LA LEYENDA DE RÓMULO Y REMO, ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
MITO FUNDACIONAL (TITO LIVIO)
Dice la leyenda que Ascanio, hijo del héroe
troyano Eneas (hijo de Venus y de
Anquises), habría fundado la ciudad de Alba
Longa sobre la orilla derecha del río Tíber.
Sobre esta ciudad latina reinaron muchos de
sus descendientes hasta llegar a Numitor y a
su hermano Amulio. Éste destronó a Numitor
y, para que no pudiese tener descendencia
que le disputase el trono, condenó a su hija,
Rea Silvia, a ser sacerdotisa de la diosa
Vesta para que permaneciese virgen.
A pesar de ello, Marte, el dios de la guerra,
engendró en Rea Silvia a los mellizos
Rómulo y Remo. Cuando éstos nacieron y
para salvarlos fueron arrojados al Tíber
dentro de una canasta que encalló en la zona
de las siete colinas situada cerca de la
desembocadura del Tíber, en el mar.
Una loba, llamada Luperca, se acercó a
beber y les recogió y amamantó en su
guarida del Monte Palatino hasta que,
finalmente, les encontró y rescató un pastor
cuya mujer los crió. Ya adultos, los mellizos
repusieron a Numitor en el trono de Alba
Longa y fundaron, como colonia de ésta, una
ciudad en la ribera derecha del Tíber, en el
lugar donde habían sido amamantados por la
loba, para ser sus Reyes. Se dice que la loba
que amamantó a Rómulo y Remo fue su
madre adoptiva humana.
INTENCIONALIDAD
Griegos y romanos hicieron múltiples versiones de este mito fundacional.
Para los griegos, lo fundamental era poder demostrar que Roma tenía, de hecho, orígenes
griegos (Aqueos –Ulises fundador- o Troyanos –Eneas fundador-). Así, la gloria de
Roma tenía su origen en la gloria de Grecia. Dionisio de Halicarnaso será el
encargado de enseñar a romanos y griegos que son mucho más cercanos de lo que
imaginan.
Para los historiadores romanos siempre es Rómulo quien funda Roma y lo que les
importa es la personalidad y las hazañas de Rómulo como primer rey de Roma. En él se
representan las virtudes y los vicios de la Roma monárquica, republicana e imperial.
Eneas es hijo de una diosa griega y los gemelos son hijos de un Dios romano. Es un
intento audaz por parte de Tito Livio (historiador romano) de vincular y, a la vez,
diferenciar ambas tradiciones mitológicas. No niega una posible influencia de los
griegos en la fundación de Roma pero Roma es lo que es por méritos propios.
Eneas no es una elección azarosa. En su huida de Troya, recomendada por Afrodita,
Virgilio nos recordará que Eneas para en Cartago y allí conoce a la reina Dido. Ésta se
enamora de Eneas y, por arte de Venus y Juno, yacen en una cueva y ella le entrega su
mano derecha (señal de matrimonio). Mercurio apremia a Eneas y este se marcha con
todo el dolor de su corazón. Dido se suicidará y lanzará una maldición sobre Eneas y su
descendencia que augurará las guerras púnicas y al vengador de Dido: Aníbal. Virgilio
nos dice que los romanos siguen su destino de grandeza implacablemente por
designio divino, por encima de todo, incluso del amor. A su vez, indica que el camino
no será fácil, que Roma tendrá enemigos jurados pero avisa de que la derrota más
absoluta será la consecuencia de su osadía.
El origen divino de los padres fundadores es una manera de decir que Roma está
favorecida por los Dioses y que su destino natural es gobernar y permanecer sobre el
resto. Así lo indica que el padre de los gemelos sea el Dios de la guerra y que sean
arrojados al Tíber en una canasta siguiendo las figuras de Edipo y Perseo, símbolos de
cambio social (sustitución de élites, Edipo) y de heroísmo y victoria de dimensiones
titánicas, nunca vistas (Perseo contra medusa y el kraken).
¿Por qué los amamantó una loba? ¿Por qué no una vaca? ¿O una cabra? Que sea un feroz
depredador no es casual. Los romanos distan de ser un pueblo pacífico, son belicosos
y consiguen cuanto quieren. En latín, loba es lupa y significa, literalmente, prostituta.
¿Podría ser esta una referencia a la tendencia al parricidio (muerte de padres
ocasionada por hijos) de muchos períodos de la historia de Roma o incluso a la
guerra entre iguales (guerra civil) como constantes en la futura política romana?
¿Pudiera ser que la esposa del pastor que adoptó a los gemelos fue una prostituta?
REGISTRO ARQUEOLÓGICO/ANÁLISIS TEXTUAL
REGISTRO ARQUEOLÓGICO
1. Es preciso saber que el registro escrito más antiguo en
latín que se conserva sobre Roma es el sarcófago del
cónsul Escipión Barbado, que está en Roma y que se
remonta al 280 a.C. No existe documento anterior,
absolutamente nada más que el relato de historiadores
posteriores a Escipión Barbado y el registro
arqueológico.
2. Muy poco, casi nada, se sabe sobre los orígenes de
Roma. De ahí que el mito se mezcle con la historia y
que, a día de hoy, se siga considerando a Rómulo como
el primer rey de Roma. Esto es gracias al Lapis Níger,
un pilar que está en el foro romano fechado entre el 550
i el 570 a. C. La inscripción que encontramos en ello no
es latina sino griega-bustrófedon (era protolatín que se
escribía de izquierda a derecha e incluso en vertical) y
testimonia que hubieron reyes en Roma (incluso se
menciona a Rómulo). Su función exacta es desconocida
a pesar de las muchas especulaciones de los
historiadores antiguos. Los historiadores hoy se
debaten entre considerar al monumento un artículo
fundacional o no.
3. En el siglo I, se inscribieron una serie de paneles
gigantes de mármol en el foro con el nombre de todos
los generales romanos y el primero es Rómulo. Hoy se
considera a Rómulo una leyenda, no un hombre que
dio nombre a la ciudad sino un personaje inventado
que fue el primero y al que se llamó señor Roma
(Rómulo, es un alias) a falta de mayor información.
4. Siguiendo la versión griega, es imposible que Eneas
(que fue una figura inventada) fundase Roma pues la
guerra de Troya se da en el 1.200 a.C (edad de bronce)
y, supuestamente, la ciudad no se funda hasta el 754/3
a. C (fecha producida en tiempos de Cicerón, siglo I a.
C). Asímismo, la versión romana de Rómulo y Remo
como fundadores es igualmente problemática, pues
bajo la Roma actual se han desenterrado restos de una
diminuta aldea junto al Tíber que se remontan al 1.000
a. C.
La leyenda también nos cuenta como Rómulo
mató a Remo. Cerca de la desembocadura
del río Tíber había siete colinas:
Los montes Aventino, Celio, Capitolio,
Esquilino, Palatino, Quirinal y Viminal.
Rómulo y Remo discutieron sobre el lugar en
el que fundar la ciudad y decidieron consultar
el vuelo de las aves, a la manera etrusca.
Rómulo vio doce buitres volando sobre
el Palatino y Remo sólo divisó seis en otra
de las colinas. Entonces Rómulo, para
delimitar la nueva ciudad, trazó un recuadro
con un arado en lo alto del monte Palatino y
juró que mataría a quien osase traspasarlo.
Remo le desobedeció y cruzó con desprecio
la línea, por lo que su hermano le mató y
quedó como el único y primer Rey de
Roma. Este hecho habría ocurrido en el año
754 a. C., según la versión de la historia
oficial de la Roma antigua.
A partir de ese momento, año 753 a.C.,
comienza la historia de Roma. La ciudad,
convertida en una monarquía, gobernada por
siete reyes que fueron sucediéndose en el
trono hasta el año 509 a.C., primero se
consolidó, y, más tarde, extendió su dominio
por toda la península itálica, y,
posteriormente, por casi todo el mundo
conocido. Tras conocer los orígenes míticos
de Roma, nos adentraremos en la historia de
la ciudad.
Tras matar a su hermano Remo, Rómulo se
erigió en el primer rey de Roma. Una de las
medidas que adoptó durante su reinado
estuvo encaminada a aumentar el número de
habitantes de la ciudad. Para ello habilitó en
el Capitolio un lugar en el que pudieran
refugiarse cuantas personas estuvieran al
margen de la ley. Con esto la población
Para Cicerón la elección del río Tíber tampoco es casual. El río facilitaba la importación
de provisiones del exterior y la exportación de excedentes locales. Las colinas que
rodeaban el Tíber proporcionaban protección contra enemigos y aislaban la región de las
epidemias de peste. Era como si Rómulo, eligiendo la ribera del Tíber, supiera que
Roma sería un día el centro de un gran imperio. Una vez más, la predestinación
hacia la grandeza como uno de los temas principales del mito.
Martínez Pinna interpreta que el hecho de que Rómulo vea más buitres que Remo se debe
a una intencionada preeminencia de lo romano por encima de lo griego. Remo, según los
autores griegos, es una palabra de raíces griegas (Rhome o Rhomo) y se identifica
con la esposa de Eneas (Rhome) que fue la que decidió fundar la ciudad en su
emplazamiento original. Rómulo es una palabra enteramente romana y, ganando a
Remo, supone dejar atrás lo griego y empezar a recorrer una senda de éxito
propiamente romana.
El avistamiento de buitres se lleva a cabo a la manera etrusca. Tito Livio recurre una vez
más a la dualidad Griego/Romano. Para Tito Livio es claro que los etruscos son una de
las muchas tribus que poblaban la península y que tuvieron que luchar contra celtas y
griegos. Para los autores griegos, los etruscos descendían de los pelasgos (griegos) y
dejaban claro que Roma tenía mucho que agradecer a Grecia en su fundación y
desarrollo. Para Tito Livio, a la manera etrusca significa a la romana, no a la griega.
La muerte de Remo a manos de Rómulo indica varias cosas: Mary Beard afirma que el
fratricidio es metáfora de las muchas guerras civiles que asolarán a Roma,
especialmente hacia el fin de la república y en muchos momentos del imperio. A su
vez, deja claro que Roma es un estado beligerante, que no tolera la transgresión de
la norma y que siempre responde a agresiones externas. Por ello, Roma siempre
considera que su causa es justa. A su vez, el historiador británico Robert Maxwell
Ogilvie, deja constancia de que el fratricidio explica que un buen romano debe
defender el Estado y a sus ciudadanos a cualquier precio. Otros han querido ver una
estructura de poder en la que los romanos (Rómulo) están por encima de los griegos
(Remo) e, incluso, una estructura mítica universal en los gemelos divinos.
Para Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso, los augurios que han llevado a esta situación
son importantes. Lo que se reproduce es el mito de Cadmo que recibe el permiso de un
oráculo para encontrar la ciudad de Tebas. La idea del permiso de los dioses para
fundar la ciudad de Roma, envuelve en la divinidad a Rómulo, cosa que Livio llevará
hasta las últimas consecuencias y que Dionisio irá retocando en su narrativa.
Aquí os presento una versión reducida del mito pero Tito Livio deja claro que Remo
pretende fundar una ciudad en el monte Aventino y Rómulo en el Palatino, que los dos
son proclamados reyes por sus multitudes y que, después, vendrá el episodio de la muerte
de Remo. Lo relevante es que Rómulo, tras esto, consagra la ciudad a Heracles y con
ello pretende glorificar la figura de Rómulo y, por ende, la de Octavio Augusto, su
emperador al que emparentará con Heracles directamente.
5. Las investigaciones más recientes, advierten que bajo
el foro se encontró un pequeño cementerio cuyos
enterramientos se dataron en el 1.000 a.C. Además, se
encontraron los restos de chozas y cabañas en el monte
Palatino (origen mítico de Roma) que datan de entre el
700 i el 750 a.C. No obstante, dataciones científicas
hechas con la prueba del radiocarbono, indican que
estas dataciones debieran ser 100 años más antiguas
(siglo IX a. C).
6. Muy misterioso es tratar de precisar los orígenes
étnicos de la Roma arcaica. En ese mismo cementerio
bajo el foro se han descubierto pequeñas alhajas y
cerámicas griegas que indican influencia o contacto
entre griegos y los aborígenes de la zona. Lo que no se
puede saber a día de hoy es si los primeros habitantes
de Roma eran emigrantes griegos, si eran una mezcla
de tribus itálicas o si eran aborígenes con contactos
comerciales con griegos u otras culturas. Sí es posible
determinar que, en el siglo VI (muy probablemente
antes) la mezcla entre sabinos, latinos, etruscos y
griegos era patente en Roma, como atestiguan los
restos arquitectónicos (Cloaca máxima), la disposición
de la ciudad (herencia griega) y los restos encontrados
en los yacimientos arqueológicos (que dan fe de la
diversidad étnica de la zona).
7. Sobre la población de Roma en sus inicios poco se
sabe, aunque es posible hacer conjeturas fiables. En el
año 100 d. C, la población era de 1.000.000 de
habitantes; en el siglo IV a. C se calculaban entre
60.000 y 90.000 habitantes en Roma; en el siglo VI a.
C, la población de Roma no iba más allá de los 20.000
o 30.000 habitantes; por ello, sería descabellado llegar
a pensar que el en siglo IX u VIII a. C la población
pudiera llegar a 10.000 habitantes, teniendo en cuenta
que en el siglo VI a. C es cuando Roma da el salto
cualitativo (y cuantitativo) convirtiéndose en una urbe,
una ciudad propiamente. Antes, lo que tenemos es un
poblado de chozas en las colinas y alrededor del
cenagal que era la Roma actual. Esto nos lleva a
determinar, que los números de soldados muertos que
da Tito Livio en las conquistas de Rómulo son,
simplemente, una invención.
8. Asímismo, el rapto de las sabinas es pura literatura
pero también lo es el escenario en que muchos pintores
posteriores han situado el rapto. Roma distaba de ser
una ciudad palaciega. Debiera haber sido un cenagal.

romana aumentó, pero siguió sin solventar
un problema que podía amenazar su
continuidad futura, el de la falta de mujeres.
Para resolverlo definitivamente, Rómulo
decidió raptar a las mujeres de sus vecinos ,
los sabinos. Organizó unos juegos a los que
invitó a las ciudades próximas a Roma.
Durante su celebración, los romanos se
llevaron a las mujeres que estaban
presentes, en un episodio conocido como el
rapto de las sabinas. Todos los pueblos
afectados por este incidente se unieron en
torno al rey sabino (Tacio), y formaron un
ejército para atacar a los romanos. En el
transcurso de esta batalla los romanos
habían sido forzados a retirarse colina arriba
en la Vía Sacra, pero Rómulo invocó a
Júpiter, ofreciéndole un templo si éste
paraba el avance de los Sabinos, como así
ocurrió, pudiendo los Romanos reagruparse y
aguantar el ataque de los Sabinos . Sólo las
súplicas de las propias mujeres, convertidas
ya en esposas de los raptores, puso fin al
enfrentamiento, que terminó con una alianza
entre ambos pueblos. De este modo, entre
los primeros romanos hubo albanos y
sabinos. Más tarde, también etruscos. Sobre
este lugar Rómulo fundó el templo,
probablemente cerca o justo en el exterior de
la Puerta.
Tras esto los reyes Rómulo y Tacio firmaron
la paz y unieron a sus pueblos en uno solo,
instalando gran número de sabinos y sus
familias en Roma además de gentes de los
otros pueblos vencidos. Se inició un gobierno
conjunto entre ambos monarcas, una
diarquía, en la que ambos con su cuerpo de
100 senadores cada uno se reunía y decidían
qué hacer, luego se reunían ambos y
tomaban la decisión final.
El mito continúa diciéndonos que Roma, ante la falta de población, decide convertirse en
un asilo para todo tipo de forajidos y delincuentes. Tito Livio da fe aquí de cómo eran
las pequeñas tribus itálicas en los tiempos fundacionales: belicosas, en continua
pugna por riquezas ajenas y esclavos. Esto generaba un alto número de forajidos,
desertores, delincuentes que eran frecuentes en la zona y que debió llenar la arcaica
Roma y muchos otros lugares. Nos habla de las maneras de vivir y de los fenómenos
migratorios propios de la época.
El historiador inglés James T. Luce apunta que la coronación de Rómulo como
monarca responde a la necesidad de Livio de explicar que un líder poderoso capaz
de crear instituciones y dar ley a los ciudadanos, es un buen líder. No es más que un
reconocimiento a Octavio Augusto por reconducir los abusos de Julio César.
El episodio del rapto de las sabinas es muy importante y los autores romanos antiguos
ofrecen interpretaciones diferentes del rapto:
Tito Livio defiende a los romanos. Insiste en que sólo se raptaron a las mujeres solteras
y que eso dio lugar al matrimonio (el matrimonio mixto sería un componente habitual
de las alianzas de Roma con otros Estados) y no al adulterio. Asimismo, afirma que no
escogieron a las mujeres, que fue al azar y que, por lo tanto, había una voluntad sincera
de tratar bien a las sabinas y hacerlas esposas dichosas. Por último, considera que el
rapto es, de hecho, una consecuencia lógica y legítima del comportamiento
inadecuado de sus vecinos, que no quisieron ceder a una hija para casarse con los
romanos (delincuentes). Por tanto, el rapto inicia una guerra justa.
Salustio ve en el rapto una excusa para que Roma entrase en guerra con sus
vecinos. La idea era conquistar y, Salustio, no duda en lamentar el comportamiento
depredador romano. Para Salustio, muy crítico, Roma sólo posee lo que roba.
Ovidio, aún da un giro más sorprendente a la historia y relata el rapto como si de un
manual de seducción y erotismo se tratase, explicando los trucos de los romanos
para conquistar a las sabinas. El texto fue tan escandaloso que Ovidio fue desterrado
en el año 8 d. C.
En cualquier caso, Tito Livio querrá remarcar lo importante que es que un líder
luche o haga lo necesario para asegurar la supervivencia de su pueblo.
Para Mary Beard, la invocación a Jupiter en el peor momento de la guerra contra los
sabinos y la intervención de las sabinas responde a dos motivos esenciales: el primero,
demostrar que los dioses están del lado de los romanos, que su causa es, por tanto,
justa y que la grandeza es el destino final de Roma. Rómulo construyó el templo en
honor a Júpiter Stator (el que aguanta) que consiguió que los romanos no huyeran. Esto
da fe del temor reverencial que tenían a los dioses en la Roma arcaica. Segundo, las
sabinas intervienen porque consideran buenos ambos bandos, no quieren ver morir a sus
padres pero tampoco a sus maridos. Los romanos son aceptados, son dignos de
devoción y honorables. Pierden su estatus de delincuentes, se redimen en la guerra
(guerra como instrumento de purificación nacional). Tito Livio incluso insiste en la
capacidad de diálogo de los romanos que intentaron aplacar a las mujeres
convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que
ellas no podrían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que
había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer
matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar
otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
9. Sí se ha podido atestiguar que las diversas tribus
aborígenes que había en el Lacio y alrededores eran
sumamente belicosas y que entraban en conflicto con
frecuencia (anualmente), buscando robar ganado y
hacer esclavos. Cuando los historiadores clásicos hablan
de guerra contra Fidene o Veyes, era seguro que
aquellos no era una guerra como la imaginamos sino,
más bien, una refriega entre bandas de territorios
vecinos.
10. Sobre el carácter de los líderes y sus maneras nada
puede decirse. Son los griegos los primeros que dejan
testimonios antiguos (S. IV a. C) sobre el arte de
gobernar (Platón, Jenofonte, Isócrates, Aristóteles y
Demóstenes). Estas obras no existían en la época de la
supuesta fundación de Roma y los autores romanos que
escribirán sobre estos temas son, como mínimo, del siglo
III a. C (Cicerón) o del I antes y después de Cristo
(Séneca, Tácito y Plutarco).
11. Sí es posible responder a la pregunta de cómo Roma
pudo hacerse tan grande entre muchas localidades
vecinas igual de belicosas y de poblaciones similares.
Mary Beard explica que, en las contiendas entre tribus
nada era organizado y el pillaje se llevaba a cabo como
fin en sí mismo y se dejaba a la población enemiga sin
más. Los romanos lo hicieron diferente. Ellos
establecieron relaciones permanentes con los pueblos
conquistados, es decir, robaban a los vencidos pero, a la
vez, les exigían que ofrecieran hombres para engrosar
las filas de soldados de los romanos. La alternativa era la
destrucción completa del pueblo conquistado. Esto
proporcionó una gran ventaja a Roma sobre sus
competidores pues, en la Roma arcaica, no era un
equipo de alta tecnología lo que marcaba la diferencia en
la batalla sino el número de combatientes. Roma
conquistaba e integraba a sus enemigos, de manera que
en el siglo III a. C ya contaban con un ejército de
700.000 soldados.
12. Roma respetaba la lengua y las costumbres siempre,
hasta el punto de que en la religión nos encontramos
muchas veces con fenómenos de sincretismo, de dioses
que son combinación de creencias del lugar y de Roma.
Otro ejemplo lo encontramos en la política monetaria en
la que, con frecuencia, se aceptaron y se usaron con
fluidez distintos tipos de moneda procedentes de
múltiples colonias; El historiador de la economía
romana, José María Blázquez, destaca la dracma griega
antigua, el dicalco y el tetradracma griegos; el talento y
la mina, monedas de Mesopotamia; los victoriatos,
usados frecuentemente en España; por último,
el cistóforo de Pérgamo, el óbolo, el shekel, el triobolo y
el trishekel, entre otras, usados en las colonias griegas y
fenicias.

Al quinto año de diarquía (lo que hubiera
sido aproximadamente entre 748 a. C. y
746 a. C.), parientes de Tacio asaltaron a
una comitiva de mensajeros que venían de
Laurento (Laurentum) a Roma, pero cuando
estos se resistieron los asesinaron. Los
deudos exigieron justicia a Rómulo pero este
se vio impedido, pues Tacio se negaba a
castigar a los involucrados. Los parientes de
las víctimas finalmente asesinaron al rey
sabino en Lavinio (Lavinium). Rómulo enterró
con honores a Tacio en el Armilustro en el
Aventino. Los laurentanos, temerosos de que
hubiera por estos hechos una guerra,
entregaron a los culpables pero Rómulo no
los castigó y decidió que la muerte de su
colega era el precio pagado por la muerte de
los mensajeros.
Al parecer poco tiempo después una peste
afectó a Laurento y Roma. Los habitantes de
Cameria (Camerium) invadieron territorio
romano esperando que estos no pudieran
detenerlos. Estaban equivocados. Rómulo
marchó contra ellos y los derrotó en batalla,
matando a 6000 de ellos. La ciudad fue
tomada y la mitad de sus habitantes fueron
llevados a Roma, mientras que el rey romano
instaló tantos colonos que doblaron en
población a los camerios que quedaban en la
ciudad. Al volver a Roma, el monarca celebró
un triunfo y consagró un templo a Vulcano.
Durante su reinado Rómulo conquistaría
Medullia (Medullum) y recibiría embajadas de
varias ciudades latinas y se aliaría a estas,
pero los tirrenos o etruscos de la ciudad de
Fidene o Fidenas (Fidenae) se fueron a la
guerra con él temerosos del poder
alcanzado. Los fidenates fueron derrotados y
tuvieron muchos muertos, pero Rómulo no la
Para Tito Livio, la victoria en la batalla era esencial para todo buen líder. Él será
especialista en describir las batallas con gran detalle y grandes alardes fantasiosos,
para glorificar al emperador, a Roma y a sus ciudadanos.
El inicio de la diarquía debe ser leído como la fusión de dos pueblos que se
mantendrían unidos bajo el nombre de Roma pero que mantendrían sus propias
instituciones de gobierno y sus propias ceremonias religiosas. Es decir, Roma se
hacía grande por las alianzas y muchas veces por fuerza, aunque nunca imponían
sus costumbres a los demás.
Es importante el episodio de la muerte de Tacio. Lo relevante es el entierro y la
pasividad de Rómulo, que no venga ni toma represalia alguna ante la muerte de su
principal aliado. Plutarco insisitirá en que el entierro de Tacio en el armilustro
responde a un honor máximo destinado a divinizar la figura de Tacio. El armilustro
es una festividad dedicada a la purificación de las armas y a Marte que se realiza en el
monte Aventino, el mismo en que años antes Rómulo clavo una lanza que nadie pudo
liberar del suelo y de la que nació un tronco de cornejo sano. Para los sabinos, una lanza
clavada en el suelo simbolizaba a Marte y que el tronco mantuviera hojas verdes era
símbolo de fertilidad, abundancia y buenos augurios. No se le podía dar mejor homenaje
al difunto.
No obstante, el propio Plutarco explica que la pasividad de Rómulo pudo deberse a
que ya le iba bien la muerte de Tacio para monopolizar el gobierno. Cabe
remarcar, que la pasividad fue aceptada de manera generalizada pues ni los
sabinos se insubordinaron ni hubo discrepancias en el senado.
En resumen, Plutarco apunta a una argucia política de Rómulo aprovechando la ocasión
para alzarse rey en solitario, pero el propio Plutarco atribuirá la peste venidera como
un castigo por no haber vengado la muerte de Tacio.
Como vemos, el relato de Tito Livio contempla 4 guerras: contra los camerios, que
atacaron ante una debilitada Roma (peste); contra Medullum (eran latinos); contra
Fidenes (eran etruscos) y contra Veyes (etruscos también). En todas las ocasiones Roma
se defiende y vence, este en inferioridad o en franca superioridad. De hecho, dice Tito
Livio que en la batalla contra Cameria, Rómulo mató a 6.000 hombre y Plutarco afirma
que, en la batalla contra Fidenas (ayudados por los Veyanos), Rómulo consigue eliminar
nada menos que a 22.000 soldados enemigos. Claro está que los dos hablan del coraje
de los romanos y de su irreductibilidad, son bravos en la batalla y los dioses están
de su lado, pues su causa es siempre justa.
Por otro lado, es importante resaltar que no hay saqueos masivos ni se arrasa al enemigo
más allá de las pérdidas humanas que la batalla pueda generar. Los romanos son
conquistadores y, poco a poco, caminan hacia su destino, dominar el mundo.
Por otro lado, el historiador británico, Peter Garnsey,
afirma que si impusieron las instituciones políticas, el
culto a los emperadores y algunas modas culturales
como la magia y la astrología en la época de Augusto y
Tiberio o el estoicismo durante la época de Marco
Aurelio. También se dieron casos de sustitución de
monedas locales por las monedas oficiales romanas en
ocasiones. En cualquier caso, esta tendencia se agudizó
en la época imperial aunque tuvo mayor repercusión
en los entornos urbanos y una influencia muy difusa
en el campo. Garnsey afirma que nunca hubo un plan
sistemático de imposición.
13. No existió nada parecido a una diarquía en la supuesta
época fundacional de Roma. De hecho, la primera
diarquía conocida en Roma se da en tiempos de Marco
Aurelio (160-180 d. C) que compartió el poder con
Lucio Vero. No obstante, el caso más famoso es la
tetrarquía de Diocleciano (293-324 d. C). El sistema
tetrárquico, como lo definió el historiador francés W.
Seston, se basaba en la cooperación entre los
gobernantes, pero no suponía el reparto del poder
pues la autoridad principal seguía siendo Diocleciano;
los augustos proponían las medidas y los césares las
hacían cumplir. Para conformar la primera tetrarquía
Diocleciano nombró a Cayo Galerio Valerio
Maximiano como césar mientras que Maximiano
nombraba césar para la parte occidental a Flavio
Valerio Constancio.
14. Nada hay en el registro arqueológico que indique que
los antiguos romanos tuvieran plan alguno para
conquistar la península itálica o el mundo conocido. Se
comportaban belicosamente como el resto de tribus de
su entorno y sus estrategias estaban destinadas a
ganar a sus vecinos y sacar partido de ellos. Los planes
de conquista a mayor escala llegaron con el tiempo a
medida que se vieron como pueblo hegemónico de la
región.
15. Como norma general, los romanos fueron
conquistadores crueles (en ocasiones y no menos que
sus vecinos o rivales) e implacables pero, según Mary
Beard, se cuidaron mucho de no destruir o arrasar los
sitios que conquistaban o de no aniquilar masivamente
a sus enemigos. No obstante, Nico Roymans,
arqueólogo holandés ha demostrado el exterminio
completo de dos tribus (entre 150.000 y 200.000
personas) en la provincia holandesa de Brabante a
manos de las legiones de Julio César en el 55 d. C.
incendió ni saqueó, sino que ordenó que se
instalasen 2500 colonos romanos para
asegurar la lealtad de la misma.
Poco después de su victoria sobre los
fidenates, los etruscos de Veyes
(Veii o Veius) se fueron a la guerra con
Roma. Rómulo no asaltó sus defensas pero
devastó los campos cercanos. Los etruscos
entonces firmaron la paz, a cambio de
algunas tierras. Rómulo logró una tregua de
cien años que duraría cuatro décadas
después de su partida. Tras esto el rey
organizó una guardia permanente de 300
infantes llamados celeres por su comandante
Celer.
Poco a poco, Rómulo se volvió más
despótico y autoritario en sus decisiones
debido a su arrogancia. Tiempo después
falleció su abuelo Numitor y él heredó el
trono de Alba Longa, trasladándose allá,
pero debido a las dificultades para gobernar
dos ciudades dejó a los romanos elegir cada
año un gobernador. El rey lentamente
empezó a reducir las atribuciones del
Senado y del pueblo, pero también distribuyó
entre sus soldados los territorios ganados a
Veyes sin consultárselo a los patricios.
A los 38 años de reinado y 54 de edad,
alrededor de 716 a. C., el 5 o 7 de julio
según la tradición, Rómulo fue elevado a los
cielos por una tormenta o eclipse justo
cuando pasaba revista al ejército en la
ciénaga Capra (Caprae Palus), el
futuro Campo de Marte. Luego, los romanos
le nombrarían deidad con el nombre
de Quirino y le construyeron un templo en la
colina llamada Quirinale.
Dice la variante de Plutarco que Rómulo se vuelve más y más despótico a medida que
sus conquistas aumentan. Sin duda Plutarco se refiere a algo muy propio de los líderes
Romanos durante los últimos momentos de la República y el imperio. La corrupción
es connatural a los romanos y el buen líder debe saber guardarse de ella.
No obstante, Tito Livio, poco interesado en resaltar este punto, hará referencia en su
versión al desarrollo de instituciones de gobierno, a la concesión de la ciudadanía,
al desarrollo de la democracia (tribuno de la plebe) y a los beneficios otorgados a
los soldados con o sin rango. Lo que busca es la glorificación de Roma y Octavio
Agusto.
Las historiadoras británicas, Valerie Hope y Janet Huskinson, interpretan que el
ascenso de Rómulo a los cielos es símbolo no sólo de la divinidad latente (y en su
muerte, ya patente) de Rómulo sino también de Roma como lugar en el que anida
lo divino. Una vez más la idea de predestinación de Roma hacia la dominación del
mundo.
Por su parte, Dionisio de Halicarnaso denegará la virtud divina de Rómulo en su
muerte pues explica que es asesinado por los propios romanos debido a su deriva
despótica y tiránica.
En una versión más extrema, Diodoro de Sicilia afirma que Rómulo y Remo
matan Amulio para poder convertirse en fundadores de Roma. Los incardina en
luchas de poder interna alejadas de todo honor y los presenta como personas
arrogantes y gobernadores indeseables. Nada divino hay en ellos.
Rómulo había muerto. Según Livio los senadores no se pusieron de acuerdo en quién
debía ser el nuevo monarca, temerosos de terminar en un conflicto abierto entre las
distintas facciones.
Pasaron un año turnándose en el gobierno por un lapso de una semana al mando cada
uno, pero este sistema llamado interregno (interrex) no funcionó y la gente empezó a
protestar, además de que se veían débiles ante sus vecinos al no haber una autoridad
central. Los senadores, sabiendo que no podrían contener esa indignación, prefirieron
encauzarla para evitar perder completamente el poder.
El sistema que originaron era que el rey seria alabado por el pueblo pero luego debía
ser aceptado por el Senado para ser legitimado. Como sucesor de Quirino fue
electo Numa Pompilio, un hombre de fama como sabio y piadoso de unas cuatro
décadas de edad (nacido aproximadamente en el mismo año que lo hizo Roma).
El final del mito descubre un grupo dirigente capaz de readaptarse y de ceder
cuotas de poder al pueblo. Un ejemplo más de democratización y adaptabilidad.
Durante la época imperial fueron más habituales las
conquistas crueles (especialmente, los exterminios) en
las que, por ejemplo, los soldados romanos amputaban
el brazo derecho de sus enemigos caídos (costumbre
celtíbera) como símbolo de prestigio, como documentó
acertadamente el historiador griego, Estrabón (64 a. C-
19 d. C).
16. Sobre la muerte de los dirigentes en Roma, sólo
podemos remitirnos a la noción de culto imperial.
El culto imperial en la Antigua Roma era la veneración
de unos pocos emperadores elegidos como dioses una
vez que fallecieron; el único emperador que se declaró
a sí mismo dios mientras aún vivía fue Domiciano, lo
que causó escándalo. Hacer que ciertos emperadores
fallecidos se convirtieran en dioses se convirtió en un
elemento prominente de la religión en el Imperio
romano durante el Principado, de Augusto a Alejandro
Severo (27 a. C-235 d. C), hasta el punto de que
algunos parientes de emperadores fueron también
deificados (con la palabra Divus precediendo a sus
nombres, o Diva si eran femeninos). El culto pronto se
divulgó por toda la extensión del Imperio.
La apoteosis de un emperador era un acto
esencialmente político interpretado por el sucesor del
emperador muerto para reforzar la majestad del oficio
imperial y, a menudo bastante efectivamente, para
asociar al actual emperador con un predecesor bien
considerado. Puesto que era una herramienta de
propaganda centrada en los líderes, el culto imperial
romano puede considerarse un culto de la
personalidad. El mausoleo de Adriano o la columna de
Trajano son los monumentos fúnebres más famosos de
Roma.
ANÁLISIS TEXTUAL
1. TITO LIVIO (HISTORIA DE ROMA 12. VOL): nacido en
Padua sobre el 60 a. C, pretende con su historia glorificar el
pasado de Roma. Nacionalista convencido y devoto del programa
de Octavio Augusto, La Eneida de Virgilio y la «Historia» de Tito
Livio son, en verso y prosa respectivamente, los dos más grandes
monumentos erigidos a la gloria de Roma. Tito Livio narra con
fervor de enamorado y con tonos de epopeya los episodios
legendarios de los primeros tiempos de Roma. Para él la historia
es un espejo donde mirarse, un repertorio de ejemplos y modelos
que tenemos a la vista para que imitemos los buenos y evitemos
los malos.
CONCLUSIONES:
1. No existe una o la historia, existe el relato histórico (lo que se dice de lo que supuestamente sucedió).
2. La historia no es describir que pasó sin más. Es, sobre todo, un ejercicio de interpretación, no es solo
decir que pasó es también intentar descubrir el significado del hecho y su resonancia en el futuro.
3. Un mismo relato puede cambiar y, de hecho, cambia a lo largo del tiempo (la historia de Roma no se
explicaba igual hace dos mil años que hace mil años, que cien o cincuenta).
4. ¿Qué provoca estos cambios en los hechos y en su interpretación? En el mejor de los casos, nuevos
descubrimientos científicos que nos permiten modificar o afinar (o distorsionar) nuestra visión del
pasado. En el peor de los casos, la historia se inventa literalmente, a propósito, debido a intereses
políticos, prejuicios personales o por la moda intelectual del momento en que redacta el historiador.
5. Por muy científico y objetivo que sea el enfoque y el método de investigación del historiador, es
prácticamente imposible deshacerse de los prejuicios personales y sociales de la época en la que el
historiador se ha educado. Eso altera el sentido de la narración histórica. Un autor educado en
una sociedad democrática, multicultural y libre puede tener tendencia a subestimar sistemas
políticos no democráticos del pasado, comentar crítica o despectivamente la homogeneidad cultural
o llegar a no entender la esclavitud en su contexto histórico. Yo mismo muestro un prejuicio cientifista
mientras escribo. No encontraríamos ni rastro de este tipo de interpretaciones en las narraciones
históricas del siglo XVII.
6. ¿Es posible descubrir la verdad a través de la historia? Siendo optimistas diría que es posible pero
altamente improbable. Ya es difícil ponerse de acuerdo sobre lo que sucedió en el último conflicto que
sucediera en clase….imaginad sobre lo que sucedió en todo un país o en el mundo en un momento
determinado. Aunque alguien fuera finísimo en su interpretación de los hechos y totalmente
objetivo (casi imposible), difícilmente esa verdad iba a sobrevivir al paso del tiempo.
7. ¿Qué actitud debemos afrontar ante el relato histórico? Prudencia, cautela, hay que leer las fuentes
(las que nos gustan y las que no nos gustan también, no seáis sectarios) y, más que extraer conclusiones,
yo recomiendo aprender a identificar cuando un discurso actual es interesado o pretende manipularnos.
Esto es desarrollar el pensamiento crítico y la historia es una fuente inagotable de sabiduría en este sentido.
Tito Livio, como el resto de los historiadores antiguos, no se
preocupa en exceso de la consulta escrupulosa de las fuentes que
tiene a su alcance en aras de la mayor exactitud del relato. La
historia es para él una obra de arte más que de ciencia No
somete a crítica la veracidad de sus fuentes (Analistas del siglo I
y Polibio), por lo que ha dado por buenos y trasvasado a su obra
gran cantidad de errores, unos involuntarios y otros conscientes,
de los Analistas.
Por otra parte, su entusiasmo por el pasado de Roma lo arrastra a
veces a claras exageraciones en el cálculo de las fuerzas
militares, del botín conquistado, de las pérdidas sufridas, etc.,
siempre en favor de los romanos.
Su falta de visión crítica no le ha permitido tampoco captar la
importancia de las grandes transformaciones culturales, sociales,
económicas, políticas y religiosas a lo largo de la historia de
Roma. No obstante, no cabe dudar de su honradez. A veces
expresa sus dudas sobre las cifras que dan los Analistas, que le
parecen muy exageradas, e intenta rebajarlas. Otras veces nos
informa de las distintas opiniones de diversas fuentes sobre un
mismo hecho; aunque no somete a crítica dichas opiniones, al
menos las ofrece para que el lector pueda contrastarlas.
Tito Livio no era un político, ni un sociólogo, ni un jurista, ni un
entendido en el arte militar, ni un investigador, ni un filósofo de
la historia. Pero sí era un extraordinario escritor. Entre los
antiguos la historia era antes que nada una obra artística, un
género literario, a la manera de Salustio.
Livio gusta de poner discursos en boca de sus personajes. No
menos de 400 discursos se hallan en los 35 libros conservados.
Como era costumbre entre los historiadores antiguos, estos
discursos no son una transcripción de las palabras reales de los
personajes, palabras que a veces tenía a su disposición Tito
Livio. Son discursos elaborados por el historiador, conservando
sólo las ideas matrices del original, cuando éste existía, y
revistiéndolas de todos los recursos retóricos apropiados al
momento y a las circunstancias. No son los discursos que
«pronunciaron» los personajes, sino los que, a juicio del autor,
«deberían» haber pronunciado. Entendida la historia al modo
actual, no cabe duda de que esto es una aberración científica.
Pero ya hemos dicho cuál era la concepción de los antiguos; y,
desde ese punto de vista, los discursos de Tito Livio son piezas
literarias maestras, incomparablemente mejores que los
realmente pronunciados.
2. POLIBIO DE MEGALÓPOLIS (HISTORIAS 6. VOL):

Polibio (201-118 a.C.) nació en la ciudad griega de

Megalópolis. Aunque griego de nacimiento, puede considerarse
a Polibio un historiador romano que busca conocer, de forma
objetiva y racional, las causas y razones del poder de Roma.

Para una persona que ha nacido en el periodo helenístico como

él, su visión del mundo, necesariamente, se amplía y, en cierto
modo, se convierte en holística. Puede decirse que son los
primeros cosmopolitas que han existido en el orbe. De ahí,
quizás su pasión por viajar, por conocer las cosas de primera
mano, visitar países y ciudades y ampliar sus puntos de vista.

Fue mucho más que un historiador en el sentido clásico, pues

supo dar a la historia un nuevo enfoque y de sus obras se
desprenden comentarios y enseñanzas de gran utilidad para la
vida política. Puede decirse que es el fundador o quien pone los
cimientos de una historia científica. Lo que él llama 'historia
pragmática' es una disciplina con valor formativo, de la que se
aprende y de la que pueden extraerse consecuencias para
aplicarlas al presente.

Polibio, junto con Tucidides, es el primer historiador que

elimina la intromisión divina en los hechos humanos. Lo que
significa, nada menos, que atribuir las consecuencias del devenir
histórico a la acción de los hombres, a sus aciertos y a sus
errores. ¿Por qué es útil y provechoso conocer la historia
política? Porque nos capacita para gobernar y para afianzar y
engrandecer el Estado.

Los romanos, lo vieron siempre como un extranjero, los griegos

por su parte no le perdonaron nunca que relatase como fueron
derrotados y, sobre todo, que considerase el orden político, de
los romanos, netamente superior. Quizás, por eso, atravesó un
periodo de olvido y su pensamiento no volvió a interesar hasta el
Renacimiento.

Para Polibio puede y debe hablarse de las guerras y conquistas,

pero hay que hablar, también de los asuntos políticos. Nos invita
a buscar denodadamente las causas. Todo hecho tiene un por qué
y sólo desentrañándolo se logra descifrar la realidad.