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I PLAN La finalidad esencial del Drccronanto TDEOLOGICO consiste en poner a dis- Pineiided « posicién del lector, mediante un inventario metédico, no intentado hasta ahora, DroctonaRio 1 inmenso caudal de voces castizas que, por desconocidas u olvidadas, no nos Tr9V*e1c0 prestan servicio alguno; voces cuya existencia se sabe 0 se presume, pero que, dispersas y como agazapadas en las columnas de los diccionarios corrientes, nos re- sultan inasequibles mientras no conozeamos de antemano su representacién eserita. Para aleanzar dicha finalidad se ha procedido a una sistematizacién del vocabu- lario, reuniendo en grupos conceptualmente homogéneos cuantas palabras guardan relacin con una idea determinada. Bl lector que examine cualquiera de estos gro- pos, no sdlo se daré cuenta fécilmente del aleance de este trabajo, sino que quedaré sorprendido al ver la enorme riqueza de medios expresivos a cuyo uso nunca pudo tener acceso. Pues bien, el singular servicio que para el pensamiento y el lenguaje representa la posibilidad de incorporar a Id circulacién todo un copiosisimo tesoro que yacia arrinconado, servicio que no puede prestar ninguna otra obra, constituye la novedad, al interés y la misma razdn de ser de la presente. El autor se tendré por afortunado ¥ se sentira satisfecho si, conocido su designio, se juzga que acerté a realizarlo deco- rosamente; pero quisiera, en cambio, que no se pidiese a este diccionario lo que nunca tuvo intencién de ofrecer. Por eso hay que salir al paso de posibles reproches, de- jando bien sentado que este trabajo es una obra puramente lexicografica, es decir, ‘un repertorio del lenguaje literario y vulgar, y no pretende ser, en modo alguno, un diccionario enciclopédico. Pudiera ocurrir, en efecto, que un lector especialmente versado en electricidad, por ejemplo, y que nunca se detuvo a pensar si en los léxicos usuales se registran muchas 0 pocas voces referentes a tal materia, tuviese la impresién, al verlas por primera vez reunidas en el Dicctonarso Ipnor6crco, de que faltan centenares de términos que podrian figurar en los grupos correspondientes. Es cierto que faltan, ¥ que un boténico, un matemético o un quimico podrian formular igual observacién; pero a esto conviene responder que un diccionario general de la lengua no puede ni debe incluir todos los teenicismos de las ciencias y artes (1). ‘Pagemos ahora a examinar, por separado, las tres partes de que consta la pre- sente obra. (1) El autor ha tenido manga més ancha que los compiladores de los dicclonarios académicos, pero, x conjunto, ha seguido el mismo etiterio restrictivo. Si se piensa que el Diccionario de Ciencias Médicas e Cardenal, por ejemplo, contiene unas 50 000 voces, se comprenderé que con sélo agrupar media docena de vocabularios téenicos se llenarian tres 0 cuatro vokimenes como el presente, sin dejar siquiera un nes- 4 ie g

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