmente pragmáticos del lenguaje general.

Estas tres posiciones se ilustran en la Figura 1 en la que se muestra también los autores que las han
sostenido. La tercera es la que más prestigio ha conquistado en el ámbito del español, porque permite
pasar más directamente del análisis de los textos al de la situación pragmática que caracteriza el
ámbito de circulación de esos textos orales o escritos.

2
Códigos Variantes Subconjuntos

LG

LE LG LG

LE LE

Hoffmann (1976) Rondeau (1983), Rey (1979). Lehrberger (1982), Pitch y


Quemada (1978). Draskau (1985), Sager (1990),
Cabré (1998).

Figura 1. Posturas que ilustran la posición del lenguaje de especialidad (LE) frente al lenguaje general (LG)

Existen razones de peso que han llevado hacia esta última más aceptada postura. Si la primera
posición, de código, fuese correcta una persona que no es especialista de un tema (lego) no debería
entender nada de un texto especializado. Es claro que esto no es así, mucho menos si consideramos
que los textos de divulgación están comprendidos entre los textos especializados, a pesar de que
tienen como objetivo su comprensión por parte de legos.

Las tres posturas presentadas no tienen en cuenta un factor que es fundamental cuando miramos el
léxico de especialidad y es que los conjuntos representados en la Figura 1 no son cerrados, sino que
los ovales deberían representarse indicando la existencia de barreras permeables. Los términos pasan
del lenguaje común al del contexto profesional donde se especializan semánticamente, como sucede
con “fondo” en el área económica o con “operación” en el ámbito de la salud. También términos
específicos se difunden en la comunicación general, a causa de eventos especiales o de mutados
intereses sociales (por la climatología, por la arqueología, etc.). Así la palabra “seísmo”, o incluso
“tsunami”, se han difundido en sectores que utilizaban la solo la distinción “terremoto/maremoto” o
la crisis económica mundial ha llevado al conocimiento del gran público expresiones como “burbuja
financiera” o “fondos basura”. Meyer y Mackintosh (2000) señalan que esta permeabilidad cambia
parcialmente la naturaleza semántica de los términos porque cuando estos se usan en el lenguaje
general “adoptan un significado más amplio que el significado del campo especializado" (Meyer y
Mackintosh 2000: 199). Lo mismo se puede decir, en el sentido contrario, para el proceso de
especialización de términos de usos comunes al que nos referíamos.

Como en muchos otros casos del estudio de elementos lingüísticos, los modelos representan solo una
abstracción del funcionamiento de la lengua y, como tal, es esperable que existan casos en los que
algunas piezas no encuentran su colocación en el rompecabezas final. La historia de la terminología
vista con los ojos de los científicos que crearon esos términos y que deben utilizarlos es el intento de
restringir al máximo la significación de un término. Los términos deberían ser unívocos para que un
discurso científico refiera su objeto de análisis en modo claro y sin posibilidades de resultar
interpretados de un modo diferente al concebido por su emisor. Esta aspiración a la monosemia
constituye una fascinante historia en el mundo científico, en cierto modo una utopía, porque una
palabra por especializada que sea puede actualizarse en el lenguaje general y quedar expuesta a la
polisemia (Cabré, 2003). Una palabra como “necrosis” o “cicatriz que tienen un significado
3
suficientemente restringido en un manual de medicina, pueden usarse metafóricamente en un texto
de ciencias sociales y no solo en la lengua general. Por ejemplo, “cuando se extirpan los empleos se
va necrotizando el tejido social que le daba vida, La ciudad empieza a exhibir sus cicatrices a la par
que sus adictos sus llagas” (Santory-Jorge 2014: 70).1 Claramente, en el contexto asumen significados
polisémicos otras palabras que pueden ser utilizadas como términos pero que son de uso más
frecuente en el lenguaje general como es el caso de “llagas”, “adicto”, etc.

Dado que el vocabulario se encuentra siempre asociado a contextos de uso, la caracterización de los
textos especializados es importante y nos ayuda a trazar un continuum entre la terminología y su uso.
Según Cabré (1995) los textos se especializan por temática, por el tipo de conocimiento que implican
y por la situación comunicativa en la que nacen. Así:

1. Las temáticas especializadas son las que no forman parte del conocimiento general de los
hablantes de una lengua. Esto implica que han necesitado un aprendizaje especializado,
convencionalmente en las Universidades.
2. Los conocimientos especializados son los de las personas que se han formado como
especialistas y que producen los textos, con independencia de que sus receptores puedan ser
legos.
3. Las situaciones comunicativas especializadas implican reglas pragmáticas (en la construcción
del texto) y en la regulación de los roles entre participantes que provienen del mundo
profesional o científico.

Estos tres factores se presentan en la comunicación especializada a través de una serie de


características de tipo lingüístico y de tipo textual que la identifican. La existencia de un vocabulario
especializado es, por tanto, solo uno de los rasgos micro lingüísticos que define este tipo de
comunicación.

El continuum que hemos mostrado, entre la lengua de uso general y la de los especialistas, también
se aplica a la gradación de los textos con difusión en ámbitos profesionales. La comunicación entre
especialistas es la “cima de una pirámide” y la divulgación para el público lego, su “fundamento”
(Cabré 1995: 124). Esto porque, en todo acto comunicativo, el emisor modela su mensaje en base a
un conjunto de estrategias que tienen como fin último la comprensión del mensaje o su consecuencia
en la acción, como acto performativo.

La distribución de niveles de especialización más difundida, conocida como “variación vertical del
discurso”, es la propuesta por Hoffmann (1976) y resulta determinada por dos factores: la cantidad
de información compartida por los interlocutores y la finalidad del texto.

Mayor nivel de Forma lingüística Interlocutores


abstracción
Lenguaje de las Uso de símbolos Científicos
ciencias artificiales para señalar
fundamentales elementos y relaciones
Lenguaje de las Uso de símbolos Científicos (técnicos) o
ciencias artificiales para referir científicos (técnicos) y
experimentales elementos y del lenguaje auxiliares académicos o
natural para relaciones técnicos.
(sintaxis);

1
Santory-Jorge, Anayra O. (2014). Repensando el lumpen: una mirada desde la etnografía urbana, la
economía y la filosofía política. Páginas (Rosario): Revista Digital de la Escuela de Historia, 6(11), 69-80.
4
Lenguaje de las Alto nivel de Científicos (técnicos) y
ciencias aplicadas abstracción; uso del directivos científicos y
y de la técnica lenguaje natural con un técnicos de la producción
muy alto porcentaje de material
terminología específica
y una sintaxis
fuertemente determinada
Lenguaje de la Uso del lenguaje natural Directivos científicos y
producción con un alto porcentaje de técnicos de la producción
material terminología específica material y trabajadores
y una sintaxis cualificados (empleados).
relativamente libre
Lenguaje del Uso del lenguaje natural Representantes de la
consumo con alguna terminología producción material y
científica y sintaxis libre representantes del
Menor nivel de comercio y consumidores,
abstracción así como comunicación entre
consumidores.

Tabla 1. Variación vertical del Discurso según Hoffmann (1976, elaboración personal)

Dentro de la misma línea surge también la verticalización de tres grados propuesta por Cabré (1995):
los discursos divulgativos en el grado más bajo; en un área intermedia los discursos didácticos
(orientados a un público en formación de su especialidad) y en la cúspide se coloca el discurso
especializado dirigido a los especialistas, aunque susceptible de distintos grados de especialización.
Desde el punto de vista de la utilización de léxico especializado, estos diferentes niveles se deberían
caracterizar por un mayor o menor uso de lenguaje específico y de terminología.

En base a esta afirmación se han realizado intentos de discriminar grados de especialización en base
a la riqueza y frecuencia terminológica de los textos realizando regresiones estadísticas con base en
un corpus marcado (Guantiva Acosta et al., 2000; Yang y otros, 2000; Bowker y Pearson, 2002, entre
otros). Los elementos relevantes para estos cálculos son los tipos (types) y ocurrencias (tokens) de los
términos que pueden extraerse en forma manual o automatizada. Es posible ver con claridad que la
variación vertical clásica no siempre respeta ese grado de especialización requerido, que no siempre
la comunicación entre científicos tiende más hacia la precisión, concisión y sistematicidad que la de
los profesionales, por ejemplo. Un manual de uso de una máquina puede contener una cantidad mayor
de términos respecto a un artículo de revista científica. En un estudio de variación que escoge textos
de Economía de los tres grados de especialización propuestos por Cabré (1995), Schnitzer (2009)
concluye que:

• la estructuración léxica de los tres niveles de especialidad es muy parecida;


• la frecuencia de uso de términos no aumenta de acuerdo con el grado de especialidad;
• lo que crece es el número de referentes extralingüísticos tematizados y de conceptos relacionados
con estos, así como el número de términos diferentes (sobre todo sinónimos)

El hecho de mostrar que las variables de densidad terminológica, anulación de la sinonimia y


tendencia a la univocidad son nulas en la variación contradice con gran fuerza la hipótesis de
verticalidad a nivel de complejidad léxica de los textos. Paralelamente induce a pensar que lo que
puede ser cierto para las ciencias sociales, no lo es para las ciencias físicas o para la Medicina. Este
punto requiere mayor estudio.

5
Estos trabajos de Lingüística Aplicada que aportan datos empíricos tienen consecuencias directas
sobre la didáctica del vocabulario, sobre todo en la selección de modelos lingüísticos. Se basan en
una idea de tejido léxico que es de gran valor para EFE: el hecho de que un texto de especialidad está
integrado en su mayor parte por elementos que no son términos.

En el próximo apartado tendremos tiempo para ver las consecuencias didácticas de esta constatación
que, por obvia que parezca, ha forzado la enseñanza de los lenguajes específicos hacia la focalización
en aspectos preferentemente léxicos. Ahora bien ¿qué elementos no terminológicos conviven en un
texto de especialidad? Asumimos la de los marcajes de corpus suficientemente apoyadas por la
práctica empírica (Vangehuchten, 2000, 2004; Laufer y Ravenhorst-Kalovski, 2010; Ainciburu y
Doquin, 2015), esto es, que existen 4 tipos de unidades:

1. léxico funcional o gramatical.


2. unidades de contenido.
3. unidades terminológicas.
4. nombres propios no reconocidos como términos.

La distinción entre palabras “función” y palabras “contenido” en las dos primeras categorías es una
distinción clásica, probablemente innatural cuando opone palabras «que significan» y palabras «que
no significan» (una revisión en Bugueño Miranda y Farías, 2011), pero suficientemente escolástica
como para resultar operativa a la hora de distinguir tipos de unidades léxicas diferentes en un corpus.

Las unidades terminológicas no son fáciles de distinguir respecto a las de contenido. Sobre todo, si
basamos la diferencia en los lemas y en su valor referencial unívoco. Mientras que parece fácil señalar
que “homocedasticidad” es un término estadístico, la mayor parte de los estudiantes podrían no
relevar esta categoría en un contexto similar con palabras como “valor”, “observación”,
“significativo” o “estimar”. Algunos investigadores prefieren hablar en estos casos de “significados
específicos” de una palabra que contiene otros significados o acepciones (Piñeiro-Maceiras y
Matesanz del Barrio, 2013). En la comparación realizada “homocedasticidad” no figura en el
diccionario y “valor” tiene una correspondencia muy relativa con la acepción número 13 que es
económica y no existe una específica. No es que no exista el sector disciplinario (Estad.), que si
aparece en otros casos. Simplemente quien redactó la entrada consideró el valor semántico incluido
en otra de las acepciones o no suficientemente específico. Las unidades tanto de contenido como
terminológicas pueden estar constituidas por más de una palabra como sucede con “variable
estadística” o “hipótesis nula” (la primera en el diccionario, la segunda, no).

Los nombres propios merecen una mención especial porque son un tipo de palabras que parecen poco
interesantes para la mayoría de los análisis lingüísticos. En los lenguajes especializados suponen la
compartición de un espacio de saber común, ya sea cuando se trate de fenómenos metonímicos como
“Wall Street”, “Dow Jones”, “Russel” o queden integrados en la autoría de productos del saber, como
las pruebas estadísticas (Fisher, Mann-Whitney, Pearson, entre otros) o los análisis médicos
(Mantoux, Salk, Sabin). En las lenguas como el español, que históricamente han traducido o adaptado
la pronunciación de los nombres, es muy importante incluirlos en el material de clases con una
estrategia explícita.

El análisis de lo que sucede en EFE cuando los estudiantes marcan las palabras desconocidas de un
texto de media especialización muestra que las palabras más difíciles de traducir son las que integran
unidades de contenido (principalmente sustantivos y verbos). Por lo contrario, los términos suelen no
presentar problemas de comprensión, en parte porque un buen número resultan cognados totales o
parciales de la lengua materna o del inglés (Vangehuchten, 2000, 2004; Laufer y Ravenhorst-
Kalovski, 2010; Ainciburu y Doquin, 2015). No es extraño, por tanto, que uno de los puntos cruciales
6
en EFE sea la selección de ese vocabulario que los estudiantes necesitan y se debe presentar en clases
de especialidad. El reto de la selección está en la posibilidad de reconocer las unidades léxicas y
asignarlas en un nivel correspondiente a una determinada capacidad lingüística general.

…….

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ANEXO 1. Conceptos clave (definidos), mínimo 6 conceptos. (se hará un glosario final).

(1) Léxico funcional o gramatical

Constituido por palabras o morfemas que complementan las categorías léxicas pero que carecen de
un referente concreto. Es el caso de los determinantes, los nexos subordinantes y las conjunciones,
entre otros. Tienen una función gramatical dentro de un texto porque relacionan unidades de
contenido, pero no se refieren a entidades extralingüísticas. Forman una clase cerrada en la que las
lenguas suelen no crear nuevos elementos. Los elementos que se utilizan para señalar la concordancia
verbal o la inflexión de tiempo, los determinantes y los complementos son sintagmas con núcleo
funcional constituido por un morfema abstracto sin referente. Algunas lenguas como el chino o el
japonés carecen de este tipo de léxico que constituye una parte relevante de las lenguas modernas
más difundidas y, entre ellas, del español.

(2) Categorías léxicas o unidades de contenido

Son palabras que poseen contenido referencial y semántico. Son una clase abierta en la que se
producen nuevas palabras para denominar nuevos objetos o realidades.

(3) Unidades terminológicas

El término es un elemento léxico, tanto una sola palabra como una locución por lo que hablamos de
“unidades”, que es propio del lenguaje sectorial de una determinada especialización y que tiene un
significado único, lo más denotativo posible. Se trata de un tipo especial de unidad de contenido en
la correlación entre el concepto y su denominación es fuerte. Por ejemplo, si hablamos de "rayos
ultravioletas", es evidente que nos estamos refiriendo únicamente a un significado -lo que ese término
asume en física- mientras que, si encontramos la palabra "rayo" en otro contexto, esta será susceptible
de asociar diferentes como "rayo de esperanza", "rayo de sol", "rueda de rayos", etc.

(4) Español con fines específicos

El español con fines específicos (EFE) es una especialidad del Español como segunda lengua o lengua
extranjera (ESL o ELE). Por lo general, se refiere a la enseñanza del idioma a estudiantes
universitarios o a adultos que ya tienen un empleo y que necesitan ejercitar su vida profesional en
español. Un curso de EFE se enfoca hacia una ocupación o profesión, como el caso de Español
Técnico, Científico, para profesionales médicos o para enfermeras, para turismo o para camareros,
etc. Por eso, encuentra su definición en la satisfacción de las necesidades específicas de los alumnos,
puede hacer uso de la metodología subyacente y de las actividades de la disciplina a la que sirve y su
planificación se centra en el lenguaje apropiado para desarrollar la competencia comunicativa
(gramática, léxico, registro, discurso y género) en el ámbito especializado.

(5) Lenguaje general

Se trata de un concepto artificial en su determinación, utilizado para contrastar con el término


“lenguaje especializado”. Se entiende como forma no marcada o no especializada del uso del
lenguaje, tal como corresponde a la comunicación entre legos (personas que no comparten el
conocimiento especializado de los expertos).

(6) Lenguaje específico

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Los idiomas especializados son subconjuntos de la lengua común y también de las unidades léxicas
del lenguaje común. En cuanto su uso está fuertemente imbricado en usos comunicativos que
contienen una urdimbre de uso común, es bastante difícil establecer los fenómenos lingüísticos que
lo caracterizan. Suele decirse que, si un idioma especializado es un código específico genuino, es
difícil que un no especialista comprenda el mensaje del experto, porque no conoce este código. Este
factor es válido solo en los lenguajes de máxima especialización, mientras que, parte de la
comunicación de los expertos se desenvuelve en niveles de menor formalidad o incluso en formas de
divulgación destinadas a la comprensión del público no especialista.

María Cecilia Ainciburu


Dipartimento di Studi Aziendali e Giuridici y Departamento de Lenguas Aplicadas
Università degli Studi di Siena (Italia) y Universidad Nebrija (Madrid)
Piazza San Francesco 7, 53100 Siena
ainciburu@unisi.it; caincibu@nebrija.es

María Cecilia Ainciburu es docente de Spagnolo per l’Economia en la Universidad de Siena y se


dedica a la formación universitaria de profesores de Español como Lengua Extranjera y a la
investigación en Lingüística Aplicada en la Universidad Nebrija de Madrid. Ha publicado libros y
artículos sobre la adquisición del léxico, especializándose en el de las lenguas afines. Es miembro
activo de numerosos foros internacionales especializados en EFE (como GERES: Groupe d’Étude et
de Recherche en Espagnol de Spécialité, CIEFE: Congreso internacional de español para Fines
Específicos y JEFE-Vi: Jornadas de Español para Fines Específicos de Viena, entre otros).

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