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1. Introducción.

1.1 El concepto de Derecho Civil y su evolución desde el Derecho Romano hasta la actualidad.
Derecho Civil: Conjunto de normas que regulan las situaciones jurídicas y las relaciones comunes del ser
humano en relación con su personalidad, patrimonio, de familia y sucesión hereditaria.
Su denominación proviene desde la antigua Roma, de las voces ius y civile; ius era la palabra con que los
romanos designaban al derecho creado por los hombres, en oposición a fas o derecho sagrado; y civile,
aquella voz con la que se hacía referencia a los ciudadanos romanos; originalmente servía para designar el
derecho propio de la ciudad, de los ciudadanos romanos, por lo que también se le denominaba ius quiritio.
Este derecho se contraponía al ius Gentium, ius naturalis y ius sacrum, esto es, al derecho que regía a los
extranjeros, a las naciones no romanas y a las cosas sagradas, respectivamente. Los romanos consideraron
al ius civile como opuesto del ius Gentium porque el primero sólo se aplicaba a los ciudadanos romanos y
el segundo a las relaciones con los extranjeros.
Para los romanos el ius civile comprendía el conjunto de reglas de derecho propias de cada pueblo, que
contenía la singularidad de cada uno de ellos y daba a cada legislación un carácter único. En el caso de
Roma, se entendía por ius civile el conjunto de instituciones propias de los ciudadanos romanos, de las
cuales no participaban los extranjeros. Se formaba por las fuentes formales: ley, plebiscitos, edictos de los
magistrados, senadoconsultos y constituciones imperiales.
Al realizarse la romanización del Imperio por la concesión de la ciudadanía a sus habitantes, la codificación
de Justiniano y la aceptación de la personalidad de la Iglesia romana, todo el derecho privado fue derecho
civil, contrapuesto al ius canonici, o sea, a las disposiciones emanadas de los concilios y la jerarquía
eclesiástica, sobre todo en relación con el bautismo, el matrimonio y las defunciones, así como la capacidad
de los bautizados.
Durante la Edad Media surgieron nuevas manifestaciones jurídicas a consecuencia de la desaparición del
Imperio de Occidente, las invasiones bárbaras, la creación de los feudos, los fueros, las villas y las ciudades,
así como por la creación de los gremios, en especial el desarrollo del comercio y la banca. De este modo
nacieron otras formas de regulación jurídica distintas del derecho común fundado en las reglas compiladas
en el Corpus Iuris Civile; junto a estas disposiciones, que constituían el fondo del derecho común para las
naciones cristianas, se desarrolló también un derecho gremial, como el de los mercaderes, para el
intercambio de bienes y servicios, que dio lugar al derecho mercantil; un ius canonici en todo lo relativo al
derecho familiar y un sistema de propiedad de la tierra con base en los fueros feudales.
El derecho civil adquirió entonces su característica de derecho común, supletorio de los derechos especiales
y aplicable a todos los hombres, con independencia de sus fueros especiales (nobleza, eclesiásticos,
militares, comerciantes o extranjeros) y, por tanto opuesto o supletorio de todas las otras regulaciones
jurídicas.
La formación de los Estados nacionales con el poder de las monarquías, la secularización que trajo consigo
el Renacimiento, pero sobre todo la Revolución Francesa, recuperaron para el derecho civil materias que le
habían restado la Iglesia y los gremios, con sus fueros y privilegios.
Jean Domat, jurista clásico francés, precisó en el siglo XVII la distinción entre derecho público y derecho
privado, dando a este último la connotación que llega a nosotros mediante la codificación napoleónica: la
del derecho civil con las características de un derecho privado, nacional y común.
El derecho civil es privado porque los sujetos de las relaciones reguladas por él son los seres humanos como
tales, independientemente de su ocupación o función social, título profesional o nacionalidad; además,
comprende la regulación de su estatus personal desde su nacimiento hasta su muerte, incluidas sus
relaciones familiares y patrimoniales.
El derecho civil es nacional porque cada Estado y nación han regulado las relaciones humanas atendiendo
a las características de su sociedad, sus costumbres e idiosincrasia.
El derecho civil es común porque independientemente de azares políticos o racistas –que aún subsisten-, iguala
a todos los hombres en sus relaciones como seres humanos, sin importar raza, religión, riqueza, saber, sexo,
nacionalidad o idioma.
En el derecho moderno, el Código Napoleónico de 1804 se constituyó en la codificación prototipo y
antecedente de todos los códigos de las culturas latinas y, por ende, de la legislación civil mexicana. En este
sentido, los códigos civiles que han regido en México desde 1870 son resultado de la influencia de esa
codificación francesa. Lo es también el Código Civil para el Distrito Federal vigente, que data de 1928, así
como su antecedente el Código Civil del Distrito Federal de 1884.
Es importante destacar la intención del legislador de hacer prevalecer en el Código Civil actual el principio
de solidaridad, en contraposición al individualismo de los códigos civiles anteriores; así, se observa que
pondera, entre otros, el principio de territorialidad para su aplicación; la exención de la sanción ante la
ignorancia de la ley por notorio atraso intelectual, lejanía de las vías de comunicación y extrema miseria; y
la facultad de los habitantes del Distrito Federal de ejercer sus actividades y para usar y disponer de sus
bienes sin perjudicar a la colectividad. Asimismo,, reconoce y protege la propiedad privada y ordena su uso
y disposición con las limitaciones y modalidades de ley; establece la expropiación por causa de utilidad
pública, e iguala la situación jurídica de todas las personas. En todo ello se trata de armonizar siempre el
interés público con el interés privado.

¿Qué papel desempeñaba el ius civile en la sociedad romana?


Regular las relaciones de los ciudadanos romanos con exclusión de los extranjeros. El ius civile era un
derecho clasista, ya que estaba reservado únicamente a los ciudadanos romanos; y aunque por el derecho
natural y el derecho de gentes todos los habitantes estaban sujetos al derecho, las ventajas propias de la
ciudadanía daban ciertos privilegios a los ciudadanos, como el connubium, la instae nuptiae y la patria
potestas. No se debe olvidar que el derecho privado romano estuvo siempre en evolución y sus cambios
fueron adaptándose al desenvolvimiento de la sociedad.

¿En qué periodo de su evolución el derecho romano privado llega a ser derecho civil de las nuevas
nacionalidades?
En el periodo de las invasiones bárbaras y la desaparición del Imperio de Occidente, cuando se introducen
personas, leyes y costumbres distintas en los territorios ocupados originalmente por la autoridad roana, el
derecho privado romano subsistió como base común a todos los pueblos que habitaban dicho imperio,
concretado en la codificación justinianea.

¿En qué momento el derecho civil pasa a ser derecho común frente a los derechos especiales?
Al crearse las nuevas nacionalidades y los nuevos derechos, momento en que el derecho romano se
mantuvo en su aplicación y espíritu a través de los textos justinianeos.

¿Cómo llega el derecho civil a ser supletorio de las demás regulaciones jurídicas?
A partir de la inspiración de las legislaciones modernas de las nuevas naciones en el derecho romano y de
la insuficiencia de estos nuevos derechos, dado que los estudios, casos y citas de los juristas romanos se
analizaron en las escuelas y se aplicaron en los tribunales por medio de sentencias en latín; se consideraron
sabiduría jurídica y se aceptaron como principios generales para aplicarse a falta de textos legislados, en
virtud de que tales derechos no siempre tenían solución para los problemas que se presentaban a sus
jueces, por lo que éstos recurrían a los textos romanos en busca de solución, y el derecho romano actuaba
como derecho supletorio.

Señale el contenido del derecho civil en el transcurso del tiempo, en Roma, en la Edad Media y en la
actualidad.
En Roma el derecho civil, como derecho de los ciudadanos, incluía preceptos públicos como el ius sufragi
(derecho a votar) y el ius honorum (derecho a desempeñar puestos públicos), además de ciertos privilegios
como el connubium y el iustae nuptiae respecto del matrimonio, los hijos y la propiedad de las cosas sujetas
a ex iure quiritum.
En la Edad Media, la diferencia esencial que caracterizaba al derecho civil residía en que ciertas materias
(como el matrimonio, la paternidad y el parentesco) eran consideradas competencia de la Iglesia católica.
Por ende, los impedimentos para celebrar el matrimonio habían sido establecidos por el derecho canónico,
ya que éste reguló lo relativo a las relaciones familiares y a los gremios y lo concerniente al trabajo y al
comercio. Las demás relaciones privadas estaban bajo su regulación.
En la actualidad, el derecho civil abarca la totalidad de la regulación de la vida humana en lo que tienen de
común los hombres.

1.2 Ordenación Sistemática de los contenidos del Derecho Civil.

1.3 Los fines y principios que guían al Derecho Civil.

2. Teoría del Acto Jurídico.

2.1 Concepto de acto jurídico.

2.2 Clasificación del hecho jurídico Latu sensu.

2.3 Elementos de existencia del acto jurídico.

2.4 Requisitos de validez.

2.5 Cláusulas esenciales, naturales y accidentales del acto jurídico.

2.6 Personas afectadas por el acto jurídico.

2.7 Eficacia e ineficiencia del acto jurídico. Teoría de las nulidades.


2.8 Modalidades del acto jurídico.

2.9 Teoría del negocio jurídico.

3. Derecho de las personas.

3.1 Persona: (del latín per sonare: personaje, persona, personalidad. Ente capaz de ser sujeto de derechos
subjetivos y obligaciones).
En su acepción común denota al ser humano, es decir tiene igual connotación que la palabra “hombre”,
que significa individuo de la especie humana de cualquier edad o sexo.
Para el derecho, el hombre en toda su plenitud es considerado como un ser dotado de voluntad y al mismo
tiempo destinatario de las disposiciones legislativas. No es un dato que el derecho haya elaborado. No es
una construcción del derecho, es una realidad biológica y social.
La persona humana es un valor metajurídico en el sentido de que es el fundamento de múltiples reglas de
derecho, al punto que el derecho no puede negar su existencia, sin negarse a sí mismo, pero tampoco puede
ni debe pretender definir a la persona. Como realidad biológica, psicológica y social, se encuentra más allá
de lo jurídico.
No obstante que las palabras “persona” y “hombre” designan a los seres humanos, su connotación ofrece
una diferencia: En tanto que con el sustantivo “hombre” propiamente se particulariza la especie en un
individuo determinado como perteneciente a la humanidad, con la voz “persona” se quiere decir algo más,
se apunta en manera más clara y con mayor énfasis a la dignidad del ser humano, porque alude
implícitamente al hombre en cuanto está dotado de libertad para proponerse a sí mismo fines y para decidir
la dirección de su conducta con vista a la realización de tales fines; en suma, como un ser responsable ante
sí mismo y ante los demás, de su propia conducta loable o vituperable, desde el punto de vista moral o
social.
Como ser libre y además responsable, la persona es capaz de realizar deberes y tiene consciencia de la
existencia de esos deberes, morales, religiosos, sociales y jurídicos.
Desde el punto de vista jurídico el vocablo tiene una connotación técnica particular. El derecho no toma al
ser humano, para calificarlo como persona, en toda la amplísima y variada gama de fines íntimos, religiosos,
éticos (persona es el sujeto dotado de voluntad y razón), sociales, económicos, políticos, etc., que el ser
humano puede proponerse durante su existencia.
Al derecho sólo le interesa una porción de la conducta del hombre, aquella parte de la conducta que el
Derecho toma en cuenta, para derivar de ella consecuencias jurídicas. En este sentido se dice que es
“persona” el sujeto de derechos y obligaciones.
Esta definición, aceptable desde el punto de vista formal, requiere de una explicación que permita precisar
y aclarar lo que con ella quiere decirse, porque el sujeto de la relación de derecho, es un concepto creado
puramente por la técnica jurídica, que desde el punto de vista formal, podría ser aplicado al hombre, a un
animal o a una cosa inanimada. Y porque jurídicamente existe la posibilidad de que además de las personas
físicas o seres humanos, pueden ser sujetos de derechos y obligaciones las llamadas personas morales, a
saber, el Estado, las sociedades y las asociaciones, las instituciones de asistencia pública y privada, los
sindicatos, etc., que no tienen vida propia ciertamente, pero que por disposición del derecho, adquieren
personalidad para realizar ciertos fines distintos a los fines particulares de cada uno de los miembros que
las componen. Lo cual nos lleva a preguntarnos si el concepto de persona en derecho es un concepto
artificial creado por la norma jurídica o si corresponde a una noción previa que se impone al orden
normativo y en este caso, debemos preguntarnos si sólo el hombre es persona en Derecho o si existen otros
seres que puedan ser personas además de los seres humanos.
En la medida en que las relaciones humanas interesan al derecho, la persona humana se convierte en
persona en el mundo de lo jurídico, como un sujeto de derechos y obligaciones.
El derecho ha constituido un instrumento conceptual que se expresa con la palabra “persona” (sujeto de
derechos y obligaciones), instrumento creado en función del ser humano para realizar en el ámbito de lo
jurídico aquella porción de fines de su existencia que el derecho se ha encargado de proteger, a través del
ordenamiento jurídico.
El objeto de la ciencia jurídica no es el hombre, sino la persona. Y la distinción del hombre y persona
constituye uno de los conocimientos metódicos más importantes de dicha ciencia. Sin embargo, a pesar de
que en todo momento y lugar se insiste en esta distinción, se está aún lejos de haber extraído de ella todas
las consecuencias posibles. Compruébase esto en la distinción entre personas “físicas” y personas
“jurídicas”, sosteniéndose que las personas físicas son los hombres, y las personas jurídicas todos aquellos
sujetos de derecho que no son hombres.
El ser humano, para actuar en el foro del Derecho, adquiere en el sentido antes dicho, la calidad de persona,
sujeto de las relaciones jurídicas; para intervenir como sujeto de derechos y obligaciones, en la medida en
que los fines que se proponen realizar (ya comprar, ya vender, ya adoptar un hijo, ya hacer un testamento),
merece la tutela, la protección y garantía del ordenamiento jurídico.
Para Domínguez Martínez el concepto de persona en Derecho, es un conjunto de caracteres imprescindibles
de aquella. Así, ciertos fines que el hombre se propone, no son realizables o lo serían en manera difícil, si
pretendiera alcanzarlos mediante su solo esfuerzo individual, por lo que ante este supuesto, el hombre se
asocia con los demás hombres y constituye agrupaciones para alcanzar tales fines, combinando sus
esfuerzos y sus recursos con los de otros individuos, a fin de lograr aquellos propósitos que no puede por sí
solo realizar.
En fin que ya se trate de persona física (seres humanos) o de la persona moral, el derecho protege y
garantiza sólo aquellos fines que estima valiosos, y para lograr esa protección y garantizar la realización de
tales fines, construye el concepto de “personalidad”, que es susceptible de aplicarse a la persona humana
individualmente o a un conjunto de hombres o de bienes organizados (sociedades y asociaciones,
fundaciones) para la realización de ciertas finalidades jurídicamente valiosas.
La persona es el centro imprescindible alrededor del cual se desenvuelven otros conceptos jurídicos
fundamentales, como la noción y la existencia misma del Derecho objetivo y del Derecho subjetivo, la
obligación, el deber jurídico y la concepción de toda relación jurídica. Todos estos conceptos básicos en la
dogmática y en la realidad del Derecho, no podrían encontrar una adecuada ubicación en la sistemática
jurídica sino a través del concepto “persona”.
Es persona jurídica el ser humano en cuanto su conducta es regulada por la norma.

Personalidad:
La personalidad es una manifestación, una proyección del ser en el mundo objetivo. En el lenguaje
ordinario, se dice que una persona tiene o no personalidad o que tiene, de acuerdo con su modo de ser,
mayor o menor personalidad, sin que esto implique la negación de su categoría de persona.
De la misma manera, en el aspecto jurídico, la persona participa en las relaciones jurídicas, o sufriendo las
consecuencias de la violación de un deber jurídico, como sujeto activo o pasivo de un determinado vínculo
de derecho.
Los conceptos de “personalidad” y de “capacidad de goce”, no significan lo mismo aunque se relacionan
entre sí. La personalidad significa que el sujeto puede actuar en el campo del derecho. Diríamos que es la
proyección del ser humano en el ámbito de lo jurídico. Es una mera posibilidad abstracta, para actuar como
sujeto activo o pasivo, en la infinita gama de relaciones jurídicas que puedan presentarse.
La capacidad alude a situaciones jurídicas concretas (para celebrar tal o cual contrato, para contraer
matrimonio, con determinada persona, para adquirir éste o aquel bien mueble o inmueble, etc.). De tal
manera que sin mengua de su personalidad, una persona puede carecer de capacidad para adquirir un bien
determinado. Si es por ejemplo, mandatario del vendedor (¿?).
La personalidad es única, indivisa y abstracta. La capacidad de goce es múltiple, diversificada y concreta.
En tanto que el Derecho es impotente para crear a los seres humanos, es decir, a las personas físicas, puede
construir y ha construido un dispositivo o instrumento que se denomina personalidad, a través de la cual
las personas físicas y las personas morales, jurídicas o colectivas, pueden actuar en el tráfico jurídico
(comprando, vendiendo, tomando en arrendamiento, adquiriendo bienes, etc.) como sujetos de las
relaciones jurídicas concretas y determinadas.
La personalidad es la aptitud para intervenir en ciertas y determinadas relaciones jurídicas; significa que de
acuerdo con la norma jurídica la persona puede válidamente colocarse en la situación u ocupar el puesto
de sujeto de una determinada relación jurídica.

Capacidad y legitimación (legitimación está derogada en el código civil)

Capacidad: Es el atributo más importante de las personas. Todo sujeto de derecho, por serlo, debe tener
capacidad jurídica; ésta puede ser total o parcial. Es la capacidad de goce el atributo esencial e
imprescindible de toda persona, ya que la capacidad de ejercicio que se refiere a las personas físicas, puede
faltar en ellas y, sin embargo, existir la personalidad.
La capacidad jurídica es atributo inseparable de la persona humana; se la adquiere por el hecho mismo de
la existencia, esto es, por nacimiento y desde el momento del nacimiento; y acompaña al sujeto hasta la
muerte. También el niño y el loco gozan de la capacidad jurídica; la capacidad jurídica es la regla.
La capacidad se divide en capacidad de goce y capacidad de ejercicio:
La capacidad de goce es la aptitud para ser titular de derechos o para ser sujeto de obligaciones. Todo sujeto
debe tenerla. Si se suprime, desaparece la personalidad por cuanto que impide al ente la posibilidad jurídica
de actuar.
Se ha sostenido que la esclavitud y la muerte civil fueron causas extintivas de la personalidad, de tal manera
que el esclavo se reputaba cosa y el declarado civilmente muerto, perdía todos sus derechos, cesando ipso
iure su personalidad. Lo cierto es que ni la esclavitud ni la muerte civil lograron extinguir todos los deberes
de la persona, aun cuando sí extinguieron sus derechos. Para que la esclavitud se pueda considerar como
extintiva totalmente de la capacidad de goce, es necesario que el esclavo carezca de derechos subjetivos y
de deberes, lo cual es imposible, pues jamás se le podrá considerar, desde el punto de vista penal, como a
un sujeto irresponsable: el esclavo siempre podrá ser juzgado penalmente y sancionado; tendrá deberes
jurídicos para respetar todos aquellos valores que el derecho tutela. Por esto, el esclavo es persona desde
el punto de vista penal, y tiene capacidad, ya que se le pueden imputar deberes jurídicos.
La muerte civil trae como consecuencia la pérdida de los derechos del estado civil, de los derechos de
potestad, de los patrimoniales y de los políticos públicos subjetivos; es decir, prácticamente todo el status
de la persona desde el punto de vista de sus facultades era suprimido por el derecho, bien como una pena
o como una consecuencia del voto religioso, que originaban para los efectos jurídicos la extinción de todas
esas facultades. Era tan estricto el régimen de la muerte civil, que implicaba la disolución del vínculo
matrimonial y, por lo tanto, el otro cónyuge quedaba en libertad de celebrar otro matrimonio; quien la
sufría perdía sus derechos de patria potestad y de potestad marital, su calidad de nacional y de ciudadano,
y por tanto, sus derechos políticos y públicos subjetivos; perdía también todos sus derechos patrimoniales:
sus bienes, sus derechos de crédito y sus derechos reales. Sin embargo, el que sufría la muerte civil no
perdía su calidad de persona por cuanto que mantenía una cierta capacidad, por ejemplo, para celebrar los
contratos indispensables para su subsistencia; no se le podía negar la capacidad jurídica para comprar
víveres; de trabajar estando en libertad y, por consiguiente, de obtener un salario.

PIÑA: En relación con la persona física se hace referencia a su personalidad, o sea, a su aptitud para ser
sujeto activo o pasivo de relaciones jurídicas. Considérese pues, la personalidad como capacidad jurídica.
La doctrina en general admite que esta capacidad presenta dos manifestaciones, que son la idoneidad para
tener derechos y la idoneidad para ejercitarlos (capacidad abstracta y concreta, respectivamente).
La capacidad de derecho supone para CASTAN una posición estática del sujeto, mientras que la de ejercicio
denota una capacidad dinámica, siendo la primera, como observa FERRARA y recuerda el autor que se acaba
de citar, “la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones, la abstracta posibilidad de recibir los efectos
del orden jurídico; la segunda, la capacidad de dar vida a actos jurídicos, de realizar acciones con efecto
jurídico, ya produciendo la adquisición de un derecho u obligación, ya su transformación o extinción, ya su
persecución en juicio”.
Escribe DUALDE, con el propósito de señalar una distinción clara entre los términos “personalidad” y
“capacidad”, que éstas son ideas muy afines, pero que se diferencian en que la primera es la aptitud para
ser sujeto de derechos y obligaciones en general, mientras que la segunda se refiere a derechos y
obligaciones determinados.
La incapacidad de hecho, o sea, la limitación de la capacidad de derecho, se clasifica en natural y legal.
La distinción entre la capacidad natural y la legal no se encuentra suficientemente clara ni en la doctrina ni
en la legislación. El Código Civil, en su Art. 450, dice que tienen incapacidad natural y legal: I. Los menores
de edad. II. Los mayores de edad disminuidos o perturbados en su inteligencia, aunque tengan intervalos
lúcidos; y aquellos que padezcan alguna afección originada por enfermedad o deficiencia persistente de
carácter físico, psicológico o sensorial o por la adicción de sustancias tóxicas como el alcohol, los
psicotrópicos o los estupefacientes; siempre que debido a la limitación, o la alteración en la inteligencia que
esto les provoque, no puedan gobernarse y obligarse por sí mismos, o manifestar su voluntad por algún
medio.
En realidad la incapacidad natural es la derivada de la falta de edad o de la enfermedad y la legal la fundada
en todas las demás causas establecidas por la ley.
La interdicción es un estado especial de las personas que constituyen una incapacidad para la realización
de determinados actos civiles.
La interdicción se produce en virtud de una resolución judicial, civil o penal, siendo ésta consecuencia
accesoria de determinadas sanciones penales.
El Código Civil dispone que las restricciones a la personalidad jurídica implícitas en la minoría de edad, las
incapacidades o el estado de interdicción, no deben menoscabar la dignidad de la persona ni atentar contra
la integridad de la familia.

3.2 Personas físicas.

3.2.1 Adquisición y pérdida de la personalidad:


GALINDO: Por lo que se refiere a las personas físicas, la personalidad se inicia con el nacimiento y termina
con la muerte (Art. 22 del Código Civil CDMX). No obstante, el precepto legal mencionado establece que
antes del nacimiento de la persona, es decir desde el momento en que el ser es concebido, se le tiene por
nacido para los efectos declarados en el Código Civil y por lo tanto, desde la concepción, desde que se inicia
la vida intrauterina, entra bajo la protección de la ley (pueden recibir donaciones, legados, herencias, ser
reconocidos como hijos cuando la mujer está embarazada) (Ojo: creo que esa protección no se refiere a la
vida de un feto dentro del vientre materno: Art. 145 del Código Penal habla de la pena que alcanzaría quien
incurre en aborto).
La lectura dice que esta disposición legislativa puede ser interpretada como si la personalidad se adquiriera
antes del nacimiento de la persona; sin embargo, es necesario fijar el sentido de esta disposición, con vista
a la protección del ser humano, y puesto que la gestación es un anuncio de alumbramiento, el Derecho
objetivo no puede desatender que ciertas medidas cautelares o precautorias de carácter conservatorio de
los derechos que puede adquirir el ser concebido, deben ser adoptadas para que si llega a nacer, si adquiere
vida propia, si llega a vivir por sí mismo, ya separado de la madre, pueda adquirir definitivamente ciertos
derechos.
El nasciturus en tanto no ha nacido y en tanto el nacimiento no se produzca con determinados requisitos,
no ha adquirido aún personalidad. El Derecho conserva en su favor, los derechos que eventualmente
adquirirá cuando nazca, porque sólo a partir del momento de su nacimiento va a adquirir la capacidad
jurídica; pero nada impide que antes de nacer, siempre que esté concebido, pueda ser designado
válidamente heredero, legatario o donatario, si llega a adquirir personalidad después de nacido. Por ello, el
Derecho establece la protección a que se refiere el Art. 22 del Código Civil, protección que se manifiesta en
la conservación de esos derechos, para que si llega a cumplirse la condición suspensiva establecida por la
ley (el nacimiento), pueda adquirirlos definitivamente.
¿En qué momento se dice que el ser concebido ha nacido para el Derecho? No puede afirmarse que un ser
a pesar de haber nacido fisiológicamente, tiene la calidad de persona sino hasta que adquiere vida propia,
independientemente de la vida de la madre; es decir, cuando ha sido separado enteramente del seno de la
madre y aliente por sí mismo. En tanto esto no ocurra, el feto en la vida extrauterina sigue formando parte
del ser de la madre.
La personalidad de la persona física se extingue con la muerte. Actualmente el Derecho positivo mexicano
no reconoce ninguna otra causa extintiva de la personalidad, distinta de la muerte.
No es exacto afirmar que la personalidad sobrevive a la persona y que quien ha fallecido sea considerado
como sujeto de derecho. Ej.: Dos personas, de las cuales una es heredera de la otra, mueren en un mismo
accidente. En derecho francés, si no se puede probar la superviviencia de una de ellas por las circunstancias
de hecho, se presume la supervivencia de una de ellas por la fuerza de la edad y del sexo. Esta teoría no es
aplicable en sus términos en el Derecho positivo mexicano.
La muerte como hecho jurídico, se examina desde el punto de vista a) de su prueba, b) del momento en
que ésta tiene lugar y c) de los efectos que produce.
a) La prueba de la muerte de una persona, implica la comprobación del hecho biológico de la cesación de
toda vida orgánica, cesación que se manifiesta en la paralización definitiva, irreversible, de las funciones
del aparato circulatorio, a consecuencia de que el corazón ha dejado de latir. Acta de defunción
constituye la prueba formal de la muerte de una persona.
b) Es importante, en ciertos casos, determinar el momento del fallecimiento de una persona, pues en ese
mismo momento se abre la sucesión hereditaria. Sólo los que en ese momento están concebidos
(aunque no hayan nacido) o las personas nacidas y a quien se tenga por vivas en el momento de la
muerte, pueden recoger la herencia. (Respecto de la comoriencia, a falta de prueba, se presumen
muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro).
Los efectos de la muerte son a) la cesación de la personalidad, b) la extinción de los derechos y
obligaciones que dependan de la vida de la persona, c) la apertura de su sucesión hereditaria.
La institución de heredero o de legatario en favor de los concebidos pero no nacidos, produce el efecto
de suspender la división de la herencia, hasta que se verifique el parto o hasta que transcurra el término
máximo de la preñez (300 días posteriores al de la concepción) sin que haya tenido lugar el parto dentro
de ese plazo; para el efecto de que si no hay alumbramiento amplísimo que la ley fija, si el producto de
la concepción nace muerto, o no vive 24 horas, ni es presentado vivo al Registro Civil, se podrá llevar al
cabo la partición de la herencia y la adjudicación de bienes en favor de los herederos y legatarios,
prescindiendo enteramente de los eventuales derechos que habría adquirido el heredero póstumo que
no llegó a nacer y por lo tanto, la herencia se distribuirá en su totalidad entre las demás personas con
derecho a heredar.
Si logra sobrevivir 24 horas después de nacido o si ha presentado vivo al Registro civil (aunque no haya
vivido esas 24 horas) el ser humano ha adquirido la personalidad. Por lo tanto, si llegare a morir después
de este lapso, se abre su sucesión hereditaria a la cual entrarán por derecho propio los herederos de
esa persona, porque reconocida su personalidad, tiene capacidad para adquirir un patrimonio que al
morir se transmite a sus herederos legítimos.
En otro sentido, tal protección legal, se refleja en que la madre que ha quedado encinta a la muerte del
marido, tiene derecho a percibir alimentos con cargo a la masa hereditaria (art. 1643 C.C.)

RAFAEL PIÑA: El origen de la personalidad del sujeto individual de derechos se coloca, según las diversas
doctrinas formuladas a este respecto, bien en el momento de la concepción, bien en el del nacimiento (ya
puramente o retrotrayendo los efectos jurídicos al momento de la concepción), bien en el momento en que
el nacido muestra aptitud para seguir viviendo separadamente del claustro materno.

El Código Civil establece que la capacidad jurídica de las personas físicas se adquiere por el nacimiento, pero
que desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le tiene por
nacido para los efectos declarados en dicho código.
El nacimiento tiene lugar desde el momento en que el feto ha salido completamente del claustro materno.
No obstante, el derecho positivo protege la existencia del no nacido, por medio de las sanciones que las
leyes penales señalan contra los autores del delito de aborto y con la reserva de derechos al concebido,
contenida en la legislación civil.

El Código Civil preceptúa que para los efectos legales, sólo se reputa nacido el feto que, desprendido
enteramente del seno materno, vive 24 horas o es presentado vivo al Registro Civil.

RAFAEL PIÑA: Persona física es el ser humano, hombre o mujer.

3.2.2 Atributos de la persona física.


Las cualidades o propiedades de un ser constituyen sus atributos. Como atributos de la persona individual
señalan los autores los siguientes:
a) Nombre: Es el signo que distingue a una persona de las demás en sus relaciones jurídicas y sociales. El
nombre civil se compone del nombre propio (Juan, Pedro) y el nombre de familia o apellidos (Rodríguez,
Fernández).
El modo de adquisición del nombre de familia es la filiación. El nombre propio se impone a la persona
por la voluntad de sus familiares; el de la familia, viene determinado forzosamente, sin que pueda
cambiarse por capricho.
El nombre patronímico o de familia no pertenece en propiedad a una persona determinada, sino que es
común a todos los miembros de la familia, por lo que para determinar el de cualquier persona es preciso
no solamente poder ligarla legalmente a una familia determinada, sino, además, conocer el nombre que
llevan los miembros de dicha familia.
El nombre como atributo de la personalidad es, en términos generales, inmutable, pero este principio
admite excepciones, siempre que sean expresas.
El “buen nombre”, es decir, el prestigio social del apellido, depende de la conducta de la familia, no
exclusivamente de la de cualquiera de sus miembros, por lo que en defenderlo existe un interés común.
El nombre se encuentra protegido por el derecho y en este sentido se dice que toda persona tiene
derecho al nombre. El Código Civil dispone que en el acta de nacimiento de la persona física debe
constar, necesariamente el nombre y apellidos del inscripto.
El derecho al nombre supone también, para algunos autores el deber frente al Estado de llevar (es decir
usar) el que verdaderamente se tenga, deber que se califica de público, en atención a que quien se sirve
de un nombre que no le corresponde frente a cualquier funcionario estatal competente es sancionado
penalmente.
El Código Penal para el Distrito Federal (Art. 249 Fracc. 1) define y sanciona como delictiva la ocultación
del nombre y apellido propios, tomando otro, bien sea imaginario o perteneciente a otra persona.
De acuerdo con el Código Civil, el hijo nacido de matrimonio tiene derecho a que se haga constar en el
acta el nombre y apellidos de los padres; el hijo reconocido tiene derecho a llevar el apellido de quien lo
reconoce; el adoptado el de quien lo adopta.
El seudónimo empleado por autores o artistas tienen también la protección de la ley (Art. 77 de la Ley
Federal del Derecho de Autor). Sin embargo, el seudónimo no puede considerarse lícito en cuanto pueda
perjudicar a alguien. Tampoco sustituye al verdadero nombre, el cual sigue siendo obligatorio para quien
lo adopta en todos los actos de la vida civil.

b) Domicilio: El domicilio de la persona física es el lugar en que reside con el propósito de establecerse en
él; a falta de éste, el lugar en que tiene el principal asiento de sus negocios; y a falta de uno y otro, el
lugar en que se halle. El Código Civil presume el propósito de establecerse en un lugar de la circunstancia
de que se resida en él por más de seis meses.
El domicilio completa la identificación de la persona, que el apellido contribuye a asegurar; lo mismo que
todo individuo tiene un nombre y un apellido, debe tener una sede legal en la cual se le ha de considerar
siempre como presente, aun cuando de hecho se encuentre momentáneamente alejado de ella.
Esta fórmula pone de relieve una de las características del domicilio: su naturaleza abstracta y ficticia:
Ocurre con la sede de una persona como con la sede de un gobierno: por mucho que los ministros se
desplacen, el gobierno continúa inmutable. De la misma manera, el domicilio de un particular no se halla
influido por los viajes que ese particular efectúa: dicho domicilio tiene carácter de fijeza, de permanencia
y, por consiguiente, de ficción.
Existen tres clases de domicilio: el voluntario, el legal y el convencional, según nuestro sistema jurídico
civil.
Domicilio voluntario es aquel que la persona elige y puede cambiar a su arbitrio.
Domicilio legal de una persona es el lugar donde la ley le fija su residencia para el ejercicio de sus
derechos y el cumplimiento de sus obligaciones, aunque de hecho no esté allí presente.
Se reputa domicilio legal: a) del menor de edad no emancipado, el de la persona a cuya patria potestad
está sujeto. b) Del menor de edad que no esté bajo la patria potestad y del mayor incapacitado, el de su
tutor. c) En el caso de menores o incapaces abandonados, el lugar de su residencia habitual. d) De los
cónyuges, aquel en el cual vivan de consuno (de común acuerdo), sin perjuicio del derecho de cada
cónyuge de fijar un domicilio legal. e) De los militares en servicio activo, el lugar en que están destinados.
f) de los servidores públicos, el lugar donde desempeñan sus funciones por más de seis meses. g) de los
funcionarios diplomáticos, el último que hayan tenido en el territorio del Estado acreditante, salvo con
respecto a las obligaciones contraídas localmente. h) De las personas que residan temporalmente en el
país en el desempeño de una comisión o empleo de su gobierno o de un organismo internacional, será
el del Estado que los haya designado o el que hubieren tenido antes de dicha designación
respectivamente, salvo con respecto a obligaciones contraídas localmente. i) de los sentenciados a sufrir
una pena privativa de la libertad por más de seis meses, la población en que la extingan, por lo que toca
a las relaciones jurídicas posteriores a la condena; en cuanto a las relaciones anteriores, los sentenciados
conservarán el último domicilio que hayan tenido.
El Código Civil faculta para designar un domicilio convencional para el cumplimiento de determinadas
obligaciones.
Los autores distinguen entre domicilio, residencia y habitación. El domicilio ha quedado definido. La
residencia, que puede, como hemos visto, determinar el domicilio, cuando concurre con ella el propósito
de establecerse en el lugar, es el lugar en que una persona se encuentra, sin el propósito de domiciliarse.
El concepto de habitación es más restringido, pues significa, simplemente, la casa, la morada o vivienda
de alguien.
Transeúntes son las personas que se encuentran de paso en un determinado lugar.
Los estudiosos del derecho han planteado la cuestión de si el domicilio de la persona física deber ser
único o puede ser vario. La unidad del domicilio es la regla general; la multiplicidad la excepción.
c) El estado: El estado como atributo de la personalidad es la situación jurídica de un individuo en función
de los grupos sociales de los que necesariamente forma parte: la familia y la nación.
En relación con el primero, las personas pueden ser padres, hijos, esposas, maridos, hermanos, etc.; en
relación con el segundo pueden ser nacionales o extranjeras, y según sea este nexo, se puede hablar de
mexicano o extranjero, ciudadano o no ciudadano.
Existe un tercer estado, que es el personal, en el que no hay propiamente una relación, sino una
“comparación” entre el individuo considerado y los demás miembros de la comunidad; entonces se
habla de ser mayor o menor de edad, capaz o incapaz, etc.
Características: Es una alternativa: toda persona tiene un estado y no el contrario. No se pueden tener
dos estados contradictorios; no se es nacional y extranjero, ni soltero y casado al mismo tiempo, sino
que se tiene uno y otro de los estados.
Es Indivisible y absoluto: no se puede tener un estado respecto de una persona y el contrario en relación
con otras, ni se puede ser hijo respecto de ciertos miembros de la familia y no serlo en cuanto a otros.
Se encuentra fuera del comercio: No tiene un valor apreciable en dinero, aunque puede generar efectos
pecuniarios (alimentos, herencia).
Es intransmisible: en tanto que no puede ser objeto de traslado, entrega, sesión, traspaso o enajenación.
Es irrenunciable: ya que es un derecho que no puede ser renunciado.
Es imprescriptible: en tanto que no se adquiere ni se extingue por el simple transcurso del tiempo.
Puede ser materia de posesión: en tanto que es inherente a la persona y no puede prescindir de él.

d) El patrimonio: En torno a la naturaleza del patrimonio existen dos teorías (que presentan, a su vez,
diferentes matices): la clásica, subjetivista, llamada también personalista, que considera el patrimonio
como un reflejo de la personalidad, y la objetiva o económica, que defiende la existencia del patrimonio
sin objeto y concibe el patrimonio como una individualidad jurídica propia, sin tomar en cuenta el hecho
de que esté unido o no a una persona.
Generalmente se atribuye al patrimonio un doble aspecto económico y jurídico, definiéndose en el
primero de estos sentidos como el conjunto de obligaciones y derechos en su apreciación económica; y
en el segundo, como el conjunto de relaciones jurídicas, activas y pasivas, pertenecientes a un sujeto
que sean susceptibles de estimación de naturaleza pecuniaria.
El patrimonio es concebido por la teoría subjetiva o personalista, que es la que ha tenido mayor
aceptación, como una cualidad substantiva de la personalidad. De acuerdo con esta doctrina ha sido
definido el patrimonio como el conjunto de bienes o riquezas que corresponden a una persona o como
el conjunto de derechos y obligaciones que corresponden a un solo titular, pero afirmando, sin
embargo, que cuando se habla de patrimonio como atributo de la persona se hace referencia más bien
que al patrimonio, en su consideración económica-jurídica, a la capacidad patrimonial o de tener un
patrimonio; es decir, a la facultad o aptitud potencial para adquirirlo.
El objeto del patrimonio tiene siempre, según ello, un valor pecuniario. Dada esta posición, la afirmación
de que toda persona tiene patrimonio, aunque no tenga bienes, que es una tesis de la doctrina a que
nos referimos, resulta un tanto extraña.
3.2.3 Registro Civil.

3.2.4 Derechos de la personalidad.

3.3 Personas morales o colectivas.

3.3.1 Principales teorías que explican la personalidad moral.

3.3.2 Adquisición y extinción de personalidad por las personas morales.

3.3.3 Atributos de las personas morales.

3.3.4 Funcionamiento de las personas morales.

Se denominan actos jurídicos a aquellos que mediante un escrito, que firman de común acuerdo distintas partes,
especifican una serie de derechos y obligaciones para esas partes, sean estas personas físicas o jurídicas.

Se puede afirmar que la esencia de todo lo que se ha elaborado en materia de derecho positivo en las distintas
culturas está en los actos jurídicos, pues son estos las manifestaciones humanas más elementales de la intención
de producir efectos y atenerse a ciertas reglas de convivencia para una vida en sociedad.

En general, el contrato es el instrumento público que tiene la intención de poner de manifiesto frente a los
actores involucrados y también frente a terceros aquello que se ha consensuado, pero debe entenderse que el
concepto de acto jurídico precede la existencia de un instrumento que lo formalice o constate.

¿Qué actos no son jurídicos?

La denominación de acto jurídico puede desprenderse desde la totalidad de los hechos que realizan los seres
humanos, dejando fuera determinados actos:

•Aquellos que no tienen efecto jurídico alguno

•Los que no son realizados de forma voluntaria

•Los que se hacen sin el completo discernimiento de los intervinientes

•Los que no constituyen una actividad lícita


Lo fundamental, entonces, es el hecho de que nazca un intercambio de derechos y obligaciones a la luz de
consensos que ha elaborado la sociedad, y a través de todas las herramientas necesarias para que se tenga
constancia de que la relación fue motivada por la genuina voluntad de las partes. Solo en ese caso podrá hablarse
efectivamente de un acto jurídico.

Clasificación de los actos jurídicos

Los actos jurídicos se pueden clasificar de diferente manera, ajustándose a diferentes criterios según:

•El interés que prevalece, es decir, si prima el interés público o el interés particular, en cuyo caso se referirán a
actos del derecho público o del derecho privado, respectivamente.

•La modalidad de la declaración (unilateral, bilateral o multilateral)

•La existencia o no de intercambio de dinero (onerosos o gratuitos).La existencia o no de una ley que medie el
acto (típicos y atípicos)

•Las características del acuerdo (patrimonial o extrapatrimonial)

•El momento de la ejecución (instantáneos, diferidos y de tracto sucesivo)

Muchos actos jurídicos se perfeccionan con la entrega de un bien u otro acontecimiento (consensuales y reales).
Esas clasificaciones son solo algunas, lo importante es que en el marco del derecho siempre se trata de que quede
la menor cantidad de vacíos legales frente a eventuales contingencias.

Listado de actos jurídicos

A continuación se detallan una serie de actos jurídicos habituales a modo de ejemplo:

1. La constitución de una sociedad de responsabilidad limitada (SRL)


2. La registración del nacimiento de un niño
3. La renegociación de los intereses de una deuda
4. El arrendamiento de un terreno para producir
5. La compra de un inmueble
6. El pago de una deuda
7. La transmisión de un vehículo a un pariente, aunque no haya habido dinero en la transacción
8. Alquiler de un departamento para pasar unas vacaciones
9. El matrimonio civil entre dos personas
10. El nacimiento de una relación de trabajo por medio de un contrato
11. La firma de un acuerdo de libre comercio entre dos países
12. El registro de una propiedad intelectual
13. El divorcio entre dos personas
14. El registro de una defunción de una persona
15. Firma de un crédito hipotecario
16. Pago de una fianza
17. La compra de un fondo de comercio por parte de una empresa
18. Convocatoria de acreedores en un proceso de quiebra
19. La firma de un contrato de prestación de un servicio de seguro
20. La cesión de los derechos sobre una obra de cualquier tipo
Se considera que un acto jurídico es la manifestación que una persona realiza por propia voluntad, en la que
intervienen acuerdos con requisitos legales que han sido establecidos en cada situación, que tiene como objetivo
crear, modificar, transferir o extinguir derechos y obligaciones, con la intención de producir consecuencias jurídicas.
Para que la voluntad expresa de una persona sea considerada un acto jurídico debe de reunir los requisitos que la
ley exige en cada caso y que se denominan elementos esenciales y de validez. Los elementos esenciales de un acto
jurídico son aquellos que no pueden faltar, ya que si se carece de uno de éstos, el acto jurídico no existe, es decir
que se declara como inexistente. Los elementos necesarios para la existencia de un acto jurídico son: La voluntad
expresa del autor para realizarlo, la existencia del objeto sobre el que se realiza el acto, ésta debe de ser tanto física
como jurídica y en la solemnidad que la ley exige en cada caso. Un acto jurídico puede ser unilateral, cuando sólo
es necesaria la voluntad de una sola persona para cumplirlo, bilateral, o plurilateral cuando se requiere la voluntad
expresa de dos o más personas para llevarse a cabo.

Ejemplos de actos jurídicos unilaterales:

1. La oferta o policitación.
2. La aceptación.
3. El Testamento.
4. El reconocimiento de un hijo.
5. Registro de nacimiento.
6. Registro de defunción.
7. El divorcio unilateral.
8. Registro de derechos de autor.
9. Registro de propiedad intelectual.
10. Registro de una patente.
11. Registro de la propiedad ante notario público.

Ejemplos de actos jurídicos bilaterales:

1. Registro de contratos ante notario público.


2. Traslado de dominio.
3. Enajenación temporal del uso o goce de algo.
4. Restitución de lo ajeno.
5. Pago de lo debido.
6. Registro de una empresa.
7. El Matrimonio Civil.
8. El Divorcio en el que intervienen ambas partes.
9. Un contrato mercantil.
10. Contrato de trabajo.
11. Contrato de compra venta de un automóvil.
12. Contrato de un crédito.
13. Contrato de una inversión a plazos.
14. Contrato de compra venta de una casa.
15. Contrato de seguro de vida.
16. Contrato de prestación de servicios entre dos personas.
17. Contrato de hospitalización.
18. Una fianza.
19. Una permuta.
20. Una cesión de derechos.

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