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Universidad de Costa Rica

Escuela de Filosofía
Pensamiento Iberoamericano y del Caribe
Jessick Smith Corao B56904

Un texto bien escrito, claro, ordenado. Bien documentado.


Hace falta sin embargo una problemática para tratar de manera explícita. Algún
problema en particular que merecería nuestra atención. De lo contrario, el texto se
vuelve muy descriptivo.

9/10.

Los dominicos en La Española: La misión de Bartolomé de las Casas por la


defensa de los indios
La conquista de los españoles en América durante el siglo XVI tuvo diversos
episodios y personajes cuya importancia histórica todavía se presencia. Sin duda
alguna, Bartolomé de las Casas se debe identificar como un participante
importante para comprender la conquista española. Incluso la lectura de las obras
de las Casas permite hacer una reinterpretación de dicho acontecimiento a partir
de distintos ejes, sea político, sea jurídico e incluso teológico.

Cuando se pretenda estudiar a la obra de las Casas, también es importante


conocer el contexto en el cual esta se desarrolló. Esto implica estudiar su situación
histórica y religiosa, comprendiendo que las Casas fue un español encomendero
que luego optó por incluirse en la vida de la Orden de los predicadores. Entender
su lucha, los medios de los que se valió y los productos que esta tuvo encamina
de manera directa a quien estudie estas temáticas hacia distintas biografías y
otros textos que detallen cómo fue la vida del padre las Casas. También es
necesario recurrir a obras que se dediquen a exponer, estudiar y divulgar los
textos producidos por las Casas, para así tener un panorama claro sobre cómo se
produjeron dichos escritos y en qué contexto nacieron. Es preciso para esto
entender los antecedentes de Bartolomé de las Casas y también las
características de la orden religiosa a la que él perteneció.

Para propósitos del presente texto, la obra de las Casas que será de mayor
relevancia para el desarrollo de este son La brevísima relación de la destrucción
de las Indias. Obra icónica para conocer el pensamiento lascasiano y la misión en
la que este se involucró fervientemente. Obra cuya importancia se acepta y que ha
sido ampliamente estudiada. Esto no excluye que algunas otras obras sean
mencionadas posteriormente.

La cuestión de los indios, sus propiedades y el trato que se les dan a estos
son temas a los cuales el padre las Casas se entregó con mucho empeño, esto se
evidencia de manera clara revisando su trabajo. Así también su religión católica se
hace igual de presente, por eso, para entender mejor aquello que mueve al
pensamiento y las intenciones de las Casas, se va a ofrecer primeramente una
descripción de sus antecedentes, a saber, las características primordiales de la
Orden de los predicadores, así como las acciones de distintos dominicos, también
muy importantes.

Sobre la Orden:

Bien es sabido que el cristianismo no es ni ha sido una religión uniforme,


desde sus inicios se han dado diversas maneras de vivir y comprender las
creencias cristianas. Se sabe también que, previamente a la Reforma luterana, la
ortodoxia católica ha sido más firme y poderosa en relación con las otras ramas.
Su alianza con los poderes políticos de turno es una característica que las otras
formas de cristianismo no han tenido. De ahí que las autoridades religiosas
católicas se permiten llamar como sectas o herejías a otros movimientos religiosos
cristianos que no sigan la ortodoxia romana. De entre las muchas herejías que han
surgido a lo largo de la historia, las herejías de los cataros y los albigenses
tuvieron mucho impacto en la Europa del siglo XIII.
Contra las herejías emergentes mencionadas nace la Orden de los
predicadores en el año 1216, fundada por Domingo de Guzmán y confirmada por
Honorio III (Palacios, 1996, p. 34). El objetivo que movió a Domingo de Guzmán, y
que también mueve a los frailes de la Orden de los dominicos, es la predicación y
la salvación de las almas (Suso, 2009, p. 722). Estos objetivos resultan inherentes
al modo de operar de la Orden de los predicadores. Se pueden definir tres labores
especificas en la labor de la orden dominica: la predicación, la dirección espiritual
y la labor intelectual para la defensa de la fe (Palacios, 1996, p. 37).

Estas tres labores pueden ser correspondientes con relación a los objetivos de
los dominicos. Predicar a Cristo y su mensaje aporta a la predicación de la
salvación de las almas. Así también, la dirección espiritual vela por la ‘salud de las
almas’, tratando de evitar la caída en la tentación. Por último, para predicar de
manera eficiente, transmitiendo una sana doctrina cristiana, es preciso realizar un
trabajo intelectual esforzado para conocer la fe que se vive y predica. También es
importante conocer las corrientes de pensamiento filosófico que tienen mayor
influencia en la religión cristiana, así como también resulta importante para la
predicación estudiar las llamadas ‘desviaciones en la fe’, para poder confrontarlas
y desacreditarlas, haciendo que parezca que la verdadera fe en Cristo es la que
sigue la iglesia católica. Se puede pensar que los objetivos que impulsaron el
actuar inicial de los dominicos da crédito a su nombre alternativo: la Orden de los
predicadores.

De la Orden de los predicadores han surgido grandes pensadores y religiosos.


Muchos nombres destacados y famosos se pueden mencionar para reconocer el
impacto e importancia que ha tenido esta orden para la iglesia católica, la historia
de las ideas y para la producción del conocimiento filosófico y teológico. Tomás de
Aquino, Francisco de Vitoria, Luis de Valladolid, Antón de Montesinos, Pedro de
Córdoba y Bartolomé de las Casas son algunos de los importantes dominicos. Los
últimos tres fueron figuras importantes para la defensa de los indios y también
pueden ser considerados como precursores en la lucha por derechos humanos.
Antón de Montesinos y Pedro de Córdoba fueron dominicos que tuvieron
participación inicial en la lucha de la defensa de los indios. Bartolomé de las Casas
continuó dicha lucha iniciada por los miembros de la Orden de los predicadores en
la Española. Por esto mencionado es preciso detallar primeramente este inicio de
la defensa de los indios antes de la participación de las Casas en la misma.

Inicia la contienda:

La llegada de los españoles a América y la conquista de los territorios de los


naturales americanos implicó el sometimiento de los indios para los españoles.
Una consecuencia de dicho sometimiento fue la esclavitud de los indios,
permitiendo así la instauración de la encomienda. El surgimiento de la encomienda
en América viene a ser toda una práctica novedosa e infortunada para los indios,
pues esta fue ajena a sus modos de vida y producción tradicionales.

Sobre la encomienda, Rionda Ramírez afirma lo siguiente:

Originalmente la encomienda se aplica en América en las Antillas y el


resultado es catastrófico, la mortandad es muy alta entre los naturales y
las razones son múltiples, pero sobre todo tiene un especial sentido en el
rompimiento de un esquema de producción indígena ante la imposición de
una nueva forma de vida, cultivos, organización agrícola y explotación de
la mano de obra (2012, p. 102).
Los encomenderos, bien posicionados económicamente, no parecían
demostrar alguna señal de lastima o compasión para los indios. Aun cuando el
modo de trabajo implementado e impuesto por los españoles traía consecuencias
gravísimas como la muerte, esto no bastó para impulsar en los mismos colonos
una iniciativa de pausa de la encomienda, o incluso una intención de prescindir
totalmente de la misma. “La encomienda representa el enriquecimiento por encima de
la dignidad humana” (Mora, 2006, p. 231), esta razón da cabida a la lucha por la
defensa de los indios, pues la institución tan habitual de la encomienda extrae de
la tierra de los indios una riqueza que no les pertenece con fuerzas que no
justamente retribuidas ni bien tratadas.
Para el cuarto domingo de adviento, en diciembre de 1511, en la isla
Española se pronunció un sermón que fue harto polémico y que hoy en día es
recordado como un suceso de gran importancia para la lucha de la defensa de los
indios. Se habla del sermón de Montesinos. Cabe mencionar que la fecha de
pronunciamiento es importante. Para esas fechas de diciembre se celebra el
adviento católico, tiempo litúrgico que se dedica a la espera del nacimiento de
Cristo. Es característico de esos tiempos leer en las asambleas diversos textos
proféticos, de entre los cuales destacan en sobre manera los textos del profeta
Isaías. Mires (1987, p. 40) propone que el sermón fue pronunciado el día 14 de
diciembre de 1511, por otra parte, Marcus (1977, p. 114) propone que fue un 21
de diciembre. Así también Galmés (1982, p. 30) opta también por situar el sermón
en el cuarto domingo de adviento. Si se quiere ubicar al sermón de Montesinos en
el cuarto domingo de adviento, la fecha precisa sería el 21 de diciembre y no el
14. El domingo 14 correspondería con el tercer domingo de adviento de ese año.

Vox Clamatis. La voz que clama en el desierto corresponde al libro del profeta
Isaías, en el capítulo 40 y versículo tercero (Is 40, 3). “Una voz clama: en el
desierto abrid un camino a Yahveh, trazad en la estepa una calzada recta a
nuestro Dios”. El profeta anuncia la llegada de Dios, sin embargo, la alegoría de la
voz clamante cobra mayor sentido cuando esta es empleada en el personaje de
Juan Bautista, quien es identificado en el evangelio de Mateo como la voz que
clama en el desierto. De él menciona Mateo que “Este es aquel de quien habla el
profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: preparada el camino del
Señor” (Mt 3, 3). El bautista se pronuncia y denuncia las faltas del pueblo judío, así
como Antón de Montesinos es la voz que clama y denuncia la acción de los
encomenderos.

El sermón de Montesinos no tuvo una respuesta positiva por parte de los


españoles (Mires, 1987, p. 41) pero sí logró algo, inquietar a los españoles. Pese
a su recepción molesta por parte de los encomenderos, el sermón logro alterar la
paz de quienes injuriaban a los indios. Cabe mencionar que el sermón de
Montesinos no fue una labor individual y de total iniciativa por parte de Antón, sino
que fue una labor ejecutada por la comunidad de los dominicos de la Española
(Mires, 1987, p. 44). El controversial sermón tuvo consecuencias políticas
importantes, como el envío del franciscano Alonso de Espinar a España para dar
quejas al rey, así como también la convocatoria de junta de Burgos en el año
1512.

El sermón de Montesinos es considerado como la primera defensa publica


para los indios, así como también la primera denuncia contra los españoles que
maltrataron a los indios (Chenu, 1966, p. 12). Este sermón nos llega a través de la
pluma de Bartolomé de las Casas en su texto de Historia de las Indias (volumen
III, p. 366). ¿Es el sermón de Montesinos correspondiente a la vocación dominica
de la predicación y salvación de las almas? Es válido responder afirmativamente.
Se predicó a los españoles el mensaje bíblico: una voz clama la preparación del
camino en el desierto que está árido, así como también lo pueden estar las almas
de los encomenderos (Chenu, 1966, p. 12). A su vez, hacerles reconocer el mal
que estos practicaron y perpetuaron fue dar dirección espiritual, incitando a una
conversión. Por último, el conocimiento y esfuerzo intelectual de los dominicos es
notorio en el sermón de Montesinos. Lograr homologar las lecturas
correspondientes al tiempo del adviento cristiano con lo que se vivió en la
Española es el resultado de un ejercicio intelectual admirable, pues se logra
enlazar un texto antiquísimo como el de Isaías con la América de 1511. Se
defiende la fe también señalando las prácticas incongruentes de los cristianos
católicos con respecto a sus creencias. Para esto resultó necesario conocer a
cabalidad la doctrina cristiana, así también como los textos bíblicos, para dar a la
conclusión de que la práctica encomendera no puede ser congruente con la
enseñanza de Jesús de Nazareth.

El esfuerzo de los dominicos por alterar el estado normal de la vida en la


Española resultó efectivo. No solo fue el sermón, también los padres se negaron a
dar absolución a quienes no renunciaran a sus prácticas inhumanas, alegando
que la congruencia cristiana del verdadero arrepentimiento es un deber y
condición para poder recibir el perdón de las culpas.
La unión de los dominicos en su contienda también permite comprender como
la defensa de los indios que estos ejercen está estrictamente ligada a sus ideales
cristianos. La vida común es una práctica que perpetúan las ordenes religiosas
monásticas (Palacios, 1996, p. 32). Cuando llegan los enojados españoles a dar
quejas del sermón a Pedro de Córdoba, este replica que lo expuesto por
Montesinos expresa la creencia de la Orden de los predicadores de la Española
(Mires, 1987, p. 43). El cristianismo es el motor que impulsa la defensa de los
indios por parte de la Orden de los predicadores. El sentimiento de amor al
prójimo y la responsabilidad por dar un trato más ameno y humano impulsan la
lucha de los dominicos. Pero otro factor más se hace presente: el modo de vida
del indio en la encomienda es ineficiente para poder predicar a los indios para que
estos así conozcan el mensaje de Jesús y puedan ser salvas sus almas.

La contienda se inició y el padre las Casa no formó parte de esta desde sus
inicios. La historia sobre cómo las Casas llegó a incluirse en la lucha por la
defensa del indio expone también la relación que tuvo él con los dominicos de su
lugar de ubicación en la isla Española. Además, no solo la relación con la religión,
sino también en cómo las Casas fue ejerciendo sus labores cotidianas, así como
sacerdote, así como encomendero.

El camino a la lucha:

Bartolomé de las Casas fue hijo de Pedro de las Casas, quien fue
comerciante español y que vino a América en el segundo viaje de Colón junto con
Fernando Boyl y Pedro Margarit (Mires, 1987, p. 39). Podría intuirse a partir de
estos breves datos que el padre las Casas, antes de encomendarse a la vida
religiosa, tuvo alguna formación en comercios y negocios heredada por su padre.
Se sabe que Bartolomé llegó a América en el año 1502, así lo proponen Marcus
(1977, p. 96) y Galmés (1982, p. 24). Llegó el padre las Casas a la Española, isla
en la que, según las Casas, “fue la primera, como decimos, donde entraron cristianos y
comenzaron los estragos y perdiciones destas gentes y que primero destruyeron y
despoblaron” (1984, p. 76). Aun cuando su padre fue negociante, Bartolomé
obtuvo una heredad con indios gracias a Diego Colón.
Afirma sobre esto Galmés:

Diego Colón mantuvo con Pedro de las Casas y sus hermanos las
buenas relaciones que con ellos había mantenido su Padre. Así que dio al
clérigo Bartolomé de las Casas una buena heredad con repartimiento de
indios a orillas del Janique, en la comarca de Ciboa, donde el clérigo se
aparejó para sacar buen producto de la tierra y donde además consiguió
algún oro (1982, p. 28).
¿Cuáles intenciones movieron a Las Casas para emprender su viaje? Es claro
que no fue participar en la lucha por la defensa de los indios. Tendrán que pasar
algunos años para que él se sume a la contienda iniciada por la Orden de los
predicadores en la Española. Podría también pensarse que inicialmente lo movió
algún impulso aventurero, o tal vez seguir los pasos de su padre como
negociante, anhelando obtener riquezas de la recién descubierta América.

Bartolomé de las Casas se situaba entonces como sacerdote y como


encomendero. Aun con su condición, tuvo relaciones cercanas con los dominicos.
El padre las Casas y Pedro de Córdoba tuvieron un primer y breve encuentro en
el año 1510 (Marcus, 1977, p. 111), un año antes de se pronunciase el sermón de
Antón de Montesinos. ¿Cómo pudo reaccionar el padre las Casas ante sermones
de tonos como los de Montesinos? Discursos tan denunciantes no podrían haber
dejado la conciencia de las Casas tranquila, al menos si él los hubiese llegado a
escuchar. Galmés (1982, p. 33) propone que el padre las Casas no asistió a los
sermones de Montesinos pronunciados en Sancto Domingo, pero si asegura que
tuvo amplia información de fuentes de primera mano. Así también afirma Galmés
que es muy posible que el contenido de los sermones de Montesinos no
inquietase mucho a Bartolomé de las Casas.

Entonces, ¿cómo llegó las Casas a ser el Defensor de los indios, tan
dedicado y diligente, como hoy se le conoce? De primera entrada se puede
pensar que parece extraño que algún sacerdote pudiese tolerar por años
prácticas como la encomienda y otras torturas más ejercidas por los españoles en
América. El mensaje de los evangelios muchas veces apela al desapego de lo
material y al amor al prójimo. Por mencionar un ejemplo, se puede señalar al
sermón del monte, narrado a lo largo de los capítulos V, VI y VII del evangelio de
Mateo o el largo discurso apostólico de la santa cena ubicado entre los capítulos
XIV y XVII del evangelio de Juan.

Ya iniciada la contienda por la defensa de los indios, instauradas ya las leyes


de Burgos y el requerimiento, Bartolomé de las Casas, parece no estar muy
interesado en involucrarse en dicha lucha. ¿Pudo haber avanzado la lucha de los
dominicos sin las Casas? O bien, ¿pudo haber un las Casas defensor de los
indios sin la iniciativa de la Orden de los predicadores? “Formulándolo así: sin los
dominicos no hubiera existido Las Casas; pero a la inversa, sin Las Casas la semilla
sembrada por los dominicos no hubiera podido germinar” (Mires, 1987, p. 80). Es
importante señalar cómo llegó las Casas a hacer suya la preocupación por la
defensa de los indios, así como también es pertinente identificar cómo el padre
las Casas llegó a formar parte de la Orden de los predicadores.

Tuvo gran importancia para que las Casas se inclinara a defender a los indios
la lectura que hizo este del libro del Eclesiástico, texto sapiencial del antiguo
testamento. Galmés propone que para el año 1514, el padre las Casas estaba
escribiendo un sermón para las fiestas de Pentecostés del mismo año. “Consultado
la biblia, topó con un texto que lo dejó anonadado” (Galmés, 1982, p. 42). El texto
corresponde a el capítulo XXXIV del libro anteriormente mencionado (Eclo 34, 21-
27). Sobre este suceso, Fernando Mires (1987) comete un breve error al
momento de mencionarlo, pues este autor menciona que la lectura que realizó las
Casas fue del libro del Eclesiastés. Mires también cita la obra de Galmés, solo
que parece no haber dado cuenta de que en ninguna parte del libro del
Eclesiastés se encuentra el texto adjunto por Galmés, además de que el libro del
Eclesiastés ni siquiera llega a contener 20 capítulos, mientras que claramente
Galmés señala la ubicación del texto del Eclesiástico en el capítulo XXXIV.

Es pertinente incluir el texto del Eclesiástico en el presente trabajo:

Sacrificios de posesiones injustas son impuros, y no son aceptados


los dones de los inicuos; el Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos
ni por sus muchos sacrificios les perdona el pecado; es sacrificar a un hijo
delante de su padre quitar a los pobres para ofrecer sacrificio. El pan de la
limosna es vida del pobre; el que se lo niega es homicida. Mata a su
prójimo quien le quita el sustento; quien no paga el justo salario derrama
sangre (Eclo 34, 21-27).
Pese a esto, el pequeño error de Mires no desacredita su labor a la hora de
explicar el proceso de inclusión al bando en favor de los indios por parte del padre
las Casas. Incluso, Mires (1987, pp. 82-83) también señala otros momentos
importantes para entender el cambio en el modo de vivir y operar de las Casas: la
entrega de su encomienda a Diego Velásquez en el año 1515 y sermón público el
día de la asunción de la Virgen María (15 de agosto), fueron ambos momentos
importantes para identificar cuando Bartolomé de las Casas se alinea en las
huestes dominicas para la defensa de los indios.

La defensa de los indios:

Ya iniciado las Casas en la contienda por defender a los indios, es clave


identificar cómo el Obispo de Chiapas luchó por estos. Ojalá no se llegue a creer
que su defensa fue únicamente realizada de manera teórica, exclusivamente a
partir de redacción de documentos, que, dicho sea de paso, son de gran
importancia para muchas áreas del conocimiento, como lo son la historia, la
antropología, incluso para la filosofía.

Sobre La brevísima relación de la destrucción de las Indias se puede decir


que es un importante esfuerzo para denunciar las múltiples maldades que
realizaron los españoles en la etapa temprana de la conquista de América. Aun
cuando esta es una labor escrita, no se puede prescindir para comprender de
mejor manera la lucha del padre las Casas. La inteligencia de las Casas se deja
ver desde el prólogo de la obra, así como también relucen sus conocimientos
políticos y teológicos, su argumentación no se queda atrás en estos campos.
Basta leer cómo introduce su obra para el príncipe Felipe, dando uso de los
proverbios bíblicos para demostrar como el príncipe, por su cargo real, debe
darse cuenta de los males acontecidos en los distintos lugares de las Indias (las
Casas, 1984, p. 67).

Las Casas es recurrente a la hora de describir las características del


comportamiento de los indios. Por lo general los describe como “[…] las más
simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales y
a los cristianos a quienes sirven; más humildes, más pacificas y quieras, sin rencillas ni
bollicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas […] ”
(1984, pp. 71-72). A su vez, el padre las Casas es muy descriptivo a la hora de
narrar las injurias que los indios sufrieron. Algunos lo han llegado a tachar de
exagerador, debido a lo violentos que resultan estos relatos, o que actúa contra
España por sus raíces judías, así como lo propone Blázquez (2002, pp. 28-29).
Como si se tratase de una lucha iniciada por un ímpetu estrictamente ideológico,
Blázquez se refiere de la manera ya señala a las Casas. También Rafael Gambra
(1992) procede de la misma manera en detrimento de la defensa de los indios
realizada por Bartolomé de las Casas, dejando de lado el impacto que tuvo su
religión católica para poder ejercer toda la lucha que este llevó a cabo para
defender a los lastimados por los conquistadores españoles.

Volviendo a La brevísima relación, las Casas también narra momentos en los


que los indios operan de manera violenta, como lo es en el caso de la narración
de lo sucedido en Nueva España. Sin embargo, la matanza en los puentes de la
laguna es considerada por las Casas como justa, pues fue un acto de respuesta
de los indios ante la violencia española (1984, p. 107). La denuncia de los males
españoles es constante, apelando continuamente también a la sagrada escritura
cristiana para identificar como malévolo el comportamiento de los conquistadores,
el ejercicio teológico para la reivindicación de la humanidad de los indios, tratada
de inferior por los conquistadores, incluso también negada por los mismos.

La brevísima relación permite ver la admirable labor que hace las Casas
también como historiador, además de teólogo. Dicho texto cuenta con detalles
precisos, además es congruente con muchas de las narraciones que se realizan
en su Historia de las Indias. Ahora bien, su labor como para la justificación de la
humanidad de los indios hace ver que las Casas es versado también en temáticas
jurídicas y filosóficas. Por ejemplo, su labor es de suma importancia para la
instauración de las Nuevas Leyes del año 1542, acontecimiento en el cual
también tienen importancia la acción de otros dominicos y del movimiento
indigenista en general (Mires, 1987, p. 98). Aun cuando en La brevísima relación
el padre las Casas no explota su genio en argumentaciones teológico-filosóficas,
este se asoma en distintas de las narraciones realizadas. De todas formas, la
inteligencia de las Casas sobre estos temas se deja ver con mayor facilidad en
otros textos, como lo pueden ser el Octavo remedio o Del único modo de llamar a
todos los pueblos a la verdadera religión.

Resulta difícil concluir un texto que verse sobre Bartolomé de las Casas y su
defensa de los indios sin referirse a la disputa entre el padre las Casas y Ginés de
Sepúlveda en Valladolid en el año 1550. A la disputa de Valladolid asistieron
teólogos expertos en derecho canónico y miembros del Consejo de Castilla y de
las indias (Vidal, 2005, p. 208), fue este un lugar de encuentro entre personas de
importante cabida para la discusión sobre la dignidad humana de los indios. En
dicho encuentro se vio como las Casas fue un buen argumentador y excelente
contrincante para las controversias filosóficas. La discusión sobre si los indios
podían ser considerados como esclavos por naturaleza, a partir de lo que se
pronuncia en la filosofía aristotélica sobre la esclavitud y barbarismo. Las Casas
propuso que hay al menos cuatro maneras para entender a los barbaros a partir
de la filosofía del estagirita, y además argumentó sobre cómo ninguna de estas
cuatro maneras son justificaciones para poder someter y esclavizar a los
naturales de las indias (Beuchot, 1997, pp. 68-69). La controversia de Valladolid
fue un acontecimiento importante para la defensa de los indios, pues se debatió
con rigurosos argumentos sobre la servidumbre de los americanos y las Casas
logró llevar una vez más a Europa su defensa, para así demostrarla como legitima
ante muchos letrados teólogos de su época.

Conclusión:

Se intentó demarcar el camino por el cual llegó el padre Bartolomé de las


Casas a dar su lucha por favor de los indios, para disminuir sus injurias y
propiciarles a estos un trato más justo y humano. El camino no resultó ser sencillo
ni mucho menos tranquilo. Implicó consigo la renuncia de riquezas, el auto
examen moral sobre lo que él hacía en su labor como encomendero y también
incluyó una diligencia ejemplar para todo aquel que desee involucrarse en una
lucha política. Aun cuando es pronto para la época hablar de derechos humanos,
se puede ver en Bartolomé de las Casas todo un antecedente sobre la lucha de
los derechos y la lucha para reivindicación de la dignidad humana.

Se puede ver en las Casas también las características del pensamiento


escolástico debido a su amplio conocimiento en las escrituras y doctrinas
cristianas, así como también se puede rastrear características de un pensamiento
humanista (Beuchot, 1997, p. 62) preocupado por la dignidad humana y siempre
atento para que esta no se vea devaluada por prácticas que en este caso fueron
económicas y comerciales. Su labor fue ejemplar en varios sentidos y su apoyo
en la religión y su Orden permitieron a las Casas defender a los indios como
posiblemente ningún otro defensor logre hacerlo.

Bibliografía

Libros

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Artículos

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