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EUTANASIA: Muchas confesiones religiosas, como la cristiana y la judía, creen que Dios da la vida

y por lo tanto sólo a El corresponde la potestad de quitarla. En este contexto, la eutanasia sería
considerada como rechazo a la soberanía de Dios. Desde otro punto de vista, sin embargo, se califica
de injusta la utilización de un argumento religioso para decidir política y públicamente sobre un tema
tan trascendental y complejo como éste.

La posición de la Iglesia católica ante la eutanasia


La institución que actualmente rechaza y combate a la eutanasia, es la Iglesia católica, la cual ha
realizado una serie de declaraciones al respecto a través de la Comisión Permanente Episcopal:
“Respetamos sinceramente la conciencia de las personas, santuario en el que cada uno se encuentra
con la voz suave y gente del amor de Dios. No juzgamos el interior de nadie.

Comprendemos también que determinados condicionamientos psicológicos, culturales y sociales


pueden llevar a realizar acciones que contradicen radicalmente la inclinación innata de cada uno a
la vida, atenuando o anulando la responsabilidad subjetiva. Pero no se puede negar la existencia de
una batalla jurídica y publicitaria, con el fin de obtener el reconocimiento del llamado ‘derecho a la
muerte digna’, es esta postura pública la que tenemos que enjuiciar y denunciar como equivocada
en sí misma y peligrosa para la convivencia social. Una cosa son la conciencia y las decisiones
personales y otra lo que se propone como criterio ético legal para regular las relaciones entre los
ciudadanos”.

La Iglesia católica considera que el aprecio por toda vida humana fue un progreso introducido por el
cristianismo, lo que supone que se vive en la actualidad es un retroceso. Un retroceso que hay que
colocar en lo que el Papa denomina “cultura de la muerte”.

De esta manera, la Iglesia considera a la eutanasia como aquella actuación cuyo objeto es causar
la muerte a un ser humano para evitarles sufrimientos, bien a petición de éste, bien por considerar
que su vida carece de calidad mínima para que merezca el calificativo de digna. Esta práctica
convertiría a la eutanasia en una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro,
ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la atención y cuidados debidos.

De la eutanasia, así entendida, el Papa Juan Pablo II enseña solemnemente: ‘De acuerdo con el
Magisterio de mis Predecesores y en comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo que
la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios en cuanto eliminación deliberada y moralmente
inaceptable de una persona humana’.
Formas de aplicación de la eutanasia
La eutanasia pasiva hace referencia a la muerte natural, es un término que muchas veces es utilizado
de forma errónea por los medios de comunicación. La misma se produce cuando se suspende el uso
de los instrumentos que apoyan la vida o aquellos suministros de medicamentos, de tal forma que
se produzca la muerte que no contraría la ley natural.

Por el contrario, la eutanasia activa supone la intervención directa que ocasiona la muerte del
paciente poniendo fin a su sufrimiento. En general, los defensores de esta opción, coinciden en la
necesidad de que existan condiciones previas que permitan realizarla como la solicitud directa por
parte del paciente o enfermo terminal de querer poner fin a su vida, la imposibilidad de la medicina
para salvarle, la incapacidad de los fármacos para evitar su dolor y sufrimiento y el consentimiento
de médicos y familiares, entre otras.

Con respecto a ello, se ha expresado anteriormente cuales son las posiciones de los detractores
religiosos en cuanto a este tema. Sin embargo, más allá de estos grupos, los detractores de la
eutanasia, en su lucha por impedir su aprobación legal, argumentan que al estar el suicidio asistido
y/o la eutanasia disponible, esto daría lugar a que algunos sujetos presionaran a sus familiares para
que acepten morir, poniendo de relieve la dificultad de establecer controles estrictos para probar la
influencia de otros sobre la decisión del paciente. Otras personas desearán morir porque sufren de
depresión clínica, invalidando esta condición una decisión consciente.

El suicidio asistido se relaciona vagamente con la eutanasia, éste se produce cuando alguien le da
información y los medios necesarios a un paciente para que pueda terminar fácilmente con su propia
vida.

Eutanasia
En este tiempo de penumbra ética en que nos ha tocado vivir, la eutanasia (literalmente, buena
muerte) aparece como una alternativa cada vez más aceptable por la sociedad mundial. Con el
devenir de los años el permisivismo será todavía mayor. Por ello viene bien escuchar alguna voz
autorizada en la materia, como la del Dr. Luis Aldo Ravaioli.
“El médico, profesional de la vida, no puede ser el brazo ejecutor de los designios homicidas. Y esto
no es un problema de religión o de creencias, es un compromiso serio que abarca a todos los
hombres de buena voluntad. Todos estamos llamados a respetar y tutelar la vida humana.
No hay hombres de buena voluntad, creyentes o no creyentes, que puedan negarse a respetar la
vida humana, particularmente cuando el medio ambiente ejerce una presión en contrario. El respeto
por los derechos del hombre y por la ética objetiva, así lo exigen. Este es el compromiso de las
profesiones sanitarias, es un compromiso solemne que dignifica a la medicina y a los médicos. Más
allá de las concesiones legales, aunque inmorales, y del permisivismo social, los hombres honrados
deben defender la vida, tutelarla y promoverla.
La eutanasia, sea eugénica, piadosa, positiva, negativa, directa, voluntaria, involuntaria, suicidio,
suicidio asistido, etc.. constituye siempre un atentado contra el hombre y la sociedad, contra el orden
natural y el revelado. No es una práctica médica, hablando con propiedad, ya que la esencia de la
medicina no consiste en matar o dejar morir.
Estas acciones son un retraso científico y un retroceso histórico, un anacronismo primitivo
injustificable e insostenible. La valoración ética de la eutanasia es negativa e intrínsecamente mala.
Ninguna sociedad mejoró, ninguna ciencia progresó, ningún hombre fue más bueno, ni ningún
problema se resolvió, aceptando la idea de que hay vidas que no deben tutelarse, de que hay vidas
sin dignidad ni trascendencia”.
Para terminar, un buen consejo para los pacientes, del Dr. John Wilke, de la Universidad de
Cincinnati: “Si no le pueden aliviar el dolor, no pida usted la eutanasia. Cambie de médico, porque el
suyo es incompetente”

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