Está en la página 1de 10

Alumna: Ornella Bellini

E-Mail: belliniornella.d@gmail.com
Comisión N° 5
Texto: ​Eric Hobsbawm, ​La era del Imperio,​ ob cit, capítulo 13, pp 269-290.

En el marco de las discusiones sobre las causas que explican el estallido de la primer guerra
mundial, el autor hace un recorrido por los años previos, desde 1880 hasta 1914. Uno de los
principales puntos que ofrece será la poca previsibilidad de lo que sería la guerra en realidad
a pesar de que era un hecho que se reconocía como inevitable.
Hobsbawm destaca de qué manera, (salvó población civil que ya había participado en
enfrentamientos próximos a 1914,) en realidad n​adie en el ejercito, altos cargos, gobiernos,
etc. estaban realmente preparados para una guerra de tal magnitud y que incluso no
era un hecho que se buscara entre potencias como otros podrían señalar.
Así pues,” si exceptuamos la guerra que el Reino Unido libró en Suráfrica,
la vida del soldado y el marinero de una gran potencia era bastante pacífica,
aunque no puede decirse lo mismo de los ejércitos de la Rusia zarista,
que protagonizaron serios enfrentamientos contra los turcos en el decenio
de 1870 y una guerra desastrosa contra los japoneses en 1904-1905; idéntica
situación vivían los japoneses, que lucharon contra China y Rusia con gran
éxito.

Por otro lado, d​esde fines de 1880 la tecnología militar comienza a experimentar su gran
crecimiento, y con la llegada de la primer guerra mundial, se da un incremento en los
costos por parte de los gobiernos para quedar cubiertos frente a sus competencias, y
sobre todo el involucramiento por parte del Estado en el desarrollo de esta industria
como garante de su producción masiva para la satisfacción de los clientes.
Mientras que sólo algunos civiles comprendían el carácter catastrófico de
la guerra futura, los gobiernos, ajenos a ello, se lanzaron con todo entusiasmo
a la carrera de equiparse con el armamento cuya novedad tecnológica les
permitiera situarse a la cabeza. La tecnología para matar, ya en proceso dc
industrialización a mediados dc la centuria (véase La era del capital. Capítulo
4. II), progresó de forma extraordinaria en el decenio de 1880.

atípica.​ La simbiosis dc la
guerra y la producción para la guerra transformó inevitablemente las relaciones
entre el gobierno y la industria,​ pues, como apuntó Friedrich Engels en
1892, «cuando la guerra se convirtió en una rama de la grande industrie ...
la grande industrie pasó a ser una necesidad política».,u Al mismo tiempo, el
estado se convirtió en un elemento esencial para determinadas ramas de la industria,
pues ¿quién, si no el gobierno, aprovisionaba de armamento a los
clientes? No era el mercado el que decidía qué productos tenía que fabricar
la industria, sino la competencia interminable de los gobiernos para conseguir
el aprovisionamiento adecuado de las armas más avanzadas​, y por tanto
más eficaces. ​Más aún, los gobiernos no necesitaban tanto la fabricación real
dc armas, sino la capacidad para producirlas para satisfacer las necesidades
de tiempo dc guerra,

Sin embargo, Hobsbawn va a descartar este cr​ecimiento de la industria de armamentos


y su confluencia con los Estados,​ no puede ser la explicación única que pueda dar cuenta
de la primer guerra mundial.​ Lejos de una explicación unicausal, continuará destacando los
sucesos anteriores, entendidos como procesos interconectados que hicieron a esta guerra.
Antes de la guerra:
Entre ellos, descarta la visión sobre la cual se buscan culpables particulares retomando
el sentido de la época en el que el uso de las armas, aunque se trataba de un periodo de
paz supuesta, no era una anomalía ni sería vista como tal en caso de su uso efectivo, es
decir, que estaba latente.​ ​Una de las causas que atribuye será el contexto internacional y con
ello la conformación de dos bloques antagónicos a nivel internacional​, que si bien estas
alianzas al interior de cada uno ya existían, la cuestión se centra en descifrar por qué en 1914
el enfrentamiento entre uno y otro alcanzó tal magnitud.
Francia frente al imperio alemán que dependía de Habsburgo, la triple alianza, Austria
enfrentada a Rusia y más aún el ingreso del Reino Unido a uno de los bloques que perpetuó
su enfrentamiento con Alemania, permiten visualizar los conflictos en todos los frentes en
los que uno mire antes de 1914.
Más aún, es importante destacar no solo los conflictos ahora internazionales entre
bloques consolidados si no también, los conflictos al interior de los países​. ​Rusia ya
había transitado por una serie de conflictos desde 1905 en su primer intento de
revolución, al igual que Austria, ambos en vistas de la caída de sus imperios, sin olvidar
los procesos de democratización por los que transitaban países como Alemania y la
efervescencia patriótica que surgió de las masas para defender la bandera en cuanto se
supo que la guerra era un hecho.

E​l ejército, con un rol cívico, junto con la institución escolar hacían en la época de los
mejores mecanismos disciplinarios por medios de los cuales imprimir los valores patrios y
cívicos que se esperaba de un ciudadano. “Junto con la escuela primaria, el servicio
militar era. tal vez. el mecanismo más poderoso de que disponía el estado
para inculcar un comportamiento cívico adecuado y, sobre todo, para
convertir al habitante de una aldea cn un ciudadano patriota de una nación.
La escuela y el servicio militar enseñaron a los italianos a comprender, si no
a hablar, la lengua «nacional» oficial, y el ejército convirtió los cspaguctis,
que hasta entonces eran un plato de las regiones pobres del sur, en una institución
italiana.

Siguiendo esta línea, se separa de las versiones que entienden a la primer guerra
mundial como una guerra meramente capitalista con el objetivo de hacer crecer los
negocios de la época, según sus investigaciones hasta el momento no se veía a grandes
rasgos afectado el libre mercado y la competencia internacional seguiría su curso
incluso con nuevas ventajas dado que Inglaterra ya no conservaba el monopolio de la
exportación.
“Ahora bien, es totalmente seguro que ningún gobierno de una gran potencia
en los años anteriores a 1914 deseaba una guerra general europea y
tampoco —a diferencia de lo que ocurrió en los decenios de 1850 y 1860—
un conflicto militar limitado con otra gran potencia europea. Esto queda plenamente
demostrado por el hecho de que ​allí donde las ambiciones políticas
de las grandes potencias entraban en oposición directa, es decir, en las zonas
de ultramar objeto de conquistas coloniales y de repartos, sus numerosas
confrontaciones
se solucionaban siempre con un acuerdo pacífico. “
En vísperas del estallido de 1914, los conflictos coloniales no parecían seguir
planteando problemas insolublcs para las diferentes potencias competidoras,
hecho que se ha utilizado, sin justificación, para afirmar que las rivalidades
imperialistas no influyeron en absoluto en el estallido de la primera guerra
mundial

II-Sobre las versiones invdividualistas y particulares de la primer guerra mundial.


Los enemigos
de la guerra comenzaron inmediatamente a realizar sus propios análisis.
La Revolución rusa de 1917, que publicó los documentos secretos del
zarismo, acusó al imperialismo en su conjunto. Los aliados victoriosos hicieron
de la tesis de la culpabilidad exclusiva dc Alemania la piedra angular
del tratado dc paz dc ​Versalles de 1919​ y precipitaron una marea de documentación
y dc escritos históricos propagandistas a favor, y fundamentalmente
en contra, dc esta tesis.

En estas circunstancias, cualquier historiador que intenta explicar, como debe hacerlo el
historiador del período que estudiamos, por qué comenzó la primera guerra
mundial se ve obligado a sumergirse en aguas profundas y turbulentas.
Con todo, podemos simplificar su tarea eliminando interrogantes para los
que no existe respuesta. ​Es fundamental en este sentido la cuestión de quién
fue el culpable de la guerra, que implica un juicio moral y político, pero que
sólo afecta a los historiadores de forma periférica.​ ​Si lo que nos interesa es
saber por qué un siglo de paz europea dejó paso a un período dc guerras
mundiales, la cuestión dc quién cra el culpable es dc muy escaso interés,

Sólo en este sentido limitado puede entenderse la cuestión de la culpabilidad


de la guerra. Pero como mostraron los acontecimientos, en el verano
dc 1914, a diferencia de lo que había ocurrido cn otras crisis anteriores, ia paz
fue rechazada por todas las potencias, incluso por los británicos, dc quienes
los alemanes esperaban que permanecieran neutrales, incrementando así sus
posibilidades dc derrotar a Francia y Rusia.* Ninguna de las grandes potencias
hubiera dado el golpe de gracia a la paz, incluso cn 1914, sin estar plenamente
convencida de que sus heridas ya eran mortales.
Por tanto, el problema de descubrir los orígenes dc la primera guerra
mundial no es el de hallar al «agresor». ​El origen del conflicto se halla en el
carácter dc una situación nacional cada vez más deteriorada, que fue escapando
progresivamente al control dc los gobiernos. Gradualmente, Europa se
encontró dividida en dos bloques opuestos de grandes potencias
Esos bloques
eran nuevos y resultaban esencialmente dc la aparición en el escenario
europeo de un imperio alemán unificado, establecido mediante la diplomacia
y la guerra a expensas dc otros (cf. La era del capital, capítulo 4) entre 1864
y 1871, y que trataba de protegerse contra su principal perdedor, Francia mediante
una serie dc alianzas en tiempo de paz, que a su vez desembocaron en
otras contraalianzas. Las

Francia-Rusia-Gran Bretaña. ​La Triple Entente ​(o «Triple Inteligencia»)​1​​ fue un ​pacto
firmado en 1907, conformado por la ​alianza franco-rusa​, la ​Entente Cordiale
franco-británica de ​1904​ y el ​acuerdo ruso-británico​ de ​1907​.2​​ ​ La ​Tercera República
Francesa​ se comprometió a entrar en guerra contra el ​Imperio alemán​ si atacaba al
Imperio ruso​, y, por el otro lado, el ​Reino Unido​ solo se comprometió a prestar apoyo
diplomático​.2​​

Alemania, Austria -Italia-Triple Alianza (1882)

Tres acontecimientos convirtieron el sistema de alianzas en una bomba de tiempo:


1- una ​situación internacional​ de
gran fluidez, desestabilizada por ​nuevos problemas y ambiciones de las potencias.
2-la ​lógica de la planificación militar conjunta que permitió un enfrentamiento
permanente entre los bloque​s
3- ​la integración de la quinta gran potencia,el Reino Unido, cn uno de los bloques.​ Entre
1903 y 1907, y para sorpresa de todo el mundo, incluidos los británicos, el Reino Unido
ingresó cn el bando antialcmán.
Para comprender el origen dc la primera guerra mundial es importante analizar los
inicios de ese antagonismo anglo-alemán.

¿Cómo y por qué se produjo esa


sorprendente transformación?
Ocurrió porque tanto los jugadores como l​as reglas del juego tradicional
de la diplomacia internacional habían variado. En primer lugar, el tablero sobre
el que se desarrollaba el juego cra mucho más amplio. La rivalidad de las
potencias, que anteriormente (excepto cn el caso de los británicos) se centraba
cn gran medida en Europa y las zonas adyacentes, era ahora global e imperialista​,
quedando al margen la mayor parte del continente americano, destinado
a la expansión imperialista exclusiva de los Estados Unidos a raíz de
la doctrina Monroc. ​Las disputas internacionales que tenían que ser solucionadas,
si se quería que no degeneraran en guerras, podían ocurrir ahora tanto
cn el África occidental y el Congo cn la década dc 1880, ​como en China
en los últimos años del decenio de 1890 y el Magrcb (1906-1911) o en el imperio
otomano, que sufría un proceso dc desintegración,
No significa esto que, adaptando la famosa expresión dc
Clausewitz, la guerra fuera ahora únicamente la continuación de la competitividad
económica por otros medios. Los deterministas históricos contemporáneos
se sentían inclinados​ a aceptar esta interpretación,​ tal vez porque observaban
muchos ejemplos de expansión económica realizada por medio de
las ametralladoras y los barcos de guerra. Pero, desde luego, era una visión
sumamente simplista.​ Si es cierto que el desarrollo capitalista y el imperialismo
son responsables del deslizamiento incontrolado hacia un conflicto
mundial, no se puede afirmar que muchos capitalistas deseaban conscientemente
la guerra.
Pensar que la guerra benificiaria al capital para habswabn es un error.
La guerra sólo la consideraban
aceptable siempre y cuando no interfiriera con el desarrollo normal
denlos negocios, ​y la mayor objeción que ponía a la guerra el joven economista
Keynes (que no era todavía un reformador radical de los temas económicos)
no era sólo que causaba la muerte de sus amigos, ​sino que inevitablemente
imposibilitaba el desarrollo normal dc los negocios.

Si se defiende la tesis de que la


competencia económica explica la guerra por sí so la la rivalidad anglonorteamericana
debería haber preparado, lógicamente, el terreno para el conflicto
militar, como pensaban que ocurriría algunos marxistas dc entreguerras.
Sin embargo, fue precisamente cn el decenio dc 1900 cuando el Estado Mayor
imperial británico abandonó incluso los planes más remotos para una guerra
anglonorteamericana. A partir de entonces esa posibilidad quedó totalmente
eliminada.
Sin embargo, es cierto que el desarrollo del capitalismo condujo inevitablemente
al mundo en la dirección de la rivalidad entre los estados, la ex-,
pansión imperialista, el conflicto y la guerra.

Una
serie de economías industriales coloniales competidoras se enfrentaban entre
sí. En esas​ circunstancias, la rivalidad económica fue un factor que intervino
de forma decisiva en las acciones políticas e incluso militares. ​La primera
consecuencia dc ese hecho fue el nacimiento del proteccionismo durante el
período de la gran depresión. Desde el punto de vista del capital, el apoyo
político podía ser fundamental para eliminar la competencia extranjera ​y podía
tener también una importancia vital cn aquellas zonas del mundo donde
competían las empresas de las economías industriales nacionales. ​Desde el
punto dc vista de los estados, la economía era, pues, la base misma del poder
internacional y su criterio. Era imposible concebir una «gran potencia»
que no fuera al mismo tiempo una «gran economía», transformación que se
ilustra por el ascenso de los Estados Unidos y el relativo debilitamiento del
imperio zarista.

Lo que hizo tan peligrosa esa identificación del poder económico con el
poder politicomilitar fue no sólo la rivalidad nacional por conseguir los mercados
mundiales y los recursos materiales y por el control dc determinadas
regiones como el Próximo Oriente y el Oriente Medio, donde tantas veces
coincidían los intereses económicos y estratégicos​. Mucho antes de 1914 la
diplomacia del petróleo era ya un factor de primer orden cn el Oriente Medio,
en la que se llevaban la parte del león el Reino Unido y Francia,

Pero la novedad de la situación


residía en el hecho de que, dada la fusión que se había operado entre la
economía y la política, incluso la división pacífica de las áreas cn disputa en
«zonas dc influencia» no servía para mantener bajo control la rivalidad internacional.
La llave para que ese control fuera posible —como bien sabía
Bismarck, que la manejó con incomparable maestría entre 1871 y 1889— era
la restricción deliberada de los objetivos.

Pero el rasgo característico de la acumulación capitalista cra su ausencia


de límites. Las «fronteras naturales» de la Standard Oil, del Deutsche Bank,
de la De Beers Diamond Corporation se hallaban en el confín más remoto
del universo, o más bien en los propios límites de su capacidad para expandirse.
Fue ese aspecto del nuevo esquema de la política mundial el que desestabilizó
las estructuras de la política internacional tradicional.Mientras
que el equilibrio y la estabilidad siguieron siendo los aspectos básicos dc la
relación de las potencias europeas entre sí. fuera del ámbito europeo incluso
las potencias más pacíficas no dudaban en iniciar una guerra contra los más
débiles.
incidente —incluso la acción de un estudiante terrorista en un rincón olvidado
del continente— podía provocar ese enfrentamiento, si una sola de las potencias
que formaban parte del sistema de bloques y contrabloques decidía
tomárselo en serio. Así estalló la guerra y en circunstancias similares podía
volver a estallar.
En resumen, las crisis internacionales y las crisis internas se conjugaron
en los mismos años anteriores a .1914. Rusia, amenazada de nuevo por la revolución
social; Austria, con el peligro de desintegración de un imperio múltiple
que ya no podía ser controlado políticamente; incluso Alemania, polarizada
y tal vez amenazada por el inmovilismo como consecuencia de sus
divisiones poh'ticas; todos dirigieron la mirada a los militares y a sus soluciones.

[18)48.»* Pero también la situación interna de las otras


potencias perturbaba a sus gobiernos​. Es un error creer que cn 1914 los gobiernos
se lanzaron a la guerra para quitar hierro a sus crisis sociales internas.
A lo sumo, consideraron que el patriotismo permitiría superar en paite
la resistencia y la falta de cooperación.
Pero los gobiernos se equivocaban en un punto fundamental: fueron tomados
totalmente por sorpresa, como lo fueron los enemigos de la guerra,
por ​el extraordinario entusiasmo patriótico con que sus pueblos parecieron
lanzarse a un conflicto ​en el que al menos 20 millones dc ellos habrían de resultar
muertos y heridos.
En 1914, los
pueblos de Europa, aunque fuera sólo durante un breve período, acudieron
alegremente para matar y para morir. ​No volverían a hacerlo después de la
primera guerra mundial.

Los historiadores que estudian el período anterior al momento en que las luces se apagaron
no se preocupan por ellas. Su preocupación fundamental, y la que alienta este libro, debe ser
la de comprender y mostrar cómo la era de paz. de civilización burguesa confiada, de riqueza
creciente y de formación de unos imperios occidentales llevaba en su seno inevitablemente el
embrión de la era de guerra, revolución y crisis que le puso fin.

También podría gustarte