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VIGILANCIA Y MONITOREO EN EL DISPOSITIVO DE MODULACIÓN:


NOTAS PARA UNA ESTÉTICA DE LA EXISTENCIA EN DELEUZE Y
GUATTARI
Surveillance and monitoring in the Modulation Dispositive: notes on an Existence’s Aesthetics in
Deleuze and Guattari

Camilo Enrique Rios Rozoa

(a)
UBA, Buenos Aires, Buenos Aires– Argentina, e-mail: cerrsociologicus@gmail.com

Resumo
Partiremos de la noción de Sociedades de Control (SC) de Deleuze, y la pondremos en diálogo con los
estudios de gubernamentalidad y del neoliberalismo como racionalidad de gobierno molecular. En ese
sentido, y retomando la herencia de Simondon, será posible entender las SC como parte de un Dispositivo
de Modulación (DM). Pero además, será posible identificar las resonancias que, respecto de las SC, hay en
Guattari, sobre todo desde el punto de vista de la técnica y la tecnología en relación con los procesos de
subjetivación. La paradoja de la vigilancia y el monitoreo servirá como escenario de discusión alrededor
de lo que significa habitar el DM hoy, porque si el funcionamiento del DM implica la producción
sistemática de modos de vida, el ejercicio de la crítica no puede pensarse en otros términos, y esto nos
obliga a considerar la estética como un factor preponderante al momento de proponer un ejercicio de
resistencia, que por lo mismo ahora se tendría que decir en términos de ‘estética de la existencia’: re-
existencia. Así, lo que propongo acá es una posible lectura de la estética de la existencia en Deleuze y
Guattari en función de sus propuestas alrededor de un advenir que ahora es nuestro presente, y del papel
que en ese advenir tiene la tecnología en sentido amplio.
Palabras clave: sociedades de control, Deleuze, Guattari, modulación, estética de la existencia, re-
existencia.

Abstract
We’ll start from Deleuze’s notion of Control Societies (CS), and we will put it in dialogue with
the studies on governmentality and neoliberalism as a molecular governmental rationality. In
that sense, and reflecting the heritage of Simondon, it is possible to understand the CS as part of

3o Simpósio Internacional LAVITS: Vigilância, Tecnopolíticas, Territórios. 13 à 15 de Maio, 2015. Rio de Janeiro, Brasil, p. 694-
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a Modulation Dispositive (MD). But it is also possible to identify the resonances that are related
to CS in Guattari, especially from the point of view of technique and technology related to the
subjectivation processes. The paradox of surveillance and monitoring will serve as the setting for
discussion about what it means to inhabit the MD today because if its operation involves the
systematic production of lifestyles, the exercise of the critic can’t be thought in another way, and
this forces us to consider aesthetics as an important factor proposing a resistance exercise, which
therefore now have to be said in terms of 'existence’s aesthetics': re-existence. So what I propose
here is a possible reading of the existence’s aesthetics in Deleuze and Guattari based on their
proposals about a future which is now our present, and the role of technology, in a wide sense, in
that future.
Key Words: control societies, Deleuze, Guattari, modulation, existence’s aesthetics, re-existence

SOCIEDADES DE CONTROL, CONTEXTO GENERAL

La noción de de Sociedades de Control (SC), que Deleuze propone (1996, 2005, 2007a), es un
programa de trabajo incompleto; pero también un guiño a la sociedad disciplinaria de Foucault.
Ya he desarrollado una hipótesis de lectura acerca del lugar de las SC en la genealogía de los
dispositivos (2012, 2013a, 2013b, 2014)1. Quisiera trazar algunas líenas generales que
establezcan el telón de fondo de lo que propongo.

El lugar de la tecnología es uno de los rasgos más importantes de este diagrama para leer otros,
como que los procesos ahora sean permanentes e interminables, o como que estemos ‘encerrados
en el afuera’ (Deleuze, 2005). La comunicación estalla la sociabilidad y la obliga a tomar formas
inéditas (Deleuze, 1996); cosas verificadas en Facebook, Twitter o WhatsApp. La
geolocalización o los controles a distancia se encarnan como control y regulación –modulación y
dividuación–, y como mecanismos aceptados por la dinámica social, cambiando el valor de la
moneda ‘libertad-privacidad’ por ‘comodidad-seguridad’ (Bauman & Lyon, 2013).

Una cartografía del presente

Las SC no son exclusivamente deleuzianas. Él reconoce en Guattari inspiración para pensar el


borramiento entre ciencia ficción y realidad al pensar el monitoreo digital de desplazamientos,
accesos y rastros cotidianos por medio de dispositivos que hoy tenemos, como tarjetas de acceso

1 Ver además, Rodríguez 2006, 2008 y 2010.

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o controles biométricos (Deleuze, 2005, p. 120)2. Me interesará de Guattari el texto que reune
esas reflexiones referidas por Deleuze (1993). Pero antes, revisaré dos perspectivas que pueden
complementar el diagnóstico de las SC.

Primero, los ‘estudios de gubernamentalidad’ 3, que toman la noción de “gobierno” propuesta por
Foucuault para abordar la familia, la pobreza, la seguridad, la economía. Trabajos como los de
Rose (2012) abren la cuestión de la vida y del gobierno, obligando un espectro más amplio de
lectura y análisis respecto de los procesos de subjetivación. Estos ‘estudios’ dan cuenta de la
transformación de las técnicas de conducción de las conductas, y de cómo el ejercicio de su
gobierno responde a la transformación que tienen como hecho social. Proponen la ‘ética
neoliberal’ com vector del ejercicio de gobierno, vectorización que considera la tecnología una
herramienta de primera mano. Sin nombrarlas, describen las SC.

Segundo, los ‘marxistas europeos’4 proponen otra entrada. Encontramos a pensadores como
Virno (2003) que establece, por un lado, la ciudad como operación principal de subjetivación
contemporánea, y por otro, el cinismo y la estrategia como rasgos principales en éste. La
propuesta de Hardt & Negri (2006) sí menciona las SC y reconoce su peso conceptual para
describir el funcionamiento del Imperio como máquina de subjetivación. Está Lazzarato, que
propone una analítica del presente donde las mutaciones en el trabajo y el mecanismo de la
deuda, para decirlo brevemente, son los ejes alrededor de los cuales se juega la subjetivación
(2006, 2013); pero también Bifo, que reflexiona alrededor de las características del ‘semio-
capitalismo’, donde lo que está en juego es la mutación cognitiva que formatea los modos de
sentir, pensar y actuar, antes que intervenir sobre sus efectuaciones (2007). Tenemos un
panorama donde la subjetividad se juega en términos de patologías de la hiper-expresividad,
codificación ética que se expresa en la deuda, e inmaterialización de los procesos del trabajo y de
la producción.

Estas dos líneas constituyen lo que llamo SC. Es decir, no exclusivamente la noción en Deleuze,
sino el paisaje complejo que constituyen las SC desde una perspectiva amplia, que al menos
incluya estas dos entradas.

2 También el artículo de Giorgio Agamben en Le Mond del 11 de enero, 2004, “No al tatuaje biopolítico”.
3 Burchell, Gordon y Miller, 1991.
4 Ver Rios, 2013b.

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El dispositivo de modulación

Propondría ahora una analítica ‘del dispositivo’ en la que es posible establecer: 1) Dispositivo del
biopoder: incluye anatomopolítica del cuerpo y biopolítica de la población, y por lo tanto incluye
tanto el efecto-disciplina –la sociedad disciplinaria– como el efecto-seguridad –la sociedad de
seguridad–. 2) Dispositivo de gubernamentalidad: acontecen los procesos de
gubernamentalización del Estado; se lee el continuum ‘razón de estado’ – ‘liberalismo’ –
neoliberalismo’.5 El ‘empresario de sí’ condensa la subjetivación de este dispositivo. 3)
Dispositivo de modulación6: da cuenta de la centrifugación de los procesos internos de la
gubernamentalidad, que llegaría hasta la teoría del capital humano, el auto-empresario de sí y el
desarrollo de las técnicas neoliberales relacionadas directamente con los procesos de
privatización en los que el Estado cede/pierde terreno de gobierno; acá existe el efecto-control –
las SC–. El punto más elevado del proceso de complejización del neoliberalismo como tecnología
de poder; el Estado estalla hacia su afuera, gestionando como administrador central, ahora desde
la lógica del mercado, la vida cotidiana en todas sus dimensiones.

El dispositivo de modulación despliega como su estrategia principal las SC. La racionalidad del
dispositivo será una que pone la ‘ética neoliberal’ como ‘reglamento’ (Foucault, 1993) del
dispositivo, como serie de orientaciones generales para la conducción y el encauzamiento de las
conductas. La ‘ética neoliberal’, la forma más exacerbada del ‘empresario de sí’, es el ‘alma’ de
las SC, y éstas últimas los efectos (Ibid.) del dispositivo.

Félix y las SC

Hay un artículo de 1992 en el que pareciera develarse la influencia de Guattari sobre las SC
(1993); y su actualidad es impresionante. Además, es la verificación de esa infidencia narrada por
Deleuze: “Guattari imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir de su departamento, su
calle, su barrio, gracias a su tarjeta electrónica (dividual) que abría tal o cual barrera; pero
también la tarjeta podía no ser aceptada tal día, o entre determinadas hora: lo que importa no es la
barrera, sino el ordenador que señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y opera una

5 Ver Castro-Gómez, 2010.


6 Chirolla, 2010.

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modulación universal.” (2005: 120) Rastreando eso que Guattari imaginaba, no se puede estar
más satisfecho que encontrando dicho artículo, que cito en extenso:

Los jóvenes que deambulan, con un walkman pegado a las orejas, están
habitados por ritornelos producidos lejos, muy lejos de sus tierras natales. (…)
Una codificación informática les “asigna en residencia” sobre una trayectoria
socio-profesional que los programa, a unos en una posición relativamente
privilegiada, a los otros en una posición de beneficiarios.
Todo circula hoy en día, las músicas, las modas, los slogans publicitarios, los
gadgets, las filiales industriales y no obstante todo parece permanecer en su
lugar, mientras que se esfuman las diferencias en los estados de cosas
manufacturados tanto como en los espacios estanadarizados donde todo se ha
vuelto intercambiable. (…) La subjetividad se halla de esta manera amenazada
de petrificiación. Pierde el gusto por la diferencia, lo imprevisto, el
aocntecimiento singular.
(…) En nuestros días, a una escala todavía mucho más amplia, se trenza esta red
de equipamientos materiales e inmateriales. Y esta red entre más se planetarice,
más se “digitaliza”, se estandariza, se uniformiza. (…) Desde entonces ya no se
tendrán negocios con un centro localizado, sino con la hegemonía de un
“archipiélagos de ciudad”, o, más exactamente, con el subconjunto de las
grandes ciudades conectadas por medios telemáticos e informáticos.
(…) Las desigualdades ya no pasan necesariamente entre un centro y su
periferia, sino entre las mallas urbanas sobre-equipadas tecnológica e
informáticamente (…)
Las ciudades han devenido inmensas máquinas, “megamáquinas”, (…)
productoras de subjetividad individual y colectiva a través de los equipamientos
colectivos (educación, salud, control social, cultura…) y los mass-media. (…)
Es la sensibilidad, la inteligencia, el estilo inter-relacional y hasta los fantasmas
inconscientes quienes se encuentran modelizados por estas megamáquinas.
(…) Saquemos a flote someramente lo que, en un porvenir muy próximo, se
podría esperar:
la posibilidad de efectuar a domicilio las tareas más diversas teleguiándose con
varios interlocutores;
el desarrollo de la videofonía correlativamente con la síntesis de las voces
humanas, que simplificarán suficientemente el uso de los teleservicios y de los
bancos de datos, los cuáles tomarán el relevo de las bibliotecas, de los archivos,
de los servicios de información;
la generalización de la teledistribución por cable o por teléfono, dando acceso a
un gran números de programas en el campo del ocio, de la educación, la
formación, la información, la compra a domicilio;
la facilidad de contacto inmediato con personas en continuo desplazamiento en
no importa qué lugar del mundo;
nuevos medios de transporte no polucionantes, combinando el transporte
público y las ventajas del transporte individual (convoy o trenes integrados de

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transporte individual, transportadores a gran velocidad, pequeños vehículos


programados circulando en sitios establecidos);
una clara separación entre los niveles y los lugares afectados por los transportes
y los afectados por la circulación peatonal;
novedosos medios de transportar las mercancías (tubos neumáticos, bandas
transportadoras programadas que permiten, por ejemplo, la entrega a domicilio.
(…) Las revoluciones informáticas, robóticas, telemáticas, biotecnológicas
acarrearán un crecimiento exponencial de todas las formas de producción de
bienes materiales e inmateriales.
(…) La expansión de las tecnologías de la información y del mando permitirán
considerar de manera diferente las relaciones jerárquicas que actualmente
existen (…) Las transimisiones telemáticas deberán permitir modificar este
centralismo abusivo.” (1993, p. 207-222)

Cambiando el walkman por un iPhone, prácticamente todo podría mantenerse. Las visiones de
Guattari corresponden con lo que Deleuze sabía y también con nuestro presente. Su lenguaje es
complejo e imbricado, pero no sería demasiado complicado reconocer el teléfono celular, las
tarjetas de puntos o de acceso, los drones de entrega recientemente aprobados a Amazon, el GPS,
y otros aditamentos como cristalizaciones vívidas de lo que él pronosticaba.

Subrayo cuatro puntos; 1) re-delimitación de las SC, abriendo la noción a los abordajes
contemporáneos más afines; 2) rescate de Guattari en el ejercicio arqueo-genealógico de las SC.
Es decir, reclamarle co-autoría de la misma; 3) llamado de atención metodológico a propósito del
gesto ‘crítico’ que, en términos foucaulteanos, permite el recorrido hasta acá propuesto. Es decir,
por el carácter premonitorio y la potencia de la noción de SC, es posible pensar que los trabajos
que hacen el ‘corpus’ de las SC constituyen una parte importante del estante ‘ontología crítica de
nosotros mismos’: ninguno de esos trabajos se propone marcar los límites de lo que somos en la
medida en que se describe cómo hemos llegado a serlo, o cómo estamos siéndolo. Siempre se
proponen, de maneras que incluso divergen al interior de estas perspectivas, cómo dejar de serlo,
y su carácter necesario y urgente; 4) la transversalidad de la técnica y la tecnología en la
conceptualización de las SC. Una preponderancia técnica y tecnológica en el trazado de las líneas
de fuerza constitutivas de los procesos de subjetivación. La técnica y la tecnología pueden
ensamblar un hilo transversal para entender y abordarlas.

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TECNOLOGÍA Y CIUDAD: VIGILANCIA Y URBANIZACIÓN

Una hipótesis de doble vía respecto del funcionamiento de este hilo conductor. A) La
subjetivación en SC como proceso de tecnificación en sentido amplio; B) los procesos de
tecnificación como inmediatamente subjetivadores. Técnica y subjetivación como indiscernibles;
figura bidireccional, pero no excluyente: es necesario poder dar cuenta del movimiento que
implica plegar las lógicas institucionales a la racionalidad de un nuevo dispositivo. La
racionalidad del dispositivo de modulación hace propias las dinámicas y los artefactos de los
dispositivos ‘previos’. Un elemento vectoriza los demás, reasignándoles un lugar, una función y
un objetivo; no necesariamente desaparece elementos o hace emerger nuevos. Esa ‘vectorización’
configura una nueva racionalidad, y por tanto dispone una red de relaciones inédita: un nuevo
dispositivo. En el de modulación, la teconología opera como el vector más fuerte en términos de
los procesos de subjetivación.

Quisiera referirme al campo de la intervención vigilante. Primero, entender la vigilancia


como el efecto de las SC. La intervención genética, el control biométrico, pero también la
optimización corporal, así como los procesos de identificación, verificación, tránsito, acceso y
permanencia o la sinergia y la simbiosis entre actividades como la lectura y la tecnología son
muestra de ello7. En este primer momento vigilar no sólo atañe al ejercicio de la cámara; sino a
un sentido mucho más amplio: es el efecto más representativo de los procesos por medio de los
cuales se instalan en la interacción cotidiana y en los cuerpos mediaciones tecnológicas. El
germen de este efecto se relaciona íntimamete con la ‘espectacularización’ de la vida 8. Por eso la
video-vigilancia es la muestra idónea del modo en que opera la línea. El escenario es uno ‘post-
panóptico’9, en el que el problema no es no saber cuándo se es observado, sino el hecho de que se
desconoce qué parte (física o actitudinal) es objeto de la vigilancia. Desde este punto de vista, la
video-vigilancia recobra importancia para entender el funcionamiento del dispositivo y de su
racionalidad10. La pregunta importante es: ¿qué significa estar vigilados?

Cada perspectiva trazas sus propias rutas para responder esta cuestión: entrevistas,
verificación de hipótesis abstractas, archivo. Pero las conclusiones se comparten: la vigilacia da

7 Ver: Ferrer, 2011; Arteaga, 2009; Han, 2013; Mattelart, 2009; Harris, 1998 y Fukuyama, 2008.
8 Debord, 2012.
9 Lyon, 1995; y también con Bauman, 2013.
10 Ver: Wajcman 2011.

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cuenta del funcionamiento de los aparatos de subjetivación, cosa que implica que: “El estudio
sociotécnico de los mecanismos de control, captados en su aurora, debería ser categorial y
describir lo que está instalándose en vez de los espacios de encierro disciplinarios, cuya crisis
todos anuncian.” (Deleuze, 2005, p. 120).

La ciudad como operación y efecto del dispositivo de modulación

Decir que la vigilancia es la técnica de las SC es volver a los postulados principales de Deleuze y
Guattari en los textos ya referenciados. Intentaré alguna respuesta a la pregunta por el significado
de la vigilancia hoy; pero antes, señalaría el papel que en todo esto tiene la ciudad. Guattari
(1993) enfatiza que es la ciudad el escenario sobre el cual estos flujos de subjetivación se
deslizan más cómodamente. Por tratarse del escenario propicio para las líneas de fuerza que nos
subjetivan como vigilados, es precisamente en ese mismo escenario donde habría que crear otras
conexiones. La ciudad es el escenario para la experimentación, pero además es objeto de
experimentación. A este ejercicio que recombina los elementos, que vectoriza radicalmente la
interactividad indisociada del humano y la ciudad, Guattari lo llama la instauración de una ciudad
subjetiva, proceso orientado por los principios de una ecosofía (1996b), que consistiría en la
puesta en circulación y la valorización de otros valores: solidaridad, estética, ecología…

Su descripción resulta interesante no para pensar la exclusividad que tendría la ciudad sobre la
ruralidad a la hora de verse traspasado y configurado por estas líneas de fuerza, y de pensar el
territorio como potencial transformador; sino más bien como operación de subjetivación-
tecnificación también. Al operar la ciudad como caja de resonancia de los procesos de
subjetivación, la importancia que tiene como espacio de intervención es vital. La ciudad se puede
entender como operación-ciudad: el efecto de ‘urbanización’ en un sentido amplio, la
‘territorialización’ de la racionalidad del dispositivo. El espacio urbano opera como paradigma
explicativo: el dispositivo es ‘dispositivo de urbanización’: ‘ciudadaniza’ la cotidianidad, la vida,
en todo tipo de territorios. Por eso es un efecto filosófico, no necesariamente arquitectónico,
político y/o institucional11.

11 Ver: Cavalletti, 2010; y Rios, 2012.

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PARANOIA, IMPOSIBILIDAD, POLÍTICA

La pregunta por el sentido y el significado de la vigilancia en este contexto es la entrada a la


cuestión de la acción política. Es una pregunta a responder superando las perspectivas
prometéicas y fáusticas respecto de las tecnologías en nuestros tiempos12. Pero superándolas, no
descuidándolas; integrándolas analíticamente como perspectivas constitutivas de la grilla de
inteligibilidad de la realidad tecno-científica que es nuestro paisaje actual13.

Estar vigilados hoy

Un punto clave es el proceso sociológico que reviste la cotidianidad en SC. De la mano de Elias
(1987), lo que se puede llamar genética de las autocoacciones voluntarias. Esas imposiciones que
se vuelven demanda social por investir comodidad tanto material como epistémica en función de
los intereses ‘naturalizados’ por el dispositivo. El efecto de la vigilancia ahora es una moneda que
transvalora su propia valor de cambio: la libertad, la intimidad y la privacidad se devalúan en
función de la seguridad, la figuración y la comodidad. Fernanda Bruno lo muestra con claridad
(2015) al sostener que gran parte de la vigilancia hoy día tiene que ver con la captura,
compilación, intercambio y mercadotecnia de rastros y/o vestigios de la subjetividad, rastros y
vestigios que pueden ser relacionados con la mera presencia o con acciones específicas. Lo que
Deleuze llama ‘dividuación’ queda muy claro en este sintético balance de la vigilancia
contemporánea.

La compartimentación subjetiva que implica la tecnificación de la cotidianidad tiene como uno de


sus principales efectos que el soporte biológico resulte insuficiente; y todo esto se valoriza en el
mercado: las SC son internalizadas, y sus formas de dominación son demandadas por la dinámica
social. Las SC resultan un mecanismo auto-poiético: una fábrica de ‘autocoacciones voluntarias’.
Estar vigilado constituye una tensión, una ambivalencia, un tabú. Eso que no puede ser dicho
porque escandaliza, pero sin lo cual no sería posible existir en los términos actuales.

12 Sibilia, 2010.
13Los debates sobre biomendicina –Rose 2012, Fukuyama 2008 y Harris 1998, entre otros–, son indicadores o reflejos de este
fenómeno.

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Información, modulación y técnica

El verosímil de la información, la instalación de sus postulados como paradigma explicativo y


reproductivo de lo real, hace necesario re-pensar las cosas: estar siendo ‘modulados’; es como un
masaje permanente, un spa del dispositivo sobre nuestros hombros. La modulación es el proceso
constante, inacabado e interminable de dar forma. Siempre algo nuevo, la obsolescencia
programada: ‘el futuro será mejor mañana’. Las SC efectúan la modulación de la racionalidad del
dispositivo gracias a postulados que operacionalizan como mercancías atractivas y convincentes
los principios de la ‘ética neoliberal’ bajo la forma de emprezarización y la mercantilización de la
vida cotidiana.

La técnica es el lubricante de esta máquina: el objeto técnico 14 es el fetiche de la mercancía-


bienestar, aun cuando ésta sea un fenómeno evanescente y necesariamente actualizable, y su
carácter maleable y polivalente encuadre a la perfección con el carácter polifásico de las SC.
Información, entonces modulación. Modulación como información, entonces ´tecnica’. Técnica,
objeto técnico, entonces subjetivación. Polivalencia, polifásico, entonces modulación. La
pregunta por la técnica es la pregunta por la información, es la pregunta por la modulación, es la
pregunta por la dimensión referida al ‘poder’ en SC, y es la pregunta por la ‘forma’. El verosímil
de la información propone que la información es el proceso de dar forma: in-formar. Propone que
la materia no precede la forma, sino que es en tanto formada. Propone que la información es un
proceso constante que lanza ‘una’ forma como horizonte, pero que nunca podrá lograrla. La
información vectoriza el movimiento que ella misma traza. Obsolescencia, entonces, en el
presupuesto de la teoría de la información. Resonancias con la ‘modulación’. Se modulan la
conducta, el cuerpo, los deseos, el esquema cognitivo que los agencia, los procesos de producción
de valor. Se modulan las formas. Y las SC se dan forma como una gran máquina de producción
de vigilancia, de paranoia programada y dosificada que garantice la reproductibilidad de su
propia lógica de dominación; se trata de una modulación de ‘formas de vida’.

14 Simondon, 2007.

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Cortocircuito

Las SC son una máquina que produce autocoaciones voluntarias y establece ese funcionamiento
como sistema de gobierno bajo el discurso neoliberal del empresario de sí mismo que requiere
constantemente aditamentos tecnocientíficos en su cotidianidad, lo que lo convierte en un punto
que titila en una pantalla de monitoreo. El siguiente paso es una suerte de pulso electromagnético
que desacelere y suspenda el flujo codificante y permita reorganizar las cosas:

Me pregunta usted si las sociedades de control y comunicación podrían


suscitar formas de resistencia (…). Es posible, no lo sé. Pero, de serlo, no
lo sera porque las minorías recuperen la palabra. Es posible que la palabra
y la comunicación estén ya podridas. El dinero las penetra enteramente:
no accidentalmente, sino por su propia naturaleza. Hace falta apartarse de
la palabra. Puede que lo importante sea crear vacuolas de no
comunicación, interruptores para escapar al control. (Deleuze, 1996, p.
275)

Es necesario hacer del “qué hacer” un problema propio de la ‘crítica’ tal como la entendía
Foucault: uno de inservidumbre voluntaria que señale en las autocoacciones voluntarias su
carácter contingente y arbitrario. Ante la eficacia de las SC, ¿cómo proclamar no querer ser
gobernado de ese modo sin que la respuesta sea la libertad autoimpuesta y la innovación no sólo
permitida sino exigida por el sistema mismo? Frente la figura del vector, podría pensarse en
ejercicios de cortocircuito: una apuesta que reponga la idea de gobierno desde una perspectiva
microfísica, y que la entronque con el hecho de que el terreno de disputa es el de los ‘modos’ o
las ‘formas’ de la existencia misma.

LA EXISTENCIA COMO EL VALOR DE CAMBIO EN DISPUTA

Las SC se sostienen sobre el verosimil de la información/modulación. Si lo que se modulan son


‘modos’ o ‘formas’ de vida, entonces es el terreno constituido por el cruce de los planos de la
forma y de la vida el que interesará. Pero, ¿cómo entender estos planos y su entrecruzamiento?
Entiendo la forma como el objeto de la estética. No de la plástica ni del arte necesariamente.
Como sostiene Simondon, tan sólo una pequeña parte de la estética puede considerarse arte
(2007). La estética es el área de reflexión y producción de la forma en un sentido pre-subjetivo; el

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campo de estudio de la forma de la formas, lo que constitutye las formas en tanto tales, y que las
constituye en su formación. Vida, por su lado, entendida como existencia. Existencia cualificada,
sí, pero no por eso humana o humanizada.

Siguiente paso: el cruce. Estética de la existencia. Pero no se trata simplemente de hacer de la


vida una obra de arte, sino con el afán de hacerse una vida en y bajo una forma; de producir esa
forma, estética previa a la forma, que constituye la condición de posibilidad de la vida-existencia.
Por eso hay un llamado de atención a la ‘resistencia’. Se resiste lo que está ‘contra’; y lo que está
contra mí, hace parte de mi formato. Además, la resistencia ofrece una imágen reactiva y
relativamente pasiva. El juego se da en términos de una ‘estética de la existencia’, entonces es
posible pensar en términos de ‘re-existencia’ como acción ‘cortocircuitadora’ de y en SC. Se re-
existe en el modo, en la forma, en la estética, el código sobre el cual trabaja el dispositivo tiene a
la ‘libertad’ de su lado, porque hace parte de su código. Re-programar el código, no ‘resistir’ a él.
Hacer un código diferente. Actuar sobre y a través del código de la existencia, más y antes que
sobre su fenomenología: “Huir es lo contrario de lo imaginario. Huir es hacer huir, no
necesariamente a los demás, sino hacer que algo huya, hacer huir un sistema como se agujerea un
tubo (…) Sólo hay una manera de descubrir mundos: a través de una larga fuga quebrada.”
(Deleuze y Parnet, 2004, p.45) La existencia es el terreno de lucha, y la estética la regla del juego.
No re-valorar la libertad y la intimidad, sino crear otros valores que interrumpan el flujo de valor
de la ética neoliberal: “Menos que de acceder a esferas cognitivas inéditas, se trata de aprehender
y crear, según modos páticos, virtualidades existenciales mutantes.” (Guattari, 1996ª, p. 146)

Ya se puede pensar una suerte de ‘estética de la existencia’ en Deleuze y Guattari. Acá apenas
algunas de las segmentaridades de esa línea: “Lo que más falta nos hace es (…) suscitar
acontecimientos, auqnue sean mínimos, que escapen al control, hacer nacer nuevos
espaciotiempos, aunque su superficie o su volumen sean reducidos.” (Deleuze, 1996: 276).
Ahora, ¿cómo pensar la re-existencia en SC? ¿Por qué en términos de existencia?, ¿por qué en
términos de estética? Deleuze, aunque sigue hablando de ‘resistencia’, abre el camino que me
propongo seguir, cuando dice que:

…hay una afinidad fundamental entre la obra de arte y el acto de resistencia.


(…) ¿Qué misteriosa relación existe entre una obra de arte y un acto de
resistencia, dado que los hombres que resisten carecen del tiempo y a menudo
de la cultura necesaria para establecer ni siquiera una mínima relación con la
obra de arte? (…) Podríamos decir (…) que el arte es lo que resiste, aunque no

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sea lo único que resiste. De ahí la relación tan estrecha que se da entre el acto de
resistencia y la obra de arte. No todo acto de resistencia es una obra de arte,
aunque lo sea en cierto modo. No toda obra de arte es un acto de resistencia
aunque, sin embargo, en cierto modo, lo es. (2007, p. 288-289)

El titubeo entre serlo y no, pero de algún modo serlo de nuevo del arte es lo que he querido
señalar como dimensión estética. Hay un ejercicio que sigue la forma del arte porque consiste en
la creación15 de un posible que sólo lo es en su efectuación. En definitiva, como en el caso de las
vacuolas de no comunicación, se trata de decir lo indecible, y de escribir lo inescribible, porque
se trata de pensar lo impensado impensable. Pensar la acción que remite a la huída activa, a la
fuga re-constituyente, a la acción siempre en otro formato, a la acción de darle forma a un nuevo
formato y que sea ese el formato de todas las siguientes acciones. Guattari resuena con esto, al
decir que:

Es en el maquis del arte donde se encuentran los más consecuentes núcleos de


resistencia a la apisonadora de la subjetividad (…). ¡No se trata de tener a los
artistas por los nuevos héroes de la revolución, por las nuevas palancas de la
Historia! El arte aquí no es solamente obra de los artistas patentados sino
también de toda una creatividad subjetiva (…) Quisiera señalar únicamente que
el paradigma estético (…) ha pasado a ser el de todas las formas posibles de
liberación…. (1996a, p.112)

La estética como paradigma antes que ejemplo. Paradigma que ilustra al menos dos
aspectos importantes: 1) la territorialidad de la lucha ha cambiado considerablemente. No para
dejar de darse en los términos en los que se ha venido dando históricamente, sino para vectorizar
esas formas en función de la ética neoliberal; y 2) ese nuevo espaciotiempo de lucha tiene al
menos dos características importantes que son las que vectorizan y trazan el nuevo diagrama del
dispositivo de modulación: por un lado, se trata de un diagrama estético en términos del verosímil
de la información; y segundo, lo que está en juego, por lo mismo, son las formas de la existencia
misma, ante lo que solamente se podrá responder por acción virulenta16 y mutación subjetiva17; y
esa terminología no es ni inocente, ni transparente, pues entiende desde dentro la dinámica
vectorial de las SC.

Con Guattari es posible sostener que se trata de

15 Es necesario hacer una nueva lectura de Deleuze, 2007b.


16 Berardi, 2007.
17 Guattari, 1993.

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Liberarse entonces de un falso nomadismo que en realidad nos deja sobre el


mismo lugar, en el vacío de una modernidad exangüe, para acceder a las líneas
de fuga del deseo, a las que nos invitan las desterritorializaciones maquínicas,
comunicacionales, estéticas. Crear las condiciones de emergencia, con ocasión
de una reapropiación de los dinamismos de nuestro mundo, de un nomadismo
existencial (…).” (1993, p. 209-210)

Porque
Un orden objetivo ‘mutante’ puede nacer del caos actual de nuestras ciudades,
tanto como una nueva poesía, un nuevo arte de vivir. (…) [S]e trata de construir
no sólo en lo real sino también en lo posible, en función de las bifurcaciones
que puede esbozar; construir, dándole oportunidad a las mutaciones virtuales
que llevarán a las generaciones por venir a vivir, sentir y pensar de manera
diferente a la de hoy en día, teniendo en cuenta las inmensas transformaciones,
particularmente de orden tecnológico, que conoce nuestra época. Lo ideal sería
modificar la programación (…). (1993, p. 224)
Queda, sin más, toda la estética de la existencia por efectuar…

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