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Escuela de Filosofía
Pensamiento Iberoamericano y del Caribe
Jessick Smith Corao B56904
9/10.
Para propósitos del presente texto, la obra de las Casas que será de mayor
relevancia para el desarrollo de este son La brevísima relación de la destrucción
de las Indias. Obra icónica para conocer el pensamiento lascasiano y la misión en
la que este se involucró fervientemente. Obra cuya importancia se acepta y que ha
sido ampliamente estudiada. Esto no excluye que algunas otras obras sean
mencionadas posteriormente.
La cuestión de los indios, sus propiedades y el trato que se les dan a estos
son temas a los cuales el padre las Casas se entregó con mucho empeño, esto se
evidencia de manera clara revisando su trabajo. Así también su religión católica se
hace igual de presente, por eso, para entender mejor aquello que mueve al
pensamiento y las intenciones de las Casas, se va a ofrecer primeramente una
descripción de sus antecedentes, a saber, las características primordiales de la
Orden de los predicadores, así como las acciones de distintos dominicos, también
muy importantes.
Sobre la Orden:
Estas tres labores pueden ser correspondientes con relación a los objetivos de
los dominicos. Predicar a Cristo y su mensaje aporta a la predicación de la
salvación de las almas. Así también, la dirección espiritual vela por la ‘salud de las
almas’, tratando de evitar la caída en la tentación. Por último, para predicar de
manera eficiente, transmitiendo una sana doctrina cristiana, es preciso realizar un
trabajo intelectual esforzado para conocer la fe que se vive y predica. También es
importante conocer las corrientes de pensamiento filosófico que tienen mayor
influencia en la religión cristiana, así como también resulta importante para la
predicación estudiar las llamadas ‘desviaciones en la fe’, para poder confrontarlas
y desacreditarlas, haciendo que parezca que la verdadera fe en Cristo es la que
sigue la iglesia católica. Se puede pensar que los objetivos que impulsaron el
actuar inicial de los dominicos da crédito a su nombre alternativo: la Orden de los
predicadores.
Inicia la contienda:
Vox Clamatis. La voz que clama en el desierto corresponde al libro del profeta
Isaías, en el capítulo 40 y versículo tercero (Is 40, 3). “Una voz clama: en el
desierto abrid un camino a Yahveh, trazad en la estepa una calzada recta a
nuestro Dios”. El profeta anuncia la llegada de Dios, sin embargo, la alegoría de la
voz clamante cobra mayor sentido cuando esta es empleada en el personaje de
Juan Bautista, quien es identificado en el evangelio de Mateo como la voz que
clama en el desierto. De él menciona Mateo que “Este es aquel de quien habla el
profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: preparada el camino del
Señor” (Mt 3, 3). El bautista se pronuncia y denuncia las faltas del pueblo judío, así
como Antón de Montesinos es la voz que clama y denuncia la acción de los
encomenderos.
La contienda se inició y el padre las Casa no formó parte de esta desde sus
inicios. La historia sobre cómo las Casas llegó a incluirse en la lucha por la
defensa del indio expone también la relación que tuvo él con los dominicos de su
lugar de ubicación en la isla Española. Además, no solo la relación con la religión,
sino también en cómo las Casas fue ejerciendo sus labores cotidianas, así como
sacerdote, así como encomendero.
El camino a la lucha:
Bartolomé de las Casas fue hijo de Pedro de las Casas, quien fue
comerciante español y que vino a América en el segundo viaje de Colón junto con
Fernando Boyl y Pedro Margarit (Mires, 1987, p. 39). Podría intuirse a partir de
estos breves datos que el padre las Casas, antes de encomendarse a la vida
religiosa, tuvo alguna formación en comercios y negocios heredada por su padre.
Se sabe que Bartolomé llegó a América en el año 1502, así lo proponen Marcus
(1977, p. 96) y Galmés (1982, p. 24). Llegó el padre las Casas a la Española, isla
en la que, según las Casas, “fue la primera, como decimos, donde entraron cristianos y
comenzaron los estragos y perdiciones destas gentes y que primero destruyeron y
despoblaron” (1984, p. 76). Aun cuando su padre fue negociante, Bartolomé
obtuvo una heredad con indios gracias a Diego Colón.
Afirma sobre esto Galmés:
Diego Colón mantuvo con Pedro de las Casas y sus hermanos las
buenas relaciones que con ellos había mantenido su Padre. Así que dio al
clérigo Bartolomé de las Casas una buena heredad con repartimiento de
indios a orillas del Janique, en la comarca de Ciboa, donde el clérigo se
aparejó para sacar buen producto de la tierra y donde además consiguió
algún oro (1982, p. 28).
¿Cuáles intenciones movieron a Las Casas para emprender su viaje? Es claro
que no fue participar en la lucha por la defensa de los indios. Tendrán que pasar
algunos años para que él se sume a la contienda iniciada por la Orden de los
predicadores en la Española. Podría también pensarse que inicialmente lo movió
algún impulso aventurero, o tal vez seguir los pasos de su padre como
negociante, anhelando obtener riquezas de la recién descubierta América.
Entonces, ¿cómo llegó las Casas a ser el Defensor de los indios, tan
dedicado y diligente, como hoy se le conoce? De primera entrada se puede
pensar que parece extraño que algún sacerdote pudiese tolerar por años
prácticas como la encomienda y otras torturas más ejercidas por los españoles en
América. El mensaje de los evangelios muchas veces apela al desapego de lo
material y al amor al prójimo. Por mencionar un ejemplo, se puede señalar al
sermón del monte, narrado a lo largo de los capítulos V, VI y VII del evangelio de
Mateo o el largo discurso apostólico de la santa cena ubicado entre los capítulos
XIV y XVII del evangelio de Juan.
Tuvo gran importancia para que las Casas se inclinara a defender a los indios
la lectura que hizo este del libro del Eclesiástico, texto sapiencial del antiguo
testamento. Galmés propone que para el año 1514, el padre las Casas estaba
escribiendo un sermón para las fiestas de Pentecostés del mismo año. “Consultado
la biblia, topó con un texto que lo dejó anonadado” (Galmés, 1982, p. 42). El texto
corresponde a el capítulo XXXIV del libro anteriormente mencionado (Eclo 34, 21-
27). Sobre este suceso, Fernando Mires (1987) comete un breve error al
momento de mencionarlo, pues este autor menciona que la lectura que realizó las
Casas fue del libro del Eclesiastés. Mires también cita la obra de Galmés, solo
que parece no haber dado cuenta de que en ninguna parte del libro del
Eclesiastés se encuentra el texto adjunto por Galmés, además de que el libro del
Eclesiastés ni siquiera llega a contener 20 capítulos, mientras que claramente
Galmés señala la ubicación del texto del Eclesiástico en el capítulo XXXIV.
La brevísima relación permite ver la admirable labor que hace las Casas
también como historiador, además de teólogo. Dicho texto cuenta con detalles
precisos, además es congruente con muchas de las narraciones que se realizan
en su Historia de las Indias. Ahora bien, su labor como para la justificación de la
humanidad de los indios hace ver que las Casas es versado también en temáticas
jurídicas y filosóficas. Por ejemplo, su labor es de suma importancia para la
instauración de las Nuevas Leyes del año 1542, acontecimiento en el cual
también tienen importancia la acción de otros dominicos y del movimiento
indigenista en general (Mires, 1987, p. 98). Aun cuando en La brevísima relación
el padre las Casas no explota su genio en argumentaciones teológico-filosóficas,
este se asoma en distintas de las narraciones realizadas. De todas formas, la
inteligencia de las Casas sobre estos temas se deja ver con mayor facilidad en
otros textos, como lo pueden ser el Octavo remedio o Del único modo de llamar a
todos los pueblos a la verdadera religión.
Resulta difícil concluir un texto que verse sobre Bartolomé de las Casas y su
defensa de los indios sin referirse a la disputa entre el padre las Casas y Ginés de
Sepúlveda en Valladolid en el año 1550. A la disputa de Valladolid asistieron
teólogos expertos en derecho canónico y miembros del Consejo de Castilla y de
las indias (Vidal, 2005, p. 208), fue este un lugar de encuentro entre personas de
importante cabida para la discusión sobre la dignidad humana de los indios. En
dicho encuentro se vio como las Casas fue un buen argumentador y excelente
contrincante para las controversias filosóficas. La discusión sobre si los indios
podían ser considerados como esclavos por naturaleza, a partir de lo que se
pronuncia en la filosofía aristotélica sobre la esclavitud y barbarismo. Las Casas
propuso que hay al menos cuatro maneras para entender a los barbaros a partir
de la filosofía del estagirita, y además argumentó sobre cómo ninguna de estas
cuatro maneras son justificaciones para poder someter y esclavizar a los
naturales de las indias (Beuchot, 1997, pp. 68-69). La controversia de Valladolid
fue un acontecimiento importante para la defensa de los indios, pues se debatió
con rigurosos argumentos sobre la servidumbre de los americanos y las Casas
logró llevar una vez más a Europa su defensa, para así demostrarla como legitima
ante muchos letrados teólogos de su época.
Conclusión:
Bibliografía
Libros
Blázquez, N. (2002). Los pecados de la Iglesia sin ajuste de cuentas. Madrid: San
Pablo.
Beuchot, M. (1997). Historia de la filosofía en el México colonial. Barcelona:
Herder.
Galmés, L. (1982). Bartolomé de las Casas: Defensor de los derechos humanos.
Madrid: Biblioteca de autores cristianos.
Gambra, R. (1992). La cristianización de América. Madrid: Mapre.
García, R. (2000). Micropolíticas del cuerpo. Buenos Aires: Biblos.
Las Casas, Bartolomé. (1984). Brevísima relación de la destrucción de las Indias
(A. Saint-Lu, ed.). Madrid: Catedra.
Mires, F. (1987). La colonización de las almas: misión y conquista en
Hispanoamérica. San José: Departamento Ecuménico de Investigaciones.
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