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textos y contextos

textos y contextos
Revista de la Facultad de Comunicación Social
de la Universidad Central del Ecuador
Año diez Nº 17 Diciembre 2017, Publicación Semestral
ISSN: 1390-695X Quito

Rector:
17
Fernando Sempértegui Ontaneda
Vicerrector Académico:
Nelson Rodríguez Aguirre
Vicerrector de Investigación Doctorados e Innovación:
Washington Benítez Ortíz
Vicerrector Administrativo y Financiero
Marco Posso Zumárraga

Decano: Dimitri Madrid


Subdecana: Ximena Grijalva

Comité Editorial:
Roque Rivas
FACSO - UCE

Fabián Guerrero
Paulina Palacios
Juan Carlos Jurado
Pedro Iván Moreno

Apoyo Administrativo:
Alejandra Ramírez

Editor:
Álvaro Cuadra

Coeditor:
Jimmy Herrera

Comité Externo:
Alejandro Moreano (UASB)
Rosa Solórzano (SEK)
Wladimir Sierra (PUCE)
Carlos Celi (UNAM)

Fotografía de portada:
Shirley Vallejo

Diseño general y maquetación:


Los criterios vertidos Julio C. Enríquez C.
en los artículos son de Stalin Bravo
estricta responsabili-
dad de sus autores y
no reflejan necesaria-
mente el pensamiento
de Textos y Contextos

Bolivia Oe7-132 y Eustorgio Salgado


2509088 2509089
2522170 Ext. 121
textosycontextos.facso@uce.edu.ec
UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR
FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Diciembre de 2017
Quito - Ecuador
P R E S E N T A C I Ó N

América Latina:
Posibilidades para pensar una disciplina

P
ocas veces se advierte que así como habitamos la ciudad, ésta nos habita. Habitar la
ciudad es hacernos cómplices de su espacio laberíntico, secreta cardinalidad dibujada
con ángulos y perspectivas; así también, quedamos atrapados en el tiempo de la ciu-
dad… se nos impone una calendariedad citadina; una historia y una experiencia cotidiana.
Sea que se trate de trasparentes torres de acero y cristal o de vetustas barriadas cenicientas, lo
cierto es que la ciudad es, en sí, todo un imaginario que nos habita. Diríase que habitar una
ciudad es hacernos parte de ella.
La ciudad latinoamericana, tan latina y tan americana, nace como barrocos villorrios
coloniales de aquella Ciudad Letrada que nos refirió Ángel Rama, para mirarse luego, en los
espejos parisinos del siglo XIX. Desde Buenos Aires a Ciudad de México, nuestras elites co-
menzaron a apropiarse, asimilar y traducir, esa nueva arquitectura que era, al mismo tiempo,
un nuevo “imaginario moderno”, una modernidad que en nuestra latitudes no podía sino
devenir una “modernidad oligárquica”
La ciudad en América Latina ha sido una de las preocupaciones fundamentales en
el ámbito de las ciencias sociales. Nuestras capitales, en la actualidad, exhiben no solo las
huellas de siglos sino que también reproduce una vergonzante “ecología de clases”, la mis-
ma que ha marcado el decurso de nuestra historia durante toda nuestra vida como naciones
independientes.
La revista Textos y Contextos no podría desatender un tema que resulta tan contempo-
ráneo como urgente en la reflexión académica latinoamericana. En este número, se incluyen
una serie de artículos que exploran este relación entre modernidad y ciudad; una explora-
ción que no solo es discursiva y escritural sino, además, ensayística visual. Las ciudades en
nuestro continente se nos presentan hoy como una intrincada complejidad social, política y
semiótica. Un abigarrado coro de voces y colores diversos; un pastiche de luces y sombras
que exige e inaugura un imprescindible debate académico en nuestras páginas.

Álvaro Cuadra
Doctor de la Université Paris-Sorbonne. Paris. France .
Docente / Investigador FACSO/UCE
CONTENIDO
Dossier
Ciudad y Modernidad. Imaginario y Mito Aristocrático 11

City and modernity. Imaginary and aristoctatic mith

El narciso democrático 29
The democratic Narcissus

De la Comunidad Política a la Comunidad Musical: politicidad de la música


- musicalidad de la política 37
From political community to musical community: music
politicit – musicality of politics

COMUNICACIÓN, CIUDAD Y ESPACIO PÚBLICO Quito y sus laberintos de


71
enunciación escrita
COMMUNICATION, CITY AND PUBLIC SPACE
Quito and its mazes of written statement

Ensayo Visual
Estenopeica 97
Imágenes 101
DOSSIER
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Ciudad y Modernidad. Imaginario
y Mito Aristocrático
City and modernity. Imaginary and aristoctatic mith

Dr. Álvaro Cuadra


(Santiago, 1956). Pensador, ensayista y académico. Licenciado y Magíster en Letras de la Pontificia
Universidad Católica de Chile. Doctor de la Sorbonne, París, Francia. Catedrático en comunicación
social y Director Académico del Programa de Doctorado en Educación y Cultura en América Latina
de la Escuela Latinoamericana de Estudios de Postgrado y Políticas Públicas (ELAP) de la Univer-
sidad de Arte y Ciencias Sociales (2004 – 2014). Docente e investigador de la Facultad de Comuni-
cación Social (FACSO). Universidad Central del Ecuador.
La obra del doctor Cuadra se abre a la imaginación teórica en busca de miradas inéditas a las trans-
formaciones en América Latina derivadas de los fenómenos de híper industrialización de la cultura
y la expansión de sociedades de consumo. Sus aportes se han visto plasmados en tres ensayos: De la
Ciudad Letrada a la Ciudad Virtual (2003), Paisajes Virtuales (2005), Hiperindustria Cultural (2008).
Asimismo, ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas en diversas latitudes.
.

Resumen
El trabajo de investigación que nos hemos propuesto quiere continuar y profundizar aque-
lla hipótesis, inspirada en los escritos de Walter Benjamin, que ya hemos explorado en una
publicación reciente, a saber: La emergencia de una modernidad temprana, en tanto muta-
ción del ethos en las sociedades burguesas durante la segunda mitad del siglo XIX.

Palabras clave: Hiperindustrialización, cultura, ciudad, imaginarios, seducción

Abstract
The research work that we have set out for us wants to continue and deepen that hypothesis, inspired
by the writings of Walter Benjamin, which we have already explored in a recent publication, namely:
The emergence of an early modernity, as a mutation of ethos in societies Bourgeois during the second
half of the 19th century.

Key words: Historic speech, literary speech, reality, what real is

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Introducción europeas, especialmente París y Londres,


como un modo de asimilar-traducir - crear
El artículo que nos hemos propuesto su propio imaginario social. No estamos, por
quiere continuar y profundizar aquella hi- cierto, ante una traslación mecánica y ab-
pótesis, inspirada en los escritos de Walter solutamente racional, se trata más bien de
Benjamín, a saber: La emergencia de una un fenómeno complejo, lleno de matices
modernidad temprana, en tanto mutación y expresiones diversas. No obstante, cabe
del ethos en las sociedades burguesas durante la reconocer en esta modernidad latinoame-
segunda mitad del siglo XIX, cuyo epicentro fue ricana el mismo acento en una difusa com-
París, capital de la prehistoria moderna. Soste- ponente estética que preside el nuevo ethos de
nemos que la obra de Walter Benjamín descubre las sociedades burguesas europeas. Este fe-
una nueva sensibilidad y una experiencia inédi- nómeno cultural ha sido entendido, de ma-
ta de la modernidad, en la sociedad francesa, du- nera superficial, como un afrancesa miento
rante la segunda mitad del siglo XIX; delinean- de nuestras sociedades. Así, entonces, po-
do de este modo su prehistoria que, desde nuestro demos avanzar una primera hipótesis gene-
punto de vista, no es sino la protohistoria de un ral que anima nuestra empresa: Durante la
ethos de la seducción que cristalizará en las segunda mitad del siglo XIX, se verifica en
llamadas sociedades de consumo en el ca- América Latina, y en particular en Chile,
pitalismo tardío. una mutación cultural de clara inspiración
Este énfasis en cierta componente esté- europea que entraña un proceso de asimi-
tica de la modernidad temprana en Francia lación- traducción - poesis capaz de instituir
que instituye un ethos de la seducción queda un nuevo imaginario social en las elites. Un
de manifiesto en una serie de rasgos de la nuevo “sentido común” que reconfigura el
sociedad parisina que han sido ampliamen- régimen de significación. Esta transforma-
te descritos, entre ellos la irrupción de la ción cultural se expresa en cuestiones, en
remodelación urbana de la mano del barón apariencia, tan distantes y diversas como:
von Haussmann, pero también la Haute la remodelación urbana, los estilos de vida,
Couture o les Grands Magasins o el cartel en la escritura literaria, los formatos periodís-
el nuevo estilo de vida urbano. Una transfor- ticos, la iconografía urbana y, desde luego,
mación cultural de esta envergadura pue- una “división de lo sensible” que entraña nue-
de ser descrita como un cambio profundo vas formas de percepción y ejercicio del po-
en el imaginario social, entendido como el der. Esto es lo que algunos estudiosos han
tramado de significaciones cuasirracionales llamado la “modernidad oligárquica” y que
entre una concatenación simbólica (formas se expresaría en un cierto “barroco burgués”.
y usos escritúrales, icónicos, iconográficos, En suma, en las grandes urbes latinoame-
políticos) y un universo inédito de creen- ricanas se despliega una estetización de la
cias, valoraciones y sensibilidades. cultura, la vida y el poder, un “modo de ser
Pocas veces se ha advertido que las aristocrático”.
elites latinoamericanas miran a las capitales

Álvaro Cuadra
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La interrogantes que plantea nuestra nar, a guisa de ejemplo, aquellas interesan-


investigación atienden, precisamente, a la tes consideraciones consignadas por Jorge
complejidad del proceso de asimilación, Larraín: “ Claudio Véliz ha sostenido, con
tanto como a la traducción, adecuación y buenas razones, que en América Latina se
creación de un imaginario social y su ma- dan cuatro ausencias históricas claves que
nifestación en diversos dominios de la vida condicionan los orígenes de la modernidad
cultural, social y política de fines del siglo y que marcan diferencias sustanciales con
XIX en nuestro país y en otras latitudes de la modernidad europea: la ausencia de feu-
América Latina. ¿Cómo se lee la moder- dalismo, la ausencia de disidencia religiosa,
nidad temprana europea (francesa) entre la ausencia de una revolución industrial, la
nuestras elites ilustradas (artistas e intelec- ausencia de algo parecido a la Revolución
tuales) durante la segunda mitad del siglo Francesa” (Larraín, 2005: 34).
XIX? ¿De qué modo se asimila en nuestra La cultura moderna bien pudiera ser
cultura una cierta “componente estética” ve- entendida como una conjunción tecno- ur-
nida de Europa, en literatura, iconografía, bana-masivo-consumista, en que cada uno de
paisaje urbano? Nuestro objetivo central tales términos inaugura una investigación
no podría ser sino analizar el proceso de profunda y, ciertamente, una reflexión y
asimilación- traducción-creación de la moder- un debate. Nuestro estudio se interesa por
nidad temprana europea como configura- lo urbano, nos interesa destacar la ciudad
ción de la modernidad oligárquica, en tanto como centro de gravedad y espacio privi-
un nuevo imaginario social basado en la es- legiado donde se realiza una cierta noción
tetización de la cultura, la vida y la política de modernidad. Es en la ciudad donde se
de la elite chilena durante la segunda mitad reconfigura la calendariedad y la cardina-
del siglo XIX. Esto nos llevara, ineluctable- lidad, así como un “sensorium de masas”
mente a poner en relación la remodelación inmanentes a lo moderno. Sin embargo,
del paisaje urbano y la emergencia de una la modernidad en América Latina debe
mitología aristocrática como modo de ser En confrontar una particular configuración
suma, nos proponemos revisar el mito aris- histórica y social. En nuestras tierras, más
tocrático como génesis y consolidación de que a una modernidad a secas, asistimos a
un imaginario social, un “sentido común” una cierta modernidad oligárquica (Larraín,
inédito que sostiene una cierta conciencia 2005: 41).
oligárquica que se expresará en el dominio Es esta modernidad sui generis la que
cultural, social y político. se va a escenificar en nuestras ciudades
en la segunda mitad del siglo XIX. Desde
una perspectiva metodológica la ciudad
constituye nuestro campo o ámbito de ob-
1.- La ciudad aristocrática: servación, sin embargo, nuestro campo de
De Haussmann a Vicuña Mackenna análisis es, precisamente, un singular ima-
ginario social que caracterizó la moderni-
La noción de “modernidad” ha sido dad entre nosotros y que, por decirlo así,
uno de los conceptos más polémicos y con- se despliega en la urbe. Esta nueva lógica
troversia les en el pensamiento teórico con- moderna y oligárquica al mismo tiempo es
temporáneo. Esta complejidad se vuelve una matriz que va a prefigurar toda textua-
mucho mayor al intentar pensar la moderni- lidad posible. La ciudad es matriz escritu-
dad en nuestras latitudes. Bástenos mencio- ral que se expresará en diversas superficies

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significantes, arquitectura, imagen, escritu- espacial sino que se corresponde con un


ras. Como nos advierte Julio Ramos: “En singular imaginario social de los sectores he-
el periódico la comunicación se desprende gemónicos.
de un contexto delimitado de enunciación, Si es cierto que la ciudad de Santia-
configurando un mundo-de-vida abstracto, go es el espacio en que se pone en escena
nunca totalmente experimentado por los una cierta “modernidad oligárquica”, cuyo
lectores como el campo de su existencia
imaginario se expresará en tanto una mi-
cotidiana. En ese sentido, el periódico pre-
tología aristocrática, un imaginario que da
supone la privatización de la comunicación
cuenta de las condiciones económicas y
social, así como epitomiza el sometimiento
sociales hacia el año 1900; Podemos, en-
del sujeto - en el proceso de esa privatiza-
tonces, profundizar la hipótesis expresada
ción - bajo una estructura de lo público que
por Julio Ramos y entender lo escritural
tiende a obliterar, cada vez más la experien-
no sólo como una proyeccción isomórfica
cia colectiva. En ese sentido, el periódico
respecto de lo urbano sino establecer una
hace con el trabajo sobre la lengua lo que
suerte de isología entre la modernización de
la ciudad hacía con los espacios públicos
la ciudad y la escritura de la época: Ambas
tradicionales. No está demás, por eso, leer
significantes de un mismo imaginario oli-
el periódico como la representación (en la
gárquico-liberal.
superficie misma de su forma) de la orga-
nización de la ciudad, con sus calles cen-
trales, burocráticas o comerciales, con sus
pequeñas plazas y parques, lugares de ocio
2.- Modernización urbana
y reencuentro” (Ramos, 2003: 163).
En suma, el trayecto de nuestra in- El despliegue de un proyecto moder-
vestigación quiere poner en relación dos no en la capital de Chile se inscribe en un
cuestiones que nos parecen centrales en fenómeno más amplio de carácter conti-
la conformación de la sociedad chilena nental. Tal como ha escrito José Luis Ro-
de fines del siglo XIX: la remodelación mero: ”Desde 1880 muchas ciudades lati-
de la ciudad capital y la cristalización de noamericanas comenzaron a experimentar
una cierta mitología aristocrática en nues- nuevos cambios, esta vez no sólo en su es-
tras elites. Nuestra hipótesis apunta a que tructura social sino también en su fisono-
ambos fenómenos responden a una misma mía. Creció y se diversificó su población,
matriz de pensamiento, esto es, un modo se multiplicó su actividad, se modificó el
peculiar de asimilar y concebir la moder- paisaje urbano y se alteraron las tradicio-
nales costumbres y las maneras de pensar
nidad europea, lo que podríamos llamar
de los distintos grupos de las sociedades ur-
“modernidad oligárquica”. Es esta “moder-
banas. Ellas mismas tuvieron la sensación
nidad oligárquica” la que preside las estrate- de la magnitud del cambio que promovían,
gias de transformación del espacio urbano entre embriagadas por el vértigo de lo que se lla-
1872 y 1875 y - al mismo tiempo - se proyecta maba el progreso, y los viajeros europeos
en los comportamientos sociales como mito aris- se sorprendían de esas transformaciones
tocrático. De este modo, la “modernidad oligár- que hacían irreconocible una ciudad en
quica” no sólo se expresa como especialización veinte años. Fue eso, precisamente, lo que,

Álvaro Cuadra
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al comenzar el nuevo siglo, prestó a la ima- ción la encontraremos en tierras america-


gen de Latinoamérica un aire de irreprimi- nas, de un modo u otro, en nuestros gran-
ble e ilimitada aventura” (Romero, 2004, des artistas demoledores. Así, por ejemplo,
247) Esta aseveración debe ser matizada, notemos la proximidad del pensamiento
pues, admitiendo que, en efecto, durante de nuestro gran reformador Benjamín Vi-
la segunda mitad del siglo XIX se produ- cuña Mackenna con el pensamiento de
jo una transformación urbana acelerada, Haussmann, cuando se refiere a los secto-
ésta estuvo restringida a las grandes ciuda- res populares de Santiago: “Estos según el
des, y más todavía, a ciertos sectores de las remodelador, eran una verdadera “ciudad
grandes ciudades Los cambios acaecidos bárbara injertada en la culta capital de Chi-
en las grandes urbes latinoamericanas po- le y que tiene casi la misma área de lo que
seen como punto de referencia la ciudad puede decirse forma el Santiago propio, la
de París. Como se sabe, fue en la capital ciudad ilustrada, opulenta, cristiana”. Su
de Francia, donde cristalizó un proyecto diagnóstico de los arrabales era muy ne-
de transformación urbana destinado a ser gativo calificándolos de “aduar africano”,
una suerte de modelo para otras socieda- “tolderías de salvajes”, “pocilgas inmun-
des burguesas. De la mano del barón von das” que constituían “una inmensa cloa-
Haussmann, París, la capital de la prehisto- ca de infección y de vicio, de crimen y de
ria moderna, inicia un proceso de transfor- peste, un verdadero potrero de la muerte”.
mación acelerado hacia 1859: “La ciudad En consecuencia, este proyecto fue presen-
de París entra en este siglo en la figura que tado no tanto como una acción de reforma
le dio Haussmann. Puso por obra su revo- o remodelación, sino como un deber de
lución de la imagen de la ciudad con los filantropía, de honra y salvación, sugirién-
medios más modestos que imaginarse pue- dose que lo único posible era la “destruc-
da: palas, picos, palancas y cosas parecidas. ción completa de todo lo que existe” y la
¡Y cuál fue la destrucción que provocaron promulgación de normas legales que obli-
medios tan limitados!. . . Haussmann puso gasen a los especuladores de terrenos “a
manos a la obra en 1859. Proyectos de ley construir para el pueblo habitaciones que,
le habían abierto camino y su necesidad se aunque ordinarias y baratas, consulten las
sentía desde tiempo ha. En la obra citada comodidades y ventajas indispensables a la
escribió Du Camp: ‘Después de 1848 París conservación de la vida física y moral” (De
estaba a punto de convertirse en inhabita- Ramón, 2000: 147).
ble. La constante expansión de la red del Para hacerle justicia a la figura de
ferrocarril...apresuraba el tráfico y el creci- Benjamín Vicuña Mackenna es menester
miento de la población urbana. Las gentes situarlo en su contexto de época. Podría-
se ahogaban en las antiguas y estrechas ca- mos decir que se trató de un auténtico li-
llejuelas, sucias y retorcidas, en las que no beral del siglo XIX, como muy bien lo des-
tenían más remedio que sentirse acorrala- cribe el historiador Sergio Grez: “Imbuido
das” (Benjamin, 1988: 104). de la cultura europea, Vicuña Mackenna
Es interesante consignar los argu- trató de sembrar en Chile el ideal de civili-
mentos en nombre de los cuales Hauss- zación que predominaba en el mundo occi-
mann - el artista demoledor - lleva adelante dental. Una activísima labor a la cabeza de
su proyecto: higienismo, control policial de la Intendencia de Santiago (1872-1875) dio
barrios conflictivos y, desde luego, el nego- cuenta práctica de ese proyecto. Su plan de
cio inmobiliario. Esta misma argumenta- transformación de la capital se propuso,

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entre otros objetivos, la canalización del lo consigna el mismo autor: “En torno a
Mapocho, construcción de un camino de Sarah Bernhardt se habría dado, pues, una
cintura, de mercados y escuelas, transfor- “lucha política sorda” que supuso la casi
mación de los barrios pobres de la zona sur, ausencia de comentarios de la actriz en el
dotación de agua potable, apertura de ca- bando conservador, así como, en el otro
lles, construcción de canales y de un nuevo bando, la reunión de determinados escrito-
matadero, supresión de las chinganas pú- res...” (Ossandón,2007:44) Es claro que la
blicas y su reemplazo por casas de diver- presencia de estas figuras venidas de Euro-
sión popular, creación de nuevas plazas y pa significó, en su momento, una reconfi-
paseos, entre ellas su obra más conocida, guración del espacio público y constituyen
el paseo del cerro Santa Lucía. A pesar de interesantes indicios de mutaciones socia-
numerosas críticas, bajo la dirección perso- les y culturales. Tal como nos advierte Car-
nal de “el loco del Santa Lucía” (como em- los Ossandón: “¿Qué ha tenido que ocurrir
pezaron a llamar a Vicuña Mackenna los para que a la vuelta de pocos años, estos
mediocres de aquella época), el proyecto seres “pecaminosos” o sobre los cuales
se concretó en apenas tres meses y medio caían no pocos recelos se les acogiera más
en sus aspectos principales. Como hombre ampliamente y con renovado entusiasmo?
de su tiempo y de su clase -la fracción más Hay un conjunto de factores que han desta-
ilustrada y aburguesada de la aristocracia cado los estudios históricos y que permiten
criolla-, Benjamín Vicuña Mackenna fue una primera aproximación: el desarrollo de
un auténtico liberal del siglo XIX. Eso la ciudad y el incremento de su población,
explica su acción progresista en muchos la emergencia de nuevos actores sociales, el
campos, pero también las críticas que des- desarrollo de los medios de comunicación
de nuestra perspectiva podemos formular y de la empresa editorial moderna, entre
a su pensamiento y obra en temas como otros” (Ossandón, 2007: 59).
la cuestión mapuche o su proyecto de ciu- La inspiración haussmanniana está
dad” (Grez, 2009). fuera de toda duda, nuestros reformadores
Hagamos notar que nuestro gran re- tenían en mente los lujosos paisajes parisi-
formador no solo era tenido por un liberal nos a la hora de emprender su demolición
cosmopolita sino que, en algún sentido se de los vestigios coloniales1. Como sostiene
comportaba como tal, de hecho, mientras Romero: “El ejemplo del barón Hauss-
era Intendente de Santiago, recibe a Adelai- mann y de su impulso demoledor alimen-
da Ristori, la “sublime trágica”, una actriz tó la decisión de las nuevas burguesías que
de renombre que causó gran revuelo en el querían borrar el pasado, y algunas ciuda-
país en 1874. Escribe Ossandón: “Se sabe des comenzaron a transformar su fisono-
que Adelaida Ristori fue posteriormente mía: una suntuosa avenida, un parque, un
homenajeada por el mismísimo Benjamín paseo de carruajes, un lujoso teatro, una ar-
Vicuña Mackenna, a la sazón Intendente quitectura moderna, revelaron esa decisión
de Santiago, quien le ofreció un almuerzo
en el Cerro Santa Lucía” (Ossandón, 2007:
1  Ricardo Larraín Bravo, uno de los
42) Este antecedente no es menor en cuan- arquitectos más destacados en nuestro país durante
to las visitas de artistas europeos ponían en los primeros años del siglo XX se formó, justamente,
tensión a la conservadora sociedad chilena en L’Ecole Speciale d’Architecture de París. Su obra
está todavía presente en el sector de Dieciocho,
de la época, tal como ocurriría con la visita avenida República y en las inmediaciones del
de Sarah Bernhardt años más tarde, como Parque Forestal.

Álvaro Cuadra
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aun cuando no lograran siempre desvane- una especialización del espacio urbano que
cer el fantasma de la vieja ciudad. Pero las hará explícita la separación entre los más
burguesías podían alimentar sus ilusiones adinerados, los emergentes sectores medios
encerrándose en los ambientes sofisticados y los más pobres (Ortiz, 2000: 28) En po-
de un club hermético o un restaurant de cas palabras, lo que Haussmann demuele
lujo. Allí se anticipaban los pasos que tras- son las antiguas murallas de la ciudad me-
mutarían a “la gran aldea” en una moder- dieval para instituir una nueva racionalidad
na metrópoli” (Romero, 2004: 248). del espacio, nuevos muros de París, esta
Las ilusiones de las burguesías lati- vez como una ecología de quartiers, esto
noamericanas se afincaron, por cierto en es como una ecología de clases, para expre-
determinados “imaginarios sociales”, los sarlo en los términos que utiliza Richard
mismos que hicieron posible el despliegue Sennett (Sennett, 1978: 170) El “urbanis-
de una cierta “mitología aristocrática” en los mo”, en efecto, puede ser entendido como
centros urbanos. Conviene adelantar que la proyección y base de esta separación en
en la sociedad chilena de fines del siglo el territorio mismo en que se despliega la
XIX se constituye un imaginario social que, economía del capital. Se trata, en rigor, de
en efecto, fue condición de posibilidad para un predominio topológico que asegura el
que se erigiera un mito aristocrático2. Enten- control, la posibilidad de la coexistencia
demos la noción de imaginario social en el misma por sobre el devenir temporal, la
sentido preciso que le otorga Cornelius historia. Como escribe Guy Debord: “El
Castoriadis, cuando escribe: “El imagina- urbanismo es la consumación moderna de
rio dei que hablo ya no es imagen de. Es la tarea ininterrumpida que salvaguarda el
creación incesante y esencialmente indeter- poder de clase: el mantenimiento de la ato-
mización de los trabajadores a quienes las
minada (social, histórica y psíquica) de fi-
condiciones urbanas de producción habían
guras / formas / imágenes, y solo a partir
reunido peligrosamente” (Debord, 1995:
de éstas puede tratarse de “algo”. Lo que 172).
llamamos “realidad” y “racionalidad” son En el caso de la capital chilena se
obras de esta creación” (Castoriadis, 1989: hará explícita una ecología de clases en el
29) El mismo Castoriadis va a subrayar el proyecto moderno-civilizador, una suerte
carácter creativo de lo histórico: “La his- de muro entre la “ciudad bárbara” y aquella
toria es esencialmente poiesis, no ya poesía “ Ilustrada, opulenta y cristiana” - el llamado
imitativa, sino creación y génesis ontológi- “camino de cintura” - que dio comienzo a
ca en y por el hacer y el representar / de- la remodelación de Santiago, dirigida por
cir se instituyen también históricamente, a Vicuña Mackenna desde 1872 hasta 1875:
partir de algún momento, como hacer pen- “Comenzó por establecer que, para los
sante o pensamiento que se hace” (Casto- efectos de la “edilidad”, es decir, para sus
riadis, 1989: 29). necesidades de pavimento, aceras, planta-
Al igual que en París, la transforma- ciones, alumbrado, seguridad, uso de agua
ción de nuestras grandes ciudades significó potable y otras, la ciudad debía ser dividida
en dos sectores: uno, “la ciudad propia su-
jeta a los cargos y beneficios del municipio
2  Hemos tomado el concepto de “mito y (otra) los suburbios, para los cuales debe
aristocrático” de Barros,L y Ximena Vergara. El
modo de ser aristocrático. Santiago. Ediciones existir un régimen aparte, menos oneroso
Aconcagua. 1978. y menos activo...Para llevar a cabo esta

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demarcación, propuso y construyó lo que parque, para lo cual el mismo señor Luis
él llamó “camino de cintura” que tendría, Cousiño, entre los años 1870 y 1873, dio
además, otros efectos como el de establecer los fondos para trazar la construcción de
una especie de cordón sanitario, por me- dicho paseo. Una tercera circunstancia que
dio de plantaciones, contra las influencias favoreció a este barrio fue el establecimien-
pestilenciales de los arrabales, y el de des- to del Club Hípico, al mejor estilo de los
cargar a los barrios centrales del exceso de que se usaban en Europa, para lo cual, una
tráfico, creando, al mismo tiempo, alrede- sociedad anónima establecida al efecto ad-
dor de la ciudad diversos paseos circulares quirió en 1870 los terrenos de la chacra de
que acercarían a los extremos, abreviando “Padura”, conjunta al Parque Cousiño, en
distancias. Este camino, del cual entonces la que se trazaron las canchas y los edificios
solo se construyó su trazado sur y oriente y jardines complementarios. Todo esto,
construyó su trazado sur y oriente (hoy las que tendía a combatir “el aburrimiento”
avenidas Matta y Vicuña Mackenna res- de una clase social ociosa y poco cultivada
pectivamente) , ha recibido nuevo impulso intelectualmente, explica la preferencia que
al ser incluido en el Plan Intercomunal de ella tuvo por este barrio frente a la opción
1960” (De Ramón, 2000: 146) Notemos que pudo hacer por el barrio de Yungay. En
que junto al concepto de desarrollo urbano efecto, aunque dicho barrio contaba con un
concurren, a lo menos, tres criterios para parque provisto de algunos entretenimien-
explicarlo tanto en nuestro país como, más tos como lo era la Quinta Normal, tales
ampliamente, en otros países latinoameri- “entretenciones” exigían algún refinamien-
canos, a saber: la segregación espacial que to intelectual como eran sus museos, jardín
hemos llamado ecología de clases, la renta zoológico y jardín botánico” (De Ramón,
urbana y la remodelación propiamente tal 2000: 142).
(De Ramón, 1985: 199). En los extramuros del “Santiago pro-
Si en París el río Sena constituyó el pio” estaban desde sus inicios las barriadas
principio axial de la segregación espacial, de los pobres. La existencia de estos barrios
en nuestra capital fue la Alameda de las De- se relaciona estrechamente con un modo
licias la que demarcó con nitidez barrios y peculiar en que se entendió la propiedad
clases sociales. En la vereda norte de este del suelo. Por de pronto, la caracterización
importante avenida, próxima a la Quinta jurídica de esta mercancía: “...se trata de
Normal de Agricultura, se estableció una cre- una mercancía que no tiene trabajo incor-
ciente clase media e intelectual, mientras porado, puesto que la tierra es un elemento
que las clases más adineradas se establecie- de la naturaleza y no producto del trabajo
ron en la vereda sur, entre la Alameda y el del hombre, no obstante lo cual, pasa a te-
Campo de Marte, entre las actuales aveni- ner valor de cambio. La explicación prácti-
das Dieciocho y República: ’’Sin duda que ca que ha tratado de darse a este problema
para que esto último sucediera, dichas fa- se sitúa en tres factores: el primero será el
milias fueron motivadas por varios aconte- derecho de propiedad exclusivo y excluyen-
cimientos de importancia. Uno de ellos fue te, garantizado por el sistema jurídico; el
la construcción por el señor Luis Cousiño segundo consiste en suponer que el precio
de una residencia muy suntuosa en la calle del suelo no expresa el precio de compra,
del Dieciocho. Otro, todavía más decisi- sino el precio de la renta que éste produce;
vo, lo constituyó la transformación de una el tercero, en la cantidad de trabajo reali-
parte del antiguo Campo de Marte en un zada para “mejorar” o “habilitar” el suelo,

Álvaro Cuadra
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aunque estas obras o acciones no hayan con ellos levantar su pobre morada, que-
sido hechas por el propietario, sino por el dando ésta hundida con respecto a la vere-
fisco...” (De Ramón, 2000: 143) Este hecho da y expuesta a las inundaciones causadas
explica, en parte, cómo el negocio inmobi- por las lluvias. En el año 1900 se cobraba
liario fue un factor preponderante en la ins- un alquiler de veinte centavos al mes por
tauración de una ecología de clases en la capi- vara cuadrada, no quedando el propietario
tal chilena, como bien apunta De Ramón: obligado a nada, puesto que el simple atra-
“Lo anterior hizo que se diera en Santiago so del inquilino habilitaba al mayordomo
la posibilidad de intensificarse la segrega- o administrador para expulsarlo de estas
ción espacial según estratos sociales, segui- poblaciones y para embargar lo poco que el
da por una reacomodación efectuada por deudor tenía para hacerse pago de su deu-
los particulares que encontrarían en ella la da” (De Ramón, 2000: 145).
oportunidad de hacer “pingües” ganancias. Los “Potreros de la muerte”, como
Por supuesto que las consecuencias de todo llamó Vicuña Mackenna a los arrabales,
esto significaban para la ciudad también la crecían por fuera de la ciudad ilustrada,
intensificación del deterioro de algunos de convirtiéndose, de hecho, en una amenaza
sus sectores menos favorecidos por este que sirvió, en parte, para implementar la
juego de intereses” (De Ramón, 2000: 143) remodelación de la urbe. Una descripción
Debemos destacar a este respecto que el básica de estos barrios bajos es la que nos
modo en que se administraba el suelo de ofrece De Ramón, en los términos siguien-
los pobres se rigió por un modelo de reten- tes: “Mientras tanto, crecían los suburbios
ción especulativo que ha sido llamado “ren- pobres en la periferia santiaguina. Se man-
ta absoluta’ (De Ramón, 2000: 145). tenían todavía los ya tradicionales que se
En este punto debemos aclarar que vieron en 1802 y que se desarrollaron sobre
hay una estrecha relación entre las barria- los márgenes del río Mapocho y, en menor
das pobres del Santiago finisecular y las medida, hacia el oriente junto a las Cajas
grandes familias que lucraban con este tipo de Agua (actual Plaza Baquedano) y en el
de renta con la complicidad de los poderes borde sur de Santiago. A éstos se habían
públicos de la época: “Se aprecia así que agregado durante la segunda mitad del si-
los organizadores de las barriadas más po- glo XIX otras barriadas muy miserables.
bres de Santiago tenían una estrecha vin- Una era el inmenso campamento llamado
culación no solo con las familias más po- por Vicuña Mackenna el “Potrero de la
derosas de Santiago, sino también con los Muerte”, que ya existía en 1840, pero que
poderes públicos que habrían sido los úni- treinta y tres años más tarde, abarcaba gran
cos que podían controlar su acción. Todos parte de la antigua chacra de “El Conven-
ellos eran responsables de crear verdaderos tillo”, extendiéndose desde el norte en la
submundos, los cuales, pese a su terrible actual avenida Matta, hasta el zanjón de
miseria, eran sin embargo fuente de lucro la Aguada por el sur, en una extensión de
para los propietarios. Como denunciaba un unas doce manzanas y un ancho de otras
periódico santiaguino años más tarde, “los seis entre las actuales calles de Santa Rosa
grandes propietarios lo son allí únicamente y San Ignacio, con una superficie de unas
del suelo; ellos arriendan el piso a un pobre 70 manzanas (110 hectáreas). La segunda
que se encarga de hacer su cuartucho o ran- barriada, situada al oeste de Santiago, era
cho”. Estos “arrendatarios” generalmente conocida con el nombre de “Chuchun-
debían cavar el suelo para hacer adobes y co”, nacida junto a la Estación Central, en

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la misma época en ésta fuera construida supone dos operaciones, la primera sería
(1860) y que se la estimó como una de las una obra de demolición al igual que en París
más peligrosas de toda la capital. Final- (“destrucción completa de todo lo que existe”) y,
mente hacia el norte de Santiago, pero en ciertamente, la remodelación del paisaje urba-
la ribera sur del río, se había formado desde no según los criterios inspirados en Hauss-
1840 una población muy miserable y que mann, pero adaptados a las creencias, mi-
llamó la atención de Vicuña Mackenna en
tos y valores de la realidad local. Podría-
1873. A esta población se refería Sarmien-
to cuando hablaba de la villita de Yungay, mos afirmar que la ciudad de Santiago, en
la cual tenía “por el camino de Valparaíso” cuanto orden simbólico va a arraigarse en
(calle San Pablo) que pasa por su costado lo propio de las elites locales. Como bien
norte, un guangualí inmediato que vendría advierte Castoriadis: ”La sociedad consti-
a ser como su arrabal” (De Ramón, 2000: tuye cada vez su propio orden simbólico,
144) La remodelación de Santiago conoció en un sentido muy distinto de la manera en
también una dimensión de “embellecimiento que lo puede hacer el individuo. Pero esta
estratégico”, pues, quiérase o no, la remode- constitución no es “libre”. Su materia la
lación era apenas un conjunto de “mejoras habrá de sacar también de “lo que ya está
cosméticas” (Salazar, 1985: 233) que no aten- ahí”. Esto es ante todo la naturaleza - y
dían al problema de fondo, esto es, a una como la naturaleza no es un caos, como los
profunda desigualdad social y económica
objetos están vinculados unos a otros, ello
que vivió el país durante todo el siglo XIX.
De suerte que, de manera inevitable, todas trae consecuencias” (Castoriadis, 1989:39).
las medidas edilicias debían considerar, a Habría que insistir en este punto y
la par, medidas policiales y represivas. La subrayar con Castoriadis que el orden sim-
transformación de Santiago, ciudad capital bólico se instala en un dominio de ambi-
de Chile, trajo como consecuencia inevita- güedad en que se conjuga lo histórico, lo
ble una mutación social y cultural, nuevos natural y cierta racionalidad inmanente a
estilos de vida, nuevos tipos sociales retra- lo social: “La sociedad constituye su pro-
tados en la literatura, un nuevo imaginario pio simbolismo, pero no en total libertad.
social que va dejando atrás el primer siglo El simbolismo se agarra de lo natural, y se
republicano para inaugurar lo que será el agarra de lo histórico (de lo que ya estaba
siglo XX. La “modernidad oligárquica” va ahí); y, por último, participa de lo racional.
a adquirir en nuestro país un rostro inédito,
Todo esto produce una concatenación de
una mitología aristocrática que ha de con-
vivir con la emergencia de clases medias los significantes, unas relaciones entre sig-
y un mundo popular que encuentra en la nificantes y significados, unas conexiones
periferia de la ciudad su propio espacio, su y consecuencias, a las que no se apuntaba
vida propia. ni estaban previstas. Ni libremente elegido,
ni impuesto a la sociedad considerada, ni
simple instrumento neutro y medio trans-
parente, ni opacidad impenetrable e irre-
ductible adversidad, ni amo de la sociedad
3.- Ciudad, imaginario y mito aristocrático
ni dócil esclavo de la funcionalidad, ni me-
dio de participación directa y completa en
La expansión y crecimiento de la
un orden racional, el simbolismo determina
urbe es un factor preponderante, aunque
ciertos aspectos de la vida de la sociedad...a
no el único, que condiciona los fenómenos
la vez que está lleno de intersticios y grados
sociales y culturales. La ciudad anhelada
de libertad” (Castoriadis, 1989: 41).

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Si entendemos el “mito aristocrático” remodelación urbana y la emergencia de un


como un “modo de ser”, habría que aclarar singular mito aristocrático en la sociedad chi-
que estamos hablando de ciertos significa- lena no son sino dos facetas de un mismo
dos comunes a un grupo de individuos en fenómeno: la profunda transformación del
un tiempo histórico y en una sociedad de- imaginario social. Una transformación ins-
terminados. Debemos detenernos en este pirada en Europa, ciertamente, pero que
punto y examinar, aunque sea somera- contiene una poesis propia de carácter cua-
mente, que se puede entender por “modo de sirracional. Estamos frente a una suerte de
ser”. Es claro que hacia el 1900 se verifica régimen de significación que posee un grado
en la sociedad chilena y en otras capitales de racionalidad, pero que contiene, ade-
latinoamericanas una mutación cultural que más, la posibilidad de desplazar y conden-
afecta, principal mente, a las elites urba- sar sentidos, lo cual lo aleja de una lógica
nas. Se produce un cambio en el compor- discursiva y, desde luego, de la lógica pura.
tamiento, en las costumbres, usos y valores En efecto, el modelo inspirador fue impor-
de la naciente burguesía. El diagnóstico tado de las capitales europeas, el París de
ha encontrado consenso y apunta a una Napoleón III y, desde luego, el Londres
aristocratización de nuestras elites criollas, de la Inglaterra victoriana. No obstante, es
un cambio en las costumbres que ha sido claro que, como nos enseña Castoriadis, se
llamado, por algunos, “barroco burgués”, un produce una concatenación simbólica que
nuevo ethos que se expande como imitación mezcla lo importado con las condiciones
de los centros europeos; un estilo de vida que locales, la racionalidad funcional con otros
se encuentra retratado en el naturalismo la- aspectos cuasirracionales.
tinoamericano. En el caso chileno, destaca Para decirlo con las mismas palabras
la figura de Luis Orrego Luco y su nove- de Castoriadis y a modo de una conclusión
la Casa Grande, publicada en 1908, donde teórica todavía muy provisoria: “La histo-
retrata literariamente el nuevo modo de ser ria es imposible e inconcebible fuera de la
que se ha apoderado de las más conspicuas imaginación productiva o creadora, fuera de lo
familias santiaguinas. que llamamos el imaginario radical tal como
No resulta fácil intentar explicar esta se manifiesta a la vez e indisolublemente
nueva sensibilidad que afectó a las más dis- en el hacer histórico y en la constitución,
tinguidas familias de nuestro medio. Diga- anteriormente a cualquier racionalidad
mos, por de pronto, que esta mutación cul- explícita, de un universo de significaciones”
tural se escenificó en las grandes ciudades (Castoriadis, 1989: 53) Observemos que ni
latinoamericanas, las mismas que habían
sido remodeladas y estaban en un acele-
rado proceso de modernización y diferen- es, justamente, la reinvención del espacio y el
tiempo que cristaliza en las urbes y sus flujos...
ciación3. Esto nos lleva a sospechar que la Así, la arquitectura, la disposición de calles y
edificios, no son sino los signos de un imaginario
3  Hagamos notar que, no obstante, la ciudad temporoespacial que encuentra su materialidad
no sólo es lugar de confrontación sino espacio de significante en los diversos paisajes urbanos. Una
vida cotidiana. La ciudad como dispositivo de la arquitectura que no advierta la vida en las ciudades
modernidad es el despliegue de espacio y tiempo; sólo sirve para construir cementerios, pues la
así como el despliegue de los signos construye el ciudad es ritmos, rutinas, flujos en relación a las
imaginario, y con ello la realidad social; la ciudad formas. Véase:
instituye, en primer lugar, el espacio tiempo en
que acontece la percepción y la experiencia. En un Cuadra, A. Ópticas de la modernidad. Madrid.
sentido lato, podríamos afirmar que la modernidad Editorial Académica Española. 2013.

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la “realidad” ni la “racionalidad” son capa- de mundo de la elites de todo el mundo y


ces de explicar por sí mismas una determi- va a integrar a amplios sectores de las cla-
nada configuración de significaciones. Nos ses populares. Es interesante a este respecto
parece que esta cuestión resulta fundamen- oponer la noción de “fetiche de la mercancía”
tal para intentar esclarecer el mito aristocrá- en Marx a aquella de “fantasmagoría” en
tico en la sociedad chilena de fines del siglo Benjamín: “La técnica moderna o tecno
XIX. ciencia no escapa a esta lógica del merca-
Digamos de entrada - siguiendo a do, pero con una particularidad. La técnica
Pierre Ansart - que todo mito no se agota moderna tiene algo que no tenía la produc-
en una creencia o acto de fe, sino que alu- ción industrial. Hay un cambio sustancial
de más bien a una “experiencia cotidiana”, en el carácter de mercancía. Y para apre-
el “imaginario vivido”. Podríamos repetir ciarlo no tenemos que ir a la fábrica sino
con este autor: “La lógica social, en su to- a los escaparates. La diferencia se aprecia
talidad, se halla transcrita en la lógica del no en la producción, que puede ser formal-
mito” (Ansart, 1989: 95) Esta lógica social mente igual, sino en el consumo. En la sig-
va a adquirir entre nosotros la forma de un nificación que tiene hoy el consumo de la
relato mítico cuyas dimensiones estatuyen técnica: un coche, por ejemplo, no vale por
matrices de intelección de la vida, del mun- el servicio que presta, ni por la millonada
do y de la sociedad. En este sentido, Ansart que hay que pagar, sino, sobre todo, por
nuevamente: “Con respecto a la organiza- el prestigio que lleva consigo. Por eso dice
ción social en la que viene formulado, el que el centro de atención no es la fábrica
mito aparece como un sistema de represen- (lugar de la producción), sino el escaparate
tación estructurado de acuerdo a las cate- (lugar del consumo). A eso lo llama Ben-
gorías y prácticas sociales...Las finalidades jamín fantasmagoría, para distinguirlo del
esenciales de la vida colectiva están implí- fetichismo, que era el fenómeno propio de
citamente enunciadas en el relato, y la fina- la producción industrial anterior” (Reyes
lidad suprema corresponde precisamente a Mate, 2003: 8).
la realización del mito, a la fidelidad a los El barroco burgués latinoamericano es
modelos y a la renovada presentación, me- la concatenación simbólica que manifiesta
diante el rito y la ceremonia, de ese sentido un nuevo universo de significación: La mu-
colectivo” (Ansart, 1989:96). tación de un imaginario anclado en modos
Conviene recordar aquí que en la represivos de dominación que se desplaza-
ciudad de París se escenificó una transfor- rá hacia formas inéditas de politicidad cuyo
mación profunda del ethos burgués que, en vértice no es otro que la componente estética,
otras páginas, hemos llamado una sociedad en cuanto “división de lo sensible”.
de la seducción (Cuadra, 2013) En pocas pa- De este modo, lo aristocrático como
labras, fue la burguesía parisina la primera “modo de ser” o nuevo vector de la cultura
en integrar plenamente la componente estéti- urbana de las elites criollas, emergerá desde
ca en su valoración del mundo y de la vida. las lógicas de la seducción y el fasto. Haga-
Tal como queda en evidencia en el “Libro mos notar, no obstante, que lo estético fue un
de los pasajes” de Walter Benjamín, fue en la interés genuino en algunos sectores de las
Ciudad Luz donde cristalizó no solo un nue- nuevas burguesías, aunque siempre como
vo “sensorium de masas” sino, en toda su ra- gesto político de superioridad.
dicalidad, un nuevo vector cultural, una esteti- La transformación acelerada del ima-
zación de la vida que va a trastocar la visión ginario social no estará exenta de tensiones,

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sobre todo, al interior mismo de las elites. cepto de modo de ser” (Barros, 1978: 9).
Un comentario de Barros y Vergara es es- Si entendemos el “modo de ser aristocrático”
clarecedor a este respecto: “Que se des- como la irrupción de un nuevo régimen de
truyan los antiguos lazos de caridad que significación, es claro que éste no se agota
hacían de patrones y trabajadores una sola en la dimensión económica - cultural, esto es
familia, tiene mucho que ver con el apego a en los modos de producción, distribución y
la vida mundana y con la extranjerización consumo de bienes simbólicos. Se requiere
de las costumbres. Abundan ahora los ‘fla- considerar, desde luego, el conjunto de me-
mantes señoritos de París’, ensimismados diaciones que podríamos llamar modos de
en sus placeres y con los ojos puestos en significación, en cuanto comprometen, pre-
las modas venidas desde Europa. Es bajo cisamente, los nuevos horizontes del imagi-
este influjo que se corrompe la clase diri- nario social que delimita creencias, valores,
gente, olvidando la tradición patriarcal y su categorías cognitivas y sensibles, prácticas
vinculación con el pueblo” (Barros, 1978: y comportamientos.
171) Es evidente que la tradición patriarcal El “modo de ser” no puede confun-
es puesta en tensión por las nuevas mane- dirse de buenas a primeras con la carica-
ras cosmopolitas diseminadas desde París tura, el estereotipo o el mero prejuicio.
por una burguesía internacional y que se Al igual que la categoría de “physioiogie”
traduce en el “buen tono”, como medida de practicada en el Paris del siglo XIX y re-
comportamiento social. cuperada por Walter Benjamín en la figura
del “fiáneur”; el “modo de ser” intenta con-
densar una determinada manera de pensar
y actuar de ciertos individuos en determi-
4- Sentido común y Modo de ser nadas situaciones dadas. Con ello, se es-
tablece una distancia respecto de aquellas
Antes de continuar con nuestro aná-
visiones que subrayan los aspectos estruc-
lisis y como una cuestión metodológica y
turales, económicos u organizacionales,
epistemológica al mismo tiempo, conviene
para enfatizar, en cambio, la conciencia de
esclarecer dos nociones que nos parecen
los actores históricos y sociales. Es eviden-
fundamentales, a saber: “sentido común”
y “modo de ser”. Esta última noción no se te que una visión puramente estructural
instala ya en las relaciones de producción corre el riesgo de llegar, tarde o temprano,
ni en la dimensión ideológica discursiva a interpretaciones más bien mecánicas de
sino, más bien, se trata de un concepto que la realidad. Vale la pena detenerse en la
se propone en el ámbito cultural. Como ya advertencia que nos plantean Barros y Ver-
nos advierte Tomás Moulián: “Por supues- gara: “Ella resulta especialmente riesgosa
to se requiere conocer el condicionamien- frente al análisis de la realidad social lati-
to material, el tipo de relaciones sociales noamericana. Después de todo, nuestras
de producción de la cual una clase deter- formas históricas de organización social,
minada es agente...Pero entre la situación económica y política han tenido sus ante-
económica de clase y la conciencia hay un cedentes en lo europeo. De allí que exista
campo específico de mediaciones, que es la siempre la tentación de buscar para nues-
cultura. Esa cultura es más que lenguaje, tras formas peculiares de organización su
discurso, teoría o ideas; ella es un tipo de homólogo europeo y a achacar luego a los
práctica que se aprehende a través del con- actores de nuestra historia la conciencia de

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quienes fueron los forjadores y sostenedo- un todo un conjunto social o de ciertos sec-
res de dichas formas en Europa” (Barros, tores del mismo” (Barros, 1978: 31). Ad-
1978: 17). mitamos, por de pronto, que la categoría
Otra arista del “modo de ser” dice de “modo de ser” es, una suerte de men-
relación con las fuentes que permitirían talidad objetivada en determinadas prác-
reconstruir un régimen de significación. Re- ticas institucionales. Notemos la afinidad
conocer la escritura literaria y periodística entre la noción de “modo de ser” y aquella
de fines del siglo XIX como fuentes histo- de “imaginario”. Habría que insistir en este
riográficas legítimas no debiera sorprender punto y subrayar con Castoriadis que el or-
a nadie, en cuanto asistimos, justamente, a den simbólico se instala en un dominio de
aquella etapa inicial del itinerario del signo ambigüedad en que se conjuga lo histórico,
en Occidente. Corrientes literarias como lo natural y cierta racionalidad inmanente
el naturalismo proclamado por Zolá en su a lo social: “La sociedad constituye su pro-
célebre libro La novela experimental, anclado pio simbolismo, pero no en total libertad.
en el positivismo y en una pretensión apro- El simbolismo se agarra de lo natural, y se
blemática de la escritura respecto a la rea- agarra de lo histórico (de lo que ya estaba
lidad que quiere representar, diluye todo ahí); y, por último, participa de lo racional.
lenguaje mágico que no separa el signo Todo esto produce una concatenación de
de la cos (Jameson, 1996:124) Podríamos los significantes, unas relaciones entre sig-
afirmar que los naturalistas concebían el nificantes y significados, unas conexiones
lenguaje como espejo de la realidad, realizan- y consecuencias, a las que no se apuntaba
do en la práctica una suerte de etnografía o ni estaban previstas. Ni libremente elegido,
descripción densa, sobre la cual construyeron ni impuesto a la sociedad considerada, ni
sus ficciones a modo de situaciones ejem- simple instrumento neutro y medio trans-
plares. La probiematización del lenguaje parente, ni opacidad impenetrable e irre-
será un proceso posterior llevado a cabo ductible adversidad, ni amo de la sociedad
por l’avant-garde. En este sentido, se entien- ni dócil esclavo de la funcionalidad, ni me-
den las palabras de Barros y Vergara cuan- dio de participación directa y completa en
do afirman que: “Sin duda que, como todo un orden racional, el simbolismo determina
producto literario, la novela realista es una ciertos aspectos de la vida de la sociedad...a
elaboración individual y de allí la influen- la vez que está lleno de intersticios y grados
cia decisiva que lo subjetivo tiene sobre el de libertad” (Castoriadis, 1989: 41).
resultado. Sin embargo, dado el objetivo La segunda noción que nos interesa
mismo que se propone el autor realista - ser esclarecer es aquella de “sentido común”.
un observador fidedigno de su medio - él Habría que insisir en una aproximación
mismo tenderá a controlar la expresión de sensitiva a la modernidad, y seguimos en
sus deseos, sentimientos, fantasías, obligán- este punto, estrechamente, el pensamien-
dose a retratar las ideas, valores y actitudes to de Ranciére: “Un ‘sentido común’ es
que caracterizarían a los distintos sectores antes que nada una comunidad de datos
de su sociedad... Asimismo, su testimonio sensibles: cosas cuya visibilidad se supone
no apunta a cómo pensaron, sintieron u que es compartible por todos, modos de
obraron los proceres, líderes o sabios, sino percepción de esas cosas y de las signifi-
a cómo lo hizo el grueso de uno o varios caciones igualmente compartibles que les
sectores sociales. Si pudiéramos así decirlo, son conferidas. Luego es la forma de estar
sus personajes buscan entregar lo modal de juntos lo que une a los individuos o a los

Álvaro Cuadra
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grupos sobre la base de esta comunidad No nos extenderemos en las com-


primordial entre las palabras y las cosas” ponentes del mito aristocrático que ya han
(Rancière, 2010:102). Desde este punto de caracterizado Barros y Vergara. Consigne-
vista, el “afrancesamiento” de nuestras eli- mos tan solo sus puntos centrales: El ocio
tes es, literalmente, la construcción de una y el buen tono como atributos de damas y
“realidad otra” que gira en torno a un nue- caballeros de alcurnia. El dinero, desde
vo centro de gravedad, un nuevo “sentido luego, pero también los blasones del ape-
común” naturalizado y secularizado. llido, el linaje y la raza. Todas estas catego-
En este punto conviene detenerse en rías del ritual mundano excluyen en primer
lo que hemos llamado “realidad otra”. Para lugar a los “rotosos”, pero también a los
decirlo en toda su radicalidad y sin amba- “nuevos ricos” y a los aristócratas venidos
ges, repitamos con Rancière: “ No existe lo a menos o “siúticos”. Notemos que la fic-
real en sí, sino configuraciones de aquello ción se materializa en objetos, espacios y
que es dado como nuestro real, como el ob- comportamientos, se trata de ver y ser vis-
jeto de nuestras percepciones, de nuestros tos en círculos cerrados y exclusivos, como
pensamientos y de nuestras intervenciones. los Clubes, un modo de afirmar la perte-
Lo real es siempre el objeto de una ficción, nencia de muchos recién llegados: “En esta
es decir de una construcción del espacio constante confrontación, una fiesta ofreci-
en el que se anudan lo visible, lo decible y da por una familia de prestigio constituía
lo factible. Es la ficción dominante, la fic- un momento culminante. Eran fiestas lu-
ción consensual la que niega su carácter de josas, cuidadosamente organizadas, con
ficción haciéndose pasar por lo real en sí, verdaderos alardes de buen gusto algunas
trazando una linea divisoria simple entre el veces, pero siempre de riqueza ostentosa.
dominio de ese real y el de las representa- El argentino Julián Martel en La Bolsa y
ciones y las apariencias, de las opiniones y el venezolano José Rafael Pocaterra en La
las utopías” (Rancière, 2010: 77). casa de los Abila ofrecieron dos versiones
El mito aristocrático en nuestra sociedad homologas de esa especie de ceremonia
puede ser entendido como la ficción hegemónica ritual que reunía lo más granado del mun-
en un momento histórico determinado. Sin em- dillo de Buenos Aires o Caracas: la misma
bargo, la emergencia de esta ficción posee condi- sociedad elegante que no lograba encubrir
ciones históricas discernibles que se resumen en su arribismo, la misma inocultable preocu-
pación por la riqueza inmediata o el éxito
la encrucijada que define a Chile como un país
fácil, la misma inconsistencia de las perso-
esencialmente agrícola al que se suma un encla- nalidades, devoradas por la trivialidad. Un
ve minero. Recordemos que hacia 1885 el capital banquero, el nuncio apostólico, el ministro
inglés ya explota los grandes yacimientos salitre- y acaso el presidente de la república daban
ros. Se podría afirmar que la naturaleza misma a la reunión tal relieve que quien ofrecía la
de la dominación oligárquica a fines del siglo fiesta parecía ese día un triunfador. Y sin
XIX hace que esta verdadera casta no controle embargo, todos habían ido para hacer su
el Estado sino que sea, literalmente, el Estado. propio negocio: para ver y ser vistos, para
De esta manera, a una situación ociosa deriva- ratificar su papel de miembro importante
da de la hacienda se suma la riqueza fruto de del grupo decisivo, para contribuir a que
la explotación minera. Una oligarquía ociosa y toda la sociedad se viera obligada a reco-
opulenta, junto a una burguesía emergente y ad- nocer que eran ellos, y sólo ellos, los que
venediza expresará su ficción de dominio como constituían la nueva clase directiva” (Ro-
una mitología aristocrática. mero, 2004: 153).

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luego, en el parlamento y la prensa, incluso has-


Epílogo ta el presente, bajo la forma mal disimulada de
democracias oligárquicas. Salvo escasas excep-
La consolidación en el Chile finise- ciones, este fenómeno se aprecia en toda América
cular de una cierta mitología aristocrática Latina a lo largo del siglo XX, con monótona
instala en nuestro seno una escena de con- continuidad; sin embargo, irrumpe con fuerza
senso, entendiendo por esto que “El con- el disenso propio de una era de masas. En este
senso significa el acuerdo entre sentido y sentido, el “disenso” sería el lugar de encuentro
sentido, es decir, entre un modo de presen- entre lo político y lo estético, es en el conflicto de
tación sensible y un régimen de interpreta- distintos regímenes de sensorialidad: “Es en ello
ción de datos. Significa que, cualesquiera que el arte, en el régimen de separación estética,
sean nuestras divergencias de ideas y de se encuentra tocando a la política. Pues, el disen-
aspiraciones, percibimos las mismas cosas so está en el corazón de la política. La política,
y les damos la misma significación” (Ran- en efecto, no es en primer lugar el ejercicio del
ciere, 2010: 69) De tal manera que una poder o la lucha por el poder. Su marco no está
cierta disposición urbanística se conjugó definido de entrada por las leyes y las institucio-
con determinados comportamientos, am- nes. La primera cuestión política es saber qué ob-
bas configuraciones cristalizaron un mis- jetos y qué sujetos están concernidos por esas ins-
mo “régimen de significación” que estatuyó el tituciones y esas leyes, qué formas de relaciones
lugar de cada actor en esta ficción. Si la ciudad definen propiamente a una comunidad política,
separaba por barrios a las distintas clases socia- a qué objetos conciernen esas relaciones, que su-
les, el mito aristocrático también separa política jetos son aptos para designar esos objetos y para
y estéticamente a los unos de los otros. Cuando discutirlos” (Rancière, 2010: 61) Así como la
una ficción hegemónica se convierte en “sentido arquitectura del siglo XIX sobrevive como par-
común”, acontece que ese presente histórico se- te de nuestro paisaje urbano en una abigarrada
ñala los confines de lo concebible. Dicho en otros mixtura, lo mismo acontece con la arquitectura
términos, es posible que la ficción sobreviva más social en la que habitamos. La ficción oligárqui-
allá de los avatares políticos, restituyendo sus ca y aristocrática persiste obstinada, un régimen
fueros cada tanto. Los paisajes como los apelli- político y estético que sigue presidiendo nuestra
dos siguen ordenando el mundo de lo social y lo vida cotidiana, un ritual urbano diseminado
cultural en la pátina republicana de las institu- ahora como consumo suntuario con la misma
ciones, en las academias militares, en las nota- promesa de distinción.
rías y documentos oficiales, en el clero y, desde

Álvaro Cuadra
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Textos y Contextos
Facso-UCE

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Álvaro Cuadra
28 • Nº 17 • diciembre 2017
El narciso democrático
The democratic Narcissus
Dr. Carlos Ossa Swear
(Santiago, 1962) El profesor Ossa es Magíster en Comunicación Social y Doctor en Estética y Teoría
del Arte en la Universidad de Chile. Es autor de numerosos artículos internacionales indexados
donde ha plasmado su visión crítica del cine y las artes. Asimismo es autor de varios libros, entre los
cuales destacan: ”El ojo mecánico. El cine político y comunidad en América Latina” (2013, FCE);
“Escrituras del malester. El Chile del Bicentenario” (2011); “La semejanza perdida” (2009). En la
actualidad el profesor Ossa se desempeña como investigador en el ICEI, Universidad de Chile.

Resumen
Las transformaciones sufridas por el sistema comunicacional en Chile establecen la des-
aparición de lo público como un componente decisivo. A causa de ello la concentración
estaría afectando la pluralidad y el significado de lo social. Sin embargo, se puede sugerir que
hoy se produce una dimensión de lo público asociado a nuevas configuraciones y representa-
ciones que dependen de una gubernamentalidad de lo mediático. Ella instala su trabajo en el
campo de la conducta y de las emociones y ofrece una diversidad narrativa a las identidades
que ponen en discusión el carácter de las políticas públicas.

Palabras clave: Transición, estado, comunicació, gubernamentalidad, felicidad.

abstract

The transformations undergone by the communication system in Chile establish the disappearance
of the public as a decisive component. Because of this concentration would be affecting the plurality and
meaning of the social. However, it can be suggested that today there is a dimension of the public asso-
ciated with new configurations and representations that depend on a governmentality of the media. She
installs her work in the field of behavior and emotions and offers a narrative diversity to the identities
that challenge the character of public policies.

Key words: Transition, state, communication, governmentality, happiness.

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Introducción de lo sensible (Ranciere, 2009) al ofrecer


nuevos modos de sentir y trabajar que no
A contrapelo de la vieja –pero siempre rei- necesitaban los soportes de la república clá-
terada dicotomía entre lo privado y lo públi- sica para existir. Las visiones instrumenta-
co- podríamos decir que el Estado chileno, les continuaron, pero se negaron a suscribir
ha creado el mercado de las comunicacio- el ritmo de una mimesis informativa y más
nes como una política cultural. Renunció a bien se orientaron a crear distintas opcio-
la función garantista y se concentró en la nes de uso y abuso de la vida cotidiana lo-
operación managerencial. Así, introdujo grando instalar un contrato mediático con
lo subsidiario en los problemas sociales. ella (Verón, 2001).
De esta manera una cierta obsolescencia La estructura de cierre narrativo que
epistémica atraviesa la discusión sobre las en los últimos 40 años definen las rutinas
prácticas discursivas, los roles profesio- de los medios es paradojal, pues mantener
nales, la libertad de expresión o las redes el límite significa siempre ampliarlo, colo-
informáticas. Los cambios ocurridos en la cando en lo diario amenazas fragmentarias
relación entre economía, comunicación y y escándalos inalcanzables. Es la manera
cultura dan cuenta de una situación espe- de reducir el síndrome social y suspender-
cífica: la lengua a compartir entre sociedad lo –nunca destruirlo- por un horizonte de
e instituciones está rota y sólo a través de crisis continua. Hay un desplazamiento in-
efectos lingüístico-cognitivos se consigue teresante, los medios pasan de vigilar la in-
una ilusoria unidad. Pero no estamos en un timidad a fiscalizar la gubernamentalidad.
mundo descentrado, abierto a la especula- Es una breve tregua para ajustar el modelo
ción simbólica con múltiples escenas, al re- a los índices productivos que requieren una
vés esta diversidad sólo expresa la estética psicología del desengaño, en conexión, con
inmóvil del capital. la identidad individual dominante. Es de-
En una perspectiva histórica, al no cir, contribuir a la desilusión política para
producirse una ruptura institucional en- seguir encerrados en los ejes del trabajo y
tre la dictadura y la transición, los marcos recibir la confirmación existencial de lo
del lenguaje político y sus ceremonias; las útil del tiempo dedicado a sí mismos. A
formas de la cultura visual y sus clichés; ello cabe agregar la urgencia por restituir
los objetos de lo sensible y su valoración un verismo antropológico que dote a los me-
sirvieron a un enjambre de transferencia dios de cierta hegemonía al interior de un
de códigos, préstamos e imaginarios que espacio comunicacional estallado por las
tenían en común desactivar lo social y sus redes, que modifican los criterios de infor-
movilizaciones. La transición democrática mación y exaltan hasta lo esquizofrénico
por tanto hizo de la comunicación y de los la opinión como sinónimo de verdad. Por
medios masivos, un espacio de repartición otra parte, la industria medial descubre la

Dr. Carlos Ossa Swear


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potencia lúdica de estetizar la actualidad y ción sumisa a fines institucionales. Por lo


hacer de ella el texto vacío que repite incan- mismo, hoy se produce lo público de una
sablemente dos ideas: mantener el orden y manera intensa y extensa generando un
corregir su imperfección. contenido normativo que define lugares y
En un plano general las comunica- posiciones. A pesar de la propiedad priva-
ciones se han convertido en un repositorio da de los medios éstos hablan como una
de estilos de vida de clase media, en una razón de Estado. La criminalización de las
diagramación de las identidades periféri- protestas sociales es el mejor ejemplo del
cas; en un panóptico de la sensibilidad po- neopopulismo que los medios han produ-
pular1 y en una óptica de las corporaciones. cido. Fueron esas protestas las que dieron
La heterogeneidad del proceso explica, en oportunidad de redefinir la agenda e ins-
parte, la tendencia a uniformar el material talar el “giro asistencial” donde los signi-
para tener un control directo sobre los te- ficantes de la noticia sirvieron primero de
rritorios de la representación. De acuerdo policías simbólicos y luego de pacificado-
a Felipe Blanco: res sociales: una especie de tercerización
del orden donde los medios se convierten
La transición significó en las in- en agencias estatales desreguladas y en pre-
dustrias televisivas la homogenización dicadores de su excepción.
de las franjas, la estandarización interna La discusión sobre la información,
de los noticieros, la repetición de los fo- su propiedad y acceso ha sido el núcleo
cos programáticos y como resultado de
narrativo de diversos proyectos que inten-
esos procesos, una indiferenciación que
se hizo más notoria en la medida que tan definir las condiciones de la industria
dos factores de contenido inundaron las mediática y minimizar los derechos de los
agendas mediales: la farándula como consumidores. La insistencia en democra-
operación y los realities (2014:30). tizar los formatos, los financiamientos y
las autorías intentan reponer lazos histó-
Frente a este escenario ¿qué sería lo ricos de protagonismo y audiencia. Pero
público? Parece difícil imaginar la perti- ¿cómo definir hoy a las ciudadanías? En
nencia de una racionalidad comunicativa o la general los Estados trabajan con referentes
utilidad de una pluralidad neofuncionalista organizados y nula vez interpelan a los in-
y sin embargo, ambas construyen una no- dividuos particulares ¿qué tipos de sujetos
constituyen las ciudadanías y por qué ellas
1  Lo privado con sus múltiples maneras de con- serían las justas destinatarias de la apertura
currir y agotar lo inmediato, la variedad de noticias medial? O bien ¿qué nomenclaturas impo-
que sustentan su presencia y la continua creación de
personajes e historias ha copado la atención pública, nen las políticas sociales para determinar
se ha mediatizado, liberándose de ese silencio rigu- la visibilidad y cómo ellas se instalan en las
roso y declinante con el cual fue aprisionado por una comunicaciones a modo de referente?
economía del rendimiento. Pero esto se debe también
a que la televisión construye un gobierno tecnológico
La modernización neoconservadora,
para el discurso personal –sabe la importancia políti- consolidada por los regímenes democráti-
ca que tiene- y el impacto de su visibilidad, por ello cos, diseñó una esfera tecnificada de par-
las breves aventuras, los amores fatuos, las amistades
verdaderas o los episodios maravillosos no hablan de
ticipación y desarrollo (Arfuch, 2005). Bajo
ciudadanías pueriles desgastándose en la información el amparo de los poderes fácticos no sólo se res-
y la publicidad, sino de ceremonias mediáticas donde tringieron los cambios sociales a agendas de
los cuerpos brillan y olvidan la expropiación a la que negociación, además se propuso establecer
están sometidos.

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un tipo de subjetividad disciplinada. En las úl- cluso literalmente atravesado, por la téc-
timas dos décadas la voz concentracionaria nica. La política penetra directamente la
de una elite asfixiante ha construido una vida, pero entretanto la vida se ha vuelto
“esfera escópica” cuya función es natura- algo distinto de sí misma. Y entonces, si
lizar la desigualdad al modo de una mito- no existe una vida natural que no sea, a
la vez, también técnica […] ¿cómo hipo-
poesis obsesiva con el relato de la ganancia.
tetizar una relación exclusiva entre vida
Analizar este fenómeno, cuyas fronteras y política?” (Esposito, 2006:25).
imprecisas contribuyen a reiterar esque-
mas y modelizaciones, implica preguntarse
Las emociones vendrían a ser ese
por las ideologías que establecen el deba-
gobierno neutro que tendría la función de
te. Habría una prosa de la participación de
normalizar la convivencia, reorganizar la
la cual serían portadores los “miembros”
pragmática social, generar la cohesión na-
de la sociedad; una poética de la invisibili-
cionalista del consumo, reprogramar la di-
dad generada por los medios y los intere-
mensión socio-espacial de la ciudad y sus
ses económico-políticos y una dramaturgia
jergas. En suma, una parte significativa de
de la reforma propuesta por el Estado en su
la operación pública medial está centra-
intento de mantener y externalizar los vín-
da en la elaboración de una gramática de
culos sociales. El funcionamiento de cada
la felicidad que a diferencia –de su versión
entidad –en su autonomía y dependencia-
indica el itinerario y las tácticas que han ilustrada- no atiende sólo los aspectos re-
conformado la discusión sobre las comuni- distributivos y materiales (incluso los omi-
caciones a nivel profesional y académico. te) a favor de la satisfacción detallada de la
Pero al modo de un sedimento imborrable conducta. Existe un conjunto de subsidios,
queda en la textura de la mediatización un vouchers y bonos subjetivos que las comu-
ícono: el “narciso democrático”, la forma nicaciones otorgan, a cambio de cuerpos
tautológica de usar la palabra y la imagen consumiendo y de emociones participan-
para establecer la primacía de la familia po- do de la cadena suplementaria de presta-
lítica como empresario y artista: audacia y ciones informativas, estéticas, culturales,
genialidad. ¿Qué tipo de participación se económicas y políticas. Es una relación de
puede tener en los tejidos de una cultura reciprocidad asimétrica, donde se ponen
mediática corporativizada? ¿Estamos en en conflicto distintos objetivos y procesos,
presencia de una iconoclastía neoliberal? pues no existe una audiencia única y tam-
¿Qué políticas públicas de comunicación poco diálogos monocordes, pero hay una
se pueden pensar sin discutir la naturaleza desigual proporción entre quienes dirigen
biopolítica de la democracia chilena? Las los sistemas y quienes los padecen. “De
comunicaciones generan más que rentabi- este modo, entonces, considerada una de
lidad: se instalan en el flujo de la existencia las escasas emociones que comporta un ca-
colectiva y expropian -todos los días- cuo- rácter positivo, la felicidad se conformará
tas de energía psicológica y física que sir- en un reconocible objeto de gestión guber-
ven de movimiento a un poder antropófago namental” (Pincheira, 2012:119).
que administra máquinas de producción y ¿Cuáles serían las narrativas de la
deseo: diversidad que la comunicación ofrecería
como distintas a las creadas por el merca-
“Tanto más hoy, cuando el cuerpo do y las llamadas industrias creativas? La
humano es cada vez más desafiado, in- sociedad chilena contemporánea es presen-

Dr. Carlos Ossa Swear


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tada en diversos formatos como un órgano sólo de alcanzarse al interior de los acuer-
regular de producción e intercambio que dos establecidos por los centros partidarios.
suele ser afectado por la irrupción de lo El horizonte institucional es el límite del
caótico o lo catastrófico. A fin de mediar discurso y por lo mismo la voz monótona
ante la irregularidad de los hechos se hace de artistas, funcionarios, comunicadores,
necesario ofrecer una transición discursiva deportistas, académicos reitera ese fondo
que explique la anomalía y luego la norma- irreversible de lo obvio y lo obtuso. Las po-
lice, de ahí, entre otras cosas el papel de los líticas públicas, entonces, se transforman
expertos y los especialistas que indican las en construcciones tácticas de ciudadanías
orientaciones fundamentales y los medios que puedan ser operativas en distintos mo-
de realizarlas. Estas figuras son traductoras mentos históricos. Movilizar a las mismas
de normalidad y tienen la capacidad de do- como garantes del consenso, a través de un
tar de sentido representacional a sus afir- verosímil didáctico que resuelva con frases
maciones. Así, las marcas de lo perverso cortas y técnicas publicitarias, la tensión
son intervenidas y modificadas, dando pie entre desigualdad y modernización. Esta
a promesas de mayor tolerancia y placer, dimensión de la planificación social es dis-
por ejemplo, comienzan a volverse acep- continua, se avanza y retrocede, pero hace
tables la diversidad sexual, el patrimonio funcionar un dispositivo complejo de enun-
etnográfico, la crítica a las instituciones y ciación que a lo largo de los años, ha esta-
la multiplicidad ciudadana. “Armada sobre blecido una serie de “criterios de realidad”
la certeza de su repetición, la cotidianidad y “pragmatismos”:
es ante todo el tejido de tiempos y espa- a. la institucionalización del pacto:
cios que organizan para los practicantes narrar la proeza mesiánica de una política
los innumerables rituales que garantizan la que superó el subdesarrollo, la polariza-
existencia del orden construido” (Reguillo, ción, la pobreza y convirtió la desmesura
2000: 77). geográfica en economía de exportación
b. la consolidación de la tregua: el
triunfo jurídico que despolitiza la violencia
Economía del lenguaje al transformarla en archivo y tribunal que
compensa la catástrofe con indemnizacio-
Esta fusión de libertad de mercado nes e informes periodísticos
con democracia está en el corazón de la c. la reforma ciudadana: la escenifi-
filosofía y políticas de comunicación de la cación de la demanda social mediante su
Concertación. atención terapéutica, a través de paneles de
Rosalind Bresnahan expertos y mesas de diálogo comunicacio-
nal, destinadas a corregir las anomalías
Las comunicaciones han jugado un d. el giro emotivo político: la ape-
papel decisivo en la reconversión produc- lación al gobierno de las emociones para
tiva del mundo popular, han orientado el impedir el desborde desilusionante de mo-
vocabulario de la fuerza de trabajo levan- vimientos sociales y consumidores ante
tando consignas de prosperidad y éxito per- la disonancia cognitiva que genera la des-
sonal. En este sentido, logran que los “civi- igualdad
les” identifiquen demanda política y deseo El paso de lo dictatorial a lo demo-
financiero como iguales, pero susceptibles crático se explicaría por la inserción de

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Chile en esa corriente mundial de la mo- tecnificar el orden para suprimir el conflic-
dernización que requiere un nuevo ethos to y hacer de ello la estrategia del lenguaje
comunicacional para legitimar el triunfo de implica que:
la voluntad soberana. Un tiempo donde la
solidaridad de la globalización se expresa “El privilegio de la negociación
aceptando las economías menores en el de las élites, como vía hacia la paz social,
gran teatro del capital financiero y permi- consustancial a los modelos de consenso,
tiendo que éstas se beneficien a través de conlleva además otra dificultad la de
los costos decrecientes, la precarización, el marginalizar la expresión política de
outsourcing, la desregulación, la especula- los conflictos sociales y económicos.
ción inmobiliaria o el fondo crediticio. La Esta marginalización conduce a una
necesidad de dar una coherencia teleológi- tendencia excesiva a la autonomización
ca a los fundamentos de esta forma del po- de la esfera política frente a otros ámbitos
der implica redefinir las políticas públicas de la vida social percibidos como fuentes
de comunicación, no eliminarlas. Se trata de división, de pasiones y de violencia,
de modificar la visión antropológica del es decir, en suma de irracionalidad”
rendimiento pasivo por la innovación de la (Ruiz, 2008:12).
identidad, ahora, no sujeta a ningún canon
e ideología, sino al dogma escatológico de La autonomía personal idealizada
cada “individuo una empresa”. por la publicidad, vigilada por el poder y
De acuerdo a lo descrito, nos gus- confesada por la comunicación no confir-
taría afirmar que las políticas públicas de ma el fracaso de la comunidad política,
comunicación no están pensadas, en térmi- sino la desventaja narrativa en la que vive
nos ilustrados de representación, reconoci- ante el universo concentracionario de la
miento y derechos, sino de políticas cultu-
acumulación. La importancia que adquie-
rales dedicadas a la gestación de una sub-
jetividad disciplinada que acepta el orden re el tiempo de la intimidad como modelo
como una gramática de la felicidad. El Es- de convivencia es proporcional a la ruptura
tado abandona las “ineficaces” consecuen- del contrato vinculado a derechos y resis-
cias modernas del control medial (aparato tencia. Una communitas débil mantiene la
y cultura oficial), pero incrementa las “ade- unión de los individuos en el consumo y
cuadas” consecuencias de la gubernamen- desconfía de las ideologías de la participa-
talidad. En suma, las comunicaciones en ción social. Los idiomas tecnológicos, los
Chile han sido partícipes estratégicas de la optimismos mercantiles, las transacciones
creación de una población económica que bursátiles condensan el discurso de la vic-
para sostener el modelo debe ser tratada
toria del capital. Sin embargo, no ha des-
como si fuera una comunidad política. En
los noventa, un principio rector, era descri- aparecido la representación, como podría
bir a la sociedad chilena como moderna y creerse, ha cambiado de destrezas y voca-
ya liberada de atrasos culturales y retóricas blos, postula la combinación y el quiebre
mágico-folclóricas, la secularización, el como retóricas de ensamblaje para dar a
consumo y la democracia eran las noveda- las narrativas mediáticas la oportunidad de
des mediáticas indiscutibles. Ellas prepa- corte y velocidad. Se puede hablar de histo-
raban a los sujetos para dar el salto desde rias cortas, es decir, de un tiempo donde lo
una vida atada a la directriz estatal hacia la público queda obturado de cualquier vín-
autorrealización existencial y la emancipa- culo de historicidad, a favor de lo repentino
ción económica. Pero, la determinación de y adecuado.

Dr. Carlos Ossa Swear


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parte de los fenómenos glamorosos de esta


Cierre época y que hacen de las redes sociales la
zona privilegiada de inversión y vigilancia.
Si los conceptos de espacio público La comunicación está relatando otro con-
y ciudadanías políticas, parecen no resistir cepto de lo público que no guarda simpatía
las definiciones de desconstrucción y deste- con las reivindicaciones ético-políticas de
rritorialización, cabría pensar en la urgen- ciertos organismos y movimientos. Es un
cia por trabajar otras epistemes y adecuar mundo fascinante de objetos y oportunida-
nuestro pensamiento a un tipo de entropía des destinado a la singularidad, al empren-
que caracteriza al capitalismo contempo- dimiento y la desconfianza en lo colectivo,
ráneo. El centro de la riqueza, hoy en día, es un concepto sin cuerpos, sin pueblo, sin
está en la producción inmaterial y el len- memoria y sin dolor. Es la imagen más elo-
guaje se transforma en el motivo de la co- cuente del abismo.
dicia. Poseerlo, adecuarlo y reinventarlo es

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Dr. Carlos Ossa Swear


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De la Comunidad Política a la Comunidad Musical:
politicidad de la música - musicalidad de la política

From political community to musical community: music


politicit – musicality of politics
Dr. Juan Pablo Arancibia Carrizo

(Santiago 1968). Destacado académico chileno, profesor de filosofía, Magíster y Doctor en Filosofía
Política en la Universidad de Chile. Es autor de numerosos artículos sobre mediatización de la política
y varios libros entre los que se destaca “Extraviar a Foucault”(2006); “Comunicación Politica” (2006);
“Tragedia y Melancolía” (2015). El profesor Arancibia es reconocido como un docente e investigador
en el ámbito del pensamiento crítico y la filosofía política en Chile y América Latina.

Resumen
Este artículo se propone explorar la cuestión de la comunidad política más allá de las con-
cepciones aristotélicas y de la reformulación comunitaria moderna (Rousseau), a través de la
categoría de lo “des-comunal” como lo indescifrable, lo inanticipable, lo irruptivo y emergente
que desborda y desbarata todo diagrama de representación. Lo «des-comunal» como el adve-
nimiento de un campo de fuerza insumisa, disruptiva y devastadora de todo aquietamiento
jurídico e institucional de lo político.

Palabras clave: Des-comunal, comunidad, política, politicidad, musicalidad.

Abstract
This article intends to explore the question of the political community beyond the Aristotelian con-
ceptions and the modern community reformulation (Rousseau), through the category of the “dis-commu-
nal” as the indecipherable, the incomparable, the irruptive and emergent which overflows and disrupts
any representation diagram. The “de-communal” as the advent of a force field is disruptive, disruptive
and devastating of all juridical and institutional silence of the political.

Key Words: Des-communal, community, politics, politics, musicality.

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Comunidad Política vinculadas, irán trastocando “el viejo mun-


do mítico”4, y haciendo emerger un “nuevo
Estudiar la Comunidad Política, im- orden”. Trátase de un cierto estatuto racio-
plica, al menos, atender a la articulación nal del conocimiento, asociado a un “pre-
de tres tiempos o escenas de pensamiento. cepto normativo”, que aspira a constituir
Primero, la escena clásica y fundacional, un orden regulativo de la vida pública, es
que traza los principios y fundamentos de decir, un orden político moral5.
lo que entendemos por comunidad políti- La escena clásica y fundacional de
ca. Segundo, la escena «Moderna», como la comunidad política, se despliega a partir
refundación del proyecto o la reconfigura- de ciertas condiciones enunciativas especí-
ción afirmativa de la comunidad. Tercero, ficas, destinadas -se podría decir casi indis-
la escena «contemporánea» como catás- tintamente-, al asentamiento del discurso
trofe, destitución o crisis de la comunidad filosófico y, al mismo tiempo, a disponer
política. ciertas condiciones racionales, materiales y
políticas, regulativas de la comunidad. En
aquella constitución de la polis, se instaura
Comunidad Política Clásica como una extraordinaria preeminencia de la pa-
Fundación labra como principio epistémico, así como
fundamento y ejercicio textual de poder.6
Un conjunto de complejas transfor- Todo este reordenamiento obedece a una
maciones y mutaciones históricas han de- transmutación intrincada, ardua y muchas
bido ocurrir para que se configure el orden veces cruenta.7
político y filosófico de la polis1. En un in- En el proceso de conformación de
trincado proceso, desde aquella temprana este locus clásico, habrán de reunirse y
y ancestral disposición mítica de la poesía sincretizarse diversas tradiciones, las que
épica —anterior incluso a Homero y a He- finalmente habrán de consumarse en las
síodo2—, atravesando los ritos mistéricos
órficos y pitagóricos, transmutando hacia 4  Cornford, F.M. Principium Sapientiae. Los oríge-
la filosofía presocrática, a la ciencia secu- nes del pensamiento filosófico griego. Ediciones Visor.
lar-especulativa y la física natural jónica3 Madrid, 1987. Título original: Principium Sapientiae. The
al menos dos dimensiones, estrechamente Origins of Greek Philosophical Thought (1952). Traducción
Rafael Guardiola Iranzo y Francisco Giménez Gracia.
pp.135.
1  García Gual, Carlos. Historia de la Filosofía Anti- 5  Farrington, Benjamin. Ciencia Griega. De Tales a
gua. Editorial Trotta. Madrid, 2004. pp.11-20. Aristóteles. Editorial Lautaro. Buenos Aires, 1947. Título
original: Greek Science. Traducción Enrique Molina y Ve-
2  Lesky, Albin. Historia de la Literatura Griega I. De dia. pp.72-73.
los comienzos a la polis griega. Editorial Gredos. Madrid,
2009. Título original: Geschichte der Greichischen Literatur 6  Vernant, Jean-Pierre. Los orígenes del pensamien-
(1963). Traducción de José M. Díaz-Regañón López y to griego. Ediciones Paidós. Buenos Aires, 2004. Título
Beatriz Romero. p.56. original: Les origines de la pensé grecque (1992), Traducción
Marino Ayerra. pp.61- 169.
3  Farrington, Benjamin. Ciencia y Filosofía en la
Antigüedad. Editorial Ariel. Barcelona, 1974. Título ori- 7  Bermejo Barrera, José Carlos: “Mito y Filosofía”, en
ginal: Science in Antiquity (1969). Traducción de P. Marset y Op. Cit. García Gual, C. Historia de la Filosofía Antigua.
E. Ramos. pp.28-40. p.21.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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concepciones de Platón y Aristóteles, quie- autónomo, racional-normativo de rectitud


nes heredaron y adecuaron estas complejas moral.11 Este principio es precisamente el
narrativas de pensamiento. Una de estas que está en el centro del juicio por impie-
matrices, de particular influjo en el período, dad, y en la condena y ejecución de Só-
es la tradición pitagórica. Filolao es partíci- crates, hecho que parece tener una impor-
pe de ésta y, de cierto modo, quien señala tancia decisiva en la filosofía y concepción
una transición entre el antiguo pitagorismo platónica de la comunidad.12
y la constitución de la nueva comunidad Este nuevo precepto imponía —al
pitagórica, que en la figura de Arquitas de menos formalmente—, la reunión o sínte-
Tarento, tanta influencia ejerció, primero, sis entre conocimiento y moral, pero tam-
sobre Platón, y luego sobre Aristóteles.8 bién, la articulación entre saber y gobierno,
Según esta concepción, la Polis debía o si se quiere, entre filosofía y acción polí-
estar basada en un principio de igualdad, tica. Vocación de la que el propio Platón
donde se regulaban los derechos políticos, fue objeto.13 En principio, para Platón, la
con objeto de mantener la armonía del Es- separación entre el orden del pensamiento
tado. Esta armonía y felicidad de la polis y el ejercicio de la vida práctica sería ca-
debía estar basada en la doctrina del alma lamitosa, pues la ciencia y la filosofía ten-
buena y moderada; contraria al alma insen- drían la capacidad y la virtud de prodigar
sata y desenfrenada. Tal como expresa Só- el bien mayor, no sólo a un individuo, sino
crates, sólo quien es capaz de convivencia a toda la comunidad. Así, la filosofía y la
y amistad, lo es también de la armonía de ciudadanía debían integrarse, pues, aquella
la comunidad: reunión entre sabiduría y ciencia del go-
bierno, era deseada y recomendable para
“Dicen los sabios, Calicles, que los gobernantes.14
al cielo, a la tierra, a los dioses y a los
hombres los gobiernan la convivencia, la “… y al final llegué a comprender
amistad, el buen orden, la moderación y que todos los Estados actuales están mal
la justicia, y por esa razón, amigo, lla- gobernados; pues su legislación casi no
man a este conjunto «cosmos» (orden) y tiene remedio sin una reforma extraordi-
no desorden y desenfreno”.9
11  La concepción y relación que establece Platón
Para Platón, quien podía expresar con la religión, y su vínculo con el Estado ha concitado
esta armonía y moderación del alma bue- cierto debate. Al menos, pudiera decirse que esta concep-
na, debía corresponder a una fusión entre ción no fue siempre unívoca y estática, y que en los pro-
filósofo y estadista.10 En esta concepción, pios trabajos de Platón se va observando ciertas inflexio-
ya claramente el filósofo no debía gober- nes o matices, desde una primera recusación, hasta una
transposición o utilización pedagógica. Un ejemplo de
nar(se) por una heteronomía o creencia esto es el mito de los hombres de metales, de su valía y je-
religiosa, sino con arreglo a un precepto rarquía, expresado en la República 415a. Asimismo, véase,
Nestle, Wilhem. Historia del Espíritu Griego. pp.190-197.
8  W. Nestle. Historia del Espíritu Griego. Des- 12  Platón. Apología de Sócrates. Editorial Gredos.
de Homero hasta Luciano. Ed. Ariel. Barcelona, Madrid, 2002. Traducción J. Calonge Ruiz; E. Lledó Iñi-
1987. Título original: Grieschische Geistesgeschichte. Von go; C. García Gual. p.139.
Homer bis Lukian (1962). Traducción Manuel Sacris-
tán. p.186. 13  Platón. Carta VII. Editorial Gredos. Madrid,
2002. Traducción Juan Zaragoza y Pilar Gómez Cardó.
9  Platón. Gorgias. Editorial Gredos. Madrid, 1999. 324c-325b. p.485.
Traducción J. Calonge Ruiz. 507ª-508ª.pp.116-118.
14  Cornford, Francis M. La Filosofía no escrita. Ed-
10  Platón. República. Editorial Gredos. Madrid, itorial Ariel. Barcelona, 1974. Título original: The Unwrit-
1998. Traducción Conrado Eggers Lan. 494b-498c. ten Philosophy and Other Essays. Traducción Antonio Pérez
pp.310-317. Ramos. p.108.

Nº 17 • diciembre 2017 •39


Textos y Contextos
Facso-UCE

naria unida a felices circunstancias. En- por la correspondencia entre la naturaleza


tonces me sentí obligado a reconocer, en de cada quien y el pleno y libre ejercicio de
alabanza de la filosofía verdadera, que ella: “a cada cual según su naturaleza”. De
sólo a partir de ella es posible distinguir esta premisa infiere y distingue tres tipos
lo que es justo, tanto en el terreno de la de hombres y de Estados. Primero, la clase
vida pública como en la privada. Por más baja, los comerciantes, amantes de la
ello, no cesarán los males del género hu- riqueza y sus lujos. Segundo, los amantes
mano hasta que ocupen el poder los filó- de la gloria y del poder, que desean distin-
sofos puros y auténticos o bien los que guirse en la vida activa. Tercero, la más alta
ejercen el poder en las ciudades lleguen clase, los filósofos, amantes de la sabiduría
a ser filósofos verdaderos”.15 y el conocimiento.18 Platón confía el orden
de la comunidad política en manos de la
Esta premisa ya la habría expresado filosofía, como ciencia y conciencia moral,
Sócrates ante Glaucón, señalando que a es decir, quien mejor puede juzgar verda-
menos que los filósofos reinen en los Es- deramente entre justicia e injusticia, entre
tados, o que coincida en la misma persona bien y mal.19
el poder político y la filosofía, no habrá fin Sin embargo, en Platón se establece
a los males del género humano, y no exis- una estrecha relación entre la configura-
tirá jamás comunidad política en justicia ción del orden ético armónico del Estado
y virtud.16 En vistas al mismo precepto, y la armonía metafísica del cosmos20. Así
Platón considera de crucial importancia la se reúnen en Platón ciertas corrientes que
formación política y filosófica de los jóve- incluso en Sócrates permanecían distancia-
nes, instruyendo en torno a los principios das, como la tradición cosmológica-metafí-
que habrán de regir a la comunidad. Esto sica de los jonios y eleatas, con la tradición
implica que acerca de lo político y al arte ética en que se habrían dispuesto Heráclito,
del gobierno habría un saber, una ciencia Demócrito o Protágoras.21 Platón afirmaría
y una técnica de la que la filosofía habría la realidad de un absoluto ético-metafísico
de disponer.17 Para tales efectos, tras su pri- que, mediante la inmortalidad del alma,
mer viaje a Sicilia, Platón funda la Acade- expresa la unidad entre la Idea y la Verdad
mia (388 a.C), en miras a educar e instruir de “lo Bueno en sí”.22
sobre las artes y técnicas de gobierno, que Platón postula una teoría del Eros
procuren un orden social estable y armo- como principio subjetivo de la moralidad y
nioso. Para Platón, este orden y armonía del bien más elevado, que se expresaría en
del Estado sólo sería cierto y duradero si la Suma Belleza como valor objetivo de un
conseguía expresar, en su constitución, a
la propia esencia de la naturaleza humana.
“La ley de los hombres habrá de seguir a la 18  Op. Cit. Cornford. La filosofía no escrita. p.118.
ley de la physis”. Esta jerarquía la encontramos también expuesta en el
mito de los hombres de oro, de plata y de bronce, antes
Platón piensa una comunidad basada mencionado en la República 415a.
en el principio de justicia, y ésta sería dada
19  Op. Cit. Platón. República. 331ª-354c. pp.63-103.
15  Op. Cit. Platón. Carta VII. 326ª-326b. p.488. 20  Cornford, Francis M. Platón y Parménides. Edi-
torial Visor. Madrid, 1989. Título original: Plato and Parme-
16  Op. Cit. Platón. República, 473d-501c. pp.282- nides. Parmenides’ Way of Truth and Plato’s Parmenides (1939).
321. Traducción Francisco Giménez García.
17  Esta cuestión se atiende en el diálogo entre Só- 21  Vives, José. Génesis y Evolución de la Ética Pla-
crates y Protágoras, paradojalmente, donde el asunto no tónica. Editorial Gredos. Madrid, 1970. pp.206.
queda resuelto, sino que se produce la inversión de la ar-
gumentación inicial. Platón. Protágoras. Editorial Gredos. 22  Platón. Fedón. Editorial Gredos. Madrid, 1997.
Madrid, 2002. 319ª-328d. pp.521-535. Traducción C. García Gual. 106b-108c. pp.121-125.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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absoluto moral. La tendencia de Eros es a rigen a la comunidad política, examinando


la posesión de la belleza y del bien, donde los regímenes de buen o mal gobierno, y
yace la eudaimonía, la felicidad. Esta ética aquellos principios y prácticas que pueden
erótica tiende a la suma felicidad, amor a salvar o destruir a un Estado.26
la felicidad, que en última instancia, no Aristóteles funda el Liceo en 335 a.c.
hay cosa más amada y que haga más fe- allí se centró en el examen de la organiza-
lices a los hombres que el Bien absoluto. ción del trabajo científico y en el estudio
Este bien, ya no es pensado sólo como un de los principios racionales de la política.
bien singular o individual, momentáneo o
Piensa el Estado como una comunidad éti-
episódico, es la realización plena del bien
como comunidad.23 ca de vida, cuya legislación realice la jus-
ticia y el bien común.27 Para ello, vincula
“… quienes conciben en las almas la virtud, la poiesis y la belleza; piensa la
aún más que en los cuerpos lo que co- cuestión política como tekné, el “arte del
rresponde al alma concebir y dar a luz. gobierno justo”. Ese arte concierne a lo be-
El conocimiento y cualquier otra virtud, llo, pero se trata de la belleza de las dispo-
de las que precisamente son procreado- siciones en rectitud, que elevadas a rango
res todos los poetas y cuantos artistas se de comunidad, produce la mayor belleza,
dice que son inventores. Pero el conoci- el bien mayor, y por cierto, la máxima feli-
miento mayor y el más bello es, con mu- cidad.28 Por ello, el arte del gobierno de la
cho, la regulación de lo que concierne a
comunidad justa, habrá de exigir y presu-
las ciudades y familias, cuyo nombre es
mesura y justicia”.24
poner la participación del hombre bueno y
justo, aquél que (se) gobierna con arreglo
De este modo, Platón concibe la al principio ético-político de la virtud, que
doctrina de las Ideas siguiendo a Sócrates, es un bien perfecto, suficiente y un fin en sí
persiguiendo un fundamento absoluto en mismo.29
el ámbito moral, capaz de contener en sí Así, Aristóteles concibe la reunión
los principios del conocimiento verdadero entre ética y política, en cuanto éstas se
y una estricta norma de conducta para la destinan a producir o alcanzar un fin que
ciudad. Estos principios sobre los cuales es lo bueno y lo mejor, por ello la política
debe estar asentada la comunidad política persigue el bien en grado sumo, en cuanto
se expresan en la areté de lo justo, lo bueno la ciencia política prescribe y se sirve del
y lo bello.25 bien de todas las demás ciencias, permi-
Esta es la caracterización elemental
tiendo al hombre no sólo alcanzar un bien
que luego permitirá a Aristóteles trazar la
y una virtud particular, sino la felicidad de
diferencia significativa entre comunidad fa-
toda la comunidad:
miliar y comunidad política. Al finalizar la
Ética Nicomáquea, refiriéndose a la transi-
26  Aristóteles. Ética Nicomáquea. Editorial Gredos.
ción entre ética y política, Aristóteles plan- Madrid, 2000. Traducción Julio Pallí Bonet. Libro X, 9,
tea la necesidad de ocuparse de lo relativo 1179b-1181b. pp. 401-408.
a la legislación y a las constituciones que 27  Op. Cit. Nestle, W. Historia del Espíritu Griego.
pp.206-208.
23  Op. Cit. Vives, J. Génesis y Evolución de la Ética
Platónica. pp.206-208. 28  Aspe Armella, Virginia. El concepto de técnica,
arte y producción en la filosofía de Aristóteles. Fondo de
24  Platón. El Banquete. Editorial Gredos. Madrid, Cultura Económica Editores. México, 1993. pp.201-202.
1997. Traducción C. García Gual. 209ª-209b. p.259.
29  Op.Cit. Aristóteles. Ética Nicomáquea. Libro I,
25  Op. Cit. Platón. Gorgias. 497e-507ª.pp.102-117. 7, 1097ª-1097b.pp140-143.

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“Pues aunque sea el mismo el de la physis.33 Por ello, la concepción de la


bien del individuo y el de la ciudad, es comunidad política en Aristóteles va hilva-
evidente que es mucho más grande y nada con su concepción del conocimiento
más perfecto alcanzar y salvaguardar y la verdad, orientando ambas dimensio-
el de la ciudad; porque procurar el bien nes hacia la física natural del mundo real.34
de una persona es algo deseable, pero es Siguiendo a sus predecesores, Aristó-
más hermoso y divino conseguirlo para teles distingue tres tipos de Constituciones:
un pueblo y para ciudades”.30 monárquica, aristocrática, y timocrática.
Cada una de ellas presenta una forma co-
Con arreglo a esta comprensión éti- rrompida: tiránica, oligárquica y democrá-
ca, de la naturaleza del poder político, es tica. Pero Aristóteles afirma que las bue-
que Aristóteles traza aquella distinción nas Constituciones habrán de inspirar un
entre poder económico y poder político, gobierno en beneficio de los gobernados,
o si se quiere, entre comunidad familiar y y en ello centra el problema de la política.
comunidad política. La diferencia radical Se inclina favorable hacia la Constitución y
entre éstas no se debe ni a su tamaño, ni a gobierno basado en la “clase media”, que
su riqueza, ni extensión, sino que a su más proporciona moderación y equilibrio, así
esencial cualidad, aquella que distingue a intenta conciliar democracia y aristocracia.
un hombre libre de un esclavo. La comu- En oposición al “filósofo-rey” de Platón,
nidad perfecta es la ciudad, que tiene un Aristóteles cree en el valor de la mayoría,
grado más alto de autárkeia, cuyo fin en sí pero reservando ciertas funciones para la
mismo es el vivir bien o la vida buena, que virtud y la igualdad en proporción al méri-
en Aristóteles es la vida en virtud, que se to, exigiendo de la clase media, que gobier-
expresa en el logos, la palabra como nous, ne con justicia y moderación los intereses
facultad racional y ética de los hombres, de todos en comunidad.35
para distinguir lo bueno de lo malo y lo jus- Tras la muerte de Aristóteles, el Li-
to de lo injusto.31 ceo declinó en su jerarquía y resonancia,
Sin embargo, la comunidad política y —con excepción de Teofrasto y Aristó-
aristotélica, contendrá una crítica central a xeno de Tarento—, el pensamiento físico y
la concepción platónica, toda vez que cri- político aristotélico también fue eclipsado
tica la doctrina de las Ideas, objetando la por dos escuelas helenistas: el epicureísmo
existencia trascendente de ellas y resituan- y el estoicismo. Será hasta Andrónico de
do el eidos en el orden de la física de la na- Rodas, que hacia el año 60 a.c. editará en
turaleza, como principio inmanente de la Roma el Corpus que resume las obras eso-
forma.32 Aristóteles fisicaliza el eidos plató- téricas de Aristóteles, para que recomience
nico, al hacer de él un constitutivo interno el estudio y reinterpretación de estas bases
de las cosas. Eidos no es sólo un postula- filosóficas de la política.36
do necesario del pensamiento, sino que es
primariamente aquello que configura cada 33  Aristóteles. Física. Editorial Gredos. Madrid,
una de las cosas, una conformación que 1995. Traducción Guillermo R. De Echandía. 192ª-192b.
brota de la materialidad y del orden mismo pp.119-121.
34  Samaranch, Francisco. El saber del deseo. Releer
a Aristóteles. Editorial Trotta. Madrid, 1999. pp.212-215.
30  Ibid. Libro I, 1094b.pp.132-133.
35  Touchard, Jean. Historia de las ideas políticas.
31  Aristóteles. Política. Editorial Gredos. Ma- Editorial Tecnos. Madrid, 1979. Título original: Histoire
drid, 1999. Traducción Manuela García Valdés. Libro I, des Idees Politiques (1961). Traducción de J. Pradera. pp.44-
1252ª-1253b.pp.45-53. 49.
32  Op. Cit. Nestle, W. Historia del espíritu griego. 36  Aubenque, Paul. “Aristóteles y el Liceo”. En, Parain,
pp.197-199. Brice. Historia de la Filosofía. Vol.II. La filosofía griega.

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De las lecturas que los romanos y los Juan de Salisbury, por ejemplo,
padres de la iglesia practicaron de Platón y asienta la idea del Estado como un cuerpo
de Aristóteles, se heredaron y redefinieron político, cuyo tejido orgánico anexa y con-
las claves comprensivas de la comunidad tiene a los individuos y diversos grupos en
política, tanto para la era cristiana como sociedad. Se recobra allí la idea de armonía
para el Medioevo. Sin embargo, tras ese y orden de la comunidad platónica. Cierta-
largo y complejo período de preeminencia
de imperios, monarquías y comunidades mente, en esta concepción, la comunidad
feudales, donde los principios ideales de aún no depende de un contrato o una vo-
la polis habían sido obstruidos y alterados, luntad general autónoma, sino de una racio-
paulatinamente éstos serán recuperados y nalidad heterónoma, cuyo plan es prefijado
repostulados, para constituir el basamento por la divina providencia. Se trata de una
de una “nueva” modulación de lo político, cierta “cristianización” de la República pla-
la experiencia política moderna.37 tónica, donde el príncipe es responsable del
recto gobierno, pero no ante sus súbditos,
sino ante Dios. En su tratado de filosofía
Comunidad Política Moderna como política del siglo XII, Salisbury incorpora
Proyecto. una gran novedad, y es que seculariza la
noción de cuerpo político, desplazando
Skinner comienza su estudio sobre la orgánica de la iglesia como cuerpo de
los fundamentos políticos modernos, re- Cristo, hacia la res publica encarnada en la
cobrando algunos fragmentos del histo- silueta del príncipe, introduciendo o antici-
riador alemán Otón de Fresinga, quien a pando tempranamente, la distinción entre
mediados del siglo XII, ya advertía que en el gobierno espiritual de las almas y el go-
el norte de Italia, había surgido una “nue- bierno político de los ciudadanos.
va y sorprendente forma de organización
social y política. Se trataba de la organiza-
ción de la ciudad independiente, basada en “«En Policraticus se enuncia sis-
la libertad y deliberación de la comunidad, temáticamente por primera vez la ideo-
con la capacidad de elegir sus autoridades logía laica del poder y del orden social».
y gobernantes una vez al año. Así reapa- Por esto es Juan de Salisbury un «moder-
rece la idea de la ciudad-república.38 Esta no», en medio del tradicionalismo del si-
mutación, de algún modo, ya venía siendo glo XII, y admite implícitamente «la au-
avisada en cierta literatura, que advertía el tonomía de las formas de la naturaleza,
advenimiento de este complejo tramado de de los métodos del espíritu, de las leyes
transformaciones en la alta edad media, de la sociedad»”.39
donde se aprecia una aproximación de las
teorías eclesiásticas hacia el problema de la
Sin embargo, este proceso de auto-
res publica.
nomía política, en ningún caso opera me-
diante una continuidad lineal y uniforme,
muy por el contrario, la multiplicidad de
Siglo XXI editores. México, 1997. Traducción Santos Ju-
liá. pp.240-242. registros y texturas desmienten cualquier
modelización unívoca. Wolin sostiene que
37  Wolin, Sheldon. Política y perspectiva. Conti- tras la supresión del pensamiento político de
nuidad y cambio en el pensamiento político occidental.
Amorrortu Editores. Buenos Aires, 2001. Título original: Platón y Aristóteles, la filosofía política se re-
Politics and visión. Continuity and innovation in Western political plegó y fue incapaz de pensar lo propiamen-
thought (1960). Traducción Ariel Bignami. p.79. te político y se redujo a una normatividad
38  Skinner, Quentin. Los Fundamentos del Pensa-
miento Político Moderno. Fondo de Cultura Económica. 39  De Salisbury, Juan. Policraticus. Editorial Nacio-
México, 1993. Título original: The Foundations of Modern nal. Madrid, 1983. Traducción de Manuel Alcalá. pp.60-
PoliticalThought (1978). Traducción Juan José Utrilla. p.23. 61.

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moral, que sólo asentaba su juicio en una y extensión de estas mutaciones históricas
facultad de poder o de fuerza. Así se acusa- —así como la diversidad de sus registros y
ba en el retiro de lo político, un consecuen- texturas—, es preciso reconocer formacio-
te abandono o debilitamiento del concepto nes textuales de amplio espectro, donde se
de comunidad, de ciudadano y de libertad. van asentando los fundamentos y precep-
Se trataría de la incapacidad de pensar lo tos de la Comunidad Política Moderna.
político de la comunidad.40 Será en este variado marco de pensa-
Un matiz diferente plantea Carlyle, miento que —desde Maquiavelo, Hobbes,
señalando que nunca esa supresión fue tal Spinoza, Locke, Rousseau, Kant, Hegel,
y tan severa como se plantea en el itine- etc.—, se instauran y promueven las con-
rario reconstructivo de la comunidad po- diciones racional-discursivas, que trazan
lítica, asintiendo que la libertad política los principios y claves fundamentales de
nunca dejó de estar presente, toda vez que, comprensión de la Comunidad. Sin em-
tempranamente, se dispuso en la filosofía bargo, y pese a esta amplia y variada gama
una idea de comunidad, que trama una re- de postulados, un signo decisivo resalta y
lación consustancial entre libertad indivi- atraviesa toda esta racionalidad. Trátase
dual y libertad política.41 De otro modo, Sa- de una concepción autónoma, normativa,
bine insiste en que el debilitamiento y retiro universal y emancipatoria de lo político,
de la política y del fracaso de la Ciudad-Es- esto es, la afirmación de una voluntad so-
tado, implicaría un prolongado receso y berana que se presenta como el proyecto de
oclusión de lo político, que sólo habría de un «Tiempo» y un «Mundo nuevo».44
ser recuperado, una vez afianzado el nexo Sea la comunidad pensada como
jurídico entre libertad y comunidad. Dicha «República», entidad «Soberana», basada
condición, sólo se haría del todo patente, y tendiente hacia la «Libertad» y el «Bien
en la vocación comunitaria por la libertad y Común»; pero también expuesta a la vici-
ciudadanía universal, principio que sólo se situd factual del conflicto, de la «Fortuna»
registra en el paisaje histórico que anuda a y la «Virtù» —Maquiavelo45—. O pensada
los más conspicuos pensadores modernos.42 como necesidad de orden y sistema de re-
Tras el “descubrimiento” del «Nuevo glas, aun cuando el contenido mismo de
Mundo», del Renacimiento y la Reforma, ese orden resulte secundario, donde lo fun-
subyace la emergencia o reconfiguración damental del «Leviatán» como judicatura
política de la comunidad, donde se mani- política es la secularización del orden, la
fiesta y afirma una vocación o intensidad conservación, realización de los intereses y
comunitaria, precisamente ahora enarbo- seguridad de los individuos, y con ello, la
lada como proyecto de un «Tiempo Novisi- estabilidad de la paz y del poder. La afirma-
mo».43 Dada la complejidad, conflictividad ción de la comunidad como una asociación
política y no un clan natural, se expresaría
40  Op.Cit. Wolin, Sheldon. Política y perspectiva.
pp.101-105.
Modernidad. Editorial Taurus. Madrid, 1993. Título ori-
41  Carlyle, A.J. La Libertad Política. Historia de su ginal: Der Philosophische Diskurs der Moderne (1985). Traduc-
concepto en la Edad Media y los tiempos modernos. Fon- ción Manuel Jiménez Redondo. pp.11-19.
do de Cultura Económica. Madrid, 1982. Título original:
Political liberty: a history of the conception in the middle ages and 44  Hegel. Georg W.F. Fenomenología del Espíritu.
modern times (1941). Traducción Vicente Herrero. pp.7-36. Fondo de Cultura Económica. México, 1993. Phänomeno-
logie des Geistes (1807). Traducción Wenceslao Roces. pp.7-
42  Sabine, George. Historia de la Teoría Política. 60.
Fondo de Cultura Económica. México, 2000. Título origi-
nal: A History of political theory (1937). Traducción Vicente 45  Maquiavelo, Nicolás. Discurso sobre la primera
Herrero. pp.116-141. década de Tito Livio. Editorial Losada. Buenos Aires,
2004. Título original: Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio
43  Habermas, Jürgen. El Discurso Filosófico de la (1517). Traducción Roberto Raschella. pp.213-217.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


44 • Nº 17 • diciembre 2017
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mediante la organización racional, secu- llo continuo de las facultades de la especie


lar y utilitaria del Estado —Hobbes46—. al «uso de su razón», cuya felicidad y per-
Sea concebida como expresión metafísi- fección no provenga más que de su propia
ca de un fundamento natural-racional, no «Razón». La comunidad destinada a la
teológico, donde el hombre como «modo constitución de una «sociedad civil», que
finito» de la «naturaleza naturada», capaz administre el derecho en general, y que me-
del «gobierno de las pasiones», devenga diante el cumplimiento de ese «secreto plan
«cuerpo y potencia» expresiva de la liber- de la naturaleza», alcance el único estado
tad y felicidad, haciendo coincidir fuerza que pueda cumplir plenamente todas las
y derecho, de modo que sea portadora de disposiciones de la humanidad —Kant50—.
tantos derechos como fuerza posea, así la O bien como movimiento progresivo de la
comunidad política se juega como relación «Razón» y del conocimiento del «Espíritu»,
de un «connatus» —Spinoza47—. Sea como como realización del principio de «Liber-
realización de la «libertad natural» de «pro- tad». Donde la «Historia universal» es la
piedad y felicidad», que se procura un «po- «realización del espíritu» y evolución del
der político» como derecho de dictar leyes concepto de libertad realizado temporal-
para la regulación y preservación de la pro- mente por el Estado —Hegel51—.
piedad, y el derecho de emplear la fuerza Sea en cualquiera de sus modulaciones
de la comunidad en ejecución de tales leyes y matices, la comunidad política moderna
y en defensa del Estado y en pos del «bien será pensada como un «porvenir», un «ho-
público» —Locke48—. rizonte de sentido», un tiempo futuro que se
Sea como cumplimiento de la «Bue- abre como posibilidad, un «proyecto» ima-
na Naturaleza» de los hombres, deponien- ginable, factible de ser pensado y realizado.
do el interés particular por la «Voluntad Muchísimas y variadas son las transformacio-
general», realizada mediante una «So- nes y condiciones que han permitido aquella
beranía absoluta», libertad ejercida por emergencia, sin embargo, un cierto «espíritu
«Ciudadanos virtuosos», y cuya expresión de época» la recorre, un estado de confianza
orgánica del «Cuerpo social» sería el «Con- en el «progreso» que alienta la afirmación de
trato» custodiado o realizado por el Esta- una «Voluntad» que se quiere «Universal». Su
do —Rousseau49—. Sea como disposición máxima expresión y aspiración jurídico-políti-
racional-moral del género humano, cuya ca será la idea de «Sujeto de Derecho».
«libertad de la voluntad» es gobernada por El «optimismo teórico», la «suprema-
las «leyes de la naturaleza», como desarro- cía cognitiva» y la «supremacía moral», serán
los correlatos y las energías movilizadoras
de este proyecto comunitario. La apertura y
46  Hobbes, Thomas. Leviatán. Ediciones Altaya. configuración de un campo extenso e in-
Barcelona, 1997. Título original: Leviathan: Or the Matter,
From and Power of a Commonwealth Ecclesiastical and Civil agotable de conocimiento racional-autó-
(1651). Traducción Carlos Mellizo. p.141 nomo; atestiguado por la emergencia de
47  Spinoza, Baruch. Tratado Político. Alianza Edito-
rial. Madrid, 2004. Título original: Tractatus Politicus (1677).
Traducción Atilano Domínguez. p.105. 50  Kant, Emmanuel. Filosofía de la Historia. Fondo
de Cultura Económica Editores. México, 2000. Traduc-
48  Locke, John. Segundo Ensayo sobre el Gobierno ción Eugenio Ímaz. pp.39-65. Asimismo, Sobre la Paz
Civil. Editorial Losada. Buenos Aires, 2004. Título origi- Perpetua. Alianza Editorial. Madrid, 2002. Título original:
nal: Concerning Civil Government, Second Essay. An Essay Con- Zum ewigen Frieden. Ein Philosophischer Entwurt von Immanuel
cerning the True Original Extent and End of Civil Government Kant (1795). Traducción Joaquín Abellán. p.41.
(1690). Traducción Cristian Piña. pp.7-8-24-31-57-70.
51  Hegel, Georg W.F. Lecciones sobre la Filosofía
49  Rousseau, Jean-Jacques. Escritos Políticos. Edito- de la Historia Universal. Ediciones Altaya. Barcelona,
rial Trotta. Madrid, 2006. Título original: Fragment politiques 1997. Título original: Vorlesungen über die philosophie der Ges-
(1745-1760). Traducción José Rubio Carracedo. p.113. chichte. Traducción José Gaos. pp.700-701.

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una «Filosofía de las ciencias»; la constitu- recusación de la promesa comunitaria. Lo


ción de una «Teoría política», una «Ciencia que genéricamente fue llamado “el pen-
política», una «Filosofía del Derecho» y samiento de la sospecha”, acertaba una
una «Teoría del Estado» secularizadas, así crítica demoledora a los presupuestos hu-
como la conformación de unas «Ciencias manistas y filantrópicos de la comunidad.
sociales» y una «Ciencia económica» basa- Si bien los hombres habían alcanzado una
das en los procesos de industrialización y «conciencia histórica sobre la autodetermi-
tecnificación de la producción, irán acom- nación del desarrollo de las fuerzas produc-
pañando y fortaleciendo los cimientos y tivas», aún no conseguían una conceptua-
principios de la secularización moral y es- lización crítica de la conciencia histórica
tética, propias y gravitantes en el proceso de la «autodeterminación de las relaciones
de «Ilustración». Si se quiere, la intensidad sociales de producción» —Marx53—. Ahí
comunitaria moderna, no sería otra cosa donde los hombres declaraban y presu-
que la manifestación de «la conciencia his- mían ser agentes libres y autodeterminados
tórica de la autodeterminación del desarro- por la «acción racional consciente», esta-
llo de las fuerzas productivas», conciencia ban anclados a una dimensión anterior,
histórica que fabula una concepción de la opaca y gris, que les gobernaba y constre-
comunidad política, centrada en un sujeto ñía desde el «inconsciente reprimido» del
de derecho, capaz de crear una asociación «trieb» —Freud54—. Ahí donde los hombres
asentada en la libertad, la justicia, la igual- se arrogaban una supremacía cognitiva y
dad, y en la confianza del progreso y desa- moral, no hacían más que dar forma a su
rrollo humano que asegure su bienestar y «voluntad de poder débil», encubridora de
felicidad. su autoengaño, de su «vida enferma», que
les condena a una existencia miserable de
«moral esclava»; pues aquello que vocife-
Comunidad Política Contemporánea ran como progreso, cultura y civilización,
como Crisis. no es más que «decadencia y degradación»,
sostenida desde la «transvaloración de los
Quizá, de la misma manera en que valores» —Nietzsche55—.
se gestaron y organizaron aquellas condi- Diversos serán los acontecimientos
ciones para que esta configuración se pro- y racionalidades, que prestarán indicios de
dujera, asimismo, ellas pudieran también validez a aquella sospecha, toda vez que
ser destituidas y desaparecer. Así se refiere la misma vocación de comunidad, su afir-
Foucault al describir las transformaciones mación, expansión y dominio, conduce al
de la Época Clásica a la emergencia de la «Progreso» y la «Buena voluntad», paradó-
Época Moderna.52Pues bien, no habrá de jicamente, hacia una escena de catástrofe
transcurrir demasiado tiempo para comen- y devastación, intensamente testimoniada
zar a advertir que dicho proyecto comunita- durante el siglo XX. Esta paradoja fuerza a
rio, habría de enfrentar severas dificultades
que no sólo lo entorpecen y obstaculizan, 53  Marx, Karl. La Ideología Alemana. Ediciones
sino que incluso amenazan con destituirlo. Pueblos Unidos. Buenos Aires, 1985. Traducción Wen-
Hacia fines del siglo XIX, variados ceslao Roces. pp.11-90.
serán los signos de inquietud, crítica y 54  Freud, Sigmund. Obras Completas. Amorrortu
Editores. Buenos Aires, 2003. Título original: The Standard
Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud
52  Foucault, Michel. Las Palabras y las Cosas. Una (1957). Traducción José Luis Etcheverry.
arqueología de las ciencias humanas. Siglo XXI Editores.
México, 1997. Título original: Les mots et les choses, une ar- 55  Nietzsche, Friedrich, Sobre Verdad y Mentira en
cheologie des sciences humaines (1966). Traducción Elsa Frost. Sentido Extramoral. Editorial Tecnos. Madrid, 2001. Tra-
p.375. ducción Luis M. Valdés. pp.17-38.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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replantear y repensar radicalmente su ma- la naturaleza o la razón. Surge una fraseo-


triz, sus principios, sus fundamentos y es- logía filosófica de «crisis», que adoptará
pecialmente, su ejercicio. Adorno dice que diversas manifestaciones y densidades. Sin
“con el asesinato administrativo de millo- embargo, pese a los distintos itinerarios ar-
nes de personas, la muerte se ha convertido gumentales que ellas tracen, «lo común» se
en algo que nunca había sido temible de esa vuelve un predicado en descrédito y objeto
forma. Auschwitz confirma la teoría filosó- de recelo. La comunidad se declara inter-
fica que equipara la pura identidad con la dicta.
muerte”.56 Depositarios de esa sensibilidad En una crítica de la Filosofía de la
teórico-política, surgirán diversas narracio- Historia, Adorno y Horkheimer afirman
nes y gestualidades destinadas a examinar que los autores de la filosofía de la histo-
la promesa de este «Tiempo» y «Mundo ria se han identificado, sin quererlo, con la
Nuevo», ahora bajo los signos de la crisis y opresión que pretendían abolir:
la desconfianza. Lo que genéricamente fue
llamado «el giro lingüístico» —como crisis “Cristianismo, idealismo y ma-
de la representación57—; «el giro ontológi- terialismo, que contienen en sí también
co» —como crítica a la antropología filosó- la verdad, tienen su parte de responsabi-
fica y a la ontología antropocéntrica58—, y lidad en las infamias que se han come-
«el giro epistemológico», —como crisis de tido en su nombre. Como abanderados
los principios del conocimiento y el discur- y portavoces del poder —aunque fuera
so de verdad59—, de cierta manera vendría del poder del bien—, se han convertido
a expresar el carácter y semblante del “pen- a su vez en potencias históricas organi-
samiento contemporáneo”. zadas y, como tales, han desempeñado
Así, las querellas se multiplican e in- un papel sangriento en la historia real de
tensifican, en torno a cada uno de los prin- la humanidad: el de instrumentos de la
cipios sobre los cuales se erigía la confian- organización”.60
za comunitaria. Aquello se torna severo
y decisivo, cuando esta discusión se posa Este tipo de crítica abre un abanico
frontalmente en el terreno de lo político. amplio y diverso de argumentos e impre-
Surgen condiciones de descrédito y tensio- caciones, no sólo al discurso de la comu-
namiento, que pondrán en suspenso lo que nidad, sino a lo que ha sido su operación
antes había sido “ciegamente” confiado a práctica y efectiva. Benjamin, parafrasean-
do a Baudelaire y su crítica a lo moderno,
56  Adorno, Theodor. Dialéctica Negativa. Editora sostiene que “lo moderno exige una cons-
Nacional. Madrid, 2002. Título original: Negative Dialektik titución heroica, pues lo que el trabajador
(1966). Traducción José María Ripalda. pp.328-368. a sueldo lleva a cabo en su labor diaria
57  Rorty, Richard. El Giro Lingüístico. Dificulta- no es menos que lo que en la antigüedad
des metafilosóficas de la filosofía lingüística. Ediciones ayudaba al gladiador para obtener fama y
Paidós. Barcelona, 1998. Título original: The Linguistic aplauso”. Lo moderno tiene que estar en
Turn: Recent Essays in Philosophical Method (1967). p.47.
el signo del suicidio, sello de una voluntad
58  Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Editorial Uni- heroica, pues lo moderno lleva el signo de
versitaria. Santiago de Chile, 1998. Título original: Sein und Caín sobre su frente.61 Y sobre el Concepto
Zeit (1927). Traducción Jorge Eduardo Rivera. p.70
59  Foucault, Michel. El Orden del Discurso. Tus- 60  Adorno, Theodoro; Horkheimer, Max. Dialécti-
quets Editores. Barcelona, 2002. Título original: L’ordre ca de la Ilustración. Editorial Trotta. Madrid, 1994. Título
du discours (1970). Traducción Alberto González Troya- original: Dialektik der Aufklärung. Philosophische Fragmente
no. p.11. Asimismo, Nietzsche, la Genealogía, la Histo- (1944). Traducción Juan José Sánchez. pp.266-268.
ria. Pre-textos Editorial. Valencia, 1997. Título original:
Nietzsche, la Généalogie et l’Histoire (1971). Traducción José 61  Benjamin, Walter. Poesía y Capitalismo. Ilumi-
Vázquez Pérez. pp.24-42. naciones II. Editorial Taurus. Madrid, 1998. Traducción

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de Historia, con una lucidez sobrecogedora concepto de mera «fuerza en expansión»,


Benjamin afirma: que sólo puede crear un mundo de amos y
de esclavos, de guerra y de conquista. Este
“La tradición de los oprimidos «Mal elemental» se opone y destruye, no a
nos enseña que el “estado de excepción” un sistema político, sino a la humanidad
en el que vivimos es regla. Debemos bus- misma del hombre.65
car un concepto de historia que se corres- La filosofía política contemporánea
ponda con dicho estado (…) La posibili- ha conseguido conceptualizar como pro-
dad de éxito del fascismo se basa en que blema el vocativo de la «Comunidad», po-
los enemigos lo enfrentan en nombre del niendo en primer orden de relevancia, la
progreso como norma histórica”.62 objeción y crítica a la comprensión «orgá-
nica y substancialista» de comunidad, y en
Este síndrome crítico se repetirá des- consecuencia, interrumpiendo el itinerario
de distintas matrices de pensamiento, tan de progreso “necesario” y “teleológico”,
diversas como Arendt, quien observa con que para ésta previamente se reservaba.
espasmo la referencia que Eichmann hace Así, la comunidad, antes que ser un princi-
a Kant para justificar filosófica y jurídica- pio apodíctico, normativo y preconstituido,
mente sus crímenes, así como la filantropía se dispone como una relación suspensiva,
y moral que en ello se pretendía.63 Mar- un riesgo y una posibilidad. La literatura
cuse, quien cursa una crítica al principio que advierte de ello se torna amplia y nu-
tanático represivo y unidimensional de la merosa. Nancy acusa que el más importan-
civilización occidental, expresado en el te y penoso testimonio moderno es el de
capitalismo y el totalitarismo contemporá- la disolución, dislocación o conflagración
neo, mostrando que la dominación y ena- de la comunidad, asignando a la filosofía
jenación, son derivadas de la organización la gran tarea adeudada de pensar el «ser-
social del trabajo.64 Levinas, quien en su en-común».66 Lacoue-Labarthe, denuncia
inicio denuncia al hitlerismo como una co- aquella paradoja de la intensidad comuni-
munión mística racial que deviene «comu- taria, ahí donde queríase «obra de arte», ella
nidad de sangre», que modifica en esencia devino «obra de muerte».67 Agamben sitúa
la idea de «universalidad», reduciéndola al esta paradoja al interior de la misma ra-
cionalidad jurídica de la comunidad, cuyo
Jesús Aguirre. pp.85-97. carácter excepcional indica que, ni Fascis-
mo, ni Nazismo, han sido superados, sino
62  Benjamin, Walter. Estética y Política. Las Cua- que constituyen el signo, bajo el cual vive la
renta Editores. Buenos Aires, 2009. Título original: Über
den Begriff der Geschichte. Traducción Tomás Joaquín sociedad contemporánea, expresado ahora
Bartoletti. p.145.
63  Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Debol-
sillo Ediciones. Barcelona, 2008. Título original: Eichmann 65  Levinas, Emmanuel. Algunas reflexiones sobre
in Jerusalem (1963). Traducción Carlos Ribalta. pp.198- la Filosofía del Hitlerismo. Fondo de Cultura Económica
203. Asimismo, Los Orígenes del Totalitarismo. Editorial Editores. Buenos Aires, 2002. Título original: Quelques ré-
Taurus. Madrid, 1998. Título original: The origins of the tota- flexions sur la philosophie de l’hitlerisme (1934). pp.7-21.
litarism (1953). Traducción Guillermo Solana. pp.234-249.
66  Nancy, Jean-Luc. La Comunidad Desobrada.
64  Marcuse, Herbert. Eros y Civilización. Edición Arena Libros Ediciones. Madrid, 1999. Título original: La
Sarpe. Madrid, 1983. Título original: Eros and civilization. A Communauté désoeuvrée (1986). Traducción Pablo Perera.
philosophical inquirí into Freud (1953). Traducción Juan Gar- pp.11-149.
cía Ponce. pp.125-133. Asimismo, El Hombre Unidimen-
sional. Ensayo sobre la Ideología de la Sociedad Industrial 67  Lacoue-Labarthe, Philippe. La Ficción de lo Polí-
Avanzada. Hyspamerica Ediciones. Buenos Aires, 1984. tico. Arena Libros Editores. Madrid, 2002. Título original:
Título original: One-Dimensional Man (1954). Traducción La fiction du politique (1987). Traducción Miguel Lancho.
Antonio Elorza. p.198. pp.76-91

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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por una planetaria burguesía nacional.68 Esta sensibilidad crítica, sobre el ca-
Esposito exige comprender la comunidad rácter «inmunitario» de la comunidad po-
como una relación, un vínculo, un «entre» lítica contemporánea —o si se quiere, la
constitutivamente frágil, cuya complejidad delicada tensión constitutiva entre «Esta-
no pudo ser pensada por el léxico filosófico do» «Comunidad» y «Derecho»—, se hará
político moderno, reduciéndola a un «ob- extensiva y expansiva a los más diversos
jeto» especular, y por ello, esencialmente registros analíticos de la teoría y la filoso-
distorsionada, acusando una incompren- fía política contemporánea, constituyendo
sión severa, lo que se tradujo en su afirma- un problema central y una inquietud regu-
ción devastadora y trágica.69 Brossat eleva larizada, en la enunciación comunitaria
a rango paradigmático de la democracia del pensamiento político actual. Así se
contemporánea su carácter inmunitario de constata esta preocupación en trabajos y
«excepción soberana», esto es, cautelando pensamientos tan variados, como los de
y preservando el valor de la comunidad, Schmitt: quien señala que la comunidad
se ejerce una violencia protectora que la ha devenido una estructura global de do-
inmuniza, y por defecto, la destruye.70 La minación;73 Habermas: al examinar la re-
misma preocupación exhibe Rancière, al lación entre derecho estatal, derecho inter-
señalar que la comunidad política debe ser nacional y derecho cosmopolita —para un
entendida fundamentalmente como una orden republicano como Estado constitu-
forma de simbolización «litigosa», dividi- cional democrático basado en los derechos
da, diferencial y «agonística», cuestión que humanos—, en el contexto de guerras loca-
es precisamente lo amenazado en lo que les;74 Böckenförde: examinando las muta-
acusa como el «viraje ético» de la política.71 ciones jurídico-políticas de la relación entre
Del mismo tenor son las inquietudes y crí- comunidad política y estado de derecho;75
ticas planteadas por Sheldon Wolin, al ob- Dworkin: pensando si una ética convencio-
servar una peligrosa contigüidad entre las nal puede o no ser impuesta por medio de la
prácticas democráticas actuales y las técni- ley penal;76 Negri: observando las mutacio-
cas, dispositivos y principios totalitarios, al nes del biopoder en la sociedad de control
rango de establecer un nexo entre democra-
cia y «totalitarismo invertido».72

Inc. Managed democracy and the specter of inverted totalitarianism


68  Agamben, Giorgio. La Comunidad que Viene. (2008). Traducción Silvia Villegas. pp.12-20-79-83.
Editorial Pre-textos. Valencia, 2006. Título original: La
comunità que viene (1996). Traducción José Luis Villacañas. 73  Schmitt, Carl. La Tiranía de los Valores. Editorial
p.53. Comares. Granada, 2010. Título original: Die Tyrannei der
Werte (1959). Traducción Monserrat Herrero. pp.51-67.
69  Esposito, Roberto. Communitas. Origen y Desti-
no de la Comunidad. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 74  Habermas, Jürgen. La Inclusión del Otro, Es-
2003. Título original: Communitas. Origine e destino della co- tudios de Teoría Política. Ediciones Paidós. Barcelona,
munità (1998). pp.21-49. 2008. Título original: Die Einbeziehung des Anderen (1996).
Traducción Juan Carlos Velasco y Gerard Vilar. pp.147-
70  Brossat, Alain. La Democracia Inmunitaria. Edi- 227.
torial Palinodia. Santiago de Chile, 2008. Título original:
La démocratie immunitaire (2003). Traducción María Tijoux. 75  Böckenförde, Ernest Wolfgang. Estudios sobre
pp.9-33. el Estado de Derecho y la Democracia. Editorial Trotta.
Madrid, 2000. Título original: Entstehung und Wandel des
71  Rancière, Jacques. El Viraje Ético de la Estética Rechtsstaatsbegriffs (1991). Traducción Rafael de Agapito.
y la Política. Editorial Palinodia. Santiago de Chile, 2005. pp.17-45.
Traducción María Tijoux. pp.21-34.
76  Dworkin, Ronald. La Comunidad Liberal. Si-
72  Wolin, Sheldon. Democracia S.A. La Democracia glo del Hombre Editores. Bogotá, 2004. Título original:
Dirigida y el Fantasma del Totalitarismo Invertido. Katz Liberal Community (1989). Traducción Claudia Montilla.
Editores. Buenos Aires, 2008. Título original: Democracy pp.135-184.

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y la gobernabilidad disciplinaria;77 Laclau: misma intensidad con que se declama, en


examinando las tensiones entre las prácticas los hechos, la desmiente:
democráticas y las autoritarias, en la disputa
por la hegemonía;78 Mouffe: redefiniendo la “en una época en la que han sido
relación entre comunidad política y ciuda- asesinados o se ha dejado morir a más
danía democrática, como condición para el hombres y mujeres que nunca antes en la
ejercicio agonístico de lo político;79 Virno: historia. Una estimación reciente de las
indagando la conexión entre las prácticas «megamuertes» del siglo XX da 187 mi-
y la racionalidad del estado de excepción, llones, el equivalente de una décima par-
con las formas biológicas de los conflictos te de la población mundial en 1990”.82
sociopolíticos.80 Zizek, poniendo en ten-
sión la distinción misma entre democracia Las tres escenas históricas de pensa-
y totalitarismo.81 miento, a las que nos hemos referido gené-
Todo este debate, que cruza diago- ricamente, no habrían de ser comprendidos
nal y transversalmente la discusión y la como una continuidad ciega, mecánica y
reflexión teórico-política sobre los riesgos lineal, antes bien, trátase de intrincadas
y las posibilidades afirmativas de la comu- formaciones yuxtapuestas, campos de
nidad, perdura y se extiende hasta nuestros emergencia, destitución y resonancia, las
días. Lo que rezuma todo ello, es el fatídi- que en permanente mutación, discontinui-
co dato de que la comunidad, antes que un dad y resignificación, van delineando cier-
principio consumado, se ha constituido en tas escenografías y narraciones en torno a
un vocablo en crisis, una pulsión equívoca, la comunidad política.
y su marco de referencia, cuestionado. Su Una inflexión parcial -todavía preli-
crisis no concierne sólo a los predicados y mina-, conduce a intuir una singularidad
lógicas que la sostienen, sino a su ejecución en torno al carácter de estas escenas de la
práctica, su operación efectiva. El propio comunidad. Se podría decir que, si en el
ejercicio afirmativo de la comunidad, la primer y segundo cuadro se trata de fun-
dar y refundar la comunidad, trazar sus
77  Hardt, Michael; Negri, Antonio. Imperio. Edicio-
posibilidades, lógicas y principios; en la
nes Paidós. Buenos Aires, 2002. Título original: Empire tercera escena, se trata de constatar —y
(2000). Traducción Alcira Bixio. pp.37-225. pensar— su imposibilidad. Dicho de otro
78  Laclau, Ernesto; Mouffe, Chantal. Hegemonía y modo, mientras la escena clásica griega
estrategia socialista. Hacia una radicalización de la demo- está fundando una cierta concepción nor-
cracia. Fondo de Cultura Económica Editores. Buenos mativa o modélica de la comunidad políti-
Aires, 2010. Título original: Hegemony and socialist strategy. ca; y asimismo, la reconfiguración moder-
Towards a radical democratic politics (1985). Traducción Er- na asiente una refundación jurídico-formal
nesto Laclau. p.86.
de la comunidad, —con todas sus diferen-
79  Mouffe, Chantal. El Retorno de lo Político. Co- cias— ambas escenografías están pensando
munidad, Ciudadanía, Pluralismo, Democracia Radical. la comunidad política desde la vocación de
Ediciones Paidós. Barcelona, 1999. Título original: The
Return of the Political (1993). Traducción Marco Aurelio orden, es decir, la necesidad de represen-
Galmarini. p.89-106. tar(se) lo político en el diagrama performa-
tivo de una «voluntad de comunidad». Sin
80  Virno, Paolo. Gramática de la Multitud. Para un
análisis de las formas de vida contemporáneas. Ediciones embargo, podríamos intuir que, en la esce-
Colihue. Buenos Aires, 2003. Traducción Adriana Gó- na contemporánea, adviene una diferencia
mez. pp.175-185.
81  Zizek, Slavoj. Quién dijo Totalitarismo? Editorial 82  Eagleton, Terry. Dulce Violencia. La idea de lo
Pre-textos. Valencia, 2002. Título original: Did somebody Trágico. Editorial Trotta. Madrid, 2011. Título original:
say totalitarianism? (2001). Traducción Antonio Gimeno Sweet Violence. The Idea of the Tragic (2003). Traducción Ja-
Cuspinera. vier Alcoriza y Antonio Lastra. p.14.

50 • Nº 17 • diciembre 2017 Juan Pablo Arancibia Carrizo


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o dificultad sustancial: la comunidad se fuerza exultante y paroxística que no reco-


piensa como tensión y se experiencia como noce sosiego ni aquietamiento, antes bien,
fracaso. Esta paradoja es la que viene a se encuentra «pleonécticamente» dispuesta
constituir, “la dramaturgia política moder- hasta el desborde de su propia posibilidad.
na”. Dígase de la vocación afirmativa y La política de lo «des-comunal» acu-
resolutiva de la comunidad, al tiempo que sa un fracaso y una impotencia de todo
su propia intensidad afirmativa la devasta y sistema de representación y aquietamiento
aleja de sí misma. En otras palabras, trátase que intenta calcular, anticipar y conducir el
de la experiencia política moderna, como brote agonal de fuerzas. Lo «des-comunal»
experiencia de la «Catástrofe». tiene una implicancia estética (poético-mu-
sical), ontológica (disolvente del antropo-
centrismo) y política (imposibilita el orden
II y la representación, adviniendo el caos y el
Comunidad Musical desborde de fuerzas).
En griego, koinh = concierne a lo
común, al interés público; koino/pouj oun
Comunidad y Música: hacia un pensa- concierne a lo que se (nos) presenta en co-
miento de lo «Des-comunal». mún, a un tiempo común. Koino/j h/ o/n
es lo común a varios, lo que concierne a lo
Como hemos visto, la cuestión de la público, al interés general, a la comunidad;
comunidad ha sido insistentemente plan- ta/ koina/ remite entonces a los asuntos
teada en la historia del pensamiento polí- públicos, los asuntos comunes, los asuntos
tico, desde la comprensión inaugural de la de Estado. Koino/thj htoj h( remite a la
comunidad política en Aristóteles, hasta comunidad, al ejercicio comunitario, a la
la reformulación comunitaria moderna, participación, la sociabilidad y afabilidad
en el pensamiento de Rousseau, o bien en comunal. Koino/w -w = concierne al co-
la reactulización del debate sobre la crisis municar, al hacer común, poner en común,
de la comunidad en la filosofía política hacer saber, poner en comunicación, esto
contemporánea, una cuestión permanece es, poner en unión, en comunión. El sus-
hasta ahora omitida, no tratada, o al me- tantivo de este poner en común, en griego
nos, insuficientemente pensada: la cuestión se dice koinwni/a aj h/ que refiere a la par-
de lo «des-comunal». ticipación, unión, a la relación de comuni-
Proponemos tal categoría para en- cación, al vínculo y la alianza social, a la
tender la figuración de un problema insal- simpatía colectiva de lo comunal.
vable, el que concierne al fracaso o la impo- Hasta ahora, el énfasis privilegiado
sibilidad de representación a la que aspira por el pensamiento político ha sido pensar
el orden. La cuestión de lo «des-comunal» la comunidad, o lo comunal, como la ex-
como la condición inefable e irreductible periencia del orden, es decir, como la ex-
que impide todo aquietamiento categorial periencia del Estado, lo estatal. En nuestra
de los juegos de fuerzas. Lo «des-comunal» perspectiva, precisamente la imposibilidad
como lo indescifrable, lo inanticipable, lo constitutiva de la comunidad, su extrañe-
irruptivo y emergente que desborda y des- za irreductible, fuerza entonces a pensar lo
barata todo diagrama de representación. político no como el dispositivo del orden,
Lo «des-comunal» como el advenimiento sino como su colapso, su imposibilidad, su
de un campo de fuerza insumisa, disrup- dislocación, esto es pensar lo «des-comu-
tiva y devastadora de todo aquietamiento nal». Aquello ya no está referido al límite
jurídico e institucional de lo político. Lo interno e idéntico de la comunidad en sí,
«des-comunal» como el arrobamiento de la sino que precisamente a la experiencia de

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su des-borde, el padecimiento de un límite lo comunal, que remite esencialmente a lo


que precisamente es padecimiento no en inefable de lo político.
cuanto cierra a la comunidad en «su aden- Esto es lo que cierta tradición teóri-
tro», sino que la remite, pone y la «ex-po- co-política ha venido pensando con cierta
ne» en su extralímite, en aquella extrali- insistencia. Ya estaría sugerido en Maquia-
mitación de ajenidad o extranjería que la velo con la noción de «Virtù», en Spinoza
desborda, esto es pensar su extrañeza. Lo con la noción de «Connatus»; en Esposito
con la noción de lo «Impolítico», en Niet-
«des-comunal», es pensar a partir del prefi-
zsche como «Voluntad de poder» y la idea
jo que la opone, la suspende e interrumpe, de la «Gran política», en Foucault como
prefijo que la pone en suspenso, al tiempo «Relaciones de fuerzas», en Deleuze como
que la colapsa y avisa su imposibilidad, «Ritornello».
pero también notifica su irrevocable pul- Desde esta advertencia, señalamos
sión de constitución, pensar lo «des-comu- que al referirnos a la idea de «Comunidad
nal», pensar ahora como la a/-koinwni/a. Musical» estaríamos recobrando aspectos
En griego, desde antiguo, lo abierto decisivos de la noción filosófica de comu-
concierne al xa/oj. Xa/oj refiere al estado nidad, entendida esta como una relación
primitivo del universo, lo abierto, el abis- constitutiva-constituyente, donde el carác-
mo inaugural de todo cuanto es. De esta ter de la relación se conserva suspensiva-
manera, lo «des-comunal» concierne a lo mente dispuesta, a condición de que nin-
gún contenido en particular consigue con-
que abre, lo que se abre y ex–pone. Lo que
sumarla o finiquitarla,83 se trata siempre de
se abre, en su abrir-se, se abre a sí mismo, una comunidad «desobrada».84 La «comu-
es decir, se expone a lo abierto, lo abisal. nidad musical» la entendemos como una
En griego, abrirse es xai/vw, abrirse, en- relación abierta, suspensiva, dada por una
treabrirse, abrir las fauces o quedar entre- pro-vocación, centrada en la experiencia es-
abierto. Así entonces, Caos remite aquí a tética de la escucha. Por «experiencia estéti-
lo abierto, lo que desborda, el des-borde, el ca» no nos referimos única o unívocamen-
extra-límite. ¿Qué es aquí lo desbordado, lo te a lo que convencionalmente se entiende
extralimitado, lo rebasado? En el xa/oj lo como relación con obras de arte, contenidas
desbordado, lo extra-limitado, lo rebasado en el «juicio de gusto del arte bello».85 Antes
es el límite mismo, el límite, aquello que bien, nos referimos a la idea etimológica de
limita. Aquello que limita es el orden. Lo un sentir, y ese sentir estaría dado, en prime-
ra instancia, por una escucha, una escucha
que ordena, compone, diagrama, descifra,
que siente, una escucha que hace y se hace
sitúa. Si la comunidad ha sido pensada des- sentir. Los griegos clásicos conservaron para
de el orden -el sosiego y lo quietivo-, desde ésta, la expresión «àisthesis» (ai/)sthsij), que
el límite, desde lo que separa, lo que orde- concierne en primer lugar al registro sono-
na, aquieta y asegura; lo «des-comunal» ro, a la experiencia de una escucha. La raíz
piensa precisamente lo inaquietado, ina- ai)/), proviene de aió, escuhar. Aèmi, aisthô,
quietable, impasible, aquello que inquieta,
lo inseguro, lo incierto, lo que arriesga, lo
83  Lacoue-Labarthe, Philippe. La ficción de lo
que amenaza, lo que peligra y pone en pe- político. Arena Libros. Madrid, 2002.
ligro, lo pavoroso, «ungeheure». Si la comu-
84  Nancy, Jean-Luc. La Comunidad Desobrada.
nidad piensa la hospitalidad del orden, lo Arena Libros. Madrid, 2001
hospitalario de la representación que orde-
85  Kant, Immanuel. Observaciones sobre el senti-
na y asegura; lo descomunal piensa lo in- miento de lo bello y lo sublime. Fondo de Cultura Econó-
hóspito, lo irrepresentable o irreductible de mica. México, 2004.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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soplar, exhalar, de donde proviene la expre- co-responsable.92 Responsable, es respon-


sión latina audio.86 der. Responder a lo que llama, lo que in-
La escucha sería la primera experien- voca, lo que suscita, lo que provoca. Así,
cia sensible a partir de la cual nos constitui- nuestra «comunidad musical» concierne a
mos, si se quiere, la escucha sería la prime- ese escuchar-responder, escuchar-acudir,
ra relación, dado que sólo hay «mundo» en escuchar-constituir, escuchar-devenir.93 En
la medida que se está en medio del suceso ese «cum-munus» aistético-musical se com-
auditivo.87 En ese sentido la «comunidad portan las fuerzas de lo primordial, yacen
musical» es ya la experiencia esencial de ahí las fuerzas múltiples de lo plural, que
la escucha sensible, aistética, y en esa expe- son en tanto comunidad, relación de fuer-
riencia se da lo esencial.88 En esa comuni- zas.94 En esa experiencia de la «comunidad
dad de escucha se suscita el mundo, que ad- musical» advienen las relaciones de fuerzas
viene como experiencia poético-musical.89 que conciernen a la memoria de la relación
En esa experiencia de la «comunidad mu- prima, a la Mnemosine95, la memoria y ma-
sical» los oyentes no preexisten al mundo, dre de las fuerzas sonoras que desbordan
sino que son traídos al mundo mediante la lo bello96, y en tanto que rebasan lo bello,
escucha, así una sensualidad musical esta- advienen fuerzas del espanto y del horror.97
ría configurando la matriz inaugural-ma- De este modo, la «Comunidad Mu-
triarcal de lo que llamamos «mundo».90 Ese sical» en tanto experiencia aistésica opera
mundo sólo es con ocasión de la música la apertura de irreductibles posibilidades
que emana, de ahí la posibilidad de pen- relacionales de sentido con y en esa escucha
sar la relación temprana y primordial entre primordial. Esta misma noción de «Comu-
lenguaje y música, en tanto que la musica- nidad Musical» permite entonces poner en
lidad sería nuestra temprana relación-expe- suspenso una definición unívoca de mú-
riencia de lenguaje.91 sica, en cuanto ya resulta lícito preguntar
Así la «comunidad musical» es, en ¿qué sería allí lo esencial de la música, o
primer término una relación. La expresión si se quiere, ¿cómo trazar la diferencia en-
latina «Communitas» se constituye por la tre lo que es música y lo que no es? Esta
raíz cum, que concierne a lo que nos reúne, cuestión -ampliamente debatida-, perma-
lo que nos hace comparecer, co-aparecer, ser nece en tensión, toda vez que lo que se da a
constituido por lo que nos reúne, en este caso suspenso, es el «ser mismo» de la música.98
un escuchar, una escucha. La expresión latina
munus refiere a la ‘responsabilidad’, ‘deber’,
‘tarea’ o remisión ante lo que comparecemos, 92  Esposito, Roberto. Communitas. Editorial Amo-
así communitas quiere decir ser responsable, rrortu. Buenos Aires. 2003.
93  Heidegger, Martin. De Camino al Habla. Edi-
ciones Del Serbal. Barcelona. 2002.
86  Nancy, Jean-Luc. El Sentido del Mundo. Edicio-
nes La Marca. Buenos Aires. 2003. p.132 94  Nancy, Jean-Luc. Las Musas. Editorial Amorror-
tu. Buenos Aires. 2008. p.11.
87  Sloterdijk, Peter. Extrañamiento del mundo.
Editorial Pre-textos. Valencia. 2008. p.287 95  Rowell, Lewis. Introducción a la filosofía de la
música. Editorial Gedisa. Barcelona. 2005. p.47.
88  Nancy, Jean-Luc. A la escucha. Editorial Amo-
rrortu. Buenos Aires. 2007. p.33 96  Argüello, Javier. La Música del mundo. Edicio-
nes Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2011. p.23.
89  Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad
y representación. Ediciones Akal. Madrid. 2005. p.865 97  Quignard, Pascal. El Odio a la música. Buenos
Aires. Ediciones El Cuenco de Plata. Buenos Aires. 2012;
90  Trías, Eugenio. La imaginación sonora. Galaxia Asimismo: Laks, Simon. Melodías de Auschwitz. Edicio-
Gutenberg. Barcelona. 2010. pp.568-569. nes Arena Libros. Madrid. 2008.
91  Ball, Philip. El instinto musical. Ediciones Tur- 98  Dahlhaus, Carl; Eggebrecht, Hans. ¿Qué es la
ner. Madrid. 2010. p.417. Música? Ediciones Acantilado. Barcelona. 2012.

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Sin embargo, mientras esta cuestión aún –anterior incluso a Homero y Hesíodo–,
permanece en examen, la música no deja música y poesía, palabra y canto arrai-
de resonar, producirse y transformarse.99 gaban en unidad primordial. Esa unidad
De suerte tal que lo que propiamente se comportaba una disposición, una experien-
comprendía como «ontológicamente musi- cia. Esa unidad poético-musical era Fiesta,
cal»,100 ha venido reconfigurándose, hasta Carnaval, Ditirambo, Éxtasis.
la radical problematización de la frontera Si esta unidad primordial entre Mú-
de lo musical y lo no musical, especialmen- sica y Poesía era Fiesta, aquélla no remitía
te si se aprecia el conjunto de transforma- a una actividad privada, cercada. La idea
ciones materiales de la sociedad postindus- de fiesta actual posee un carácter privado,
trial y tecnocapitalista, que implica un con- exclusivo, es más bien un acto cerrado,
de separación y segregación, de otros, y
junto de mutaciones en la estética musical de la comunidad. Por el contrario, en su
contemporánea, desde la música concreta, sentido mítico y originario, Fiesta remitía
la electroacústica, hasta la acusmática.101 a un “decir-cantar” que reunía. Festejar
era congregar, recolectar y conmemorar.
Trátase del reunirse de la comunidad104.
Comunidad «En-Canto» La comunidad celebra su reunión. Fiesta,
celebración, era canto-poético. En su cele-
La Comunidad se Canta. La Comu- bración, el festín de címbalos y églogas, la
nidad se En-Canta. Música, arrobamiento comunidad canta y se en-canta.
poético de la Comunidad. La Comunidad
poético-musical entraña su Éxtasis. En ello
que documenta aquella correspondencia. Desde lo que
acecha un peligro. Música y Poesía expo- hoy constituyen los más tempranos hallazgos musicales,
nen al Abismo. Música y Poesía, abren al desde las primeras flautas que datan de 40.000 años de
Caos. La comunidad deviene lo «des-co- antigüedad, descubiertas en la cueva de Hohle Fels, en
munal».102 la Jura de Suabia; hasta el ‘Himno de Ugarit’ descubier-
En lo que conocemos como origen to en Siria, y que data del siglo XV a.C., y que ha sido
sindicado como el origen del alfabeto de la cultura occi-
de la cultura occidental, Música y Poe- dental. Incluso, se afirma, que los orígenes del lenguaje
sía no se distinguían, antes bien, consti- se remontan a la práctica del rito poético-musical. Véase:
tuían una reunión consustancial. Música Alec Roberston; Denis Stevens, et alt. Historia General
y Poesía se expresaban en corresponden- de la Música. Madrid, Ediciones ISTMO, 1983, pp.13-
cia y reciprocidad. La poesía era canto, el 30. Asimismo, Josep Soler. La Música: De la época de
la religión a la edad de la razón. Barcelona. Ed. Mon-
canto era poético103. En el tiempo mítico tesinos. 1987. pp.9-17. Philip Ball. El instinto musical.
Escuchar, pensar y vivir la música. Madrid. Ed. Turner.
99  Fubini, Enrico. La Estética Musical desde la 2010. pp.23-40. Walter Burkert. El origen salvaje. Ri-
Antigüedad hasta el siglo XX. Editorial Alianza. Madrid. tos de sacrificio y mito entre los griegos. Barcelona. Ed.
2005. Acantilado. 2011, pp.27-31.

100  Jankélévitch, Vladimir. La Música y lo inefable. 104  Sobre el particular, relevante sería examinar
Ediciones Alpha Decay. Barcelona. 2005. la etimología de la palabra logos que ofrece Heidegger.
Donde se destaca el carácter relacional del concepto.
101  Blanning, Tim. El Triunfo de la Música. Barce- Logos como un reunir-recolectar, reunir-reunirse-al-
lona. Ediciones Acantilado. Barcelona. 2011. p.273. bergar-se. Asimismo, advertir la relación que existiría
102  Como hemos señalado en trabajos anteriores, entre logos y poesía. Martín Heidegger. Conferencias
habría una relación primordial entre la emergencia de la y Artículos. “Logos”. Barcelona. Ediciones del Serbal.
experiencia de la comunidad, con la experiencia primor- 2001. pp.153-157. Véase también en la misma edición:
dial de la música. Véase, Arancibia Carrizo, Juan Pablo. “Poéticamente habita el hombre…”.p.139. En torno a
“Comunidad, Música, Poesía”. En, Revista “Mapocho”. la relación poética de la égloga con el trabajo, la reco-
N°72. Segundo semestre de 2012. pp.27-49. lección y la comunidad, véase: Gerardo Vidal Guzmán.
“Hesíodo, la poesía del campesinado”. En, Retratos de
103  Si bien esta cuestión ha sido ampliamente de- la antigüedad. Santiago. Editorial Universitaria. 2007.
batida, actualmente existe una vasta y diversa bibliografía pp.27-33.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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“Si hay algo asociado siempre a la evidentes de la música, de cualquier lugar


experiencia de la fiesta, es que se rechaza del mundo, es que tiende a ser una actividad
todo el aislamiento de unos hacia otros. grupal. La música desde su origen, incluso
La fiesta es Comunidad, es la presenta- en sociedades tribales, tiene en principio un
ción de la Comunidad misma en su for- carácter comunal. Aunque su composición
ma más integradora. La fiesta es siempre y ejecución corra a cargo de una minoría
fiesta para todos (…) Se dice que las fies- selecta, la norma es que la música se dé en
tas se celebran; un día de fiesta es un día lugares y contextos en los que contribuye
de celebración. Pero, ¿qué significa eso? a la cohesión social, al reconocimiento de
¿Qué quiere decir celebrar una fiesta? la comunidad, ya sea, en fiestas y ceremo-
¿Tiene “celebrar” tan sólo un significado nias religiosas, rituales, en cantos o bailes
negativo, “no trabajar”? Y, si es así, ¿por comunales.
qué? La respuesta habrá de ser: porque
evidentemente, el trabajo nos separa y “El uso casi universal de la músi-
divide (…) Por el contrario, la fiesta y la ca en los ritos comunales obedece a su
celebración se definen claramente por- capacidad de suscitar emociones y ron-
que, en ellas, no sólo no hay aislamiento, dar la frontera del significado, sin que
sino que todo está congregado”.105 ningún contenido semántico llegue en
ningún momento a hacerse evidente (…)
Gadamer explica que en la actualidad gracias a la cual parece idónea para ex-
ya no se advierte este carácter de unidad de presar o representar conceptos numino-
la celebración. Celebrar sería un arte. ¿En sos. Se diría que Stravinski coincidía con
qué consiste propiamente ese arte? Ese arte ese punto de vista cuando afirmó que ‘el
realiza la unidad, el arte es una reunión,
significado profundo de la música y su
el arte-celebración nos reúne. Pero no sólo
como una mera aglomeración, sino que propósito fundamental es promover la
interrumpe nuestro aislamiento y separa- comunión del hombre con sus semejan-
ción, nos pone en relación. Celebrar reúne. tes y con el Ser Supremo’”.107
Si la celebración es en-canto-poético, y ese
cantar-poetizar concierne al reunir, reu- Aquello rezuma inequívocamente
nir-se, es en la música y poesía que somos el carácter trágico que comporta aquella
reunidos, albergados. En ese albergue poé- fiesta poético-musical, pues ella, si bien
tico-musical adviene la Comunidad. está dada al canto, la música, la poesía, la
danza, sin embargo, su signo primordial,
“Celebramos al congregarnos por consiste en una donación, un donar-se,
algo y esto se hace especialmente claro un darse, un ponerse en comunión. Ese
en el caso de la experiencia artística. No donarse a, esa donación nunca es clau-
se trata sólo de estar uno junto a otro sura, cierre o consumación. Antes bien,
como tal, sino de la intención que une a trátase de una apertura, de un desbor-
todos y les impide desintegrarse en diá- de –en sentido estricto, de un Ex-tasis–.
logos sueltos o dispersarse en vivencias Así, Música y Poesía abren, en tanto do-
individuales”.106 nación, al desborde, a lo ilimitado. Allí
aguarda lo trágico, como aquello ante lo
Tal como advierte Philip Ball, una cual nos hemos ex-puesto en relación.
de las características más tempranas y O de otro modo, allí aguarda lo trágico
como el advenimiento de un extralimitar-
se, como un fuera de límite, un fuera de
105  Hans-Georg Gadamer. La actualidad de lo be-
llo. Barcelona. Ed. Paidós. 1998, pp. 99-100.
106  Ibid. p.101. 107  Op.Cit. Philip Ball. El Instinto musical. p.43.

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sí. Ahí, en el arrobamiento poético-musi- sino porque en la santidad inviolable de


cal adviene la apertura extática y trágica de los ritos, así como en la poesía mítica que
la comunidad. los iluminaba, se conservaban unos orde-
Si bien aún se estudia, cuáles serían namientos vitales desde los tiempos más
los sentidos e implicancias que se ponen en remotos, y aun unos ordenamientos fun-
juego en la expresión misma de Tragedia, damentales de la existencia humana”.109
un rasgo pareciera irrevocable, y es aquello
que concierne al canto-poético del dolor La fiesta poético-musical comporta
humano, en su relación con los ritos y mitos dos rasgos fundamentales de lo trágico-co-
de renovación política de la comunidad108. munal, por un lado, el carácter de fatalidad
La existencia y juego de unos cantos, de que sobrecoge y desborda las tribulaciones
unos coros, poemas, danzas, y sacrificios de los hombres; por otro, una finitud inde-
del ‘macho cabrío’, están destinados a la rogable que somete a los hombres a unas
celebración de la comunidad abierta –esto fuerzas supremas, ininteligibles e ingober-
es, abierta y expuesta al desborde–, que en nables110. Ahí la tragedia acusa una ten-
tanto se canta y se en-canta, se abre y expo- sión prima: la cuestión del gobierno de
ne a su límite. La comunidad en-cantada, la comunidad. De modo que, admitiendo
expuesta y suspensivamente dispuesta, en todas las discusiones en torno al carácter
el rito poético-musical se renueva y abre a de la fiesta trágica, una cuestión parece
su posibilidad. ser inequívoca, su carácter político y co-
munitario111. El canto mito-poiético inter-
“… a la disolución del orden sigue pela a la comunidad, exponiéndola en su
la refundación de la pólis en las fiestas Pa- relación, abriéndola hacia su permanente
nateneas (…) En los ritos de iniciación se refundación, hacia su propio riesgo112. En
renueva la vida de la comunidad; en los el canto del mito trágico, la comunidad es
ritos de año nuevo que surgen de aqué- remitida hacia su violencia fundacional,
llos se renueva el orden de la pólis. Eso
sigue valiendo asimismo para la Grecia 109  Op. Cit. Walter Burkert. El origen salvaje.
del período clásico (…) Para el hombre pp.129-130. Una de las fiestas más ancestrales de las que
son más acuciantes y más imperiosos los tenemos noticias, remite a la formación sumerio babi-
problemas de la comunidad y de su orde- lónica. Se trata del mito de Enuma elish que canta el
origen del universo y que se recitaba en las fiestas de
nación. Sólo podía perdurar aquello que, año nuevo. Al recitarlo, la comunidad recreaba el acto
trascendiendo el terreno arbitrario indi- originario de la creación y restablecía su pacto con los
vidual, era reconocido como «sagrado». dioses. Paul Garelli. “El pensamiento prefilosófico en
Las comunidades de las póleis griegas, y Mesopotamia”. En, Brice Parain. Historia de la filosofía.
especialmente las atenienses, sabían que México. Siglo XXI editores. 1997. pp.30-35.
su forma de vida estaba arraigada en los 110  A.J. Festugière. La esencia de la tragedia griega.
cultos y los ritos festivos; y no porque con Barcelona. Ed. Ariel. 1986, pp.15-17. En torno al carác-
éstos se persiguieran fines de magia agrí- ter trágico del héroe poético y el lugar que ocupa en la
comunidad, véase: M.I. Finley. “El hogar, el parentes-
cola fundados en creencias primitivas, co y la comunidad”. En, El mundo de Odiseo. México.
Fondo de Cultura Económica. 1966. p.81. Asimismo,
108  Véase: José Lasso de la Vega. De Sófocles Gerardo Vidal Guzmán. Retratos de la antigüedad. San-
a Brecht. Barcelona. Ed. Planeta. 1970. Cornelius tiago. Editorial Universitaria. 2007.pp.13-26.
Castoriadis. De Homero a Heráclito. Buenos Aires. 111  Una reciente actualización de los sentidos polí-
Fondo de Cultura Económica. 2006. Pierre Vidal- ticos de lo trágico se encuentra en: Terry Eagleton. Dul-
Naquet. El mundo de Homero. Buenos Aires. Fondo ce violencia. La idea de lo trágico. Madrid, Ed. Trotta.
de Cultura Económica. 2001. Simone Weil. La fuente 2011.
griega. Madrid. Ed. Trotta. 2005. Jean-Pierre Vernant.
Érase una vez… El universo, los dioses, los hombres. 112  Nicole Loraux. Mito y política en Atenas. Bue-
Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 2005. nos Aires. Ed. El cuenco de plata. 2007, pp. 47-61.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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exponiéndola al frágil ejercicio agonístico que han logrado en ella la consonancia


de su soberanía.113 En ese sentido, todavía se decidan a alcanzar las más extrema
en el orden del rito, la fiesta expresaría un alteridad respecto de sí mismos. Claro
cierto ordenamiento comunitario brindado que no están decididos gracias a una de-
por lo sagrado, emanado desde los dio- cisión calculada, sino porque su ser ha
ses.114 El canto mito-poiético expresaría un sido convocado precisamente por lo que
orden cósmico hacia el cual los hombres se les ha dado a entender la voz del que da
encontrarían irrecusablemente dispuestos. el acorde (…) La embriaguez alza hacia
En la fiesta poético-musical el traba- la luminosa claridad en la que se abren
jo está en reposo, los hombres se congre- las profundidades de lo oculto y en don-
gan y se reúnen con los dioses. En el can- de la oscuridad aparece como hermana
to poético la comunidad se abre a aquello de la claridad”.116
que la desborda, a lo sagrado. Aquello que
desborda, es lo que Hölderlin llama “po- De modo que en la fiesta poéti-
deroso divinamente hermoso”, la physis. El co-musical tiene lugar un festejo, una ce-
canto poético pone a la comunidad en su lebración, una conmemoración.117 ¿Qué es
des-borde, ante lo inmenso, lo colosal. El ahí lo que se festeja? La comunidad celebra
canto poético pone a la comunidad ante el poéticamente las nupcias entre los hombres
abismo.115 Ese desborde de la comunidad y los dioses. Aquella fiesta expone a la co-
es su propio en-canto, su embriaguez. munidad a su límite, no la conduce hacia
Sin embargo, esta embriaguez no ha lo quietivamente dispuesto, no la asegura,
de ser confundida, a primeras, con mera sino que la expone al peligro de compare-
borrachera. No se trata de una vulgar pér- cer ante sí y lo abierto.
dida de los sentidos, antes bien, se trata de
su apertura, de su disposición. Se trata- “Pero los días festivos, en sentido
ría más de una aíesthesis antes que de una estricto, son algo bien distinto del mero
anestesis. Aquella embriaguez trágica del vacío causado por una interrupción. El
canto poético-musical, trae y proyecta una simple hecho de detener el trabajo su-
luz oscura, que no niega la claridad, sino pone un suspenderse, un detenerse-en-sí
que impide el exceso de brillo que ciega los que tal vez sea lo más determinante. Por-
sentidos. Así el canto poético de la comu-
que eso es justamente lo que nos permite
nidad en fiesta suscita la embriaguez hacia
lo abierto. llegar a nosotros mismos (…) el detener-
se-en-sí nos traslada afuera, a un ámbi-
“No debe emborrachar, sino pro- to apenas experimentado desde el que
ducir embriaguez. La embriaguez es esa se determina nuestro ser. Este traslado
sublime disposición de ánimo (stim- da lugar al asombro, es algo que asusta
mung) en la que ya sólo se oye la voz o que da temor. Cada vez surge una re-
que da el común acorde a fin de que los flexión y un conocimiento nuevo. Todo
se abre ante el hombre”.118
113  Jean-Pierre Vernant. Atravesar fronteras. Entre
mito y política II. Buenos Aires. Ed. Fondo de Cultura
Económica. 2007, pp.140-142.
116  Op.Cit. M. Heidegger. “Memoria”. En, Acla-
114  Jean-Pierre Vernant. Los orígenes del pensa- raciones a la poesía de Hölderlin. pp.131-132.
miento griego. Buenos Aires. Ed. Paidós. 2004, pp.10-
14. 117  Martin Heidegger. ¿Qué significa pensar? Ma-
drid. Ed. Trotta. 2005. pp.134-141.
115  Martin Heidegger. “Como cuando en día de
fiesta”. En, Aclaraciones a la poesía de Hölderlin. Ma- 118  Op.Cit. M. Heidegger. “Memoria”. En, Aclara-
drid. Alianza Editorial. 2009, pp.55-85. ciones a la poesía de Hölderlin. pp. 113.

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La comunidad reunida en la música vivificante que comporta el rito, la fuerza


y la poesía, en el canto, la fiesta y el diti- mítico-poiética que conduce al éxtasis.122
rambo,119 se abre y expone a lo numinoso Las cualidades materiales del kolossós
y colosal. Si rastreamos en el mundo clá- son insuficientes para mimetizar al muer-
sico, esta reunión comunal nos conduce al to, para reunirnos con él. Lo que realiza
término kolossós. Los griegos se referían así la unidad es el rito, el canto, la danza, la
a un rito festivo centrado en una experien- poesía, aquella invocación que nos abre al
cia y des-borde particular. El kolossós es un abismo. Se precisa del ritual que permita
monolito de piedra que emplaza la relación su venida, la reunión de invocación que lo
con un ausente o una ausencia, general- adviene. Tal como explica Bozal, sólo con
mente indicaba el lugar de un muerto. Sin el rito, la piedra pasa a ser kolossós. Dicho
embargo, el kolossós en nada se parece a la de otro modo, con el canto, y en el canto,
figura del muerto, no representa su fisiono- lo inerte ad-viene a la vida, la comunidad
mía ni sus detalles, no es un “retrato”, no quiescente deviene comunidad danzante.
conserva parecido ni semejanza. En rigor,
el kolossós era un doble, una apertura que Por ello, en ciertos rituales de muerte se
permitía poner en relación el mundo de los hacían presentes las «silenciosas», aquellas
hombres con el mundo de los muertos y los sacerdotisas que velaban el viaje del difun-
dioses.120 to al reino de la muerte, ahí donde estaba
El kolossós sirve para atraer y fijar prohibida toda música y todo canto, pues
un doble que se encuentra en condiciones la muerte sería el solemne cenobio del si-
anormales; permite restablecer entre el lencio.123
mundo de los muertos y el mundo de los Por el contrario, la música vivifica,
vivos relaciones perfectas. El kolossos po- la poesía invoca e invita a venir. Poesía,
see esta virtud de fijación porque él mismo es decir, la migración desde lo ausente a
está clavado ritualmente en tierra. No es, lo presente, de lo inexistente a lo existen-
pues, una simple señal figurativa. Su fun-
ción es la de traducir en una forma visible te.124 Música y poesía nos reunen y abren
el poder del muerto y la de efectuar su in- al abismo. No se trata de una simulación ni
serción, conforme al orden, en el universo de una representación. Se trata de una pre-
de los vivos. El signo plástico no es separa- sentificación, de un advenimiento. El doble
ble del rito.121 es una realidad insólita y exterior al sujeto,
El kolossós designa una acción ritual, opuesto a los objetos familiares, al decora-
un acto mítico de canto y de encanto me- do ordinario de la vida, y se revela como
diante el cual la comunidad se disponía en proveniente de un otro lugar inaccesible.
reunión, en unidad. ¿Si no es el parecido, Esa presentificación que reúne es lo que
ni semejanza, cuál es la razón por la que primariamente se ha llamado mímesis.125
el kolossós mimetiza, encarna, dobla, pre-
senta? Lo que hace al kolossós una encar-
nación, una presentificación es la fuerza La mímesis del kolossós es una encar-
nación a través de un rito que espera, como
toda acción sacral, obtener resultados. No
119  Francisco R. Adrados. Fiesta, comedia y trage-
dia: sobre los orígenes griegos del teatro. Barcelona. Ed. es una encarnación cualquiera, en ella, dos
Planeta. 1972. pp.42. En torno a ese carácter comunal mundos distintos y distantes se ponen en
véase: Alfredo Llanos. “Gravitación de la sofística en la
historia y el teatro”. En Los viejos sofistas y el huma-
122  Op. Cit. Bozal. Mimesis. p.68.
nismo griego. Buenos Aires. Juarez Editor. 1969. p.141
123  Op. Cit. J.P. Vernant. Mito y pensamiento en
120  Valeriano Bozal. Mímesis: las imágenes y las
la Grecia antigua. p.311.
cosas. Madrid. Ed. La balsa de la Medusa. 1987. pp.67-
68. 124  Giorgio Agamben. El hombre sin contenido.
Barcelona. Ed. Áltera. 2005. p.111.
121  Jean Pierre Vernant. Mito y pensamiento en la
Grecia antigua. Barcelona. Ed. Ariel. 2007. pp.314-315. 125  Op. Cit. Bozal. Mimesis. p.69.

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contacto y lo innacesible se hace presente. las Leneas, o de seguidoras de Adonis,


La mímesis no es exclusiva del kolossós, se que lloraban su muerte, en las Adonias;
encuentra primordialmente en las fiestas en Creta danzaban coros que representa-
agrarias, -antes del teatro y la lírica-, en las ban a los curetes; sabemos de canciones
que se producía la embriaguez, y éxtasis en eróticas femeninas cantadas por mujeres
los cantos y las entonaciones poético mu- que encarnaban a heroinas del pasado,
sicales que producían cambios de persona- tales Calice y Herpalice”.128
lidad.
Al igual que el kolossós, la mímesis es
“Un hombre poseído por Lussa, una fiesta ritual que trae la presencia de los
al imitar los gestos, la cara y los gritos dioses, y provoca la katharsis de los que dan-
de la Gorgona, se vuelve una especie de zan en el rito. Algunos instrumentos musi-
bailarín de los muertos, un bacante de cales eran empleados ahí específicamente
Hades. El terror que lo estremece, que con fines orgiásticos para provocar el de-
lo hace bailar a la horrible melodía de la lirio, destinados a producir esta gama de
flauta, asciende directamente del mundo sonidos infernales que ponía a los hombres
infernal: es el poder de un muerto, de ante los abismos. El espanto que producían
un demonio vengador que lo persigue en el auditorio era tanto más intenso, dado
por expiación o por venganza, un alas- que los músicos y sus instrumentos perma-
tor, una deshonra criminal, míasma, que necían ocultos y los sonidos parecían no
pesa sobre él o que ha heredado de su provenir de ellos, sino directamente de lo
raza”.126 invisible, surgir del más allá, como la voz
enmascarada de una potencia de ultratum-
Mímesis deriva de mimos y mimeisthai, ba, como un eco que viene desde muy lejos
términos que se referían originariamente al y retumba misteriosamente aquí.129 Así la
cambio de personalidad que se experimen- mímesis canta la ablación que abre y reúne
taba en ciertos rituales en que los fieles sen- el mundo de los dioses y el mundo de los
tían que se encarnaban en ellos seres de na- hombres.130 Ahí resalta el carácter exultan-
turaleza no humana -divina o animal- o hé- te, divino y comunal que suscita el arte de
roes de otro tiempo. Mimeisthai no es tanto la música y la poesía.
imitar como re-presentar, es decir, encarnar
y presentificar a un ser lejano.127 “Tal disposición permite a los
hombres entrar en comunicación con
“En la fiesta a veces hay mímesis, seres de un carácter igualmente ardien-
esto es individuos humanos adquieren te y animado, sobre todo con aquellos
una nueva personalidad de héroes o divi- ‘espectros’ especialmente importantes a
nidades; intervienen enmascarados con los que vulgarmente denomina dioses o
rasgos semianimales, así en las danzas daimones, y permite asimismo recibir de
de sátiros, en los enfrentamientos en Si- ellos efluvios que producen vivas impre-
racusa de los bucoliastas, que llevaban siones. La recepción de estos ‘espectros’
cuernos de ciervo, etc. Pero la mímesis dotados de ideas, emociones e impulsos,
no exige la máscara: las mujeres atenien- confiere a dichos hombres, durante un
ses hacían el papel de lenas o bacantes en
128  Rodriguez Adrados, F. “Orígenes de la lírica
griega”. Madrid. Rev. de Occidente, 1976, p.20.
126  Jean Pierre Vernant. La muerte en los ojos.
Figuras del Otro en la antigua Grecia. Barcelona. Ed. 129  Op. Cit. J-P. Vernant. La muerte en los ojos.
Gedisa. 2001. p.75. Figuras del Otro en la antigua Grecia. p.75.
127  Op. Cit. Bozal. Mimesis. pp.69-70. 130  Op.Cit. Bozal. Mímesis. p.70.

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tiempo y en un cierto grado, el carácter reunión. No sólo la comunidad como reu-


de los seres de los que proceden. Y es en nión entre los hombres, sino que la comu-
una crisis de exaltación sobrehumana, nidad como la reunión de los hombres con
semejante al estado de locura en el que aquello que les trasciende y extasía.134
se crean las obras de arte y se revela la
verdad en comunión con la divinidad. “Aquel que participa en la acción
Aunque rebaja a dioses y demonios a la ritual, en la mímesis, está representando
condición de la existencia natural e in- a una divinidad, un héroe o un animal,
cluso material, mantiene no obstante el pero esa representación es una verdadera
poder sobrehumano de éstos y su capa- encarnación. No es una mera represen-
cidad para intervenir en los asuntos hu- tación, sino una presentificación. Ello
manos”.131 se debe a que la mímesis pone en primer
plano la concepción cíclica propia de
Son los dioses quienes otorgan el los griegos: la fiesta es la reproducción
genio de este arte, para servir a su culto y de la que hubo el año anterior, y ésta
deleitar a los hombres.132 El rito miméti- del anterior, y así sucesivamente, una
co se despliega en canto, música, danza y reproducción que no representa, que no
embriaguez, y habiendo renunciado a toda marca distancia entre una y otra: es la
semejanza, tanto la mímesis como el kolos- misma reencarnada. Renace un tiempo
sós tienen la ambición de establecer con el anterior, y con él renacen los dioses, los
más allá un contacto real, de hacer patente héroes, los hombres y los animales, de la
su presencia terrena. Sin embargo, en este misma forma en que todos los años rena-
mismo empeño, se advierte que el más allá ce la naturaleza”.135
de la muerte encierra para los vivos lo inac-
cesible, lo misterioso, lo inefable y esencial- En este renacer adviene lo extra-ordi-
mente otro.133 nario, el acontecimiento, lo descomunal. Si
La mímesis ritual se explica por la su- el rito poético-musical reúne, lo hace preci-
gestión, la conmoción, el delirio y arroba- samente con lo extraordianrio, y lo hace in-
miento, como elemento fundamental para terrumpiéndo lo ordinario, lo ordenado. El
hacer vívida aquella invocación. La mímesis rito suspende el orden, rompe las normas de
es un hecho antes que la cualidad física, es lo cotidiano, de lo estable y lo aquietado, en
acción y relación, es un ponerse y exponer- su lugar, promueve la inquietud. Así el rito
se a la relación. En ello, la celebración di- poético-musical es una provocación y una
tirámbica, en tanto que abre, reúne y pone invocación a lo inquietante. Ahí la comuni-
en relación, comporta a la comunidad en dad se inquieta, se abre a lo descomunal, al
peligro provocante, pero en aquel peligro,
131  F.M. Cornford. Principium Sapientiae: los adviene también lo que salva.136 Ante lo
orígenes del pensamiento filosófico griego. Madrid. La abierto renace lo esenciante137. No es sólo
balsa de la medusa. 1987. p.86.
132  Homero. Odisea. Madrid. Ed. Gredos. 2000.
XXII. 345-350. p.363. 134  Op. Cit. Bozal. Mimesis. pp.70-71.
133  Op. Cit. J.P.Vernant. Mito y pensamiento en 135  Ibid. p.71.
la antigua Grecia. p.316. Quizá en esa relación con lo in- 136  Martin Heidegger. “¿Y para qué poetas?”. En,
efable, lo ingobernable, la fatalidad, el exilio y la muerte, Caminos de Bosque. Madrid. Alianza Editorial. 2001.
se pueda explorar una relación entre música y tragedia, p.199.
precisamente mediante la noción de «Estilo tardío» que
plantea Adorno en torno a Beethoven y luego recobra 137  Sobre la categoría de lo abierto, véase la adver-
Said. Véase, Edward Said. Sobre el estilo tardío. Música tencia y precisión planteada por Agamben, en torno a la
y literatura a contracorriente. Buenos Aires. Ed. De- distinción y los alcances de su uso en Rilke y Heidegger.
bate. 2009. pp.25-48. Giorgio Agamben. Lo abierto. Buenos Aires. Adriana

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el renacer del año anterior, es el renacer de na, sino extraordinaria. La fiesta mimética
un tiempo de unidad en que la escisión en- lo impregna todo y el hombre sale de su
tre los hombres y los dioses no existía. Es el individualidad para participar en la comu-
renacer de un nuevo ciclo y la renovación nidad extática que el rito ha propiciado.
de las nupcias entre dioses y hombres, así Todos los que participan en el rito poéti-
se abre un tiempo en que hombres, dioses y co-musical están hermanados en ese fuera-
animales celebran su pacto y ponen en jue- de-sí que la potencia mimética ha introdu-
go las fuerzas cíclicas de la vida. Este rena- cido.141 El éxtasis poético-musical abre a la
cer es una recuperación de la integración y experiencia del renacer de las fuerzas vivas
la unidad supremas, celebrada con la fiesta de la naturaleza, ahí donde la música des-
que interrumpe, pero también restablece.138 pliega su carácter primordial, pues ella per-
tenece al tiempo en que se venera la salvaje
“La fiesta no se limita a narrar naturaleza.142
aquel pasado, a evocarlo. En la mímesis,
este mundo se pone en pie, ante todos y
entre todos, introduciendo lo extraordi- Musas, Éxtasis, Caos.
nario como norma, alterando la habitual
y convencional, revelando el verdadero Aquella idea de fuerzas de la natura-
sentido de las cosas, de los hombres y leza, parece estar contenida en el nombre
de la naturaleza. La fiesta, gracias a la mismo de lo que llamamos música. Si exa-
mímesis, hace posible lo imposible. Por minamos la expresión “Música”, advertire-
eso, sus efectos son tan contundentes, su mos que el sustantivo Mousiké significaba
dinamismo, su movimiento es comple- “arte de las musas”. Por excelencia, para
to. En la fiesta, los participantes -todos, los griegos, música englobaba el canto, la
pues todos intervienen- poseen una acti- danza y la poesía, y en un sentido más ge-
tud activa, no escuchan, hacen, no oyen neral, formación espiritual, educación su-
narraciones de los dioses, son los dioses perior, cultura y ciencia.143
mismos. En la fiesta, los hombres cum-
plen su más alto destino: son dioses”.139 “Las Musas deben su nombre a
una raíz que se refiere al ardor, la tensión
El rito poético-musical constituye viva que se consume en la impaciencia,
un conocimiento, una experiencia,140 una el deseo o la ira, y se abrasa por llegar a
apertura de lo comunal a su desborde. En saber y hacer. La musa anima, levanta,
este sentido, el conocimiento mimético del excita, pone en marcha. Vela menos so-
rito poético-musical de la comunidad nos bre la forma que sobre la fuerza. O, más
abre al conocimiento y advenimiento de lo exactamente: vela con fuerza sobre la
«des-comunal». Los dioses yacen ante los forma. Pero esa fuerza mana en plural.
ojos, su presencia adviene a la experiencia. Se da, de entrada, en formas múltiples.
La emoción es intensa, es la conmoción ex- Son las Musas, no la Musa. Aunque su
tasiante, una emoción embriagadora, en la nombre haya podido variar, al igual que
que el actor es transformado también, pues
la suya es una situación nueva, no cotidia-
141  Op. Cit. Bozal. Mímesis. p.72,
Hidalgo editores. 2006. p.107. 142  Friedrich Nietzsche. Tratados Filosóficos.
138  Op. Cit. Bozal. Mimesis. Ibid. p.72. Obras completas. Vol. XII. Buenos Aires. Ed. Aguilar.
1957. p.63.
139  Ibid. p.72.
143  Enrico Fubini. La estética musical desde la an-
140  Ver, J. Ortega y Gasset. La idea de principio en tigüedad hasta el siglo XX. Madrid. Alianza Editorial.
Leibniz. Madrid. Alianza Editorial. 1979. pp.148-151. 2005. p.49.

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sus atributos, las Musas siempre habrán El concepto mousiké comprendía


de ser varias. Lo que tiene que interesar- un conjunto de actividades diversas, aun
nos es este origen múltiple…”.144 cuando todas ellas eran incluídas en su
multiplicidad comunal, así «música» in-
Esta multiplicidad ya está contenida cluía, sobre todo, la poesía147, la danza,
en la expresión mousiké, como el término incluso la gimnasia. En el contexto de la
plural, colectivo y agonístico de las Mu- Grecia clásica, una educación de cuño
sas, las nueve hijas de Zeus y Mnemosy- aristocrático exigía el culto a la virtud, el
ne (memoria). Las musas eran conside- aprendizaje de la lira, el canto y la poe-
radas dadoras de inspiración y patronas sía.148 El carácter integrador y agonal del
de las distintas artes. Calíope (“Hermosa término mousiké está ya presente en los poe-
voz”) es la musa de la poesía épica y se la mas homéricos y en los tempranos testimo-
representa con una tablilla y un punzón; nios poéticos que remiten a la música.149
Clío (“celebrar”) es la musa de la historia
y se la retrata con un baúl de libros; Era- “Es evidente que la música, si se
to (“encantadora”) es la musa de la poesía la considera “el arte de las musas”, en la
elegíaca y su instrumento es la lira; Euter- Grecia clásica requería un campo mayor
pe (“deleite”), la musa de la poesía lírica que el que exige en la sociedad moder-
y la canción, lleva una flauta; Melpómene na. Unía verso, danza, actuación, ritual
(“coro”) es la musa de la tragedia y se la y liturgia, especulación cósmica y otras
muestra con una máscara trágica; Polimnia ramas de la educación con el arte del so-
(“muchas canciones”), la musa de la poe- nido. Su gama expresiva incluía tanto el
sía sagrada, no tiene símbolos especiales; recitado apolíneo de la poesía lírica refi-
Terpsícore (“el encanto de la danza”) es
nada, acompañada por la lira, cuanto la
la musa coral y la danza, y lleva una lira;
Talía (“festividad”), musa de la comedia, intensidad emocional dionisíaca de los
usa una máscara cómica; y Urania (“celes-
tial”), musa de la astronomía, se la muestra lona. Ed. Seix Barral. 1966. Alcman. V.3. Estrofa 1-2.
con una vara y un globo.145 Las musas antes pp.167-169.
que cualquier representación, son fuerzas,
147  El carácter agonístico y comunal de la poéti-
agonísticas, danzantes, móviles, vivifican- camúsical griega se aprecia tempranamente. Aunque
tes. Las musas son fuerzas poiéticas, poten- algunos autores proponen una distinción en el melos
cias donadoras de la creación, intensidades griego, marcando una diferencia entre el canto personal
extáticas de la embriaguez y la donación. del poeta y el canto coral de los coristas educados. El
Los poetas, aedos, rapsodas y cantores les melos lesbio ofrece dos grandes nombres: Alceo y Safo
invocan para acceder a la donación divina (VIIac). Alceo fue desterrado durante 15 años. Sirvió
de la inspiración. Alcman entona así su ro- de guerrero de fortuna, en Egipto. Sus obras formaban
gativa a las Musas: diez libros en la época alejandrina; todas eran poesías de
himnos, canciones políticas de partido, cantos de bebida
y cantos de amor, y su fuerza parece estar basada en las
“Llenadme, Musas del Olimpo, el alma reminiscencias políticas y personales, las amarguras del
con el amor de una nueva canción: viaje de exilio y de la guerra. Gilbert Murray. Historia
quiero escuchar la voz de la literatura clásica griega. Buenos Aires. Ed. Alba-
de las muchachas entonando tros. 1947. p.114. Asimismo, véase Juan Ferrate. Líricos
griegos arcaicos. Antología. Barcelona. Ed. Seix Barral.
hacia el cielo un hermoso himno…146
1965. p.271.

144  Jean-Luc Nancy. Las Musas. Buenos Aires. 148  Werner Jeager. Paideia: los ideales de la cultu-
Amorrortu Editores. 2008. p.11. ra griega. México. Fondo de cultura económica. 2001.
p.603. Asimismo, véase: M. I. Finley. Los griegos de la
145  Lewis Rowell. Introducción a la filosofía de la antigüedad. Barcelona. Editorial Labor. 1966. pp.95-
música. Barcelona. Ed. Gedisa. 2005. p.47. 117.
146  Juan Ferrate. Líricos griegos arcaicos. Barce- 149  Op. Cit. Fubini. “La estética musical…”.p.42.

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el éxtasis del canto poético musical. Cier-


grandes coros en los dramas de Esquilo,
tamente, el más temprano conocimiento
Sófocles y Eurípides. La música era con-
musical nos ha sido traído precisamente
siderada como algo valioso y desconfia-
mediante el canto mítico. Probablemente,
ble a la vez: valioso por su capacidad de
el mito musical más célebre, más antiguo
despertar, complacer y regular al alma
y, quizá, más significativo es el canto de
y de producir buenas cualidades en sus
Orfeo.153
oyentes; pero, a la vez, se desconfiaba de
ella por su capacidad de sobreestimular,
“Orfeo es el héroe mítico que unió
drogar, distraer y llevar a excesos en la
para la posteridad, de forma insoluble, el
conducta”.150
canto con el sonido de la lira; pero no es
esto lo que fascina del mito órfico, sino,
Asi lo reafirma Jankélévitch al seña-
lar que la música actúa sobre el hombre, principalmente, el aspecto encantador
sobre su sistema nervioso, e incluso sobre y mágico que adquiere la música… La
sus funciones vitales. Mediante una abrup- música dentro del mito órfico es una po-
ta irrupción, la música se instala en nues- tencia mágica y oscura que subvierte las
tra intimidad y parece fijar allí su domici- leyes naturales y que puede reconciliar
lio. Así, el hombre habitado y poseído por en una unidad los principios opuestos
esta intrusa, el hombre transportado por sobre los que se rige la naturaleza: vida
ella fuera de sí, ya no es él mismo: todo él, y muerte, mal y bien, belleza y fealdad;
cuerda vibrante y tuba sonora, tiembla des- estas antinomias llegan a anularse unas
aforadamente bajo el arco o los dedos del a otras en el canto ejecutado por Orfeo,
instrumentista. Y al igual que Apolo llena
gracias al poder mágico-religioso reco-
el pecho de la Pitia, así la poderosa voz del
órgano y los dulces acentos del arpa se apo- nocido a la música”.154
deran del oyente.151
Si por un lado, una corriente del pen-
“Esta operación irracional e in- samiento griego concibió la música como
cluso inconfesable se cumple al margen factor civilizador, educativo y de armoniza-
de la verdad, por ello está más cerca de ción del hombre y la polis; por otro lado,
la magia que de la ciencia mostrativa. la música se consideró también fuerza os-
Aquel que quiere convencernos no con cura, conectada con las potencias del bien
razonamientos, sino persuadirnos con y del mal, capaz de curar enfermedades y
canciones, pone en práctica un arte pa-
sional de agradar, de subyugar sugirien-
153  Uno de los inventores, quizá el más importan-
do, y de someter al oyente mediante el
te, de la música. Nacido en las Piéridas en Tracia, al
poder fraudulento y embaucador de la NE del monte Olimpo, según la leyenda. Su música en-
melodía, de conmoverle con las tretas de cantaba a todos los que la oían, no sólo seres humanos,
la armonía y las fascinación de los rit- sino también animales y plantas e, incluso, las fuerzas
mos”.152 naturales. Se solía representar cantando con un instru-
mento de cuerda (cítara, lira o forminga). También fue
el primer poeta e inventor de los metros que se creían
Se constata ahí la reunión primordial más antiguos: los hexámetros dactílicos o versos herói-
entre el arrobamiento del mundo mítico y cos. La leyenda lo hace participar de las aventuras de los
argonautas, pero la historia principal es quizá el relato
150  Op. Cit. Rowell. Introducción a la filosofía de del descenso a los infiernos en busca de su amada Eurí-
la música. p.47. dice, a la que pierde definitivamente por volver su vista
hacia ella, contra lo que le había sido mandado, cuando
151  Vladimir Jankélévitch. La música y lo inefable. ya se encontraba en el camino de regreso del más allá.
Barcelona. Ed. Alpha Decay. 2005. p.17. Op. Cit. Rowell. Introducción a la filosofía de la música.
152  Ibid.p.18. 154  Op. Cit. Fubini. La estética musical…p.49.

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de elevar al hombre hasta la divinidad, así frenesí y la calma, el éxtasis y el orden,


como capaz de precipitarlo hacia fuerzas la rapsodia y la armonía.159 Sin embargo,
malignas; por esto, la música asume una Dionisos, a diferencia de Orfeo, obtiene sus
dimensión propia del rito religioso y éti- potestades exclusivamente del instrumento
co-político.155 Se coliga de ahí una de las propiamente dicho, del sonido sugestivo
preocupaciones que manifiesta Platón por emitido por la flauta, que descarta, obvia-
distinguir el carácter de ciertas melodías y mente, tanto el canto como la poesía.160
ritmos que podían, tan bien orientar a vir- Dionisos lleva a cabo su rito únicamente
tud, como desencadenar pasiones, delirios con la ayuda de la música, que se vuelve
y vicios que amenazaban el orden de la co- más grandiosa aún por medio de la danza
munidad.156 que la acompaña. A Dionisos se le repre-
El mito órfico expresa esta amenaza, senta como bailarín, y con ello simboliza
en cuanto no se opone al deleite musical, las fuerzas primigenias inmersas en el so-
sino que lo profundiza y acentúa. Como nido.161
apelación a las fuerzas supremas, su canto Antiguas leyendas narran la con-
procura un placer mágico que puede trans- tienda existente entre Dionisos y Orfeo,
mutarse en encantamiento y forzar a los entre aulos y lyra,162 pero la controversia
seres que lo sigan, como si hubiesen sido más importante y delicadamente política,
abducidos por un poder superior. La con- se libra en torno al valor y supremacía de
cepción de la música en el mito de Orfeo
es análoga a la que brota del mito de Dio-
159  Si bien la cuestión de la armonía en el mun-
nisos, el dios de la embriaguez y del frenesí do clásico griego es un concepto intrincado y sujeto a
orgiástico que celebra con su flauta la fiesta un conjunto de mutaciones, se destaca especialmente
pánica de la naturaleza.157 el carácter de reunión y conjunción, pero inicialmente
se trataría de la unidad de elementos en tensión y con-
“Orfeo canta y acompaña su can- trariedad. Éste sería el sentido primordial que le daría
Heráclito, comprensión que posteriormente irá mutan-
to con los sonidos procedentes de la lira; do, hasta llegar a la idea de armonía como ausencia de
desde sus orígenes, la facultad de hechi- conflicto o contrariedad. Jonathan Barnes. Los preso-
zo atribuida a la música por los antiguos cráticos. Madrid. Ed. Cátedra. 1992. p.464. Para una
griegos deriva, sin embargo, de dos ele- revisión más exhaustiva del concepto y sus interpretacio-
mentos diferentes, aun cuando ambos nes: Rodolfo Mondolfo. Heráclito. Textos y problemas
de su interpretación. México. Siglo XXI editores. 1971.
se hayan dado siempre totalmente fun- pp174-186. Asimismo, para ver la torsión que Platón le
didos: la palabra y la música, la poesía y da a la armonía de Heráclito, véase: Giorgio Colli. La
el sonido”.158 sabiduría griega. Heráclito. Vol. III. Madrid. Ed. Trotta.
2010. p.111. Véase, Leo Spitzer. Ideas clásica y cristiana
De este modo en la música arrai- de la armonía del mundo. Madrid. Abada editores.
2008. pp.17-19.
ga un juego dinámico e incesante entre el
160  En torno a las diferencias e interpretaciones
155  Ibid. p.50. de Dionisos y Orfeo, véase: Giorgio Colli. La sabidu-
ría griega. Dionisos. Vol. I. Madrid. Ed. Trotta. 2008.
156  Platón. Leyes. Madrid. Ed. Gredos. 1999. II pp.57-123. Asimismo, véase: Paul Diel. El simbolismo
669c-d. pp.277-278. Asimismo, véase, José Vives. Géne- en la mitología griega. Barcelona. Editorial Labor. 1976.
sis y evolución de la ética platónica. Madrid. Ed. Gredos. pp.129-138.
1970. pp.156-166. Véase también, F.M. Cornford. “La
comunidad platónica”.En, La filosofía no escrita. Barce- 161  Op. Cit. Fubini. La estética musical…. p.51.
lona. Ed. Ariel. 1974. p.97. 162  El aulos, o la flauta, el instrumento caracterís-
157  Friedrich Nietzsche. Origen de la tragedia, o tico de Dionisos, el idóneo para acompañar las descon-
del espíritu de la música. Madrid. Ediciones Austral-Es- certadas danzas ditirámbicas, responde, por el contrario,
pasa. 2000. a un impulso que no se halla regulado por una ley defi-
nida, ni desde el punto de vista ético ni desde el musical.
158  Op. Cit. Fubini. La estética musical. p.51. Ibid.p.47.

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la música sobre la poesía. En este sentido, Perspectiva semejante recorre una


las leyendas procuran, en su mayor parte, amplia gama de estudiosos, poetas y mú-
ubicar a los míticos héroes musicales, tanto sicos, desde un helenista clásico como Burc-
a Orfeo como a Dioniso, en una época muy khardt, quien afirma que la poesía está unida
anterior a la de la epopeya homérica, para con la música, pues ambas son cosas de cantor.
indicar con ello una prioridad histórica y Cada elemento de la música y de la poesía tuvo
lógica, de la música sobre la poesía. Esta su leyenda ideal de fundación: Hermes debió
tensión ancestral ha trascendido aquella inventar la lira; Apolo, la forminx-cítara; Pan
escena fundacional163 y se mantiene activa la siringa; y las Musas representan absoluta-
hasta hoy. mente todo el espíritu. En el Olimpo mismo se
encuentran continuamente en su elemento el
“Poesía, Música: ¡dos monstruos canto y la música, y el contenido del canto poé-
sagrados entre los cuales se entrevió tico de las Musas expresa los dolores del género
muchas veces un duelo!... Mallarmé le- humano.167
vantaba una hipoteca, según Wagner,
y amonestaba: «Olvidemos la vieja dis- “En el ritmo y en la melodía, ani-
tinción entre la Música y las Letras, que
mados por el sonido, la danza y la poesía
sólo es la escisión, querida, para su reen-
cuentro ulterior… Que la Música y las se reconocen y aman a sí mismas, recu-
Letras son el rostro alternativo ampliado peran su propia esencia objetivada en
aquí hacia lo oscuro…»”.164 lo sensible e infinitamente embellecida
y facultada. Pero el ritmo y la melodía
Recuerda Boulez que René Char se son los brazos del arte sonoro, con los
queja también de que la música, hasta hace que éste abraza a sus hermanas (poesía
poco, no se unía realmente con la poesía –o y danza) en amoroso entrelazamiento;
a la inversa–, salvo por el hecho de que una ellas son las costas entre las que el arte
de las dos, desde el primer compás, quedaba sonoro, el mar, une dos continentes”.168
derrotada y totalmente sometida a la otra. Se
transformaba en su duplicación, su montura, La música sería el más fascinante de los
de modo que estos dos grandes, inagotables
modos poéticos, y que por medio de la música y
y diferentes misterios, poesía y música, sólo
consentían en aparecer juntos para dibujar la poesía a los hombres se expresaría el dolor
una sonrisa de conmiseración en los labios y la belleza, de las cuales –sólo por medio
que acudían a saborearlos.165 Boulez parece de los modos poéticos– alcanzamos breves
apostar por la restauración de aquella unidad e indeterminadas vislumbres de lo inmor-
primordial. tal y la eternidad.169 Allan Poe reconoce en

“Toda poesía estaba inicialmente 167  Jacob Burckhardt. Historia de la cultura griega.
destinada a ser cantada: la evolución de Volumen III. Barcelona. Ed. Montaner. 1965. pp.86-87.
las formas poéticas no podía separarse 168  Richard Wagner. El arte del futuro. Buenos
de sus correspondencias musicales. No Aires. Prometeo Libros. 2011. p.57. En torno a la dis-
olvidemos que los trágicos griegos es- cusión de la eventual unidad o tensión entre las artes, la
cribían personalmente la música de los distinción entre la belleza de los sonidos y el carácter no
coros y de los melodramas”.166 imitativo de la poesía, véase: Edmund Burke. De lo su-
blime y de lo bello. Madrid. Alianza editorial. 2001. pp.
114-213. Asimismo, sobre el lugar que ocupa la música
163  Ibid. p.51. y la poesía en las artes, G.W.F. Hegel. Filosofía del arte
o estética. Madrid. Abada editores. 2006. p.447.
164  Pierre Boulez. Puntos de referencia. Barcelo-
na. Gedisa editorial. 2001. p.158. 169  Edgar Allan Poe. Escritos sobre poesía y poéti-
ca. Madrid. Ed. Hiperión. 2009. pp.19, 193-195. Desde
165  Ibid. p.158.
otra perspectiva, véase, San Agustín. “La música es una
166  Ibid. p.161. cierta arte liberal”. En, De Música. Córdoba. Alción edi-

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esos frisos poéticos la unidad trágica de la fusa’, nace Tiempo” “En la cosmogonía
música y la poesía, del canto y el verso. pitagórica, el Tiempo es un ser divino
que conoce desde siempre la configura-
“Sólo en el «canto» y nada más ción del universo. Tiempo tiene dos hi-
que en él se ajusta el «espíritu» a la arti- jos, Eter y Abismo. El abismo es Caos,
culación memorable de lo sagrado. Pero Caosma, un amplísimo espacio sin lími-
el espíritu no alienta en cada «canto».
tes, es el abismo sin límites, sin luz y ca-
Esto sólo sucede en el canto del poema
(…) El canto tiene que brotar del desper- rente de toda definición”.172
tar de la naturaleza «desde el alto éter
hasta el profundo abismo», entonces En la interpretación de la teogonía
alienta en el canto el hálito de la venida presocrática se establece entonces una rela-
de lo sagrado. En este caso, el origen del ción entre el carácter de las Musas y el prin-
canto es distinto de lo habitual”.170 cipio del Caos. Esto se encontraría referido
en Hesíodo, en la Teogonía donde se arti-
De esta manera, música y poesía culan tres relaciones o momentos de estos
parecen indiferenciadas en su despliegue términos: a) el problema de la verdad, que
inaugural Esta unidad no es una mera se advierte en las palabras de las Musas al
mixtura o complementos de materias sig- poeta al pie del monte Helicón: “sabemos
nificantes, sino que ella misma encierra y decir muchas cosas falsas semejantes a ver-
manifiesta una relación mítica y enigmáti- dades, pero sabemos también, cuando que-
ca de su propia unidad. La música y la poe- remos, cantar verdades”; b) la pregunta por
sía entablan una relación esencial con el
abismo, con el Caos. Así se expresa el mito el origen, paradigmáticamente planteada al
órfico, donde el poeta órfico se imagina, comenzar el desarrollo de la teogonía pro-
pues, la materia primordial como informe, piamente dicha: “Decidme estas cosas, oh
oscura, nebulosa y un tanto siniestra, en la Musas que tenéis olímpicas moradas, des-
que todo estaba mezclado y nada indistinto de el principio (arkhé), y decid qué fue lo
podía verse. La Noche que era la primera primero (prôton) de aquéllas. Ciertamente al
diosa nacida en la Teogonía de Derveni y en principio de todo fue Caos….173 Así canta la
la Eudemia es ya en las Rapsodias una ma- Teogonía de Hesíodo.
teria primordial, anterior al nacimiento de
cualquier otro ser, obscura, infinita, eterna, “Comencemos nuestro canto por
en la que nace Tiempo y que lo abarca y lo las Musas Heliconíadas, que habitan la
cubre todo.171
montaña grande y divina del Helicón…
“En este entorno «caótico», en el forman bellos y deliciosos coros en la
que parece que Caos, que en Hesíodo cumbre del Helicón y se cimbrean víva-
significaba ‘Hueco’ o ‘Abertura’ primor- mente sobre sus pies. Partiendo de allí,
dial, ha pasado a significar ‘materia con- envueltas en densa niebla marchan al
abrigo de la noche… Inspiradme esto,
Musas que desde un principio habitáis
tora. 2000. p.29. En torno a la tensión que existiría entre las mansiones olímpicas, y decidme lo
música y poesía, y una cierta ruptura o dislocación onto- que de ello fue primero. «En primer lu-
lógica que operaría Mozart entre la música prerrománti- gar existió el Caos… Del Caos surgieron
ca y música romántica, véase: Slavoj Zizek. La música de Érebo y la negra Noche. De la Noche a
Eros, ópera, mito y sexualidad. Buenos Aires. Prometeo su vez nacieron el Éter y el Día, a los que
Libros. 2011. p.33.
170  Op. Cit. M. Heidegger. Como cuando en día
de fiesta. pp.73-74. 172  Ibid. pp.47-50.
171  A. Bernabé. Textos órficos. Madrid. Ed. Trot- 173  Ramón Cornavaca, Presocráticos. Fragmentos
ta. 2004. p.47. I. Barcelona. Ed. Losada. 2008. pp.14-15.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


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alumbró preñada en contacto amoroso encontraría célebres antecedentes ya en el


con Érebo.»”.174 siglo VIII a.c. con el poeta-músico Terpan-
dro, inventor de los nómoi.176
Heidegger explica que Caos signifi- “¿Por qué los cantos registrados bajo
ca, en una primera lectura, lo que se abre el nombre de nómoi se llaman así? ¿Aca-
como un bostezo, la fisura abierta, el espa- so no es porque los hombres, antes de que
cio abierto que se abre antes y en el que conocieran la escritura, cantaban ya las le-
todo ha quedado engullido. Ahí la fisura yes con el fin de no olvidarlas, de la misma
impide cualquier apoyo que permita distin- manera que hacen todavía los Agatirsos?
guir o fundar algo, por eso el caos parece Por la razón aducida, de todos los cantos
lo carente de distinciones y por ello se le que los hombres llegaron a usar, éstos lla-
asocia a la pura confusión. Sin embargo, lo maron siempre a los primeros con dicho
«caótico», entendido así, sería la negación nombre”.177
de la esencia de lo que significa «Caos». Según Platón, los nómoi debieron
Pensado desde la «naturaleza», el caos si- representar durante el período ático la tra-
gue siendo esa fisura desde la que se abre dición musical más antigua y austera: la
el espacio abierto con el fin de que a cada música concebida conforme a una rígida
cosa distinguida se le conceda su delimita- ley; música sin corromper aún por lo nue-
da venida a la presencia. Por ello Hölderlin vos usos y zafias costumbres. A partir de
le llama «sagrados» al «caos» y a la «confu- ello, Platón establece la relación directa de
sión». El caos sería lo sagrado mismo. Nin- decadencia de la tradición musical, culpan-
gún elemento real prevalece a esta fisura, do a los coregos y aedos de la confusión
sino que se limita siempre a entrar en ella. reinante dentro de los distintos géneros
Todo elemento que aparece es siempre y musicales, y de la desaparición de una ley
cada vez superado por el Caos.175 que regulara los diferentes tipos de compo-
siciones. Así, articulando una terapéutica
músico-política, se establece un correlato
Comunidad Musical y lo entre la ley del orden musical y la ley del
«Des-comunal» orden comunal.178

El Caos es lo des-comunal. Lo des- “Del citarista Terpandro se con-


comunal concierne a lo extraordinario, a taba que, con el arte de su canto, había
lo inaudito, lo gigantezco o colosal. Lo llegado a reprimir una revolución en
descomunal concierne al desborde, a un Esparta. Por lo que se refiere al músico
extralimitarse. Lo descomunal como lo
fuera de medida, fuera de ley, de cierto
modo, lo fuera de la comunidad. Lo poé- 176  Terpandro instauró la enseñanza de la música
tico musical abriendo al caos, pone la co- en Esparta y perfeccionó la lira, al aumentar el número
munidad ante lo descomunal. de cuerdas de cuatro a siete, quería demostrar la supe-
rioridad de la lira sobre la flauta. Pero, el hecho más im-
Es ante el riesgo de lo descomunal portante, según Pseudo Plutarco, es que Terpandro fue
que reacciona Platón intentado un proce- el inventor de los nómoi, que debió significar ley, los nó-
so de destierro y aquietamiento de la mú- moi habrían sido melodías que se establecían de forma
sica y la poesía. Esta terapéutica musical rigurosa para diferentes ocasiones, o en orden a la con-
secución de los efectos que deberían haber producido;
de ser así, habrían constituido el núcleo de la tradición
musical ulterior que asentara una verdadera enseñanza
174  Hesíodo. Obras y fragmentos. Teogonía. Ma- de la música.Op. Cit. Fubini. Estética musical. p.46.
drid. Ed. Gredos. 2000. 1-125.pp.9-16.
177  Ibid. p.46.
175  Op, Cit. M. Heidegger. Como cuando en día
de fiesta. p.70. 178  Ibid. p.47.

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Frinis o Phrynis de Mitilene, nacido en Si bien la categoría de «comunidad», en lo


Lesbos en el año 450 a.c. hay que añadir inmediato, concierne a una complejidad fi-
que fue defensor de la concepción esté- losófica, histórica y política –en tanto que
tica representada por la nueva música categoría–, la podemos rastrear ya en las
griega –con formas más teatrales, po- primeras formulaciones políticas de nues-
pulares y sofisticadas, que criticara Pla-
tra civilización, así como en sus diversas
tón–, cuyo resultado fue la separación
que se produjo entre el arte musical y el
interpretaciones e implicancias.183 Aquella
arte poético propiamente dichos en un distinción trazada en la sociedad clásica
sentido moderno”.179 griega, entre «comunidad familiar» y «co-
munidad política», contiene rasgos deci-
Si esta terapéutica tiene un propósito sivos que la definen.184 La comunidad es,
en Platón, es acercar la música a la virtud principalmente, una relación, un ponerse
y al orden. Para ello se precisa una nueva en relación, un estar constituido en y por
demarcación entre poesía y música, entre la relación.185 La noción de comunidad
palabra y canto. Separado logos y mitos, a la ha sido una categoría central y decisiva
música se le sustrae su peligroso encanto, en la historia del pensamiento político. Si
su caos, su condición descomunal. Jankele- bien la noción es ancestral, ha existido una
vich explica que lo peligroso de la música
particular recuperación de su importancia
yace en su encantamiento, y éste no es un
mero decir, sino un hacer, y en esto la músi- en la experiencia política moderna.186 Sin
ca entronca con la esencia del acto poético. embargo, esta noción del lenguaje filosófi-
Este hacer no es cualquier hacer, esencial- co-político ha venido migrando al lenguaje
mente es un hacer sentir. La música tiene estético-filosófico.187
esto en común con la poesía y el amor, e in-
cluso con el deber: no está hecha para que se 183  Platón. República. Madrid. Ed. Gredos. 1998.
hable de ella, sino para que se haga; no para 184  Aristóteles. Política. Madrid. Ed. Gredos.
ser dicha, sino para ser tocada.180 Es cierto 1999. pp.46-51.
que el poeta habla, pero sus palabras no son
185  Sobre el carácter delicado, suspensivo y rela-
para decir, como las palabras del código ci- cional de la comunidad véase: Jean-Luc Nancy: “Co,
vil, son palabras para cautivar, son palabras común, comunidad, lo que se comparte”. En, La verdad
de hechizo. La poesía se lleva a cabo, inme- de la democracia. Buenos Aires. Amorrortu editores.
diatamente, para crear el poema.181 2009. p.81. Igualmente relevante resulta: Philippe La-
coue-Labarthe; Jean-Luc Nancy. El mito nazi. Barcelo-
na. Ed. Anthropos. 2002. Roberto Esposito. Commu-
“Verdaderamente, la operación nitas. Origen y destino de la comunidad. Buenos Aires.
musical, como la inciativa poética, es Amorrortu editores. 2003.; Giorgio Agamben. La comu-
una acción inaugural, y por ello merece nidad que viene. Valencia. Ed. Pre-textos. 2006.
el nombre de «Encanto»…”.182 186  Así, ya desde Maquiavelo, Spinoza, Rousseau,
cruzando por la tradición del «contractualismo jurídi-
Así, la comunidad poética se canta co» (Locke, Hobbes, Kant), la cuestión comunitaria
y en-canta. La comunidad deviene comu- ha constituido un problema central del pensamiento
nidad musical, comunidad des-comunal. filosófico-político. Aquello ha sido especialmente re-
vitalizado en la filosofía política contemporánea, muy
particularmente tras la experiencia política del siglo XX.
179  Ibid. p.47. Especialmente significativos han resultado los trabajos
180  Op. Cit. Jankélévitch. La música y lo inefable. de Martin Heidegger, Georges Bataille, Hannah Arendt,
pp.127-129. entre otros.

181  Ibid. p.130. 187  Jacques Rancière. El reparto de lo sensible.


Estética y política. Santiago. Ed. Lom. 2009. Asimismo,
182  Ibid. p.189. véase: Philippe Lacoue-Labarthe. Heidegger: la política

68 • Nº 17 • diciembre 2017 Juan Pablo Arancibia Carrizo


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Desde esta advertencia, la idea de «mundo» en la medida que se está en me-


«Comunidad Musical» recobraría aspectos dio del suceso auditivo192. En ese sentido la
decisivos de la noción filosófica de comu- «comunidad musical» es ya la experiencia
nidad, entendida ésta como una relación esencial de la escucha sensible, aiestética, y
constitutiva-constituyente, donde el ca- en esa experiencia se dona lo esencial.193
rácter de la relación se conserva suspen- En esa comunidad de escucha se suscita
sivamente dispuesta, a condición de que el mundo, que adviene como experiencia
ningún contenido en particular consigue poético-musical.194
consumarla o finiquitarla,188 se trataría En esa experiencia de la «comuni-
siempre de una comunidad «inoperante».189 dad musical» los oyentes no preexisten al
La «comunidad musical» es la comunidad mundo, sino que son traídos al mundo me-
lábil, que opera como una relación abierta, diante la escucha, así una sensualidad mu-
suspensiva, desbordada e inquieta por una sical estaría configurando la matriz inau-
pro-vocación, centrada en la experiencia gural-matriarcal de lo que llamamos «mun-
estética de la escucha. do».195 Ese mundo sólo es con ocasión de
Esta «experiencia estética» no se re- la música que emana, de ahí la posibilidad
duce única o unívocamente a lo que con- de pensar la relación temprana y primor-
vencionalmente se entiende como relación dial entre lenguaje y música, en tanto que
con obras de arte, contenidas en el «juicio la musicalidad sería la temprana relación y
de gusto del arte bello».190 Antes bien, con- experiencia comunal de lenguaje.196
cierne a la idea etimológica de un sentir,
y ese sentir estaría dado, en primera ins- “… el canto, la palabra, el len-
tancia, por una escucha, una escucha que guaje, representan un oscurecimiento y
siente, una escucha que hace y se hace sen- en cierto sentido una degradación del
tir. Los griegos clásicos conservaron para sonido, pero en el canto (el que el dios
ésta, la expresión àiesthesis, que concierne inspira de verdad, el canto delirante, la
en primer lugar al registro sonoro, a la ex- palabra y el lenguaje aparecen como
periencia de una escucha. La raíz aí, pro- vueltos hacia el Sonido, dominados por
viene de aió, escuhar. Aèmi, aisthô, soplar, la nostalgia de su potencia originaria. Es
exhalar, de donde proviene la expresión
latina audio191. La escucha sería la primera
experiencia sensible a partir de la cual nos 192  Peter Sloterdijk. Extrañamiento del mundo.
constituimos, si se quiere, la escucha se- Valencia. Pre-textos. 2008. p.287.
ría la primera relación, dado que sólo hay 193  Jean-Luc Nancy. A la escucha. Buenos Aires.
Amorrortu. 2007. p.33.
194  Arthur Schopenhauer. El mundo como volun-
del poema. Madrid. Ed. Trotta. 2007. tad y representación. Madrid. Akal. 2005. p.865.
188  Philipe Lacoue-Labarthe. La ficción de lo polí- 195  Eugenio Trías. La imaginación sonora. Barce-
tico. Madrid. Arena Libros. 2002. lona. Galaxia Gutenberg. 2010. pp.568-569.
189  Jean-Luc Nancy. La Comunidad Desobrada. 196  Op. Cit. Philip Ball. El instinto musical. p.417.
Madrid. Arena Libros. 2001. Una cuestión esencial que se articula allí es la delicada
190  Inmanuel Kant. Observaciones sobre el senti- relación entre lenguaje y voz, como la condición ética y
miento de lo bello y lo sublime. México. F. de Cultura política originaria de los hombres, ahí donde se expresa
Económica. 2004. un sí al lenguaje, como la abertura a la experiencia abis-
mal, como apertura al riesgo mortal de la nada. Véase:
191  Jean-Luc Nancy. El Sentido del Mundo. Bue- Giorgio Agamben. El lenguaje y la muerte. Valencia.
nos Aires. La Marca. 2003. p.132. Sobre el carácter de Ed. Pre-textos. 2002. pp.139-141. Asimismo, en torno
lo estético en la Grecia clásica, véase: Bernard Bosan- a la relación entre música y lenguaje, véase la distinción
quet. Historia de la estética. Buenos Aires. Editorial propuesta por Adorno. Th. Adorno. Escritos musicales.
Nova. 1949. p.42. I-II-III. Madrid. Akal editores. 2006. p.255.

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por eso que el canto muestra cómo ese y madre de las Musas, fuerzas sonoras que
Sonido no surge en un momento dado desbordan lo bello;202 y en tanto que reba-
para luego hacer silencio: el sonido nace san lo bello, advienen fuerzas de espanto y
continuamente. Es lo que nos recuerda horror.203
el poeta. Dirigiendo al Sonido sus pala- De este modo, la «Comunidad Mu-
bras y lenguaje, los vivfica en esta fuente, sical» en tanto experiencia aiestésica de lo
en esta potencia, los hace aparecer in-au- «des-comunal», opera la apertura de irre-
ditos: los recrea”.197 ductibles posibilidades de sentido con y en
esa relación de escucha primordial.204 Esta
Así la «comunidad musical» es, en misma noción de «Comunidad Musical»
primer término una relación de escucha. permitiría no sólo poner en suspenso una
Ésta se da a la escucha de lo que llama. La comprensión representacional y escindida
comunidad se hace responsable. Responsa- de la música y la poesía; no sólo tensionar
ble, es responder. Responder a lo que llama, una comprensión normativa, quiescente y
lo que invoca, lo que suscita, lo que provo- realizativa de la comunidad, sino que posi-
ca. Así, la «comunidad musical» concierne bilitaría, esencialmente, el agenciamiento
a ese escuchar-responder, escuchar-acudir, de un pensamiento musical, ahí donde pen-
escuchar-constituir, escuchar-devenir.198 En sar como ritornelo,205 es también advertir el
ese «cum-munus» aiestético-musical se com- advenimiento de una potencia caótica de lo
portan las fuerzas de lo primordial, yacen poético, como acto-potencia de pensar la po-
ahí las fuerzas múltiples de lo plural, que son sibilidad de una política de lo «des-comunal».
en tanto comunidad, relación de fuerzas.199
Ahí la «comunidad musical» configura otro
régimen de poeticidad, que es otro régimen
de politicidad, ahí donde la escucha, el can-
to, lo poético político, deviene grito «des-co-
munal», exaltación, descontrol, desborde,
comunidad «des-comunal», comunidad en
tragedia.200 En esa experiencia de la «comu-
nidad musical» advienen las relaciones de
fuerzas que conciernen a la memoria201 de la
relación prima, a la Mnemosine, la memoria

197  Massimo Cacciari. El dios que baila. Buenos 202  Op. Cit. L. Rowell. Introducción a la filosofía
Aires. Ed. Paidós. 2000. p.48. de la música. p.47.

198  Martin Heidegger. De Camino al Habla. Bar- 203  En torno a la música como estética del horror,
celona. Ed. Del Serbal. 2002. véase: Pascal Quignard, P. El Odio a la música. Bue-
nos Aires. El Cuenco de Plata. 2012; Asimismo, Simon
199  Op. Cit. J-L. Nancy, Las Musas. p.11. Laks. Melodías de Auschwitz. Madrid. Arena Libros.
2008. Véase también: Alex Ross. “Fuga de la muerte:
200  En torno a la centralidad de la escucha como Música en la Alemania de Hitler”. En, El ruido eterno.
condición comunitaria, como condición filosófica de Escuchar al siglo XX a través de la música. Barcelona.
la comunidad, y su carácter trágico en el desborde del Ed. Seix Barral. 2011. p.383.
canto que deviene grito descomunal, véase. Michel Fou-
cault. El gobierno de sí y de los otros. Buenos Aires. 204  C. Dahlhaus, H. Eggebrecht. ¿Qué es la
Fondo de Cultura Económica. 2009. pp.139-141 y 245. Música? Barcelona. Acantilado. 2012.; T. Blanning, T.
El Triunfo de la Música. Barcelona. Acantilado. 2011.
201  En esa experiencia comunal se imbrican la
Musa, la Memoria y la Poesía, ahí donde la comunidad 205  Gilles Deleuze; Félix Guattari. Mil Mesetas.
se expone al juego agonístico y parrhesiástico de la poé- Capitalismo y Esquizofrenia. Valencia. Ed. Pre-textos,
tica política. César García Álvarez. La literatura clásica 1997. p.319.
griega. Santiago. Editorial Universitaria.2006. p.121.

Juan Pablo Arancibia Carrizo


70 • Nº 17 • diciembre 2017
COMUNICACIÓN, CIUDAD Y ESPACIO PÚBLICO
Quito y sus laberintos de
enunciación escrita
COMMUNICATION, CITY AND PUBLIC SPACE
Quito and its mazes of written statement

Hugo Renato Palacios García


Magíster en Estudios de la Cultura, énfasis en Estudios y Artes Visuales por la Universidad Andina Simón
Bolívar. Licenciado en Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Docente de las cáte-
dras de Periodismo y Expresión Corporal.

Resumen
El presente artículo se plantea una aproximación a la idea de espacio público como arti-
culador de una serie de acontecimientos que intervienen en la vida de la ciudad, en este caso
de la capital del Ecuador, Quito. El tema adquiere importancia porque genera integración
social y construye alteridad. Se busca un diálogo interdisciplinar que indague los nexos entre
la dimensión social de lo público, lo urbano, el arte y la contemporaneidad.

Palabras clave: Espacio público, ciudad, Quito, arte urbano, contemporaneidad.

Abstract
This article describes an approach to the idea of public space as coordinator of a series of events in-
volved in city life, in this case, the capital of Ecuador, Quito arises. The issue becomes important because
it generates social integration and builds otherness. An interdisciplinary dialogue that investigates the
links between the social dimension of the public, urban, contemporary art and sought.

Key words: Public space, city, Quito, urban art, contemporary.

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Introducción teje entramados de comunicación y sentido


con el entorno y sus semejantes, visualiza
Quito, capital del Ecuador, calificada de y se confunde con el paisaje urbano para
ángel y demonio, alabada en canciones y en desplazarse por donde sus pies lo lleven y
propaganda turística, es el escenario para hasta donde el entorno se lo permita.
debatir sobre cómo se tejen las relaciones Los espacios públicos están llenos de
sociales en el espacio público, sus compleji- historias, de momentos, de apropiaciones,
dades y las formas de resistir a los embates de recuerdos. Quizá el recuerdo, asociado
privatizadores. Se pretende un análisis de a un espacio determinado genere una can-
los denominados “lugares” y “no lugares”, tidad rica en sentidos. El filósofo Gastón
según la nomenclatura propuesta por Marc Bachelard, citado por la académica ecua-
Augé (2008), y cómo éstos adquieren una toriana Alicia Ortega (2013), señala que
significación importante, en función de los recuerdos están localizados, puesto que
los colectivos humanos que los usan y de “el espacio conserva tiempo comprimi-
los espacios en los que ellos se relacionan. do”. Así, sobre el mapa de una ciudad se
Cada pedazo de calle, de vereda, de espacio distribuyen diversas cartografías según la
verde nos cuenta una y mil historias; ahí relación que cada habitante, o cada “tribu
se han dibujado huellas que están impreg- urbana”, mantiene con respecto al espacio
nadas de memoria, en las que el amor, el vivido. Este espacio puede ser un lugar de
dolor, la vida y la muerte se han conjugado encuentro permanente o de una caricia
para certificar que el ser humano está he- efímera. En este contexto, Ortega sostie-
cho de momentos, de historias individuales ne que, por ejemplo, los amantes buscan
y colectivas, de acontecimientos fortuitos, lugares de clandestinidad, rincones de la
de los cuales han sido testigos silenciosos ciudad que les permitan ser desobedientes
los muros, las calles, las paredes, las esqui- por minutos u horas; es decir, si la moral
nas, los chaquiñanes, los parques y hasta no permite, la ciudad tiene múltiples opcio-
los buses de transporte urbano. nes: “La calle es la vitrina de los jóvenes
Isaac Joseph (1998) será otro de los y el parque punto de encuentro de viejos
conductores de este camino con su traba- o niños. De esta manera, es posible hablar
jo teórico sobre el transeúnte y el espacio de mapas afectivos que se configuran en la
urbano. El caminante de esta ciudad debe interacción del habitante con el espacio. El
enfrentarse a las delicias y a los peligros de espacio habitado deviene, así, referente de
ser y estar fuera de casa, a personas que no la identidad, de pertenencia, de sentido”. 2
conoce; sin embargo, Joseph señala que El espacio público y las máscaras de la ci-
entre personas que no se hablan o que no vilidad.
están juntas hay interacciones muy signifi-
cativas: “El transeúnte es sensible al diálo-
go cara a cara, lee los rostros, toma pose-
sión de la calle por la mirada”.1 El peatón

1  Joseph, I. (1998), El transeúnte urbano. Barce- 2  Ortega, A., comp., (2013), Te cuento Quito, An-
lona, Gedisa, p. 36. tología, Quito, Editorial El Conejo, p. 11.

Hugo Renato Palacios García


72 • Nº 17 • diciembre 2017
Textos y Contextos
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El espacio público y las máscaras de la El espacio que usamos a diario y


civilidad. que es parte del paisaje cotidiano no es más
que un sitio de paso para la gran mayoría
de personas. Muy difícilmente uno se apro-
Practicar el espacio es repetir la experiencia pia de esos espacios para algún tipo de pro-
alegre y silenciosa de la infancia; es, ceso creativo o para una interrelación con
en el lugar, ser otro y pasar al otro. los demás que pase del “buenos días”. El
Michel de Certeau proceso acelerado del mundo contemporá-
neo obliga a repensar las relaciones entre
En los últimos años, el tratamiento los ciudadanos y su contexto inmediato.
del espacio público ha sido tema de inte- El antropólogo francés Marc Augé plantea
rés cuando se habla de lo urbano. Análisis, que, debido a la transformación acelerada
debates y reflexiones están a la luz del día, del mundo contemporáneo, a la que él lla-
en respuesta a las propuestas municipales ma “sobremodernidad”, -cuya modalidad
de administración de la ciudad.3 Una ciu- esencial es el exceso-, las relaciones hu-
dad que se precie de ser moderna requie- manas han sufrido cambios importantes.
re adecuar sus espacios a las necesidades Augé sostiene que es necesario estudiarla
cambiantes del mundo y a lo que los gran- desde tres aristas fundamentales: el tiempo,
des capitales inmobiliarios anhelan. Casas, el espacio y el individuo.4
calles, plazas, centros urbanos, etc., son Es importante detenerse en el con-
adecuados o transformados de acuerdo cepto de espacio que se expresa, según el
a las necesidades de la ciudad, o a lo que autor, en los cambios en escala, en la mul-
los administradores de turno piensan que tiplicación de las referencias imaginadas
la ciudad requiere. La cotidianidad de la e imaginarias, y en la espectacular ace-
gente busca adaptarse a esa anatomía urba- leración de los medios de transporte, que
na impuesta, en algunos casos; en otros, la conduce concretamente a modificaciones
desobediencia es la norma, tal es el caso de físicas considerables: concentraciones ur-
muchos puentes peatonales que sólo están banas, traslados de poblaciones y multipli-
cación de lo que el autor denomina “no lu-
presentes como un inmenso adorno de la
gares”, por oposición al “lugar antropoló-
ciudad sin ninguna utilidad. Los peatones gico” (Augé, 2008: 40). Los “no lugares” se
prefieren ahorrar tiempo, el riesgo es par- asocian a la circulación acelerada de perso-
te del día a día. Puede ser que las calles, nas, medios de transporte, grandes centros
plazas, mercados, parques, etc., impregnen comerciales, etc.; es decir, lugares de tránsi-
una estética muchas de las veces aceptada to rápido, circunstanciales. El filósofo fran-
por la gente; sin embargo, las relaciones cés Michel de Certeau sugiere, en cambio,
que se construyen en esos espacios y la uti- que existen procedimientos de la creativi-
lización que se hace de ellos está en perma- dad cotidiana que son necesarios tomar en
nente tensión. cuenta. Analiza cómo una sociedad no se
reduce a la cuadrícula de la “vigilancia”, y
que más bien habría que estudiar cuáles son
3  La actual administración de Mauricio Rodas, los procedimientos populares minúsculos y
elegido Alcalde de Quito el 23 de febrero del 2014, cotidianos que juegan con los mecanismos
pretende impulsar un nuevo entorno de fomento al de- de la disciplina: “[…] en fin, qué ´maneras
sarrollo productivo y la competitividad en la ciudad,
así como la simplificación de permisos municipales.
de hacer´ forman la contrapartida, del lado
Cree que es básico mostrar un rostro amable desde el
Municipio hacia el ciudadano, dejar atrás una visión de 4  Augé, M. (2008), Los no lugares. Espacios del
persecución, de castigo (diario El Universo, 11 de mayo anonimato, Una antropología de la sobremodernidad,
del 2014). Barcelona, Gedisa, p.37.

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de los consumidores (o ¿dominados?), de La socióloga norteamericana Sha-


los procedimientos mudos que organizan ron Zukin, en su obra City of   Quartz, seña-
el orden sociopolítico”.5Hoy en día está la que el peligro más tangible que corroe
prohibido consumir bebidas alcohólicas en lo que denomina “la cultura pública” es
el espacio público, sin embargo los jóvenes “la política del miedo cotidiano”. Zukin
hacen de las esquinas su lugar de enun- plantea que el perturbador espectro de las
ciación y de “lo oscurito” su emblema de “calles inseguras” aleja a la gente de los
transgresión. Estar encerrado no es preci- lugares públicos y le impide procurarse las
samente sugestivo para ellos; el espacio pú- artes y oficios necesarios para compartir la
blico, la calle, sus peligros y vericuetos es lo vida pública6. Sin embargo, cuando desde
que llena de significación el juntarse. las autoridades municipales o similares, se
Situarse en el espacio público de una ha procurado calles y espacios más segu-
ciudad capital es enfrentarse a una relación ros, la lógica del ornato y de la vigilancia
de amor y odio. Son ciudades que acogen extrema ha hecho que estos lugares con-
pero también excluyen, que permiten a la curridos se conviertan en meros lugares de
vez que prohíben. El espacio público, debi- tránsito. Mucha gente, sobre todo quienes
do a políticas privatizadoras, ha dejado de viven marginalmente, ha sido expulsada y
ser un lugar de encuentro permanente para obligada a vivir en la sombras, gracias a lo
convertirse en islas selectivas, en encuen- que se conoce como seguridad ciudadana.
tros furtivos y normados, en un “no lugar”. De esta manera, la búsqueda obse-
Sin embargo, los habitantes de cualquier siva de la seguridad está conllevando lenta-
ciudad se dan modos de tenderse la mano, mente a dañar, aún más, los ya debilitados
saludarse e irrumpir en espacios que suelen lazos sociales en sociedades latinoameri-
estar normados. Los caminantes compleji- canas, según lo manifiesta el investigador
zan lo establecido, generan tensiones con la David Pontón, quien plantea que por este
autoridad y su visión del orden ciudadano. motivo se ha producido un incremento en
Ante las prohibiciones con leyenda de le- la desconfianza ciudadana que afecta, al
tra grande, el caminante practica pequeñas mismo tiempo, las relaciones interpersona-
transgresiones y formas de encuentro con les y la pérdida de espacios públicos. “…Y
sus semejantes, momentos que alivianan la por otro lado, una creciente legitimidad del
censura; o dicho de otra manera, las mil aumento de la sed punitiva de la sociedad
prácticas a través de las cuales los usuarios y de violencia institucional, como mecanis-
se reapropian del espacio organizado por mos de respuesta ante este acuciante pro-
los técnicos de la producción sociocultural blema”.7
(De Certeau, 1996: 44). El exceso al que En resumen, se han convertido en
hace alusión Augé está presente en cual- sitios más seguros, tal vez, pero menos li-
quier ciudad que se jacte de estar subida en bres (Bauman, 2002: 102). El hecho de
el tren del progreso. Entonces, la “sobre- sentirse observado por cámaras y guar-
modernidad” conlleva una multiplicación dias de seguridad privados genera en los
y una aceleración de los factores constitu- individuos una sensación de desconfianza
tivos de la modernidad. Augé dirá que es y de frialdad ante el otro: las miradas no
signo de una lógica del exceso: exceso de
información, exceso de imágenes y exceso 6  Bauman, Z. (2002), “Espacio/Tiempo”, en Mo-
de individualismo, que está vinculado a los dernidad Líquida, México, Fondo de Cultura Econó-
otros dos. mica, p. 102.
7  Pontón, D. (2007), “Perspectivas y dilemas de
5  De Certeau, M. (1996), La invención de lo co- la seguridad ciudadana en América Latina”, en Lucía
tidiano I, Artes de hacer, México, Universidad Ibe- Dammert, Ciudadanía y violencia, V2. Quito, FLACSO
roamericana, p. 44. Sede Ecuador, p. 10.

Hugo Renato Palacios García


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llegan a intercambiarse, cuando los ojos símbolos del poder y a la risa festiva que ge-
desempeñan una función sociológica fun- neran los teatreros callejeros. Isaac Joseph
damental. El filósofo y sociólogo alemán cuestiona ese andar sin caminar, ese salu-
Georg Simmel afirma que el enlace y la dar cargado de frío y parece preguntarse si
acción recíproca de los individuos que se la modernidad ha trastocado el sentido co-
miran mutuamente desempeñan una fun- mún. Y aunque la comunicación interper-
ción sociológica particular: “…la vivísima sonal ha sido desvalorizada y encumbrada
acción recíproca en que entran los hombres al altar de la sospecha, Joseph es enfático
al mirarse cara a cara, no cristaliza en pro- cuando sostiene que “la gran ciudad no es
ductos objetivos de ningún género; […] Y el escenario de una pérdida irremediable
esta relación es tan fuerte y sutil, que solo del sentido. Es un medio en el que las iden-
se verifica por el camino más corto, por la tidades se dejan leer en la superficie, en el
línea recta que va de ojos a ojos”.8 Simmel que ´lo más profundo es la piel´” (Joseph,
añade que la más mínima desviación y el 1998: 48).
más ligero apartamiento de la mirada des- Ponerse serio ante la mirada de de-
truye por completo la peculiaridad del lazo cenas de ojos es la norma. Uno busca pasar
que crea. Caminar por el Malecón de Gua- desapercibido y llegar pronto a su lugar de
yaquil quizá sea un claro ejemplo. destino, lo que implica enmascararse, ser
El espacio público, sobre todo el otro, saludar, si es el caso de una manera
Centro Histórico de Quito, invita al tu- “educada, atenta y cordial”, y pasar de lar-
rismo a servirse de nuestra historia, pero go. De alguna forma, el individuo se mime-
esconde la pobreza, hace de los niños lus- tiza ante la generalidad de normas y busca,
trabotas unos apestados a los que hay que inconscientemente, ser como el otro, no
sacarlos en pro de la estética capitalina. A pasar esa frontera impuesta desde los hace-
las prostitutas se las arrincona a esquinas dores de la moral y las buenas costumbres.
menos visibles, pero ellas resisten más que Vale pensar en los alcances del concepto
nadie a ser expulsadas. En otros espacios que el sociólogo estadounidense Richard
públicos de la capital, dígase plazas, calles Sennett, también citado por Bauman, lla-
o parques, cada quien se dedica a lo suyo, mó “civilidad”, que se explica como la acti-
con esporádicas interacciones. El sociólo- vidad que protege mutuamente a las perso-
go egipcio Isaac Joseph, observa que hay nas y que no obstante les permite disfrutar
caminantes que se enmascaran con una de su mutua compañía: “Usar una máscara
sonrisa de cortesía pero no son parte activa es la esencia de la civilidad. Las máscaras
del espacio que ocupan, no sociabilizan, no permiten una sociabilidad pura, ajena a las
hacen uso humano de él. Reunirse, debatir, circunstancias del poder, el malestar y los
movilizarse no están dentro de las priori- sentimientos privados de todos los que las
dades: el espacio público está irremediable- llevan. El propósito de la civilidad es prote-
mente truncado. No es un espacio pasio- ger a los demás de la carga de uno mismo”
nal, es un espacio de sonámbulos (Joseph, (Bauman, 2002: 103).
1998: 15). Pero así también, más allá de los Esa civilidad permea a los diversos
efectos negativos de la modernidad y de las individuos, que por una u otra razón se ven
críticas que se le puedan hacer, existen pe- en la necesidad de ocupar un espacio pú-
queños encuentros destinados a la charla, blico. La escena colectiva que se asemeja
al beso furtivo, a los plantones frente a los a una farsa bien podría llamarse la “teatra-
lización de un colectivo en soledad”. De-
cenas o cientos de máscaras jugando a ser
8  Simmel, G. (1977), “El espacio y la sociedad”,
en Sociología. Estudios sobre las formas de socializa-
seres de buenos hábitos, actores que cum-
ción, V. II, Biblioteca de la Revista de Occidente, Ma- plen su papel de extras sin ningún contra-
drid, p. 677. tiempo, recitando los textos de memoria y

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gesticulando de acuerdo a la necesidad. Sin creer que eres importante: los shoppings,
embargo, es importante matizar este fenó- lugares de fundamentalismo consumista
meno, pues de lo contrario se puede caer que se han convertido en los nuevos tem-
fácilmente en una mirada caótica, que no plos de comunión.
abona en entender la complejidad del mis-
mo. Es importante entender a la ciudad, no
sólo como un entramado de leyes e imposi- El shopping que nos habita
ciones disciplinarias, sino como un espacio
de resistencia que también busca liberarse El shopping es la prolongación del infierno;
de la mirada vertical de cierta arquitectura empieza con una sonrisa en la tarjeta plástica
normativa y de ciertas formas de compor- y culmina con una lágrima en el bolsillo.
tamiento impuestas. Hugo Palacios
Sin embargo, Bauman piensa que
la civilidad debe ser una característica del La gente se comió el cuento de que son el
entorno social. Añade que el entorno debe lugar seguro y libre por excelencia, el nue-
ser civil para que sus habitantes puedan vo templo de la modernidad, donde es po-
aprender las difíciles destrezas de la civi- sible encontrarse con ríos de gente a la que
lidad. El investigador Fernando Carrión nuca se le dirá ni un buenos días, multitu-
apunta que hoy la ciudad se organiza desde des invisibles, masas llenas con ganas de
lo privado, “y que espacios comunitarios consumir y llenas también de soledad. La
como la plaza, terminan siendo un desper- periodista y escritora argentina Beatriz Sar-
dicio para la lógica de la ganancia, y a la lo plantea, en Escenas de la vida posmoderna,
vez un mal necesario para cumplir con las que el shopping es un artefacto perfecta-
normas del urbanismo”9. Espacio público: mente adecuado a la hipótesis del noma-
punto de partida para la alteridad. Ubicar- dismo contemporáneo:
se en un espacio es ser parte de él, aceptar
los desafíos que el entorno le ofrece. Actuar Cualquiera que haya usado alguna vez
es un primer paso hacia la comunicación un shopping puede usar otro, en una
tan esperada. Pero la escena queda huérfa- ciudad diferente y extraña de la que ni
na sino se produce un segundo paso, que siquiera conozca la lengua o las costum-
cada día es más esquivo: interactuar. La bres. Las masas temporariamente nóma-
experiencia dice que los distintos “ocupan- das que se mueven según los flujos del
tes” del espacio son un río de extraños con turismo, encuentran en el shopping la
infinitas ganas de zambullirse al fondo del dulzura del hogar donde se borran los
mar, pero que la disciplina impuesta y el contratiempos de la diferencia y del mal-
recato que norman ciertos espacios, obli- entendido.10
ga a una ligera remojada con toalla puesta
para secarse pronto la osadía. La interac- Estos nuevos templos de la mo-
ción comprende un mojarse completo, un dernidad son un simulacro enajenante de
entregarse al placer del “tú preguntas y yo los espacios públicos per sé. Sin embargo,
respondo con la mano abierta”. Lamen- por la forma en que han sido diseñados
tablemente, ese ejercicio comunicativo ha llevan almas por millones a participar del
sido reemplazado por un simulacro de en- rito moderno de consumir. ¿Lugar de en-
cuentro colectivo. Un lugar en donde nadie cuentro? Posiblemente. Pero un encuentro
te mira, nadie te escucha, pero que te hace cargado de sonambulismo, gente que debe

9  Carrión, F. (s/a) “Espacio público: punto de parti- 10  Sarlo, B. (1994), Escenas de la vida posmoder-
da para la alteridad”. Disponible en: http://www.flacso. na. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina,
org.ec/docs/artfcalteridad.pdf, 15 de marzo del 2017. Buenos Aires, Ariel, p. 73.

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comportarse a la altura de los demás; caso De la misma manera que no se


contrario, cámaras, guardias y la mirada puede pasar por alto sin cuestionar este y
de reproche de la inmensa mayoría, ha- otros fenómenos con relación a lo urbano
rán que uno termine por sentirse culpable. y el espacio público, quedarse en la lamen-
Los dedos señalándolo lo harán creer que tación de lo que fue nos paraliza. Por lo
su comportamiento está fuera de lugar. Si tanto, buscar nuevas formas de construir
alguien se sentó en el piso, “las gentes de lo público, los espacios que le correspon-
bien consumir” le señalarán con la mirada den por derecho a la ciudadanía es tarea
de reproche que las bancas son para eso, fundamental de quienes piensan la ciudad
que hay que ser un poco civilizados. Se en- del ayer y la de hoy. A decir de Martín Bar-
tiende que esta misma lógica se inserta en bero, hay que entender la modernización
otros espacios públicos, donde la normati- como tensión entre memorias étnicas y
va social cumple a cabalidad su cometido. memorias universales, donde se establecen
El shopping produce una cultura diálogos que permiten un entrecruzamien-
extraterritorial de la que nadie puede sen- to de experiencias, como también disputas
tirse excluido, sostiene Sarlo. Incluso quie- que exigen lecturas únicas que pretenden
imponerse en nombre de la identidad o del
nes menos consumen se manejan perfecta-
progreso. Es necesario, por lo tanto, com-
mente en el shopping e inventan algunos prender determinadas prácticas de la gente
usos no previstos, que la máquina tolera en común, a partir de sus sentires y de su ex-
la medida en que no dilapiden las energías periencia. Posiblemente esa capacidad que
que el shopping administra. Pero si la ló- tiene la gente de a pie para adaptarse a los
gica actual va por ese camino, ¿cuáles son cambios impuestos y resignificar los hechos
las alternativas para apropiarse del espacio sea más trascendente que lamentarse por lo
público y proponer alternativas de sociali- que fue y por lo que nos negamos a aceptar
zación que no sean impuestas? ¿Se puede por tratarse de una imposición que, aparen-
pensar nostálgicamente todavía en una temente, deshumaniza las relaciones. Por-
ciudad del pasado sin que las huellas ava- que -añade Martín Barbero- la figura de la
sallantes de lo moderno la hayan alterado? ciudad tiene menos que ver con la alta regu-
laridad de los modelos expertos del edificar
Jesús Martín-Barbero sostiene que pensar
que con el mosaico artesanal del habitar:
de esa manera, en una ciudad sin caos, sin Y ello nos descubre que la geografía de las
deterioro: identidades remite tanto a las figuras que
demarcan las calles y las plazas, como a las
(...) no sólo es escapar por una gatera fisuras que introduce el desorden de las ex-
metafísica a los desafíos de la historia periencias y los relatos (M. Barbero, 2003:
sino impedirnos asumir activamente 275). Se hace necesario, entonces, no solo
los materiales de los que está hecha –y pensar la ciudad, sino comprenderla desde
con los que construir- la ciudad de hoy: el acto de sus transformaciones.
sus territorialidades y su desterritoriali- Más importante que estudiar los
zación, sus miedos y sus narrativas, sus cambios arquitectónicos y su nuevo mapa
juegos y sus caos, sus trayectos a pie y urbano, es comprender cómo viven, jue-
en bus, sus centros y sus marginalidades, gan, sueñan, sienten, odian, etc., esas per-
sus tiempos y sus calendarios. 11 sonas que hacen uso del espacio público.
¿Cómo son ahora esas relaciones comple-
jas, superficiales, diversas, al encontrarse
11  Martín-Barbero, J (2003), “Transformaciones en un shopping? ¿Cómo hacer de ese no lu-
de la experiencia urbana”, en Oficio de cartógrafo, Tra-
vesías latinoamericanas en la cultura, Santiago de Chi-
gar un lugar para ser habitado? Los grandes
le, Fondo de Cultura Económica, p. 274. centros comerciales se muestran como un

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espacio privado en el que se convoca para Determinados espacios públicos en


el consumo a aquellos que posiblemente el Ecuador -como seguramente en la mayo-
no se sienten augustos en determinados es- ría de las urbes contemporáneas- han sido
pacios públicos. Los shopping seducen por- construidos solo como una manera de lle-
que, aparentemente, tienen de todo y para nar el espacio vacío y de adornar el barrio o
todos. Quizás es el nuevo espacio de comu- la ciudadela. Se instalan juegos para niños,
nión para muchos, e incluso para aquellos unas cuantas bancas, dos aros de básquet,
que se resistían a la saturación de tanta y sean felices. Pero los mecanismos para su
vitrina en un mismo sitio. Martín Barbero uso e interacción han quedado de lado. El
plantea que lo importante es comprender participar colectivo de un espacio requiere
los “nuevos modos de estar juntos” desde de otras políticas que deben ser construidas
donde los ciudadanos experimentan la he- conjuntamente con la colectividad, quienes
terogénea trama sociocultural de la ciudad, serán los beneficiarios directos de tal medi-
la enorme diversidad de estilos de vivir, de da. En ese sentido, el hecho es fundamen-
modos de habitar, de estructuras del sentir talmente político. Sin embargo, los hechos
y del narrar. (M. Barbero, 2003: 276). y prácticas individuales generan también
Ahora, el solo hecho de estar jun- formas de apropiación y de ruptura. Isaac
tos, más sus modos de habitar y sentir la Joseph sostiene que el espacio público tie-
ciudad no son una garantía de que los ciu- ne necesidad no sólo de la pluralidad de
dadanos resignifiquen el espacio en el que las diferencias, sino también de su enma-
habitan. Algo más habría que añadir para rañamiento, de los efectos de movilización
que se genere un proceso activo, un lugar o de sobrecarga, y de inmovilización que
del que habla Augé, puesto que es en el aquellas diferencias provocan. En suma, la
ámbito de lo urbano donde se visualizan filosofía de la alteridad no basta para esta
los mayores impactos en cuanto a la irrup- tarea.
ción del espacio público. Fernando Vivies- Parece ser que entre las autoridades
cas M., urbanista y arquitecto colombiano, y en los planificadores urbanistas prevalece
sostiene que cada día aumenta la canti- cierta insensibilidad, lo que Viviescas lla-
dad y la intensidad de la participación de ma “simplismo espacial”. Esta es una de
la ciudadanía en la reflexión, “discusión las causas por las que la ciudadanía está
y definiciones tanto de los elementos que impedida de comprender las relaciones y
componen la cotidianidad del devenir de la significación del espacio público como
la ciudad como, y muy especialmente, de continente de expresión, de arquitectura,
los caminos que se les pretende trazar a urbanismo, arte, memoria, fiesta, juego y
nuestros centros urbanos hacia el futuro”.12 comunicación (Viviescas, 1997: 7). El di-
Viviescas añade que es en el ámbito colec- seño del espacio público ha conseguido
tivo donde se han construido ciudades, a modificar muchos ámbitos de las ciudades.
las cuales no es que les falte espacio públi- Muchos se ven beneficiados de aquello,
co sino que han sido edificadas, ocupadas, otros se sienten perjudicados. De alguna
reglamentadas y administradas sin que la manera, la historia de las ciudades es la
concepción del espacio para la expresión, historia de sus espacios públicos, donde
la creatividad, la recreación y el ocio haga la gente se encuentra, camina, se relaja y
parte de los presupuestos y componentes se estresa. Un espacio donde las diversas
de su entidad ciudadana. heterogeneidades confluyen y en donde se
genera una serie de conflictos. El espacio
12  Viviescas, F (1997), “La calle, lo ajeno, lo pú- público es simbólico, político, lúdico, físico
blico y lo imaginado”, en Espacio Público Imaginación y censor. En los últimos años el espacio pú-
y planeación urbana, Bogotá, Documentos Barrio Ta- blico ha sido presa de la sumisión al mer-
ller (Serie Ciudad y Hábitat), p. 7.

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cado, lo que ha beneficiado a los grandes Para estudiar una ciudad como
centros comerciales en detrimento de la Quito y sus manifestaciones culturales es
colectividad y sus prácticas. Sin embargo, necesario repasar parte de la historia ur-
existen voces y acciones que hacen de es- bana. Tener una noción de cómo ha ido
tos lugares territorios en disputa. Y como creciendo la misma y la forma en que sus
sostiene el pensador catalán Jordi Borja, el habitantes se han ido apropiando de sus
espacio público es el lugar del intercambio diversos espacios o cómo han sido despla-
por excelencia y también donde más se ma- zados gracias al “progreso” que no se lleva
nifiesta la crisis de la ciudad. Pero también tan bien con lo que huele a pobreza. No se
donde aparecen las respuestas positivas.13 pretende hacer un recorrido desde su géne-
sis, más bien, situar a Quito, ese monstruo
lleno de montañas y quebradas, en el con-
Quito, un entramado de significados. texto del espacio urbano, de las situaciones,
En Quito nací experiencias, formas de vida y de las prác-
Y quiero volver a ese vientre, ticas que sus habitantes han logrado desa-
Acariciar sus calles como un cuerpo, rrollar. Esta ciudad enclavada en medio de
Besar poro a poro, sorber sus sales las montañas ha sufrido una serie de modi-
Como sexo abierto. ficaciones físicas que han logrado, de algu-
Ulises Estrella na manera, modificar el comportamiento
y la psicología de quienes habitan en ella.
Lo urbano es hoy en día la sínte- Edificios, autopistas, centros comerciales,
sis entre el cielo y el infierno. Es presente y congestiones, etc., han hecho de Quito un
pasado con ansias de ser cada vez más fu- lugar al que se quiere, se teme y se odia. A
turo. Lo urbano nos acerca a conservar y a decir de la crítica y académica ecuatoriana
desechar; es el invitado de honor de la mo- Alicia Ortega, la partición de la ciudad en-
dernidad y quien decide qué tradiciones se tre el norte y el sur ha sido recreada en el
quedan y cuáles se van. Es caos, es orden imaginario literario quiteño bajo la imagen
y progreso, es memoria, fragilidad. Es his- de una herida, de un desmembramiento
toria de peleas y conciliaciones, es el rostro que ha colocado a la ciudad de espaldas a
maquillado de la civilización que obliga a ella misma; de espaldas a su propia historia
aceptar héroes prestados o propios, nom- (Ortega, 2012: 22).
bres de calles de conquistadores europeos La ciudad es -teatralmente hablan-
y estatuas de ¿quién también será? Cuando el do- un escenario en donde convergen dis-
común de los mortales escucha la palabra tintos actores que deben representar un pa-
urbano una campanita del buen comporta- pel, sea el de un buen ciudadano, el de un
obrero a tiempo completo, el de oficinista
miento lo azuza y lo condiciona. Urbani- con peinado en la derecha, el de un intelec-
dad y buenas costumbres van de la mano tual que se sabe la letra del mismo autor en
en cualquier hogar “decente” que se respete. todos los idiomas, el de una estudiante con
Sin embargo, lo urbano tiene sus escondi- pasaje sólo de ida y el de miles de extras
jos, sus esquinas clandestinas y sus “malas que deambulan por ese escenario lleno de
costumbres”, que -paradójicamente-, brotan luces, de objetos y de efectos de sonido por
con su origen. Todo este rollo con el afán de doquier. Pero también confluyen esos seres
inmiscuirnos en la carne y hueso de Quito, que hacen posible un Quito diferente, in-
clusivo y recíproco, que están ubicados en
la capital de los ecuatorianos.
cualquier esquina y en cualquier hora. Ese
escenario quiteño es explorado constante-
13  Borja, J., y Muxi, Z. (2000), El espacio públi- mente, buscando afirmarse en el presente y
co, ciudad y ciudadanía, Barcelona, Siglo XXI Edito-
res, p. 17.
de alguna manera escudriñando el pasado,

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haciendo memoria de imágenes, de soni- rurales y urbanos tienen sus propias carac-
dos, de palabras, de rostros ausentes. Exis- terísticas. En el primero hay un predominio
ten jóvenes que encuentran en cada rostro de la naturaleza y en el segundo una supre-
algo nuevo que descifrar, pero, a decir de macía de áreas modificadas por la mano
Ítalo Calvino, en su obra Las ciudades invi- del humano, en donde, la naturaleza pasa a
sibles: “uno llega a un momento de la vida un segundo y tercer plano. Los actores que
en que la gente que ha conocido son más intervienen en los espacios urbanos, que
los muertos que los vivos […], en todas las es el tema que nos interesa, son diversos,
caras nuevas que encuentra, imprime los puesto que desempeñan una multiplicidad
viejos calcos, para cada una encuentra la de roles. Por lo tanto, el habitante de la ciu-
máscara que más se adapta”.14 dad no solo que se adapta a la arquitectura
Entonces Quito no es solamente impuesta sino que también re-construye ca-
un escenario urbano, sino básicamente un minos sociales, en el hecho de sentirse o no
escenario de comunicación, donde los pen- parte de un lugar. El historiador y antropó-
sares, los sentires, las representaciones y las logo ecuatoriano Eduardo Kingman anota
simbologías se entrecruzan para generar que el ser humano modifica su entorno no
una producción de sentido. En esta ciudad sólo construyendo más vías, edificios, ur-
también tienen cabida procesos de socia- banizaciones, etc., sino siendo parte activa
lización, de exclusión, de discriminación. de los espacios que habita y transita: “Por-
Michel de Certeau, en La Invención de lo Co- que las transformaciones que sufre una ciu-
tidiano, sostiene que la ciudad es un entra- dad no se limitan a su morfología, sino que
mado de significados, en la que convergen implican el sentido mismo del habitar […]
dos tipos de miradas: un discurso utópico y además, de la adopción de nuevos códigos
un discurso urbanístico. Existe, afirma De funcionales”.16
Certeau, una doble relación entre las prác- Las transformaciones de la ciu-
ticas espaciales y las prácticas significantes: dad llegaron con el importante proceso
éstas a su vez definen lo creíble, lo memora- migratorio, de donde se desprendieron
ble y lo primitivo. Estos dispositivos simbóli- nuevas condiciones económicas, políticas
cos organizan el discurso de la ciudad. (De y sociales que afectaron notablemente el
Certeau, 1996: 7). crecimiento de Quito: “De allí que el siglo
Es importante, entonces, acercar- XX será determinante en la configuración
nos a la relación actores-espacio, “en térmi- espacial de la ciudad”.17 La comunicadora
nos de la percepción subjetiva que los acto- social quiteña Ilonka Tillería afirma que a
res tienen del espacio y cómo interactúan mediados del siglo XX, durante la Alcal-
con él”.15 Sería importante señalar que el día de Andrade Marín, se elabora el primer
espacio geográfico es un espacio social, a plano regulador urbanístico de la ciudad,
la vez que es parte de la superficie terrestre centrado en trabajo, vivienda y recreación.
ocupada por el ser humano, la cual ha sido Por sus condiciones geográficas, la ciudad
modificada, organizada y ordenada terri- capital se dividió en tres zonas bien delimi-
torialmente. En ese sentido, los espacios tadas. La zona sur, sitio de concentración

14  Calvino, I. (2015), Las ciudades invisibles. 16  Kingman, E. (1992), “Quito, vida social y mo-
Disponible en: http://enfrascopequeno.blogspot. dificaciones Urbanas”, en Quito a través de la historia.
com/2015/11/las-ciudades-y-los-muertos-2-adelma. Enfoques y Estudios Históricos, Quito, Editorial Fraga,
html., 20 enero 2016. p. 141.
15  Bustos, G. (1992), “Quito en la transición: Ac- 17  Tillería, I. (2013), Usos políticos y culturales
tores colectivos e identidades culturales urbanas (1920- del espacio público en Quito 1997-2007, Quito, Uni-
1950)”, en Quito a través de la historia. Enfoques y versidad Andina Simón Bolívar/ Corporación Editora
Estudios Históricos, Quito, Editorial Fraga, p. 165. Nacional, p. 22.

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de las industrias y la vivienda de los obre- tienen tanto un sustrato y un contenido


ros. La zona centro, que desarrollaba ac- ideológico y social, son fraguadas en terre-
ciones de tipo turístico, comercial, cultural nos de la ´técnica´ y aparecen revestidas de
y bancario; y la zona norte como espacio la necesidad de un manejo moderno de la
residencial. La zona central se fue modi- gestión urbana (G. Bustos, 1992: 166).
ficando. La tendencia que tomó forma, y La capital se convierte en distrito
que se irá concretando en las décadas si- metropolitano, porque parte de la zona
guientes, fue el abandono del centro como central proyecta cinco radios hacia la pe-
lugar de residencia (Kingman, 1992: 142). riferia, a través de los valles circundantes.
Hoy la ciudad luce distinta. El sur creció Cada zona establecerá un relato propio
de manera importante. Grandes centros de convivencia y de negociación con sus
comerciales, parques de gran afluencia de habitantes, en el sentido de organizar los
público, barrios urbanizados, eventos cul- lugares, sus usos y la apropiación de los
turales, etc., cambiaron la fisonomía y el mismos. Quito no es solo la ciudad contro-
imaginario de ese sector, que por mucho vertida y centro administrador del poder,
tiempo se miró como el pariente pobre de sino el espejo en donde se miran muchos
la ciudad. El norte tomó nuevos bríos con ecuatorianos. Es la ciudad del turismo, de
el Parque Metropolitano, el bulevar de la la diversión, de la protesta política. El es-
Avenida Naciones Unidas y la zona rosa: critor Javier Vásconez, cuando habla sobre
la Mariscal. Pero quizá la transformación Quito, sostiene que: “Me disgusta el aire
más importante se gestó en el Centro His- melancólico de esta ciudad. Pero debo de-
tórico, donde se invirtió con miras a con- cir, sin embargo, que me fascina su capa-
vertirla en referente turístico. cidad de simulación, de ocultamiento, su
Ya para 1990, con la creación de resistencia a dejarse ver o ser imaginada
nuevos barrios y centros de comercio, el como una totalidad”. 18 La otrora ciudad
municipio capitalino -añade Tillería- pro- franciscana se quitó la sotana y la tiene solo
pone una nueva concepción del espacio de adorno en las iglesias y conventos, para
para hacer frente al acelerado crecimiento ser fotografiada por el turismo nacional y
urbano. El carácter jerarquizado de la so- extranjero. Eso de ser Patrimonio Cultural
ciedad se expresa en la configuración del de la Humanidad, declarado como tal por
espacio, y los sectores dominantes tratan, la Unesco en 1978, tiene sus ventajas en
en lo posible, de marcar las diferencias. Al números, pero también sus penas de “falda
dividirla en norte y sur, la administración cortita” y “déjese lustrar vea” en algunas
de la ciudad buscó que cada población se calles del Centro Histórico. Es una ciudad
ajustara al lugar que le “corresponde”; es moderna con sus resbalones pre-modernos,
decir, las élites no querían tener cerca al pero que no quiere quedarse a la zaga de
pueblo, había que tomar distancias con otras capitales vecinas. El filósofo Bolívar
respecto al “otro”. Queda claro que la re- Echeverría plantea que el uso de lo moder-
configuración urbana cambia la percepción no es un hecho consumado y un hecho de-
de los andantes, e igual se modifica su con- cisivo: “Nuestra vida se desenvuelve dentro
cepción del habitar. Los sectores dominan- de la modernidad, inmersa en un proceso
tes, ante el aumento poblacional y el cre- único, universal y constante que es el pro-
cimiento territorial de la ciudad, impulsan ceso de la modernización […] que no es un
desde el municipio capitalino, a decir del programa de vida adoptado por nosotros,
historiador Guillermo Bustos, una serie de
medidas de reordenamiento de los usos del 18  Milagros Aguirre, (2009), “Quito se edifica
espacio, y esboza una estrategia de segre- sobre la nostalgia”, en Quito, identidad, innovación y
gación residencial: Dichas medidas que competitividad, Corporación Instituto de la ciudad de
Quito, Quito, p. 96.

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sino que parece más bien una fatalidad o trámites burocráticos, de asaltos, de con-
un destino incuestionable al que debemos gestiones eternas entienden.
someternos”.19 La ciudad creció. Hoy los quiteños
El Centro Histórico se ha converti- suman 2´239.191, según datos del INEC
do en el lugar privilegiado de la tensión que del 2010. Los moradores de los diversos ba-
se vive en la ciudad, respecto a las relacio- rrios se miran pero ni se saludan, prefieren
nes estado-sociedad y público-privado. Así el anonimato a estar de vecinito por aquí
lo entiende el arquitecto quiteño Fernando y vecinita por allá. El sur es considerado
Carrión. Argumenta que se trata del lugar el hermano pobre, el norte mira la ciudad
que más cambia –es el más sensible y, por desde el piso 28 de su confort, aunque des-
tanto, flexible para adoptar mutaciones: de la década de los ochenta del siglo pasado
“porque en el ámbito urbano es el espacio se construyeron barrios enteros de vivienda
público por excelencia, ya que permite la popular en Pisulí, la Roldós y el Comité del
simbiosis (encuentro), lo simbólico (iden- Pueblo, lo que hace que se rompa parcial-
tidades múltiples y simultáneas) y la polis mente la vieja dicotomía de norte rico, sur
(espacio de disputa y disputado)”.20 Este pobre. El Centro es una fusión de símbolos,
espacio simbólico es un lugar de contradic- de campanarios y de exclusión, y en donde
ciones, en donde conviven iglesias, plazas, la protesta social se hace presente, pues el
instituciones públicas, turistas y una serie Palacio de Gobierno y la Alcaldía munici-
de excluidos del Quito de postal. pal se encuentran situados en plena Plaza
Quito es la ciudad de las angustias de la Independencia. Sin embargo, en ese
y los pesares, de los festejos por cualquier mismo centro se incorpora o hay cabida
pretexto y de los velorios cotidianos en para población indígena, básicamente en el
la América y la que cruza. Cada vez los barrio de San Roque, un lugar con mucha
parques en los barrios son de menor utili- historia pero que ha sido estigmatizado por
dad pero en las esquinas siempre emergen diversos medios de comunicación, al con-
dueños por horas: jóvenes que hacen de la siderárselo como peligroso. Habría que
“esnaqui” su lugar de encuentro. Hablar de añadir los valles, lugares en donde el Quito
Quito es pensar en sectores. En el imagi- más pudiente busca refugio y comodidad,
nario urbano está muy claro lo que signi- sin dejar de mencionar que en esos mis-
fica ser del norte, del centro, del sur y de mos valles existe una importante población
los valles. El crecimiento poblacional ha de bajos recursos. Al Quito de hoy le gusta
hecho que miles de personas ocupen zonas divertirse, aplaude las luces por doquier y
impensables que años atrás eran solamen- el ruido más variado; es un Quito –parafra-
te parte del paisaje. Sin embargo, la gente seando a Monsiváis- comelón y bebedón, a ve-
se adapta, aunque sea a regañadientes. A ces hipócrita, a veces altivo, a veces soñador.
Quito se la acusa de centralista, ese es su Esta ciudad a la que le dicen mitad
karma pero también su deleite. Ser de la del mundo, carita de Dios, edén de maravi-
capital tiene sus múltiples ventajas y una llas y otras hierbas publicitarias, vive y revi-
serie de infiernos que solo los que saben de ve en su pasado colonial. Las clases medias
no saben si son media alta, media baja, o
media media. La facilidad de endeudarse
19  Echeverría, B. (2001), Las ilusiones de la mo-
dernidad, Quito, Editorial TRAMASOCIAL, p. 142. en un auto nuevo los convierte en clase
media llanta. Pero parecen felices de haber
20  Carrión, F. “Los Centros Históricos en la era di-
gital en América Latina”, en Rossana Reguillo y Mar-
ascendido en tercera marcha. Los pobres
cial Godoy Anativa, editores, Ciudades translocales, que viven sobre todo en barrios margina-
México, ITESO, p.96. les, más allá de que el alcantarillado y el
agua potable estén presentes, se sienten

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quiteños a medias, quizá porque el shop- Estados Unidos. Así lo afirma Silvia Ál-
ping les queda lejos. De todas maneras los varez-Curbelo.21 Aunque los shoppings es-
quiteños aspiran a lo moderno, porque es tán programados para dibujar una sonrisa
lo mismo que lo bueno, apunta Echeve- de felicidad en cada negocio, éstos nunca
rría: “lo malo que aún pueda prevalecer serán los lugares propicios para establecer
se explica porque lo moderno aún no llega lazos duraderos ni sentires comunitarios.
del todo o porque ha llegado incompleto” Son simplemente ilusiones de cemento
(Echeverría, 2001: 142). al contado y vitrinas delirantes a crédito.
Los cuerpos se cruzan y entrecru- Hace algunos años la lógica de sur-norte
zan por las calles, tratando de ocupar un mostró ciertos cambios. Las autoridades,
espacio, ese que la publicidad canta que conscientes de la gran población electoral
les pertenece pero al que sienten ajeno por en el sur, decidieron que ahí también mere-
tanta violencia y cientos de carteles pro- cen atención, buenos servicios, centros co-
hibitivos. Pero ahí están, burócratas, ro- merciales, una réplica de visera como la de
queros, jubilados, oficinistas, vendedores, los Shyris y un concurso de años viejos, etc.
estudiantes, amas de casa, profesionales y Sin embargo, existen pocos espacios para
demás buscando espacios propicios para el deleite y las prácticas artístico-culturales,
la socialización, el disfrute, el romance, el a diferencia de lo que ocurre en el sector
juego. Pocos son los lugares públicos que norte.
pueden ser aprovechados para estos fi- Movilizarse en Quito no es tarea
nes. La atención se la ganó ese templo del fácil. Las horas pico son el apocalipsis en
consumo que todo lo tiene. Las miles de que cualquier cristiano se vuelve de azufre.
miradas en las vitrinas de jóvenes y ado- En auto propio se avanza como pidiendo
lescentes que sueñan con ropa de marca, perdón al asfalto y en el transporte urbano,
tecnología de última, auto a crédito para sobre todo en el regentado por el Munici-
pagarlo solo en diez años y una serie de ar- pio, la aventura de viajar de un punto a otro
tículos que esperan ser comprados, generan se convierte en pesadilla sobre ruedas. El
ansiedad, angustia, rabia e impotencia. El parque automotor sigue creciendo sin lími-
Quicentro Shopping, por citar un caso, ubi- tes y las calles son cada vez más estrechas.
cado en el norte de la ciudad, es un lugar de Siempre pierden los peatones y de alguna
encuentro para una gran cantidad de ado- manera los ciclistas, que intentan hacer de
lescentes; el parque es para “loosers” o para su vehículo de dos ruedas una alternativa,
un ratito de ternura pero en ese espacio no solo que ponerlo en práctica en Quito es
hay vitrinas, ni luces, ni patio de comidas, como para santiguarse antes del desayuno.
ni gradas eléctricas, ni wi-fi; en definitiva, En lo que va del año 2012 al 2015 ya se
los parques no están en nada, les falta mo- han suscitado algunos muertos y heridos,
dernizarse. En el sur de Quito, los parques producto del poco respeto a los ciclistas.
siguen siendo un lugar de encuentro para Es complicado competir con los choferes y
jóvenes y adolescentes, aunque la tenden- sus vehículos; mezclarse en el asfalto con
cia a refugiarse en los grandes centros co- quienes llevan muchos caballos de venta-
merciales está en ascenso. ja y que son amparados por las leyes del
Habría que señalar que el centro mercado, no es un buen negocio. La capital
comercial como propuesta arquitectónica no es una ciudad para ciclistas, el riesgo es
y social, representa el triunfo de un modelo enorme mientras se siguen construyendo
de sociedad de consumo que se consolida
en la segunda posguerra, pero cuya topo- 21  Alvarez-Curbelo, S. “Las nuevas murallas: la
logía ya había aparecido de manera espo- walmartización de San Juan de puerto Rico”, en Rossa-
rádica desde principios del siglo pasado en na Reguillo y Marcial Godoy Anativa, editores, Ciuda-
des translocales, p. 67-68.

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puentes peatonales y llenando de cercas Y qué decir de las cientos de almas


algunas calles con el fin de beneficiar a las en pena que pululan por la urbe pidiendo
máquinas. Los quiteños deben conformar- cualquier cosita a las buenas o a las malas,
se con los domingos de peatonización, el “la danza del subempleo alrededor de los
resto de la semana es escrito por los autos y semáforos”, tal como apunta el intelectual
sus mayores, los buses. El peatón pensante mexicano Carlos Monsiváis.23 En el Quito
entenderá: las máquinas no tienen senti- del 2015 los taxistas tiene la última pala-
mientos, sólo saben de velocidad. bra, son ellos los que deciden hasta dónde
Por otro lado, los caminantes capi- llega el transeúnte. Les va demasiado bien
talinos se enfrentan a la tiranía de los buses como para aceptar cualquier carrera, si es-
y automóviles. Si uno piensa que de tal a tán en su ruta no hay problema, pero un
tal lugar se hace siempre treinta minutos en poquito más lejos ya no consta en su mapa
bus, es porque nunca se encontró con una urbano. Cuando los taxistas son los que
manifestación de protesta, ni con un semá- deciden por dónde y hasta dónde van los
foro dañado, ni con la congestión que ayer apurados y urgidos de una ciudad es que
duró veinte pero que siempre alcanza para la cosa se puso grave. ¡Piratas del mundo
más. Si antes la gente se quejaba de lo inefi- uníos! Pero hasta los taxistas llamados ile-
ciente y desagradable que era transportarse gales son cada vez menos.
en buses, ahora el sistema integral trolebús Movilizarse en horas pico en el tro-
ha tomado la batuta. Es un problema que lebús, el ecovía o el metrobús es toda una
no tiene visos de solución, más allá de las hazaña. El frotadero de almas, parafraseando
promesas de días mejores con el metro en el a Monsiváis cuando se refiere al metro de
2017. Los autos siguen vendiéndose como México, al que califica de depósito históri-
pan caliente, aunque es obvio que Quito no co de olores y sinsabores (Monsiváis, 2005:
da para más. En el año 2010 se implemen- 320). Si el infierno existe debe ser similar
tó una medida denominada “pico y placa”, a viajar en trole a las siete de la noche de
con el fin de que en horas pico disminu- norte a sur. Los estudiosos de la proxémica
ya la afluencia de vehículos. Según datos jamás imaginaron que habría algo más allá
del Municipio de Quito, con la medida en del espacio íntimo, la burbuja espacial de la
horas pico, se logra sacar de circulación a que teorizaron se esfumó en un viaje de esa
un 20% de los autos privados. Pero como naturaleza, en donde los cuerpos son prác-
la clase media alta quiteña siente pavor de ticamente obligados a convivir en unión
viajar en transporte público, decidieron forzada por varios minutos. Esa orgía de
comprarse otro vehículo para alternar la usuarios del transporte urbano cuestiona el
dulce vida en las vías que tiene signos de hecho de que a Quito se lo llame moderno.
prohibición. Se estima que con esta medi- Una ciudad que tolera la modernidad del
da el parque automotor se duplicó, lo que roce permanente siempre dará las gracias
significó una navidad eterna para los con- con acento tercermundista. Hacer colas in-
cesionarios de autos.22 terminables en este sistema de transporte

22  Según información del diario El Universo del parque automotor, en el primer año, comenzó a crecer
13 de mayo del 2010, y en base al dato de autos ma- un 11%, mientras que la tasa de población de Quito no
triculados, se desprende que Quito vendió 36.148 uni- llega al 2%. Las medidas que la Municipalidad ha im-
dades en el 2009, lo que equivaldría a más del 40% de plementado como la repavimentación de varias zonas y
las ventas nacionales, de acuerdo a datos que tabula la de pasos a desnivel son medidas que están dirigidas al
empresa MarketWatch. La medida de “pico y placa” parque automotor privado”, anotó.
elevó las ventas. Y en una entrevista realizada por dia-
rio El Telégrafo, el 8 de agosto del 2013 al catedrático 23  Monsiváis, C. “La ciudad: la difamación de la
Fernando Carrión, éste sostuvo que con la medida “pico pesadilla”, en Rossana Reguillo y Marcial Godoy Ana-
y placa” el parque automotor creció en la ciudad: “El tiva, editores, Ciudades translocales, México, p. 320.

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hace que el pasajero sienta que lo somete el da triunfa sobre la técnica mágica. Y ya sin
destino y que los insectos deben tener me- divinidad solo resta dar paso a la incerti-
jor suerte en horas pico. dumbre que se reviste de Gran Ciudad.
Como cualquier otra ciudad lati-
noamericana, háblese de Río de Janeiro, La constitución del mundo de la vida como
de Bogotá, de Lima, de México DF, la ca- sustitución del Caos por el Orden y de la Bar-
pital de los ecuatorianos ha sido diseñada barie por la Civilización se encauza a través
y construida en función de “procesos de de ciertos requerimientos especiales. Éstos
urbanización capitalista”.24 En ese sentido, son los del proceso de construcción de una
el capital es quien puso y sigue marcando entidad muy peculiar: la Gran Ciudad como
con cemento la urbanística de las ciudades. recinto exclusivo de lo humano. Se trata de
Las élites quiteñas no se han caracterizado una absolutización del citadinismo propio del
por ser precisamente cuna de virtuosos; al proceso civilizatorio (Echeverría, 2001: 161).
contrario, han preferido convertir a Quito
en una copia de cualquier otra ciudad antes Esta absolutización de la que habla
que darle una identidad propia. La canti- Echeverría plantea un escenario en el que
dad de edificios que inundan el norte de la se deslegitima el mundo de lo rural como
ciudad son solo eso, edificios muy pareci- algo pasado, atrasado y anacrónico. Quito
dos unos a otros, que pasan desapercibi- atrae por todo lo que una ciudad llamada
dos por la gran mayoría de ciudadanos. La moderna provee. Mirar los ojos al campo
urbanística de la ciudad fue impuesta por donde no existen edificios, shoppings, ve-
los grandes capitales que decidieron cómo hículos, discotecas, moda en dos carriles,
deben vivir los ciudadanos. El lucro se im- cajeros automáticos y el estrés citadino no
puso y lo sigue haciendo más allá de pocos seduce. La gran ciudad es el Edén de los
planes para que la gente se encuentre. adanes provincianos y de las evas campesi-
Las actividades creativas y placen- nas. Para ser civilizado hay que anclarse
teras están presentes en pocos sitios, llá- en un espacio donde uno pueda progresar.
mese Parque La Carolina, Lineal, Metro- Aunque no necesariamente estar en un lu-
politano, Bicentenario; amplios lugares de gar significa ser parte del mismo.
esparcimiento que si bien son un espacio El concepto de marca territorial,25
propicio para el encuentro, no logran so- esbozado por la socióloga argentina Eliza-
lucionar la falta de espacios verdes en los beth Jelin, quizá es el que mejor se adapta
diversos barrios que solo se conforman con a los grupos humanos que se desplazan por
un parque mal diseñado, con muy poca o la capital y que hacen de una esquina, de
ninguna gracia estética. Para los arquitec- un pedazo de césped, de un cuarto de ho-
tos del statu quo lo importante es que la tel, de una cancha de fútbol, de una cova-
ciudad de cemento sea la bonita, la “mo- cha de comidas, su lugar de enunciación y
derna”, la civilizada. Es ahí donde toma su encuentro con la memoria. Quito es una
vida propia la ciudad con C mayúscula, la ciudad llena de conflictos y cualquier estu-
que tomó prestado del resto para validar su dio sobre él acrecienta las interrogantes y
existencia. Una ciudad en donde, a decir de
Bolívar Echeverría, la técnica racionaliza-
25  Jelin sostiene que existen memorias en plural,
ya que están asociadas a objetos, materialidades o luga-
24  Harvey, D. (2014), “El derecho a la ciudad y la res diversos, y a estas se las entiende como marcas terri-
revolución urbana anticapitalista”. Disponible en: http:// toriales de la memoria. Las marcas pueden ser entendi-
derechoalaciudadflacso.wordpress.com/2014/01/28/ das como una huella territorial que permite un estímulo
el-derecho-a-la-ciudad-y-la-revolucion-urbana-anti-ca- para que otros recuerden. Esas huellas están signadas
pitalista-entrevista-con-david-harvey-en-quito/, 29 di- al mismo tiempo por el silencio, porque cuando se saca
ciembre 2015. algo a luz, hay otras cosas que se oscurecen.

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los temas se problematizan, lo que es bue- de asfalto construye relatos que se llenan
no para la salud de quienes lo investigan a de experiencias, imágenes y memoria, que
fondo, mientras se toman una cerveza en se van transformando con el tiempo. Esas
alguna fonda. calles quiteñas que se abren como letras al
Hablar y escribir sobre Quito es caminante nocturno o al madrugador coti-
sentarse en cualquier esquina y mirar la diano, que delinea un territorio de circula-
gente pasar. Es contar una y mil historias ción y llena espacios cotidianos. El filósofo
de sus calles, de sus plazas, de su transporte y sociólogo alemán George Simmel apunta
y edificios, pero sobre todo es narrar a una que cuando un número de personas viven
ciudad que acoge y expulsa, que camina aisladas dentro de determinados límites es-
en soles inesperados y en lluvias torren- paciales, cada una de ellas llena, con su sus-
ciales. Quito, esa urbe de los mil rostros, tancia y actividad, tan sólo el lugar que ocu-
compleja, diversa, heterogénea, a la que se pa inmediatamente: “y lo que queda entre
mira de acuerdo a la percepción que se va este lugar y el ocupado por el prójimo, es es-
construyendo con el pasar de los años. No pacio vacío, prácticamente nada. Pero en el
es lo mismo recorrer la ciudad en el día o momento en que estas dos personas entran
en la noche, habitarla desde la pobreza o la en acción recíproca, el espacio que existe
riqueza, vivirla desde la exclusión o el reco- entre ellas aparece lleno y animado”26. La
nocimiento, caminarla desde la cotidiani- calle es ese lugar de encuentro y desencuen-
dad familiar o la extrañeza del turista, como tro, que agudiza los sentidos en determina-
mujer u hombre, como anciano o niño; na- das ocasiones y los adormece en otras. Una
cer en ella o llegar como migrante, habitarla ciudad moderna está cruzada por sus vías
en el norte o en el sur. “Cada experiencia como si fuesen arterias de un sistema abier-
define un modo de mirarla, de convertirla to a los ojos de los transeúntes.
en memoria, de narrarla, de amarla o de re- Las calles juegan a ser laberintos
sentirla” (Ortega, 2012: 10). Y añadiríamos, de un enorme mapa que promete aventura
una ciudad que en sus calles te abraza hasta las veinte y cuatro horas del día. El peatón
romperte los huesos, y otras veces, como si de las grandes urbes construye imaginarios
nada, te roba la billetera. que se vuelven un referente de seguridad
y peligro a la hora de tomar la decisión de
apropiarse, aunque sea, efímeramente, de
El arte que interpela a la ciudad normada un espacio determinado, espacio que hue-
le a cemento y a brea. Individuos, grupos,
multitudes, invaden las calles en busca de
“el artista ´moderno´ debería levantar su hogar una mirada, de una palabra, de un abrazo,
en el corazón de la multitud, de un gesto que le ratifique su existencia.
a mitad de camino entre lo fugitivo y lo infinito Baudelaire, citado por W. Benjamin, cues-
(…) tionaba ese andar de los cientos de gentes
el artista debe entrar en la multitud que, como autómatas van y vienen sin cesar:
como si fuera un depósito enorme de energía
eléctrica”. …Ya el hervidero de las calles tiene algo de
Charles Baudelaire desagradable, algo contra lo cual la natura-
leza humana se rebela. Estos centenares de
La calle, ese refugio sagrado y mal- millares de personas, de todas las clases y de
dito que está al cruzar la puerta de cada todos los tipos que se entrecruzan ¿no son
casa, plantea algunas interrogantes que
han sido debatidas por muchos conoce- 26  Simmel, G. (1997), Sociología 2, Estudios sobre
dores del tema urbano. Ese largo trayecto las formas de socialización, Biblioteca de la Revista de
Occidente, Madrid, p. 645.

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caso todos hombres con las mismas cuali- La calle es la mejor amiga de la
dades y capacidades y con el mismo interés realidad. En ella se condensan historias
de ser felices?... Y sin embargo se adelantan individuales y colectivas que a veces ni la
unos a otros apuradamente, como si no tu- Academia puede descifrar. Y es que la ca-
vieran nada en común, nada que hacer entre
lle no es un lugar que suele ser recomen-
ellos; sin embargo, la única convención que
los une, tácita, es la de que cada cual man-
dado para la experimentación o el cono-
tenga la derecha al marchar por la calle, a cimiento: “Sólo en la calle pasas, ni que
fin de que las dos corrientes de multitud, que ahí aprendieras algo bueno, solo vicios se
marchan en direcciones opuestas, no se cho- aprenden”. Esto lo hemos escuchado de
quen entre sí; sin embargo, a ninguno se le cientos de profesores, madres y padres de
ocurre dignarse dirigir a os otros aunque sólo familia que perciben que la calle solo atrae
sea una mirada. La indiferencia brutal, el en- inseguridad, malos hábitos y peligro. Los
cierro indiferente de cada cual en sus propios medios de comunicación aportan con su
intereses privados, resulta tanto más repug- dosis de miedo diario para que el común
nante y ofensivo cuanto mayor es el número vea a la calle como el enemigo al que hay
de individuos que se aglomeran en un breve
que saludar pero no intimar. Por otro lado,
espacio.27
los adolescentes y jóvenes que hacen de la
calle su espacio de encuentro y disfrute ale-
Sin embargo, en las ciudades de hoy, las gan lo contrario. Que solo en la calle uno
multitudes pueden resultar una grata atrac- aprende a defenderse de lo duro que es la
ción para quienes hacen de la calle su lugar vida: “Solo la calle te hace libre, todo lo que
de encuentro. Un encuentro que puede ser aprendí se lo debo a la calle”. De alguna
parcial, fragmentado, complejo, en donde manera, los usuarios del asfalto se convier-
no solo intervienen las personas que se cru- ten en creadores de historias no previstas y
zan, sino su entorno: imágenes, elementos no previsibles, se adueñan de determinados
móviles, sonoridades diversas, que logran lugares y le imprimen su particular sentido.
poner a los sentidos en alerta. Elizabeth Jelin argumenta que es
Caminar por las calles de Quito es necesario reconocer la diferencia entre el
un ejercicio conflictivo. Aunque la mayo- “lugar físico” y el “lugar de enunciación”;
ría de personas ya están acostumbradas a “o sea la ubicación social del sujeto que
la congestión vehicular, a la contaminación otorga sentido e incorpora en su memoria
ambiental, a ver miles de letreros que entor- a ese espacio, o mejor dicho ese lugar –los
pecen la visibilidad, al ruido que generan las emprendedores que promueven la marca y
máquinas con llantas y a la violencia genera- quienes, después, le otorgan su propio sen-
lizada en el entorno, el hecho es que siempre tido.” Un espacio concreto: el parque El
hay un momento para el análisis. Solo basta Ejido. Unos actores sociales: los teatreros
pararse unos quince minutos en alguna es- o cuenteros callejeros que actúan todos los
quina transitada de la urbe para ser testigos días para un público que va de paso o para
de una escenificación urbana que puede ge- los habituales de ese sitio. La mayoría de
nerar decenas de análisis. La ciudad como ellos llegaron de provincia y se instalaron
un teatro puede parecer una exageración a en Quito buscando mejores días para su
la vista de un transeúnte común, pero para subsistencia. Hicieron de ese espacio su
un ojo más amplio, la tragicomedia está a lugar de enunciación, le otorgaron sentido
la vista, “porque las ciudades se configuran e inyectaron una memoria que se alimenta
también con las imágenes”.28
dios: imaginarios del espectáculo y la participación”, en
27  Benjamin, W. (1999), Sobre algunos temas en
Cultura y Comunicación en la ciudad de México, Méxi-
Baudelaire, Buenos Aires, Leviatán, p. 28.
co, Ed. Grijalbo, p. 19.
28  García Canclini, N. (1998), “La ciudad y los me-

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de las risas cotidianas de los transeúntes. sostiene que esa identidad puede mostrar-
Ellos incorporaron nuevos rituales signifi- se también como una realidad evanescen-
cativos a ese lugar que ya tenía una histo- te, como una entidad histórica que, “…
ria, una memoria, en palabras de Jelin, una al mismo tiempo que determina los com-
marca territorial. portamientos de los sujetos que la usan o
Hay que señalar, sin embargo, que ´hablan´, está siendo hecha, transformada,
las calles de hoy distan mucho de las de modificada por ellos” (Echeverría, 1998:
ayer, no solo por el nuevo rostro que la ar- 31). Para los guardianes de las buenas cos-
quitectura le ha transmitido sino también tumbres es más bien un “no lugar”, un si-
por el bisturí a la que muchos barrios de tio del que hay que escapar lo más rápido
clase alta se han adherido. La inseguridad posible. Y para los sacerdotes del mercado,
ha sido el pretexto para que muchas casas la calle es un lugar inseguro, donde a uno
y barrios se amurallen y hagan alarde de le pueden robar hasta el apellido; un sitio
cámaras de vigilancia, guardias y cercas con negocios de mala muerte, donde pulu-
electrificadas. La obsesión por la seguri- lan los perros haciendo sus gracias, donde
dad ha generado un discurso de lugares el sol quema de frente y la lluvia moja de
buenos y malos. Obviamente la calle es un costado; además la calle tiene el mal gusto
“sitio malo” para “gente mala”, por ello de carecer de aire acondicionado y, lo que
la necesidad de establecer barreras físicas es peor, las gradas no suben y bajan solitas.
y simbólicas. Sitios residenciales fuera de Pero para no bautizar el discurso
la ciudad, con todas las seguridades posi- de pesimismo, es importante señalar que
bles para que las familias no sean invadidas la calle es también un ejercicio de comu-
por la peste de la delincuencia. Los lugares nicación, en donde diversos actores se con-
buenos se parecen al cielo lleno de angeli- vierten en productores y receptores de una
tos donde nadie se atreve a pecar; la liturgia serie de mensajes y de sentidos, que mu-
de las élites no se imagina un cielo con ca- chas de las veces pasan desapercibidos por
lles y con pobreza campante, sino con sho- ellos mismos. Sin embargo, la calle como
ppings, donde cada alma tenga un angelito ejercicio de lo público, abierto para la cir-
guardián, y si es armado, mejor; es decir, culación y la movilidad, espacio cotidiano
enuncian desde el lugar que ellos conside- en definitiva, más que oponerse al espacio
ran tiene sentido para su vida cotidiana. privado, en los hechos, de alguna manera,
El término “callejero” se usa como se interpenetran, se vuelven menos rígidos,
halago y como ofensa. No es lo mismo es- se convierten en una frontera. La calle está
cribir como se habla en la calle, que como afuera, pero a la casa ella entra con sus
se lo hace en la Academia. Estar lamien- historias y dramatismos. Y ahora basta en-
do asfalto, midiendo las calles, sostenien- cender la televisión o conectarse al internet
do las esquinas, jugando a ser topógrafo y para llevar la calle al sillón o a la cama.
acabando las suelas del calzado, no suele La calle no sólo está llena de imáge-
ser precisamente un halago. Difícilmen- nes sino de una serie de sonoridades de las
te la calle puede ser considerada un lugar que se nutre, para bien o mal, el transeúnte.
de aprendizaje, de convivencia, de conoci- Al habitar la ciudad se genera una serie de
miento. Sin embargo, a muchos jóvenes, la relaciones y sentidos, y “es desde nuestros
calle y muchas de sus esquinas les genera cuerpos étnicos, sexuales y corpo-políti-
un sentimiento de identidad con sus pares, cos desde donde visualizamos o sonoriza-
los construye y re-construye, incluso los mos”.29 Cuerpos diversos desplazándose
determina, puesto que han dibujado una
marca territorial en ese lugar con historia 29  Vega, E. (2010), “y otros”, “Desenganche… ur-
previa que les otorga sentido. Echeverría gente… hoy”, en Desenganche, visualidades y sonori-
dades otras, La Tronkal, Quito, p. 13.

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en varias direcciones y con distintas urgen- En la urbe capitalina se manifiesta


cias es el pan de cada día del hecho citadi- una diversidad de rostros que han logrado
no. Cuerpos que habitan el espacio por vo- apropiarse, incluso a regañadientes, de una
luntad propia u obligados a ello. Cuerpos ciudad que atrae pero que también expulsa.
atrapados por la tiranía de la modernidad y La carita de dios del marketing publicita-
el tic tac de los relojes que hoy viajan por rio oculta en su propia nariz una serie de
celular. Un caminar con miles de segundos
infiernos no contados, o de kitos infiernos,
sin establecer contacto visual con decenas
de semejantes. Estas calles modernas que como diría el escritor ecuatoriano Huilo
hacen posible al fláneur, “…agenciaba cro- Ruales, escondidos a propósito por el po-
nista y filósofo ´al lugar preferido por los der de turno para certificar el maquillaje
paseantes y los fumadores, al picadero de oficial. Los mendigos, los niños lustrabo-
todos los pequeños empleos posibles´”.30 tas, las prostitutas y travestis, drogadictos y
El fláneur parece ser un mirón al que le ladrones de las calles del Centro Histórico
atrae la escena urbana de la que forma no existen para Quito Patrimonio Cultural
parte. ¿Qué es lo que la calle le narra al de la Humanidad. Quito, el edén de mara-
caminante? ¿Qué información impuesta villas traspapeló los cuerpos de los expul-
o vivencia negativa le calaron la memoria sados de su jardín y los convirtió en histo-
para evitar todo tipo de comunicación con rias de calle no aptas para ser narradas a
el otro y el entorno? Prefiero ir a casa, aquí la opinión pública. Ante esa realidad, ver y
me pueden robar. Es mejor el encuentro en hacerse los tuertos.
el shopping, los ladrones le tienen fobia a Ante esa realidad ¿cuáles son las
los lugares cerrados. opciones para apropiarse del espacio públi-
¿Qué es lo que se escucha en la calle co y proponer alternativas de socialización
mientras caminamos apurados por llegar al que no sean impuestas? Quizás la respuesta
trabajo o a clases? Si el caminante afinara el esté en el Arte y en su función interpela-
oído para escuchar por breves minutos lo que dora. Es aquí en donde las intervenciones
lo circunda, las voces de la calle, los chispa- urbanas cobran sentido, no solo como una
zos de humor cotidiano, quizá cambiaría su forma de oponerse y resistir a la embesti-
perspectiva con relación a la ciudad: “Dar un da del mercado, sino como una propuesta
alma a esta multitud es el verdadero fin del alternativa a las políticas urbanas de los di-
fláneur. Los encuentros con ella constituyen versos municipios. En el marco de esta re-
la experiencia que no se fatiga nunca de con- flexión, la crítica y ensayista chilena Nelly
tar” (Benjamin, 1999: 25). Esas sonoridades Richard plantea un Arte como herramienta
citadinas que a mucha gente perturba, unidas política y social que intenta comunicar un
a los ruidos del parque automotor se funden mensaje a favor de los pobres y marginados
en un gran bullicio del que muy pocos pue- del sistema. Richard hace un análisis so-
den escapar: la ciudad neurótica en pleno. bre el arte y la ciudad. Piensa que el arte
Sólo que hasta los neuróticos tienen histo- puede usarse como un disparador de des-
rias que contar. Las calles serán rodadas sin obediencia y de resignificación creativa;
miedo por quienes el amor se les cruzó por es decir, se trataría de estimular a los artis-
el camino. La relación afectiva con el asfal- tas para que sus prácticas generen un sen-
to, el cemento y sus imágenes determinan de
alguna manera el encuentro con la ciudad, el tido contestatario en el espacio público,
espacio y los otros. propicien gestos itinerantes y dispersión
del contradiscurso: “que móvil se corre y
recorre todos los engranajes sociales, sin
30  Benjamin, W. (1980). Poesía y Capitalismo. Ilu- dejarse nunca territorializar por la captura
minaciones II, Madrid, Taurus, p. 51.

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del significado fijo.»31 Richard sugiere que Ciertos fenómenos expresivos


el arte es el encargado de construir nuevas irrumpen con fuerza en los parámetros
formas de habitar la ciudad, de reconstruir de la normativa social, modificando espa-
cios, lenguajes y hasta comportamientos.
el imaginario ciudadano con propuestas
Un graffiti en una pulcra pared blanca de
que resignifiquen contenidos y espacios, algún edificio público puede resultar mo-
que hagan de las paredes, asfalto y aceras, lesto para la mente que racionaliza aquello
su material de trabajo y su lugar de enun- como una afrenta al orden y al ornato de la
ciación. Las calles y demás sitios públicos ciudad, pero para quienes se camuflaron en
invadidos de arte como una relectura del las sombras y dieron a luz alguna leyenda
pasado y una impugnación del presente. político o de otra índole, el hecho adquiere
El dramaturgo y director teatral ribetes libertarios y hasta románticos. Cru-
ecuatoriano Patricio Vallejo, señala que el zar la frontera de lo permitido y garabatear
mundo escénico es el mismo mundo coti- letras sin ningún interés económico, salvo
diano pero visto desde otro punto de vis- el gusto de expresar lo que se piensa o se
ta, pervertido, reordenado: “Es como si el siente por medios no convencionales, es un
sentido de la vida cotidiana se transforma- ejercicio que desborda alegría y adrenalina.
ra, transformándonos a todos, es lo mismo Saber que se está jugando con lo prohibi-
pero no es. Es posible que ahí se encuentre do y asumir los riesgos que ello conlleva,
la poética del teatro, su condición de arte.”32 genera un saborcito difícil de olvidar. Es-
Entonces si un espacio público genera una cribir un graffiti nos acerca a una forma de
dramatización de la vida cotidiana, el bus puesta en escena. La leyenda, cualquiera
no se queda atrás. Y lo mejor de todo es que que esta sea, narra un pensamiento, una
el público ya está ahí, esperando sin ser con- emoción, una pena, una bronca reprimi-
vocado. Bolívar Echeverría diría ´theatrum da. Quien se adueña de una pared efíme-
mundi´, el mundo como teatro, “el lugar en ramente logra apropiarse de un espacio y
donde toda acción, para ser efectivamente dejar su huella, genera un acto comunicati-
tal, tiene que ser una escenificación, ponerse vo desde las sombras. “Así, el mismo puede
a sí mismo como simulacro […] Construir ser leído como un elemento extraño que al-
el mundo moderno como teatro es la pro- tera el texto urbano, que produce efectos en
puesta alternativa del ethos barroco frente lo simbólico y que propicia una mentalidad
urbana que modifica la concepción y el uso
al ethos realista”33 (Echeverría, 1998: 195).
social de sus espacios” (Ortega, 1999: 31).
El arte es, entonces, un camino que
31  Richard, N. (2005), “Intervenciones urbanas: busca adentrarse en el imaginario social
Arte, Ciudad y Política” en Rosana Requillo y Marcial del transeúnte, que pretende pinchar las
Godoy, Editores, Ciudades translocales: espacios, flujo, fibras más hondas del mismo y que, de al-
representación. Perspectivas desde las Américas, Méxi-
co, Editorial Iteso A.C.
guna manera, lo mueva a la acción. Una
32  Vallejo, P. (1997), Teatro y vida cotidiana: las
formas del lenguaje teatral y los procesos de comuni- liar –sea de reconocimiento o de desconocimiento, sea
cación en la vida cotidiana, Quito, Universidad Andina de distanciamiento o de participación- ante el hecho
Simón Bolívar, p. 9. contradictorio que caracteriza a la realidad capitalista
(ethos realista, ethos romántico, ethos clásico y ethos
33  Bolívar Echeverría plantea la existencia de barroco). Este último no niega la contradicción propia
cuatro diferentes maneras de vivir el mundo dentro del mundo de la vida en la modernidad capitalista, la
del capitalismo, de interiorizar el capitalismo en la es- reconoce como inevitable pero se resiste a aceptarla;
pontaneidad de la vida cotidiana (a los que denomina pretende convertir en ´bueno´ el lado ´malo´ por el
ethos); cada una de ellas implicaría una actitud pecu- que, según Hegel avanza la historia.

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leyenda o una frase escrita en la pared, un margina por su condición: “payasitos no-
performance, una irrupción escénica en la más son”.
vía pública, le sacan al peatón, por un ins- Un interesante análisis sobre el
tante, de la cotidianidad y lo sumergen en particular lo sintetiza el crítico de Arte y
un paréntesis reconfortante o, incluso, de Promotor Cultural paraguayo, Ticio Esco-
desagrado, pues este tipo de prácticas no bar, quien escribe que en América Latina,
buscan solo agradar, sino que se alimentan la modernidad del arte popular, como la de
también de la provocación, de la mueca otras formas de arte, se desenvuelve a par-
de asco y de las palabras al viento. María tir de los desencuentros producidos por el
Fernanda López, artista escénica y gestora lenguaje moderno central al nombrar otras
cultural, opina que nos enfrentamos a la historias y ser nombrado por otros sujetos.
ciudad en términos de reapropiación, en Sus mejores formas se originan mediante
un lenguaje casi de conquista o mejor di- deslices, equívocos y malentendidos; ye-
cho una reconquista: “Estas nuevas media- rros involuntarios e inevitables lapsus. Pero
ciones urbanas, que traducen al arte como también surgen de las distorsiones que pro-
un posible catalizador de demandas socia- ducen las sucesivas copias, de las dificul-
les y comunitarias, constituyen verdaderos tades en adoptar signos que suponen téc-
canales de comunicación y diálogo entre nicas, razones y sensibilidades diferentes
los habitantes y sus territorios”.34 La capi- y, por supuesto, del consciente intento de
tal ha sido escenario de las más atractivas adulterar el sentido del prototipo.35 Quizá
propuestas de arte performático, apunta el cambio más radical que se está produ-
López, mismas que condensan una amplia ciendo, en palabras del docente de Filoso-
gama de apuestas estéticas que van desde fía y Estética de la Universidad de Chile,
el uso creativo de sus calles, el diálogo con Pablo Oyarzún, es que el público del artis-
sus habitantes, hasta llegar a verdaderas ta ya no es una masa estática y localizada,
propuestas de cuestionamiento social y po- un grupo de personas con los pies enterra-
lítico (López, 2008: 23). dos en un lugar preciso: “El artista hoy tie-
El arte de la calle que se produce en ne posibilidades casi infinitas de definir un
diversos puntos de Latinoamérica respon- público. No importa si el vecindario con el
de a esa necesidad de contar y contarnos, que se comunica está rodeado física o vir-
de establecer puntos de encuentro en el es- tualmente, la comunicación puede mante-
pacio público y de criticar al poder en todas ner la misma intimidad que lograba el cua-
sus formas, aunque esa crítica se vista de dro en la galería”.36 Lo mismo sucede con
un lenguaje no apto para oídos sensibles, el teatro, la danza y las artes literarias. De-
de palabrotas que hieren la sensibilidad de finir un público conlleva una serie de ven-
los señores del buen vestir y del buen de- tajas, como el hecho de siempre contar con
cir. El teatro de la calle que se practica en gente que observa y disfruta de la represen-
Quito responde –muchas de las veces- a esa tación, pero también se puede caer en el
necesidad de cuestionar el día a día, de in- facilismo y en el paternalismo de décadas
terpelar al poder y a sus instrumentos de pasadas, en las que se creía que al pueblo
dominación. Carlos Michelena, el enano
Araujo, Eclipse solar, Manicho, son algu-
35  Escobar, T. “Culturas Nativas, Culturas Univer-
nos de los cuenteros callejeros que -por sales. Arte indígena: el desafío de lo universal”, en José
medio de la risa festiva- logran lanzar dar- Jiménez, ed., Una teoría del arte desde América Latina,
dos cuestionadores a una sociedad que los Madrid, Editorial Turner, p. 42.
36  Oyarzun, P. (2011), “Categorías estéticas y pun-
34  López, M. F. (2008), Nuevas escenas, otros tos de enfoque”, La cifra de lo estético: historia y cate-
espacios: Espacio Público y “Arte Acción” en Quito, gorías en el arte latinoamericano”, Una teoría del arte
Quito, Tesis, Universidad Andina Simón Bolívar, p.20. desde América Latina, Madrid, Editorial Turner, p. 128.

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hay que darle todo hechito porque se corría inicia. Tanto descubre como inventa (Ra-
el riesgo de que no entendieran; es decir, se mos, 2011: 275).
los privaba del misterio y de la expansión Cualquier espacio público es bue-
del conocimiento; se menospreciaba la ca- no para mostrar lo que se sabe, lo que se
pacidad intelectual y de interpretación de aprende. Pararse frente a los semáforos,
los espontáneos espectadores. en la vereda de enfrente, o en el césped de
Con todo lo expuesto, sería incon- más allá, es un desafío al azar. Nunca se
veniente hablar de un público; de lo que se sabe qué puede pasar, y ese es el mérito.
trata es de evidenciar la presencia de “pú- Jamás se está preparado del todo, porque
blicos” en cuanto a los diversos lugares de cualquier cosa puede ocurrir en la calle.
representación y también a la recepción Hay días malos y días peores. Los centa-
estética de los sujetos. El arte en espacios vos que logran reunir en horas de trabajo
públicos se aferra a un compartir con la se evaporan esa misma noche. Ramos ar-
gente, a un ejercicio de comunicación di- gumenta que las diferencias entre el arte en
recto y sensitivo, a otras matrices estéticas nuestra América y en el resto del mundo no
son tanto de lenguajes, géneros, estructuras
que permita abrir nuevos caminos de rela-
y modos de intervenir -de propiedad uni-
ción y de expresión. En realidad, se acerca versal y distribución internacional-, cuanto
más al hecho político que al estético; sus de contenidos, objetivos y tipo de búsque-
objetivos son distintos, pues en la calle o da de sentido: “Parecería que el ser latinoa-
en cualquier espacio público nunca se sabe mericano adopta nociones y formas ajenas
qué puede pasar; las personas no reaccio- cuando puede adaptarlas a su temple, re-
nan igual que dentro de un salón de arte e chazándolas en caso contrario” (Ramos,
incluso se puede dar el caso de que quieran 2011: 278).
intervenir de algún modo en lo que obser- El arte como comunidad y como
van. María Elena Ramos, investigadora una manera de estar con el otro, aunque sea
venezolana en artes visuales, citando al fi- efímeramente genera una lectura significa-
lósofo alemán Wolfgang Welsch, sostiene tiva que parece ir más acorde con la reali-
dad del continente. Esa comunicación de
que este autor propone la resistencia a la
doble vía, apartada de la cuarta pared que
rampante estetización del espacio público: se estila en las salas de teatro, plantea un
“así como la extrañeza, la disrupción, la ejercicio libertario de no ser ajeno al con-
interrupción y la alteridad como categorías texto del que forma parte, sino un vecino
determinantes para la acción del arte en más con una práctica distinta. Es un bajar
las calles, características de particular per- del pedestal impuesto por Occidente, del
tinencia en ciudades latinoamericanas”.37 que mira al artista como un ser especial,
Hay una dimensión que se genera entre admirable, al cual hay que rendirle honores
el artista que hace obra y la ciudad en la especiales. Los medios masivos de comu-
que la hace ser. El artista revela en esa obra nicación han dotado al artista de una brisa
ciertas esencias de lo urbano, pero también especial. Si el mismo tuvo la suerte de salir
al crearla constituye ciudad, estableciendo en televisión, y lo que es peor, si se lo cree,
no hay salvación posible. Por lo mismo,
lugares permanentes o efímeros. Así, el ar-
concluye Ramos, la idea de “ser uno con”,
tista tanto concede como dispone, tanto se toma aquí relieve. En acciones extraordi-
adapta, acepta y continúa como funda e narias y de corto tiempo, que intervienen
tanto al espacio como al hombre urbano, el
37  Ramos, M. E. (2011), “El arte público en la es- arte estimula otro modo de estar: un descu-
cena urbana”, en: Una teoría del arte desde América brir-penetrar, un transitar-pasar, un inusual
Latina, Madrid, Turner editores, p. 274.

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pertenecer. Y cuando uno siente que perte- solo se encuentran caminando y apropián-
nece a un determinado lugar o espacio, los dose de lugares, que aunque estén cada
lazos identitarios se fortalecen. vez más privatizados, se dejan acariciar,
aunque sea por minutos. Muchas calles y
rincones de la ciudad de Quito genera mie-
A modo de conclusión do, desconfianza; existe una preferencia
arquitectónica para brindarle favoritismo a
El tema del espacio público se en- las máquinas del asfalto y a las construc-
cuentra en constante debate. La reflexión ciones sin ton ni son. Hombres y mujeres
contempla un diálogo con la textualidad prefieren el confort de un shopping donde
citadina, con sus oraciones de asfalto, sus hay guardias, alarmas, aire acondicionado
comas de concreto y los puntos aparte de y cámaras, y sobre todo es un lugar donde
los cuerpos en movimiento. Este diálogo los “indeseables” no molestan.
espacio público, ciudad, arte urbano, plan- A pesar de los conflictos del día a
teó la posibilidad de un debate constante día de esta gran urbe, siempre hay espacios
con varios teóricos, el transeúnte, y quien para la interrelación. El arte urbano, con
observa, mastica y escupe desde su expe- todas sus complejidades logra irrumpir
riencia de caminante eterno por las calles por minutos esa cotidianidad de la que el
de Quito y sus constantes laberintos. ciudadano es parte. Los artistas urbanos se
La apuesta por los espacios públi- apropian de elementos del espacio públi-
cos, es una apropiación particular de signi- co en el que imprimen su particular sello;
ficados diversos y lleno de tensiones. Una sus obras son alteradas, pervertidas, con
mirada por dentro y por fuera que permite el fin de mostrar nuevos significados. Sus
visibilizar una expresión que comunica, propuestas juegan con el espectador al que
perturba y entretiene. Desde esta perspec- buscan provocar, incluso incomodar; unas
tiva, el espacio público como ámbito de co- veces para hacerle reflexionar, y otras sim-
municación e interrelación entre personas plemente para despertar una mirada iróni-
particulares necesita de la confluencia de ca y que perciba de manera distinta el en-
saberes y de múltiples significaciones que torno del que es parte.

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ENSAYO
VISUAL
Estenopeica

La “estenopeica” (proyecto de fotografía analógica y alternativa) es la oportunidad de vivir


la fotografía desde una perspectiva diferente, es también una posición política que nos per-
mite experimentarla de manera alternativa a la de los paradigmas de la fotografía contem-
poránea, alejados de la absorbente industria, de los equipos costosos y la tecnología a veces
inaccesible. Es una fotografía imperfecta, artesanal e íntimamente personal que deja conocer
más de cerca y de manera más profunda el milagro de la imagen latente.

Andrés Ricardo Trujillo Espinosa de los Monteros

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Andrés Ricardo
Trujillo Espinosa de
los Monteros

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102 • Nº 17 • diciembre 2017
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Textos y Contextos
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