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MARGARITA ALEGRÍA DE LA COLINA
una teoría que en un segundo momento anotar aquí que nació el 22 de marzo de
debían abandonar irritados y avergon- 1816 en Tizayuca, hoy estado de Hidal-
zados, debido al acoso de las refutacio- go, que, huérfano de madre, trabajó des-
nes socráticas.2 de los 11 años de edad con su tío, el li-
Voy a analizar aquí diferentes usos de brero Mariano Galván Rivera4 y que fue
la ironía en algunos textos de carácter hu- en ese ambiente donde se hizo lector,
morístico de Ignacio Rodríguez Galván y traductor y escritor, formación fortalecida
en otro francamente cómico del mismo por su asistencia a las tertulias en casa del
autor, para revisar en qué medida es el poeta Francisco Ortega.
discurso el que permite la humorada. En Lo que me interesa resaltar aquí es la
esa línea, reflexionaré en mi análisis so- vena cómica (en el sentido de su capaci-
bre algunas manifestaciones del habitus dad para exaltar la risa) de este autor a
en la literatura de este autor. quien sus contemporáneos compadecie-
ron por la vida de sufrimiento que lleva-
ba y que, según algunos, llegó incluso a
RODRÍGUEZ GALVÁN, amargarlo. Algo de eso revela la efigie tan
UN ESCRITOR ROMÁNTICO formal y de melancólica expresión que,
como una de las pocas litografías res-
Como intelectual del siglo XIX, Rodríguez catadas, se reproduce en la mayoría de
Galván se inscribió en las filas del ro- las publicaciones sobre el autor y su obra.
manticismo literario; fue asiduo lector de En dicha imagen, Rodríguez aparece
La Biblia y un hombre consciente de estar con peinado relamido, partido al lado iz-
participando en la forja de la recientemen- quierdo y pequeña melena que apenas le
te inaugurada nación mexicana; con este cubre las orejas. Su postura es un tanto
ánimo se integró a la Academia de San solemne y se refuerza con la indumenta-
Juan de Letrán en el seno de la cual se ria propia de un vate decimonónico; de
trabajó por escribir una literatura autén- hecho nos lleva a evocar la traducción que
ticamente mexicana. hiciera Eulalio María Ortega de un texto
Los datos biográficos de este autor han de Alfonso Lamartine: Sobre los destinos
sido publicados en diversas fuentes;3 baste
social con una pertenencia de clase y con un sujeto colectivo por ser socio-cultural-
gustos personales, que lo llevan a calificar histórico-político; sujetado por esos con-
como chillidos los cantos operísticos. textos en que le tocó vivir y, por tanto,
Para hacer un rápido recorrido por las soporte del sentido de aquella sociedad;
conceptualizaciones acerca de la cate- contradictorio e inconsciente; pero, co-
goría del sujeto, tomaré prestadas las pa- mo bien señala Sánchez Guevara, el su-
labras de Graciela Sánchez Guevara, es- jeto puede estar sujetado a alguna ideo-
tudiosa que ha hecho una seria revisión logía, pero también ser libre [al menos
al respecto: parcialmente, agrego yo] porque tiene
la capacidad de advertirlo; de esa ma-
El estudio de la subjetividad atraviesa nera puede ser él mismo, origen de
muchas disciplinas con diferentes en- algún sentido. Puede haber, en suma, un
foques. Benveniste (1966), en su lin- continuum dialéctico entre ambos po-
güística, aporta la categoría de sujeto los antagónicos.12
de la enunciación y sus huellas en el
En este caso nuestro autor está sujeta-
discurso y C. Kebrat Orecchioni (1980),
do por su carácter de mestizo, provincia-
propone al sujeto lingüístico como “no-
sotros exclusivo e inclusivo”, Brauns- no, de escasos recursos económicos, y de
tein (1986), en la psicología y en el escritor romántico, miembro de la Aca-
psicoanálisis, estudia el sujeto referente demia de Letrán y –en consecuencia–
y psicoanalítico; Pêcheux (1969), Al- nacionalista; admirador de la literatura
thusser (1970), Foucault (1988), Regine española de los Siglos de Oro lo que,
Robin (1973) y Haidar (1994), en la como se puede apreciar a través de su
sociología y el análisis del discurso, obra, lo pone en más de una ocasión pre-
trabajan el sujeto del discurso. Lotman juiciosamente en contra de algunas ma-
(1996), en las prácticas semiótico-dis- nifestaciones procedentes de otras co-
cursivas y en la semiótica, tiene como
rrientes y de otros países europeos.
propuesta el sujeto como auditorio;
En el contexto de la referencia que se
y Sánchez Guevara (1999) aporta la
categoría de sujeto semiótico-visual. hace a la ópera como uno de los hábitos
(1999)11 de cierto grupo de personas en la época,
el sujeto aflora en el discurso para califi-
El sujeto de la enunciación es, en el caso car de “reverencia vana” el asistir a óperas
analizado, Ignacio Rodríguez Galván; pe- italianas, y al considerar que alguna gen-
ro, desde la dimensión althusseriana y te de su tiempo asistía a ellas sólo por-
acorde también con Pêcheux, se trata de que le daba estatus, ya que mientras
decían que aquellos cantos eran divinos,
se tapaban los oídos.
el sistema de hábitos y el uso de objetos que El autor de que me ocupo, a pesar de
es el mundo de lo cotidiano que se relaciona con haber reunido en su corta vida (1816-
los niveles no cotidianos ( o especializados co- 1842) una obra de desigual calidad, llegó
mo el saber científico, jurídico y el artístico)”. Cit.
en Novelo y López, op. cit., p.8. a ser un gran poeta, lo que consiguió en
11 Graciela Sánchez Guevara, La configuración de las
identidades nacionales en dos historias oficiales:
un análisis semiótico-discursivo transdisciplina-
rio, p. 214. 12 V. Ibid., p. 216 et seq.
mo, se avino también al pensamiento de los versos anteriores harían pensar en una
Rodríguez quien como intelectual de su belleza extraordinaria; pero, de entra-
tiempo fue, asimismo, un “guardián de la da, dichas propuestas retóricas son cáno-
tradición”; esto es evidente en Profecía de nes para hacer referencia a una belleza
Guatimoc, Eva ante el cadáver de Abel y de naturaleza muy distinta, despropósi-
algunos otros poemas del autor. to que ya marca una cierta intención en
En esa línea, Rodríguez ironiza en algu- el discurso.
nas de sus obras en contra de la imita- Habla después el autor de los hábitos
ción de modas extranjerizantes que rom- de tal señorita y el texto llega a ser sar-
pían con las tradiciones mexicanas de la cástico, de ironía cruel e insultante, so-
época. Es el caso, por ejemplo, del retrato bre todo si se considera que se está
que hace de las “niñas bien” de aquel en- haciendo la descripción de aquella con
tonces en el siguiente fragmento de “La quien el destinatario virtual del poeta se
señorita”, parte de una obra inconclusa va a casar:
que el autor titulara El ángel de la guarda
y que, por cierto, estaba escribiendo el Retrataré sus costumbres
mismo año en que compuso Profecía... para que tu mente alumbres
En éste el autor hace un repaso de las y vivan en unión plácida
actividades de tal tipo de damas, que cual Venus y el cojo dios.
A las once se levanta,
visitaban a los estilistas de la “Peluque-
se viste y pone la planta
ría francesa parisiense”, y define a una sobre la alfombra riquísima
de ellas con la que “alguien” va a casar- y deja escuchar su tos.
se, como…
Es cañonazo de leva,
[…] una muchacha clásica pues al punto se le lleva
como nunca igual se vio. en dos charolas magníficas
algo de desayunar.
Las gracias la dibujaron, Ante el espejo se adorna,
los amores la formaron se mira y á veces torna;
con las reglas de Aristóteles, y canta como Semíramis,
Horacio, Vida y Bualó.20 dirigiéndose a almorzar.
21 Rodríguez Galván, op. cit., pp. 298-299 y 301. 23 Clifford Geertz, La interpretación de las culturas,
22 V. Beristáin, op. cit. p. 20.
románticos?” a lo que responde: “La ver- queños sin que te deslumbre cualquier
dad que escasean porque [el romántico] adelantamiento que logres, estos han
los consideró poco poéticos, con mayor de ser los rudimentos que te enseñarán
razón aún, porque tuvieron en rigor poca aquella ciencia que más se aprende con
la práctica que con la teórica.28
importancia en lo esencial de la vida
romántica”.27 Cita sin embargo a poetas
satíricos hispanoamericanos quienes, di- El protagonista de Tras un mal nos vienen
ce, son sombra del español Mariano José ciento es un hombre avaro quien, ya que
de Larra. Entre ellos, por cierto, no está fue invitado por una mujer amiga suya
Rodríguez Galván; Carrilla se quedó, co- de nombre Mariquita, no está dispues-
mo la mayor parte de los críticos, con la to a perder esa oportunidad de disfrutar
imagen de “El mestizo triste”. una comida gratis. Todo le sucede mien-
tras recorre la ciudad para llegar a su
destino, lo que lo lleva a la conclusión de
ANÉCDOTAS CITADINAS, que, definitivamente, “no se puede an-
COMICIDAD MALICIOSA
dar en México”. Más allá de la ironía, en
esta obrita Rodríguez llega a ser realmen-
Sin embargo, los destellos irónicos que te humorístico.
hemos podido observar en los fragmen- Gregorio Ventrículo, el poblano en
tos de la obra de este autor antes citados cuestión, hombre rico, soltero, gordo
se convierten en auténtica vena cómica y de anteojos, de unos cuarenta años,
en su comedia Tras un mal nos vienen va de paseo a la Ciudad de México y,
ciento, en la que Rodríguez, provinciano justo el domingo, está invitado a comer
que llegó a la ciudad de México a los 11 a casa de Doña Mariquita. Él y su lacayo
años de edad, pone de manifiesto los tenían en el estómago solamente el atole
pesares de un poblano que la visita. del desayuno, pues con ser Gregorio un
Otras publicaciones en la época ad- hombre adinerado procuraba ahorrar
vertían acerca de los peligros de la ciu- todo lo que podía. Ha reservado sitio
dad. Al respecto es alusiva esta carta de en su estómago para todo cuanto pueda
un hombre a su primo que fue a la capi- ingerir en el convite.
tal, publicada en la revista El Museo Yu- Nuestro personaje sale a la calle y
cateco, en 1842: empieza a caminar porque reflexiona …
“—¡Ay –¡Qué lejos está– cerca tengo la
Tú estás pues en ella [la ciudad]; esto Plaza Mayor, y un coche… Cuatro reales
es, en un mar lleno de escollos, bajíos lo menos… ¡Ay Dios mío—”29
y borrascas: no pretendo darte una Diversas peripecias le ocurren al pro-
lección de náuticas para que puedas vinciano en la ciudad, está a punto de
gobernarte en semejante piélago. Si fue- tropezar y exclama:
res cauto al hablar, si dudases de todos,
si manifestases que no deseas nada, y
si fueres moderado con grandes y pe-
28 “A un petimetre, (carta de un hombre a su primo
que fue a la capital” en El Museo Yucateco, Mé-
27 Emilio Carrilla, El romanticismo en la América rida Yucatán, p. 53.
hispánica, t. 1, p. 24. 29 Rodríguez Galván, op. cit., t. II, p. 354.
¡Por poco me rompo la cabeza! ¡Mal- a la iglesia y nada más: ¿Pero en Méxi-
ditos ricos! ¡Qué daño hacen en todas co? Con tanto holgazán y tanto …32
partes! Vea vd, el declive de esa piedra:
¿Para qué sirve? Para que pase la rueda Algunas otras situaciones embarazosas
del coche y se mate la gente honrada. Y debe enfrentar Gregorio en su camino:
además, son tan estrechas estas aceras, se encuentra a unas señoritas conocidas
que no se puede caminar aprisa… ¡Ah!
las cuales, al verlo tan atolondrado, se ríen
¡Condenada suerte!...30
de él; tropieza con una Doña Manuela,
poblana también, quien se le cuelga del
La ciudad es demasiado azarosa para un
brazo y se ofrece a acompañarlo hasta
provinciano como Gregorio. De pronto
San Cosme, sitio en que vive la mujer
choca con una mujer y se suscita el si-
que lo invitó a comer. Lo hace ir “a paso
guiente diálogo:
de tortugas”. Provinciano inexperto, es
sorprendido también por un muchacho
Mujer. ¡Qué bruto!... Pues no me sacó
con su pezuña el zapato que le ofrece unas varas:
Gregorio. ¡Qué zapato, si es chancleta
¡Mujer. Mire qué roto sinvergüenza… Muchacho. Señor, vea vd. este bastón:
¡Qué no se llevara el diablo a estas lo daré barato.
gentes!... Gregorio. No quiero.
Gregorio. ¡Jesús qué boca! Tengamos Muchacho. Se lo he de dar en menos
filosofía.31 de dos pesos.
Gregorio. Ni dado.
Muchacho. Vaya señor, ¿pues qué tan
Más adelante un jinete, por lucir ante las
malo es? (Méteselo en la cara y le da en
damas, acosa su caballo y, gritando: ¡A las narices).
un lado!, lo echa sobre Gregorio quien Gregorio. Paciencia, Dios mío, paciencia.
exclama: “¡A un lado! Y ya me atropelló, y (Apresura el paso: el muchacho lo […]
ya subió el caballo a la acera”. sigue).
El pobre hombre se bajó de la acera Muchacho. Ofrezca vd. Es caña
huyendo del caballo y dio contra los legítima.
frisones de un coche, por lo que recibió Gregorio. No uso caña: me estorba al
un latigazo “que a la sazón le dirigía el andar.
cochero”. Las quejas de nuestro perso- Muchacho. Todos los caballeros la usan.
naje no se hicieron esperar: Gregorio. Pues llévale una a Florismarte
de Hircania.
Muchacho. ¿Dónde lo encontraré?
¡Ay! ... !Ay! Me partió el brazo […] no se
Gregorio. (Iracundo). ¡En el infierno!
puede andar en México, no se puede:
Muchacho. ¿Cuánto da vd. por la caña?
hay muchos coches, muchos caballos
Gregorio. Un real.
… ¡Oh! No cabe duda, hay muchos
Muchacho. ¿Tan poco vale? Nada pesa
caballos en México … En Puebla ya se
señor, púlsela vd. (…) Dóblela vd. Y
podría, porque nadie sale a la calle, y
verá si es buena caña: parece de acero
todos son muy recogidos y puntillosos:
templado.
30 Loc. cit.
31 Loc. cit. 32 Ibid., p. 355.