Buena parte de la destrucción de mercados tiene lugar a nivel micro. No obstante, las
quiebras y los potenciales reemplazamientos en las diferentes líneas de negocios pueden
tener efectos agregados, dado principalmente porque los individuos toman sus decisiones
bajo información imperfecta. Los grandes descalabros en los valores de los activos, junto
con las insolvencias simultáneas de muchas compañías, podrían indicar que la volatilidad
agregada es parte de un sistema de mercado. Si partimos del hecho de que tal volatilidad
es inherente a una economía moderna más interconectada, podríamos entonces
redireccionar nuestra atención a los modelos que podrían ayudar a interpretar las fuentes
de la volatilidad, en el orden de diferenciar cuáles son los componentes relacionados con
la eficiencia de mercado y cuáles los correspondientes a las quiebras inevitables de
mercado. Sin embargo, para ello es necesario efectuar estudios mucho más profundos
respecto a la volatilidad agregada, lo cual requiere de un set teórico y conceptual acerca
de cómo la naturaleza de las interconexiones de la economía y de los sistemas financieros
afectan la asignación de recursos y la distribución de riesgo entre individuos y empresas.
Por tales razones, en materia de disciplina económica los mercados deben ser cada vez
más canalizados bajo el auspicio de leyes sanas y regulaciones adecuadas. Al respecto, la
teoría económica puede proveer una guía de cómo se pueden generar los incentivos
estructurales correctos y los sistemas de recompensa para contener los incentivos
estructurales perversos que detienen el progreso de las economías.
3. Insuficiencia de la reputación
Los modelos lógicos sugieren que incluso si no existiera confianza entre los individuos,
particularmente cuando la información es imperfecta y la regulación es débil, en la
práctica es posible que los mercados puedan confiar en grandes empresas de larga
trayectoria alrededor del mundo (Bear Stearn, Merryl Lynch, LehmanBrothers, etc.), sobre
todo porque ellas han acumulado “capital reputacional” que no querrían perderlo.
Después del escándalo de Enron y otros gigantes a principios de los años dos mil, la
confianza en tales organizaciones se ha ido diluyendo, principalmente la confianza
relacionada en las auditorías internas de esas organizaciones, quienes ignoraron dos
dificultades críticas. La primera es que, incluso al interior, la auditoría es realizada por los
mismos ejecutivos, gerentes y contadores de las organizaciones; y la segunda, relacionada
con la confianza en los corredores de bolsa, quienes toman riesgos astronómicos.
Existe amplio consenso respecto a las fuentes del crecimiento. En efecto, se considera la
importancia de la tecnología, el capital físico y el capital humano. Algunos economistas
también consideran que la innovación y la reasignación de recursos juegan un papel muy
importante en la propagación del crecimiento económico, además de reconocer la
importancia del efecto que tales aspectos, junto con el crecimiento económico de largo
plazo, tienen sobre el marco institucional. De hecho, los recientes eventos que originaron
la actual crisis económica no han dejado duda respecto a la importancia de la innovación.
Por otra parte, podría surgir un riesgo relacionado con la denominada “trampa de
expectativas” en la que consumidores y políticos construyan un escenario pesimista sobre
el crecimiento futuro y el buen funcionamiento de los mercados. No se sabe exactamente
cómo funciona la “trampa de expectativas” y cuál es su dinámica económica intrínseca.
Pero si los consumidores retrasan las compras de bienes duraderos, los efectos
ciertamente pueden ser mayores, particularmente cuando los inventarios son grandes y el
crédito es restringido. Una “trampa de expectativas” de esta naturaleza profundizaría y
alargaría la recesión y además generaría mayores quiebras de empresas en vez de la
destrucción creativa y la reasignación de recursos que implica el crecimiento económico.
Sin embargo, según el autor, el mayor peligro de una “trampa de expectativas” y de una
recesión profunda gira en torno a otros aspectos. En primer lugar, tanto consumidores
como políticos pueden internalizar que el libre mercado es el responsable de la crisis, lo
cual podría generar un debilitamiento del mercado. De esta manera, el péndulo llegaría
demasiado lejos, llevándonos a una era de gobierno fuertemente intervencionista (en vez
de reformas, a la regulación de los fundamentos del libre mercado). El autor afirma que tal
oscilación, junto con las políticas antimercado, serían una amenaza verdadera para las
perspectivas del crecimiento futuro de la economía global. Las restricciones al comercio
de bienes y servicios serían un primer paso. En tanto que la política industrial que inhibe la
reasignación de recursos y la innovación, sería un segundo paso.