Alonzo: “Roles, prácticas e intervenciones profesionales del psicólogo del trabajo”
INTRODUCCION En el régimen de incumbencias de los títulos del psicólogo (resolución Nº
2447 del ministerio de educación y cultura de la Nación) queda explicitado y legitimado que los mismos están habilitados para: Realizar orientación vocacional y ocupacional Realizar evaluaciones que permitan conocer las características psicológicas del sujeto, a los fines de la selección, distribución y desarrollo de las personas q trabajan. Elaborar perfiles psicológicos en diferentes ámbitos laborales Realizar estudios y acciones de promoción y prevención tendientes a crear las condiciones + favorables para la adecuación reciproca trabajo-hombre. Detectar las causas psicológicas de accidentes de trabajo, asesorar y realizar actividades tendientes a la prevención de los mismos. Es importante señalar que el crecimiento de la disciplina muestra un incremento exponencial cuya magnitud supera largamente el lugar que ocupa la psi. Del trabajo en las universidades argentinas. OBJETO DE ESTUDIO de la psicología del trabajo La psi del trabajo es una disciplina en construcción, de este modo los diferentes enfoques muestran una imprecisa frontera donde convergen conceptos, prácticas y posiciones epistemológicas diferenciadas. C/ el propósito de marcar precisiones y lograr una diferenciación de otras disciplinas, puntualizamos los siguientes ejes: a-El marco conceptual de la psi del trabajo debe hacer foco en el sujeto en situación de trabajo en las organizaciones laborales, fuera de ellas, y en situación de no trabajo. Nuestra meta es investigar y operar sobre los procesos dinámicos de subjetivación, q surgen como producto de las nuevas formas de organización del trabajo. Esta concepción supone entonces un sujeto contextuado y un trabajo entendido como fenómeno subjetivante. b-El objeto de estudio de la psi del trabajo es la relación entre el hombre y el trabajo. Entendiendo al mismo como una practica humana productora y condicionadora de subjetividad, que encierra una condición facilitadora en la producción de personalidad sana y enferma. Salud que se relaciona con la identidad. Enfermedad que se relaciona con sufrimiento psíquico. c-Nuestro interés entonces se orienta hacia el estudio del significado psíquico del trabajo, así como el sentido particular que las personas le asignan al trabajo. No pensamos en un sujeto producido unidireccionalmente x el contexto, sino en alguien capaz de establecer una relación dialéctica c/ el trabajo. La psi. del trabajo es una disciplina que estudia los modos de producción de subjetividad en el mismo, las repercusiones que las expresiones subjetivas tienen sobre la productividad laboral, el rendimiento humano en los procesos laborales, el impacto de las estructuras interpretativas y de sentido, reflejadas en las acciones laborales. La psicología organizacional es una disciplina que hereda recursos conceptuales, herramientas prácticas, metodologías y concepciones acerca del trabajo mas asociadas a las ciencias duras, y el objeto de estudio hace foco a fenómenos que permiten un mayor y mejor ajuste de las personas al trabajo. d-Las nuevas subjetividades promovidas, las nuevas formas que adopta la subjetividad: el teletrabajo, la microempresa, la organización virtual, impactan sobre los procesos identificatorios de las personas que trabajan. Hoy resulta necesario investigar estos nuevos paradigmas identitarios. e-Otra premisa que debemos establecer, implica tomar posición en relación a las tendencias “psicologistas” extremas. Ellas buscan negar o simplemente desestimar la responsabilidad de las instituciones, organizaciones o políticas sociales en la determinación de los estados subjetivos. Existe una zona de intersección entre lo social y lo individual se articula dejando un espacio indiscutible para la psi. del trabajo. f-Resulta también necesario replantear “la hegemonía del inconsciente” y reubicar la dimensión consciente del funcionamiento mental, que sostiene el concepto de sujeto reflexivo, crítico y responsable de sus propias acciones. El psiquismo es histórico y modificable. g-La última premisa desde la cual pensamos el objeto de estudio de la psi del trabajo, parte de un marco valorativo desde el cual nos posicionamos como profesionales de la salud, y desde allí concebimos la salud mental relacionada c/ un acto de adaptación activa, como apropiación instrumental de la realidad para transformarla, que amplía la capacidad de aprendizaje y promueve la expansión del potencial creativo. MARCO OPERACIONAL…dónde opera el psicólogo laboral? El encuadre desde el cual abordaremos el análisis de los roles e intervenciones profesionales, se basa en un “mapa funcional” que define a través de los siguientes campos de aplicación: Intervenciones profesionales en procesos organizacionales (empresas públicas o privadas, organizaciones sin fines de lucro, empresas familiares, etc.) Intervenciones profesionales fuera del campo de las organizaciones (microempresas, sistema de trueque, etc.) Intervenciones profesionales en el campo de la salud y el trabajo (stress laboral, burn out, medio ambiente de trabajo, etc.) Intervenciones profesionales en fenómenos de desocupación y desempleo. Intervenciones profesionales en contextos complejos y nuevas modalidades de trabajo (organizaciones virtuales, teletrabajo, etc.) ORIGEN, DESARROLLO Y CONCEPTO DE PSICOLOGÍA DEL TRABAJO La historia de la psi del trabajo estuvo relacionada siempre c/ acontecimientos sociales, políticos y económicos que dejaron profundas huellas en su desarrollo. El trabajo humano comienza a ser reconocido x la psicología, como un fenómeno central en la vida de las personas, siendo susceptible de ser investigado, analizado y conceptualizado como objeto de estudio y de intervención técnica, a principios del siglo XX. Conviene, en este sentido, no perder de vista el contexto predominante en la época: el imperio de la industrialización, el auge de las grandes fábricas, tecnologías cada vez + sofisticadas, producción masiva y economía de escala. Desde el aspecto social una fuerte corriente inmigratoria del campo a las grandes ciudades. Luego de una época de contingencias bélicas, emergió en la década del 30, la psi del trabajo como una disciplina q impulsó procesos de investigación ligados a la calidad de vida del trabajador y la influencia de las condiciones y medio ambiente del trabajo sobre la productividad del trabajo. CONCEPTO DE TRABAJO Tomando como referencia los trabajos de José María Peiro, el trabajo puede concebirse desde cuatro perspectivas básicas: El trabajo como actividad: aspectos conductuales del hecho de trabajar El trabajo como situación o contexto: aspectos físico-ambientales de un trabajo El trabajo como significado: aspectos subjetivos del trabajo El trabajo como fenómeno social: aspectos socialmente subjetivados del trabajo Siguiendo el marco referencial de este autor, el trabajo puede definirse como: “El conjunto de actividades humanas, retribuidas o no, de carácter productivo y creativo, que mediante el uso de técnicas, instrumentos, materias o informaciones disponibles, permite obtener, producir o prestar ciertos bienes, productos o servicios. En esta actividad las personas aportan energías, físicas y psíquicas, habilidades, conocimientos y otros diversos recursos y obtiene algún tipo de compensación material, psicológica y/o social”. CONCEPTO DE PSICOLOGÍA DEL TRABAJO Von Haller Gilmer la define como una mezcla de la tradicional psicología diferencial-industrial y la psicología social organizacional + actual. Fortaleza y Burgaleta, de la universidad de Madrid, la entienden como una ciencia aplicada q estudia, como objeto propio, la conducta humana en el ámbito de la producción laboral, que recibe sus principios técnicos de otras disciplinas psicológicas + generales. Desde otro enfoque + ligada a la psi aplicada, M. Yela concibe a la psi del trabajo como el estudio científico de la conducta laboral para procurar su eficacia productiva, promover la expresión de la personalidad del individuo que trabaja y facilita su integración solidaria en los grupos de trabajo, en la empresa y en la sociedad. Un último concepto, asociado a enfoques experimentales, generado x M. D. Dunnette, explica que la psi del trabajo es una parte de la psicología que se basa en datos objetivos y observables, medibles. Se atiene a la resolución de problemas concretos, desarrollando estrategias e intentando verificar hipótesis. Podemos agregar que la complejidad del mundo del trabajo, genera hoy la necesidad de crear marcos conceptuales y modelos de práctica que den cuenta de las nuevas formas de trabajo. Al mismo tiempo la crisis del sistema de empleo asalariado, ha producido fenómenos como la desocupación y la subocupación que también representan situaciones que son abordadas desde el marco de la disciplina. Tomando como referencias los marcos conceptuales antes mencionados definimos a la psicología del trabajo como: “una disciplina a la vez básica y aplicada, que procura mediante el uso de conceptos, modelos, métodos y prácticas provenientes de la psicología, describir, comprender predecir y explicar e intervenir en el comportamiento laboral de individuos y grupos, como así también en los procesos subjetivos, subyacentes al mismo”. Esta disciplina tiene también como objeto diseñar formas de intervención orientados a mejorar los niveles de adaptación de las personas al trabajo, haciendo hincapié en la resolución proactiva de los conflictos que se generen.
ROLES LABORALES El concepto de rol que utilizamos provine de la psicología social
(Riviere) podemos decir que son el producto de una construcción histórica, institucionalmente determinada, y presentan comportamientos que superan la noción de función o posición de un marco organizacional y de trabajo. Es una pauta de conducta estable constituida en el marco de reglas también estables que determinan la naturaleza de la interacción entre la persona y el contexto. Constituye una herramienta de enlace que articula al profesional c/ lo social. Las representaciones internas son expresiones que luego se traducen en conductas profesionales (roles) de modo que los roles son también el emergente de “los modelos mentales profesionales” El modelo mental desde la visión de Peter Senge, implica “un conjunto de supuestos profundamente arraigados, generalizaciones, ilustraciones, imágenes o historias que influyen sobre como entendemos al mundo y como actuamos en el. Operan permanentemente en forma subconsciente, en nuestras vidas personales, en el ámbito laboral y en nuestras organizaciones sociales, ayudándonos a dar sentido a la realidad y a operar en ella con efectividad. Los modelos mentales condicionan todas nuestras interpretaciones y acciones. Definen como percibimos, sentimos, pensamos e interactuamos” EL MAPA DE LOS ROLES LABORALES La siguiente descripción no incluye todos los roles posibles, de todas maneras intenta sistematizar aquellos que son hoy + representativos en las practicas profesionales. Utilizo la tipología desarrollada x Dave Ulrico y Dick Beatty donde se distinguen seis roles interdependientes en los profesionales de RRHH: -El coach ayuda a los responsables de conducir la estrategia organizacional a focalizar su atención y energía, priorizar acciones y confirmar las acciones implementadas. Incluye practicas guiadas de asesoramiento, orientación y guía. Esta practica constituye la emergencia de un rol, dado que es un comportamiento esperado y asumido, casi siempre fuera del encuadre formal de la organización. -Como arquitecto ayuda a la organización en la identificación de las ideas sobre los resultados obtenidos en determinado mercado y cómo diseñar los próximos pasos para incrementar la competitividad. Esta ayuda incluye la identificación de la Cultura (sobre todo los valores) y capacidades requeridas para alcanzar los éxitos. -Como constructor contribuye dilucidando el trabajo requerido para construir organizaciones competitivas. Descubre cómo trabajar en función de la Visión del negocio y adapta la estructura organizacional en este sentido. Diseña prácticas de gestión, para que estos comportamientos ocurran. -Como facilitadores comprenden la importancia de lograr que las cosas se hagan, haciendo que los cambios ocurran y sosteniendo el cambio en tres niveles: Colaboran para que los equipos operen eficazmente, aseguran que todos los equipos focalicen su tarea y aseguran el rendimiento individual y el desempeño de los equipos de trabajo. Este rol opera sobre la infraestructura de poder de la organización, x lo tanto interviene sobre el sistema de tensiones de la organización, aplicando técnicas que intentan neutralizar el efecto negativo de los conflictos. -El rol de la conciencia comprende un entendimiento tanto de las reglas morales como éticas x las cuales “el juego se juega”. Asegura que las organizaciones sean exitosas de manera correcta. Esto implica monitorear las normas del contexto (x ej. Medio ambiente) las reglas morales (acoso sexual, discriminación) y éticas. -Como lideres organizacionales, los agentes de RRHH necesitan aplicar el modelo de liderazgo a ellos mismos, predicando c/ el ejemplo y mostrando la efectividad a través del equilibrio entre los atributos y los resultados. Al modelo descrito podemos agregar: -El rol de traductor. Ya que el psicólogo opera entre los distintos contratos psicológicos q las personas y las organizaciones suscriben mutuamente, en un plano inconciente. Este rol contribuye a la generación de condiciones comunicacionales y visiones compartidas, así como el fortalecimiento de comportamientos asociativos entre las organizaciones y las personas que trabajan en ellas. -El rol de facilitador de clima laboral refiere a un profesional q mide en forma continua los niveles de satisfacción y malestar en la organización, además de proponer y recomendar estrategias positivas para el desarrollo de un clima laboral productivo. LAS PRACTICAS PROFESIONALES Una práctica profesional constituye una experiencia organizada y supervisada en la cual el profesional aplica los conocimientos adquiridos y sus competencias. Es a su vez, una forma de acción reflexiva que permite generar conciencia sobre nuestro quehacer en el mundo. De este modo la practica profesional entraña un profundo sentido ético. Definimos distintos espacios funcionales donde se despliegan las prácticas: El psicólogo como Selector de personal Un psicólogo puede intervenir en el reclutamiento, preselección, elección del mejor o los mejores candidatos y contratación. Según el enfoque de Susana Richino, la tarea de selección requiere contar c/ suficiente información y conocimiento sobre la realidad social y la realidad organizacional. Según esta autora una metodología de trabajo en el campo de la selección de personal, debería contemplar desde el rol del psicólogo: Regulación de la distancia optima Modalidad proveerse/obtener información Modalidad para registrar, procesar y elaborar información Criterios para discernir la info. relevante de la no relevante Modalidad de intervención a partir de la generación de hipótesis y su puesta a prueba Criterios para someter a prueba de consistencia los resultados Criterios de trabajo para un abordaje compartido entre cliente y el profesional Criterios para efectuar seguimiento de las acciones o decisiones de las que participó. El psicólogo como Analista de desarrollo Representa una estrategia que hace competitiva a una organización desde la visión de “capital humano”. Este enfoque sostiene que una organización de trabajo hoy, no solo resulta efectiva desde el punto de vista de la eficiencia de sus modelos, la sofisticación de su tecnología, la calidad de sus procesos y demás, sino que la ventaja comparativa la dan las capacidades de la gente que se desempeña en la organización. Las intervenciones del psicólogo se orientan a la construcción de los modelos de competencias, su instalación, su medición y la implementación de procesos de coaching, mentoring y capacitación para adecuar el desempeño de la gente a los requerimientos de la organización (competencias). El psicólogo como Analista de clima organizacional El clima organizacional expresa los niveles de satisfacción de las personas en todos sus niveles. El clima es concebido como el conjunto de percepciones que las personas tienen sobre distintos aspectos de la organización. Este conjunto de percepciones impacta fuertemente sobre la disposición de las personas y determina el grado de compromiso c/ la organización. La medición del clima se lleva a cabo a través de metodologías de investigación cualitativa. El psicólogo como Analista organizacional y Consultor externo El análisis organizacional es concebido como un conjunto de herramientas de intervención que constituyen una estrategia de cambio. Se reconocen cuatro aspectos esenciales que caracterizan esta práctica: -Independencia y autonomía -Carácter analítico de la función -Relación de colaboración -Neutralidad -Intervenciones profesionales sistemáticas en procesos de desarrollo personal, laboral y profesional. Cabe destacar que en los últimos años ha crecido notoriamente esta practica, vinculada a procesos de asesoramiento, orientación y acompañamiento, x algunos bautizada como coaching y x otros como consultoría del rendimiento. Según Karpf los elementos básicos que componen el proceso de coaching son: -Construcción de un vínculo de confianza y compromiso basado en la colaboración mutua. -Enfocar el proceso desde un marco de investigación-acción. -Apertura mental -Performance -Comunicación Intervenciones profesionales en el diseño y la implementación de procesos de aprendizajes Tomando como referencia el enfoque de Oscar Blake se pueden visualizar roles funcionales y un conjunto de roles auxiliares. Los Roles funcionales expresan los comportamientos observables en el ejercicio de la actividad propiamente dicha, ellos son: El administrador de capacitación El diseñador de programas y recursos educativos El coordinador de situaciones de aprendizaje o facilitador El consultor en cuestiones de capacitación El instructor de capacitación. Los Roles auxiliares expresan los comportamientos q no operan directamente en la actividad de capacitación, pero la hacen posible: El experto en contenidos El modelo interno El validador el agente de cambio. Intervenciones profesionales en procesos asistidos de desvinculación laboral Los programas de outplacement, reúnen una serie de estrategias de apoyo, orientación psicológica y técnica, dirigidas a aquellas personas sujetas a una situación de desvinculación laboral programada o no. El rol del psicólogo pone el acento en generar beneficios mutuos a la organización y al individuo q se desvincula de ella. Intervenciones profesionales en situaciones de stress laboral y Burn out El stress es una variable dependiente del efecto conjunto de las demandas del trabajo y los factores moderadores de las mismas, principalmente la percepción del control o grado de libertad de decisión del trabajador. Los diferentes estresares pueden reconocerse en: ejecución de tareas repetitivas, roles ambiguos o conflictivos, expectativas insatisfechas, etc. La cronificación de los estados de estrés, se definen como un cuadro de Burn out, caracterizados x estados de despersonalización, cansancio físico y sensaciones de falta de realización personal. Los objetivos de intervención desde la psicología se orientan a integrar estos niveles: -Intervención sobre estresares laborales -Intervención sobre el nivel de estrés evaluado x el individuo y x los demás. -Intervención sobre las consecuencias del estrés. -Identificación de la influencia de estresares contextuales. Intervenciones profesionales c/ personas sin trabajo La falta de trabajo en las personas ocasiona un fuerte impacto sobre: la capacidad para poder satisfacer las necesidades básicas la pérdida de identidad individual la pérdida de pertenencia social un impacto negativo sobre el sentido de la autoestima la ruptura de red de vínculos sociales Las estrategias implementadas desde la intervención profesional se orientan a: procurar la contención emocional incrementar los comportamientos autodirigidos mejorar la autoestima recuperación del sentido de auto eficiencia incrementar su nivel de competencia profesional y laboral facilitar la incorporación de la persona a redes sociales de apoyo comprender y concebir la capacidad de trabajar, como una situación posible, fuera del sistema de empleo formal asalariado. Intervenciones profesionales asociadas a procesos de seguridad en las condiciones de trabajo Practicas posibles: orientadas al proceso comunicacional, orientadas al diseño de diferentes estrategias, desarrollo de técnicas de diagnostico, diagnostico del clima laboral, acciones de influencia, etc. Intervenciones profesionales en estrategias de Marketing, investigación de mercado y estudios de opinión pública Haciendo uso de una mirada critica sobre el mundo del trabajo, y en una perspectiva a futuro se pueden visualizar los siguientes fenómenos: Las transformaciones de los puestos de trabajo y de las formas de organizar el trabajo que tendrán clara incidencia sobre la estructura ocupacional del mercado laboral Los cambios en las ofertas laborales de los diferentes sectores (primario, secundario, terciario ) y en la propia estructura ocupacional La aparición de una nueva revolución tecnológica que modifica sustancialmente las formas de producción y los modelos de gestión asociados El impacto sobre las organizaciones laborales, sus culturas, sus estructuras Los cambios jurídico-legales que regulan la actividad laboral, la precarización del trabajo La globalización de mercados y los cambios macroeconómicos que inciden sobre las formas de realizar el trabajo Una tendencia progresiva que parte de un sistema capitalista centrado en la distribución, el consumo y la renta financiera, y en menor medida, un sistema orientado a la producción. La crisis del régimen de acumulación, las tendencias a la descentralización, desconcentración, miniaturización, fusión y subcontratación de empresas, el proceso de migraciones rural-urbano, hechos que han generado condiciones para incrementar las actividades informales, el trabajo por cuenta propia, las actividades no registradas, las microempresas, formas de trabajo autónomo y unipersonal, y distintas variantes de trabajo no asalariado La propia forma de concebir el trabajo por parte de la sociedad y de la cultura occidental, y las transformaciones sobre las personas, en tanto la aparición de una nueva subjetividad en relación al trabajo, nuevas estructuras de sentido y cambios profundos en las representaciones sociales, los valores y las estructuras de significado asociadas al trabajo Una nueva relación entre el hombre y el trabajo La aparición de nuevas expresiones contemporáneas en el mundo laboral: el burn out, el mobbing, los fenómenos de desterritorialización, los síndromes de fatiga corporativa, los cuadros de pánico, los cuadros de déficit atencional.
Levy Leboyer: “Gestión por Competencias…”
De la evaluación de competencias a la gestión de las competencias: La evaluación de competencias ha tenido un éxito limitado en la medida en que se han hecho menos evaluaciones de lo que habría cabido esperar. La situación económica y el mercado laboral apenas favorecen el desarrollo de una iniciativa de este tipo. No hay que extrañarse si no se han encontrado en el sector privado más que unos pocos solicitantes de evaluación de competencias, y si los gestores de recursos humanos sólo recurren a ella en raras ocasiones. En cambio, la evidencia de la importancia de las competencias en la evaluación de la experiencia profesional ha estimulado reflexiones y actividades que se inscriben en la evolución actual de la gestión de los recursos humanos. Si tradicionalmente se da gran importancia a títulos o diplomas obtenidos en la formación previa, el concepto de competencia ha puesto el acento en la idea de que la experiencia profesional es el único medio de adquirir competencias no reconocidas por títulos, peor cuya evaluación objetiva es necesaria para que el individuo pueda beneficiarse de ellas y para que la empresa pueda utilizarlas. Esta preocupación nace de la necesidad de inventariar las calificaciones de solicitantes de empleo que poseen competencias adquiridas sobre el terreno pero sin un diploma que lo atestigüe; esta preocupación se ha extendido también a la idea de hacer la evaluación de todas las competencias adquiridas al hilo de las experiencias, tanto por aquellos que han seguido una formación previa coronad por un título como por aquellos que están desprovistos de ella. Existen 3 formas de desarrollar las propias competencias: en la formación previa, antes de la vida activa; a través de cursos de formación para adultos, durante la vida activa; y por el ejercicio mismo de una actividad profesional, o sea, mediante la vida activa. Es cierto, sin embargo, que la mayoría de las formaciones previas incluyen prácticas profesionales, pero éstas tienen como objetivo implícito la aplicación concreta de un saber teórico muy reciente y su consolidación por el uso, y no la adquisición de competencias autónomas. Nunca se cesa de aprender a lo largo de la existencia. O, por lo menos, todas las experiencias son susceptibles de constituir ocasiones de aprendizaje. De hecho, todos tenemos recuerdos precisos de misiones delicadas y de retos estimulantes, y el sentimiento de haber salido diferentes de como éramos antes de haber pasado por ellos. Y estas experiencias no tienen por qué pertenecer a las actividades profesionales; puede tratarse igualmente de experiencias fuera del trabajo: familiares, deportivas, sociales… Las empresas conceden cada vez más importancia a estas competencias extraescolares, diferentes de los conocimientos adquiridos en la formación tradicional. Y, sobre todo, porque el papel de las competencias de dirección de relación, de la capacidad para trabajar en equipo, de resolver conflictos, de mantener la sangre fía en situaciones de estrés… no pueden enseñarse en la escuela y tienen un peso cada vez más importante en las listas de exigencias para caracterizar un puesto a cubrir. En pocas palabras, hacer referencia a las competencias, y además a los saberes y los conocimientos, confeccionar listas de aquéllas y éstos y hacer una evaluación en el plano individual, ha permitido comprobar que la experiencia es formativa y de que las competencias se pueden adquirir a lo largo de la vida activa, es decir, a lo largo de toda la vida. Estas experiencias y estas competencias raramente son tenidas en cuenta por los exámenes y títulos que sancionan una formación. Por una parte, porque estos exámenes sólo tienen una finalidad limitada y, en el mejor de los casos, no hacen más que extraer una muestra de los conocimientos adquiridos. Este esquema plantea problemas nuevos: ¿Qué diferencias hay entre aptitudes, conocimientos y competencias? ¿Se desarrollan de la misma manera? ¿Dependen una de otra? El sólo hecho de plantear estas cuestiones obliga a revisar la concepción tradicional de la relación entre aptitudes y orientación profesional, asó como entre formación y desarrollo de una profesión. Ello implica la necesidad que experimentan los individuos de hacer regularmente la evaluación de sus competencias en el mundo laboral en rápida evolución, y la necesidad de las empresas de hacer la evaluación de competencias que poseen en una economía muy competitiva. Otras dos observaciones van en el mismo sentido. En primer lugar, la crisis de empleo ha afectado con mayor dureza a los jóvenes sin cualificación. Mientras esta crisis ha empezado a hacer igualmente difícil la entrada en la vida activa de los jóvenes titulados, éstos, con frecuencia, han reaccionado “sobrecualificándose”. Pero las dobles formaciones no han supuesto durante mucho tiempo una baza adicional porque no reemplazan una experiencia directa. Por otra parte, las descripciones de las exigencias de un puesto a cubrir hacen referencia a la necesidad de haber adquirido conocimientos esenciales, pero, igualmente, al hecho de poseer competencias concretas. En otras palabras: ya no parece cierto que la acumulación de conocimientos básicos le haga a uno más competitivo en la competencia actual ante los empleos. Presentar pruebas de competencias extraídas de la experiencia representa, en cambio, una ventaja cierta. Ello plantea cinco cuestiones distintas En primer lugar, ¿qué es una competencia? ¿Es una nueva palabra de moda? ¿O un enfoque original que se ha hecho necesario por la evolución del trabajo? En este caso, ¿cuáles son las relaciones de las competencias con los conocimientos, con las aptitudes y con la personalidad? En segundo lugar, ¿cómo identificar las competencias individuales? ¿Se deben imaginar métodos y herramientas diferentes para identificar las competencias? ¿O acaso los instrumentos de que disponemos para medir las aptitudes y describir la personalidad pueden se “traducidos” al lenguaje de las competencias? La tercera cuestión es un conjunto de interrogantes. Reconocer que las competencias se desarrollan al hilo de las experiencias profesionales destaca su carácter dinámico y el hecho de que éstas puedan se adquiridas a lo largo de la vida activa. Constituyen, pues, un factor capital de flexibilidad y de adaptación a la evolución de las tareas y de los empleos. En estas condiciones, no basta con medir las competencias y comunicar los resultados a las personas afectadas. Toda evaluación de competencias presenta un carácter original. En pocas palabras, el concepto de competencia es indisociable de la noción de desarrollo. Saber con precisión cómo se desarrollan las competencias, qué procesos psicológicos hacen que la experiencia sea formativa y, concretamente, qué experiencias sirven para desarrollar qué competencias, representa una nueva prioridad y la tercera cuestión sobre las competencias. Y ello no es todo. Las competencias constituyen dimensiones que permiten caracterizar a los individuos y, por tanto, conceptos que se prestan a la evaluación. Pero no son las únicas categorías de variables utilizadas en esta perspectiva diferencial. En la vida activa cada uno está sometido, según el entorno profesional, a diversas evaluaciones. La vida, y en especial la vida profesional, multiplica las ocasiones de recibir feed-backs sobre sí mismo, retornos de información más o menos formalizados, de lo que se deriva una cuarta cuestión provocada por la noción de competencia: ¿Cómo se integran estas diferentes informaciones sobre sí mismo? ¿Es diferente la imagen que uno tiene de sí mismo de la imagen que se construyen los otros protagonistas de la vida profesional: supervisores, subordinados, compañeros? ¿Es susceptible esta imagen de evolucionar cuando una evaluación de competencias aporta informaciones nuevas, e incluso contradictorias, sobre las propias competencias y sobre los propios puntos débiles? Quinta cuestión: las aptitudes y los rasgos de personalidad son características individuales que explican y justifican el comportamiento de cada uno, en todas las situaciones posibles. Las competencias dependen de experiencias específicas y están por tanto más estrechamente ligadas a un sector profesional, a una empresa e incluso a un lugar o a un momento. Las competencias en sí mismas pueden, en consecuencia, ser más o menos específicas (x ej. Saber dirigir un equipo es una competencia “amplia”. Dirigirlo en condiciones estresantes representa una competencia más definida…). Este estado de cosas llama la atención sobre la posibilidad de disponer de listas de competencias “genéricas”, pero también sobre el interés que tiene para una empresa conocer las competencias concretas que caracterizan a sus recursos humanos y planificar el desarrollo de las competencias de su personal. Dos de estas cuestiones se plantean en la actualidad en una perspectiva práctica y teórica completamente renovada en comparación con el marco tradicional de la evaluación. ¿Por qué renovada? Porque la situación económica actual y la rapidez de los progresos tecnológicos han cambiado completamente los datos clásicos de la gestión de los recursos humanos y han creado necesidades nuevas en materia de evaluación. El paradigma clásico de la evaluación –prever el éxito de un determinado puesto a partir de informaciones referentes a los resultados pasados- ha cedido lugar a un objetivo muy diferente que consiste, más que nada, en evaluar la adaptabilidad que un individuo experimentará en el futuro y su aptitud para aprender competencias nuevas. En este contexto, diagnosticar las competencias adquiridas es importante; pero más importantes es todavía concretar las competencias a fin de poder predecir las que pueden ser adquiridas. Capítulo 1: Qué son las competencias El concepto de competencia, a pesar de su carácter impreciso e incluso variable según las personas que lo utilizan, se ha impuesto en la literatura sobre gestión empresarial de los últimos diez años. Sin embargo, la noción de competencia es una recién llegada al vocabulario de los psicólogos del trabajo y, más en general, de los gestores de recursos humanos. Hablamos corrientemente de aptitudes, intereses y rasgos de personalidad para representar parámetros según los cuales los individuos difieren unos de otros. Pero, cada vez con mayor frecuencia, las exigencias de un puesto a cubrir vienen definidas por los superiores en términos de competencias. Y por otra parte, la noción de competencia parece reemplazar la palabra dimensiones para definir las características que uno se propone describir con ayuda de un centro de evaluación. Por consiguiente, es importante precisar el estatuto respectivo de estos diferentes conceptos, así como las relaciones que pueden existir entre ellos. 1. Aptitudes, personalidad, competencias: Uno de los problemas en el manejo de estos diferentes elementos de nuestro vocabulario, como sucede con muchas otras palabras utilizadas en psicología, procede de que tienen un sentido difuso en el lenguaje corriente, y de que son, al mismo tiempo, términos a los que la investigación sobre psicología diferencial ha dado un significado preciso. Este es el caso en lo que respecta a las aptitudes y a los rasgos de personalidad. Un ejemplo concreto: supongamos que hemos confeccionado cuatro tests, cada uno presenta a los sujetos una tarea que cumplir. El primero es una prueba de comprensión lector: propone un texto a leer y, a continuación, una serie de preguntas sobre el texto. El segundo es una prueba de conocimiento del vocabulario, el tercero un test de “rotación de formas”, el cuarto es un test de “formas estalladas”. Si se pasan estos cuatro tests a un grupo de 100 personas, por ejemplo, será posible, primero, obtener para cada una de ellas, y para cada uno de los cuatro tests, una nota que representa el número de respuestas acertadas obtenidas y, luego, calcular las correlaciones que existen entre estas cuatro series de notas. El examen mostrará que existe una fuerte relación, por una parte, entre notas obtenidas en el test de vocabulario y el de comprensión lectora y, por otra, entre las notas obtenidas en el test de rotaciones de formas y el de figuras estrelladas. Las otras correlaciones son débiles. Todo ello sugiere que los cuatro tests miden dos aptitudes diferentes: la aptitud verbal y la percepción en el espacio. De hecho, si se utiliza el procedimiento estadístico del análisis factorial, confirmará esta interpretación de sentido común. ¿Por qué recurrir a un análisis factorial cuando la simple lectura de las correlaciones ya permite llegar a esa conclusión? Porque, en la mayoría de los casos, nos vemos inducidos a buscar los factores responsables del éxito o del fracaso, y porque el mero examen de las correlaciones resulta demasiado difícil de hacer. En el ejemplo precedente, para cuatro tests, no había más que seis correlaciones a examinar; si hubiéramos pasado 10 tests, sería 45 las correlaciones a examinar. Por añadidura, es difícil saber a priori cuántos factores (o aptitudes) bastarán para dar cuenta de una matriz de correlaciones, mientras que el análisis factorial permite determinar el número de factores útiles y sus características. La lista de aptitudes que poseemos en este momento, así como las relaciones que existen entre ellas, son el resultado de multitud de estudios que utilizan en análisis factorial. Los mismos pasos se pueden utilizar en lo que se refiere a la personalidad a la identificación de los rasgos de personalidad. Recordemos que estos esfuerzos de medición y estos análisis han permitido elaborar una colección de tests cuya cualidad principal consiste en que conoce perfectamente lo que miden, porque se trata de aptitudes definidas en comparación con las tareas a las que permiten hacer frente y de rasgos de personalidad definidos en comparación con los comportamientos que se pueden observar. Se sabe igualmente que toda tarea –y todo test- implica varias aptitudes, incluso aunque una de ellas tenga un papel dominante. Ello significa que hay que utilizar varios tests para tener la posibilidad de delimitar la aptitud objeto de estudio común a todos ellos y, sobre todo, que el éxito en una tarea profesional cualquiera descansa sobre diversas aptitudes. El análisis del puesto es una condición previa a la elaboración de una batería de tests, ya que tiene como objetivo principal precisar cuáles son las aptitudes y los rasgos de personalidad requeridos para este puesto. Estas investigaciones han permitido definir listas de aptitudes y de rasgos de personalidad que constituyen otras tantas características individuales; permite describir a los individuos y diferenciar a unos de otros en el marco de las evaluaciones necesarias previas a las decisiones que constituyen la gestión de las careras profesionales por las empresas. Recordemos que en esta perspectiva evaluación y sistema de referencia parten de la observación de individuos que realizan tareas relativamente artificiales y desligadas de un contexto profesional real. Pocos oficios conllevan tareas como buscar analogías de una palabra o reconstruir figuras “estrelladas”. Sin embargo, numerosas investigaciones han demostrado la validez de los tests de inteligencia para predecir el éxito profesional. Debería ser posible hacer corresponder aptitudes y rasgos de personalidad con las competencias cuya adquisición facilitan. De hecho, cuando se procede al análisis de las cualidades requeridas para ocupar puestos simples, es fácil hacer precisar por expertos qué aptitudes y rasgos de personalidad son necesarios para estos puestos. Pero, cuando la complejidad de las responsabilidades y de las misiones aumenta, el sistema de referencia de aptitudes y de rasgos de personalidad ya no basta y las exigencias de los puestos son descritas por los expertos en términos de competencias. Estas competencias son caracterizadas en relación con misiones concretas, como: tratar las reclamaciones de clientes descontentos, organizar la acogida y la formación de los mandos jóvenes. Es evidente que estas misiones recurren a varias aptitudes y rasgos de personalidad bien integradas, y que el éxito de estas misiones depende también de conocimientos teóricos y saberes adquiridos sobre el terreno. También hay que tener en cuenta que este tipo de competencia puede se dominado de diferentes maneras. Dicho de otro modo (retomando los ejemplos de arriba), hay muchas formas de negociar bien un contrato o de concluir bien una operación, y estas diferentes formas de actuar requieren aptitudes y perfiles de personalidad que no son forzosamente los mismos. He aquí una clara diferencia entre aptitudes y rasgos de personalidad por una parte, y competencias por la otra. Los primeros permiten caracterizar a los individuos y explicar la variación de sus comportamientos en la ejecución de tareas específicas; las segundas afectan a la puesta en práctica integrada de aptitudes, rasgos de personalidad y también conocimientos adquiridos para cumplir bien una misión compleja. Desde este punto de vista, no se puede decir pues que las competencias no estén en relación con las aptitudes y los rasgos de personalidad. Pero constituyen una categoría específica y de características individuales que tienen también lazos estrechos con los valores y con los conocimientos adquiridos. Finalmente, tienen un carácter “local”, es decir, que dependen del marco de la empresa en el que son elaboradas y utilizadas. En otras palabras, las competencias no pueden desarrollarse si las aptitudes requeridas no están presentes. Pero las competencias no se reducen a una aptitud, ni tampoco a aptitudes diversas: son “conjuntos estabilizados de saberes y de savoir-faire, de conductas tipo, de procedimientos estándar, de tipos de razonamiento, que se pueden poner en práctica sin nuevo aprendizaje”. Las competencias, pues, se refieren a tareas o a situaciones de trabajo y a la regulación de la que es capaz el operario en el entorno de su trabajo y de su actividad. Son diferentes de las conductas inteligentes que se suceden en el tiempo sin vínculo real entre ellas, ya que una competencia es un conjunto de conductas organizadas. Los conocimientos que pueden aplicarse a una tarea o a otra se diferencian igualmente de las competencias, porque estas últimas implican una experiencia y un dominio real de la tarea y porque ponen en práctica representaciones, “imágenes operativas”. Finalmente, las competencias se diferencian de las habilidades, cualidades que resultan de una formación y que caracterizan más frecuentemente procesos psicomotores. En consecuencia, las competencias están vinculadas a una tarea o a una actividad determinada (pero también pueden aplicarse a un conjunto de actividades –ej. competencias lingüísticas o de mando-, o estar limitadas a una actividad concreta –ej. controlador aéreo). Por otra parte, son consecuencia de la experiencia y constituyen saberes articulados, integrados entre ellos, y de alguna manera automatizados, en la medida en que la persona competente moviliza este saber en el momento oportuno, sin tener necesidad de consultar reglas básicas. Estas características de las competencias hacen que sea difícil describirlas, porque la representación que guía al operario en su actividad y que sirve en definitiva para integrar sus diferentes saberes y las aptitudes necesarias está implícita. El individuo competente puede demostrar su competencia, pero se le pondrá en un gran aprieto si se le pide que la verbalice y, además, que la enseñe a otros. Resultado de experiencias acumuladas durante años, las competencias permiten sobrepasar los límites del funcionamiento cognitivo. En efecto, no podemos concentrar nuestra atención en muchas cosas a la vez, ni extraer de nuestra memoria al mismo tiempo varios conocimientos adquiridos. La competencia permite actualizar sistemas de información y utilizarlos sin tener que concentrar en ellos nuestra atención. El problema de las relaciones entre aptitudes y competencias surge al estudiar el papel de las aptitudes desde el punto de vista de la adquisición de las competencias. En este punto, los resultados de las investigaciones sobre el aprendizaje han demostrado que existen fases del aprendizaje que coinciden perfectamente con la definición de competencias. Fitts y Posner describieron hace más de 20 años el aprendizaje de una tarea. Esta comienza por una etapa cognitiva, en el momento en que el individuo afronta por primera vez el trabajo a realizar y la situación. El individuo empieza por comprender las exigencias de este trabajo y por intentar memorizar los procedimientos y las estrategias. Esta etapa requiere cualidades intelectuales y una buena capacidad de atención. Cuando los datos fundamentales concernientes al tratamiento de la información y del repertorio de respuestas requeridas son conocidos, una segunda fase permite aumentar la rapidez de ejecución y disminuir los errores. La tercera fase, que va a consagrar la posesión de la competencia, se alcanza cuando el trabajo se hace más automatizado y cada vez menos dependiente de un control cognitivo permanente (es el caso de muchas actividades de la vida cotidiana, como conducir un coche, usar un teléfono, vestirse). La competencia para estas tareas implica que ya no tenemos que reflexionar para ejecutar las diferentes etapas ni, sobre todo, para adaptar nuestra conducta a los cambios constantes del entorno. Además, las aptitudes puestas en práctica en el curso de un aprendizaje, cambian a medida que éste se desarrolla. Observemos dos puntos importantes. El primer lugar, se requieren aptitudes específicas para adquirir o para utilizar competencias concretas; estas aptitudes desempeñan un papel que está limitado a la fase de aprendizaje, cuando la tarea puede ser totalmente automatizada. Pero, en segundo lugar, cuando la tarea no es rutinaria y está caracterizada por exigencias imprevistas y constantemente renovadas, se recurre permanentemente a procesos cognitivos y a aptitudes mentales; éste es el caso, evidentemente, de una gran parte de las responsabilidades de los mandos y de la casi totalidad de aquellas en que las situaciones cambian con frecuencia o que exigen creatividad, una iniciativa real e imaginación. En resumen, aptitudes diferentes desempeñan un papel importante durante la adquisición de todas las competencias, pero el papel de las aptitudes intelectuales y de las capacidades cognitivas es vital; además, perdura cuando se trata de tareas complejas, o sea, que no enfrentan al individuo a exigencias repetidas de manera idéntica o muy aproximada. 2. Competencias y misiones profesionales: La comparación que acabamos de hacer entre aptitudes, rasgos de personalidad y competencias ha mostrado que las aptitudes y los rasgos de personalidad se definen como diferencias entre los individuos, mientras que las competencias están estrechamente ligadas a las actividades profesionales y, más concretamente, a las misiones que forman parte de un puesto. El concepto de competencia está asociado, por lo tanto, al análisis de las actividades profesionales y al inventario de lo que es necesario para cumplir perfectamente las misiones que aquéllas implican. El origen del concepto de competencias permite comprender cómo y por qué se ha impuesto. El término aparece hace más de 20 años para dar cuerpo a la idea de que ni los resultados escolares ni las notas en los tests de aptitud y de inteligencia predicen el éxito profesional, ni incluso la adaptación eficaz a los problemas de la vida cotidiana. Pero hemos visto que estos puntos de vista son inexactos; y que los tests de inteligencia poseen una indiscutible capacidad predictiva de los resultados profesionales. Es cierto que se puede discutir sobre la existencia de una o varias formas de inteligencia. Pero, desde el punto de vista práctico, parece prioritario reconocer la validez de los tests de inteligencia admitiendo, sin embargo, que no lo explican todo y sin renunciar, por tanto, a comprender cómo se desarrollan y a qué se deben las competencias que permiten asumir fructíferamente sobre el terreno misiones profesionales precisas. El término competencias ha adquirido, en los últimos 20 años, una gran presencia tanto en los textos como en las intervenciones referentes a la gestión de los recursos humanos. Una manera de considerar el concepto de competencias, es utilizada por los centros de evaluación (assessment centers). Estos comportan siempre varios tests y ejercicios, cada uno de los cuales mide diversas competencias. Cuando varias personas han sido evaluadas con un centro de evaluación, se dispone de una serie de notas por competencias y por ejercicios. Y entonces es posible calcular las correlaciones entre las notas atribuidas a las mismas competencias medidas en ejercicio es diferentes y a las correlaciones entre las notas atribuidas a competencias diferentes medidas por un mismo ejercicio. Los examinadores son perfectamente capaces de evaluar el éxito de los candidatos en un ejercicio determinado, pero les será mucho más difícil ponderar el papel de las competencias específicas en este éxito global y, todavía más, usar su poder de abstracción para evaluar una misma competencia utilizada en varios ejercicios diferentes. Se ha probado que los centros de evaluación tienen una validez predictiva elevada, y confirmada por su éxito entre los técnicos y en las empresas. Es probable que la validez predictiva de penda de la calidad de las simulaciones y de las muestras de tareas profesionales reales que los competen, y del hecho de que comprenden a la vez ejercicios y tests clásicos. Y son los ejercicios los que permiten valorar la forma en que los participantes ponen en práctica simultáneamente un conjunto de competencias para llevar a cabo las tareas que les son confiadas. Por otra parte, cada vez son más numerosas las empresas que están descontentas de su sistema de calificaciones profesionales. Defectos graves se explican, en parte, por el hecho de que cada calificación refleja la opinión de un superior sobre una misión, sin que éste tenga la posibilidad ni las informaciones necesarias para efectuar un juicio general sobre las cualidades individuales. Las conclusiones que inspiran esta doble constatación son: En primer lugar, las competencias son específicas de situaciones concretas, e incluso de contextos de empresas específicos. Por tanto, es útil medirlas en el marco de simulaciones que, como muestras que son, reproduzcan del mejor modo posible la realidad de las situaciones de trabajo. Hace mucho tiempo se sabe que las muestras de trabajo tienen una buena validez predictiva. En el caso de tareas relativamente simples, esta validez es con frecuencia mejor que la de los tests clásicos. En lo concerniente a los mandos, las muestras profesionales son más difíciles de construir y más delicadas a la hora de validarlas. Pero su valor no puede ser discutido: tienen la ventaja de reconstituir la interacción compleja que existe entre las características del individuo y las características de la situación. En segundo lugar, el observador más atento, cuando se le encarga que juzgue las competencias utilizadas en la ejecución de un trabajo real o simulado, se concentra en la evaluación del trabajo realizado –la manera como la misión ha sido llevada a cabo- y no juzga las diferentes competencias específicas ni las diferentes aptitudes más que en comparación con esta evaluación global. Dicho brevemente, la observación directa no permite discriminar con facilidad las competencias y las aptitudes, ni diferenciar unas aptitudes de otras. Se puede añadir, por tanto, a la definición dada más arriba el hecho de que las competencias están ancladas en comportamientos observables en el ejercicio de un oficio o de un empleo y que se traducen en comportamientos que contribuyen al éxito profesional en el empleo ocupado. “La competencia se refiere a series de comportamientos que hay que adoptar para llevara acabo las tareas y las misiones de un puesto con competencia”. En otras palabras, las competencias constituyen un vínculo entre las misiones a llevar a cabo y los comportamientos puestos en práctica para hacerlo, por una parte, y las cualidades individuales necesarias para comportarse de manera satisfactoria, por otra. Dicho esto, evaluar las competencias constituye un desafío real. Y apreciar cada una de las competencias utilizadas es bastante más difícil –el ej. de los centros de evaluación lo muestra a la perfección. Es imposible evaluar las competencias que existen pero que no son puestas en práctica en una actividad observable. Por otra parte, las fichas de calificación elaboradas en las empresas raramente son satisfactorias y son siempre difíciles de utilizar. Sobre todo, no han sido construidas con la intención de analizar las competencias. En consecuencia, hay que repensar los métodos de evaluación, en particular en los sectores donde la competición es fuerte. Desde este punto de vista, disponer de una lista de competencias, provistas de definiciones claras y concretas, representa una condición sine qua non de la evaluación de las competencias. Se vuelve a encontrar ahí una dificultad: el hecho de que el vocabulario utilizado pertenece a la vida cotidiana y de que, muy a menudo, las mismas palabras tienen significados diferentes para personas diferentes. Desde esta perspectiva, una etapa esencial consiste en elaborar un sistema de referencia que provea de una lista de competencias, con descripciones precisas que permitan evaluarlas en perfectas condiciones. El apartado siguiente, describe las tentativas que se han hecho en este sentido. 3. Qué competencias: Las competencias difieren de las características individuales, que son las aptitudes y los rasgos de personalidad. Para desarrollarse, requieren a la vez la presencia de cualidades específicas y el paso por experiencias de formación. Son aprehendidas no desde la perspectiva de las diferencias entre individuos, sino desde los comportamientos que permiten llevar a cabo con eficacia un puesto o un empleo. ¿Es esto suficiente para confeccionar listas de competencias que sea posible evaluar? No del todo. Todavía se plantean muchos problemas teóricos pero que tienen consecuencias prácticas importantes. Primera cuestión: ¿Se pueden constituir listas de competencias que representen una referencia universal utilizable por todas las empresas? ¿O bien se deben aceptar las competencias como relativas a cada empresa, a cada puesto o incluso a situaciones específicas? Recordemos que tales listas generales existen en el caso de las aptitudes y los rasgos de personalidad, aun cuando el acuerdo entre los especialistas todavía no es total; los instrumentos destinados a hacer análisis de puesto ofrecen escalas, cada una con el nombre y la definición de una aptitud, así como ejemplos de actividades que requieren esa aptitud, a fin de permitir a los expertos que hacen el análisis de un puesto de trabajo escoger las aptitudes requeridas y precisar su nivel de exigencia; se trata de aptitudes como comprensión oral, memorización, etc. Estas aptitudes, relativamente estables en el individuo tienen su origen en los resultados de análisis factorial sobre notas obtenidas en tareas específicas. ¿Es igualmente posible para las competencias lo que es posible para las aptitudes? La respuesta es ambigua: sí y no. Entre los numerosos métodos de análisis de puesto elaborados por psicólogos, algunos ofrecen listas de referencias basadas no en aptitudes, sino en observación, el desglose, y luego, la clasificación racional de las actividades de trabajo (x ej. se organizan 187 elementos de trabajo en diversas secciones: tratamiento de la información, procesos mentales, relaciones interpersonales, etc.). Se trata de descripciones de actividades sin referencia a las cualidades que los individuos encargados de ellas deben poseer para efectuarlas correctamente. Los métodos de análisis de puesto, por otra parte, clásicamente se reparten en dos grupos, según estén orientados hacia el individuo (y a sus aptitudes) o hacia el trabajo (y sus elementos). Pero ninguno ofrece este doble aspecto de características individuales/misiones a llevar a cabo que constituye el concepto de competencia. Dicho brevemente, los métodos tradicionales de análisis de puesto apuntan ya sea a las aptitudes y a los rasgos de personalidad, ya sea a las actividades del trabajo, pero nunca a las competencias que constituyen el vínculo entre ellos. Se comprende, en estas circunstancias, que los gestores de recursos humanos, en la búsqueda de un sistema de referencia de competencias, se hayan visto en la obligación de construirlo por sí mismo. la mayor parte de estas listas están inéditas, han sido elaboradas por tal o cual empresa para uso propio y están reservadas a los usuarios de esas empresas. La lista establecida por Thornton y Byham intenta reunir todas las competencias necesarias para los puestos de mando de alto nivel. Otras listas se refieren a mandos intermedios, y otras se refieren a competencias genéricas y supracompetencias. Estas listas, en primer lugar, presentan solapamientos importantes entre ellas, que podrían servir de base para una lista universal de competencias generales. Comportan igualmente competencias que parecen específicas de un nivel jerárquico, de un sector de actividad o de una empresa. En segundo lugar, estas competencias genéricas a menudo están cerca de las aptitudes clásicas, lo que no sucede con las competencias específicas. Así, por ejemplo, la comunicación oral corresponde perfectamente a una aptitud, pero éste no es el caso de la capacidad de un vendedor para presentar un material de alta tecnología que supone no sólo una aptitud verbal, sino también cualidades de relación, conocimientos técnicos, experiencia con compradores, etc. En consecuencia, las listas de competencias existentes incluyen tanto aptitudes como competencias específicas directamente orientadas a una de las misiones particulares en el empleo en cuestión; y también competencias genéricas, comunes, por ejemplo, a todas las funciones que implican responsabilidades de mando directo. Es útil, por tanto, distinguir 4 categorías de informaciones: las aptitudes y los rasgos de personalidad, las competencias genéricas, las competencias específicas y las competencias técnicas (x ej. proponer planes de acción técnicos). Segunda cuestión: Hemos visto que las listas de aptitudes y de rasgos de personalidad, así como sus definiciones, no eran fruto de la imaginación, ni de la observación directa de los comportamientos, sino que son el resultado de análisis factoriales. ¿Se puede hacer lo mismo con las competencias y agruparlas en conjuntos coherentes? Esta posibilidad se ha abordado de 2 maneras diferentes. La primera consiste en reagrupar lógicamente las competencias surgidas de las entrevistas y otros métodos de análisis de puesto. Pero es igualmente posible utilizar el análisis factorial, con objeto de fundamentar empíricamente la reagrupación de las competencias. Esto se ha hecho realizando varias encuestas entre mandos intermedios y superiores con el fin de recoger descripciones de comportamientos que ponen en práctica competencias y cualidades de dirección. Estos comportamientos han servido para crear un cuestionario que permite describir a un mando dando una nota a cada comportamiento. Las notas obtenidas (de muchas empresas de EE.UU.) han sido sometidas a un análisis que han dado como resultado 3 factores principales. Un segundo análisis factorial, efectuado sobre cada uno de los grupos de conceptos, ha permitido obtener una estructura jerárquica. Esta investigación muestra perfectamente que se puede crear una lista de competencias genéricas basada en el análisis factorial de valoraciones efectuadas acerca de comportamientos observables directamente sobre el terreno profesional. Tercera cuestión: Queda un problema de vocabulario. Cada competencia reúne bajo una misma etiqueta un conjunto de comportamientos homogéneos. El nombre dado a este conjunto tiene forzosamente una parte de arbitrariedad. Un mismo nombre dado a una competencia el lugares diferentes no significa forzosamente que se trate del mismo contenido. Y, simétricamente, una competencia específica puede remitir a comportamientos diferentes según las situaciones. De aquí el cuidado que hay que tener con los comentarios que dan una definición detallada de cada competencia. En conclusión, debe recordarse que, además de listas universales de aptitudes y de rasgos de personalidad, la gestión de los recursos humanos cada vez tiene más necesidad de elaborar listas de competencias individuales que correspondan estrictamente a las actividades, a las estrategias y a la cultura de la empresa. Estas listas incluirán forzosamente competencias universales, útiles de manera muy general, y competencias particulares de tal o cual sector, empresa o departamento. En todos los casos, estas listas sólo serán operativas si se respetan dos imperativos: en primer lugar, el carácter preciso y concreto de las definiciones de cada competencia; en segundo lugar, la seguridad de que estas listas son efectivamente utilizables, es decir, de que las personas que deban servirse de ellas para describir las exigencias de un puesto o para evaluar las competencias de un individuo van a ser capaces de identificar perfectamente las diferentes competencias de la lista
Richino: “Selección de personal”
La tarea de selección se ubica en una zona intermedia entre la realidad social ye institucional. El selector necesita conocer la cultura de la organización y las características del contexto. Deberá establecer distancia a fin de poder efectuar un relevamiento descriptivo y caracterizar la situación con relativa independencia de las emociones y los afectos que embargan las relaciones de mayor involucración. Rol profesional Rol: extensión de sí mismo, que opera como puente entre la persona y el medio social. Se habla des de un enfoque psicosocial que integre expectativas personales con sociales, contemplando la acción. Es el engarce entre el individuo y la sociedad, relacionado con las características del individuo y con la función social que cumple. Por lo tanto lo considera una herramienta operativa de enlace. El esquema de roles representa el repertorio de roles de un individuo. La autora toma el enfoque psicodramático de Bermúdez: habla de un núcleo del yo, equivalente a lo que llamamos estructura de la personalidad. Constituye un sello muy específico de cada individuo, que encuentra su forma de expresión a través del desarrollo de distintos roles. La diferencia se da en el sello personal que cada uno aporta a la función, más allá de las expectativas sociales. Los aspectos particulares del ejercicio del rol derivan de las características personales de cada individuo y están determinados por su fórmula estructural, por su núcleo del yo. A partir de las características del núcleo del yo, se desarrollan los roles. En el rol encontramos tanto características del individuo como la función social que cumple y la necesidad individual que satisface. EL rol se desarrolla en la acción y requieren del rol complementario. El juego de complementación se da a través de un vínculo. El crecimiento resulta del intercambio. El individuo va construyendo su rol en el que hacer y construyéndose a sí mismo. Etapa inicial: La etapa inicial del desempeño del rol, es vivida de diferentes maneras por las distintas personas. En todos los casos se observa un compromiso emotivo mayor derivado de los temores ante desconocido. Se desconoce el qué hacer y la propia capacidad de respuesta. Es un conjunto indiferenciado de emociones que se pone en juego frente a las primeras exigencias, desde la teoría del núcleo del yo; esta zona de alta sensibilidad es denominada SI MISMO, la más intima que el individuo necesita conservar intacta para mantener su integridad. Es una zona sensible, no expuesta a las exigencias sociales. Cuándo el individuo se incluye en una situación nueva, esa zona se dilata (por situación de peligro, de alarma). Es decir, si el estimulo es desconocido, se sensibilizan y se alarman. En situaciones de riesgo, el nivel de sensibilidad es mayor y las posibilidades de respuesta disminuyen. EL rol incipiente, frente a una situación de peligro no responde, es como si no existiera. El individuo tiene dos alternativas: se paraliza o responde con el rol o los roles más desarrollados, porque el rol más desarrollado es una herramienta fuerte, segura y relativamente independiente de las presiones del contexto. Las personas tienden a poner naturalmente en juego aquellos roles en los cuales están muy experimentadas, porque se sienten seguras, y esa seguridad contribuye a mejorar sus posibilidades, ayudándolas a pasar un momento difícil. Cuando el selector está en etapa de estructuración de su rol, no tiene un amplio repertorio de recursos: está tratando de armar el repertorio; en ese punto el sentir, el pensar y el hacer no están discriminados y no pueden actuar con armonía y sincronización. Si piensa no siente, y si siente, no piensa. Si actúa, no siente ni piensa. El sentir, el pensar y el hacer corresponden a diferentes grados en la etapa del desarrollo de los roles y de la madurez. La aproximación a un nuevo rol necesita realizarse gradualmente. El ritmo de procesamiento y preparación es una variable personal. Por lo general cumple inicialmente un rol de observador, que recoge datos y los registra. Cuando adquiere familiaridad con la dinámica de la situación, puede pensar sobre lo que esta pasando, sobre lo que es más adecuado hacer o decidir. Lograr un nivel de pensamiento relativamente independiente requiere un buen nivel de discriminación entre las ideas y los sentimientos que la situación le despierta. Cuando una persona puede pensar, sentir y actuar frente a las demandas de su rol, aun en situación de peligro, ha logrado un buen nivel de madurez profesional. El esquema de roles, constituye un dispositivo para leer y comprender la conducta humana en situación laboral y también para pensar acerca de las vicisitudes del desarrollo profesional. Las prácticas rentadas son una experiencia que ofrece una oportunidad semiprotegida, en la cual se acepta que quién se esta formando pueda jugar, equivocarse, contar con ayuda para descodificar la realidad y comenzar a incursionar en ella. Quien no permite esta etapa de aceptarse como júnior y entrar en el juego, se disfraza del profesional adulto que aún no es y da lugar a otro fenómeno que es el seudo rol (denominación que abarca las diferentes formas de comportamiento que se apoyan en ciertos soportes artificiales que operan como bastones con el propósito de cubrir las apariencias, impidiendo un real ejercicio del rol y el contacto directo con el rol complementario obstaculizando el aprendizaje. EL rol se desarrolla en la acción, requiere de la experiencia directa, del ejercicio en condiciones protegidas que favorezcan intentos no limitados por el temor a las consecuencias. La práctica rentada y en hospital son buenos ejemplos. Para saber cuál es el nivel de experiencia o de desarrollo en el tratamiento de un problema se requiere una mirada abarcativa capaz de comprender, intervenir y desarrollar autocrítica. La evaluación o autocrítica permite avanzar en espiral, es decir avanzar, evaluar, volver a tras y tomar impulso para seguir avanzando. Cuando en el desarrollo de un rol es posible alcanzar el nivel de autoobservación y por lo tanto desarrollar autocrítica, ha llegado el momento en que se puede mantener un dialogo interno reflexivo e integrador. Este diálogo es un evidente indicador de crecimiento en el ejercicio de la función. El yo observador permite técnicamente un desdoblamiento que ayuda a crecer. Poder pensar sobre lo que se esta diciendo requiere de una parte propia, que haya logrado sustraerse del nivel de involucración excesivo propio del inexperto. La primera etapa que debe afrontar dentro de una institución un profesional es construir su propio rol. Se construye trabajando con las expectativas propias y con las expectativas de otros conjuntamente. El campo de trabajo en la primera etapa, consiste en delinear a partir del propio proyecto y de las expectativas de los otros. El paso siguiente y en parte simultáneo consiste en construir el rol: es tarea conjunta. Cuando no se tiene en claro el rol, se actúa desde el que da más seguridad, el más desarrollado. Este concepto de rol construido en una tarea compartida resulta fundante. Los espacios físicos están asociados al ejercicio del poder, el psicólogo es alguien que entra con mucha resistencia de la organización. Tener un ámbito propio, es equivalente a otorgar una jerarquía mayor, muchas veces, que la que acepta la gente con la que se trabaja. Tener una entrevista requiere privacidad, lo que ni implica propiedad privada. Es ámbito es funcionalmente necesario. La tarea de selección requiere una doble perspectiva social. ¿Quién es el cliente cuando uno trabaja dentro de la organización? Son clientes en la tarea de selección tanto quienes solicitan personal como quienes se postulan para los puestos. El postulante también es cliente, tiene una necesidad un proyecto y busca la forma de satisfacerlo, respondiendo a la oferta. Seleccionar es elegir para ambas partes, para los dos clientes. La tendencia a cosificar a la gente que participa de las entrevistas es muy dañina para el selector y para el postulante. Como evaluador, el selector solo tiene hipótesis, algunas más certeras que otras. Necesita confrontarlas. En la interacción entre le profesional y el candidato ocurrida al finalizar la entrevista, etapa a la que denominamos “de devolución”, tiene la oportunidad de aprender, crecer y hacer una tarea más equilibrada. La tarea de evaluación psicológica dentro del proceso de selección implica un nivel de devolución profesional al candidato y un nivel de devolución institucional a la empresa. La devolución puede ser una experiencia muy movilizadota para el psicólogo y para el postulante. El evaluador es una herramienta institucional para detectar y ampliar importación, para la toma de una decisión, que es asumida por el solicitante de la búsqueda. La confrontación de las hipótesis generadas durante el proceso de selección es una tarea difícil si se encara como la exigencia de brindar un diagnóstico acabado, pero no lo es si se asume como una labor constructiva en la cual se acepta que se cuenta con una parte de información que permite generar ciertas hipótesis que se deben contemplar en el evaluad, para descubrir sus puntos de vista, su visión de la realidad y sus criterios. La tarea de un psicólogo en el proceso de selección consiste en conocer al postulante y para eso debe afrontar la relación más allá de los resultados de las pruebas. Interesa más el proceso de elaboración de los resultados que los resultados mismos. Las pruebas son disparadores que brindan datos que construyen hipótesis de trabajo. La información sobre el evaluado proporcionada a la empresa es muy distinta, se trata de una descripción acerca del candidato. La intervención del selector desde su papel puede esclarecer y colaborar para que ambas partes tomen una buena decisión. Hay que tener en cuenta que la selección no es un ámbito clínico. No se trata de una elección libre. Cuando se elabora un informe resulta necesario conocer la tabla de valores del destinatario, de acuerdo con ella se aconseja ponderar los aspectos de evaluado que resulten pertinentes, a fin de favorecer la receptividad y la comprensión. Se pueden construir distintos informes, respetando siempre los rasgos detectados y confrontados. El estilo del evaluador está siempre presente, así como también su particular manera de decodificar la realidad, su tabla de valores y sus criterios. Reconocer el peso de éstos aspectos tienen en su tarea puede contribuir a una labor profesional más efectiva. Desde el punto de vista psicológico se pueden observar aspectos que coinciden o no con el perfil que busca la empresa. Es necesario diferenciar “devolución” de “decisión”. La decisión la toma la empresa, la devolución se refiere a aspectos psicológicos destacados. El nivel de integración de la devolución está en relación con el nivel de madurez profesional del evaluador. Si el evaluador no afronta el vínculo no crece y solo ejerce su profesión como testista.
Schlemenson: “Análisis Organizacional y Empresa Unipersonal: Crisis y conflicto en Contextos
Turbulentos” CAPITULO 1 Los aportes de las ciencias sociales al campo de las organizaciones han producido cambios de enfoque y de modelos de gestión. La revolución industrial contribuyo al desarrollo de la idea de organización concebida como un sistema cerrado, separado del ambiente. En esta concepción el hombre era considerado como una herramienta +, una parte que se sumaba a los demás mecanismos del sistema, y su coordinación o ajuste se hacía depender de recursos pretendidamente objetivos y racionales que no contemplaban la intrincada complejidad de sus necesidades, motivación y su naturaleza psicosocial. En su teoría general de la burocracia, Elliot retoma el modelo weberiano de Organización y lo reexamina, incorporando un conocimiento profundo de la naturaleza humana de la sociedad y de los requisitos de eficiencia de un sistema organizacional. La disciplina q se ocupa de la aplicación de las cs sociales al campo de la organización ha sido denominada en forma diversa. Schlemenson la denominará “análisis organizacional”. Sin embargo, independientemente de las distintas denominaciones, todas suponen algunos aspectos comunes: (a) un campo del quehacer o trabajo profesional (b) un método de investigación o de estudio de casos en profundidad (c) una teoría que se construye a partir de la existencia de un objeto q le es propio y q intenta definir (d) una estrategia de cambio de sistemas micro-sociales. Todas ellas se valen del modelo de consulta, considerando al consultor como un “agente de cambio” con independencia del medio de preservación de los estándares profesionales, los valores de la investigación y de la teoría. Se parte de una situación que requiere ser modificada, de un problema a ser resuelto. El investigador considerado un “agente de cambio” externo, busca descubrir hechos para ayudar a alterar ciertas condiciones experimentada x el grupo organización o comunidad de que se trate, como insatisfactorias. Los 3 objetivos son: (1) integración de las cs sociales (antropología, sociología, psicología, economía); (2) pasaje de la descripción de cuerpos sociales al análisis de problemas dinámicos de cambio en la vida del grupo; (3) desarrollo de nvos instrumentos y técnicas de investigación social. Las organizaciones a las que el autor hace referencia en el texto son aquellas unidades operativas semi-autónomas con las que estamos familiarizados, dado que su proliferación y desarrollo como formas de canalizar el esfuerzo humano constituyen un fenómeno relativamente reciente en la historia contemporánea. El fenómeno organizacional, y en particular la empresa como modelo socio-económico, ha contribuido a cambiar significativamente las relaciones sociales afectando a su vez en forma profunda la estructura de los vínculos laborales, familiares y aún la identidad individual. La organización configura un grupo humano complejo artificialmente y deliberadamente constituido para la realización de fines y necesidades específicas. Está enmarcada x políticas, que engloban los fines, xq son la expresión abstracta de conductas organizativas deseadas. La interacción de los miembros de la organización y la cohesión minima necesaria que le da unidad, continuidad y sentido, operan en 2 planos interdependientes, susceptibles de ser discriminados a los fines del análisis. X una parte esa integración está regulada x procesos interpersonales, mecanismos de identificación, necesidades, motivación y ansiedades ICC que encuentran en el ámbito institucional probabilidades de expresión y expectativas de realización. X otra parte, la integración opera a través de un sistema sancionado, explicito e implícito, de roles interrelacionados que conforman una estructura susceptible de ser definida en términos de tareas y expectativas fijadas para los ocupantes de dichos roles. La organización desarrolla ciertas actividades básicas, para lo cual utiliza una determinada tecnología que suele condicionar la forma de realizar el trabajo y las relaciones laborales. Estos aspectos forman parte del encuadre, dentro del cual los procesos interpersonales se expresan, ejerciendo una influencia duradera en la personalidad. En la medida en que dejan sin tocar variables organizativas, las estrategias psicológicas centradas en el nivel de análisis individual no garantizan q los afectos se hagan extensivos al sistema social del cual los individuos forman parte. Los cambios en la organización manifiesta involucran un fuerte compromiso emocional, en la medida en que en la organización se encuentran ICC depositados aspectos significativos de la personalidad de los miembros. Esta depositación puede convertirse en una barrera que se opone a los cambios organizacionales manifiestamente concertados. Durante el proceso de su desarrollo y socialización el individuo internalizar una imagen de la autoridad y de las organizaciones x las que pasa. Estas expresiones constituyen así un soporte en la configuración de su identidad. Pero a su vez la organización tiene cualidades objetivas que la hacen ser mejoro o peor para los sujetos, y para los objetivos para los que fue creada. El análisis y el conocimiento de los conflictos y motivaciones ICC que pueden verse potenciados en un ámbito organizacional, tiene sentido cuando se trata de crear un encuadre organizativo continente de dichos aspectos. Esta constituye una tarea de “cambio planificado” que comprende a la organización en su conjunto. A veces la diferencia entre cambio individual y cambio organizacional se hace difícil de delimitar y esta superposición de conceptos puede probar una confusión que hace que el análisis se vea llevado a profundizar en motivaciones y conflictos que no tienen posibilidades de elaboración en el ámbito específico de la organización. CAPITULO 2 Organización: sistema socio-técnico integrado, deliberadamente constituido para la realización de un proyecto concreto, tendiente a la satisfacción de necesidades de sus miembros y de una población o audiencia externa, que le otorga sentido. Inserta en un contexto socioeconómico y político c/el cual guarda relaciones de intercambio y de mutua determinación. Seis dimensiones se pueden extraer de esta definición: El proyecto en el que sustenta la organización Desde el punto de vista lógico, el proyecto está primero. Toda institución encierra una idea, q está referida a algo q puede ser creado para satisfacer necesidades de una audiencia externa y de esta manera también satisfacer necesidades de los miembros y de la organización. Aquello que necesita ser creado puede ser un objeto o servicio. Una organización no sólo necesita contar c/un buen proyecto, sino que éste para ser transformado en plan de acción requiere de su operacionalización en objetivos, metas y programas. Se puede hablar, también, de estrategias, tácticas y técnicas. El proyecto y el plan demandan la formulación de políticas. La estructura organizativa Estructura: sistema interrelacionado de roles oficialmente sancionados q forman parte del organigrama, y de la definición de funciones y responsabilidades. Cuando el proyecto organizacional está suficientemente clarificado corresponde que éste sea asignado a través de la definición de responsabilidades diferenciales a los distintos roeles que componen la organización. Elliott señala la coexistencia de 4 tipos distintos de estructuras organizativas en una situación determinada: la estructura formal u oficial; la estructura presunta, que es la que los miembros perciben como real; la existente, que es la que efectivamente opera y puede ser inferida a través del análisis sistemático; la requerida, que es la que todos los componentes de la situación necesitan. La divergencia o contradicción entre estos 4 distintos tipos de organización crea desajustes que favorecen la ineficiencia, la aparición de tensiones y conflictos entre los miembros. Los roles y la estructura, independientes de las personas, establecen conceptualmente una separación entre persona y rol. Esta separación hace que en las organizaciones el rol sea relativamente fijo y permanente, mientras que las personas roten, lo cual obedece a una necesidad de supervivencia y de fijeza de las organizaciones en el tiempo. Cuanto + grande es una organización, mayor es su grado de formalización y de definición explícita de roles. La variable tamaño es fundamental xq afecta la integración del grupo humano. La integración psicosocial Las relaciones interpersonales abarcan un eje vertical (las relaciones c/la autoridad) y uno horizontal (las relaciones entre pares) Conflictos, fantasías ICC, ansiedades y defensas suelen desplegarse en el seno de la organización, favoreciendo una confusión entre mundo externo y mundo interno, que obstaculiza el desarrollo y la posibilidad de concretar cambios. La elaboración de conflictos latentes permite su superación promoviendo etapas de progresivas de integración y cohesión. La emergencia de conflictos interpersonales debe formarse en cuenta como dato de algo que anda mal en el seño de la organización. Esto es así xq el proyecto, las políticas, la estructura, constituyen el marco continente de la conducta individual y grupal. Las condiciones de trabajo Directamente referidas a la satisfacción y realización de los miembros, siendo éstos particularmente proclives a la consideración de lo que se les da. El tratamiento justo y equitativo referido a las condiciones de trabajo involucra una serie de aspectos: (a) el salario, (b) la tarea y la posibilidad de realización personal que ésta brinda, (c) las alternativas de desarrollo y carrera q se ofrecen, (d) las oportunidades de participar, (e) el confort y la salubridad de los lugares de trabajo. El sistema político En forma paralela a este sistema opera un sistema al que he denominado representativo que se organiza espontáneamente a través de la conformación de grupos significativos de poder. Estos poseen intereses que les son propios, están correlacionados c/los niveles ejecutivo jerárquicos de la estructura. Allí donde se conforme una organización, surgirá rápidamente un sistema político, que operará en forma paralela. Los que se requiere en cualquier situación de cambio que potencialmente afecta los intereses de los grupos significativos de poder, es crear ámbitos públicos en los cuales aquellos puedan ser discutidos y las resoluciones adquirir el carácter de políticas. Pienso que toda organización que tiene a su cargo la realización de un proyecto y que reúne una cantidad significativa de personas para la realización de ese proyecto, debe contar c/un sistema El contexto la relación de intercambio dinámico que se da entre contexto y organización permite discriminar distintos aspectos del contexto que afectan el desarrollo. Los fenómenos de crisis que suelen darse en las organizaciones están relacionados c/la influencia de un contexto turbulento amenazante. Las organizaciones debieron transformarse o modificarse para evitar el riesgo de desaparición. CAPITULO 3 El análisis organizacional compromete un proceso de cambio pactado contractualmente entre los miembros de un sistema organizacional y un analista independiente, considerado como “agente de cambio externo”, para encarar problemas que obstaculizan el desarrollo de los componentes del sistema. Los cambios surgen de 3 formas (1) elaboración de conflictos CC e ICC vinculados c/el problema en cuestión; (2) descubrimiento creciente de las variables en juego; (3) resolución de problemas específicos y la generación de nuevos principios de funcionamiento. El analista se vale de un cuerpo de conocimientos científicos. No ofrece soluciones estandarizadas, ni implementa modelos ideales, sino q pone en marcha un proceso de estudio de la realidad particular de la organización y de sus relaciones c/el contexto. El enfoque del análisis organizacional es: (a) histórico - genético: se indaga el origen de los problemas, entendiendo la importancia de los determinantes históricos particulares; (b) situacional: se los estudia en el aquí y ahora de la situación de consulta y, (c) prospectivo: se incluye la perspectiva intencional, el análisis de los fines, objetivos y metas. Rol analístico organizacional 4 aspectos caracterizan el rol: independencia y autonomía deviene del hecho de q este no forma parte del “sistema de autoridad” de la organización. No es empleado de la misma y x ende no tiene jefes ni subordinados dentro de ella. No recibe ni da instrucciones u órdenes. Autonomía profesional implica el uso de la propia direccionalidad en la administración de un programa de acción, libertad para un diagnóstico, y recomendaciones o prescripciones en función de tal diagnóstico. carácter analítico de la función consiste en escuchar los principios y conceptos q están detrás de las palabras. Esta actitud promueve un entendimiento q cuando es comparado c/la clarificación de los puntos de vista de otros miembros comprometidos en el proyecto, puede conducir a una conceptualización nva del problema. Relación de colaboración el analista necesita ayuda para poder ayudar. Interés conjunto en arribar a una comprensión de los problemas de la organización y a la búsqueda de soluciones adecuadas. Para q esto ocurra debe mediar una importante dosis de confianza; Neutralidad el hecho de q el analista sea externo ni interno garantiza si no adscripción ni lealtad particular c/ninguno de los grupos q forman el sistema de poder interno. Su independencia económica garantiza su libertad. La posición privilegiada q otorga el “ser de afuera” se traduce en cierta distancia emocional y una visión objetiva de los hechos. Etapas el procesos de cambio todo proyecto se inicia c/ un pedido de consulta de un cliente para encarar un problema o conflicto organizacional, enfrentar una crisis, promover un desarrollo tomando en cuenta aspectos humanos y organizativos. Lewin señala q el rendimiento mayor de un grupo no se logra señalándosele un objetivo de mayor nivel. La permanencia de un logro requiere que el grupo pase x 3 fases que a su vez constituyen significativos del proceso de cambio planificado: (a) descongelamiento de los valores grupales previos; (b) desplazamiento hacia un nuevo nivel y, (c) recongelamiento, fijación del nuevo nivel alcanzado. El desarrollo del proceso de cambio. 1º etapa: entrevistas y contactos preliminares: la 1era actividad se deriva del hecho de dar respuesta a un requerimiento de un servicio profesional. El llamado representa la aceptación activa de una necesidad de ayuda. Los contactos preliminares pueden comenzar siendo informales, casuales. Resulta conveniente la realización de un número predeterminado de entrevistas para lograr un mayor esclarecimiento de la demanda y determinar así su factibilidad. La forma en que se efectiviza el primer contacto suele constituir un dato significativo. La búsqueda de consenso entre los miembros de la organización constituye una condición muy importante que facilita del desarrollo de la relación de colaboración y la posición neutral del analista externo. En el caso de las empresa unipersonales, que la invitación para realizar una indagación preliminar o el pedido de consulta provengan de una iniciativa personal del empresario. En el caso de empresas u organizaciones grandes, en las que prevalece una conducción más profesionalizada, la iniciativa puede surgir de un gerente que no es necesariamente el ejecutivo principal. En la medida en que la inclusión de los distintos grupos, roles o sectores, se plantea como una participación voluntaria, que debe responder a una necesidad asumida, se puede ir desarrollando proyectos parciales c/aquellos que lo demanden. Establecimiento de la relación de consulta: el proceso comienza c/la interacción de las partes en el ámbito de la organización y posee un alto contenido simbólico. Una relación de consulta lograda es sentida como “continente”, ayuda al pensamiento sin paralizar la acción, permite emerger de la confusión y favorece la autonomía. Lleva a la determinación de las causas de los problemas y a la búsqueda de nuevas soluciones no visualizadas hasta el momento. La consolidación de la relación de consulta implica un trabajo de elaboración de ansiedades y fantasías no realistas que se plantean inicialmente alrededor de la figura del analista cuando se inicia un proceso de cambio. Predominan x una parte ansiedades persecutorias que se expresan a través de una variedad de actitudes de desconfianza y x la otra ansiedades confusionales vinculadas c/una falta de discriminación clara de los alcances del rol del análisis organizacional. De la resolución positiva de este tipo de ansiedades, conflictos y dudas podrá resultar la consolidación de la relación de consulta. 4 puntos deben estar contenidos en un plan de trabajo: (a) definición de necesidades de la organización. (b) clarificación de los objetivos de la intervención. (c) definición de un programa de actividades. (d) fijación de la forma de transmisión de los resultados de la intervención.
Schlemenson: “Remontar la crisis”
Contexto crisógeno: es la crisis en su sentido global, que se impone desde afuera (desde el deterioro de la atmósfera, el país, la región, el mundo globalizado, etc) donde se producen alteraciones y cambios abruptos determinantes de un Contexto Turbulento. Nacemos y nos movemos en medio de crisis: ellas nos atraviesan y son parte de nuestra identidad personal. En la historia del hombre las crisis son recurrentes. Tienen que ver con la supervivencia, con la sensación de riesgo y amenaza que se le impone a un sistema particular por el hecho de estar transitando una condición generadora que es asimilada a un hecho ajeno, externo al sistema que sufre el impacto. La concepción del libro es a la comprensión de las dinámicas psicosociales intervinientes. Por una parte, la crisis sigue un derroteo desestructurante y desintegrador del sistema individual, grupal, organizacional, social; pero por la otra, favorece el desarrollo de soluciones creativas que se insinúan desde el comienzo del proceso. Durante el trayecto pueden cundir amenazas e incertidumbres, o una ansiedad generalizada que impregna todos los niveles en que se manifiestan las conductas. Pero cuando un sistema en crisis emerge satisfactoriamente del proceso, lo hace fortalecido por la experciencia, y los efectos logrados se extienden a la serie abierta de sistemas incluyentes e incuidos vinculados con tales procesos. Hay dos componentes faltantes que estimulan la confianza y la esperanza necesarias para remontar la crisis, y que estan diréctamente referidos a las figuras de autoridad. Son los componentes esenciales que un Liderazgo asertivo puede aportar: la ética y el talento. La ética está vinculada con la necesidad de poner límites a la inequidad, a la arbitrariedad en el manejo de los asuntos humanos. El talento se vincula con la posibilidad que tienen los visionarios de anticipar creativamente la solución de los problemas que los acosan. Ambos componentes tienen un valor agregado para resolver la complejidad de los problemas que se plantean en un sistema social humano en crisis. La confianza en las figuras del liderazgo tiene un papel muy importante. La credibilidad y la confianza constituyen una condición dura, determinante del desarrollo. Cuando una cultura organizacional esta comprometida con una verdadera “merito-cracia” la gente se siente más predispuesta a confiar en un futuro y en la capacidad de los líderes, que deben ser sensatos, capaces y creibles. La credidilidad representa hoy más que nunca un bien intangible muy preciado. El descrédito que genera la pérdida de la confianza socava la naturaleza colaborativa de los vínculos sociales y estimula la criminalidad, la marginalidad y el desapego social generalizados. Hasta fines del siglo XX, la idea de progreso se asociaba directamente con las posibilidades que ofrecen la educación y el trabajo. Pero luego de los alarmantes índices de desempleo que se han observado, las convicciones cambiaron. Cunde la desesperanza y la sensación de que nada puede hacerse desde la iniciativa individual. En la crisis en la Argentina puede establecerse una correlación dirécta entre índices de desempleo y desestablilización, o entre desempleo-subempleo y los notables incrementos de la criminalidad y la violencia. El empleo dignifica y es un factor que favorece una integración social proactiva; es parte de un proyecto futuro, que todo individuo necesita para encontrar su rol en la sociedad. El ser humano tiene límites para tolerar lo nuevo, en especial si es adverso a las necesidades de una personalidad normal. El cambio, cuando es abrupto e impredecible, se convierte en Caos, y favorece los procesos regresivos de la conducta individual y social. Las situaciones de inequidad progresiva acentúan la irracionalidad y la violencia. Los esquemas internalizados tardan en modificarse y entran en colisión con los cambios del contexto. La resistencia al cambio necesita ser metabolizada a través de un proceso que contemple la individualidad y la subjetividad involucradas. El vandalismo se origina no sólo en la desocupación sino también en la existencia de “falta de oportunidades” para progresar, que determinan “un vacío, una dificultad para proyectarse hacia el futuro”. Las organizaciones empleadoras son un agente de significación para los individuos. Desde lo profundo, el aparato psíquico no resiste la regresiva inequidad en la distribución de la riqueza. La pobreza es un problema de la humanidad y no sólo de los países subsumidos en la miseria. Existen premisas valorativas de carácter ético, normas de equidad y de justicia que forman parte, según Jaques, de la estructuración temprana del psiquismo. Dichas normas éticas, arraigadas en lo más hondo de la personalidad, son parte de la identidad personal y acompañan al ser humano normal, que pondera y evalúa el acontecer externo durante toda la vida. Los sistemas gerenciales y los sistemas distributivos en general, cuando contemplan las necesidades profundas vinculadas con la ética, favorecen los lazos de confianza recíproca, que son base de la colaboración y el respeto mutuo. La desestabilización generalizada que produjo el ataque a las torres gemelas señala hasta qué punto necesitamos confiar en los demás para poder prever y planificar un devenir seguro. Sin ganancias que abonen la confianza recíproca se hace difícil vivir en un mundo globalizado. La confianza recíproca es la argamasa social básica que mantiene unidos a los distintos grupos sociales, a pesar de su diversidad. Asegura que nadie causará daños arbitrarios a los otros. Cualquier Grupo de Poder tiene la posibilidad potencial de romper una alianza de convivencia y de alentar la desconfianza recíproca, masiva e indiscriminada. Cuando esto escapa a toda regulación cunde la incertidumbre y la amenaza retroalimenta la crisis. (Por ej: en una empresa familiar puede que una pequeña minoría que no se sienta incluida tiene la capacidad de paralizar el proceso global despegando una acción de obstaculación y quite de colaboración). Las inequidades groseras y la falta de una distribución equitativa de los recursos y las compensaciones alimentan los sentimientos de injusticia presentes en situaciones de crisis. El famoso “corralito” quedará inscripto en la historia argentina y en la historia económica mundial como ejemplo de la forma en que una crisis puede ser, si no fabricada, al menos estimulada. La confianza queda profundamente afectada y con ella socavados los pilares básicos de la estabilidad de un país, así como de su sistema económico, dentro del cual el sistema bancario es fundamental (tradicionalmente asociado con premisas de seguridad y estabilidad). Las manifestaciones populares como los cacerolazos con la consigna de “que se vayan todos” dirigida a las figuras representativas de autoridad, rubrican la crisis del liderazgo y de credibilidad antes aludida. Son lenguajes que no contienen aún un proyecto claro, pero que ponen de manifiesto un faltante, un nicho que tiene que ser ocupado por figuras de liderazgo que sepan interpretar las nuevas demandas que se establecen en torno de los temas señalados. El problema de la crisis en la Argentina y en el mundo está muy vinculado con un problema de liderazgo equitativo y talentoso, que opera como un valor faltante y como un espacio vacío. La conducta irracional que cunde en la oblación se produce cuando la confianza se ve socavada. La simplificación de la causalidad lineal que encierra la interpretación de un suceso, elude considerar la fuerza de las construcciones mentales que se anteponen a los hechos, pronosticándolos y de esta forma construyendolos o provocándolos. “Nuestras expectativas, prejuicios, supersticiones y deseos (construcciones puramente mentales desprovistas de efectividad) pueden tener efectos determinantes no solo positivos sino también negativos. Somos responsables no sólo de nuestros sueños sino tambien de la realidad que engendran nuestros pensamientos y esperanzas”. “Un proceso de duelo individual y grupal puede tener una culminación eficaz con resultado creativo o procreativo”. A partir del año 2003 algo se siente como una nueva etapa en el desarrollo de la crisis, y que refleja un clima social completamente distinto que alienta la reversión del previo proceso desestructurante (corralito). La perspectiva optimista transforma en una fuente de expectativas positivas en torno al desarrollo de la economía, que tiende a manifestarse en una actitud más flexible y dispuesta al gasto, como reflejo de un estado de ánimo más positivo (en oposición a las modalidades de retracción previas). La esperanza de cambio estuvo impulsada por una renovación política y a qué se ve la importancia que tiene la restauración de la imagen de autoridad democrática para remontar el estado de ánimo colectivo asociado con la crisis. Al señalar el vacío moral generado por décadas de fracasos y de degradación del sistema político, se alude también a un nuevo momento o etapa, vinculado con la posibilidad de revertir la tendencia, sobre la base de un proyecto democrático. Síntesis: Amplia variedad de tipos de crisis referidas siempre a un sistema social inserto en un sistema mayor (contexto). Todas tienen aspectos comunes que hacen a su proceso dinámico y algunos aspectos motivacionales principales que las caracterizan. Crisología: una teoría y una metodología para lidiar con situaciones de crisis a partir de destacar sus aspectos en común. El contexto turbulento (cuya textura emana del ritmo o velocidad de los cambios que se producen en el ambiente) constituye una dimensión privilegiada para comprender la crisis. El impacto externo altera los límites de contención del sistema menos, en riesgo de ser desbordado. Los cambios abruptos de los indicadores externos (desocupación, inflación, etc) son agentes desestabilizadores de los sistemas menores. A su vez esto estimula el derroteo desestructurante de la crisis en los sistemas mayores y presenta el riesgo de transformarse en caos. Los cambios generan una textura de incertidumbre. Se impone la necesidad de mirar al sistema humano de que se trate, adoptando la perspectiva “desde el contexto”. La crisis no constituye exclusivamente un hecho económico o político, sino que compromete un embrollo de problemas y fenómenos de muy diversa índole dentro de los cuales es fundamental destacar los aspectos sociales y sociodinámicos involucrados. La crisis es parte de un proceso que comprende variaciones dentro del sistema que generan cambos cualitativos en la naturaleza de los sistemas menores. La alta variacion de los indicadores (variables externas) introduce una cuota significativa de incertidumbre en el sistema menor, y es promotora de ansiedad. La ansiedad, generada por la incertidumbre, constituye el aspecto subjetivo de la crisis, y surge de la mediación imprescindible introducida por la conducta individual de los sujetos comprometidos en ella. Los individuos necesitan planificar y predecir para poder adaptarse y sobrevivir. Si todo cambia y es abrupto, la adaptación se torna muy difícil. Los esquemas cognitivos internos (conocimientos, valores y emociones que son necesarios para aprehender y luego adaptarse a la realidad o al contexto) son mucho mas estables que la variable realidad externa. La discrepancia constituye una rémora para la adecuación al cambio. La confianza y la credibilidad son valores imbrincados en aspectos emocionales comprometidos. Los individuos se adaptan a la realidad externa y también la modifican para hacerla más familiar a su propia realidad interna. Tal interjuego es creativo y promotor del desarrollo de los sistemas incluyentes. Las crisis pueden considerarse procesos de transición que desemboca en un nuevo orden o paradigma. La realidad cambiante traje aparejados nuevos enigmas que nos nuevos esquemas cognitivos buscan resolver. Los gerentes, los líderes institucionales, los funcionarios, están demandados por el proceso los enigmas a un proceso de cambio que concluye en una adaptación creativa. La conducción eficaz de la crisis, realizada a través de un conocimiento vivencial de los factores en juego, contribuye a lograr dicha adaptación creativa y a reducir su costo psicológico.
Alonzo: “La práctica del coaching y el rol del psicólogo laboral”
Las definiciones explicitadas me permiten fundamentar al coaching como: a. Una práctica asociada a contextos organizacionales: Encuadre en la organización (sujeto contextuado) b. Vinculada a procesos de trabajo orientados a resultados: Trabaja sobre la relación productividad organizacional/rendimiento humano c. Inserta en la dimensión política de la organización (redes de influencia 360°) Revisa la administración del poder d. Comprometida c/ la mejora del desempeño laboral de una persona e. Pertinente para operar sobre procesos de desarrollo individual y organizacional f. Adecuada para utilizar en procesos de desarrollo de potencial, talento y capital humano g. Relacionada c/ iniciativas de cambio organizacional h. Que trabaja sobre el impacto en el desempeño del rol i. Que requiere de información sobre los grados de repercusión de las acciones generadas x una persona en un ámbito laboral, sobre su contexto + próximo j. Que recurre a instancias de indagación basados en instrumentos de feedback múltiple. k. Que funciona como una disciplina de revisión crítica del rol laboral. Rogers, desarrolló un enfoque terapéutico basado en la no directividad, entendiendo que la configuración del tratamiento debía ser plena responsabilidad del paciente, siendo misión del terapeuta el reflejar los sentimientos x aquel, sin incluir interpretaciones u otro tipo de participación directiva. Este modelo de trabajo lo bautizó alternativamente como Psicoterapia no directiva y Psicoterapia centrada en el cliente, era concebido como un proceso que reconocía una serie de etapas asimilables hoy a las que se pueden identificar en un proceso de coaching: 1. Rapport: establecimiento de un clima de confianza, empatía y cooperación) 2. Catarsis (libre expresión de los sentimientos: negativos y positivos) 3. Insight (captación intuitiva de elementos internos) 4. Comportamientos autoiniciados: acciones positivas 5. Reeducación de la fase final: enfrentar el problema de forma constructiva c/ autonomía y creatividad, sin q necesariamente tenga q alcanzar una solución concreta para cada uno de tales problemas 6. Plan de acción: reorientación de los pensamientos y sentimientos involucrados en el rol, y traducidos a un conjunto de acciones de transformación comportamental y mejora en el rendimiento del rol En su obra: “El proceso de convertirse en persona”, establece una serie de principios en relación a los procesos de aprendizaje, que resulta útil para establecerlo como marco de referencia en un proceso de coaching a. El coaching no enseña, sino que el cliente aprende de forma vivencial (sobre todo a través de los que en Coaching llamamos “Plan de acción”, donde el cliente vive sus reflexiones y conclusiones de la sesión, en el terreno de la realidad) b. Todo conocimiento que no transforme conductas, es para el coaching un conocimiento sin sentido (siempre hablando dentro del marco propio de las funciones del coaching). En este sentido una sesión de coaching extraordinaria, donde se ha reflexionado sobre el asunto en cuestión, que luego no se lleva a la práctica, no tiene valor en la relación de coaching. En resumen, “reflexión sin acción”, es inmutabilidad (no cambia el estado de las cosas) c. En toda relación de coaching, buscamos el autodescubrimiento de nuestros clientes y su autoasimilación. Es decir, nuestros clientes descubren x si mismos el que, como, y cuando, de manera que mejor puedan autoasimilar la experiencia o aprendizaje d. En el coaching, somos conscientes de que un mismo objetivo en dos personas diferentes, no funciona de la misma manera. Lo q podríamos aprender y transferir de un cliente a otro, no tiene cabida en esta práctica. Existe una imposibilidad de transferencia de conocimiento, bajo los axiomas y principios de coaching que estamos comentando “El sujeto del coaching” que propone Rogers, es un sujeto capaz de ampliar su campo de conciencia, y a partir de allí ejercer un proceso de revisión crítica sobre el rol desempeñado, un sujeto que puede apropiarse de sus actos, y ser responsable de los efectos que genera sobre su entorno + próximo, para luego generar acciones de cambio, superadoras del standard actual de su rendimiento. El enfoque construccionista Plantea la inexistencia de un modelo de abordaje de la realidad, q se sostenga en la “captación objetiva de los estímulos del entorno”. Constituye un modelo teórico sobre procesos educativos. El aporte + significativo del construccionismo aplicado a los procesos de trabajo y a la práctica de Coaching en particular: como los vínculos laborales se dan en contextos comunicacionales interpretativos, q son determinados x los modelos mentales de las personas que interactúan y que los dispone a construir particulares maneras de abordar la realidad. El coaching opera sobre los sistemas de creencias individuales y grupales, y como estos definen comportamientos de orden inconsciente, que tienen una fuerte influencia sobre como se definen las conductas laborales. El coaching como práctica profesional actúa sobre la indagación de los supuestos básicos de las personas, para la comprensión del papel autolimitante q tienen y como dificultan la modificación de un comportamiento. El enfoque GROW Es definido x algunos círculos académicos, como “modelo de coaching anglosajón”. Postula una secuencia de acciones destinadas a construir sesiones de coaching focalizadas y productivas. Propone un proceso q se define a través de una secuencia de acciones: a. Goal (Meta). Objetivo de la sesión de coaching, en dimensiones de corto, mediano y largo plazo. Aquí se plantea un encuadre contractual donde Coach y Cliente pactan las condiciones de trabajo, chequean expectativas mutuas, y generan grados de compromiso determinados, q aseguren la efectividad del proceso b. Reality (Realidad). Explorar la situación presente. Realizar un proceso de indagación de la realidad en el cual se puedan identificar oportunidades de mejora, dificultades y obstáculos para desarrollar un rol laboral. c. Options (Opciones). Luego de diagnosticada la realidad, contemplar opciones y estrategias, o cursos de acción alternativos. Se trata del diseño y la implementación de un plan de acción, que refleje cuales serán los propósitos de cambio y mejora. d. What, When, Whom, Will (Que se va a hacer, cuando, c/ quien y c/ q grado de convicción y voluntad para hacerlo) Esta etapa requiere de preguntas fundamentales que operan como “llaves” que terminan de materializar el plan de acción: Que va a hacer ud ahora frente a esta situación? Cuando lo va a hacer? Cree que esta acción que propone, lo llevará a la meta?, que obstáculos podrá encontrar en el camino?, que apoyos necesita y de quien? Como cree usted que podrá conseguir ese apoyo?, que temores le generan las acciones que va a emprender? Weber se preocupó x vincular el poder c/ las ideas y los valores, y según su propia definición relacional del poder, se hace necesario algún tipo de razón que lo legitime. La legitimación como comportamiento social e individual es aquello que transforma el poder en autoridad, concebida esta como la resultante de la legitimación del poder. La cuestión de la legitimación de poder, expresado x conductas de reconocimiento, consentimiento, adhesión, responsabilidad y compromiso, es una de las dimensiones + necesarias, para entender los niveles de efectividad de un gerente en una organización empresarial, sobre todo en tiempos donde los paradigmas de mando-control-obediencia y poder asociado a grados jerárquicos, comienzan a mostrar signos de agotamiento. Weber caracteriza al poder como un fenómeno ubicuo, componente necesario de todas las relaciones sociales, que su expresión en lo social, en lo histórico y en lo cultural, se reviste de formas de autoridad. Identifica tres formas de autoridad: a. la autoridad tradicional, caracterizada x el hábito (muchas veces incuestionable) b. la autoridad carismática, caracterizada x la atribución de cualidades excepcionales a quien conduce, y regulada x mecanismos psíquicos como la sugestión. c. La autoridad racional, ligada al otorgamiento conciente de legitimación Maquiavelo, ponía el foco sobre lo que “el poder hace y no x lo que el poder es”. Buena parte de los cuadros gerenciales en las organizaciones empresariales argentinas fueron y son formados en este perfil, y esto explica como esta línea de management deja de ser funcional a las necesidades cambiantes de un contexto que requiere de las organizaciones, flexibilidad, tolerancia a la diversidad, y comprensión de la naturaleza de la incertidumbre y el cambio. El proceso de Coaching Karpf, el Coaching constituye, un proceso continuo de aprendizaje que tiene x objeto mejorar la efectividad de una persona en su rol, optimizando la capacidad aplicada en las tareas asignadas. Para ello, se propone desarrollar habilidades y confianza en las personas a través de la experiencia práctica guiada y la retroalimentación (feedback), continua. La capacidad que una persona logra aplicar en su rol es una función de la capacidad potencial q posee actualmente, los conocimientos y habilidades adquiridas, la valoración de la tarea a realizar y la ausencia de factores temperamentales negativos que afecten su desempeño. Busca incrementar la capacidad aplicada actuando sobre los conocimientos y habilidades y sobre la valoración de la tarea. En oposición a otro tipo de acciones, como la capacitación, el coaching se lleva a cabo cuando se generan necesidades que exigen que se practique en el lugar de trabajo. El “sujeto del Coaching” es el sujeto laboral y esto restringe su práctica a aquellos ámbitos donde hace falta mejorar el rendimiento laboral de las personas, y además procurar estrategias de desarrollo individual y organizacional. Desde la perspectiva de la Sociedad Francesa de Coaching, cuando postulan: El Coaching es el acompañamiento de personas o de equipos, para el desarrollo de sus potencialidades y de su habilidad en el marco de objetivos profesionales. El marco referencial de la práctica de Coaching se apalancaría en estas dimensiones: a. El encuadre del Coaching es la Organización de trabajo, supone un sujeto contextuado. Es una práctica que trabaja sobre la relación productividad organizacional / rendimiento humano. Está asociada a la mejora del desempeño y a la promoción del desarrollo laboral y profesional. b. El coaching opera sobre la premisa que la práctica requiere del conocimiento de la complejidad de los procesos mentales intervinientes, y que su implementación quedaría vedada para profesionales que no hayan tenido formación en psicología, bajo el riesgo de incurrir en “malas praxis”. c. Está inserto en la dimensión política de la organización (redes de influencia 360°) Revisa la administración del poder. Está comprometido c/ sistemas de gestión orientados a resultados. Trabaja sobre el impacto en el desempeño del rol. Requiere de información sobre los grados de repercusión (prácticas de feedback). Recurre a instrumentos de indagación basados en feedback múltiple. Supone una disciplina de revisión crítica del rol (Enfoque de liderazgo consciente). d. Concibe al usuario del coaching como alguien q expande su campo de conciencia, y conoce + sobre el impacto de sus acciones. No sería posible reducir el coaching solo como “practicas comunicacionales q tienden a pensar q los problemas de desempeño tienen una causalidad en “estilos de comunicación equivocados”. Desde allí no sería posible apoyar la práctica del coaching en el “poder del lenguaje” como estructurante de la realidad, ya q hay representaciones mentales prelingüísticas que determinan la percepción y la interpretación de la realidad, y determinan comportamientos. e. De esta manera el coaching no se puede simplificar y reducir a prácticas de autoayuda y refuerzo de la autoestima, o herramienta para la autorrealización, sobre todo cuando es implementado x neófitos u oportunistas, que se acomodan especulativamente a modas pasajeras. f. El coaching y sus componentes: autorreflexión, revisión crítica de estilos y modelos, debe contar c/ el consentimiento del usuario de coaching y un contexto protegido donde se imponga el confort psicológico. Son muchas “las practicas salvajes”, aun en ámbitos académicos, q colocan a personas en situaciones de incomodidad y exhibición desmedida y agresiva, poniendo en riesgo el clima grupal y la integridad de las personas, bajo el pretexto de “aprender coaching”. La metodología consistió en un “acuerdo de trabajo q incluyó las siguientes prácticas”: - Establecimiento de un ámbito c/ Rapport (Enfoque psicológico de Carl Rogers) - Revisión crítica del modelo de poder personal - Reflexión sobre el sistema de creencias personales sobre el significado de conducir, y que sentido se le otorga al conducir a otros (modelos mentales sobre el conducir) - Producir insights sobre el impacto del estilo de conducción (Enfoque psicológico de Carl Rogers) - Establecer la diferencia entre Gerenciar y Conducir - Facilitar actos de conciencia a través de los cuales, relacionar el estilo personal, c/ los grados de productividad y los objetivos de la organización - Entender la relación entre estilo personal y repercusión sobre el clima laboral. - Elaboración del mapa político del rol (diseño del tablero de influencias e identificación de los eslabones críticos de la red) - Obtención de información sobre impacto de su rol (feedback múltiple) - Establecimiento del sistema GROW (Graham Alexander) implementando su tecnología del proceso de Coaching: Análisis de la realidad. Explorar la situación presente Identificar oportunidades de mejora Establecer las metas o propósito del proceso Contemplar opciones y estrategias o cursos de acción alternativos Identificar los recursos necesarios Establecer un plan de acción Seguimiento y evaluación del proceso Alonzo, C. (2009). Clima laboral y contrato psicológico