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En la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es donde se manifiestan sus

ejes constitutivos:

El derecho de prensa radica en el reconocimiento de que todos los hombres gozan de la


facultad de publicar sus ideas por la prensa sin el previo contralor de la autoridad, pero no de
la subsiguiente impunidad de quien utiliza la prensa como un medio para cometer delitos y
causar daños por culpa o negligencia. La Constitución Nacional no asegura la impunidad de la
prensa. Una vez efectuada la publicación, su contenido queda sometido a la ley y al control de
los jueces (del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación del 11 de diciembre de 1984
por la causa Ponzetti de Balbín c. Editorial Atlántida).

Con relación a la información objetiva y verídica, corresponde destacar las dificultades que
ofrece a la teoría del conocimiento la posibilidad de llegar a la realidad de las cosas. De ahí que
si la información deseable sea la objetiva, la posible es la información que tiende a esa verdad
objetiva. Esta limitación subyace como herencia de la condición humana que la formula. Y
marca, con el signo del acierto o del error, la distancia que siempre existe entre el hecho y su
relato. No se trata de la verdad absoluta, sino de buscar leal y honradamente lo verdadero, lo
cierto, lo más imparcialmente posible y de buena fe (del fallo de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación del 19 de noviembre de 1991 por la causa Vago, J. A. c/ Ediciones de la Urraca).
No toda conducta considerada como deshonrante o desacreditante es tal, pues la ofensa
deberá analizarse dentro de los valores relativos tenidos en cuenta para una comunidad dada,
en circunstancias de tiempo, modo, lugar y personas a las que son dirigidas, dentro del
contexto general en que se dan, pues palabras o frases que para una persona o en
determinado lugar o tiempo histórico resultan injuriosas, en otros no lo son (del voto del juez
Adolfo Roberto Vázquez, en el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación del 12 de
noviembre de 1996 por la causa Giadone, D. A. c/ Morales Solá, Joaquín).

2. El encuadre constitucional

Las siguientes son las referencias de la Constitución Nacional más relevantes en materia de
libertad de prensa:

Art. 14: "Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las
leyes que reglamentan su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de
navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir
del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y
disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de
enseñar y aprender".

Art. 32: "El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o
establezcan sobre ella jurisdicción federal".

La Convención Americana sobre Derechos Humanos es un tratado internacional incorporado a


la Constitución Nacional en 1994 y contiene estas disposiciones relacionadas con la libertad de
prensa:
Art. 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho


comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por
cualquier otro procedimiento de su elección.

2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa
censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la
ley y ser necesarias para asegurar:

a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o

b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.

3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el
abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias
radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por
cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y
opiniones.

Art. 14. Derecho de Rectificación o Respuesta

1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a


través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general,
tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley.

2. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de las otras responsabilidades legales


en que se hubiese incurrido.

3. Calumnias e injurias. El Código Penal

Los delitos de calumnias e injurias cometidos por medio de la prensa están tipificados en el
Código Penal. Son delitos de acción pública pero de instancia privada y su fundamento es la
protección jurídica del honor de las personas.

El principio general en la legislación argentina es que los delitos sean de acción pública, esto
es, perseguibles de oficio por el Estado, aun cuando no exista interés de los particulares
víctimas. Pero dentro de los delitos de acción pública, existen aquellos que dependen de
instancia privada. El proceso por estos delitos -calumnias e injurias entre ellos- sólo puede
iniciarse cuando el agraviado presenta su demanda en sede judicial.

Así los define el Código Penal:


Art. 109: La calumnia o falsa imputación de un delito que dé lugar a la acción pública, será
reprimida con prisión de uno a tres años.

Art. 110: El que deshonrare o desacreditare a otro, será reprimido con multa de pesos
argentinos mil a pesos argentinos cien mil o prisión de un mes a un año.

La calumnia consiste en acusar falsamente a una persona, por cualquier medio, de haber
cometido un delito de acción pública. A su vez, esta conducta puede ser clasificada como
contumelia (cuando la acusación se hace en presencia del acusado) o difamación (cuando la
acusación se hace en su ausencia). Pero la imputación debe reunir todas las características del
tipo penal. Decir de alguien, genéricamente, que es "un ladrón", no constituirá calumnia sino
injuria, porque tendrá potencialidad ofensiva para el honor. Para que sea calumnia, debe
describirse pormenorizadamente la conducta del acusado y el objeto de su delito.

En tanto, la injuria podrá acreditarse a través de la conducta de deshonrar, que remite al


honor subjetivo (la propia estima que cada uno de nosotros tiene de sí mismo, el aprecio de la
propia dignidad, la autoestima), o la conducta de desacreditar, que remite al honor objetivo (la
fama de que goza cada uno ante los demás, su reputación, el concepto que tiene entre los
demás). Si decimos de alguien que es "un ladrón" y no describimos su conducta para que, en
caso de ser una acusación falsa, integre el concepto de calumnia, entonces, lo estaremos
desacreditando. Si decimos de una persona que es "un idiota" o un "hijo de puta", lo
estaremos deshonrando.

Los artículos que siguen completan la descripción de estos tipos penales:

Art. 111: El acusado de injurias sólo podrá probar la verdad de la imputación en los casos
siguientes:

1.- Si la imputación hubiere tenido por objeto defender o garantizar un interés público actual;

2.- Si el hecho atribuido a la persona ofendida, hubiere dado lugar a un proceso penal;

3.- Si el querellante pidiere la prueba de la imputación dirigida contra él.

En estos casos, si se probare la verdad de las imputaciones, el acusado quedará exento de


pena.

Art. 112: El reo de calumnia o injuria equívoca o encubierta que rehusare dar en juicio
explicaciones satisfactorias sobre ella, sufrirá del mínimo a la mitad de la pena correspondiente
a la calumnia o injuria manifiesta.

Art. 113: El que publicare o reprodujere, por cualquier medio, injurias o calumnias inferidas
por otro, será reprimido como autor de las injurias o calumnias de que se trate.

Art. 114: Cuando la injuria o calumnia se hubiere propagado por medio de la prensa, en la
capital y territorios nacionales, sus autores quedarán sometidos a las sanciones del presente
código y el juez o tribunal ordenará, si lo pidiere el ofendido, que los editores inserten en los
respectivos impresos o periódicos, a costa del culpable, la sentencia o satisfacción.

Art. 115: Las injurias proferidas por los litigantes, apoderados o defensores, en los escritos,
discursos o informes producidos ante los tribunales y no dados a publicidad, quedarán sujetas
únicamente a las correcciones disciplinarias correspondientes.

Art. 116: Cuando las injurias fuesen recíprocas, el tribunal podrá, según las circunstancias,
declarar exentas de pena a las dos partes o a alguna de ellas.

Art. 117: El culpable de injuria o calumnia contra un particular o asociación, quedará exento de
pena, si se retractare públicamente, antes de contestar la querella o en el acto de hacerlo.

***

En estos momentos, el Congreso de la Nación estudia la supresión de estos delitos del Código
Penal, a través del reemplazo de los artículos 111 y 113, por lo que, de convertirse en ley este
proyecto, se acabarán las querellas criminales impulsadas contra periodistas. La nueva
redacción propuesta es la que sigue:

Art. 111: No será punible la difusión por cualquier medio, de informaciones o juicios de valor
que versaren sobre hechos de interés público referidas a funcionarios, personalidades públicas
o a particulares, cuando estos últimos se hayan involucrado voluntariamente en cuestiones de
relevante interés público. Se entiende por juicio de valor también las expresiones humorísticas.

Art. 113: El que a sabiendas de su carácter injurioso o calumnioso reprodujere por cualquier
medio injurias o calumnias inferidas por otro, será reprimido como autor de las injurias o
calumnias de que se trate, salvo que se dieren las circunstancias del artículo 111. No serán
punibles quienes reproduzcan fielmente informaciones o juicios de valor sobre hechos de
interés público ya vertidas por otros medios de difusión o por autoridades públicas o entidades
intermedias de cualquier índole, o por un particular. No serán punibles a título de los artículos
109 y 110 las manifestaciones críticas formuladas en público por cualquier persona, siempre
que dichas manifestaciones tengan las demás características enunciadas en el artículo 111 del
Código Penal.

4. Calumnias e injurias. El Código Civil

El Código Civil también protege el honor de las personas. En este caso, la demanda apunta a
una indemnización por los daños y perjuicios causados, en caso de que la calumnia o la injuria
hayan sido acreditadas previamente, con sentencia firme, en los tribunales. Pero este tipo de
demandas puede también iniciarse sin haber presentado el ofendido una querella criminal.

Este es su articulado:

Art. 1089: Si el delito fuere de calumnia o de injuria de cualquier especie, el ofendido sólo
tendrá derecho a exigir una indemnización pecuniaria, si probase que por la calumnia o injuria
le resultó algún daño efectivo o cesación de ganancia apreciable en dinero, siempre que el
delincuente no probare la verdad de la imputación.

Art. 1090: Si el delito fuere de acusación calumniosa, el delincuente además de la


indemnización del artículo anterior, pagará al ofendido todo lo que hubiese gastado en su
defensa, y todas las ganancias que dejó de tener por motivo de la acusación calumniosa, sin
perjuicio de las multas o penas que el derecho criminal estableciere, tanto sobre el delito de
este artículo, como sobre los demás de este capítulo.

Art. 1096: La indemnización del daño causado por delito, sólo puede ser demandada por
acción civil independiente de la acción criminal.

Art. 1099: Si se tratare de delitos que no hubiesen causado sino agravio moral, como las
injurias o la difamación, la acción civil no pasa a los herederos y sucesores universales, sino
cuando hubiese sido entablada por el difunto.

***

El proyecto que estudia el Senado de la Nación, citado líneas arriba, incluye también drásticas
modificaciones al actual Código Civil. Se propone incorporar los siguientes párrafos a su
artículo 1089, en consonancia con los cambios que se pretenden introducir en el Código Penal:

- "Estará exenta de responsabilidad civil la formulación o difusión de informaciones veraces


sobre hechos de interés público referidas a funcionarios, figuras públicas o particulares, cuando
estos últimos se hayan involucrado voluntariamente en cuestiones de relevante interés público.

- "La difusión por cualquier medio de información inexacta sobre hechos de interés público que
pueda afectar el honor de las personas estará exenta de responsabilidad si se refiere a
funcionarios o figuras públicas y a particulares, cuando estos últimos se hayan involucrado
voluntariamente en cuestiones de relevante interés público. La responsabilidad civil, en tales
supuestos, se dará si el afectado por las informaciones prueba la falsedad de las mismas y el
dolo o culpa grave del autor. Sólo se entenderán reunidos esos extremos cuando quien se
sintiere agraviado demostrare la falsedad de los hechos, la real malicia con que fueron
difundidos pese al conocimiento de esa falsedad por el autor o su temerario desinterés por la
verdad.

- "La formulación o difusión por cualquier medio, de juicios de valor referidos a funcionarios o
figuras públicas y a particulares, cuando estos últimos se hayan involucrado voluntariamente
en cuestiones de relevante interés público, estará exenta de responsabilidad civil. Se entiende
por juicios de valor también las expresiones humorísticas.

- "Quedará excluida la responsabilidad civil de quienes, en los casos de los párrafos segundo,
tercero y cuarto se limiten a la reproducción fiel de información ya vertida por otros medios de
difusión o por autoridades públicas o entidades intermedias de cualquier índole, y aún por
particulares, si se consigna la fuente. Si esta se mantuviese en reserva, se aplicarán las
disposiciones de los párrafos segundo, tercero y cuarto de este artículo."
5. La doctrina de la real malicia

Estos proyectos que se estudian en el Congreso se deben a la obligación que tiene Argentina
de cumplir con los tratados internacionales. Así como en 1993 el delito de desacato fue
derogado por el Congreso a partir de una solución amistosa propuesta por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, luego de una demanda planteada por el
periodista Horacio Verbitsky contra el Estado argentino, los mismos protagonistas llegaron a
idéntico acuerdo para despenalizar los delitos de calumnias e injurias y acotar las demandas
civiles a los casos en que el agraviado pruebe:

que la información es falsa;


que quien la difundió conocía la falsedad de la noticia o que actuó con absoluto desprecio por
su veracidad.
Estos son los principios básicos de la doctrina de la "real malicia", que, promovida por la
Suprema Corte de Justicia de EE. UU., fue adoptada plenamente por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en su fallo del 12 de noviembre de 1996 -en el que absolvió al periodista
Joaquín Morales Solá del delito de injurias por el que lo había querellado Dante Ariel Giadone,
tras la publicación del libro "Asalto a la ilusión"- y es definida con claridad en el voto del
ministro Antonio Boggiano. Dice así:

Esta Corte adoptó el standard jurisprudencial creado por la Suprema Corte de los Estados
Unidos en el caso New York Times vs. Sullivan (376 U.S. 255; 1964), que se ha dado en llamar
la doctrina de la real malicia y cuyo objetivo es procurar un equilibrio razonable entre la
función de la prensa y los derechos individuales que hubieran sido afectados por comentarios
lesivos a funcionarios públicos, figuras públicas y aun particulares que hubieran intervenido en
cuestiones de interés público, objeto de la información o de la crónica. Esa doctrina se resume
en la exculpación de los periodistas acusados criminalmente o procesados civilmente por daños
y perjuicios causados por informaciones falsas, poniendo a cargo de los querellantes o
demandantes la prueba de que las informaciones falsas lo fueron con conocimiento de que lo
eran o con imprudente y notoria despreocupación sobre su veracidad. El derecho de prensa no
ampara los agravios, la injuria, la calumnia, la difamación. No protege la falsedad ni la
mentira, ni la inexactitud cuando es fruto de la total y absoluta despreocupación por verificar
la realidad de la información. Ampara, sí, a la prensa, cuando la información se refiere a
cuestiones públicas, a funcionarios, figuras públicas o particulares involucradas en ella, aun si
la noticia tuviera expresiones falsas o inexactas, en cuyo caso los que se consideran afectados
deben demostrar que el periodista conocía la falsedad de la noticia y obró con real malicia con
el propósito de injuriar o calumniar.
6. El ABC de la noticia inocua

Años antes de tomar como propia la doctrina de la real malicia, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación estructuró, a través del caso "Campillay", cómo deben escribirse las noticias para
no ser punibles. La causa se inició a raíz de un comunicado de la Policía Federal que imputaba
a Julio Campillay, un ex agente de esa fuerza de seguridad, de diversos delitos. Tres diarios
–"Clarín", "La Razón" y "Diario Popular"- publicaron casi textualmente ese comunicado, sin
atribución de fuente. La demanda concluyó en una sentencia condenatoria para los medios.
El concepto central de aquella sentencia, pronunciada el 15 de mayo de 1986:

Las noticias en cuestión aparecen plagadas de subjetividades e inexactitudes respecto del


actor, quien es calificado como integrante de una asociación delictiva dedicada al robo y al
tráfico de estupefacientes, que gastaba su botín en casinos, hipódromos y en diversiones con
mujeres. Tal proceder de los diarios demandados implicó un ejercicio imprudente de su
derecho de informar, toda vez que un enfoque adecuado a la seriedad que debe privar en la
misión de difundir noticias que puedan rozar la reputación de las personas -admitida aún la
imposibilidad práctica de verificar su exactitud- impone propalar la información: a) atribuyendo
directamente su contenido a la fuente pertinente, b) utilizando un tiempo de verbo potencial o
c) dejando en reserva la identidad de los implicados en el hecho ilícito.
7. El derecho de réplica

En el orden nacional no existe legislación que establezca el derecho de réplica, rectificación o


respuesta. Sin embargo, en el caso Ekmekdjian c/ Sofovich, el 7 de julio de 1992, la Corte
Suprema de Justicia acogió, en un fallo dividido, el derecho de réplica previsto en el Art. 14 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica),
fundando su decisión en la jurisprudencia marcada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos el 29 de agosto de 1986, cuando, a solicitud del gobierno de Costa Rica, emitió su
Opinión Consultiva en la materia:

El hecho de que los Estados Partes puedan fijar las condiciones del ejercicio del derecho de
rectificación o respuesta no impide la exigibilidad, conforme al derecho internacional, de las
obligaciones que aquéllos han contraído según el artículo 1.1, que establece el compromiso de
los propios Estados Partes de "respetar los derechos y libertades" reconocidos en la
Convención y de "garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción...". En consecuencia, si por cualquier circunstancia el derecho de rectificación o
respuesta no pudiera ser ejercido por "toda persona" sujeta a la jurisdicción de un Estado
Parte, ello constituiría una violación de la Convención, susceptible de ser denunciada ante los
órganos de protección por ella previstos.
El 16 de abril de 1998 la Corte Suprema de Justicia, en el caso Petric Domagoj, Antonio c.
diario Página/12 nuevamente invocó el derecho de réplica con base en el Pacto de San José,
dando aplicación a esta figura por cuarta vez en Argentina.

Algunos conceptos de ese fallo:

El derecho de rectificación, además de su primordial virtualidad de defensa de los derechos e


intereses del rectificante, supone un complemento a la garantía de la opinión pública libre, ya
que el acceso a una versión diferente de los hechos publicados favorece más que perjudica el
interés colectivo en la búsqueda y recepción de la verdad que aquel derecho fundamental
protege .
Publicar una respuesta no conlleva, para el órgano, retractación alguna, ni rectificación, ni
implícito reconocimiento de la inexactitud de la información que difundió, pues la contestación
no consagra vencedores ni derrotados, y si los hubiera, el veredicto provendría del público en
general. Por ello, la procedencia de la respuesta no exige la producción de un perjuicio cierto,
sino que es suficiente que la información posea un potencial dañoso que pudiera llegar a
lesionar un interés jurídicamente protegido.
El derecho de propiedad, garantizado por el art. 17 de la Constitución Nacional, no es absoluto,
lo que implica que ni siquiera una protección en grado máximo podría ir al punto de dejar
desprotegido al perjudicado por una noticia agraviante o inexacta, sin oportunidad de una
defensa por el mismo medio que injustamente lo agredió. Negar la oportunidad al afectado
para que ejerza su réplica, bajo la excusa de la propiedad del medio periodístico y de que sólo
sus dueños son jueces del uso, implica negar a dicha propiedad el fin social que le es
innegablemente propio, haciendo prevalecer una posición dominante en la generación del
fenómeno informativo, que lejos está de constituir un ejercicio regular.
8. El derecho a la intimidad

La intimidad o privacidad de las personas está protegida por la Constitución Nacional en su


artículo 19, que dice:

- "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de
los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley ni
privado de lo que ella no prohíbe."

Entre las leyes secundarias, el Código Civil incluye este derecho como uno de los supuestos en
que hay que indemnizar daños causados a terceros:

Art. 1071 bis: El que arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena, publicando retratos,
difundiendo correspondencia, mortificando a otros en sus costumbres o sentimientos, o
perturbando de cualquier modo su intimidad, y el hecho no fuere un delito penal, será obligado
a cesar en tales actividades, si antes no hubieren cesado, y a pagar una indemnización que
fijará equitativamente el juez, de acuerdo con las circunstancias; además, podrá éste, a pedido
del agraviado, ordenar la publicación de la sentencia en un diario o periódico del lugar, si esta
medida fuese procedente para una adecuada reparación.

***

Es conocida la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que habitualmente se toma como


paradigma del derecho a la intimidad, pronunciada el 10 de diciembre de 1984 en el caso
Ponzetti de Balbín c/ Editorial Atlántida, a raíz de la publicación en tapa de la revista "Gente"
de la foto de Ricardo Balbín agonizando en la sala de terapia intensiva. La foto fue obtenida sin
autorización y no en una ocasión pública, por lo que la editorial fue condenada y tuvo que
indemnizar a la esposa del político. En ese fallo, la Corte definió de este modo el derecho a la
intimidad:

El derecho a la privacidad comprende no sólo a la esfera doméstica, el círculo familiar y de


amistad, sino otros aspectos de la personalidad espiritual o física de las personas, tales como
la integridad corporal o la imagen, y nadie puede inmiscuirse en la vida privada de una
persona ni violar áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas sin su consentimiento o
el de sus familiares autorizados para ello, y sólo por ley podrá justificarse la intromisión y
siempre que medie un interés superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa de
la sociedad, las buenas costumbres o la persecución del crimen.
***

El derecho a la intimidad o privacidad, sin embargo, sigue suscitando polémicas y conflictos


jurídicos. Uno de ellos, especialmente interesante para quienes se dedican al Periodismo de
Investigación, es el que deberá resolver próximamente la Corte, originado en una publicación
de la revista "Noticias" en la que se difundieron datos sobre la vida y las relaciones familiares
del ex presidente Carlos Menem, incluída la supuesta filiación extramatrimonial de un hijo
suyo.

En el fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala H, del 11 de marzo de 1998


por esta causa, que condenó a Editorial Perfil, se pueden conocer las dos corrientes de
razonamiento jurídico en pugna. El voto de la mayoría dice:

La preservación de la intimidad de una persona pública sólo puede ceder ante el derecho a la
información cuando lo difundido afecta, por su objeto o por su valor, al ámbito de lo público.
Así, la difusión de datos sobre aquella se justifica si atiende un interés público. Sin embargo,
no todo lo que interesa al público, o por lo que se siente curiosidad, puede ser catalogado
como de interés público. En efecto, la vida afectiva o familiar de un funcionario público, en
tanto no se vincule con aspectos de su actividad, está al margen de la curiosidad de terceros y
por tanto debe ser protegida por el ordenamiento jurídico.
El voto de la minoría:

El control de la información relativa a aspectos relacionados con la conducta y el obrar pasado


o presente del primer mandatario, sean de índole privada o relativas a la gestión presidencial,
tiene fuertes implicancias de orden jurídico e institucional, pues cuando la noticia versa sobre
materias que contribuyen a la formación de una opinión pública libre, como fundamento del
proceso democrático, su cercenamiento iría en contra del derecho del ciudadano a estar
informado así como de la salvaguarda del sistema político que es su función garantizar. Ello
así, pues la vida y la conducta moral de quien conduce la Nación constituye materia de interés
general. Su intimidad y conducta exterior, si bien son teóricamente discriminables, se
confunden en la comprensión integral de aquel. Así, la dimensión humana que se identifica con
su accionar exterior en su relación con los terceros se nutre y se recrea a partir de la
intensidad de su vida íntima. En consecuencia, no resulta arbitraria la divulgación de datos de
su vida privada si es legítimo su fin, pues permite al ciudadano emitir un juicio respecto de la
conducta personal de aquel.
9. La reserva de la fuente

La Constitución Nacional se refiere al derecho del periodista de mantener en reserva sus


fuentes de información al instituir el habeas data en su artículo 43. Dice el tercer párrafo:

- "Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella
referidos y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados
destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la
supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de aquéllos. No podrá afectarse el
secreto de las fuentes de información periodística."

***

El Congreso no ha legislado aún sobre este derecho constitucional. La jurisprudencia no es


abundante ni firme y no cuenta con resoluciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

El hecho de estar integrada esta garantía al recurso de habeas data podría suponer una
interpretación jurídica restringida exclusivamente a ese ámbito, como ya sucedió en un caso
que resolvió la Cámara Federal de San Martín: el fiscal entendía que la reserva de la fuente
sólo correspondía frente a un recurso de habeas data, pero los jueces interpretaron esa
garantía para todos los supuestos en que se ponga en juego. Ese fallo del 2 de mayo de 1996
podría señalarse como "leading case", pero no sólo sobre la interpretación restringida o amplia
de esa garantía, sino también sobre el respeto de las llamadas "fuentes reservadas".

Periodistas del programa televisivo "Edición Plus" invocaron el art. 43 de la Constitución


Nacional cuando el fiscal los citó para que reconstruyeran el recorrido realizado para acceder a
la entrevista mantenida con el entonces prófugo de la justicia Enrique Haroldo Gorriarán Merlo,
con el objetivo de individualizar a las personas que pudieran reconocer a quienes los guiaron
hasta el lugar del encuentro, en la convicción de que así podía ser capturado un grupo
clandestino de carácter guerrillero bajo el mando de Gorriarán.

La Sala I de la Cámara Federal de San Martín, integrada por los jueces Jorge Eduardo Barral,
Hugo Rodolfo Fossati y Narciso Juan Lugones, confirmó el fallo del juzgado de primera
instancia que, contrario a las pretensiones del fiscal, había resuelto el archivo de las
actuaciones. Este tipo de resoluciones, con todo, no es definitivo, pues, como dicen los
magistrados, "el archivo es una medida que habilita la reapertura del sumario, en caso de así
resultar prudente".

Los fundamentos del fallo:

Este Tribunal habrá de enrolarse en la posición primera, esto es, admitir la posibilidad de que
el secreto profesional periodístico ceda cuando razones de orden público de relevante jerarquía
así lo aconsejen y cuando ello no vulnere el derecho a no auto incriminarse ni afecte los límites
previstos en el art. 28 de la CN.
Debe tenerse sumamente en cuenta que al inicio de las presentes actuaciones, el ahora
procesado Gorriarán Merlo se encontraba prófugo de la justicia y ello por la imputación de
delitos de suma gravedad, como los que se cometieron en el ámbito del Regimiento de Tablada
en enero de 1989. Esta situación se vio esencialmente modificada con la detención del
nombrado a fines del pasado año. Por otra parte, no obran en autos elementos independientes
de los testimonios de los periodistas que permitan suponer la real existencia del grupo
mencionado en el requerimiento de fs. 1 con carácter de permanencia, que habiliten pensar
que actualmente se encuentra afectado un bien jurídico tutelado de jerarquía tal que pueda
llevar a preterir la alegada garantía constitucional.
***
La ley de garantía del secreto periodístico es un proyecto del senador José Genoud que
comenzó este año a discutirse en el Senado de la Nación. Sus artículos fundamentales:

Art. 3°. El secreto periodístico comprende: a) El derecho a negarse a revelar las informaciones
obtenidas en el ejercicio de la profesión periodística; b) El derecho a negarse a revelar la
identidad del autor o autores de la información recibida en el ejercicio de la profesión
periodística. En ambos casos, tales derechos son reconocidos al periodista ante los
requerimientos de cualquier autoridad pública, ante los de su empleador o ante los de
cualquier particular.

Art. 6°. Los derechos reconocidos en la presente ley sólo podrán ceder con la conformidad
voluntaria y expresa de su titular o bien cuando se trate de informaciones obtenidas en forma
ilícita o a través de un ejercicio ilegítimo de la profesión periodística.

10. La cámara oculta

La filmación con cámara oculta con fines periodísticos ha ido creciendo en los últimos años,
sobre todo de la mano de "Telenoche Investiga", hasta el año pasado un segmento del
noticiero de Canal 13 "Telenoche" y desde este año transformado en programa. La necesidad
periodística de este recurso y su práctica concreta serían materia de una profunda
investigación que no tiene lugar en este artículo, cuyo estricto marco es su validez jurídica.

En tal sentido, la cámara oculta es considerada como una prueba más, pero de ninguna
manera como única. En cuanto a su importancia como prueba de cargo, su suerte ha sido
diversa: desde su desestimación como tal dentro del conjunto de documentos probatorios
aportado hasta su valoración como prueba fundamental.

El obstáculo que sí ha salvado la cámara oculta es el recurso de nulidad que habitualmente los
imputados presentan contra ella. La Cámara Federal de Buenos Aires, el 20 de abril de 1999, a
raíz, precisamente, de una investigación realizada por "Telenoche Investiga", fundamentó así
la aprobación de esta manera de hacer periodismo:

No es nula la filmación realizada por el equipo de producción periodística de un noticiero


televisivo en la que se deja constancia de la conversación que tuviera lugar en el domicilio del
imputado entre él, otro imputado y un integrante del equipo. Ello así en tanto no se cuestiona
la actuación de un agente del Estado, sino de un simple particular, al que no cabe tildar de
"agente provocador", ya que no ha inducido a cometer el delito que se investiga sino, en todo
caso, a relatar la participación tenida en los hechos que se endilgan. Los simples particulares
no se encuentran comprendidos por los límites formales establecidos por la ley procesal penal
y no parece razonable exigirle al periodismo la obtención de una orden judicial para llevar a
cabo una investigación ni la imposición de sus derechos al interlocutor antes de conversar con
él.
La Cámara Federal, al señalar que tampoco se ha violado el derecho a la intimidad del
imputado, funda su conclusión en un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación del 11
de diciembre de 1990, que dice así:
El riesgo tomado a cargo por un individuo que voluntariamente propone a otro la comisión de
un delito o que voluntariamente permite a otro tomar conocimiento de tal propuesta o hechos
que son relevantes para la prueba de un delito ya cometido, incluye el riesgo de que la oferta o
los hechos puedan ser reproducidos ante los tribunales por quien, de esa forma, tomó
conocimiento de ellos.
Como la conversación filmada con cámara oculta se había realizado en el domicilio del
imputado, la Cámara volvió a citar el mismo fallo de la Corte:

En punto a este aspecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el fallo citado supra,
descartó que se hubiese comprometido la garantía de inviolabilidad del domicilio cuando al
imputado nada se le ocultó porque nada indagó, no se hizo un despliegue de medios
engañosos para ingresar a su morada, esta última no fue objeto de requisa y cuando en
definitiva la presencia de terceros en el hogar se debió a la forma en que discrecionalmente
ejerció su derecho como titular del domicilio.
La situación que para la Cámara quedó a la espera de la "etapa procesal pertinente" es la
referida a la preservación de la identidad del periodista como testigo de la causa:

La determinación de la personalidad no se advierte en esta etapa como esencial para la


resolución de la causa o para decidir acerca de su validez, ni se aprecia que comprometa la
preparación de la defensa o sus eventuales cursos de acción, ni la posibilidad de confrontar o
de efectuar la interrogación oportuna del testigo, cuestión sobre la que, por otra parte, los
nulidicentes no se manifiestan. Lo expuesto, sin perjuicio de lo que corresponda resolver en la
etapa eminentemente contradictoria del juicio.

En aquella "etapa procesal pertinente", otro tribunal, el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2 de
San Martín, debió considerar la negativa del equipo periodístico -también de "Telenoche
Investiga"- a presentar como testigo a uno de sus miembros -portador de la cámara oculta-
amparándose en la reserva de la fuente periodística y en que "la persona es muy valiosa para
el equipo de producción y de ser revelada su identidad no podrá ser utilizada nuevamente",
argumento este último que el tribunal bautizó como "economía de recursos". En su fallo del 14
de febrero de este año, el tribunal evaluó así la conducta de los periodistas:

Aun en el concepto más amplio imaginable de fuente, el mismo no parece alcanzar a una
persona que trabaja con regularidad para los periodistas en la producción de hechos
periodísticos. Podría ser fuente de sus noticias la víctima Rocha, la familia de Rocha, los
empleados o amigos de Rocha. Pero sólo un absurdo puede llevar a considerar fuente a los
familiares, empleados o amigos del periodista que recibe de Rocha la fuente de sus noticias. En
todo caso, lo discutible será si es o no aplicable y si justificaba la omisión de la testigo Lewin el
deber de guardar secreto, cuya infracción pena como delito el artículo 156 del CP. O si la
testigo, que no es abogado, padeció, al negarse a contestar, de un error de prohibición (según
el lenguaje de la doctrina predominante) por el cual creía estar amparada por un derecho
constitucional cuyos alcances confundía.
En cuanto al argumento que bauticé como de economía de recursos, no resiste el menor
análisis. Con el mismo criterio, el Estado ahorraría recursos a los contribuyentes si pudiera
mantener para siempre en el anonimato a los agentes que investigan, descubren y detienen a
los sospechosos de delitos.
El tribunal no sólo desoyó estos argumentos, sino que ordenó otra investigación judicial con el
fin de que se evalúe "la posible comisión de los delitos de desobediencia y falso testimonio por
omisión", de los que serían responsables los periodistas de "Telenoche Investiga". De no haber
sido por las otras pruebas logradas por la investigación judicial -iniciada antes que la
investigación periodística-, la causa no hubiera concluido con una sentencia condenatoria.

11. El acceso a la información

No existen normas específicas en Argentina que regulen el acceso periodístico a los


documentos de información pública. Si un organismo oficial se niega a informar a los
periodistas sobre el contenido de un documento público, éstos están habilitados, previa
acreditación del interés legítimo y de la conducta arbitraria del gobernante, a plantear una
acción de amparo tendiente a obtener una orden judicial que les permita acceder a tal
documento.

El fundamento de la petición reside en la publicidad de los actos de gobierno impuesto por la


forma republicana y democrática de su organización y el derecho a la información que disfruta
la ciudadanía sobre temas de interés público. Claro que los tiempos de la burocracia jurídica no
se compadecen con las necesidades de los periodistas y este derecho, entonces, queda
sepultado bajo los expedientes que se inician para garantizarlo.

***

Una excepción es la ley 104, de acceso a la información, sancionada el 19 de noviembre de


1998 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su artículo primero dice:

- "Toda persona tiene derecho, de conformidad con el principio de publicidad de los actos de
gobierno, a solicitar y a recibir información completa, veraz, adecuada y oportuna, de cualquier
órgano perteneciente a la administración central, descentralizada, de entes autárquicos,
Empresas y Sociedades del Estado, sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria,
sociedades de economía mixta y todas aquellas otras organizaciones empresariales donde el
Estado de la Ciudad tenga participación en el capital o en la formación de las decisiones
societarias, del Poder Legislativo y del Judicial, en cuanto a su actividad administrativa, y de
los demás órganos establecidos en el Libro II de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires."

***

A su vez, la Cámara de Diputados de la Nación estudia un "Proyecto de Reglamentación


Constitucional del Derecho de Acceso a la Información", presentado por Elisa Carrió y Alfredo
Bravo, que ya cuenta con dictámenes favorables de las comisiones de Asuntos Constitucionales
y Derechos Humanos.

Dice que "toda persona tiene derecho a solicitar y recibir información de cualquier órgano
perteneciente a la administración central y descentralizada de los poderes del Estado" y
considera al "silencio administrativo" como una "arbitrariedad manifiesta a los fines de los
requisitos para la interposición de un recurso de amparo", luego de transcurrido el plazo de
diez días desde el pedido de la información, plazo que puede prorrogarse por otros diez días,
previa notificación. Este plazo puede acortarse a 48 horas "cuando se tratare de información
que presumiblemente obre en poder del Estado y la demora en acceder a la información
tornara inconducente la solicitud a los fines de evitar daños para el interés público".

Pero las excepciones al ejercicio de este derecho lo hacen casi inocuo: "Cuando se trate de
información expresamente clasificada como reservada mediante un decreto del Presidente de
la Nación por razones de defensa o política exterior" y "cuando una ley del Congreso de la
Nación declare que algún tipo de información referida a seguridad, defensa o política exterior
es clasificada como reservada e inaccesible al público, o bien establezca un procedimiento
especial para acceder a ella".

La clasificación de información como "reservada e inaccesible al público" podrá aplicarse a


información relativa a:

Planes y operaciones militares o sistemas armamentísticos;


Información confidencial de gobiernos extranjeros o relaciones exteriores confidenciales;
Actividades de inteligencia vinculadas a la defensa nacional y la política exterior;
Cuestiones científicas, tecnológicas o económicas relacionadas con la seguridad nacional;
Programas relativos a la seguridad de materiales nucleares o establecimientos que trabajan
con estos materiales;
Vulnerabilidad o capacidad de los sistemas, instalaciones, proyectos o planes relacionados con
la seguridad nacional.
También los ejes centrales de política económica estarán vedados al público:

Cuando se trate de información que pudiera poner en peligro el correcto funcionamiento del
sistema financiero o bancario;
Cuando se tratare de secretos industriales, comerciales, financieros, científicos o técnicos que
pertenezcan a un órgano de la administración pública que tengan un valor sustancial o sea
razonable esperar que lo tuviere y cuya revelación perjudique la competitividad, o lesione los
intereses de la Nación Argentina, o su capacidad de conducción de la economía o resulte en un
beneficio indebido para el recipiendario de la información;
Cuando comprometiere los derechos o intereses legítimos de un tercero, cuando se tratare de
secretos industriales, financieros, comerciales, científicos o tecnológicos suministrados a un
ente u organismo estatal en la confianza de que no serían revelados. También se entenderá
que compromete los derechos de un tercero la información cuya revelación sin fundamento en
la defensa del interés público provoque como resultado importantes pérdidas o ganancias
financieras, la pérdida de posiciones competitivas o interferencias en la celebración o ejecución
de contratos. Pero cuando el interés vinculado a la salud y seguridad públicas y a la protección
del medio ambiente sea claramente superior en importancia a los intereses particulares de
terceros que estuvieren en juego, podrá revelarse la información;
Cuando se trate de información preparada por los órganos de la administración dedicados a
regular o supervisar instituciones financieras o preparados por terceros para ser utilizados por
aquellos y que se refiera a exámenes de situación, evaluación de su sistema de operación o
condición de funcionamiento;
Cuando se trate de información que obre en poder de la Unidad de Información Financiera
encargada del análisis, tratamiento y transmisión de información tendiente a la prevención e
investigación de la legitimación de activos proveniente de ilícitos;
Para completar la inocuidad del derecho de acceso a la información, el proyecto establece
también que serán reservadas las siguientes informaciones:

Notas cuyo contenido presentara propuestas al titular del Poder Ejecutivo o a los miembros de
su gabinete;
Los papeles de trabajo de dichos mandatarios que tuvieran por finalidad, formular análisis de
problemas u opciones políticas para su consideración por los diferentes ministerios;
La agenda de las reuniones del gabinete nacional y las actas de los mismos;
Los archivos que contengan o reflejen las comunicaciones o conversaciones entre el Presidente
de la República con su gabinete o de los ministros entre sí sobre cuestiones que hacen a la
toma de decisiones o la formulación de la política de gobierno;
Los documentos con la información destinada al uso del Presidente de la República o de sus
ministros relativa a cuestiones para ser tratadas en las reuniones previstas en el párrafo
anterior;
Consejos o recomendaciones efectuadas a un organismo o ente estatal por parte del
Presidente de la República o sus ministros;
El resumen de las consultas y deliberaciones que involucren a funcionarios o empleados de un
organismo o ente de la Administración, a ministros del Poder Ejecutivo o a sus asesores;
Las actas de las deliberaciones de las sesiones secretas del Congreso Nacional.
En síntesis, nada cambiará para los periodistas que nos dedicamos a la investigación, porque,
precisamente, la información que el proyecto considera reservada es la única que nos puede
interesar.

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