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SALICIO
¡Oh más dura que mármol a mis quejas, Por ti el silencio de la selva umbrosa,
y al encendido fuego en que me quemo por ti la esquividad y apartamiento
más helada que nieve, Galatea! del solitario monte me agradaba:
Estoy muriendo, y aún la vida temo; por ti la verde hierba, el fresco viento,
témola con razón, pues tú me dejas; el blanco lirio y colorada rosa
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. y dulce primavera deseaba.
Vergüenza he que me vea ¡Ay, cuánto me engañaba!
ninguno en tal estado, ¡Ay, cuán diferente era
de ti desamparado, y cuán de otra manera
y de mí mismo yo me avergüenzo agora. lo que en tu falso pecho se escondía!
¿De un alma te desdeñas ser señora, Bien claro con su voz me lo decía
donde siempre moraste, no pudiendo la siniestra corneja, repitiendo
della salir una hora? la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
(…) (…)