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La prisi�n del odio

Durante muchos d�as, muchos meses y muchos a�os dos hombres hab�an compartido una
celda en la c�rcel.
Ninguno de los dos era de la ciudad donde se hallaba la c�rcel.
Ambos eran inocentes. Ambos fueron humillados, golpeados. All� pasaron fr�o y
hambre.
La convivencia fue creando lazos muy profundos entre ellos.
Soportar tan estrechamente las injusticias une mucho m�s que una torta de
cumplea�os.
Los hombres quedaron en libertad. Cada uno se fue a su ciudad. Dejaron de verse.
Muchos a�os despu�s, cada uno por su lado, se enter� de que iba a ser demolida la
antigua c�rcel.
Ambos decidieron ir a la ceremonia. Y ah� se encontraron, con el pelo blanco y el
cari�o intacto.
Se abrazaron con el mismo amor con que se pueden abrazar dos hermanos que hace
tiempo que no se ven.
Vieron, entre l�grimas, c�mo la piqueta her�a los muros.
Y despu�s, con un t� caliente, compartieron una conversaci�n y sus silencios.
Fue entonces cuando uno de ellos le pregunt� al otro:
��Alguna vez te acuerdas de los carceleros?
�No, gracias a Dios ya lo olvid� todo �contest�.
�Y t�? �Yo sigo odi�ndolos con todas mis fuerzas �respondi� el otro.
Su amigo lo mir� unos instantes, luego dijo:
�Lo siento tanto... Lo siento por ti. Si eso es as�, significa que a�n te tienen
preso.

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