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Registro IUS: 169914

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVII, Abril de 2008, p. 2327,
aislada, Civil.

Número de tesis: II.2o.C.520 C

Rubro: CONVIVENCIA, RÉGIMEN DE. PRINCIPIOS JURÍDICOS QUE DEBEN


TENERSE EN CUENTA PARA SU CORRECTO DESARROLLO ENTRE MENORES Y
SUS PROGENITORES, CUANDO ÉSTOS SE ENCUENTRAN SEPARADOS O
DIVORCIADOS.

Texto: En observancia irrestricta a las garantías individuales que a favor de los


menores consagran los artículos 4o. de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, del 1 al 41 de la Convención sobre los Derechos del Niño,
adoptada en la ciudad de Nueva York, de los Estados Unidos de Norteamérica y
ratificada por el Estado mexicano el veintiuno de septiembre de mil
novecientos ochenta y nueve, la cual es obligatoria en cuanto a su observancia
por parte de los órganos jurisdiccionales del Estado, según lo dispuesto por el
artículo 133 constitucional, atendiéndose incluso a las prevenciones de la Ley
para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, publicada
en el Diario Oficial de la Federación el veintinueve de mayo del dos mil, en
cuya exposición de motivos se establece la necesidad de allegarse una
legislación encaminada a la protección de los derechos de los menores, que a
su vez fuesen tutelados no solamente por instituciones especializadas y
específicas, sino por los tribunales de justicia y toda la sociedad, para
integrarlos plenamente a ella y permitirles el goce pleno de sus derechos como
seres humanos; es indiscutible y preponderante que para determinar prudente
y objetivamente un régimen de convivencia entre los menores con sus
progenitores, que por alguna razón se encuentren separados o divorciados, los
órganos jurisdiccionales y cualquier autoridad deberán tener en cuenta los
referidos principios jurídicos, así como que respecto de la patria potestad,
guarda y custodia y el derecho a un régimen de visitas y convivencias, el
artículo 4.205 del Código Civil para el Estado de México previene que en caso
de separación de quienes ejerzan la patria potestad, el Juez habrá de resolver
lo conducente en derecho en torno a la controversia suscitada teniendo
siempre en cuenta lo mejor para los intereses de los hijos menores de edad. En
orden con lo anterior, es indispensable precisar que en los casos de
desintegración familiar provocados por la separación de los cónyuges, los hijos
resultan ser los menos responsables, y sin embargo, son los que más la
resienten en el ámbito psicológico, social y económico. Luego, en aras de ese
supremo derecho que tienen los niños de ser amados y respetados, sin
condición alguna, sus progenitores deben ejercer la guarda y custodia en un
ambiente de comprensión, amor y máximo respeto, recurriéndose a terapeutas
especializados en salud mental, con la única finalidad de entablar una mejor
relación de convivencia con sus menores hijos, despojándose de todo
resentimiento que llegase a perjudicarles; de modo tal que la convivencia de
los infantes con uno y otro de sus padres, no debe generarles ningún
desequilibrio emocional, sino, por el contrario, que al convivir con cada uno de
ellos se sientan queridos, respetados y protegidos, nunca manipulados o
utilizados para satisfacer diversos intereses. Entonces, en aras de prevenir
algún posible daño psicológico, incluso corregirlo, si es que lo hubiere, los
padres deben asumir una responsabilidad absoluta respecto de sus menores
hijos, pues el hecho de que se encuentren divorciados o separados no implica
que no puedan ser excelentes guías paternales, incluso mejores que si vivieran
juntos, por cuanto se encuentran obligados a compensar el terrible
inconveniente que a los niños les produce la separación de aquéllos. Por
consiguiente, en términos de lo que estatuye el numeral 4.203 del código
sustantivo en cita, para ayudar a los niños a que no sufran incertidumbre
alguna respecto de su futuro, y por el contrario, que crezcan tranquilos y sanos
en todos los ámbitos personales y ante la sociedad, es menester que los
aludidos menores sean protegidos, y que sus progenitores actúen
honestamente en cuanto a sus sentimientos filiales, y así, prescindirán de
egoísmos al disputarse la guarda y custodia, y en especial, en cuanto al
derecho de los aludidos infantes a convivir con sus progenitores,
fortaleciéndose entre ellos los lazos de amor y respeto. De ahí que los referidos
menores, no deben ser inmiscuidos en los conflictos de sus padres, quienes
deben asumir responsablemente su misión, con la mejor disposición, para
seguir conviviendo con sus menores hijos, educándolos consciente e
integralmente, incluso, inculcándoles valores y principios conductuales, pues la
paternidad nunca termina con una separación o el divorcio, por lo que ambos
deben permitir que se lleve a cabo una convivencia en beneficio evidente de
sus hijos, libre de celos, de resentimientos o de envidias, fungiendo como
verdaderos padres, plenos e íntegros, inculcándoles sentimientos de amor, de
inspiración, de superación, de esperanza, y sobre todo, de responsabilidad,
evitándose así, en la medida de lo posible, cualquier conflicto emocional,
personal o judicial que involucre a dichos niños; por lo que, a partir de esa
referencia podrán organizar su futuro, pues no tienen la más mínima opción de
desampararlos, por su corta edad. De acuerdo con el artículo 4.207 del Código
Civil para el Estado de México, las anteriores reflexiones encuentran sustento
en el hecho de que el derecho de familia es un conjunto de normas jurídicas
dirigidas a regir la conducta de los miembros del grupo familiar entre sí,
propiciándose así las condiciones para que se desarrollen las relaciones
conyugales y consanguíneas constituidas por un sistema de derechos y
obligaciones, poderes, facultades y deberes entre consortes y parientes, e
incluso, tales facultades y deberes de carácter asistencial surgen entre los
padres, hijos, parientes colaterales (hermanos, tíos, sobrinos, etcétera), y
tienen como objetivo tutelar y fortalecer las relaciones y los derechos entre
ascendientes y descendientes, sujetándose a las normas fundamentales
establecidas para la protección de los hijos.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 109/2008. 4 de marzo de 2008. Unanimidad de


votos. Ponente: Virgilio A. Solorio Campos. Secretario: Faustino García
Astudillo.

Registro IUS: 173761

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXIV, Diciembre de 2006, p. 1344,
aislada, Civil.

Número de tesis: II.2o.C.509 C

Rubro: GUARDA Y CUSTODIA DE MENORES. LA PRETENSIÓN DE CAMBIO DE LA


SITUACIÓN JURÍDICA PREEXISTENTE, ESTÁ SUPEDITADA A QUE PREVIAMENTE
SE CUMPLA CON LA CONDICIÓN DE ENTREGA DE LOS INFANTES A FAVOR DE
QUIEN EJERCE ESA GUARDA Y CUSTODIA, LEGAL Y FORMALMENTE DECRETADA
EN SENTENCIA FIRME.

Texto: El derecho de familia es un conjunto de normas jurídicas dirigidas a regir


la conducta de los miembros del grupo familiar entre sí, procurándose el mejor
desenlace en las relaciones conyugales y consanguíneas constituidas por un
sistema de derechos y obligaciones, poderes, facultades y deberes entre
consortes, hijos y parientes. Esas facultades y deberes de carácter asistencial
que nacen entre los padres, hijos, parientes colaterales (hermanos, tíos,
sobrinos, etcétera), tienen como objetivo tutelar los derechos entre
ascendientes y descendientes, sujetándose a normas establecidas para la
protección de los hijos. Por ello, el derecho de familia se ocupa, entre otros
aspectos, de la protección de los menores a través del ejercicio de la patria
potestad y la guarda y custodia, considerado ello como una institución
protectora de la persona y bienes de los hijos menores de edad no
emancipados, que nace de la filiación. Así, cuando en un asunto se discuta la
pretensión del progenitor de cambio de situación jurídica de la guarda y
custodia decretada previamente en definitiva a favor de la madre de los
menores, pero que de hecho tiene dicho progenitor porque indebidamente
retiene consigo a esos menores, en abuso del derecho de convivencia paterno-
filial que le fue concedido, es indiscutible que el juzgador debe observar y
tener en cuenta, de oficio y en forma preferente, la situación prevalente sobre
la guarda y custodia definitiva ya decretada a favor de la madre, previamente
al examen de esa acción de cambio de guarda y custodia, y al suplir la
deficiencia de la queja a favor de los descendientes, la autoridad debe ordenar
al accionante la entrega de dichos menores de manera inmediata a su
progenitora, con los apercibimientos de ley en caso de desobediencia, a efecto
de que lo ya decidido judicialmente sobre tal prerrogativa siga cumpliéndose
en sus términos, en restauración del orden público relativo, incluso, como un
presupuesto básico de procedencia de dicha acción intentada por el
demandante, ya que no es factible ni permisible, formal y legalmente, que con
el incumplimiento y falta de acatamiento a una determinación judicial
decretada a favor de esos menores, que sin duda provoca una situación de
hecho irregular, se pretendiere cambiar un derecho preferente que
judicialmente le fue otorgado en definitiva a la progenitora de dichos infantes,
como sucede, se reitera, cuando el actor, en abuso notorio del derecho de
convivir con sus menores hijos, no los devuelve a aquélla, a quien
jurisdiccionalmente se le concedió ya en definitiva la guarda y custodia
respectiva, para así, de facto, pretender el cambio de dicha situación jurídica
con el fin de que a él se le otorgare ésta por una circunstancia de hecho, y que
a la progenitora se le fijara un régimen de visitas y convivencias materno-filial,
sin que previamente el accionante hubiese acatado la decisión preexistente, o
sea, la entrega de los menores, en respeto a ese estado jurídico en que se
encuentra la guarda y custodia legalmente. Por consiguiente, al ser el
cumplimiento de las sentencias firmes y el interés superior de los menores,
cuestiones de orden público e interés social preeminente, debe constreñirse al
progenitor a reintegrar a los menores hijos con su madre, a efecto de que se
restaure esa situación jurídica, respetándose el estado de derecho que
prevalece en nuestro país, pues ello resulta de supremo interés y obligatorio
para todas y cada una de las autoridades jurisdiccionales del Estado mexicano
ante quienes, de alguna forma, se someta la decisión de salvaguardar los
derechos de menores.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 671/2006. 19 de septiembre de 2006.


Unanimidad de votos. Ponente: Virgilio A. Solorio Campos. Secretario: Carlos
Esquivel Estrada.

Registro IUS: 185133

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XVII, Enero de 2003, p. 1816,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.3o.C.381 C

Rubro: MENORES. SU CAMBIO DE DOMICILIO NO PUEDE SER DETERMINADO


UNILATERALMENTE POR EL PROGENITOR TITULAR DE LA GUARDA Y CUSTODIA,
SI AMBOS PADRES CONSERVAN EL EJERCICIO DE LA PATRIA POTESTAD.

Texto: De la interpretación armónica de los artículos 164, 168, 413, 414, 416,
418 y 422 del Código Civil para el Distrito Federal, se desprende que la patria
potestad se ejerce por los padres sobre la persona y los bienes de los hijos, y
en caso de la separación de los progenitores, ambos deberán continuar con el
cumplimiento de sus deberes, quedando el menor bajo los cuidados y
atenciones de uno de ellos (custodia), mientras que el otro tendrá la obligación
de contribuir con el que custodia al menor en todos sus deberes, conservando
sus derechos de convivencia y vigilancia, si no fue privado de la patria
potestad. Por consiguiente, el progenitor que detenta la guarda y custodia
sobre el menor, no puede cambiar unilateralmente el domicilio de éste, ya que
la titularidad de esos derechos no implica un poder omnímodo y exclusivo para
determinar el lugar en que debe vivir el infante, porque tratándose de esa
decisión tan importante debe intervenir también el otro progenitor, ya que al
estar en pleno ejercicio de la patria potestad, conserva el derecho de convivir
con su hijo e, incluso, la obligación de velar por la formación física, espiritual y
moral de él, así como atender a la preparación para una profesión o actividad
determinada, que le represente utilidad, lo que no podría llevar a cabo si éste
es trasladado a un lugar distante sin su consentimiento o sin que se fijen
previamente las bases de la convivencia y visitas entre ambos, por lo que es
inconcuso que los dos padres deben resolver de común acuerdo ese cambio y
en defecto de convenio, debe ser el Juez competente el que determine todo lo
conducente a la formación y educación del menor, entre lo que destaca lo
relativo al lugar y ambiente en que ha de desenvolverse, pues no es posible
que sin una debida justificación se distancie a los hijos de sus padres, en tanto
esto puede implicar una separación fundamental, ya que de cambiar el
domicilio a un lugar muy lejano, sea dentro o fuera del país, es patente que el
progenitor que no tiene la guarda y custodia no podrá disfrutar de la
convivencia con su menor hijo en la forma en que lo venía haciendo, toda vez
que no es lo mismo visitarlo en la propia ciudad a tener que salir incluso del
país para lograr esa convivencia, lo que evidentemente acarrea notorios
perjuicios no solamente para el progenitor sino inclusive para el menor, pues
ya no se fomentarían con la misma intensidad y frecuencia los lazos afectivos
entre ellos; de ahí que sea significativo valorar la conveniencia de que el menor
cambie su residencia o, en su caso, fijar las condiciones bajo las cuales debe
llevarse a cabo ese cambio, en virtud de que esta facultad y correlativa
obligación es una cuestión inherente al ejercicio de la patria potestad y
coetánea de la vigencia del derecho de visita y convivencia con el menor.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 6123/2002. Octaviano Padilla Longoria. 23 de


mayo de 2002. Unanimidad de votos. Ponente: Armando Cortés Galván.
Secretario: Gabriel Regis López.

Registro IUS: 168522


Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVIII, Octubre de 2008, p. 2465,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.7o.C.113 C

Rubro: VIOLENCIA FAMILIAR. ELEMENTOS QUE SE DEBEN ACREDITAR.

Texto: La violencia familiar, puede definirse como aquel acto u omisión


intencional de una o varias conductas dirigidas a dominar, someter, controlar o
agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente a cualquier integrante de
la familia dentro o fuera del domicilio familiar, para causar daño. Dos de alguna
de sus clases son: I. Física: consistente en todo acto intencional en el que se
utilice alguna parte del cuerpo, algún objeto, arma o sustancia para sujetar,
inmovilizar o causar daño a la integridad física del otro; y, II. Psicoemocional:
todo acto u omisión consistente en prohibiciones, coacciones,
condicionamientos, intimidaciones, insultos, amenazas, celotipia, desdén,
abandono o actitudes devaluatorias, que provoquen en quien las recibe
alteración autocognitiva y autovalorativa, que integran su autoestima o
alteraciones en alguna esfera o área de la estructura psíquica de esa persona.
Es decir, es un fenómeno complejo que no puede tenerse por acreditado por un
solo acto o de indicios no corroborados sobre su existencia. De ahí que, quien
alega alguna de estas dos clases de violencia deberá acreditar: el daño físico o
emocional y la intención por parte del generador de violencia familiar para
causarlo; o bien, que la conducta desplegada es susceptible de provocar una
alteración física o en alguna esfera o área de la estructura psíquica del
receptor de la violencia.

SÉPTIMO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 451/2008. 19 de septiembre de 2008.


Unanimidad de votos. Ponente: Julio César Vázquez-Mellado García. Secretario:
Benjamín Garcilazo Ruiz.

Registro IUS: 172003


Localización: Novena Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, Tomo XXVI, Julio de 2007, p. 265, aislada, Civil.

Número de tesis: 1a. CXLI/2007

Rubro: INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO. SU CONCEPTO.

Texto: En términos de los artículos 4o. de la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos; 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño (ratificada
por México y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 25 de enero de
1991); y 3, 4, 6 y 7 de la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes, los tribunales deben atender primordialmente al interés
superior del niño, en todas las medidas que tomen concernientes a éstos,
concepto interpretado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (cuya
competencia aceptó el Estado Mexicano el 16 de diciembre de 1998 al ratificar
la Convención Interamericana de Derechos Humanos) de la siguiente manera:
"la expresión ‘interés superior del niño’ ... implica que el desarrollo de éste y el
ejercicio pleno de sus derechos deben ser considerados como criterios rectores
para la elaboración de normas y la aplicación de éstas en todos los órdenes
relativos a la vida del niño".

Precedentes: Amparo directo en revisión 908/2006. 18 de abril de 2007.


Unanimidad de cuatro votos. Ausente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente:
Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Heriberto Pérez Reyes.

Registro IUS: 173397

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXV, Febrero de 2007, p. 1606,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.3o.C.589 C


Rubro: ALIMENTOS. FORMA EN QUE EL ESTADO MEXICANO DEBE ACATAR SU
OBLIGACIÓN ESTABLECIDA EN EL ARTÍCULO 4o. CONSTITUCIONAL.

Texto: Conforme a los tres últimos párrafos del artículo 4o. de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, los niños tienen derecho a la
satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano
esparcimiento para su desarrollo integral, y queda a los ascendientes, tutores y
custodios el deber de preservar ese derecho. Asimismo, el Estado queda
obligado a cumplir con ese encargo constitucional, que se traduce en una
prestación de hacer, esto es, proveer lo necesario para propiciar el ejercicio
pleno de los derechos de la niñez, así como otorgar facilidades a los
particulares para que coadyuven al cumplimiento de tales derechos. Los
anteriores elementos, gobernado como sujeto activo, Estado como sujeto
pasivo, y prestación, son característicos de un derecho público subjetivo, sin
embargo, el Constituyente Permanente mexicano, autor de la reforma que
introdujo en el texto constitucional la disposición de que se trata, publicada en
el Diario Oficial de la Federación de siete de abril de dos mil, asignó también a
los ascendientes, tutores y "custodios", así como a los particulares, en general,
el deber de preservar los derechos y de coadyuvar a su cumplimiento,
respectivamente. Con ello, a la par del derecho público subjetivo, se creó un
sistema sui generis de corresponsabilidad del Estado y de los particulares,
empero, de ningún modo se relevó al primero de sus obligaciones por esa
alteración de la forma ortodoxa de regulación del plexo de derechos a nivel
constitucional, que suele basarse en relaciones verticales, es decir, entre
gobierno y gobernados, y no horizontales, entre gobernados y gobernados. Los
sujetos tutelados y el contenido de la prestación a cargo del Estado denotan la
naturaleza del derecho fundamental de que se trata, a saber, un derecho
perteneciente, en origen, a los clásicos derechos civiles o de primera
generación, entre los que se encuentran los relativos a la vida y la libertad
-bienes jurídicos tutelados a través de la referencia a los alimentos y la salud, a
la educación y al esparcimiento, respectivamente-, que ha evolucionado a ser
un derecho social o de segunda generación, dado que se concede a los seres
humanos en tanto que forman parte de un grupo social determinado, o sea, los
niños, y exige de la organización estadual una intervención activa para
realizarlo. No sólo el dispositivo constitucional permite afirmar lo anterior, sino
también los dictámenes de las Cámaras de Origen y Revisora, esto es, el
Senado y la Cámara de Diputados, respectivamente, correspondientes a la
modificación del precepto para lograr su actual redacción, así como otros
textos jurídicos de inferior jerarquía normativa que, por disposición de la propia
Ley Fundamental, son de observancia obligatoria, como la Convención sobre
los Derechos del Niño, acuerdo multilateral considerado en la reforma
constitucional de referencia, la Ley para la Protección de los Derechos de
Niñas, Niños y Adolescentes, en el ámbito federal, y la Ley de los Derechos de
las Niñas y Niños en el Distrito Federal, de ámbito local. Conforme a las normas
precedentes, el derecho de los niños establecido en el artículo 4o.
constitucional, tiene una caracterización de derecho público subjetivo de
segunda generación, social y programático, dado que tiene delimitados a los
sujetos pasivo (Estado) y activo (niños), así como a la prestación que el
primero debe realizar, pero a diferencia de los clásicos derechos civiles
fundamentales que, por lo general, exigen un hacer o no hacer del obligado, en
el caso de que se trata éste debe efectuar una serie de tareas necesarias para
dar vigencia sociológica a las facultades ya que, en caso contrario, se
convierten en meros enunciados carentes de aplicación práctica. Ello es así,
porque el derecho de que se trata requiere prestaciones positivas, de dar o de
hacer, por parte del Estado como sujeto pasivo, en tanto busca satisfacer
necesidades de los niños cuyo logro no siempre está al alcance de los recursos
individuales de los responsables primarios de su manutención, es decir, los
progenitores y, por ende, precisa de políticas de bienestar, de solidaridad y
seguridad sociales, así como de un desarrollo integral (material, económico,
social, cultural y político), ya que la dignidad de los seres humanos tutelados,
elemento sine qua non de las tres generaciones de derechos conocidas,
requiere condiciones de vida sociopolítica y personal a las que el Estado debe
propender, ayudar y estimular con eficacia, a fin de suministrar las condiciones
de acceso al goce del derecho fundamental de los niños. Tal es la forma en que
el Estado mexicano tiene que acatar su obligación constitucionalmente
establecida de proveer "lo necesario para propiciar el respeto a la dignidad de
la niñez y el ejercicio pleno de sus derechos", y no sólo mediante la emisión de
leyes que detallen los derechos, como las antes invocadas, mismas que
también destacan diversas obligaciones estatales.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 442/2006. 21 de septiembre de 2006.


Unanimidad de votos. Ponente: Neófito López Ramos. Secretario: Raúl Alfaro
Telpalo.

Registro IUS: 181135


Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XX, Julio de 2004, p. 1725, aislada,
Civil.

Número de tesis: II.2o.C.459 C

Rubro: GUARDA Y CUSTODIA DE MENORES, ELEMENTOS QUE DEBE CONTENER


LA PRUEBA PERICIAL EN EL PROCEDIMIENTO DE (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE
MÉXICO).

Texto: Del análisis sistemático de los artículos 4o. y 133 constitucionales; 1 a


41 de la Convención sobre los Derechos del Niño; 3, 4, 7, 41, 48 y 49 de la Ley
para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y 4.398 del
Código Civil del Estado de México vigente, se aprecia que en el sistema jurídico
mexicano las autoridades judiciales que conozcan de controversias donde se
decidan derechos de menores, deberán velar por el interés superior de éstos.
Así, con base en ese principio, este Tribunal Colegiado en la jurisprudencia
número J/17/9a. cuyo rubro es: "MENORES. DEBE REPONERSE EL
PROCEDIMIENTO A FIN DE QUE EL JUEZ NATURAL RECABE LOS MEDIOS
PROBATORIOS NECESARIOS PARA DETERMINAR LO CONDUCENTE DE MODO
INTEGRAL Y COMPLETO SOBRE LA GUARDA Y CUSTODIA DE AQUÉLLOS
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO).", determinó que en los juicios donde
se discuta la guarda y custodia de menores, el Juez debe recabar de oficio los
medios de convicción que estime pertinentes para resolver lo más favorable a
esos menores, y que entre tales pruebas están las periciales en materias de
psicología y trabajo social, o bien, cualquiera otra probanza que en el arbitrio
del juzgador se estime necesaria, otorgándose al agente del Ministerio Público
la intervención que le compete. Ahora bien, resulta pertinente complementar
dicho criterio en el sentido de que si durante el procedimiento se desahoga la
prueba pericial, tanto el juzgador como el agente del Ministerio Público deben
inquirir de modo claro, directo y concreto al especialista respectivo a través de
cuestionamientos que permitan concluir a cuál de los progenitores, en orden
con las circunstancias personales del infante y de aquéllos, se debe considerar
como el más apto y conveniente para ejercer su guarda y custodia legal, para
que con base en esa opinión autorizada, en confrontación con las demás
pruebas aportadas, el referido juzgador pueda decidir de una manera fundada
y motivada cuál de los padres debe ejercer tal guarda y custodia.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.


Precedentes: Amparo directo 776/2003. 18 de noviembre de 2003. Unanimidad
de votos. Ponente: Noé Adonai Martínez Berman. Secretario: Saúl Manuel
Mercado Solís.

Nota: La tesis citada aparece publicada con el número II.2o.C. J/17, en el


Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XIX,
mayo de 2004, página 1548.

Registro IUS: 166463

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXX, Septiembre de 2009, p. 3112,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.3o.C.744 C

Rubro: CONVIVENCIA DE PERSONAS MENORES DE EDAD CON SUS PADRES. LOS


ACTOS QUE LA AFECTAN DEBEN CONSIDERARSE DE IMPOSIBLE REPARACIÓN Y,
POR TANTO, DE IMPUGNACIÓN INMEDIATA A TRAVÉS DEL JUICIO DE
GARANTÍAS.

Texto: Del artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, así como del contenido de la Convención sobre los Derechos del
Niño, se aprecia que constituye un derecho fundamental el normal e integral
desarrollo de las personas menores de edad, el cual se consigue, entre otras
cuestiones, cuando se garantiza la convivencia de estos últimos con sus
padres, en tanto ello no les resulte más perjudicial que benéfico. Así las cosas,
los actos de autoridad que inciden sobre la convivencia antes precisada
afectan de manera inmediata los derechos fundamentales de las personas
menores de edad, porque tanto los padres como sus hijos menores de edad no
podrán recuperar el tiempo que les fue vedado para interrelacionarse, como
naturalmente debe ocurrir dada la filiación que los une, circunstancia ésta que
justifica que esos actos constituyan una excepción al principio de definitividad
en materia de amparo y, por ende, que los mismos puedan ser objeto de
impugnación de manera inmediata a través del juicio de garantías en la vía
indirecta, sin que previamente se hubieran agotado los recursos ordinarios de
defensa que la ley establezca en su contra. No queda inadvertido para este
Tribunal Colegiado la salvedad establecida en la propia Convención sobre los
Derechos del Niño, en el sentido de que la separación de los niños de uno o
ambos padres se puede justificar cuando la convivencia de los primeros con
estos últimos resulte más perjudicial que benéfica para su normal desarrollo;
se afirma lo anterior, toda vez que tan grave es dejar convivir con un menor de
edad al padre que presuntivamente ejerza violencia física o mental sobre dicho
menor, como grave es privar a este último de su normal desarrollo al lado de
su progenitor en la medida de lo posible; sin embargo, ese es el tema toral a
dilucidar de manera inmediata a través del juicio de garantías, de tal manera
que corresponde al Juez de Distrito ponderar esa situación al allegarse de todo
el material probatorio que estime necesario, una vez que la demanda de
garantías sea admitida.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo en revisión 12/2009. 19 de febrero de 2009. Unanimidad


de votos. Ponente: Víctor Francisco Mota Cienfuegos. Secretario: Salvador
Andrés González Bárcena.

Registro IUS: 167449

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXIX, Abril de 2009, p. 1927,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.9o.C.158 C

Rubro: MENORES. CONOCER SU SENTIR RESPECTO DEL PROCEDIMIENTO EN EL


QUE SE VEAN INVOLUCRADOS, COMO LO ESTABLECE EL CÓDIGO CIVIL PARA EL
DISTRITO FEDERAL VIGENTE, ES UNA FORMALIDAD ACORDE CON LA
CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO.
Texto: El artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño, además de
conceder al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio, el
derecho de expresar su opinión respecto del asunto que le afecte, establece un
lineamiento general para que los Estados partes consideren que en cualquier
procedimiento en que se pueda ver afectado un menor, éste tenga la
oportunidad de ser escuchado para conocer su sentir respecto del mismo; esto
es, instituye una formalidad que se debe cumplir en todo aquel procedimiento
en el que se ventilen cuestiones inherentes a los menores. Por ende, lo
dispuesto por el artículo 417 del Código Civil para el Distrito Federal, en el
sentido de que debe oírse a los menores independientemente de su edad, no
contraviene lo previsto por la citada convención, porque como ya quedó
asentado, ese instrumento internacional establece lineamientos generales a
seguir por los Estados firmantes del mismo, para garantizar el sano desarrollo y
bienestar de los menores, pero es en la norma de procedimiento de la ley
nacional respectiva, en la que se establece la forma y términos en que van a
otorgarse o garantizarse los derechos reconocidos a los menores, que
precisamente es el artículo 417 en comento.

NOVENO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo en revisión 39/2009. 12 de marzo de 2009. Unanimidad


de votos. Ponente: Ana María Serrano Oseguera. Secretario: José Ángel Vega
Tapia.

Registro IUS: 168241

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVIII, Diciembre de 2008, p. 1098,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.7o.C.118 C

Rubro: VIOLENCIA FAMILIAR. LA SEPARACIÓN INJUSTIFICADA DEL MENOR DE


UNO DE SUS PROGENITORES CONSTITUYE LA.
Texto: Conforme el artículo 323 Quáter del Código Civil para el Distrito Federal,
violencia familiar es aquel acto u omisión intencional, dirigido a dominar,
someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente a
cualquier integrante de la familia dentro o fuera del domicilio conyugal, para
causar daño. Las clases de violencia son, entre otras: I. Física: Es todo acto
intencional en el que se utilice alguna parte del cuerpo, algún objeto, arma o
sustancia para sujetar, inmovilizar o causar daño a la integridad física del otro;
y, II. Psicoemocional: Es todo acto u omisión consistente en prohibiciones,
coacciones, condicionamientos, intimidaciones, insultos, amenazas, celotipia,
desdén, abandono o actitudes devaluatorias, que provoquen en quien las
recibe alteración autocognitiva y autovalorativa que integran su autoestima o
alteraciones en alguna esfera o área de la estructura psíquica de esa persona.
Así, cuando un padre a través de conductas de acción u omisión, separa
injustificadamente a su hijo de meses de edad de su progenitora, ejerce en
perjuicio del infante violencia familiar, en su modalidad de psicoemocional,
porque lo somete, domina, controla y prohíbe tener amor, alimentación y
cuidados de su madre, así como relacionarse con la familia materna. Ello,
porque en el caso existe una imposibilidad material para acreditar la alteración
en la estructura psíquica del menor (daño), en razón de que el demandado se
lo llevó desde corta edad, y de manera reiterada se negó, no obstante los
múltiples requerimientos judiciales, a entregarlo a su madre, lo que implica que
no se tiene conocimiento del lugar y las condiciones en que el enjuiciado
actualmente tiene a su hijo y, por ello, en el juicio natural no se pudo investigar
o determinar la estructura psíquica del menor. Sin embargo, atendiendo a la
hermenéutica jurídica, las normas legales no se pueden aplicar literalmente,
cuando no se toman en cuenta las imprevisiones del legislador ni los
postulados de la equidad en determinados supuestos, como el presente
asunto, por lo que el juzgador al interpretar la ley, debe hacer una exégesis
generosa que permita armonizar el contenido de la norma y limitar su alcance.
Por ende, en el caso se surte la presunción de la causación del daño en la
estructura psíquica del infante, porque la alteración autocognitiva y
autovalorativa que integran la autoestima o alteraciones en alguna esfera o
área de la estructura psíquica de la persona, se presume a partir de la
existencia del deber y la acción de separación injustificada del menor, como
una consecuencia necesaria entre esa conducta indebida y la afectación en el
integrante del grupo familiar, toda vez que conforme a los artículos 4o. de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 3.1, 7.1, 8.1, 9.1, 16.1,
19.1 y 27.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño, 24 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 19 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), Principios 2, 6 y 9 de la
Declaración de los Derechos del Niño, 12.1 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, y 16 del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (Protocolo de San Salvador), se
desprende que el desarrollo y bienestar integral del niño comprende, en
principio, el derecho a conocer a sus padres y ser cuidado por ellos; el derecho
a preservar las relaciones familiares; el derecho a que no sea separado de sus
padres excepto cuando tal separación sea necesaria en el interés superior del
niño; el derecho a no ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su
familia; el derecho de protección contra toda forma de perjuicio o abuso físico o
mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el
abuso sexual. Luego, si no se desvirtúa el incumplimiento de estas obligaciones
y, como consecuencia, la separación injustificada del menor por parte de uno
de sus progenitores, se acredita la existencia de violencia en su modalidad de
psicoemocional, ya que se surte la presunción de causación del daño.

SÉPTIMO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 647/2008. 16 de octubre de 2008. Unanimidad de


votos. Ponente: Sara Judith Montalvo Trejo. Secretario: Guillermo Bravo
Bustamante.

Registro IUS: 170260

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVII, Febrero de 2008, p. 2351,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.3o.C.670 C

Rubro: MENORES DE SIETE AÑOS. QUÉ DEBE ENTENDERSE POR SU NORMAL


DESARROLLO (INTERPRETACIÓN DE LA FRACCIÓN V DEL ARTÍCULO 282 DEL
CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL).

Texto: En términos de la fracción V del artículo 282 del Código Civil para el
Distrito Federal, existe la presunción legal de que los hijos menores de siete
años deben quedar al cuidado de la madre, salvo que se acredite que con ella
el desarrollo normal de dichos menores se encuentre en grave peligro. En esta
tesitura, para desentrañar el sentido de la frase "desarrollo normal", debe
acudirse a la Convención sobre los Derechos del Niño, de veinte de noviembre
de mil novecientos ochenta y nueve, instrumento internacional que es de
referencia obligatoria cuando se involucra a un menor, de conformidad con lo
previsto en el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, precepto fundamental que, incluso, sitúa a esa convención por
encima de las legislaciones ordinarias federales y locales. En esta tesitura, del
preámbulo del referido instrumento internacional, así como de su artículo 9,
punto 1, se advierte que el desarrollo normal de un menor, es aquel que se
produce cuando el entorno de éste le permite u otorga la posibilidad, en
atención a sus capacidades físicas y mentales, para su preparación a una vida
independiente en sociedad, con una percepción de respeto en razón a los
derechos que les asisten a los demás; circunstancias que son posibles cuando
se garantizan sus derechos a la vida, integridad física y mental, salud,
identidad, familia, convivencia con sus padres -en tanto ello no le resulte más
perjudicial que benéfico-, socialidad, comprensión en razón a sus aptitudes
físicas y mentales, libre expresión de sus ideas dentro del marco de la moral y
buenas costumbres, educación, información, desarrollo psicosexual correlativo
a su edad, juego y esparcimiento, experiencias estética y artística y las
libertades de conciencia y religión; de tal manera que la presunción legal que
nos ocupa sólo puede desvirtuarse en el caso en que se acredite la existencia
de un peligro inminente de privar al referido menor de alguna de las
circunstancias antes descritas.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 560/2006. 11 de enero de 2007. Unanimidad de


votos. Ponente: Víctor Francisco Mota Cienfuegos. Secretario: Salvador Andrés
González Bárcena.

Registro IUS: 170170

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVII, Febrero de 2008, p. 2451,
aislada, Civil.

Número de tesis: XXII.1o.43 C


Rubro: SUSPENSIÓN. PROCEDE RESPECTO DEL RÉGIMEN DE CONVIVENCIAS
DECRETADO EN LA SENTENCIA QUE DECLARÓ LA PÉRDIDA DE LA PATRIA
POTESTAD POR OMISIÓN DE CUIDADOS, SIEMPRE QUE EL NIÑO NO HAYA
CONVIVIDO CONSTANTE Y CONTINUAMENTE CON SU MADRE BIOLÓGICA
DURANTE UN LARGO PERIODO Y QUE TAL CONVIVENCIA SEA EL OBJETO DE
RECLAMO EN EL JUICIO DE AMPARO.

Texto: El artículo 9 de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en


Nueva York, Estados Unidos de América, en 1989, en vigor desde el 2 de
septiembre de 1990, y ratificada por nuestro país el 21 de septiembre de ese
mismo año; refiere que los Estados Parte deben velar porque el niño no sea
separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando las
autoridades competentes determinen que tal separación es necesaria en el
interés superior del niño -como puede ocurrir en los casos en que el niño sea
objeto de maltrato o descuido por parte de sus padres-, además, estatuye que
deben respetar el derecho del niño, que esté separado de sus padres, a
mantener relaciones personales y contacto directo con ellos, de modo regular,
siempre y cuando ello no sea contrario al interés superior de aquél. Es decir, el
derecho del niño a la convivencia con sus progenitores, por regla general, se
encamina a la conservación de un entorno saludable y favorable para su pleno
desarrollo personal y emocional, que por causas ajenas a él, vive separado de
sus padres; sin embargo, excepcionalmente, puede suspenderse ese derecho
cuando exista peligro para el menor, a fin de salvaguardar el interés superior
de éste, atendiendo a las circunstancias particulares del caso y prescindiendo
de la conveniencia e intereses personales de sus padres. Así, cuando a) la
madre biológica ha perdido la patria potestad por omisión de cuidado y
derivado de ello, b) el niño se encuentra bajo custodia de instituciones públicas
dedicadas a la asistencia y defensa del menor, aunado a que c) no ha existido
una convivencia constante y continua por un largo tiempo, se considera más
benéfico para el niño -por lo menos durante el trámite del juicio de amparo
directo- que no establezca con su madre biológica una convivencia que no ha
existido de forma permanente e ininterrumpida durante un largo periodo,
cuando aún se encuentra sub júdice la procedencia del régimen de
convivencias decretado en segunda instancia ya que, de negarse la
suspensión, se propiciaría que el menor iniciara y estableciera una convivencia
regular con su madre biológica, lazo que pudiera verse restringido, en caso de
que se determinara procedente el otorgamiento de la protección constitucional
contra el régimen de convivencias, con el consecuente efecto de su
terminación, lo que ocasionaría mayores perjuicios en el sano desarrollo y
estabilidad psicológica y emocional del niño.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGÉSIMO SEGUNDO CIRCUITO.

Precedentes: Queja 75/2007. 29 de noviembre de 2007. Unanimidad de votos.


Ponente: Alma Rosa Díaz Mora. Secretaria: Dennisse Reza Anaya.

Convención sobre los Derechos del Niño

PARTE I.

Artículo 9o.

1. Los Estados Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres
contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las
autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los
procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el interés
superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en casos particulares,
por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o descuido por
parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe adoptarse una
decisión acerca del lugar de residencia del niño.

2. En cualquier procedimiento entablado de conformidad con el párrafo 1 del


presente artículo, se ofrecerá a todas las partes interesadas la oportunidad de
participar en él y de dar a conocer sus opiniones.

3. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno
o de ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con
ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del
niño.

4. Cuando esa separación sea resultado de una medida adoptada por un


Estado Parte, como la detención, el encarcelamiento, el exilio, la deportación o
la muerte (incluido el fallecimiento debido a cualquier causa mientras la
persona esté bajo la custodia del Estado) de uno de los padres del niño, o de
ambos, o del niño, el Estado Parte proporcionará, cuando se le pida, a los
padres, al niño o, si procede, a otro familiar, información básica acerca del
paradero del familiar o familiares ausentes, a no ser que ello resultase
perjudicial para el bienestar del niño. Los Estados Partes se cerciorarán,
además, de que la presentación de tal petición no entrañe por sí misma
consecuencias desfavorables para la persona o personas interesadas.

Registro IUS: 171416

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVI, Septiembre de 2007, p.
2561, aislada, Civil.

Número de tesis: I.9o.C.140 C

Rubro: PATRIA POTESTAD. ATENDIENDO AL INTERÉS SUPERIOR DEL MENOR, SU


PÉRDIDA NO SIEMPRE IMPLICA LA FALTA DE CONVIVENCIA DE ÉSTE CON EL
PROGENITOR SANCIONADO.

Texto: De conformidad con el artículo 417, párrafo segundo del Código Civil
para el Distrito Federal, vigente hasta antes de la reforma de dos de febrero de
dos mil siete, la pérdida de la patria potestad del menor conlleva la
imposibilidad de la convivencia de éste con el progenitor, pero no existe
precepto que le prohíba, suspenda o limite al menor, su propio derecho de
convivir con su padre, pues en atención a que el artículo 9, numeral 3, de la
Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Cámara de
Senadores del Congreso de la Unión, el diecinueve de junio de mil novecientos
noventa, según decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el treinta
y uno de julio del año citado, y ratificado por el Ejecutivo el diez de agosto de
mil novecientos noventa, establece: "Los Estados partes respetarán el derecho
del niño que esté separado de uno o de ambos padres a mantener relaciones
personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello
es contrario al interés superior del niño.", atendiendo al interés superior del
niño, quien tiene derecho a un desarrollo integral, tal restricción no debe
aplicarse de manera genérica, pues si de constancias de autos no se advierte
que exista algún peligro para el menor por la convivencia con el padre o la
madre, la autoridad judicial, de oficio, puede decretarla, debiendo hacer un
análisis cuidadoso en cada caso concreto.
NOVENO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 460/2007. 30 de agosto de 2007. Unanimidad de


votos. Ponente: Daniel Horacio Escudero Contreras. Secretaria: María del
Carmen Meléndez Valerio.

Registro IUS: 173637

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXIV, Diciembre de 2006, p. 1411,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.7o.C.83 C

Rubro: VISITAS Y CONVIVENCIAS, RÉGIMEN DE. CIRCUNSTANCIAS QUE DEBEN


SER PONDERADAS PARA DETERMINAR SU PROCEDENCIA.

Texto: Cuando se fije el régimen de visitas y convivencias con menores hijos,


se debe ponderar el interés superior de los mismos, pues así se desprende del
artículo 417 del Código Civil para el Distrito Federal, y de los preceptos 3,
apartado 1, 9, apartado 3 y 18 de la Convención sobre los Derechos del Niño,
de donde se deduce que independientemente de los derechos de los padres, es
también un derecho fundamental del niño el conocerlos y convivir con ellos,
pues de ello deriva la identidad del menor, y por eso, cuando sea privado de
ese derecho al niño, el Estado debe prestar asistencia y protección para que
sea restituido, como así se previene en los numerales 7, 8 y 9 de la convención
citada.

SÉPTIMO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.


Precedentes: Amparo directo 573/2006. 5 de octubre de 2006. Unanimidad de
votos. Ponente: Julio César Vázquez-Mellado García. Secretario: Carlos
Manríquez García.

Registro IUS: 175544

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXIII, Marzo de 2006, p. 2044,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.11o.C.141 C

Rubro: MENORES DE EDAD. NO ES NECESARIO DESIGNARLE REPRESENTANTE O


TUTOR INTERINO A ÉSTOS PARA EL EFECTO DE QUE SE LES ESCUCHE EN LOS
JUICIOS DE GUARDA Y CUSTODIA.

Texto: De los artículos 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos; 3, apartado 1, 2 y 3, 9, apartados 1 y 2, y 12, apartados 1 y 2 de la
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño; 1 y 41 de la Ley para la
Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes; 1 y 5 de la Ley de
los Derechos de las Niñas y Niños en el Distrito Federal; y del 416 del Código
Civil para el Distrito Federal, se desprende que debe otorgar al niño la
protección y el cuidado necesarios para su bienestar, y adoptar todas las
medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para
salvaguardar el interés superior de la infancia, escuchando dentro de un
procedimiento judicial su opinión respecto a la controversia de guarda y
custodia que tienen sus padres y con ello resolver su situación jurídica. Ahora,
la garantía de audiencia, prevista en el artículo 14 constitucional, se traduce en
una garantía de seguridad jurídica para los gobernados, que impone la
ineludible obligación a cargo de las autoridades para que, de manera previa al
dictado de un acto de privación, el cual es aquel cuya finalidad connatural
perseguida es la disminución, menoscabo o supresión definitiva de un derecho
del gobernado, cumplan con una serie de formalidades esenciales, necesarias
para oír la defensa de los afectados, es decir, que la garantía de audiencia
consiste en que todo procedimiento o juicio ha de estar supeditado a que en su
desarrollo se observen, ineludiblemente, distintas etapas que configuran la
garantía formal de audiencia en favor de los gobernados, a saber, que el
afectado tenga conocimiento de la iniciación del procedimiento, así como de la
cuestión que habrá de ser objeto de debate y de las consecuencias que se
producirán con el resultado de dicho trámite, que se le otorgue la posibilidad
de presentar sus defensas a través de la organización de un sistema de
comprobación tal, que quien sostenga una cosa la demuestre, y quien estime
lo contrario cuente a su vez con el derecho de demostrar sus afirmaciones; que
cuando se agote dicha etapa probatoria se dé oportunidad de formular las
alegaciones correspondientes y, finalmente, que el procedimiento iniciado
concluya con una resolución que decida sobre las cuestiones debatidas, fijando
con claridad el tiempo y forma de ser cumplidas. En consecuencia, la opinión
del menor de edad que debe escuchar el juzgador para resolver su situación
jurídica dentro de un juicio de guarda y custodia, no se traduce en garantía de
audiencia, dado que el infante no reviste el carácter de parte procesal y que,
por ello, tenga que ser oído y vencido en juicio, sino que únicamente se le
escucha para saber su sentir respecto a la controversia; por tanto, tampoco es
necesaria la intervención de un representante especial o tutor interino para
que el menor sea debidamente representado y oído en juicio, en virtud de que
conforme a los artículos 940 y 941 del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal el Juez de lo Familiar, de manera oficiosa, debe velar por el
interés del menor a efecto de que no sean transgredidos sus derechos.

DÉCIMO PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Precedentes: Amparo en revisión 414/2005. 9 de diciembre de 2005.


Unanimidad de votos. Ponente: María del Carmen Sánchez Hidalgo viuda de
Magaña Cárdenas. Secretario: Lucio Leyva Nava.

Registro IUS: 178388

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXI, Mayo de 2005, p. 1499,
aislada, Civil.

Número de tesis: I.4o.C.81 C


Rubro: PATRIA POTESTAD. SU PÉRDIDA NO SE CONTRAPONE CON EL DERECHO
DE VISITAS.

Texto: Aun cuando la pérdida de la patria potestad lleve consigo la pérdida de


derechos por parte de quien ha sido sancionado de esa forma, no puede
afectarse a quien sin ser parte en la controversia, tiene derecho a convivir con
el progenitor al cual se ha privado de la patria potestad, y que dada su minoría
de edad no puede actuar sino mediante la representación de quien actuó
precisamente como contraparte de aquél; por consiguiente, en respeto al
derecho que tiene el menor de convivir con sus progenitores, aun cuando éstos
ya no vivan juntos, derecho que se encuentra consignado en la Convención
sobre los Derechos del Niño, de la cual es signante este país, es de estimarse
que corresponde al juzgador determinar lo procedente respecto a las
convivencias familiares entre el hijo y el progenitor que ha perdido la patria
potestad, a efecto de establecer si éstas son o no contrarias al interés del niño,
y en su caso precisar las condiciones en que tal derecho se ha de ejercitar.

CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo en revisión 824/2005. 16 de febrero de 2005.


Unanimidad de votos. Ponente: Marco Antonio Rodríguez Barajas. Secretaria:
Leticia Araceli López Espíndola.

Registro IUS: 178644

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXI, Abril de 2005, p. 1469,
aislada, Civil.

Número de tesis: II.3o.C.62 C

Rubro: RÉGIMEN DE VISITA Y CONVIVENCIA CON LOS PADRES. EL JUEZ DEBE


RESOLVER ESE TEMA AUNQUE LAS PARTES NO LO HAYAN PLANTEADO,
ATENDIENDO AL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO.
Texto: Tratándose de controversias del orden familiar, el principio fundamental
que debe tener en cuenta el juzgador es el interés superior del niño, de manera
que si en un juicio de divorcio quedó acreditado que los padres viven
separados, es decir, no viven en el mismo domicilio conyugal, aunque las
partes no controviertan lo relativo al régimen de visita y convivencia, es
menester que el juzgador resuelva lo correspondiente a esa cuestión, y no
constreñirse a señalar que el tema no formó parte de las prestaciones
demandadas en el juicio natural, pues no obstante que conforme al artículo
211 del Código de Procedimientos Civiles del Estado de México (anterior a la
reforma del mes de julio de dos mil dos), la sentencia debe ocuparse
exclusivamente de las acciones y excepciones que hayan sido materia del
juicio, sin embargo, no debe soslayarse lo dispuesto por los artículos 9, 10 y 18
de la Convención sobre los Derechos del Niño, que prevén el derecho que tiene
el niño a la convivencia y contacto directo con ambos padres y que éstos
tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y desarrollo del
niño. En razón de la responsabilidad de los padres en el cumplimiento de sus
deberes para con sus hijos, que comprende no sólo la formación corporal, sino
espiritual, emocional y social que propicie el acrecentamiento de la capacidad
del menor, de ahí que la sociedad está interesada en que los menores puedan
convivir con ambos padres cuando ello sea benéfico para éstos. Lo anterior es
así, porque esas disposiciones deben ser interpretadas acorde con la obligación
que contrajo el Estado mexicano como parte integrante de la convención
aludida en el sentido de que los tribunales judiciales al resolver controversias
que puedan afectar los derechos de los niños, están obligados a resolver sobre
el régimen de visita y convivencia con sus padres, para tutelar ese interés
superior, pues la convivencia es una relación básica para el desenvolvimiento
del ser humano, que tiende a facilitar la participación activa del niño en la
comunidad, tutelando un sano desarrollo físico y mental de los niños, niñas y
adolescentes.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 790/2002. 21 de enero de 2003. Unanimidad de


votos. Ponente: Felipe Alfredo Fuentes Barrera. Secretaria: Virginia Gutiérrez
Cisneros.

Amparo directo 695/2002. 18 de febrero de 2003. Unanimidad de votos.


Ponente: Felipe Alfredo Fuentes Barrera. Secretaria: Benilda Cordero Román.
Registro IUS: 179211

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXI, Febrero de 2005, p. 1765,
aislada, Civil.

Número de tesis: II.2o.C.487 C

Rubro: RÉGIMEN DE CONVIVENCIA FAMILIAR Y VISITA A LOS HIJOS. NO DEBE


CONDICIONARSE AL CONSENTIMIENTO DE LOS MENORES.

Texto: De conformidad con la Convención sobre los Derechos del Niño que fue
adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el veinte de
noviembre de mil novecientos ochenta y nueve, aprobada por el Senado de la
República el diecinueve de junio de mil novecientos noventa, ratificada por
México el veintiuno de septiembre del precitado año, y publicada en el Diario
Oficial de la Federación el veinticinco de enero de mil novecientos noventa y
uno, en todas las medidas concernientes a los niños y niñas que tomen las
instituciones públicas y privadas de bienestar social, los tribunales, las
autoridades administrativas o los órganos legislativos, considerarán
primordialmente que se atienda al interés superior del niño, de acuerdo con el
artículo 3 de dicha convención. Consiguientemente, cuando se resuelva
decretar un régimen de visitas entre un menor y alguno de sus progenitores no
procede condicionarse la convivencia paterno-filial al previo consentimiento de
dicho menor, pues dada su incapacidad para decidir lo que más le convenga,
no puede quedar a su voluntad la verificación de la convivencia ya resuelta,
amén de que lejos de beneficiarle ello le perjudica, puesto que el mencionado
infante podría verse influenciado por factores externos a su real manera de
pensar y sentir, es decir, se propiciaría que mediante la influencia de alguno de
los progenitores se evitara la convivencia determinada, sin que derivase ello de
la decisión personal de dicho menor.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.


Precedentes: Amparo directo 515/2004. 13 de octubre de 2004. Unanimidad de
votos. Ponente: Javier Cardoso Chávez. Secretario: Vicente Salazar López.

Registro IUS: 181135

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XX, Julio de 2004, p. 1725, aislada,
Civil.

Número de tesis: II.2o.C.459 C

Rubro: GUARDA Y CUSTODIA DE MENORES, ELEMENTOS QUE DEBE CONTENER


LA PRUEBA PERICIAL EN EL PROCEDIMIENTO DE (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE
MÉXICO).

Texto: Del análisis sistemático de los artículos 4o. y 133 constitucionales; 1 a


41 de la Convención sobre los Derechos del Niño; 3, 4, 7, 41, 48 y 49 de la Ley
para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y 4.398 del
Código Civil del Estado de México vigente, se aprecia que en el sistema jurídico
mexicano las autoridades judiciales que conozcan de controversias donde se
decidan derechos de menores, deberán velar por el interés superior de éstos.
Así, con base en ese principio, este Tribunal Colegiado en la jurisprudencia
número J/17/9a. cuyo rubro es: "MENORES. DEBE REPONERSE EL
PROCEDIMIENTO A FIN DE QUE EL JUEZ NATURAL RECABE LOS MEDIOS
PROBATORIOS NECESARIOS PARA DETERMINAR LO CONDUCENTE DE MODO
INTEGRAL Y COMPLETO SOBRE LA GUARDA Y CUSTODIA DE AQUÉLLOS
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO).", determinó que en los juicios donde
se discuta la guarda y custodia de menores, el Juez debe recabar de oficio los
medios de convicción que estime pertinentes para resolver lo más favorable a
esos menores, y que entre tales pruebas están las periciales en materias de
psicología y trabajo social, o bien, cualquiera otra probanza que en el arbitrio
del juzgador se estime necesaria, otorgándose al agente del Ministerio Público
la intervención que le compete. Ahora bien, resulta pertinente complementar
dicho criterio en el sentido de que si durante el procedimiento se desahoga la
prueba pericial, tanto el juzgador como el agente del Ministerio Público deben
inquirir de modo claro, directo y concreto al especialista respectivo a través de
cuestionamientos que permitan concluir a cuál de los progenitores, en orden
con las circunstancias personales del infante y de aquéllos, se debe considerar
como el más apto y conveniente para ejercer su guarda y custodia legal, para
que con base en esa opinión autorizada, en confrontación con las demás
pruebas aportadas, el referido juzgador pueda decidir de una manera fundada
y motivada cuál de los padres debe ejercer tal guarda y custodia.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.

Precedentes: Amparo directo 776/2003. 18 de noviembre de 2003. Unanimidad


de votos. Ponente: Noé Adonai Martínez Berman. Secretario: Saúl Manuel
Mercado Solís.

Nota: La tesis citada aparece publicada con el número II.2o.C. J/17, en el


Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XIX,
mayo de 2004, página 1548.

Registro IUS: 181579

Localización: Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario


Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XIX, Mayo de 2004, p. 1763,
aislada, Civil.

Número de tesis: III.5o.C.67 C

Rubro: CUSTODIA PROVISIONAL DE MENORES. PREVIO A SU DECRETAMIENTO


DEBE DARSE INTERVENCIÓN AL PROGENITOR AFECTADO Y OÍRSE LA OPINIÓN
DE LOS NIÑOS INMERSOS EN LA PROBLEMÁTICA FAMILIAR (LEGISLACIÓN DEL
ESTADO DE JALISCO).

Texto: A fin de que el Juez pueda autorizar como medida interina la custodia de
menores en favor de uno de sus ascendientes, debe darse intervención al
padre o a la madre que se vean perjudicados con esa decisión y recabar la
opinión de los infantes a la luz de los artículos 9 y 12 de la Convención sobre
los Derechos del Niño, así como del diverso 573 del Código Civil del Estado,
que prescriben, en lo conducente, que los Estados partes velarán porque el
niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto
cuando se determine que es necesaria por el interés superior del menor,
dándose esta situación, entre otros casos, cuando sus padres vivan separados
y deba adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia y que, en
cualquier procedimiento entablado de conformidad con lo anterior, se
garantizará al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio en
función de su edad y madurez, el derecho de expresar su opinión libremente
en todos los asuntos que le afecten, por lo que será escuchado en todo
procedimiento judicial o administrativo que le perjudique, ya sea directamente
o por medio de un representante o de un órgano apropiado.

QUINTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL TERCER CIRCUITO.

Precedentes: Amparo en revisión 51/2004. 26 de febrero de 2004. Unanimidad


de votos. Ponente: Jorge Figueroa Cacho. Secretario: Óscar Javier Murillo
Aceves.

Registro IUS: 192867

Localización: Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su


Gaceta, Tomo X, Noviembre de 1999, p. 46, aislada, Constitucional.

Número de tesis: P. LXXVII/99

Rubro: TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR


ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL.

Texto: Persistentemente en la doctrina se ha formulado la interrogante


respecto a la jerarquía de normas en nuestro derecho. Existe unanimidad
respecto de que la Constitución Federal es la norma fundamental y que aunque
en principio la expresión "... serán la Ley Suprema de toda la Unión ..." parece
indicar que no sólo la Carta Magna es la suprema, la objeción es superada por
el hecho de que las leyes deben emanar de la Constitución y ser aprobadas por
un órgano constituido, como lo es el Congreso de la Unión y de que los
tratados deben estar de acuerdo con la Ley Fundamental, lo que claramente
indica que sólo la Constitución es la Ley Suprema. El problema respecto a la
jerarquía de las demás normas del sistema, ha encontrado en la jurisprudencia
y en la doctrina distintas soluciones, entre las que destacan: supremacía del
derecho federal frente al local y misma jerarquía de los dos, en sus variantes
lisa y llana, y con la existencia de "leyes constitucionales", y la de que será ley
suprema la que sea calificada de constitucional. No obstante, esta Suprema
Corte de Justicia considera que los tratados internacionales se encuentran en
un segundo plano inmediatamente debajo de la Ley Fundamental y por encima
del derecho federal y el local. Esta interpretación del artículo 133
constitucional, deriva de que estos compromisos internacionales son asumidos
por el Estado mexicano en su conjunto y comprometen a todas sus autoridades
frente a la comunidad internacional; por ello se explica que el Constituyente
haya facultado al presidente de la República a suscribir los tratados
internacionales en su calidad de jefe de Estado y, de la misma manera, el
Senado interviene como representante de la voluntad de las entidades
federativas y, por medio de su ratificación, obliga a sus autoridades. Otro
aspecto importante para considerar esta jerarquía de los tratados, es la relativa
a que en esta materia no existe limitación competencial entre la Federación y
las entidades federativas, esto es, no se toma en cuenta la competencia
federal o local del contenido del tratado, sino que por mandato expreso del
propio artículo 133 el presidente de la República y el Senado pueden obligar al
Estado mexicano en cualquier materia, independientemente de que para otros
efectos ésta sea competencia de las entidades federativas. Como consecuencia
de lo anterior, la interpretación del artículo 133 lleva a considerar en un tercer
lugar al derecho federal y al local en una misma jerarquía en virtud de lo
dispuesto en el artículo 124 de la Ley Fundamental, el cual ordena que "Las
facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a los
funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados.". No se pierde
de vista que en su anterior conformación, este Máximo Tribunal había
adoptado una posición diversa en la tesis P. C/92, publicada en la Gaceta del
Semanario Judicial de la Federación, Número 60, correspondiente a diciembre
de 1992, página 27, de rubro: "LEYES FEDERALES Y TRATADOS
INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA."; sin embargo,
este Tribunal Pleno considera oportuno abandonar tal criterio y asumir el que
considera la jerarquía superior de los tratados incluso frente al derecho federal.

Precedentes: Amparo en revisión 1475/98. Sindicato Nacional de Controladores


de Tránsito Aéreo. 11 de mayo de 1999. Unanimidad de diez votos. Ausente:
José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente: Humberto Román Palacios. Secretario:
Antonio Espinoza Rangel.

El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el veintiocho de octubre en


curso, aprobó, con el número LXXVII/1999, la tesis aislada que antecede; y
determinó que la votación es idónea para integrar tesis jurisprudencial. México,
Distrito Federal, a veintiocho de octubre de mil novecientos noventa y nueve.

Nota: Esta tesis abandona el criterio sustentado en la tesis P. C/92, publicada


en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Número 60, Octava Época,
diciembre de 1992, página 27, de rubro: "LEYES FEDERALES Y TRATADOS
INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA.".

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