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En los últimos años, la contaminación marina en el Perú se ha incrementado de un 70% a 75%,

debido a las actividades humanas (Escobar, 2002). Esta problemática puede generarse por varios
factores. Por un lado, se ha visto el aumento de las empresas mineras cuya función es promover la
extracción masiva e indiscriminada de minerales en zonas rurales. Por otro lado, se ha potenciado la
industrialización de productos agrícolas. En apariencia, ambas actividades no se relacionan
directamente con el mar; sin embargo; explicaremos cómo impactan negativamente en el océano.

En primer lugar, la minería es el factor principal de la contaminación del mar. La causa medular se
debe a que se arrojan productos químicos a los ríos, los cuales finalmente desembocan en las costas
(Oscar, 2012). Por ejemplo, el MINAM (2017) señala que la minería artesanal del oro es una de las
labores más perjudiciales en Madre de Dios. Diariamente, en aras de deshacerse de sus residuos, en
esa región, se desechan sustancias tóxicas en los ríos que son los principales afluentes marinos. De
acuerdo a las investigaciones, el MINAM estima que hasta el 2016 se han derramado 30 mil toneladas
de mercurio. Por su parte, Morales (2012) analiza la alta concentración de cianuro en el río Cajas,
producto de la actividad minera informal del distrito de Pataz en La Libertad. Su estudio indica que
esta problemática se debe a la amalgamación de oro, es decir, el proceso de lavado de este elemento,
y otros minerales que son arrastrados por el caudal hacia las costas. Otra forma en la que contaminan
las empresas mineras es a través del uso indiscriminado del mercurio. En el Perú, cada año se extraen
de 16.000 a 18.000 kilogramos de oro, por lo que las compañías emplean, durante la separación del
otro de otros residuos minerales, casi 2.8 kilogramos de mercurio por cada kilo oro. En este proceso,
se añade mercurio a todo el mineral durante la trituración, molienda y lavado. Este es el uso más
contaminante del mercurio porque, en muchos casos, solo el 10% del mercurio agregado a una batea
se combina con el oro para producir la amalgama, mientras que el 90% sobrante debe retirarse y
reciclarse. No obstante, generalmente, en nuestro país, dicho sobrante se libera en el medio ambiente.

En segundo lugar, las industrias agrícolas contribuyen a la contaminación marina en un porcentaje


significativo: 70% (Baquerizo, 2019). Esta actividad posee mayor expansión en la costa y selva del
Perú, ya que cuenta con sistemas de regadío para la producción masiva. La práctica agrícola,
caracterizada principalmente por las actividades de limpieza de terreno (tala, roza y quema), utiliza
químicos sintéticos para la eliminación de maleza, fertilización de campos y control de plagas. Entre
los químicos más perjudiciales, los fertilizantes y plaguicidas son lo más peligrosos (Roque, 2017). La
contaminación por fertilizantes artificiales (nitratos), por un lado, se produce cuando emplean mayor
cantidad de la que pueden absorber los cultivos, o cuando se eliminan por acción del agua o del viento
de la superficie del suelo antes de que puedan ser absorbidos. Por otro lado, los excesos de nitrógeno
y fosfatos pueden infiltrarse en las aguas subterráneas o ser arrastrados a cursos de agua (Barreto,
2012). Asimismo, la contaminación del agua por plaguicidas no ocurre a menos que el área en el que
se cultiva deje filtrar fácilmente el tóxico (tierras arenosas, estas son las áreas donde se concentra la
fertilidad productiva de nuestro país). Precisamente, los principales plaguicidas usados en la
microcuenca de los ríos son el insecticida Furadan, el herbicida Antracol y el fungicida Bazuka. La
utilización de estos provoca impactos de envenenamiento en el agua, en las vertientes y en los ríos
(Gómez, 2005). Debido a la precariedad de las empresas agrícolas, esta situación lamentablemente se
produce muchas veces, pues no existe un estudio adecuado del suelo idóneo para el cultivo. De esa
manera, las aguas contaminadas, las mismas que provienen de los ríos que absorben los plaguicidas
de las zonas de cultivo, drenan en los mares y provocan efectos negativos al ecosistema marino.

En síntesis, las empresas mineras y las industrias agrícolas operan de manera ilegal, puesto que no
hay un control adecuado por parte del Gobierno y causan la contaminación marina. Finalmente,
nuestros objetivos, con la redacción de este texto, son concientizar a las personas y promover un
desarrollo sostenible para el medio ambiente, ADEMÁS DE proponer medidas adecuadas para la
extracción de materias primas y la producción adecuada de los cultivos.

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